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La violencia en las vidas de los niños puede manifestarse de una forma directa o
indirecta. Pero en todos los casos, tiene consecuencias devastadoras. Día tras día, los niños
están expuestos a la violencia doméstica que sufren otros integrantes de sus familias. Todos
los años, como promedio, 6 de cada 10 niños de 2 a 5 años de edad, o unos 1.000 millones de
niños de todo el mundo, son sometidos habitualmente a un castigo físico por quienes les
cuidan . Ningún niño es inmune a esto. El peligro del castigo físico supera todas las
diferencias de género, religión, origen étnico, discapacidad, nivel socioeconómico,
orientación sexual e identidad y expresión de género. Actualmente, el maltrato infantil es
considerado como una de las problemáticas que obstaculiza la integridad del menor en los
diferentes ambientes, en los que se interactúa (familia, escuela y sociedad).Esta realidad es la
que motiva la investigación por parte de estudiantes de “La corporación triunfa”.
“La violencia engendra violencia. Sabemos que los niños que sufren violencia tienden a
considerar a la violencia como algo normal, incluso algo aceptable… Y tienen más
probabilidades de perpetuar la violencia contra sus propios hijos en el futuro. Si no tratamos
el trauma que sufren los niños debido a la violencia social estamos abriendo las puertas a
problemas que pueden durar toda la vida… Y desencadenar actitudes negativas que pueden
reverberar de una generación a otra”. – Anthony Lake, Director Ejecutivo de UNICEF
(febrero de 2014)
La violencia contra niños y niñas es una práctica antigua, que ha franqueado culturas,
clases sociales, niveles educativos, estratos económicos y contextos históricos. En la sociedad
actual, la violencia se superpone al reconocimiento de los niños y niñas como titulares de
derechos, lo que se manifiesta en las estadísticas nacionales e internaciones que, si bien están
muy por debajo de lo que en realidad ocurre, permiten intuir la magnitud del problema.
“Cuanto más adversas son las experiencias durante la niñez, mayores las probabilidades
de retrasos en el desarrollo y de posteriores problemas de salud, como las enfermedades
cardíacas, la diabetes, las toxicomanías y la depresión. Las investigaciones también indican
que si los niños entablan desde muy temprano en sus vidas relaciones con adultos que les
cuiden, les den apoyo y respondan a sus necesidades, se pueden prevenir o revertir los efectos
perjudiciales del estrés tóxico”. - Center On The Developing Child, Universidad de Harvard.
Según múltiples estudios el número real de niños que sufren situaciones de maltrato
infantil es una incógnita, ya que no todos los casos son detectados o denunciados. Esto es
debido, entre otras cosas, a factores culturales, sociales e históricos. En este sentido, el
propio concepto de maltrato ha variado históricamente de una forma contundente y todavía
en algunos contextos sociales y culturales tiene distintas definiciones y matizaciones que
hace que determinadas formas de maltrato sean aceptadas o silenciadas.
Asimismo, esta diferencia entre lo conocido y lo real tiene sus causas en las
características de la víctima. En el caso de los niños pequeños, no pueden, ni saben hacer
valer sus derechos. Además, en demasiadas ocasiones el problema es ignorado e incluso
ocultado por vergüenza (o por incapacidad de asimilar el hecho) en el mismo seno familiar.
La propia relación que se produce en la situación de maltrato, una situación de abuso de
poder sobre el más débil, provoca también su silencio
HIPÓTESIS
Los victimarios que realizan los abusos sexuales no tienen características fijas o únicas.
Sin embargo se presentan en ellos algunos factores que los llevan a cometer ese delito como
poseer un historial de maltrato infantil, exclusión social, abandono y abuso sexual.
OBJETIVOS
General
Específicos
MARCO TEÓRICO
Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, 2006): “Los menores víctimas
del maltrato y el abandono son aquel segmento de la población conformado por niños,
niñas de 2 a 6 sufren ocasional o habitualmente actos de violencia física, sexual o
emocional, sea en el grupo familiar o en las instituciones sociales. El maltrato puede
ser ejecutado por omisión, supresión o transgresión de los derechos individuales y
colectivos e incluye el abandono completo o parcial” (de los padres o tutores).
Instituto Nacional De Medicina Legal y Ciencias Forenses (2015): “Durante el
decenio comprendido entre los años 2006 a 2015 el sistema médico legal colombiano,
realizó 210.933 exámenes médico legales por presunto delito sexual tanto en hombres
como mujeres, niñas y niños. Es promedio esto equivale a 21.093 valoraciones por
año. La tasa más alta por cada cien mil habitantes durante este periodo se presentó en
el año 2011 (49,08), mientras que la tasa más baja se presentó en el año 2.013 (44,01).
Para el año 2015 la tasa fue de (46) casos por cada cien mil habitantes, con un
incremento de 1,6 puntos representados en 1.040 casos por encima de los registrados
en el año 2014”.
Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002): “Cualquier forma de daño físico y/o
emocional, abuso sexual, negligencia o cualquier forma de trato negligente, comercial
u explotación, que resulta en el daño actual o potencial a la salud, sobrevivencia o
desarrollo de la dignidad, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza
o poder”.
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2006): “Acción, omisión o trato negligente,
no accidental, que priva al niño o la niña de sus derechos y su bienestar, que amenaza
y/o interfiere su ordenado desarrollo físico, psíquico y/o social y cuyos autores pueden
ser personas, instituciones o la propia sociedad”.
El secreto es una de las características más notables del abuso sexual infantil y tenerlo
en cuenta desde la sospecha misma, es una condición indispensable para una adecuada
intervención. En el centro del fenómeno impera la Ley del Silencio, siendo sumamente difícil
quebrarla. Por supuesto que deben agregarse los restantes factores que igualmente inciden en
el bajísimo índice de denuncias que caracterizan a estos hechos delictivos y que se
mencionarían a lo largo de estas páginas. Solo cabe señalar aquí que, mientras que el se
secreto mantiene mayormente dentro del grupo familiar o conviviente y depende de quienes
lo integran.
El abuso sexual no sólo se refiere a la práctica sexual en sí, sino que incluye la exposición de niños a
pornografía, exhibicionismo, tocamientos, estimulación sexual inadecuada y sexo oral. La ONG Save
the children establece que estas prácticas suponen la imposición de comportamientos de contenido sexual
por parte de una persona, menor de edad o no, hacia un niño o niña, en una situación de desigualdad y
desequilibrio de poder.
FACTORES DE INCIDENCIA
Es difícil determinar las causas concretas que pueden llevar a una persona a abusar sexualmente de
un menor, sin embargo, la Guía de la violencia sexual contra los niños y las niñas. Abuso y
explotación sexual infantil, elaborada por Save the children, establece una serie de factores de
riesgo que pueden derivar hacia comportamientos como el maltrato infantil o el abuso.
Factores sociales
No considerar al niño como sujeto que posee una serie de derechos: Los niños, por su
vulnerabilidad, son muy dependientes de las personas adultas a su cargo, lo que en casos
extremos puede llevar a una falta de concienciación del niño o la niña como sujetos de
derechos.
Abuso de poder y validación de la violencia en las relaciones más próximas.
Tolerancia ante ciertas formas de agresión, física, psicológica o sexual.
Falta de conocimiento sobre la repercusión y las consecuencias que tienen este tipo de
vivencias en la infancia para el correcto desarrollo de los individuos.
Entornos culturales que permiten y promueven el matrimonio en edades muy tempranas.
Consumo excesivo de alcohol y drogas.
Factores familiares
Estructuras familiares donde existen relaciones de poder desiguales: En estas
circunstancias, normalmente existe una persona que concentra toda la autoridad dentro de la
familia.
Violencia de género.
Distancia emocional: Lo que en muchas ocasiones deriva en la incapacidad para responder
a las necesidades afectivas del niño e impide la comunicación (factor muy importante para
detectar y prevenir abusos sexuales).
Factores personales
Cuando los abusos se suceden de forma repetitiva, el agresor puede sufrir un trastorno de la
conducta sexual, como pedofilia.
La Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil estima que uno
de cada cinco niños es víctima de un abuso sexual.
La Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes asegura que se reportan
más de 80.000 casos de abusos sexuales en niños, pero que este número es superado por los
casos no denunciados.
Según la OMS, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres declaran haber
sufrido abusos sexuales en la infancia.
Las investigaciones realizadas por especialistas han permitido identificar los factores de
riesgo y los procesos relevantes en la dinámica del abuso sexual infantil. De esta dinámica, se
crea un verdadero círculo vicioso de influencias mutuas entre factores que se potencian entre
sí. Por lo tanto, esto explica que, a mayor cantidad de factores de riesgo mayor probabilidad
de desencadenamiento del abuso infantil.
CONSECUENCIAS
Los síntomas que presentan niños y niñas tras sufrir abusos sexuales se hacen visibles a través
de manifestaciones físicas, psicológicas, conductuales, relacionales y funcionales. Las
consecuencias derivadas de un abuso pueden distorsionar el correcto desarrollo del niño y del
adolescente y marcarlos en su vida adulta. Aunque la presencia o ausencia de estos síntomas no
tiene siempre una relación directa con la existencia de abusos sexuales, es importante conocerlos
para poder detectar y prevenir posibles casos.
Problemas físicos
Aparición de enfermedades de transmisión sexual.
Hematomas.
Desgarramientos y hemorragias vaginales y anales.
Embarazo precoz.
Trastornos de eliminación de las heces y la orina, como enuresis y encopresis.
Dificultad a la hora de caminar o sentarse.
Problemas psicológicos
Aparición de miedos y fobias.
Síntomas propios de una depresión.
Ansiedad.
Sentimiento de culpa y baja autoestima.
Trastorno por estrés postraumático.
Conducta suicida y tendencia a autolesionarse.
Problemas relacionales
Aislamiento social.
Reducción del tiempo de juego con otros niños.
Problemas de relación social.
Problemas cognitivos
Déficits de atención y concentración.
Bajo rendimiento académico.
Conductas hiperactivas.
Problemas funcionales
Insomnio y aparición de pesadillas.
Trastornos de la conducta alimentaria.
Falta de control de los esfínteres.
Problemas de conducta
Conducta excesivamente sexualizada: Masturbación compulsiva, imitación de actos
sexuales, curiosidad sexual excesiva, exhibicionismo, uso de vocabulario sexual.
Conducta disruptiva: Agresividad, ira, irritabilidad, comportamiento desafiante.
DIAGNÓSTICO
En caso de sospecha, de acuerdo a la legislación vigente, quienes son funcionarias o
funcionarios públicos tienen, además, la responsabilidad de actuar, responsabilidad
profesional, ética y ciudadana pueden realizar una serie de pruebas y exámenes para detectar si
un niño ha sido víctima de abusos sexuales. En el caso de las pruebas físicas, es importante que se
realice el diagnóstico dentro de las 72 horas posteriores a la agresión, ya que la mayoría de las
manifestaciones físicas son temporales.
En muchos casos, el abuso sexual está acompañado de maltrato físico, por lo que el especialista
realizará un examen completo. Las áreas que se suelen examinar son la boca, la garganta, el pene,
el ano y la vagina, así como el himen en el caso de las niñas.
Un análisis de sangre servirá para detectar posibles enfermedades de transmisión sexual, como
sífilis o VIH, y también para comprobar si existe embarazo.
TRATAMIENTO
El tratamiento para las consecuencias físicas de un abuso sexual es el propio para hematomas,
cortes y heridas que se hayan podido producir. Además, el niño puede necesitar un tratamiento
farmacológico para enfermedades de transmisión sexual. El especialista también puede decidir
utilizar medicamentos anticonceptivos en el caso de niñas víctimas de un abuso que tengan la
suficiente madurez sexual para quedarse embarazada.
La ayuda psicológica es muy importante para tratar de paliar las consecuencias mentales y
traumáticas derivadas del abuso. El éxito del tratamiento psicológico depende de factores como el
tipo y prolongación en el tiempo del abuso, la personalidad del niño o el apoyo social y familiar.
Todas las personas que tienen contacto con NNA (Niños, niñas y adolescentes) pueden
detectar una situación de abuso sexual. Pero de acuerdo a la legislación vigente, quienes son
funcionarias o funcionarios públicos tienen, además, la responsabilidad de actuar,
responsabilidad profesional, ética y ciudadana. El silencio por parte de las víctimas de los
abusos sufridos es una expresión de la vulnerabilidad estructural de la sociedad. Sociedad en
la que aún hoy los derechos de NNA son frecuentemente menoscabados. Para que un niño,
niña o adolescente pueda hablar, es necesario crear condiciones precisas que lo habiliten para
que ello ocurra.
Sin embargo, ninguna persona tiene que transformarse en una “experta” o “hacerse
cargo” de abordar la totalidad de la situación. Sí debe saber que su rol –abrir un camino para
poner fin al abuso y generar la posibilidad de una atención– en sí mismo tiene un efecto
reparador
PREVENCIÓN
La prevención en casos de maltrato infantil y abusos sexuales se tiene que dar a nivel personal y
familiar, pero también a nivel social. La Federación de Asociaciones para la Prevención de
Maltrato Infantil (FAPMI), con la colaboración del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad ha elaborado una serie de pautas para prevenir este tipo de comportamientos y poder
atajarlos rápidamente:
La Regla de Kiko: La FAPMI establece una sencilla guía para niños, llamada Regla de
Kiko, que simula una suerte de juego para que las posibles víctimas puedan identificar, de
alguna manera, el abuso. Los niños no deben permitir que otros niños o adultos toquen partes
de su cuerpo cubiertas por su ropa interior. También ayuda a explicar a los niños que su
cuerpo les pertenece, que existen secretos buenos y malos, así como formas de tocar buenas
y malas.
Padres y madres: Es importante que exista una buena comunicación entre los padres y los
niños, así como que la relación entre ambas partes no se base sólo en la autoridad, sino
también en la confianza.
Ámbito educativo: Promover campañas y programas de formación de profesorado para
dotar a los docentes de herramientas para detectar y prevenir abusos sexuales infantiles en el
entorno educativo.
Medios de comunicación: El Convenio del Consejo de Europa para la Protección de los
Niños contra la Explotación Sexual y el Abuso Sexual, también denominado Convenio
Lanzarote, insiste en la necesidad de que los profesionales de los medios de comunicación,
en colaboración con expertos en protección de los derechos de la infancia, difundan
información sobre la realidad de esta problemática, sobre cómo notificar las sospechas y
sobre cómo difundir información sobre la propia prevención.
CONTEXTO DE VULNERABILIDAD
Identificar las situaciones de vulnerabilidad frente al riesgo de abuso sexual a partir de
información disponible acerca del caso es fundamental para orientar la intervención de
quienes integran los equipos de salud, el sistema educativo y los organismos de protección de
los derechos de NNA. Las vulnerabilidades se observan en un conjunto de indicadores –
físicos, conductuales, sociales– tanto en la niña, niño o adolescente como en personas adultas
de su grupo familiar. La identificación de estos indicadores, junto con las características del
abuso, de las eventuales lesiones y de la reacción frente a la detección y/o intervención,
contribuye a determinar los daños que pueden estar sufriendo o pueden llegar a sufrir NNA.
Si bien estos indicadores deben ser valorados profesionalmente son elementos cuya presencia
orienta la tarea.
El abuso sexual en menores es una problemática alarmante que le atañe a todos los
países del mundo, pero es un tema amplio del que aún hace falta investigar. Todo niño puede
ser víctima de abuso sexual, independientemente de su género, físico, trasfondo
socioeconómico, familiar y demás; al igual que cualquiera puede ser el perpetrador. Si bien
en general se tienen datos acerca de la epidemiología y consecuencias de la violencia sexual,
no es válido ceñirse a ellos o a los estereotipos que la población suele tener; siempre se
deberá tener la suspicacia para no desapercibir posibles agresiones que se puedan detectar y
denunciar a lo largo de la vida laboral o social.
El abordaje del abuso sexual debe hacerse desde distintas perspectivas. Finalmente,
todo país debería estudiar la prevalencia de este tipo de violencia con el fin de dirigir más
efectivamente las medidas preventivas, y estudiar a fondo cuáles de estas traerán mayores
beneficios para toda su población. El abuso sexual es un problema que nos incumbe a todos y
por ende debemos estar en la capacidad de contribuir con el combate de este tipo de maltrato
infantil.
La intervención frente a los abusos sexuales demanda respuestas que tienen que ser
interdisciplinarias e interinstitucionales. Además del objetivo fundamental, que es la atención
de cada una de las situaciones, hay otro objetivo, no menos importante, que es ir
construyendo rutas de acción para mejores respuestas institucionales. También se deben
implementar acciones de prevención tendientes a evitar la reiteración de episodios y el
incremento de sufrimientos y daños de NNA.
BIBLIOGRAFÍA
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