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R E F O R MA Y R EACCióN, 133-79

' '

Todos los historiadores de la In glaterra del si­


,,

glo xrx saben que los católicos se emanciparon


' '
antes de la primera Ley de Reforma y que esa Lf'y
' .
no concedió el voto a las clases trabajadoras, sea
como fuere que se interpreten esos hechos. En d
período ·que vamos a considerar ahora, asuntos de
casi la misma magnitud nos resultan oscuros. El
·1
\ '
orden exacto de los acontecimientos es a veces in­
cierto. El contenido de una ley compleja puede
resumirse -o distorsionarse- en una única oración.
Las fuentes con frecuencia se contradicen. Todo
esto pone de relieve la subjetividad inev;itable de
toda investigación 1histórica; hay casi una di feren­
cia cualitativa entre un análisis de este. período y
el de tiempos en los que la abundancia de material
conduce sólo a diferencias de selección y énfasis.
En lo 'que al breve esbozo que sigue concierne�
algunas de las incertidumbres que no s emh:n·!!an
no interesan, pues afectan detalles que clehen ig­
n orarse, pero no puedo evitar la afirmación de he­
chos que no concuerdan con todos los test i m onios
de que clisnonemos y que otros pueden negar; in­
dicaré ()'IJOrtnnamente de q ué hechos se trata.
Con frecuencia oscuro para nosotros, el neríodl)
era bien conoc.iclo en la Antrgüedad. Livio lo n ap·ó
COn abundantes d e t all es , V COmO '} lahÍ.a rrnniCaS
contemporáneas muv acabadas, incluidas h.s rne-

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morías de algunos de los principales actores como vista resulta equivocado. La historia de Salustío
Sila, puede suponerse que su registro de todos los está teñida más bien de un elevado tono moral,
asuntos de mayor importancia, especialmei�t,e los extraño en un hombre de su pasado. Ensalzó la�
ele conocimiento público como la promulga�wn de cualidades con las que los romanos habían ganado
leyes, por ejemplo, era exacto. ·Pero sobrevive sól� su dominio : frugalidad e industria, coraje y disci­
en epítomes magros y poco confiables. Las cróm­ plina, devoción a los dioses y al Estado, buena fe
cas más completas con que contamos son las de y la justicia que demostraban para con sus aliados
escritores griegos posteriores a Apiano y Plutarco, y subordinados. En los viejos buenos tiempos los
y éstos son con frecuencia cle�ectu?� os y se basan había inspirado una pasión por' la verdadera glo­
en fuentes que no podemos 1denhf1Ca�·, o evaluar ria que merecía la "_virtud". Pero el Imperio y las
con cmúianza. Es escasa la compensacwn que nos riquezas habían corrompido a la clase gobernante
brinda el hecho de que tenemos ahora alguna in­ con el lujo y la avaricia, la arrogancia y la ambi­
formación documental sobre la historia interna de ción personal, vicio que estaba sólo "más cerca
Roma, pues consiste en fragmentos de inscripcio­ de la virtud" que la codicia.
nes que a menudo plantean más problemas que los En un · famoso paralelo entre Catón y C��ar, a
que resuelven. Nuestro más temprano t� stlgo �s quienes consideraba como los dos grandes hom- .
Cicerón que nació en el 106, y que no solo hab1a bres de su tiempo, aunque alaba a ambos por sus
leído detalladas cró1úcas perdidas para nosotr� s, elevadas cualidades, dice de César que "anhelaba
sino que había conversado con hombres que asis­ para sí un gran poder, un ejército, una nueva gue­
tieron o participaron en las transacciones de la épo­ rra en la que pudiera .resplandecer su virtud"
ca, pero sus numerosas alusiones a e�os, aunq� e (Cq,tilina, 54 ) ; esto era muy claramente ambición
. .
de gran valor, son a menudo emgmáhcas o tem­ y, de acuerdo con 1Salustio, la ambición era, jun-'
das con sus propios prejuicios conservadores. .Su to con la avaricia, una de las dos causas principales
contemporáneo más joven, Salustio ( c. 86-34 ) , tam­ .¡ ele la decadencia romana. Sugiere claramente que
bién escribió monografías, todavía existentes� so?; e 1
a 'Mario lo manchaba el mismo defeC'to. Un frag­
la guerra contra Yugurta y � obr� la conspuacwn mento de sus Historias (,J, 12 ) ejemnlifica su pro­
.
de Catilina en el ·63, y una h1stona, ahora perdida pia pretensión de estar por encim.a de las diferen­
,excepto unos pocos fragmentos, ·que cubre los cias partidarias: "Una vez que fue superado el
años 78-67. temor a Carta�ro y que los hombres gozaron del
Un pa1'Venu del país sabino, S alustio, fue t':r�u­ ocio indisnensable para proseguir con sus pronias
lento tribuno en el 52 y sirvió con escasa· distin­ rivalidades, hubo numerosas perturbaciones, tumul­
i : ción a César cuando éste fue dictador, antes de re­ t-os y, finalmente, estallaron las guerras civiles; unos .
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tirarse de la política con dudosa reputación �or�l, pocos hombres poderosos, bajo cuya influencia ha­
para dar voz a su nostalgia escribiendo 1� h1ston� bía caído la mayoría, escudándose tras la honora­
que ya no era capaz de hacer. Como hab1a asu.ml­ ble pretensión de apoyar al Senado o al pueblo
do la facCión "popular" en política y su admira­ común, buscaron el poder personal. No ganaron el
ción por Mario y César es manifiesta en su obra, renombre de buenos o malos ciudadanos mediante
se lo acusó de prejuicio partidario. Este punto de el servicio prestado al Estado; fueron todos co-

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nuptos por igual. Se consideraba bueno a un hom­ pureza de motivos, aunque según su opinión mos­
bre en proporción a sus riquezas y a la fuerza de uq e traron muy poca moderación una vez alcanzado el
disponía para ejercer el mal, simplemente porque triunfo provenían del más alto rango social; su
defendía el statu qua. 'Esta mordaz denuncia de padre había sido .el estricto cens�r del 169 ( pág.
los conservadores que pretendían ser boni ( bue­ 107 ) su madre, la hija del Gran Escipi6n el Afri­
nos ) ' atribuye con razón mayor parte en la culpa cano, vencedor de lA.níbaL Tiberio era yerno de
a los que constituían el gobierno; pero no oculta Apio Claudia, jefe de una poderosa casa patricia,
los interesados motivos de sus oponent�s. Salustio y Cayo, de Publio Craso ( cónsul en el 131), el ro­
castiga con frecuencia el or�llo de la nobleza, mano más rico de su tiempo. Tanto Ap10 como
pero como escribe en la década del 30, cuando Craso apoyaron las reformas de Tiberio; y el ht.:r­
h abían sido casi enteramente desplazados por los mano de Craso, que fue cónsul durante el tribu­
"hombres nuevos'', dice que mientras que los últi­ nado , de Tibedo en el 133, ofrecía asesoramiento
mos habían otrora acostumbrado superar a la no­ le<Yal. Algunos estudiosos suponen que el principa l
bleza en "virtud", luchaban ahora por �anar el po­
der y los cargos públicos mediante "el robo y el
i bJ
o etivo de Tiberio era establecer el dominio de una
facción familiar, pero no hay en las fuentes de que
bandolerismo". Condena todos . los elementos polí­ 1 disponemos nada que apoye esta opinión; ellas lo
.
ticos de la sociedad romana contemporánea con ! describen como el verdadero autor dP sus desig­
incesante severidad imparcial.
El moralizar de Salustio no se adecua mucho al
. .¡ nios y .no como la parlanchina marionA�"a de Ario
· ·
o nin .glÍ.n otro, mientras que sus enemi qos preten­
gusto moderno y su idealización de la antigua Ro­ 1 dían que había sido separado del Sen::�do nor cau­
sa de un rencor particular y lo acusab�n de inten­
¡
ma es groseramente exagerada, pero el hecho de
que atribuyera la caída de la República a la .ava­ tar convertirse en tirano. 1Sería ingenuo pemar que
ricia y la ambición no es más que una formulación 1
Tiberio y sus amigos fueran indiferentes a la po­
1
sucinta de algo que difícilmente puede ser negado. 1 pularidad que todo beneficio conferido a las masas
La "avaricia" de la clase gobernante se reflejaba i tiende siemp re a ganar, pero resulta excesivamente
en la miseria y el descontento de las masas, de lo 1
clínico afirmar que todos los reformadores deben
r
que Salustio ( a diferencia de Cicerón ) era clara­ ) actuar siguiendo motivos egoístas tan s6lo, y �o
·
contamos con información alguna que nos perm �a
'
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mente consciente, y en este contexto de malestar,


¡
la ambición de hombres como Mario y Sila, Pom­ 1 leer la mente del mismo Tiberio. Tuvo que buscar
peyo y César, iba .a hacer naufragar el orden es­ el apoyo de unos pocos parientes p� rque la m ay o r
tablecido. l 1 parte de los miembros de su p �opm clase est �?a
Salustio reconoció tamb1én que los conductores 1 en su contra. Aun su cuñado y pnmo por adopc10n ,
de ambas facciones eran ''unos pocos hombres po­ 1 Escipión Emiliano, que se encontraba en España
1
derosos". La revolución comenzó sólo cuando "se 11· cu an do ovó
,
la nueva de su muerte, citó un verso
encontraron hombres de la nobleza que prefirieron
la verdadera gloria al dañino dominio". Tiberio y l de Homero:

Cayo · Sempronio Graco, a quienes alude, los úni­ "Así perezcan todos los que c��o él ofendieron"
y volvió para entorpecer la pohtlca de Graco, ast
cos políticos excepto Catón a los que concede ;

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como sus amigos íntimos habían ya perseguido a propia olase. De acuerdo con la opinión tradicio­
los secuaces de Graco. Explicar la crisis del 133 nal a la ·que el viejo Catón prestó su voz, los
en términos de disputas faccionales constituye un granjeros eran los mejores soldados. Como tradi­
error fundamental. cionalista, Tibeiio intentó hacer revivir al campe­
Tiberio se interésó por el empobrecimiento de los sinado del que se reclutaban los miembros de ias
ciudadanos y el aumento de la mano de obra es­ legiones.
clava. Al viajar por el territorio romano situado Proyectaba distribuir la tierra pública en.tre los
sobre la costa etrusca, sintió gran aflicción al ver pobres, de la que grandes extensiones habían sido
grandes propiedades cultivadas exclusivamente por "ocupadas" sencillamente para cultivo exclusivo de
esclavos. La formidable rebelión que durante añm "propietarios" o servían como teneno de pastoreo
había asolado Sicilia y requerido un cónsul para común. Me parece probable que el derecho a apa­
que pudiera ser aplastada, despertó en el 133 e1 centar los rebaños sobre esa tierra pública y aun
recuerdo de los levantamientos de esclavos en la l el derecho de cultivarla �haya .s ido esencial para
los pequeños propietarios, si lograban obtener lo
Italia de los años 198, 196 y 185. Además, los es­ l
. ¡ bastante en sus minúsculos terrenos para la sub­
clavos no podían utilizarse para luchar por Roma,
como se podía hacer aún con el proletariado libre 1 sistencia de la f.amilia ( pág. 60 ) . Pero por enton­
11 ces la mayor parte de la tierra pública había pa�
1
en casos de emergencia. Y la continua reducción
del número de campesinos que iban convirtiéndose sado a manos de los ricos, y los límites dictados
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en labradores sin tierra, no sólo disminuía el nú· por la ley sobre la extensión que podían ocupar
l
·
m.ero de assidui ( pág. 27 ) , sino que constih1Ía tam­ ( 500 iugem) y el número de cabezas de ganado
bién una amenaza para la futura propagación de
la �aza italiana. Los indigentes no se podían per­
f que podían pastar en los dominios desocupados
( pág. 60) habían ·caído en desuso. Los que ocupa­

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. ron la tierra terminaron considerándola como pro­
mitir casarse o "criar" niños · es decir los que!
pia y la utilizaron como dote, la hipotecaron y la
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,
na cian eran abandonados y, o bien morían, o eran \
.
cnados como esclavos. Aun el censor del 131 Ouin­ 1 vendieron; incluso edificaron en ella sus villas v
to N,Ietelo, uno ele los opositores de Tiberi;, �om­
parha su temor de que la población decreciera. \
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1
sus tumbas familiares; en la práctica1 la distinció;
entre tierra ocupada y propiedad se había desva­
necido. Si ahora se los hubiera desposeído, habrían
En cifras absolutas, el número de ciudadanos ro­
manos registrado por los censores era por cierto considerado ese hecho una expropiación. Pero Ti­
mayor que dos generaciones atrás, pero las ten­ berio les propuso mantener la posesión de no más
dencias eran en verdad siniestras. Tiberio, que se de los 500 iugera previsteis por la ley, más 250
había distinguido en el ejército, puso de manifies­ para cada hijo ( o quizá para cada uno de los dos
to que uno de sus objetivos era el mantenimiento hijos mayores ) ; -el terreno excedente debía quednr
del poder militar romano, y aunque hablara con disponible para ser distribuido' en pequeñas asig­
emoción y probablemente con sinceridad de la naciones hasta . un máximo quizá de 30 iugera.
11 ·La gente acudió del campo para aprobar el pro­
miseria de los pobres que habían luchado por su
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patria, el interés del Estado era lo que sin duda
primaba en su mente; a éste subordinaba el de su
yecto y para oponerse a él. Los opositores llevaban
las de perder. Existe claro testimonio de que los
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. '
pa rtidario�· :a� 'Tiberio provenían fundamentalmen­ la nobleza ayudaron a asesinar a Tiberio. Es un
te de la polj>lación rural; tal vez fueran arrendata... . completo error suponer que el pl� n de Tiberio ?
rios que .esperaban obtener tierra propia, pequeños eualquier otro plan agrano postenor fueron desti­
propietario� _que deseaban la seguridad para sus nados a la población m bana o que ésta se haya
hijos menores o labradores desprovistos de tierras sentido atraida por ellos; también lo es suponer
que residían en la ciudad. Sin duda algunos cam­ que fracasaron simplemente porque sus beneficia­
pesinos desplazados se habían trasladado a Roma rios no estaban habituados a h·abajar en el campo.
en busca del ·o·abajo casual que pudiera haber allí. Los propietarios ricos lograron que otro · tribuno,
Por cierto, la ciudad crecía grandemente; a prin­ Marco Octavio, vetara el proyecto de Tiberio. Des­
cipio del siglo n se ·habían construido nuevos mue­ pués de prolongados altercados, Tiberio aceptó lle­
lles .Y mercados, y fue necesario más que duplicar varlo ante el Senado �uyo consentimiento había
las reservas de agu'a mediante la edificación de ·descuidado , aun cuando la costumbre constitucio-
los acuedúetos de 1Marcio y Tepulano en los años nal lo requería; no cabe duda de que hab'1a pre-
144-140 y )27. La primera de estas obras fue muy · visto gue ese consentimiento no sería dado, como
costosa y es probable que haya requerido mucho de hecho no lo fue. Como Octavio se rehusó a re­
traba·i o;· al ser completada debió de haber cundido tirar su veto, Tiberio presentó otro proyecto para
la aflicción de la desocupación. Algunos de estos deponerlo. Esto carecía de todo precedente y des­
campesinos desplazados fueron, sin duda, los que truía una de las salvaguardas de la constitución.
llenaron la ciudad de proclamas en 1as que se ani· · Sus enemigos dijeron que había violado el caní.�­
maba a Tiberio en su proyecto. Pero en el " 129, ter sacrosanto del tribunado y menoscabado la li­
Escioión Emiliano podía reprocharles a las mul­ bertad de un h·ibuno aun cuando hubiera sido para
titudes su · extracción servil; para ellos "Italia no nroteger a los ciudadanos. No obstante Polibio ha­
era sino una madrastra", y podemos suponer que, bía escrito ( V'I, 16) que un tribuno debe "siempre
como en tiempos de Cicerón, el número de liber­ hacer lo que al pueblo le parezca acertado y acep­
tos preponderaba vastamente por sobre el de los tar siempre su voluntad", y por cierto que no se
nacidos libres ( pág. 62) y no tenían con la tierra conoce n.ingún tdbuno que hubiera despreciado �:1
conexión algt�na. En general los hombres domici­ voluntad manifiesta de la asamblea como habja
·

liados en la ciudad desde hacía mucho tiempo no intentado hacerlo Octavio. La defensa de Tiberio
tenían ningttna inclinación ni aptitud para �1 tra­ consistió en sostener que el pueblo era soberano
bajo de labranza; en el 63, Cicerón iba a apelar, v que los tribunos eran sus criaturas ( Plutarco,
.contra el proyecto de ley agraria de Rulfo ( pág. Tiberio Graco, 15 ) .
J 82 ), a su preferencia por la vida ciudadana con El proyecto de ley fue promulgado y se d� sig­
sus dúdivas y espectáculos, y aún antes de que nó un triunvirato en el que figuraban el m1smo
el Estado h1,tbiera , comenzado a distribuir grano Tiberio, su joven hermano Cayo y su suegro, Apio,
en forma gratuita o a muy bajo precio, las gran­ con el objeto de que fuera aplicada. Esta comisión
des casas debieron de haber mantenido a clientes tenía plenos poderes para medir la tierra pú�lic � ,
pobres; · en el 100 y el 87 las multitudes urbanas 1 ,
decidir en toda disputa sobre titulas y dtstnbmr
.estaban apegadas a sus patrones,. y los clientes de 1

1
parcelas entre los pobres. Su composición era cons-

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titucionalmente anómala; se consideraba impropio rios rurales de Tiberio habían abandonado Roma,
que el autor de una ley o sus parientes fueran y como las elecciones se celebraban en tiempos de
miembros de una comisión establecida por · esa ley. cosecha, no podía contar con su regreso. Intentó,
]>ero no podía confiarse en que otros verdadera­ congraciarse con el proletariado urbano; cómo, no
mente llevaran a cabo la medida. lo sabemos. Algunas fuentes le atribuyen la pro�
'Se necesitaba dinero para equipar las nuevas puesta de reducir el período de servicio militar y
granjas y el que controlaba el tesoro era el Sena­ la de transferir los derechos judiciales del Senado
do; aparentemente Tiberio había olvidado en su a los Equites; dudo de que puedan ser meras in·
ley la adquisición de fondos. 'Pero la suerte le lle­ venciones. Para su propia protección se rod�ó de
gó del cielo. Atalo HI, rey de Pérgamo en el oeste una guardia que, según se dice, contaba con 3.000
de Asia Menor, legó a Roma su propiedad personal miembros. Todo esto de nada sirvió. Muchos de·
y su reino . Tiberio promulgó una ley por la que . sus colegas se opusieron a su reelección, y mien­
el tesoro real debía destinarse para equipar las t·ras en la asamblea se discutía, el Senado se reunió
granjas y por la que el pueblo se reservaba el de-' y decidió impedir un golpe rev�lucionario antes de
r·echo a decidir cómo debía administrarse el reino. que fuera demasiado tarde. El cónsul, Mucio, se
Esto era una intrusión en el dominio de las finan­ rehusó a autorizar un recurso ilegal a la fuerza,, \
zas, la política éxtranjera y la defensa, pertene­ pero una facción de senadores, conducidos por el
ciente al Senado; pues la aceptación del legado Sumo Pontífice, Escipjón Nasica, primo de Tibe-
implicaba un nuevo empeño en ultramar y, de he­ .' rio, se retiró apresuradamente con sus seguidore;;;
cho, hubo que vencer una grave rebelión ante! el público, deferentemente, les abrió camino; Ti­
de que Roma pudiera hacerse cargo del reino. De berio huyó en defensa de su vida, pero fue muerto
este modo, pues, se le dio al . principio de control a palos junto con muchos de sus partidarios. ( Las
democrático la más amplia extensión. En la prác­ circunstancias exactas en que esto ocurrió se des­
tica significaba que Tiberio era quien tomaba las criben muy variadamente y nunca quizá se narra- ,
decisiones, y stL<> enemigos pretendieron que ten1a. ron con fidelidad. ) Este fue un simple asesinato,
intenciones de Jlegar a hacer de sí mismo un "rey" pero respaldado ex post jacto por los cónsules del
o un tirano, y lo amenazaron con procesarlo cuan­ 132, quienes condenaron a muerte a muchos más·
do se cumpliera su año. Salió al encuentro a esta. de los que apoyaron a Tiberio, alegando que ha-·
amenaza tmtando de ser reelecto; se cubriría du­ bían sido conspiradores revolucionarios; Escipión
rante otro año con el carácter sacrosanto de los Nasica ocupó un asiento como miembro de la cor-
tribunos. Pero, si lo haoía por un segundo año, te en lugar de ubicarse en la barra, aunque no
¿por qué no más? Además, la reelección para los .tardó en hallar prudente abandonar Italia.
cargos más altos era ilegal y podía argumentarse El justificativo del cargo contra Tiberio era su
que era, cuando menos, constitucionalmente im­ conducta inconstitucional; el Senado no se aven­
propio para el tribunado; destruía el principio de turó a anular la ley agraria, y la comisión, altera­
rendimiento de cuentas. Esto dio un nuevo color da en cuanto a los miembros que la componían,
a las manifestaciones hostiles. siguió sus tareas, pues las trf�us siempre elegían
Una vez promulgada la ley agraria, los partida- a partidarios de los Gracos. Hubo infinitas dificul-

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tades para co pletar la medición de las tierras y a los italianos ricos de que entregaran la tiernt
para resolver controversias acerca de los títulos. pública a su cargo a cambio de la concesión d�
El problema era tanto más delicado cuanto que privilegios políticos; les propuso darles la elección
muchos terrenos estaban en poder de pueblos e entre la ciudadanía y el dereoho a apelar contra
individuos aliados; los ricos "posesores" italianos los magistrados romanos. Se dice que no recibi�­
trataban de proteger sus propios intereses alegan­ ron la propuesta con desagrado, pero que el Se­
do oficialmente� en nombre de las ciudades que nado no la aceptó, y Flaco partió a una guerra.
controlaban, que se rompían tratados o, en el me­ El resultado inmediato fue la rebeli.ón de la co­
jor de los· casos, "derechos" aliados ( probablemen­ lonia latina de Fregellae, que fue fácil y despia­
t e derivados dy la mera costumbre ) , si se los pri­ dadamente reprimida. Fue probablemente por e n ­
vaba del exceso de tierras por sobre el máximo tonces cuando el Senado decidió apaciguar' a la
legal. Escipiónl Emiliano hizo suya esta causa; en clase gobernante de las ciudades latinas conce­
f�l 129 se las compuso de algún modo para trans-1 diendo la ciudadanía a los que hubieran ocupado
mitir la jurisdicción de la comisión a uno de los cargos públicos locales. Hasta entonces no había
cónsules, que no tardó en dirigirse a una provin­ · habido entre todos los italianos un abrumador de­
cia: el trabajo se suspendió. Escipión murió re­ seo de poseer ,la ciudadanía romana, pero la idea
pentinamente poco después, y, según rumores, su iba a ir fermentando gradualment� en sus mentes
muerte fne causada por un veneno ,administrado hasta que tuvo por r�sultado la desastrosa explo­
nor un partidario de los Gracos o por su mui·er, sión del 91. De visión más amnlia que sus con­
hermana a su vez de los Gracos; por supuesto, tempm1áneos, Cayo Graco decidió solucionar la
no hubo prueba alguna de esto. Según parece, la cuestión sin mayor demora gue la requerida par•t
C'omisión recuperó sus poderes, quizás en el 128; organizar un apoyo tan extenso como para que
de cu al qu i e r modo. por ese entonces tenía muchos aun una medida que de por sí no tenía atracción
terrenos por distribuir. Probablemente no pudie­ alguna nara ningún elemento de la sociedad ro­
ron echar mano a las posesiones italianas, y si es mana, pudiera adoptarse por su sola autoridad.
u n .hecho ( lo ,cual no es tan seguro como mucho-:; Llegó a ser tribuno en diciembre de 124. Ha­
creen ) que los italianos no tenían parte en las. bía sido elegido en cuarto lugar sol amente, quizá
asi gnaciones, eso puede haber sido una represalia porque sus enemigos se las compusieran para im­
por la intervención de los magnates italianos. Ló· pedir que muchos de sus partidarios emitieran s u
gicamente, el interés de Tiberio Graco por man­ voto; sólo pudieron aclamarlo desde las ventanas
tener el poder militar de Roma debió de haberlo y los techos. Inmediatamente adquirió en el Eshl­
vuelto tan solícito para con los aliados como pat"<l do una posición de dominio. No hubo posibilidad
con los ciudadanos, y tal era el caso de acuerdo de oponerse a su reelección e incluso ·impuso su
con Apiano; que Cicerón lo negara puede bien <>er candidato, Cayo �anio, para el consulado del 122.
testimonio de su mala voluntad. Aún más elocuente que su hermano, fértil en ide<lS
U no de los comisionados, Marco Fulvio Flaco, y de ilimitada energía, hah.ía aprendido del fraca­
el último de una gran familia: en ocupar el con­ so de Tiberio y debió su triunfo al hecho de ha­
sulado ( en el 125 ) , tuvo esperanzas de convencer ber advertido que un reformador no podía apo-

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yarse sólo en el campesinado, sino que tenía que es así, sobreestimaba por cierto la con�tancia del
vencer al Senado mediante la creación de una electorado. ¿O estaba consciente, como lo sugieren
coalición de otros intereses. algunas: anécdotas, de que la actitud asumida por
Los esfuerzos de Tiberio por ganar a la plebe él estaba · condenaba a la destrucción y se contentaba
urbana y a los Equites no fueron premeditados y con dejar tras sí un gran nombre: el de quien habría
J legaron demasiado tarde; de acuerdo con Veleio efectuado muchas reformas útiles y creado una es­
( H, 3, 2 ) "la mayor y mejor parte de los E quites" tructura política más .equilibrada. Quizá sería erra­
( evidentemente propietalios · de tierras perjudica- · do suponer que tuviera un único propósito deter­
dos por su ley agraria ) y. "las plebes no convenci­ minado. Puede que haya pensado que cada una ele
das por los malvados des�gnios de Tiberio" se ha­ sus medidas era defendible de por sí y, al mismo
bían unido para lincharlo. Con la última expresión tiempo, que cada una de ellas contribuía al buen
Veleio indudablemente quiere decir lo mismo que éxito del resto y de su propio poder.
Tácito cuando habla de los "sanos plebeyos uni... Los objetivos de Cayo son muy difíciles de de­
dos a las grandes casas'' ( Historias, 1, 4 ) . Cayo terminar, ya que no hay acuerdo acerca del orden ·

intentó quizá separarlos de sus patrones, sin düda ·


en que sus medidas se promulgaron. Pienso que
para ceder a los Equites una participación en el todas pevtenecen al 123, pero me limitaré a agru­
gobierno que le permitiera contrabalancear al Se­ parla� aquí de acuerdo con su contenido.
nado. Pero, ¿con qué fi.n? ·Nunca lo sabremos. De­ Los fragmentos que han llegado hasta nosotros
be de haber odiado a los hombres que habían de una ley agm11ia posterior, del 111 ( pág. 137 ) ,
perpetrado o permitido el asesinato de su herma­ muestran que Cayo promulgó una ley sobre las
no, pero después de transcurridos diez años es di­ tierras públicas que reemplazaba a la de su her­
fícil que lo haya dominado el resentimiento per-1 mano. En las fuentes literarias apenas se la men­
sonal. Era demasiado perspicaz como para suponer cionaba; esto sugiere que no introdujo nin gún
que en la República otro cuerpo que el Senado nuevo principio, sino que meramente incorporó en­
pudiera conducir el gobierno. En su ley sobre lasi miendas dictadas por la experiencia. Pero Cayo
provincias consulares, tenemos un indicio para sa­ · fundó o propuso la fundación de algunas colonias;
ber cuál sería · su pensamiento; éstas dehían ser una de ellas; la de Capua, no llegó a nada ( la co­
asignadas por el Senado, solo conocedor de 'las misión de Graco no perturbó a 1 los que ocupaban
necesidades, pero antes de las elecciones, de mo­ entonces ]as tierras de Campania ) , pero se envia­
do que el pueblo pudiera elegir hombres para de­ ron colonizadores a Tarento y S�laoium en el sur;
sempeñar tareas definidas de antemano. Pero el y puede que en otros lugares alg'unos de los coloni­
Senado no tenía control exclusivo de la política.\ zadores enviados por Graco · se .hayan organizado en
La conducta del propio Cayo muestra que soste­ colonias con poderes locales de auto�obierno. Más
nía que la asamblea podría intervenir en cualquier importante aún} s·e estableció una colonia allende el
campo mediante una legislación que un tribuno mar en la parte fértil de Cartago, abandonada des­
podía promover. ¿Soñaba con ser un Perides ro­ de su destrucción en el l46. Cartago había sido un ·
mano que :guiara a la República con su autoridad! gran centro comercial, pero resulta dudoso que se
y se . mantuviera en su cargo año tras año? Si esto haya tenido la intención de que la colonia hereda-

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1 1
'
ra ese destino; Apiaúo dice que se aprobó ese asen· pos de rAugusto el costo de la ropa se volvió a des­
tamiento porque: se creía que en Africa se podían contar de la paga. Sin d.uda se sostuvo que los gas-
obtener buenas cosechas. De acuerdo con Plutarco, tos públicos te,nían que ser reducidos . ·
las colonias italianas estaban destinadas a los "ciu­

dadanos más respetables", y e,n :Cartago las �s na­
Era vano suponer que los pobres que vivían en
Roma pudieran o quisieran asentarse en el campo.
ciones .podían llegar a un maxtmo de 200 tubera, Al ser muy escaso el empleo regular ( pág. 61 ) , di­
cuyo cultivo requeriría más trab�j o que el que hu­ f,ícilmente hubieran podido subsistir a no ser por
.
biera podido consagrarle la fam1ha de un solo co- las dádivas y el alojamiento ofrecido gratuitamente
. lono. Entonces, , tal vez las colonias no estuvieran por las grandes familias. Para aliviar su miseria,
destinadas al sostenimiento de labriegos, sino para si
no !también para reducir su dependencia de los pro·
lucro de hombres de sustanciales recursos. .Pero es­ píos 'adv.ersarios políticos, Cayo dispuso uqe reci·
ta conclusión no es segura. Como en el caso de otras · hieran mensualmente
raciones de grano a un precio
colonias italianas anteriores, podría ser que se con­ fijo, subsidiado por el Estado; de acuerdo con los
cedieran asignaciones de terreno de gran extensión principios democráticos griegos, según los cuales
a unos pocos colonos con d objeto de atra�r a hom­ los · ciudadanos, como los accionistas, tenían dere­
bres capaces de administrar una nueva cmdad; la cho a la obtención de dividendos provenientes de
.
extensión promedio de los terrenos pudo .saber s1do los fondos públicos, no .había prueba de medios, co­
considerablemente más reducida. La afirmación de mo sucede en nuestro propio estado de bienestar
Plutarco deriva ' de la propaganda antigraquiana, y social. Sin embargo, en la práctica, la medida be­
puede qu·e la verdad subyace�te h �ya. sido que
1
neficiaba sólo a los pobres residentes en Roma. No
Cayo concediera tierras a los hiJOS m �s 10venes ?e tiene sentido considerarla incoherente con la políti­
los labriegos qt�e ya posdan un� propiedad �edl�­ ca agraria graquiana. Quizá las dádivas atrajeron
na aunque ins1,.1ficiente para ahmentar a vanos hi­ a unos pocos que no podían vivir decorosamente en
jo;. El modo más adecuado de concel¡ir los nlanes el campo, pero el hombre no puede vivir, aun físi­
coloni�leo; de C�yo es considerarlos una prolonga� camente, de pan solamente, y hasta el 58 las distri­
.
ción de la nolíti ca de rehabilitación del campe<>i­ buciones no fúeron gratuitas. Para el pago de la
nado se!!uida por su hermano. Pero el orovecto de renta, la ropa y otros alimentos, en Roma los pobres
asentamiento allende el mar era una n ?vedad at�c siguieron dependiendo de las grandes casas. Cayo
ib� a ser desaüollada en gran escala solo por Ce- no había logrado, como lo muestran muchos inci­
sar ·v sus sucesores. dentes, volverlos enteramente independientes.
1 C�yo construyó también caminos que pueden ha­ No podemos comparar el precio fijado, que ha
ber resultado ventajosos para los colonizadores gra­ sido registrado, con el del mercado, pero debió
quianos. La ley según la cual debían ser recluta­ de
haber sido significativamente más bajo; los adve
dos los muchachos de menos de 18 años y l a de que

sarios de Cayo se queaban de que éste estaba ago­
se deb1a dar ropa gratuita a los soldados, también tando el tesoro. Quizá para limitar los gastos en
beneficiaron al campesinado, que era el proveedo: tiempos de escasez, se empeñó en un programa de
de legionarios. La segunda ley evidentemente ?ayo construcciÓii de graneros, en los que podían alma
­
en el olvido después de su muerte, pues en hem- cenarse los productos de cosechas abundantes, corn-

i28 129
prados baratos. Como los caminos, también los gra- · la Antigüedad, salvo cuando se lograban sumas to­
neros procuraron empleo. Pero, en este momento, pe en comunidades que podían permitirse utilizar
también costaron dinero. Cayo necesitaba nuevos publicanos propios para cobrar lo que tenían que
i ngresos. Sus discursos, según se nos dice, eran los pagar. Todos los publicanos eran opresores; en los
de un campeón del tesor.o. Instituyó nuevos clere­ Evangelios los pequeños hombres de Galilea se cla­
ehos de aduana, presumiblemente en Italia, pero en sifican entre los pecadores. Pero para los contribu­
lo principal debió considerar las provincias. Con ca­ yentes había una gran diferencia entre los residen­
da una de estas medidas, el beneficiar a los pobres res locales, quienes no podían ser del todo indife­
en Italia implicaba incrementar la explotación de rentes a la presión de la opinión pública, y las dis­
Jos subordinados a Roma de ultramar. tantes comPañías romanas, con vastos rPcnrsos e
El tesoro del reino de ,Pérgamo1 ahora la provin­ influencia sobre el gobierno. Cayo no pudo ser in­
cia de "Asia", ya había procurado el dinero para consciente de la iniusticia y la miseria de las que
equipar las granjas de los colonizadores graquianos. era causa: en el 1 68 el Senado se ne!!Ó a dar en
La administración de la provincia .había sido or­ arriendo a loe. n11hlicanos las minas de Macedonia,
ganizada en el 129. A partir de entonces debió pa­ en parte nor cama de este riesgo.
gar tributo ( Veleio, H, 38, 5 ) , no sabemos de acuer­ ·P ero su medida no sólo hizo posible la financia­
do con qué sistema; un documento al <!ue gener�l­ ción de sus reformas sociales; debía ganar el apoyo
mente se le atribuye la fecha de ese ano, se rehe· de los Equites más ricos, quienes podían contar con
re a una disputa entre la ciudad de Pérgamo, in­ enormes ingresos tomados del legÍ'timo porcentaje
mune a las tasas, y los publicanos1 a los que qui­ de sus cobranzas, como también de extors-iones ile­
zás hasif:a entonces, sólo les habría concernido f\1 gítimas. Tampoco fue ésta la única manera en la
co'bro de ingresos provenientes de antiguos reinos, que solicitó su favor. Los miembros de la corte, que
y no de ciudades · anteriormente s.ometidas a los re­ iniciaban procesos por extorsión contra los magis­
yes. No cabe dhda de qe Cayo pronml�ó una ley trados romanos y los gobernadores provinciales,
según la cual los ingresos de Asia debían ser co-: eran senadores ( pág. 100 ) , y en algunos juicios re­
hrados por publicanos romanos baio contratos de cientes habían mostrado flagrantemente ser dema­
cinco años librados en Roma; esta lev constituyó la siado venales o demasiado parciales para con miem­
base de la tasación en Asia hasta la dictadura de ·bros de su propia clase como para hacer justicia.
César. Parece bastante claro 'que las ciudades hasta Cayo transfirió el derecho de ocupar un asiento en
entonoes exceptuadas debieron ahora nagar un diez­ los altos tribunales a los Equites. Pero esto signifi­
mo sobre la producción. También existían derechos caba ·que los gobernadores no cobraran más de lo
de aduana y tasas sobre el ganado. f1 l l e cobrab �n que debían: podían encontrarse a la merced ele la
diferentes compañías. Asia era, con mucho, la m.as clase en la que los publicanos predominaban ( pág.
rica de las posesiones romanas y, sin lu�ar a dudas, 106 ) . Por tanto, así se agravaba la opresión del sis­
el nuevo procedimiento producía ingresos mucho tema publicano. En el 92, de heoho, la corte ecues­
más elevados que el antiguo. 'En ausencia de una tre iba a condenar y arruinar a un eminente miem­
!! adminish·ación pública, el empleo de· p�1blicanos bro consular de destacada rectitud, Rutilio, que ha­
1¡ parecía necesario; constituía . una práctica común en bía comprobado su rapacidad en Asia. Que sepa�
i'
,¡¡
!1
1 130
t

1!
mos, este caso es casi único, pero Cicerón, aunque . �
tarde de acuerdo con e mismo modelo para juzgar
siempre amigo de los Equites, admitió en el 70 que ,
· en casos de ofensa pohtiCa, que acrecentó la contro­
avaros gobernadores habían t�nido que adular ser­ versia entre Senado y Equites, la segunda de· estas
vilmente a los publicanos, y que muchos habían medidas fue ignorada por la mayor parte de las
sufrido por haber actuado en contra de los intere­ mismas autoridades. No obstante tuvo alguna éonse­
.
ses y deseos de esa clase ( Contra Ve1'1·es, II, 3, 94 ) . cuencm. En el pasado, como lo muestra Polibio
Diodoro dice casi lo mismo ( XXXIV-XXXV ) , re-· ( pág. 1 09 ) , los Equites habían tenido que ceder an­
flejando los puntos de vista del historiador griego t � el 1Senado, pues eran sus jueces en los casos d-i
contemporáneo Posidonio: viles . y crimin ales más importantes. P-ara que los
Algunas fuentes afirman en términos · generales Eqwtes fueran verdaderamente indeuendientes' te-
'

que Graco transfirió las "cortes" a los Equites, pe7:o man que tener participación en todrt jurisdicción,
Plutarco registra una ley según la cual se divid� aunque no hubiera resultado prudente ni aproba­
la jurisdicción equitativamente entre senadores y ble eliminar oor entero a los senadore<; de la tarea
Equites, mientras que el maltrecho Epitomatus de pues ellos eran los que tenían más exneriencia ;
Livio, quien no menciona legislación alguna de las cono;imientos legales. Que el interés de Graco tra�­
cortes, dice que promulgó una ley por la que se cendia de los casos de extorsió n, en los gue úni­
camente los senadores podían asumir 1� defensa,
debían agregar 600 Equites al Senado. Esa adición,
resulta obvio no sólo por la afirmación de Plutarco
por cierto, no se hizo, pero se supuso con frecuen-:
de que el obietivo de su reforma juricdi ccional era
cia que Plutarco o bien el Epitomatus nos dan no­
ticias de un proyecto abrazado por Graco y aban­
volver a los senadores menos formid1.hles ante el
pueblo corriente y los E quites, sino � clP.n�ás nor el
donado más tarde en favor de una ley por la cual
testimonio de Aniano, según el cual había hecho de
los senadores se excluían completamente de la ju­
los Equites jueces de todos los romanos v los ita-
risdicción. 'Pero un cambio tan radical de planes -
había constituido la especie de detalle bjo ráficog lianos.
en que Plutarco se hubiera deleitado e intentado Estas medida s judiciales no fueron populares .
explicar. Según m i opinión, lo que afirma Plutarco Una de ellas fue adoptada por la may01•Sa de una.
es en �eneral correcto y sostiene la mutilada ver­ sola tribu entre un total de treinta y cinco. El pue­
sión del Epitomatus, en la ·que se confunde la lish blo corriente no sentía amor alguno nor los Equ i­
de mi embros del Senado con la de los mjembros t�s. Eso no le importaba a Cayo. Varrón iba a de­
de las cortes. Livio, por supuesto, debió de haber Cir que su legislación había vuelto l-.iréfalo al Es�
estado en lo cierto. Por tanto, debemos distinguir tado. Hombre apasionado, se dice que lo expresó
dos medidas; una que impedía a los senadores la de modo más dramático, protestando de que hu-�·
iniciación de juicios por extorsión, pues su parcia­ hiera dejado una espada clavada entre las costilla<;
lidad estaba probada;_ la otra daba a senadores y del Senado ( Diodor·o, XXXVH, 9 ) .
Equites igual derecho a integrar las listas de per­ �
·E� taba también ecidido a proteger al pueblo
sonas para juzgar casos civiles y criminales . Como cornente contra el eJercicio unilateral de la justicia
ésta era la com1_3osición de esos tribunales en los por una corte senatorial que habia provocado la
caso s de extorsión y de otras cortes constituida;; más muerte de los partidarios de su hermano. Proba-

132 133
blemente su primera medida fue declarar por ley gar sólo lo que estaban dispuestos" (Nonio, 728 ) .
que no podía someterse a juicio la vida de ningún La persistencia del problema de la deuda es inte­
ciudadano, salvo que el pueblo lo ordenara. Eso resante. Un tal Catón� probable graquiano, propu­
dejó abiet'ta la posibilidad de que el pueblo mismo so una ley en este tiempo, para regular las tasas de
formara tribunales permanentes para juzgar cier­ interés. Tal vez Cayo deseaba sólo encontrarse en
tos delitos ( como el asesinato ) , cqsa que hizo, pe­ una posición que le permitiera hacer cumplir sus
ro puso fin en Italia de cualquier modo al sistema medidas. Pero colegas hostiles se negarou a reco­
por el que los magistrados podían condenar baio nocer los votos emitidos en su favor v no le fue po:.
'
el asesoramiento de un consejo por ellos elegido. sible voh:er a su cargo. :En el 121 se promulgó una
Quebrar la ley o aun prOtJOner quebrantarla, era; ley para noner fin a la colonización de Cartago.
de por s.í un delito capital, y cuando a esto se le. Graco, alocadamente, recurrió a la fuerza para re­
dio un efecto retroactivo, el cónsul sobrevivienrte sistirla, pero el cónsul Opimio estaba bien prepa·
del 132 tuvo que exiliarse. rado: tenia en la ciudad tropas extranjeras, caso
El objetivo último de Cayo era elevar a los . lati­ sin precedentes. Tanto los senadores como los Equi­
nos a la ciudadanía, y a los otros italianos al de­ tes se arm�ron v arrnaron a sus sirvientes para re­
recho latino. Pero tuvo que postergar su proposi­ primk el desorden. Cayo y Flaco, cónsul en 125 v
ción has-ta el 122, y entonces había perdido su in­ aliado de sn confianza, fueron aninuilados, v Opi..
fluencia. Estuvo ausente durante mucho tiempo mio arrestr) v ejecutó ( según se dice ) a 3.000 de
mientras organizaba la colonia de Cartago. La in­ sus oartidario!i.
clusión de italianos entre los colonos despertó ce­ Al tomar esta medida, en flagrante contradicción
los y la elección de un ·lugar que había sido .pre­ con la reciente ley de Graco, Opimio tuvo el apoyo
viamente maldito inspiró temores supersticiosos. En . del llamado "último decreto" del Senado, que se
Roma su colega Marco Livio Druso le hizo sombra había promul gado entonces por primera vez y esta­
con insincera demagogia, al proponer colonias que ba destin�n() � que los magistrados protegieran la
nunca se fundaron y sugiriendo que podían satisfa­ seguridad del Estado. �Esto no les confería ninguna
cerse los reclamos de los aliados, si se les otorgaba el nueva autoridad, pero indicaba que el Estado se


1!
'1
1:
derecho de apelar contra los magistrados romanos.
Si propuso un proyecto de ley a este efecto, no fue
nunca promulgado, pues aún los latinos siguieron
encontrabA e'l oeligro y se justiHcaba que actua­
ran de acuerdo con el principio de que la más alta
ley es la seqnridad pública, sin tener en cuenta los
sometidos a la vara romana hasta el 51. El propio estatutos. Ü""�imio fue por cierto procesado ante las
)' protégé del cónsul Cayo Fanio, s e volvió contra él - centurias, oero fue tambi:én absuelto. Las clases sú­
1 argumentando que si la ciudadanía se extendiera, periores, aun los Equites, no podían perdonarle a
1 los .habitantes de Roma ser.ían expulsados de sus Cayo el a�aJto al orden público y aceotaron la de­
l¡ sitios en los espectáculos y las asambleas. La pro­ fensa de Onimio, esto es, que la muerte de Cayo y
posición de otorgar la ciudadanía fue veta.da o de­ sus partid�rios había sido justa.
rrotada. Cayo presentó su candidatura una vez más, Esta alianza entre senadores y Equites hizo que
pero ya no tenía programa positivo alguno, a no un intento del Senado, para anular la legislación
ser la esperanza que les daba a los deudores de "pa- · judicial de Graco, resultara inop01tuna. Pei'O sí se-

134 135
anuló la coloni:Zación de Cartago ( aunuqe los colJ­ para proteger las pequeñas propiedades. Después
nos, probablemel}te pocos, que ya se habían instala­ de la muerte de Cayo, la primera medida tomada
do allí, no fueron molestados ) . T�ambién se modificó por la reacción fue abolir la ley. Los ricos pudie­
la ley del grano ,p ara reemplazar una extravagante ron comprar el desalojo de los colonos. Luego se
"largueza'' ( Cicerón, Oficios, H, 72 ) por la mode­ interrumpieron las dis1tribuciones y la comisión se
ración. Según conj-eturo, las nuevas distribuciones disolvió. S·e exigió a los poseedores que volvieran
se asemejaban a las previstas por una ley del . 73, a pagar renta, y se aplicaron los p1'0cedimientos a
que se destinaban sólo a 40.000 beneficiarios; en las "distribuciones", quizá simplemente para pagar
ambos casos, para poder ser beneficiario, era nece­ el subsidio estatal al grano en Roma. Al fin esta.
sario haber naciclo libre. Es dif.ícil determinar so­ renta también se abolió. La medida difícilmente
bre qué otra base el número podía haber sido tan hubiera sido aceptada por la asamblea tribal de
limitado en el ·7 3. ,Podria haberse arg;umentado implicar la suspensión de la distribución en con­
que el mantenimiento de los libertos indigentes co­ tante, en especial tal como aparentemente se pro­
rrespondía a los patrones ( quienes tenían . buenas mulgó en el 111, año en el gue se atacaba mucho
razones para comprometerlos así en la lealtad ) , y al Senado ( pág. 143 ) , pero las dádivas de grano
como los libertos estaban fundamentalmente confi­ podrían haberse conservado utilizando otros ingre­
nados a cuatro de las treinta y cinco tribus, . se puede . sos. La última ley mencionada por Apiano parece
entender que lo que a primera vista podía parecer ser una de la que conservamos grandes fragmen­
una medida impopular de cercenamiento, habría tos en bronce: muestra que toda la tierra otrora
podido fácilmente obtener la mayoda. ( Hay dudas "ocupada", como también las asignaciones graquia­
sobre la fecha de esta medida. ) nas, pasaban ahora a ser propiedad privada. La
¿Y el asentamiento agrario? No conocemos el nú­ mayor parte del restd de las ·tierras públicas se re­
mero de asignaciones cm·�cedidas por la comisión servaba para el, libre pastoreo, lo cual no significa
graquiana. Las · cifras del censo que conocemos que los ricos no podían cercarlas ilegalmente y cuJ­
muestran un aumento en el número de ciudadanos tivarlas, si ello les convenía. Según ouinión de
registrados: de 319.000 en el 130, a 395.000 en el Apiano, el resultado total fue que los nobres "per­
124. Pueden plausiblemente suponerse dos cosas: dieron todo" y quedaron reducidos a una situación
que hubieron escasos asentamientos antes del 131 de desempleo. La merma de assidui en el 107 re­
y que los registros posteriores fueron más comple­ sulta significativa ( pág. 203 ) .
tos como cons·ecuencia de los asentamientos. Pero la Si las posesiones de los colonos graquianos hu­
cifra del 124 resulta sospechosa y no se :puede de­ bieran tenido 30 iugera de extensión, lo suficiente
positar demasiada confianza en este argumento. para su mantenimiento, habría sido en verdad sor­
De cualquier modo, sea cual fuere el número de prendente que todos fracasaran. Pero otros cam­
colonos, se nos dice que el plan fracasó. pesinos no desposeídos todav.ía en el 133, con pro­
Tiberio Graco había hech� inalienables las as.ig­ piedades menos generosas, estaban · siendo sin du­
naciones. Este reglamento, sm duda, fue . su gendo da arruinados por las viejas causas ( nágs. 57 y
. 1
por la teoría y la práctica griegas; cier,tas experien­ sigs. ) ; en particular, era quizá frecuente la expro­
cias modernas muestran que pudo haber servido piación violenta ( como lo alegan Apiano y <.:ialus-

136 137
tio ) . Y la persistencia de la conscripción hacía su­ facción con el Senado . Estos hombres tiranizaban
frir a todos por igual. Había una contradicción in­ al Estado; los plebeyos buscaban la "libertad", que
trínseca en el objetivo graquiano de incrementar algunas veces significa verse libre de la opresión y
el número de soldados campesinos en Roma, cuan­ o tras una efectiva participación en el poder polí­
.
do era 1a conscripción l a que tanto contribuía a hco. Para Cicerón la división se da entre popu lares,
la destrucción del campesinado. hombres cuyo carácter y actitudes califica a me­
El problema agrario, que los Gracos no pudieron �
n�tdo de sedic osos y con otros términos de opro­
resolver, no desapareció. Volvióse más agudo toda­ biO, y los opttmates o boni ( buenos ) . Llama con
vía: al adquirir una nueva forma, la exigencia de frecuencia a los Gracos popu lares y, según pensa­
asignaci:ones por parte de los veteranos, provenien­ ba, Cayo ·era quien más mer·eCÍa ese nombre.
tes ellos mismos del proletariado rural, exigencia En su discurso · pro Sestío ( 96-105) Cicerón des­
que tenían el pod·er de imponer si sus · comandan..: �
cribe . a los popu lares como aquellos q e desean que
tes se mostraban dispuestos a respaldarlos. El Se­ sus palabras y sus acciones gratifiquen a la "multi­
nado triunfó sobre los Gracos con la espada, pero tud" y añade que "las inclinaciones de la multitud
la espada iba a pasar a otras manos. o el interés del pueblo a menudo divergen del bien
·Los Gracos pusieron de manifiesto todas las fuer­ del Estado". Por el contrario, los optimates incJu­
zas divisorias de la sociedad romana, v sus refor­ �
yen to a la clase de la que provienen los senado­
mas y ruina comenzaron a mover los aéoqtecimien:. �
res, a nobleza campesina, los comerciantes y aun
tos que culminarían con la caída de la República. los hbertos, todo aquel que "no es un criminal o
Los pobres no los olvidaron sino que, por el con­ un peryerso por naturaleza o J)O se ve 'confundido
trario, hacían diarias ofrendas en sus tumbas. Cice­ por el estado de sus negocios privados''. Son D]Jti­
rón, que desaprobaba decididamente su conducta, mates todos los que en política cumplen con el
estaba obligado a referirse a ellos con respeto ante deber de servir a los deseos, los intereses y las opi­
el pueblo, y Salustio observó que la cruel victoria niones de los "buenos y los pr6speros'", esto es,
de la nobleza le había dejado más temores que po­ aquellos cuya moral resulta tan sólida como su
der (Yugurta, 42). Aunque hubieran habido más cuenta bancaria. En otra parte, a decir verdad,
antiguas premoniciones de discordia ( pág. 100) , jugando con la ambigüedad del término latino po­
pularis, que puede designar al que actúa en bien
.

fueron los Gracos quienes abrieron la gran brecb�


en la política, gue tanrto Cicerón como Salustio del pueblo antes que memmente "popular'' Cice- ·

consideraron fundamental en los últimos tiempos rón pudo pretender que los verdaderos populares
de la República. La destrucción de Tiberio v de. -como él mismo se cOiisideraba que era- eran
toda su pol;tica como tribuno, diio Cicerón, ' divi­ partidarios de los propios principios que aquí atri­
dió al puehJo en dos partes (República, I, 31 ) . buye a Jos optimates; esto vaciaba al término de
Salustio insiste constantemente en la hostilidad de su sentido técnico. Cicerón hace pasar su discurso
los plebeyos, que ahora significa los pobres, con­ pro Sestio por imparcial. Confieré e�cesiva exten­
tra la ."facción" de la "nobleza", los "pocos'' que sión a l·a pertenencia al grupo de los optimates, y
dominaban el Senado y pretendían conservar esa . así como les ha otorgado sus propios principios. ·
autoridad; en ocasiones identifica virtualmente la ( págs. 182 y sigs . ) que, como se lamenta eri oca-

138 139
1
l
siones, con frecuencia ignoran, otorga a los popu­
hombre común iba · a obtener más protección con­
lares una mera demagogia que �llos hubieran re­
tra el castigo arbitrario impuesto por los magis­
pudiado; naturalmente, también ellos pretendían
trados. Esto era en gran parte la libertad para los
actuar en interés del Estado.
populares; para los optimates, la libertad era su
La aplicación concreta del nombre de _los dos1 propia libertad de partiCipar en el gobierno sin
"partidos" a hombres y medidas particulares mu es­
, temor o favor. De acuerdo con Escipión Emiliano,
tra lo que · los diferenciaba. Los po¡?ul� res � ollan "la dignidad ( dignitas ) surge de la integrid� d, el
proponer, en desafío al � en� do, .1� d1stnbuc10n d�
.
.cargo público de 1a dignidad, el · poder ( tmpe­
tierras y de granos o la dlSlmnucwn de las deudas , rium) del cargo público y la libertad del poder'.'
.
los optimates se :resistían en no�br� d� los de�e­ ( Astin, EsC'ipión Erniliano, pág. 267 ) .
chos de propiedad o la econom1a pubhca . OcasiO­ Los optimates eran por cierto oligárquicos. ¿Eran
nalmente, · a decir verdad, para mantener la ven­ los populares democráticos? Por supuesto, también
taja política del Senado, l? s opUmc:-tes se tragaban ellos eran senadores y a menudo nobles, y no exi­
.
sus objeciones y ellos miSmos apadnnaban tales
medidas como lo hizo Druso en el 91 y Catan en,
, glan que la asamblea gobernara continuamente.
p
e1 62 ( ág. 192 ) . De acuerdo con el principio ge­
, del pueb�o
Pero apoyaban el derecho soberano de la asamblea
a decidir sobre cualquier cuestión que planteara
neral, los populares actuaban a traves
sin la sanción del Senado. En ese sentido limitado
( Livio, HI, 39, 9 ) y un opositor a la democracia
eran democráticos en sus declaraciones, y si éstas
puede también descri�irse con;o "adv� rs ? a las y su práctica no se correspondían eso no los dis­
.
perspectivas populares ( CICeron, Re:m bltca, III,
47 y sigs. ) . Niñguno de ellos pretendía, a decir
.Ungue de políticos de otras épocas a .quienes no
negamos el rótulo que pretenden. Qu izá ningún
verdad, que el pueblo de �?ma, como el de A�e­ .
nas, controlara toda la pohhca y aun la admmis­
. populm·, al menos después de los Gracos, fuera
tración de rutina; pero todos afirmaban el dere��o
sincero; quizás todos buscaban solamente satisfa­
.
cer su ambición o la de su jefe. Pero sus motivos
personal•es, difíciles de determinar por otra par�e,
soberano del pueblo a decidir cualquier cuestwn
que nndiera referirse a él, y a rechazar la pre·
. la son menos significativos que las verdaderas aflic­
tensión de los optimates de que era necesana
ciones y los genuinos descontentos a los que po-
sanción previa del rSenado. De ahí que la conce­
sión de poderes extraordinarios a Pompeyo por la
dían apuntar. .
Ni los optinwtes ni los populares constituían par­
Asamblea en el 67 y el 66 fueran "medidas popu­
tidos con una vida permanente. El Senado se man­
lares" (Cicerón, F{lípicas, XI, 17 Y si gs. ) . En la
tenía casi siempre dividido en facciones, y actuaba
ocasión anterior' el tribuno Gábinio haMa amena­
en respuesta a disputas privadas, compitiendo por
z�do con tratar a un colega como Tiberio Graco•
los cargos o discutiendo sobre cuestiones transito­
había tratado a Octavio. Ni siquiera un veto tri­
rias relativas al momento. Pero estas facciones ten­
bunicio puede entorpecer el camino �e la volu�­
tad popular: Además, las leyes de la balota y posi­
dían a unirse . cuando la autoridad o los intereses
del conjunto estaban en peligro. Sólo había un
blemente la distribución de grano volverían al pue­
blo menos obsecuente para con la nobleza, y el
partido de los optimates cuando el control senato­
rial era amenazado por los populares. Los popu-
140
141
Lates s e h acían pr es ent es s ól o de v ez en cuan do, sin en er gía; las n egoc1 ac10nes cel ebr adas con el
g en er al men te p ar a i mpon er al gun a medi da par ti cu-· en emig o pr ov ocaron l a s os pecha de que hab ía ha­
lar . Los par ti dos del ti po que n os es famili ar en bi do sob orn o y en el 110 l es s igui ó un a v er gon zos a
un a democr aci a r epr es en tativ a modern a' es decir' d errota. Un a comisi ón design ada por l ey tri bun i­
as oci acion es per man en tes cuy o pr opósi to es gan ar ci a y pr ob abl emen te in tegrada por Equites, des te­
l as el ecci on es y man ten ers e en el poder por un rr ó a much os h ombr es emin en tes , en tr e ell os al
p erí odo de años, en l os que (par a utilizar- l a ex­ odi ado O pi mi o, por su s os peoh ada cul pa en es tas
pr esi ón de L or d Mel bourne) ti en en gue " man te­ tr ans acci on es . L a guerra s e pr olon gaba y un h om­
ners e un idos" ( hang together ) y a s ea · par a llev ar bi� e nuevo, C ay o Mari o, fue elect o cónsul para el
a cab o un a p olS tic a deter min ada o si mpl ement e per íodo del 107 por l as cen turias , en des afío d e
p ar a ma nt en er s e en el cargo, n o ten ían r azón de: l a n obl ez a; el v oto de las tri bus l o es co gi ó par a
s er en Rom a, don de tant o l os el ector es del Sen ado el man do. F av or ito d e " todos l os ar tes an os y rús ­
c omo l os el e l a as ambl ea gozab an de sus der echos tic os cuy as man os er an l a fuen te de toda su r i-'
de p or vi da , y l as may orías es tab an cons tituidas' queza y pr os peri dad" (S alus ti o, La guerra contra
p or h ombr es que s e uní an par a conseguir un ob­ Yugurta, 73 ) , er a de ori gen ecuestre y fue r esp al ­
j etivo esp ecífico, per o que n o ten ían por qué com­ dado p or l os Equit-es. Algun os pi ens an que f av o­
pr ometers e a actuar jun tos con tinua ment e. D e es ­ r ecían l a nuev a an exi- ón de terr en os en el A frica,
to n o s e sigu e que ten gamos que ign or ar el jui ci o. a l a que el Sen ado s e opon ía, con el ob jeto de
t an to de Cicerón como de Salus ti o, h ombr es expe­ c ont ar con nuev as ti err as par a e xpl otar ; no h ay
ri men ta dos en Ja p olS ti ca de su t iemn o, de que· el · n ada que comnrueb e es ta o pini ón, y desnués de
Es tado es tab a divi di do fun dament alm en te en dos v en cer en el 1 05, Mari o n o añadi ó un s olo acr e•
part es� s i es ta divis ión se mani fe<; tab a s ól o i n ter ­ al terri tori o roma n o. Más prob abl ement e l os ex as­
mi tent ement e. er a p orgue el h omhr e común s ól o per ó, como al pueb l o en gen er al , l o que conside­
h all ab� iefes de modo es porá dic o.P ocos mi embr os r aban, con ra7.Ón o sin ell a, l a v en aH dn o v l a in e...
fl e la c1R s e gob ern an te es taban di<;nues tos a s· er f icac ia . de l a n obl ez a. P er o Salus ti o mues tra que
desnreci ad o<; nor su lig er eza y turbul en ci a o H a"' l os j efes an tis en atoriales , inoluido Marjo: s e s en tían ·
. m acl os agit ador es s edi ci os os por sus n ar ti dari os, o disgus tados n or el carác ter exclusivo de l a oli g ar ­
a esn erar avan7. ar en sus carrer as con el v olubl·e quía.''És ta fue l a pri mer a v ez'' , di ce, "que s e hi zo
apov o de la<; mas as . fr en te a l a arr og an cia de l a n ob leza" .Hugh L ast
·L os Equites hab ían ayudado al S en ado a des ­ con cluy ó que f acil i tar carr er a a l os tal en tos os cons-
. timf a l a es encia mis m a del pr ograma "n opul ar".1
truir a C ay o Gra co. L a aoli an za n o tardó en disol ­ ·
v erse. Un ambi ci os o pr ín ci pe del r ein o african o Por ci er to, dur an te todo el últi mo tie mpo de la
v as all o de Numi dia, . Yugur ta, s e mofab a con tinua­ R epúbli ca, la exclusividad de l a n obl ez a en aj en ó
men te de l a v olun tad del Sen ado y, al v en cer a a muah os mi embr os de l a cl as e superi or . P er o es o
su rival l ocal , masacr ó a l os i tali an os que · h abían n o bas tó p ar a v olverl os populares. Si s e l es daba. .
·
in terv eni do en su contra. En el 111, l a i n di gn aci ón un a buen a par ti cipaci ón en el gob iern o s en at ori al ,
públ ica for zó al Senado a empr en der un a guerr a·
1 que con r azón és te consider aba i nútil y con ducía 1 Cambridge Ancient History IX, 139 y sigs.
1
¡
1 142 143
¡.
nada tenían contra él. Muclías medidas típicamen­ pañas +odos ios años hasta que los venció en el
te populares eran contrarias a sus intereses. A na­ 102 y el 101, y aun entonces, aclamado c?mo el
die se lo rotula popularis simplemente por ser salv�dor de Roma, fue elegido por sexta vez para
"hombre nuevo'', o promover el ascenso de otros ocupar su cargo en el 100. Cada una de estas elec­
"hombres nuevos". El movimiento contra ·l a no­ ciones era contraria a la ley y al espíritu de la
bleza durante la guerra con Yugurta fue en verdad constitución ( pág. 73 ) . La voluntad popular ha­
popular porque implicaba una apelación al pueblo bía llevado a un pamenu a una dignidad mucho
contra el Senado y porque el pueblo ventilaba su mayor que la a!canzada nunca por noble alguno.
rencor sobre los enemigos de los Gracos. La dignidad y la influencia eran de hecho todo lo
No sólo en �l. Africa manifestaba incompetencia q,ue . Mario quería apasionadamente; la � dea, de con­
la nobleza. En el norte una serie de generales vertuse en el solo amo del Estado Jamas se le
provocaron a las tribus errantes germanas de los había ocurrido. No se puede decir que haya teni­
cimbros y los teutones y sufrieron derrotas a sus do nada semejante a un programa político, pero
manos, la última en Arausio ( Orange ) , en el 105, deseaba. por cierto recompensar a sus soldados con
una de las más graves padecidas por Roma. La terrenos . 1 Existieron precedentes : así, los veteranos
ira del pueblo cundió nuevamente. La Asamblea de Escinión habían recibido asignaciones después
juzgó a varios de los culpables por traición y los de la gueáa contra Aníbal.
condenó. En el 103 el tribuno Lucio Apuleyo Sa­ . Para asegurarse este objetivo y quizá también
turnino introdujo un procedimiento más racional, para obtener su sexto y del todo innecesario con­
creando por ley un tribunal permanente integra- . sulado, se alió con Saturnino, quien también vol·
do por Equites, que debía juzgar los casos de trai­ vió a ser tribuno en el 100. Probablemente Satur­
ción. Esta ley iba a ser reemplazada por la que nino haya promulgado . una ley en el 103 por la
promulgó Sila ( en el 81 ) , la cual, entre otras co­ cual los soldados de �\ario debían recibir parr.e­
sas, prohibía que los generales abandonarap su las de terreno en el África. Puede que también
provincia o emprendieran una guerra nor su pro­ haya renovado entonces la distribución de granos,
pia cuenta sin sanción del pueblo o el Senado; se­ tal vez simplemente resucitando las disposiciones
gún con;eturo, esta cláusula estaba tomada de la tomadas por Cayo Gmco. Propuso ahora nueva�
ley de Saturnino y su · principal motivo era origi -: distribuciones de tierras y colonias. Los detalles
nalmente impedir la repetición de la inconducta permanecen oscuros, pero resulta claro que los
que había provocado tarriaños desastres. Los pro­ beneficiarios debían ser campesinos, todos o casi
cesQs por traición y la ley de Saturnino muestran · todos ellos veteranos, incluidos' aliados italianos a
una vez más al pueblo guiado por los populares los que Mario habfa mostrado su favor otorgando
y · reclamando control soberano sobre el Estado. la ciudadanía a · todo un · batallón en el campo de
El miedo a los germanos era tan intenso que' batalla; parecía que todos los que marchaban a
Mario fue reelecto cónsul en el 104 y se le dio' las colonias deb..ían obtener la ciudadanía. El Se­
el mando en el norte. Por el momento merodea- . nado se resistió a la proposición y fue llevada a
han otras regiones, pero como el peligro podía cabo por mera fuerza; las multitudes ciudadanas,
volver a hacerse presente, Mario· emprendía cam-· 11 las que nada
. importaban las leyes agrarias, apo·
.

144 145
yaron a stts pattones a pesar de la ley del granO' rurales debieron ser arrendatarios o labriegos sin
de Satumino, pero los viejos veteranos; por su-' tierras, pero su indigencia era sólo marginalmen­
puesto, tuvieron la mejor parte en la lucha.. La te mayor que la de muchos campesinos que antes
violencia alcanzó otro nivel: nada parecido había habían sido -considerados aptos para el recluta­
sucedido en el 133 o el 123. Saturnino era un adic_:, miento, que seguían siéndolo todavía y que que­
to a su uso y lo llevó demasiado lejos; hizo asesi­ daban a menudo arruinados en el transcurso del
nar a un candidato al consulado ( a su vez, un servicio militar, cualesquiera fueran sus posesiones
viejo opositor al Senado ) e incluso Mario tuvo que al princinio. La incorporación de proletarios no
volverse en· su contra. El Senado volvió a promul­ explica de por sí la pÍ:oposición de dar tierras a
gar el "í1ltimo decreto"; todos los elementos res­ los veteranos: los soldados del vieio estilo allenas
petahle3 de la sociedad se armaron junto con sus hubieran estRdo. menos necesitados de asignacio­
partidarios y, bajo el mando del cómul, reduje­ nes desnués dA varios años de servicio en el eíér­
ron a Satnrnino y sus amigos, y luego, sin instruc'.. cito. El nuevo factor no era un incrP.mAnto sil!ni­
ción. los lincharon. Mario y los populares se desa­ ficativo en la naturaleza de la nece"irl::�d. sino la\
creditaron, · y las colonias de Saturnino nunca se excencional influencia de un generRl <111e estaba
fund�ron; tampoco parece que hubo distlibución ansioso noí· satisfacerla, aunque, en rl ofinitiva. fue
de tierras entre los veteranos. ( La mayor parte demasiado · inento como para lo2:rar hne11 éxito.
de los estudiosos cree que en Numidia se habían Los críticos de Mario en tiempos posteriores
asentado algunos por la ley del 103, pero según pretendieron que la ambición lo había impulsado
mi oninión. no hay prueba que apoye esta creen­ a reclutar hombres pertenecientes a una clase "por
cia, ni tampoco es muy probable de por sí. ) la que había sido honrado y que le había permi­
Desde el 107 los· proletarii fueron incorporados tido alcanzar su grandeza; para el J,ombre que
a las legiones ( pág. 31 ) . La des.cripción . que da busca el poder, · el instrumento más adecuado era
Apiano de los disturbios del 100 muestra que pro­ la gente · más necesitada, que de �ada tiene po t,
venían de la población rural, y todos los datos .
qué preocunarse desde que nada tiene. que consi­
recogidos en el siglo siguiente prueban que las. dera cualquier cosa honorabJe con tal que se l�e
zonas de reclutamiento normales eran los distritos pague" ( Salustio, Yugurta, 86 ) . De hecho, el peh­
de campo; en un tenor semejante, Cicerón iba a gro de que un geneTal pudiera hace� c::e amo � el
desclibir los veteranos de César como "rústicos •Estado no s e materializó con Mario, smo con S1la,
y, sin embargo, los hombres más galantes y los Pomneyo y César, y es imp robable que al hacer
mejores ciudadanos" (A sus amigos, XI, 7, 1 ) , un cambio en el reclutamiento, pequeno _ por lo
per.o cuando se levantaron en armas contra el Se­ demás, Mario haya tenido motivos siniestros, aun­
nado, como "·hombres del campo, si se los ha de
·

que estos motivos le hayan sido atribui dos .por sus·


llam·u hombres en verdad y no más bien bestias"
contemporáneos. Además, la en�r� e neces.1dad de
( Filívicas, VII, 9 ) , mientras Virgilio obse1vaba que
soldados durante las guerras CIVIles hubiera h�­
en las guerras civiles "se toman los labradores,. dho estos cambios inevitables a la larga. Mano
los campos se deseuidan" ( Ge6rgicas, I, 503 ) . Con sólo había acelerado el proceso, y la causa raigal'
muy . escasa o ninguna propiedad, estos P.roletarios de la deslealtad que mostraron los soldados a la
146 147
República en días posteriores no fue su activida d, ramente a los senadores, pero para ampliar el S · :
ni siquiera la ambición de sus suyesoi·es, sino la nado, y no me cabe duda de que Livio estaba e
incapacidad de la clase gobernante para hacer na­ acuerdo en ello. Las cortes permanentes romana!
da que atrajera hacia el orden republicano a los. relativas a lo criminal eran muy grandes .-en un
hombl'es cuyas armas eran indispensables en la juicio por extorsión había un jurado de cmcuenté-.
guerra. miembros- y, como por entonces . induda� lementc..
El torbellino político no terminó con la muerte. exist1an varias, un· Senado de trescientos mwmbros
.
muchos de los cuales podían ausentarse en UL­
momento cualquiera para cumpl.ir con un asu�tr.
de Saturnino, pero los acontecimientos posteriores
son peculiarmente oscuros. Por ejemplo, no sabe­
mos casi nada de una ley agraria presentada en oficial, no sm'!l:nistraba la canhdad de homb1e�
el 99 por un , tribuno, Ticio; fue vetada y Tido requerid a. Druso, por tanto, propuso do?lar ese
mismo castigado en el 98 por tener en su casa número. Los nuevos senadores, necesanarnente,
un busto de Saturnino. Parece que la unidad en- debían escoger�e entre los Equites. Puede parecer
. tre
el Senado y los Equites se hubiera preservado qu'e un cambio semejant� no implic�rSa una gran
todavía, pero ésta se disolvió en el 92 a más tar­ diferencia, nero no es as1. Los pubhcanos estab �n
dar, . por causa' de la inicua condena de Rutilio excluidos del Senado. La medida de Druso habna
( pág. 131 ) , que fue motivo para que una fuerte sacado de la iurisdicción precisamente a quien�s
facción del Senado atacara decididamente a la ju­ fuel'Qll cauca de la ruina de Rutilio. l.. a com�OSl­
risdicción ecuestre y provocara un amargo conflic­ ción del orden ecuestre era de hecho heterogenea,
y Druso pod5a tener esperanzas de aue los que se¡
to entre ambos órdenes. Su campeón fue Marco .
Livio Druso, .hijo del viejo opositor de Cayo Gra­ inco.rlloraran al Senado, probablemente meros ca­
co, hombre de, elevada cuna, inmensa riqueza y balleros camnec:;inos, no tardarían en coTYJnartir los
ostentosa rectitud, que llegó a ser tribuno en di­ criterios de sus pares. Sila iba a volver l.ev. lo que
ciembre del 92. Aunque adoptó métodos popula­ Druso había .n laneado, con el mismo obletwo a la
res, actuaba en interés de la nobleza; durante mu­ vista. Druso tenía por cierto otro proyecto: el de
cho tiempo . tuvo -el apoyo d e la mayoría en el que los miembros de los jurados de origen ecues­
Sénado y con característica vanidad declaró ser tre nudieran ser iuzgados por aceptar sol)ornos, de
el patrón del Senado. lo que estaban excentuados por un .curioso tmco
·El contenido y el propósito de las proposicio­ legal. Esta medida debió ser ret�?acbva y- �or su­
·

nes de Druso son objeto de infinito debate. El puesto, m·ovocar grave indignac10n. Y SI b1en al­
gunos Equites se sintieron atraídos por la perspec­
tiva de acunar un lugar en el Senado,. el orden
poco confiable Epitorrzñtus, de Livio, dice uqe in­
tentaba dividir la jurisdicción entre el Senado y ,
los Equites. Pienso que estaba ya dividida, salvo, como totalidad se resinti6 por la perdida de su
a decir verdad, en lo que respecta a los tribunales privilegio de clase.
de mayor importancia, esto es, los que juzgaban La disputa entre los ricos presentó seguramen­
los actos de extorsión y traición. N uestras otras te muy escaso interés para los pobres .. P�ra ?hte�
,
fuentes afirman con detalles de fuerza confirmato­ ner su apoyo, Druso ofrecio nuevas distnbucwne:s
lia que se proponía transferir la jurisdicción ente- de grano y tierras, sin temor al costo. N o tenemos

. 1 149
48
d�alles. sobre su Jey de granos,
.
asignaciOnes de tier
pero para otorgar ocupa un� situación menos privilegiada en la esca­
la. Tampoco aprobaba toda lá �obleza dar. "un
ras le fue necesario invadir las
p �s��iones aliadas en terr nos púb
. na � licos, que la co­ salto en la oscuridad". En los anos 88-87, Iba a
��swn gra�ma no habla tocado. 1En compensa­
ciOn, ofrecw, la cm . tratar de limitar el dereaho al voto de los nuevos
dadanfa romana a los aliados.
Tal vez esperara que los nuevos · ciudadanos. Las ,fuentes no dan una explicación
ciudadanos s·e vol­ de esta actitud. Quizá dudaran de su capacidad
vieran fieles partidarios· de la
nobleza, a la que para manejar un electorado muy agrandado, a'!�­
deberían su promoción, en caso
de un futuro con ­ que de hecho, en las elecciones de la &e� eracwn
flicto con los Equites o la ple be.
6in embargo, opi ­ siguiente, iban a mantener su p�edommw; s �lo
no que es probable ( aunque sea .
imposible demos­ cuando . las e;uerras y las proscnpcwnes los hub�e­
h·arlo ) que deseara sinceramente
promover este ran diezmado o arruinado, pudieron hallar satis­
trascendental cambio por sí mismo
y no sólo como facción las ambiciones 'Políticas : de los magnates
jugada política.
aliados ( oág. 25 ) . En el 91, ·el · cónsul Lucio Mar­
.En el 95 los cónsules habían pro
mulgado uha cío Filioo. cuya retorcida carrera revel� una tot�l
ley por la que se invesUgaba la legi .
timidad de una carencia de nrincipios, dirigió una dec1d1da oposi­
acusación seg ún la cua l alguno
s italianos habían ción a Drnso dentro del Senado. Druso sólo pudo
usurpado la ciudadanía romana
. De acuerdo a lo llevar a e� ho sus otras medidas nor la fuerza, y su
que se nos dice, nada contribuyó tant
o a enajenar provecto de extensión de la ciudadanía no parece
la clase gobernante entre los pue
blos aliados y a haber sido nunca sometido a votación.
promover la guerra social'. La reb
elión del otoño Al tratar de conciliars·e con todos excepto con
del 91 fue simplemente concertada
; esto indica que los publicanos, terminó por cnaienars·e casi de to­
hubo una escrupulosa organizació
n y preparativos dos. Muchos aliados se resintieron por la pérdida
durante algunos años. Podemos con
jeturar que los de sus tierras, pues entendían que el derecho a la
hombres prudentes de Rom a hab
ían ll�gado a te­ ciudadanía no los obligaba a renunciar a nada de
ner conciencia del peligro, entre
ellos, Lucio Lici­ lo que anreci.aban . La ley judicial afrontaba a los
nio Craso -uno de los autores
aho�a el partidario más poderoso
de la ley del 95, Equites en cuanto a clase y disgustaba a · los sena­
de Druso- y que dores ( podemos suponerl o ) , que no des·eaban �om­
ha:bian llegado a la conclusión de
miento de la ciudadanía era la
que el otorga­ l)artir · S� d.i gnidad. La muerte df:' <:r�so en se�Iem­
única alternativa .
de una terrible explosión. Los líde bre con<:tituvó un goll?e fatal. • Qmza la mOtlletud
res aliados es­ que crecía en Italia aumentaba la alari?a del Se­
taban dispuestos a dar a Homa
una oportunidad nado, cada vez más dispuesto a volver a la VIeJa
más para lograr padficas concesi
ones. Péro la con-.. tradición romana de no 'hacer nunca conce<:1ones a
cesión de los derechos de ciudad
anía no era popu­ las amenazas de fuerza. 1Filipo lo persuadió de ai;m­
lar entre las masas de IRoma, las
que sin duda se lar las leyes de Druso argumen�ando que hab1an.
orientaban todavía de acuerdo con
bre los que había especulado Fan
los temores so­ sido ilegalmente adoptadas, mediante poderes a� ­
io en el 12!2 ( pág. quiridos por una ley consular del 9� ( que no pod1a
134 ) . Además, quizás en una sociedad jerá
1'
rquica, nunca utilizarse, salvo conh·a medidas que ya no
a cada cual le complace mirar desd
e lo alto al que contaran con el apoyo público ) . Druso cedió; poco
1 ¡,
lj

1• 150
' 1· 151
!
despu és fue a J?uñalado en público y su a.;esinato nun� metidos excepto los samnitas y los lucanios en el
.
�� se ��vesti.go. Su muerte fue la señal para la rebe­ sur, aunq�e en el proceso Roma había tenido que
hon ahada, r los Eq_uites se las compusieron para conceder la ciudadanía a los italianos leales, · par­
form �r un h·1bunal, mtegrado por miembros de su ticularmente a los latinos. Pero las dificul tadcs ele
�rop�o gru�o, para condenar a muchos d e sus par­
H.oma fuei·on la oportun idad de� ambicio so Nlitrí­
tidanos, baJO el ·poco plausible cargo de ha.ber esti· dates, rey de Ponto ( en el noroeste del Asia Me­
mulado la rebelión traicioneramente. Su v�rdadero nor ) ; profundamente provocado por los romanos,
crimen era, por cielio, el asalto a las pre1:rogativas invadió la provincia de Asia y, en el 87, estaba pot
ecuestres. ·
·

entrar en Macedonia y Grecia. Los italianos fueron


Italia había go�ado de paz interna durante unas masacrados por t<?das partes y no había tropas P�:
cuatro generaciones, por lo cual los horrores de la ra impedü· su avance. De este modo Roma perdw
guerra 9- ue habí a estallado y los de. las que habrían Asia, su posesión más lucrativa, en la que los pu­
de seguirla deben de haber producido un gran im­ blicanos hab:an invertid o grandes sumas. Esto
pacto. En el 90 y el 8.9, más de 250.000 hombres agravó la crisis del crédito, lo que siempre puede
es­
�aban en armas. Roma debió recurrir a los nacidos ocurrir en una �uerra civil, pues la inseguridad im­
hbres de la ciudad de Roma para que prestaran perante es eausa de que se interrumnan emprésti- 1
. .
se�ICws de campaña y en las guarniciones
. debió tos y 1 Se atesore el dinero. En d .89 un pretor ha­
uhhzar mclu �o a libertos. Las pérdidas fueron se­ ' bía tratado de aplicar una ley anticuada contra el
veras en ambos band os; las enorn1es cifras que cobro; de intereses; acreed.:>res desesuerados lo ase­
fi­
�ura� en las fuentes de que disponemos, aunque sinaron en el foro y no se realizó investigación al­
mcre1bles, muestran que las luchas libradas debie­ guna.! Era inr--erioso enviar tropas contra Mitrída­
r �n ser extremadamente sangrientas. Casi todas
tu­ tes y el cón<>u] del 88, Lucio Cornelio Sila, que ha­
v�eron 1u .gar en los . Apeninos centrales y en las re­ bía obtenido n otables victorias contr� los Halianos
�wnes de� s�r, pero en las guerras civiles posterio­ rebeldes. fue dRsignado para el mando. El viejo
Ies los nnnc1pales teatros de operaciones se trasla­ Mario. qne t�.mbién había abando·1�rlo su retiro
daron a las cercan5as de la misma Roma Etruria para luchar co..,tra los italianos, amhi,.. ion�ba el ho­
y la Galia Cisalpina. Al final casi tod� la I talia es­ nor para s! rni <>m o . Encontró un aliado en un noble
taba sum ida en la lucha. S e incendiaron y se llam!l.do Publio Sulpicio Rufo, quien tenía el car­
sa ..
quearon muchas ciudades, y algunas no se recu go de tribuno.
­
peraron nunca. 1Los cultivos, naturalmente, se Al conceder la ciudadanía a los aliados leales, el
vi�­
ro� limitados, y los eiéreitos con frecuencia cons Senado había tratado de anular su poder político

mian lo<; granos � embrados, tanto poro' ue estab incluyéndolos a todos en unas pocas tribus cuyos
. an
necesitados. de ahment�s como para negárselo
s al · votos podían superarse siempre. El enojo que esto
enemigo.
provocó entre los italianos prueba' decididamente
El daño económico fue más extendido v proba­ el valor que otorgaban a los derechos políticos de
blemente ·más intenso que durante la guerra con los ciudadanos. Como viejo am�go de Druso, Sul­
picio quizá trató de completar . la tar·ea que aqu�}
Aníbal. '
Hacia el 88 todos los rebeldes habían sido so- ,
había intentado vanamente realizar, y solo recurno
152 153
a Mario o aun a los Equites, los más acerbos .
en'e­ s·e había ganado el afecto de sus tropas disminu­
migos de Druso, por causa de la negativa polít yendo la disciplina y permitiéndoles el saqueo de
ica
del Senado y los cónsules. Posiblemente los Eqtt una ciudad rebelde. A lo largo de toda su carrera
. i­
tes favor·ecJeron los reclamos de los nuevos ciud no descuidó nunca asegurarse el afecto de sus sol­

danos con el obje�o de impedir el riesgo de may dados. Iban a recibir enormes recompensas en el

res desórdenes, que hubieran también estor este y, por último, asignaciones de tierras en Ita­
bado
a Roma en su lucha contra Mitrídates. ·Pero
las lia; Salustio afirmó que para asegurarse su lealtad,
'1 pruebas de que disponemos son tan magras que
no les permitió, contrariamente a la vieja costumbre,
¡ puede ofrecerse con confianza conjetura alguna so­ liberalidades excesivas ·( Catilina, 11 ) . El mejor dis­
bre la evolución de las facciones de ese momento.
'1 · cípulo de Sila fue César, quien aplicó la lección
Sulpicio expulsó por la fuerza a los cónsules del con objetivos muy distintos.
foro y luego hizo promulgar l�yes para redistribuir !Sila fue y siguió siendo siempre un optimus de­
a los nuevos ciudadanos y para .
otorgar el mand o voto de la supremacía del Senado. En el 88 pro­
en el oriente a Mario. Sila se había retirado a su · mulgó apresuradamente nuevas salvaguardi�s cons­
campamento en Capua. Allí dejó que se pensar� titucionales para su poder, de tan breve v1da que
que si se enviaba al oriente a Mario y no a él, se no es necesario que ias co�sideremos. P�rtió luego
utilizaría un ejército diferente, y que sus hombres hacia el este, donde en pocos años derrotó a Mi­
per?·erían los �:icos botines que,. por experiencia trídades y restauró el poder romano. Entretanto, un
,
sab1an que nodían esperar de su habilidad y enemigo, Lucio Cornelio Cinna, había vuelto como
su
largueza. Clamaron éstos entonces para que mar­ cónsul para el período del 87, y no demoró en re­

'/
chara sobre Roma y, aunque abandonado por sucitar los planes de Sulpicio. El Senado resistió y
to­
dos sus oficiales, salvo uno, que desanrobaron un
1 . el foro se anegó de sangre : Cinna se apoyó en los
goloe tan sin precedentes, así lo hizo. Mad o v Sul­ nuevos ciudadanos, los optimates de la muchedum­

r . 1i picio estaban sin defensa; Sila ocunó la ciudad


anuló las leves de Sulpicio y proscrihió a sus prin�
cipales enemig.oo;; . 1Sulpicio fue perseguido y muer
bre urbana, todavía apegada a las grandes cas as
Cinna se vio obligado a ·huir y ·el Senado lo pnvo
. ;

'l - de su cargo. Ésta era otra innovación constitucio­


to; Mario escapó. · nal y, anelando al sobrante de las tropas en Cam­
·

,!' Sila contaba con un argumento. No había forma pania, Cinna. con razón, la consideró una violación
1 de sostener que las leyes de Sulpicio, impuestas a . de la soberanía popular; no corre'>Y'londía al Sena­
1
la fuerza, representaran la verdadera voluntad
:¡ pueblo y eran, por cierto, contrarias a la voluntad
del do •quitar lo que el pueblo 'había d::� do. Lo que es
1 más imnortante aún, pudo apelar R los recnrso.s de
1 del Senado. Sila le salió al encuentro con una fuer­ las ciudades a las que recientementA se hahía con­
za a{m mayor. Pero fatalmente había hecho cedido la ciudadanía. Mario se le unió y pudo mo­
evi­
dente que el Estado estaba a la merced de un ge­ vilizar fuerzas que virtualmente hicieran perecer
neral decidido con un ejército cuya fidelidad se de hambre a Roma. Los vencedores penetr:;tron en
basaba simplemente en la esperanza de obtener
1
la ciudad y proscribieron a los principales senado­
ganancias. Ésta fue una nueva etapa en el proceso
; · JI res· se condenó a muerte a algunos de los hom­
br�s más eminentes de Roma. Mario recibió el ·
de la revolución. Ya durante la guerra social Sila
¡ 1
.1
. 154 155
mando en e] este, pero murió antes de que pudiera pulsión, eran o la esperanza de Ia ganancia o la
asumir su cargo . lealt,ad personal, lo más natural era que se unieran
Durante los años 86-84, Cinna y sus amigos con­ al comandante con mayores probabilidades de ven­
trolaron a Italia. Habían profesado sentimientos cer . ( no habría recompensas para el conquistado )
populares, pero, una vez en el poder, concedieron o empuñar las armas en nombre de. sus . patrones.
muy escasa atención a los derechos del pueblo. Las victorias de Sila en el este le habían dado un
1 prestigio inicial, pronto enaltecido por nuevos
Hab1an abrazado la causa de los nuevos ciudada-·
· nos y, en los disturbios del 87, ellos, o el Senado, triunfos, mientras que la mayor parte de los sobre­
habían depuesto las armas, pero es dudoso que vivientes de la nobleza, algunos de los cuales no
hayan dado pasos efectivos para incluir a los ita­ tenían otro remedio que fingir la aceptación del
lianos en las listas de electores. No ten.ían política gobierno de quienes habían asesinado a sus ami­
ni principio alguno. La crisis de crédito habíase gos y parientes, se apresuraron a ponerse de su la­
agravado; las pérdidas en el Asia habían hecho do. En Picenum, Gneo Pompeyo ( 106-48 ) reunió
·
quebrar inclusó a los publicanos. El tesoro estaba tres legiones para Sila; había heredado grandes
·
·

vací �, era necesalio disminuir las deudas públicas posesiones y numerosos clientes de su padre, cón­
sul en el 89. A menudo las actitudes de los gobier­
·

y pnvadas en tres cuartos. Pero no se les ocurrió


a los partidarios de Mario buscar la alianza de los nos locales debieron determinar quién luchaba por
muchos que debieron de haberse arruinado en la quién; reclutaban soldados para uno u otro bando.
lucha, o de la clase, mucho más abu11dante, de los En el invierno de los años 83-82, Sila controlaba
que venían sufriendo necesidades desde antes, me­ extensas partes de Italia y tenía tantas posibilida­
diante nuevas rt1edidas de colonización. des como sus enemigos de "reunir tropas mediante
En el 83 regresó Sila decidido a vengarse. Te­ la amistad, el miedo, el dinero y las promesas"
nía un ejército bien adiestrado aunque . pequeño, ( Apiano, Gue1'1'as civiles I, 86 ) . Oh·o verano de
con sólo cinco legion"es. En el comienzo sus ene­ cruentas l u chas acabó con la guerra. Se trataba me­
migos lo superaban ampliamente en número. Pero ramente de una disputa por el poder: no había en
muchas de sus tropas no se sentían inclinadas a la juego cuestión alguna. Pero hizo de Sila el amo del
guerra. Cinna había sido ya muerto por los solda· Estado, y utilizó su poder para reconstruir el siste­
dos a los que había . intentado llevar al este, anti­ ma político de acuerdo con los intereses de la olí-
cipándose a Sila en una ofensiva. Sus sucesores eran garqma.
1

incompetentes y no tenían causa a la que apelar; Se había nombrado a sí mismo dictador. La am­
Sila no tardó en poner en claro que no era su in­ bigua dictadura de seis meses de duración hach
tención privar a los nuevos ciudadanos de sus de­ tü�mpo que había ya caído en desuso y Sila no la
rechos, y aunque algunos, especialmente en Etru­ resucitó. Se hizo dictador sin límite de tiempo y
ria, Samnio y Lucania, no confiaron en sus pro- · con poder legislativo, aunque prefirió que el pueblo
mesas, los partidarios de Mario no pudieron ya ratificara sus leyes. Los hombres hablaron poste­
contar con su apoyo unido. La deserción comenzó riormente de su regnum o tiranía. En todo, salvo en
casi inmediatamente; cuando los únicos motivos de el nombre, fue en verdad un rey. Pero no había po­
los soldados para la lucha, fuera de la mera com- sibilidades de que fundara una dinastía; su único

156 157
11ijo era un n iño. Probablement e n o se le ocu rrió es· qu isici on es in clu ían es- cl av os pud o inclu so li berar

tablec� r a gun a otr a ol ase d e mon arqu ía. Cu an do a má s de 10.000. T ambién se otorgaron asign acione s
hubo fm ah zado su t area, se r et iró; v iej o y can sado, d e t erren os a su s sold ados, qu e llegaban a 120.000

desea a solaz sen su al. A prin cipios del 78 mur ió seg ún Apian o, y a 80.000 según est imacion es má s
r epentm am ente.H abía est ado l ibre del temor de su s mod est as. y rea.J istas. �E st as distl ibu cion es de t ierr as
en emigos, pu es .h abía mat ado a t odos l os qu e· c on· deben de h aber sid o compar ables a las r ealizadas
taban . . 1 ; p or, los G racos, y se h a af irmad o qu e Sila h izo
Mario Y � inn a .h abían ej ecut ado a unos pocos t ant o como h abían 'hech o e llos por la rest au ración
.
de su s pnn c1p al es oposit ores; el primer paso de Sila del campesin ado.E · st o es un en gañ o. Sila deseaba
cD mo di ct ador fu e proscribir sist emát icament e a má s u bicar a su s h ombres en col on ias en l as qu e pu die­
de 2.000 h ombre s .de n ot a qu e h abían dado algún r an mant en erse juntos v ar ios mil lar es d e soldados
ap o.y o a los p ar�i dar ios de Mario en la gu er ra. Las con el obi et o de pode r movil izarlos rápidament e
Vl ch mas pr ov em an de t odas partes de It alia, y su s en caso de qu e su r égimen se vier a amen azado.
. . Par a est o n o er a n ecesario c on fiscar tantas gr an des
pat'h dan os locales podían con frecuen cia cobr ar se
r en cor es priv ados ; al gun os fu eron mu ert os prim ero pr opi edades: se en cont raban esp arcidas por t oda
y cond�n ado� despu és.A los h ij os de los pr oscript os f a Ital ia y se repart ier on ent re su s pT in cip al es par­
,
se l es 1 mp ed1a o cupar car gos pu blica s y se con fis. ti dar ios.Par a con centrar a su s colon izadores en t e­
caban su s n roni edades. Las co mun idades q u e h a· rr en os cont igu os, t omó ext en sion es ent eras de t en·e­
bí an interven ido en fav or de los v en cidos suf riP-r on n os pert en ecientes a comunidades fun dadas p or
la confi sca ción de t ierra s y a los h abit antes de algu· Mario, expuisan do a "las ple bes in ocent es" ( Salu s­
n as de ellas se loe; priv ó de l a ciu dadan ía. Samn io, t io, Discurso de Lépido, 12 ) ; los col on os v iví an
·

don de la on osición b abi a sido má s fu ert e fu e redu· g en eralJ?1 ente iunto a l os pe qu eñ os labr ador es a

ci da a ruin as . S il a n o cu mplió la nromes de obser· l os que h abían desal oj ado, c on sent imiento s de od io
v ar l os der ech os de los nuevos ciu dadan os, pu es n o r-e cípr oco.
se hiz o c en� o alqun o h ast a el 69, v mu ch os p ro­ Como los col on os graqu ian os, l os v et eran os de
babl emente qu ed aron sin registrar en las tribus y l as Sila con n o poca f recu en cia fracasaban en su s
· int ent os. La p robable explicación se clarificará má s
1 centur ias.
� g
. E;•l obj �t iv o e Sila n o e ra solament e cast i ar a ) . N o era porqu e fu er an
ad el ant e ( pá gs. 188 y sigs.

l . s en em1 gos, sm o, ade mas,


su
,
r ecompen sar a su s ami­ d e or ig�n u rban o o porqu e el prol on gado serv icio

¡
11
!
gos. Al con fiscar l a propiedad de los pr oscript os
Y l as de los qu e h abían mu ert o lu ch an do contra él'
,
militar les hu biera hech o perde r el gu st o y la ca­
pacidad para la labr anz a. Su nú mero in dica qu e t res
d e cada cu at ro deben de ih aberse su mado a su par.:.
acrecento v ast ament e el domin io p úblico. Much os
1 · t ido despu és de r egresar a It al ia, y n in gun o fu e
� art idarios de !"f ar!D .habían sid o gi an des pr opiet a­

.l r� os. A los parh dan os de Sil a se les per mit ió adqu i­ r eclut ado en Roma, don de ent ró sólo en el 82. N o
n r gr an part e de est a pr opiedad a pr ecios mín imos; cabe du da de qu e mu ch os h abían servido en cam­
a decir v erdad, años má s t arde mu ch os n o habían pañas ant er ior es, pero n o h abían est ado cont inu a- ·

pagado un so o céntimo.IP or su pu est o, S ila fu e el q� e
, se ben efiCIÓ .
mente · con ·las legion es du rant e años.
m as de t odos. Ademá s de ti er ras, su s ad- El pr oyect o con st itu cion al de Sila era atr in ch e-

158 159
1

1
rar · la autoridad del Senado contra la plebe y los
E q u#es por · igual.
sentar una amenaza frente al gobierno central, aún
La plebe no tenía poder alguno a· no ser que
si el gobernador se mantenía en el manc.lo durante
pudieran hallar a un jefe entre los magistrados)
más de un año v tuviera tiempo para ganar apoyo .
generalmente) los tribunos. Sila limitó el veto tri­
Es difícil en ve1:dad creer que ·Sila pudiera suponer
bunicio ( no sabemos exactamente cómo ) y privó que los mandatos no se extender.ían por � ás de un
a ,Jos tribunos del derecho de propiciar leyes, en .
año -tales lapsos eran comunes en la practica- o
todo caso sin que mediara la sanción previa del aún que no se presentarían nunca casos de emer­
Senado. Además, ningún ex tribuno podía aspirar
gencia en los que fuera necesario concentrar fuer­
a otro cargo. Los hombres de talento y ambición zas más abundantes al mando de un general de
difícilmente renunciarían a la posibilidad de ocu­ excepcional hab1lidad durante varios años. La ex­
par cargos de relevancia en el Estado. No habría periencia iba a mostrar que sólo en tales �irc�ns­
ya nuevos Gracos ni segundos Sulpicios. Era impro­ .
tancias estaba el Senad!:l expuesto a la preswn eJer­
bable que los tribunos de bajo rango se enfrenta­
cida por u�1 hombre ambidoso que pudiera contar
con la fidelidad de sus tropas, y aún en ese caso
ran con los otros magistrados en defensa de los
individuos onr;midos, y el sistema de Sila se con­
no habí� oeligro de que no pudiera contar�e con
sideró un ataque a la libertad y la seguridad del
el apoyo de optimates como Quinto Metelo P10 ( en
ciudadano común. A rStla le pareció entonces ade­
España desde el 79 al 71 ) y .Lucio Licinio Lúr.�lo
cuado atacar además Jos intereses materiales de los
( en el Oriente desde el 74 al 66 ) . Puede que Sila
pobres. Abo] ;n la distribución de g!anos y deió que
haya pensado que no había Peligro d� que nadie
el pro]�taliado urbano recurriera a las grandes ca­ , lo habm hecho en
volviera a comportarse como el
sas como úniA o alivio de sus miseria<;. Los efect
os el 88 o el 83, o Cinna en el 87; las condiciones re­
de esta medida recayeron en la noble'la, que
des­ volucionarias de esos tiempos no nodrían repetirse
pués de Sih V!'!. no pudo contar tanto cor1 él apoy
o nunca. En verdad, no habría tenido sino 1.m ún ico
de las mnltitndes urbanas.
modo efectivo de obviar es-e riesgo, si hubiera sido
·

Probablemente a Sila no se le había ocurrido capaz de concebirlo: lograr que las tropas s-e apC'­
�ue los más altos magistrados podrían r esultar pe­ garan al gobierno v no al .general, haciendo que
ligrosos para el Senado. No se había presenta
do el Estado 'les pagara una prima regular al retirarse.
ningún caso en el que ambos cónsules hubieran Ésta fue la medida adoptada por Augusto, pero
rechazado su autoridad y, si uno de ellos lo hubie­
resultó costosa; tuvo que imponer tasas sobre la
ra hecho, el otro probablemente lo habría cont
ra­ herencia a }, os italianos ricos para poder sufragar
rtestado. Cada uno de los ocho pretores y los dos
, los gastos. Si ]a clase gobernante de la Rep�t?Hca
hubiera estado preparada para pagar por su . hber­
consu les tomaba normalmente una de las provin­
cias después de pasar un año en Roma y la gobe
r­ tad'', podrían haberla preservado; en cambio, tu­
naba por doce meses. En España, la Galia Tran
alpina, la Galia Cisalpina, Macedonia y el Asia
s­ vieron que contribuir al costo de un sistema en d
cual la libertad se perdía. De cualquier modo, Sila
.

Menor había guamiciones más o menos perma­


nentes, pero eran demasiado pequeñas para repre no consideró las recompensas tan pródigamente
- concedidas a sus soldados como un precedente, pues
160 ]os legionarios podían ser aún dejados en la miseria.

161
A los Equites se los privó de sus derechos judi­ pocq más que acrecentar la miseria humana. Su
ciales, pero no ( como se lo sostuvo algunas veces ) sistema no tardó en desmoronarse; fue duro para
y
de sus contratos para cobrar tasas. Como Druso los Equites, la multitud urbana, los desposeídos
lo había advertido, ·había que ampliar al Senado los nuevos ciudadanos y no logró recompensar a
para integrar las cortes. Sila reclutó a "lo mejor los soldados. Lo que perduró es la �en:oria de . su
de entre los Equites'' para fortalecerlo con un nú­ . ejemplo y sus métodos. En el 49 C1eeron descnbe
mero de quinientos o seiscientos; el enrolamiento a los pompeyanos como gentes que al pe �sar e� as �
automático de veinte cuestores anuales a la edad proscripciones y las confiscaciones se d��en: S a �
de treinta años o más, debía mantenerlo en ese lo· hizo; ¿por qué no yo?'' lEn �1: 63 Cattlma hab1a
los
número. Tanto Jos nuevos miembros propuestos por concebido los mismos pensamientos. Durante
la aparición de
Sila, como los cuestores, se elegían. En este aspecto, siguientes treinta años Italia temió
no modificó significativamente los . derechos del un nuevo Sila. Al marchar sobre Roma y procla­
pueblo, ni siquiera se anularon las leyes de la ba­ �
marse dictador, César siguió los prec� �ntes ,as�n­
lota. El Senado se convirtió en un cuerpo menos tados por Sila pero se ganó la opmwn publica
exclusivo. Pero los cargos más altos siguieron sien­ �
por el prudent resquemor que Ja conducta de Sila
1
do pocos, en general fueron privilegio de la no­

le ocasionaba.
bleza, que era poseedora de la mayor riqueza y del
patronazgo, y los que se habían elevado a ellos
eran los que dominaban el Senado.
Sila creó una o dos nuevas cortes permanentes
para juzgar en lo criminal y revisó todas las leyes
penales. En su obra, absurdamente sobrevalorada
1
por algunos estudiosos modernos, no aparecen prin­
cipios originales de importancia.
¡,

l
Cicerón reconoció que la causa de Sila, en com­
paración con la · de .Mario, había si-do honorable, '
, , pero, según su �pi.nión, fue s-eguida de una victoria
poco honrosa. Una v-ez muerto, Sila no recibió mu­
chos elogios. Había sido un tirano, "un señor del
lujo, la avaricia y la crueldad"} y el tiempo de su
gobierno había sido calamitoso. Quizás a Cicerón
lo ofendía tanto su ignorancia de los derechos de.
propiedad como su falta de ihumanidad. Pero el
suyo fue el v·eredicto universal de la Antigüedad.
Los antiguos juzgaron a Sila de acuerdo con nor- ·
mas momles y lo condenaron: los modernos se
muestran más amables, pues son más proclives a
magnificar el triunfo. ·No obstante, Sila logró muy

162 '111 . ..

163 .·

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