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Poetas
Hesíodo cuenta que decidió hacerse poeta cuando las musas se le aparecieron mientras estaba con su
rebaño al pie del monte Helicón.
Fue a Calcis para asistir a unos juegos funerarios en homenaje a Anfidamante, y allí participó en un
certamen poético en el que venció. Obtuvo como premio un trípode de dos asas que ofreció a las musas
del Helicón.
Murió en Ascra. Poco tiempo después, Ascra fue atacada por los tespios, que destruyeron la ciudad. Los
supervivientes se fueron a Orcómeno y llevaron con ellos las cenizas de Hesíodo, que colocaron en el
ágora, al lado de la tumba de Minias, el héroe epónimo de la ciudad.
Hesíodo y la Musa, por Gustave
Moreau (Museo de Orsay, París).
Hay otros datos acerca de Hesíodo que fueron transmitidos por otras fuentes antiguas: el Certamen de
Homero y Hesíodo, una Vida de Hesíodo, el artículo de la Suda, un relato de Plutarco y otro relato de
Pausanias. Sin embargo, estos datos se consideran dudosos.
En el Certamen de Hesíodo y Homero se relata una competición poética en la que el público proclamó
vencedor a Homero pero los jueces otorgaron el premio a Hesíodo por haber cantado este la paz
mientras Homero había cantado la guerra.
Una leyenda acerca de la muerte de Hesíodo decía que un oráculo había advertido a Hesíodo que debía
evitar el paso por Nemea, por lo que cambió de ruta para tratar de eludir el peligro, pero en Énoe, en
Lócrida Ozolia, encubrió a un hombre que había seducido a la hija de su huésped. Los hermanos de ella,
para vengarse, atrajeron a Hesíodo al santuario de Zeus Nemeo, donde lo mataron, junto a su sirviente,
y lo tiraron al mar. El cuerpo fue recogido por delfines, que lo dejaron en Rion, situado junto a Molicria
a la entrada del golfo de Corinto. Los locrios recogieron el cuerpo, persiguieron a sus verdugos, los
mataron y los arrojaron al mar. El cuerpo de Hesíodo fue sepultado en un lugar guardado en secreto por
los habitantes de Naupacto, ya que los de Orcómeno querían llevarse los restos. Pero, según cuenta
Alcidamante, quienes mataron a Hesíodo huyeron en una embarcación, hasta que Zeus los fulminó.
Pausanias señala que algunos admitían como verdadero y otros no que la causa del crimen fuera la
deshonra de la joven, y cuenta que los de Orcómeno, aconsejados por la Pitia, siguieron el vuelo de una
corneja, que les condujo hasta la tumba de Hesíodo, y así se hicieron con sus restos.
Se supone que el origen de la leyenda es la rivalidad que había entre Naupacto y Orcómeno por
considerarse ambos lugares como el de la tumba de Hesíodo.
Sus obras, como las de Homero, fueron objeto ya desde el siglo
vi a. C. de estudio y veneración.