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Priorizar por situaciones de aprendizaje auténticas y trabajo colaborativo entre los estudiantes,
aprendizajes entre pares, tutoría entre alumnos, etc.
Utilizar recursos didácticos bien diseñados y pertinentes a las características de los estudiantes y
a los objetivos que se espera lograr.
Hacer participar a los estudiantes en las decisiones sobre el trabajo en el aula, que les permita
comprender y analizar su propio aprendizaje y asumir más responsabilidades en este proceso.
Hacer participar al estudiantado en las decisiones sobre el trabajo en el aula, que les
permitan comprender y analizar su propio aprendizaje y asumir más responsabilidades en
este proceso.
Resaltar las instrucciones y palabras clave de una pregunta: Permite
al estudiante focalizar su atención en esos detalles para comprender lo
que realmente se le solicita que haga, así puede ponerlo en práctica en
la ejecución de su respuesta. ¿No les ha pasado que, frente a un
cuestionario o prueba, primero lees la pregunta, luego te dispones a
responder y olvidas lo que se preguntó? Bueno, estas pequeñas
estrategias podrían favorecer no solo aquel estudiante que les cuesta
retener información y mantener la concentración, sino que también a la
diversidad de alumnos dentro de un salón de clases.
Simplificar las preguntas: ¿Cuál es el objetivo de nuestra prueba? ¿Qué
deseamos evaluar? ¿La ampliación del vocabulario o que responda
preguntas explícitas e implícitas de un texto? Si te encuentras en el
último caso, es necesario reflexionar sobre el uso de palabras complejas
para la elaboración de una prueba o guía. Lo anterior, ¿De qué manera
contribuye al cumplimiento del objetivo? Hay que estar conscientes de
que no queremos entregar información que confunda a nuestros
estudiantes y, a la vez, recibir de ellos evidencias difusas de sus
aprendizajes, lo que perjudicará en la toma de decisiones frente a la
determinación de una estrategia.
Diseñar actividades que permitan trabajar los temas con diferente grado de
complejidad o aprendizaje distintos. Se pueden plantear varias actividades para trabajar
un mismo contenido, que suele ser lo más habitual, o aprovechar una misma actividad para
trabajar contenidos con diferente grado de dificultad.
Diseñar una variedad de actividades para que los estudiantes practiquen y apliquen
de forma autónoma lo aprendido. Es decir, que puedan poner en práctica los
conocimientos adquiridos en diferentes situaciones y contextos. Las actividades pueden
consistir en la aplicación de los conocimientos a casos prácticos o actividades cotidianas,
situaciones de simulación, o, que los estudiantes puedan explicar o demostrar a otros lo
que han aprendido. Es necesario hacer un seguimiento para identificar cuando los
estudiantes han alcanzado el suficiente nivel de aprendizaje que les permita trabajar de
forma autónoma o con menos supervisión y ayuda.