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Marcador Genético

Definición.
Un marcador genético es un segmento de ADN con una ubicación física conocida
en un cromosoma.
Los marcadores genéticos pueden ayudar a vincular una enfermedad hereditaria con
el gen responsable.
Los segmentos de ADN que se encuentran cerca en un cromosoma tienden a
heredarse juntos.
Un marcador genético es cualquier carácter o rasgo de cualquier tipo que es
heredable y nos permite seguir su herencia a lo largo de sucesivas generaciones.
Los marcadores genéticos suelen ser mendelianos, es decir se heredan según las
leyes de Mendel, aunque veremos que muchas veces están afectados por el
ambiente, otros caracteres, etc.

Tipos de marcadores
Marcadores morfológicos: Asociados con caracteres
morfológico de fácil identificación visual (análisis de ligamento y primeras
versiones mapas genéticos).
Por ejemplo, en los árboles de pino podemos usar como marcadores
morfológicos el peso o tamaño de la semilla, pues se ha visto que dicha
característica se asocia en la mayoría de las poblaciones con la
supervivencia, el crecimiento y la reproducción.
Marcadores bioquímicos: Los marcadores bioquímicos
suelen ser enzimas y otras proteínas que indican un proceso
subyacente de interés clínico en el paciente. Su detección
contribuye al control y detección de patologías.

Estos incluyen diversos tipos de proteínas, entre las que encontramos las
siguientes:
 Isoenzimas:  enzimas que se diferencian en la secuencia de
aminoácidos, pero que tienen la misma función.
Un ejemplo de una isoenzima es la glucoquinasa, una
variante de hexoquinasa que no es inhibida por la
glucosa-6-fosfato.
 Aloenzimas: formas alternativas de una enzima codificadas
por diferentes alelos en el mismo gen.
Por ejemplo hay aloenzimas de la Glucosa-6-Fosfato
Deshidrogenasa y de la Pseudocolinestearasa.

 Proteínas no enzimáticas . Estas proteínas comparten


propiedades que confieren fuerza y/o elasticidad a las
estructuras en las que se encuentran. En cada caso, la
unidad estructural fundamental es la repetición de un
elemento simple de estructura secundaria.
Marcadores bioquímicos
Los marcadores bioquímicos suelen ser enzimas y otras proteínas que
indican un proceso subyacente de interés clínico en el paciente. Su
detección contribuye al control y detección de patologías.

Los marcadores bioquímicos se definen

como un carácter o un gen que, gracias a

diversas características de ligamiento,

puede indicar la presencia de otro. Por

ejemplo, una proteína A sería un marcador


de una mayor altura en el individuo —

carácter B— si ambos estuvieran correlacionados. Un marcador tiene la propiedad

de que A implica necesariamente B.

Así pues, casi cualquier carácter morfológico o proceso subyacente que lo

codifique puede considerarse un marcador: desde proteínas o ADN a algo tan

específico como el tamaño de una hoja. Un marcador siempre se encuentra

correlacionado con otro carácter de interés.

Sumérgete con nosotros en este mundo de la genética y la química, pues nos

adentramos en el mundo de los marcadores bioquímicos y sus peculiaridades.


Además de sus características, también mostraremos diversas aplicaciones clínicas

de estas útiles moléculas.

Marcadores bioquímicos: la correlación


de la vida
En primer lugar, es necesario que definamos —aunque sea de forma somera— los

tipos de marcadores presentes en el ámbito de la investigación. La revista de

divulgación científica Ciencia y el Hombre nos muestra algunos sencillos ejemplos.

Marcadores morfológicos
El fenotipo se define como la expresión genética del individuo, la que se ve

determinada por el ambiente en el que habita y otros factores. Así pues, si un gen

codifica el color de la hoja como verde oscuro, este carácter mostrará distintos

rangos según las condiciones ambientales y la salud de la planta.

Hemos arrojado esta definición general porque los marcadores morfológicos se

basan en la variedad de fenotipos presentes en la naturaleza. Son de fácil

identificación, tales como el color, tamaño, forma o altura. Debido a su simplicidad,

este tipo de marcador fue el primero en ser usado por el ser humano.

Por ejemplo, si el color de los ojos estuviese ligado al gen EYCL1, esta tonalidad

sería un marcador morfológico del gen en cuestión. De todos modos, este tipo de

marcadores son limitados. En el caso presentado existen otros cuatro genes —

mínimo— que explican la coloración ocular. Así pues, la correlación morfotipo:

carácter no suele ser tan fácil de encontrar.


Los marcadores son útiles en la detección de patologías y en el seguimiento de
trastornos.

Marcadores genéticos
Un marcador genético es un segmento de ADN con una ubicación conocida en

un cromosoma. Cabe destacar que su herencia genética —cómo se distribuye de

progenitores a hijos— puede ser rastreada y, además, que puede tratarse de un gen

específico o de una secuencia de ADN no codificante o sin función conocida.

Asociaciones como el National Human Genome Research Institute  (NIH) subrayan

que estos marcadores son esenciales. Por ejemplo, pueden ayudar a vincular una

enfermedad hereditaria con el gen responsable. Los marcadores genéticos se

utilizan para rastrear la herencia de un gen cercano que aún no ha sido identificado,

pero cuya localización aproximada es conocida.

Marcadores bioquímicos

En último lugar —pero no menos importante— tenemos a los marcadores

bioquímicos. Estos incluyen diversos tipos de proteínas, entre las que encontramos

las siguientes:

 Isoenzimas: enzimas que se diferencian en la secuencia de


aminoácidos, pero que tienen la misma función.
 Aloenzimas: formas alternativas de una enzima codificadas por
diferentes alelos en el mismo gen.
 Proteínas no enzimáticas.
Estamos ante la primera generación de marcadores. Las proteínas vienen

codificadas por el genoma del individuo, por lo que su correlación es más

fehaciente que, por ejemplo, los marcadores morfológicos.

A pesar de que la expresión de los genes también se vea influenciada por el

ambiente (epigenética), la relación proteína:gen es fiable. Así pues, los marcadores

bioquímicos se pueden utilizar como apoyo diagnóstico ante múltiples patologías.

¿Cómo se obtienen los marcadores


bioquímicos?
La respuesta es sencilla: mediante electroforesis. Esta técnica se basa en la

utilización de un campo eléctrico que separa a las distintas proteínas y enzimas

según su tamaño o propiedades eléctricas.

Podemos resumir este proceso en una suerte de carrera de caballos. El extracto

proteico de la muestra a analizar se coloca en un pocillo de soporte, el que

encuentra su línea de salida en un gel de agarosa. La aplicación de carga eléctrica

supone el pistoletazo de salida, pues las distintas proteínas irán avanzando por el

gel según sus propiedades.

Ahorrando detalles demasiado técnicos, podemos decir que, una vez finalizado el

proceso y aplicando una serie de tinciones, se observan diversas bandas

conformadas por las distintas proteínas a lo largo del gel o papel. Portales

como Científica Senna  muestran distintos tipos de electroforesis proteica.

Las distancias electroforéticas de las isoenzimas son resultantes de las diferencias

en las secuencias del ADN que las codifican.

Un ejemplo práctico
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos nos muestra un ejemplo

práctico de este proceso. Este es el caso del examen de electroforesis de proteínas


en la orina (EPPO). Para ello se requiere de una muestra de orina del paciente en

condiciones asépticas.

Esta muestra se coloca en un papel especial o en el gel antes nombrado y se aplica

una corriente eléctrica. Así pues, se forman bandas a lo largo del papel según las

distintas cantidades de proteínas en la orina. Esto permite identificar, por

ejemplo, valores altos de globulina o albúmina.

Usos clínicos de los marcados


bioquímicos
Una vez hemos determinado qué es un marcador bioquímico, cómo se obtiene y sus

ventajas y desventajas, es hora de que nos movamos a un terreno más tangible. A

continuación, te presentamos algunos ejemplos prácticos del uso de los

marcadores bioquímicos en procesos médicos modernos.

Marcadores bioquímicos en la osteoporosis


La revista Reumatología clínica nos muestra un ejemplo claro del uso de estos

marcadores en procesos degenerativos del tejido óseo. Los marcadores

bioquímicos se pueden usar para medir los productos generados durante la


formación o degradación de matriz ósea. Por ejemplo, la fosfatasa alcalina —una

enzima hidrolasa—  o la osteocalcina lo son.

Por otro lado, la fosfatasa ácida tartrato-resistente (TRAP) o la excreción urinaria

de calcio son marcadores de la destrucción de tejido óseo. Las concentraciones de

estos compuestos permiten distinguir a los grupos de pacientes según la situación

de recambio óseo que estén experimentando. Aunque no se pueden considerar como

un método diagnóstico único, aportan información muy valiosa.

Marcadores bioquímicos en síndromes metabólicos


Por otro lado, la revista Endocrinología y nutrición nos muestra cómo estos

marcadores pueden arrojar información relevante sobre diversos procesos

metabólicos.

Por ejemplo, los marcadores de oxidación proteica, genética y lipídica sirven para

cuantificar el nivel del estado antioxidante total del individuo. Así pues, la

concentración de sustancias como los isoprostanos puede llegar a ser un

bioindicador químico de un desorden metabólico en el paciente.

Desde luego, resumir el efecto diagnóstico de estos compuestos en unas pocas

líneas es cuanto menos complejo. Estos marcadores bioquímicos también sirven

al diagnóstico de enfermedades periodontales, para la prevención ante trastornos

cardiovasculares y como parámetros para la inferencia de otras muchas patologías.

Mediante electroforesis se pueden separar los marcadores en el laboratorio para hacer su


detección y análisis.

¿Qué marcador utilizar?


Como hemos podido ver en estas líneas, cada marcador tiene un momento y utilidad

concretos. Un marcador morfológico puede ser útil para estudios generales. Por

ejemplo, el tamaño de las semillas se ha visto correlacionado con la supervivencia

individual y el crecimiento de los pinos. Así pues, midiendo a la semilla en cuestión

se puede predecir cómo será la calidad de vida del árbol de adulto.

Por otro lado, los marcadores genéticos brillan a la hora de establecer

relaciones de herencia o mapeados genéticos de especies de seres vivos. Por

ejemplo, existen secciones del ADN denominadas microsatélites que se heredan de


padres a hijos. Esto permite realizar pedigríes y árboles familiares de animales en

su entorno natural.

En última instancia —y como hemos dicho en líneas previas— los marcadores

bioquímicos son de utilidad en el apoyo diagnóstico de diversas patologías. Esto

ayuda a conocer el estado del paciente a lo largo de un cuadro clínico completo e

inferir sobre posibles enfermedades.

Cuestión de genes
A lo largo del artículo hemos revisado los tipos de marcadores, las cualidades

específicas y sus usos en la medicina moderna. En resumen, todo este

conglomerado terminológico radica en un concepto clave: los genes suponen la

variedad de la vida.

Los marcadores bioquímicos abren la puerta al conocimiento más exacto de

diversas patologías, cómo se van a desarrollar y los posibles patrones sobre los que

se heredan. Aún así, los estudios citados están de acuerdo en un punto concreto: por

ahora, estas moléculas deben utilizarse como un punto de vista accesorio, no ser la

base central de un diagnóstico.

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