Está en la página 1de 3

Ceguera histérica (Etchepare, 1913)

El presente caso es publicado en la Revista Médica del Uruguay en 1913.


Constituye el primer caso de la psiquiatría nacional en el que se menciona a Freud
como psicoanalista, asimilando su labor al tratamiento moral. Figura allí una
subordinación de la práctica psicoterapéutica-psicoanalítica a los “principios” del
tratamiento moral, centrándose en la maniobra del médico sobre el paciente mediante
el despliegue del influjo y poder que el discurso psiquiátrico le atribuye.

Etchepare inicia el texto haciendo alusión a los elementos hereditarios que permitirían
conocer los antecedentes del diagnóstico de histeria de la paciente, entre los que se
destaca la existencia de dos hermanos de la paciente que también habrían presentado
cuadros de histeria. Posteriormente, el psiquiatra pasa a caracterizar los antecedentes
personales de la paciente, describiéndola como una persona “muy emotiva (…) Miedo
excesivo a los ratones. No hay otras fobias: (…) experimenta síntomas de mareo, se
ahoga, le falta el aire, etc. (…) He podido constatar su inteligencia en largas
conversaciones (…), usando el procedimiento de Freud” (Etchepare, 1913, p. 113).

Bajo esta forma, el autor introduciría la referencia a elementos semiológicos del


carácter y de las emociones (Chaslin, 1912/2010), los cuales resultarían importantes
para la delimitación del cuadro. Para la determinación del diagnóstico, Etchepare
refiere al desarrollo de la enfermedad, relatando el desarrollo de la ceguera: asevera
que inicialmente la paciente se habría dado un golpe en el baño, luego del cual, en los
días posteriores, “se sintió ciega, quedó ciega” (ibid., p. 114), hecho que le habría
obligado a realizar una consulta médica. En dicha visita, la paciente “dice que no ve
absolutamente nada; sin embargo, se le observa y se nota, en ese y otros días, que su
actitud es fija” (ídem). Ante esto, el médico le pregunta qué estaba mirando y ella
responde que “veía el retrato de ella misma” (ídem); no obstante, el autor afirma que
“justamente no hay ningún retrato de la enferma y en el sitio señalado no hay
absolutamente nada” (ídem). Esto lleva al médico a consultar a Etchepare: “El día 20,
el doctor C me pide en consulta sospechando un estado nervioso o mental. Y la veo
ese día” (ibid., p. 115). En la misma, anota Etchepare, “parece que me sigue un poco
con la vista cuando doy la vuelta de su cama” (ibid., p. 116). Dicha constatación le
permitiría delimitar con mayor precisión el cuadro clínico. El autor presenta algunos
elementos etiológicos, referidos a la cefalalgia, a la posible ceguera, a elementos
emotivos y a un suceso que “por medio de la conversación, pude hacerle recordar que
en un cinematógrafo había visto una escena, que había olvidado completamente”
(ibid., p. 117), como modo de confirmación de que se encontraba en presencia de
“una histérica indudable” (ídem). En la escritura de las consideraciones etiológicas
son presentados elementos semiológicos que llevan a Etchepare a considerar la
presencia de “una histeria negativa, a base de simulación” (ídem), tales como
pseudoalucinaciones (dice que ve un cuadro), emotividad aumentada, afectación de la
percepción visual y actitud fija. Tales elementos permitirían a Etchepare delimitar el
cuadro, según el criterio semiológico promedio de la época (Charcot 1882; Chaslin,
1912/2010). A continuación, Etchepare realiza un diagnóstico diferencial, descartando
la histeria negativa a base de simulación, en base al argumento de que la paciente
provendría de una “buena familia”:
(…) desde que esta niña, sin problema de amor, ni problema familiar, ni social que resolver,
pasaba tranquilamente la vida en medio de su familia. No tenía entonces porque simular
groseramente la pérdida de visión, para hacerse interesante de forma alguna, o para sacar
partido de una situación cualquiera de superchería 115 (Etchepare, 1913, p. 118).

En presencia del síntoma de ceguera y de pseudoalucionaciones, Etchepare pasa a


considerar un cuadro de histeria de idea fija de forma sonambúlica: “creo que nos
hallamos en presencia de la histeria, de uno de esos casos descritos por Janet, como
idea fija de forma sonambúlica” 116 (ibid., p. 118). Con ello, a través de la referencia a
Janet, Etchepare parecería tener en cuenta los aspectos morales de la paciente, lo que
le permitiría descartar la simulación y referir a la idea fija de forma sonambúlica. Para
justificar dicho diagnóstico, Etchepare alude a la alucinación repetida del cuadro de la
pared, al síntoma de ceguera y a la amnesia retrógrada, lo cual parecería adaptarse a
los aspectos destacados por Janet (1920) en relación a la histeria. Al mismo tiempo,
Etchepare destacaría, al igual que Janet,117 la no afectación de las ideas y
comportamientos en torno a la condición social de la paciente, lo que indicaría que los
pensamientos sobre la posición social no habrían sido suprimidos por efecto de la
histeria, descartando así la posibilidad de que la joven pudiera simular.
Durante el tratamiento, realizando “el procedimiento de Freud” (Etchepare, 1913,
p.113), el autor menciona una serie de situaciones en la que figura una interacción con
la paciente: “en el momento en que la veo, el aspecto de la enferma es tranquilo, casi
indiferente” (ibid., p. 116); “me parece que me sigue un poco con la vista cuando doy
la vuelta de su cama” (ídem); “noto que tiene satisfacción de ser examinada y en decir
lo que le pasa” (ídem). Por otro lado, también hace mención al papel de la amenaza:
“pero, como manifiesto a mi colega, en presencia de ella, que convendría hacer una
punción lumbar el lunes, se asusta fácilmente, porque pregunta qué se le va a hacer, si
se le va a operar” (ídem). El susto habría dado curso a la cura de la ceguera: “me
encuentro que desde el lunes ha recuperado completamente la visión” (ídem). No
obstante, la ceguera dejaría lugar a la amnesia:
Hay, pues, aquí, una amnesia extendida a todo el periodo (lo mismo ha sucedido con el
periodo anterior a la ceguera). Y, no obstante, me llama la atención que me diga ese mismo
día miércoles, es decir, 4 días después del sábado en que estuve hablando de la punción
lumbar, que se encuentra preocupada porque le van a hacer una operación (ídem).

Tras esto, Etchepare alude a una segunda operación vinculada al tratamiento moral, la
persuasión, que puede ser señalada mediante el siguiente enunciado: “la tranquilizo,
asegurándole que tengo la convicción de que ya está curada de la vista” (ídem). Este
proceder parecería haber calmado a la paciente, mitigando la angustia concomitante a
la amnesia. Luego, mediante la psicoterapia y la electroterapia, Etchepare lograría dar
lugar al restablecimiento completo de la paciente: “hice venir a la enferma a mi
sanatorio tres veces por semana (…). De esa manera pude seguir el tratamiento moral,
la psicoterapia, dejándola al fin reconfortada, no habiendo presentado nada de
especial hasta la fecha” (ibid., p. 117). El tratamiento continuó, según el autor, hasta
que se habría logrado la “cura definitiva”

115 Por “superchería” debemos entender a un engaño o fraude que consiste en sustituir una cosa
verdadera por otra falsa.
116 Según Janet (1920), la idea fija sonambúlica de Janet refiere a un estado psíquico en el que la
paciente actúa de manera extraña como si estuviera sonámbula, siendo capaz de realizar distintas
acciones y de responder preguntas, al mismo tiempo que se presentan, en forma intensa, alucinaciones
repetidas o ideas delirantes en forma fija: de la misma forma, con las mismas palabras y en los mismos
momentos. Dicho cuadro es seguido por una amnesia retrógrada, que no sólo se refiere al
sonambulismo mismo, sino también a todos los hechos, a los recuerdos relacionados con él.

También podría gustarte