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Se llama “clima institucional” al conjunto de percepciones que los individuos tienen del ambiente

en el que desarrollan sus actividades habituales, a las relaciones interpersonales que establecen y
al marco en que se dan tales interacciones (Casassus, 2003).

Las percepciones que los individuos tienen del ambiente en el que desarrollan sus actividades
habituales, las relaciones interpersonales que establecen y el marco en que se dan tales
interacciones ha sido denominado “Clima Institucional”. Considerando los aspectos peculiares del
clima institucional de la escuela, allí se tiende a hablar de “Clima Social Escolar” (Arón, Milicic,
1999).

Los factores contextuales del estudiante (su nivel socioeconómico, el entorno de su hogar, el
grupo étnico al que pertenece, etc.) tienen un efecto importante en su aprendizaje; y los procesos
educativos al interior de la escuela son el segundo factor más importante después de nivel
socioeconómico y cultural. Los procesos al interior de la escuela incluyen variables latentes como:
clima escolar, organización del aula y satisfacción docente.

Específicamente, en relación a las Prácticas del aula, “los resultados reiteran la importancia del
clima del aula sobre el logro académico de los estudiantes de la región. La evidencia muestra que
los procesos de aprendizaje se benefician cuando las relaciones entre los actores son cordiales,
colaborativas y respetuosas” (2015: 12).

En este sentido, REDUCA, la Red Latinoamericana por la Educación, en su artículo “La convivencia
escolar: un factor determinante en los aprendizajes de los estudiantes” de los autores Méndez,
Aquino y Purcell (2019), concluyen que “una buena convivencia escolar es un fin en sí mismo, ya
que genera las condiciones propicias para el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes. También
es un medio para conseguir que éstos logren los niveles de competencias y aprendizajes óptimos,
puesto que, las horas de clases son más aprovechadas. Se puede afirmar que una sana convivencia
en las escuelas no es una condición suficiente, pero sí es una condición necesaria para garantizar
una educación de calidad. Por esto, se hace necesario que cada país realice los esfuerzos
pertinentes para mejorar el clima escolar, especialmente en la región latinoamericana”.

Fernando Onetto profundiza en la temática referida a los climas escolares en su trayectoria


profesional. Este filósofo y teólogo sostiene que, si bien es cierto que la transmisión de
conocimiento es el objetivo prioritario de la escuela, también es cierto que no es posible lograr
dicho objetivo sin una relación favorable para el aprendizaje: “(...) si la relación humana no se
desarrolla bajo ciertos parámetros de bienestar psicológico, éticos y emocionales se puede hacer
muy difícil e incluso imposible enseñar y aprender” (Onetto, 2003: 100).

A tal efecto podemos revisar algunas investigaciones como las de Howard y colaboradores que ya
en 1987, caracterizaban a las escuelas con Clima Social positivo a aquellas donde existía:

Conocimiento continuo, académico y social: los profesores y alumnos tienen condiciones que les
permiten mejorar en forma significativa sus habilidades, conocimiento académico, social y
personal.

Respeto: los profesores y alumnos tienen la sensación de que prevalece una atmósfera de respeto
mutuo en la escuela.
Confianza: se cree que lo que el otro hace está bien y lo que dice es verdad.

Moral alta: profesores y alumnos se sienten bien con lo que sucede en la escuela. Hay deseos de
cumplir con las tareas asignadas y las personas tienen autodisciplina.

● Cohesión: la escuela ejerce un alto nivel de compromiso entre sus miembros, prevaleciendo un
espíritu de cuerpo y sentido de pertenencia al sistema.

Oportunidad de input: los miembros de la institución tienen la posibilidad de involucrarse en las


decisiones de la escuela en la medida en que aportan ideas y éstas son tomadas en cuenta.

Renovación: la escuela es capaz de crecer, desarrollarse y cambiar.

Cuidado: existe una atmósfera de tipo familiar, en la que los profesores se preocupan y se
focalizan en las necesidades de los estudiantes y trabajan de manera cooperativa en el marco de
una buena organización.

A lo anterior, Arón y Milicic (1999) agregan:

Reconocimiento y valoración: por sobre las críticas y el castigo

Ambiente físico apropiado

Realización de actividades variadas y entretenidas

Comunicación respetuosa: entre los actores del sistema educativo prevalece la tendencia a
escucharse y valorarse mutuamente, una preocupación y sensibilidad por las necesidades de los
demás, apoyo emocional y resolución de conflictos no violenta.

Cohesión en cuerpo docente: espíritu de equipo en un medio de trabajo entusiasta, agradable,


desafiante y con compromiso por desarrollar relaciones positivas (Documento Valoras, UC1 -
Isidora Mena y Ana María Valdés, 2008) distinguen climas sociales tóxicos de climas nutritivos que
pueden frenar o fomentan el desarrollo socio afectivo de los estudiantes. Señalan que en las aulas
donde se percibe injusticia, priman las descalificaciones, se acentúa la señalización de los errores,
se obstaculiza la creatividad y no se abordan los conflictos o se los descalifica autoritariamente,
son climas tóxicos. Estas aulas pueden generar en los alumnos apatía, miedo al castigo y al error.
Por el contrario, en un clima escolar nutritivo, se percibe justicia, reconocimiento, tolerancia a los
errores, sentido de pertenencia, normas flexibles, espacio para la creatividad y enfrentamiento
constructivo de conflictos (Arón y Milicic, 1999).

Tal como señala Onetto (2003), si bien es cierto que la transmisión de conocimiento es el objetivo
prioritario de la escuela (y si esto no sucede, la escuela no cumple con su función social), también
es cierto que no es posible lograr dicho objetivo sin una relación favorable para el aprendizaje;
“(...) si la relación humana no se desarrolla bajo ciertos parámetros de bienestar psicológico, éticos
y emocionales se puede hacer muy difícil e incluso imposible enseñar y aprender” (p.100).
 Se denomina clima institucional al conjunto de percepciones y
representaciones sociales que poseen las personas sobre su ambiente, en
donde interactúan y se relacionan entre sí.
 Las escuelas por otra parte, son instituciones en donde se dan ciertas
variables específicas como los estilos de enseñanza aprendizaje, los
acuerdos de convivencia y el atravesamiento del sistema educativo; es por
eso que en estos casos es más propicio hablar del clima social escolar.
 Los factores contextuales del estudiante (su nivel socioeconómico, el
entorno de su hogar, el grupo étnico al que pertenece, etc.) tienen un efecto
importante en su aprendizaje; y los procesos educativos al interior de la
escuela son el segundo factor más importante después de nivel
socioeconómico y cultural.
 Los procesos al interior de la escuela incluyen variables latentes como:
clima escolar, organización del aula y satisfacción docente.
 En su artículo “La convivencia escolar: un factor determinante en los
aprendizajes de los estudiantes” de los autores Méndez, Aquino y Purcell
(2019), concluyen que “una buena convivencia escolar es un fin en sí
mismo, ya que genera las condiciones propicias para el desarrollo de los
niños, niñas y adolescentes. También es un medio para conseguir que
éstos logren los niveles de competencias y aprendizajes óptimos, puesto
que, las horas de clases son más aprovechadas. Se puede afirmar que una
sana convivencia en las escuelas no es una condición suficiente, pero sí es
una condición necesaria para garantizar una educación de calidad. Por
esto, se hace necesario que cada país realice los esfuerzos pertinentes
para mejorar el clima escolar, especialmente en la región latinoamericana”.

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