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Juventud y Liderazgo
Contenido
Introducción
I. Síntesis ejecutiva.
liderazgo juvenil.
VI. Conclusiones.
VIII. Anexos.
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Juventud y Liderazgo
Introducción
En cada uno de ellos se brindó un recorrido desde las distintas disciplinas, teorías y autores
sobre el manejo de categorías, conceptos, construcciones sociales o las diversas formas que
se le denomina a las juventudes y lo diversos aspectos abordados en cada trabajo. De igual
manera, se rescataron los principales axiomas; sus bondades y rupturas en común.
Se espera, que esta contribución haya cumplido su cometido, sobretodo reconocer que las
juventudes, son y el intento de cambiarlas, pierde su efecto sobre el mismo objeto, que
muchas veces, lo convierte en nuestro peor enemigo. Montaigne, decía: “Hay que pensar
que los juegos de niños no son solo juegos, y han de juzgarse como sus actividades más
serias”.
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Síntesis ejecutiva.
1. Desde los más reputados científicos sociales (como Max Weber con su tipología de
líderes carismáticos, tradicionales y racional legal), hasta dirigentes empresariales
(como James Hunter con sus paradojas que se las han repartidos desde científicos
no lineales hasta decoloniales) y espirituales (como Ken Wilber que recoge el
holismo de los sabios no occidentales), ya no digamos instituciones que hacen de
este asunto, su objeto a través de manuales, recetas y breviarios, nos dicen cómo
deben ser los nuevos líderes del porvenir. Y como se sabe, deben ser buenos,
verdaderos y bellos. Pocos dicen, en verdad, cómo son.
2. Los líderes, de acuerdo a reconocidos autores son: carismático es aquel que reúne
un conjunto de características intransferibles de las que se sirve para hacerse
obedecer y de las cuales han tipificado en mil variedades, distintos autores -- Mann
(1959), Stogdill (1974), Michels (1962), Bell (1990) -- sin hacerlas crecer;
tradicional, que básicamente recibe su autoridad de otros o de otras circunstancias;
y el moderno, un jugador de reglas que las rompe, las inventa y las recompone, para
disponerlas a su servicio.
3. Según Peter Northouse (2001), un psicólogo social que critica todos los modelos de
liderazgo políticos (atributos, destrezas, estilo, situacional, contingencia,
medios/fines, líder/miembro y transformacional), se apoya, para no proponer nada
en nombre de un “punto cero” de vista, en la fortaleza de cada uno contra las
debilidades de los demás. Y pareciera concluir en dos cosas: a) recomendarnos una
mezcla de las fortalezas de todos los tipos; o b) uno nuevo, que se separa de todos
ellos y que sólo Northouse lo conoce y, a lo mejor, quiere venderlo al mejor postor.
No obstante, no plantea que los líderes se hacen en las calles y no se fabrican en las
aulas.
4. Las tipologías (y los psicólogos políticos las trabajan con abundancia y efecto de
densidad) responden usualmente a paradigmas convincentes pero, como los tratados
de metodologías de la investigación, por muy asimilables que sean, no son garantías
de ningún nuevo invento. Miran hacia atrás todo el tiempo y, por lo general,
terminan estrellándose cuando están frente a lo realmente inédito, de suyo
incapturable.
5. Todos tenemos derecho a decir lo que se nos ocurra. El asunto nunca ha sido ese,
sino cómo garantizarnos que con ese derecho, no perjudiquen el de protegernos. La
mayoría de los autores contemporáneos de inspiración psico-social, analizan a partir
de “comparaciones”, haciendo parecer la relación líder-miembro homogénea, lisa y
cerrada entre ella. Sólo les interesa medir unas con otras. No se les ocurre que los
líderes, en cualquiera de sus variedades, son el problema y casi nunca la solución.
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Para entrar en materia sobre el tema que nos ocupa y conocer un poco sobre las nuevas
coordenadas en Nicaragua, se tomó como referencia el Diagnóstico “Mapeo
Organizacional de Adolescencia y Juventud” (2007). En este sentido, es de sumo interés
retomar algunos resultados referidos al tema sobre liderazgo:
- Les gustaría que las organizaciones fueran; desde los jóvenes y para los jóvenes,
incluyentes de la participación de los jóvenes y que apoyen verdaderamente a los
jóvenes
- Consideran que los y las jóvenes que se insertan en una estructura creada por ONG
es tratado como propiedad de la ONG, lo que le limita a la participación en otros
espacios. La dirigencia de las ONG que atienden a jóvenes no están en manos de
jóvenes, quedando incoherente el discurso de desconstrucción del adultismo con la
práctica efectiva del trabajo que desarrollan.
El anterior “mapeo”, nos permite conocer algunos aspectos sobre el liderazgo juvenil
desarrollado hasta el momento y al analizarlo, surgen preguntas tales como; ¿Dónde está el
nudo de las capacitaciones de muchos organismos sobre la formación de lideres?
¿Estamos o no construyendo líderes? ¿Se debe intentar construir líderes? Evidentemente,
brotan muchas dudas al respecto, que intentaremos dilucidar a través de este ensayo.
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Los paradigmas tradicionales y actuales bajo los cuales se pretende fortalecer o construir el
liderazgo juvenil más reconocidos son:
El líder nace, pero para ejercer ese liderazgo, debe desarrollar ciertas herramientas
que se obtienen con el aprendizaje, siendo el carisma con la que nace el líder
( Buznego, Raquel.).
En todas las definiciones anteriores se observa una coincidencia: el líder “se hace o
construye” para transformarlo en un “mesías”. Además del debate existente sobre si el líder
nace o se hace, un problema ha sido generalmente, en confundir el concepto de liderazgo
con autoridad y poder. Una persona puede ser líder y tener autoridad a la vez o ser líder y
tener poder, en definitiva, se puede dar una mezcla entre dos o tres de éstos.
Desde los más reputados científicos sociales como Max Weber (1964), con su tipología de
líderes carismáticos, tradicionales y racional legal, hasta dirigentes empresariales (como
James Hunter (2007) con sus paradojas que se las han repartidos desde científicos no
lineales hasta decoloniales1) y espirituales (como Ken Wilber (2005) que recoge el holismo
de los sabios no occidentales), ya no digamos instituciones que hacen de este asunto, su
objeto a través de manuales, recetas y breviarios, nos dicen cómo deben ser los nuevos
líderes del porvenir.
Pocos dicen, en verdad, cómo son. Tal diferencia explica por qué se confunden los procesos
educativos con los procesos de formación en las luchas, siendo dos cosas totalmente
distintas. No puede ser lo mismo formar líderes con estrategias pedagógicas que fogueos en
la arena.
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Esta escuela cree que, al asombrarse con la consigna zapatista de “mandar obedeciendo” de los Tojobales,
son los únicos que se están beneficiando de la paradoja como método, ignorando que hasta los empresarios
la hacen suya y desconociendo que tiene más de dos mil años de ser practicada por filosofías como el Tao, el
hinduismo, el zen y el budismo en el terreno de las luchas y el poder (son clásicas ya las “36 estrategias
chinas sobre el poder”, el Tao, Sun Tzu y El Baghavad Ghita)
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Con la llegada de las sociedades de control (Deleuze), encontramos otro tipo de liderazgos
alternativos, que nos regresan al anarquismo clásico. Y se trata precisamente de contra –
controles, como una de las estrategias centrales de subalternos, en medio de miles de ellas,
para desestabilizar al hegemónico.
Sin embargo, las tendencias más recientes para el desarrollo de liderazgos por los
Organismo e Instituciones están asociadas a dos tipos de cambios: a) Cambios de primer
orden, que serían los relacionados con la tecnología; b) Cambios de segundo orden,
vinculados al desarrollo de la organización, el fomento de visiones compartidas, y la puesta
en acción de iniciativas eficaces de liderazgo.
IV.Recorrido por las distintas disciplinas, teorías y autores sobre el análisis de los
liderazgos.
Analizar liderazgos de cualquier índole implica necesariamente preguntarse dos cosas: qué
y cómo son, previo a predecir lo que deben ser. Ya decía Bourdieu, describir es prescribir
y no deja de tener razón. Unos, los llamados “cocineros”, lo hacen recetando primero y los
segundos, los “analistas”, al revés, nos hacen creer que nos ofrecen “novedades”. Por donde
los uno terminan, los otros comienzan, pero ambos coinciden en recetarnos el mundo.
Northouse (2001), por ejemplo, es uno de esos “magos” que, para criticar todos los
modelos que nos presenta (véase anexos, Tabla No. 1), se apoya, para no proponer nada en
nombre de un “punto cero” de vista, en la fortaleza de cada uno contra las debilidades de
los demás. De tal manera, que pareciera concluir dos cosas: a) recomendarnos una mezcla
de las fortalezas de todos los tipos; o b) uno nuevo, que se separa de todos ellos y que sólo
Northouse lo conoce y, a lo mejor, quiere venderlo al mejor postor.
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El recurso es simple: O una amalgama de todos (y tal recomendación es infantil) o uno que
sólo el poseedor conoce, al que hay que pagar por ver, como en el póker, y quizás es una
vulgar especulación. Estas astucias de vendedor son autorreferenciales para ilustrar con
ellas mismas, la falsa idea que el liderazgo juvenil se puede encontrar en los tratados y
estudios sobre ellos.
Los líderes se hacen en las calles, no se fabrican en las aulas. Y ya hechos, no son
coleccionables en mariposarios académicos, porque ya en las calles, de nuevo, están
cambiando de aspecto, ampliando la variedad ad infinitum. Proceso, le empiezan a llamar,
a regañadientes, quienes están reconociendo la situación: “Pese a la multiplicidad de formas
en las que ha sido definido el fenómeno del liderazgo y la lógica confusión que se ha
producido como consecuencia, siguiendo a Northouse, se pueden identificar una serie de
elementos constantes en todos los intentos: es un proceso; trae aparejada la influencia; se
ejerce dentro o con respecto a un grupo y va encaminado a una meta, sea cual sea esta”
(Delgado, 2004:9).
Pero si de lo que se trata es de atrapar mariposas, usemos una red conocida y unos alfileres
de colores, como las tipologías weberianas (el carismático, el tradicional y el moderno) no
por fecundas, sino por clásicas; no por claras, sino por útiles y no por profundas, sino por
populares.
De tal manera, que podríamos aventurarnos a decir algo que rompa el canon que muchos
autores viven repitiendo de varios modos, con un contracanon que parta de los medios y
no de los fines; de las penalizaciones y no de las promesas siempre incumplidas; de los
controles de los subalternos y no de los regímenes disciplinarios de los hegemónicos; de
sistemas cautelares y no de taxonomías.
Sobre el tipo moderno hacemos una salvedad. Sabemos que Weber se refiere a los líderes
racionales legales (incluidos los especialistas), porque entiende que se inscriben en una red
burocrática, impersonal, donde lo eficaz es lo instrumental y lo orientador, con arreglo a
valores, es una racionalidad sustantiva. Sin embargo, el líder político moderno no sólo se
mueve con apego a esa norma sino que su permanencia depende de cómo juega con ella.
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Weber sólo se refería a los políticos, como burócratas sin alma y escrúpulos, olvidando que
además son jugadores que ponen siempre a prueba (para mantenerse a la cabeza), su
habilidad y control de sí mismos y sus seguidores, por medio de un baile con reglas, que en
muchas ocasiones y por parte de algunos de ellos, llegan a ser verdaderas piezas de ballet
clásico.
Todo indica que esta “barrera” es la que se debe saltar. Pasar de la repetición de la promesa
(la que, paradójicamente, como ha demostrado la teoría del caos, suele a veces ser creadora
a punta de iterarse mil veces) a su desobediencia, y a una ligera sordera para controlarla
donde nos aturde con sus cantos. Y encadenarla donde su libertad nos hace padecerla.
Todos tenemos derecho a decir lo que se nos ocurra. El asunto nunca ha sido ese, sino
cómo garantizarnos que con ese derecho, no perjudiquen el de protegernos.
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“Lo que la promesa sólo promete es una promesa en ese modo fundamental del ‘quizá’, de la esperanza”.
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Hasta hace poco se discutía el papel de Lenin en la revolución rusa y las consecuencias para
ella, de haberle caído un ladrillo en la cabeza durante su estancia en Suiza, por ejemplo. O
el principio es conocido entre historiadores como la “nariz de Cleopatra”, aludiendo a su
bellleza y a la posibilidad de no haber atraído a los emperadores romanos Julio César,
Marco Antonio y Octavio.
Las tipologías (y los psicólogos políticos las trabajan con abundancia y efecto de densidad)
responden usualmente a paradigmas con que los proponentes desean convencernos pero,
como los tratados de metodologías de la investigación, por muy bien que se les asimile, no
son garantías de ningún nuevo invento. Miran hacia atrás todo el tiempo y, por lo general,
terminan estrellándose cuando están frente a lo realmente inédito, de suyo incapturable.
La base de todo liderazgo es la capacidad que unas personas hagan creíble sus promesas de
acción sobre otras. Que lo consigan o no, es derivado. Y lo que aquí expondremos no son
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esas derivaciones por mucho que nos faculten para describir o analizar los tipos de
liderazgos, sino cómo liberarnos de ellos o, al menos, cómo se pueden controlar los
“efectos colaterales” de toda promesa política de reinados de iguales o de convivencia
pacífica de diferentes.
El nuevo tipo de líder debe ser una especie de controlador de líderes (incluyéndose a si
mismo), aquel que no deseando serlo terminará, a desgano, siéndolo. Si bien es cierto que
las escuelas postcoloniales y decoloniales no han analizado a las juventudes, estas cuentan
con herramientas nuevas y poderosas para hacerlo. La principal, son las relaciones de poder
que se establecen no sólo en el ámbito político y económico entre las personas, sino en el
ámbito epistémico.
1. Las tipologías que presentan los autores que hemos visitado parten como si toda
juventud pudiera leer y escribir: esto es un supuesto totalmente falso, aún más en
nuestros países postcoloniales. Y este asunto cambia todo el mapa. Existe una masa
semiletrada que nos resistimos a creer y reconocer que sus modelos a imitar sean
artistas, deportistas o bien, prefieran la televisión a leer lo que escribimos para, por
o desde ellos, sin reparar en las consecuencias en términos de poder de lo que tal
cosa significa. Esa es la calle, el nido desde donde se forman los líderes juveniles.
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1. Líderazgos naturales:
Hay algunos autores (Martínez y Barragán, 2007) que están reparando en esto, pero
vinculados al concepto de multitud de Toni Negri y Michael Hardt y corriendo el
riesgo de perder de vista que se trata de algo más (el poder de los regímenes
escriturarios y de archivos) que un sector diferente dentro de otros que en, conjunto,
forman las multitudes subalternas.
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VI. Conclusiones
1. Sea cual fuera la tipología, lo cierto es que los líderes juveniles son reconocidos en
su generalidad cuando son construidos desde el mundo adulto (Instituciones u
Organismos), quienes desconocen que este liderazgo les trasciende y en muchos
casos, llega a transformarse en su mayor oponente. Pese a que algunos Organismos
amparados bajo el discurso “consultivo y participativo”, son ellos, quienes en
definitiva tienen la última palabra y las decisiones.
2. En general, por no afirmar que casi todas, estas tipologías generalizadas omiten en
sí mismas la dimensión política, social, cultural o económica donde habita el líder
juvenil. Por eso, no resulta nada extraño, que un líder juvenil de una organización
social juvenil seducido por un partido político, por ejemplo, fragmente o despedace
la esencia de la misma. El carácter o tipo de líder, no es ese objeto aislado, perfecto,
puro, se debate entre tentaciones ¿Para quién o quiénes queremos formar líderes?
Bell, Daniel (1990) El fin de las ideologías: sobre el agotamiento de las ideas políticas en
los años cincuenta, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Col. Clásicos, 12, Madrid.
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Juventud y Liderazgo
Delgado, Santiago (2004) Sobre el concepto y el estudio del liderazgo político. Desencanto.
Norma. Buenos Aires.
Hunter, James (2007) La paradoja: un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo.
Ediciones Urano. España.
Icaza Gallard, Julio (2005) El Estado de Derecho y otros ensayos sobre el poder. Copy
Express. Managua.
Mann, R.D (1959) A review of the relationship between personality and performance in
small groups Psyc. Bulletin,56,1959, 241-270.
Michels, Robert (1962) Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias
oligárquicas de la democracia moderna, Amorrortu Editores, Buenos Aires.
Northhouse, Peter (2001): Leadership. Theory and Practice, 2ª Ed. Sage Publications, Inc.
Thousand Oaks, London, New Delhi.
Padawe, Ana. (2004): Nuevos esencialismos para la antropología: las bandas y tribus
juveniles, o la vigencia del culturalismo. KAIRÓS, Revista de Temas Sociales. Argentina.
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Wilber, Ken (2005) Una teoría de todo: una visión de la ciencia, la política, la empresa.
Kairós. Barcelona.
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ANEXOS
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Tabla No. 2
TIPOS DE LIDERAZGOS DE NORTHOUSE (2001)
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