continúa latente Por: Javier Sandoval | Publicado: 18/11/2022
La incertidumbre sigue avanzando en estos tiempos de “post pandemia”, hago
énfasis en aquel concepto porque se me hace confuso saber en qué periodo estamos desarrollándonos actualmente, si bien logramos un avance con respecto a las mascarillas y pases sanitarios, existe aún un temor y un enigma con respecto a los contagios y nuevas variantes, por lo que nos hace seguir viviendo un contexto pandémico, sin embargo con otro tipo de precauciones a comparación de las primeras, donde hasta el espacio personal era protegido incondicionalmente. Podemos referirnos a este caso como una opción, en todos sus marcos legales, confiada y apresurada, ya que se ha demostrado que aún existen variantes del virus las cuales siguen afectando a personas, las cuales se han negado a la vacunación, provocando graves estados de salud e incluso hasta la muerte. A raíz de esto, la sociedad se encuentra dentro de una especie de “polarización” en donde diversas opiniones y pensamientos juegan un rol fundamental en la toma de decisiones de los ciudadanos, generando diversas inquietudes y preocupación por un lado, y por el otro tranquilidad y alivio, por lo que en el primer grupo encontramos a personas que, aunque hayan eliminado el uso obligatorio de la mascarilla, aquellos aún la siguen ocupando por diversos motivos personales, los cuales van ligados a su opinión y al sentir de ellos, y por otro lado encontramos al otro grupo que sigue las indicaciones no obligatorias, y se desligan de la mascarilla, tomando otro tipo de precauciones, por lo que esta polarización entre estas masas de personas, genera tensión y reflexión entre estos, de manera que, en transportes públicos y en áreas comunes, existe un choque socioespacial entre las problemáticas planteadas. En relación a esta situación, existe una carencia de información con respecto a las estadísticas de defunciones y contagios, por lo que esta falta de datos influye en el temor de las personas con respecto a la decisión de sacar las mascarillas, por lo que se deberían tomar medidas rápidas para evitar a toda costa el miedo generado en las personas, y formar un cierto grado de racionalidad en los ciudadanos con respecto a qué nos estamos enfrentando y cuáles serían las formas más apropiadas de hacerlo. Por consiguiente, debemos tener en cuenta que antes cuando era obligatorio el uso de la mascarilla, las personas y la sociedad tuvieron una adaptación y formas nuevas de desarrollarse, ya sea socialmente como particularmente cada individuo, generando nuevas formas de relaciones sociales y nuevos métodos para poder llevar a cabo el diálogo mediado por la socialización. Por lo que estas nuevas formas y métodos se han implantado de manera drástica en la cultura, generando dificultades para la reintegración a la vida cotidiana prepandémica, de manera que además de ser un proceso adaptativo y social, es un proceso psicológico muy importante para las personas, desarrollos que se vieron irrumpidos y modificados en algún momento, ahora son nuevamente interrumpidos, algunos reintegrados a lo que eran antes y otros reformulados nuevamente para seguir avanzando en el desarrollo personal, aumentando las tazas de degradación de la salud mental en Chile, y la carencia de recursos para socorrer esta problemática. En relación con esto, la ausencia de mascarilla es altamente enlazable con problemas derivados a la salud mental, como la ansiedad, psicosis, depresión, entre otros, dificultando la adaptación a la reintegración de las personas a un contexto en donde nos estamos olvidando de la pandemia. Por lo que, el fin de la mascarilla significa muchas cosas, envolviendo una maraña de opiniones, fundamentos y experiencias, que, a su vez, son importantes de tomar en cuenta y debatir para poder llegar a un consenso, en el cual la mayoría de los ciudadanos tengan voz en un contexto en el que no todos son escuchados y socorridos ante problemáticas que son de vital importancia resolver.