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Irma Reyes Grande

No. de Matrícula: 4182420835


Licenciatura en Psicología Social
(AQUÍ NECESITO QUE ESCRIBAS UNO O DOS PÁRRAFOS SOBRE TI,
SOBRE TU HISTORIA DE VIDA, TUS MOTIVOS PERSONALES, EN
PRIMERA PERSONA, TIPO: “MI NOMBRE ES IRMA REYES GRANDE Y
ESTUDIÉ PSICOLOGÍA PORQUE…”
La psicología social es una de las muchas ramas en las que se divide
esta disciplina, además de ser una de las más importantes, toda vez que se
encarga de estudiar al individuo en sociedad. La complejidad de esta rama
reside en esto, en considerar al sujeto dentro del medio y en reciprocidad de
su medio, es decir, que el medio influye en el sujeto y a su vez el sujeto
influye en el medio. Esto ha sido explorado por la literatura, el cine, el teatro,
algunos documentales y desde luego las ciencias sociales, pero la labor de la
psicología social se hace necesaria si consideramos la salud mental como un
derecho, uno que por cierto ha sido subestimado en los presupuestos,
infraestructura y capacitación de sus profesionales.
Por ello es necesario retomar el análisis de la relación entre sujeto y
medio, individuo y sociedad, es un tema crucial, tanto para el terapeuta como
para el psicólogo social, pues esta aparente tensión entre dos esferas
(individuo-sociedad), en realidad, podría ofrecernos claves para abordar
nuestros sujetos de estudio ya sea que nos dediquemos a la terapia o al
análisis de grupos más grandes.
Es necesario señalar que tanto en individuos como en grupos, hay
tendencias al cambio, son los procesos de cambio lo que me gustaría
estudiar más a fondo, en particular aquellos que suceden como fenómeno
social, y aunque es necesario echar mano de disciplinas como la historia, la
antropología, la sociología e incluso la política, el realizar estudios e
investigación desde la perspectiva de la psicología social será mi prioridad.
En el corto plazo me gustaría hacer una maestría relacionada al tema
de adicciones, ya que es un campo de investigación que además de mostrar
importantes avances en las últimas décadas, ha generado muchas más
preguntas que respuestas, en torno al papel de algunas sustancias a nivel
neurológico, en la construcción de hábitos, así como su relación con
problemas como la deserción escolar, el embarazo adolescente y el
incremento en su consumo por parte de grupos de riesgo, como son
homosexuales precarizados, trabajadoras sexuales y personas de la tercera
edad.
También, como psicóloga social me interesa que el trabajo de
investigación que realice en mi carrera tenga repercusiones tanto en el
debate público, donde se toman las decisiones sobre políticas públicas, como
en el campo de lo “privado” donde las familias puedan encontrar una guía,
orientación o información que les facilite la toma de decisiones para construir
planes de vida más saludables, por lo cual no puede desvincular el análisis
de las causas materiales y sociales (medio) de las necesidades terapéuticas,
psicológicas y de bienestar mental de los individuos, que por lo general están
condicionadas a causas materiales subyacentes, tanto económicas como
aquellas que orbitan en la esfera de lo jurídico y que podrían deberse a
violaciones, tortura, maltratos, etc., pero que se tienen que tener en cuenta
para poder dar una correcta orientación al paciente, así como un análisis
integrador para el investigador.
En el mediano plazo tengo como propósito ejercer como
investigadora social, ya sea a través de una asociación, institución
gubernamental o desde la propia universidad, esto para impulsar políticas,
programas de investigación, protocolos y, desde luego, divulgación en torno
al problema de adicciones.
Para lograr esto la labor de campo no será excluyente de la labor de
investigación teórica, por el contrario para mejorar mis habilidades de
investigación he decidido trabajar sobre mi dominio del idioma inglés, así
como para acercarme a plataformas bilingües (principalmente dentro de la
academia, pero también dentro de medios impresos como semanarios,
revistas, periódicos, libros, y desde luego medios digitales, ya sea como
autora o como lectora de las discusiones públicas más recientes dentro de mi
área de interés profesional.
La labor social exige preparación multidisciplinaria, no soy ajena a los
diplomados sobre mediación de conflictos, ni a los altercados en la labor de
campo, sé que las personas para las que pretendo trabajar, estudiar e
investigar, están atravesadas por muchas situaciones críticas, a veces más
de una, que pueden llevar a una persona a tomas de decisiones que las
afectan directamente, porque el contexto que los rodea no les permite otra
alternativa, por eso hay que construir esas alternativas, desde todas las
opciones posibles.
Las personas son inteligentes, han construido sus propias
instituciones de seguridad social, como lo son los grupos AA, las reuniones
sinodales en las organizaciones religiosas, las pláticas con amigos, algunas
de estas instituciones de carácter puramente aversivo como los llamados
“Anexos”, y otras que han sido más normalizadas en los años recientes
como lo son la ayuda psicológica y la psiquiátrica. Lo importante para mi es
canalizar a las personas que por diferentes circunstancias, aunque un buen
número de ellas son de carácter económico, no se han acercado a las
instancias psicológicas que están a su alcance, o en todo caso trabajar para
que estas instancias estén al alcance de dichas personas.
Y e que lo que solemos llamar cotidianidad, representa otro de mis
grandes intereses profesionales y académicos, esto que llamamos “vida
diaria” es en realidad una serie de cosas, ya sean materiales o intangibles,
que damos por sentadas, pero que tienen su propio peso en el desarrollo de
la personalidad, hábitos, así como en la toma de decisiones.
Cosas tan simples que pueden llevar a una persona a tener una
buena higiene bucal pero un calzado descompuesto o viceversa, un calzado
nuevo pero una higiene bucal deteriorada, y que podría explicarse en el
primer caso a razón de que dicha persona tenga acceso gratuito a higiene
bucal, pero no suficiente dinero como para comprarse zapatos, mientras que
en el segundo por el contrario podría indicar carencia de acceso a la salud
pública o algo que le impide acercarse a su centro de salud, como trabajo,
escuela, familia, etc, y que compra su calzado barato pero de mala calidad.
Este ejemplo aunque sencillo revela la condición del trabajo que pretendo
realizar.
Rubricar a través de instrumentos de parametría lo que puede ser
cuantificado es esencial para el rigor científico en la consignación de datos y
construcción de modelos, lo cierto es que la parte cualitativa de un caso es
igual de importante, sin que esto implique involucrar emociones claro, lo
conducente es estar capacitado para canalizar a los sujetos que así lo
requieran a las distintas instituciones que necesiten, desde centros de salud,
instancias jurídicas (pienso particularmente en violencia intrafamiliar y de
género), instituciones educativas y desde luego instancias psicológicas, así
como una labor de contención emocional si alguna de las personas entra
crisis. Todo ello es parte integral de la labor del psicólogo social y por ello
pretendo seguir profecionalizándome en cada disciplina que ayude a mi
proyecto de vida, que es la labor social.
La reciente crisis sanitaria por la Pandemia de Covid 19 nos introdujo
en las bondades de la era digital, para aquellos que disponíamos de acceso
a internet, techo, comida y desde luego electricidad (y por añadidura un
trabajo que nos permitía mantenernos resguardados, o por lo menos a parte
de la familia), pero si algo fue mediatizado se trata de las carencias,
dificultades y desafíos a los que todos nos enfrentamos, pero sobre todo la
de aquellos que menos tenían. Lo cual nos obligó a aceptar que no podemos
dar por sentado nada de lo que tenemos, y, por otra parte, dejó al
descubierto nuestra impotencia para ayudar a otros, especialmente cuando
no podíamos salir sin arriesgar nuestra propia salud.
Es así que ante la impotencia, la indiferencia parece que se ha
convertido en una nueva virtud. Fue en esta época de confinamiento en que
nos vimos obligados a aislarnos que la virtualidad nos mantuvo conectados,
pero también frustrados, pues si bien las ventajas de las reuniones virtuales
para el trabajo y la escuela resultaban cómodas, lo cierto es que con el paso
del tiempo esta aparente interminable dinámica agotó a todos y terminó por
frustrarnos aún más, y hacer que muchos deseáramos el regreso a
actividades presenciales a pesar del riesgo, quizá por el carácter gregario de
nuestra especie.
Si bien la virtualidad es una herramienta poderosa que simplifica
nuestra vida en muchos sentidos, también queda claro que se trata de una
herramienta/arma, pues podría darnos una falsa sensación de completud,
cuando lo que hace en realidad es agotar nuestra corteza pre-frontal por un
exceso de recompensas secundarias. Este agotamiento cognitivo fue
particularmente estudiado durante la pandemia por la Covid-19, y dejó en
claro la necesidad que como seres humanos, y mamíferos, tenemos de
interactuar con el medio y el grupo.
En muchos sentidos la virtualidad nos ha alejado de la tarea de
investigar nuestro comportamiento, el cual proviene de un grupo tan
fundamental como heterogéneo, a saber la familia, de la cual aprendemos lo
que se convertirá en nuestro esquema moral, ideológico y de hábitos, sin
importar si esto es en beneficio o perjuicio de sus miembros. Ahora que las
restricciones contra la Covid 19 se han levantado parcialmente y que la
situación empieza a normalizarse, es pertinente evaluar cómo ha afectado
este suceso al desarrollo de la vida familiar, su dinámicas y estrategias como
grupo para afrontar dicha crisis, así como para diagnosticar áreas de
oportunidad para el labor social, las instituciones y el estado.
Sólo volviendo al origen de la existencia del ser humano en sociedad,
es decir a la familia, podremos entender mejor ciertas dinámicas de grupo,
desarrollo y comportamiento del individuo y su relación con el medio, ya que,
si bien cada grupo tiene sus propias reglas, ritos y tradiciones,también
esperamos encontrar constantes que nos faciliten abordar el estudio de
fenómenos más amplios, así como encontrar soluciones a problemáticas que
pueden acontecer de manera paralela en el núcleo familiar-tribal, como en
grupos más grandes, pero igualmente heterogéneos.
El estudio de la familia no es un baladí, sino la base de la sociedad,
algo que ha sido repetido lo mismo por políticos que por pedagogos, es en
este grupo donde el individuo aprenderá sus valores, su ideología, su manera
de enfrentar los problemas, conceptos clave de la vida en sociedad, como
justicia, responsabilidad, pero también afecto, decepción y soledad. Y es que
la familia es la institución de seguridad social más importante, al menos en
nuestro país, pero también en muchos otros. Por ello es prioritario estudiar
sus problemas y buscar soluciones de manera conjunta, a distintos niveles
de competencias según lo dicten las pautas jurídicas. En todo caso la labor
de la psicología social es estudiar estos mecanismos, sus impactos y el
diseño de propuestas.
Es por todo esto, que en el futuro me gustaría constituir un centro de
ayuda social para las personas que salen de los orfanatos, que no saben a
dónde ir, víctimas de violencia intrafamiliar y machista, ya que considero que
la intervención directa y temprana es la mejor manera de dotar a mis futuros
pacientes de herramientas que les permitan tener una mejor calidad de vida,
pues como he dicho antes, muchas personas buscan ayuda, aunque esta no
siempre es accesible.
Me es de particular interés el seguimiento de los casos que se
encuentren en los extremos, por un lado aquellos que logren formar parte
orgánica de su comunidad, ya sea ingresando a una universidad, haciendo
trabajo social o retribuyendo de alguna manera, y, por otro lado, aquellos
casos en donde la adversidad persista, ya que es en estos casos donde más
podemos aprender para perfeccionar métodos de terapia y de políticas
públicas, además de la posibilidad de tejer redes que a su vez ayuden a la
reconstrucción del tejido social, como podría ser conectar a los primeros con
los segundos. Lo cual rompería ciclos de violencia en comunidades, además
de hacer protagonistas de dichos procesos a los propios involucrados.
Como he mencionado antes, centraré mis esfuerzos en el estudio del
individuo y su relación con el grupo, en la estructura más básica de la
sociedad, a saber, la familia, pues lo hábitos, conductas y sentimientos que
se cultivan en nuestra infancia nos afectarán en un futuro, esto puede
resultarnos una obviedad, pero ¿qué pasa entonces con las personas que no
sólo no tuvieron oportunidades, sino que incluso no tuvieron familia? Como
psicóloga social me gustaría dedicar esta parte de mi carrera a la búsqueda
de soluciones a algunos de los problemas más importantes que en este tipo
de situaciones se presentan.
Antes he mencionado las diferencias en nuestra forma de enfrentar la
pandemia del Covid 19, destacando que no todos tuvimos la oportunidad de
acceder a internet y realizar trabajo de manera remota, o asistir a clases,
incluso muchas personas migraron de sus departamentos y habitaciones
rentadas a casa de sus padres, debido a la crisis económico que
atravesamos, pero hay todavía grupos más vulnerables por los que casi
nadie se ocupa, uno de ellos es de los expósitos, quienes además de las
eveidentes carencias materiales en que se encuentran, también están
expuestos a maltratos, como lo son los labores, los sexuales, de tortura,
explotación y tantos más como su frágil condición jurídica, económica y de
desamparo lo permite.
Desde siempre ha sido de mi interés él averiguar porque la sociedad
se comporta y reacciona de ciertas maneras a ciertos estímulos. Más allá de
la simple comprensión de estas cuestiones o del ejercicio intelectual estéril,
mi deseo es ayudar tanto al individuo como a la sociedad en su conjunto a
encontrar respuestas más concretas y asertivas, sobre todo a los estímulos
negativos que nos afligen todos los días, pues el conocimiento sin propósito
no ayuda ni al paciente hipotético, ni al profesionista erudito, en cambio lo
importante es darle un uso práctico, es en este sentido que las posibilidades
que nos ofrece la psicología para ayudar a las personas, a la sociedad y al
mundo, son indispensables.
A lo largo de mis estudios en psicología, he observado que a la
sociedad le fascina imaginar que tiene el control completo de su destino y
que son capaces de planear con plena conciencia el curso de sus vidas,
herencia, quizá, de las ingenierías sociales del siglo XX, y de la fantasía del
dominio del hombre sobre la naturaleza y sobre su propia naturaleza,
ignorando el hecho de que sus pensamientos y, sobre todo, sus emociones
son en la gran mayoría de los casos las que más dominan el momento de
tomar decisiones, lo cual resulta paradójico para aquel que quieren dominar
las variables, pero no es dueño de sus emociones.
Este último hecho no tiene porque ser estrictamente negativo, pero
tristemente son pocas las personas que pueden tomar una decisión
completamente racional tomando en cuenta el nivel en que las emociones y
los sesgos mentales afectan este proceso. Por lo que uno de mis objetivos
como psicóloga es ayudar a las personas a comprender mejor sus
emociones y la forma en que su mente trabaja, en este contexto me inclino
más hacia la psicología social, pues si bien la psicología clínica es hoy en día
la que se encarga de tratar estos temas por la utilidad que ha mostrado a lo
largo de las últimas décadas.
Sin embargo, es esta misma “disciplina” la que peca de condenar al
individuo como el único culpable de sus circunstancias, cuando la realidad es
que nos vemos obligados a indagar sobre el contexto del paciente, (sujeto),
pues sólo así podremos saber qué herramientas podemos ofrecerle para que
pueda transformar sus condiciones, así como asumir sus emociones. En este
sentido, es necesario flexibilizar nuestra pedagogía y nuestra manera de
ofrecer herramientas a los pacientes, si bien hay distintas corrientes, lo cierto
es que si una situación como psicólogos nos supera, es nuestra obligación
canalizar al paciente con alguien cuyo perfil sea más óptimo para atender el
caso, pero en cuanto a la labor del psicólogo social, la situación resulta más
compleja, pues es justamente en esas crisis donde debemos centrar nuestra
atención, para diseñar herramientas, que en muchos casos pueden no tener
precedentes. (Pienso en especial en instrumentos de parametría, muchos de
los cuales no han sido diseñados).
Esta cualidad, también es la que constituye su mayor limitante y es
donde la psicología social encuentra su potencial. Ir más allá del individuo y
estudiar su trasfondo a profundidad tomando en cuenta hechos importantes
como el contexto social en el que se desarrolla, los roles que cumple el
individuo en determinados grupos y cómo cambia el comportamiento del
mismo con cada una de las diferentes personas de su entorno, nos permite
tener una visión más amplia y un diagnóstico más certero.
Esto es comparable a la historia clínica de un paciente, el cual basada
en mi propia experiencia, es un elemento imprescindible para comenzar
cualquier ensayo clínico. En los ensayos clínicos que he tenido la
oportunidad de realizar es considerada una buena práctica médica el instruir
al paciente claramente y con todo lujo de detalle sobre los beneficios y sobre
todo los posibles riesgos que conlleva someterse a dicho ensayo, en este
tenor considero que es necesario reformular la forma en la que la psicología
clínica se lleva a la práctica, pues si bien la psicología clínica posee un gran
potencial para el paciente, este rara vez en instruido en los posibles riesgos
que conlleva el tomar terapia, que si bien muchas veces resulta en un gran
apoyo para el paciente, rara vez es advertido sobre los posibles eventos
adversos que podrían ocurrir, esto es muy preocupante, sobre todo cuando
se trabaja en conjunto con la psiquiatría, pues recetan fármacos sin
comprender del todo la etiología de los trastornos del paciente.
En este mismo punto, considero que una de las tareas más
importantes del psicólogo social es combatir el higienismo que se ha
instalado en muchas de nuestras instituciones públicas, principalmente
escuelas, hospitales y Centros de Reinserción Social. Este higienismo trabaja
bajo el supuesto de que el paciente es tonto o ignorante, pero además de
entorpecer la atención al paciente, así como la investigación, atenta contra
los derechos del usuario. Estas constantes violatorias a una atención digna
pasan por alto porque no tienen el apoyo de otros profesionales, medios ni
ningún otro actor que pueda ofrecerle ayuda.
Antes he hablado de las diversas opciones que la gente ha creado,
con buenas intenciones en algunos casos, pero en todos ellos (tanto con
buenas como con malas intenciones) sin preparación profesional o con
intereses económicos que superan la integridad de los profesionales.
Combatir el higienismo, es en gran medida una lucha contra la
discriminación, a veces por el color de piel, la situación económica, el género,
la orientación sexual, la profesión u oficio (prostitutas y ex convictos son
víctimas asiduas del acoso por parte de algunos servidores públicos, entre
ellos trabajadores del sector salud), la edad (etarismo), la condición
migratoria, etc., pero en todo caso es un esfuerzo que requiere una
conciencia plena de las múltiples transversalidades por las que un paciente
puede recibir una mala atención, y el hacer conciencia de ello entre colegas
profesionales, autoridades, pero sobre todo entre pacientes, nos acercará
más a un mejore desempeño de terapuetas, psicólogos sociales y el propio
tejido social.
Espero poder ejercer esta carrera y retroalimentarla en un futuro con
más investigaciones, compartir mi conocimiento para que en un futuro las
siguientes generaciones que vienen detrás de mi les crezca la curiosidad de
saber más acerca del comportamiento social, también es importante
mencionar que siendo la psicología una ciencia se tiene que ir actualizando
día con día para que pueda crecer y proveer más información acerca del
cómo funciona un grupo.
Una de mis principales motivaciones para elegir Psicología Social ha
sido mi propia experiencia en situaciones de vulnerabilidad, que no merece la
pena detallar, pero que coinciden con experiencias reflejadas en los medios
de comunicación, estadísticas oficiales y el diagnóstico de investigaciones,
así como de diversas opiniones de intelectuales de todas las disciplinas, que
señalan la vulnerabilidad de ciertos grupos y la emergencia de trabajar para
cambiar las situaciones en que viven y son atendidas por el estado, incluso
me ha llevado a reconocer que muchas de las tareas pendientes en esta
área dependen de diferentes actores sociales, entre ellos nosotros los
psicólogos sociales.
He hablado antes de la necesidad de crear nuevos instrumentos
paramétricos, pero también es necesario echar mano de instrumentos ya
existentes, que son atendidos por la geografía social, estos son los estudios
econométricos, los cuales revelan las situaciones socioeconómicas de una
población, su comportamiento en relación a sus gastos, la periodización de
los mismos y el tipo de compra, a saber si fue una transacción en efectivo,
con tarjeta de débito o con tarjeta de crédito, así como la infraestructura de
las zonas estudiadas, el acceso a grupos con movilidad disminuída,
capacidades diferentes, embarazadas, escuelas, fuentes de trabajo,
movilidad, etc., todo lo cual es necesario considerar siempre que se pretende
desarrollar un método de investigación en la labor del psicólogo social.
Poner estos datos sobre la mesa implica reconocer la importancia de
las causas materiales de las principales problemáticas sociales, que a su vez
derivan en muchas de las crisis psicológicas de una población y desde luego
de una persona. A su vez, reconocer la importancia de las causas materiales
implica la necesidad de estudiar y comprender el medio en el que la persona
se desarrolla. Sólo así podremos ayudar a aquellos para quienes estamos
dedicando nuestra carrera, como psicólogos sociales.
Atender los variables cuantitativas es imprescindible, como hemos
visto estas determinan en gran medida al sujeto, y desde luego atender el
factor cualitativo, a saber el factor psicológico en la persona podrían ofrecer
nuevas oportunidades, tanto a la persona como a su medio, es decir su
comunidad y el lugar donde esta vive.
No me considero una especie de héroe, ni mucho menos, sino que
reconozco la necesidad de cambiarlas condiciones en las que vive la gente,
por eso he decidido estudiar psicología social, la mejor manera de hacerlo es
seguir profecionalizándome, seguir con mi educación a nivel maestría y
doctorado, realizar pasantías, seguir en contacto con la clínica, tomar
diplomados, seminarios, así como mantenerme actualizada en mi área de
especialidad, pero también en aquellas que puedan darme herramientas
prácticas y profesionales, incluso aquellas que no se relacionen
estrictamente pero que me ofrezcan una oportunidad de capacitarme para
conseguir más rápido y mejor con mis metas.
En este mismo sentido me gustaría hacer estancias de investigación,
participar en protocolos de investigación, así como simposios y conferencias
sobre la labor de la psicología social, razón por la cual también me gustaría
practicar la docencia en algún futuro, pues además de compartir y guiar a
colegas a cumplir sus objetivos, considero que la experiencia en el aula abre
horizontes que otras áreas de trabajo no.Ya sea por el ambiente estimulante
de compartir y debatir ideas, el desafío de organizar, estructurar y exponer
una clase, así como el de rubricar calificaciones, o por el ejercicio de
autoconocimiento que implica prepararse para dar clase y que a su vez me
advertirá mis debilidades y mis áreas de oportunidad, tanto como para ser
una mejor docente, como para ser mejor psicóloga social.
La labor comunitaria no consiste sólo en crear comedores, limpiar
parques los domingos, organizar asambleas de barrio, desde luego eso es
imprescindible, pero también el hecho de que uno de sus miembros consiga
un espacio donde se vean reflejadas las necesidades de los miembros de
dicha comunidad, es en razón de ello que parte de mis motivos son llevar
dichas preocupaciones al campo de la investigación, no sólo las de aquellas
personas que me rodean, sino de personas que vivimos en circunstancias
similares y cuya experiencia puede confirmar o refutar propuestas y modelos,
pero que en ambos casos, tanto en la aceptación o rechazo de una idea, nos
acerca más a corregir lo que merece ser corregido y recular sobre aquello en
lo que no hemo equivocado. En gran medida debo esto a mi familia, a mi
comunidad, incluso a mis adversidades, pues sin ellas no habría llegado a
ser lo que soy, y espero ayudar a que muchos otros más puedan sentir y
decir lo mismo.
Finalmente debo decir que la elección de mi carrera no sólo es parte de mi
desarrollo personal, sino parte clave en el desarrollo de mi plan de vida. Esto
es algo para lo que me he preparado los últimos años y por lo que pienso
seguirme preparando en el futuro, como estudiante tuve retos, como los he
tenido por ser mujer y mestiza, y sé que todos los retos son oportunidades
que nos ponen a prueba contra nosotros mismos, sólo que no todos tienen
las herramientas materiales, ni psicológicas para hacerle frente a las diversas
circunstancias, por eso mismo quiero ayudar a la gente para que se haga de
esas herramientas, pero también para influir en las estructuras que limitan a
la población en sus distintas capas, a través de una perspectiva
interseccional, que considere la diversidad etárica, de género, de orientación,
de color, de posibilidades económicas y étnica, porque todos tenemos
derecho a la salud mental.

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