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EJERCICIOS ESPIRITUALES

03 – Reglas de discernimiento (I)


Consolación y desolación

1. Comportamiento de Dios y del demonio con los que comienzan la vida espiritual
[314] 1ª regla. La primera regla: en las personas que van de pecado mortal en pecado mortal,
acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciendo imaginar
delectaciones y placeres sensuales, para conservar y aumentar sus vicios y pecados. En las mismas
personas, por el contrario, el buen espíritu les hinca y remuerde la conciencia.
[315] 2ª regla. La segunda: en las personas que van intensamente purgando sus pecados, y en el
servicio de Dios nuestro Señor de bien en mejor subiendo, sucede al contrario. Porque entonces es
proprio del mal espíritu morder, entristecer y poner impedimentos, inquietando con falsas razones,
para que no siga mejorando. Por el contrario, es proprio del buen espíritu dar ánimo y fuerzas,
consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos los impedimentos
para que el alma siga en el bien obrar.

2. Saber distinguir Qué es consolación y desolación


[316] 3ª regla. La tercera regla es acerca de la consolación espiritual. Llamo consolación cuando
en el alma hay algún movimiento interior que causa que se inflame en amor a Dios, y que por ello
ninguna cosa sobre la tierra parece que pueda amar por sí mismo, sino solamente por Dios.
También, cuando tiene lágrimas motivadas por amor al Señor, o por el dolor de sus pecados, o
recordando lo que sufrió en su Pasión, o de otras cosas que están ordenadas a su servicio y
alabanza. Finalmente, llamo consolación a todo aumento de esperanza, fe y caridad y todo gozo
interno que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propria salud del alma, sosegándola y
pacificándola en su Creador.
[317] 4ª regla. La cuarta es acerca de la desolación espiritual: llamo desolación a todo lo
contrario a la tercera regla. Por ejemplo, oscuridad en el alma, turbación, ganas de las cosas bajas y
terrenas, inquietud como teniendo el alma agitada y tentada, llevando a dudar de la fe, sin
esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Creador. Porque
así como la consolación es contraria a la desolación, de la misma manera los pensamientos que
salen de la consolación son contrarios a los pensamientos que salen de la desolación.

3. Cómo actuar en la consolación


[323] 10ª regla. El que está en consolación piense que luego vendrá la desolación y tome nuevas
fuerzas para entonces.
[324] 11ª regla. El que está consolado procure humillarse cuanto pueda, pensando lo poco que es
uno mismo cuando está en desolación si no tuviera la consolación que actualmente tiene. Y por el
contrario, cuando estés en desolación piensa que puedes mucho con la gracia suficiente de Dios
para para resistir a todos sus enemigos, tomando fuerzas de tu Creador y Señor.

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4. Cómo actuar en la desolación, para sacar buen fruto


[318] 5ª regla. En tiempo de desolación nunca cambiar de propósito, sino estar firme y
constante en ellos. Perseverar en la determinación que había tomado antes de esa desolación o
cuando hizo el propósito estando en consolación. Porque así como en la consolación nos guía y
aconseja más el buen espíritu, así en la desolación nos aconseja el malo, con cuyos consejos no
podemos tomar camino para obrar bien.
[319] 6ª regla. Dado que en la desolación no debemos mudar los primeros propósitos, más
ayuda mucho el hacer contra a esa misma desolación. También ayuda el hacer más fuerza en la
oración, meditación, en examinar la conciencia y en hacer convenientemente un poco más de
penitencia.
[320] 7ª regla. El que está en desolación, considere como si el Señor le ha hubiese dejado con
sus solas fuerzas naturales para resistir a las agitaciones y tentaciones del enemigo. Porque de
hecho, podrá resistir pero con el auxilio divino, el cual siempre tendrá, aunque no lo sienta. Lo que
ha sucedido es que el Señor ha quitado el fervor sensible anterior, gracia intensa y el amor
encendido que tenían antes, y solamente les ha dejado la gracia suficiente para la salvación.
[321] 8ª regla. La octava: el que está en desolación, trabaje en la paciencia, lo que es contrario a
las tentaciones que le vienen y piense que será rápidamente consolado si es que actúa con diligencia
contra la desolación, como dice la sexta regla.
[322] 9ª regla. Por tres causas principales puede ser que nos encontremos en desolación: la
primera es por ser tibios, perezosos o negligentes en nuestros ejercicios espirituales, ya que así se
perdemos la consolación espiritual. La segunda, porque Dios quiere probarnos cuanto le deseamos
servir y alabar sin tener a cambio consolaciones y gracias especiales. La tercera, para que nos demos
cuenta que si tenemos devoción crecida, amor intenso, lágrimas o alguna otra consolación
espiritual, no es por nuestro esfuerzo sino que es don y gracia de Dios. Así, nos cuida de que no
caigamos en soberbia o vanagloria atribuyéndonos a nosotros la devoción o la consolación
espiritual.
[325] 12ª regla. Es proprio del enemigo perder ánimo, debilitarse y dejar de tentar cuando la
persona se ejercita en las cosas espirituales poniéndole el rostro a las tentaciones, haciendo lo
“diametralmente opuesto”. Por el contrario, si la persona comienza a tener miedo y amilanarse
frente a las tentaciones, “no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de natura
humana, en prosecución de su dañada intención con tan crecida malicia”.
[326] 13ª regla. Así mismo, se hace como enamorado que no quiere ser descubierto. Porque
así como uno que se propone a “hija de buen padre o mujer de buen marido”, quiere que sus
palabras y susurros sean secretos; y más bien, se molesta cuando la hija o la mujer delata frente al
marido sus intenciones depravadas porque se da cuenta que no podrá salirse con la suya, así
también cuando el demonio trae sus astucias y susurros al alma, quiere que se mantengan en
secreto. Pero cuando se las descubre a un buen confesor o a otra persona espiritual que conozca de
esos engaños y malicias, se molesta, porque se da cuenta que no podrá salirse con la suya al ser
descubiertos sus engaños.

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[327] 14º Así también, se hace como alguien que quiere conquistar un castillo, combatiéndolo
por la parte más débil. Va rodeando el alma como un castillo, evaluando todas las virtudes
teologales y morales para encontrar su parte más débil.

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