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EJERCICIOS ESPIRITUALES

05 – Pecados propios
1. Oración
[46] Oración. La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor para que todas mis intenciones,
acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.

2. Composición de lugar
1.º preámbulo. El primer preámbulo será la misma composición. [La del ejercicio anterior]
[47] 1.º preámbulo. El primer preámbulo es composición viendo el lugar. Aquí es de notar que en la
contemplación o meditación visible, así como contemplar a Christo nuestro Señor, el qual es visible, la
composición será ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo donde se halla la cosa que quiero
contemplar. Digo el lugar corpóreo, así como un templo o monte, donde se halla Jesu Christo o nuestra Señora,
según lo que quiero contemplar. En la invisible, como es aquí de los pecados, la composición será ver con la vista
imaginativa y considerar mi ánima ser encarcerada67 en este cuerpo corruptible y todo el compósito68 en este
valle, como desterrado entre brutos animales; digo todo el compósito de ánima y cuerpo.

3. Petición
2.º preámbulo. El segundo es demandar lo que quiero; será aquí pedir crescido y intenso dolor y lágrimas
de mis pecados.

- Crecido: un dolor que ha ido creciendo y creciendo y se ha hecho grande. El fruto del
primer ejercicio era la vergüenza y confusión, el de éste será dolor y contrición.

4. Puntos
4.1 Recordar los pecados
[56] 1.º puncto. El primer puncto es el processo de los pecados; a saber: traer a la memoria todos los pecados de la
vida, mirando de año en año o de tiempo en tiempo; para lo qual aprovechan tres cosas: la primera, mirar el
lugar y la casa adonde he habitado; la segunda, la conversación que he tenido con otros; la tercera, el officio en
que he vivido.

Proceso de los pecados. No dice «examen», que se refiere sólo a la memoria 'Y al entendimiento y
tiene como fin el que se descubran los pecados. Habla de proceso, «que supone el ir contemplando y
ponderando una muchedumbre de pecados que se van sucediendo sin cesar, Jo que dispone mucho
más para la confusión y el dolor» (DENIS, p.360) . Además, como Ponlevoy indica, tiene este punto
un sentido judicial. «Se levantan los testigos acusadores y el alma no puede recusar ni uno solo, ya
que a las deposiciones que vienen de fuera se junta necesariamente el grito de la conciencia, que las
confirma» (p.94). Es interesante uno de los puntos que quiere Suffren se considere : «Cómo te
comportas hacia la Iglesia de la que eres miembro», y Bfeiffersberger, «las negligencias sobre todo
en el cumplimiento de estado». La mayoría de los Directorios insisten en que no se haga aquí un

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examen como para la confesión. Quieren decir con esto que no se trata tanto de analizar los
pecados cuanto de auscultar el estado habitual del alma.

4.2 Valorar la gravedad de mis pecados


[57] 2.º puncto. El segundo: ponderar los pecados mirando la fealdad y la malicia que cada pecado mortal
cometido tiene en sí, dado que no fuese vedado.

Cada pecado mortal (n.57). Según Calveras, «cada» pecado significaba en la terminología de la
época, como se ve en los Confesionales que usó San Ignacio, «cada clase de pecado», es decir, lo que
actualmente llamamos pecados capitales (Archiv. Hist. S. I. 17 [1948] p.69, y MANR 24 [195 2] 177-181).
Según esto, San Ignacio no se refería directamente a los pecados mortales o veniales que son la
causa del estado pecaminoso del alma. El aplicarlo a los pecados y faltas actuales no sería una
adaptación particular, sino que constituiría el sentido y la razón misma de la meditación.

Dado que no fuese vedado. San Ignacio quiere llegar a la malicia intrínseca del pecado, y, dada su
táctica habitual, quiere impedir que el ejercitante se distraiga en cosas secundarias. Así como en la
anterior meditación ha querido considerar un solo pecado, para que la atención se dirigiese al
hecho del mismo pecado y se prescindiese de circunstancias distractivas, como el número, así ahora
quiere que se vaya directamente a lo que constituye la esencia de la maldad misma y de la
deformación y se haga abstracción de aspectos secundarios, que se temen a veces más por tener
efectos externos mayores, como el castigo doloroso.

4.3 Recordar que no soy nada


[58] 3.º puncto. El tercero: mirar quién soy yo diminuyéndome por exemplos: 1.º, quánto soy yo en comparación
de todos los hombres; 2.º, qué cosa son los hombres en comparación de todos los ángeles y sanctos del paraíso;
3.º, mirar qué cosa es todo lo criado en comparación de Dios: pues yo solo ¿qué puedo ser?; 4.º, mirar toda mi
corrupción y fealdad corpórea; 5.º, mirarme como una llaga y postema86 de donde han salido tantos pecados y
tantas maldades y ponzoña tan turpíssima87.

Dos principios:
1) Que el pecado mortal es ofensa o injuria de la criatura contra Dios, como lo enseña la fe.
2) Que cualquier ofensa crece por la mayor vileza del que la comete y por la mayor dignidad del que
la recibe» (FERRUSOLA, p.354 n.10) .

4.4 Recordar quién es Dios


[59] 4.º puncto. El quarto: considerar quién es Dios, contra quien he pecado, según sus atributos,
comparándolos a sus contrarios en mí: su sapiencia a mi inorancia, su omnipotencia a mi flaqueza, su justicia
a mi iniquidad, su bondad a mi malicia.

Considerar quién es Dios (n.59). «San Ignacio nos va guiando al conocimiento de Dios, que está
infinitamente sobre nosotros, por el conocimiento de lo que está dentro de nosotros».

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(LA PALMA, 1.3 c.5; II p.36). Va haciendo de los mismos pecados «escalera para subir al
conocimiento de Dios».
4.5 Admirarse de cómo no me ha absorbido el infierno
[60] 5.º puncto. El quinto: esclamación admirative con crescido afecto, discurriendo por todas las criaturas,
cómo me han dexado en vida y conservado en ella; los ángeles como sean cuchillo de la justicia divina, cómo me
han suffrido y guardado y rogado por mí; los santos cómo han sido en interceder y rogar por mí, y los cielos, sol,
luna, estrellas y elementos, fructos, aves, peces y animales; y la tierra cómo no se a abierto para sorberme,
criando nuevos infiernos para siempre penar en ellos.

Exclamación admirativa (n.61). Aquí se revela «el aspecto socio-cósmico del pecado en su fuerza
disociadora. Si el pecado de Adán disolvió la unidad y armonía entre los hombres y Dios, de los
hombres entre sí y en el interior de cada hombre, ahora el pecado tiende a disolver el mismo Cuerpo
místico, sobre todo por su oposición a la Cabeza y, en consecuencia, a los miembros.
El miembro pecador quiebra la caridad que le une a la Cabeza y a los demás miembros, y, al
convertirse en un miembro canceroso, se independiza del organismo y tiende a propagar la
gangrena en todo el organismo, al que, por otra parte, priva de su debida contribución positiva a la
salud espiritual integral.

- Nuestro pecado repercute en todo el Cuerpo Místico.

5. Coloquio
[61] Coloquio. Acabar con un coloquio de misericordia, razonando y dando gracias a Dios nuestro Señor, porque
me ha dado vida hasta agora, proponiendo enmienda con su gracia para adelante. Pater noster.

Los tres coloquios de la repetición [62]

«Las tres gracias que son objeto de las tres plegarias encierran la conversión total y producen,
según la frase evangélica, el fruto digno de la penitencia» (PONLEVOY, p.102).

[63] 1.º coloquio. El primer coloquio de Nuestra Señora, para que me alcance gracia de su Hijo y
Señor para tres cosas: la 1.ª, para que sienta interno conoscimiento de mis pecados y
aborrescimiento dellos; la 2.ª, para que sienta el desorden de mis operaciones, para que,
aborresciendo, me enmiende y me ordene; la 3.ª, pedir conoscimiento del mundo, para que
aborresciendo aparte de mí las cosas mundanas y vanas, y con esto un Avemaría.

Se piden simultáneamente las dos cosas. Mutuamente se complementan. Sin conocimiento no se


puede detestar nada n i formar un propósito de enmienda. Pero, dada la atracción que ejercen las
causas del pecado, no basta el conocimiento. Hace falta neutralizar la afección al pecado con un
afecto contrario, es decir, es necesario un trasvase de afectos. Es lo que realiza el aborrecimiento. Si
el Señor hace la gracia de cambiar la atracción en repugnancia y de que donde había antes afección

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a una cosa sobrevenga el aborrecimiento, entonces se ha quitado de raíz la causa del mal. La ocasión
será en adelante estímulo no para el pecado, sino para la virtud.
Esto no se puede realizar sin un conocimiento interno, es decir, que llegue a lo más íntimo de la
personalidad y a la raíz misma del mal, «que lleguemos a conocer cómo nos hemos separado del fin
y abusado de las criaturas» (LE GAUDIER, p.141). El conocimiento debe ser «tan profundo y
penetrante que del entendimiento pase al corazón» (PoNLEVOY, p.102). Porque sólo un
conocimiento de esta índole «pasa desde la mente al corazón, y del corazón trasciende a la
sensibilidad, y entonces no sólo poseemos conocimiento, sino que éste se apodera de nuestro ser»
(ibid., p.102). Es un conocimiento vital que se transforma en aborrecimiento. El ideal sería “un
aborrecimiento íntimo que afecte a la sensibilidad hasta convertirse en instintivo” (NONELL,
Ejercicios p.163). Es «la razón de por qué San Ignacio usa la palabra «sentir». No puede reducirse a
un acto meramente intelectual. Para que se dé el fin que desea el santo hay que «sentir y gustar de
las cosas internamente» (Ej. n.2).

2.º coloquio. El segundo, otro tanto al Hijo, para que me alcance del Padre, y con esto el Anima
Christi.

3.º coloquio. El tercero, otro tanto al Padre, para que el mismo Señor eterno me lo conceda, y con
esto un Pater noster.

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