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Ciclo C – Ordinario – jueves XXXIII 17 de noviembre de 2022

- Monasterio

Llora por tu conversión

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,41-44):


En aquel tiempo, aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella,
mientras decía: «Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está
escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te
sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra
sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Lc 13,34 “¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados.
Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo las alas, y no
quisiste.”

Los papás sufren más por el sufrimiento de sus hijos que por los propios.
Jesús lloró diciendo: “Mi dolor es que tú estás sufriendo”. ¿Por qué no aceptas mi amor?
Me dueles tú.
Todos los días ante nuestra infidelidad. Llora sobre nuestra dureza.

Barkley: “La tragedia consistió en que, si hubieran renunciado a sus sueños de grandeza política
y hubieran aceptado el yugo manso y humilde de Cristo, aquella desgracia nacional no había
sucedido. Las lágrimas de Jesús son las de Dios cuando ve el dolor y el sufrimiento innecesario que
los hombres se echan encima cuando se rebelan estúpidamente contra su voluntad.”

San Juan de Ávila, Carta 41: “No en vuestro parecer, hermana, sino en el de Dios os arrojad; y
pues Él sabe lo que os cumple, y cómo os va, y cómo os irá, no andéis vos muerta del cuidado de
ello. No podréis, con todo vuestro pensar y reventar, añadir, como dice el Evangelio, a vuestra
estatura un solo codo. ¿Para qué andáis tan en vos, pues os está mandado que os arrojéis en Dios?”
Un padre que tiene el remedio para sanar a un hijo sufriente, lo único que quiere es que se
abandone en sus brazos y se deje ayudar. Lo único que sana nuestras enfermedades es nuestra
respuesta al amor de Dios.

Arrojarnos en sus brazos para que deje de llorar.

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