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SEGUNDO PARCIAL

Nombre y apellido: Fiama Guilino Chao

Curso: 1° Año

Carrera: Profesorado de Geografía

Fecha: 09/11/2022

Instituto: ISFDyT N°6

Materia: Perspectiva Espacio Temporal Mundial


-Escriba un breve texto explicando cómo surgió el Estado en Egipto y Mesopotamia

Como surgio el Estado en la Mesopotamia:


Para saber como surgio el estado en la Mesopotamia, primero hay que remontarnos
primeramente a lo que Gordon Childe llamó “Revolución Urbana”, a partir de esa
revolución se van dando una serie de “saltos”, hasta llegar a el “salto” más llamativo,
que es el demográfico y urbanístico, el más importante también sin duda el
organizativo, que se da entre los años 3.500 al 2.800 A.C.. El origen de la ciudad es
el origen del Estado y de la estratificación socioeconómica, es el origen de la
Historia, porque por primera vez se da una interacción completa de grupos humanos
en el interior de cada comunidad y entre las distintas comunidades organizadas a
escala más amplia, con sus respectivas estrategias para competir por el acceso a
los recursos y el control del territorio. Este “salto” también consiste en sistematizar
la separación entre producción primaria de alimento y técnicas especializadas, y
polarizar esta separación, concentrando a los especialistas en algunas poblaciones
más grandes, protourbanas, y dejando la tarea de la producción de alimentos a
aldeas dispersas. El mecanismo es bidireccional por principio, y supone una ventaja
para el conjunto de la sociedad, pero las relaciones internas se desequilibraron a
favor de los especialistas. En el vértice del núcleo especializado y urbano se sitúan
quienes desempeñan funciones administrativas y ceremoniales, que garantizan la
cohesión de la comunidad y organización de los flujos del trabajo y redistribución
que las atraviesan.
La solidaridad se convierte en orgánica y necesaria. El trabajo complementario y en
secuencia de cada núcleo familiar se hace necesario para los demás núcleos, y las
decisiones estratégicas afectan a todos, debiendo ser aceptados por todos
(convicción o coacción). La sistematización de las especializaciones laborales, su
concentración espacial y la aparición de polos de decisión son llamadas por L.
Oppenheim “las grandes organizaciones”; templos y palacios. Estos grandes
complejos arquitectónicos y organizativos son lo que distingue a las ciudades de las
aldeas, el templo es donde se organizan actividades de culto “la casa de dios”, y los
palacios, en cambio, son la residencia del jefe humano. Tanto el palacio como el
templo son lugares donde se realizan actividades administrativas, y se acumulan los
excedentes en los que se basa el mecanismo redistributivo, son también domicilios
de talleres artesanos, almacenes, oficinas de escribas y archivos. Tanto los palacios
como los templos representan el sector político.
La población se divide claramente en dos grupos ante la «gran organización»,
que se identifica con lo que nosotros llamaríamos estado. Los especialistas son lo
más selecto del estado, desde el punto de vista socioeconómico y político, pero
jurídica y económicamente son “siervos” del rey, y forman parte del estado en la
medida en que son mantenidos por él y se benefician directamente del mecanismo
redistributivo. En cambio, el resto de la población, formado por las familias de los
productores de alimento, es “libre” en el sentido de que detenta sus propios medios
de producción (tierras, ganado) y trabaja para su propio sustento; pero es tributario
del estado, al que debe ceder sus excedentes alimentarios.
Dentro del núcleo palatino, la especialización laboral está muy marcada. Está
acentuada y concentrada, la especialización del trabajo tiene algunas
consecuencias importantes. Los especialistas con dedicación plena dan un fuerte
impulso de profesionalidad y eficiencia a su trabajo, y están en condiciones de
experimentar e inventar procedimientos más racionales. Por otro lado, el trabajo
para un comprador despersonalizado y de grandes dimensiones hace que la
fabricación sea más repetitiva y homogénea, y que prevalezca la cantidad sobre la
calidad. Aparecen procesos de elaboración en serie. La sociedad de especialistas
se convierte, automáticamente, en una sociedad estratificada en clases.
Las premisas de este “gran salto” que estamos explicando sucedieron entre el 3.500
y el 3.200. La jerarquización y especialización funcional de los asentamientos es el
reflejo exterior de la nueva organización política, que sobrepasa el ámbito de la
aldea para asumir una dimensión comarcal: una ciudad capital, sede del poder
político (es decir, del palacio, del templo o templos urbanos y del núcleo dirigente) y
de la mayor parte de las funciones especializadas; una serie de centros regionales
periféricos, y un elevado número de aldeas tributarias. La urbanización se ve
acompañada de un rápido crecimiento de la población, provocando aumento de
producción alimentaria, este crecimiento global de la población, que es la
demostración del carácter positivo de la “revolución urbana”. Las concentraciones
urbanas también se caracterizan por una diversificación que
las distingue de las aldeas. La composición homogénea de estas últimas, por
núcleos familiares, se traduce en el plano urbanístico en una serie de viviendas
uniformes, de dimensiones y funciones similares. La ciudad, en cambio, con su
estratificación y diversificación funcional, tiene un aspecto urbanístico complejo. En
el centro destacan los edificios de los templos y palacios, con un aspecto exterior
muy cuidado, para impresionar a la población. Las «grandes organizaciones» de los
templos y palacios son enormes aparatos redistributivos. Los excedentes, las
retribuciones, los servicios y las mercancías se entrecruzan y compensan a unos
niveles de complejidad que dejan muy atrás a las modestas transferencias de radio
familiar y de aldea. Cuando aparecen las grandes organizaciones de la primera
urbanización, no cuentan con el instrumento de la escritura. Son precisamente sus
necesidades lo que les lleva a crearla, recorriendo en una sucesión bastante rápida
una serie de fases. La aparición de un sistema de registro escrito es la culminación
del proceso de especialización laboral y despersonalización de las relaciones
laborales y retributivas.
La especialización laboral lleva a una estratificación socioeconómica de carácter
estructural, es decir, no sólo circunstancial y cuantitativa, sino funcional y cualitati-
va. La estratificación es vertical, porque los distintos grupos funcionales acceden de
forma desigual al reparto de los recursos y a la toma de decisiones; también es
horizontal, porque los grupos privilegiados se concentran en las ciudades. En el
nivel más alto se sitúa el núcleo dirigente que monopoliza el poder de decisión y
reside en la ciudad, en la “gran organización” central De modo que la revolución
urbana conduce a la formación del estado. La formación protoestatal es un
organismo basado en la desigualdad, es la formación de un núcleo dirigente que
asume la responsabilidad de las decisiones y las ventajas de una situación
privilegiada; y formación de una ideología político-religiosa que garantiza la
estabilidad y cohesión de la pirámide de las desigualdades. El núcleo dirigente tiene
que trabajar en dos frentes, el operativo y el ideológico, que desembocan
respectivamente en la formación de una burocracia y un clero, El núcleo que
gestiona la relación con la divinidad (clero) y el que gestiona la dirección técnica
(burocracia) se sitúan muy por encima de la masa de la población productiva.
Traslada las personalidades divinas la responsabilidad de hechos
humanamente incontrolables, y a ganarse su favor con las formas antropomórficas
de la ofrenda y el sacrificio, a ahora todo esto al nivel de la organización
socioeconómica y política centralizada. La comunidad cede una parte de su
producto a las divinidades, para conseguir a cambio un comportamiento favorable
de los fenómenos naturales, también cede una parte de su producto a la clase
dirigente a cambio de los servicios organizativos y las decisiones. La sociedad se ha
diversificado por funciones especializadas, el mundo divino aparece ahora formado
por una serie de personalidades que se caracterizan por una o varias funciones y
sectores en los que intervienen. Una función crucial para el funcionamiento del
estado, es el ejercicio de la fuerza con fines defensivos y de cohesión interna. De
cara al exterior, hay que defender las riquezas y las capacidades técnicas
concentradas en la ciudad, tanto frente a otras ciudades estado como frente a
fuerzas organizadas de otra manera (nómadas, por ejemplo). Las tres funciones
distribuidas en “oficios” especializados (administración, clero y milicia) se subliman y
reúnen en la persona única del jefe de la comunidad, el rey. La función
administrativa del rey ocupa la mayor parte de su actividad diaria, como jefe del
palacio o “gran casa” gestionada como una empresa de grandes dimensiones. Le
corresponde a él tomar decisiones estratégicas, pero también la gestión corriente.
La función más llamativa es el culto: el rey se presenta como sumo sacerdote del
dios de la ciudad, el gestor humano de la empresa ciudadana por encargo del dios,
su dueño teórico. El templo, “casa del dios”, es el centro simbólico y operativo de la
ciudad, el rey es protagonista de las ceremonias colectivas, es el garante de la
buena marcha de las relaciones entre la comunidad humana y el mundo divino. Por
último, al rey se le atribuye también la responsabilidad de la defensa de la ciudad y
el pueblo frente a los ataques exteriores.
El vaso de Uruk, hallado en el complejo religioso
del Eanna de Uruk (nivel IIIa-II), constituye una de
las grandes obras del relieve sumerio. De
estructura cilíndrica, presenta en sus cuatro fajas
decoradas y en relieve muy plano una procesión
alusiva a una de las ceremonias del año nuevo: la
ofrenda de las primicias agrícola-ganaderas a la
diosa Inanna, que aparece en la faja superior
rodeada de sus símbolos sagrados.

Como surgio el Estado en Egipto:


El hombre ha reconocido al Estado como una entidad abstracta sólo desde la época
de Grecia clásica, pero su verdadera historia se remonta mucho más atrás.
Primeramente la ideología se ha convertido en uno de los grandes procesos
determinantes de la época moderna, puesto que se ocupan de cuestiones terrenales
inmediatas. Pero hay un contraste entre la ideología y la religión, y es que refleja el
punto de vista de la moderna cultura occidental; por ejemplo el islamismo y el
judaísmo. A partir de una lista completa de Turín, se podía reconstruir, siguiendo
una línea ininterrumpida, la sucesión de reyes desde el periodo en que los dioses
gobernaron en calidad de monarcas, y gracias a la exhaustividad de los datos sentir
la doble satisfacción de calcular con exactitud el periodo comprendido. Cuando la
consultase, el antiguo escriba había podido saber los años que habían transcurrido
en el mundo desde la aparición del primer dios creador y, a la vez, habría podido
observar los reyes del pasado y sus soberbios monumentos concordaban con este
mayestático esquema. La continuidad pacífica de la monarquía era la principal
imagen que proyectaba el pasado. Contemplarla de esta manera resultaba ya
satisfactorio y no consiguió suscrito un interés para escribir una historia narrativa, en
donde se hubiese hablando de las personas y de los acontecimientos en términos
que la posteridad habría entendido. Los textos únicamente documentados en
papiros, fueron las obras de elucubración literaria de elites de escribas, en parte
didácticas y en parte pasatiempo, y no tenían intención de ser planteamientos
teológicos.
Por los estudios modernos, sabemos de un periodo de inestabilidad interna que
culminó en una guerra civil entre dos familias gobernantes contemporáneas, de las
dinastías IX y XI, con sede en Heracleópolis y Tebas respectivamente. Antes del
Imperio Nuevo hubo un segundo periodo de desórdenes internos que nuevamente
culminó en una guerra civil: el periodo hicso, pero aquí las circunstancias fueron
muy distintas. Todo el aparato moderno de la historia del arte en la egiptología parte
de la premisa de que el estilo cambió de un periodo a otro. El Imperio Nuevo
contempló un gran auge de la arquitectura de los templos en la que, al menos por lo
que se refiere al culto mortuorio de los faraones, hemos de reconocer cambios
importantes de significado.
Los reyes de las listas compartían el mismo título: todos eran faraones del Alto y del
Bajo Egipto, del valle y del delta, con este título se expresa fuertemente el concepto
de unidad. Sin embargo, los egipcios rehuian las realidades desagradables de la
política, pertenecen a una tradición cortesana que permitía hacer especulaciones
libremente aunque dentro de unos límites. Se había propuesto una división
simbólica dual, la idea de que en un principio habría habido dos reinos
proporcionaba una base más segura y respetable al rol del monarca como único
unificador, que la imagen de un enorme número de unidades más pequeñas o una
situación extendida de anarquía. Esta faceta de la monarquía se explicaba tanto a
través de la pintura como de la escritura. Incorporando la concepción de los
nombres, condujo a lo que es una característica muy destacada de la religión
egipcia, los nombres de los dioses se convirtieron en el elemento esencial a partir
del cual se ampliaban las definiciones de divinidad.
La ideología aparece con el Estado: un conjunto de ideas que complementan a la
entidad política, Egipto tiene un interés especial porque parece que la formación del
Estado ocurrió en ausencia de algunos de los factores más obvios; por ejemplo, no
existía la amenaza de una agresión externa. En muchas canciones, parece como si
la dinámica del desarrollo de un Estado fuera inherente a la circunstancia misma de
una agricultura sedentaria. Son dos los factores que determinan hasta dónde y con
cuánta rapidez cada comunidad recorre el camino del deseo de dominar. El primero,
ajeno a las personas, son los recursos naturales, las posibilidades de acumular
depósitos de bienes excedentarios que sientan la base del poder, el segundo reside
en la mente humana: el poder creativo de la imaginación para forjar una ideología
peculiar que, a través de una diversidad de símbolos y rituales, infunde un amplio
respeto. Hay dos indicadores que nos informan de cuando el proceso de formación
del Estado ya estaba en marcha, uno es el proceso de urbanización, y el otro es la
aparición de recompensas, que se traslucen en un consumo y una ostentación
llamativos, a quienes triunfan en esta interacción competitiva. En el sur de Egipto, y
a partir de una expansión local, surgió un Estado o, lo más probable, un grupo de
ellos, siempre en torno a un amplio núcleo de población.
Menes pertenece a la etapa final de la formación de Estado. Una nueva faceta del
Estado dinástico fue la conservación de anales escritos: breves anotaciones en
escritura jeroglífica sobre los acontecimientos más trascendentales en un año de
reinado. La piedra de Palermo se compiló a partir de dichos documentos. Estos
registros comenzaron, concretamente, con lo que llamamos la dinastía I. Las
ciudades-estado incipientes, habían entrado en conflictos más organizados por el
territorio, los conflictos que habrían de conducir al nacimiento del Estado Egipcio. La
dinastía I se inició ya en un Estado cuyo territorio era tan grande como el de la
mayoría de los que ocuparan la parte baja del Nilo en los tiempos modernos. No
hubo un largo proceso de desarrollo a partir de la expansión de las ciudades-estado,
una primera forma política bastante común y que tuvo una historia floreciente en,
por ejemplo, Mesopotamia. También la dinastía I introdujo un cambio radical, en una
atmósfera generalizada en la que aumenta notablemente el tamaño de las tumbas
por todo el país, lo que refleja el gran incremento de las riquezas y de la
organización del Estado en el Dinástico Antiguo, nos encontramos a los
constructores de las tumbas reales dando los primeros pasos hacia la escala
monumental y un simbolismo arquitectónico característico. Uno de los logros
arquitectónicos más importantes fue la Pirámide Escalonada de Saqqara, la tumba
de Zoser, el primer faraón de la dinastía III. Es la primera construcción de Egipto a
verdadera escala monumental y realizada totalmente de piedra, representa un
importante acto de codificación de las formas dentro de la arquitectura, equivalente
al que había tenido lugar en el arte a inicios de la dinastía I. La Pirámide Escalonada
nos plantea un gran problema de interpretación, consta de varias partes distintas,
cada una de las cuales debería encerrar un significado concreto.
Una de las necesidades generales que tiene la monarquía es la de disponer de un
marco oficial donde el líder en persona puede mostrarse ante el gran público o ante
los representantes escogidos que componen la corte. En los periodos posteriores,
las fuentes egipcias dieron mucha importancia a la “aparición del monarca” y
deberíamos avanzar que cada época busco un escenario teatral para este gran
momento, construido alrededor de ciertos elementos básicos: un amplio espacio
descubierto, un lugar elevado donde se pudiera ver al rey dentro de un marco oficial,
y un pabellón en el que podía vestirse y descansar cómodamente y en privado. En
la dinastía IV, la forma de las tumbas reales cambió de una manera radical. La
pirámide escalonada se transformó en una verdadera pirámide y, en vez de
encontrarse en medio de un gran complejo con más edificios, se alzaba al final de
una secuencia arquitectónica lineal que se extendía desde el límite de la llanura
aluvial. Las pirámides de la dinastía IV y posteriores transmiten una nueva imagen
de la monarquía. Ya no existe el poder puro de un gobernante supremo del territorio.
Ahora el monarca está sublimado como la manifestación del dios Sol. La
arquitectura transmite esta nueva conceptualización básica con el mayor efectismo
posible. Todavía se conserva una documentación fragmentaria del clima social y
económico que surgió el primer Estado Egipcio.
La importancia de la Paleta
de Narmer va más allá del
personaje: su iconografía
quedará fijada para el resto
de la historia egipcia y todos
los reyes querrán
representarse como
soberanos justos y
poderosos que aplastan a
los enemigos de Egipto

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