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Palacios Reales y su estructuración desde las Cortes Reales

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez - Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte


Seminario de Investigación III – Dr. Alejandro González Milea
Proyecto de investigación a 11 de noviembre del 2020
Yaredi Michel Carreón Hernández 163066 - Claudia Angélica de León Laris 169429

Resumen - Los palacios reales son las Abstract- The royal palaces are the
residencias de los miembros de la familia real residences of the members of the royal family
en los países cuyo régimen político es la in countries whose political regimen is the
monarquía. En estos, los soberanos toman las monarchy. In these, the sovereigns make the
decisiones que marcarán a la economía, vida decisions that will mark the economy, life
e historia de los pueblos, países o and history of the people, countries or
comunidades a los que gobiernan, pero communities they govern, but also these
también estas construcciones son un icono constructions are an icon that represent a time
que representan una época en la historia de la in the history of humanity, not only for its
humanidad, no solo por su ostentosidad o sus ostentation or its constructive attributes, but
atributos constructivos, si no por las for the activities that shaped these great
actividades que dieron forma a estos grandes buildings as we know them today, becoming
edificios a como los conocemos hoy en día, a crucial element in both national and world
volviéndose un elemento indispensable en el heritage for some countries in which it took
patrimonio tanto nacional como mundial para place or still continues to prevail this form of
algunos países en los que se dio o se sigue government. The monarchy today may seem
dando esta forma de gobierno. La monarquía distant, ancient or difficult to understand for
en la actualidad puede parecer algo lejano, these modern days, however, they mark
antiguo o difícil de comprender para estos episodes that gave place to several of the
tiempos modernos, sin embargo, marcan existing nations. In this research, the
episodios que dieron lugar a varias de las patrimonial value of these palaces, the origin
naciones existentes. En esta investigación, se of their typology and the different
identificará y analizara el valor patrimonial modifications and adaptations that occurred
de estos palacios, el origen de su tipología y in different kingdoms according to the
las diferentes modificaciones y adaptaciones lifestyle of their monarchs and form of
que se dieron en distintos reinos según el government will be identified and analyzed.
estilo de vida de sus monarcas y forma de
gobierno.
Palabras clave: Palacios reales, monarquía, poder, gobierno, cortes, patrimonio arquitectónico.

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Índice
Introducción ________________________________________________________________________3
Antecedentes históricos: poder y gobierno _______________________________________________5
El cuerpo del rey como construcción del poder y legitimidad en la monarquía___________5
Monarquía absoluta ___________________________________________________________6

Monarquía parlamentaria ______________________________________________________8


El palacio como concepto ______________________________________________________10
Tipologías _________________________________________________________________________13
Las Casas y las Cortes Reales __________________________________________________13
Una tipología: ordenanza de la casa _____________________________________________14

Las secciones de la casa _______________________________________________________15

Capilla
Cámara
Oficios o Casa
Caballeriza
Guardas
Ejemplo de estructuración arquitectónica de una Casa de los Oficios y Caballeriza en el
Real Sitio del Pardo __________________________________________________________19

Casos representativos de la tipología ___________________________________________________22


El Real de Alcázar ____________________________________________________________22

Casa Real de Aranjuez _________________________________________________26

Palacio de Versalles ____________________________________________________29

Conclusión _________________________________________________________________________33

Bibliografía ________________________________________________________________________34

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Introducción
A lo largo de la historia de la humanidad, los hombres han diseñado diversas instituciones
que, de acuerdo con sus creencias, costumbres y hábitos de obediencia, les han permitido
gobernarse manteniendo la estabilidad y el orden social para la consecución de los fines colectivos
de paz, progreso y justicia, lo que ha significado el crear formas de organización política y con
ello han venido surgiendo diferentes regímenes políticos y formas de gobierno. Esta organización
que provee orden, estabilidad y dirección a cualquier sociedad es precisamente el sistema Político.

Según Gómez Díaz (2000) “en la tradición clásica de la ciencia política podemos
distinguir tres tipologías de formas de gobierno: la clasificación de Aristóteles, la de Maquiavelo
y la de Montesquieu. Deduce de eso las seis formas posibles de gobierno, buenas o malas: con la
autoridad de uno solo (monarquía o tiranía), con la de varios (aristocracia o la oligarquía), con la
de todos (democracia o demagogia) (p.42).

He aquí que Aristóteles veía la base de la realeza en la clásica organización familiar


patriarcal. Es decir, que partía de la organización social primaria, más conocida y común para los
griegos: “la que el sistema religioso de los mismos en la época homérica da también como
fundamento, pues el mundo se ha de gobernar del mismo modo que se gobierna el Olimpo, con un
dios que es rey y padre de los demás, Zeus, según lo indica la Ilíada” (Caro, 1975, p.55).

El proceso para la formación de un estado como el que se ha hablado se lleva a cabo


mediante la integración de territorios a los puntos principales políticos, es decir, a la ciudad oficial
del gobierno. A consecuencia de esta unión, se define una organización territorial y social en las
que respetan las instituciones ya establecidas o debido a la separación de territorios más pequeños
se crean nuevas, dando origen a los señoríos. (Rodríguez, 1991).

Para otro gran observador de las sociedades antiguas, la fuerza bruta no podía haber
constituido nunca la base de la realeza. Caro 1975, señala que, en efecto, “los hombres en sus
comienzos vivieron formando grupos que seguían al más fuerte y valiente, el cual impondría una
<monarquía> en el sentido estricto de la palabra. Pero la realeza propiamente dicha no puede surgir
más de que con el compañerismo y la sociabilidad; con el desarrollo de las ideas del Bien, de la
Justicia y de sus contrarias”.

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Es así como la Corona tenía un sequito de cortesanos, fieles y súbditos, con una etiqueta
ceremonial equilibrada con el enorme poder que se pretendía mostrar ante el reinado. Esta corte
real se ha ido desarrollando desde los reyes medievales hasta el reinado de Carlos V en el siglo
XVI, en donde varias de sus tradiciones más arraigadas tuvieron su punto de quiebre y se
convertiría en una corte fija. Salazar (2017) señala que con este cambio se unifica el sistema
administrativo con la residencia real, y surgen así ampliaciones y modificaciones a la casa del rey,
con una configuración arquitectónica más específica y ordenada en cuanto a sus espacios y
actividades.

Salazar (2017) menciona que “el establecimiento de una corte fija, además de tener una
repercusión política fundamental, tuvo también un efecto cultural inherente, porque se convirtió
en el canon cultural del estado, el espacio por excelencia de producción y control de normas y
valores con criterios selectivos “(p. 147). En otras palabras, la corte se convirtió no solo en el eje
institucional de la monarquía, sino también en la capital de la imaginación política.

Sin embargo, antes de la estructuración de los Palacios Reales en las monarquías modernas
gracias al surgimiento y establecimiento permanente de las Cortes Reales, los “palacios” siempre
fueron una tipología de edificación muy difícil de diferenciar a comparación de otras, esto porque
muchos autores refieren este término como “cualquier casa ostentosa donde habitan personas de
distinción económica y social”, mientras que otros lo definen como “el lugar en donde el Rey
ejerce su poder”, dejando a un lado su carácter doméstico y funcional, el cual es más fundamental
para su entendimiento, ya que este edificio es conformado gracias a las diversas actividades que
se llevan a cabo en él. En este documento se tratará de explicar la conformación de los palacios
desde adentro, y no solo por lo que las personas vemos desde afuera, como algo magnifico y lujoso.

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Antecedentes históricos: poder y gobierno.

El cuerpo del rey como construcción del poder y legitimidad en la monarquía.

En todas las épocas, el uso exclusivo de la fuerza ha resultado un acto fallido en materia
de establecimiento o sostenimiento de un orden social. La persuasión ha resultado tener enorme
efectividad. Según Salazar (2017) “el poder es ante todo estar en situación de ejercer una acción
sobre algo o alguien. En este orden de ideas, para ejercer el liderazgo político, no solo son
necesarios el poder y la fuerza material del gobierno, sino también la aceptación más o menos
voluntaria de los sujetos subordinados, mediada por las formas culturales que transmitir una
manera particular de ver el mundo, la naturaleza y las relaciones humanas” (p.141).

Los aspectos sobrenaturales para legitimar el poder regio fueron una consecuencia lógica.
Salazar (2017) señala que “las representaciones sobrenaturales ligadas a la existencia regia fueron
tan importantes que pervivieron más allá de las discusiones teológicas y de los nuevos
planteamientos políticos” (p.143). Así, lo sagrado y lo religioso constituyeron un sistema
articulado característico del poder real.

Bravo señala en Formación del Estado moderno: el estado absoluto y leyes de Francia
fundamentales que “el rey está ligado no solo por las leyes divinas y la ley natural, sino también
por las que son el fundamento de su principado y estado”, esto es, que el rey aparte de ser
considerado elegido por Dios, sino cumplía con las leyes fundamentales del estado, o si llegaba a
cambia una, era muy seguro que la caída de ese imperio sería muy poco después de realizar dicha
acción.

El rey fue el portador de las potestas, que hacía referencia a su atribución de ser la cabeza
que gobernaba las partes del cuerpo social y garantizaba el orden en el plano temporal. La potestas
estaba ligada directamente a la dignitas, que hacía referencia al carácter supra temporal del rey
como garante del orden social. Es decir, que “las atribuciones regias estaban asociadas al cargo y
no a la persona que lo ejercía, por lo cual la potestad no moría con el rey, sino que se transfería a
su heredero. De esta manera, la monarquía se proyectaba en el tiempo, más allá de los poderes
específicos ejercidos por un monarca” (Salazar, 2017).

La potestas y dignitas fueron preceptos que legitimaron la autoridad del rey y la


continuidad dinástica. Esta estrecha unión entre el ámbito religioso y político, común en la

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construcción política de las monarquías europeas, adquirió matices distintos según las experiencias
históricas de cada territorio. Salazar (2017) nos explique que, el caso hispánico, “el mérito y éxito
de los reyes católicos, Isabel y Fernando, no solo consistió en haber unificado el gobierno de las
coronas de Castilla y Aragón, sino también en haber logrado imponer su autoridad por medio de
la persuasión para atraer el apoyo de la aristocracia y de los poderes locales” (p.144).

Cuando Carlos V fue coronado, el mundo occidental vivía un periodo de hondas


transformaciones. Sin rituales de unción como los de los reyes de Francia o sin ceremonias de
coronación como las de la casa real inglesa, la Corona hispánica tenía un sequito cortesano
reducido y una etiqueta ceremonial limitada, que parecía no estar equilibrada con el enorme poder
que el rey detonaba y quería mostrar. La tradición cortesana de la corona de castilla tuvo su punto
de quiebre durante el reinado de Carlos V (Salazar, 2017).

Sin embargo, Carlos V seguía teniendo una corte itinerante más cercana a la del rey
medieval. Su hijo Felipe II fue el encargado de modificar esta situación estableciendo en 1561 una
corte fija, donde se unifico la residencia del rey con el centro administrativo de la monarquía. Las
cortes surgieron como amplificaciones de la casa del rey. En este ámbito, el monarca operaba como
el jefe de familia y la casa real venía a constituir el órgano central de un estado con carácter
patrimonial. El establecimiento de una corte fija, además de tener una repercusión política
fundamental, tuvo también un efecto cultural inherente, porque se convirtió en el canon cultural
del estado, el espacio por excelencia de producción y control de normas y valores con criterios
selectivos. En otras palabras, la corte se convirtió no solo en el eje institucional de la monarquía,
sino también en la capital de la imaginación política.

Monarquía absoluta

Es la forma de poder que caracterizaba al Estado del Antiguo Régimen, que se llevó acabo
en la Edad Moderna. Este tipo de autoridad ocurre cuando el mando se concentra en un solo
individuo. (Rodríguez, 1991). J. R. Major (1994) explica “como una monarquía en que el poder
del rey no tiene otra limitación teórica, las leyes divinas y naturales y algunas otras leyes
fundamentales, y en las que el soberano controla los vínculos necesarios para mantener la sociedad
y tiene un ejército y una burocracia suficiente para imponer su voluntad en circunstancias más
simples”.

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Poder absoluto en Francia

Esta forma de gobierno fue más representativa entre los años 1643-1715, cuando Luis XIV
gobernaba sobre Francia, seguido por sus sucesores Luis XV (1715-1774) y Luis XVI (1774-
1792). “El modelo monárquico de Luis XIV requería, pues, de toda una parafernalia burocrática
por medio de la cual se impulsará un sistema de gobierno centralizado a cuyo frente estuviera un
rey que reinase y también gobernase.” (Jiménez, 2000), esto es que el monarca está rodeado de
una corte que simplemente era algo decorativo.

Este tipo de monarquía se basaba mucho en el centralismo, es decir que se organizaba por
medio de consejos tales como “Conseil d’en Haut, conocido también como Conseil Secret o d’État,
a cuyo cargo quedaban las cuestiones de gobierno más relevantes, especialmente de política
exterior; Conseil des Dépêches; Conseil des Finances; Conseil Privé o De Partis; Conseil de
Commerce y el Conseil des Conscience”. (Jiménez, 2000)

“La capacidad efectiva para adoptar decisiones era cualidad reservada a los secretarios de
Estado y al resto de altos cargos del Estado: el canciller, cabeza del sistema judicial francés y cuyo
cargo vitalicio obligaba a delegar su poder decisorio en el Garde des Sceaux que era nombrado y
destituido a voluntad del monarca y el inspector general, al cuidado de todos los aspectos de la
administración interna especialmente la hacienda, quien a lo largo del siglo XVIII adquirirá una
primordial relevancia hasta el punto de ser considerado el miembro más importante del Gobierno”.
(Jiménez, 2000)

Ley Sálica

Esta ley se estableció en la época de Luis X en el año 1316, la cual dictaba que solo el
varón siguiente en la línea de sucesión podía tomar el trono, haciendo a un lado las mujeres ya que
pensaban que era un cargo que solo un hombre podía hacer y que las mujeres eran incapaces de
gobernar. Esto comenzó cuando el rey Luis X murió y no tuvo hijos, sino una hija, que heredaría
el trono según la línea de sucesión, estaba embarazada, por lo que se hizo un convenio en el que
el tío de la princesa (Felipe de Poitiers) tomaría el cargo como rey interino hasta que el hijo de la
princesa naciera y creciera lo suficiente para hacerse cargo de reino, sin embargo, él bebe murió a
los 5 días, y el hermano del rey subió al trono como Felipe V. Tiempo después a la muerte de
Felipe V sucedió lo mismo hasta la muerte del rey Carlos IV, hermano de Felipe V, quien solo

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tuvo descendencia femenina, y por lo tanto buscaron un familiar lejano varón francés para tomar
el mando, de lo contrario se pasaría el trono al primo lejano el rey de Inglaterra Eduardo III, no
obstante, encontraron un primo cuarto del rey, Felipe de Valois, quien suceso al poder. “el sucesor
fue el pariente más próximo por línea masculina, a pesar de que había parientes varones más
cercanos por línea femenina”. (Bravo, 1985)

Leyes fundamentales del Estado

Estas leyes se consideraban la base de la monarquía absoluta francesa, estas no podían ser
modificadas ni por el mismo rey, ya que se pensaba que al hacer un cambio en estas leyes, el reino
podía estar cerca de su fin, sin embargo las leyes que se vayan anexando durante el transcurso de
su gobierno, pueden ser siempre revertidas si así lo desea siempre y cuando no sean las
fundamentales. (Bravo, 1985)

Monarquía parlamentaria
En esta nueva y actual forma de gobierno de la mayoría de los estados con un sistema de
gobierno monárquico, el rey pierde la una parte de su poder y se le atribuye al parlamento. A
comparación con el sistema absoluto que otorga poder a las cortes, o a funcionarios por decirlo de
alguna manera, en la monarquía parlamentaria, es la organización política quien habla por el
pueblo y son quienes deciden que los represente un monarca, y quienes deciden qué derechos se
le deberían de atribuir a la corona. (Diaz, 2015). Esto es decir que se tiene una mayor libertad de
expresión y una opinión sobre las decisiones que se toman para el país y tienen el poder de
cambiarlas, esto es que existe una democracia y una constitución.

Dicho lo anterior, Francisco Diaz (2015) describe de la siguiente manera la postura de un


monarca: “El rey está sometido plenamente a la constitución y a ley, y sus atribuciones (que no
pueden implicar la adopción de decisiones políticas como ya se ha visto), son exclusivamente las
que derivan de dichas formas”

No toda la monarquía parlamentaria en igual en todo Europa, suele dividirse entre la


Europa continental y Gran Bretaña, en la primera, el rey va adquiriendo más poder del parlamento
llegando a un punto que no lo necesite más y se convierta en un sistema absoluto; y en la segunda
forma de gobierno, no pierde poder el parlamento, si lo que se adjudican más y se trata de crear un

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vínculo de armonía entre los dos partidos para evitar una confrontación con el pueblo, tal y como
lo hizo Inglaterra un siglo antes de la revolución francesa. (Diaz, 2015)

En un sistema parlamentario, el jefe de estado y el jefe de gobierno son distintas personas,


podemos tomar el ejemplo de Inglaterra, donde la reina es el jefe de estado y el parlamento es el
jefe de gobierno; todos los miembros del parlamento son elegidos por la por los ciudadanos, estos
mismos pueden ser removidos por el parlamento, y el poder ejecutivo y legislativo no se dividen,
sino que se comparten entre la corona y el parlamento. (Aguirre, 1999)

Monarquía inglesa

“La monarquía inglesa estaba limitada por el derecho y había sido establecida por el pueblo
mediante un contrato revocable, con el objeto de ser útil a la colectividad.” (Varela, 1997) esto es
como lo que habíamos mencionado antes, aquí el monarca no decide sus derechos, sino que le son
atribuidos por medio del voto de la ciudadanía. “El órgano supremo del Estado era el Parlamento,
esto es, el Rey, la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes” (Varela, 1997), estas tres
organizaciones están sometidas a las yes de la carta Magna, la cual ninguno de estos tres partidos
puedo tomar el cargo absoluto de la nación.

Este tipo de monarquía inicio casi cuando comenzó el linaje inglés, con la familia
Hannover, especialmente en la época de Walpole, siendo Jorge III el monarca de ese tiempo,
durante este mismo lapso se inició la guerra de Independencia de los Estados Unidos Americanos.
(Varela, 1997)

La separación de la iglesia católica y el estado sucedió poco después de que se haya


decretado la Ley de Unión con Irlanda, haciendo creer que eran culpables de querer esta separación
ya que no les convenia, por lo que, en 1807, se justificó que el motivo de un parlamento es que
este armonizara el poder ejecutivo y legislativo, creando un equilibrio constitucional y social entre
el monarca, los lores, y los comunes. “se evitaba ahora mediante la mixtura de estos tres elementos
(…) la supremacía de los Comunes, de tal forma que en ellos residía «toda» la función legislativa,
sin que fuese concebible ni el rechazo de los Lores a una ley aprobada por los Comunes ni el veto
regio a una ley aprobada por ambas Cámaras.

En todos los tipos de monarquías, la fuerza personal de estos reyes y su capacidad de crear
estilos y formas perdurables encontraron su expresión visible en las grandes construcciones

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arquitectónicas que revelaron sus aspiraciones más íntimas y su concepción del mundo y de la
historia (Krebs, 1979).

El gobierno personal del rey se combinó, por otra parte, con el desarrollo de un poderoso
aparato administrativo. Krebs (1979) menciona: “El rey se rodeó de secretarios-ministros y creó
consejos con el fin de que lo informasen y aconsejasen, que le preparasen las notas diplomáticas,
los proyectos de ley, las proposiciones para los nombramientos o cualquier otro antecedente que
le permitiese tomar una decisión justa y prudente, y que se encargasen de la ejecución de las
resoluciones reales, del control de su complimiento y de la evaluación de sus efectos”.

El palacio como concepto

Pérez (2002), en su texto sobre el concepto de “palacio” como una tipología muy difícil de
definir, empieza mencionando que, a finales del siglo XV, en los inicios de la Edad Moderna,
comienzan a germinar las primeras formas a lo romano en la arquitectura. Se deberá
fundamentalmente a la iniciativa de la nobleza, razón por la cual una tipología tan ligada a ésta
como es la palaciega se convertirá en el principal soporte de estas novedades.

Florece entonces en la arquitectura doméstica un vasto conjunto de realizaciones,


caracterizadas por una visión más o menos renovada del concepto de palacio – las casas principales
o palacio. Lampérez y Romea afirman que "Palatium es, entre los romanos, la residencia de un
príncipe o gran señor; el concepto, claro en absoluto, se obscurece en la Edad Media"'. En efecto,
durante el periodo medieval experimentó tal diversificación de acepciones que multiplicó sus
significados y se revistió de una ambigüedad que dificulta su correcta comprensión. Así, una
pregunta en apariencia tan baladí como qué es un palacio - o cuáles sus elementos definitorios- se
convierte, tras ser enunciada, en una cuestión de difícil explicación Pérez (2002).

Como es sabido, gracias al Lenguaje, el hombre ha ido atribuyendo de manera progresiva


unos signos específicos a todo cuanto le rodea, y en el campo de la Arquitectura, ese procedimiento
se ha traducido en la consiguiente denominación de los elementos constructivos y de los resultados
de su conjunción, apareciendo con estos últimos la nomenclatura de las tipologías, esto es, “de los
tipos morfológicos que permiten agrupar una multiplicidad de creaciones concretas bajo una única
categoría” según explica Pérez (2002).

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Por ejemplo, al referirnos a ámbitos civiles y religiosos, podemos distinguir una variedad
tipológica que agrupa ejemplos diversos pero relacionados entre sí por una comunión de rasgos
peculiares, como teatro o basílica, entre otros. Sin embargo, con palatium, no sucede esto, pues
carece de una caracterización definida, encontrándose perfectamente integrado dentro de la
categoría de "arquitectura doméstica", pero con caracteres poco nítidos y diferenciados con
respecto a lo que podría ser una vivienda. ¿Qué es lo que distingue un palacio de una vivienda que
no es considerada como tal?, ¿Existen elementos propios y peculiares que permitan establecer esa
diferenciación?

Pérez (2002) explica que parte del problema se deriva del propio origen del término y su
evolución posterior. “Palatium proviene del topónimo mons Palatinus, una de las colinas sobre las
que se extendió la primitiva ciudad de Roma. Su temprana urbanización lo convirtió en una de las
zonas nucleares y privilegiadas de la ciudad, constituyéndose durante la República en centro
sagrado y barrio residencial del alto patriciado. Esta última condición movería tiempo más tarde a
algunos emperadores a edificar allí sus residencias.

En el Diccionario de 1737 de la Real Academia, "palacio" se define como "la casa en que
hacen su residencia los Reyes; viene del latino Palatium, que significa lo mismo"'. El latín
medieval mantuvo, no obstante, otros términos, además de palatium, en referencia a la vivienda
del rey, como domus regis o aula regia, e incorporó otros de origen árabe, especialmente alcázar.
Este último, de gran fortuna en los siglos sucesivos, proviene del árabe al-qasr -y en último término
del latino castrum.

Su carácter generalmente regio acabará, sin embargo, por identificarlo con el palacio,
manteniendo en el castellano actual la acepción de "casa real o habitación del príncipe, esté o no
fortificada". A mediados del siglo XIII un texto jurídico como el de las Partidas recogía la acepción
de espacio regio en su explicación acerca de qué cosa es palacio:

“Se trata de una descripción de la funcionalidad y etiqueta que presiden ese espacio, no de
un análisis etimológico, y quizás por esta razón identifica el palacio más con un lugar o
una ceremonia que con un espacio arquitectónico”. "Palacio es dicho cualquier lugar donde
el Rey se ayunta paladinamente, es decir, un lugar sin caracteres definidos donde el Rey
ejerce un papel político de forma pública”.

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La ambigüedad del término palacio dio lugar al surgimiento de nuevos contenidos
semánticos asociados al mismo. Uno de ellos, desarrollado a lo largo de la Edad Media hispánica
fue el de centro de explotación, en el que se incluían una vivienda de cierta entidad y los bienes
productivos que la integraban (Pérez, 2002).

“Es un centro de recaudación de tributos, almacenamiento de frutos, control de las


explotaciones fiscales o señoriales y, por ello, centro de la actividad económica relacionada con la
Corona, los condes o los señores en un determinado territorio o lugar” explica Pérez (2002). Por
otra parte, el diccionario de 1737 afirma en relación al término "palacio" que "por extensión, se
toma por cualquiera casa suntuosa en que habitan personas de distinción”.

Las definiciones de época moderna parecen constatar, pues, la asociación establecida entre
el palacio y "cualquier casa suntuosa en que habitan personas de distinción". Se está delimitando,
por lo tanto, una categoría arquitectónica en función de su apariencia y sus inquilinos.

Pérez (2002) como resultado final de este largo proceso concluye que "palacio", es un
vocablo claramente polisémico cuyo origen y evolución no han permitido definir los elementos
peculiares que lo diferencien de otras tipologías arquitectónicas. La acepción más extendida se
refiere, de forma un tanto amplia, a “un edificio destinado a residencia de reyes, nobles o grandes
personajes, incluso dedicado a la celebración de juntas de corporaciones elevadas”.

Esa es la significación que recoge hoy la Real Academia de la Lengua, institución que
admite igualmente otros usos como el que designa la "casa solariega de una familia noble”. Como
consecuencia de esta ambigüedad y amplitud de significados, ha llegado a trascenderse incluso el
carácter doméstico que parecía evidente en un principio, el cual, en algunos casos, ha sido
desplazado a un segundo término por el cariz de importancia, magnificencia y reverencia que se
supone a un edificio considerado como tal (Pérez, 2002).

De esta forma, hoy podemos hablar de un palacio señorial, palacio episcopal, palacio de
Justicia, palacio de la Poridad, palacio de Deportes, palacio de Congresos, etc., confirmando así
el carácter connotativo que ha adquirido este concepto como tipología arquitectónica.

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Tipologías
Las Casas y las Cortes Reales
En el texto de Hortal y Labrador (2014) “La casa de Borgoña: la casa del Rey de España”
se habla extensamente sobre la configuración de las Cortes Reales, y en él se menciona que “la
Corte y las Casas Reales resultaron fundamentales en la definición y organización política de las
monarquías modernas. Las formas políticas de este periodo, basadas en la filosofía clásica,
fundamentalmente aristotélica, nos hablan del hombre como un ser social y de una sociedad
constituida de forma natural y dirigida por un Pater Familiae, que no gobernaba desde las
instituciones, sino a través de la costumbre y las relaciones personales, y que ampliaba su familia
a través de la concesión de favores”. Esta era la esencia de la Corte, un entramado de relaciones
políticas, un espacio de poder basado en el clientelismo que se integraba organizaba y estructuraba
desde las Casas Reales.

Particular, por su complejidad, resulta el caso de la Monarquía Hispana, pues en cada reino
que la constituía existía una “Corte”, así como una o varias Casas Reales. De ahí que, siendo la
Monarquía Hispana una única organización política, sus reyes dispusieron de numerosas casas
reales (castilla, Aragón, Nápoles, navarra, Borgoña y Portugal). Completamente formadas y en
plenitud de funcionamiento, y que coexistieron bajo el paraguas de la Casa de Borgoña (Hortal y
Labrador, 2014).

De esta forma, la Casa de Borgoña, que llegó a la península ibérica a través de Felipe I,
terminaría imponiéndose sobre las casas menos desarrolladas de Aragón y Castilla; la casa de
Borgoña llegó a convertirse en la Casa de una Monarquía Universal, la Hispana, que se extendería
fuera de sus fronteras.

Se hace referencia a las diferentes secciones que componían la Casa Real, siguiendo el orden de
relevancia que estas tenían:

• Capilla
• Cámara
• Oficios o Casa
• Caballeriza
• Guardas.

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Una tipología: ordenanza de la casa

Parece fácil definir o imaginar cómo es una Casa de un Príncipe, sin embargo, no lo es tanto lo
que entendemos por sus Ordenanzas de la Casa. Este término se refiere a las diferentes normas,
funciones, instituciones y oficios, tanto si pertenecen específicamente a la Casa como al conjunto
de la Corte. Algunos de estos oficios pueden referirse específicamente a la alimentación o al cuerpo
del príncipe y a la satisfacción de sus deseos de naturaleza privada y domestica; mientras que otros
se refieren al campo político y militar en el gobierno de los asuntos “públicos”.

Las ordenanzas, aunque no constituyen un organigrama sistemático e integral de lo que


podemos denominar como funciones dirigentes del gobierno y de la administración ducal, están
salpicadas de menciones, de los grandes servidores repartidas según sus responsabilidades y
actividades en los diferentes campos (Hortal y Labrador, 2014).

En orden de relevancia:

• Chancilier
• Premier chambellan
• Grand maître d’hotel
• Gran ecuyer.

Hortal y Labrador (2014) también nos mencionan que, también habría ministros que
compondrían “El Consejo”. A continuación, figuran los valets servants, vinculados al servicio del
pan en las mesas. El grueso de la tropa estaría constituido por los tradicionales servicios u oficios.
En un orden de presentación ya tradicional, estos serían los cuatro oficios de boca: panadería,
bebida, cocina y frutería. Compuestos por un numero bastante elevado de servidores, todos ellos
encargados del aprovisionamiento de la corte, entre los cuales encontramos a los que llevaban a
cabo la organización de los desplazamientos y alojamientos, comprendidos en la caballeriza y la
furriera. La furriera estaría integrada la cámara, la guardarropa y la medicina. Aparecen los
encargados de la artillería y de la caza. Otros se encargarían de satisfacer los deseos espirituales
del príncipe y de asegurar la integridad física del archiduque y de los suyos: la capilla.

En la ordenanza de las cortes de Carlos V (1515-7), aunque en total se trata de un listado


de 681 personas, solo entre 444 y 467 servían al mismo tiempo (Ver Fig. 1). Tan solo el 38% fue
pagado siempre a través de pensiones o sueldos, mientras que más del 60% servía en tiempo

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parcial. Existía una inner court de unas 260 personas que podían estar siempre presentes en la
corte, y que por lo menos tenían la posibilidad de acceso al soberano durante todo el año. Se decidió
crear una casa con servidores pagados durante todo el año en 1517. Se calculaba al final de cada
hoja la suma de los servidores para conocer la cantidad total de personas en la Corte (Hortal y
Labrador, 2014).

Figura 1. Servidores según la Ordenanza de Carlos V en 1515.- La casa de Borgoña: la casa


del Rey de España. Hortal y Labrador (2014).

Las secciones de la casa

Hortal y Labrador (2014), nos explican las distintas secciones que componen una Casa
Real, y de la cual se basaran los próximos reinos y casas para conformar sus palacios. En orden de
importancia describen:

La capilla

Las capillas reales, entendidas como una realidad institucional de naturaleza eclesiástica
inserta en las Cortes reales, tuvieron como objetivo principal atender las necesidades litúrgicas del
rey y, por extensión, de la familia real y de los residentes de la Corte. Estas capillas cortesanas
tenían un conjunto de aspectos transversales: una estructura jerarquizada; un cuerpo de capellanes;
un conjunto de cargos musical; un conjunto de cargos subalternos (sacristanes, escribanos,
receptores, mozos de capilla, etc.) encargados de asegurar el adecuado desarrollo de las funciones
litúrgicas y el funcionamiento interno de la institución, desde el punto de vista administrativo
(Hortal y Labrador, 2014).

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La Capilla Real como entidad e institución íntegra de la Corte servía un doble fin. Primero
práctico, pues tenía responsabilidad para la celebración de la liturgia en el contexto de la Corte.
Segundo, la Capilla Real, y la celebración de la liturgia en presencia del monarca, ensalzaba su
imagen como representante terrestre del “Rey del Cielo”, lo cual le daba un papel religioso-
político.

Durante los reinados de Carlos V, y sobre todo de su hijo Felipe II, los monarcas hispanos
mostraron un interés especial por redefinir el papel que ocuparía la Capilla Real en el organigrama
que conformaba la Casa Real. Hortal y Labrador (2014), mencionan que, para ello, “llevaron a
cabo una serie de remodelaciones que sirvieron para que este lugar de culto tuviera tales
dimensiones que fuera capaz de albergar a un buen número de personas, permitiendo la celebración
de los oficios públicos acompañada por una solemne música, de acuerdo al complejo aparato
ceremonial de la corte hispana”. Sin duda ninguna, su importancia iba a ser primordial, y no podía
ser de otra manera, si se tiene en cuenta que el monarca, como paradigma de príncipe católico,
debía regir su vida acudiendo diariamente a la liturgia y al ceremonial religioso que se celebraba
en la Capilla.

Pero, además de servir para el culto divino que profesaba la familia real y garantizar sus
prácticas devocionales, la Capilla era un espacio de integración social de las élites cortesanas,
donde, como en otras secciones de la Casa Real, se creaban redes clientelares basadas en el
patronazgo, las mercedes y en la necesidad de buscar a toda costa la cercanía a la persona real.

La cámara

La Cámara fue el departamento de la Casa Real más controvertido y donde los grupos y
facciones cortesanas desarrollaron con más crudeza sus pugnas políticas con el fin de influir en la
voluntad real. Esto se entiende fácilmente si tenemos en cuenta la función que cumplía esta sección
en la administración de la Monarquía: el reparto de la gracia y de las mercedes (Hortal y Labrador,
2014).

Tras narrar las cualidades que debía asumir la Casa del rey (de acuerdo con las enseñanzas
de las Sagradas Escrituras) insistía en la importancia de la Cámara Real, por su privacidad y la
influencia que tenían los personajes que la servían dada la cercanía al Príncipe. Los que sirven las
cosas “intrínsecas y secretas” formaban la Cámara Real, que estaba compuesta por “mayordomos,

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caballerizos y otros que llaman de la Cámara”; después están los que denominan los servidores de
“la boca”. Mientras que los primeros ayudaban a vestir y desnudar al rey y entrar en su Cámara
cuando era menester, los segundos se ocupaban de servirle de comer. Finalmente estaban las
guardas, que vigilaban y guardaban la persona real y su Casa, teniendo todas ellas asignadas un
capitán.

En efecto, desde la Alta Edad Media, la Cámara (en las Casas Reales de las monarquías
europeas) siempre se identificó con los aposentos más íntimos del monarca, a los que solamente
tenían acceso los personajes de su mayor confianza y amistad, quienes –además de compartir sus
diversiones y preocupaciones- le asesoraban en el gobierno del reino y en el reparto de gracias o
mercedes. Los historiadores han sabido describir con toda precisión la composición de este
importante organismo, cuya actividad repercutió e, incluso, influyó en la distribución espacial y
arquitectónica de las salas de los palacios, con el fin de preservar la mayor o menor cercanía de
los personajes al rey (Hortal y Labrador, 2014).

Oficios de boca

En esta sección de la casa, Hortal y Labrador (2014), explican que “el mundo cortesano era
como un gran teatro en el que lo privado y lo público apenas se diferenciaban, pues se mezclaban
hasta resultar casi imposible distinguirlos”. Nada más personal que comer para satisfacer una
necesidad vital, pero cuando era el rey quien comía, el acto pasaba de ser cotidiano y privado a
una ceremonia pública de gran alcance social y político. La Mesa, como todo en la Corte, tenía un
significado que trascendía de la mera función alimenticia. No comía simplemente una persona,
comía el rey como institución, la Corona.

Comer en palacio era un ritual, celebrado con frecuencia en público y regido siempre por
la Etiqueta. Los reyes comían solos o en familia y una de las máximas expresiones de confianza y
favor hacia una persona era invitarla a sentarse en su mesa y comer con ellos. Tanto las comidas
privadas como los banquetes se organizaban siguiendo un ritual que requería el concurso de
muchos servidores, con funciones directas e indirectas en la preparación de los manjares y en el
servicio de la mesa (Hortal y Labrador, 2014).

La vida de palacio estaba regida por un complejo ritual en que cada persona desempeñaba
un papel perfectamente establecido y el servicio de la Boca constituía una verdadera liturgia,

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incluso si el rey comía en privado, mucho más si se trataba de una celebración pública. Como
hemos podido comprobar, los Oficios de Boca en la corte hispana de la Edad Moderna nos
descubren un interesante mundo que abarca desde los grandes señores que servían al rey hasta un
amplio abanico de criados, entre los que se encontraban grandes cocineros, profesionales altamente
cualificados, que tenían un alto concepto de su oficio y que desempeñaron su trabajo con
excelencia, creando un modelo de alta cocina cortesana (Hortal y Labrador, 2014).

La caballeriza

El caballerizo era el cuarto estado u oficio de la Casa. Gozaba de un amplio poder


jurisdiccional sobre sus subordinados, pues estaban a su cargo 50 escuderos de la Caballeriza sobre
los que tenía “poder y autoridad”. Tras estos oficios principales se encontraban pajes, mozos de a
pie y a caballo, reyes de armas, etc. También encontramos 4 mozos de a pie encargados de
presentar al duque el caballo en sus salidas, en una ceremonia que, más complicada, alcanzó luego
en la caballeriza filipina gran importancia, explican Hortal y Labrador (2014).

Sin duda, entre los trascendentales cambios que experimentó la Caballeriza en este
periodo, estuvo el desarrollo de los vehículos representativos, un proceso que tuvo lugar a lo
largo del siglo XVI fundamentalmente y que modificó la planta, los gastos, la Etiqueta y el
ceremonial de la Casa Real, especialmente en esta sección. La cual puede decirse, de forma
resumida, que pasó de ser una Caballeriza de corte medieval a una moderna.

Efectivamente, durante el Quinientos se produjo un cambio sustancial en las formas de


transporte y representación en todas las monarquías europeas, debido a la aparición y la extensión
de una serie de artefactos que modificaron de manera radical la forma de viajar, de moverse y de
mostrarse de las gentes de entonces, los cuales permanecieron en uso larguísimo tiempo. Así, hasta
el siglo XIX por lo menos, encontraremos en las caballerizas principescas y señoriales de toda
Europa, vehículos sin ruedas tirados generalmente por animales o literas, vehículos sin ruedas
conducidos por animales aptos para trasladarse por la nieve o trineos, vehículos sin ruedas llevados
por personas, es decir, sillas de mano y vehículos con ruedas conducidos por animales, o sea,
coches y carrozas. Estas cuatro tipologías básicas constituyen lo que hemos denominado vehículos
representativos, concepto que trata de aunar su doble funcionalidad: transportar y representar
(Hortal y Labrador, 2014).

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Antes de que todo esto sucediera, y dejando de lado los carros, los cuales apenas habían
experimentado cambios en más de un milenio y de los que no puede decirse que sirvieran para
fines representativos, existía de tiempo atrás un vehículo destinado únicamente al transporte de
personas: la litera. Estos vehículos fueron adquiriendo cada vez mayor peso en el ceremonial
cortesano, especialmente en Francia, y paulatinamente en otras Cortes, de forma que durante el
siglo XV ya eran considerados como un elemento esencial en la imagen del Príncipe y un elemento
inexcusable en sus Caballerizas. En la primera mitad del Quinientos alcanzaron su plenitud en este
sentido, poco antes precisamente de que se empezaran a generalizar los nuevos vehículos que
acabarían alcanzando aun mayor trascendencia (Hortal y Labrador, 2014).

Las guardas

Una de las principales secciones de la Casa de los monarcas Austrias hispanos, en lo que
respecta al número de integrantes y a la relevancia que tuvieron para la imagen exterior de dichos
monarcas, resultó ser la de las Guardas Reales. Hasta hace pocos años, el estudio de las mismas
únicamente se había centrado en su apariencia exterior y en su escasa capacidad militar.

Hortal y Labrador (2014) mencionan que, “por un lado, estaría el modelo militar, en el que
la unidad de guarda serviría básicamente de tropa de elite, siendo sus principales misiones
participar en la batalla, reforzar el poder coercitivo del Soberano, y en ocasiones el ceremonial, y
vigilar los exteriores del palacio. Por otro lado, nos encontramos las guardas del cuerpo o
personales del Soberano, compuestas por un reducido grupo de guardaespaldas que, además,
debían vigilar los interiores de Palacio y reforzar la imagen ceremonial que el Príncipe pretendía
transmitir”.

Ejemplo de estructuración arquitectónica de una Casa de los Oficios y Caballeriza en el


Real Sitio del Pardo

Tovar (2011) nos expone en su texto sobre “La Casa de Oficios” y explica que “es una
estructura pública de la ciudad de El Pardo, de grandes dimensiones por ser el órgano de servicio
más importante del Palacio Real”. Sus orígenes se remontan a la época de Carlos V y “constituye
el primer ejemplo de ordenación regular en el entorno de la Casa Real, con los requisitos técnico-
estructurales a que debe ajustarse su función”.

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La traza de la primitiva Casa de Oficios del Pardo fue del Arquitecto Luis de Vega, pues
su planteamiento quedó integrado en el proyecto del nuevo Palacio Real, estimándolo como
organismo adicionado. Esta fue la descripción de tal edificio:

Tras pasar un pequeño zaguán se ingresaba en el primer Patio. La planta del Patio era
rectangular, por 71x55 pies, y el suelo estaba empedrado, A los lados del zaguán, se sitúan
dos cocinas y dos despensas, se trataba de Caballerizas con sus pesebreras. El cuarto
delantero correspondiente al primer patio tenía un segundo piso al que se ascendía por la
escalera principal situada en el rincón entrando a la derecha. En el frente que miraba al
palacio había en el centro una sala principal con cuadras a los lados, cuyas ventanas
daban al exterior.

La estructura de la Casa de Oficios viene a ser una demostración minuciosa de los


caracteres que determinan su tipología. Y Tovar (2011) nos menciona que se trata de una
construcción rectangular muy alargada, perforada por un patio cuadrangular, en torno al cual se
desarrollan vestíbulo, escaleras de acceso a la segunda planta y una sucesión de aposentos bien
regulada. Un segundo patio en rectángulo es núcleo de ordenación de veinte aposentos, a los que
se accede por el propio patio y por un paso estrecho interior, en cuyo fondo se diseñan las escaleras
de subida al piso superior. Este ámbito bajo se rodea de un tapial en los laterales, compartimentado,
que se refleja en la planta principal, diseñado igualmente con gran detalle. La estructura de esta
planta, en una zona que viene a ser continuación del patio segundo rectangular, se dibujan dos alas
en escuadra como prolongación de las dos crujías laterales del edificio, las cuales se sustentan
sobre un muro articulado en el cercado externo del organismo (Ver Fig. 2).

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Figura 2. Planta principal de lo Casa de Oficios de El Pardo. La Casa de Oficios (casa de caballeros,
de oficialesy criados) en el Real Sitio de El Pardo. Virginia Tovar (2011).

La Casa de Oficios o Casa de Caballeros, Criados y Oficiales del Monarca tiene cierta
analogía con el repertorio de elementos arquitectónicos utilizados en el Palacio, pero, a pesar de
su asociación, incluso volumétrica, es un edificio muy diferenciado, acomodado a las diferentes
áreas de servicio. Son edificios en su conjunto que se caracterizan por su integridad formal, por su
adaptación a un pluriuso, lo cual no impide la corrección de sus volúmenes, proporciones y
elementos constitutivos, estructurales o adicionales (Tovar, 2011).

El plan edificativo en el ambiente circundante no pudo jamás prescindir del valor del
edificio como elemento preeminente asociado al Palacio. La dinámica cortesana borbónica, dio
mayor riqueza a sus espacios, implicándolos en el estudio de la relación vivienda-oficio, dando un
mayor relieve a la racionalidad del «vivir en convivencia» de un colectivo (Tovar, 2011).

Con su cualidad arquitectónica, generador de una forma de la ciudad, la Casa de oficios,


en su exterior, con sus tendidos horizontales dispuestos en dos plantas principales, se suma al
modelo tipológico de uniformidad, de elementos de representatividad, típicos de toda la

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arquitectura residencial borbónica de aquel período. Se tiende a insertar el edificio en una imagen
urbana continua, donde el edificio residencial y de servicio público, en su aspecto formal, se
resuelve con grandes analogías y cierta inclinación por lo austero (Tovar, 2011).

Casos representativos de la tipología


El Real de Alcázar
El antiguo edificio del Real Alcázar, destruido tras el incendio de 1734, que estaba situado
en la misma superficie sobre la que hoy se levanta el Palacio Real de Madrid, constituía no sólo la
más importante construcción del Madrid de los siglos XVI y XVII, sino el núcleo generador a
partir del cual se formó histórica y urbanísticamente la ciudad.

El alcázar medieval de Madrid se convirtió en la gran residencia de los Austrias desde la


llegada de Carlos I al reinado de Carlos II. Checa (1994) nos explica en especial las obras
realizadas en el período de Carlos V, antes de la definitiva real cédula de 1536 que marca el
comienzo de un nuevo capítulo en la historia constructiva del edificio al transformarse de manera
definitiva el viejo castillo en un palacio residencial.

Menciona Checa (1994) que “desde la llegada de Carlos V a España en 1517 hasta el año
1540, la villa de Madrid era muy humilde con relación a la opulenta Gante en la que había nacido
Carlos. Aquel contraste entre las florecientes y ricas ciudades flamencas y la modestia de nuestra
villa, levantada con pobres edificaciones carentes de edificios singulares, era sensible”.

Dos maestros de las obras fueron Luis de Vega y Alonso de Covarrubias. Con la llegada
de la nueva dinastía, el Alcázar se convirtió en una de las residencias reales más importantes de
toda la Península. Se trataba de mantener el edificio adecuado para sus regios fines.

A pesar de las numerosas casas reales que existían en la Península, se planteaba un


problema importante a la hora de alojar la Corte imperial y buscar un lugar donde pudieran reunirse
los distintos consejos. En la Corte del joven Emperador los cargos cortesanos eran numerosos, y
la etiqueta borgoñona hacía cada vez más complicada la vida diaria del soberano, rodeado de
muchos nobles que desempeñaban múltiples funciones no solamente desde el punto de vista de la
administración del Estado, sino también en torno a la figura del monarca (Checa, 1994).

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Las obras en el Alcázar habían comenzado y con ellas se trataba fundamentalmente de
modernizar el viejo palacio a las nuevas necesidades. Checa (1994) nos resalta que es
enormemente importante subrayar cómo desde el primer momento se planteó no un nuevo palacio,
sino una remodelación del antiguo. Hay por lo tanto una gran valoración del edificio medieval,
que en ningún momento se pensó en borrar sino todo lo contrario; algunas habitaciones se
conservaron, y lo mismo sucedió con la capilla. El respeto por lo anterior fue siempre muy grande.

El principal problema con el que se encontró la Corte del Emperador fue la falta de espacio
para la cantidad de personas que acompañaban al monarca, y, por lo tanto, lo que se planteó fue
agrandar el palacio medieval. Las obras comenzaron por regularizar el patio ya existente,
denominado a partir de entonces el Patio del Rey. Las obras consistieron en trazar unas nuevas
galerías.

La idea es común a muchos de los grandes palacios europeos que se encuentran


conformados en torno a un patio. y cuyo crecimiento se produce con la creación de otro. De esta
forma, el Alcázar crecía de una manera articulada y mucho más cómoda para organizar la casa
real. El nombre del segundo patio nos indica claramente su principal función: el Patio de la Reina.

Efectivamente, las habitaciones de la Reina ocuparían siempre este lado del edificio. Checa
(1994) explica que “en el Alcázar los monarcas siempre ocuparon el mismo piso, y las habitaciones
reales, a partir de Felipe II, estuvieron situadas en la zona sur. Desde el punto de vista ceremonial,
a escalera jugaba un papel de gran importancia, ya que era lugar de paso obligado para acceder al
piso principal y era el primer tramo del largo trayecto que debían realizar las visitas importantes
para poder acceder al soberano”.

Su función no era solamente poner en comunicación ambos patios y poder acceder a la


planta superior, sino también y sobre todo iniciar el trayecto con la solemnidad necesaria para, a
través de un tortuoso camino lleno de hitos, recorrer el camino que llevaría a las habitaciones del
monarca. Cumplía por lo tanto una función muy destacada en todas las ceremonias palaciegas y
junto con la portada se convirtió en un elemento esencial desde el punto de vista arquitectónico
(Checa, 1994).

La capilla, que ocupaba el mismo lugar que en el Alcázar medieval, sufrió también
importantes reformas que, aunque no cambiaron su aspecto general sí introdujeron cambios. Su

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planta constaba de dos espacios bastante diferenciados: el presbiterio y la nave separados por un
gran arco toral. Ambos espacios estaban cubiertos por distintas «armaduras», y lo primero que se
contrató en la capilla fue justamente su dorado y pintura. A los pies de la nave se realizaron
importantes cambios. Se comunicó la capilla con la Sala de la Emperatriz para lograr un espacio
mayor, necesario en las ceremonias en las que el número de cortesanos no cabía en la capilla, por
medio de una reja. Se construyeron dos tribunas, una destinada a la familia real y la otra para los
músicos. Llaman la atención en los documentos la voluntad de respetar todos los elementos
antiguos (ver figuras 3 y 4).

Figura 3. Planta Baja del Alcazar con las intervenciones en tiempos de Carlos V. (Dibujo del autor).
El Real Alcazar De Madrid. Dos Siglos De Arquitectura Y Coleccionismo en La Corte De Los Reyes
De España. Fernando Checa (1994).

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Figura 4. Planta Alta del Alcazar con las intervenciones en tiempos de Carlos V. (Dibujo del autor).
El Real Alcazar De Madrid. Dos Siglos De Arquitectura Y Coleccionismo en La Corte De Los Reyes
De España. Fernando Checa (1994).

Posteriormente, con la Corte ya establecida de una manera permanente en tiempos de


Felipe II, el Consejo se trasladó a la antecámara del Rey para facilitar el acceso de éste. La planta
baja y los sótanos estaban fundamentalmente dedicados a servicios; así, en torno al Patio de la
Reina se instalaron las despensas, y en los lados sur y este las cocinas. El estar muy alejadas de las
habitaciones reales llevará consigo grandes problemas (Checa, 2014).

En el Patio del Rey los entresuelos servían de guardarropa real. La Corte se instaló no sólo
en la última planta de la zona occidental, sino también en las habitaciones de la galería del cuarto
de San Gil en la fachada oriental. Checa (2014) menciona que el Alcázar de Covarrubias y Vega
pretendía por lo tanto dar aposento a los distintos miembros de la Corte y a los órganos de gobierno,
aunque no de una manera definitiva. Cuando se proyectó el Alcázar de Covarrubias y Vega
faltaban. Más tarde, con Felipe II, al necesitar mayor espacio no sólo para vivienda de la Corte
sino también para los diversos órganos de gobierno, el palacio se quedó pequeño y el Alcázar
comenzó a crecer paulatinamente, alargando sus tentáculos por los alrededores.

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El traslado de la Corte a Madrid en la primavera de 1561 supuso la consolidación definitiva
de la importancia del Alcázar como sede permanente de la misma y principal residencia del
monarca. Comenzada la construcción en 1561, es decir, al poco de la llegada de la Corte a Madrid,
ello es muy indicativo de la importancia: que el Rey concedía a este elemento arquitectónico,
donde habría de ir instalado su despacho.

Casa Real de Aranjuez


Se ubica a las orillas de rio Tajo y Jarama, en Aranjuez, España. Fue mandada a construir
por el caballero de la Orden de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, iniciando su construcción
en el año de 1387 hasta el año 1409 siendo la fecha de su fallecimiento por los arquitectos Juan
Bautista de Toledo (1560-1567) y Juan de Herrera (1574-1584). (Vnetsislavova, 2017)

“Los materiales del edificio eran de piedra y ladrillo, las habitaciones están ubicados
alrededor de un amplio claustro. Se conformaba de dos pisos, divididos por galerías en la parte de
arriba con columnas de piedra blanca decorada con la armadura de la Orden de Santiago de la
familia Figueroa. El edificio tenía cuatros alas, y las entradas de ubicaban de este a oeste, con una
decoración similar a la del claustro, de acuerdo con las influencias góticas de la época. La zona de
riego se encontraba dividida por un puente, seguida por huertos y jardines.” (Vnetsislavova, 2017)

Se convirtió en casa de descanso para los monarcas españoles durante el periodo de Felipe
II. Un tiempo después, el Rey Felipe II decidió que ya no solo fuera una casa de estadía por
temporada, sino que quería que se convirtiera en la sede de España, convirtiendo todo el perímetro
de un radio de 40 millas de donde se encontraba la casa de Aranjuez y Valsaín. (Vnetsislavova,
2017)

Para el uso de esta residencia, el Rey Felipe II decreto que las únicas personas que podrían
utilizarla eran los sirvientes más cercanos a la familia real, y si la corte u otras personas con cargos
importantes que quisieran estar cerca de él, estos se tenían que hospedar en los pueblos cercanos.
(Vnetsislavova, 2017)

Después de la muerte de Lorenzo Suárez de Figueroa, el gobierno de Fernando II de Aragón


e Isabel I de Castilla se convirtieron en los nuevos dueños de este edificio. Sin embargo, no fue
hasta el reino de Carlos I que se pensó seriamente en convertirla en la casa oficial de la familia

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real, no obstante, quien siguió con los planes de remodelación de la casa fue, el rey Carlos V.
(Vnetsislavova, 2017)

La idea del rey Felipe II, era convertir la residencia en la casa de campo más hermosa que
la realeza haya tenido manteniendo su esencia original, por lo que contrato a el arquitecto Juan
Bautista de Toledo quien era un matemático y arquitecto del estilo clásico, y quien había diseño
varios proyectos para los virreyes españoles para que construyera un nuevo edifico ya que no
encontraba útil el viejo edificio de la Orden de Santiago. Por lo tanto, el arquitecto Toledo diseño
un nuevo proyecto en su totalidad mientras termina la construcción de la capilla en la torre sur del
palacio. Después de constantes consultas con el rey sobre el proyecto, se decidió que no se dejaría
a un lado la antigua residencia, sino que se le integrarían construcciones de modo que se adaptara
al estilo del edificio antiguo, creando una conexión entre la nueva construcción con los viejo
pasadizos. (Vnetsislavova, 2017)

Fig. 5: Juan Gómez de Mora, Proyecto de modificación y terminación de la planta baja de la casa
real de Aranjuez. Madrid, Biblioteca Nacional

A principios del siglo XVIII estaba en proceso el plan para la conservación, rehabilitación
y el desarrollo de jardines. Por lo que por órdenes del rey Felipe V, entre los años 1712 y 1727, se
contrató al arquitecto Pedro Caro Idrogo, que, a órdenes del rey, se demolería la parte medieval

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del castillo y se reconstruiría con la misma técnica de estilo que utilizo Gómez de Mora, en la torre
norte del palacio. Pedro Caro Idrogo, tenía que conservar en su diseño la forma y adaptarla al ala
norte del palacio. Diseño un nuevo acceso hacia el norte que daba entrada al nuevo Jardín de la
Isla, tenía unas pequeñas escaleras que conectaban a la parte antigua del edificio, llevando a tres
pasadizos que conducían a la sala de trono y a la galería de la Capilla. (Vnetsislavova, 2017

Fig. 5: Anónimo, Plano del Palacio Real en Aranjuez: Piso principal, jardines y terraza, 1728

En el año 1771, Carlos III contrato a Francisco Sabatini para la ampliación del palacio. “Sabatini
diseñó dos planos que muestran la ampliación del edificio donde se determinó el espacio para la nueva
capilla unto con la distribución del ala interior que conecta a las demás alas del edificio, las escaleras tienen
una conexión con las fachas y un acceso a la plaza de la Armería. Los cambios introducidos por el arquitecto
estuvieron relacionados con el desplazamiento de la antigua capilla ubicada en la torre sur, en el ala
izquierda, que se unía a esta ampliación y en la actualidad sólo queda el tercer piso con su cúpula. La otra
ala, a la derecha se unía sin interrupción a la parte nueva de la fachada con la torre norte sin dañar su
integridad interior ya que se pensó que este espacio era un teatro, pero nunca completado del todo.
(Vnetsislavova, 2017)

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Fig. 6: Miguel de Hermosilla: Plano detallado de Aranjuez, 1790, Servicio Geográfico del Ejército

Palacio de Versalles

Según Albert E. Elsen, es un reflejo y símbolo del absolutismo monárquico y centraliza el


poder total en un solo hombre. Junto con el palacio y la planeación urbana se establece una ciudad
ideal del barroco. El cual no solo se comprendía como una ciudad residencial, sino como un
elemento burocrático, ya que era la sede oficial del gobierno a partir del año de 1682.

Sus grandes formas, su arquitectura, sus amplios jardines y el urbanismo dan respuesta a
la conexión hacia Luis XIV. Ya que según en una carta que Jean-Baptiste Corber le escribió a su
majestad, redactaba “que a falta de las brillantes acciones de guerra nada realza mejor la grandeza
y el espíritu de los príncipes que los edificios”, siendo una demostración de una monarquía
gloriosa. Convirtiendo en un símbolo de poder en la Europa de los finales del siglo XVIII tanto en
el ámbito social como en el artístico. (López, 1990)

Según Sigfried Giedion “El conjunto del edificio es la respuesta arquitectónica a una nueva
necesidad social, la necesidad de un nuevo marco para la vida personal, de representación y de
gobierno de un rey absoluto” (López, 1990)

El palacio de Versalles no solo cumplía con ser la sede de la familia real francesa, sino que
albergaba los familiares, y relaciones amorosas del rey, al igual que a la composición de la corte.
Es por eso que cada espacio, estancia, cumplían con cierta función. El programa arquitectónico era

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variable conforme se presentaban cambios en la familia real, en el gabinete o en la asignación de
cargos. Existía una jerarquía en los espacios del edificio, esto es que dependía mucho del cargo
que tenía una persona para esta cerca del rey, o también dependía del rey, ya que él podía decidir
qué podía acercársele. “El palacio refleja en su fundación, en sus obras de renovación y ampliación
el destino de la corte y del gobierno. (López, 1990)

Versalles se consideraba una relación entre la arquitectura y la naturaleza, con una amplia
zona verde de seiscientos metros de largo “constituyendo parte real de la estructura del palacio, y
con el que forma un conjunto de gran potencia y majestad” (López, 1990)

La simetría no solo se presenta en el elemento arquitectónico, sino que también se hace


presente en los jardines “cuyos recortados setos, regulares alamedas, canales artificiales y fuentes
quedarían reducidos a pura geometría en los diseños de André Le Nôtre.” (López, 1990)

Luis XIV divinizado o encarnando al sol o al propio Apolo

Recibió este nombre ya que cuando contaba con solo 15 años atendió a un baile en el que
decían que parecía un Sol, más adelante fue divinizado a causa de la pintura Lo Asamblea de los
dioses fue caracterizado para parecer Apolo coronado sentado en su trono “guiando el ando el
carro del Sol, precedido por la Aurora y acompañado por las Estaciones, en una clara alusión al
amanecer, precedido por la Aurora y acompañado por las Estaciones, en una clara alusión al
amanecer (...) abatiendo a la serpiente Pitón, a manera de un nuevo Apolo triunfante en su lucha
contra las fuerzas del mal”, por lo que más adelante lo llamarían el Rey Sol. Es importante
mencionar esto, ya que estas creencias se manifestarán en el plan arquitectónico del palacio.

En el tema de urbanismo estaba relacionado estrechamente con el sol de dos maneras: la


primera acerca de los palacios y sus jardines, los cuales estaban en dirección a la puesta de sol,
teniendo la misma ubicación que los Jardines paradisiacos de las Hespérides, donde descansaban
los restos de Apolo-Helios; y la segunda “motivo urbanístico típicamente barroco presente en
Versalles en las grandes avenidas y alamedas que parecen irradiar del palacio, la morada del Rey
Sol ". El palacio formaría, en este sentido, el centro foca1 de dos amplios espacios definidos por
perspectivas radiales, delimitando la ciudad a un lado y el paisaje al otro” (López, 1990)

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Orientación del edificio

“La orientación dada al edificio hacia el Este. Al igual que el ábside de una iglesia cristiana,
situado al Oriente, en Versalles fue preciso representar la relación al Sol nacientemente la
arquitectura” por este motivo la alcoba del rey en encuentra en dirección al patio y no a la zona
tranquila del jardín. (López, 1990)

Fig. 7: Plano general de Versalles. Grabado de Pierre Le Pautre. Biblioteca Nacional de


Paris.

La cámara del rey

Ejercía como un centro visual del palacio, fue fijado por Luis XIV en 1701, se situaba así
en el eje central de Versalles, de este a oeste, unía la Avenida de París con el Gran Canal. Resaltaba,
al fondo del gran Patio de Honor, mediante un efecto puramente teatral basado en la distribución
decreciente del mismo en tres zonas o patios cada vez más cerrados -Cour d'Honneur, Cour Royale
y Cou Marbre. (López, 1990)

Capilla Real

Se ubica cerca del ala norte, al contrario, de la ubicación que nos muestran los palacios
reales españoles en el eje principal del edificio; responde al esquema tradicional de capilla palatina
basilical de dos plantas, la parte baja con arcadas, para los servidores y oficiales de la corte, y el
alta, con esbeltas columnas corintias, para el rey y los dignatarios, en comunicación directa con el

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Grand Appartement. Una gran bóveda de medio cañón, aligerada por enormes lunetos. (López,
1990)

Chambre du Roi

El salón del trono, que no existe como tal, sino la referida Chambre du Roi, se encuentra
al fondo del Patio de Mármol, considerado como un santuario de culto real, “Justamente en el
centro, por encima de la puerta principal, dividida en tres vanos rectangulares encuadrados por
columnas dobles, y ocupando los dos pisos superiores, se halla el dormitorio de Luis XIV, el cual
se abre, mediante tres grandes ventanales arqueados o ‘ventanas francesas’, a un balcón desde
donde el rey realizaba sus apariciones públicas y contemplaba las paradas militares”. En el ático,
tres vanos más pequeños contribuyen a acentuar la transparencia lumínica de la cámara,
confiriéndola un carácter casi místico. (López, 1990)

El simbolismo cósmico del Gran departamento

En el palacio existen siete salones, 1. Salón de la Abundancia, 2. Salón de Venus, con una
exhibición de la influencia del amor en la realeza, 3. Salón Diana, 4. Salón de Marte, mostrando a
los grandes guerreros de realeza de la antigüedad, 5. Salón de Mercurio, con temática de sobre la
sabiduría de los reyes; 6. Salón de Apolo, que era utilizado principalmente como trono; 7. Salón
de la Guerra (antes ocupado por el salón Júpiter). (Ver figura 8). Estos salones se utilizaban para
festividades de la corte. Si recordamos el nombre con al que se referían a Luis XIV, el Rey Sol,
podemos deducir que esta creencia cósmica, tuvo un gran impacto proyecto de Versalles. (López,
1990)

Fig. 8: Plano de los jardines de


Versalles 1674. Eje este – oeste.
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Conclusión
Es importante el reconocimiento de los Palacios Reales como patrimonio arquitectónico, no
solo por sus características magnificas y bellas, o por la idea arraigada desde la antigüedad que se tiene
sobre la realeza como el carácter supremo mundial, si no por su gran y compleja organización social
dentro de las Casas Reales. Una estructura muy definida en su funcionamiento, pues el Rey o la familia
Real necesitan de un sustento para sus numerosas actividades políticas, sociales y privadas; este
sustento se mantiene gracias a los sirvientes y súbditos que componen las Cortes Reales.

Este gran número de personas podrían no parecer relevantes para la conformación de los
Palacios, sin embargo, es gracias al espacio que se requiere para que cumplan los papeles que tienen
definidos dentro de estos y cumplir las necesidades de la realeza, lo que hace que estos edificios tomen
esta gran forma y tamaño que parece sorprendente. Es cierto que el estilo de vida y el poder que
pretendía demostrar el monarca influye mucho en el estilo y la ostentosidad del edificio, pues, además,
entre más grande era su Corte Real, más poder se le atribuye.

Es por esto que, en los ejemplos de Palacios Reales analizados en este documento, los cuales
sus construcciones y datan del siglo XIV al XVI, tienen una configuración arquitectónica cuenta con
esta organización: Capilla, Cámara, Casa de oficios, Caballeriza y Guarda.

Esta organización que se comenzó gracias al reinado de Carlos V de la casa de Borgoña, pero
se estableció como un sistema fijo en las Casas Reales y palacios de los reinados siguientes, marcaron
un importante periodo en la historia de la humanidad, pues la casa de Borgoña fue el canon o el modelo
a seguir de otras monarquías para conformar sus Casas Reales. Por lo cual, en muchos palacios y reinos
europeos se pueden encontrar estas similitudes.

Por tanto, es importante la conservación de estos edificios, pues, son el resultado de siglos
de trabajo e historia que han marcado el presente de la humanidad. Además de que estos palacios
constituyen la realización artística y arquitectónica de una o varias épocas, ejerciendo una gran
influencia en toda Europa desde los orígenes de la realeza y las formas de mostrar el poder. Por
último, estas edificaciones han marcado el canon y modelo para las sedes absolutas del poder del
monarca adaptándolos a la vida cortesana, por lo que muchos de estos han sido convertidos en
museos, pues es importante recordar a la sociedad la historia que ha conformado sus países.

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Referencias
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