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NICOLÓ MAQUIAVELO - HOJA, Y FÉRTIL SEMILLA EN LA DURA

TORMENTA.

1. Aclaración necesaria.

Por distintas razones y por respeto al tiempo de los demás, nunca pedí
ser prologado; y por las mismas razones, y por el temor de no poder ser
objetivo y la pereza ante un esfuerzo demasiado grande, nunca me involucré

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en el prólogo de obra ajena.
Yendo desde los juicios más crueles y descalificativos que generan el
epíteto “maquiavélico”, a las opiniones de admiración, como aquellas de los
que creen un republicano tan profundo y convencido, como para hacer el

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panegírico del poder descarnado con la finalidad de mostrar subrepticiamente
la realidad que genera y lograr así que se le odie y combata. Lo presentan
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como un ser inteligente. Logró sentar las bases de la política como ciencia
independiente y contribuyó positivamente al desarrollo del conocimiento
humano y que, si bien mostró debilidades en su necesidad de sobrevivir, a
través de ellas, se mantuvo fiel a una determinada concepción científica; esta
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última es la opinión de la que nos sentimos más cerca.

2. Maquiavelo y su entorno.
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Calificándose como histórico, cómico y trágico y que gustaba que le


llamaran “el secretario florentino”. Su época, SXVI.
Ese Renacimiento, partero de una nueva civilización e incubador de una


crisis a la postre positiva para la humanidad, tiene grandes semejanzas con la


mayor parte de nuestro reciente Siglo XX, especialmente con su segunda mitad
y es de vital importancia para comprender a Maquiavelo.
Maquiavelo vive más de un siglo antes de la paz de Westfalia donde se
consolidan los Estados nacionales.
Maquiavelo fue contemporáneo de Girólamo Savonarola (1452-98) y
vivió en Florencia cuando éste, a la caída de los Médicis (1594) intentó
convertir a la ciudad en una democracia teocrática; en ella compartió espacios

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con el notorio Julio II (enemigo de los Borgia 1503-13, que llevó a los Estado
Pontificios a ser una potencia.
Todos estos personajes estuvieron involucrados en los enfrentamientos
que, mucho más tarde, conducirían al establecimiento de los Estados
nacionales con su atributo de la soberanía.

3. La gestión de Maquiavelo.

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Maquiavelo desarrolla su historia en Florencia. En el medioevo se
expande bajo la nobleza toscana el influjo de la industria textil y el comercio
con el norte de África. A partir del SXIII se afianza en ella una gran burguesía
que mantiene su influencia y también, son altibajos, sus instituciones

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republicanas hasta mediados del SXV. Por entonces comienza el gobierno de
los Médicis, que serán expulsados en 1494 por los florentinos que retornan al
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gobierno de la república hasta 1512, época de la primera restauración de los
Médicis al amparo de las tropas españolas. Los Médicis gobiernan hasta 1527
en que son nuevamente expulsados. La vida política de Maquiavelo está íntima
y contradictoriamente vinculada a la familia de los Médicis.
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Dice Maquiavelo que “....después de haber servido con pasión a la


República de Florencia, persiguió impacientemente la honra de servir a los
Médicis.....fue un gran hombre, pero un gran hombre muy incompleto...”
Se mataba menos que en las guerras posteriores, pero con más
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crueldad, insidia e infamia.


En Italia las circunstancias eran diferentes, pero las luchas por el poder
eran iguales en ferocidad. Dentro de Italia, Florencia adoptaba una posición


excepcional.
Al morir Lorenzo el Magnífico en 1492 se rompe el equilibrio político en
Italia e invaden los franceses. En Florencia Piero de Médicis, hijo mayor de
Lorenzo, gobierna hasta que es expulsado en 1494. Se instaura la República, a
la que Savonarola trata de convenir en una democracia de inspiración religiosa.
En 1512, al vencer los españoles en Prato, se produce la primera
restauración, Florencia vuelve al poder de los Médicis y Maquiavelo es
depuesto, preso y torturado para ser posteriormente liberado pero obligado a
un retiro forzoso en San Casiano donde comienza a escribir los Discursos

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sobre la primera década de Tito Livio (1513-1519), labor que interrumpe para
escribir y concluir su obra más famosa, “El Príncipe” (1513).
Entre 1512 y 1526, con el regreso de los Médicis se abre un período
difícil en la vida de Maquiavelo...”...que podría llamarse el período de la
desgracia (durante el cual) un pensamiento único, ardoroso, llenará
dolorosamente el espíritu del Secretario florentino. Este republicano no revelará
más que una ambición, la de afiliarse al partido aristocrático; este enemigo nato
de los Médicis, no abrigará más viva esperanza que la de conciliarse con los

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diferentes jefes de la familia soberana y liberarse, por ello, de las
persecuciones. Todas sus gestiones no tendrán otro fin y la misma
composición de El Príncipe, no será más que una de esas gestiones.”
En 1527 al saque de Roma sigue la caída de los Médicis y el

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resurgimiento de la República de Florencia con el gonfaloniere Nicolò Capponi.
A Maquiavelo no se le otorga ningún cargo, se le relega y esto le afecta
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tanto que propicia su soledad y le lleva a la muerta el 22 de Junio de 1527, sin
poder recuperar su anterior prestigio republicano hipotecado por su poca
trascendente gestión con los Médicis.
Todos estos drásticos cambios políticos coinciden con la vida de
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Maquiavelo, su participación u militancia en la mayoría de ellos y su necesidad


de sobrevivir durante otros, influyen en la vida del autor.

4. La persona de Maquiavelo.
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Autor discutido, nadie puede dudar de su genio; contribuye a sentar las


bases de una ciencia política autónoma, con un enfoque objetivo, vinculado


pero no dependiente de la moral, teología y la filosofía.


La personalidad de Maquiavelo, tanto como su teoría política, han sido
ardorosas y duramente controvertidas. “El amor a la patria en Maquiavelo está
demasiado a menudo pervertido por el cuidado de su propia fortuna y los amos
que tiene que sufrir le son, a la postre, más queridos que los amigos que él
eligió...”
Fuerte pensador independiente, desprotegido políticamente, débil,
sinuoso tratando de sobrevivir entre poderes crueles y muy superiores a sus
posibilidades.

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“....para Maquiavelo, la república es el gobierno que representa la
normalidad, la vida cotidiana de un Estado bajo el imperio de la ley y en cambio
el principado es casi siempre una situación de fuerza....en la que no basta la
ley y hay que recurrir a la fuerza...”
Maquiavelo cambió numerosas veces de bando político tratando de
mantenerse al lado de quien disponía del poder.
Es una constante su visión científica del hecho político al que sistematiza
para extraer conclusiones y sus esfuerzos por sentar las bases de la existencia

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de un Estado nacional en Italia superando el desmembramiento y la
fragmentación.
Dice Martínez de Alarcón que “...Maquiavelo jamás se pregunta por el
valor moral de un acto, ni lo explica según la mecánica o la física: lo único que

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le interesa es su valor político....Él es un político, no un filósofo, ni un teólogo,
(para él) las cosas son así y no de otra manera y se desarrollan según unas
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pautas que ninguna predicación puede alternar. Para llegar a un punto dado
será necesario tomar determinados caminos, les guste o no a los moralistas...”

5. La política de Maquiavelo.
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El Príncipe es una obra corta, importante, con la cual el autor, como


republicano convencido en una ciudad que se le transformó en absolutista,
procura congraciarse con los vencedores y si es posible obtener sus antiguos
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empleos, pero a la vez les propone la unión italiana en torno a Florencia e


intenta una visión objetiva de la realidad política.
Aunque desde la Gracia clásica ya se usa la voz de Estado, es


Maquiavelo quien por primera vez adopta la expresión con el significado de


comunidad independiente dentro de la cual se ejerce este tipo de
organizaciones políticas, la soberanía, no tiene aún una clara ubicación
conceptual, ni ha adquirido su significado trascendente, como idea fuerza
legitimante de una determinada forma de ejercer el poder, lo que, en definitiva,
justifica y permite su mantenimiento.

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6. El Príncipe de Maquiavelo.

Su enfoque político es realista y descarnado ubicándose en el campo del


“ser”. Desecha, como ajenos a su investigación, los juicios morales y los
preceptos religiosos, pero no los niega en su gravitación, sino que nos los
considera partes de la esencia política. Nosotros creemos que, enmarcado en
su tiempo y circunstancia, esta posición de Maquiavelo es correcta. En su
tiempo el análisis político y la aplicación de modelos a la realidad, se bifurcaban

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en dos caminos: el de aquellos que aceptaban los principios morales y
religiosos y pretendían que la práctica política se ajustaría a ellos, lo que les
conducía a la inoperancia y el fracaso; y el de aquellos que conocían los
mencionados principios morales y religiosos, afirmaban que los aceptaban,

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cínicamente decían que debían aplicarse, pero hacían lo que fuere para
obtener y conservar el poder, aun los actos más perversos, lo que llevaba a la
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inseguridad, el sufrimiento y la desgracia de los pueblos y también de los que
no disponían de suficiente poder o maldad.
Referencia al Capítulo XXVI: Este capítulo tiene una finalidad diferente.
No es como los anteriores el discurso del erudito que enseña una realidad
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científica, tal como la ve, le guste o no, la sustente o le moleste, pero que por el
solo hecho de existir influye en el desarrollo de la organización política, es parte
del “ser” y debe tenerse en cuenta; sino que acá es el discurso del militante,
desesperado tal vez, que ante una nueva realidad que no comparte ni puede
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enfrentar, se suma a ella para procurar, por un camino por el cual nunca
transitó y quizás ni imaginó, construir un “deber ser” político que considera
mejor y más importante.


Es una obra que desarrolla una idea política enfocada desde un


pensamiento científico para describir y explicar los métodos de obtener el poder
y mantenerlo.
El autor independiza la política de la moral y de la religión, pero nunca
recomienda recurrir a métodos inmorales, ni ataca los principios de la fe, ni
reniega de sus creencias. Sólo dice que política, moral y religión son cosas
diferente, aunque resulte sano hacer política a partir de principios y actuar
respetando reglas de alto valor axiológico o , al menos, pactadas. Esta posición

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que no es mala, le granjea fuertes enemigos que no eran tan buenos como
pretendían serlo.
Los medios no se califican por morales o inmorales, sino como eficientes
o no, esto no significa que, aunque ciertos medios sean eficientes, no debe
recurrirse a ellos por su mal intrínseco. En este sentido Maquiavelo no excluye
la moral de la política, pero reconoce que para obtener poder, esencia de la
capacidad política, hay medios correctos y otros que son inmorales, no
obstante lo cual hay personas que recurren a estos últimos.

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La realidad le muestra que el “ser” del poder se obtiene con medios
eficaces, morales o no, y enseña esto; pero también enseña que lo mejor del
gobierno, del “deber ser”, es el orden bajo condiciones y en caso de abuso la
resistencia del pueblo a la opresión, aunque todavía no imagine cómo

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institucionalizarla, ni aun rudimentariamente.
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“El Príncipe”, Dedicatoria.

Los que seas alcanzar la gracia y el favor de un príncipe acostumbran a


ofenderle aquellas cosas que se reputan por más de su agrado, o en cuya
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posesión se sabe que él encuentra su mayor gusto.


Los pintores que van a dibujar un paisaje deben estar en las montañas,
para que los valles se descubran a sus miradas de un modo claro, distinto,
completo y perfecto. Pero también ocurre que únicamente desde el fondo de
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los valles pueden ver las montañas bien y en toda su extensión. En la política
sucede algo semejante. Si para conocer la naturaleza de las naciones, se
requiere un príncipe, para conocer la de los principados conviene vivir entre el


pueblo.

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