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Francisco Dubert-García
University of Santiago de Compostela
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0. Introducción
Según nos muestra Henrique Monteagudo (1998: 116), el contacto entre gallego y
castellano es un fenómeno antiguo: por ejemplo, ya a mediados del siglo XIII el rey
Alfonso X dirigía documentos redactados en castellano a las autoridades de Galicia y el
Gremio de los azabacheros de Santiago le enviaba al rey una carta escrita en ese mismo
idioma. En consecuencia, y dejando de lado la intensidad o la frecuencia del contacto, la
escritura en castellano apareció en Galicia más o menos al mismo tiempo en que
apareció la escritura en gallego. Con todo, no fue hasta mediados del siglo XX que el
castellano como lengua hablada consiguió popularizarse y extenderse en Galicia
rebasando los límites de las ciudades y de las clases altas. La expansión del uso del
castellano como lengua hablada y como lengua materna en Galicia es un fenómeno
* Este trabajo se elaboró dentro del proyecto “Estudio sociolingüístico contrastivo entre el bajo alemán y
el gallego”, financiado por la Xunta de Galicia (2002/PX046). Quiero mostrar mi gratitud a Elisa
Fernández Rei y a David Mackenzie por los comentarios con que contribuyeron a mejorar este artículo.
completamente moderno, como muestran los datos del Mapa Sociolingüístico de
Galicia (MSG I: 37-74). Esta extensión del uso y del conocimiento del castellano no
sólo supone que aparezcan grupos de personas que tienen el castellano como lengua
materna, sino que también provoca un incremento en el número de interferencias del
castellano en el gallego, pues aumenta el grado de contacto entre las dos lenguas. Los
cultivadores, defensores y elaboradores de la lengua gallega perciben la castellanización
del gallego como un hecho negativo, pues ofrece como resultado una disminución en el
número de diferencias entre gallego y castellano, fenómeno que se percibe como una
amenaza para lo que se llama la personalidad del gallego1.
En el presente trabajo quiero acometer una breve descripción de los fenómenos de
interferencia del castellano en el gallego popular intentando escapar de todo prejuicio
purista. La razón de que me ocupe de la lengua popular es que, como mostraré, el hecho
de que los investigadores se centren en las variedades cultas y elaboradas nos oculta
muchos datos de interés y, con los datos, la magnitud de la influencia real que el
castellano puede haber ejercido sobre el gallego. Para acometer esta labor primero voy a
reflexionar en § 1 sobre los términos lengua y variedad lingüística y de qué modo los
aplico al gallego, mostrando cómo identifico las variedades gallego popular y las
subvariedades gallego popular rural y gallego popular urbano; después, en § 2,
presentaré la noción de interferencia que usaré en este trabajo; el siguiente paso en § 3
será mostrar cómo se puede aplicar este término a los datos del gallego insistiendo en la
relación que establezco entre interferencia y variedades lingüísticas; seguidamente, en §
4 por fin procuraré describir algunos fenómenos que juzgo resultado de la interferencia
del castellano en el gallego y que, de un lado, me ayudan a fundamentar empíricamente
la distinción entre gallego popular rural y gallego popular urbano y, de otro, me
permiten mostrar la relación entre intensidad y consecuencias estructurales del contacto;
para acabar, en § 5 presentaré unas breves conclusiones.
1 Véase como muestra: “El gallego se presenta muy estropeado primordialmente en el léxico [...]. De
todos modos, aunque se produzca una recuperación del léxico en los hablantes más jóvenes, muchos de
ellos aprenden un gallego culto desgalleguizado, con modificaciones en los planos fonético,
morfológico y sintáctico, que puede ser un calco del castellano, tipo este de interferencias que conlleva
un gravísimo peligro para el idioma” (Parga Valiña 1999: 806-807, traducción mía).
1. Sobre los conceptos lengua y variedad
En términos estrictos, no creo que exista algo que podamos llamar la gramática o
el léxico de la lengua gallega, sino una serie de conjuntos de gramáticas y léxicos
individuales que por factores socioculturales son todos ellos clasificados como gallegos.
Los hablantes, los poseedores de estos conjuntos de gramáticas y léxicos, que siguiendo
a Chomsky (1986) podemos llamar lenguajes-I, producen con estas herramientas
enunciados que también se clasifican como gallegos. De este modo, etiquetas como
gallego o lengua gallega sirven para clasificar una serie de enunciados y una serie de
lenguajes-I con que los hablantes producen estos enunciados; estas etiquetas son creadas
por la comunidad en un determinado momento histórico a partir de los condicionantes
sociales que existan en ese instante2.
Por lo tanto, la noción de lengua que aquí manejo no es la de Saussure (la lengua
como promedio), sino una versión de la noción coseriana de lengua histórica. En este
trabajo, la lengua será, no sólo “un conjunto bastante complejo de tradiciones
lingüísticas históricamente conexas pero diferentes y sólo en parte concordantes”
(Coseriu 1981: 302303), sino también “la totalidad de los enunciados que pueden ser
hechos en una comunidad de habla” (Bloomfield 1926: 26, traducción mía), i.e., una
lengua es la suma de todos los lenguajes-I y de todos los enunciados, elaborados con
esos lenguajes-I, que los hablantes clasifican como pertenecientes a esa lengua. Esta
definición no es circular, porque la lengua es una especie de objeto institucional, en el
sentido de Searle (1995), establecido por convención social y fundado en una creencia
compartida que se construye a partir de objetos reales (los lenguajes-I y los enunciados)
que son clasificados de una manera y a los que se atribuye una nueva función: crear
identidades comunitarias. De esto se sigue que son gallegos el conjunto de los hechos
lingüísticos que la comunidad etiqueta como gallegos; y que el gallego está constituido
por el conjunto de todos estos hechos lingüísticos.
2 Los hablantes pueden incluso discrepar sobre cómo categorizar este grupo de lenguajes-I y de
enunciados. Mientras que la mayoría de los gallegos le llama gallego a su lengua y lo separa del
castellano y del portugués, existen hoy grupos de hablantes que prefieren hablar de gallegoportugués o
de portugués de Galicia.
Ahora bien, las clasificaciones sobre lo que sea gallego o castellano que hacen los
hablantes y las que hacen los lingüistas no siempre coinciden: los hablantes pueden
tener etiquetada como gallega la palabra gallego con que denominan su lengua, aunque
los lingüistas consideren esta forma como una incrustación castellana y señalan galego
como la verdadera forma gallega, y eso a pesar de que gallego es la única forma que
aparece en los textos producidos por la inmensa mayoría de los hablantes de este idioma
y sea la forma que normalmente usan para darle nombre3.
Por otra parte, visto que una lengua no es un objeto, sino más bien un conjunto
heterogéneo de objetos (lenguajes-I y enunciados parcialmente diferentes), los
lingüistas pueden organizar este conjunto de diversas maneras, subdividiéndolo en
entidades que se caractericen por contener diferentes conjuntos de rasgos lingüísticos;
estas entidades así establecidas son las diferentes variedades lingüísticas (Hudson 1996:
22-24), que también se pueden considerar conjuntos de lenguajes-I y de enunciados que
comparten unos determinados rasgos lingüísticos. Es preciso aclarar que, a mi juicio
(Dubert 2002 y en prensa), la identificación de variedades dentro de una lengua
dependerá de las necesidades del investigador. En este trabajo voy a considerar en
primer lugar la existencia de dos variedades, que, insisto, no mantienen una completa
homogeneidad interna. Una variedad es el gallego culto o elaborado, que aparece en los
enunciados orales y escritos más formales o institucionales; la otra es el gallego
popular, vernáculo o no elaborado, que aparece en enunciados generalmente hablados,
más alejados del mundo oficial (véase Monteagudo y Santamarina 1993, Regueira 1999,
Dubert 2002). Excusado es insistir en que cada una de estas variedades cuenta con una
serie de rasgos lingüísticos que las caracterizan.
En cuanto a los ámbitos de uso, se puede señalar a grandes rasgos que, mientras
que la primera variedad es comúnmente adquirida fuera del ámbito de la familia, a
veces a través de la enseñanza reglada, la segunda es adquirida como lengua materna en
el seno de la familia de modo informal. Es esta última variedad, el gallego popular, es
3 En mi opinión, etiquetas como gallego y castellano no son lingüísticas (frente a sujeto, sílaba, ataque,
singular o pretérito) ni deben asignarse a la competencia lingüística del hablante, sino que son
sociolingüísticas y deben asignarse a su competencia sociolingüística; y conviene no olvidar que, del
mismo modo que existen tantas competencias lingüísticas como hablantes, también existen tantas
competencias sociolingüísticas como hablantes.
el objeto de estudio de este trabajo y, dado que tampoco es una unidad homogénea,
puede ser descompuesto en otras dos subvariedades: el gallego popular urbano, que es
la lengua gallega popular que hablan los gallegohablantes de las ciudades y del mundo
periurbano; y el gallego popular rural o gallego tradicional, que es el gallego hablado
en las aldeas fundamentalmente por las personas mayores sin estudios. Como se verá
más abajo, estas dos entidades difieren entre sí por la cantidad y calidad de rasgos
históricamente gallegos y castellanos que presentan4.
2. La noción de interferencia
Una vez que he dado una definición de los términos lengua y variedad, paso a
ofrecer el significado que daré al término interferencia. Para eso, comenzaré por señalar
qué temas no voy a tocar aquí. En primer lugar, no me voy a referir en este trabajo al
fenómeno conocido como cambio conversacional de códigos o mezcla de códigos, en
que un hablante cambia de una lengua a otra durante un mismo enunciado (Hudson
1996: 53-55). Tampoco me voy a referir a cuestiones relacionadas con la competencia
lingüística de los bilingües ni con el uso o la adquisición de las segundas lenguas; por lo
tanto, tampoco tocaré los fenómenos de transferencia negativa, i.e., los rasgos de la
lengua materna no coincidentes con los rasgos de la segunda lengua que aparecen en los
textos que el hablante intenta producir en la segunda lengua; ni de los fenómenos de
evitación, por los que el hablante, con el fin de evitar errores, no usa las formas de la
segunda lengua que o bien divergen de o bien coinciden con las formas propias de su
lengua materna (véase Gass y Senliker 1996).
Emplearé aquí el término interferencia dándole un valor diacrónico: en este
trabajo una interferencia es un rasgo lingüístico adscrito por los lingüistas a una lengua
X que aparece recurrentemente en enunciados producidos en otra lengua Y por
hablantes que tienen Y como lengua materna y habitual. Esto me lleva a establecer tres
5 Debe quedar claro que cuando hablo de bilingües, y sobre todo de bilingües perfectos, no quiero decir
personas que hablen las variedades estándar del castellano y del gallego, o que hablen variedades de
gallego y de castellano no interferidas; me refiero a personas que tienen soltura para expresarse en
castellano y en gallego, con independencia del grado de castellanización o galleguización que tenga el
dialecto que usan.
Por lo que se refiere ya directamente al plano estructural, las repercusiones
lingüísticas de esta distribución se adaptan también a las predicciones de Thomason y
Kaufman (1988), pues las clases populares, más alejadas del castellano, presentan una
castellanización más o menos fuerte del léxico (en todo caso, una castellanización que
las identifica como grupo), aunque hasta ahora fueron capaces de ir manteniendo sin
interferencias (o con interferencias escasas) la sintaxis y la fonología. Del mismo modo,
al subir por la escala social y al aproximarse al mundo urbano se ve incrementar el
número de castellanismos no sólo léxicos, sino también fonológicos y sintácticos. Esta
penetración del castellano en la fonología y en la sintaxis es, a veces, tan sutil que,
como pienso mostrar, puede ser difícil de percibir.
Con todo, es necesario separar dos grandes tipos de hablantes: de un lado están las
personas que tienen el gallego como lengua materna o que tuvieron como lengua
familiar el castellano, pero que durante su infancia estuvieron de algún modo expuestos
al gallego vernáculo, de modo que son capaces de hablarlo con fluidez; de otro lado,
están las personas que tienen el castellano como lengua materna y que prácticamente
nunca se relacionan con hablantes del gallego vernáculo, de modo que desconocen la
lengua popular y, además, a veces, no son capaces de expresarse en gallego con
fluidez6.
Dentro de este último grupo existen personas que cambiaron su lengua materna
castellana para el gallego por varias razones, siendo una de ellas el proceso identitario
que se está produciendo en Galicia. Este grupo social, conocido (y a veces vituperado)
con el término neofalantes ‘neohablantes’, está produciendo un nuevo sociolecto
denominado nuevo gallego urbano que contiene una fonología y una sintaxis
castellanizadas y una morfología y un léxico muy próximos a los de las variedades
estándar (véase Regueira 1999 y Dubert 2002). Este sociolecto no es otra cosa que el
resultado de socializar el interlenguaje más o menos fosilizado de estos hablantes.
Algunos de los rasgos lingüísticos del nuevo gallego urbano están siendo exportados al
6 Kabatek (1996: 98, traducción mía) clasificó los informantes de su estudio en tres categorías que
encajan con las que aquí diseño: “Informantes con el gallego como su lengua materna y como la lengua
más presente durante la infancia./ Informantes con el castellano como lengua materna, pero con
presencia del gallego en el contexto familiar durante la infancia./ Informantes con el español como
lengua materna y poco (o ninguna) presencia del gallego en el contexto familiar durante la infancia”.
gallego popular, de modo que, cuando son rasgos de origen castellano, se tornan en lo
que Thomason y Kaufman denominan interferencias por sustrato (1988: 38-39), lo que
no es más que una vía indirecta para la penetración de castellanismos en el gallego.
Ambos grupos merecen descripciones diferentes; en este estudio me dedicaré sólo
a las variedades que se caracterizan como gallego popular, dividiéndolas, como ya he
indicado, en gallego popular urbano y gallego popular tradicional. Con todo, es
necesario seguir insistiendo en que estamos hablando de entidades prototípicas, que en
el mundo real no son homogéneas y presentan diferentes tipos de gradación.
3.1 Fonología
Como ya he señalado arriba, el gallego popular suele mantener una fonología
poco castellanizada. Muchos de los rasgos de su fonología son tratados y despreciados
como vulgarismos en la mayor parte de las descripciones, por lo que no es común que
los lingüistas se ocupen de ellos al tratar la interferencia. Esto se debe a que la
desaparición de estos rasgos no perjudica al proceso de difusión y consolidación del
estándar (más bien todo lo contrario). Sin embargo, ya he dicho que muchos de estos
rasgos presentan un tipo de distribución tal que aconseja su tratamiento en un estudio
7 Tiago Vidal (1997) fue uno de los primeros lingüistas en percatarse de este error metodológico, aunque
la orientación de este trabajo es de origen purista, ya que se preocupa por la castellanización del gallego
como el presente, pues aparecen en las variedades más rurales (ergo, menos interferidas
por el castellano) y faltan en las variedades más urbanas (ergo, más castellanizadas).
Para mí la falta de estos rasgos en las variedades urbanas puede explicarse fácilmente si
nos percatamos de que estos rasgos rurales no coinciden con los rasgos del castellano.
En todo caso, es preciso recordar que esta opinión mía se sustenta en la creencia, que
juzgo probable, de que las variedades rurales gallegas guardan rasgos conservadores,
que quizás en el pasado hayan tenido una difusión social y geográfica mayor. Sin
embargo, también es posible pensar que muchos de estos rasgos nunca hayan estado
presentes en las hablas urbanas, lo que me parece improbable; si así fuera, habría que
explicar también por qué estos rasgos, comunes en casi todas las hablas rurales, no se
produjeron en las hablas urbanas (véase Dubert en prensa).
La presión del castellano de un lado y la presión del gallego culto del otro están de
algún modo provocando la recesión de la gheada y el seseo, los dos fenómenos de más
relevancia en la dialectología de la lengua gallega8. Antes de la introducción de los
cambios castellanizantes, en los dialectos con gheada existía una clase de palabras que
contenían un fonema glotal /h/, como en /hato/ ‘gato’, con origen histórico en el
segmento /g/ que todavía se conserva en castellano y en los dialectos gallegos sin
gheada; bajo la presión castellanizante, la lengua de estas áreas está recuperando otra
vez el fonema velar sonoro /g/ con su anterior incidencia9. Del mismo modo, en los
dialectos con seseo está produciéndose la introducción de un fonema dental /θ/ en
algunas de las palabras que antes contenían /s/, precisamente aquellas que son cognadas
de las que en castellano contienen /θ/, siendo inertes al cambio los cognados gallegos de
palabras castellanas que presentan /s/: así, /sapato/ cambia a /θapato/ ‘zapato’, pero /asi/
culto urbano.
8 La gheada es el resultado de un cambio fonológico que sustituyó el fonema /g/ por el fonema /h/; el
seseo es la ausencia de /T/ y la presencia en su lugar de diversos segmentos fricativos alveolares
sibilantes que podemos representar con el signo /s/. Son dos auténticos estereotipos, en el sentido de
Labov (1972), pues constituyen objeto de conversaciones entre los hablantes del gallego y han generado
una inmensa cantidad de literatura entre los lingüistas y los cultivadores del gallego en general (véase
Fernández Rei 1990).
9 Para poder acometer el estudio de las interferencias fonológicas emplearé los conceptos inventario,
distribución e incidencia que aparecen en Chambers y Trudgill (1998: 36-37).
no cambia a */aθi/ ‘así’10. Las reflexiones de los hablantes muestran un deseo de
convergencia con el castellano cuando se evita la gheada y el seseo (Dubert 1999a).
La introducción de /g/ y /θ/ modifica el inventario de fonemas; sin embargo,
frente a otros casos de préstamo de fonemas que se detectan en otras lenguas, la
importación de estos nuevos fonemas no es necesariamente resultado de la ampliación
del léxico de la lengua receptora, sino de una modificación de la forma básica de
entradas léxicas ya existentes. Una entrada léxica como {GATO, [Sust Masc], /hato/}
cambia para {GATO, Sust, /gato/} y una entrada como {ZAPATO, [Sust Masc], /sapato/}
cambia para {ZAPATO, [Sust Masc], /θapato/}. En las variedades con seseo implosivo, en
las que /θ/ no aparece en la coda —lo que da lugar a alternancias en la raíz como las de
vez: /bes/ en el [Sing] y /beθes/ en el [Pl]—, se elimina el principio que impide la
presencia de /θ/ en la coda sin que el inventario fonológico se vea alterado —de modo
que /θ/ amplía su distribución, se eliminan las alternancias descritas y vez adquiere una
forma de palabra /beθ/ en el [Sing].
Quizás sea también castellanismo, o por lo menos un cambio ayudado por el
castellano, el cambio en la realización que toma la propia gheada, pues al lado de una
realización en que se emplea el fonema /h/, localizada en las variedades más
tradicionales, existe otra nueva realización con un fonema fricativo velar sordo /x/
similar al del castellano, instalada en las variedades más innovadoras. Es la distribución
social de los segmentos lo que podría justificar que adscriba este cambio a
castellanismo, y por lo tanto que se clasifique como interferencia (aunque parece ser un
cambio común en muchas lenguas).
Por otra parte, existe otro fenómeno relacionado con estos fonemas /h/ y /x/ y que
tiene que ver con una larga serie de castellanismos, más o menos comunes a todas las
variedades gallegas denominados por Parga Valiña (1999: 795) castellanismos plenos,
ya que son castellanismo léxicos que se emplean sin ningún tipo de adaptación (o con
adaptaciones mínimas). Algunos de estos castellanismos plenos podrían pasar por
10 Evidentemente, estoy simplificando el proceso, pues todos estos cambios se extienden mediante
procesos de variación lingüística: las formas viejas y las nuevas conviven en el habla de las personas,
los cambios tocan antes a unas palabras que a otras, puede haber variedades en las que se verifiquen
ultracorrecciones, etc.
palabras históricamente gallegas, pues su introducción no originó cambios en el
inventario de fonemas ni sus formas violan las regularidades fonotácticas del gallego:
luna, persona, sola, etc. Sin embargo, al lado de estos castellanismos plenos se
encuentran otros más problemáticos: son formas que en castellano contienen un fonema
fricativo velar sordo y que han pasado al gallego prácticamente sin adaptar. En las
variedades con gheada, estos castellanismos han entrado con el mismo tipo de segmento
que se le adjudica a la gheada: {COLEGIO, [Sust Masc]} puede aparecer como /kolexjo/
o como /kolehjo/. En las variedades sin gheada, estos ítems también pueden aparecer
con el segmento fricativo velar sordo del castellano o adaptados con un segmento glotal
/h/; sea como sea, tanto /x/ como /h/ han supuesto en estas variedades sin gheada una
ampliación del inventario fonológico, pues son segmentos que no existían antes de la
introducción del castellanismo. Por esta razón es posible decir que se ha verificado en
las variedades sin gheada un proceso de fonematización causado por un incremento en
el caudal léxico.
Otro cambio de inventario que muchos autores (e.g., Vidal Figueiroa 1997: 330)
atribuyen a la presión del castellano es el fenómeno conocido como yeísmo o
deslateralización de /´/. Este proceso tiene que ver también con el inventario de
fonemas: mientras que en las variedades más tradicionales existe un fonema lateral
palatal que se opone a otro lateral alveolar, en las variedades más innovadoras, e incluso
en muchas de las más tradicionales, el fonema lateral palatal no existe, pues su lugar en
los ítems léxicos que lo contenían (i.e., su incidencia) ha sido ocupado por un segmento
palatal sonoro no lateral que varía sus alófonos con realizaciones aproximantes y
oclusivas; de este modo, a {OJO [Sust Masc]} ya no le corresponde la secuencia de
fonemas /o´o/, sino la secuencia /oïo/.
En el gallego popular rural es posible encontrar una serie de fenómenos que, bien
están ausentes de las hablas populares urbanas, bien no son tan habituales en estas
variedades:
• Realizaciones labializadas de vocales átonas frontales medias altas, resultado,
según la explicación más usual (Álvarez e Xove 2002: 36), de una asimilación
del rasgo labial de una consonante circundante: [sÁPman ] ‘semana’,
[rPmeD¤jU] ‘remedio’; en algunas variedades esta vocal labializada se
presenta hoy como una vocal posterior: [sÁUman ]. En el gallego popular
urbano, las formas habitualmente recogidas son semejantes a las castellanas, de
modo que aparecen sin labialización [sÁemana], [remeD¤jo].
• Adición de vocales paragógicas cuando una palabra aguda acaba en un
segmento asilábico; el segmento asilábico final se resilabea con la vocal
añadida y, de este modo, las palabras agudas acabadas en consonante emergen
como graves acabadas en vocal: /kome|/ ‘comer’ > [kome|I], /ew/ ‘yo’ > [ewI],
/miN/ ‘mi’ > [miNI]. Este fenómeno, quizás gobernado por una restricción
contra las palabras agudas acabadas en consonante que no existe en el
castellano, no es común en la variedad popular urbana.
• Aparición de semivocales antihiáticas al final de una palabra acabada en vocal
átona que va seguida de otra palabra que comienza por vocal tónica: /a "alma/
‘el alma’ > [ "jalm ], /na "O|ta/ ‘en la huerta’ > [n "jO|t ]. Este rasgo no
se produce en el castellano ni en el gallego popular urbano.
• Tendencia a que las vocales átonas finales se centralicen perceptiblemente:
/a"miho/ ‘amigo’ > [ "mihU], /"lejte/ ‘leche’ > ["lejtI]. En la variedad popular
urbana este proceso no es tan común o simplemente no se da, como tampoco se
da en el castellano.
• Inestabilidad en la articulación del segmento fricativo alveolar /s/ situado en la
coda. Esta inestabilidad se manifiesta en las variedades populares rurales de
Santiago por medio del rotacismo (/s/ es substituido /|/ cuando va seguido de
segmentos sonoros o fricativos: /desde/ ‘desde’ > [de|D¤e]; véase Dubert
1999b) o por su elisión11. La ciudad de Santiago se ve rodeada de rotacismo
por todas partes en las hablas rurales; sin embargo, los hablantes de gallego
nacidos y criados en la ciudad y en la zona periurbana no lo presentan.
11 En otros dialectos, /s/ tiende a realizarse como /h/: /desde/ > [deHD¤e]; y en algunas variedades
seseantes del bloque occidental emerge como /S/: /desde/ > [deS3D¤e] (véase Fernández Rei 1990).
Todo esto muestra que algunos dialectos gallegos tradicionales presentan restricciones a la distribución
de /s/ en la coda. Tampoco estos procesos son comunes en otras variedades populares urbanas (véase,
por ejemplo, Vidal Figueiroa 1997: 320).
3.2. La flexión
Se suele señalar que las interferencias sólo afectan a la flexión en situaciones de
contacto fuerte (Thomason y Kaufman 1988). Como ha venido aconteciendo hasta este
momento, las variedades urbanas presentan también rasgos interferidos en diferentes
niveles de análisis flexivos. En este trabajo describiré, primero, fenómenos que tocan a
la expresión formal de propiedades morfosintácticas; segundo, fenómenos que afectan a
la selección de las propias propiedades morfosintácticas; y, tercero, a problemas que
afectan a lo que denomino interfaz entre la componente semántica y la componente
sintáctica (para la noción de interfaz véase Jackendoff 2002).
3.2.1. Expresión de propiedades morfosintácticas
Podemos encontrar ejemplos de interferencia en la morfología flexiva dentro de la
conjugación verbal. Así por ejemplo, existen en castellano un conjunto de verbos de la
segunda y tercera conjugaciones que introducen una consonante velar en la forma de
palabra que corresponde a la [P1 Sing Ind Pres] y a todas las formas de palabra del
[Subj Pres]; esta consonante suele ser sorda en verbos con raíz acabada en consonante
fricativa dental, parecer > parezco, y sonora cuando la raíz acaba en diferentes tipos de
segmentos sonoros, oír > oigo o valer > valgo (véase Alarcos Llorach 1994: 184-185).
Este proceso de interfijación aparece también en las variedades de gallego popular
urbano, aunque en menos verbos que en el castellano (pero no en verbos distintos): así,
en gallego popular urbano encontramos formas como oír > oigo ~ oiga, valer > valgo ~
valga, parecer > parezco ~ parezca, etc., pero poñer > poño ~ poña (frente al castellano
pongo ~ ponga). Al contrario, en el gallego popular rural no se produce este tipo de
inserción: oír > oio ~ oia, valer > valo ~ vala o vallo ~ valla, parecer > parezo ~
pareza, etc. Es necesario señalar, en todo caso, que la forma del interfijo puede ser /g/ o,
en virtud de la gheada, /h/ o /x/.
Encontramos otro ejemplo de interferencia en la conjugación de verbos como
valer, salir o poñer12. En el gallego popular rural tienen una conjugación totalmente
12 Nótese que salir es la forma más extendida en el gallego popular, frente a saír, que es la forma
propia del gallego estándar; en el gallego popular apenas quedan restos de formas similares a la estándar
saír. La conjugación de este verbo salir en el gallego popular es completamente regular, salvo en las
formas de palabra que expresan la [P1 Sing Ind Pres] y todo el [Subj Pres], que, según los dialectos,
pueden tomar una forma especial para la raíz: sallo vs. sales; lo mismo se puede decir de valer: vallo vs.
regular para las formas de palabra del futuro de indicativo o en el pospretérito: valerei,
valería, salirei, saliría, poñerei, poñería. En el gallego popular urbano aparecen formas
castellanizadas, de modo que en estos tiempos pierden la vocal temática y aparece un
interfijo oclusivo dental sonoro /d/ tras la raíz: valdrei, valdría, saldrei, saldría,
pondrei, pondría. Nótese que, tras el interfijo /d/ aparecen formantes gallegos, como
nos muestra la [P1 Sing], saldrei y no saldré, o la [P2 Pl], saldredes y no saldreis. Por
lo tanto, lo que se copia es la inserción de /d/ tras la raíz y la eliminación de la vocal
temática, no el resto de los formantes.
En la morfología nominal es posible también que se copien formantes del
castellano para ítems léxicos gallegos. Las variedades más castellanizadas de Santiago
pueden presentar las formas estos ~ esos para expresar el [Masc Pl] de los demostrativos
este ~ ese, con vocal temática o como exponente relacionado a estas propiedades
morfosintácticas; este castellanismo da origen al paradigma este / estos / esta / estas ~
ese / esos / esa / esas. Vale la pena notar que el demostrativo aquel, sin embargo, sigue
expresando su [Masc Pl] por medio de aqueles y no de *aquelos. En el gallego popular
rural del contorno de Santiago son usuales las formas no interferidas estes ~ eses, en que
aparece la vocal temática e tanto en las formas de palabra del [Masc Sing] como en las
del [Masc Pl], de modo que se conserva el paradigma tradicional este / estes / esta /
estas ~ ese / eses / esa / esas ~ aquel / aqueles / aquela / aquelas.
3.2.2. Selección de propiedades morfosintácticas
La interferencia también puede afectar a la selección de las propiedades
morfosintácticas de los sustantivos, produciendo cambios sintácticos en las entradas
léxicas. Siguiendo la clasificación de las propiedades morfosintácticas de Anderson
(1988), podemos decir que [Masc] y [Fem] son propiedades morfosintácticas
inherentes, pues están predeterminadas en una entrada léxica concreta y deben ser
accesibles a las reglas de concordancia. Algunos sustantivos del gallego popular
tradicional o rural aparecen con el género propio del castellano en las variedades
populares urbanas: a calor [Fem] en el gallego rural vs. o calor [Masc] en el gallego
urbano, o nariz [Masc] en el gallego rural vs. a nariz [Fem] en el gallego urbano. Es un
vales (véanse los mapas correspondientes del ALGa I). Por esta razón, las formas de palabra
caso, pues, de interferencia flexiva que repercute en la sintaxis de la entrada léxica. En
el gallego popular rural es posible también encontrar entradas léxicas con la forma de
palabra castellanizada, pero con el género tradicional: o sangre ‘la sangre’ (por o
sangue), a dolor ‘el dolor’ (por a dor); en el gallego popular urbano, sin embargo, la
castellanización alcanza no sólo a la forma de palabra, sino también a la propiedad
morfosintáctica de género: a sangre, género [Fem] en vez de [Masc]; o dolor, género
[Masc] en vez de [Fem].
Podría incluirse en este capítulo otro ejemplo que nos viene de la flexión verbal y
que afecta a uno de los rasgos simbólicos más importantes de la gramática del gallego:
el infinitivo flexionado. Como es sabido, el infinitivo gallegoportugués puede recibir en
determinados contextos propiedades morfosintácticas de número y persona que originan
la presencia de exponentes morfológicos en los verbos: para eu comer [P1 Sing], para ti
comeres [P2 Sing], para el comer [P3 Sing], para nós comermos [P1 Pl], para vós
comerdes [P2 Pl], para eles comeren [P3 Pl]. Los contextos en que este infinitivo
aparece no son los mismos en la lengua popular y en la lengua estándar, pero la
vitalidad del infinitivo flexionado es mayor en el vernáculo rural que en el vernáculo
urbano, donde es más común la aparición del infinitivo no flexionado. En el análisis que
aquí propongo, esto significa que en las variedades en que no se emplea el infinitivo
flexionado deja de determinarse la entrada léxica con las propiedades morfosintácticas
de número y persona, por lo que, de tratarse del resultado de un proceso de
interferencia, también habría afectado a la selección de propiedades morfosintácticas
(parte de la información sintáctica que transmite el verbo) y no sólo a los exponentes
morfológicos.
3.2.3. La interfaz entre el componente semántico y el sintáctico
Otro rasgo gramatical de alto valor simbólico para los lingüistas gallegos es la
inexistencia en gallego de los denominados tiempos compuestos. El gallego emplea una
sola forma, cantei, para expresar los contenidos temporales de las formas castellanas
canté, he cantado, habré cantado y hube cantado:
Castellano Gallego
13 Por ejemplo, es sabido que en gallego los pronombres átonos pueden colocarse con cierta
libertad en el interior de las frases verbales generadas por un infinitivo e introducidas por preposición o
conjunción, de modo que es posible registrar a) téñoo que facer, b) teño que o facer, c) teño que facelo,
d) para o facer y e) para facelo. Con todo, las posibilidades (b,d) parecen estar en recesión a favor de
(c,e), que coinciden formalmente con la ordenación del castellano. Mientras que algunos lingüistas
presentan el cambio como un desarrollo interno y no mencionan explícitamente una posible influencia
del castellano, otros atribuyen el cambio a la presión castellanizante; véase Freixeiro (2000: 174-176)
para una discusión.
aparecen secuencias como que te estás ghodendo o puesto ti, se me corte o pelo,
fixécheste un oco, pero o que é montarse aí una granxa, en que la función es de
complemento indirecto. Como vemos, aparecen en construcciones o frases fechas
castellanas más o menos adaptadas al gallego: montarse algo, hacerse un hueco o
joderse algo. Al lado de estos aparecen otros dativos como los de botámonos unas risas,
ligarme una tía, saberse o estribillo, que son construcciones castellanas (incluso léxico
coloquial castellano) adaptadas al gallego (véase abajo). Las formas tradicionales de
expresar los contenidos semánticos de estas oraciones posiblemente emplearían también
incluso recursos léxicos diferentes: botámonos unas risas podría decirse en el gallego
rural como rimos moito, rimos dabondo, rimos a cachón o, simplemente, estivemos
rindo.
5. Conclusiones
En este trabajo he pretendido ilustrar el tipo de interferencias del castellano que se
han introducido en el gallego popular. Para esto, he presentado las nociones de lengua,
variedad lingüística e interferencia que manejo; he intentado justificar el interés de
estudiar la lengua popular per se, comparando unas variedades de gallego popular con
otras y estas con el castellano, y no tomando como referencia la variedad estándar; he
defendido que se deben considerar indicios de interferencia la ausencia en el gallego
popular urbano de ciertos fenómenos propios del gallego popular rural usualmente
olvidados por que son considerados vulgarismos; he segmentado la lengua popular en
las variedades gallego popular rural y gallego popular urbano en función de la
presencia de rasgos históricamente gallegos y de rasgos históricamente castellanos que
mantienen; finalmente, he ilustrado el modo en que las interferencias afectan a la
estructura de la lengua gallega; para este último cometido, me he decantado por una
clasificación estructural, pues es ésta la menos marcada desde un punto de vista purista.
Este análisis estructural, que atiende a diferentes componentes de la gramática, nos
muestra la fuerte intensidad del contacto del castellano en el gallego popular urbano,
que padece un grado de castellanización que afecta a la fonología, la morfología, la
sintaxis y el léxico, lo que está de acuerdo con las hipótesis de Thomason y Kaufman,
según las cuales, a mayor convivencia interlingüística, mayor permeabilidad.
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