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Interferencias del castellano en el gallego popular

Article  in  The Bulletin of Hispanic Studies · June 2005


DOI: 10.3828/bhs.82.3.1

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Francisco Dubert-García
University of Santiago de Compostela
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Interferencias del castellano en el gallego popular*
Francisco Dubert García
Instituto da Lingua Galega
Universidade de Santiago de Compostela
Resumen:
En este trabajo pretendo mostrar qué tipo de interferencias del castellano han
penetrado en el gallego popular. Tras presentar las nociones de lengua, variedad
lingüística e interferencia, intentaré estudiar la lengua popular comparando unas
variedades con otras. Como consecuencia de este método se obtiene una mayor riqueza
de datos, pues se puede analizar la vitalidad de formas populares excluidas de las
variedades cultas (estas últimas muchas veces tomadas como única referencia). Los
datos permitirán segmentar la lengua popular en dos variedades, gallego popular rural y
gallego popular urbano, separadas en función de qué rasgos históricamente gallegos y
qué rasgos históricamente castellanos mantienen. Finalmente, intentaré, por medio de
una clasificación estructural, mostrar como las interferencias afectan al sistema de la
lengua gallega popular. Este análisis estructural ilustra la diferente fuerza del contacto
entre el castellano y el gallego popular urbano, de un lado, y el castellano y el gallego
popular rural del otro.

0. Introducción
Según nos muestra Henrique Monteagudo (1998: 116), el contacto entre gallego y
castellano es un fenómeno antiguo: por ejemplo, ya a mediados del siglo XIII el rey
Alfonso X dirigía documentos redactados en castellano a las autoridades de Galicia y el
Gremio de los azabacheros de Santiago le enviaba al rey una carta escrita en ese mismo
idioma. En consecuencia, y dejando de lado la intensidad o la frecuencia del contacto, la
escritura en castellano apareció en Galicia más o menos al mismo tiempo en que
apareció la escritura en gallego. Con todo, no fue hasta mediados del siglo XX que el
castellano como lengua hablada consiguió popularizarse y extenderse en Galicia
rebasando los límites de las ciudades y de las clases altas. La expansión del uso del
castellano como lengua hablada y como lengua materna en Galicia es un fenómeno

* Este trabajo se elaboró dentro del proyecto “Estudio sociolingüístico contrastivo entre el bajo alemán y
el gallego”, financiado por la Xunta de Galicia (2002/PX046). Quiero mostrar mi gratitud a Elisa
Fernández Rei y a David Mackenzie por los comentarios con que contribuyeron a mejorar este artículo.
completamente moderno, como muestran los datos del Mapa Sociolingüístico de
Galicia (MSG I: 37-74). Esta extensión del uso y del conocimiento del castellano no
sólo supone que aparezcan grupos de personas que tienen el castellano como lengua
materna, sino que también provoca un incremento en el número de interferencias del
castellano en el gallego, pues aumenta el grado de contacto entre las dos lenguas. Los
cultivadores, defensores y elaboradores de la lengua gallega perciben la castellanización
del gallego como un hecho negativo, pues ofrece como resultado una disminución en el
número de diferencias entre gallego y castellano, fenómeno que se percibe como una
amenaza para lo que se llama la personalidad del gallego1.
En el presente trabajo quiero acometer una breve descripción de los fenómenos de
interferencia del castellano en el gallego popular intentando escapar de todo prejuicio
purista. La razón de que me ocupe de la lengua popular es que, como mostraré, el hecho
de que los investigadores se centren en las variedades cultas y elaboradas nos oculta
muchos datos de interés y, con los datos, la magnitud de la influencia real que el
castellano puede haber ejercido sobre el gallego. Para acometer esta labor primero voy a
reflexionar en § 1 sobre los términos lengua y variedad lingüística y de qué modo los
aplico al gallego, mostrando cómo identifico las variedades gallego popular y las
subvariedades gallego popular rural y gallego popular urbano; después, en § 2,
presentaré la noción de interferencia que usaré en este trabajo; el siguiente paso en § 3
será mostrar cómo se puede aplicar este término a los datos del gallego insistiendo en la
relación que establezco entre interferencia y variedades lingüísticas; seguidamente, en §
4 por fin procuraré describir algunos fenómenos que juzgo resultado de la interferencia
del castellano en el gallego y que, de un lado, me ayudan a fundamentar empíricamente
la distinción entre gallego popular rural y gallego popular urbano y, de otro, me
permiten mostrar la relación entre intensidad y consecuencias estructurales del contacto;
para acabar, en § 5 presentaré unas breves conclusiones.

1 Véase como muestra: “El gallego se presenta muy estropeado primordialmente en el léxico [...]. De
todos modos, aunque se produzca una recuperación del léxico en los hablantes más jóvenes, muchos de
ellos aprenden un gallego culto desgalleguizado, con modificaciones en los planos fonético,
morfológico y sintáctico, que puede ser un calco del castellano, tipo este de interferencias que conlleva
un gravísimo peligro para el idioma” (Parga Valiña 1999: 806-807, traducción mía).
1. Sobre los conceptos lengua y variedad
En términos estrictos, no creo que exista algo que podamos llamar la gramática o
el léxico de la lengua gallega, sino una serie de conjuntos de gramáticas y léxicos
individuales que por factores socioculturales son todos ellos clasificados como gallegos.
Los hablantes, los poseedores de estos conjuntos de gramáticas y léxicos, que siguiendo
a Chomsky (1986) podemos llamar lenguajes-I, producen con estas herramientas
enunciados que también se clasifican como gallegos. De este modo, etiquetas como
gallego o lengua gallega sirven para clasificar una serie de enunciados y una serie de
lenguajes-I con que los hablantes producen estos enunciados; estas etiquetas son creadas
por la comunidad en un determinado momento histórico a partir de los condicionantes
sociales que existan en ese instante2.
Por lo tanto, la noción de lengua que aquí manejo no es la de Saussure (la lengua
como promedio), sino una versión de la noción coseriana de lengua histórica. En este
trabajo, la lengua será, no sólo “un conjunto bastante complejo de tradiciones
lingüísticas históricamente conexas pero diferentes y sólo en parte concordantes”
(Coseriu 1981: 302303), sino también “la totalidad de los enunciados que pueden ser
hechos en una comunidad de habla” (Bloomfield 1926: 26, traducción mía), i.e., una
lengua es la suma de todos los lenguajes-I y de todos los enunciados, elaborados con
esos lenguajes-I, que los hablantes clasifican como pertenecientes a esa lengua. Esta
definición no es circular, porque la lengua es una especie de objeto institucional, en el
sentido de Searle (1995), establecido por convención social y fundado en una creencia
compartida que se construye a partir de objetos reales (los lenguajes-I y los enunciados)
que son clasificados de una manera y a los que se atribuye una nueva función: crear
identidades comunitarias. De esto se sigue que son gallegos el conjunto de los hechos
lingüísticos que la comunidad etiqueta como gallegos; y que el gallego está constituido
por el conjunto de todos estos hechos lingüísticos.

2 Los hablantes pueden incluso discrepar sobre cómo categorizar este grupo de lenguajes-I y de
enunciados. Mientras que la mayoría de los gallegos le llama gallego a su lengua y lo separa del
castellano y del portugués, existen hoy grupos de hablantes que prefieren hablar de gallegoportugués o
de portugués de Galicia.
Ahora bien, las clasificaciones sobre lo que sea gallego o castellano que hacen los
hablantes y las que hacen los lingüistas no siempre coinciden: los hablantes pueden
tener etiquetada como gallega la palabra gallego con que denominan su lengua, aunque
los lingüistas consideren esta forma como una incrustación castellana y señalan galego
como la verdadera forma gallega, y eso a pesar de que gallego es la única forma que
aparece en los textos producidos por la inmensa mayoría de los hablantes de este idioma
y sea la forma que normalmente usan para darle nombre3.
Por otra parte, visto que una lengua no es un objeto, sino más bien un conjunto
heterogéneo de objetos (lenguajes-I y enunciados parcialmente diferentes), los
lingüistas pueden organizar este conjunto de diversas maneras, subdividiéndolo en
entidades que se caractericen por contener diferentes conjuntos de rasgos lingüísticos;
estas entidades así establecidas son las diferentes variedades lingüísticas (Hudson 1996:
22-24), que también se pueden considerar conjuntos de lenguajes-I y de enunciados que
comparten unos determinados rasgos lingüísticos. Es preciso aclarar que, a mi juicio
(Dubert 2002 y en prensa), la identificación de variedades dentro de una lengua
dependerá de las necesidades del investigador. En este trabajo voy a considerar en
primer lugar la existencia de dos variedades, que, insisto, no mantienen una completa
homogeneidad interna. Una variedad es el gallego culto o elaborado, que aparece en los
enunciados orales y escritos más formales o institucionales; la otra es el gallego
popular, vernáculo o no elaborado, que aparece en enunciados generalmente hablados,
más alejados del mundo oficial (véase Monteagudo y Santamarina 1993, Regueira 1999,
Dubert 2002). Excusado es insistir en que cada una de estas variedades cuenta con una
serie de rasgos lingüísticos que las caracterizan.
En cuanto a los ámbitos de uso, se puede señalar a grandes rasgos que, mientras
que la primera variedad es comúnmente adquirida fuera del ámbito de la familia, a
veces a través de la enseñanza reglada, la segunda es adquirida como lengua materna en
el seno de la familia de modo informal. Es esta última variedad, el gallego popular, es

3 En mi opinión, etiquetas como gallego y castellano no son lingüísticas (frente a sujeto, sílaba, ataque,
singular o pretérito) ni deben asignarse a la competencia lingüística del hablante, sino que son
sociolingüísticas y deben asignarse a su competencia sociolingüística; y conviene no olvidar que, del
mismo modo que existen tantas competencias lingüísticas como hablantes, también existen tantas
competencias sociolingüísticas como hablantes.
el objeto de estudio de este trabajo y, dado que tampoco es una unidad homogénea,
puede ser descompuesto en otras dos subvariedades: el gallego popular urbano, que es
la lengua gallega popular que hablan los gallegohablantes de las ciudades y del mundo
periurbano; y el gallego popular rural o gallego tradicional, que es el gallego hablado
en las aldeas fundamentalmente por las personas mayores sin estudios. Como se verá
más abajo, estas dos entidades difieren entre sí por la cantidad y calidad de rasgos
históricamente gallegos y castellanos que presentan4.

2. La noción de interferencia
Una vez que he dado una definición de los términos lengua y variedad, paso a
ofrecer el significado que daré al término interferencia. Para eso, comenzaré por señalar
qué temas no voy a tocar aquí. En primer lugar, no me voy a referir en este trabajo al
fenómeno conocido como cambio conversacional de códigos o mezcla de códigos, en
que un hablante cambia de una lengua a otra durante un mismo enunciado (Hudson
1996: 53-55). Tampoco me voy a referir a cuestiones relacionadas con la competencia
lingüística de los bilingües ni con el uso o la adquisición de las segundas lenguas; por lo
tanto, tampoco tocaré los fenómenos de transferencia negativa, i.e., los rasgos de la
lengua materna no coincidentes con los rasgos de la segunda lengua que aparecen en los
textos que el hablante intenta producir en la segunda lengua; ni de los fenómenos de
evitación, por los que el hablante, con el fin de evitar errores, no usa las formas de la
segunda lengua que o bien divergen de o bien coinciden con las formas propias de su
lengua materna (véase Gass y Senliker 1996).
Emplearé aquí el término interferencia dándole un valor diacrónico: en este
trabajo una interferencia es un rasgo lingüístico adscrito por los lingüistas a una lengua
X que aparece recurrentemente en enunciados producidos en otra lengua Y por
hablantes que tienen Y como lengua materna y habitual. Esto me lleva a establecer tres

4 Ya Constantino García (1976) señaló la existencia de lo que el llamaba gallego normal no


contaminado, hablado sólo por “las generaciones de los mayores de las familias campesinas” y de un
gallego chapurrao que “es el medio de expresión normal en el campo, sobre todo en la generación
media” y en las generaciones de los padres y los abuelos de la ciudad (p. 341). Para distinguirlos usa
algunos de los parámetros que yo seguiré después: “el simple hecho de colocar bien los pronombres
personales, la no confusión de géneros, del buen uso de infinitivo flexionado y del sistema
preposicional, fueron los elementos de distinción que empleamos” (p. 340).
consideraciones: en primer lugar, cuando se le atribuye a un rasgo lingüístico esta
etiqueta, se está ofreciendo una caracterización histórica de este rasgo; en segundo
lugar, esta operación es resultado de una labor de investigación lingüística; en tercer
lugar, y en consecuencia, interferencia es un término propio de la lingüística, y
concretamente de la lingüística histórica. Insisto en esta última idea por una razón muy
simple: no me interesan los juicios de los hablantes, ni cómo los hablantes perciben ésta
o aquella forma, ni cómo la valoran, ni si saben que están usando interferencias al
hablar... Señalar interferencias implica explicar, con herramientas de la lingüística
histórica, por qué aparecen y el modo en qué aparecen determinados ítems en los
enunciados; y es una labor propia del lingüista histórico. Es seguro que la inmensa
mayoría de los hablantes de gallego del pueblo de Muros (A Coruña) que emplean el
castellanismo adaptado conexo ‘conejo’ en vez de la forma históricamente gallega
coello no sepan que están usando una interferencia, como tampoco son conscientes de
que los adjetivos que emplean concuerdan con los sustantivos, ni saben que cuando
hablan usan adjetivos o sustantivos. Sólo cuando pueden cotejar su forma conexo con la
forma coello de otros dialectos o de la variedad estándar es posible que se pregunten por
el origen de la divergencia, y quizás concluyan situando esta divergencia en el mismo
lugar que sitúan otras divergencias dialectales de formas gallegas como mao y man
‘mano’ o comeu y comiu ‘comió/ha comido’; o quizás concluyan identificando la forma
conexo como castellanismo adaptado. Pero es indudable a priori que conexo forma parte
de su repertorio léxico, al lado de can ‘perro’, gato o rato ‘ratón’ y que no es una
incrustación ajena a la estructura de cada uno de sus lenguajes-I. Por lo tanto,
interferencia es una etiqueta sin valor descriptivo sincrónico. En esto simplemente sigo
los postulados clásicos de Saussure:
“Las palabras de préstamo ya no cuentan como tales desde el momento en que se estudian en el
seno del sistema; ya no existen más que por su relación y su oposición con las palabras a ellas
asociadas, con igual derecho que cualquier otro signo autóctono” (1916: 69).
De este modo, son interferencias los elementos lingüísticos que cumplen estas
condiciones: a) aparecen recurrentemente en los enunciados, b) tienen su origen
histórico en elementos tomados de enunciados adscritos a otras lenguas y c) desde el
punto de vista sincrónico, funcionan en los enunciados en que aparecen al mismo nivel
lingüístico que los elementos históricamente pertenecientes a la lengua en que aparecen.
Esta noción de interferencia no coincide con la que ofrece Kabatek (1996), autor
de uno de los principales trabajos sobre este tema en el gallego actual. Considera
Kabatek las interferencias hechos de habla y no hechos de lengua, i.e., hechos que
afectan a los actos lingüísticos de individuos aislados y que dejan inalterada la lengua
como promedio; su uso del término recuerda al de transferencia negativa que aparece
en los trabajos de adquisición de las segundas lenguas. Para Kabatek, las interferencias
son elementos de la lengua X que no pertenecen a la lengua Y, pues sólo aparecen en el
habla de un individuo y no son recurrentes en el habla de la comunidad; para que estos
elementos pertenezcan a la lengua Y deberían aparecer en el habla de toda la comunidad
en el mismo nivel que los elementos autóctonos; a los elementos que cumplen este
requisito les llama cambios lingüísticos (Kabatek 1996: 27-29). Sin embargo, un ítem
lingüístico cualquiera sólo puede caracterizar el habla de un individuo si previamente
figura en su lenguajeI; esto hace que ese hecho de habla concreto sea resultado directo
de un hecho de su lenguaje-I. Si además se comprueba que este ítem caracteriza
recurrentemente el habla de los miembros de un colectivo, es indudable que también
forma parte de los lenguajes-I y de enunciados de los miembros de colectivo, por lo que
debe ser considerado un hecho de la lengua de ese colectivo o, lo que es lo mismo, un
hecho de su variedad lingüística.

3. Interferencia, variación y variedades lingüísticas


Otro problema que se debe enfrentar en el momento de describir las interferencias
del castellano en el gallego popular deriva del hecho de la variación lingüística. Si se
analizan los enunciados producidos por hablantes de diferentes grupos sociales se verá
que difieren no sólo en la cantidad y calidad de los rasgos históricamente gallegos que
aparecen en sus enunciados, sino también en la cantidad y calidad de los rasgos
históricamente castellanos. Desde un punto de vista diatópico, la distribución de las
interferencias castellanas en el gallego no es uniforme pues, aunque en la lengua
popular existen castellanismos más o menos universales que aparecen en todos los
dialectos (e.g., Dios), algunos castellanismos sólo se registran en el vernáculo de unos
territorios: así, por ejemplo, unas variedades geográficas emplean castellanismos como
hueso o huevo, mientras que mantienen la forma gallega chan ‘suelo’ y otras variedades
geográficas usan las formas gallegas óso ‘hueso’ u ovo ‘huevo’, pero presentan la forma
castellana suelo.
En cuanto a la distribución diastrática, simplemente cabe señalar que, como
muestran Thomason y Kaufman (1988: 37-45), el grado de interferencia entre dos
lenguas depende de la intensidad del contacto. En Galicia, la intensidad del contacto
depende, a su vez, de la clase social del hablante. Las gentes de las clases populares que
viven más alejadas de la cultura oficial (labradores, marineros, obreros, trabajadores del
sector primario) mantuvieron hasta fechas recientes un contacto débil con el castellano;
sólo recientemente, con la extensión de la educación obligatoria y la aparición de los
medios de comunicación de masas, ha aumentado la intensidad de la presión
castellanizante; en todo caso, todavía hoy es posible encontrar gente relativamente joven
que tiene problemas para hablar castellano con fluidez y que emplea en su gallego un
léxico de fuerte sabor tradicional. Al contrario, las clases altas urbanas y semiurbanas
mantuvieron una situación de contacto más fuerte, debido precisamente a su mayor
familiaridad con el mundo de la cultura oficial; esta presión llegó a tal punto que
algunos grupos sociales urbanos quizás hayan perdido el gallego como lengua materna
ya en el mismo siglo XIX (si no antes); de hecho, no es difícil encontrar hoy personas
que ya no saben hablar gallego o que lo hablan sin fluidez.
Como es de suponer, entre los dos polos existe todo un continuum que incluye
monolingües en gallego, bilingües con más dominio del gallego, bilingües más o menos
perfectos, bilingües con más dominio del castellano y monolingües en castellano (ver
MSG I)5. La desigual extensión del castellano y la diferente presencia de rasgos gallegos
y castellanos posibilitan, por lo tanto, guiar la fragmentación de la lengua en diferentes
sociolectos (Dubert 2002).

5 Debe quedar claro que cuando hablo de bilingües, y sobre todo de bilingües perfectos, no quiero decir
personas que hablen las variedades estándar del castellano y del gallego, o que hablen variedades de
gallego y de castellano no interferidas; me refiero a personas que tienen soltura para expresarse en
castellano y en gallego, con independencia del grado de castellanización o galleguización que tenga el
dialecto que usan.
Por lo que se refiere ya directamente al plano estructural, las repercusiones
lingüísticas de esta distribución se adaptan también a las predicciones de Thomason y
Kaufman (1988), pues las clases populares, más alejadas del castellano, presentan una
castellanización más o menos fuerte del léxico (en todo caso, una castellanización que
las identifica como grupo), aunque hasta ahora fueron capaces de ir manteniendo sin
interferencias (o con interferencias escasas) la sintaxis y la fonología. Del mismo modo,
al subir por la escala social y al aproximarse al mundo urbano se ve incrementar el
número de castellanismos no sólo léxicos, sino también fonológicos y sintácticos. Esta
penetración del castellano en la fonología y en la sintaxis es, a veces, tan sutil que,
como pienso mostrar, puede ser difícil de percibir.
Con todo, es necesario separar dos grandes tipos de hablantes: de un lado están las
personas que tienen el gallego como lengua materna o que tuvieron como lengua
familiar el castellano, pero que durante su infancia estuvieron de algún modo expuestos
al gallego vernáculo, de modo que son capaces de hablarlo con fluidez; de otro lado,
están las personas que tienen el castellano como lengua materna y que prácticamente
nunca se relacionan con hablantes del gallego vernáculo, de modo que desconocen la
lengua popular y, además, a veces, no son capaces de expresarse en gallego con
fluidez6.
Dentro de este último grupo existen personas que cambiaron su lengua materna
castellana para el gallego por varias razones, siendo una de ellas el proceso identitario
que se está produciendo en Galicia. Este grupo social, conocido (y a veces vituperado)
con el término neofalantes ‘neohablantes’, está produciendo un nuevo sociolecto
denominado nuevo gallego urbano que contiene una fonología y una sintaxis
castellanizadas y una morfología y un léxico muy próximos a los de las variedades
estándar (véase Regueira 1999 y Dubert 2002). Este sociolecto no es otra cosa que el
resultado de socializar el interlenguaje más o menos fosilizado de estos hablantes.
Algunos de los rasgos lingüísticos del nuevo gallego urbano están siendo exportados al

6 Kabatek (1996: 98, traducción mía) clasificó los informantes de su estudio en tres categorías que
encajan con las que aquí diseño: “Informantes con el gallego como su lengua materna y como la lengua
más presente durante la infancia./ Informantes con el castellano como lengua materna, pero con
presencia del gallego en el contexto familiar durante la infancia./ Informantes con el español como
lengua materna y poco (o ninguna) presencia del gallego en el contexto familiar durante la infancia”.
gallego popular, de modo que, cuando son rasgos de origen castellano, se tornan en lo
que Thomason y Kaufman denominan interferencias por sustrato (1988: 38-39), lo que
no es más que una vía indirecta para la penetración de castellanismos en el gallego.
Ambos grupos merecen descripciones diferentes; en este estudio me dedicaré sólo
a las variedades que se caracterizan como gallego popular, dividiéndolas, como ya he
indicado, en gallego popular urbano y gallego popular tradicional. Con todo, es
necesario seguir insistiendo en que estamos hablando de entidades prototípicas, que en
el mundo real no son homogéneas y presentan diferentes tipos de gradación.

4. Las interferencias del castellano en el gallego popular


Una idea común sobre la interferencia del castellano en gallego es la que nos
muestra Parga Valiña (1999: 792, traducción mía) cuando afirma que “para localizar los
castellanismos es preciso situarse en el marco de la normativa lingüística vigente”; i.e.,
para identificar los castellanismos, es necesario comparar los datos del gallego popular
o del gallego culto y compararlos con las actuales propuestas de gallego estándar (sobre
todo en lo que atañe al léxico). Esta idea puede relacionarse con la preocupación central
que muchos lingüistas manifiestan por el estándar, su elaboración, depuración y
difusión. Sin embargo, produce un método de trabajo totalmente inadecuado, pues si
sólo tuviésemos en cuenta el gallego estándar, perderíamos una gran cantidad de
información: concretamente, toda la que tiene que ver con las formas gallegas diferentes
de las estándar que se pierden por influencia del castellano, i.e., una gran parte de los
ítems lingüísticos que dan forma y soporte a esa reificación que llamamos lengua
gallega7.
Por lo tanto, el trabajo sobre la interferencia del castellano en el gallego debe
también tener muy presente el estudio de las formas gallegas subestándar y no sólo en el
estudio de las formas gallegas del vernáculo que coinciden con el gallego estándar.
Muchos de los rasgos gallegos propios del gallego vernáculo que seguidamente se
ofrecen pueden estar perdiéndose en la actualidad, y de hecho es posible que ya se
hayan perdido en el pasado en muchas variedades, debido a la influencia del castellano;
por lo tanto, su desaparición es con toda certeza resultado de procesos de interferencia.
A este proceso de desaparición colabora hoy la existencia del gallego estándar, que, en
algunos casos, emplea formas gallegas coincidentes con las del estándar portugués o del
estándar español, diferentes de las formas gallegas que aparecen en el gallego
vernáculo.
Para exponer las interferencias del castellano en el gallego popular voy a seguir
una clasificación organizada por niveles de análisis lingüístico. Este método tiene varias
ventajas. La primera, es el que mejor nos deja ver cómo ha sido afectada la estructura de
la lengua y, por ello, el que nos muestra el grado de presión ejercida y penetración
lograda por el español; la segunda, nos permite comprobar la existencia de diferentes
variedades lingüísticas, ya que nos permite comprobar si determinados ítems se asocian
a determinados factores extralingüísticos; y la tercera, este modelo no está guiado, a
priori, por ningún valor purista, sino por un valor meramente comparativo.
Los datos de que me sirvo los tomo de mi estudio sobre el gallego de Santiago de
Compostela (Dubert 1999a). Aunque es un trabajo de dialectología y de descripción
gramatical, tiene la virtud de que fue elaborado con informantes de diferentes edades y,
lo que es más importante, de diversas procedencias sociales: para elaborarlo entrevisté
gentes del mundo rural, periurbano y urbano, con estudios superiores y analfabetos, etc.
Por estas razones, los datos que manejo constituyen una muestra fiable de cómo hoy
habla una comunidad gallega.

3.1 Fonología
Como ya he señalado arriba, el gallego popular suele mantener una fonología
poco castellanizada. Muchos de los rasgos de su fonología son tratados y despreciados
como vulgarismos en la mayor parte de las descripciones, por lo que no es común que
los lingüistas se ocupen de ellos al tratar la interferencia. Esto se debe a que la
desaparición de estos rasgos no perjudica al proceso de difusión y consolidación del
estándar (más bien todo lo contrario). Sin embargo, ya he dicho que muchos de estos
rasgos presentan un tipo de distribución tal que aconseja su tratamiento en un estudio

7 Tiago Vidal (1997) fue uno de los primeros lingüistas en percatarse de este error metodológico, aunque
la orientación de este trabajo es de origen purista, ya que se preocupa por la castellanización del gallego
como el presente, pues aparecen en las variedades más rurales (ergo, menos interferidas
por el castellano) y faltan en las variedades más urbanas (ergo, más castellanizadas).
Para mí la falta de estos rasgos en las variedades urbanas puede explicarse fácilmente si
nos percatamos de que estos rasgos rurales no coinciden con los rasgos del castellano.
En todo caso, es preciso recordar que esta opinión mía se sustenta en la creencia, que
juzgo probable, de que las variedades rurales gallegas guardan rasgos conservadores,
que quizás en el pasado hayan tenido una difusión social y geográfica mayor. Sin
embargo, también es posible pensar que muchos de estos rasgos nunca hayan estado
presentes en las hablas urbanas, lo que me parece improbable; si así fuera, habría que
explicar también por qué estos rasgos, comunes en casi todas las hablas rurales, no se
produjeron en las hablas urbanas (véase Dubert en prensa).
La presión del castellano de un lado y la presión del gallego culto del otro están de
algún modo provocando la recesión de la gheada y el seseo, los dos fenómenos de más
relevancia en la dialectología de la lengua gallega8. Antes de la introducción de los
cambios castellanizantes, en los dialectos con gheada existía una clase de palabras que
contenían un fonema glotal /h/, como en /hato/ ‘gato’, con origen histórico en el
segmento /g/ que todavía se conserva en castellano y en los dialectos gallegos sin
gheada; bajo la presión castellanizante, la lengua de estas áreas está recuperando otra
vez el fonema velar sonoro /g/ con su anterior incidencia9. Del mismo modo, en los
dialectos con seseo está produciéndose la introducción de un fonema dental /θ/ en
algunas de las palabras que antes contenían /s/, precisamente aquellas que son cognadas
de las que en castellano contienen /θ/, siendo inertes al cambio los cognados gallegos de
palabras castellanas que presentan /s/: así, /sapato/ cambia a /θapato/ ‘zapato’, pero /asi/

culto urbano.
8 La gheada es el resultado de un cambio fonológico que sustituyó el fonema /g/ por el fonema /h/; el
seseo es la ausencia de /T/ y la presencia en su lugar de diversos segmentos fricativos alveolares
sibilantes que podemos representar con el signo /s/. Son dos auténticos estereotipos, en el sentido de
Labov (1972), pues constituyen objeto de conversaciones entre los hablantes del gallego y han generado
una inmensa cantidad de literatura entre los lingüistas y los cultivadores del gallego en general (véase
Fernández Rei 1990).
9 Para poder acometer el estudio de las interferencias fonológicas emplearé los conceptos inventario,
distribución e incidencia que aparecen en Chambers y Trudgill (1998: 36-37).
no cambia a */aθi/ ‘así’10. Las reflexiones de los hablantes muestran un deseo de
convergencia con el castellano cuando se evita la gheada y el seseo (Dubert 1999a).
La introducción de /g/ y /θ/ modifica el inventario de fonemas; sin embargo,
frente a otros casos de préstamo de fonemas que se detectan en otras lenguas, la
importación de estos nuevos fonemas no es necesariamente resultado de la ampliación
del léxico de la lengua receptora, sino de una modificación de la forma básica de
entradas léxicas ya existentes. Una entrada léxica como {GATO, [Sust Masc], /hato/}
cambia para {GATO, Sust, /gato/} y una entrada como {ZAPATO, [Sust Masc], /sapato/}
cambia para {ZAPATO, [Sust Masc], /θapato/}. En las variedades con seseo implosivo, en
las que /θ/ no aparece en la coda —lo que da lugar a alternancias en la raíz como las de
vez: /bes/ en el [Sing] y /beθes/ en el [Pl]—, se elimina el principio que impide la
presencia de /θ/ en la coda sin que el inventario fonológico se vea alterado —de modo
que /θ/ amplía su distribución, se eliminan las alternancias descritas y vez adquiere una
forma de palabra /beθ/ en el [Sing].
Quizás sea también castellanismo, o por lo menos un cambio ayudado por el
castellano, el cambio en la realización que toma la propia gheada, pues al lado de una
realización en que se emplea el fonema /h/, localizada en las variedades más
tradicionales, existe otra nueva realización con un fonema fricativo velar sordo /x/
similar al del castellano, instalada en las variedades más innovadoras. Es la distribución
social de los segmentos lo que podría justificar que adscriba este cambio a
castellanismo, y por lo tanto que se clasifique como interferencia (aunque parece ser un
cambio común en muchas lenguas).
Por otra parte, existe otro fenómeno relacionado con estos fonemas /h/ y /x/ y que
tiene que ver con una larga serie de castellanismos, más o menos comunes a todas las
variedades gallegas denominados por Parga Valiña (1999: 795) castellanismos plenos,
ya que son castellanismo léxicos que se emplean sin ningún tipo de adaptación (o con
adaptaciones mínimas). Algunos de estos castellanismos plenos podrían pasar por

10 Evidentemente, estoy simplificando el proceso, pues todos estos cambios se extienden mediante
procesos de variación lingüística: las formas viejas y las nuevas conviven en el habla de las personas,
los cambios tocan antes a unas palabras que a otras, puede haber variedades en las que se verifiquen
ultracorrecciones, etc.
palabras históricamente gallegas, pues su introducción no originó cambios en el
inventario de fonemas ni sus formas violan las regularidades fonotácticas del gallego:
luna, persona, sola, etc. Sin embargo, al lado de estos castellanismos plenos se
encuentran otros más problemáticos: son formas que en castellano contienen un fonema
fricativo velar sordo y que han pasado al gallego prácticamente sin adaptar. En las
variedades con gheada, estos castellanismos han entrado con el mismo tipo de segmento
que se le adjudica a la gheada: {COLEGIO, [Sust Masc]} puede aparecer como /kolexjo/
o como /kolehjo/. En las variedades sin gheada, estos ítems también pueden aparecer
con el segmento fricativo velar sordo del castellano o adaptados con un segmento glotal
/h/; sea como sea, tanto /x/ como /h/ han supuesto en estas variedades sin gheada una
ampliación del inventario fonológico, pues son segmentos que no existían antes de la
introducción del castellanismo. Por esta razón es posible decir que se ha verificado en
las variedades sin gheada un proceso de fonematización causado por un incremento en
el caudal léxico.
Otro cambio de inventario que muchos autores (e.g., Vidal Figueiroa 1997: 330)
atribuyen a la presión del castellano es el fenómeno conocido como yeísmo o
deslateralización de /´/. Este proceso tiene que ver también con el inventario de
fonemas: mientras que en las variedades más tradicionales existe un fonema lateral
palatal que se opone a otro lateral alveolar, en las variedades más innovadoras, e incluso
en muchas de las más tradicionales, el fonema lateral palatal no existe, pues su lugar en
los ítems léxicos que lo contenían (i.e., su incidencia) ha sido ocupado por un segmento
palatal sonoro no lateral que varía sus alófonos con realizaciones aproximantes y
oclusivas; de este modo, a {OJO [Sust Masc]} ya no le corresponde la secuencia de
fonemas /o´o/, sino la secuencia /oïo/.
En el gallego popular rural es posible encontrar una serie de fenómenos que, bien
están ausentes de las hablas populares urbanas, bien no son tan habituales en estas
variedades:
• Realizaciones labializadas de vocales átonas frontales medias altas, resultado,
según la explicación más usual (Álvarez e Xove 2002: 36), de una asimilación
del rasgo labial de una consonante circundante: [sÁPman ] ‘semana’,
[rPmeD¤jU] ‘remedio’; en algunas variedades esta vocal labializada se
presenta hoy como una vocal posterior: [sÁUman ]. En el gallego popular
urbano, las formas habitualmente recogidas son semejantes a las castellanas, de
modo que aparecen sin labialización [sÁemana], [remeD¤jo].
• Adición de vocales paragógicas cuando una palabra aguda acaba en un
segmento asilábico; el segmento asilábico final se resilabea con la vocal
añadida y, de este modo, las palabras agudas acabadas en consonante emergen
como graves acabadas en vocal: /kome|/ ‘comer’ > [kome|I], /ew/ ‘yo’ > [ewI],
/miN/ ‘mi’ > [miNI]. Este fenómeno, quizás gobernado por una restricción
contra las palabras agudas acabadas en consonante que no existe en el
castellano, no es común en la variedad popular urbana.
• Aparición de semivocales antihiáticas al final de una palabra acabada en vocal
átona que va seguida de otra palabra que comienza por vocal tónica: /a "alma/
‘el alma’ > [ "jalm ], /na "O|ta/ ‘en la huerta’ > [n "jO|t ]. Este rasgo no
se produce en el castellano ni en el gallego popular urbano.
• Tendencia a que las vocales átonas finales se centralicen perceptiblemente:
/a"miho/ ‘amigo’ > [ "mihU], /"lejte/ ‘leche’ > ["lejtI]. En la variedad popular
urbana este proceso no es tan común o simplemente no se da, como tampoco se
da en el castellano.
• Inestabilidad en la articulación del segmento fricativo alveolar /s/ situado en la
coda. Esta inestabilidad se manifiesta en las variedades populares rurales de
Santiago por medio del rotacismo (/s/ es substituido /|/ cuando va seguido de
segmentos sonoros o fricativos: /desde/ ‘desde’ > [de|D¤e]; véase Dubert
1999b) o por su elisión11. La ciudad de Santiago se ve rodeada de rotacismo
por todas partes en las hablas rurales; sin embargo, los hablantes de gallego
nacidos y criados en la ciudad y en la zona periurbana no lo presentan.

11 En otros dialectos, /s/ tiende a realizarse como /h/: /desde/ > [deHD¤e]; y en algunas variedades
seseantes del bloque occidental emerge como /S/: /desde/ > [deS3D¤e] (véase Fernández Rei 1990).
Todo esto muestra que algunos dialectos gallegos tradicionales presentan restricciones a la distribución
de /s/ en la coda. Tampoco estos procesos son comunes en otras variedades populares urbanas (véase,
por ejemplo, Vidal Figueiroa 1997: 320).
3.2. La flexión
Se suele señalar que las interferencias sólo afectan a la flexión en situaciones de
contacto fuerte (Thomason y Kaufman 1988). Como ha venido aconteciendo hasta este
momento, las variedades urbanas presentan también rasgos interferidos en diferentes
niveles de análisis flexivos. En este trabajo describiré, primero, fenómenos que tocan a
la expresión formal de propiedades morfosintácticas; segundo, fenómenos que afectan a
la selección de las propias propiedades morfosintácticas; y, tercero, a problemas que
afectan a lo que denomino interfaz entre la componente semántica y la componente
sintáctica (para la noción de interfaz véase Jackendoff 2002).
3.2.1. Expresión de propiedades morfosintácticas
Podemos encontrar ejemplos de interferencia en la morfología flexiva dentro de la
conjugación verbal. Así por ejemplo, existen en castellano un conjunto de verbos de la
segunda y tercera conjugaciones que introducen una consonante velar en la forma de
palabra que corresponde a la [P1 Sing Ind Pres] y a todas las formas de palabra del
[Subj Pres]; esta consonante suele ser sorda en verbos con raíz acabada en consonante
fricativa dental, parecer > parezco, y sonora cuando la raíz acaba en diferentes tipos de
segmentos sonoros, oír > oigo o valer > valgo (véase Alarcos Llorach 1994: 184-185).
Este proceso de interfijación aparece también en las variedades de gallego popular
urbano, aunque en menos verbos que en el castellano (pero no en verbos distintos): así,
en gallego popular urbano encontramos formas como oír > oigo ~ oiga, valer > valgo ~
valga, parecer > parezco ~ parezca, etc., pero poñer > poño ~ poña (frente al castellano
pongo ~ ponga). Al contrario, en el gallego popular rural no se produce este tipo de
inserción: oír > oio ~ oia, valer > valo ~ vala o vallo ~ valla, parecer > parezo ~
pareza, etc. Es necesario señalar, en todo caso, que la forma del interfijo puede ser /g/ o,
en virtud de la gheada, /h/ o /x/.
Encontramos otro ejemplo de interferencia en la conjugación de verbos como
valer, salir o poñer12. En el gallego popular rural tienen una conjugación totalmente

12 Nótese que salir es la forma más extendida en el gallego popular, frente a saír, que es la forma
propia del gallego estándar; en el gallego popular apenas quedan restos de formas similares a la estándar
saír. La conjugación de este verbo salir en el gallego popular es completamente regular, salvo en las
formas de palabra que expresan la [P1 Sing Ind Pres] y todo el [Subj Pres], que, según los dialectos,
pueden tomar una forma especial para la raíz: sallo vs. sales; lo mismo se puede decir de valer: vallo vs.
regular para las formas de palabra del futuro de indicativo o en el pospretérito: valerei,
valería, salirei, saliría, poñerei, poñería. En el gallego popular urbano aparecen formas
castellanizadas, de modo que en estos tiempos pierden la vocal temática y aparece un
interfijo oclusivo dental sonoro /d/ tras la raíz: valdrei, valdría, saldrei, saldría,
pondrei, pondría. Nótese que, tras el interfijo /d/ aparecen formantes gallegos, como
nos muestra la [P1 Sing], saldrei y no saldré, o la [P2 Pl], saldredes y no saldreis. Por
lo tanto, lo que se copia es la inserción de /d/ tras la raíz y la eliminación de la vocal
temática, no el resto de los formantes.
En la morfología nominal es posible también que se copien formantes del
castellano para ítems léxicos gallegos. Las variedades más castellanizadas de Santiago
pueden presentar las formas estos ~ esos para expresar el [Masc Pl] de los demostrativos
este ~ ese, con vocal temática o como exponente relacionado a estas propiedades
morfosintácticas; este castellanismo da origen al paradigma este / estos / esta / estas ~
ese / esos / esa / esas. Vale la pena notar que el demostrativo aquel, sin embargo, sigue
expresando su [Masc Pl] por medio de aqueles y no de *aquelos. En el gallego popular
rural del contorno de Santiago son usuales las formas no interferidas estes ~ eses, en que
aparece la vocal temática e tanto en las formas de palabra del [Masc Sing] como en las
del [Masc Pl], de modo que se conserva el paradigma tradicional este / estes / esta /
estas ~ ese / eses / esa / esas ~ aquel / aqueles / aquela / aquelas.
3.2.2. Selección de propiedades morfosintácticas
La interferencia también puede afectar a la selección de las propiedades
morfosintácticas de los sustantivos, produciendo cambios sintácticos en las entradas
léxicas. Siguiendo la clasificación de las propiedades morfosintácticas de Anderson
(1988), podemos decir que [Masc] y [Fem] son propiedades morfosintácticas
inherentes, pues están predeterminadas en una entrada léxica concreta y deben ser
accesibles a las reglas de concordancia. Algunos sustantivos del gallego popular
tradicional o rural aparecen con el género propio del castellano en las variedades
populares urbanas: a calor [Fem] en el gallego rural vs. o calor [Masc] en el gallego
urbano, o nariz [Masc] en el gallego rural vs. a nariz [Fem] en el gallego urbano. Es un

vales (véanse los mapas correspondientes del ALGa I). Por esta razón, las formas de palabra
caso, pues, de interferencia flexiva que repercute en la sintaxis de la entrada léxica. En
el gallego popular rural es posible también encontrar entradas léxicas con la forma de
palabra castellanizada, pero con el género tradicional: o sangre ‘la sangre’ (por o
sangue), a dolor ‘el dolor’ (por a dor); en el gallego popular urbano, sin embargo, la
castellanización alcanza no sólo a la forma de palabra, sino también a la propiedad
morfosintáctica de género: a sangre, género [Fem] en vez de [Masc]; o dolor, género
[Masc] en vez de [Fem].
Podría incluirse en este capítulo otro ejemplo que nos viene de la flexión verbal y
que afecta a uno de los rasgos simbólicos más importantes de la gramática del gallego:
el infinitivo flexionado. Como es sabido, el infinitivo gallegoportugués puede recibir en
determinados contextos propiedades morfosintácticas de número y persona que originan
la presencia de exponentes morfológicos en los verbos: para eu comer [P1 Sing], para ti
comeres [P2 Sing], para el comer [P3 Sing], para nós comermos [P1 Pl], para vós
comerdes [P2 Pl], para eles comeren [P3 Pl]. Los contextos en que este infinitivo
aparece no son los mismos en la lengua popular y en la lengua estándar, pero la
vitalidad del infinitivo flexionado es mayor en el vernáculo rural que en el vernáculo
urbano, donde es más común la aparición del infinitivo no flexionado. En el análisis que
aquí propongo, esto significa que en las variedades en que no se emplea el infinitivo
flexionado deja de determinarse la entrada léxica con las propiedades morfosintácticas
de número y persona, por lo que, de tratarse del resultado de un proceso de
interferencia, también habría afectado a la selección de propiedades morfosintácticas
(parte de la información sintáctica que transmite el verbo) y no sólo a los exponentes
morfológicos.
3.2.3. La interfaz entre el componente semántico y el sintáctico
Otro rasgo gramatical de alto valor simbólico para los lingüistas gallegos es la
inexistencia en gallego de los denominados tiempos compuestos. El gallego emplea una
sola forma, cantei, para expresar los contenidos temporales de las formas castellanas
canté, he cantado, habré cantado y hube cantado:
Castellano Gallego

correspondientes al futuro de indicativo y al pospretérito deberían ser salirei y saliría, respectivamente.


(hoy) me he levantado a las diez (hoxe) erguinme ás dez;
(ayer) me levanté a las diez (onte) erguinme ás dez,
a las diez me habré levantado ás dez levanteime (o ás dez xa me levantei)
cuando hubo acabado cando acabou.
Del mismo modo, los contenidos temporales de haya cantado se expresan en
gallego mediante cante: el castellano cuando hayas acabado, avisa se corresponde con
el gallego cando acabes, avisa; o mediante cantara o cantou: el que haya roto esto, que
lo diga se corresponde con o que rompeu/rompera isto, que o diga. Los contenidos
temporales de había cantado se expresan en gallego mediante cantara: llegué cuando el
ya se había marchado se corresponde con cheguei cando el xa marchara. Los
contenidos modales y temporales de hubiese cantado se expresan en gallego mediante
cantara o cantase: si lo hubieses hecho se corresponde con se o fixeras/fixeses. Los
contenidos modales y temporales de habría cantado se expresan en gallego con
cantaría: yo habría cantado si me hubiesen dejado se corresponde con cantaría se me
deixaran. Finalmente, haber cantado o habiendo cantado se expresan en gallego
mediante cantar o que cantei: después de haber cantado se corresponde con despois de
que cantou o despois de cantar y habiendo cantado se corresponde con despois de
cantar (véase Álvarez y Xove 2002 para una descripción de los valores temporales de
los verbos gallegos).
La situación descrita para el gallego en general vale para el gallego popular rural,
aunque parece que existen registros de houbera cantado para el pasado irreal. En el
gallego popular urbano, sin embargo, comienzan a aparecer tiempos compuestos de
diferentes tipos. Así, la forma gallega del pluscuamperfecto de indicativo cantara
comienza a competir con una forma perifrástica había cantado, de manera que los
mismos contenidos temporales dejan de expresarse a través de la morfología para
expresarse a través de la sintaxis. Pero al lado de este tipo de interferencia, comienzan a
aparecer formas compuestas que transmiten valores temporales específicos que en el
gallego popular rural se expresan a través de formas simples (para un análisis más
demorado de estos casos véase Dubert 1999a: 173-176):
a) Hubo momentos en que dixen... por qué ostia non habería eu feito fontanería
b) Cheguei a un sitio que lle chaman a Gracia... haberá oído da romería
La forma verbal que se emplea en el gallego popular rural en estos contextos es
cantaría: por qué ostia non faría eu fontanería en (a) y oiría da romería en (b). Lo
mismo sucede con otras formas que expresan irrealidad —Oghalá houbera tido una
hernia desde o principio— que en el gallego popular rural se expresan
mayoritariamente con las formas cantara o cantase. Por lo tanto, en el gallego popular
urbano cantaría podría comenzar a perder la capacidad de expresar los valores
temporales que ahora expresa habería cantado, de modo que se produciría una
especialización funcional entre cantaría y habería cantado.
Con todo, es en el infinitivo donde con más profusión se presentan estos tiempos
compuestos, a veces ayudando a expresar contenidos modales de irrealidad, como en a
miña ilusión, que era haber acabado en xuño, o de realidad, como en non tou
arrepentida de nada... de haber marchado pa fóra. En el gallego popular rural en estos
casos se emplearían formas infinitivas simples: a miña ilusión, que era acabar en xuño
y non tou arrepentida de nada... de marchar pa fóra.
Por lo tanto, vemos como la expresión de los contenidos semánticos de tiempo,
modo o aspecto de los verbos también se ve afectada, pues dejan de emplearse verbos
simples para transmitir estos contenidos, que pasan a expresarse a través de las
combinaciones sintácticas que dan origen a las formas compuestas. En el tipo de
análisis gramatical que sigo (inspirado en Jackendoff 2000), este cambio significa que,
por ejemplo, tanto las propiedades morfosintácticas de cantaría como su estructura
fonológica pierden capacidad de expresar unos determinados contenidos semánticos,
que pasan a expresarse a través del complejo habería cantado. De este modo, en esta
interferencia se han visto afectadas la interfaz entre el componente sintáctico y el
semántico (pues unos determinados contenidos semánticos pasan a expresarse por
medios diferentes) y la propia sintaxis (pues ha surgido una nueva estructura sintáctica
habería cantado que antes no existía).
3.2.4. Marco de la sintaxis de la palabra
La sintaxis del gallego tampoco se ve excluida de la presión del castellano;
también es posible que sea en la sintaxis donde es más difícil probar casos inequívocos
de castellanismo, ya que el castellano y el gallego son lenguas con una sintaxis casi
idéntica; de hecho, existen ciertas controversias entre los lingüistas a la hora de
caracterizar algunos fenómenos de cambio sintáctico como resultado de interferencia o
de evolución interna13. Quizás la posición de los pronombres átonos sea el elemento
simbólico más llamativo y que más ha llamado la atención de los lingüistas; en todo
caso, existen en este punto fenómenos que todos concordamos en clasificar como fruto
de cambios castellanizantes.
Como es sabido, en gallego los llamados pronombres átonos aparecen en posición
enclítica a no ser que determinadas condiciones sintácticas o informativas provoquen la
proclisis (véase Álvarez y Xove 2002). De esta manera, mientras que en el castellano
aparecen pronombres proclíticos en oraciones como lo digo yo o como le di dinero al
niño, en gallego, en las oraciones equivalentes, los pronombres aparecen en posición
enclítica: dígoo eu o deille cartos ó neno. En el gallego popular urbano, quizás por
influencia directa del castellano, quizás por la influencia del gallego de los neohablantes
(en este caso, la influencia del castellano es indirecta), quizás por la suma de ambas
influencias, comienzan a aparecer pronombres situados en lugares diferentes a como
aparecen en el gallego rural: en el gallego urbano de Santiago recogí formas como non
había nada... había... che vou explicar, e veu un coestas alfombras... ¿non?... os tes
visto o en intercambio de clase... lla vin. La colocación usual en el gallego rural es
vouche explicar o vou explicarche, telos visto y vinlla.
Otro caso de interferencia en los pronombres átonos aparece en las construcciones
reflexivas, que también adquieren un valor simbólico fuerte para los lingüistas gallegos.
Los pronombres reflexivos del gallego suelen desempeñar las funciones de
complemento directo y muy raramente desarrollan la función de complemento indirecto
(sólo con unas restricciones severas, véase Cidrás 1991). En el gallego popular urbano

13 Por ejemplo, es sabido que en gallego los pronombres átonos pueden colocarse con cierta
libertad en el interior de las frases verbales generadas por un infinitivo e introducidas por preposición o
conjunción, de modo que es posible registrar a) téñoo que facer, b) teño que o facer, c) teño que facelo,
d) para o facer y e) para facelo. Con todo, las posibilidades (b,d) parecen estar en recesión a favor de
(c,e), que coinciden formalmente con la ordenación del castellano. Mientras que algunos lingüistas
presentan el cambio como un desarrollo interno y no mencionan explícitamente una posible influencia
del castellano, otros atribuyen el cambio a la presión castellanizante; véase Freixeiro (2000: 174-176)
para una discusión.
aparecen secuencias como que te estás ghodendo o puesto ti, se me corte o pelo,
fixécheste un oco, pero o que é montarse aí una granxa, en que la función es de
complemento indirecto. Como vemos, aparecen en construcciones o frases fechas
castellanas más o menos adaptadas al gallego: montarse algo, hacerse un hueco o
joderse algo. Al lado de estos aparecen otros dativos como los de botámonos unas risas,
ligarme una tía, saberse o estribillo, que son construcciones castellanas (incluso léxico
coloquial castellano) adaptadas al gallego (véase abajo). Las formas tradicionales de
expresar los contenidos semánticos de estas oraciones posiblemente emplearían también
incluso recursos léxicos diferentes: botámonos unas risas podría decirse en el gallego
rural como rimos moito, rimos dabondo, rimos a cachón o, simplemente, estivemos
rindo.

3.3. Marco del léxico


Es una idea común que el lugar de la lengua donde más castellanismos abundan es
en el léxico. En palabras de García González (1976: 338): “donde se manifiestan de
modo más contundente las interferencias castellanas en el gallego es en el léxico”; del
mismo modo, Noia Campos (1982: 93, traducción mía) asegura que “en el vocabulario
gallego las interferencias del castellano en el nivel léxico son mayoría en comparación
con los niveles fónico y gramatical”. Como ya he dicho a lo largo de este trabajo, la
presencia de castellanismos léxicos no es la misma en el habla de todos los grupos
sociales. También en Santiago la variedad popular urbana está más interferida que la
variedad popular rural. De hecho, muchos hablantes de gallego urbano piensan que
algunas de las palabras que escuchan en el estándar y que ellos desconocen son
inventadas o afirman no entenderlas, cuando la verdad es que están vivas en las
variedades rurales o periurbanas:
Entrevistador: pero usté fala ben o gallego
Informante: eu no, eu dicen que aora, porque aora esas, os gallegos daora, son palabras,
que no se entenden, claro, eu por eghemplo, bueno, cando cai una cousa ó chan, ó chan,
eu nunca decía, mira caeume esto ó suelo.
Entrevistador: ¿nunca disía chan?
Informante: no, que caía, que caeu ó suelo, cólleme eso do suelo, ou así.
El léxico de todas las variedades del gallego popular está penetrado de palabras
del castellano que, o bien sustituyen palabras gallegas tradicionales, como Dios por
Deus, codo por cóbado, cuchara por culler, o bien fueron introducidas con los objetos o
conceptos nuevos que no existían en el mundo tradicional: colegio, fisiología. La razón
de que estos últimos entren en castellano se debe, como bien explica García (1976:
338), a que “el contacto con la civilización material es un contacto con la civilización
material «castellana». Hoy el labrador compra en la ciudad o en la villa escobas y no
vasoiras, que él hacía antes en casa”. Noia Campos denomina al primer tipo de
castellanismos interferencias léxicas del castellano, y al segundo tipo de castellanismos
les llama préstamos castellanos.
Los planificadores lingüísticos que elaboran el estándar intentan eliminar unos y
otros castellanismo proponiendo: a) formas del léxico tradicional aún hoy empleadas en
el gallego popular, b) formas recuperadas de la historia de la lengua y c) formas
construidas ad hoc. Así, mientras que todavía es posible encontrar variedades en las que
aparecen formas como vasoira o xesta para el castellanismo escoba, ya no es posible
encontrar variedades populares que empleen Deus o Igrexa, completamente suplantados
por Dios o Iglesia; por esta razón, las formas estándar Deus e Igrexa han sido
recuperadas de la historia de la lengua para la elaboración del estándar. De modo
similar, los planificadores construyeron la forma beirarrúa para que la variedad
estándar pudiese prescindir del castellanismo acera, que hoy es la única forma usada en
el gallego popular. Sin embargo, para los hablantes de gallego popular que desconocen
estas formas, unas y otras pueden resultar igual de artificiales.
Parga Valiña (1999) intenta una clasificación de los castellanismos en función de
su forma, pues en el gallego existen muchos castellanismos léxicos como luna por lúa,
nombre por nome o julio por xullo que se adoptan con la forma castellana, con
independencia de los patrones fonológicos, al lado de una minoría de formas como
conexo por coello o coenllo, parexa por parella, partixa por partilla, que han sido
adaptadas cambiando el segmento /x/ castellano por un segmento /S/ gallego, según la
equivalencia gente ~ xente y no según la equivalencia ojo ~ ollo.
A veces, algunos castellanismos no eliminan la forma gallega, sino que las dos
formas pasan a aparecer en el habla con significados parcialmente distintos: los
chícharos ‘guisantes’ vienen en vainas y es necesario desgranarlos, pero los guisantes
vienen en bolsas de plástico y están congelados (caso tomado de una hablante de la
Ameixenda, Cee, Coruña); se emplea el verbo loitar para jugar a las peleas pero luchar
para los combates serios o la lucha por la vida (Parga Valiña 1999: 798; véase Noia
Campos 1982 o García González 1976 para más ejemplos).
Aunque es común escuchar que existen campos de la vida que presentan un léxico
más castellanizado que otros (el léxico referido al mundo de la Iglesia o de la escuela
estaría más castellanizado que el referido al mundo del trabajo en el campo),
personalmente juzgo difícil, si no imposible, señalar qué requisitos puede cumplir una
palabra gallega para poder ser sustituida por una castellana equivalente. Como ya he
indicado, este tipo de interferencia incluso crea diferencias dialectales y sociolectales:
hay dialectos que en se ha introducido huevo o hueso mientras que se ha mantenido avó;
y dialectos que conservan ovo u oso pero que han admitido abuelo. Supongo que son
precisas más investigaciones y más profundas para poder encontrar un sentido o un
patrón.

3.4. Marco de la fraseología


Las unidades fraseológicas, que forman también parte del lexicón de una lengua,
constituyen un área susceptible de presentar castellanismos. Álvarez de la Granja
(2003a y 2003b) presenta dos tipos de interferencias en este ámbito del léxico:
a) fraseología gallega con unidades léxicas castellanizadas en su interior: a Dios
dar ‘en mucha cantidad’ (en que Dios es un castellanismo por Deus), estar de Dios ‘ser
inevitable’, facer frente ‘enfrentarse a’ (en que frente es un castellanismo por fronte), o
boi e o leitón en xaneiro crían riñón (en que riñón es castellanismo por ril);
b) seguidamente habla de los fraseologismos-interferencias, “unidades
fraseológicas del castellano adaptadas al gallego mediante su traducción literal” (2003a:
620, traducción mía), de modo que la unidad fraseológica es castellana, aunque el léxico
y la gramática que contiene es gallego: irse polos cerros de Úbeda ‘divagar’, chegar e
bica-lo santo ‘lograr algo muy rápidamente’, facer novelos ‘faltar a la clase’, mesturar
galgos e podengos ‘confudirlo todo’; según Álvarez de la Granja, estos últimos son
habituales en la lengua de la prensa.
Es evidente que sólo las segundas son interferencias fraseológicas propiamente
dichas; las primeras conforman fraseología gallega construida con rasgos gallegos de
procedencia castellana.
Al lado de estas expresiones, existen en los textos gallegos unidades fraseológicas
empleadas “para llenar vacíos léxicos” que la autora considera más bien como muestras
de alternancia de código que de interferencia; con todo, ella misma reconoce que “el
vacío léxico se crea a través de la presión ejercida por el castellano, que desplaza o hace
desaparecer la forma gallega” (2003a: 616, traducción mía). Son casos que incluyen,
por ejemplo, refranes en castellano: a quien madruga Dios le ayuda o al enemigo que
huye puente de plata. Precisamente por las razones aducidas, algunos de estos
constituyen casos difíciles de separar de los de interferencia y, quizás, cuando menos
para algunas unidades fraseológicas, convendría considerarlos interferencias plenas,
como en el caso de ni qué niño muerto, una expresión que se usa para desautorizar una
excusa14.

5. Conclusiones
En este trabajo he pretendido ilustrar el tipo de interferencias del castellano que se
han introducido en el gallego popular. Para esto, he presentado las nociones de lengua,
variedad lingüística e interferencia que manejo; he intentado justificar el interés de
estudiar la lengua popular per se, comparando unas variedades de gallego popular con
otras y estas con el castellano, y no tomando como referencia la variedad estándar; he
defendido que se deben considerar indicios de interferencia la ausencia en el gallego
popular urbano de ciertos fenómenos propios del gallego popular rural usualmente
olvidados por que son considerados vulgarismos; he segmentado la lengua popular en
las variedades gallego popular rural y gallego popular urbano en función de la
presencia de rasgos históricamente gallegos y de rasgos históricamente castellanos que
mantienen; finalmente, he ilustrado el modo en que las interferencias afectan a la
estructura de la lengua gallega; para este último cometido, me he decantado por una
clasificación estructural, pues es ésta la menos marcada desde un punto de vista purista.
Este análisis estructural, que atiende a diferentes componentes de la gramática, nos
muestra la fuerte intensidad del contacto del castellano en el gallego popular urbano,
que padece un grado de castellanización que afecta a la fonología, la morfología, la
sintaxis y el léxico, lo que está de acuerdo con las hipótesis de Thomason y Kaufman,
según las cuales, a mayor convivencia interlingüística, mayor permeabilidad.

6. Referencias bibliográficas
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Cabeza Pereiro et alii (eds.) Comunidades e individuos bilingües: Actas do I
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Álvarez de la Granja, M. (2003b): “Fraseoloxía e estándar”, en M. Álvarez de la Granja
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