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DESARROLLO CREATIVO A TRAVÉS DE LA MÚSICA

AMAYA EPELDE LARRAÑAGA

Universidad de Granada

1. INTRODUCCIÓN

La sociedad, desde los tiempos más remotos, está en constante proceso de


evolución y crecimiento tanto a nivel individual como colectivo, en todos los aspectos
de la vida política, económica, educativa, laboral… Para ello, el ser humano siempre
ha pensado para crear, ha creado para innovar y ha innovado para avanzar, de lo
contrario todavía viviríamos en la era primitiva. Cada persona con sus posibilidades y
circunstancias, está innovando continuamente, tanto en aspectos pequeños y sin
importancia, como en temas que son fundamentales en nuestra vida; así, intentamos
prosperar, mejorar nuestras condiciones y resolver nuestros problemas, buscando en
cada momento la manera de conseguirlo. Las personas creamos constantemente,
porque todas poseemos, en mayor o menor medida, la capacidad creativa innata en
nuestro ser. Es por esta gran necesidad humana, por lo que hoy en día, la creatividad
se ha convertido en un término altamente valorado de la que dependemos en
profundidad para el correcto funcionamiento y desenvolvimiento de nuestra vida.

Comenzaremos definiendo el término creatividad como la capacidad del ser humano


de generar contenidos, o de resolver y dar respuesta a situaciones buscando
soluciones originales con imaginación, intuición y de manera productiva. Estudiando a
autores expertos en la materia, podemos encontrar explicaciones muy concretas
como la de Vervalin (citado en Davis y Scott, 1992) que lo define como un proceso de
la mente humana que consiste en la visión mental clarificada de un problema y en la
posterior creación de una idea original para su resolución. Gervilla (2003) asegura
que es un procedimiento que llega a un resultado dependiendo de las características
de personalidad del individuo; y otros autores como Lowenfeld y Brittain (1980) y
Guilford (citado en Prieto, López y Ferrándiz, 2003) dicen que la creatividad está
relacionada con las aptitudes intelectuales, como la fluidez de ideas, la originalidad y
la flexibilidad de pensamiento. Este último autor lo define como “la clave de la
educación en su sentido más amplio, y la solución de los problemas más graves de la
humanidad” (en De la Torre, 1982, p.11)

Toda persona, dependiendo del grado de capacidad creativa que posea, se expresa y
se presenta en las distintas situaciones de su vida, con la libertad que le caracteriza,
en función de los rasgos de su personalidad. Tal como dijo Mitjáns en 1989, en todo
proceso de producción o descubrimiento existe un vínculo indisoluble entre los
aspectos cognitivos y afectivos de la persona (en Valdés y Rey, 2012).

Sin embargo, hay momentos de la vida en las que el ser humano sufre obstáculos
que le impiden pensar con lucidez y expresar sus ideas y opiniones, lo que trae como
consecuencia su incapacidad para innovar. A grandes rasgos, podemos hablar de
tres tipos de obstáculos: bloqueos perceptuales, por los cuales no se perciben los
problemas con claridad; culturales, relativas a la educación recibida, las inhibiciones;
y, por último, los bloqueos emocionales, referidos a las tensiones cotidianas, que no
nos permiten exteriorizar nuestros sentimientos.

Tal como dice Marta Grahant, los bloqueos deben ser superados: “Existe una
vitalidad, una fuerza vital, una energía, algo que anima, ello se traduce a través
nuestro, en acción, y porque sólo hay uno de nosotros, esa expresión es única. Si la
bloqueamos, nunca podrá existir a través de ningún otro medio y será perdida” (en
Del Campo, 1997, p. 97). Para superar estas barreras o ausencias de libertad en la
vida de la persona, es necesario una actitud positiva y un gran deseo de mejora
personal; “son más creativas las personas abiertas emocionalmente, que ponen
énfasis en su inventiva, independientes, individuales y entusiastas” (Epelde, 2007, p.
57).

La originalidad, la flexibilidad, la fluidez, la imaginación y la inteligencia son algunas


de las características de una persona creativa. Sin embargo, para que una persona
pueda innovar es importante que se sienta libre de obstáculos. Pero existen factores
que siempre condicionan e influyen más negativa que positivamente en el desarrollo
creativo; ante esto, es necesario adoptar una postura determinante para conseguir
que fluyan las ideas, la expresión, los sentimientos. Cada persona, en función de su
personalidad tomará su decisión, pero en general, debe consistir en ver el problema
con claridad, analizarlo, buscar las posibles soluciones y después de un período de
descanso mental, elegir la más adecuada de acuerdo con las condiciones y
circunstancias concretas que lo rodean. A este respecto, Wallace (1926) establece
cuatro fases, a saber: preparación, incubación, iluminación y verificación; Lowenfeld
habla de cuatro capacidades personales: redefinición de los problemas, análisis,
síntesis y coherencia de la organización; por su parte Guilford (1950) y Dedboud
(1992) sugieren ocho habilidades: sensibilidad para los problemas, fluidez,
flexibilidad, originalidad, redefinición, análisis, síntesis y penetración (en Esquivias,
2004).

A partir de estas capacidades de cada persona, la creatividad se educa y se


desarrolla, de ahí la importancia de un profesorado creativo. Para que un niño o niña
de Primaria desarrolle un pensamiento innovador, necesitamos un profesorado que lo
ponga en práctica, y para que estos docentes dispongan de este potencial, los planes
de estudio de formación inicial del profesorado deben aportar las condiciones
necesarias para lograrlo, pues “el profesor ideal… es un profesor creativo” (Torrance
y Myers, 1976, p. 361).

2. HISTORIA DE LA CREATIVIDAD

2.1. Algunas teorías sobre la creatividad

Las nociones sobre la creatividad han ido cambiando a lo largo de la historia.


Antiguamente, la creatividad estaba relacionada con la intervención divina, mientras
que en la época de Aristóteles y Platón se la asociaba con locura y obsesión hacia el
más allá. En la cultura romana, el poder creativo lo poseían los genios, y en la Edad
Media surge la idea de un talento especial como una habilidad inusual del individuo.
En el siglo XVIII, se defendía la libertad y el derecho de la persona a explorar su
mundo sin necesidad de permisos ni presencias divinas. Así, comienza a funcionar la
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ciencia y el pensamiento científico, y los investigadores trabajan términos como
inteligencia, pensamiento divergente, habilidades intelectuales, funcionamiento
sensorial y por tanto, creatividad (Prieto, López y Ferrándiz, 2003).

Actualmente, psicólogos y teóricos expertos han elaborado teorías que nos llevan a
entender el nacimiento y desarrollo de este potencial en el ser humano. Por un lado
tenemos la aproximación conductista, que evalúa la conducta creativa observable, la
que viene del exterior y no de los esfuerzos internos de la persona. Esta teoría, por su
simpleza, no tuvo gran éxito. Pronto nace la teoría psicoanalítica que la describe
como la consecuencia de la lucha que mantiene el individuo entre los impulsos
instintivos (interior) y la socialización (exterior); se trata de exteriorizar sus ideas y
que éstas sean aceptadas por la sociedad. Para ello, puede utilizar técnicas como el
juego y el trabajo artístico, éste último defendido por Freud para superar ciertas
actitudes socialmente inaceptables. Por otro lado, está la teoría asociativa que
defiende que la formación de asociaciones es una parte importante del pensamiento
creativo. Posteriormente llegan las aproximaciones cognitivas como las de Guilford,
que concluye diciendo que la inteligencia no implica necesariamente la creatividad;
por encima de la inteligencia se encuentran una serie de factores o aptitudes
cognitivas que son los que verdaderamente propician la innovación (Hargreaves,
1998).

2.2. Evaluación de la creatividad

Las primeras investigaciones psicológicas se encaminaron a evaluar la creatividad


pues conseguirlo simplificaría el trabajo del psicólogo, al abrir un camino claro para su
diagnóstico y posible intervención; permitiría descubrir las características del individuo
para tratarlas a tiempo, si fuese necesario. El primer intento de medir y evaluar lo
llevó a cabo Kirkpatrick en 1900, llegando a la conclusión de que, cuanto más
pequeños en edad sean los niños, más imaginativos pueden llegar a ser. Le siguió
Colvin, en 1902, quien trabajó con la invención, el sentido del humor y el poder
imaginativo. En 1916, Chassell presentó 12 tests para detectar la originalidad de los
estudiantes universitarios, y en 1922, Boraas analizó ocho tipos de pensamiento
imaginario (De la Torre, 1984).

Pero es a partir de 1950 cuando se empieza la investigación empírica y se establecen


procedimientos de evaluación. Con ellos se pretende valorar el proceso creativo, los
rasgos psicológicos que distinguen a las personas innovadoras de las que no lo son,
el producto y el contexto en el que se desarrolla este potencial. Para valorar estas
áreas, Guilford construye el test de producción divergente, y Torrance, siguiendo la
línea de Guilford, publica el test de pensamiento creativo (Prieto, López y Ferrándiz,
2003). Estas pruebas, aún habiendo sido construidas hace 60 años, siguen
empleándose en la actualidad.

Uno de los procedimientos más recientes, año 2003, es el test CREA, Inteligencia
Creativa, de Corbalán, Donolo, Tejerina y Limiñana, que se basa en la capacidad del
sujeto de elaborar preguntas a partir de un material gráfico suministrado (Corbalán y
Martínez, 2003).

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2.3. Educar en creatividad

Aprender a pensar creativamente es, en la actualidad, la clave de la formación del


individuo. Siempre nos han enseñado a recordar el pasado, en esto consistía nuestro
aprendizaje, en la reproducción memorística de un acervo cultural que se
consideraba valioso preservar para las futuras generaciones. Pero la sociedad se ha
dado cuenta de que no basta con conservar el pasado, también es necesario volcar la
mente hacia fuera, pensar hacia delante. Los nombres grandes de la historia son los
de hombres y mujeres que se han movido hacia delante y gracias a sus logros, existe
nuestra civilización, tal como la conocemos hoy en día.

La Asociación de Enseñantes Universitarios de la Informática (AENUI) dice que “ya


no es cuestión de sólo ofrecer a nuestros alumnos un bagaje estático de
conocimientos, hay que ofrecerles más, ya que la sociedad exige prepararlos para
adaptarse rápidamente a nuevas situaciones… Conocer bien nuestras asignaturas, si
es que alguna vez fue suficiente, ya no basta” (Cernuda del Río y otros, 2005, p. 10)

Sabemos que la sociedad actual necesita de poder inventivo y que muchas personas
tienen grandes ideas, pero muy pocos saben cómo alcanzarlas; de aquí la necesidad
de educarnos en creatividad.

Todos los especialistas coinciden en que una persona es creativa si posee cualidades
como las siguientes: originalidad, flexibilidad, fluidez verbal, pensamiento divergente,
imaginación, productividad, curiosidad intelectual, mente libre y despierta, coherencia,
autenticidad, independencia, entusiasmo, confianza y auto-realización. A todas estas
características, De Moya y Bravo (2008, p. 217) añaden algunas más. “En los
procesos creativos lo verdaderamente importante son la perseverancia y la
determinación, sin olvidarnos de los valores humanos y la ética”.

Educar en creatividad consiste en formar personas en este sentido y sabemos, por


investigaciones que lo avalan, que se puede lograr, alcanzar niveles elevados, y
aumentar la productividad tanto cualitativa como cuantitativamente (Davis y Scott,
1992). El proceso, descrito de manera muy generalizada, puede consistir en que
primeramente surja una idea, que resultará de la mezcla de pensamiento, voluntad,
motivación, sentimiento... A través de estos elementos, podemos hacer que esta idea
se haga realidad, y esta realidad, unida a otros elementos ambientales y contextuales
confluye en el surgimiento de nuevas ideas.

Todos tenemos necesidad de pensar de manera creativa e incrementar nuestro


potencial poco a poco. Esta educación está dirigida al gran conjunto de la ciudadanía
tanto para las personas que tienen menos capacidad como para las más dotadas;
todo el mundo puede y debe formarse, porque todos podemos desarrollarlo en mayor
o menor medida y aunque los obstáculos de los que anteriormente hemos hablado,
nos afectan, una educación adecuada, incluso bajo la presencia de las molestas
barreras antes mencionadas, puede extender y desarrollar la creatividad.

El medio más idóneo para incrementar nuestra inventiva es el contexto educativo,


que ofrece las herramientas necesarias para la innovación, mientras se consiguen
notables mejoras en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Tal como afirma Gil
(2008, p. 58) “podemos educar animando a crear, inventar, explorar, imaginar… La
creatividad no es solo una forma de pensar sino una actitud ante la vida”.
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Pero la creatividad no se enseña, como en realidad sucede con cualquier aspecto de
la vida, sino que se favorece su aprendizaje y, para ello, bajo una atmósfera de
libertad psicológica y profundo humanismo, el docente debe enseñar a tolerar la
incertidumbre, propiciar la voluntad para superar obstáculos, desarrollar la confianza
y la autoestima, dar al alumnado una visión de futuro, confiar en el potencial de cada
niño y niña, propiciar una actitud responsable ante el proceso de enseñanza-
aprendizaje, estimular el trabajo cooperativo y construir habilidades del pensamiento
creativo y reflexivo (Betancourt, 2012).

Siguiendo esta línea del trabajo colaborativo, hay varios autores que la defienden.
Martín y Newman (2008), después de realizar un estudio piloto en la Facultad de
Educación de la Universidad de Granada con alumnado de formación del
profesorado, aseguran que el trabajo cooperativo entre profesorado y alumnado
desarrolla más fácilmente la creatividad. Llegan a la conclusión de que la cooperación
proporciona confianza, libertad de acción, intercambio de conocimiento e ideas, y
resultados originales. A la misma conclusión llega Aróstegui (2012, p. 39) cuando
habla de la necesidad del trabajo en grupo para trabajar la creatividad en música:
“una cuestión clave en el proceso de composición parece ser la necesidad de
relacionar las ideas individuales a la visión del grupo”.

También Espinosa (2008, p. 183), que defiende el juego como medio creativo, afirma
que el jugar es siempre jugar con: “El hombre social busca naturalmente compartir,
comunicarse… y si las coordenadas de empatía, afectividad y comunicabilidad
funcionan adecuadamente, la producción grupal puede resultar de alta rentabilidad”.

La creatividad del profesorado universitario sirve de modelo para desarrollar el


pensamiento innovador del futuro graduado de cualquier especialidad, pero si se
trata del graduado en Magisterio, éste a su vez la fomentará en su alumnado.
Mackinnon asegura que se debe inculcar al estudiante el pensamiento abstracto y los
términos simbólicos, y defiende una educación donde se incluyan las artes y las
humanidades, donde se trabaje la sensibilidad estética, la intuición y la imaginación
(en Davis y Scott, 1992).

La educación musical se convierte así en uno de los principales recursos para


desarrollar el pensamiento creativo que, llevada en un clima de libertad, seguridad,
autonomía y participación, puede favorecer todas las actitudes positivas necesarias
para estimular este potencial.

Consideramos que el futuro maestro debe ser educado por dos vías diferentes que
están muy relacionadas entre sí: por un lado, se le debe facilitar los recursos para
que pueda aplicar de forma creativa todo lo que aprende y reformular las
metodologías de aprendizaje para desarrollar en sí mismo sus capacidades creativas;
por otro lado, debe poseer los cánones necesarios para identificar la creatividad en el
alumnado que en el futuro esté a su cargo, así como los recursos metodológicos
adecuados para incrementar en ellos su capacidad innovadora.

Siguiendo estos aspectos, creatividad musical, creatividad del maestro y creatividad


del alumnado, desarrollaremos los siguientes apartados.

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3. DESARROLLO DE LA CREATIVIDAD A TRAVÉS DE LA MUSICA

Si intentamos dar una definición de lo que es la música, podremos decir que se trata
de una combinación organizada de sonidos con un orden entre el ser humano y el
tiempo que forma una arquitectura o escultura inmaterial y sonora, con unas
características sociales, políticas, económicas, propias de la época en la que se
construye. Así, se crea un lenguaje sonoro que, dependiendo de los elementos
utilizados, puede ser agradable o desagradable para cada oído. A través de la música
se manifiestan sentimientos, emociones, ideas, y su función fundamental es la de
conseguir, aunque sea por un instante, una sublime exaltación del individuo.

La música contribuye a la educación intelectual y emocional; es un vehículo excelente


para desarrollar la personalidad, tomar conciencia de sí mismo y de los demás,
establecer relaciones personales, hacer que se forme una conciencia de lo que es y
debe ser la vida, formar el carácter del ser humano, educar la sensibilidad y, por
tanto, estimular la capacidad creadora de la persona. En suma, “educar desde la
música significa que es posible formar tanto la faceta social como la individual, lo que
a su vez acaba revirtiendo en una mejor elaboración musical” (Aróstegui, 2007, p.
67).

La experiencia musical consiste básicamente en escuchar, cantar, moverse, tocar


instrumentos, improvisar y crear. Cuando una persona trabaja correctamente estos
parámetros, llega a comprender conceptos que le llevan a disfrutar de la música.
Además, el ejercicio musical es campo adecuado para desarrollar el pensamiento
creativo (Frega, 2008).

Las actividades que se llevan a cabo, como los teatros escolares, dramatización con
música de fondo, cuentos musicales, coros, etc., refuerzan la superación, la
integración y la solución de problemas y retos. Así, por medio de estas actividades
musicales, el alumno se va formando para superar adversidades, se siente integrado,
con confianza en sí mismo, libre y por tanto con las puertas abiertas al mundo
creativo (Malbrán, 2008)

3.1. Creatividad del maestro

La sociedad del siglo XXI exige cambios en la educación asociados a la necesidad de


formar personas independientes. No estamos ante una sociedad que no sabe pensar
y vive bajo la autoridad de un mandatario. Necesitamos que la ciudadanía busque y
encuentre constantemente cosas nuevas para ser autónoma; es decir, queremos una
sociedad innovadora y autónoma.

En nuestras escuelas no puede seguir teniendo cabida la figura del maestro que sólo
manda y que premia o castiga, ni la del alumno que obedece y cumple sin rechistar;
de esta manera, nunca se conseguirá formar una persona autónoma. Necesitamos
docentes que sepan hacer volar a niños y niñas, conseguir que fluyan sus ideas y que
se desarrolle su capacidad inventiva.

Desarrollar las habilidades creativas de un ser humano puede ser una labor difícil
dependiendo de las influencias de diversa índole que haya ido recibiendo cada
persona y que se han ido acumulando a lo largo de su vida: sociales, familiares,
escolares. Esto hace que poseamos diferentes personalidades, caracteres y grados

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de libertad y, por tanto, de creatividad y de posibilidades de desarrollarla que la
escuela habrá de fomentar rompiendo esas barreras. Tal como hemos comentado
anteriormente, la escuela es uno de los más adecuados medios donde educar en
creatividad, y el maestro debe asumir que ésta es una de sus funciones formativas
más importantes y para ello, él mismo debe poseer ciertas cualidades que le
acerquen a ese profesor ideal que le haga ser un docente creativo.

Según Mendoza (2001), entre las características que debe reunir un maestro o
maestra, se encuentra la motivación hacia su actividad, que se traduce en un
incremento de su capacidad intelectual y un aumento de su implicación afectiva,
mejorando considerablemente sus logros académicos; por otro lado, “la flexibilidad e
independencia de pensamiento, exhibir capacidad de reflexión y elaboración personal
y tener una posición activa y transformadora” (p. 271). La flexibilidad de pensamiento
favorece la eliminación de obstáculos, lo que lleva al tipo de pensamiento divergente
que permite al maestro detectar problemas con facilidad y encontrar nuevas
soluciones para solventarlas. Así se desarrolla una actitud activa y transformadora
que le hace ser una persona dinámica, libre y con gran facilidad ante los problemas,
lo que ameniza considerablemente su actividad profesional; por último, “poseer
autoconciencia y autovaloración” (ibid.). Las necesidades sociales que van surgiendo
hacen que tengamos que buscar y crear cosas y soluciones nuevas. Pues bien, el
profesorado debe poseer confianza en sus propias posibilidades, y para dotarse de
esta confianza, es necesario disponer de un conocimiento y una valoración adecuada
de sus capacidades.

Estas características generales hacen que el docente desarrolle su capacidad de


detectar y reconocer potencialidades creativas en su alumnado; debe saber ver al
niño y a la niña no como es, sino como puede llegar a ser, lo que conseguirá con una
gran metodología de la observación y con la planificación de experiencias que le
lleven a captar habilidades. Según Torrance y Myers (1976, pp. 361 y 362), las
características y habilidades de un profesor o profesora ideal deben consistir en:

“apertura psicológica, vivacidad, sensibilidad, espontaneidad, sensación de


seguridad, confianza en la propia percepción de la realidad, orientación intuitiva y
experimental, capacidad para resistir las presiones sociales, tolerancia de la
complejidad, habilidad de captación de nuevas relaciones y tolerancia de la
incertidumbre y de la parcialidad de conocimientos”.

Para Menchén (2011), es necesario que el profesorado actual asuma cinco diferentes
funciones: la de entrenador, poniendo en forma las capacidades del alumno; la de
arquitecto, construyendo el futuro de acuerdo con las necesidades de la sociedad
actual; la de promotor de la creatividad, para desarrollar el potencial creativo del niño;
la de constructor del conocimiento, ayudándole a construir él mismo su propia
sabiduría, evitando el aprendizaje mecánico; y la función innovadora, para activar la
creatividad. De conseguirlo, el profesorado estará preparado para enfrentarse a una
clase con estudiantes de mayor o menor potencial creativo a los que debe educar
para que en el futuro formen parte de una ciudadanía crítica e independiente.

3.2. Creatividad en la escuela

Quiero comenzar este apartado definiendo el pensamiento divergente, fundamental


para trabajar la creatividad. El que piensa de manera divergente busca diferentes
posibilidades, explora alternativas distintas y le entusiasma lo nuevo y novedoso, a
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diferencia del que piensa de manera convergente, que ante dos elementos
existentes, busca coincidencias, rasgos comunes, es decir lo evidente, sin ampliar
posibilidades.

Aclarados estos términos, veremos cómo influyen en el trabajo que sobre creatividad
se realiza en la escuela. Los centros escolares tienen dos objetivos básicos y
fundamentales que engloban todas las funciones académicas, educativas y
formativas, a saber: la transmisión de cultura, referida al traspaso de conocimientos
de docente a estudiante, y la creación de cultura, que lleva al cultivo de la capacidad
para resolver los problemas de la vida.

Para tratar este último aspecto, el profesorado debe estar preparado para utilizar el
pensamiento divergente, usar la novedad para propiciar la imaginación, aceptar las
críticas de los alumnos, valorar el esfuerzo y la capacidad de cada estudiante,
proponer problemas y buscar soluciones, incitar la participación en clase, y ser
flexibles, reflexivos y creativos.

La metodología a utilizar debe consistir básicamente, en un aprendizaje autoiniciado


por el alumnado, creando un medio no autoritario y respetando y valorando sus ideas.
Se pueden formular preguntas que exijan traducción e interpretación, fomentando la
flexibilidad intelectual y la autoevaluación individual. A su vez, Espinosa (2008, p.
181) defiende la actividad lúdica grupal como medio creativo porque permite
“aprender haciendo, hacer jugando y jugar creando”.

La música, al ser materia sonora, se transmite de manera abstracta y efímera, lo que


conlleva una reflexión y entendimiento que se traducen en el funcionamiento de todo
el potencial imaginativo del alumno. Los pedagogos Paynter, Schafer, Denis y Self,
sostienen que la música es una expresión de la imaginación humana que se estimula
en el alumnado por medio de la relación Escuchar – Explorar – Crear para llegar al
aprendizaje (Díaz, 2001).

Según Giráldez (2007, pp. 30 y 31), la creatividad musical en los centros escolares se
lleva a cabo por medio de tres diferentes tipos de actividades, a saber: “la
improvisación, la elaboración de arreglos y la composición propiamente dicha”, y
defiende la aplicación de todas ellas según el nivel.

En música, es muy difícil separar la creación de la improvisación, ya que la


improvisación es la creación inmediata. Pero hay diferencias que las separan: la
improvisación es toda actividad instantánea, para la que no hace falta ningún tipo de
preparación; cualquier persona puede crear un sonido y experimentar con él. No
conduce normalmente a ningún resultado coherente ni bien estructurado, pero se
asemeja al juego que el niño realiza diariamente. Es a su vez, la técnica que utilizan
muchos compositores mientras están creando una obra, que después de mucho
trabajo, imaginación y estudio, acaba siendo una composición musical.

Así, la creatividad se define como la actividad pensada y trabajada que exige calidad
en su producción. Crear es producir algo nuevo e ingenioso, en nuestro caso, una
composición musical, una obra con cierta cualidad en el decir, hacer y sentir
musicales.

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Los arreglos, a su vez, consisten en transformaciones que el alumnado puede hacer
a partir de un material dado; por ejemplo una canción puede ser orquestada, se le
puede cambiar la estructura formal, hacerla más pegadiza…

Por sus características, el método más utilizado en el ámbito escolar es la


improvisación, que es calificada por Espinosa como “una de las herramientas más
contundentes para el desarrollo creativo” (2008, p.185). La define como “la creación
sonora en tiempo real” y defiende su utilización para trabajar la creatividad,
asegurando que “es una experiencia participativa que posee cualidades
excepcionales para alcanzar resultados musicales satisfactorios e inmediatos con
grupos de personas músicos y no músicos. Por tanto, se instala como una
herramienta óptima, a la hora de utilizar recursos pedagógicos para lograr la
participación activa de alumnos durante el aprendizaje de la música en la escuela”
(2007, p. 81).

A su vez, el pedagogo musical Jaques Dalcroze, afirmó que “la educación musical no
se limitará más a adornar los espíritus con conocimientos de sintaxis y vocabulario,
sino tratará de desarrollar los medios espontáneos de expresión y también el arte de
combinarlos…” (en Hemsy de Gainza, 1983, p. 22), reconociendo, por tanto, el papel
de la creatividad y la improvisación en el desarrollo de su metodología de enseñanza.

Según Bernal (2003), la improvisación musical comienza con la simple imitación y


una vez que el alumnado se sienta cómodo mientras imita, se le da libertad para que
cada niño y niña realice su trabajo individualmente: “la mejor preparación para la
creación es la creación en sí misma. La improvisación es una forma de aprender a
valorar las ideas y se convierte en la primera fase de la composición musical” (pp.
856 y 858).

El juego improvisatorio vocal, instrumental y de movimiento ejercita el oído, la


sensibilidad, el sentido musical y estético de la persona, la imaginación y la memoria.
Maschat (2001) defiende la danza como la forma de expresión más completa que, por
tanto, más desarrolla la creatividad. Palacios (2001) a su vez, defiende la escucha
atenta como medio de cultivarla. De todos modos, la audición, el canto, los
instrumentos y la danza, constituyen procesos creativos.

Mientras el alumnado realiza sus improvisaciones, es conveniente que el maestro o


maestra toque un acompañamiento instrumental, bien armónico o indeterminado, ya
que esta práctica “puede facilitar al alumno la adquisición de habilidades creativas”
(Epelde, 2008, p.140)

Al igual que la improvisación, se debe trabajar la creación musical, es decir la


composición propiamente dicha, aunque ésta ha sido prácticamente excluida por la
creencia social de la necesidad de poseer conocimientos musicales avanzados para
desarrollarla. Sin embargo, hay autores como Carl Orff que han apostado claramente
por ella para el crecimiento creativo.

La composición consiste en combinar sonidos seleccionados de manera inteligente y


conveniente, y organizarlos con imaginación: “se aprende a componer música,
cuando se elabora y desarrolla una idea principal, junto a nuestra propia experiencia
musical” (Bernal, 2003, p. 856).

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Para la composición, el maestro aporta unas pautas musicales y pide a sus
estudiantes la invención de frases musicales trabajadas, lo cual puede suponer un
arduo trabajo conjunto entre docente y alumnado, pero que tendrá como resultado un
producto pensado, controlado y concienciado, que se graba o escribe para que quede
constancia y se pueda interpretar en repetidas ocasiones. En este escenario,
profesorado y alumnado son creadores artísticos; el primero posee estrategias
didácticas para lograrlo, mientras que el segundo inventa su propia música y la
ejecuta. Esta línea de enseñanza facilita un sentimiento satisfactorio y un placer por
la música para ambas partes.

La persona creativa, ya sea improvisando, haciendo arreglos o componiendo, llega a


sentir gran libertad de ejecución, expresando sus sentimientos y emociones, y
desarrollando hábitos, destrezas, imaginación y memoria; además, adquiere
sensibilidad, conciencia, confianza, seguridad en sí mismo y en sus posibilidades. Por
supuesto, se sorprende de lo que descubre que puede hacer, y como consecuencia
se siente pleno, auto-realizado y feliz.

El papel docente debe ser discreto, participando sólo cuando sea necesario, porque
de lo contrario puede retraer y coartar la expresividad del alumnado. Ha de intentar
desarrollar en niñas y niños el gusto por el esfuerzo y el sentido por lo bello y cultivar
todas las cualidades que los convertirá en creadores. Pero, ¿hasta qué punto puede
el profesorado involucrarse en el proceso creativo del niño? ¿Puede restringir el uso
de elementos y poner pautas en la creatividad? Si el maestro restringe la actividad
con la prohibición del uso de determinados sonidos, puede estar imposibilitando que
el niño exteriorice las ideas musicales que lleva dentro. Para Aróstegui (2012), el
profesorado debe poner pautas según el contexto en el que se desarrolla el material
temático empleado. De esta manera, niños y niñas pueden desarrollar libremente sus
ideas musicales, siendo éstas adecuadas a ese contexto.

En los momentos en los que el niño se siente bloqueado y no puede expresar nada,
el profesorado debe responder con afecto y comprensión, y fomentar el respeto de
sus compañeros. La metodología más adecuada consiste en infundir optimismo y
motivación, lo que hará que surjan nuevas ideas.

Concluiremos este apartado diciendo que la creatividad musical en la escuela es un


aspecto fundamental tanto para el desarrollo personal y social del niño, como para el
crecimiento de su pensamiento divergente. Si este aprendizaje se lleva a cabo a
través de un maestro creativo, se convierte en un instrumento muy productivo para la
formación del ciudadano del siglo XXI, crítico, competente y abierto a posibilidades.

4. PROPUESTA PARA TRABAJAR LA CREATIVIDAD A TRAVÉS DE LA MÚSICA

En este apartado trataremos la parte práctica, es decir las actividades que pueden ser
llevadas a las aulas de Primaria, con el fin de desarrollar el pensamiento creador de
niños y niñas. A su vez, son recursos activos para el futuro profesorado en proceso
de formación en las Facultades de Educación.

Para su diseño, hemos seguido las instrucciones de varios expertos en la materia


como Pastor (1997), que presenta varios tipos de improvisación, según la tarea sea
individual o grupal, para componer, interpretar o escenificar, según la capacidad
creativa a desarrollar, y según el material que se vaya a utilizar. Sanuy (1994), por su
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parte, propone juegos de vocabulario, improvisación de ritmos para textos y textos
para ritmos, y Maschat (2001) aporta actividades relacionadas con la danza.

La propuesta está formada por actividades prácticas, que están confeccionadas sobre
un tema en concreto y en función del objetivo que se quiere lograr. No hace falta decir
que pueden ser modificadas en función de las necesidades del aula. En este sentido,
hacemos una llamada de atención a la creatividad del docente, que improvisará
utilizando técnicas diferentes según las características del grupo.

Propuesta

TEMA 1. Inventar melodías

Objetivo: Desarrollar la fluidez y la originalidad.

Actividad 1.

El maestro propone una estructura rítmica, a partir de la cual los estudiantes inventan
melodías con o sin sonido determinado. Se comenzará trabajando con palabras,
percusión corporal, o instrumentos de sonido no determinado, para después continuar
con instrumentos de láminas, sin tener en cuenta las notas.

Se pide al alumnado que invente nuevas estructuras rítmicas y que las reproduzcan
sus compañeros, y se realiza el mismo proceso.

Actividad 2.

Se estrecha el campo de acción trabajando con instrumentos de láminas y utilizando


la escala pentatónica. El docente pide al alumnado que improvise una melodía en una
tonalidad mayor y se aconseja que la finalice en la tónica o en el tercer grado de la
tonalidad dada.

Más tarde se pasaría a trabajar con tonalidades menores.

Actividad 3.

El maestro, de acuerdo con la estructura melódica y rítmica diseñadas, improvisa un


acompañamiento armónico con piano, guitarra, o usará una grabación para que los
niños aprendan el ritmo y la melodía.

Actividad 4.

Con este acompañamiento armónico del profesor y la estructura rítmica, el alumnado


inventará nuevas melodías. Se elegirá entre sencillas estructuras formales como
pregunta – respuesta; o bien, estrofa – estribillo – estrofa - estribillo, con un mismo
estribillo alternado con la improvisación de estrofas.

Actividad 5.

Creación: Reflexionar sobre las ideas melódicas que han surgido, elegir las más
adecuadas y escribirlas, para que todos puedan aprenderlas, tocarlas y cantarlas.
Estaríamos hablando de crear una composición musical sencilla.

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TEMA 2. Inventar un acompañamiento instrumental a una melodía

Objetivo: Desarrollar la fluidez, originalidad, interacción grupal, sensibilidad.

a) Actividad 1.

Sobre una melodía dada o inventada previamente, el alumnado creará un


acompañamiento instrumental, bien con instrumentos de sonido determinado o
indeterminado, o complementando ambos tipos. Para ello, primeramente se piensa y
se debate sobre los instrumentos que se van a utilizar, en función de las
características de la melodía.

b) Actividad 2.

A partir de esa misma melodía de la actividad anterior, el alumnado diseña una


estructura rítmica. En función de la estructura rítmica elaborada, improvisará un
acompañamiento acorde a la misma.

c) Actividad 3.

Creación en grupo. El alumnado clasifica los instrumentos de sonido indeterminado,


según su timbre y cada grupo establecido crea un acompañamiento a la melodía de
las actividades anteriores.

d) Actividad 4.

Lo mismo que en la actividad 3, pero con los instrumentos de lámina, con los que se
elaborará un acompañamiento basado en los grados I-IV-V-I o bien I-VI-V-I.

e) Actividad 5.

Se junta toda la instrumentación establecida por separado en las actividades


anteriores y se ensaya, para después unirlo a la melodía. Será un trabajo difícil,
conseguir plasmar toda la mezcla en orden, siguiendo el ritmo y con cierta calidad.
Estaremos formando una orquesta escolar que hará disfrutar a los alumnos con su
propia creación.

TEMA 3. Poner texto a una melodía

Objetivo: Desarrollar la fluidez, originalidad.

a) Actividad 1.

A partir de una melodía dada o creada, el alumnado elaborará un texto acorde a su


carácter. Para ello es necesario tener en cuenta la métrica, los acentos y pulsos
musicales y literarios, para que lírica y música estén perfectamente compenetradas.

b) Actividad 2.

Los alumnos crearán varios textos nuevos a la misma melodía, siguiendo los
patrones anteriores.

12
c) Actividad 3.

Se reflexionará sobre los textos creados, se escribirán y se elegirán uno o varios,


para acompañar la melodía.

TEMA 4. Dramatización de una melodía

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

Disponemos de melodía con texto, y ahora pasamos a elaborar una dramatización. El


alumnado inventará gestos acordes a la lírica, que se interpretarán siguiendo el ritmo
de la música.

b) Actividad 2.

La coordinación grupal es un aspecto importante que se ha de cuidar. Deben ensayar


para que todos sigan el ritmo, coordinarse y guardar la estética en su representación.

TEMA 5. Creación de una coreografía sencilla para una melodía

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

Con una melodía diseñada, el alumnado inventará pasos de baile, que culminarán en
una coreografía diseñada exclusivamente para esa pieza musical. Se tendrá en
cuenta el carácter y la velocidad de la música, y se pensará en la indumentaria
adecuada para ese tipo de baile.

Se elaborarán más de una coreografía y se elegirá la más adecuada para su


representación.

b) Actividad 2.

Su puesta en marcha. Se desarrollarán una serie de ensayos en grupo para trabajar


la coordinación, la estética y la perfección de los movimientos. El trabajo individual del
alumnado será muy valioso para lograr un resultado satisfactorio.

Se interpretará en público en algún evento organizado.

TEMA 6. Composición de una pieza musical

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, sensibilidad.

a) Actividad 1.

El alumnado seguirá los pasos descritos para la invención de una melodía, y con la
misma técnica, crearán una segunda, de tal forma que estén dando una estructura
lógica a una pieza musical. Es decir, se puede hacer un ABA, estructura formal muy
habitual en piezas musicales de Primaria. Se trata de una melodía A, una segunda
melodía B y repetimos la primera A. O bien podemos hacer una estructura de estrofa
13
- estribillo. Es decir, con un estribillo repetitivo, inventar diferentes estrofas que se
interpretarán intercaladas con el estribillo.

b) Actividad 2.

El alumnado inventará un texto a esta pieza musical, así como una dramatización,
una instrumentación y una coreografía, siguiendo la misma técnica seguida
anteriormente con la melodía.

c) Actividad 3.

Ensayo e interpretación de la pieza musical creada. Trabajo en grupo, que supone


disfrutar y sentirse totalmente auto-realizado.

Puesta en escena en un acto público organizado.

TEMA 7. Improvisación instrumental en grupo

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

Se conforman un grupo de diez alumnos, que se colocan en círculo, y todos ellos


llevan un instrumento de cualquier origen, bien cotidiano o bien instrumento musical
por excelencia. Primeramente, cada uno de ellos y en orden, hacen sonar su
instrumento, improvisando una frase de breve duración.

b) Actividad 2.

Un alumno que se coloca en el centro del círculo, dirige el orden de aparición de cada
instrumento, su repetición, intensidad, velocidad. Así, construye un discurso
improvisado, pero organizado por las pautas que él determina.

c) Actividad 3.

A continuación, desaparece la figura del director, y a medida que los participantes


alcanzan una comunicación entre ellos, deciden cuándo sonar y a qué velocidad, a
veces será en simultaneidad con otros instrumentos y otras veces individualmente,
intercalándose entre ellos. Esto se hace de manera espontánea en todo momento. Se
llega a conseguir una improvisación grupal extraordinaria que acabará cuando los
participantes sientan, a medida que van tocando, que la música está terminando y
ellos mismos le darán un final lógico.

TEMA 8. Improvisación grupal de palabras con música

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

A un grupo de tres estudiantes, se les da un poema para que lo lean. Se les pide que
elijan un número concreto de palabras, las que sean más significativas. Analizarán el
texto y discutirán sobre el valor de las palabras elegidas.

14
b) Actividad 2.

A continuación con las palabras elegidas, improvisarán una melodía. Primero actúa
un participante y cuando termina lo hace el siguiente.

c) Actividad 3.

Improvisarán de manera simultánea diferentes melodías con esas palabras elegidas y


las cantarán juntas, llegando a unificar sus melodías y conseguir una mezcla muy
original.

TEMA 9. Juego del espejo

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

Los estudiantes forman parejas y se colocan enfrentados, de manera que se pide que
uno de ellos haga un gesto improvisado, mientras que el otro realiza un sonido
también improvisado, acorde al gesto.

b) Actividad 2.

Después de practicar mucho, se llega al entendimiento mutuo, de tal manera que


hacen gestos y sonidos simultáneamente.

c) Actividad 3.

Pueden intercambiarse los papeles; el que hacía el gesto, ahora hace el sonido, y
viceversa. Se consigue un gran repertorio de sonidos e incluso, improvisar toda una
melodía y hasta una pieza musical.

TEMA 10. Inventar una instrumentación a una obra musical dada.

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

Anteriormente hemos instrumentado una melodía y una pieza musical creada por los
alumnos. Ahora se trata de una obra musical de un compositor célebre, que lo
escucharán mediante una grabación. El maestro crea un libreto, el argumento y los
comentarios para cada personaje, en función del carácter de la obra.

b) Actividad 2.

El alumnado junto con el profesor escucha la obra y entiende su estructura formal.


Con esta estructura, crea los personajes asignando a cada estudiante, una frase
musical.

15
c) Actividad 3.

Los estudiantes diseñan un arreglo instrumental para los personajes, es decir una
orquestación para acompañar a la grabación. Deben aprender a tocar siguiendo el
ritmo de la música.

d) Actividad 4.

El alumnado tocará la instrumentación suavemente junto a la grabación que se


mantendrá en un volumen también suave, para que el relato del libreto se pueda
escuchar. Este relato será interpretado teniendo en cuenta el ritmo de la obra
musical; en todo momento, el texto y las pausas serán llevados al compás de la
música. Primeramente, será ejecutado por el maestro, para luego ser éste sustituido
por un alumno. Se trabajará por fragmentos y deben repetirlo hasta que se sientan
satisfechos de su trabajo.

TEMA 11. Inventar una escenografía a una obra musical dada

Objetivo: Desarrollar la fluidez, flexibilidad, originalidad, interacción grupal,


sensibilidad.

a) Actividad 1.

Al igual que en el tema anterior, tenemos una obra musical grabada y el maestro crea
el libreto, el argumento y los comentarios para cada personaje, según el carácter de
la composición.

b) Actividad 2.

El alumnado junto con el profesor escucha la obra y entiende su estructura formal.


Con esta estructura, creará los personajes asignando a cada estudiante, una frase
musical.

c) Actividad 3.

Diseñan títeres, marionetas o muñecos para interpretar el libreto elaborado, dando a


cada personaje su función correspondiente de acuerdo con la estructura musical de la
obra.

d) Actividad 4.

Los estudiantes interpretarán el libreto con los muñecos, siguiendo la música,


teniendo en cuenta cada frase y dando sentido a la obra con la escenificación. Se
trata de conseguir que la interpretación clarifique y facilite el entendimiento de la obra
musical.

TEMA 12. Representación conjunta de una instrumentación y una escenificación a


partir de una obra musical dada.

a) Actividad 1.

Seguimos los pasos de los dos temas anteriores, y ahora los estudiantes
interpretarán al mismo tiempo la instrumentación y la escenificación a partir de una
obra musical dada. Intentarán que la instrumentación vaya conjunta con la música, y
16
aporte significado a la escenificación, y que la escenificación vaya conjunta con la
música y aporte a su vez, sentido a la instrumentación; y todo conjunto, clarifique,
amenice y facilite el entendimiento de la obra musical.

b) Actividad 2.

El alumnado ensayará ambos apartados conjuntamente, hasta que se sienta


satisfecho de su trabajo.

c) Actividad 3.

Será representado públicamente.

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