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Adultez y psiconeuroinmunologia

Para poder comprender el vínculo entre estos conceptos es importante recordar que la adultez
es una etapa del desarrollo humano en la que la persona alcanza el pleno desarrollo en sus
capacidades físicas u orgánicas además de una cierta madurez psicológica. en términos
concretos, la adultez implica la superación de las etapas de la infancia, la adolescencia y la
plena juventud; al mismo tiempo, es la etapa que precede a la ancianidad, hoy llamada tercera
edad.

En cada persona, la edad de la adultez puede variar según una gran diversidad de factores,
tales como factores biológicos (predisposición genética, desarrollo hormonal, etc.) o factores
culturales o psicológicos (educación, circunstancia de vida, ambiente cultural dominante,
hábitos cotidianos, alimentación, etc.); Sin embargo, en términos generales, la adultez suele
comprender el período que va entre los 25 y 60 años de edad aproximadamente.

Es importante señalar que durante esta etapa la persona ha alcanzado todo su potencial de
desarrollo físico y biológico; se encuentra apto para reproducirse; su personalidad se
encuentra definida, puede asumir mayores responsabilidades, además es la etapa de mayor
productividad y rendimiento.

Conociendo las características de la adultez se debe precisar un concepto que hasta el día de
hoy es muy poco conocido; la psiconeuroinmunología cuyo objeto de estudio son las
interrelaciones que se establecen entre el SN, el sistema endocrino, el sistema inmune y la
conducta. La principal premisa es que estos tres sistemas constituyen un sistema de defensa
unitario e integrado para lograr la adaptación del individuo a su medio. Aunque cada uno de
los componentes de este sistema integrado desempeña funciones especializadas, recibe y
responde a la información procedente de los demás.

Uno de los principales aportes de la psiconeuroinmunología es que ha brindado evidencia


científica de que las características de la conducta y de la personalidad de los individuos y los
estados afectivos o emocionales pueden modular también el estado funcional del sistema
inmune. Las características individuales negativas (estilo represivo, pesimismo,
representaciones negativas de sí mismo, carencia de relaciones sociales) se asocian con
alteraciones en las respuestas del sistema inmune y el bienestar psicológico (buenas relaciones
de pareja, familiares y sociales…) ejerce un efecto protector en el desarrollo de enfermedades
autoinmunes.

Diferentes factores psicológicos y sociales pueden afectar al estado emocional del individuo,
en cuya regulación es importante el papel del sistema límbico. Es posible que estos factores
puedan modular, a través de las vías, la función inmune y la susceptibilidad a las
enfermedades. Un ejemplo son las respuestas del organismo al estrés.

Acorde a lo señalado se puede indicar que al ser la adultez la etapa de pleno desarrollo físico y
mental, el sistema inmune y las características neuropsicológicas también se encuentran en su
plenitud, pero las circunstancias de trabajo, familiares o sociales adversas pueden generar una
afección a este sistema.

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