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"Año del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia"

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS


TEMA:

¿CÓMO INFLUYE LA MADURACIÓN EN EL SER HUMANO, CUALES


SON LOS FACTORES?
ASIGNATURA:
ESTIMULACIÓN DE LOS PROCESOS SOCIO AFECTIVOS Y
COGNITIVO
DOCENTE:
SILVIA ANGELICA ESPINOZA GAGO
ESTUDIANTE:
EDISA MEGO CERCADO
CICLO:
V

LIMA-PERÚ
2021
¿CÓMO INFLUYE LA MADURACIÓN EN EL SER HUMANO, CUALES SON LOS
FACTORES?

La maduración es el proceso de adquisición progresiva de nuevas funciones y


características, que se inicia con la concepción y finaliza cuando el ser alcanza el estado
adulto. La maduración se mide por la aparición de funciones nuevas como caminar,
hablar, sostener la cabeza, o de eventos como la aparición de un diente, aparición de la
primera menstruación en la niña, aparición de nuevos huesos en las radiografías, etc. Se
refiere al completamiento de las estructuras biológicas y su más acabada articulación
alude a la aparición de nuevas funciones o eventos.

Por lo tanto, el término maduración se refiere a los procesos de crecimiento físico que de
manera importante influyen para dar lugar a un desarrollo de conducta ordenada, o
sujeta a un tipo conocido.
Influye mediante la estimulación, desde el momento de su concepción. El ambiente
favorece o inhibe, según el grado y calidad de la estimulación.
Sin embargo, existe otras definiciones de la MADURACION es el conjunto de procesos de
crecimiento, en especial los del sistema nervioso central, que van a proveer un soporte
para nuevas conductas. Si los factores genéticos y el ambiente están dentro de límites
normales, los procesos madurativos van a seguir un curso predecible, con escasas
variaciones. Pero pueden verse notablemente interferidos por perturbaciones en los
citados factores.
La maduración es una evolución automática del desarrollo y se inicia con la concepción.
Hombres y mujeres maduran a ritmo distinto y tienen diferente composición corporal. Las
principales diferencias sexuales se manifiestan en la pubertad, época en que los niños y
niñas pasan por un período de crecimiento rápido seguido de la adquisición de las
características sexuales secundarias.
Las normas del desarrollo son pautas de crecimiento que indican las edades en que el
niño normal deberá alcanzar los hitos del desarrollo.
El desarrollo normal se presenta dentro de la gama de edades, de modo que estas normas
no pasan de ser simples pautas generales; gran parte del desarrollo humano es gradual y
estable, aunque a veces se realiza en períodos de crecimiento rápido menos ordenados.
El desarrollo es en sí una serie de etapas por las que pasa el ser vivo. ‘en el hombre el
desarrollo no queda limitado al crecimiento. Bajo la influencia de las condiciones
fisiológicas (de la maduración), de una parte, y de las condiciones socio afectivas de otra,
aparecen nuevas formas de funcionamiento, que conducen al bebé sometido al principio
de placer (encerrado en la sola búsqueda
de la satisfacción de sus necesidades) al
estado de adulto en lucha con la realidad.
Progresivamente, el comportamiento se
diferencia y el ser humano se hace más
independiente de las contingencias
exteriores. El bebé reacciona al dolor con
una agitación de todo su cuerpo, mientras
que el niño mayor se limita a substraer la
parte del cuerpo afectada por la excitación; su humor sigue las oscilaciones de su cuerpo,
etc.
Cada ser humano tiene un ritmo de crecimiento que le es propio; se observan en él
avances rápidos, paradas y vueltas atrás, pero nunca, prácticamente, un desarrollo
rectilíneo. Sin embargo, existe cierto número de leyes y de test psicomotores que
permiten saber si el desarrollo se efectúa normalmente. Las mejores condiciones para su
desenvolvimiento armónico son: buena higiene, ambiente estable y cálido y cuidados
afectuosos.
En otras palabras, la maduración es un proceso muy complejo ya que implica nociones y
cuestiones no sólo físicas o biológicas sino también sociales y culturales que influyen en
gran modo en la manera en la que el individuo va formando su personalidad e identidad.
Cuando hablamos de la maduración del ser humano, los especialistas han marcado
diferentes etapas. La primera de ellas es la infancia (también subdividible hoy en día en
varias infancias), aquella en la que los niños son indefensos, frágiles y deben contar con la
asistencia de los adultos para sobrevivir. La infancia se considera que puede llegar hasta
los 10 años, momento en el cual el niño o niña entran en la etapa de la pubertad y pre-
adolescencia. En este momento comienzan a desarrollar cierta autonomía y buscan
cuestionar el mundo que los rodea. La adolescencia es quizás la última parte de la
maduración, aquella en la que el individuo termina de formar su identidad, sus intereses y
hace frente a miedos, inseguridades, etc. para entrar finalmente en la adultez.
Sin embargo, hay sociedades en las que el niño pasa a ser considerado un adulto luego de
los 10 años y otras en los que los jóvenes muestran rasgos de inmadurez y de
adolescencia aun habiendo pasado los 25 años. Esto representa cambios sustanciales con
la idea de maduración y por eso el concepto mismo debe ser analizado cuidadosamente
en cada caso.
La madurez implica un sentido unificador de la persona. No tiene madurez el hombre por
disponer de una suma de conocimientos diversos; se habla de madurez cuando hay
capacidad y claridad de reflexión para comprender la realidad, descubrir su sentido y,
sobre ella, resolver con seguridad los problemas que la vida plantea. La madurez adquiere
significación pedagógica cuando se apoya en la Biología, más la trasciende para incorporar
los elementos y energías propiamente humanos, es decir, si no tenemos miedo a las
palabras, implicando al espíritu, propio de la naturaleza del hombre. Sólo así cabe
relacionar la madurez con la persona. Madurez humana sería tanto como el despliegue
espiritual óptimo posible de cada persona concreta.
Se dice de un ser humano que tiene madurez cuando es capaz de decidir, con razón
suficiente, lo que debe hacer o no hacer, tiene voluntad fuerte y órganos adecuados para
llevar a cabo su decisión y dispone de mecanismos psicológicos para controlar los
impulsos que se oponen a ella.
En la madurez se incorporan las experiencias de todos los instantes de la vida y se funden
con las pasadas en la unidad propia del "yo». A lo largo de toda la vida la personalidad se
va construyendo puesto que en cualquier acto específicamente humano participan la
corporeidad, la inteligencia y la voluntad.

Factores que influyen en la maduración


El cuerpo humano es un complejo sistema de células, la mayoría de las cuales se agrupan
en sistemas de órganos que tienen funciones especializadas y que pueden experimentar
una serie de cambios a lo largo del crecimiento y desarrollo. En este sentido, clásicamente
Gesell28 considera que el desarrollo está influenciado por dos factores principales: el
medio ambiente y el aspecto biológico (herencia). Sin embargo, aunque existe una
relación recíproca entre herencia y ambiente, el desarrollo está determinado
fundamentalmente por factores biológicos o genéticos. Este proceso se conoce como
maduración. La maduración, entonces, está dirigida o gobernada por factores intrínsecos
o innatos14 y por factores extrínsecos o ambientales que estimulan, modifican y
contribuyen al proceso de desarrollo, pero no lo generan como señala Gesell 28. La figura
1 muestra los diversos factores que influyen en la maduración biológica.
Factores externos: alimentación, nutrición, variables ambientales, clima afectivo,
estimulación o experiencias del niño, es decir, la herencia cultural y el aprendizaje social.
La corriente defensora de este tipo de factores es la corriente ambientalista.

Factores internos: potencial genético o la carga hereditaria


del niño y su particular maduración del sistema nervioso, es decir, la herencia genética y
la maduración orgánica. La corriente defensora de este tipo de factores es la corriente
organicista.
Los factores que intervienen e interactúan en el desarrollo son diversos y
responden a múltiples variantes. Conocerlos facilita distinguir aspectos valiosos como la
manera en que se constituye la personalidad de los seres humanos, los procesos de su
aprendizaje, y la relación que establece con su entorno durante su vida. Cualquier
intervención o programa educativo debe tomar en cuenta el desarrollo de los niños con
quienes trabaja.
Los factores que determinan el desarrollo humano, desde la perspectiva de la etiología,
pueden dividirse en: endógenos y exógenos
Factores endógenos. Son los originados dentro del organismo de cada individuo. La
herencia genética, el desarrollo orgánico (nutrición equilibrada y crecimiento físico) y la
maduración del sistema nervioso son los primeros factores para que se produzca el
desarrollo psicológico.
La alimentación juega un papel esencial en el desarrollo. Para que el cerebro y el
organismo puedan funcionar de manera óptima, requieren de una serie de sustancias que
sólo pueden adquirirse a través de una nutrición adecuada. Las neuronas, como todas las
células, están constituidas básicamente por proteínas, y la falta de éstas trae consigo
disminuciones en la estructura cerebral.
Factores exógenos. Son las causas originadas en el exterior de un organismo y actúan
sobre él, como el sistema social o el cultural, entre otros. Están determinados
socialmente. El medio ambiente tiene una influencia decisiva en el desarrollo de los seres
humanos y la formación de su inteligencia. Las principales variables de estos factores son
los que se insertan en los procesos de socialización como la cultura, comunidad y
experiencias educativas, y la familia.
• Cultura. Comprende todas aquellas manifestaciones de un pueblo: tradiciones,
costumbres, religión, economía, ciencia. Son determinantes en la formación de
la personalidad y el desarrollo de los seres humanos.
• Comunidad y experiencias educativas. La educación formal juega un papel
fundamental al transmitir, desde preescolar, conocimientos y
valores importantes que influyen en e l desarrollo. Cuando se presentan experiencias
educativas particularmente estimulantes, la manera en cómo nos afecta es especialmente
positiva para nuestra formación.
• Familia. Considerada como un agente que influye en las relaciones afectivas dentro
del ambiente familiar, puede propiciar un ambiente estimulante, cálido y de
aceptación, que favorezca el crecimiento intelectual y afectivo del niño. Por el
contrario, un ambiente con poca estimulación, lleno de presiones y problemas,
puede tener como resultado un bloqueo en el crecimiento del niño.
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Desarrollo de cada individuo. La combinación de unos y otros factores, así como la influencia de
sus múltiples componentes pueden producir en diferentes personas los más diversos
resultados.
Otras variables, que sin lugar a dudas influyen de manera considerable, son la cantidad y
calidad de estímulos que recibe un ser humano a lo largo de su vida. Estos estímulos podemos
dividirlos en tres tipos:

• Sensoriales. Se relacionan con todo aquello que estimule la


percepción, la motricidad o el lenguaje. Está probado que mientras
más estímulos sensoriales reciba un niño, las conexiones entre las
células de su cerebro se establecen más eficientemente. De ahí la
importancia de recibir una amplia gama de sensaciones: imágenes
diversas para percibir, objetos con qué jugar y manipular, observar.
• Afectivos. Las primeras relaciones afectivas que el niño establece influyen en su
desarrollo. Por lo tanto, son fundamentales las experiencias que el recién nacido
experimenta, como protección, alimentación, afecto, caricias y bienestar.

• Intelectuales. Son aquellos estímulos que desarrollan las capacidades que nos sirven
para pensar, conocer, razonar, aprender y entender el mundo.

Según este autor Reuven Feuerstein, más allá de los efectos que produce la combinación de los
factores endógenos, exógenos y la calidad de los estímulos, hay otro elemento relevante que se
denomina aprendizaje mediado, que cuando se lleva a cabo correctamente, tiene efectos
significativamente positivos en el desarrollo del individuo.

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Feuerstein explica que este tipo de aprendizaje puede ser el factor que marque la diferencia
radical entre el desarrollo de diferentes individuos, que en apariencia crecieron en contextos
muy similares, inclusive en la misma familia.

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