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Durante los últimos meses se está hablando mucho del gran año del cine español, tanto a nivel

de taquilla como de visibilidad de las películas en festivales internacionales. Me parece


especialmente interesante que se esté llegando a este nivel de reconocimiento bastante
general justamente cuando las películas más comentadas que nos han llegado tienen un claro
trasfondo político y social. Además, creo que por un lado, se alejan del tipo de historias y
realidades que estamos acostumbrados a ver en la ficción y por otro se están contando
historias desde diferentes ópticas. Seguramente esto haya hecho que nos hayamos sentido
identificados en muchas de ellas, que nos hayamos sorprendido por ver nuestra realidad desde
otro punto de vista y que hayamos descubierto la diversidad que puede haber en nuestro
entorno. A continuación voy a ir comentando aspectos sociales, políticos o culturales que se
tocan en las películas que más me han llamado la atención para justificar por qué a mí
también me parece que ha sido un año bonito del cine español, más allá del público que haya
ido a ver las películas o los premios que han conseguido en festivales internacionales.

Uno de los temas de este año en las películas españolas ha sido sin duda el mundo rural.
Encontramos dos películas espectaculares que afrontan diferentes realidades del entorno rural
desde dos enfoques cinematográficos distintos pero con muchos puntos en común. Me refiero
a Alcarràs (Carla Simón) y As Bestas (Rodrigo Sorogoyen). Lo que más me gusta de las dos
películas es cómo interpela, cada una a su manera, al espectador más urbanita que o bien
suele romantizar la vida del campo o suele tener prejuicios sobre la gente del entorno rural.

En As Bestas esta dualidad está en el centro de la trama, ya que vemos la relación entre un
matrimonio francés que se ha mudado a una aldea de Galicia con los habitantes del pueblo.
Está contado desde el punto de vista de los protagonistas franceses pero durante la película
llegas a empatizar con todos los personajes. El conflicto parte de la oferta que reciben los
habitantes de una empresa de energía eólica para vender sus tierras. Gran parte de los ellos
decide aceptar la oferta pero la pareja de francesa no, por lo que no es posible realizar la
operación ya que o venden todos o no es posible hacer la obra que se pretende. Como
decimos, la película está contada desde este matrimonio francés que practica agricultura
ecológica y restaura casas abandonadas del pueblo para favorecer la repoblación de la zona, a
ojos de un urbanita, serían una pareja ideal que está mejorando la vida de la aldea. Sin
embargo, se crean una gran enemistad con las familias que llevan más tiempo viviendo en la
aldea por no querer vender sus tierras y no darles la oportunidad de buscar otra forma de vida
fuera del trabajo en el campo. Esto se personifica en una familia concreta que tiene una
actitud muy agresiva sobre ellos. El primer planteamiento puede resultar bastante maniqueo
con unos urbanitas muy buenos que van a mejorar la vida del pueblo y unos aldeanos salvajes
y agresivos que no son capaces de apreciar la buena vida que tienen con la tranquilidad y la
belleza de la montaña. Sin embargo, a lo largo de la película vamos viendo que no todo es tan
simple y se van tocando y haciendo algunas reflexiones interesantes: El privilegio de poder
elegir qué hacer en tu vida viene determinado por la clase y por el lugar de procedencia; la
superioridad moral de la gente con estudios o de la ciudad creyendo tener más conocimiento
sobre cualquier tema, incluso sobre un entorno ajeno a él; y la falta de empatía por todas las
partes para llegar a un acuerdo, con el individualismo presente en todos los personajes
incapaces de poder aceptar diferentes realidades. Todos estos conflictos morales y cómo se
van desarrollando poco a poco son, en mi opinión, lo más interesante de toda la primera parte
de la película.
En Alcarràs, con un estilo cinematográfico totalmente distinto encontramos también parte de
estas reflexiones. En la película tenemos como protagonista a una familia que lleva trabajando
varias generaciones en un una finca en la que viven hasta que el dueño del terreno decide que
le sale más rentable usar ese terreno para poner una planta de placas solares. La película narra
esa transición desde que se enteran que les van a quitar su forma de vida y su hogar hasta que
esto se produce finalmente. Es muy interesante ver la reacción de cada uno de los miembros
de la familia y como cada uno asume una actitud distinta, que nos da para entender muchos
puntos de vista y reflexionar sobre la actitud humana. Una vez más encontramos la idea de la
falta de privilegios, esta familia por mucho que quiera no tiene el privilegio de poder elegir qué
hacer con su vida, ya que alguien con más privilegios, los dueños del terreno, deciden por ellos,
a pesar de que a parte de la familia les parezca que su vida va a mejorar. Sin embargo, estas
relaciones de poder también las vemos dentro de la familia. Los padres oprimidos por el dueño
del terreno también ejercen ese tipo de dictadura hacia los niños más pequeños de la familia
quitándoles en muchos casos los espacios más importantes para ellos. Es constante la
metáfora a través de la historia de los niños de la pertenencia a un lugar y de cómo nos lo
pueden arrebatar. Aquí, como en As Bestas, también encontramos esa interpelación al mundo
urbano y se hace justamente con el fin que se le quiere dar a las tierras que van a arrebatar a
la familia. Desde la ciudad abogamos por un desarrollo de las energías renovables y en
concreto de la energía solar, sin embargo en muchos casos no valoramos la repercusión que
tiene la implantación de plantas de paneles solares de manera. Esta película nos muestra en
primer plano este conflicto haciéndonos reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos en
la ciudad con el consumo de energía. No sirve solo con producir energía verde, ya que ésta
también tiene una repercusión negativa, sino que la sostenibilidad vendrá con la reducción de
consumo de energía. Es interesante como las dos películas abordan el conflicto de las energías
renovables desde un punto de vista parecido colocando a las empresas de renovables como las
malas de la película.

Tanto en Alcarrás como en As Bestas tenemos también otros temas interesantes que se tratan
más allá de su contexto en el mundo rural. Se ponen en primer plano la naturaleza humana, las
decisiones vitales y cómo afrontamos la vida desde un punto de vista personal. En As Bestas
esto se reserva para la segunda parte de la película en donde se centra en la decisión tomada
por la mujer francesa de la pareja y en cómo esta decisión repercute en la relación con su hija
y sus allegados. Es maravilloso descubrir el camino recorrido, sentirnos sorprendidos pero ir
comprendiendo su actitud llegando a un punto de empatía final a pesar de poder no compartir
su decisión. De esta forma se completa la falta de empatía que acapara toda la primera parte
de la película. En la segunda parte nos está dando, de alguna manera, la solución desde lo
íntimo y lo personal de la falta de entendimiento entre las personas. Creo que la conversación
entre estas dos caras de la película es lo que da mayor valor a lo que hace Rodrigo Sorogoyen
en As Bestas. En Alcarràs lo íntimo está siempre presente, a pesar de colocarlo en el contexto
que hemos hablado, las dinámicas de la familia y la relación entre las personas es lo que la
hace interesante. En la misma película encontramos un muy buen retrato de la adolescencia,
una reflexión sobre las relaciones de pareja o una muestra de la vejez y de ver cómo el mundo
cambia y cada vez estás más alejado de él. Además de esto, también habla de los conflictos
laborales desde una manera muy íntima, me parece muy inteligente cómo cuenta por un lado
la situación de los agricultores en su relación con las empresas distribuidoras de alimentos y
los abusos que sufren y por otro la situación de los trabajadores temporeros inmigrantes que
trabajan para la familia en la recogida de melocotones. La manera de abordar estos conflictos
sociales desde la naturalidad que caracteriza a la película es una forma muy original de
presentarlos que hacen acercarse a ellos de una forma reflexiva por parte del espectador. A
pesar de que Alcarràs toque tantos temas lo hace de una manera tan orgánica que la película
no resulta recargada y sobre todo deja mucho espacio a la reflexión e interpretación del
espectador, no necesita remarcar cada idea sino que toca las teclas idóneas para que con una
simple mención de algunos temas deje espacio para una reflexión muy profunda.

Otro de los titulares que está dejando este año es el peso de las directoras mujeres y el espacio
que están tomando para poder contar el mundo desde otra óptica. Aunque aún haya mucho
trabajo por hacer, creo que este año se ha dado un paso adelante con películas que no se
presentan como “cine para mujeres”, como si una mujer solo pudiera dirigirse a las mujeres y
los hombres lo hicieron de manera universal. Dos buenos ejemplos de ello son Cinco Lobitos
(Alauda Ruíz de Azúa) y La Maternal (Pilar Palomero). Son dos películas que hablan de la
maternidad desde puntos de partida bastante diferentes y mostrando familias de diferente
procedencia social pero es muy interesante como las dos muestran cómo la sociedad lleva a
las mujeres a tomar unas responsabilidades que no exige a los padres y cómo la experiencia de
la maternidad repercute directamente en la relación con sus propias madres.

En Cinco lobitos se muestra a una pareja asentada de clase media acomodada que tiene un
embarazo buscado y en donde tienen un apoyo material grande de la familia. Sin embargo, la
película nos muestra de una manera muy cruda los sacrificios y las renuncias que tiene que
hacer la protagonista en contraposición del padre. De esta manera interpela de manera directa
a todos aquellos hombres que pretendemos ser aliados feministas pero que nos cuesta mucho
renunciar a nuestros privilegios cuando realmente hace falta. Es muy interesante cómo
muestra la dejación de funciones del padre y cómo es en la madre en quien recae toda la
responsabilidad del cuidado. Alauda Ruíz de Azúa muestra esto de una manera muy orgánica y
natural empezando por una oportunidad profesional para el padre que es imposible rechazar y
dese ahí se desencadena todo lo comentado. Nos damos cuenta que es una historia vivida
muchas veces pero en esta película está tan bien enfocada desde la mirada de la madre que es
imposible no darte cuenta del sinsentido de esa actitud desde el principio. Se muestra una
actitud habitual pero desde la película no se normaliza y este me parece que es uno de los
grandes aciertos de la película en este tema. Sin embargo, lo realmente interesante de la
película viene cuando la protagonista, al no tener apoyo del padre decide mudarse una
temporada a la casa de sus padres y comienza a retomar una relación más profunda con su
madre. De repente, con todo lo que está viviendo a raíz de su maternidad y la respuesta del
mundo que le rodea respecto a ella, siente una cercanía con su madre y entiende muchas de
sus actitudes en el pasado.

En La Maternal tenemos un caso bastante diferente, la protagonista es una niña de catorce


años de clase obrera que vive sola con su madre en una situación de precariedad en muchos
aspectos, que se ha quedado embarazada sin buscarlo y para cuando se da cuenta de ello es
demasiado tarde para poder plantearse el aborto. La falta de recursos humanos y materiales
hace que decida ir a un centro de acogida para madres adolescentes en donde poder pasar las
últimas semanas del embarazo y los primeros meses de crianza del niño. Como vemos la
situación vital de las dos protagonistas de las dos películas es muy diferente pero aquí vemos
una vez más como el padre no asume la responsabilidad, totalmente comprensible, tiene
catorce años también, pero a la madre no se le deja la opción de desprenderse de la
responsabilidad mientras que a él sí se le deja. En la película se ve el camino que recorre la
protagonista en esa toma de responsabilidad, en su rechazo a querer tomar un rol que no le
corresponde para su edad y en cómo la sociedad, trabajadores sociales o entorno le lleva a
tener que hacerlo. Como en Cinco lobitos, esto repercute en la relación con su madre, que
también fue madre adolescente. Por un lado se representa la necesidad de apoyo que necesita
la protagonista como adolescente en proceso de formación de su personalidad, por otrose
crea un vínculo cuando madre e hija se sienten identificadas con esa sensación de asumir un
rol que no les correspondía para su edad y momento vital.

En resumen, creo que Cinco lobitos y La Maternal son dos películas que se completan en esa
idea de cómo en esta sociedad la maternidad es un evento vital que cambia por completo la
forma de vida de una mujer mientras que la paternidad se sigue considerando un momento
secundario en la vida del hombre que no siempre influirá en un cambio de vida de base. Se
muestra el privilegio del hombre como algo estructural y transversal a toda clase e ideología,
invitando a la reflexión sobre cómo gestionar y no aprovecharse de estos privilegios en
detrimento de otras personas. Además, en las dos películas vemos una vez más una alabanza a
la empatía mostrándonos la sororidad entre mujeres que viene determinada en muchos casos
por haber vivido experiencias similares a pesar de la diferencia de generación, clase o entorno
social.

Además de estas dos películas también encontramos en la filmografía española de este año
otra película que trata esta idea de la sororidad intergeneracional y que me parece otro de los
grandes debuts de este año, se trata de El Agua (Elena López Riera). En esta historia se habla
de la conexión entre las mujeres de forma metafórica con una historia en forma de cuento con
tintes de realismo mágico muy sugerente y que a mí personalmente me cautivó.

Quizás si hablamos de cine social más clásico En los márgenes (Juan Diego Botto) representa su
máxima expresión. Todos sus elementos están enfocados a dar una imagen casi periodística de
la realidad de los vecinos de un barrio obrero madrileño. A diferencia de muchas películas o
series que dicen relatar la clase trabajadora, en esta película te sientes identificado por
muchos motivos. Por un lado la fotografía no romantiza el barrio, creando una imagen gris y
hasta con algo de grano, por otro lado, la dirección de arte nos muestra casas que podrían ser
las nuestras y sobre todo, el guion consigue entrelazar diferentes factores que hacen de la
clase algo estructural, a pesar de que esto haga que como historia narrativa de ficción a veces
caiga un poco el ritmo. A pesar de que la película toma como eje vertebrador el problema de la
vivienda muestra como la clase obrera viene definida por una realidad que es multifactorial y
esto se muestran tanto en las causas externas que dificultan la vida, tales como las cláusulas
abusivas de las hipotecas y los precios de los alquileres, las dificultades burocráticas de las
personas migrantes o la explotación e inestabilidad laboral, como en las consecuencias de
estas causas externas como la dificultad en la conciliación familiar y el cuidado de personas
dependientes, la pobreza energética y alimentaria o la salud mental. Nos da un panorama
bastante amplio de la realidad pero también hace un buen repaso de los mecanismos de
apoyo que existen, tanto a nivel público y estatal como a nivel vecinal y de organización
ciudadana. En la película se denuncia lo insuficiente de los mecanismos de apoyo estatales ya
que se ven unos servicios sociales desbordados que muchas veces tienen que dejar de lado a
muchas personas. Junto con esto se hace una reivindicación del trabajo colectivo, no solo en
cuanto a lucha política y social, sino poniendo en valor la colectivización como única forma de
poder vivir en sociedad. Me parece muy interesante como se aleja del cine más habitual en
donde siempre hay un héroe que soluciona todo el conflicto de una manera individualizada. En
este caso vemos un rechazo total a la individualidad encarnado en el personaje principal
interpretado por Luis Tosar, un abogado volcado en diferentes movimientos sociales del barrio
que quiere tomar ese rol de héroe, queriendo solucionar los problemas de todos los vecinos él
solo. Sin embargo, al final de la película vemos que tan solo ha podido llegar a ayudar a alguna
de las personas y por este afán ha descuidado a sus seres más cercanos a los que ha causado
problemas y que no necesitaban ninguna heroicidad sino un simple acompañamiento en la
vida. En contraposición a esto, vemos decenas de ejemplos de acciones colectivas redes de
apoyo mutuo que tienen una efectividad real en la ayuda conjunta a largo plazo. Me parece
que la película es a partes iguales un retrato bastante acercado de la clase obrera y una oda a
la colectivización.

En relación a la idea de colectivización y apoyo mutuo horizontal, me parece importante hablar


de una forma de hacer cine que me parece un ejemplo perfecto tanto de colectivización como
de entender el arte como un proceso con valor en sí mismo. Se trata de la productora Los
Ilusos creada por Jonás Trueba y el equipo con el que suele trabajar. Este año ha presentado su
película Tenéis que venir a verla (Jonás Trueba) que me parece maravillosa pero lo que me
apetece destacar no es tanto el resultado de la película sino el proceso de creación. Lo que
hacen Los ilusos en todas sus películas desprende cariño hacia su trabajo, un proceso
horizontal y un cuidado por todas las personas. Me queda pendiente hacer una reflexión sobre
su forma de trabajar y cómo esto se refleja en las películas pero me da la sensación que
aunque no hubiese una película como resultado final, el mundo es un poco mejor porque haya
personas trabajando de la forma que lo hacen en Los Ilusos. Por no alargarme más aquí lo dejo
pendiente para otra entrada, pero me parecía interesante mencionarlo por dar importancia
también al proceso de creación dentro de la idea del cine como elemento transformador de la
sociedad.

Por último, no quería dejar de mencionar otras dos películas que también me han parecido
muy interesantes y que tocan otro de los temas más candentes en esta época, la salud mental.
Son las películas Mantícora (Carlos Vermut) y Un año, una noche (Isaki Lacuesta) y en ellas se
habla sobre la dificultad como sociedad de tratar algunos temas y cómo eso repercute
directamente no solo a las personas afectadas sino a todo su entorno. Creo que son películas
que mejor no destripar demasiado pero me parece muy interesante cómo Mantícora,
hablando sobre la pederastia o Un año, una noche sobre víctimas de un atentado terrorista,
dejan mucho espacio a la reflexión sobre cómo la sociedad acompaña procesos o realidades
que no nos gustan.

Todas las películas que hemos comentado, sobre todo, nos dan mucho espacio a la reflexión y
nos enseñan diferentes realidades, lo que me parece que es la gran herramienta del arte o del
cine en este caso. Quizás se echa en falta la propuesta de soluciones a través del arte, ya que
prácticamente no se está dando ese paso en ninguna de las películas, pero me parece muy
interesante que muchas de ellas nos interpela directamente y nos anima a repensar nuestra
realidad. Creo que en su conjunto sí hay una llamada a actuar pensando en nuestros vecinos y
viendo cómo podemos construir una sociedad mejor con solo escuchar a todas las personas
que estamos ignorando y empatizando con ellas.

¿Habéis visto las películas? ¿Compartís mi visión? ¿Qué otra película os parece importante
resaltar en estos términos? Como siempre espero que esto sirva como punto de partida para el
debate e intercambiar opiniones. Os dejo el listado de las películas aquí y dónde poder verlas:

Alcarràs: Filmin

As Bestas: En cartelera

Cinco lobitos: Filmin, HBO y Movistar

La Maternal: En cartelera

El Agua: Prox. Filmin

En los márgenes: En cartelera

Tenéis que venir a verla: Filmin

Mantícora: En cartelera

Un año, una noche: En pocos cines

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