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PROGRAMA DE LA ASIGNATURA
Relación Temas
Tema 1.- Contexto histórico y antecedentes
Tema 2.- La conspiración: la trama civil y los contactos internacionales
Tema 3.- El Alzamiento Nacional y los inicios de la Guerra
Tema 4.- Rebelión, revolución y represión
Tema 5.- La internacionalización de la Guerra. La batalla de Madrid
Tema 6.- La construcción de la España Franquista
Tema 7.- La campaña del Norte y el Gobierno de Negrín
Tema 8.- De la batalla de Teruel a la del Ebro
Tema 9.- El final del conflicto: de una guerra a otra
Tema 10.- Las grandes preguntas acerca de la Guerra Civil española. El debate
historiográfico
LIBRO LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (de la Segunda República a la dictadura de Franco)
AUTOR: SANTOS JULIÁ
Introducción
- Una guerra civil de alcance internacional
El Gobierno espera (10-17 de julio de 1936)
- La conspiración avanza
La rebelión comienza en África (18 de julio de 1936- 4 de agosto de 1937)
- Violencia extrema
- Todos los poderes a Franco
- Crisis de Abril en Salamanca
Resistencia y Revolución (18 de julio – 15 de agosto de 1936)
- La farsa de la no intervención
Del “No pasaran” a la caída del Norte (septiembre de 1936 a septiembre de 1937)
- Sindicatos frente a partidos
- Crisis de mayo
- Carta colectiva del episcopado español
- La caída del Norte
La República pasa al ataque (octubre de 1937 a julio de 1938)
- Crisis política en Barcelona
- Los Trece Puntos de Negrín
Construyendo el Nuevo Estado (enero de 1938 – marzo de 1939)
- Guerra a la mediación en la guerra
- La última batalla decisiva
- Derrota incondicional
- Epílogo. Un estado de guerra continuado
Apéndices
Introducción
Una guerra civil de alcance internacional
“La Guerra Civil de 1936 a 1939, sin duda ninguna, es el acontecimiento histórico más importante de la España
Contemporánea y quién sabe si el más decisivo de su historia”, escribió Juan Benet cuando se cumplían
cuarenta años de su comienzo, y hoy cuarenta años después podemos afirmar, sin sus cautelas, que lo fue.
Guerras y Revoluciones ha habido en España desde 1908, la guerra contra el francés, llamada de
Independencia, las guerras carlistas entre absolutistas y liberales, la interminable y desastrosa guerra de Cuba
contra en EEUU en 1898, Y la catástrofe que supuso la guerra de Marruecos prólogo de la primera dictadura
militar del siglo XX.
El recurso a la violencia también fue frecuente en las luchas políticas del XIX. A pesar de todos los
levantamientos e insurrecciones de este siglo XIX, nada es comparable a lo que supuso la Guerra Civil en el
siglo XX, un siglo que resultaría radicalmente impensable sin la guerra civil. Y eso sería así, porque de las
contiendas decimonónicas que o bien acababan sin un vencedor claro y otras daban lugar a abrazos y paces,
la guerra civil, logró el propósito de quien la empezó, que tras una rebelión militar fracasada pero no sofocada;
un vencedor que exterminó al perdedor sin dejar espacio para una paz digna.
La guerra civil, acabó con un proceso de cambio social y redujo a la sociedad española en dos bandos
enfrentados a muerte, con el resultado de que el vencedor nunca accedió a una reconciliación con los vencidos.
Desde el fin de la guerra hasta el término de la dictadura, España viviría las secuelas de la guerra que seguiría
con su sombra alargada durante el periodo de transición a la democracia.
Alcanzó tal magnitud aquel crimen de lesa patria que sus efectos se buscan en causas como situar su origen
en el carácter de los españoles, condenados a enfrentarse, así de este modo nadie aparece como culpables y
los crímenes quedan repartidos o no son de nadie, sino que son debidos a una fatalidad que empujaría a los
españoles a matarse unos a otros. Al adentrarnos en la guerra civil española de 1936 a 1939, es preciso recordar
que fue una quiebra brusca y la culminación de un corte profundo infringido por una rebelión militar, con
amplias complicidades de las derechas monárquicas, católicas y fascistas, en una sociedad que desde
comienzos del siglo XX experimentaba una profunda y rápida transformación política, economía, cultural y
social, que la había llevado al reencuentro con las democracias europeas.
Sin embargo, la guerra podría haber acabado por agotamiento de los rebeldes debido a lo precario de sus
recursos, en algún tipo de negociación, si tanto la Alemania de Hitler y la Italia fascista no hubieran, a las dos
semanas, acudido en apoyo de los militares sublevados, de ahí la internacionalización de la guerra española
que se prolongaría durante 32 meses, convirtiéndose en la primera batalla y banco de pruebas de la gran guerra
que se avecinaba. Algo que tanto el presidente Azaña en agosto del 36, como el ministro de estado, Jiménez
del Vallo, en el consejo de la Sociedad de Naciones en septiembre de 1936, advertían.
Y así en esta guerra de alcance internacional se cruzaron viejos conflictos españoles, fue una guerra social,
una guerra de clases por las armas. De obreros y campesinos contra burgueses y terratenientes, así como una
guerra de religión, de nacionalismos, una guerra entre dictadura militar y democracia republicana, de fascismo
contra antifascismo. Conflictos que en su mayoría venían del pasado, de la frágil legitimidad que dañó al
Estado liberal español desde su fundación en las Cortes de Cádiz de 1812, y que ya anunciaban que estado
habría de gestarse, si una república sindical o `popular o una dictadura militar, católica y fascista de la otra.
De ahí que las semanas primeras pareciera una guerra antigua, con campesinos, como milicianos, actuando de
manera colonial, con obreros por las calles a la búsqueda del enemigo de clase; muertos en ajustes de cuentas,
violencia son control, a cargo de todos los actores, falangistas, católicos, socialistas, comunistas, anarquistas,
que ponía en evidencia las raíces de la guerra española. A su vez, una guerra moderna, cabalgaba sobre esa
guerra antigua, y se producían bombardeos sobre ciudades procedentes de ejércitos extranjeros, lo que
podríamos llamar una guerra europea en miniatura.
La primera habría acabado enseguida sin la segunda, pero la segunda no habría podido adelantar el futuro de
Europa sin la primera.
La conspiración avanza
Por otro lado, los conspiradores no esperaban. En realidad, habría que remontarse al 14 de abril de 1931 con
la proclamación de la República cuando empezarían las primeras reuniones de personas afines a la monarquía
como; Ramiro de Maeztu, Calvo Sotelo, José Yanguas Messía, el marqués de Quintanar, Eugenio Vegas y
José Antonio Primo de Rivera, con el fin de constituir una escuela de pensamiento para derrocar a la República.
Serían miembros de la aristocracia monárquica los que financiarían en agosto de 1932 el Golpe del General
Sanjurjo, y quienes, a través de Acción Española, seguirían intentando mantener viva la idea de la
conspiración. Duques, marqueses, condes y financieros, entre los que sobresalía el balear Juan March,
aportarían a la causa más de 17 millones de pesetas. La cobertura teológica vendría de la mano del canónigo
magistral de la catedral de Salamanca Aniceto Castro Albarrán que en 1933 publicaría “el derecho a la
rebelión”.
El proceso seguía su curso, en 1934, miembros de Comunión Tradicionalista, Renovación Española y de la
Unión Militar Española, visitaron a Mussolini para pedirle ayuda en forma de armas y dinero. No eran los
únicos, desde 1935, Falange Española, recibía la cantidad de 50.000 liras cada dos meses que José Antonio
recogía en París, con la idea puesta en un Golpe de estado, algo que pretendieron poner en práctica antes de
las elecciones de febrero, que tendría comienzo en Toledo, sostenido con Jefes y Cadetes de la Academia de
Infantería, convencidos que serían seguidos por el resto del ejército. A mediados de junio, Gil Robles, fue
aclamado jefe de la CEDA, y hará llegar a Mola, que dirigía la conspiración desde Pamplona, medio millón
de pesetas como apoyo a la causa.
Solo el temor a que la oficialidad no secundara un movimiento en contra de la autoridad, si la Guardia Civil y
la Guardia de Asalto, no tomaban parte en él, impidió que, en febrero de 1936, Franco, Fanjul y Goded,
declararan por su cuenta el estado de guerra contra el gobierno republicano. Solo unas semanas después, a
primeros de marzo, se reunieron en casa de José Delgado Hernández de Tejada (candidato de la CEDA, por
Madrid), los generales: Franco, Mola, Saliquet, Rodríguez del Barrio, Orgaz, Villegas, García de la Herrán,
González Carrasco, Varela y Ponce, más el coronel Galarza, que iba en representación de Sanjurjo, exiliado
en Portugal, planearon un Golpe de Estado que debería tener lugar el 20 de abril. Días antes el 14, en pleno
desfile conmemorativo del aniversario de la República, fue asesinado el alférez Anastasio de los Reyes. En su
entierro hubo enfrentamientos entre jóvenes falangistas y la Guardia de Asalto, que era dirigida por el Teniente
Castillo, en los disturbios se produjeron varios muertos y heridos. Así los planes de los conspiradores se vieron
frenados y no sería hasta el asesinato de José Calvo Sotelo perpetrado por militantes socialistas en venganza
por las muertes del Capitán Faraudo y del mismo Teniente Castillo (ambos instructores de las milicias
socialistas) cuando decidieron volver a ponerlo en marcha. Mientras Mola ponía en marcha las órdenes de
inmediata rebelión, Franco tomaba un avión, contratado por el escritor Torcuato Luca de Tena, para
desplazarse desde Canarias, donde estaba destinado, para ponerse al frente del ejército de África. De este
modo el 17 de julio de 1936, daba comienzo la rebelión militar.
Violencia extrema
El golpe de estado no triunfó, pero tampoco fue derrotado, lo que provocó una fragmentación del poder con
el hundimiento del aparato coactivo y judicial del Estado en las dos zonas en las que quedó dividida la
República. En los sitios donde lograron imponerse los militares, contaron con las milicias de Falange y del
Requeté que ayudaron a los militares sublevados a establecer un poder local, sin ninguna conexión con ningún
órgano central que los dirigiera eficazmente y quedando a expensas del alcance de sus fusiles. En los cuarteles
sería donde se producirían las primeras matanzas, esa violencia se extendería por calles, plazas y edificios
públicos. Ya en la instrucción número 1 dada a los conspiradores se indicaba que la acción ha de ser de extrema
violencia para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y está muy bien organizado. Todos los
dirigentes de partidos, sindicatos o sociedades no afines al Movimiento fueron detenidos, para estrangular los
movimientos de rebeldía o huelga.
Lo que pretendía los rebeldes era que, en el momento de la entrada en Madrid, instaurar una dictadura militar
y depurar a la clase obrera socialista y anarquista, y destruir las instituciones democráticas. Pero al fracasar el
golpe en ciudades como Madrid, Barcelona, valencia, Bilbao o Málaga, los generales que triunfaron en
Coruña, Pamplona, Burgos, Sevilla y Zaragoza, no tardaron mucho en amontonar cadáveres de todo aquel
contrario a la sublevación. El triunfo solo parcial de la sublevación, modificó los planes de conquistar todo el
poder, una vez que legionarios y regulares, subían por Sevilla a Extremadura o bajaban por Pamplona hacia
Castilla marchando para ocupar Madrid. Mientras los falangistas y requetés fueron fundamentales en la ayuda
inmediata que prestaron en Pamplona y Sevilla y como no, en el resto de la contienda. En las primeras semanas
tuvieron autonomía convirtiéndose en partidos de masas, y actuando por su cuenta cooperar también en la
depuración del enemigo. De manera que la violencia empezada por los militares en las tomas de las diferentes
plazas, constituyó para estos grupos un ejemplo de cómo administrar la violencia. Como ejemplo; en Sevilla
durante la celebración en agosto del aniversario del fallido golpe de Sanjurjo, diferentes personalidades de la
vida pública sevillana, contrarias a la sublevación, serían asesinadas, entre ellas se encontraban: El ex alcalde
José González y Fernández de Labandera, el diputado socialista, Manuel Barrios, el dirigente de la masonería
andaluza, Fermín de Zayas Madera y el padre de Blas Infante. Algo parecido ocurrió en la Coruña con el
asesinato del gobernador civil Prez Carballo y días después del de su mujer embarazada Juana Capdevielle.
Un cúmulo de circunstancias fue lo que movió la dinámica de la violencia que desde el primer momento
acompañó al golpe de Estado. No se trataba solo de eliminar al enemigo, se mataba también para impedir que
los fuera. Falangistas y requetés se enfrentaban a paisanos armados y apoyados o no por la Guardia Civil.
Azaña escribiría “los rebeldes se conducen como si discurriesen así: cuantas más gentes matemos, mayor será
nuestra autoridad”. Eso pensaban el Coronel Juan Yagüe y sus comandantes cuando subiendo por la Ruta de
la Plata, acabaron con la vida de unos 7.000 campesinos,
A esta violencia propia de militares africanistas, se le uniría desde los primeros días de agosto, la incorporación
en masa de la iglesia católica a la causa militar. Así se pondría fin a las divisiones políticas entre católicos a
la vez que la mayoría de los obispos tomaron partido por los sublevados. A la cabeza el Cardenal Gomá. En
todos los actos celebrados como actos de reparación y desagravios, o en los solemnes funerales, los caídos
eran elevados a la categoría de mártires y clero y obispos no dejaban de denunciar la barbarie del “bando rojo”
y pedían la adhesión de todos los católicos a lo que ya empezaba a llamarse “bando nacional”.
En iglesias, plazas y calles, la presencia de miliares, falangistas y requetés, se identificaba, desde este mes de
agosto como la causa de la Patria y de la Religión, enfrentadas a las fuerzas de la Anti-España, enemigos de
la fe y la razón. El 13 de agosto, el cardenal Gomá se dirigía por carta al Secretario de Estado del Vaticano,
Eugenio Pacelli, informando que la lucha era entre España y la Anti-España, entre la religión y el ateísmo, la
civilización cristiana y la barbarie. Y en noviembre en su carta pastoral titulada, “el caso de España· hace
referencia por primera vez al nombre de Cruzada que lucha por la religión católica, afirma el cardenal “ Aquí
se han enfrentado dos civilizaciones (…) Cristo y Anticristo, se dan la batalla en nuestro suelo”, “No es una
guerra la que se está librando, es una cruzada” escribirá también el arzobispo de Pamplona.
Con el propósito de mantener activa esta ejemplarizante represión, los militares rebeldes se dotaron de
instrumentos jurídicos. A los bandos de los días 17 y 18 de julio, que declaraban el estado de guerra, con la
asunción de todos los poderes por las autoridades militares, les siguió el publicado por la denominada Junta
de Defensa Nacional (28 de julio), que declaraba incurso en el delito de rebelión y sometido a la jurisdicción
militar a cualquiera que hubiera defendido el orden constitucional vigente o que, desde el 1 de octubre de
1934, hubiera sido miembro de partidos o sindicatos opuestos al Movimiento Nacional. Lo que en las primeras
semanas eran asesinatos, pasaron a ser ejecuciones decretadas por los tribunales militares. Fue en verdad una
“justicia al revés”, como la definiría en sus memorias Serrano Suñer, o como escribiría años después Benito
Ridruejo, jefe de la Falange de Valladolid “una operación perfecta de extirpación de las fuerzas políticas que
habían patrocinado y sostenido la República, y representaban corrientes sociales avanzadas o simples
movimientos de opinión democrática y liberal”
La farsa de la no intervención
Los grupos de milicianos con sus pistolas y fusiles eran por su propia naturaleza incapaces de sofocar la
rebelión. El gobierno republicano intentó a base de decretos llenar la ausencia de un ejército profesional con
las miras puestas en convertir en soldados a aquellos milicianos. El primero de 20 de julio que concedía el
ingreso en el servicio activo a los jefes y oficiales en la reserva o en cualquier otra situación que pidieran su
vuelta a la actividad y que a juicio del gobierno hubieran prestado servicios a la república. De esta manera
jóvenes oficiales que se habían acogido al decreto de retiros de 1931, firmado por Azaña, volvieron al servicio,
aunque no siempre con el beneplácito de los milicianos que por regla general odiaban los uniformes y no
estaban muy de acuerdo en eso de obedecer sus órdenes.
El siguiente paso fue premiar la actuación de los milicianos e incorporarlos a un cuerpo de nueva creación,
los Batallones de Voluntarios, que quedaron encuadrados bajo mandos militares. Estos llevarían uniforme con
un distintivo especial y tendrían derecho a manutención y alojamiento, en las mismas condiciones que tenían
los soldados del ejército regular, incluidos haberes y pluses. A partir del 7 de agosto y con la idea de construir
una línea de mando, se autorizó al General Jesús Hernández Saravia, ministro de la Guerra, a conceder previo
informe favorable, los empleos de sargento, brigada, alférez, teniente y capitán a quienes se hicieran
acreedores de ello.
En su intento de dotar a la República de un ejército bien equipado, el 20 de julio, Giralt mediante telegrama
solicitaba al gobierno francés presidido por el socialista Blum, la compra de armas, especialmente 20 aviones
de combate. Pero con lo que no contaban en Madrid es que antes de que se produjera la ayuda, franceses e
ingleses firmaran una política de No intervención. El 8 de agosto, Francia declaró el embargo de armas a la
República y el 12 sugirió a Londres, establecer un comité de control.
Franceses e ingleses se comprometían a poner en vigor la prohibición de entrega de material de guerra a
España, si Alemania, Italia, Portugal y la URSS hacía lo mismo. Eden, ministro de exteriores inglés, anunció
que aplicaría el embargo unilateralmente, lo que dejaba libertad a Alemania y a Italia a seguir enviando armas
a los rebeldes, algo que ya venían haciendo desde el mes de julio. La política de No intervención que prohibía
a todos los Estados firmantes mandar material de guerra a España, fue una farsa, porque en ningún momento
Alemania e Italia dejaron de enviar armas a los sublevados.
La URSS, también firmaría el pacto de No intervención, mientras a finales de agosto llegaba a España su
primer embajador ante la República, Marcel Rosenberg, y otro histórico de la Revolución rusa, Vladimir
Antonov Obseenko, se hacía cargo del consulado en Barcelona. Desde principios de Octubre la URSS ya no
ocultaría su apoyo a la causa republicana e incluso la utilizó como centro de propaganda y movilización
internacional, lo que implicó a la Internacional Comunista en el reclutamiento de voluntarios. El oro del Banco
de España que el gobierno depositó en la Unión Soviética, serviría para hacer frente al pago de armas, aviones,
tanques etc. que los soviéticos mandaron al gobierno de la República.
Crisis de mayo
La crisis se dio como consecuencia de los enfrentamientos iniciados en Barcelona el 3 de mayo de 1937,
cuando la Guardia de Asalto intentó recuperar para la Generalidad, el edificio de telefónica, ocupado por la
CNT. Respondieron con las armas, a los que se les unió el POUM. Los incidentes entre la policía de la
Generalidad y las milicias anarquistas y los asesinatos de dirigentes comunistas y anarcosindicalistas se
sucedían desde meses atrás, pero ahora se extenderían por toda la ciudad.
Era la quiebra total de la coalición que había gobernado Cataluña desde la evolución de julio: Esquerra
Republicana no había podido controlar a la CNT, ni el PSUC, había podido liquidar al POUM; ahora unían
sus fuerzas, iniciando lo que podría denominarse una guerra civil dentro de otra guerra civil. La situación pudo
generar graves consecuencias si los ministros de la CNT, no hubieran convencido a sus correligionarios a
deponer las armas, pues el Gobierno central estaba decidido a mandar a fuerzas aéreas y de la Marina para
sofocar los enfrentamientos. Esto provocó una profunda crisis dentro de la CNT, que conduciría a la
liquidación de los dirigentes del POUM, con el posterior asesinato de Andrés Nin.
El presidente de la República, que se había refugiado en el Palacio de Pedralves, se encontró en medio de la
batalla y sin poder moverse de allí. Azaña era un serio crítico de lo ocurrido en la República desde septiembre
del 36; lo que muchos llamaban revolución, para Azaña era “abundancia de desorden” algo inevitable cuando
la revolución carece de contenido político, de pensamiento, de autoridad y de capacidad organizativa. No
criticaba a los revolucionarios, pero sí que fueran incapaces de llevar a cabo la revolución que proclamaban.
Escribía Azaña por aquellos días, que una revolución necesita apoderarse del mando, instalarse en el gobierno,
dirigir el país según sus miras. No ha sucedido. Por falta de fuerza, de plan político, de hombres con autoridad
se había creado la situación propia de los alzamientos que empiezan y no acaban, que infringen todas las leyes
y no derriban al gobierno, una situación de desorden, anarquía e indisciplina, ante los que el gobierno no había
podido hacer nada.
El análisis de Azaña, era algo extendido en abril de 1937; que el gobierno de Largo Caballero con ministros
de la CNT, no podía continuar por más tiempo. Mientras los dos sindicatos hablaban de su alianza, el PSOE
se había aproximado al PCE, para hacer frente a la sindicalización del Estado, y reducir a los sindicatos a lo
meramente económico. Sería esta confrontación entre partidos y sindicatos lo que posibilitó al presidente de
la República, recuperar la iniciativa que tenía perdida desde noviembre del 36. Finalmente pudo salir de
Pedralves y se trasladó a Valencia, donde Giralt le puso l tanto de que el acuerdo entre socialistas, comunistas
y republicanos era sólido.
La crisis política estalló cuando los dos ministros comunistas abandonaron la reunión del ejecutivo el 14 de
mayo, ante la negativa de Largo Caballero a emprender una persecución contra el POUM. Prieto advirtió a
Largo, que eso conducía a una crisis de gobierno y que había que informar a Azaña. El presidente vio como
ya poseía la libertad necesaria para resolver la crisis y se le presentó la disyuntiva siguiente; no podía nombrar
un jefe de gobierno republicano, porque no sería aceptado y parecería que con esa decisión daba por
descompuesto el Frente popular. La hipótesis de un comunista ni se la planteó. Solo quedaban los socialistas
y descontados los “caballeristas”, solo quedaba Indalecio Prieto, que era la opción esperaba por todos.
Pero Azaña eligió a Negrín, aunque fusionando los Ministerios de Guerra, y de Marina y Aire, en un nuevo
Ministerio de Defensa que le sería confiado a Prieto, mientras Gobernación iba a manos del socialista Julián
Zugazagoitia. El PCE mantuvo los dos ministerios que ya ocupaban Hernández y Uribe; Giral sustituyó a
Álvarez del Vayo en el Ministerio de Estado; Irujo del PNV se hizo cargo de Justicia; Jaume Ayguader de
Esquerra Republicana, de Trabajo y Asistencia Social y Bernardo Giner de los Ríos siguió en Comunicaciones,
con Transportes y Obras Públicas. Un gobierno más reducido, sin ninguna representación de los sindicatos y
presidido por lo que llamaba Azaña “la tranquila energía de Negrín”
De este gobierno Azaña esperaba que restableciera la autoridad y el poder del Gobierno Central; que
reorganizara el ejército y unificara los planes militares desde un solo mando, que estrechara relaciones con los
gobiernos vasco y catalán y que reestableciera el orden público. Para Azaña también era importante no perder
la guerra en el exterior, por lo que las acciones diplomáticas para convencer a las potencias democráticas de
que abandonaran la política de No Intervención resultaban fundamentales. Azaña, así mismo creía necesario
preparar políticamente el desenlace de la guerra, y esa sería una de las razones por lo que confiaría a Negrín
la Presidencia del Gobierno.
Derrota incondicional
El 28 de enero, Manuel Azaña, evacuado en Tarrasa, requiere a Negrín a entrevistarse con él y le pide que
vaya acompañado del General Rojo. En el castillo de Perelada a las once de la noche, los dos presidentes
escuchan al general jefe del Estado Mayor central explicarles que ya no podía lograrse nada, ni en Cataluña
ni en el resto del Estado. Azaña quería oír lo que pensaba Negrín, pero al quedar éste callado, Azaña le instó
a que reuniera al consejo de Ministros y tomara un acuerdo sobre el dilema al que Rojo había llegado: “liquidar
el conflicto o continuar la guerra”. Negrín acompañado de Rojo, acudió a la reunión del Consejo el domingo
día 29. Negrín no quería que las palabras de Rojo, desmotivaran a los ministros, por lo que le pidió que ni
fuera demasiado radical en sus manifestaciones. Lo que no sabía Negrín, era que Rojo previamente ya había
informado a los ministros diciéndoles: “que la guerra estaba perdida y que no veía solución de ninguna
especie”. El lunes 30, Negrín le dijo a Azaña, en presencia de Martínez Barrios, que, para evitar desórdenes e
incidentes, no pensaba plantear lo hablado el día 28, al Consejo de Ministros.
“Hagan algo”, les dijo Azaña, a los representantes francés y británico, antes de partir al exilio, el 4 de febrero
desde su última residencia en España a tres kilómetros de la frontera francesa, el Presidente Azaña, le expresó
al representante británico, su deseo de que Francia e Inglaterra a las que se le podría unir EEUU, hicieran todo
lo que fuera necesario para poner fin a la guerra. “Hagan algo”, le repetiría a Henry representante francés, una
tregua inmediata con objeto de arreglar las cuestiones humanitarias, seguido de la formación de un comité con
representantes del Gobierno de la República, que, en contacto con el Gobierno de Franco, pudieran discutir
las condiciones de paz. En su entrevista con Stevenson representante inglés, le pidió que debían de hacer todo
lo necesario para presentar al Gobierno de Franco un plan de paz en los siguientes términos: tregua inmediata
y fin de las hostilidades, designación por los dos campos de representantes que negociaran las condiciones
materiales de la toma de posesión de todo el territorio por el Gobierno de Franco y evacuación de personas y
familias no toleradas por el nuevo régimen. El gobierno de la República se rendiría sin condiciones y el
gobierno de Franco aceptaría la rendición y ofrecería garantías de trato humanitario a sus enemigos.
La suerte que esperaba a estas dos últimas propuestas del presidente Azaña, habría de ser idéntica a la que
anunció Negrín el 1 de febrero ante los diputados a Cortes reunidos en el castillo de Figueras, tras recibir el
día anterior del General Rojo un plan “para terminar la guerra de manera digna” que consistía en suspender
de golpe las hostilidades y por sorpresa tanto para el enemigo como para la población civil así como para el
propio ejército republicano, levantar bandera blanca, dejar las armas y permanecer en el frente sin huir” y a la
misma hora “prevenir por radio al ejército enemigo que avance urgentemente con sus columnas motorizadas”.
Negrín resumió sus trece fines de guerra en tres condiciones o “clases de garantías” que se vería obligado a
presentar ante la amenaza de asfixia que le llegaba desde el panorama internacional:
1) La independencia de nuestro país y la libertad contra toda clase de influencias extranjeras
2) Que fuese el pueblo español quien determine libremente y sin presiones extranjeras su régimen político
3) Que, liquidada la guerra, habrá de cesar toda persecución y toda represalia, base necesaria para la
reconstrucción de nuestro país devastado.
Y como el sabía que estas propuestas presentadas por él, serían rechazadas por los nacionales, quiso que esas
tres condiciones fueran avaladas por EEUU, Gran Bretaña y Francia.
Con lo que no contaba Negrín es que lejos de hacer caso a sus propuestas, Francia y GB reconocieron al
Gobierno de Burgos el día 26 de febrero, liquidando así cualquier posibilidad de que actuaran como
mediadores. El día 27, Azaña exiliado en Francia desde el día 5, dimitió de la Presidencia de la república,
argumentando que el reconocimiento del Gobierno de Franco, le privaba de representación jurídica
internacional necesaria para hacerse oír por los gobiernos extranjeros. El general Rojo, no atiende las órdenes
del presidente del Gobierno y permanece en Francia prestando ayuda a los exiliados, mientras en Los Llanos
el 16 de febrero, altos mandos del Ejército Popular, dan por perdida la guerra e instan a Negrín a negociar con
Franco su final.
El resultado fue para la República el peor de todos; El coronel Casado el 5 de marzo, formó un Consejo
Nacional de defensa presidido por el general Miaja e integrado por republicanos, socialistas y anarquistas,
unidos contra el gobierno de Negrín. El socialista Besteiro, negó la legitimidad al gobierno para dársela al
poder militar, al que proclamó, único “Poder legítimo de la República”. La resistencia al golpe de estado en
Madrid, por algunas unidades comunistas, fue aplastada con el resultado de 2000 muertos y el fusilamiento
del coronel Barceló. En Cartagena, la flota se sublevó el mismo día que Casado y se hizo a la mar para
entregarse las autoridades francesas.
Es el fin: muy diferente al que abrigaron ese “poder legítimo” invocado por Besteiro. Como Mola en julio del
36, Franco tampoco estaba dispuesto en el 39 a revivir el abrazo de Vergara, se negó a ofrecer a Casado
ninguna de las garantías imploradas y contestó a británicos y franceses, que el “espíritu de generosidad” de
los vencedores constituía la mejor garantía para los vencidos. Los vencedores avanzaban por los últimos
territorios republicanos como un ejército de ocupación. L suya había sido una guerra de conquista para destruir
un Estado republicano y construir desde las ruinas y la devastación de la guerra, una dictadura militar, católica
y fascista: ningún tipo de acuerdo de paz negociada, era posible.
Y así, consumada la victoria, el terror administrado por los consejos de guerra y azuzado sin piedad por las
llamadas de obispos y sacerdotes a depurar y exterminar a la Anti-España, proyectaron sobre los vencidos la
paz fúnebre de la que Azaña le había hablado a Giral, construida sobre el aplastamiento de la República y el
exilio, la cárcel o el fusilamiento de todos los que habían tomado las armas, o prestado apoyo político, para su
defensa.
La guerra, en realidad, no había terminado para aquellos que habían combatido a favor de la república y no
habían podido atravesar la frontera, que serían detenidos y mandados a campos de concentración, unos
400.000 pasarían por aquellos campos, en tres años, mientras que medio millón traspasaban las fronteras
camino del exilio. Decenas de miles de socialistas, anarquistas, comunistas, republicanos o simples soldados
de reemplazo, fueron conducidos a otras cárceles o a otros campos como el de Albacete, donde se hacinaban
más de 30.000 reclusos, enfrentados a todo tipo de penalidades. Con los prisioneros en edad de cumplir el
servicio militar se formaron las colonias penitenciarias militarizadas en las que se comenzó a practicar la
redención de pena de inspiración católica: un día de prisión por tres de trabajo. Sobre Decenas de miles de
españoles recayeron sentencias de muerte dictadas por consejos de guerra, sin importar que no hubieran
cometido delito alguno, así fueron los casos de Company, Zugazagoitia o el anarquista Peiró, detenidos en
Francia y entregados por la Gestapo a la policía española.
A estas represalias que continuaron hasta que la II GM cambió el rumbo a favor de los aliados, se añadían los
Tribunales de Responsabilidad Política, creados por ley de 9 de febrero de 1939, e integrados por militares,
falangistas o miembros de la magistratura, encargados de investigar la conducta de los funcionarios. Artistas,
profesores, maestros, funcionarios, serían sancionados con pérdidas de empleo, de su cargo y con fuertes
multas y el embargo e incautación de sus bienes. La Universidad en boca del joven falangista Laín Entralgo,
años después, sufrió lo que el denominó como un “atroz desmoche”, A esto se sumaría la convocatoria de
testigos para que denunciaran a los procesados por lo que se creó en toda la sociedad española un clima de
delación y sospecha.
Un año después de acabada la contienda. La Ley de 1 de marzo de 1940 sobre Represión contra la masonería
y el comunismo comenzó a aplicarse a todo aquel que sembrara ideas contra la Religión y la Patria. La Ley
de 29 de marzo de 1941 para la Seguridad del Estado, tipificaba como delitos, la circulación de noticias y
rumores perjudiciales a la seguridad del estado y ultrajes a la Nación, las asociaciones y propagandas ilegales,
la suspensión de servicios públicos y las huelgas. En fin, la Ley de 2 de maro de 1943, equiparaba al delito de
rebelión militar, las transgresiones de orden público, el 15 de noviembre de este mismo año, se creaba por ley
en cada región un juzgado especial encargado de la aplicación de la ley contra la masonería y el comunismo,
que suponía el establecimiento de medidas con idénticos efectos que la ley marcial.
El 19 de mayo, pocas semanas después de la entrada de los vencedores en Madrid, se organizó un homenaje
al Caudillo, con la imposición por el general Varela de la Cruz Laureada de San Fernando, seguida por el
primero de los muchos desfiles de la Victoria, que duró 6 horas y presidido por Franco, tuvo como invitado
preferente al general alemán Wólfram von Richthofen, desde el Paseo de la Castellana, desde entonces
Avenida del Generalísimo, pasaron más de 120.000 hombres de todos los ejércitos, además de miembros de
la Legión Cóndor y de la División Littorio, y de Flechas de colores negro, azul y verde, además de millares
de palomas, dibujando en el cielo la Aviación el grito de “Viva Franco”. Al día siguiente Franco ofrecería su
espada vencedora al Santísimo Cristo de Lepanto traído desde Barcelona y recibida por el cardenal primado
Isidro Gomá y Tomás en la basílica de Santa Bárbara.
Franco entro bajo palio, vistiendo uniforme de capitán general sobre la camisa azul de Falange, En el altar
mayor a su derecha los miembros del Consejo Nacional del Movimiento y de la Junta Política de Falange, a
su izquierda, los generales y de frente 19 obispos y numerosos sacerdotes en senda representación de los tres
pilares sobre los que habría de construirse el Nuevo Estado: Las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica y el
Movimiento Nacional. Al final de la ceremonia, el abrazo entre el cardenal y el general ratificaba la fusión de
la potestad militar y eclesiástica ante la mirada del partido único.
CONCEPTOS CLAVE
Alcázar de Toledo
El asedio del Alcázar de Toledo, sede de la Academia Militar de Infantería, por parte de tropas
republicanas entre el 21 de junio y el 27 de septiembre de 1936, se convirtió en uno de los mitos del
bando sublevado. El Alcázar encerraba un tesoro de legitimidad simbólica, pues era una academia
militar, en la que los sitiados resistían entre ruinas, con los muros medio derribados, refugiados
en los sótanos. Artífice de su liberación, Franco recibió un enorme capital político; aquel triunfo se
convirtió en prenda y símbolo de la salvación de España que, como una mártir, resucitaba del
sepulcro al que la habían conducido sus enemigos
Manuel Azaña (1880-1940)
Presidente del gobierno de España (1931-1933, 1936) y presidente de la Segunda República española
(1936-1939). Tras el Golpe de Estado se vio sobrepasado por la entrega de armas a las milicias, la
caída del gobierno de Giral y la constitución del gabinete de Largo Caballero. Fue uno de los
oradores y políticos más importantes. En un discurso de 1938 manifestó ya su deseo de
reconciliación de los españoles (“Paz, Piedad, Perdón”) Murió en la localidad francesa de
Montauban en 1940.
Brigadas internacionales
La idea de organizar una fuerza de voluntarios internacional para ayudar a la república partió del
secretario del Partido comunista francés, Maurice Thorez, y contó con el discreto respaldo de la
URSS. Los primeros miembros de esta fuerza llegaron en octubre de 1936. Participaron en muchas
batallas cruciales de la guerra antes de abandonar el territorio español en noviembre de 1938.
CNT
La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de ideología anarquista, contaba con unos 500.000
afiliados y una enorme capacidad de movilización al inicio de la guerra. En el momento del
alzamiento muchos de sus militantes ya anhelaban el advenimiento inminente de una sociedad
libertaria
Ebro
De julio a noviembre de 1938, se produjo la batalla más larga y más sangrienta de la guerra, la
batalla del Ebro. Los republicanos habían visto su territorio partido en dos, tras la ofensiva de
Aragón y el gobierno de Negrín y el ejército, al mando del general rojo, decidieron tomar la
iniciativa y frenar el avance de las tropas franquistas hacia Valencia. El denominado ejército del
Ebro logró sorprender a los sublevados y penetrar 40 km en su territorio, pero la contraofensiva
franquista apoyada por la aviación forzó la retirada del ejército republicano. Se abría así, la puerta
a la derrota definitiva.
Frente Norte
La batalla por el control del Norte (Vizcaya, Santander y Asturias) vital por sus recursos mineros
y sus zonas industriales, en manos republicanas, se prolongó desde el 31 de marzo al 21 de octubre
de 1937, cuando los sublevados conquistaron ese territorio.
Guernica
El devastador bombardeo de Guernica a manos de la Legión Cóndor el 26 de abril de 1937 conmovió
a la opinión pública por las numerosas víctimas civiles que fallecieron en el ataque. Especialmente
tras la obra de Pablo Picasso, Guernica, en la Exposición Universal de París de 1937. El bombardeo
se convirtió en símbolo tanto del sufrimiento de la población como de la resistencia de la república
española.
Jarama
La batalla del Jarama, tuvo lugar en febrero de 1937 y se inscribe en las intentonas realizadas ese
año por cercenar Las defensas en torno a Madrid
Legión Cóndor
Fuerza de intervención mayoritariamente aérea que el III Reich envió en ayuda de las tropas del
general Franco. En territorio español la Legión Cóndor pondría a prueba equipos y nuevas técnicas
bélicas. Fue la responsable del bombardeo de Guernica
Quinta Columna
Expresión atribuida al General Mola, con la que hacía referencia en 1936, a los que, dentro de la
capital, trabajaban clandestinamente en pro de la victoria de los sublevados. Aunque el nombre
surgió durante la Ofensiva de Madrid, pronto se extendió por todas las zonas del conflicto.
Requeté
Organización paramilitar carlista, cuyos miembros eran conocidos también como boinas rojas. Con
amplia presencia en el Norte de España, especialmente en Navarra, los requeté se pusieron a
disposición de los militares conspiradores ya en la primavera del 36.
Teruel
La batalla de Teruel (15 de diciembre de 1937-20 de febrero de 1938), una de las más crueles de la
guerra, se inició como una maniobra de distracción por parte del ejército republicano para frustrar
los planes franquistas de ataque a Madrid, tras la victoria de éstos en el Frente Norte. Si bien los
republicanos se harían con la ciudad en un primer momento, el contraataque se saldó con la
victoria de los nacionales. Las tropas leales obtendrían una pírrica victoria en Teruel, que más
adelante les pasaría factura.
Cronología
Guerra Civil española
1936
16 de febrero. - Elecciones parlamentarias. Victoria del Frente Popular
19 de febrero. – Alcalá Zamora encarga a Manuel Azaña la formación de un nuevo gobierno
14 de marzo. - Falange Española y de las JONS, es declarada fuera de la ley. Su líder José Antonio Primo
de Rivera, es detenido
12 de julio. – Asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo
13 de julio. – Asesinato del líder de la derecha monárquica, José Calvo Sotelo
17 de julio. – Se inicia la sublevación militar en Melilla
18 de julio. – El golpe se extiende por varias ciudades españolas
20 de julio. – Muere el general Sanjurjo al estrellarse el avión en el que viajaba
24 de julio. – Se constituye en Burgos, la Junta de Defensa Nacional
8 de agosto. – Francia declara el embargo de armas a la República
22 de agosto. – Saca en la cárcel Modelo de Madrid
27 de septiembre. – El Alcázar de Toledo es liberado
1 de octubre. – Franco es investido como Jefe Máximo de los sublevados.
4 de noviembre. – El ejército de África llega a Alcorcón, Leganés y Getafe
15-23 de noviembre. – Batalla de la Ciudad Universitaria de Madrid
20 de noviembre. – José Antonio Primo de Rivera es asesinado en la cárcel de Alicante
1937
8 de febrero. – Entrada de las tropas franquistas y de los legionarios italianos en Málaga
31 de marzo. – Despliegue de la ofensiva nacional, en el norte peninsular
19 de abril. – Se crea FET de las JONS, mediante el Decreto de Unificación
26 de abril. – Bombardero de Guernica
3 de mayo. – Se inician los enfrentamientos entre miembros del POUM y anarquistas, por una parte y
comunistas y fuerzas del Gobierno por otra.
1 de julio. – Isidro Gomá escribe la Carta colectiva del episcopado español a sus hermanos de todo el mundo
4 de agosto. – Se aprueban los estatutos de FET de las JONS
26 de agosto. – Rendición en Santoña de los batallones vascos ante las tropas italianas
21 de octubre. – Cae definitivamente el Frente Norte
30 de octubre. – El Gobierno de Negrín se traslada a Barcelona
15 de diciembre. – Ofensiva de las tropas republicanas en Teruel
1938
30 de enero. – Se confirma por ley la doble jefatura del Estado y del Gobierno, de Franco
20 de febrero. – Los nacionales recuperan Teruel
2 de marzo. – El nuevo Estado Nacional y católico, suspende la sustanciación de los pleitos de separación
y divorcio
9 de marzo. – El Gobierno de Burgos decreta el Fuero del Trabajo.
5 de abril. – Indalecio Prieto sale del Gobierno. Negrín asume la cartera de Defensa. El Nuevo estado
deroga el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
15 de abril. – Fin de la Ofensiva de Aragón, las tropas de Franco llegan al Mediterráneo
22 de abril. – Ley de prensa, promulgada por el Gobierno de Burgos
30 de abril. – Inicio en París de la Conference privee internationale des comités pour la paix civile et religieuse en
Espagne. Se hacen públicos los Trece Puntos de Negrín.
18 de julio. – Azaña pronuncia su famoso discurso en Barcelona, en el que pide al pueblo que se prepare
para conseguir “Paz, Piedad, Perdón”
25 de julio. – Ofensiva de las tropas nacionales para tomar Valencia
20 de septiembre. – El Gobierno de Burgos, promulga la Ley de Enseñanza Media
16 de noviembre. – Finaliza la Batalla del Ebro, con el repliegue republicano
1939
26 de enero. – Las tropas de Franco, entran en Barcelona
28 de enero. – Azaña se reúne en Perelada con Negrín y Rojo, y este le dice que todo está perdido
9 de febrero. – Creación de los tribunales de Responsabilidades Políticas, por parte del Gobierno de Burgos
26 de febrero. – Francia y Reino Unido reconocen al Gobierno de Burgos
27 de febrero. – Azaña, exiliado en Francia, dimite como presidente de la República
28 de marzo. – Las tropas nacionales entran en Madrid
1 de abril. – Francisco Franco emite un comunicado anunciando el final de la guerra: “en el día de hoy,
cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra
ha terminado.