Larry era un comediante argentino, de un pueblo al interior de Buenos Aires
que intentaba hacerse un nombre desarrollando sus shows humorísticos en establecimientos de la emblemática calle corrientes. Su rutina era liviana y él era extremadamente simpático y agradable, por lo que por lo general interactuaba con la gente que lo veía en sus shows de una forma bastante interesante y sana. Sin embargo, en el momento histórico del que hablamos hoy, los stand-upistas, estaban tan de moda entre los bonaerenses, que se levantaba una piedra y salían cien contadores de chistes, por lo que hacerse un nombre era una odisea bastante difícil de lograr, y además que había que poseer calidad y a la vez demostrarla. La estrategia que el comediante siguió para darse a conocer de manera masiva, fue incluir en su show una guitarra y por supuesto canciones de música urbana, además incluyó todo el mundo de las redes sociales, desde los Instagram, los Facebook, hasta los tik tok y los hizo humor, con chistes precisos y contundentes que le hicieron obtener una connotación inmediata. Su público aumentaba como la espuma, y todo su humor que apuntaba a la cultura popular del momento parecía cautivar tanto a jóvenes como a adultos. Ël tipo poseía bastante dinámica en el escenario, todo lo contaba con gracia, con cierta estridencia solemne que atrapaba al público desde el primer minuto hasta el último de aquella media hora de show que expresaba en el escenario con un gran arte narrativo. Pero un día la comedia dejó de ser graciosa y la delincuencia que azolaba Buenos Aires por esos días, se presentó justo en el momento en que hacía su show. Unos pistoleros ingresaron con pistolas y robaron y maniataron al público presente, les pidieron las carteras y escaparon sin antes disparar a sangre fría a Larry que quedó tendido en el escenario; cuando llegaron los paramédicos el extraordinario bufón les señaló que era sólo un rasguño, que la bala le había rozado una de sus costillas pero que no había perforado nada. Esto fue un alivio para los paramédicos pero en especial lo fye para él, que se encontraba impactado y algo sangrante, sin percatarse realmente del trauma que aquella situación le atraería. Una vez que salió del hospital adonde había sido trasladado por la ambulancia, recibió el consejo médico de obtener un reposo completo, por lo menos por tres días, fue sedado y se le entregaron otros calmantes para que pudiera tener una buena calidad del sueño. La gran sorpresa ocurrió cuando despertó al otro día y se dio cuenta con gran impacto que no salían palabras de su boca, o por lo menos que estas no constituían sonido alguno. Salió de su residencia y decidió ir a comprar el pan para ver si interactuar con otros seres humanos le traía más respuestas, pero la verdad es que todo lo que ocurrió confirmó su tesis de que había perdido el habla, regresó a su hogar compungido, entristecido, pero por sobre todo, preocupado, ya que su futuro sería desolador si no recuperaba el habla, ya que tendría que dejar de hacer comedia. Consultó a un médico especialista quien le señalo que sus problemas se debieron al incidente ocurrido durante su actuación en la calle corrientes, y que la única manera de recuperar la voz tendría que ser la de consultar a un psicoanalista que a través de la terapia lo pudiera sanar de aquel trauma. ¿Pero cómo podría hacer terapia si no podía hablar?. ¿Tendría que escribirlo todo?¿ O encontrar un doctor que supiera lenguaje de señas? De esos debían haber como cinco en todo el mundo y en Argentina con suerte podría contactar a uno de ellos. Por esta razón tuvo que descartar la idea de hacer aquella terapia, y encontrar una solución que fuese más accesible para él. Se internó en un sanatorio de esos para la paz mental que quedan en las montañas y alejados de todo el bullicio de la ciudad, en dónde todo era muy hippie y muy alternativo y en donde los doctores y los pacientes parecían estar todos conectados en la misma armonía cósmica, pero pasaron un par de semanas y Larry, lejos de recuperar el habla, perdía dinero, perdía esperanzas y perdía confianza en el supuesto éxito del tratamiento; sin embargo una extraña intuición le dijo que esperara un par de semanas más, que creyera en lo que estaban haciendo los médicos ahí, porque la sanación vendría pronto. Y no se hallaba tan distante de aquella realidad, justamente una vez tomada la decisión de quedarse, todo lo que ocurrió de allí en adelante fue mejorando para él. Nunca se planteó claramente qué fue lo que lo hizo sanar, no sabía si fueron todas esas infusiones milagrosas que le dieron, o si fue sencillamente una especie de milagro terapéutico. La verdad es que su voz sonaba hasta mejor ahora, y en semanas, según lo que decían sus médicos, podría recuperar su rutina de humor en el circuito de los stand-up Comedy. Todo ese tiempo disponible que le dejaba aún el reposo lo estuvo utilizando para realizar sus nuevos chistes de humor para su espectáculo, por esta razón se sentía con una cierta energía entusiasta y rejuvenecedora. El día de su re-debut, que se realizó en el mismo lugar en donde había tenido el incidente traumático la última vez, había un lleno total, ya que se había corrido la voz de su regreso con todo lo que incluía la delirante historia que había pasado. El show se presentó sin novedad esta vez, sus chistes rápidos y actuales hicieron nuevamente que no tuviese cómo fracasar ante un público extremadamente receptivo y jovial. Al día después luego de salir de casa fue a comprar v revistas al centro, ya que quería estar lo más al tanto posible de lo que ocurría en la farándula argentina y así poder incorporar chistes más actuales a su rutina. Al andar buscando aquellas revistas se encontró con un antiguo amigo stand-upero que no veía hace muchos años. Fueron a tomar un café y este le comunicó que pensaba ir a Chile a hacer stand-up y le consultó si quería enfrentar aquella travesía con él.El amigo se llamaba Ramiro y la conversación dejó a Larry muy entusiasmado, ya que era todo un mundo nuevo ir a conocer un lugar en dónde nunca había estado y además para abrir horizontes profesionales. Por lo que ya no lo dudó demasiado y tomó la decisión de viajar junto con su amigo Ramiro hacia Santiago de Chile, tomaron el avión un día sábado ocho de febrero y ya en la tarde de aquel día podríamos decir que estaban instalados en la capital chilena para comenzar a sustentar su aventura. Una vez que consiguieron una pensión a buen precio para poder vivir, fueron a conocer boliches de stand-up en donde se pudiese trabajar. No les costó demasiado encontrar lugares en donde necesitaran comediantes, ya que en ese momento en el país la tendencia era el hacer comedia al estilo de lo que ellos venían haciendo en Argentina. El primer local en donde actuaron Ramiro y Larry se llamaba “la hamburguesa picante” y era un pequeño bar con algunas mesas en el centro, muy sobrio y muy pulcro en donde perfectamente podía caber un público de unas cincuenta personas sin atochamiento. El primero en salir al escenario fue el Ramiro, que logró hacer una rutina decorosa, luego vino el Larry, que había preparado algo más al estilo chileno con lo que sabía del país y lo que había encontrado en internet. Desde aquel momento la fama no paró para Larry, desde ese instante fueron una y otra y otra las presentaciones que tuvo en aquel circuito de bares y además en otras zonas del país, y si bien al tiempo después Ramiro regresó a la Argentina, Larry se quedó muchos años en Chile, incluso algunos cuentan que nunca más regresó a Argentina. Lo cierto es que Larry se volvió tan famoso, que incluso a veces tiene presentaciones en los espacios televisivos y ha sido protagonista del festival de Viña, ya estaba en la cultura popular chilena, sr había impregnado de todo lo que la cordillera no le dejaba ver, e incluso cumplió su máximo sueño, que era poseer y administrar un teatro cien por ciento para stand-up, todo un sueño hecho realidad, todo un sueño cumplido.