Está en la página 1de 9

DERECHO MINERO

ESTUDIANTE: PAOLA VERONICA


TANCARA RUEDA
SISTEMA DE DOMINIO DE MINAS

1. INTRODUCCIÓN

Que la especie humana, para existir y desarrollarse desde los tiempos más
remotos, ha requerido, utilizado y aprovechado permanente y sistemáticamente los
recursos naturales, sean éstos renovables (aire, agua, terrenos agrícolas, bosques),
o no renovables (o agotables), como son los recursos mineros, es un hecho
histórico inamovible y así se ha verificado en el transcurso de los siglos. De la
misma manera originan y justifican la necesidad de su obtención, dominio o
posesión y control en un marco adecuado y funcional de orden económico, jurídico y
político que permita su utilización y aprovechamiento por los hombres.

Estos hechos, derivados tanto de la Naturaleza como de la actuación e intervención


de los hombres para poseer y controlar estos recursos. También, es incuestionable
que los recursos minerales normalmente son desconocidos inicialmente, presentan
formas irregulares en la superficie o en el subsuelo del planeta y están distribuidos
al azar, con total abstracción de razas, religiones, regímenes e ideologías políticas o
económicas, y sin vinculación alguna con las teorías y doctrinas económicas y
principios y sistemas legales que los hombres han concebido, elaborado y
estructurado a través de los tiempos, para obtenerlos, controlarlos y aprovecharlos,
sea en calidad de propietarios, poseedores u otras formas de dominio. El hecho de
ser inicialmente desconocidos significa que, una vez prospectados, reconocidos,
explorados y descubiertos (fase de exploración), dichos recursos deben ser medidos
y evaluados económica y técnicamente, de modo que sí mediante los
correspondientes estudios de factibilidad. Finalmente, sobreviene la etapa de la
comercialización de los productos mineros, que en estricto rigor no forma parte
exclusiva o especial del ciclo natural de la actividad minera, sino que, más bien, por
su propia naturaleza, es común a todas las actividades económicas. Que los
recursos minerales no sean renovables, significa que son finitos: una vez extraídos y
consumidos no vuelven a generarse. Como compensación entregada por la
Naturaleza, éstos no se gastan ni deterioran físicamente por el transcurso del
tiempo, pudiendo cuidarse indefinidamente; sin perjuicio de que en las últimas
décadas, el uso y el reciclaje de la chatarra, esté permitiendo un reaprovechamiento
de ciertos metales, aunque su aplicación sea limitada en relación con los volúmenes
que se consumen y requieren.

2 ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Ubicación y cronología de los principales yacimientos
Las explotaciones mineras romanas de la Sierra de Cartagena y La Unión fueron un
importante foco de atracción de población y generación de riqueza. Así, según
Estrabón, geógrafo e historiador griego del siglo I d.C.,
"Polibio, al mencionar las minas de plata de Cartago Nova, dice que son muy
grandes, que distan de la ciudad unos veinte estadios, que en ellas trabajan
cuarenta mil obreros y que en su tiempo reportaban al pueblo romano veinticinco mil
dracmas diarias".
Los vestigios de esta minería quedarían olvidados por el tiempo hasta que gracias al
auge minero de los siglos XIX y XX se encontraron los restos de estos antiguos
trabajos. Dos importantes enclaves muestran las principales labores romanas
vinculadas a la minería: el Cerro del Sancti Spiritu para las excavaciones
subterráneas y el Cabezo Rajao para los trabajos a cielo abierto.
La extracción de minerales se centró en filones y capas de cierta envergadura.
Existen cronológicamente dos etapas bien diferenciadas para las explotaciones
romanas de la Sierra Minera: época republicana y periodo Augusteo. Durante la
época republicana se dio una ocupación densa y bien comunicada de la vertiente
sur de la sierra, destinada principalmente a la explotación de las minas. Los
yacimientos encontrados quedan ubicados en terrazas naturales donde, al igual que
en etapas anteriores, prima el control visual de los accesos al interior del territorio.
Entre los asentamientos más destacados se encuentran aquellos que salpican la
Rambla de la Crisoleja, Rambla del Infierno, Rambla de la Voltada, Barranco de los
Chorrillos y área del Sancti Spiritu.

En la vertiente norte de la sierra los principales yacimientos de época republicana


se encuentran en el conjunto del Cabezo Rajao y Cabezo Agudo, hallándo además
edificaciones relacionadas con el almacenaje y la vivienda de los mineros.
El segundo gran período para la explotación del mineral se daría en los siglos I y II
d.C., durante el Imperio Romano. Junto a las construcciones mineras también
comienzan a aflorar asentamientos agropecuarios como la Villa del Paturro.
El minero romano
Según los textos clásicos, en la sierra de Carthago Nova los mineros trabajaban
bajo unas condiciones de seguridad y salubridad insuficientes, en palabras del
historiador griego Diodoro "…bajo tierra en las galerías día y noche, van dejando la
piel y muchos mueren por la excesiva rudeza de tal labor. Pues no tienen cese ni
respiro en sus trabajos, sino que los capataces, a fuerza de golpes, los obligan a
aguantar el rigor de sus males…"

1. SISTEMA DE LA ACCESIÓN:
Este sistema atribuye la propiedad de las minas al dueño del terreno superficial en
que éstas se encuentren. Debe su nombre al hecho de considerar a las minas como
accesorios del suelo superficial. Por tanto, el dominio de las minas queda radicado
en el titular o dueño del suelo debido al principio jurídico de que lo accesorio sigue
siempre la suerte de lo principal.

El sistema de la accesión lo encontramos primeramente en Roma: fue el sistema


seguido durante la República y aún bajo el Imperio. Este principio mantuvo su
influencia en la Edad Media, y en la Edad Moderna fue aceptado por la Escuela de
los Fisiócratas, "los cuales considerando la tierra como fuente de toda riqueza"

Actualmente, la tendencia en la doctrina y en el Derecho Comparado es la de


rechazar el sistema de la accesión por considerar que constituye una traba para el
desarrollo de la industria minera.
En la actualidad este sistema ha quedado relegado casi exclusivamente para
aquellas minas de piedras no preciosas y otras sustancias de menor importancia.

2 SISTEMA DE OCUPACIÓN:
El Sistema de Ocupación tiene su origen en los primeros pueblos bárbaros que
no estaban bajo el dominio del Imperio Romano, pero donde tuvo más tiempo
siendo defendido fue en la Francia del Siglo XVIII, y por la figura del economista
Turgot, que además de economista fue político y escritor. Este último replantea
el principio en términos modernos, y lo fundamenta en la actividad humana, en
“El trabajo del primer ocupante”.
Una de las ventajas de este sistema, según, los que lo defienden, es la
fomentación y descubrimiento de las minas, el problema se presenta por la
opinión por parte de la doctrina, “el trabajo mal puede justificar la propiedad
sobre las minas cuando muchas veces su descubrimiento obedece a la
casualidad”, es decir, que con este sistema el lo más posible es que la mayoría
de los descubrimientos sean más por casualidad y que de esa manera más
dificultades existirían a la hora de administración de la mina descubierta.
Además la doctrina indica que de aplicarse este sistema como se lo concibió
desde un principio, sería un fuente de conflictos que no permitirían que se
establezca la extensión del derecho del descubridor, y así por el mismo motivo
se impediría la estabilidad de la propiedad minera. Además que si se le agrega
ahora la circunstancia en la que se prescinde del Poder Público en tema de
dominio de la mina, habría por lógica un alejamiento de las personas y de los
capitales indispensables para el desarrollo de la actividad en las minas.
En días actuales en los sistemas legislativos no se aplica este sistema, ya que en
la mayoría de los Estados se entiende que el territorio ya sea el de la superficie
como el de las minas vienen a ser propiedad del Estado mismo, además que se
tiene que añadir que la Doctrina como anteriormente se mencionó está en contra
de la implementación de este sistema, ya que lo considera como incompatible
con principios fundamentales relacionados al interés público que rigen a la
propiedad minera.

3 SISTEMA RES NULLIUS:

Este sistema considera que las minas, antes de ser descubiertas, no pertenecen
al dueño superficial ni al Estado, sino que son «res nullius», carecen de dueño
originario.
Entonces su dominio le pertenece al primer ocupante, a quien las descubra y
trabaje. A diferencia del sistema de la accesión éste considera a la propiedad
minera como independiente de la superficie.

El sistema de la ocupación tuvo vigencia en los pueblos bárbaros, no sometidos


al Imperio romano; pero en la medida en que éste fue extendiendo sus
fronteras, llevando consigo el sistema de la accesión, fue relegando a la
ocupación a un lugar muy secundario, hasta hacerlo casi desaparecer. Sin
embargo, la ocupación como régimen organizador de la propiedad minera
reaparece en Francia en el siglo XVIII, siendo entonces defendido por los
enciclopedistas y, especialmente por el economista Turgot, quien replantea el
principio en términos modernos, fundamentándose en la actividad humana, en el
trabajo del primer ocupante.

Res Nullius. Asigna a las minas el carácter de cosas sin dueño e


interpreta que recién al ser descubiertas, existen jurídicamente. Por
todo ello, el sistema requiere la intervención del Estado a fin de
distribuir la riqueza entre los interesados en explotarla (que pueden o
no ser dueños del suelo. descubridores del minera u ocupantes).

El sistema en comentario constituye el más apropiado para establecer


un régimen de licitaciones y contratos especiales de concesión a
particulares, por la función titular que asigna a la función pública.

1.3. SISTEMA DE RES NULLIUS:

Este sistema considera las substancias mineras como res nullius, cuya propiedad
no pertenece a nadie, ni siquiera al Estado, y las cuales, por obra del
descubrimiento, se transforman en bienes adquiribles por medio de una
concesión que el Estado, como representante de los intereses generales, otorga
a su elección a la persona que ofrezca mayores garantías y, en consecuencia,
haga suponer un beneficio efectivo para la comunidad. El sistema de res nullius,
aunque parte del mismo principio que el de la ocupación, se diferencia de éste
en la participación que da al Estado en el otorgamiento de la concesión, a una
persona que no va a ser necesariamente el descubridor, y en la vigilancia de las
minas.

El sistema de res nullius ha sufrido también numerosas críticas de parte de la


doctrina. Algunos autores, como González Berti., impugnan el fundamento del
sistema: «...no se ve que en realidad sea muy conforme con la naturaleza de las
cosas. lo natural, lo lógico según las modernas corrientes del Derecho es que
todo aquello que se encuentre dentro del territorio de una Nación y no tenga un
dueño determinado, pertenezca al Estado (...) como representante de la
comunidad...».

Por otra parte, la circunstancia de que en este sistema el descubridor no tenga


una preferencia exclusiva para obtener el dominio de la mina, es un factor que
desalienta el interés por los descubrimientos mineros. Además, en este sistema
se niega absolutamente al Estado la posibilidad de que explote por sí mismo
alguna substancia minera, sin que realice previamente la expropiación de los
terrenos en que se encuentre la mina.

Actualmente, el sistema de res nullius goza de muy poca acogida en la doctrina


y en las legislaciones modernas que, en su evolución histórica lo han ido dejando
de lado para adoptar otros sistemas más acordes con el progreso, más
justificables y concretos en su aplicación.

El sistema «res nullius» exhibe los dos principios fundamentales del sistema de
«ocupación»: separación legal del suelo y yacimiento y el supuesto que los
yacimientos originariamente no pertenecen a nadie.
La diferencia del sistema «res nullius» con el de «ocupación» estriba en que el
Estado se conduce como tutor de la riqueza pública y otorga derechos sobre los
yacimientos a las personas que reúnen las mejores condiciones para llevar a cabo
una explotación conveniente, fijando plazos y condiciones. El sistema «res nullius»
presenta los mismos defectos ya anotados para el de ocupación, criticándose la
forma de otorgar la concesión que puede originar abusos y corruptelas ya que los
mineros dependerían de la honradez y buen criterio de los funcionarios y asimismo
se despoja al descubridor de su legítimo derecho, aunque se le otorgue una
compensación.
Los defensores del sistema replican que la licitación garantizaría el acierto de la
decisión que otorga el yacimiento. En el sistema «regalista los yacimientos
originariamente no pertenecen a nadie, pero el Estado tiene sobre todas las cosas
ubicadas en el territorio una especie de dominio eminente o radical que debe
distinguirse cuidadosamente de su dominio patrimonial”.
En virtud de ese dominio eminente el Estado se reserva el derecho de regular el
destino de la riqueza minera, la que si bien no le pertenece jurídica y
patrimonialmente, cae bajo su control en virtud de la soberanía.

En síntesis, el Estado ejerce sobre los yacimientos un privilegio que por su remoto
origen real es llamado “regalismo” y en virtud del cual, como representante del
interés público, distribuye o concede los yacimientos, vigila la concesión y puede
imponer tributos, cargas y participaciones, define el sistema de «libertad de minas»
como aquel en que el Estado ejerce el dominio originario de los yacimientos con el
fin de justificar la facultad de otorgarlos a los particulares que cumplen con los
requisitos que fija la ley en interés de la colectividad.

El Estado tiene una propiedad eminente o virtual que solo lo autoriza para conceder
los más amplios derechos a aquellos que han cumplido requisitos legales
especiales. El yacimiento antes de ser descubierto no pertenece a nadie.

1.4 SISTEMA DOMINIAL Y REGALISTA.

1.5. SISTEMA DOMINIAL O DE DOMINIO ABSOLUTO DEL ESTADO: Este


sistema atribuye al Estado el dominio patrimonial, absoluto, exclusivo e inalienable
de la riqueza minera. Se configura de este modo un dominio pleno para el Estado
que le permite reservar para sí la explotación de determinadas sustancias, o
explotar esta riqueza por medio de terceros a través de concesiones (otorgar) y, en
suma, celebrar cualquier acto o contrato respecto de la riqueza minera; o como lo
define Luis González B: «...el sistema en virtud del cual el Estado se comporta
frente a la riqueza minera como frente a un bien particular, como verdadero dueño:
por lo tanto, puede explotar por sí mismo esta riqueza o por medio de terceros,
puede reservar la explotación y otorgarla facultativamente, sin que en ningún
momento se desprenda de la propiedad de las minas, concediendo sólo la
explotación de las mismas.
Resulta difícil determinar el momento preciso en que este sistema va adquiriendo
una configuración propia, diferente de la del sistema regalista. Sin embargo, en
realidad se desenvuelve plenamente después de la primera guerra mundial, período
en el cual se comprobó que ciertas sustancias minerales debían estar en manos del
Estado para los altos fines de la defensa nacional, y no sometidos, en virtud de la
legislación, al arbitrio de los particulares.
La doctrina ofrece diversos fundamentos para este sistema, para nosotros el
fundamento de este sistema es la alta misión que compete al Estado a través del
aprovechamiento de determinadas sustancias que no pueden estar sometidas al
arbitrio de los particulares, por el papel importantísimo que pueden jugar en un
momento determinado, no sólo en el campo de la defensa de la nacionalidad, sino
en cuanto a la economía misma».
Las críticas que ha recibido el sistema dominial, que son muchas y variadas, pueden
resumirse en tres fundamentales:
1º. Priva de estímulo a la investigación de nuevas minas, cuando es deber del
Estado alentarla. Esta crítica ha sido rechazada por los defensores del sistema
porque, en él, el Estado hace concesiones a los particulares, aunque naturalmente
ejerciendo un control sobre éstas para evitar que el interés particular se oponga al
de la colectividad;
2º. Establece un monopolio en favor del Estado, marginando a los particulares de
esta actividad. Esta crítica tiene un valor relativo para los partidarios del sistema,
pues todo va a depender en definitiva de la aplicación que se haga de él: cuando se
aplica a determinadas sustancias y fines legítimos para la comunidad, el sistema no
ofrece los inconvenientes que se le señalan;
3º Finalmente, se critica este sistema diciendo que la experiencia enseña que el
Estado no debe ser empresario, ya que siempre ha sido funesta la explotación de
las minas por él.
1.6. SISTEMA REGALISTA: Este sistema, que en lo fundamental atribuye el dominio
de la riqueza minera al Estado, y que tanta influencia ha tenido en las legislaciones
mineras, no ha sido concebido de una misma manera por los tratadistas. por lo tanto
la doctrina discute aspectos tan importantes como su naturaleza misma y, en
consecuencia, el alcance que este sistema otorga al dominio del Estado, e incluso
su origen, para algunos autores el regalismo constituye un sistema único que admite
diferencias de grado en su aplicación, en cambio, la mayoría de los autores
contemporáneos dividen este sistema en dos aspectos fundamentales,
diferenciados en cuanto a la naturaleza e intensidad del dominio del Estado:
Regalista propiamente tal, y Dominical, estudiándolos como sistemas autónomos.
Francisco E. Padilla, define este sistema como «...aquel en que el dominio de las
minas se atribuye al Estado como dueño originario, afirmación que surge en virtud
de considerar al mismo Estado con carácter de tutor de la riqueza pública y está
impedido de explotarlas, debiendo concederlas a los particulares que las soliciten,
bajo las condiciones y llenando los requisitos que la ley establezca».
El dominio que este sistema otorga al Estado es de tal naturaleza que no sólo no
confiere a su titular los atributos propios del dominio patrimonial, sino que además
algunos autores llegan a considerar que en el regalismo el Estado no tiene el
dominio originario de las minas, y estiman a éstas como res nullius, llegando el
Estado a tener facultades sobre la riqueza minera sólo en virtud de un dominio
derivado del concepto de soberanía. El sistema regalista, como los de ocupación y
de res nullius, parte de que las minas no pertenecen a nadie, ni siquiera al Estado.
Pero el Estado tiene, como poder soberano y sobre todas las cosas ubicadas dentro
de su territorio, inclusive las minas, históricamente se sitúa el origen del sistema
regalista en tiempos remotos, a fines del Imperio romano a través del Derecho
Minero provincial, pero la generalidad de la doctrina indica que es realmente en la
Edad Media donde llega a configurarse definitivamente: «La historia del derecho de
minas germánico, no es sino el desarrollo de la doctrina regalista arrancada de la
época feudal y que tendra poderosa influencia en la legislación minera hispánica y
colonial, afirmándose progresivamente en el Fuero Viejo de Castilla, se critica en
primer lugar la imposibilidad del Estado para negarse a otorgar la concesión a
quienes la soliciten, aun cuando estos beneficiarios no representen la mejor garantía
de una buena explotación, pues basta que el solicitante cumpla con los requisitos
legales para que el Estado esté obligado a otorgar la concesión, de forma que el
papel del Estado llega en realidad a anularse ante la norma legal que tiene que
cumplir. En suma, el sistema regalista, que fue aceptado con agrado por las
legislaciones y la doctrina que lo acogieron como una reacción contra otros sistemas
que sólo permitían una intervención muy secundaria al Estado en la tutela y
administración de la riqueza minera.

También podría gustarte