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1. INTRODUCCIÓN
Que la especie humana, para existir y desarrollarse desde los tiempos más
remotos, ha requerido, utilizado y aprovechado permanente y sistemáticamente los
recursos naturales, sean éstos renovables (aire, agua, terrenos agrícolas, bosques),
o no renovables (o agotables), como son los recursos mineros, es un hecho
histórico inamovible y así se ha verificado en el transcurso de los siglos. De la
misma manera originan y justifican la necesidad de su obtención, dominio o
posesión y control en un marco adecuado y funcional de orden económico, jurídico y
político que permita su utilización y aprovechamiento por los hombres.
2 ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Ubicación y cronología de los principales yacimientos
Las explotaciones mineras romanas de la Sierra de Cartagena y La Unión fueron un
importante foco de atracción de población y generación de riqueza. Así, según
Estrabón, geógrafo e historiador griego del siglo I d.C.,
"Polibio, al mencionar las minas de plata de Cartago Nova, dice que son muy
grandes, que distan de la ciudad unos veinte estadios, que en ellas trabajan
cuarenta mil obreros y que en su tiempo reportaban al pueblo romano veinticinco mil
dracmas diarias".
Los vestigios de esta minería quedarían olvidados por el tiempo hasta que gracias al
auge minero de los siglos XIX y XX se encontraron los restos de estos antiguos
trabajos. Dos importantes enclaves muestran las principales labores romanas
vinculadas a la minería: el Cerro del Sancti Spiritu para las excavaciones
subterráneas y el Cabezo Rajao para los trabajos a cielo abierto.
La extracción de minerales se centró en filones y capas de cierta envergadura.
Existen cronológicamente dos etapas bien diferenciadas para las explotaciones
romanas de la Sierra Minera: época republicana y periodo Augusteo. Durante la
época republicana se dio una ocupación densa y bien comunicada de la vertiente
sur de la sierra, destinada principalmente a la explotación de las minas. Los
yacimientos encontrados quedan ubicados en terrazas naturales donde, al igual que
en etapas anteriores, prima el control visual de los accesos al interior del territorio.
Entre los asentamientos más destacados se encuentran aquellos que salpican la
Rambla de la Crisoleja, Rambla del Infierno, Rambla de la Voltada, Barranco de los
Chorrillos y área del Sancti Spiritu.
1. SISTEMA DE LA ACCESIÓN:
Este sistema atribuye la propiedad de las minas al dueño del terreno superficial en
que éstas se encuentren. Debe su nombre al hecho de considerar a las minas como
accesorios del suelo superficial. Por tanto, el dominio de las minas queda radicado
en el titular o dueño del suelo debido al principio jurídico de que lo accesorio sigue
siempre la suerte de lo principal.
2 SISTEMA DE OCUPACIÓN:
El Sistema de Ocupación tiene su origen en los primeros pueblos bárbaros que
no estaban bajo el dominio del Imperio Romano, pero donde tuvo más tiempo
siendo defendido fue en la Francia del Siglo XVIII, y por la figura del economista
Turgot, que además de economista fue político y escritor. Este último replantea
el principio en términos modernos, y lo fundamenta en la actividad humana, en
“El trabajo del primer ocupante”.
Una de las ventajas de este sistema, según, los que lo defienden, es la
fomentación y descubrimiento de las minas, el problema se presenta por la
opinión por parte de la doctrina, “el trabajo mal puede justificar la propiedad
sobre las minas cuando muchas veces su descubrimiento obedece a la
casualidad”, es decir, que con este sistema el lo más posible es que la mayoría
de los descubrimientos sean más por casualidad y que de esa manera más
dificultades existirían a la hora de administración de la mina descubierta.
Además la doctrina indica que de aplicarse este sistema como se lo concibió
desde un principio, sería un fuente de conflictos que no permitirían que se
establezca la extensión del derecho del descubridor, y así por el mismo motivo
se impediría la estabilidad de la propiedad minera. Además que si se le agrega
ahora la circunstancia en la que se prescinde del Poder Público en tema de
dominio de la mina, habría por lógica un alejamiento de las personas y de los
capitales indispensables para el desarrollo de la actividad en las minas.
En días actuales en los sistemas legislativos no se aplica este sistema, ya que en
la mayoría de los Estados se entiende que el territorio ya sea el de la superficie
como el de las minas vienen a ser propiedad del Estado mismo, además que se
tiene que añadir que la Doctrina como anteriormente se mencionó está en contra
de la implementación de este sistema, ya que lo considera como incompatible
con principios fundamentales relacionados al interés público que rigen a la
propiedad minera.
Este sistema considera que las minas, antes de ser descubiertas, no pertenecen
al dueño superficial ni al Estado, sino que son «res nullius», carecen de dueño
originario.
Entonces su dominio le pertenece al primer ocupante, a quien las descubra y
trabaje. A diferencia del sistema de la accesión éste considera a la propiedad
minera como independiente de la superficie.
Este sistema considera las substancias mineras como res nullius, cuya propiedad
no pertenece a nadie, ni siquiera al Estado, y las cuales, por obra del
descubrimiento, se transforman en bienes adquiribles por medio de una
concesión que el Estado, como representante de los intereses generales, otorga
a su elección a la persona que ofrezca mayores garantías y, en consecuencia,
haga suponer un beneficio efectivo para la comunidad. El sistema de res nullius,
aunque parte del mismo principio que el de la ocupación, se diferencia de éste
en la participación que da al Estado en el otorgamiento de la concesión, a una
persona que no va a ser necesariamente el descubridor, y en la vigilancia de las
minas.
El sistema «res nullius» exhibe los dos principios fundamentales del sistema de
«ocupación»: separación legal del suelo y yacimiento y el supuesto que los
yacimientos originariamente no pertenecen a nadie.
La diferencia del sistema «res nullius» con el de «ocupación» estriba en que el
Estado se conduce como tutor de la riqueza pública y otorga derechos sobre los
yacimientos a las personas que reúnen las mejores condiciones para llevar a cabo
una explotación conveniente, fijando plazos y condiciones. El sistema «res nullius»
presenta los mismos defectos ya anotados para el de ocupación, criticándose la
forma de otorgar la concesión que puede originar abusos y corruptelas ya que los
mineros dependerían de la honradez y buen criterio de los funcionarios y asimismo
se despoja al descubridor de su legítimo derecho, aunque se le otorgue una
compensación.
Los defensores del sistema replican que la licitación garantizaría el acierto de la
decisión que otorga el yacimiento. En el sistema «regalista los yacimientos
originariamente no pertenecen a nadie, pero el Estado tiene sobre todas las cosas
ubicadas en el territorio una especie de dominio eminente o radical que debe
distinguirse cuidadosamente de su dominio patrimonial”.
En virtud de ese dominio eminente el Estado se reserva el derecho de regular el
destino de la riqueza minera, la que si bien no le pertenece jurídica y
patrimonialmente, cae bajo su control en virtud de la soberanía.
En síntesis, el Estado ejerce sobre los yacimientos un privilegio que por su remoto
origen real es llamado “regalismo” y en virtud del cual, como representante del
interés público, distribuye o concede los yacimientos, vigila la concesión y puede
imponer tributos, cargas y participaciones, define el sistema de «libertad de minas»
como aquel en que el Estado ejerce el dominio originario de los yacimientos con el
fin de justificar la facultad de otorgarlos a los particulares que cumplen con los
requisitos que fija la ley en interés de la colectividad.
El Estado tiene una propiedad eminente o virtual que solo lo autoriza para conceder
los más amplios derechos a aquellos que han cumplido requisitos legales
especiales. El yacimiento antes de ser descubierto no pertenece a nadie.