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Teoría social realista: el enfoque morfogenético

Margaret Archer

Por Fernanda E. Benavides Berenguer

Sobre el autor: Margaret Archer

20 de enero 1943 Socióloga Británica Ideología: sin


información

Sobre el libro: Teoría social realista: el enfoque morfogenético

2009 Ediciones Universidad Santiago


Alberto Hurtado

*Bibliografía en la última página


Capítulo II. Individualismo versus colectivismo: interrogando los términos del debate
(págs. 67-106)

Palabras claves.

Individualismo; Agencia; Colectivismo; Estructura; Metodología;

Resumen (número de palabras)

Para Margaret Archer “ni el individualismo ni el colectivismo pueden conformar las bases
de una teorización social adecuada” (p.67), es por ello, que teoriza respecto a la
agencia/individualismo y la estructura/colectivismo, señalando que estas dos forman
perpetúan una teorización social falaz que ella define en su conflación ascendente y
descendente. Respecto a estas dos formas es importante recalcar que la agencia va
vinculada con lo individual, en cambio, la estructura se vincula con la comunidad. Siendo
ideas opuestas, sus explicaciones se basan en la incompletitud de su adversario.

Individualismo metodológico

El individuo del individualismo

“El individuo es un organismo visible, pero es precisamente aquello no observable de las


personas (sus disposiciones) lo que constituye la base de la descripción individualista”
(p.69), sin embargo, estas disposiciones no se pueden dar ni comprender sin invocar el
contexto social en el cual se desarrollan. En ese sentido, estamos frente a una rareza
argumentativa, pues el reduccionismo individual descarta que estas disposiciones dependan
de una explicación histórica que va más allá del individuo. “Puesto que la realidad social no
puede confinarse a los individuos y sus disposiciones, entonces aquellos aspectos del
contexto social que son indispensables tanto para la identificación como para la explicación
son ellos mismos incorporados en términos individuales” (p.72).

El individuo como constituyente último de la realidad social

Para los individualistas el individuo es el elemento último, es decir, todas las explicaciones
se vuelven sobre ellos, siendo irreducibles y emergente. Sin embargo, el individualista se
encontrará con trabas argumentativas, por lo que, el único modo de seguir defendiéndose es
comprendiendo que “ a pesar de que la emergencia no puede negarse ya en principio,
todavía puede mantenerse que empíricamente no hay nada que se parezca a la sociedad. Es
aquí donde el concepto inflado de individuo se hace real, porque la definición amplia de
aquello que cuenta como un hecho de los individuos niega estatus emergente a todo menos
a ellos mismo. En otras palabras, si todos los aspectos del contexto social pueden
amontonarse en el individuo, entonces este es efectivamente el final” (p.77).

La estructura social de los individuos

El individualismo metodológico significaría que “los seres humanos serían los únicos
agentes móviles en la historia” (Watkins, s.f., en Archer, 2009, p.78) y pretenden demostrar
que la realidad social es epifenoménica, es decir, es un fenómeno superficial que toma
menor relevancia frente a lo que los individuos pueden realizar. Sin embargo, para
comprobar empíricamente esto es necesario demostrar que la estructura social no es
autónoma/independiente, preexistente y casualmente eficaz. Al realizar ese ejercicio Archer
concluye que los individualistas fallaron al postular su argumento.

Colectivismo metodológico

La estructura social del colectivismo

“La ironía del colectivismo es que mientras defiende la indispensable metodología de los
factores estructurales, ontológicamente no propone ninguna concepción comprehensiva de
la estructura social” (p.83), de ese modo el colectivista se enfrenta de forma fragmentada a
la estructura social. Debido a que existía una duda e incertidumbre ante los conceptos
holísticos. En ese sentido, no lograron articular una nueva ontología social, ya que, no
podían decidirse entre el holismo y el empirismo.

La barrera empirista

Preguntarse por qué clase de estatus ontológicos pueden tener los hechos societales,
considerando esto como las organizaciones, instituciones o roles sociales, que no son
naturalmente humanas o no humanas, sino que son relaciones dependientes de las personas,
los colectivistas saben que pueden responder a aquella pregunta pero no dentro del marco
empírico, sino desde las propiedades emergentes. Lo emergente puede explicarse en sentido
externos como internos, en el cual los objetos desarrollan una relación entre ellos, que
aunque no siempre explica su origen sí expresa su interrelación.

La herencia de Hume
“Las características estructurales se aceptan bajo la idea de que son (aun) propiedades
grupales definidas grupales indefinidas” (p.94), esto proviene desde el modelo casual
humeano. De ese modo, los colectivistas retroceden para jugar un juego metodológico que
no considera la ontología y se rige por reglas humeanas socavando el programa colectivista.

En resumen, “la falla del colectivismo en articular una ontología social alternativa al
individualismo, así como la retirad colectivista para defender lo que fuese posible en
términos metodológicos, sirvió tanto directa como indirectamente para gatillar la conflación
descendente en la teoría social práctica -ya sea mediante aquellos que accedían al
positivismo y le daban a las propiedades estructurales influencia determinista en la
ocurrencia regular de eventos o bien eliminando los restos empiristas para transformarse en
holistas convencidos” (p.97).

Rechazando los términos del debate tradicional

Esta claro que tanto el individualismo como el colectivismo no lograron eficazmente sus
postulados. El primero debido a que “no estaban dispuestos a hacer ajustes ontológicos”
(p.98) y en el segundo debido a su incapacidad de articular una ontología social. Ambos no
fueron capaces de establecer esa relación consistente que pudiese resultar útil para unir la
ontología social con la metodología.

Ante esto Archer propone dos nuevas posiciones. La primera es la ontología de la praxis de
los elisionistas y la segunda es la ontología realistas de los emergentistas. Estas posiciones
que se diferencian en su ontología social y metodología resultan de interés para los nuevos
debates que nos llevarán a construir una teorización adecuada del mundo social.

Capítulo III. Tomándose el tiempo de vincular estructura y agencia (págs. 107-


140)

Palabras claves.

Listado de máximo 5 palabras o conceptos claves presentes en el texto.

Resumen

El problema entre agencia y estructura es un dilema central de la teoría social, pues es


imposible hacer sociología sin tener que decidirse entre ellos, así mismo, forman parte de la
experiencia diaria, pues la dualidad de las emociones, ideas y acciones es un aspecto
sumamente humano.

Archer se propone vincular estos dos conceptos, sin tener que sumergir uno dentro del otro.
Para lograr este vínculo será necesario examinar su juego mutuo a través del tiempo (parte
de lo que vimos en el capítulo anterior). Pues aunque son conceptos que están vinculados y
entrelazados, su forma analítica es completamente diferente.

El tiempo de la historia social no-conflacionista

“El problema entre agencia y estructura se conceptualiza de forma diferente por teóricos
no-conflacionarios, debido a su ontología emergentista, y (…) eso los distingue de
cualquier tipo de teoría social que favorezca la conflación” (p.108). A partir de esto
podemos comprender la existencia de un dualismo analítico (es decir, una metodología
basada en la historicidad de la emergencia) que se basa en dos premisas.

1. “Depende de una visión ontológica del mundo social como estratificado, en que las
propiedades emergentes de las estructuras y de los agentes son mutuamente
irreducibles, lo que en principio supone que son analíticamente separables” (p.109)
2. “Estructuras y agentes dados son también temporalmente distinguibles (en otras
palabras, se justifica y es factible hablar de preexistencia y posterioridad cuando se
trata de casos específicos de ambas)” (p.109)

Este dualismo analítico ha tardado en desarrollarse, debido a que era necesario que la
separabilidad analítica y la distinción temporal se desarrollar en conjunto. De ese modo,
fue necesario que se reconociera una separabilidad analítica de la estructura y la agencia
para así explicar su temporalidad en vez de su simultaneidad, logrando cambiar la forma de
teorizar estos conceptos.

Mandelbaum (1955) ya planteaba que la agencia y estructura estaban temporalmente


diferenciadas, sin embargo, encontraba limites en su argumentación debido a que aún
trataba de “fundar las estructuras en el realismo empírico y de ese modo proponer su
traducción a términos individuales (observables) en vez de afirmar su estatus real y
emergente” (p.110). En ese sentido fue más influyente el planteamiento de Loockwood
quien planteó una distinción entre integración social e integración sistemática, en la cual era
tanto posible como útil separar la estructura y la agencia analíticamente.

Podríamos decir que Loockwood es un pre-realista, por lo que, serían los realistas
posteriores quienes lograrían responder a la pregunta vital que se hacía Loockwood:
“¿cuáles son los elementos componentes de los sistemas sociales que producen presión,
tensión o cntradicción?" (p.111), los realistas dirían que estos elementos componentes son
“propiedades emergentes que surgen de las relaciones entre las estructuras que constituyen
un sistema particular” (p.111). El objetivo del realismo es, en ese sentido, explicar qué pasa
en la sociedad y para lograr realizar aquella explicación necesitan separar estructura y
agencia para así poder realizar tres cosas (p.114):

1. “Identificar las estructuras emergentes”


2. “Diferenciar entre los poderes causales y las influencias intervinientes de las
personas, dados sus poderes causales muy distintos, en tanto que seres humanos”
3. “Explicar cualquier resultado, lo que en un sistema abierto implica siempre un juego
mutuo entre las dos [: agencia y estructura]”
Para los realistas, las estructuras no son irreducibles a los individuos, así como, estos no son
marionetas de las estructuras, ya que, tienen sus propias propiedades emergentes, pudiendo
transformar o reproducir la estructura social. Y es que la estructura dada, se debe
especialmente a las acciones tomadas por una generación particular, y a su vez, esta
generación actúa según la herencia dada por la estructura. A esto le llamaríamos doble
morfogénesis de estructura y agencia.

El juego mutuo entre la agencia y la estructura se entiende como que “la sociedad depende
de la reflexión sin personificarla (contra el idealismo) y depende de que los agentes deseen
el cambio a pesar de que rara vez cambie de la forma en que alguien desea” (p.119), de ese
modo vemos como los distintos elementos del cambio confluyen de forma circular, lineal y
superpuesta, en la cual primero tenemos una estructura, que debido a las interacciones se va
modificando (mientras se mantiene esa estructura) hasta que llegado un tiempo la
interacción elabora una nueva estructura y esta luego podrá volver a ser transformada por
las interacciones. En ese sentido, “la estructura antecede a la(s) acción(es) que la
transforma(n), y que la elaboración estructural necesariamente viene después de aquellas
acciones” (p.121).

Para describir esto Archer utiliza el “ejemplo de Castro”, poniendo en contexto la


analfabetización de Cuba previo y durante la revolución cubana, y que tras la victoria
Castro se propuso pasar de un porcentaje de alfabetización del 5% al 95% utilizando un
sistema de “cada uno le enseña a otro”. De ese modo pasa de una estructura analfabeta a
una elaboración estructural alfabeta, a través de la interacción de los individuos quienes se
enseñan mutuamente.

Finalmente, Archer señala que tras esta elaboración estructural se “reinicia un nuevo ciclo
morfogenético al introducir un nuevo conjunto de influencias condicionales sobre la
interacción, que son a la vez habilitadoras y constrictoras” (p.124). Este ciclo lo podemos
ver en distintos ejemplos, pues el cambio, la transición y la transformación de la estructura
es una constante. Inclusive Archer lo ve en el desarrollo de la sociología señalando que
“nuestras teorías son transitorias no solo por razones epistemológicas sino porque nuestro
propio objeto de estudio cambia en el tiempo” (p.124).

El tiempo de la teoría social conflacionista

Lo opuesto a lo mencionado en el apartado anterior sería la teoría social conflacionista, que


para la autora representa una falacia, en la cual existe una incapacidad de incorporar
efectivamente la temporalidad en la teoría social.

Existen tres tipos de posibilidades conflacionistas: descendente, ascendente y central. Las


dos primeras son completamente opuestas y son epifenomenalistas, en la primera de ellas
“las propiedades estructurales rodean a la agencia mediante procesos básicos de regulación
y socialización” (p.125), en la segunda, “la interacción social forma y transforma las
estructuras cuyas propiedades son simplemente resultado de la dominación u objetivación”
(p.125). Por otra parte, la conflación central asume a la agencia y la estructura como
inseparables y las reduce al mismo nivel.
Cabe señalar que “la conflación es la falacia más básica y el epifenomenalismo es
simplemente una forma que puede adoptar, o en realidad dos casos particulares” (p.126).
Existiendo así una negación del dualismo analítico y la separación de agencia y estructura,
que no permite la separación temporal. Si comparamos el enfoque morfogenético con las
distintas conflaciones diríamos que estas últimas están “muy cerca del cuadro”, es decir,
analizan y toman en cuenta sólo una pequeña parte del esquema, limitando su análisis.

a. La conflación descendente:
En este primer tipo de conflación, como ya mencionamos, la estructura es lo único
que antecede y condiciona la acción, pues no son estas las que direccionan el
sistema. “Las personas son literalmente agentes de la estructura” (p.128). Sin
embargo, surge la duda de si la estructura antecede a la acción, cual es el origen de
esta, pues debe existir un origen pero no puede ser social.

b. La conflación ascendente:
En este segundo tipo de conflación, diríamos que es el opuesto exacto del anterior,
pues en esta la estructura asume como criatura de la agencia. De ese modo,
hablamos de que para los conflacionistas ascendentes la sociedad está configurada
según las personas que están presentes.

c. La conflación central:
En este tercer tipo de conflación, el enfoque está puesto en la supuesta constitución
mutua de estructura y agencia, su mayor exponente se encuentra en la moderna
teoría de la estructuración. Según quienes pertenecen a la teoría de la estructuración,
como Giddens, si existe una integración temporal, pero para Archer está forma de
integrar lo temporal no se logra de forma adecuada, pues abarca un tiempo muy
breve.

Epílogo

“En contraste con los tres enfoques anteriores, el análisis morfogenético da al tiempo un rol
central en la teoría social” (p.137), pues el ámbito temporal es incorporado de forma
secuencial y no simplemente como un escenario de acción. En ese sentido, la estructura
surge como consecuencia emergente o agregada de acciones del pasado, la interacción
social está condicionada por la estructura, pero no determinada por esta, de modo que busca
la transformación, llegando a la elaboración estructural que es la consecuencia no deseada
de las interacciones sociales realizadas y que una vez se incorpora en la sociedad se vuelve
la estructura y el ciclo reinicia.

Bibliografía
Archer, M. (2009). Teoría social realista: el enfoque morfogenético. Santiago: Ediciones
Universidad Alberto Hurtado.

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