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Margaret Archer
Palabras claves.
Para Margaret Archer “ni el individualismo ni el colectivismo pueden conformar las bases
de una teorización social adecuada” (p.67), es por ello, que teoriza respecto a la
agencia/individualismo y la estructura/colectivismo, señalando que estas dos forman
perpetúan una teorización social falaz que ella define en su conflación ascendente y
descendente. Respecto a estas dos formas es importante recalcar que la agencia va
vinculada con lo individual, en cambio, la estructura se vincula con la comunidad. Siendo
ideas opuestas, sus explicaciones se basan en la incompletitud de su adversario.
Individualismo metodológico
Para los individualistas el individuo es el elemento último, es decir, todas las explicaciones
se vuelven sobre ellos, siendo irreducibles y emergente. Sin embargo, el individualista se
encontrará con trabas argumentativas, por lo que, el único modo de seguir defendiéndose es
comprendiendo que “ a pesar de que la emergencia no puede negarse ya en principio,
todavía puede mantenerse que empíricamente no hay nada que se parezca a la sociedad. Es
aquí donde el concepto inflado de individuo se hace real, porque la definición amplia de
aquello que cuenta como un hecho de los individuos niega estatus emergente a todo menos
a ellos mismo. En otras palabras, si todos los aspectos del contexto social pueden
amontonarse en el individuo, entonces este es efectivamente el final” (p.77).
El individualismo metodológico significaría que “los seres humanos serían los únicos
agentes móviles en la historia” (Watkins, s.f., en Archer, 2009, p.78) y pretenden demostrar
que la realidad social es epifenoménica, es decir, es un fenómeno superficial que toma
menor relevancia frente a lo que los individuos pueden realizar. Sin embargo, para
comprobar empíricamente esto es necesario demostrar que la estructura social no es
autónoma/independiente, preexistente y casualmente eficaz. Al realizar ese ejercicio Archer
concluye que los individualistas fallaron al postular su argumento.
Colectivismo metodológico
“La ironía del colectivismo es que mientras defiende la indispensable metodología de los
factores estructurales, ontológicamente no propone ninguna concepción comprehensiva de
la estructura social” (p.83), de ese modo el colectivista se enfrenta de forma fragmentada a
la estructura social. Debido a que existía una duda e incertidumbre ante los conceptos
holísticos. En ese sentido, no lograron articular una nueva ontología social, ya que, no
podían decidirse entre el holismo y el empirismo.
La barrera empirista
Preguntarse por qué clase de estatus ontológicos pueden tener los hechos societales,
considerando esto como las organizaciones, instituciones o roles sociales, que no son
naturalmente humanas o no humanas, sino que son relaciones dependientes de las personas,
los colectivistas saben que pueden responder a aquella pregunta pero no dentro del marco
empírico, sino desde las propiedades emergentes. Lo emergente puede explicarse en sentido
externos como internos, en el cual los objetos desarrollan una relación entre ellos, que
aunque no siempre explica su origen sí expresa su interrelación.
La herencia de Hume
“Las características estructurales se aceptan bajo la idea de que son (aun) propiedades
grupales definidas grupales indefinidas” (p.94), esto proviene desde el modelo casual
humeano. De ese modo, los colectivistas retroceden para jugar un juego metodológico que
no considera la ontología y se rige por reglas humeanas socavando el programa colectivista.
En resumen, “la falla del colectivismo en articular una ontología social alternativa al
individualismo, así como la retirad colectivista para defender lo que fuese posible en
términos metodológicos, sirvió tanto directa como indirectamente para gatillar la conflación
descendente en la teoría social práctica -ya sea mediante aquellos que accedían al
positivismo y le daban a las propiedades estructurales influencia determinista en la
ocurrencia regular de eventos o bien eliminando los restos empiristas para transformarse en
holistas convencidos” (p.97).
Esta claro que tanto el individualismo como el colectivismo no lograron eficazmente sus
postulados. El primero debido a que “no estaban dispuestos a hacer ajustes ontológicos”
(p.98) y en el segundo debido a su incapacidad de articular una ontología social. Ambos no
fueron capaces de establecer esa relación consistente que pudiese resultar útil para unir la
ontología social con la metodología.
Ante esto Archer propone dos nuevas posiciones. La primera es la ontología de la praxis de
los elisionistas y la segunda es la ontología realistas de los emergentistas. Estas posiciones
que se diferencian en su ontología social y metodología resultan de interés para los nuevos
debates que nos llevarán a construir una teorización adecuada del mundo social.
Palabras claves.
Resumen
Archer se propone vincular estos dos conceptos, sin tener que sumergir uno dentro del otro.
Para lograr este vínculo será necesario examinar su juego mutuo a través del tiempo (parte
de lo que vimos en el capítulo anterior). Pues aunque son conceptos que están vinculados y
entrelazados, su forma analítica es completamente diferente.
“El problema entre agencia y estructura se conceptualiza de forma diferente por teóricos
no-conflacionarios, debido a su ontología emergentista, y (…) eso los distingue de
cualquier tipo de teoría social que favorezca la conflación” (p.108). A partir de esto
podemos comprender la existencia de un dualismo analítico (es decir, una metodología
basada en la historicidad de la emergencia) que se basa en dos premisas.
1. “Depende de una visión ontológica del mundo social como estratificado, en que las
propiedades emergentes de las estructuras y de los agentes son mutuamente
irreducibles, lo que en principio supone que son analíticamente separables” (p.109)
2. “Estructuras y agentes dados son también temporalmente distinguibles (en otras
palabras, se justifica y es factible hablar de preexistencia y posterioridad cuando se
trata de casos específicos de ambas)” (p.109)
Este dualismo analítico ha tardado en desarrollarse, debido a que era necesario que la
separabilidad analítica y la distinción temporal se desarrollar en conjunto. De ese modo,
fue necesario que se reconociera una separabilidad analítica de la estructura y la agencia
para así explicar su temporalidad en vez de su simultaneidad, logrando cambiar la forma de
teorizar estos conceptos.
Podríamos decir que Loockwood es un pre-realista, por lo que, serían los realistas
posteriores quienes lograrían responder a la pregunta vital que se hacía Loockwood:
“¿cuáles son los elementos componentes de los sistemas sociales que producen presión,
tensión o cntradicción?" (p.111), los realistas dirían que estos elementos componentes son
“propiedades emergentes que surgen de las relaciones entre las estructuras que constituyen
un sistema particular” (p.111). El objetivo del realismo es, en ese sentido, explicar qué pasa
en la sociedad y para lograr realizar aquella explicación necesitan separar estructura y
agencia para así poder realizar tres cosas (p.114):
El juego mutuo entre la agencia y la estructura se entiende como que “la sociedad depende
de la reflexión sin personificarla (contra el idealismo) y depende de que los agentes deseen
el cambio a pesar de que rara vez cambie de la forma en que alguien desea” (p.119), de ese
modo vemos como los distintos elementos del cambio confluyen de forma circular, lineal y
superpuesta, en la cual primero tenemos una estructura, que debido a las interacciones se va
modificando (mientras se mantiene esa estructura) hasta que llegado un tiempo la
interacción elabora una nueva estructura y esta luego podrá volver a ser transformada por
las interacciones. En ese sentido, “la estructura antecede a la(s) acción(es) que la
transforma(n), y que la elaboración estructural necesariamente viene después de aquellas
acciones” (p.121).
Finalmente, Archer señala que tras esta elaboración estructural se “reinicia un nuevo ciclo
morfogenético al introducir un nuevo conjunto de influencias condicionales sobre la
interacción, que son a la vez habilitadoras y constrictoras” (p.124). Este ciclo lo podemos
ver en distintos ejemplos, pues el cambio, la transición y la transformación de la estructura
es una constante. Inclusive Archer lo ve en el desarrollo de la sociología señalando que
“nuestras teorías son transitorias no solo por razones epistemológicas sino porque nuestro
propio objeto de estudio cambia en el tiempo” (p.124).
a. La conflación descendente:
En este primer tipo de conflación, como ya mencionamos, la estructura es lo único
que antecede y condiciona la acción, pues no son estas las que direccionan el
sistema. “Las personas son literalmente agentes de la estructura” (p.128). Sin
embargo, surge la duda de si la estructura antecede a la acción, cual es el origen de
esta, pues debe existir un origen pero no puede ser social.
b. La conflación ascendente:
En este segundo tipo de conflación, diríamos que es el opuesto exacto del anterior,
pues en esta la estructura asume como criatura de la agencia. De ese modo,
hablamos de que para los conflacionistas ascendentes la sociedad está configurada
según las personas que están presentes.
c. La conflación central:
En este tercer tipo de conflación, el enfoque está puesto en la supuesta constitución
mutua de estructura y agencia, su mayor exponente se encuentra en la moderna
teoría de la estructuración. Según quienes pertenecen a la teoría de la estructuración,
como Giddens, si existe una integración temporal, pero para Archer está forma de
integrar lo temporal no se logra de forma adecuada, pues abarca un tiempo muy
breve.
Epílogo
“En contraste con los tres enfoques anteriores, el análisis morfogenético da al tiempo un rol
central en la teoría social” (p.137), pues el ámbito temporal es incorporado de forma
secuencial y no simplemente como un escenario de acción. En ese sentido, la estructura
surge como consecuencia emergente o agregada de acciones del pasado, la interacción
social está condicionada por la estructura, pero no determinada por esta, de modo que busca
la transformación, llegando a la elaboración estructural que es la consecuencia no deseada
de las interacciones sociales realizadas y que una vez se incorpora en la sociedad se vuelve
la estructura y el ciclo reinicia.
Bibliografía
Archer, M. (2009). Teoría social realista: el enfoque morfogenético. Santiago: Ediciones
Universidad Alberto Hurtado.