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Hablar del rol del/a psicólogo/a social remite a pensar el campo de la psicología
social como un campo de conocimiento y campo de intervención en la realidad. En este
sentido, las preguntas transcurren en relación a cuál es este campo, cómo lo definimos,
cómo se fue definiendo históricamente, y cuál es su conformación actual.
Campo científico que no puede dejar de ser pensado desde el contexto que conforma
al mismo: por una parte, contexto científico donde las fronteras disciplinas se abren
continuamente, se transforman, se traspasan, compiten los saberes, se entrecruzan; por otra
parte, contexto social -en donde incluyo las dimensiones económica y cultural-, que remite
a realidades poblacionales, determinaciones económicas, fronteras nacionales y
configuraciones culturales, que también son dinámicas, y que exceden lo local aunque
también se construyen en este nivel.
Esto implica poner en cuestión “la lógica que atribuye lo subjetivo a lo individual y
lo colectivo a lo social. También obliga a realizar un pasaje del término "individuo" -
categoría más bien del orden biológico: individuo/especie- a la noción de sujeto; es decir
hay un reemplazo de la lógica del desarrollo natural por el orden simbólico”1
Es el punto de partida para nuestra reflexión acerca del rol del psicólogo social.
Punto crucial a pensar si planteamos el interrogante acerca de qué hacemos como
psicólogos sociales. Sin embargo, y desde una posición constructivista, esto no significa
que el rol a asumir se deriva deductivamente de la disciplina científica, sino que rol y
campo científico son construidos mutuamente en este interjuego con las demandas
sociohistóricas.
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Beneditto, G., 1975; Fumagali, C., 1979.
un primer paso, y que es la lectura de esa realidad. Esta lectura, qué y cómo leemos, nos
permitirá realizar una u otra intervención. Nuestra intencionalidad, nuestro propio deseo
como profesionales y sujetos sociales, también orientará una u otra intervención, pues
también es instrumento que se pone en juego en estas lecturas. Como nos dice Jasiner: “Es
imprescindible revisar nuestras metáforas referidas a la Psicología Social, pues las
mismas, más que dar cuenta de una realidad, nos delimitan cierto abanico posible de
percepciones, nos abren algunas posibilidades de construir el mundo y nos impiden otras;
impedimento que, habitualmente, no percibimos, ya que damos por supuesto que aquello
que construimos desde nuestro abanico perceptual, es la realidad. Esta construcción se
naturaliza y es vivida como dada”.3-
Así, siguiendo las ideas de Jasiner, podemos pensar en las diferentes psicologías
sociales que se construyen, y en consecuencia, distintos quehaceres, de acuerdo a las
diferentes configuraciones teóricas. Pero además agregaría que cada encuentro con los
otros, cada intervención, cada contacto que establecemos en tanto psicólogos sociales,
implica reconfigurar una praxis nunca idéntica, aunque existan ciertos principios básicos
permanentes en la misma y que se sostienen en mis presupuestos paradigmáticos -
ontológicos, epistemológicos y metodológicos-.
3
Jasiner, Clara: Artículo: “Objeto: ciencia o ilusión de certidumbres” , en www.campogrupal.com
4
Fernández, Ana María: Entrevista “Mi preocupación es cómo transformar la historia sin olvidarnos del
deseo” , en www.campogrupal.com
Por otra parte, si los contextos sociohistóricos son productores de los objetos de
conocimiento -y no algo que los rodea-, las demandas sociales y las articulaciones con otros
saberes/teorías científicas, configuran entonces objetos y quehaceres en la psicología social.
Interesa conocer entonces, así, cuál es la trama psicosocial que se está constituyendo, qué
subjetividad social aparece en estas realidades cotidianas. ¿Qué instituciones se modifican,
cuáles son los nuevos organizadores del transcurrir de lo societal?
Vivencia permanente del presente, con pasado y futuro desvaído; vínculos leves y
frágiles, configuraciones familiares diversas, descrédito en las acciones colectivas y en la
esfera de la política, lo íntimo y lo público se confunden, los mass media como jueces y
árbitros de los conflictos personales y entre actores sociales, crisis de las instituciones
fundamentales de la sociedad moderna como es el trabajo asalariado, la educación y la
familia nuclear, un horizonte donde reina lo efímero y lo transitorio, crisis de valores siendo
la corrupción uno de los emergentes más intenso en todos las instancias societales,
desesperanzas “absolutamente” aprendidas, las relaciones complejas entre lo global y lo
local, crisis religiosa y a la vez, la acentuación del fundamentalismo religioso de ciertos
grupos, la privatización del conflicto social, las nuevas formas de la pobreza, etc.
Ahora bien, desde nuestro quehacer. ¿Cómo nos posicionamos nosotros en estas
lecturas de las subjetividades sociales, de las tramas psicosociales, en nuestros trabajos?
¿Nos posicionamos como expertos, consultores, investigadores, analizadores, interventores,
trabajadores, profesionales de la salud? ¿Qué y ante quién?
Sin embargo, agrego otra complejidad, más que la pregunta ¿ante quién? Podríamos
preguntarnos ¿con quiénes?, ya que entendemos que lectura e intervención no son ajenas a
las relaciones políticas mencionadas anteriormente, nuestro discurso irá a enlazarse a
discursos coexistentes realizados por otros actores sociales.
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Fraser, Nancy: 1991.
humanos, posibilidades de satisfacción de las mismas, etc, ¿cuáles son nuestras reflexiones
sobre estos impactos? ¿En qué medida tenemos presente que al mismo tiempo que
visibilizan algunos aspectos, están ocluyendo, invisibilizando otros sentidos posibles? ¿En
qué medida analizamos, como psicólogos sociales, el encargo social que aparece en
nuestras prácticas? Nuestros discursos, nuestras intervenciones, son parte importante de
este contexto que produce determinadas subjetividades, que tiene que ver con modos de
subjetivación, con esto de ser “fragmentos ambulantes de nuestra sociedad”, como lo
expresa Castoriadis. Discursos que enunciamos en tareas de docencia, en apariciones en los
medios de comunicación –prensa, TV-, en la formulación de políticas sociales, en cada uno
de nuestros espacios de trabajo, etc. Y en cada una de estas intervenciones, construimos un
rol, y legitimamos también un rol.
Como primer dato, encontramos que hay una representación de los estudiantes,
previo a su ingreso a la universidad, y luego no modificada sustancialmente por la curricula
que encuentra, en donde la profesión del psicólogo enfatiza una mirada dirigida hacia la
interpretación de la vida íntima y vista –esta última- en el cerco de las individualidades
(Surjus Pereira, 1999).
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Si bien anteriormente, mencionamos distintas formas de mencionar nuestro papel y no necesariamente como
“expertos”, conocemos la importancia de ser profesionales universitarios en nuestras sociedades y el peso de
nuestros discursos desde esas posiciones, por lo que aquí tomamos justamente este nombre de “expertos”
como genérico.
7
Barraza, Cecilia (1999) establece en su indagación la importancia cuantitativa de este tipo de respuestas a la
hora de definir el rol del psicólogo y las motivaciones que dieron lugar al cursado de esta carrera por parte de
los estudiantes de psicología.
orientando su curriculum en relación al área psicosocial, en lugar de problematizar estas
primeras respuestas, insisten en las mismas.
BIBLIOGRAFÍA: