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La legítima defensa o defensa propia es, en Derecho penal, una causa que

justifica la realización de una conducta sancionada penalmente, eximiendo de


responsabilidad a su autor, y que en caso de no cumplirse todos sus requisitos,
permite reducir la pena aplicable a este último. En otras palabras, es una situación que
permite eximir, o eventualmente reducir, la sanción ante la realización de una conducta
generalmente prohibida.

Una definición más concreta revela que la defensa propia es: el contraataque o
repulsa de una agresión actual, inminente e inmediata con el fin de proteger bienes
jurídicos propios o ajenos.

En Derecho, el estado de necesidad se considera una causa de extinción de


responsabilidad civil y penal.

Concepto penal

Dentro del Derecho penal, las posiciones doctrinales en la teoría del delito no
son unánimes, si bien coinciden en la necesidad de eximir de pena a quien actúa
amparado por un estado de necesidad. Para un sector doctrinal el estado de
necesidad es una causa de justificación que excluye la antijuridicidad del
comportamiento típico-teoría unitaria-. En cambio los partidarios de la teoría de la
diferenciación consideran que, según los bienes jurídicos en juego, en unos supuestos
el estado de necesidad actuará como causa de justificación y en otros como causa de
exclusión de la culpabilidad. Finalmente hay quien considera, según las redacciones
de los concretos códigos penales, que en algunos ordenamientos jurídicos el estado
de necesidad en el ámbito penal solo excluiría la culpabilidad.

EL estado de necesidad es aquella situación en la que se daña un bien jurídico


protegido, incurriendo en un tipo penal, pero descartando la antijuridicidad de la acción
debido precisamente a la presencia de la figura justificante. Partiendo de las
consecuencias del estado de necesidad, cabe añadir que su fundamentación gira en
torno a la posibilidad que el Derecho otorga al particular de dañar o poner en peligro
un bien jurídico determinado con el objetivo de salvar otro bien jurídico de igual o
mayor trascendencia jurídica. Cuando el sujeto que actúa en estado de necesidad lo
hace lesionando intereses del sujeto de cuya esfera emana el peligro, siendo éste -al
menos- reconducible en términos de imputación objetiva al comportamiento
organizador del titular de la esfera, hablamos de estado de necesidad defensivo, en
cambio, cuando la acción defensiva se dirige contra un agente absolutamente ajeno al
peligro, esto es, con estatus de tercero, hablamos de estado de necesidad agresivo.
Esta distinción es relevante en la medida en que el baremo de justificación, esto es, el
límite de la injerencia tolerable en estado de necesidad varía. Cuando se actúa en
estado de necesidad agresivo, sólo se pueden salvaguardar intereses que
preponderen esencialmente sobre los lesionados. Por el contrario, en supuestos de
estado de necesidad defensivo cabe lesionar intereses incluso más allá de los que
salvaguardan.

Hay que añadir que existen dos doctrinas mayoritarias que explican los efectos
del estado de necesidad, y sobre todo, que justifican la aplicación:

El ejercicio de un derecho, comúnmente se ubica en el cumplimiento de un


deber. El ejercicio de un derecho se da cuando se causa algún daño a al obrar en
forma legítima, siempre y cuando exista la necesidad racional del medio empleado. Un
daño realizado en el ejercicio de un derecho, se causa en virtud de ejercer una
profesión, un deporte, una relación familiar etc.
El médico que amputa un brazo a fin de evitar que no avance la gangrena,
causa una mutilación (lesión), pero su conducta (plenamente tipificable), no es
antijurídica, puesto que actúa en el ejercicio de un derecho. Lo mismo aplica para el
abogado que toma un bien inmueble ajeno en virtud de una orden de embargo, no
cometiendo en este caso ningún ilícito.
El término obediencia (del Lat. ob audire = el que escucha), al igual que la
acción de obedecer, indica el proceso que conduce de la escucha atenta a la acción,
que puede ser puramente pasiva o exterior o, por el contrario, puede provocar una
profunda actitud interna de respuesta.

Obedecer requisitos se realiza por medio de consecuentes acciones


apropiadas u omisiones. Obedecer implica, en diverso grado, la subordinación de la
voluntad a una autoridad, el acatamiento de una instrucción, el cumplimiento de una
demanda o la abstención de algo que prohíbe.

La figura de la autoridad que merece obediencia puede ser, ante todo, una
persona o una comunidad, pero también una idea convincente, una doctrina o una
ideología y, en grado sumo, la propia conciencia y además, para los creyentes, Dios.

El término obediencia (del Lat. ob audire = el que escucha), al igual que la


acción de obedecer, indica el proceso que conduce de la escucha atenta a la acción,
que puede ser puramente pasiva o exterior o, por el contrario, puede provocar una
profunda actitud interna de respuesta.

Obedecer requisitos se realiza por medio de consecuentes acciones


apropiadas u omisiones. Obedecer implica, en diverso grado, la subordinación de la
voluntad a una autoridad, el acatamiento de una instrucción, el cumplimiento de una
demanda o la abstención de algo que prohíbe.

La figura de la autoridad que merece obediencia puede ser, ante todo, una
persona o una comunidad, pero también una idea convincente, una doctrina o una
ideología y, en grado sumo, la propia conciencia y además, para los creyentes, Dios.

La obligación jurídica, en Derecho, es el vínculo jurídico mediante el cual dos


partes (acreedora y deudora) quedan ligadas, debiendo la parte deudora cumplir con
una prestación objeto de la obligación. Dicha prestación puede consistir en dar, hacer
o no hacer, teniendo que ser en los dos primeros casos posible, lícita y dentro del
comercio. Los sujetos obligados, al igual que el objeto de la obligación, deberán estar
determinados o ser determinables

El Derecho de obligaciones es la rama del Derecho que se ocupa de todo lo


relacionado con las obligaciones jurídicas.

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