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Filosofía Tema 2

1)Introducción a la metafísica
El objetivo de la metafísica consiste en preguntarse por la realidad ¿Por
qué hay algo en lugar de nada?

2)El concepto de ser


Todo cuanto hay es ser. El concepto de ser es el más general de todos
los conceptos, puesto que aclara todo lo real.
La pregunta sobre el ser podría quedar resuelta si concretamos una
definición de “ser”. El problema es que no resulta fácil definir ese
concepto. Las definiciones establecen unos límites que nos permiten
reconocer lo que queda dentro de un concepto y lo que queda fuera de
él y de este modo alcanzamos la comprensión de su significado. Sin
embargo, en el caso del concepto “ser” esto no es posible porque es
demasiado amplio: todo es ser, es decir, no hay nada que sea algo y
que quede fuera del concepto. Comprendemos mejor la noción de “ser”
si analizamos cómo la usamos en nuestro lenguaje. El término “ser”
funciona casi siempre como verbo y, excepcionalmente, como
sustantivo.
Ser como verbo puede desempeñar dos funciones:
- Función atributiva: Cuando lo utilizamos para atribuir una
propiedad a un sujeto, como en la siguiente oración: “Este perro
es muy dócil”.
- Función existencial: Cuando lo empleamos como sinónimo de
existir. Si decimos que algo es, sin más, estamos diciendo que
algo existe, que está en el mundo.
Ser como sustantivo: cuando actúa como sustantivo, es sinónimo de
ente. Es decir, es el sujeto del que se puede predicar la existencia
acudiendo a los anteriores usos. Ej: El ser vivo es el objeto de estudio
de la biología.
Aristóteles fue el primer filósofo en advertir que el concepto de “ser” no
es unívoco ni equívoco. Esto quiere decir que este concepto
fundamental de la metafísica no tiene un significado único ni que sus
distintos significados no guarden relación entre sí, lo que nos podría
llevar a la confusión.
Entre todos los sentidos en que usamos el concepto de “ser” existe una
relación de analogía, es decir, un parecido de familia que les
proporciona la relación que mantienen con el concepto sustancia. Todos
los sentidos en los que se utiliza este concepto se refieren, de un modo
u otro, a la sustancia.
2.1 La sustancia y sus propiedades
Sustancia significa “Aquello que está debajo de algo, sirviendo de
soporte”. Lo soportado son sus propiedades. La sustancia existe como
sujeto del que se predican sus propiedades. Las propiedades, por su
parte, existen como predicados que se aplican a una sustancia
determinada. La sustancia existe de modo independiente, no necesita
de otra cosa para existir. Sus propiedades, en cambio, la necesitan; no
existen separadas de la sustancia a la que afectan. Por tanto, aunque
una sustancia y sus propiedades sean reales y se les pueda aplicar el
concepto de ser, la sustancia lo es de modo prioritario.
Las sustancias poseen dos tipos de propiedades:
- Esenciales: Hacen que una sustancia sea lo que es. Si una
sustancia pierde sus propiedades esenciales, se transforma en
una sustancia diferente. Ej: Una mesa no puede dejar de ser un
mueble, porque dejaría de ser mesa.
- Accidentales: Pueden ser sustituidas sin que por eso cambie la
sustancia. Ej: Una mesa seguirá siendo mesa con independencia
de que tenga cuatro o más patas.
2.2 Tipos de sustancias
- Sustancias materiales: Ocupan un lugar en el espacio y,
generalmente, las captamos con los sentidos.
- Sustancias espirituales: Pueden existir con independencia de la
materia, por ejemplo, el alma.
- Sustancia absoluta: Es Dios concebido como ser que no necesita
de nada para existir.
La distinción de estos ámbitos no implica la aceptación de su existencia
real.

3) Unidad y pluralidad
Cuando en el siglo VI a. C. los primeros filósofos se preguntaron por el
origen del Universo, pensaron que debía haber una sustancia originaria
a partir de la cual se generaba todo. Es decir, creyeron que toda la
pluralidad de realidades diversas remite a una realidad única de la que
todas preceden (arjé). De este modo, tomaron conciencia de la relación
que existe entre la unidad y la pluralidad.
La pluralidad que se nos ofrece a los sentidos no es caótica: cada ser
presenta características bien definidas que comparte con otros seres del
mismo tipo y que son las que nos permiten reconocerlas como
miembros de una clase específica.
El hecho de que podamos aplicar un mismo nombre a toda una serie de
animales o de objetos inanimados del mismo tipo nos indica que, más
allá de su diversidad, hay algo que nos permite agruparlos y les
proporciona unidad.
La pluralidad que captamos inicialmente nos conduce hacia una unidad
última que englobaría todo lo real.

3.1 Monismo y pluralismo


La realidad puede ser contemplada desde dos perspectivas diferentes.
Por una parte, se muestra plural, por otra, parece apuntar hacia la
unidad.
Los defensores del monismo postulan el carácter unitario de lo real. Los
defensores del pluralismo, en cambio, consideran esencial la rica
diversidad de la realidad y niegan la posibilidad de reducir la pluralidad a
una unidad original.
Algunas posiciones al respecto son:
- Monismo moderado: Admite la existencia de una pluralidad de
seres, pero sostiene que esa diversidad remite a una única
sustancia. Se trata de una unidad tanto desde el punto de vista del
origen (al principio habría una sustancia única) como desde la
perspectiva de la constitución de lo real ( todos los seres están
hechos de un mismo tipo de sustancia).

- Monismo radical: Niega por completo la pluralidad. La realidad es,


ha sido y seguirá siendo siempre unitaria. Esta postura parece ir
en contra el sentido común. Quienes la defienden se apoyan en
sólidos argumentos racionales y ponen de relieve las
contradicciones en las que incurrimos si sostenemos que la
pluralidad surgió de una unidad originaria. Afirman que la
pluralidad que nos muestran nuestros sentidos es pura apariencia
y que el trabajo del filósofo consiste en desenmascarar esas
apariencias y mostrar la verdad que se esconde detrás de ellos.
- Pluralismo moderado: Se opone al monismo radical. Afirma la
incuestionable existencia de una variedad de realidades
diferentes, aunque admite que esa diversidad puede restringirse a
un reducido número de sustancias originarias. También reconoce
la capacidad de nuestra razón para hallar similitudes entre
realidades individuales y crear, así, conceptos que proporcionan
una cierta unidad.
- Pluralismo radical: Sostiene que la diversidad de lo real no puede
ser reducida a ningún tipo de unidad esencial. Cada ser es único y
singular. Cuando agrupamos a seres distintos dentro de un mismo
concepto, lo hacemos porque nuestro conocimiento es conceptual
y necesita de esos agrupamientos, no porque realmente haya algo
que proporcione una unidad real a seres que son esencialmente
diversos.

3.2 Realidad y apariencias


Las tesis defendidas por el monismo y el pluralismo radical parecen
estar en contra del sentido común. Sin embargo, sus defensores
insisten en que debemos distinguir entre la realidad y las apariencias. A
veces, la realidad se oculta tras un velo de apariencias.
Platón sostenía que la verdadera realidad está constituida por unas
esencias inmutables, eternas y perfectas a las que llamó Ideas. Los
objetos del mundo sensible, según él, son solo copias imperfectas de
aquellas esencias. Todo cuanto captamos a través de nuestros sentidos
son solo apariencias y tras ellas se halla la auténtica realidad que
únicamente puede ser captada por el entendimiento.
Para Aristóteles, en cambio, las sustancias individuales que captamos
por nuestros sentidos no son apariencias, sino la verdadera realidad.
Sostenía que las esencias de las que hablaba Platón no existían
separadas, sino incorporadas en los seres individuales, haciendo que
estos seres sean, precisamente, el tipo de ser que son.
El conflicto entre realidad y apariencias brinda argumentos al monista y
al pluralista:
- El monista dirá que la realidad plural es solo apariencia tras la que
se esconde la verdadera realidad de la unidad de todo lo real.
- El pluralista afirmará que la unidad es aparente, que lo único real
es la pluralidad esencial de la realidad.

3.3 Lo permanente y lo cambiante


Una característica común a los seres naturales es su capacidad para
cambiar, evolucionar y transformarse. Aristóteles defendió la teoría de
que en la naturaleza siempre existe algo que permanece inalterado en
cada cosa que cambia y que si todo cambiara, ni siquiera podríamos
percibir el cambio.
Podemos decir que los seres naturales cambian pero, al mismo tiempo,
conservan algo inmutable. Cabe preguntarse cuál de esos dos
componentes de lo real (lo cambiante o lo permanente) es más decisivo.
Ante esa pregunta existen dos posturas:
- Estatismo (monismo): Los defensores del carácter estático de la
realidad ponen el acento en todo lo que permanece a través de los
cambios y eso es lo que define a los seres reales, lo que los hace
ser lo que son. Las propiedades esenciales de los seres son las
que no cambian, mientras que lo que cambia es siempre
accidental, secundario e, incluso, irrelevante. Entre estos autores
cabe destacar a Parménides y, sobre todo, a Platón.
- Dinamismo (pluralistas): Los defensores del dinamismo de la
realidad destacan el carácter procesal de todo cuanto ocurre.
Algunos llegan a afirmar que no hay nada que permanezca
realmente, que somos nosotros los que creamos la ficción de que
algo es inmutable para facilitarnos la comprensión de lo que
ocurre. La esencia de la realidad es un devenir continuo e
inagotable. Entre estos autores cabe destacar Heráclito, Hegel,
Marx y Nietzsche.
En general, los defensores del monismo, y especialmente de aquellos
que apoyan su versión radical, son también defensores del carácter
estático. Los pluralistas por el contrario, se destacan por una visión
dinámica de la naturaleza y la realidad en su conjunto.

4) Esencia y existencia
4.1 ¿Qué es la esencia?
La esencia es el conjunto de propiedades que define lo que es una
cosa.
La esencia es fundamental e imprescindible para cada cosa que existe.
Sin embargo, no basta para garantizar la realidad de algo. De hecho,
podemos enumerar esencias que no están presentes en ningún
individuo.
Por lo tanto, a parte de la esencia, se necesita algo más para que
individuo pueda ser plenamente real. Que haya una esencia de algo
garantiza la posibilidad de que ese algo pueda existir pero, además, esa
esencia tiene que realizarse, concretarse en un individuo. Esa
concreción se logra a través de la existencia.
Solo los individuos que cuentan con esencia y con existencia son
verdaderamente reales.
A lo largo de la historia de la filosofía, los pensadores se han
preguntado por el tipo de existencia que corresponde a la esencia.
Podemos sintetizar las diferentes posturas al respecto en tres grandes
grupos:
- Los defensores del esencialismo o realismo exagerado afirman
que las esencias existen como realidades separadas e
independientes de los individuos a los que se aplican. Las
esencias son entidades universales que gozan del mayor grado de
realidad y los individuos son meras copias particulares de las
entidades universales. Destaca Platón y Agustín de Hipona.

- Los partidarios del conceptualismo o realismo moderado sostienen


que la esencia solo existe incorporada en los individuos que la
poseen o como concepto en la mente del sujeto racional que
piensa en ella. Destaca Aristóteles y Tomás de Aquino.
- Los nominalistas son los defensores de menor grado de realidad
atribuible a las esencias. Para ellos, una esencia es solo un
nombre, una especie de etiqueta que empleamos para
comunicarnos. No posee más realidad que la del sonido de la
palabra pronunciada o los trazos de su escritura sobre el papel.
Destaca Guillermo de Ockham, con el que se inició una tradición
de pensamiento empirista y nominalista que aún perdura en
nuestros días.
4.2 ¿En qué consiste la existencia?
Existir es estar en el mundo. Un ser existe cuando sale de la interioridad
de su esencia y se muestra al exterior de forma que otros seres pueden
entrar en contacto con él.Existen dos modos de existir:
- La existencia real se corresponde a las entidades que necesitaron
otros seres para lograr su existencia, y están en el mundo real de
un modo independiente de otros seres.
- La existencia ideal es la que poseen las ideas en la mente de un
sujeto que las piensa.
La esencia es la posibilidad de ser real y la existencia es la que hace
efectiva esa posibilidad.
Para un ser, poseer esencia significa tener la posibilidad de estar en el
mundo y a su vez, la existencia conlleva el cumplimietno de las
expectativas que su esencia le proporciona.
De esta relación se deriva que la esencia debe ser previa a la
existencia. Los seres primero poseen esencia y, luego, algunos logran la
existencia real y otros no. Aunque esta pueda resultar una
consecuencia lógica, hay una corriente filosófica, denominada
existencialimos que sostiene que si el orden entre esencia y existencia
puede ser válido para la mayoría de los seres, no es aplicable al ser
humano.
Esto se debe a que los seres humanos somos libres, y al ejercer la
libertad, nos hacemos a nosotros mismos. Entonces, nuestra esencia
está en construcción mientras vivimos y solo al final de nuestra vida
queda definida del todo. Dicho de otro modo, los seres humanos
llegamos a la existencia con nuestra esencia puesta a cero, y a partir de
ahí, la vamos definiendo con las elecciones que tomamos en nuestra
vida.

4.3 Ser contingente y ser necesario


Un asunto vinculado con la relación entre esencia y existencia es el de
la contingencia o necesidad de un ser.
Decir que un ser es contingente significa afirmar que es posible que ese
ser exista, pero que también es posible que no exista. Por el contrario,
al decir que un ser es necesario, afirmamos que ese ser no puede
existir.
Si ponemos las propiedades de contingencia y necesidad en relación
con las nociones de esencia y existencia, podemos clasificar a los seres
del siguiente modo:
- Ser contingente es aquel cuya existencia no es una de las
propiedades que constituye su esencia.
- Ser necesario es aquel cuya esencia implica su existencia. Un ser
necesario no puede no existir, ya que si es un ser, no tiene
esencia; y, si es necesario, la existencia es una de las
propiedades de su esencia.
Algunos filósofos medievales vincularon la distinción entre seres
contingentes y necesarios con su doctrina de la creación. Dios,
proporciona la existencia a los seres creado. Estos son todos
contingentes, y por tanto, tienen las posibilidad de existir. Dios, con su
acto de creación, hace que dicha posibilidad se realice.

4.4 La cuestión sobre la existencia de Dios


A lo largo de la historia, se han adoptado cinco posiciones filosóficas
fundamentales en relación a este tema:
- Teísmo: Afirma la existencia de un Dios personal, sobrenatural y
trascendente, que no se limita a ser causa de los real, sino que
gobierna la naturaleza.
- Deísmo: Sostiene la existencia de Dios como un principio y causa
del universo, pero se opone a su caracterización como ser
personal.
- Panteísmo: Identifica a Dios con la naturaleza, niega su carácter
trascendente y tampoco acepta su concepción como un ser
personal.
- Agnosticismo: No niega la existencia de Dios ni tampoco la afirma,
ya que el entendimiento humano no es capaz de resolver la
cuestión.
- Ateísmo: Niega la existencia de Dios y de todo ser sobrenatural.
No hay nada más allá de la realidad natural.

Algunos de los filósofos que defendieron la existencia de Dios


plantearon argumentos racionales para intentar demostrar sus teorías.
Las pruebas propuestas pueden ser clasificadas en dos grupos:
- Pruebas a priori: Se denominan así porque no utilizan los datos de
la experiencia ni los supuestos efectos de la acción divina para
demostrar la existencia de Dios, y a partir de ahí, sostienen la
necesidad de su existencia.
- Pruebas a posteriori: Conciben la realidad natural como un efecto
que necesita de una causa que explique su ser. Concluyen que
Dios es esa causa buscada.
A partir de las nociones de ser necesario y ser contingente podemos
entender cómo sería cada uno de los dos tipos de prueba.
Una prueba a priori tomaría la noción de ser necesario y afirmaría que
su esencia existe puesto que podemos pensar en ella. Una vez
aceptada la existencia de la esencia del ser necesario, se pasaría a
afirmar la existencia del propio ser, puesto que la existencia es uno de
los componentes de la esencia del ser necesario.
La prueba a posteriori, en cambio, partiría de la comprobación de la
existencia de seres contingentes. Estos seres necesitan que la
existencia les sea otorgada por otro ser distinto de ellos, puesto que en
su esencia no está incluida la existencia.
El ser que otorga la existencia a un ser contingente puede ser, a su vez,
contingente o necesario. Pero no es posible que todos los seres
contingentes obtengan la existencia a partir de otro ser contingente.
Tiene que haber una primera causa que inicie la cadena de seres
contingentes que son causa de otros seres contingentes. Esa primera
causa ha de ser un ser necesario, que no puede ser otro que el Dios
creador, cuya existencia afirman los teístas.

5) Dualismo ontológico y materialismo


A lo largo de la historia de la filosofía se han distinguido dos tipos de
realidad: la material y la inmaterial o espiritual.
Los defensores del dualismo ontológico sostienen la existencia de dos
tipos de realidad, una material y otra espiritual. Los materialistas, en
cambio, niegan la existencia de otra realidad que no sea la propiamente
material.

5.1 El dualismo ontológico


Desde la Antigüedad, la presencia del dualismo ha sido constante en la
filosofía. Se inició con Pitágoras, aunque él no diferenció entre una
realidad material y otra inmaterial. El primero en hacer esta distinción
fue Platón con su separación entre un mundo inteligible y otro sensible.
Posteriormente la filosofía cristiana medieval y Descartes, en la época
moderna, profundizaron en ese distinción.
Los dualistas afirman que junto al mundo material existe otro de índole
espiritual. A este último pertenecen, por ejemplo, Dios, el alma humana,
las ideas en la mente de quien las piensa o los valores morales que
comparten un grupo de individuos. Según los dualistas, todos ellos
pueden existir de modo independiente, aunque no estén dotados de
materia.
Afirmar la existencia de una realidad espiritual allana el camino para
aceptar la existencia de Dios o la inmortalidad del ser humano.
- Si admitimos que hay un tipo de realidad que no se puede captar
por medio de los sentidos, la ausencia de experiencia sensible
relativa a Dios o al alma humana deja de ser una objeción contra
su existencia.
- Si sostenemos que el ser humano posee un alma inmaterial
además de un cuerpo, aquella no tiene porque viene afectada por
la muerte de este.
El dualismo ontológico implica casi inevitablemente la afirmación de la
existencia de un mundo sobrenatural en donde habitan las realidades
inmateriales y que vendría a sumarse al mundo natural dominado por
los seres materiales.
El mundo sobrenatural no es un lugar físico. Se trata de un modo de
existir diferente del que poseen los seres naturales, que nacen, mueren,
y están dotados de materia. Las realidades sobrenaturales no están
sujetado al deterioro.

5.2 El materialismo
El materialismo afirma que solo existe un tipo de realidad: la realidad
material. Los materialistas se declaran ateos y niegan la existencia de
un alma inmaterial.
Las emociones, las ideas, los valores, etc que los dualistas concebían
como realidades inmateriales, son consideradas por los materialistas
como manifestaciones de realidades materiales, y por tanto reductibles
a su origen material.
Dependiendo de cómo se defina o entienda la materia, existen dos tipos
principales de materialismo:
- Materialismo mecanicista: La realidad está constituida por
partículas que interactúan de acuerdo con las leyes mecánicas
que pueden ser expresados matemáticamente.
- Materialismo histórico: No presta atención ni incluye en sus
pensamientos a la naturaleza. Es un modo de esencia que
consiste en producir socialmente las condiciones en las que debe
desarrollar su vida. Para eso, transforma la realidad natural por
medio de su trabajo y obtiene un producto que sirve a sus
propósitos. Esta forma de materialismo fue propuesta por Karl
Marx en el s.XIX.

6) El problema de la metafísica
Si comparamos la historia de la metafísica con la de la física o biología,
las diferencia son evidentes. La física ha realizado grandes avances en
los últimos tres siglos. Lo mismo cabe decir de la biología, desde que
Darwin propuso su teoría de la evolución. Sin embargo, la metafísica
parece atascada en las mismas cuestiones de siempre, sin haber
resuelto ninguna de modo definitivo.
La ciencia progresa mientras la metafísica parece estancada. Esto es lo
que se ha llamado: “el problema de la metafísica”.

6.1 El planteamiento del problema


El primero en afrontar este problema fue Kant, a finales del siglo XVIII.
Tras un desarrollado análisi de las diferencias existentes entre la física y
las matemáticas, por un lado, y la metafísica por otro, llegó a la
conclusión de que la metafísica jamás podría convertirse en un saber
riguroso que logre nociones ciertas y seguras sobre su objeto de
estudio.
Según Kant, el conocimiento se produce como resultado de aplicar
conceptos y estructuras cognoscitivas que están en nuestra mente a los
datos obtenidos por medio de la experiencia sensible. El problema
radica en que no es posible obtener experiencia sensible de los objetos
metafísicos.
Tenemos sensaciones producidas por objetos particulares, pero no es
posible tener una experiencia sensible de toda la realidad en su
conjunto, o de Dios, o del alma humana. Cuando nos aplicamos los
conceptos de nuestra mente a los de la metafísica, con si se tratara de
objetos de los que hemos tenido experiencia sensible, damos la
apariencia de obtener conocimiento, pero en realidad no lo logramos.
De ahí que nunca haya habido progreso en el conocimiento de estas
cuestiones.
Kant negó la posibilidad de lograr un conocimiento científico sobre los
objetos de la metafísica, pero no rechazó totalmente el conocimiento
sobre Dios o el alma humana.

Si bien, en el ámbito teórico no es posible avanzar en tales


conocimientos, en el ámbito de la acción humana, en cambio,
desempeñan un papel fundamental, ya que orientan esa acción en la
dirección adecuada. Kant llegó a sostener que la moralidad de nuestra
conducta implica la existencia de Dios, así como la libertad y la
inmortalidad del alma humana.
6.2 La radicalización contra la metafísica
Auguste Comte sostuvo que la humanidad ha atravesado tres etapas en
su desarrollo intelectual.
- Estadio religioso: los seres humanos se preguntaban el porqué de
las cosas y ensayaban respuestas personificando las fuerzas de la
naturales.
- Estadio metafísico: los seres humanos seguían formulándose las
mismas preguntas, pero dejaron de buscar las repuestas en algo
misterioso y sobrenatural para construir conceptos abstractos que
sirvieran para obtener una respuesta satisfactoria.
- Estadio científico o positivo: a partir del Renacimiento, nuestros
antepasados dejaron de preguntarse por el porqué de las cosas y
se interesaron por él como, por los procesos y las regularidades
que se observan en la naturaleza. Habrá que dar nuevas
respuestas a este nuevo tipo de preguntas: las leyes y las teorías
científicas vinieron a cubrir esa necesidad.
La metafísica es concebida como algo del pasado, ya ha sido superada
y debe quedar atrás.
Ya en el siglo XX, Rudolf Carnap o Ludwig Wittgenstein dieron un paso
más al afirmar que las proposiciones de la metafísica carecían de
significado.
Carnap propuso la teoría verificacionista, según la cual, para que un
enunciado tenga significado, es necesario que pueda ser verificado a
través de la experiencias. Dado que los enunciados de la metafísica no
podían ser verificado empíricamente, carecían de significado.
Wittgenstein, sostuvo que el mundo está compuesto por hechos y que el
lenguaje debe servir para describirlos. Debido a que no hay hechos
metafísicos, nada que tenga sentido podrá ser dicho en torno a la
metafísica.

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