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Filosotía co t I mporanea

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I NS' I'I'I'LITO D!, IN V[..]S'I'I( ;A( ]IONI.,S FI T,OSÓFICAS GOTTLOB FRE.GE,

E.SCRITOS SOBRE LÓGICA, SE.MÁXUCA


Y FILOSOFÍA DE LAS MATEMÁTICAS

Traducciones:
Xavier de Donato, Carlos Ulises Moulines,
Hugo Padilla y Carlos Pereda

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Maite Ezcurdia, Mario Gómez Torrente
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Compilación, coordinación, presentación y revisión técnica:
MTNCARITA M. VELDÉS

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IJI{IVERSIDAD I.{ACIONAL AUTÓINOMA DE UÉXTCO


Colección: FI Loso r'Íe C oNTE MpoRÁNEA TNSTTTUTO DE INVESTIGACIOI{PS FILOSÓFICAS
Serie: AxroLocÍes MÉxrco 2016
83245.
F22.87 Frege, Gottlob, 1B4B-L925, autor. [Obras. Selecciones.
2016 Españoll.
Escritos sobre lógica, semántica y filosofía de las matemá-
ticas / Gottlob Frege; traducciones Xavier de Donato, Carlos
Ulises Moulines, Hugo Padillu y Carlos Pereda; selección de
textos Maite Ezcurdia, Mario Gómez Torrente y Margarita
M. Valdés; compilacióu, coordinación, presentación y revi-
sión técnica Margarita M. Valdés. - Primera edición.
595 páginas. - (Colección Filosofía Contemporánea. Se- PRESEI.{TACTÓX
rie Antologías).
rsBN 978-60 7 -02-7823-5
' o lil--^ viene qa rernnllzer
libro ,riprrp uno anterlor Ce eSCfitOS
remplazar rlno (
1. Lógi ca. 2. Lógica simbóli ca y matemática. 3. Matemáticas El presente
- Filosofía.1. Donato, Xavier de, traductor. II. Moulines, Car- de Gomlob Frege publicado en el año de L972 por el Institu-
los Ulises, traductor. III. Padilla, Hugo, traductor. IV. Pere-
ro de Invesrigaóioñ.r Filosóficas de la UNAM en su colección
da, Carlos, 1 944-, traductor. V. Ezcurdia, Maite, compilador.
VI. Gómez Torrente, Mario, 1967- , compilador. VII. Valdés, de Fitosofía Contempóránea.l Por alguna razón, en aquella pu-
Margarita M. (Valdés Villareal), compilador. blicación no se incluyó una presentación ni introducción que
LIBRUNAM 1896270 diera cuenta de quién fue Gottlob Frege ni de la importancia
de su pensamiento para la filosofía contemporánea. Tampoco
se inciuyeron en aquel libro varios escritos de Frege que
re-
Formación tipográfica: sultan clave para apreciar la amplitud y la profundidarl de su
J. Alberto Barrañón C. pensamiento en los campos de la lógica, la semántica filosófica
V l"filosofía de
las matemáticas. En este nuevo volumen hemos
Cuidado de la edición:
Margarita M. Valdés, Baruch Peralta yJ. Alberto Barrañón C. pr.r"rrdido subsanar aquellas lagunas y recoger precisamente
ios más significarivos aporres de Gortlob Frege (wismar, 1848-
Primera edición: 10 de abril de 2016 Bad Kleinln, 1925) en esras tres áreas det conocimiento filosó-
D.R. @ 2016 Universidad Nacional Autónoma de México fico. De all í la división de este volumen en tres partes: lógica,
semántica filosófica y filos ofía de las matemáticas.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio No es una exageración decir que la tógica matemática co-
sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
mienza con la conceptografía de Frege, gue la semántica ñlosó-
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS fica desarrollada pór Fr"g. en los ensayos aquí recogidos da
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, inicio a la filosofía del leñguaje contemporán ea', y que la filo-
C.P. A4510, México, Distrito Federal sofía de las matemáticas q,r" nos ofrece Frege tanto en los Fun-
Tels.: 5622 7437 y 5622 7504; fax: 5665 4991 d,amentos d,e la aritmetica como en Las leyes fundamentales
de la
Correo electrónico: libros@filosoficas.unam.mx I
:

aritmética constituye un modelo de trabajo original y riguroso


Página web: http: I I www.filosoficas.unam.mx
Todos los derechos reservados en los fundamentos de la matemática. Por sus aportaciones en

Impreso y hecho en México


1
Gottlob Frege, Conceptografia - Los fund,amentos de la aritmética otros
estutlias .fitosóficos, tra¿r..iór, de Hugo Padilla, Instituto
de Investigaciones
rsRN 978-60 7 -02-7823-5
Filosóficas-UNA ttl, México, 1972.
r
,1
6 PRESENTACTÓN PRESENTACIÓN I

estas tres áreas, Frege puede considerarse uno de los padres profesor externo o asociado, y sólo después de publicar el pri-
tic ia lilosofía arralítica corrLelrrpor árrea, ai iatlo cle Bcrtr arrtl irrel v,-,lulllell de t-¡tra de sus grandcs obras, Las leyes funda-
Russell y de I-udwig Wittgenstein. mentales d,e la a,ritmética, en 1893, se le concedió la categoría de
l,a selección de escritos que aquí se presenta, así como la Profesor Ordinario. Siempre laboró en el departamento de ma-
forma que se le ha dado a este libro, se debe al trabajo con- temáticas de la Universidad de Jena y nunca se le encomendó
junto de Maite Ezcurdia, Mario Gómez Torrente y la que esto una cátedra ni de lógica ni de matemáticas y, menos aún, de fi-
escribe. Luego de numerosas reuniones y discusiones sobre los losofía. Debido a lo restringido de su área de trabajo -lógica,
materiales que tendrían que incluirse en este volumen, se llegó filosofía de la lógica, semántica filosófica y fundamentos de la
a la selección de textos de Frege que aquí se ofrece al lector.2 matemática- Frege nunca gozó de fama en el medio filosófi-
El libro está dirigido, especialmente, a estudiantes de filosofía co de su tiempo y el valor de su trabajo fue reconocido sólo
que tengan interés en conocer y profundizar en diversos aspec- por un grupo pequeño, aunque muy selecto, de autores; Ed-
tos del pensarniento de nuestro autor, pero no dudamos que rnund Husserl, Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, entre
resulte de interés para un público más arnplio: matemáticos, ellos. Su lucha permanente fue contra el psicologismo -la idea
lingüistas y mujeres y hombres que trabajen en el carnpo de la de que todo contenido cognitivo, incluyendo el conocimien-
cultura y que se interesen en conocer los orígenes de la lógi- to lógico, se explica en última instancia mediante los procesos
ca modcrna, los tcmas centrales de la filosofía del lenguaje y, ,rr..rál"t por los que llegamos a adquirirlo-. Los filósofos psi-
más en general, el pensamiento cle uno de los más riguros()s cologistas suelen considerar que la teoría del conocimiento se
filósofos de los siglos xIX y xx. halti a la base de toda la filosofía y que la lógica no es más
Gottlob Frege nació en Wisnrar, pequeña ciudad báltica ale- que una ciencia descriptiva de ciertos procesos cognitivos -de
mana, el B de noviembre de 1848. Allí pasó su infanciay realizó las diversas maneras como de hecho razortvmos-, y no una
sus primeros estudios hasta concluir el Gymnasium y presentar' ciencia normativa sobre las inferencias válidas, esto es, sobre
su Abitur en 1869. En ese mismo año ingresó en la Universidad la forma que deben tener las inferencias para conducirnos a
de Jena. Allí estudió, especialmente, química, filosofía y mate- la verdad siempre que partamos de premisas verdaderas. En
máticas. Más tarde, pasó a la Universidad de Gotinga en donde contraposición con el psicologismo, Frege consideró que es Ia
continuó su formación en ciencias y matemáticas y recibió en tógica la que se halla a la base de toda la filosofía y que ésta
1873 el grado de doctor con una tesis intitulada "Sobre una ttuáu tiene que ver con procesos psicológicos subjetivos. Sostu-
representación geométrica de formas imaginarias en el plano". vo también que sólo si se tiene una concepción correcta y clara
Un gran conocedor e intérprete de la filosofía de Freee, de la lógica se puede llegar a presentat y defender posiciones
Michael Dummett, escribe que la vida de Gottlob Frege fue una correctas en otros terrenos de la filosofía. Una obra que ilustra
vida de desilusiones y frustración.3 Su carrera académica trans- claramente esta manera fregeana de ver la filosofía es el célebre
currió en la Universidad de Jena en donde, luego de obtener Tractatus L ogico-philos ophicu.s de Ludwig Wittgenstein.
su doctorado, en 1874, ocupó un puesto de Priuatdozent que no Dummett ha propuesto dividir la historia intelectual de
conllevaba pago de ningún salario regular y sólo le aportaba nuestro autor en cinco Periodos.a
pagos particulares de los estudiantes que se inscribían en sus El primero está constituido por su trabajo lógico que culmi-
cursos; más tarde, en 1879, luego de haber publicado su Con- na en 1879 con la publicación de su Conceptografía, en donde
ceptografía se le nombró Profesor aussenordentlicher, es decir, a Véase Dummett 1978, esp. las pp. 89-92. Otros comentaristas de la obra
2 Agradezco aquí también a Marcus Rossberg su sugerencia de incluir de Frege consideran que es más correcto considerar que hubo sólo cuatro
algunas secciones del vol. II de I¿s leyes fundamentales de la aritmética. etapas en la evolución del pensamiento de nuestro autor; véase al respecto la
3
Véase Dummett 1981, "Introduction", p. xxxi. introducción cleJesús Mosterín al libro Frege 1971, p' 6'
I
u PRESENTACIÓN
r PRESENTACION I
l'r'ese introduce la idea de cuantificador y presenta Por primera de la que tuvo siempre una concepción similar a la de Kant, en
vez. un sistema lógico for"rlrai t¡ue irrcluye totla la lógica plupo- cl sentidt-r dc ccrttsider al' que los juicit-rs dc la gcotlretría sou
sicional y el cálculo de predicados de primero y segundo nivel. verdades sintéticas a priori, es decir, verdades cuyajustificación
El propósito central de Frege al diseñar este sistema de lógi- requiere apelar a la intuición pura del espacio. En esta obra,
ca era contar con un lenguaje libre de ambigüedades que le publicada en 1884, Frege se presentaya no sólo como un lógi-
permitiera presentar pruebas completamente formalizadas de co, sino como un filósofo en toda la extensión de la palabra.
proposiciones -lo que é1 llamó proposiciones del pensamiento La tercera etapa de la vida filosófica de Frege se extiende
puro- en las que en ningún punto de la prueba se invocase desde 1885 hasta 1903, cuando publica el segundo volumen de
a la intuición, de manera que en ellas se hiciera patente que su segunda obra magna, Las leyes fundamentales rJe la aritmética.
sólo se apoyan en axiomas lógicos evidentes en sí mismos ex- En el periodo que va de 1885 a 1893 Frege escribe tres ensayos
plícitamente formulados. Desde el inicio de su vida académica que constituyen la base de mucho de lo que se ha escrito en el
Frege consideró urgente dotar a las matemáticas de un funda- siglo xx y se escribe aún hoy día en el terreno de la filosofia del
mento sólido;5 para ello era indispensable contar precisamente lenguaje. Se trata de sus artículos "Función y concepto", "Sobre
con un lenguaje como el presentado en su Conceptografía 9ue, concepto y objeto" y "Sobre sentido y referencia" -todos ellos
despojado de todo adorno o vestimenta, permitiera mostrar la incluidos en el presente volumen-, en donde Frege rebasa los
verdadera naturaleza de las proposiciones básicas o fundamen- estrechos límites de la lógica e incursiona en el terreno de la
tales de la aritmética, así como apreciar [a estructura puramen- filosofía del lenguaje natural y la metafísica. En estas investi-
te lógico-deductiva de esta ciencia. gaciones Frege se proponía remediar algunas deficiencias que
La segunda etapa del desarrollo del pensamiento de Frege había descubierto en su trabajo lógico anterior y aclarar algu-
está constituida por el trabajo conducente a una de sus obras nas cuestiones centrales de su filosofía de la lógica. A la vez
maestras, Los .fundamentos de la aritmética -incluida en la pre- que trabajaba en estos temas, escribía Las leyes fundamentales
sente antología-, eD la que expone, en la primera parte, una d¿ la aritmética, obra en la que, haciendo uso del lenguaje for-
acerba crítica de diversos intentos de sus predecesores de de- mal introducido en su Conceptografía, pretende llevar a cabo el
finir el número y la naturaleza de las verdades aritméticas y, programa diseñado en Los fundamentos de la aritmética; esto es,
en la segunda parte, presenta su propia concepción del núme- presentar la teoría de los números cardinales como un sistema
ro. Formula un método parv definir las nociones básicas de formal, con axiomas, reglas de inferencia y pruebas formales
la aritmética en términos puramente lógicos y argumenta que de las leyes básicas de la aritmética. El primer volumen de esta
todas las nociones aritméticas se pueden definir en términos obra se publicó en 1893 y tuvo poca repercusión. Sin embargo,
de nociones propias de la lógica general y que las leyes de la en el prefacio y la introducción a ese primer volumen de Las
aritmética pueden ser lógicamente probadas. En esto consiste leyes fundamentales
-incluidos en la presente antologa- encon-
precisamente el logicismo que tan decididamente abraza Frege tramos tal vez la exposición más precisa debida a la pluma de
en esta obra: la concepción de que la aritmética es a fin de Frege de su filosofía de la lógica en ese periodo. El segundo vo-
cuentas una parte de la lógica. Cabe notar, sin embargo, que lumen de Las leyes fundamentales de la aritmética fue publicado
Frege se abstuvo de incluir en su visión logicista a la geometría, casi diez años después, en 1903. En é1 Frege completa su teoría
de los números cardinales y, luego de una larga y dura críticaa
5
Véase Sluga 1980, p. 42.Sluga considera que Dummett se equivoca al diversas teorías de los números irracionales, expone su teoría
considerar que Frege luchaba contra el idealismo, pues éste había dejado
de dominar el ambiente filosófico alemán desde 1830. La reacción de Frege
de los números reales como razones de magnitudes. Hemos
es meior entendida como una reacción frente al naturalismo imperante en incluido en la presente antología varias secciones de este se-
Alemania en la segunda mitad del siglo xtx. Véase Sluga 1980, pp' 17-39. gundo volumen de Las leyes fundamentales, entre ellas aquellas
{
I0 PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN 11

cn l:rs que Frege expone los requisitos que debe satisfacer toda i
dclspor oraci<¡nes en las que quien las emite us¿r el pronombre
tlefirrieiórr dc urr corrceplo: la corrrpleciórr y Ia sirrrplicidad. La pcrsonal "yo", pucs argumcnta quc el pcnsamiento así expre-
obra incluye también una teoría irrestricta de las clases -una sado no es el mismo que el expresado por otra oración que
especie de teoría intuitiva de los conjuntos- que motivó la fa- resulte de sustituir "yo" por el nombre propio del emisor de la
Inosa objeción de Bertrand Russell formulada en una breve oración.6 Explora el comportamiento de las cláusulas subordi-
carta -que incluimos también en el presente volumen- al sis- nadas en las atribuciones de actitudes proposicionales como,
tema aritmético de Frege. Esa carta llegó a manos de Frege por ejemplo, "Miguel cree que Homero escribió La lliada" , o
cuando el segundo volumen de Las leyes funda,mentales estaba 'Ana desea estudiar latín". En ellas parece fallar el principio de
ya en la imprenta. Frege añadió un epílogo o apéndice a su sustitución de idénticos salua aeritate. Argumenta que dichas
obra en el que trató de lidiar con dicha objeción modificando I
f, cláusulas en esos contextos no tienen su significado habitual,
)

el axioma de comprehensión que daba lugar a la contradicción sino que refieren a su propio sentido, esto es, a los pensarnien-
señalada por Russell. Hern«¡s incluido también en esta antolo- tos por ellas expresados. Defiende el carácter objetivo de los
gía ese apéndice en el que Fregetrata de responder a la para- pensamientos, su naturaleza no psicológica (no subjetiva) y ar-
doja descubierta por Russell. gumenta que pertenecen a un ámbito metafísico peculiar, di-
Luego de la publicación del segundo volumen de Lcts leyes ferente del mundo físico y del mundo psicológico, en donde
existen independientemente de que los hablantes los capten o
fundamentales de la aritmética, Frege pasó por un largo periodo
de poca productividad creativa. Polemizó con críticos, siguió los consideren en su mente.
refinando sus anteriores investigaciones e intentó en varias oca- Como se puede juzgar a partir de lo anterior, en el presente
siones escribir un libro de filosofía de la lógica que nunca llegó volumen hemos tratado de ofrecer Llna arnplia panorámica del
a concretar. En la Parte I de esta antología incluimos varios trabajo de Gottlob Frege que abarca obras suyas que fueron
textos sobre la naturaleza de la lógica que Frege escribió entre escritas entre 1879 y 1918 y que cubren lo que consideramos
1897 y 1915, que forman parte precisamente de aquellos inten- fueron sus más importantes aportaciones a los carlpos de la
tos y que nunca publicó en vida. lógica, la semántica filosófica y la filosofía de las matemáticas.
La última etapa del pensamiento filosófico de Frege se desa- Con ello pretendemos poner en las manos del lector el pen-
rrolla entre 19lB y 1923. De este periodo se destacan tres ori- samiento de uno de los más notables filósofos de finales del
ginales ensayos que Frege publicó en los Beitrrige zur Philosophie siglo xlx y principios del siglo xx cuyas contribuciones a la
des deutschen ldealismus lContribuciones a la filosofía del idealismo
'd
lógica y a la filosofía en general cc-rntinúran siendo temas de
i
alemán] y que aparentemente estaban destinados a formar par- discusión en la actualidad.
te de aquel libro sobre la filosofía de la lógica que nunca llegó a Quiero mencionar brevemente el hecho de que los textos
completar. Hemos incluido en esta antología uno de estos tres incluidos en este volumen han sido traducidos por varios tra-
ensayos, "El pensamiento: una investigación lógica", escrito en cluctores. Por una parte, como señalé al inicio de esta presenta-
1918. En éste Frege aborda no sólo cuestiones semánticas, sino ci(rn, partimos de la idea de complementar un libro que había
también metafísicas. Argumenta, primero, que la cuestión de la siclo publicado por la IINAM en 1972 y decidirnos incluir varias
verdad o la falsedad sólo se plantea en relación con los sentidos tr-aducciones de aquel libro hechas por Hugo Padilla. A él de-
expresados por las oraciones, a los que llama "pensamientos", lrernos la traducción de la Conceptogxtfía y de Los fundantentos de
I
y, luego, que la verdad no consiste en ningún tipo de corres- l« aritmética. Luego quisirnos complementar 1o que se publicó
pondencia. Examina también en ese ensayo las peculiaridades (;
Maite Flzcurdia, en su introducción a la Parte II de este volumen, exantina
de las oraciones en las que figuran "deícticos", en especial la <l<'t;rlladamente algunas de las diñcultades a las que estas tesis fregeanas dan
dificultad que plantea caracterizar los pensamientos expresa- Irru:rr.
l2 PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN 13

crr irquel libro de 1972 con varios textos de Frege sobre semán- ciones ya publicadas pero que requerían ser compulsadas con
iir-u 1' filosofía dc las matcmáticas quc no fbrrnaban partc dc cl original. Sobra decir que sin la colaboración de todos estos
aquella antología. Para ello elegimos las traducciones de Carlos colegas, el presente volumen no habría visto laluz. Por último,
Ulises Moulines que habían sido publicadas en España en lg71 pero no por ello menos importante, quiero agradecer el apoyo
por la editorial Ariel en un volumen intitulado Estudios sobre del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la trNAM para
semántica; esas traducciones han sido revisadas para la presen- la realízación de este proyecto, especialmente el apoyo de su
te publicación. Debido a que se seleccionaron también para el Departamento de Publicaciones y, dentro de é1, d" J. Alberto
presente volumen una serie de escritos de Frege que no habían Barrañón, quien se ha encargado de la difícil tarea de formar
sido previamente traducidos al castellano, se le encomendó a y cuidar la presente edición del libro.
Xavier de Donato la tarea de realizar esas traducciones. Car-
los Pereda en 1996 tradujo para la uxeu el famoso ensayo de Ciudad de México, septiembre de 2015
Frege "El pensamiento: una investigación lógica", que también Margarita M. lhldés
hemos incluido en el presente volumen. Quiero agradecer aquí
el valioso apoyo de Baruch Peralta Huerta en la revisión de las
traducciones aquí incluidas, así como su cuidadosa lectura y
ayuda en la corrección cle pruebas. Su sagaz visión evitó que
se colaran algunas erratas.
Como podrá comprender el lector, no fue fácil la tarea de
uniformar la terminología usada por cuatro traductores. Sin
embargo, hemos llevado a cabo ese trabajo apoyándonos, no
sólo en los propios textos fregeanos, sino tarnbién en las me-
jores traducci<¡nes al inglés de la obra de Frege. El glosario
que se incluye en las páginas 15 y 16 ha servido de guía para
lograr una uniformidad léxica aceptable, creo yo, en los textos
que presentamos. He de mencionar, también, que al revisar las
traducciones aquí incluidas se han hecho pequeños cambios
estilísticr¡s y se han corregido erratas.
Quiero agradecer a todos los que han contribuido con su
valioso trabajo a la realización de este proyecto, fluy espe-
cialmente a Maite Ezcurdia, Mario Gómez Torrente y Agustín
Rayo, quienes se dieron a la tarea de escribir las introcluccio-
nes que enmarcan cada una de las tres partes que forman esta
antología. Sus textos indudablemente orientarán al lector y le
permitirán apreciar que aún hoy día siguen siendo debatidos
muchos de los argumentos y las tesis que defendió Frege. A Xa-
vier de Donato agradezco su cuidadoso trabajo de traducción
de varios textos de Frege hasta ahora inéditos en español, a Uli-
ses Moulines la cesión graciosa de sus traducciones, y a Martin
Fricke, su escrupulosa y puntual revisión de algunas traduc-
f

GI,OSARIO

on,rleute tt ( unbestimmt ) indicar, aludir (indeterminada-


mente)
0us.t0,gcn predicar, decir de, enunciar
An.scltauu.ng intuición
Anzcth,l número fcardinal]
Art des Gegebensein.s modo de presentación
betleuten refbrir, significar
Redeuturtg referencia, signifi caclo
ltccleutung.slos sin ref'erencia
Bcdingung's.stricl¿ barra de condición
BegriJJ' concepto
begrifflichet' Inhalt contenido conceptual
BegrffischriJ't conceptografía
behanpte'n afirmar, aseverar
bchauptenrle Kraft fuerza asertiva
Bchauptung.ssatz oración asertiva, or ación afirmativa
be.stitnmen determinar
Bestitnmungsweise modo de determinación
bcu,rtheilbarer Inhalt contenido juzgable
Beziehu,ng relación
eindeutig unívoco, biunívoco
eindeutige Zuordnung correlación biunívoca
Erklürung explicación

Jbstsetzen estipular, fijar


formal formal, formalista
16 GLOSARIO

G,edanke pensamlento
Cegenstand ohjeto
Geist espíritu, mente
gewóhnliche ( Bedeutung) (referencia o significado) habitual,
usual
gleich igual PARTE, I
Gleichheit igualdad
ecuación, igualdad
Cleichu,ng
gleichzahlig equinumeroso rÓcrcA
Inhalt contenido
Merkmal rasgo, característica
CON]TENIDOS:
objektiu objetivo
Satz oración, cláusula, proposición Irrtroducción a la Parte I: Lógica, por Mario Gómez Torrente 19
Sinn sentido COI{CEPTOGRAFÍA. Un lenguaje de fórmulas, construido
Stufe nivel [de un concepto o función] a semejanza del lenguaje aritmético, para el pensamiento
(lmfang eines Begrffis extensión de un concepto puro [1879] 39
ungerade (Beduetung) (referencia) indirecta Prólogo 47
ungesdttigt insaturada, no saturada Contenidotemático... 47
Urteil juicio
I. Explicación de los símbolos 51
Urteikstrich barra de juicio
II. Representación y deducción de algunos juicios
Verneinung negación del pensamiento puro ll
Verneinungsstrich barra de negación III. Algunas cuestiones de una teoría general
Vorstellung representación, ideación, idea de las series 116
Wahrheitswert valor veritativo, valor de verdad Sobre lajustificación científica de una conceptografía
Wertuerlauf rango de valores [de una función] 155
[1882]
Zahl número t,ógica (1897). Separación del pensamiento
Zahlzeichen numeral de sus envolturas 163
Zeichen signo
l7 oraciones clave sobre lógica [1906 o anterior] 179

Introducción a la lógica (1906) 181

Mis ideas lógicas básicas [915] . 191


INTRODUCCIÓN A LA PARTE I: LÓGICA

por MARIO GÓMEZ TORRU.N'I'l.l

La lógica de Frege es sin lugar a dudas la parte de su obra


cle mayor trascendencia. Si bien la importancia del trabajo dc
F'rege para la filosofía del lenguaje y los fundament<¡s cle la
rnatemática es colosal, su obra lógica se distingue por cont.e-
ner contribuciones universalmente aceptadas y universahnen-
te consideradas como las más trascendentes para la disciplina
en toda su historia -sólo Ia obra de Aristóteles se menciolla
ocasionalmente como una obra de valor comparable-. Flstas
aportaciones incluyen, entre otras, la introducción de la fbrma-
lización de las oraciones en términos exclusivamente de fun-
ciones y argumentos en lugar de las categorías de la gramát.i-
ca tradicional, la formalización de la cuantificación como una
función de una función, que permite una representaciórr úrtil
y perspicua de cuantificaciones múltiples en el alcance ullas
de otras, y la creación del primer cálculo deductivo puramente
sintáctico. En la primera sección de esta introducción describi-
l'emos brevemente algunas de esas aportaciones, al hilo de una
narrativa plausible sobre su génesis. Michael Dummett, el sran
esttrdioso de Frege, ha dicho que la Conceptografía, el libritcr
que Iirege publicó en 1879 a los 31 años de edad y en el que
o'parece
aparecen por primera vez todas esas contribuciones,
haber nacido del cerebro de Frege sin fertilización de influen-
cias externas" (Durnmett 1981, p. xxxv) y probablemente tietre
razón, pero no es menos cierto que hay una dinámica intern¿r
en las motivaciones y consideraciones de Frege que Permite
cxplicar al menos en cierta medida, aunque quizás sin excesiv<l
detalle, el surgimiento de sus ideas, e intentaremos explicitzrr
esa dinámica. En la segunda sección trataremos, de fbrrna airn
rnás sucinta, algunos aspectos de las ideas filosóficas que teuía
20 MARIO GÓMEZ TORRENTE INTRODUCCIÓN A I,A PAR'I[, I 2L

Frege acerca de la lógica *algunos aspectos de su filosoña de En primer lugar, como el mismo Frege señala, la naturaleza
la lógica. misma de su provectcl reqrtería. a fin de evitar posibles obje-
ciones de filósofos con posturas empiristas o kantianas acerca
I . La lógica de Frege de losjuicios aritméticos, que quedara escrupulosamente claro
que las demostraciones de esos juicios que el logicista realiza'
Frege nos dice en el prólogo de su Conceptografía que la cues- se no apelarían en ningún momento de alguna forma velada
tión que dio pie a las ideas de ese trabajo fue la cuestión de si a juicios empíricos o dependientes de una intuición general
losjuicios de la aritmética requieren unajustificación empírica, del espacio y el tiempo. Este requisito evidente es 10 que lleva
o al menos una basada en la intuición a priori del espacio y el a Frege a concebir e imponer estándares de rigor muy altos
tiempo que postuló Kant, o, por el contrario, son suscePtibles en su concepción de un cálculo deductivo para la lógica, y en
de una justificación "puramente lógica", una que evite apelar particular lo que lo conduce a su concePción del cálculo de la
a "la particularidad de las cosas" y que sea no empírica en un Conceptogmfía como un sistema de axiomas y reglas perfecta-
sentido muy estricto, que excluya el tipo kantiano de justifi- mente especificadas que agotan completamente el ámbito de
cación para los juicios aritméticos. Frege parece haber estado proposiciones y procedimientos de los que es posible servirse
convencido desde muy pronto de que la aritmética, al tener una en las d.emostraciones lógicas. La idea de un axioma o regla
aplicación completamente general que incluye ámbitos no em- puramente formales, o sea de un axioma o regla dados como
píricos, debería ser susceptible de unajustificación mucho más esquemas o cuantificaciones universales y que se entienden de
pura, o "lógica", que la que propuso Kant: la segunda opción, manera tal que especifican el ámbito de proposiciones e infe-
lo que después se llamaría Ia opción "logicista", debería ser la rencias obtenibles por sustitución o Particularización a partir
correcta. Pero también desde el principio Frege tuvo claro que de esos esquemas o cuantificaciones, no es desde luego una
la tarea de mostrar esto sería ardua y requeriría la introducción idea de Frege, sino una idea que aparece desde muy pronto
de nuevas herramientas conceptuales. Algunas de estas herra- en la tradición lógica. Pero Frege naturalmente la utiliza, y
mientas acabarían siendo las cruciales aportaciones de Frege a le añade su concepción de la demostración como un proce-
la lógica que ya hemos mencionado. so de derivación en el que únicamente es posible servirse de
Frege dice que el punto de partida de su tarea logicista fue la un conjunto perfectamente especificado de axiomas y reglas
búsqueda de un análisis de la noción de serie ordenada en tér- formales.
minos de "consecuencia lógica". Probablemente la idea de ge- De todos modos, a Frege sin duda le pareció que esa concep-
neración de la serie de los números y la de transmisión de una ción tan rigurosa de los procedimientos formales de derivación
propiedad en esa serie evocan con fuerzala impresión de que no excluía de por sí otras maneras en que las demostraciones
la aritmética se fundamenta en algún tipo de intuición espacio- que él buscaba pudiesen verse como dependientes de supues-
temporal. El producto final del análisis de Frege de la noción tos no lógicos. Frege escribe en multitud de lugares que encon-
de serie ordenada es probablemente 1o que hoy podemos leer tró una grave dificultad para su proyecto en el hecho de que
en el capítulo III de su Conceptografía, en el que se muestra la expresión en el lenguaje natural de los juicios y demostra-
fundamentalmente cómo expresar y demostrar principios de ciones que necesitaba alcanzaba fácilmente una complejidad
inducción abstractos para series ordenadas utilizando sólo lo gramatical extrema. Además, Frege menciona repetidamente,
que hoy conocemos como lógica de segundo orden. Pero aun- como una motivación importante para su Conceptografía, la
que las ideas básicas de ese análisis probablemente r<¡ndaron existencia de ambigüedades léxicas y sintácticas en el lengua-
"Sobre
la mente de Frege desde muy pronto, el desarrollo preciso del .je natural -la que destaca como más peligrosa (en su
producto final requirió la introducción de otras ideas. la justificación científica de una conceptografía", de 1882) es
22 MARIo cóur,z IoRRENTE ;
INTRODUCCIÓN A LA PAI{'I'E I 23
,
I
*
Ia existcncia de palzrbras que pueden funcionar con categorías c¿rs, y sírnbolos para igualdades y desigualdades (además de
{
f{r-anralicales distintas \/. f)or cr-¡nsigrrienfe. crln significados dis- Iraréntesis), r, fod¡s ellas son simplemente ecuaciones e inecua-
*
tintos. Un eiemplo significativo son los numerales, que pue- E
ciones de términos formados por composición de funciones
I1
den funcion¿rr- al menos corno nombres ("Cinco es el número 5
I
:r pnrrtir de numerales y variables. Frege adoptó resueltamen-
de estudiantes de esta clase"), como predicados de nombres !

, tc la decisión de d<¡tar a su lenguaje para la expresión tógica de


(plurales) ('Alfbnso, Brígida, Carlota, Doroteo y Enriqueta son I l¿r aritmética de unas características similares. Al hacerlo conci-
¡
cinco") y corno predicados de predicados ("Hay cinco estudian- t bió la idea de firrmalizar las oraciones que necesitaba por me-
tes aqtrí").1 Esta complejidad y arnbigüedad podía permitir la I
I
clio de una gramática mu,y simple y muy estricta, en la que cada
aparición dc confusiones y, en particular, facilitar acusaciones expresión cornpleja bien formada surgiera de la aplicación de
de dependencia velada de supuestos no lógicos bas¿tdas en esas un símbolo "de función" a símbolos que fueran 'oargumentos"
confüsiones (en casos en los qtre los principios usados por I're- de esa función, una gramática en la que, en otras palabras,
ge pudieran Lrparecer como no lógicos en algtrna acepción de todo análisis sintáctico se resolviera en la operación de funcio-
los términos ambigtros). nes a argumentos. De la misma forma en que en las fórmulas
Para enfrentarse a estos problemas, Frege se irrspiró en el aritméticas el símbolo de suma se aplica a dos términos aritmé-
leneuaje de fórmulas de la aritmética rnisma, clrya sramática es ticos para producir otro término, y el símbolo de igualdad se
muy simple en comparación con la del lenguaje natural, y don- aplica a dos términos para producir una fórmula, Frege resol-
de cada tipo de sírnbolo va asociado a un rol sintáctico irnico. vió que todas las expresiones de alguna catesoría gramatical
En particular, en esas fórmulas sólo aparecen numerales (en su que no fueran oraciones y que no fuera.n nombres o variables
rol de nornbres) y variables, símbolos para funcir¡nes aritméti- pertenecerían a categorías gramaticales "funcionales", asocia-
I Fre¡;e nos clir:i :riros clespués (en el prefircio ¿rl volurnen I de La.s leyes
das a reglas estrictas acerca cle cuáles son sus "argumentos"
fwt- posibles y cuáles son los resultados posibles de su aplicación a
datncntules tla la rLrilrnélica (Fregc.1B93)) que el mayor cle sus loqros fue clarse
cucnt¿l de que el anz'rlisis c()rrecto cle las "oraci<¡nes cle número" (ejemplos cle esos argumentos..funto con la estipulación de que cada catego-
lzrs cuales son "Estos st¡n cinc«r árboles" y "La carr()z¿r del rey es arr¿rstrzrda ría gramaticzrl ha de tener símbolos cle aspectos distintos, esta
por cuatro caballos") l:rs ha de ver como clraciones en las que se prcclica una resolución tiene el efecto, familiar para los conocedores de la
propierlad nurnérica cle un predi«:ado () concepto. Iirege veía t¿rrnbién 1¿r natu- lógica moderna, de elinrinar por completo las ambigüedades
raleza nret¿rfísic¿r de los núrneros en cuanto obietos corno en írltinro térnriuo
sintácticas fi-ecuentes en el lenuuaje natural, y también la con-
clependiente de este tipo de predicirciones de segtrndo rlrdett, y nuestro acceso
epistémico a ellos como medi:rdo también por una comprensión cle ese tipcr secuencia de que uno puede expresar de forma relativamente
cle precliczrciones. En este sentido, la acepcirin de los nurnerales corno predi- concisa con las abreviaturas típicas de los lógicos ideas que
caclos cle predicados, o preclica<los de segundo «rrden, es la conceptualmente en el lenguaje natural sólo se pueden expresar por medio de
fundament¿rl. Estas icleas zrpoyan en gran medida su visión original de los constntcciones gramaticales notablernente alambicadas.
c()nceptos ¿rritrnéticos colno conceptos alt.amente generales que no clependen
La resolución de Frege tuvo también como efecto indirecto
parzr su aplicación de un árnbitr¡ p:rrticular cle objetos empíricos. Si el conte-
nido cle los numerales se piensa inclepenclientemente de su conexión con lzrs el que a menudo se considera como su logro más decisivo: el
predicaciones de segunclo orden, es tentador verlo colno si estuviera consti- hallazgo de la formalización de la cuantificación como una fun-
tuido por grt.pos, colecciones o rnontones de oQjetos empíricos, propiedades ción de una función. La resolución de entender toda expresión
de objetos ernpíricos, sínrbolos perceptibles, etc. -el tipo de posturas que de una categoría gramatical no oracional y que no sea un nom-
Frege critica cle firrma devastaclora en Los funtlamenlos de la aritmética (Frege
bre o una variable como un símbolo de función obliga a tomar
1884)-. Así, no es inverosírnil pensar que Frege haya visto como pernicioso
para la filosofía de la aritmética y para la comprensión cabal de la naturaleza a los cuantificadores como símbolos de función. Una vez que
lóeica de los conceptos aritméticos el hecho de que los numerales del lenguaje esto se acepta, una opción relativamente natural es tomar a un
natural sean arnbiguos. cuantificador como un símbolo que se aplica a un predicado
24 MA RIo cótvty.z ToRRENTE {
§
INTRODUCCIÓN A LA PAR'I'F] I 25
;

como argumento para dar lugar a una fórmula, predicado que i aún hoy impresiona por su evidente ruptura con la tradición
a su vez es natural ver como un símbolo que se aplica a Lrn I lógica inmediatamente anterior y por su anticipación de mtr-
nombre para dar lugar a una fórmula. E,sto lleva a la posibi- chas características de la práctica lógica posterior.
lidad de representar cuantificaciones rnúltiples en el alcance En primer lugar, en la Conceptog*fía Frege diseña una nota-
unas de otras. ción con abreviaturas que recuerdan a las de la notación ma-
Tomemos un caso simple. Si el símbolo 'Alberto admira a" temática. Esta notación fregeana es en esencia similar a la que
se aplica a nombres para producir oraciones, es un predicado; actualmente se usa en los lenguajes cuantificacionales, e imple-
por tanto, dado el análisis mencionado de la cuantificación, di- menta la resolución mencionada de que todas las expresiones
gamos del cuantificador "Todos", la expresión "Todos (AlLrerto de alguna categoría gramatical que no sean oraciones, nom-
admira a ( ))" (donde los paréntesis acotan el lugar de una bres o variables sean funcionales, así como la estipulación de
expresión a la que se aplica un símbolo de función) representa que cada categoría gramatical tenga símbolos cuyos aspectos
que Alberto admira a todos. Ahora bien, esta oración puede sean distintos. Frege usa letras griegas mayúsculas como letras
verse también como producto de la aplicación de un predica- (esquemáticas) parapredicados, y letras que tienen otros aspec-
do al nombre 'Alberto". Podemos representar ese predicado tos para representar nombres y variables, las cuales se ubican
como "Todosl (( ) admira a (1))", evitando una ambigüedad dentro de paréntesis a continuación de los predicados que se
por medio del "1" que vincula o "liga" el cuantificador "Todos" les aplican en las fórmulas correspondientes; por ejemplo,
al lugar en el que aparecerían los nombres a los que se aplicaría
el predicado al que "Todos" se aplicó. Si ahora aplicamos un -o (A), (A,B), (o).'
nuevo cuantificador a ese predicado, obtenemos una oración -tI/ -o
También usa símbolos especiales para la igualdad (un predica-
con varios cuantificadores unos en el alcance de otros: "Todos do que se aplica estrictamente a dos nombres, dos variables, o
(Todosl (( ) admira a (1)))" representa que todos admiran a
un nombre y una variable, para dar lugar a una fórmula),3 el
todos; 'Alguno (Todosl (( ) admira a (1)))" representa que condicional (una función que se aplica estrictamente a dos fór-
hay alguien que admira a todos. Además, procesos análogos mulas para dar lugar a una fórmula), el negador (una función
levan a la representación de oraciones con otras estructuras que se aplica estrictamente a una fórmula para dar lugar a una
cuantificacionales anidadas: "Todos (Algunol (( ) admira a fórmula), y el cuantificador universal (una función que se apli-
(1)))" representa que todos admiran a alguno (que no tiene ca estrictamente a un predicado (con respecto a una variable)
por qué ser el mismo en todos los casos); 'Alguno (Algunol para dar lugar a una fórmula). Así, la identidad entre " A" y " B"
(( ) admira a (l)))" representa que hay alguien que admira (hoy simbolizada"A - B") se simboliza
alguien. (Nótese que en el lenguaje natural el segundo y el
tercero de estos ejemplos se representarían habitualmente por _A= B;
medio de una misma oración, sintácticamente ambigua: "To- 2 El trazo horizontal («- ") qre precede a las fórmulas en la notación
dos admiran a alguien".) Como vamos a ver inmediatamente, de Frege (con variantes en el caso de las negaciones y cuantificaciones; véase
Frege diseñó una notación aún más perspicuapara representar más abajo) indica que las fórmulas poseen un contenido susceptible de ser
estas cuantificaciones, en la que una variable acompaña siem- .juzgado (aceptado cuando es considerado por la mente) o afirmado. Cuando
pre al cuantificador y luego aparece en el lugar vinculado o ese trazo va a su vez precedido de un trazo vertical ("F "), el contenido en
"ligado" donde aparecerían los nombres a los que se aplicaría cuestión está siendo de hecho juzgado o afirmado.
3
En la Conceptografía Frege no usa lo que hoy conocemos como functores,
el predicado al que el cuantificador se aplica. por tanto tampoco usa términos construidos con su ayuda. Suple el uso de
La Conceptografía es fundamentalmente el resultado de inte- functores, como a veces se hace hoy en día también, por medio de símbolos
grar todas estas y otras innovaciones en un todo orgánico, eue para relaciones.
{*
26 MARro oóvtr,z ToRRENIE rNlRoDuccróx A LA pAR'r't_ r 27
:
la condicionalización con "@ (o)" como antecedente y "O (A)" de) el contenido (extralingüístico) de las expresiones cle argu-
t
como consecuente (ho1' habit,.relmente simbolizada "A (n) l á
mcnto (cn cuanto cxprcsir¡nes dc ;rr"gutrierrLu).
O (A)") se simboliza I1
*
I-a interpretaciírn clel sírnbolo de isualdad, por otro lado, es
t definitivamente diferente de la actual y de la que adoptará en
O (A) la obra p«rsterior de Frege: en la Oonceptografía, "- A : B"
o (o); simboliza el contenido "metalingüístico" de que los símbolos
"4" y "-8" están por la misma cosa, mientras que hoy en día se
la negación de "V/ (A, B)" (hoy habitualmente simbolizada entiende que un enunciado de igualdacl " fi : B" simboliza que
oo- cierto par de objetos son idénticos, pero no que esos oQjetos
V (A, B)") se simboliza
son denotados por " A" y " B" .4
-=-ú (a, n); La interpretación del condicion¿rl en la conceptogrqfía es
quizás también aleo difcrente de la actual y de la del Frege
y la cuantificación universal de "@ (o)" con respecto a la va-
posterior. Frege nos dice que si A y B denotan contenidos juz-
riable "o" (hoy habitualmente simbc¡lizada "(V r) O (o)") se sirn- eables, hav cuatro posibilidades: (1) A es afirmado y IJ es afir-
boliza mado; (2) A es afirrr-rad. y B es negado; (3) A es nesaclo y B es
-..9@ (o)' afirmado; (4) A es negadc» y B es negado; y que
El resultado es una variante notacional de los lenguajes cuan-
tificacionales con los que el estudiante de lógica se familiariza A
desde un principio hoy en día. Con esta notación es posible re- B
presentar de maneras hoy bien sabidas la conjunción (hoy habi-
tualrnente simbolizadapor rnedio del signo "k"),la disyunción
denota el .juicio de que la tercera de estas posibilidades no
se da, sino que se da una de las otras tres; así, el contenido
(hoy habitualmente simbolizada por medio del signo "V") y el
juzgable cle
cuantificador particular (hoy habitualmente llamado cuantifi-
u
cador existencial y simbolizado por medio del signo "=").
La semántica que Frege atribuye a estas notaciones en su
-T-
tB
Conceptografía es también en esencia similar a la que hoy en parecería ser que la tercera de aquellas posibilidades no se da,
día se estipula para los lenguajes cuantificacionales de la lógica sino qr-re se da una de las «rtras tres, o sea un contenido acerca
clásica, aunque con algunas difbrencias, debidas quizás sobre de afirmaciones y negaciones. Hoy en dízr se entiende que el
todo a la naturaleza naciente de las ideas sernánticas de Fre- contenido veritativo-condicional de un enunci¿rdo condicional
ge en 1879. Hay que observar, en primer lugar, que hay una B ) A es que no es el caso que .B es verdaclero y A falso, y
cierta falta de claridad acerca de cuál es el contenido de los esta idea es también claramente la que ofrece Frege al explicar
símbolos de predicado, que se resolverá sólo en la obra poste- el condicional en la sección l2 del volumen I de sus Leyes fun,-
rior de Frege; un indicio (aunque rneranlente un indicio) de da,mentctles de la a,r'itméticct (1893) y en su manuscrito "Introduc-
esa falta de claridad es que Frege se refiere invariablemente a ción zr la lógica" (1906). Pero esra concepción del condicional
expresiones cuando habla de funciones y argumentos (uso en
t En "Sobre sentid<-¡ referencia" (1892)
el que le hemos seguido en parte); ..r su obra posterior reser- y Frege concluir-á que
un enunciado
de itlentidacl verdadero tiene corno un aspecto cle su conteniclo un "senticl<¡"
vará estrictarnente el nombre "función" para (una parte de) el (lue va nr¡is all:i clel contenido de que cierto objeto es idéntico a sí rrismr>,
contenido (extralingüístico) de las expresiones funcionales en PCr() llrglrlnerltará convincentemente que ese aspecto cle su contenido no es
cuanto funcionales, y el nombre "argulTrento" para (una parte lr )(f r-ir rrrcnte rnetalingtiístico.
{
28 MARIO GÓMEZ TORRENTE INTRODUCCIÓN A LA PARTE I 29
É

i
{I
es neutral con respecto a cualquier conexión con las nociones Finalmente, en la Conceptografta Frege lleva a efecto su con-
de afirmación o negación. Así pges, parecería que en la Concep- I cepción de la demost'ación por medio de lo que de hecho
tografía Frege presupone una concepción algo menos neutral constituye la primera construcción de un cálculo deductivo en
del condicional material, basada quizás en su concepción de cuyas derivaciones sólo es posible servirse de un conjunto es-
la verdad, eue aparentemente incluye una idea de ésta como pecificado de axiomas y reglas formales. El cálculo de La Concep-
algo afirmado en condiciones de correcta operación de ciertas tografía es lo que luego se llamará un cálculo axiomático, cuyos
reglas cognitivas, y su rechazo de cualquier noción de verdad axiomas son (en esencia y en notación actual) las cuantificacio-
como correspondencia (aspectos sobre los que volveré en se- nes universales
guida).
Por último, la concepción de la semántica del cuantificador (v r)(v c)(r I (G : l')); o

universal en la Conceptografta parecería ser también metalin- (vr)(vG)(vrr)((H: I l')) I ((ru: G) I (H:
(G F)));
güística en una forma en que no 1o es la concepción actual ni (vF)(vG)(v1/)((¡r I (G ¡ ¡.)) : (G I (H ) F)));
la que Frege sostuvo posteriormente. En la Conceptografta Fre-
ge dice eue "fr9-@ (o)" significa el juicio de que la función (vr)(vG)((G f l.) r (^,F t-G));
"(@ (o))"
"t
un hecho cualquiera que sea su argumento; pero (Vr)(--F, l.),
dado que en este momento Frege claramente llama "funciones" (Vr)(F:-^F);
y "areumentos" a las expresiones correspondientes, ello sugie-
re que su comprensión del cuantificador es "sustitucional": [a (vo)(vá)(v F)(" - b) (r (") : n(a)));
verdad de "---..9- O (o)" se entiende como la verdad de todos (Vr) (a : a);
los resultados de sustituir "o" por argumentos (expresiones ar-
(v (v r)((v x)n (r) ¡ F ("));
gumentales) posibles en la expresión "O (o)". La concepción ")
actual, y también muy explícitamente la de Frege (en la sec-
ción 8 del volumen I de Frege 1893, que se apoya en la mencio- y cuyas reglas de inferencia (en esencia y en notación actual)
nada concepción extralingüística de los argumentos y de (los son el modus ponens, o sea la regla que permite derivar una
valores de) las funciones) es una concepción "objetua[", para fórmula G de las fórmulas F ) Gy F;la regla que permite deri-
la cual la verdad de "(V o) @ (o)" consiste en la verdad de todos var una fórmula de la forma F (") de una fórmula de la forura
los resultados de asignar objetos diferentes a la variable "o" en (Vx),F (x); la regla que permite derivar una fórmula de la for-
"o (o)". ma G r (V x)n(x) de una fórmula de la forma (Vr)(G ; f (r))
De todas maneras, con una notación y una comprensión del cuando "x" no aparece en G; y reglas para la sustitución uni-
cuantificador fregeanas es posible formalizar de formas muy forme de letras y variables en proposiciones ya derivadas.o (El
perspicuas cuantificaciones como las mencionadas antes. Así, 5Nótese que Frege, a diferencia de lo que ocurre hoy en día, cuantifica
utilizando la esencialmente similar notación actual, "Todos ad- sobre proposiciones y funciones proposicionales, o más exactament.e, si su
miran a todos" se simboliza " (Vo)(V b) A(o, b)"; "hay alguien concepción de la cuantificación es sustitucional, sobre fónnulas.
6
que admira a todos" se simboliza ",u (V o) ^, (V b) A (o, b)" (o Aquí hay que hacer la salvedad de que enla Conceptografía Frege sólo con-
"(l o)(V b) A (o, b)"); "todos admirar. a alguno (que no tiene fiere explícitamente el carácter de "modo de inferencia" a la regla de modus
ponens. Pero es claramente consciente de que usa las otras reglas menciona-
por qué ser el mismo en todos los casos)" t" simboliza "(V o) das; por eso f'rege sólo dice que la única regla que utiliza donde se deriva una
- (V b) - A(o, b)" (o "(Vo)(: b) A(o, b)"); y "hay alguien que fórmula a partir de más de una fórmula es el modus ponens; y eso es compati-
admira a alguien" se simbolíza "^,(V o)& b) -¿ (o,b)" (o "(= o) ble con su reconocimiento de las otras reglas, donde una fórmula se deriva a
(r b) A (o, b)"). partir de otra fírrmula.
30 MARIo cóutgz roRRENf'E rNTRoDUcctóx A LA PARIE I 3l

cálculo que presenta en Las leyes fu.ndamentales de l,a, aritmética, conceptos cuyo ámbito de aplicación es máximamente general,
quc tilcanza u1t grado dc prccisión 1' rigor sinticticos inclttsr-' v otljetos caracterizables en términos de esos conceptos. Como
superior al de la Concefttogntfía, será cliferente. La parte sufi- Frege dice en la "Lógica" de 1897, "la lógica es la ciencia de las
ciente para desarrollar'1o que hoy conocemos como la lógica leyes más generales de la verdad".
cuantificacional c<¡nsta altí de cuatro axiomas (el segundo de En los mismos lugares en que enuncia su concepción de la
los cuales tiene dos partes) y un gran número de reglas de in- lógica como una ciencia de las leyes de la verdad en el sentido
tbrencia.)7 mencionado, Frege se muestra siempre extremadamente críti-
co con las concepciones psicologistas de la lógica. Frege insiste
2. La, filosr{ía de h l,ógica de lirege en que las leyes de [a verdad de que se ocupa la lógica no son
"leyes del pensamiento" en cuanto leyes descriptivas de la for-
A difcrencia de lo que ocurl'e cotr la lógica en sí, Frege llo se ma en que procede de hecho el razonamiento (o siquiera el
ocup<i de la filosofía de lit lógicir de fbrma sistemática. Hacer- razonaÍniento con conceptos máximamente generales) en los
nos una idea de sus opiniones filosóficas sobre la lógica requie- seres humanos, sino leyes normativas, que prescriben maneras
re una l¿l"bor de recopilaci<in, que no tiene por qué prestarse en que podrían proceder los razonamientos sin llegar a otra
tampoco a una sisternatización por part.e clel lecopilador'. En cosa que verdades a partir de otras verdades. El antipsicologis-
esta sección mencionar'é algunos aspectos de l¿rs ideas fil<¡sófi- mo de Frege impregna no sólo su filosofía de la lógica, sino
cas de Frege sobre la lógica, sin irmbicioners de conseguir untr también y muy especialmente su filosofía de las matemáticas,
s istemati zación se tnej ante. ,l
que se opone radicalmente a cualquier reducción de las nocio-
Para Frege el objeto de la lógiczr es la noción de verdad y ¿
nes matemáticas a construcciones psicológicas.
sus leyes. La lógica nos dice, no qué prop<lsicitlnes son verda- La noción de verdad que es el objeto de la lógica es conce-
deras, sino cómo inferir de tal manera que, si las proposicio- §
:l
bida a su vez por Frege como una noción algo peculiar. Fre-
nes que consideramos verdader¿ts lo Son en realidad, no po- I ge nos dice en varios lugares (por ejemplo en el manuscrito
Í
damos llegar a aceptar otras proptlsiciones salvo las que sean "Mis ideas lógicas básicas" de 1915) que al afirmar una pro-
verdaderas. Esta idea queda clarzr en multitud de lugares, por posición y al afirmar que es verdadera afirmamos exactamente
ejemplo en los manuscritos ptistumos "Lógica" (de 1897) y en lo mismo: la noción de verdad no parece en sí misma corres-
las "17 oraciones clave sobre lógica" (probablemente de 1876- ponder a ninguna realidad sustantiva. Frege se pregunta si eso
1877). Hay de todos modos una restricción que sin ducla Frege i implica que la palabra "verdadero" no tiene sentido. Su con-
tiene en mente, como se desprende de su concepción del obje-
:I

jetura es que el sentido de la palabra "verdadero" existe, pero


to de la lógica como independiente de la "particularidad de las * no contribuye en nada a conformar el sentido de las oracio-
cosas", que ya hemos mencionado al hablar de su Conceptogra,- nes en las que aparece como predicado. En varios lugares (po.
fía: la lógica no se ocupa simpticiter de cómo llegar a verdades ejemplo en el manuscrito "17 oraciones clave sobre lógica" y
a partir de verdades; no se ocupa de especificar reglas de la en el artículo "El pensamiento", de 1918) Frege dice también
preservación de la verdad en cl razonamiento específicas a la que la noción de verdad es indefinible. Y en "El pensamien-
química, por ejemplo; las leyes de que se ocupa la lógica no to" y en la "Lógica" de 1897 sugiere un argumento a favor
mencionan objetos o conceptos "particulares", sino a lo sumo § de esa tesis de indefinibilidad: dado que afirmar una propo-
I
u,

sición y afirmar que es verdadera es lo mismo, cualquier de-


7Una presentación mucho rnás detallada de la lógica de Frege (en particu- finición de la verdad daría pie a casos particulares, de la for-
lar de la Conceptogra,rfía), que menciona varias complicaciones omitidas aquí, y
que incluye asimismo ur-r amplio examen de su filosofía de la lógiczr, se puede
ma de "P es verdadero si y sólo si A (P)", tales que la parte
ver erl Sullivan 2004. definiente, de la forma de "A (P)", habría de consistir en una
32 MARIo cóvvz ToRRENTE INTRODUCCIÓN A I,A PARTE I 33

prop<-rsición que en realidad contendría la noción misma de su susceptibitidad de ser pensadas por todo ser pensant'e. Su
vcrtlatl, y ufi'ecct'ía pot-tanto sólo un iutcnto circular dc definir conccpcióu normatir-a dc la vcrdad cstá rclacionaCa con stt oh-
la verdad. jetivismo, / sugiere la idea de que hay un estrecho vínculo entre
Incluso si la noción de verdad es indefinible, en el sentido el fündamento metafísico de la verclad y su fundamento episte-
de irreducible a otras, es claro en Frege, como mencionamos mológico. Es difícil evitar la irnpresión de que estas ideas se
en la sección anterior, que posee muchas notas que se pueden acercan especialmente al espíritu de la filosofía kantiana acer-
observar en ella. Una de sus notas viene dada por su caráctet ca de la verdad, incluso si pueden contradecirla en los det¿rlles.
normativo: una verdad es algo que clebe aceptarse y aun afir- Como Frege, Kant rechaza la c<tncepción tradicional de lzr ver-
marse. Frege deja claro tarnbién que el que una proposición dad como correspondencia, pues el ámbito de las cosas más
sea verdadera (o falsa) es una cuestión objetiva, que no admite allá de los fenómenos no es en sí susceptible de ser pensad,r, y
respuestas difbrentes en relación con diferentes sujetos o cul- ve la verdad como una propieclad que los juicitls adquieren en
turas. Tanrbién deja claro (en "El pensamiento") qr" cl que virtud de características "internas" -en virtud de las reglas rel¿r-
una proposición sea verdadera no viene determinado por su tivas a las condiciones de posibilidad del pensamiento irnpues-
correspondencia con otra cosa; la verdad de una proposición o tas por la estructura cognitiva del sujeto trascendental; es¿rs
pensamiento eS una cuestión absoluta, mientras que la corres- caracter'ísticas "internas" están por tanto estrechamente vincu-
pondencia de un pensamiento con otra CoSa es una cuestií¡n ladas a una concepción n<¡rmativa, a saber, Ia de la operación
relativa; además, las correspondencias pueden ser aproxima- de esas reglas. Pero debe subrayarse que la atribución a Frege
das, mientras que la verdad de un pensamiento se da o no se de una concepción kantiana de la verdad sólo puede ser con-
da, sin grados. Una última cosa de interés que Frege dice (en jetural.
"El pensamiento") es que "el significado de la palabra'verdade- Hasta ahora nos hemos ocupado de cuestiones relacionacl¿rs
ro' queda explicado en las leyes de la verdad", leyes que, como con las ideas de Frege acerca del objeto de la lógica. I)iremos
sabernos, son las leyes cle la lógica. algo a continuación sobre sus ideas acerca del fündamento epis-
Lamentablemente, la peculiaridad de la noción de verdad no témico de la lógica. De nuevo se trata de un asunto sobre el qrre
parece recibir ulterior elucidación en la obra de Freqe -aunque Frege dice mucho menos de 1o que desearíamos. I)ice tan poco,
eso sea naturalmente consistente Con su propio punto de vista, de hechcl, que no es infrecuente una opinión como la del gran
que ciertamente parece implicar que no se puede decir mu- historiador de la filosofía analítica Alberto Coffa, que después
cho sobre la verclad-. Pero es inevitable especular s«rbre qué de refbrirse a la escasez de pronunciatnientos de Frege sobre el
concepciírn o concepciones de la verdad son compatibles con asunto, dice: "f,a conclusión parece inevitable: el padre de la
las intuiciones y argumentos de Frege incluso si Frege pudiera lógica moderna no tenía opiniones acerca del fundament.o de
haber rechazado tales especulaciones. El rechazo del corres- la verdad lógica" (Coffa 1991, p. l2\.
pondentismo, y el rechazo aun más general de la idea de que Hay al menos otra posibilidad interpretativa. El que alguien
la verdad tenga una naturaleza relacional, sugieren que el fun- no se pronuncie sobre algo desde luego no quiere decir que no
damento metafísico de la verdad ha de radicar en algún tipo tenga opiniones sobre ello, pero más importante aún: ceteri.s
de propiedad interna de las proposiciones o pensamientos. El paribtts, una falta de pronunciamientos normalmente deberá
objetivismo de Frege sugiere además que esa propiedad consis- verse como dando a entender que se acepta alguna postura
te en alguna característica de las proposiciones que trasciende comúnmente admitida en el medio en el que el autor se mueve
su susceptibilidad de ser pensadas en virtud de peculiaridades o por et público al que se dirige. En el caso de Frege, no es
cognitivas de los distintos seres pensantes o culturas pensan- inverosímil pensar que la escasez de pronunciamientos sot¡re
tes, es decir alguna característica que consista precisarnente en el fundamento epistémico de la lógica se debe, simplemente, a
34 MARIo cóunz ToRRENTE IN'IRODT]CCIÓN A LA PAR]'E I 35

que Frege da por supuesto una vez más que la filosofía kantiana to con una corrección de la concepción kantiana de la lógica
ha proporcionado una cxplicación cscncialmente correcta de cn sí)
ese tipo de fundamento. Concluiremos esta breve nota sobre la filosoña de la lógica
El tugar donde Frege es más explícito acerca de sus opinio- de Frege con unas no menos breves observaciones sobre lo que
nes sobre la epistemología de la lógica es Los fundamentos de podríamos llamar la cuestión de la "metalógica" de Frege. La
la aritmética (Frege 1884). Ahí deja claro que tiene la inten- rnetalógica es el estudio que toma como su objeto a la lógica,
ción de usar las distinciones analít\co/ sintético y a priori/ a pos- especialmente el estudio que se puede llevar a cabo usando
teriori en el sentido pretendido por Kant. También deja cla- herramientas lógicas y matemáticas. Por [o dicho hasta aho-
ro que piensa que las leyes de la lógica no pueden ser sino ra cabría sin duda esperar que para Frege hay algún tipo de
a priori al ser completamente generales: bajo el supttesto de dificultad a la hora de estudiar o pensar la lógica, pues hay
que Sean efectivamente conocidas, no pueden ser sino cono- algún tipo de dificultad a la hora de pensar la noción de ver-
cidas a priori, pues no nlencionan ninguna particularidad de dad, que entra de forma esencial en la caracterización de su
las cosas, sino únicamente conceptos de aplicación totalmente naturaleza. Además, Frege, a diferencia de lo que es normal
general u objetos caracterizables en términos de esos concep- en las presentaciones habituales de Ia lógica en la actualidad,
tos. El carácter a priori de las verdades lógicas se puede mos- no procede ofreciendo primero una caracterización "semánti-
trar a menudo derivándolas mediante inferencias puramente ca" de la extensión del ámbito de las verdades lógicas y luego
lógicas a partir de verdades lógicas "primitivas". Eso reduce la su cálculo, con el objeto de "capturar" esa extensión también
cuestión de explicar el fundamento de la lógica a la cuestión desde un punto de vista deductivo: Frege presenta su cálculo di-
de explicar el fundamento de estas verdades primitivas y de rectamente. Estos y otros hechos acerca de la presentación que
las reglas de inferencia. Frege no dice prácticamente nada so- Frege hace de su propio sistema de lógica han llevado a una
bre esta cuestión, pero no es descabellado pensar que en este distinguida escuela de comentadoresS a proponer que Frege
punto acepta tácitamente la concepción kantiana de la verdad tenía, no sólo una concepción filosófica de la lógica diferente
de la lógica como algo requerido por la estructura cosnitiva de la preponderante (o las preponderantes) hoy en día, sino
del sujeto trascendental, en este caso por las formas del jui- también una concepción radicalmente diferente de los proce-
cio y las categorías puras del entendirniento (e independien- dimientos admisibles en la metalógica. Según estos comenta-
temente de las formas de la intuición). Después de señalar al- dores, la concepción filosófica de la lógica de Frege determinó
gunos puntos en los que discrepa de Kant (en particular al se- que su presentación de la lógica fuera "sintáctica" y que Frege
ñalar que la definición de Kant de los juicios analíticos como no concibiera ningún uso sustancial para una metalógica que
aquellos donde el concepto del predicado está contenido en empleara las nociones "semánticas" que hoy en día se usan de
el concepto del sujeto es insuficiente al haber proposiciones forma común.
de otras f<rrmas que la forma sujeto-predicado), Frege subra- Sin duda Frege tenía una concepción filosófica de la lógica
ya: "con el fin de no exponerme a la acusación de hacer crí- diferente de las que preponderan hoy en día; en Ia actualidad
ticas mezquinas a un genio al que sólo podemos contemplar es difícil encontrar defensores de ideas como las anteriormente
con admiración agradecida, creo que debo enfatizar las coin- reseñadas acerca de la naturaleza metafísica de la verdad. Ade-
cidencias que por mucho prevalecen" (§ 89), y a continuación más, naturalmente Frege no hace una presentación "semánti-
indica que su discrepancia fundamental de Kant se reduce a 8El patriarca de esta escuela fue Burton Dreben. Seguidores y discípulos
la cuestión del lugar asignado a las verdades aritméticas en suyos han sidoJean van Heijenoort,Jaakko Hintikka, Thomas Ricketts y War-
la división kantiana de los juicios. Es difícil no ver aquí una ren Goldfarb; véase el magistral compendio que hace Goldfarb de esta línea
aceptación tácita de la epistemología kantiana de la lógica 0rr- de interpretación en su "Frege's Conception of Logic" (2001).
36 MARro córrrz ToRRENTE INTRODUCCIÓ}.J A LA I'AR'I'I.] I 37

ca" de la lógica, sino una presentación deductiva o "sintáctica". «lc su cálculo con respecto a una senlántica modelista como la
Perc no es claro qlle estos hechos ?,po)/en sttficienfemenfe nin- .stándar hov en día llerra aparejadas algrrnas complicaciones
guna especulación sobre la cuestión de qué habría sido admi- :rrlicionales, pero responderla negativamente parece igualrnen-
sible en metalógica para Frege. [Jna postura acerca de la ver- lc especulativo.
dad como la de Frese no es en principio incompatible con una
aceptación de los llamados recursos "semánticos" en metaló- Bibliografía
gica. Estos recursos no requieren una concepción particular
de la naturaleza netafísica de la verclad, sino únicamente una A. ITejerencias citadas en el texto
aceptación de la matemática conjuntista por medio de la que
(l<rffa,J.A.,
1991 , The Semantic Traditionfrom Kant to Carnap. To the
se formulan,.junto con una expectativa razonable, que puede
Vienna Station, Cambridge University Press, Cambridge.
tener muchos motivos, de que esos recllrsos proporcionan un
l)unrmett, M.A.E., 1981, Frege. Philosophy of' Langtr,age, 2a. ed., Duck-
instrumentr¡ alternativo y científicamente útil para la caracteri- worth, Londres.
zación cle ciertc¡s conceptos como el de verdad lógica. Como ()oldfárb, W., 2001, "Frege's Conception of Logic", en J. Floycl y
Tarski argumentó convincentemente, el aparato "semántico" S. Shieh (comps.), Future Pasts. The Analytic T'raditir¡n in Twentieth,-
para el estuclio de la lógica, eue él sistematizó de forma de- Century Philosophy, Oxford University Press, Oxford, pp. 2-41.
finitiva, es en gran medicla filosóficamente neutral. Por otro Sullivan, P.,2004, "Frege's Logic", en D. Gabbay yJ. Woods (comps.),
lado, el hecho de que Frege no utilizara esos recursos podría Handbooh of the History of Logic. Volume 3. The Rise of Modern Logic:
ser explicable meramente por el hecho de que no habían sido From Leibnizto Frege, Elsevier North-Hollancl, Árnsterdam,pp. 659-
desarrollados -en realidad, Frege da algunr-rs de los primeros 750.
pasos en el largo proceso que posibilitará su aparición.
R. Otras lectu,ras recomendable.s sobre la lógica
Además, la idea de que Frege presenta "directamente" su
y la.filosofía de la lógica de Frege
cálculo deductivo, sin buscar "capturar" con él una determi
nada comprensión preexist.ente de la semántica de las expre- Illarrchette, P.A., 2072, Frege's Conception of Logic, Oxford University
siones lógicas, sólo puede defbnderse (y así lo hacen los co- Press, Oxford.
mentadores mencionados) a costa de introducir matices de Burge, T., 2005, Truth, Thought, Reason. Essays on Frege, Oxford Uni
sofisticada sutileza. Como vimos en la sección anterior, Frege versity Press, Oxfbrd.
Fleck, Jr., R.G., 2072, Reading Frege's Grundgesetze, Clarendon, Ox-
es muy explícito acerca de la interpretación que da a las ex-
ford.
presiones lógicas, y además claramente justifica algunas de sus
Macbeth, D., 2005, Iiege's Logic, Harvard University Press, Cam-
reglas por referencia a esa semántica, 1o cual es especialmente bridge, Mass.
evidente en su.iustificación de la regla que permite derivar una
fórmula de la forma de "G I (Vx)F' (x)" de una fórmula de
la forma de "(Vx)(C f F(*))" cuando "x" no aparece en G.
Esto sugiere fuertemente que Frege no habría objetado a un
estudio metalógico cuando menos de la corrección del cálculo
proposicional con respecto a una semántíca bivalente como la
que él rnismo esboza, ni a un estudio metalógico del cálculo
de predicados mediante una caracterizacíón más precisa que
la suya de la semántica del cuantificador universal. La cuestión
de si habría objetado a un estudio metalógico de la compleción
CONCEPTOGRAFÍA-
UN LENGUAJE DE FÓRMULAS, CONSTRUIDO A SEMEJANZA
DEL LENGUA.IE ARITMÉTICO, PARA EL PENSAMIENTO PURO

*Título original: Begrffischrift, eine der arithmetischen nachgebildcte Formel-


sprache d¿s reinen Denkens,Louis Nebert, Halle, 1879.
Traducción de Hugo Padilla. Revisada para el presente volumen y compul-
sada con el original alemán por Martin Fricke.
pnóloco
La adquisición del conocimiento de una verdad científica pasa,
como regla, por varios grad.os de certidumbre.@uizás conjetu-
rada al principio sobre la base de un número insuficiente de
casos par-ticulares, una oración general se consolida cada vez
rnás firmemente al conectarse con otras verdades a través de
cadenas de inferencias -ya sea que de ella se deriven conse-
cuencias que encuentren confirmación de otra manera, ya sea
que, a la inversa, se la reconozca como consecuencia de oracio-
nes ya establecidas-;Según esto, se puede preguntar, por una
parte, por el camino a través del cual se alcanzó gradualmente
una oración y, por otra, por la manera en que ñnalmente se la
fundamenta con máxima ftrmeza. Acaso la primera cuestión,
en el caso de hombres diferentes, tendrá que ser contestada
de modo diferente; la segunda es más definida y su respuesta
se conecta con la naturaleza interna de la oración considerada.
Resulta patente que la prueba más firme es la que es puramente
lógica; ésta, prescindiendo de las características particulares de
la cosa, sólo se funda en las leyes sobre las que descansa tod<r
conocimiento. Por tanto, dividimos todas las verdades que re-
quieren una fundamentación en dos clases: mientras que en
el caso de unas la prueba puede proceder de una manera pu-
ramente lógica, las otras tienen que apoyarse en hechos eln-
píricos. Pero es perfectamente compatible el que una oraci<irr
pertenezca ala primera clase y que, sin embargo, jamás pudie-
ra llegar a ser consciente en una mente humana si no hubiese
actividad sensorial.l De esta manera, no es el modo psicolóuic<r
de producirse, sino el tipo de prueba más perfecto lo que estlr
I Esto último vale para todos los juicios, puesto que sin
percepcirirl scn-
42 CONCEPTOGRAFÍA PROLOGO 43

en [a base de la clasificación. Cuando me planteé la pregunta Creo poder hacer máximamente clara la relación de mi conY
dc a cuál cle cstes dos clases pertenecen los juicios matemáti- reptografía con el lengrraje de Ia vida cotidiana si la comparo
cos, tuve que ver primero qué tan leios se podría llegar en la con la que hay entre el microscopio y el ojo. Este último, por el
aritmética exclusivamente por medio de inferencias, apoyado alcance de su aplicabilidad y la flexibilidad con la que se sabe
sólo en las leyes del pensamiento que están por encima de to- adaptar a las más diversas situaciones, posee gran superiori-
das las particularidades. Mi procedimiento fue éste: primero dad frente al microscopio. Considerado como aparato óptico,
busqué reducir el concepto de ordenación en una serie a la muestra sin duda muchas imperfecciones que, comúnrnente,
consecuencia lógica y de ahí progresar hasta el concepto de pasan desapercibidas sólo a resultas de su estrecha conexión
número. Para que no pudiera introducirse inadvertidamente con la vida mental. Pero tan pronto como los propósitos cien-
algo intuitivo, todo tenía que depender de que se suprimiera tíficos exigen grandes precisiones en las distinciones, el ojo
toda laguna en la cadena de inferencias. Al procurar cumplir resulta insuficiente. Por el contrario, el microscopio es de lo
lo más rigurosamente posible con este requerimiento encon- más apropiado para tales fines, aunque por ello no es utilizable
tré un obstáculo en la inadecuación del lenguaje: además de para todos los demás. 't1'

lo prolija que resultaba la expresión, cuanto más complicadas Así, esta conceptografía ha sido ideada como un auxiliar
eran las relaciones tanto menos podía alcanzar la exactitud que para determinados propósitos científicos y no se la puede con-
requería mi propósito. De estas necesidacles nació la idea de la denar por no servir para otros. Si cumple razonablemente bien
presente .o.t."pto grafía. Por 1o pronto, [ésta debe servir para con esos propósitos, entonces no importa que se puedan echar
probar de la manera más segura la precisión de una cadena de menos nuevas verdades en mi trabajo. Me consolaría, sobre
de inferencias y para indicar toda presuposición que quisiera esto, la conciencia de que también un desarrollo del método
colarse inadvertidamente y poder investigarla en su origenlPor hace prosperar la ciencia. Ya Bacon consideraba preferible in-
ello, se evita expresar cualquier cosa que carezca de significado ventar un medio por el que se pudiera descubrir fácilmente
para lainferencia lógicalSchlussfolgel.En § 3, he designado como cualquier cosa, a descubrir algo particular, y, por cierto, todos
contenido conceptual lbegrffiicher Inhalt] aquello que únicamen- los grandes progresos científicos recientes han tenido su origen
te me importaba. Esta aclaración se deberá tener siempre en en un perfeccionamiento del método.
mente si se quiere entender correctamente la naturaleza de mi También Leibniz rec<¡noció las ventajas de un modo adecua-
lenguaje de fórmulas. También de aquí resultó el nombre "con- do de simbolización; quizás las sobreestimó. Su idea de una
ceptografía". Puesto que me he limitado a expresar, inicialmen- característica general, de un calculus philosophicus o raciocina-
te, relaciones independientes de las propiedades específicas de tor,2 era tan gigantesca que el intento de desarrollarla hubo
las cosas, pude también emplear la expresión üllenguaje de fór- cle quedarse en los meros preparativos. El entusiasmo que se
mulas para el pensamiento puro".'La construcción a semejanza zrpoderó de su creador cuando ponderó el incremento inmen-
del lenguaje de fórmulas de la aritmética, que he indicado en el so de la capacidad mental hurnana que podría resultar de un
título, se refiere más a las ideas fundamentales que a las formas rné'todo de simbolizacíón apropiado a las cosas mismas, lo hizo
particulares. Estuvo del todo lejos de mí cualquier propósito de subestimar las dificultades que se oponen a una empresa así.
establecer una semejanza artificial por entender al concepto Pero, si no se puede alcanzar una meta tan alta en un intento,
como la suma de sus notas. En lo que está más próximo mi len- rro hay que desesperar de lograr, paso a paso, una aproxima-
guaje de fórmulas al de la aritmética es en el modo de utilizar ci<in más lenta. Si una tarea parece irresoluble tomada en toda
las letras. su generalidad, habrá de limitarla provisionalmente, pues, tal
2 Sobre esto, véase Trendelenburg, Ilistorische Beürtige zur Philosophie
sorial es imposible cualquier desarrollo mental en los seres que nos son co-
nocidos. l1ontribuciones históricas a la fi.lo.sofiaf, volumen III.
44 CONCEPTOGRAFÍA PRÓLOGO 45

vez, se la logre resolver mediante ampliaciones graduales. En rrrra protección contra una influencia unilateral de uno de esos
los símbolos aritrnéticos, geométricos, químicos, se ptteden \¡er rn«'dios de expresión.
realizaciones de la idea leibniziana en áreas particulares. La [,a mera invención de esta conceptografía, me parece, ha
conceptografía aquí propuesta añade una más a éstas, y cier- lrt'<.lro prosperar a La lógica. Espero que los lógicos, sino se
tamente una que se sitúa en el medio, adyacente a todas las «lcjan intimidar por una primera impresión ante lo extraño,
demás. A partir de aquí, se abren, por tanto, Ias más amplias rro nieguen su aceptación a las innovaciones a las que me vi
perspectivas para llenar las lagunas de los lenguajes de fór- irrrpelido por una necesidad inherente al asunto mismo. Esas
mulas existentes, para conectar en un solo dominio las áreas rliscrepancias con lo tradicional encuentran su justificación en
separadas hasta ahora y para ampliarlo a áreas en las que tal r¡tre la lógica, hasta ahora, siempre se ha ajustado demasiado
lenguaje faltaba. t'strechamente al lenguaje y a la gramática. En especial, creo
Confío, sobre todo, en una exitosa aplicación de mi concep- <¡rre la sustitución de los conceptos de sujeto y predicado por
tografía cuando se tenga que poner un valor especial en la los de argumento y función, se acreditará con el tiempo. Es fá-
precisión de una prueba, como cuando se trata de los funda- <'il ver cómo concebir un contenido como una función de un
mentos del cálculo diferencial e integral. :u'sumento tiene el efecto de una fc¡rmacií¡n conceptual. Más
Me parece más fácil aún extender el dominio de este len- rrtin, la dernostración de la conexión entre los significados de
guaje de fórmulas a [a geometría. Só1o se tendrían que añadir lrrs palabras si, ), no, o, existe, alguno.s, todos, etcétera, merece
algunos símbolos para las relaciones intuitivas que allí apa- :rtención.
recen. De esta manera se obtendría una especie de nnalysis Con respecto a algunos detalles, sólo merece una mención
.situs. t'special lo siguiente.
El paso a la teoría pura del movimiento y aún a la tnecánica La restricción, en § 6, a un solo modo de inferencia se jus-
y a la fisica podrían seguirse de aquí. En estas últirnas áreas, tifrca en virtud de que enlafundamentación de una concepto-
donde junto a la necesidad racional se hace valer la necesidad urirfía de este tipo, los componentes primitivcls se tienen que
natural, es donde fácilmente se puede prever un mayor desa- l()mar tan simples como sea posible si se quiere lograr orden y
rrollo del modo de simbolización en la medida en que avance « l¿rridad. Esto no excluye el que, posteriormente, transiciones de

el conocirniento. Pero, por eso, no es necesario esperar hasta varios juicios a uno nuevo, transiciones que según este único
que parezca haber llegado a su fin ese avance. rrr«rdo de inferencia sólo son posibles de manera mediata, se
(Si .r una tarea de la filosofía romper el dominio de las pa- t'«rnviertan por mor de la abreviación en inmediatas. De hecho
labras sobre la mente humana descubriendo los engaños que ('sto se podría recomendar para alguna aplicación posterior.
surgen casi inevitablemente sobre las relaciones de los concep- I)e esta manera, pues, surgirían más modos de inferencia. Pos-
tos en el uso del lenguaje, al liberar al pensamiento de la con- Ir:riormente me he dado cuenta de que las fórmulas (31) y (al).
taminación que proviene únicamente de la naturaleza de los ¡ltreden reducirse a
medios lingüísticos de expresión, entonces mi conceptografía, a:
más desarrollada para estos propósitos, podrá ser un instru-
F (---- a)

mento útil a los filósofos)§iertamente, tampoco representa de


¡ror lo que son posibles aún algunas simplificaciones.
manera pura a los pensamientos, cosa que n:, parece ser po- i-(lomo he señalado al principio, la aritm ética ha sido el pun-
sible con un medio de presentación externol pero, por una Io rle partida del curso de pensamiento que me ha conducido
parte, se pueden limitar esas desviaciones a las inevitables e
inocuas |, por otra parte, en virtud de que son de un tipo to- *
Frege se refiere a las fórmulas que con esos números aparecen en la
talmente distinto a las que son propias del lenguaje, se ofrece l':rrte II de su Conceptografía. [N. del t.]
46

a
CONCEPTOGRAFÍA

mi conceptografía. Por tanto, a esa ciencia pienso aplicarla


prirnclo, trátando dc analizar más sus conceptos y dt firnda-
rn".rtu, más profundamente sus teorema*lPor lo pronto, en la
tercera Parté he comunicado algunos resultados preliminares
r
que apuntan en esa dirección. La prosecución del camino in-
di.adl, la elucidación de los conceptos de número' magnitud,
etcétera, será objeto de otras investigaciones que aParecerán
inmediatamente después de este escrito.
CONTENIDO TEMÁUCO
Jena, 18 de diciembre de 1878.

I. EXPI-ICACIÓN DE LOS SÍMBOLOS

§ l. Letras y otros símbolos 5l

Er-.JUTCIO

§2 Contenidos.juzgables. Barra de contenido. Barra de juicio 5l


§3 Sujeto y predicadr¡. Contenido conceptual 52
§4 .|uici«rs universales, pzrrticulares, negativos, categóricos,
hipotéticos, disyuntivos, apodícticos, asertivos,
problemáticos . 54

I,A CONDICIONAT-IDAD

§ 5. Si. . . la barra de condición . 1-r l-r

§ 6. La inferencia. Los moclos aristotélicos de inferencia 5r]

I,A NEGACIÓN

§ 7. La barra de negación. o, o. .. o, y, pero, y no, ni. nl 60

I-A IGUALDAD DE CONTENIDO

§ 8. Necesidad de un símbolo para la igualdad de contenido.


Introducción del mismo. ()'l

LA FUNCION

§ 9. Definición de los términos "función", "argumento".


Funciones de varios argumentos. Lugares de argumento
Sujeto, objeto (;(i
48 CONCEPTOC}RAF ÍA CON'IENIDO TEMÁ-TICO 49

"A tierre la Consecuencias


§ 10. Uso cle letras com() sítnholos de funci<in §25 119
pr-opicderl'P"."ll I'ct:i'-'n !'' r'"lf i'i1r r/r r'p'i11¡'¡'tÓ dt' 4" sq6 Ff serr,irs. r,rr r,r";";;
r) - - .. . ... .. 122
"B es resultaclo cle una aplicación del procedimiento Ú §27 Consecuencias t24
s<-¡l>t'e el objeto ,4". El sírnbolo cle firnción collLo §28 Otras consecuencias . 131
zrrgulncrlto ... 69
§2e "z pertenece a la serie/que comienza con x". Definición y
consecuencias . 135
T,A (}I,N I.]RAI,I D'\ I) Otras consecuencias 137
§30
I-etras góticas. L,¿r concavidird dc la barra de contenido. §31 Univocidad cle un procedimiento. Definición y
§ 11
Sustituibiliclacl dc las letr¿rs sírticas. Su clominio. Lctras consecuencias . 141
l:ltinas 70

§ 12 Hal'algruras
/()t-
('()sils (lue llo Ntt hav Hal alu<r
Cada.'Ibclo. Conexiotrcs causales. Nirreún. Algunos
no. Alsunos. Es posiblc qtlc -. Cuaclraclo dc oposici<itt
l<iqica 74
-.
II. RE,PRESEN'I'¡\(IIÓX V DE.DU(](]IÓN DII AI,C}LINOS
.JLIICIOS DEL PIINSAMII'.NTO PURO

§ 13. Lltiliclad del modo de pt'escrtt¿lci<'ru dccluctivo ..... -h


ll

§ 11. I-ars prirneras dos lcycs firntlatncut:lles clc l¿r


r:onclici<-rnalidad 78
§ 15. ,\lgunas c()rlsccueltcias . 82

§ 16. I-¿r tercet'a ley furrclituretrl-al cl<-'Ia «:onclicir¡naliclzld y


collseclletrc:ias . t3!)

§ 17. l,a pr-irnera ley firrrclzrmetrtal dc la negación y


consecucnci¿rs . .... 100

§ 18. l,a segunda ley firnclamental cle la negirciírn v


corrsecuertcias . .... 101

§ 1e. L,a ferccr¿r ley firnclantent:rl de la neqaciótr


v c0nsccuencias 101"r

§ 20. I.a prirncra ley fund¿rment:rl dc la igtralclad de c<¡ntenido y


consecucncias .
I09
§ 21. La sesunda lcy fündarnetrtal dc l¿t isuald¿rd de contcnido y
consecuellclas . . ilO
§ 22. f-¿t ley firnclarnent¿rl cle la senerirlidacl y consecucncias . 111

III. ALGUN;\S C]TiE.STIONE,S DE UNA TEORÍA


GENERAI, DE LAS SERIES

§23 Oliscrv¿rciones int.roductorias . 116

§24 h.l heredirrse. Duplicaci<in de la barra de .juicio' Lctras


gricgas minúscul¡rs. . . 1 1ri
r. ExPLTcACIóN DE Los sÍNtsoI-os

§ 1. Los símbolos usados en la teoría general de las magnitu-


des se dividen en dos clases. La primera comprende las letras,
cada una de las cuales representa ya sea un número que se
deja indeterminado o una función que se deja indeterminada.
L,sta indeterminación hace posible que las letras se usen para
expresar la validez general de las proposiciones, como en
("*b)c-ac*bc
f,a otra clase comprende aquellos símbolos como *, - , J , 0, l,
2, cada uno de los cuales tiene su propio significado particular.
Adopto esta idea bdsica de distinguir dos clases de símbolos, cosa
que por desgracia no se lleva a cabo estrictamente en la tecl-
ría de las magnitudes,3 para hacerla utilizable en el dominio mds
amplio del pensamiento puro en general. Por tanto, divido todos
los símbolos que uso en aquellos mediante los cuales se pueden
representar diferentes cosa,s y aquellos que tienen un sentido completa-
tnente determinado. La primera clase consta de letras, y éstas han
de servir principalmente para expresar La generalidad. Pero, a
pesar de su indeterminación, se debe insistir en que una le-
tra conserue err el mismo contexto el significado que ya se le
haya dado.

EL JUICIO

§ 2. Unjuicio siempre ha de expresarse por medio del símbol<r

F
símbolo o
colocado a la izqttierda del combinaciones de sím-
bol<¡s en que se expresa el contenido del juicio. Si se omite lzt
3 Piénsese en los símbolos 1, log, sen, lim.
l/o
52 CONCEPTOGRAFÍA L,XPI,ICACIÓN DE LOS SÍUIT«)I.oS I)3

pequeña barra vertical en el extremo izquierdo de la horizon- derivar de uno, en combinación con otr«ls.iuicios determin¿r-
tal, cstc ti-ansforma lljtlicic) en Llna mera comhinación de ideaq dos. se puedan tamhién deriv:rr clel rltrcl en combinacitin con
acerca de la cual quien la escribe no expresa si reconoce o no los mismos juicios; en segundo luuar, de tal fclrma que est()
verdad en ella. Por ejemplo, cligamos que no sea el caso. f,as dos proposiciones: "en Platea los griegos
clerrotaron a los persas" y 'oen Platea los persas f'ueron derrrlta-
l-a 4
dos por los griegos" son distintas de la primera manera. Auu
significa el juicio: "los polos magnéticos opuestos se atraen", cuando se puede reconocer una pequeña diferencia en el senti-
entonces do, no obstante, la concordancia prevalece. Ahora bien, llan'rcr
A contenido conceptual a aquella parte del c<¡ntenido que es l¿r mis-
no expresará - que sólo ha de provocar en el
ese.iuicio, sino rna en ambos.juicios. Puesto que sólo ésta tiene significado par:r
lector la representación de la atracción recíproca de l«¡s polos la conceptografía, no necesit«¡ hacer distinción alguna entl-e
opuestos, para, digamos, sAcar consecuencias de esto /, con proposiciones que tienen el mismc¡ contenido conceptual. Si
ellas, probar la corrección del pensamiento. En este caso, para- se dice "el suieto es el concepto del que trata el juicicl" es() es
.fraseamo.§ por medio de las palabras
"la circunstancict, de que" o ciert«r t¿rrnbién del objeto. Por t-anto, sólo se puede decir: "cl
" ln, proposición de que" . sufetcl es el concepto clel que principahnente t.rata el .iuici«r".
No cualquier contenido puede convertirse en unjuicio al an- l,l lugar del sujeto en la serie de palabras tiene en el lenguajc
teponerle f- a su símbolo; ncl, por ejemplo, la representación el significado de un lugar sobresal,ienle, et1 donde se potre l<t
"casa". Por tauto, clistinguimos entre contenidos.iuzgables y no que se rltriet-e,que atraiga la atención de quien escuchtl (véasc
juzgables.t' tartrbién § 9)l(Esto, por ejernplo, puede tener el propitsittt de itr- '
La barra, horizontal, a partir de la cual se forma el símbolo clicar una relación de este juicio con otrosJ, con ello, facilitar
al <lyente la captación del coutext«t entero.]Así, todos lcls r:ts-
F, junta en un todo los símbolos que lo siguen, y la afirmación ex-
presada por la barra uertical en el extremo izquierdo de kt, horizontal gos visibles clel lenguaje que surgen sólo de la interacci<in derl
atañe a ese todo. A [a barra horizontal se le llama barra de conte- hablante y el oyent.e -cuando, por ejemplo, el hablante tol)ril
barra vertical barra de juicio. Sirva también la barra de
nid,o, a la en consicleración la expectaci<in del oyente e intenta ponet-ltr
contenido, además, para poner en relación cualquier símbolo sobre la pista Correcta aun antes de pronunciar una oracidrn-,
con el todo de símbolos que sigue a la barra. Lo que sigue a la nada tienen que les corresponda en mi lenguaje de fórmulzts,
barra de contenido debe tener siempre un contenido juzgable. y, qr"l.la única cosa relevante en un.iuicio es lo que infltry'e
en sus posible.s consecltenciaii,Todo 1o que es necesario para una
inferencia válida se expresará cabalmente; pero 1o que n() cs
§ 3. En mi mod<¡ de representar un juicio no se hace una distin-
necesario por' 1o general no se indicará: nada' se dejarri a, lrt
ción entre sujeto y predicado. Parajustificar esto, advierto que los
cortjetura. En esto sigo por completo el ejemplo del lenguirit'
contenidos de dosjuicios pueden ser distintos de dos maneras:
de fórntulas matemátic<¡ en el que tarnbién sólo fcrrzánclol<l st'
primero, de manera tal que las consecuencias que se pueden
puede distinguir entre sujeto y predicado. Se puede concebit'
a
Lrtilizo las letras griegas como abreviaturas; si no las defino específiczr- un lenguaje en el que la proposición'Arquímedes pereció ern l:t
mente, el lector puede clarles un sentido apropiaclo. toma de Siracusa" pudiera expresarse de la siguiente maneril:
l' Por otra parte, la circunstancia de que hay casas (o una casa) (véase § 12), "la muerte violenta de Arquímedes en la toma de Siracusa ('si
sería un contenidojuzgable. Pero la representación "casa" es sólo una parte de un hecho". Ciertamente, también aquí se puede, si se qttiet'c,
é1. En la proposición "la casa de Príamo era de madera", "casa" no se puede
sustituir por "circunstancia de que hay una casa". Otra r:lase de c<¡nteniclo n<r
clistinguir entre sujeto y predicaclo, pero el sujeto encierrzr cl
juzgable es, por ejemplo, el que se encuentra.junto a la fórmula 81. contenido completo y el predicado sólo tiene el propósito «lt'
54 CONCEPTOC;RAFÍA ExPLICACIóN DE Los sÍMB«lt,cts 55

presentarlo como unjuicio. Semejante lenguaje tendría únicamen- del juicio . Pero, puesto que con esto no se toca el contenido concep'
te un predicado para todos los jrricios, e eeh?r, "('.t ttn herho". Se ve ttml elel juirio. la forma d,el lririo o,pod,ícti,co no ti,en'e pa,ra, no.sotro.s
que en absoluto puede hablarse aquí de sujeto y predicado en importancia alguna.
el sentido habitual. Nuestra conceptog'rafía es un lenguaje así, y el Cuando se propone una proposición como posible, o el ha-
símbolol es, en é1, el predicado común pnra toclos lo.s juicios. blante se abstiene de juzgar, con lo cual indica que no conoce
En el primer esbozo de un lenguaje de fórmulas me dejé ley alguna de la cual se podría derivar su negación, o dice que
llevar por el ejemplo del lenguaje componiendo los juicios con la negación de la proposición en su forma general es falsa. En
sujeto y predicado. Pero pronto me cc)nvencí de que esto era este último caso, tenernos lo que habitualmente llamamos un
contrario a mi propósito particular y de que sólo conducía a juicio particular afirmatiuo (véase § 12). "Es posible que la Tierra
formas prolijas inútiles. alguna vez choque con «rtro cuerpo celeste", es un ejemplo del
primer caso, y o'u, resfriado puede causar la muerte" es un
ejemplo del segunclo.
§ 4. Las observaciones siguientes deben explicar el significado,
para nuestros propósitos, de las distinciones que se hacen en
t,A CONDICIONALIDAD
relación con los juicios.
Se distingue entre juicios uniuersalcs y particulares: en reali- § 5. Si A y B significan contenidos juzgables (véase § 2), enton-
dad no es ésta una distinción entre -juicios, sino entre conteni- ces, hay las siguientes cuatro posibilidades:
dos. S¿ debería decir: "un juicio con contenido uniuersal", "un juicio
1) A es afirmaday B es afirmada;
con contenido particular". Ya que esas propiedades correspon-
den al concenido, aun cuando éste no se proponga como un 2) A es afirmaday B es negada;
juicio, sino como proposición. (Véase § 2.) 3) A es negada y B es afirmada;
Lo mismo vale para la negación. Por ejemplo, en una prue- 4) A es negaday B es uegada.
ba indirecta se dice "supóngase que los segmentos AB y CD no
fuesen iguales". Aquí, el contenido de que los segmentos AB
f--a
l,__ B
y CD no sean iguales, contiene una negación; pero este conte-
nido, si bien susceptible de ser juzgado, no se propone como significa, pues, el juicio de que no tiene lugar la tercera de estas
juicio. Por tanto, la negación se adhiere al contenido, sea que posibilidades, sino una de las otras fres. Según esto, si se niega
éste se presente como juicio o no. Así, sostengo que es más
apropiado considerar a la negación como un rasgo de un con- tg
tenido juzgable.
La distinción de los juicios en categóricos, hipotéticos y dis- significa esto que la tercera posibili{ad tiene lugar, esto es, que
yuntivos, tiene, en mi opinión, sólo una significación grama- A se niega y B se afirma.
tical.6 De los casos en que
El juicio apodíctico se distingue del asertivo en que sugie-
re la existencia de juicios universales a partir de los cuales se
--J-^
tg
puede inferir la proposición, mientras que en el caso del aserti-
vo falta tal sugerencia. Cuando designo una proposición como
lo siguiente:
se afirma , huy que resaltar
necesaria, con ello doy una indicación sobre mis fundamentos 1) A tiene que ser afirmada. Luego, el contenido de -B es
completamente irrelevante. Por ejemplo, sea que: I A signi-
6 La justificación de esto ernergerá de la totalidad del texto. fique que 3 x 7 21 y que B signifique la circunstancia de que
-
5t) CONC]EPTOC]RAFÍA EXPLICACIÓN DE T,OS SÍN,IBCIITIS 5l

el Sol brilla. Aquí, sóIo los dos primeros de los cuatro casos La barra horizontal a Ia izquierda de B es la barra de conte-
mcnci.onados son posibles. \lo tiene qtre haher llna conexil¡n nido de R
causal entre ambos contenidos. Según 1o anterior, es fácil reconocer que
2) B tiene que negarse. Luego, el contenido de A es irre- A
levante. Por ejemplo: sea que B signifique la circunstancia de B
que un perpetuum mobile es posibl e y A la circttnstancia de que
el mundo es infinito. Aquí sólo son posibles el segundo y el r
Cuarto de los Cuatro CaSoS. No es necesario que haya una co- niega el caso en que A es negada y B y f son afirmadas. Se
nexión causal entre A y B. tiene que pensar que esto se compone de
3) Podemos hacer el.iuicio _____r_A y r ,
A tB
I

B así como

sin saber si A y B tienen que afirrnarse o negarse. Por ejernplo, --T-


sea que B signifique la circunstancia de que la Luna está en
tB ^
cuadratura [con el Sol] y A la circunstancia de que parece un se compone de A y B. Por lo tanto, tenemos, primero, la neu:r-
semicírculo. En este caso se puede traducir ción del caso en que se niega
f--,-.r -T-^
l_B tB
con ayuda del términr¡ conjuntivo "Si": "si la Luna está en Cua-
y se afirma f. Pero la negación de
dratura fcon el Sol], entonces parece un sernicírculo". Sin em-
bargo, la conexión causal implícita en la palabra "si", no se ex- tB
presa en nuestros símbolos, aunque un juicio de esta clase sólo significa que A se niega y B se afirma. De aquí resulta l«r quc
puede hacerse con base en tal conexión. Pues esa conexión es antes se dio. Si hay una conexión causal, entonces también se
algo general, pero aún no tenemos ninguna expresión para la puede decir: "A es la consecuencia necesaria de B y f" o "si
qeneralidad. (Véase § 12.)
ocurren las circunstancias By f , entonces, también ocurre 4".
Llámese barra de condición a la barra vertical que une a las Resulta igualmente fácil reconocer que
dos barras horizontales. La parte de la barra horizontal supe-
rior que se encuentra a la izquierda de la barra de condición
r
es la barra de contenido para el significado, explicado ya, del A
símbolo complejo B
--l_-^ rriega el caso en que ,B es afirmada, pero A y I son neqad¿ts.
t3 ;
Si se presupone una conexión causal entre A y B, ent<lnc:es
se puede traducir: "si A es la consecuencia neces¿rria clc 1i,
a esto se unirá toclo símbolo que haya de ref-erirse al contenido
entonces se puede inferir que ,l- tiene lugar".
total de la expresión. La parte de la barra horizontal que está
entre A y labarra de condición es [a barra de contenido de A.
58 CONCEPTOGRAFÍA EXPLICACIÓN DE LOS SÍMBOLOS 59

§ 6. De la explicación dada en § 5, resulta que de los dos juicios Aquí, se deja al lector componer, a partir de [- A V l- A, el
A v f-r jtricio
A
B
B
se sigue el nuevo juicio
y ver si concuerda con el juicio X citado.
la Si, por ejemplo, el juicio I n es designado por medio
de XX, entonces también escribo la misma inferencia como
De los Cuatro CaSoS enumerados antes, el tercero eS excluido
sigue:
por
A
Fr-¿
L_B ,
B
(XX) : :
pero el segundo y el cuarto son excluidos por l_A
ln Aquí, los dobles puntos indican que F,B, sólo aludido por
medio de XX, se tiene que construir de una manera diferente
así que sólo queda el primero. de la anterior a partir de los dos juicios apuntados.
Eventualmente podría escribirse así esta inferencia: Si también, digamos, se hubiera designado al juicio l-- l-
A mediante XXX, entonces se escribirían los dosjuicios siguientes

B A
l_n B

l_A r
(xxx) ::
Esto resultaría muy protljo si en los lugares de A y de -B hubiera A
expresiones largas, yz que cada una de ellas tendría que escri- B
birse dos veces. Por ello utilizo la siguiente abreviación. A cada (xx) ::
juicio que aparezca en el contexto de la prueba se le designará J-a
mediante un número que será colocado a la derecha de este
todavía más brevenrente así:
juicio cuando aparezcapor primeravez. A manera de ejemplo,
sea el caso que se haya designado eljuicio A
A B
B r
(xx,xxx)
o uno que contenga a estejuicio como caso especial, por rnedio
de X. Entonces escribo la inferencia así: [-a
(x)
la Siguiendo a Aristóteles, en lógica se enumera toda una serie
rle modos de inferencia; yo sólo me sirvo de éste -al menos
la cn todos los casos en los que un.juicio nuevo se deriva a partir
60 CONCEPTOGRAFíA

de más de un solo juicio-. E,s que la verdacl contenida en otros


rrirtlt.,s dc iirfclctrcia sc pucdc CxprcSer Cn un -iuicic Ce la for-
nra: si vale M y si vale { entonces también vale A; en símbolos:
A
r EXPI,ICACIÓN DE LOS SÍMI}Ot,OS

de la negación de A. Aquí, como en otr-as partes de la concep-


rorr¡2ff11 .in l:r hnrl-¡ de jrri.i.' no se .mi!e ningírn jrricin;

sólo invita a formar la ."o."rI-,íru, de que A no tiene lugar',


sin expresar si esa representación es verdadera.
6l

M Ahora consideremos unos casos en los que se combinan en-


¡/ tre sí los símbolos de corrdicionalidad y de negación.
De este juicio y de f-,ntr y F M, se sigtte, ent«rnces ,l- A, l-r-.'-¡
como se expresa arriba. Así, una inferencia hecha de acuerdo l_B
con cualquier modo de inferencia puede ser reducida a nuestro
caso. Puesto que es posible arreglárselas con un solo modo de significa: "el caso en que ha de afirmarse B y ha de negarse la
inferencia, constituye un precepto de claridad hacerlo así. Ade- negación de A n<¡ tiene lugar"; en otras palabras, "N{) existe
más, de otra manera, no habría ningurru razón para quedarse la posibilidad de afinnar ambas A y B" o " A y rB se cxcluyen
sólo con los rnodos de inferencia aristotélicos, ptles siernpre se tnutualncnte" . I)e est:r manera, sólo quedan los siguicntes trcs
podrían añadir, indefinidamente, nuevos modos; de cada uno C¿lSOS:

de los juicios expresados en las fórmulas en §§ 13-22* se po- A es afirmada y B es negada;


clría hacer un modn de inférencia part.iculat. Con esta li'mitación A es negada y Il es afirmada;
a un solo modo de inferencia, sin embargo, er¿ modo a,lgrmo se preten- A es negaday B es negada.
de expresar una proposición psicológica, sino únicantente zaniar una l)e acuerdo con 1o precedente, es fácil indicar qué signific:r-
cuestión relatiua a lu, forma de la manera má,s expedita. Algunos de <l«r tietre cada trna de las tres partes de la barra hrlrizr¡rrtul <¡rc
los juicios que rernplazan a moclos de inferencia aristotélicos se ¿rntecede a A.
pr".r".rturán en § 22 (fórmulas 59, 62 y 65).t

LA NEGACIÓN
significa: "no exist.e el caso en el que A es negada y la nes¿r'i«in
§ 7. Si se añade una pequeña barra vertical en la parte inferior <le R es afirmada"; o "ambas, A y B, no pueder) ser negurlas".
de la barra de cr¡ntenido, entonces, Con ello se quiere expresar S«ilo quedan las siguientes posibilidades:
la circunstancia de que el contenido no tiene lu,gar. Por ejemplo,
A es afirmada y B es afirmada;
l-r- A A es afirmada y B es negacla;
significa "A no tiene lugar". A esta pequeña barra vertical la A es negada y B es afirmada.
llamo barra de negtción. La parte de la barra horizontal que se juntas, toclas las posibilidades. Las pzrlirt)r'irs "{)" y
.A ,u B agotan,
errcuentr a a la derecha de la barra cle negación es la barra cle "(). . . o" se Llsan, pues, de dos lnaneras:
contenido de A; en contraposición, la parte que se encuentra a ,,A B"
O
la izquierda de la barra de negación es la barra de contenido
sisnifica, en primer lupar, sólo lo mismo que
* Frege se refiere a los teoremas que deriva a partir de l<ts axiomas de su
sisterra en las secciones 13 a22 de la Parte II de su Conceptografía. [N. del t.]
.l
-t- L1-8,
{
Véase nota anterior. [N. del t.l
EXPLICACIÓN DE LOS SÍIT II< )I,()S 63
62 CONCEPTOGRAFÍA

por tanto, que fuera de A y B nada es pensable. Por ejemplo, I se excluyen. Según esto,
si se calienta una masa de gas, entonces aumenta stl t,olttmen o t A
su presión. En segundo lugar, la expresión B
,,A O 8,, se puede traducir así: "ambas, A y B, son hech«rs". Iilit'ilrtrcnte
se ve también que
combina los significados de
A
-------r-r -4 .4

L- B Y -t- l---,-, B

de modo que, en primer lugar, fuera de A y B no hay una terce-


r
puede traducirse como A y B y f" . Si se quiere rcprersetrtar
"
ra posibilidad, y que, en segundo lugar, A y.B se excluyen. De en símbolos "o A o 8", con el significado secundaritl dc lir
las cuatro posibilidades sólo quedan, pues, las dos siguientes: exclusión mutua, entonces se tiene que expresar: -]---t- A
A es afirmada y B es negada; tg
A es negada y B es afirmada. .4. ". Esto produce
v
De las dos maneras de usar la expresión"A o B",la primera, B
que no excluye la coexistencia de A y B, es la más itrrportante A A
y nosotros utilizaremos la palabra "o" en ese .sentirlo. Tal vez sea
apropiado hacer la distinción entre "o" y "o ... o", de modo B B
o también
que sólo esta última tenga el significado secundario de la ex- A A
clusión mutua. Por tanto, podemos traducir B
B
En lugar de expresar, como aquí sucede, "y" po. medio de
Lr- R símbolos de condicionalidad y de negación, se podría también,
por "A o B" . Asimismo, a la inversa, representar la condicionalidad por medio de un
A símbolo para "y" y el símbolo de negación. Se podría introdu-
B
cir, digamos,
(r
r )

tiene el significado de "A o B o f ". IA


como símbolo para el contenido conjunto de l- y de A y por
l-rr-¿ tanto, traducir,
L_B A
significa: "se niega
B
--fr- A "
tg mediante A
u "ocurre el caso en que ambas A y B son afirmadas". En cam-
bio, las tres posibilidades que quedan abiertas según B
---T--i-lr
He elegido la otra manera porque me parece que así se expresa
L_ B de manera más sencilla la inferencía. La distinción entre "y" y
7
64 CONCEPTOGRAFÍA EXPLICACIÓN DE LOS SÍIT,TTI<II,«IS (;5

"pero" es del tipo que no cobra expresión en esta conceptogra- mismos. Esto despierta primeramente la impresión de que aquí
fía. El hablante utiliza "pero" cuando quiere dar una inclicación se trata cle aleo que corresponde ala exbresión solamente, no al
de que lo que sigue es diferente de 1o que de inmediato se po- pensamiento, y de que en modo alguno se requieren símbolos
dría suponer. diferentes para el mismo contenido y, por tanto, tampoco sím-
F-,- ¿ bolo alguno para la igualdad de contenido. Para mostrar que
L_B esta apariencia es engañosa, ellio el siguiente ejemplo tomad'o
de [a geometría. En una circunferencia hray un Punto fijo A
significa "ocurre la tercera de las cuatro posibilidades, a saber,
alrededor del cual se hace girar un rayo. Cuando éste forma
que A se niega y B se afirma". Por tanto, se puede traducir: " B y
un diámetro, llamanros al extremo opuesto a A el punto B aso-
(pero) n<¡ A tiene lugar".
ciado a esa posición del rayo. Luego, de manera más general,
La combinación de sírnbolos llamamos al punto de intersección de ambas líneas el punt<r
B B asociado a la posición del rayo en cada momento, el cual
A resulta de aplicar la regla de que a variaciones continuas de la
posición del rayo deben corresponder siempre variaciones con-
se puede traducir de la misma manera.
tinuas en la posición de B. Por tanto, el nombre B significa algo
F-r-¿ indeterminad.o, mientras no se especifique la posición asociada
L,_ o del rayo. Ah<lra, se puede preguntar: ia qué punto se asocia la
posición del rayo cuando éste es perpendicular al diámetro? La
significa: ""ocurre el caso en que ambas A y B se niegan". Por
respuesta será: al punto A. Por tanto, en este caso, el nombre R
tanto, se puede traducir :
tiene el mismo contenido que el nombre A)Y, sin embargo, no
"ni A ni B es un hecho". se podría haber usado de antemano un solo nombre, ya que la
Las palabras "rr", "y", "ni. . . ni" sólo son tomadas aquí en .iustificación para hacerlo sólo se da a través de esta respuesta.
consideración, por supuesto, en la medida en que unan conte- El mismo punto se determina de dos maneras:
nidos juzgables.
) inmediatamente por la intuición,
I
2) como punto B asociado al rayo perpendicular al
I,A I(}T]ALDAD DE CONTENIDO diámetro.
§ 8. La igualdad de contenido se distingue de la condicionali- A cada uno de estos dos modos de determinación corres-
dad y de Ia negación en que se refiere a nornbres, no a conteni- ponde un nombre particular. La necesidad de un símbolo para
dos. Mientras que normalmente los símbolos son meros repre- la igualdad de contenido se funda, por tanto, en 1o siguiente:
sentantes de sus contenidos, de manera que toda combinación el mismo contenido se puede determinar plenamente de dife-
en la que figuran expresa sólo una relación entre sus conteni- rentes modos; pero que en un caso Particular se da realmente
dos, de pronto se muestran ellos mismos cuando se combinan lo mismo mediante dos maneras tJe determinarlo es el contenido
por medio del símbolo de la igualdad de contenido; pues con de un .iuicio. Antes de que se haga éste se deben asignar dos
ello se expresa [a circunstancia de que dos nombres tienen el nombres distintos, correspondientes a los dos modos de deter-
mismo contenido. Por tanto, al introducir un símbolo para la minación, a lo determinado por ellos. Pero para su expresión
igualdad cle contenido, se produce necesariamente un desdo- el juicio requiere un símbolo de igualdad de contenido que
blamiento en el significado de todos los símbolos ya que de conecte es<¡s dos nombres. De aquí resulta que los nombres
pronto representan su contenido, d.e pronto se representan a sí distintos para el mismo contenido no siernpre son meramente
66 CONCEPTOGRAFÍA E,XPLICACIÓN DE LOS SÍUgTTT,CTS 67

una cuestión ociosa de forma. sino que conciernen al meollo "La circunstancia de que el anhídrido carbónico es más
del asrrnto cuando se conectan con diferentes modos de deter- pe,sado qrre el hidrógeno"
minación del contenido. En este caso, el juicio que tiene por
v
objeto la igualdad de contenido es sintético en el sentido kan-
tiano. Una razón más externa para introducir un símbolo de "La circunstancia de que el anhídrido carbónico es más
igualdad de contenido es que ocasionaltnente es conveniente pesado que el oxígeno",
introducir una abreviatura en lugar de una expresión extensa. son la misma función con diferentes argumentos, si se considc:-
Entonces se tiene que expresar la igualdad de contenido de la ran "hidrógeno" y "oxígeno" como argumentos; por el contr:r-
abreviaturay la forma original. rio, son diferentes funciones Con el mismo argumento si cont<l
F(¿=B) tal se considera "anhídrido carbónico".
Sirva, ahora, como ejemplo: "la circunstancia de que el cetr-
significa, pues, que el símbolo A y el símbolo B tienen el mis-
tro de masa del sistema solar no tiene aceleración si sólo ¿rc-
mo contenido conceptual, de modo que A siempre se puede
túan fuerzas internas en el sistema Solar". Aquí, "sistema Solar"
remplazar por B, y viceversa.
tuparece en dos lugares. Por tanto, podemos concebir de varias
lnaneras esto Como una función del argumento "sistema solar";
LA FLTNCIÓN «lependiendo de si pensamos "sistema solar" como remplazable
cn el primero o en el segundo lugar o en ambos -pero en este
§ 9. Si, expresada en nuestrn lenguaje de fórmulas, pensamos la
último caso en los dos lugares por 1o mismo-. Estas tres fun-
circunstancia de que el hidrógeno es más liviano que el anhídri-
r:iones son todas distintas. La proposición de que Catón mat<i
do carbónico, podemos poner entonces en lugar del símbolo
a Catón muestra lo mismo. Si pensamos aquí "Catón" como
del hidrógeno el símbolo del oxígeno o del nitrógeno. Al hacer
remplazable en el primer lugar, entonces "matar a Catón" es
esto cambiamos el sentido de manera tal que "oxígeno" o "ni-
la función; si pensamos "Catón" como remplazable en el se-
trógeno" aparecen en la relación en la que antes se encontraba qundo lugar, entonces "ser matado por Catón" es la función;
"hidrógeno".
finalmente si pensamos "Catón" Como remplazable en ambos
Si se piensa de esta manera una expresión como variable, se Itruares, entonces "matarse a sí mismo" es la función.
descompone la misma en un componente estable, que repre- Ahora expresamos el asunto en general:
senta la totalidad de las relaciones, y el símbolo que se concibe " Si en una expresión cuyo contenido no necesita ser juzgable, apa
como remplazable por otros y que significa el objeto que se n (:e ltn símbolo simple o compuesto en uno o mds lugares, y lo pen-
encuentra en esas relaciones. Al primer componente lo llamo .\(t,mos corno remplazable por algo distinto en todos o en a,lgunos de
función, y al segundo su argumento. Esta distinción nada tiene r,sos lugareq pero siempre por lo mismo, entonces, a la parte de la
que ver con el contenido conceptual, sino que sólo es una cues- mlresión que aparece sin cambio la llamamos función ) a la parte
tión de puntos de vista. Mientras que desde el punto de vista al rurnplazable, su argumento. "
que aludimos antes, "hidrógeno" era el argumento y "ser más Puesto que, según esto, algo puede aparecer como argumen-
liviano que el anhídrido carbónico" era la función, podemos t«r de la función en donde no se
/, a la vez, en lugares tales
también interpretar el mismo contenido conceptual de modo l<'piensa como remplazable, distinguimos los lugares de argu-
tal que "anhídrido carbónico" sea el argumento y "ser más pe- rrrcnto en la función de los demás lugares.
sado que el hidrógeno" sea Ia función. Só1o necesitamos, enton- Se debe tener cuidado de una impresión engañosa a la cual
ces, pensar "anhídrido carbónico" como remplazable por otras f ricilmente da lugar el uso lingüístico. Si se comparan las si'

representaciones, digamos, "ácido clorhídrico" o "amoniaco". grrientes dos proposiciones:


68 CONCEPTOGRAFÍA EXPLICACIÓN DE LOS SÍMBOLOS 69

"el número 20 es representable como la suma de cuatro lugares donde aparece, entonces, por medio de esta concepción, se ob-
nradrado"" tiene una función yte tipn.e lm orgltmcnto nttetn odemtí,.s de l,o.s qrr,e
v ya tuuiere. De esta manera surgen funciones de dos o md,s a,rgu-
mentos. Así,por ejemplo, "la circunstancia de que el hidróeeno
"todo número entero positivo es representable como la
es más liviano que el anhídrido carbónico" se puede concebir'
surna de cuatro cuadrados"
como función de los dos argumentos "hidrógeno" y "anhídrid«l
entonces, parece posible concebir como una función "ser re- carbónico".
presentable como la suma de cuatro cuadrados", la cual tiene Habitualmente, en la mente del hablante el sujeto es el ar-
en una ocasión como argumento "el número 20" y en la otra gumento principal; el que sigue en importancia aParece con
"todo número entero positivo". Se reconoce que esta concep- frecuencia como objeto. A través de la elección de formas sra-
ción es errónea al advertir que "el número 20" y "todo número maticales o de palabras como
entero positivo" no son conceptos de la misma categoría. Lo
que se puede predicar del número 20 no se puede predicar en activo pasivo
el mismo sentido de "todo número entero positivo", aunque es más pesado más liviano
posible que haya circunstancias en que se lo pueda predicar dar recibir
de todo número entero positivo. La expresión "todo núme-
ro entero positivo", por sí misma, no proporciona, como "el el lenguaje tiene Ia libertad de hacer aparecer, a discreciírn,
número 20", una representación independiente, sino que sólo éste o aquel componente de la proposición como argumenttr
adquiere un sentido en el c«¡ntexto de una proposición. principal, una libertad que, sin embargo, está limitada por la
Para nosotros, carecen de importancia los distintos modos pobreza del léxico.
en que el mismo contenido conceptual pueda ser pensado
como función de este o aquel argumento en tanto que la fun-
ción y el argumento estén plenamente determinados. Pero si el § 10. Para expresar una función indeterminada del argumcnto A
argumento está indeterrninado, como en eljuicio "Puedes tomar encerramos entre paréntesis A ) la ponemos en seguida de unu, letra,,
como argumento de la función 'ser representable como la suma por ejemplo,
de cuatro cuadrados'un número entero positivo cualquiera: la o (A).
proposición sigue siendo correcta", entonces la distinción en- Asimismo,
tre funció, y argumento cobra significación en cuanto al conte- tll (A, B)
nido. A la inversa, también se puede determinar el argumento,
aun cuando la función esté indeterminada. En ambos casos, significa una función de los dos argumento.t A y B que ta,mpoco
la totalidad en cuanto al contenido y no sólo en relación con está determinada. Aquí los lugares de A y de B en los paréntesi.s
nuest.ro punto de vista, se descompone enfuncióny argumento, representan los lugares que ocupan A ) B en la función, ya sea que
a través de la contraposición entre lo determinado y lo indetermi- sean únicos o múltiples, tanto para A como Para B. Por lo tanto,
nado o entre lo más y lo menos determinado. ú (A,B) en general es distinto de Ü (B,A).
Si en unafunción un símbolo que hasta ahora se consideraba como
Las funciones indeterminadas de más argumentos se expre-
irremplazable' es pensado conxo remplazable en algunos o todos los
san correspondientemente de la siguiente manera:
7 Un símbolo
pensado previamente como remplazable fen algunos luga-
res], puede asimismo ser considerado ahora como remplazable también en
F@(A)
otros lugares en donde hasta entonces se consideraba como fijo. se puede leer: "A tiene la propiedad @".
70

sc pttede
CONCEPTOGRAFÍA

t-r aducir culrro


-tI/
"B
(A,B)
está err la rclaciórr ú respecto de ,4"
o " B es el resultado de una aplicación del procedimiento ú
r EXPLICACIÓN DE LOS SÍMBOLOS

ce de nuevo la concavidad en la barra de contenido. La barra


horizontal que se encuentra a la izquierda de la concaviclad en
l-e- o(o)
77

sobre el objeto ,4". es la barra de contenido [para el contenido juzgable] de que


Puesto que en la expresión O (o) es válido sea lo que fuere que se ponga en lugar de o;
a (A) la barra horizontal que se encuentra a la derecha de la conc¿r-
el símbolo ó aparece en un lugar, y puesto que podemos pensar vidad es la barra de contenido de @ (o), en donde lo quc se
en remplazarlo por otros sírnbolos,ü, X-con lo cual se expre- ponga en lugar de o debe pensarse como algo determinado.
sarían otras funciones del argumento A-, se puedc, así, concebir Después de lo que se ha dicho sobre el significado de la
O (A) corno unafunción del argumento @. Aquí se ve con especial barra de contenido, es fácil ver qué significa una expresi«ill
claridad que el concepto de función en análisis matemático, al como
que me he adherido en general, es mucho más restringido que -^.%x (o)
el que he desarrollado aquí. Ésta puede aparecer como parte de un juicio como en
l---
' a
LA GENERALIDAD
h-%x(o) , Le.x
I

1o¡
§ 11. En la expresión de unjuicio
se puede considerar siempre
la combinación de símbolos que está a la derecha de J- como Es evidente que de estosjuicios no se pueden derivar juici«rs
función de uno de los símbolos que ahí aparecen. Si en el lugar menos generales al sustituir o por algo determinado como sí
de ese argumento se coloca una letra gólica y si a la barra de contenido acontece en
se le hace una concaaidad en la que se pone esa misma letra, con'to en l-e- o (o)
l->o(o¡, Por medio de ]-ñr-X(o) se niega que X(o) sea siempre un
entonces, esto significa el juicio de que, sea lo que fuere que se consi- hecho, sea lo que fuere que se ponga en lugar de o. Con ellc>
dere como su argumento, esa función es u,n hecho. Puesto que una en manera alguna se niega que se podría dar un significado A
letra utilizada como símbolo de función, digamos @ en @ (A), a o de manera que X (á) fuera un hecho.
puede ser considerada ella misma como argumento de una
l- A
función, entonces puede ser remplazada por una letra gótica,
del modo antes especificado. El significado de una letra góti tt x (o)
ca sólo está sujeto a la restricción, comprensible de suyo, de significa que el caso en que -->X(o) se afirma y A se niega
que la combinación de símbolos que viene después de la barra r)o ocurre. Con ello, en manera alguna se niega que ocurra
de contenido tiene que seguir siendo juzgable (véase § 2) y de cl caso en el que X(A) se afirmay A se niega; pues, como he-
que cuando la letra gótica aparece como símbolo de función rrros visto antes, X (A) puede ser afirmada y, sin embargo, ser
tiene que tomarse en cuenta esta circunstancia. Todas kts demds rrcgada -..yX (o). Por consiguiente, aquí tampoco se puede po-
condiciones o, que se tiene que sujetar lo que pued,e remplazar a una rrcr algo arbitrario en lugar de o sin poner en riesgo la justeza
letra gótica se han de incorporar al juicio. Por tanto, de tal juicio I llichtigheitl deljuicio. Esto aclara por qué es necesaria la con-
siempre se puede deducir una cantidad discrecional de juicios «':rvidad con la letra gótica ahí inscrita: delimita el alcance de la
con un contenido menos general, poniendo en el lugar de la gt,ncralidad indicada por medio de la letra. Sólo dentro de su alcance
letra gótica algo distinto en cada caso, con lo cual desapare- tnttn,tiene su significado la letra gótica; e\ un juicio, la misma letra
72 CONCEPTOGRAFÍA EXPLICACIÓN DE LOS SÍMBOT,OS 73

gótica puede aparecer con diferentes alcances sin que el signi- si A una expresión en la que no aparece a, ) si a sólo estd, en
¿s
ficado quc sc te adjudica cn uno sc cxtienda a los restantes. El A @). Si se niega {-O (o), entonccs
los lugares cle argumento de
alcance de una letra gótica puede incluir el de otra, como el debe ser posible proveer un significado para a, de manera que
ejemplo se niegue A @). Así, si se negara \y(P (o) y se afirmara A,
entonces, debería ser posible proveer un significado para a, de
N4-A (o)
manera que A fuera afirmada y O (") negada. Pero, debido a
U, (o,,) l----r- o (o)
L_A
mtrestra. En este Caso tienen que escogerse letras diferentes, no
eso no se puede hacer, pues este fsímbolo] significa que, sea lo
se podría poner o en lugar de e. Desde luego, está permiti-
que fuere ¿, se excluye el caso en el que @ (a) se niega y A se
do sustituir una letra gótica en todo su alcance por otra de-
terminada, siempre y Cuando en los lugares en los que antes afirma. Por tanto, no se puede negar -\yD(o) y afrrrnar A;
esto es,
había letras diferentes queden posteriormente también letras
F--r-% @(o)
diferentes. Esto no afecta el contenido. S¿ permiten otras sustitu-
ciones únicamente cuando la concaaidad sigue inmediatamente a la L_A
barra d,e juicio, de manera que el contenido del juicio completo De manera similar, de
se ajuste al alcance de la letra gótica. En virtud de que este o (")
caso es muy singular, quiero introducir la siguiente abrevia-
A
ción. [Jna letra cursiua tiene siempre corno su alcance el contenido del
iuicio completo, sin que esto se tenga que señalar por medio de B
una concavidad en la barra de contenido. Si aparece una letra se puede seguir
cursiva en una expresión a la que no precede una barra de jui o @ (o)
cio, entonces esa exPresión carece de sentido. Una letra cursiaa
siempre puede ser sustituida por una gótica que aún no aparezca en A
el juicio; al hacer esto, se coloca la concavidad inmediatamente B
después de la barra de juicio. Por ejemplo, en lugar de si a no aparece en A ni en B,y (D (a) sólo contiene a a en el lugar
l- x (") del argumento. Este caso se puede reducir a los anteriores,
se puede poner dado que en lugar de
o (")
l-r-x(o) ,

sólo cuando a aparece, en X (a), en los lugares de argumento. A


Es también patente que de B
o (") se puede poner
A o (")
se puede deriuar A

ry @

A
(o)
v
B
74 CONCEPTOGRAFÍA EXPLICACIÓN DE LOS SÍMBot,OS t5

o @ (o) Es posible, así, que con algunos significados que se pueden


dar a o.
A
B P (o) haya de aflrmarse y X (o) haya de afirmarse; con otros
puede, a su vez, transformarse en P (o) haya de afirmarse y X (o) haya de negarse;
o @ (o) y aún con otros
,P (o) haya de negarse y X (o) haya de negarse.
A
B
Por consiguiente, se puede traducir: "si algo tiene la propie-
Algo semejante vale cuando están presentes aún más barras de dad X, entonces también tiene la propiedad P" o "todo X es
condición. un P" o "todos los Xs son Ps".
Este es el modo en que se expresan las relaciones causales:
§ 12. Consideremos ahora algunas combinaciones de símbolos.

he-x(o) *[ P (o)
ú (o)
significa que se podría encontrar algo, digamos A, tal que ne-
gara X (A). Por tanto, se puede traducir como "Huy algunas
cosas que no tienen la propiedad X'. significa "no se puede dar a o un significado tal que ambas,
Difiere de esto el'sentido de -P(o) y ú (s) pudieran ser afirmadas". Por tanto, se le puede
traducir así: "lo que tiene la propiedad ú no tiene la propie-
rc-x(o) dad P" o "ningún ú es un P".

Esta fórmula significa: "sea 1o que fuere o, siempre ha de ne-


garse X(o)"; o "no hay nada que tenga la propiedad X'; o, si *[ P (o)
llamamos un X a algo que tiene la propiedad X, "no hay nin- A (o)
gú, X'.
A (o) es negada por p
^91- (") /, por tanto, puede traducirse
-.-Yr niega como "algu-
1-' Y-- z1 (o) L_ ¿(o)
Por tanto, esto último puede traducirse como "huy y's".8 nos ,4s no son Ps".
N,T-P(o) *[ r (o)
L_x(o)
m (o)
significa "sea lo que fuere que se ponga en lugar.4. o, no ocu-
rñ el caso'de que ¡r(o) debiera ser negado y X(o) afirmado". rriega que ningúr^ M sea P, y, por tanto, significa que "algunose
8 Esto ha de entenderse de manera que incluya el caso "hay una A". Por Ms son Ps" o "es posible que un M sea P".
ejemplo, si z1(x) significa la circunstancia de que x es una casa, entonces
a (o) I La palabra "algunos" ha de entenderse aquí siempre de manera que in-
fr-.%r
2, n. 2. «:luya el caso "un". Más explícitamente, se diría "algunos o al menos un".
dice "hay casas o al menos una casa". Véase §
76 CONCEPTOGRAFÍA

Así, se obtiene el cuadrado de oposición lógica

*L P (o)
x (o)
contrarros *[ P (o)
x (o)

ü)
.o 9 th
c
o o
a rr. REpRESENTAcTóx y DEDUccróx DE ALGUNOS
I ti
O Q b) c) JUICIOS DEL PENSAMIENTO PURO
q.
tv

§
J r''a § l3.Ya en la primera sección nos referimos a algunos dc krs
ü)
o o ta ¡rrincipios fundamentales del pensamiento con el ohjet«r rlc
c,
o Ir'¿rnsformarlos en reglas para la aplicación de nuestr<ls sínt-
o lrolos. Estas reglas y las leyes, de las cuales son imágenes, r)()
¡rueden expresarse en la conceptografía porque se hall¿rn «.n
*[ P (o) '*
contrartos *[ P (o) str propia base. En esta sección se han de presentar en sírrr-
x lrolos algunos juicios del pensamiento puro en donde cs() (.s
x (o) (o)
¡rosible. Parece natural derivar los más compuestos de cst«¡s
jtricios de los más simples, no para hacerlos más ciertos, lo «:rr:rl
generalmente sería innecesario, sino para hacer resaltar l:rs rc-
lirciones de los juicios entre sí. Es evidente que no es lo nrisrn«¡
('onocer meramente las leyes que saber también cómo est:irr y:t
rl¿rdas unas por medio de otras. I)e esta manera, se «¡bticrrc
un pequeño número de leyes en las cuales, si se acept:tn las
«1ue están contenidas en las reglas, se incluye, aunque n() rlt'sa-
rrollado, el contenido de todas. También es una ventaj:r «l«.1
rrrodo de presentación deductivo el que enseñe a conoccr' (.s(.
rrircleo. Puesto que de la inabarcable cantidad de leyes frrrnrul¿r-
llles no se pueden enumerar todas, entonces no se alcanzani llr
totalidad corno no sea buscando aquellas que, por sufuerurt,,las
<'ontengan en sí a todas. Aunque ciertamente hay que adrnitir'
r¡ue la reducción no sólo es posible de este modo. De aquí rlrrc
rro todas las relaciones de las leyes del pensamiento se cscl:r-
l'czcan mediante tal rnodo de presentación. Tal vez hayu lrrirr
otra serie dejuicios de los que, con la aceptación de aqucll«rs
* El editor alemán señala que debería decir "subcontrarios". Probablemente contenidos en las reglas, se podría deducir toda ley del pcnsar'.
se trata de un error del propio Frege. [N. del t.] l)e cualquier manera, con el modo de reducción que zrqtrí st'
78 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENT'ACIÓN Y DEDU(]CIÓN 7e

ofrece se explican tal cantidad de relaciones que cualquier otra La fórmula: a


derivación se facilitará mrtcho L
Nueve es el número de proposiciones que constituyen el nú-
b
cleo de la siguiente presentación. Para la expresión de tres de
ésras, las fórmulas (1), (2) V (8), se requiere, aparte de las le- C

tras, solamente el símbolo de condicionalidad; tres, las fórmu- a


las (28), (31) y (41), contienen, además, el símbolo de negación;
dos, las fórmulas (52) y (54), el de igualdad de contenido; y en b

una, la fórmula (58), aparece usada la concavidad de la barra C (2.


de contenido. significa: no tiene lugar el caso en el que se niega
La siguiente derivación resultaría cansada para el lector si
a
quisiera seguirla en todas sus particularidades; la derivación
sólo tiene el propósito de poner a la disposición la respuesta C

para cualquier pregunta sobre la deducción de una ley. b

0,
§14 v se afirma
b a

a (1. b

dice: "se excluye el caso en que ¿ es negada, b afirmada y a afrr-


Pero
mada". Esto es evidente, puesto que a no puede ser negadu y 0,
afirmada alavez. Dicho en palabras, el juicio también se Pue-
de expresar así: "Si una proposición a vale, entonces también b

vale en caso de que una proPosición cualquiera, b, valga"' Por C

ejemplo, sea que: significa la circunstancia en que se excluye el cas«r en que r¿ se

a signifique la proposición de que la suma de los ángulos nieea, á se afirmay c se afirma. La negación de
de un triángulo ABC, asciende a dos rectos, y a
á la proposición de que el ángulo ABC es recto.
C

Obtenemos entonces el juicio: "si la suma de los ángulos en el b


triángulo ABC asciende a dos rectos, entonces esto vale tam- C
bién en el caso en que el ángulo ABC sea recto"-
El I a la derecha de a es el número de esta dice que se niega a y se afirma Ó. Pero lir nc-
b c c

a,
gación de a significa que a se niega y c se aflrmu. l.u
fórmula. C
80

negación de
CONCEPTOGRAFÍA

0.

b
r REPRESENTACIÓN Y DEDU(;(]IÓN

y esto afirma el juicio


a

b
B1

C
C

significa, pues, que a se niega, r; se afirma, á se afirma.


a
C
b
La afirmación de by ,, empero, implica la afirmación
C
C

de b. Por tanto, la negación de


Fln caso de que ocurran conexiones causales, esto se puede
a expresar también así:
C "si una proposición (a) es consecuencia neceszrria cle

b
dos proposiciones (b y c), esto es, si
/_T_r;) y

\ t
C I

,)
tiene como consecuencia Ia negación de a y la afirmación de á si una de ellas, (á), es a su vez consecuencia necesaria
y c. La afirmación de de la otra, (c), entonces la proposición (a) es la conse-
cuencia necesaria de esta última, (c), sola."
a
Por ejen-rplo, sea que:
b

C
c signifique que en una serie numérica Z, cada térnlintr
sucesor es mayor que su predecesor;
excluye precisamente a este caso. Así, no puede tener lugar el ó signifique que un término M es mayor que l,;
caso en que se niegue a signifique que el término -Ay' es mayor que L.
a Así obtenemos el siguiente juicio:
b "si de las proposiciones de que en la serie numérica Z
C
cada término sucesor es mayor que el predecesor y qlle
M es mayor que 1-, se puede inferir que el término l/
b
es mayor que l,, y si de la proposición de que en la
y se afirme serie numérica Z cada término sucesor es mayor que el
a predecesor, se sigue que M es mayor que L, entonces la
proposición de que ,A/ es mayor que l, se puede inferir
b
de la proposición de que cada término sucesor en la
C serie numérica Z es mayor que el predecesor."
82 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 83

a a
§15
r
2 C
tL b
b c
a
C
b
a c
o,
b
b
C
a
(1) C
' b
a a a C

c c a
b
b b
c
c c
a
0, a
2 C
b b b
C

-I
C C
a
b a a b
b b (3. c

a
C

b
El 2 a la izquierda significa que la fónnula (2) está a su derecha.
La inferencia que se hace pasando de (2) y (l) a (3) se abrevia C

a
de acuerdo con lo dicho en el § 6. Detalladamente se escribi
b
ría así:
C

a
b (3.

La pequeña tabla que aparece bajo el (1) sirve para hacer


más fácilmente reconocible la proposición (1) que aquí aparece
en la forma más complicada. Establece que en F1-_1_- "
l-b
84 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DF]DU(](]IÓN 85

en el lugar de a se ha de poner a La tabla bujo (2) significa que en a

tL a

b
tL C

b
C C

a a
b b

C C

y en el lugar cle ó
-.-.-¡-a se deben poner en los lugares de a, b, c,las expresiones que se
L-b encuentran a la derecha de ellas, con lo cual se obtiene

a
a
C
c)
3 C
b
b
C
C
a
a
b
b
a
C
b
a
C
b
(2) a

b
a 0, a
a
C C
C
b b
b
C C
C
a
b a a
b
b b
a,
C
C
b
c

T a
b
C

0,
a
b

b (4 Fácilmente se ve cómo (4) se sigue de esto y de (3)


86 CONCEPTOGRATÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 87

a Si se presuponen relaciones causales, entonces (5) se puede


expresar así:
4 c

b
"si á es una condición suficiente para a y c es una condición
suficiente para ó, entonces ú es una condición suficiente
C
para a".
a
b
5 a
a ,la d
b
b
c
d
0,
a
b
b
(1) :: (5)
a
-I a
b
a
C
a
:

a
d
a
d
b C
b
b b
c
d d
a
b (5.
b
-L a
b
C

a,
El significado de los dobles puntos se explica en § 6.
b
Ejernplo de (5). Sea C ((r.
a la circunstancia de que la pieza de acero E se tnagne-
tiza;
á la circunstancia de que por el alambre D fluye una co-
rriente galvánica; a
c la circunstancia de que se oprime la llave T. 5 C

Posteriormente obtenemos el juicio: b


"si vale la proposición de que E se magnetiza tan pronto
C
fluye una corriente galvánica por ^D;
y si vale la proposición de que fluye una corriente galvánica a,

por D tan pronto se oprime 7; b


entonces -E se magnetiza si se oprime 7". (6)
88 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DI.]I)T]( ;(] IÓN 89

a a a § 16. a
¿
L'
i
c C

b
-I b
d
b
b
a
b

-L
C
d (8.
a C

t=
C
a, significa que no tiene lugar el caso en el que a se
b d b niegue, pero by d se afirmen;
d

-E
a
b (7. a significa lo mismo, y (8) dice que se excluye el
d
Esra proposición sólo se distingue de (5) en que en lugar de la caso en que a,,y seafirma
b
sola condición c, aparecen dos, c Y d. d
Ejemplo de (7). Sea que b

d signifique la circunsrancia de que el émbolo ,E de una


bómba de aire se mueve de su posición extrema izquier- Eso también se puede expresar así: "si una proposición es
da a su posición extrema derecha; consecuencia de dos condiciones, entonces es indiferente su
c signifique la circunstancia de que la válvula V se en- orden".
cuentra en la posición I a
á signifique la circunstancia de que la densidad D del
5
aire en el recipiente de la bomba de aire se reduce a C

la mitad; b
a signifique la circunstancia de que la altura A del re- C
giitro det barómetro conectado con el interior de la
bomba de aire desciende a la mitad. a

Posteriormente obtenemos el juicio: b

"si vale la proposición de que Ia altura A del barómetro (8)


desciende a la mitad tan pronto se reduce a la mitad la a 0, a
densidad D del aire; C
C

y si vale la proposición de que la densidad D del aire des-


ciende a la mitad si el émbolo E se mueve de la posición
extrema izquierda a la posición extrema derecha, y si la
b
-L b a

-I
C b
válvula V se encuentra en la posición I d a b
de eso se sigue: b C
(e.
que la altura A del registro del barómetro desciende a
la mitad si el émbolo ,E se mueve de la posición extrema
izquierda a la posición extrema derecha mientras la válvu- l.lsta proposición se distingue sólo de manera no esencial
la V se encuentra en la Posición L" rle (5).
90 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 91

8 b 8 a

"rl d
,l
l, C

e b

b a
e b

d C

(e) : (5) :

b b a a a a
d b C C

e e b b

d b a
c b d
b
e a a
C
d b b
C d
d C
(10
e d (r2.

1 b Las proposiciones (12) a (17) y Ia (22) muestran cómo se


puede cambiar el orden cuando hay varias condiciones.
lt C

72 a
(e) :

b
-I b

C
a
b
C

b d
C a
a
b
b
C (11.
C

Esta fórmula se puede traducir así: "si la proposición de que d


ó tiene lugar o c no tiene lugar es condición suficiente para a,
entonces á, sola, es una condición suficierrte para a" ' (12) :
CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDT]CCTÓN 93
92

a a
a --l_-- a
I c 12 C
C

c d d b
d a
b d
b
& a
C
b b
d
c C

d (13. d
(5)
(5) :
0, a a
a a a
C C
c c

d d b b

b b d d
a e
b l¡ a e
b a
b a
C b
C b
d C

d C
C e d
(' e
e (r4. d

( 12) e (16.
a & a

C e
C

d
C

d
e
"rl
B

-I ü
b
a
b

d
C
a b
d C
b a
a
C b
b
d c
C
e d
e (15. d
(16) :
94 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 95

a a
C d
ci 9 L
d c
e a b a

b C b

C a b

d b C

'C,
(18) :
d (t7
0,

T a
C
a
C

-L a
0,

b
b
-L a
b
d
a

d
b
d
C
C
-I b

C
b

d C

a d (le
l)

C
Esta proposición difiere de (7) sólo de manera no esenci¿rl.
(16) :

-L
C d a
a
d C
d
d 19 C

E
b
d
e a C
a
b
d
b
C
a
b
b
C
C (18.
d

(18)
96 coNCEPTocnanÍe REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN e7

a 0, 0,
a
L c 16 c

d d b

b
T a
b
e

a
d
e

b b a
C
C b b

d C C

d e d d
e (20. e

(5) :

9 b

d
,):, b Q, a 0,

C C
C

C b b

d d d

(re) e e

b
-L b

d
a
b
lt a

b
f
a

C
-L b C
C

d
b

_L C C

d c d e d

d a ('
f e

b f (22
d (21.
100 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 101

§ 17. b Si á y c son condiciones suficientes Para a, entonces, de la ne-


a
gación de ¿ y de la afirmación de una condición c se puede
inferir la negación de la otra condición.
a

b (28.
b

significa "el caso en que á se niega y ¿ se afirma 29 a

a b c
no tiene lugar". La negación de ó significa que -r-4 se a
a b
afirma f á se niega; es decir, que a se niega y b se afirma.
Este caso- se excluye por a. Este juicio justifica e[ paso c

L_ b (10) :

de modus ponens a modus tollens. Por ejemplo, sea que:


a b b

á signifique la proposición de que el hombre H vive a a,

a signifique la proposición de que H respira. C


C

Así, tenemos eljuicio: b a a


d b
"si de la circunstancia de que H vive se puede inferir e C
C

que respira, entonces de la circunstancia de que H no b (30.


respira se puede inferir su muerte".

28 a a
§18
a a (31.
b

(5) --tr a significa la negación de la negación, por tanto, la afirma-


a b
ción de a. Así, no se pude negar e Y @ la vez) afirmar -tr a.
b
-[ Duplex negatio ffirmat. La negación de la negación es afirma-
a a ción.
b
-L a
b
C

a 31 b

b "lb b

c (2e. (7) :
r02 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DI]DU(](]IÓN 103

a b b b

b
--b a 34 a
a C
c --T- a,

T
b a
d a
b b
b
a, C

a (12) :

b (32. a b b

(28) :: b T a C

blTb b d a a

a b 0,

a c b

b (33. C (31-r

Si a o á tiene lugar, entonces b o a tiene lugar


b 1 a
33 a bll-b b

a CI,

b (34) :

(5) : ,lo b

a
T b

a
b

0,
a
a (36.

T a
b
C

b
El caso en que á se niega, se afirma a y se afirma --7 a, rro
ocurre. Esto se puede expresar así: "si ¿ ocurre, entonces tiene
lugar una de d.os, a o b".

C (34. 36 b

Si al quitar el obstáculo á, la presencia de la circunstancia c a C c


tiene como consecuencia que a, tefiga lugar, entonces, de que C
no tenga lugar a al presentarse c se puede inferir la presencia
del obstáculo ó. (e) :
104 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 105

lu b

C
0,

a
a b
b
C
a
a
0,
a
a
a
b b (40.
C (37

Si a es la consecuencia necesaria de que ocurra b o c, entonces le. a


§
¿ es la consecuencia necesaria de c sola. Por eiemplo, sea que:
a (41
á signifique la circunstancia de que el primer factor de
un producto P es 0
La afirmación de a niega la negación de a.
c signifique la circunstancia de que el segundo factor
dePes0
a signifique la circunstancia de que el producto P es 0. 27 a

Luego, tenemos el juicio: a


"si el producto P es 0, en caso de que el primero o el se- (41) :

gundo de los factores sea 0, entonces de }a desaparición a a a


del segundo factor se puede inferir la desaparición del
producto." a a (42

b (40) :

36 a CI,

b a
a a
a
(8) : a
(43
CI, b b
b -rA a Si sólo hay una opción entre a y a, entonces ¿ tiene lugar. Por
d a ejemplo, uno tiene que distinguir dos casos que agotan todas
a (38.
las posibilidades. Al seguir la primera se llega al resultado de
(2) : que ¿ tiene luga¡ lo mismo si se sigue la segunda. Luego, la
proposición a vale.
a b b
b a
a 43 a
C -1- A
a 0,

a (3e.
a
(35) : (21)
r
106 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN r07

b a, a 46 a
d --T- a a a
C C

C a
a (44. C

(5) : (21)
0, a a
a a a,

a a a a
C C
C C

T
b a
0,
b a,
C
d 7C
b b
a c C

T a
C
C

a
a,
b

Esta proposición se puede expresar así: "si tanto c como á son


(47

condiciones suficientes para a., y si á tiene lugar o c tiene lugar,


C (45.
entonces la proposición a vale" . Este juicio se aplica cuando en
(33) : una prueba hay que distinguir dos casos. Cuando se presentan
más casos, siempre se los puede reducir a dos, al considerar a
bl' a
uno de éstos como el primero y a la totalidad de los restantes
a
como el segundo caso. A estos últimos se los puede dividir
C
de nuevo en dos casos, y se puede proseguir así mientras la
a
C (46. división sea posible.

Si ¿ vale tanto en el caso en que ocurra c como en el caso 47 a,

en que no ocurra c, entonces, a vale. Otra expresión es: "si a


ocurre a, o c, y si el que ocurra c tiene como consecuencia
C
necesaria a a, entonces, a tiene lugar".
a
46 a,
b
a
c b
a C
C

(21) :
(23) :
108 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 109

b a, a b a a

C d b b

T a

b
a
C
c a

C
c

d
-tr b

C
a
b
d b

C
b

a
e d b c (50.

c (18)
d (48.
0, a a
Si d es una condición suficiente lhinreihendef para que á o b b
c tengan lugar, y si tanto á como c son condiciones suficien-
tes para ¿, entonces d es una condición suficiente para a. Un
-L
c C

ejemplo de aplicación lo proporciona la deducción de la fór- b a


d
mula ( 101) b

47 a
a
C
-I a
C
a
b

a
c
c
a
d (51
b

(12) :
§ 20. f (d,)
b a CI,

a
f (')

-I (r:
C
d) (52
c a b

b a El caso en que el contenido de c sea igual al contenido de d,


d
-tr b

c
C

b
y en que /(c) se afirme y f (d,) se niegue, no tiene lugar. Esta
proposición expresa que si c : d, d se puede poner en lugar
de c en todas partes. En /(c), c también puede aparecer en
C (4e otros lugares, además de en los lugares de argumento. Por tan-
(17) :
to, c puede incluso estar incluida también en f (d).
110

52
CONCEPTOGRAFÍA

Í
J
(r:
(d)

\')
d)
r § 22.
REPRESENTACIÓN Y DEDU(](]IÓN

i-
\y
f (')
JG)
-..y/(o) significa que /(o) tiene lugar, sea lo que fuere 1o que
111

(56

(8) : se entienda por o; por tanto, si -..L f (o) se afirma, entonces


(d) /(c) no puede negarse. Esto es lo que expresa nuestra proposi-
CI,
f (d,) f ción. Aquí o sólo puede aparecer en los lugares de argumento
b f (') (t: d) en f, ya que esta función también aparece en eljuicio fuera del
d (c=d) alcance de o.
f (') (53

58 f (b)
f (A) f (A) s (b)
§ 21. l-- (c = c) (54
s (A) f (r)
q

C, b
El contenido de c es igual al contenido de c.
s (o)
(30)
b4 F-Q=c) q
(53) a f (b) f (o)
C
s (b) g (o)
f(A) l(¿ -,) l-- (d: t) *[ (o)
f
L(, =d,)
(55. b f (b)
s (o) (5e
(e) :
s (á)

Ejemplo. Sea que


b (d=c) f (')
C (t: d) á signifique un avestruz, es decir, un animal individual
f (d,)
CI,
f (') (r: d)
perteneciente a esa especie;
g (A) signifique "A es un pájaro",
f (d) f (') Í (A) signifique "A puede volar".
f (d,) Así, tenemos eljuicio:
(d: t) (56.
"Si este avestruz es un pajaro y no puede volar, enton-
(52) : : ces de esto se infiere que no todos los pájaros pueden
volar."lo
d c f (')
d Se ve cómo este juicio remplaza un modo de inferencia, a
C
f (d,) saber, Felapton o Fesapo, entre los cuales no se hace aquí dis-
(t: d) (57. tinción alguna, pues no se destaca un sujeto.
ro Véase § 12, nota p.75.
tL2 CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDU(](]IÓN 113

5B f (b) ul ¡(x) l@)


/:lg(x) o
J'(A't s lb) J ls)
f (A)
'l*ríl:l
c
l= s (¿)
h (A) cl
h (b)

f
s (o)
h (o)
(o)
s (o)
s (r) ((i2

Este juicio remplaza al modo de inferencia Barbir"ra cu¿rncl«¡ lu


premisa menor (S (r)) tiene un contenido particular.

( 12)
62 f (*)
o
(b) f (o)
a f ((b)b) f
g (o)
b o
5 h (b)
C h b) s (*)
s (o)
d J
f (o) o
(24) :
/(o)
s (o) f (*)
s (o) CI,
J@)
h (o) o
h (o) (60. o
f (o) f (o)
s (o) s (o)
58 l---r- f (r) C
s (") 't71,

tt f (o)
b m
s (*) ((;3

(e) :
62 f (*)
b f (r) a o
--yl(o) f (o)
f (r)
C o

s (o)
a
s (r)
Ik) (61
(18) :

58
a .f
b *L (*)
f (o)
f (*)
n (y)

l.
f (*)
f (A) f (") s (o) cl
.f (o)
s (r) C
s (r)
s@) o d n (y) s (o)
c /(o)
s (r)
g (o)
n (y) (04
(8) :
CONCEPTOGRAFÍA REPRESENTACIÓN Y DEDUCCIÓN 115
1,14

64 f (*) a f (*) f (*)


rl, h (*) h (*)

*L
h l*)
g
o
/(o) b f (o) s (o)
n (o)
s (o) s (o)

(61) :
g (*)
h (*)
d
t s (o)
h (o)
o
/(o)
t_ s (o) (66.

a f (*) f (*)
h (*) h (*)
58 l- f (')
q
(t f (o)
o
/(o) /(o)
( 7):
s (o) s (o)
o
s (o)
aI ¡k) f (')
f (A) s (a)

C x
h (A) h (o) (65. b

C lf rG) b

[(-s.f(")) =á]
Aquí aparece o con dos alcances, sin que esto indique una re-
d Itt-'r/(o)) : ál o
f (o)
lación especial. En el primero también se podía haber escrito e b

en lugar de o. Este juicio remplaza el modo de inferencia Bar- [(...Yf(o))=b] (67.

baracuando la premisa menor tiene un contenido (57) :


f- t_ I¿ ItJ
(o)
:

universal. El lector que se haya familiarizado con el modo de f (')


derivación de esta conceptografía estará también en posición 'o':ll/(') b
de derivar los juicios que corresponden a otros modos de infe- á]
rencia. Aquí, basten estos ejemplos.
[(-.y f (o)) = (08

65 (*)
"f
h (*)
o
/(o)
s (o)
o
s (o)
h (o)

(8) :
CUESTIONES DE TEORÍA GENERAT, DE LAS SERIES 1I7

Esta proposición se distingue de las consideradas hasta aho-


ra. en que algunos símbokls que aparecen en ella no han sido
definidos previarnente; ella misma da esa definición. No dice
"el lad.o derecho de la igualdad ticnc el mismo contenido que
el izquierdo", sino "debe tener el mismo contenido". Por tanto,
esta proposición no es un juicio /, en consecuencia, ta,mpoco
un juicio sintético, para servirme de una expresión kantiana.
Indico esto, porque Kant tenía por sintéticos a todos los juicios
de la matemática. Si (69) fuera un juicio sintético, entonces,
III. ALGUNAS CUE,STIONES DE, UNA TEORÍA también lo serían las proposiciones derivadas de ella. Pero po-
GENE,RAL DE, LAS SERIES demos prescindir de la notación introducida por medio de esta
proposición y, por tanto, de ella misma como su definición:
§23. Las sisuientes derivaciones deben dar una idea general nada se sigue de ella que no pudiera inferirse sin ella. Tales
del manejo de esta conceptografía, aun cuando quizás no bas- definiciones sólo tienen el propósito de producir una simplifi-
ten para hacer totalmente reconocible su utilidad. Esta sólo cación extrínseca mediante la introducción de una abreviación.
aparecerá con mayor claridad en proposiciones más compli- Además, sirven para destacar una particular combinación de
cadas. Además, en estos ejemplos se ve cómo el pensamiento símbolos frente a Ia totalidad de las combinaciones posibles y,
puro que prescinde de todo contenido dado por los sentidos, o con ello, ganar una más firme captación de la idea. De esta
también por una intuición a priori, puede -sólo del contenido manera, aunque la mencionada simplificación es apenas per-
que nace de su propia naturaleza- producirjuicios que, a pri- ceptible en los pocos juicios presentados aquí, he tomado, sin
mera vista, sólo parecen ser posibles con base en alguna intui embargo, esta fórmula con el propósito de dar un ejemplo.
ción. Esto se puede comparar con la condensación por medio Si bien originariamente (69) no es un juicio, de inmediato
de la cual se logra transformar el aire, que para una conciencia se transforma en uno; ya que una vez que se ha fijado el signi-
infantil da la impresión de ser nada, en un líquido sensible que ficado de los nuevos símbolos, éste queda {jo y, por tanto, la
forma gotas. Las propc-rsiciones sobre series desarrolladas en fórmula (69) se convierte en un.juicio, pero en uno analítico,
lo que sigue superan con mucho en generalidad a todas las se- que sólo resalta otravez lo introducido en los nuevos símbolos.
mejantes que se pueden derivar a partir de cualquier intuición Esta dualidad de la fórmula se indica mediante la duplicación
de series. Por tanto, si alguien considerase más adecuado po- de la barra de juicio. Por tanto, en las siguientes derivaciones
ner como base una idea intuitiva de serie, entonces no habría (69) puede tratarse como un juicio ordinario.
qrre olvidar que las proposiciones alcanzadas de esa manera, Las letra,s griegas minúscukts que aparecen aquí por primera aez,
aunque tuvieran casi la misma fraseología que las que aquí se no representan contenido independiente alguno, colno las letras g«i-
ofrecen, ni con mucho significarían, sin embargo, tanto como ticas y las latinas. En ellas sólo hay que atender a su igualdacl <r
éstas, ya que sólo tendrían validez en el dominio preciso de la diversidad, de modo que se pueden poner cualesquiera otras
intuición en la que se fundaron. letras griegas en los lugares de cl y d con tal de que ocupen le-
tras iguales los lugares antes ocupados por letras iguales, y
r (o) siempre que no se sustituyan letras distintas por letras iguales.
o ct
á r (*)
§ 24. F(( ,f (0,o) - al(
Esta igualdad o diuersidad de las letras griegas, empero, sólo tiene
significado dentro de la fórmula para la que se hayan introducido
r (0) f (6,*) (6e especialmente, como lo fueron para:
118 CONCEPTOGRAFÍA cUESTToNES DE rronÍe GENERAL DE LAS sERTES 119

d r (r) ción del procedimiento f, cuyo resultado es A" , o por " A está
I
( en la relación;f respecto a I", o por "I está en la relación
a .f (5, ct) conversa d.,f respecto a A" , expresiones que se han de tomar
pant el propósito de que, de la
como equivalentes.
Si,raen fórmula abrcuiada
ó ¡ (*) á r(")
( I (
a f (6,*)
I

a f (6,*)
pueda siempre reproducir sin ambigüedad la fórmula detallada se puede traducir: "la circunstancia de que la propiedad F se
se
hereda en la serie f". Quizás el siguiente ejemplo pueda hacer
0 o ¡ (o) aceptable esta expresión. Sea que

,f(0,o) l/ es hljo de M.
A (M, N) signifique la circunstancia de que
r(0) » (P) signifique la circunstancia de que P es un ser hu-
mano. Así,
Por ejemplo, ,
ó .» (") 0 o (o)
a ¡'(ó) l( t,rl o .21 (0, o)
j (rr, -, a 1ó, o¡ , (0)
es la circunstancia de que todo hljo de un ser humano es a
significa la expresión
su vez un ser humano, o que la propiedad de ser un ser hu-
mano se hereda. Incidentalmente, se ve que la reproducción
0 o r (o)
en palabras puede ser difícil, y aún imposible, si en los lugares
,f (o,o) de F y f aparecen funciones muy complicadas. Según esto, la
r (0) proposición (69) se podría expresar así en palabras:
mlentras que "Si de la proposición de que I tiene la propiedad F, sea lo que
fuere l, se puede inferir en genero,l que todo resultado d¿ una
a,/ .f (") aplicación ful procedimiento f sobre O tiene la propiedad F,
L(
d .,f (ó,o) entonces, digo:

carece de sentido. Se ve que la expresión detallada, sin impor- 'La propiedad F se hereda en la serie f'."
tar cuán complicadas puedan ser las funciones F y f , con toda
seguridad puede ser nuevamente encontrada, salvo en cuanto
a la elección arbitraria de letras góticas. §25 0 o
r (o)
69 F(( ,f(0,o)

se puede
=fQ,A)
traducir por " A es resultado de una aplicación del
(68)
r'(0) ):i(;,::, )
procedimiento /sobre 1", o por "l- es el objeto de una aplica- :
120 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE LAS SERIES I2I

o 0 72 r (y)
Í€)
q
r (n) o ¡o- (n)
(*, )')
f
f (T ,r) f (*,r) r (r)
r(r) r (r) ó .r (a)
d r (") ó F (*) t(
b I
a '/(ó, a)
(6,*)
I

(70'
a f (6,*) O f (2) :
C x,

a r(r) r(r)
(1e)
Í(*,y) Í(*,y)
b

c
t
F (r)
¡ (o)
f (*,o)
r(r)
f (*,y)
F (r)
b

(:
r (r)

i (ot*'
a '¡1á, a)
d ,F (a)
t(
a'/ló,a)
F (*)
d r (") d r(a) ó .r (a)
d r( t(
a '/(d. a) t(
a f (6,r) a 'l (ó, a) (73
a r(r) ¡ (y)
f (*,y) f (*,y)
cl
r (")
(*, o) (71.
72 r(y)
-f
f (*,y)
(58) :: r (r)
á ¡'(a)
r'(r) r(r) r(
fQ)
C
l;' f (*,1) f (*,y)
r (r)
6 ,F (a)
t( Q
(8)

l'(l)
a'f

r (y)
(5,a)

a'/lb,a) (72. f (*, y) f (*,y)


h F (*) ó r(a\
Si ta propiedad F se hereda en la serie f , si x tiene la propiedad F 6 .F (a) t(t7(á,
a o)
) y es el resultado de una aplicación del procedimiento f sobre x., rl, t(
entonces y tiene la propiedad F. ,'¡1ó, r; r (r) (74.
r22 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TTONÍE GENERAL DE LAS SERIES I23

Si x tiene una propiedad F que se hereda en la serie f , entonces, en lugar de la expresión anterior, yv que, en una función de x
todo resultado de una aplicación del procedimien.to f sobre ln .serie x. ),)' escrita detalladamente, estas letras podrían aparecer, inclu-
tiene la propiedad F. so, fuera de los lugares de argumento y, entonces, no se vería
qué lugares habría que considerar como lugares de argumento.
0 o r (o) ó Estos últimos, por tanto, se tienen que indicar como tales. Esto
69 F(( ,f (o,o) _l I

a
(;::,) se hace aquí por medio de los índices 7 y p. Éstos se tienen que
elegir diferentes en consideración al caso en que los dos argu-
F(0) mentos fueran iguales entre sí. Adoptamos las letras griegas
(52) para tener cierta variedad, lo cual nos permite, en caso de que

o o r (o) ó .r (a) (*",, t o)


C $f
t(
,f(o,o) a'f (6, a) incluyera dentro de sí una expresión estructurada similarmen-
r(0) te, elegir una notación para los lugares de argumento en la
0 o r (o)
óF O, expresión incluida diferentes de los de la incluyente. Aquí la
d ,f (0,o) igualdad y diaersidad de las letras griegas sólo tiene significado den-
L(, ( ó a F(0) tro de la expresión
fg) r (75.
$f l*",, ) B) ;

Si de la proposición dc que I tiene la propiedad F, sea lo que


pueden aparecer las mismas letras fuera, sin que con ello se
fuere l, se puedc inferir que todo resultado de una aplicación del señale relación alguna con éstas.
procedimiento f sobre I tiene la propiedad F, entonces la propiedad F
se hereda en la serie f.
Traducimos

(*",, t0)
§ 26. /f
ú sb) por ") sigue a r en la serie /"; modo de expresión que, cierta-
o
s (") mente, sólo es posible si la función f está determinada. Según
IF f (*,o)
a .S (o)
= $f (*r, I o)
esto, (76) se puede expresar verbalmente más o menos así:

Si d¿ las dos proposiciones, de que todo resultado d¿ una aplica-


t( ción del procedimiento f sobre x tiene la propiedadF y de que la
a'f (5, a) (76.
propiedad F se hereda en la serie f , sea lo que fuere F, se puede
Ésta es la definición de la combinación de símbolos que está a inferir que y tiene la propiedad F,

la derecha, (xt,lB). E, cuanto a Ia duplicación de la barra entonces, digo,


$f
de juicio y a las letras griegas, remito al lector al § 24. No
procedería escribir simplemente "y sigue a x en la serie f", o "x precedc a y en la serie f".ll
Il Para hacer más clara la generalidad del concepto de seguirse en una serie
i"f
)" @,y) que se ofrece aquí, quisiera recordar algunas posibilidades. Lo que quiero dar
124 CONCEPTOGRAFÍA CLTES'I'IONES DE TEORÍA GENERAT. DE, LAS SERIES I25

§ 27. /t r (y)
rt
30) o
¡ (o)
76 o
s (o)
-f (*,o)
F f (*,o)
ó 3 (*)
$ f(*",1a) d r(a)
t(
I ( a '/(d, a)
Q.
f (6,r) (*.,, t a)
$f
(17):
(68) :

a r (y) r(r)
o b ...e1- r(o)
tY lf@-,,yu)
p'
f(r) rb) l'(y) L f(*,o)
6 ,F (a)
cl
l'(o)
o r (o) o r (o)
C t( f (*,o)
J'Q, n) f (*,o) * 'f (,1,*) 6 ,F (a)
d r (cr) 6 ,F (a)
d (*^,, t0) t(
r( r( $f , '¡1ó, *; (78.
a .f (5,*) rr '/(ó, cv)

(*^,, t o) (2)
b
lJ @^,, v n) lf
F (77.

-L
C

a r (r) l'(y)
(*.,, t0) lf @r,vu)
De acuerdo con el § 10, hay que considerar aquí u ,F (y), F (o)
y ,F (*) como diferentes funciones del argumento F. (77) sig-
b *L $f
1'(o) 6 ,F (a)
l(
nifica: f (*,o) a 'f (6, a)
ó r (r)
C
I ( o
r (o)
Si y sigue a x en la serie f , si la propiedacl F se hereda en la a f (5, *)
-f (*,o)
serie f , si todo resultado de la aplicación del procedimiento f (a)
6 .F
sobre x tiene la propiedad F, entonces, y tiene la propiedad F.
t(
a '/(d, a) (7e
n entender con él no es sólo una alineación, como la de unas perlas en una
sarta, sino también una ramificación como la de un árbol genealógico, una
agrupación de varias ramas, o un proceso circular que vttelve sobre sí mismo.
(5) :
126 coNCEPTocnerÍe cuESTToNES DE ruonÍe GENERAL DE LAS sERIES 127

t r(r)
$f
(*.,, t0)
ó .r (o)
t(
a'f (6, a)
r (y)
pf
ó F(a)
a
t(t7(ó,
r (r)
@',, I a)

a)
significa la circunstancia de que á contiene todas las alubias del
rnontón a menos una. v nada más. Por tanto. si la propiedad cle
ser un montón se hereda en la serie / según nuestra pr«rposi-
ción se llegaría al resultado de que una alubia sola, o inclustr
ninguna alubia, es un montón de alubias. Sin embargo, éstc no
es en general el caso, ya que hay ciertos z en los que, debid«r ir lir
indeterminación del concepto "tnontón", F (r) no es juzgablc.

E
b r (o) o r (o) 81 l'(r)
f (*,r) $f @", t,)
d F(a) f (*,o)
ó r (o)
t(\¡(d, ( id,",
o a) I

o
t/(ó,*)
a (6,o)
C r (r) "f
F (r)
F(*) (80
(18) :
(74)
a r (y) r(y)
)lo r (y) $f
(*-,, t o)

(*",, áf( x1 Ya)


a
$f t0) 6 ,r@) 6 ,p@)
6 .F (a) b
j (
t('f r,r, *r r(
a (6, a) C F (*) *'/(ó,.)
r (,) (81
d a
:(.) (82.

Puesto que en Q\lay sólo aparece en -rf (y) , según


L f (*,v) 82 g0)
n (v)
el § 11, la concavidad puede preceder inmediatamente a esta
expresión cuando se sustituye la ) por la letra gótica o. Se pue-
r(l- ) -r ,___
s(r)
h e) @", t o)
$f
de traducir (81) así: a h (*) h (*)
Si x tiene una propiedad F que se hereda en la serie f , y si
x en la serie f , entonces y tiene ta propiedad, F.r2
y sigue a,

Por ejemplo, sea F la propiedad de ser un montón de alu-


l(-Enl;
a \714, a¡
bias; sea /el procedimiento de quitar una alubia de un montón
de alubias, de modo que s (r)
h (*)
"f
(",b) h (*)
l2 En esto descansa la inducción bernoulliana. (36) ::
128 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE LAS SERIES I29

b g (r) s0) a r(r) r (y)


a h (*)
n (y) {1- r (n) 6t
(F (")
b
L f(*,o)
j \¡(a, a;
(*-,, t o)
$f 6t
(F (o) o
r (o)
C
h x [ \7(a, o¡
f (*,o)
ó g (") d (*",, t o)
I h (")
$f $f
(*^,, t a) (85.
a.
f (6,o) (83. ( le) :

F (r)
b --T--r(r)
81 r (r) I ? rF(*)

f (y,r)
- l,\714, 6t
(F (")
\/(ó, a)
$f
(*.,, t o) C -9r-f (o) 1,

L f(*,o) o r (o)
id,"'
o
t¡(d, rr) d (*^,, t a) -f (*,o)
$f
a F (r) (*.,, t0)
F (*) $f
(8) :
f (y,r) F (r)
a .r (r) r(r) 6,
re (*) f (y,r)
1, \71a, ,¡
(*",, t,) $f
(*",, t o) 6,
rr (")
$f j \7(a, a¡
6 ,n@) F (*)
b
j!r,, *, r (y)
d F (*)
id'"'
o
t/(d,o) (84.
i rr (")
j \y1a,
"¡ (86.
(73)
44
ll r(y) F (r)
o r (o) '-l; f (y'r)
-f (*,o) i rr (")
6 j \¡1a,
,r@) "¡
j (r,r, o F (o)
*i
f (*,r)
(*",, t o)
$f
(r2): $f@",til (87
CONCEPTOGRAFf A
CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE LAS SERIES 13I
130

La derivación de esta proposición, en palabras, dirá aproxi- § 28. ú 3 (y)


rnadanrentc lo siguicnte: o
.9 (o)
(o) sea que y siga a x en Ia serie /; 76F f (*,o) = $f (*",, I o)
(P) sea que todo resultado de una aplicación del procedi- 6,
(o)
miento / sobre x tenga la propiedad 4 ¡S
(f) sea que la propiedad F se herede en la serie f, ' \¡(ó, o)
Según (85), de estos supuestos se sigue:
(ó) y tiene la propiedad F. (52) :

(u) seazel resultado de aplicar el procedimiento /sobre y.

Según (72), así, de (f), (ó), (e), se sigue:


fQ) r $f @r, t o)
z tiene la propiedad F. C
rY
30)
Por tanto: o
s (y)
ú (o)
Si z es el resultado de una aplicación del procedimiento f sobre o
s (o)
un objeto y que sigue a x en la serie I y si todo resultado de una f (*,o)
aplicación del procedimiento f sobre x tiene la propiedad F que 6, f (*,o)
,8 @)
se hereda en la serie f , entonces, z tiene esa propiedad F. | (71a,

87 F (r)
(*-,, t0)
irIS:, (8e.
f (v,r) d
$f
(5)
it;,91, :

q
r (o)
(*", t0)
f (*,o) a (*^,, te) $f
$f
C
$f @", t a) b 3 (y)
(15) : o
s (o)
ú s (r)
F (r)
a F (r) o
s (o)
(y,r) 6 r (o) f (*,o)
b f ( (*,r)
i rr (") a f (6,o)
I 6,
ñ (") -f
C
j \714, q
r (")
| (¡1a,
a)
6,
ñ (")
"¡ | (71a,
a)
^yfL r(o) f (*,o)
d
f (*,r) (*.,, t o)
c (e0.
$f
e (*",, t o)
$f f (y,r) (88.
132 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAI, DE I,AS SERIES I33

63
ú
§(y) " $f Q", t o)
f f (A) /f (t", t o)
o
rt u (o,)

x )
s (r) f (*,f)
f (*,o)
6,
T f (*,y) f (*,y)
(*: ,) (e2
rs @) c x

rn
6,
ñ (*) | (¡10,
a)
d 7
| (71a,
a)
f (*,y)
(e0) :

s0)
'l f @,v) -[ $f
(*",, t,) o
s (o)
f (*,y) (el. 60
o ú f (*,o)
Demos aquí, en palabras, la derivación de la proposición (91). fQ) r0)
De la proposición:
C r
5,
,r @) irI,Í:),,
(r) "todo resultado de una aplicación del procedimiento / (5 | (714,
o)
sobre x tiene la propiedad $", s0)
sea lo que fuere $, se puede inferir:
h( r ^%- r (o)
L
I

.f (*, ,)
todo resultado de una aplicación del procedimiento ir1,Í:),,
/ b ü
sobre x tiene la propiedad S. o
3 (o)
Por tanto, de la proposición (a) y de la proposición de que f (*,o)
la propiedad S, sea lo que fuere $, se hereda en la serie ,f, r"
puede inferir también: (e0) :

todo resultado de una aplicación de un procedimien-


to ,f sobre un objeto x tiene la propiedad S. (*.,, t o)
C ú
sb) $f
Por tanto, según (90) vale la proposición: rl
6,
ñ (") s (y)
Todo resultado de una aplicación de un procedimiento f sobre | (,71a,
un objeto x sigue a ese x en la serie f. o) { rs (*)
| (71a,
o
,r)
(o)

T
s
91 (*.,, t,) o
s (o)
$f f (*,o)
f (*,y) f (*,o) (e3.
(53) :

t3 En referencia a la concavidad con $, véase el § 11


134 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAT, I)F] I,AS IJI.]RIIiS I3]-I

Todo resultado de una aplicación del procedimientu f .sohe ttn


93 (*".,,ra)
$f olleto, el cual, sigun a, x en, l,a scrie f , sigrrc e x pn lo .serie f'.
) z
r!
S (r)
96 0 o (*-,, oo)
6,
(*) $f
ñ
| (¡1a,
,) ;l; ,f(0,o)
(*^,, o a)
o
ú (o, $f
(75) :
f (*,o)
(7) : ó
(*",, oa)
/. (1') ( $f
I

a (*-,,r0) ár( tc1 zo) a,


f (6,*) (97
$f La propiedad de seguir a x en la serie f , se hereda en la .scrit' l'.
b tf
S (r) áf( x1 YB)
d 1
(*-r,uo)
5,
rS @) "f
(y,r) 97 F_ I (r f
| (¡1a,
o) S (r)
(84) :
Q,
f (ó, o)
o
s (o)
6,
ñ (")
| (¡1a, x1 ,B)
f (*,o) ,) ''',1í'o"'u $r
(*",, t0) áf (y" zg
o
C
$f ú (oi
f (y,r) f (*,o)
ír @-,,yil
d ({)¡}
(*.,, t0) Siy sigue a,x enlaserief y sizsigue ay enkt,serief ,
$f entoncc.s,
r. sigue a x en la serie f.
f (y,r) (e4
(88) ::
rls (*" ,B) §2e (r:
$f

$f
(*" YB)
IF ((-r $f
*)
(*",, r0) = fif (*",, r0)
(ee

Remito aquí a lo dicho en relación con las fórmulas (69)


(y,r) (e5.
"f y (76), acerca de la introducción de nuevos símbolos. Se puede
(8) :
tr-aducir
(*",,r,)
a (*",,r0) $f ru) (*-,,
$f $f
"f
(y,r)
b
$f
(*-,, t o) ¡)or "zpertenece a la serie.f qr" comienza con x" o por "x per-
(*^,, ta) (e6. lcnece a la serie ,f qr. termina corr 2". De esta manera, (99) se
C
f (y,r) $f
Ir:e así en palabras:
136 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENT]RAI, I)I., I,AS SERIES 137

Si z es lo mismo que x o sigue a x en la serie f , entonces digo: l)emos aquí, en palabras, la derivación de (102).
"z pertenece a la serie f que comienza con x" o 'k pertenece a Si z es l«-¡ urismt-¡ que x, entc»nces, segúrr (92), tod<¡ r'esul-
la serie f que termina con 2." tado de una aplicación del procedimiento /sobre z sigue
a x erl la serie ,[ Si z sigue a x en la serie ;f, entonces,
99 (z=x)
F (*",, ra) = fif (x.,, zo)
según (96), todo resultado de una aplicación de /sobre z
sigue a tr en la serie /.
$f
(57) :
De estas dos proposiciones, de acuerdo con (100), se sigue:

fQ) r (z=z) Si z pertenece a la serie f que comienza con y) entonces, todo


resultado de una aplicación del procedimiento f sobre z sigue
C (r: *) (*-,,r,)
$f a x en la serie .f .
(*.,,r0)
$f 1
(*.,,rp) (100. 100 (": *)
p f
d (*^,,r0) (*",,r0)
$f $f
(48) :
aVf
@",, , o)
(*",,r0)
$f (le) i

f (r,r) l¡ (z=x) (*: ,)


b (r: *) (*",,r0) (:
$f
(*-,,r0) (*-.,, r,)
C (*-,,r,)
fff - $f
$f (*",,r0) rl (*",,r0) (*",,r0)
fif fif fif
d (*-,,r,) (*: ,)
(*:
fif -f (r,r) ,)
a
I $f
(*",,r0)
.f (",r)
$f

$f
(*",,r0)

(*",,r0)
(l-,5) : :
tl, x
(r:
(*:
*)

")
(103

(' z
f (r,r) $f
(*",,r0)
(r: *) (101.
(*-,,r,) (104.
(96, 92) fif
v .i z
$f
(*",rp)'n
x ii 30.
l; a f (r,r)
(*^,,r0) (102. {)9
F (t-[
(r: *)
frf (*" = fir(* ""))
$f ",r)
14 Acerca de la última inferencia, véase §6 (52) :
138 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE I-AS SERIES I39

fQ) r 'if (*^,, re)


l)emos aquí la derivación de (108) en palabras:
c
-rz=x (z=x)
5i y pertenece a la serie I qr" comienza con z, entonces,
según (102), todo resultado de una aplicación del procedi-
1$f (*",, ,o)
miento sobre y, sigue a z en la serie
(*',,',) (105. / /.
(*^,,r0)
$f
d Según (106), pues, todo resultado de una aplicación de un
fif
procedimiento /sobre ), pertenece a la serie,fqr" comienza
(37) :
corl z.

(*.,,r,) Por lo tanto:


a,
ir( x,,y ,B) -[ fif
b (r= x
$f
(*",, ,il ( 106.
Si y pertenece a la serie f que comienza con z, entonces, todo
resultado de una aplicación del procedimiento f sobre y, pertenece
C (*",,r0) a la serie f que comienza con z.
$f

Lo que sigue o, x en la serie f , pertenece a la serie f que comienza 108 0 o (*",, oo)
con x.
fif

x
106

.,
a -[ if( z1 aB ) ii
(75)
,f(0,o)

$f
(*^,,0 o)

a ap )
áf( z1
(7) : ó (*",, oo)

a, ('^,,',) fif
(,,,,0)
r (r)
$f{*",,ril F o l( fff (10e.
fif f (6,o)
b ('',,'o) f (y,r) La propiedad de pertenecer a la serie f que comienza con x, se
$f hereda en la serie f.
(r^,, t e)
C
f (y,r) fif
ó (*-,, o
d
rtf Q-,, ta)
$f
(r-,,"0) 109 F I ( fif
a)

f (y,")
O,
f (6,*)
(78) :

(r",, t a) (107.
fif (*.,, * o)
/r(r) (*^,, ro) fif
(102) fif
x v
x a (r-,,,"0) n?,
$f b-,,*o)
$f v
z ) o
fif
(*-,, oo)
.f (y,r)
aVf
Q^,,1o) (108. f (y,o) (1 10
140

108
CONCEPTOGRAFÍA

4 f Q^,,, u)
r n
CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE LAS

p e ,,2,:)
i.r f,f (*^,,r0)
SERIES 14I

f (y,") b (r: *) (r-,, *o)


$f
-T- (r-,, *o)
fiÍ
(r",, t a) C
/f (r-,, *o)
(25) :
$f
d (r^,, *o)
('',,'a) fif (r: *)
a (r",,oo) $f
fif (r",, *a)
C
f (v,r) ('',,'o) i!
$f
$f (113.
d
^t

p f z.y Y rt)
f (y,") fif
(r",, *o)
(104) ::
b ---$f ("-,,2p) (r-,, » a) (111
(*",,r0)
$f x, L
$f
z x
Lo que sigue es, en palabras, la derivación de (111)'
(r",, *o)
si y pertenece a la serie ,f qr" comienza coy1 z, entonces, $f
según (108), rodo resultado de una aplicación del proce- (ll4
dimiento / sobre ), pertenece a }a serie ,f q," comienza
(,^,, *, )
fif
con z. [-o que sigue es, en palabras, la derivación de esta fórmula:
Por tanto, entonces, todo resultado de una aplicación del
procedimiento / sobre ), pertenece a la serie / que co- Sea que: x pertenece a la serie .f qr" empieza con z.
mienza corr z o precede a z en la serie /. Entonces, según (104), z es lo mismo que x; o x sigue a z
Por lo tanto: en la serie /.
Si z es 1o mismo que x, entonces, según (112), z pertenece
Si y pertenece a la serie f que comienza con 1 entonces todo re'
a la serie,f qr" comienza con tr. '
sultad,o de una aplicación del procedimiento f sobre y, pertenece
a la serie f que comienza con z o precede a z en la serie f. De las dos últimas proposiciones se sigue: z pertenece a la
(*-,,ra)
serie,f qr" comienza con x; o x sigue a z en la serie /.
105 fif Itrr lo tanto:
(z=x) Si x pertenece a la serie f que comienza con z, entonces z perte-
(*",,r0) nece & la serie f que comienzct con x; o x sigue a z en la serie f.
$f
(11)
(*^,,r0)
a
$f
(*^,,r0) fif §31 0 o (o: u)
d
l5

b (z=x) (z=x) (1 12 IF ,f (o,o) - €I/(ó, e )


( 115
C ---$f (*-,,2p) ,f(o,e)
15
Véase § 24
(7) :
CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL I)E I,AS SI]RII.]S I43
t42 CONCEPTOGRAFÍA

o /\
(O:x/
Traduzco, b 0 o (o=x)
,,
If (6, e) l'(0,o) f b,o)

,f (0,*)
f (y,*)
d
por ,,la circunstancia de que el procedimiento ,f "t unívoco" ó
If (6, e) I/(ó, e )
esra manera:
trasladar de C
ieind,eutigl.* Así, (115) se puede
C
a

o (o=x) o /\
(O:X/
a
si d,e la circunstancia d,e qu,e e es resultado de una aplicación
d,e f sobre l, sea lo que fue'i O, pued'e inferir que todo resultado f (v'o) f (y,o)
"
una aplicación d,el procedimiento f sobre D es lo mismo que e, f (y,*)
d,e
f (y,*)
0 ct
/_\
(o-xi
entonces, digo:
,f(0,o)
"el procedimiento f es uníaoco"'
,f (D, r) (l l7
(58) : :

o (o=x)
e o o (o:u) ó
o 0
g=x
fQ) .f (y,o)
o
115 F( ,f (o,o) f
I (ó,u)
(0,r)
€ f (f ,o) f (y,*)
,f
f (f ,*) ó
I/(d,e) (ltrl
(68) :
C
) €

(1e) :

(o=r) (o=x)
t
0 o
0 o
fQ) (o,o) b (o: *) (o: *)
,f (0,o)
,f
f (y,o) f (y,")
/(o,r) f (o,*) f (y,*)
ó
C
f (y,*)
á ó
I/(á, e) I/(ó, e) (1 16. ó
I/(d, e )
b

d rf (6, e)
€ € €
C x a (a=x) (a=x)
o e
f (y,o) f (y,")
(e) o g: x

..unívoco,' "f
(y,o) (11e.
* La palabra alemana ,,eind,eutig,, se t,raduce cc¡múnmente Como
(en inglZs se suele traducir corno "single-ualued,"); califtca a un procedimiento
(58) ::
que siempre da como resultado un solo valor' [N' clel t']
144 CONCEPTOGRATÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE, LAS ST.RIE,S L45

fQ) -L (l- : ,)
-f (y,f')
(o: *)
f (y,") i) *[ lf (*^,, uo) frf
(*",, * o)

C 0,
f (y,*) /f b-,,*o)
ó
l-b,o)
If (6, e) (120.
(:
f (y,*) f (y,*)
ó ó
(20) : r{ rf (6, e) lf(6,e)
€ €

b (o: *) 'pf
(*^,, (*^,, * o)
"a) Q,
'6f @',,'n r) $f
c f (y,o)
d f (y,*) f (y'") (t-,,*r)
$f(»,-,*o) $-l
ó f (y,*)
e rf (6, e) d
q
(*^,, o o)
€ If (5, e) fif
a (*.,,
€ f (y,o) ( 123
fif "o)
(*-,, lrro)
fif "o) (*",, * o)
$f
(o: *) (121.
$f b,,*o)
lrrz):
f (y,*)
,lo fif
(*",,
"e) ó
rJ'@, e) (124.
f (y'") €

f (y,*) Demos aquí, en palabras, la derivación de las fórmulas (122)


ó y (t2\.
rf (6, e) (122. Sea x resultado de una aplicación del procedimient<¡ unívo-
€ <'<»
f sobre y.
Luego, según (120), todo resultado de una aplicación del
¡rrocedimiento / sobre ), es lo mismo que x.
122
/f (*r, o,)
o
Por lo tanto, según (112) todo resultado de una aplicación
a o
«lcl procedimiento / sobre ), pertenece a la serie / que co-
f (y,o) rrrienza con x.
"f
(y,*) Así:
á
tf (6, e) §i x resultado de una aplicación del procedimiento uníuoco f
¿s
€ sobref, entonces, todo resultado de una aplicación del proce'
(1e) :
dimiento f sobre f, pertenece a la serie f que comienza con x.
(Fórmula 122).
t46 CONCEPTOGRAFÍA cuESTIoNES DE rnonÍe GENERAL t)E LAS sERIES 147

Sea que ra sigue a ) en la serie /. Luego, d" (110) se deduce:


x m (*",, *o)
si todo resultado de una aplicación del proccdimiento / frf
a x
sobre ) pertenece a la serie,f qr. comienza con r(, enton- (*" mp )
ces m pertenece a la serie qr. comienza con ,ú. áf
"f
Esto, junto con (122), muestra que: $f b",*o)
si x es resultado de una aplicación del procedimiento uní- f (y,*)
voco ;f sobre ), ffi pertenece a la serie "f q.,. comienza 6
con x. I/(á, e) (126.

Así:
Si x resultado de una aplicación del procedimiento uníaoco f
¿s Lo que sigue es, en palabras, la derivación de estas fórmulas.
sobre y, ) si m sigue a y e'n la serie f , entonces m pertenece a la Sea x resultado de una aplicación del procedimiento unívo-
serie f que comienza con x (Fórmula 124). co f sobre y.

(*^,, * e) Siga m a ) en la serie /.


724
$f Así, según (124), m pertenece a la serie ,f qr" comienza
con x.
$f b-,,*o)
En consecuencia, según (114), x pertenece a [a serie,f qr"
f (y,*) comienza con rn; o rn sigue a x en la serie /
ó
rf (6, e) Esto también se puede expresar así:
€ x pertenece a la serie ,f q,r" comienza con nx, o Precede a m
(20) en la serie /.
(*",, * o) Por 1o tanto:
(*r,*B) fif
b
/r (*",, * e)
Si m sigue a y en la serie f , y si el procedimiento f es uníuoco,
entonces todo resultado de una aplicación del procedimiento f so-
()-r,*rr) fif
bre y, pertenece a la serie f que comienza con rn, o precede a m en
C
$r
d f (y,*) $f b",,*o) la serie f.
ó t26 (*-,, *o)
e I/(ó, e ) f (y'*) fif
€ ó
I/(á, e) (*",, * o)

I
$f
a (:*^,, * e) €
$f
(*^,, *e) $f b",*o)
(*^,, * o) fif
$f f (y,*)
(*-.,, * a) ó
$f
rf (6, e)
(125. €
$f(*^,,*il (12) :
(114) :
148 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENE,RAL DE LAS SERIES I49

(*^,, *o)
Jr (mr, *r) f,f (*.,, * 1 m
a e) $f
tJ" 1.' x,

(*^,, * o) (*",, *o)


$r x1 m p fif $f
f (y,*) f (y,*)
$f b^,,*a)
b
(t",, * e)
C
f (y,*) $f fif @,, t e)
d ó
d f
I (ó,r)

If (6, e) (r27. $f 0",*a)
€ ó
If (6, e) (12e.
(51) : €

a (*^,, *o) fir (*^,,*a) En palabras, (129) se lee así:


$f
Si el procedimiento f es uníaoco, y si y pertenece a la serie f
(*-,, *o) 1f (*.,, m 0 que comienza con m o precede a m en la serie f , entonces,
$f
f (y,*) todo resultado de una aplicación del procedimiento f sobre y
f (y,*) (nr",, t o)
pertenece a la serie f que comienza con m o precede a m en la
()-,, $f serie f.
C
$r 177
t3

*u)
ó
$f b-,, 0 o
d rf,(d,u)
€ ó
t29
if( m".t, op)
rf
b (*^,, t e) €
(5, e)
;l; lf( g1 ,* B)
$f
(*-,, *o) ,f(0,o)
$f
(*^,,0 o)
(*^,, * o) $f
$f
(o", * o)
f (y, *) $Í
ó
(*^,, t o) rf (5, e)
$f
( 128 €
(e)
(111)
150 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA GENERAL DE LAS SERIES I51

b 0 o
1f @,, oo)
d T
^l

If
(*r,oB)
U
-r4f @-,,aa)
1 _t
1-rlr l--¡rr^,,*B)
I
f (o^,,*
I

(o-,, * o) a p B) a
$f 131
f (5,o) f (6,o)
,f (0,o) á
4¡ (*,,o B)
rf (6, e) L?r(u,'l
p € €

íf (t-r,* B)
I f
'v
p
n21 ap) (e) :
ó
á
C tf (6, e)
I

O, p 'f
(o-r,* o)

l¡ (*-r,
I
f (6,o) "Y
(*",,o0) p ) o)
pf
^Y

f ( rn1 ap) 0 o (*^,, oo) ó


$r ()-r,*o)
p
fif lt
f (o-r,* a)
a
r(
I

"v a
f (*^,,* B) (o",, * o)
p

f (6,o)
p
$f
á
f (6,o) ír x1 )B)
(o,o)
,f (: tf (6, e) $r x1 rn p
(*",,o o) €
fif d
0 n'1,1
tf (d,r)
$f
(o-,, * o) (130 fir YB) €

(75) : :
$r ()",, fn 0 ) $r
nl,1 Yp)

$r @^,, y B) $r (y" n't, p

f (*^,,ot)
^Y

F(r) ^l
f n?,1 rp ) p (*-r, ) p)

r( T
p
$r x.Y n?,
0
ár
lr p
^l
f (f',,* p)
l-_-l

f (5,o)
1
p f (o-r,* B)
$r x.Y rn 13

*rfd (5, e) (131. Ti¡t*^,,att)



r( l-;f {o,,,mr¡)
En palabras, (131) se lee así: f (6,o) (132.

Si el procedimiento f es uníuoco, entonces en la serie f se hereda (fi3)


la propiedad de pertenecer a la serie f que comienza con rn o de
preceder a m en la serie f.
152 CONCEPTOGRAFÍA CUESTIONES DE TEORÍA CENERAL DE I,AS SERIES 153

/ rr\ $f (*^,, t o)
g\'¿ I lf ("'^,, ro) I 3 tl 62 l9 21 47 4tl 69 t3 100 101
(»", * o) 5 66 19 71 47 49 70 71 100 103
hQ) $f Q",*o) $f 1

I 1l
B
8 74 19 86 4B 101 77 72 101 r02
@", t o) I 24 8 B4 19 103 49 50 72 lo 102 108
$f 1 26 8 96 l9 119 50 51 72 74 103 704

(*",, * o) 1 27 I 10 19 123 51 128 lii 87 104 1t4


$f I 36 I 11 20 121 52 oi) 74 B1 105 106
ó 2 3 9 19 20 r25 52 5l t5 97 105 172
rf (5, e) ( 133.
g
4 I 21 2r 44 52 89 ID 109 r06 107
€ 2 39 I ltl 27 47 52 105 ID 131 107 r08
2 73 I 56 22 23 52 t5 76 108 109
I 79 I 6t 23 48 ¡)., 55 /l) 89 108 111
E,sta proposición, en palabras, se lee así o
.,) 4 I r17 24 25 I).1 92 78 109 1i0
4 5 9 130 24 63 54 55 a4 85 110 124
Si et proced,imiento f es uníuoco, y si m) y siguen axen la
5 6 I 132 25 111 55 56 78 79 111 129
serie f , entonce.s, y pertenece a la serie f que comienza Con Ín o
5 l0 30 26 27 55 104 78 110 112 113
precede a m en la serie f. 5 I 11 772 27 42 56 5l 79 80 r72 1 c)o

5 t2 r2 13 28 29 5/ 68 80 81 113 774
Ir 74 72 15 28 33 5t 100 81 82 114 126
5 16 t2 i6 90 30 58 59 8t 84 115 116
5 l8 t2 24 30 59 58 60 82 83 116 t17
En la página siguiente se da una tabla en la que se ve en qué 5 g9 t2 35 31 32 58 61 B3 133 t17 118
lugares se hizo uso de una fórmula para la derivación de otra. 5 25 72 49 32 .).') 58 62 84 98 118 119
Nos podemos servir de ella Para revisar las maneras como Ir 29 72 60 33 34 58 67 85 86 119 120
5 34 72 85 33 46 58 72 86 87 120 72t
se ha aplicado una fórmula. En ella se advierte, también, la 199
5 45 r2 727 34 J)I) 58 118 87 88 121
frecuencia de aplicación de una fórmula. 5 80 l3 14 34 36 58 120 88 95 199 123
A la derecha aparece siempre el número de la fórmula en 5 90 74 15 Jl) 40 59 89 90 123 724
cuya derivación se usó la fórmula mencionada a la izquierd'a. 6 l5 88 36 il 60 93 90 91 724 725
32 l6 t7 36 38 61 65 90 93 125 r26
I
67 l6 l8 36 83 62 63 91 92 126 r27
$
l6 <)() q9 r02
¡i
94 3l 1ori 62 64 127 128
i 107 77 50 38 39 63 91 93 94 128 129
i
T 113 17 78 39 40 64 65 94 95 129 130
8 9 18 19 40 43 65 66 95 96 130 131
$ t8 42
u 10 20 47 66 96 97 131 132
{ B 12 18 23 42 43 b/ 68 96 102 132 133
: ti 77 l8 51 43 44 68 70 97 98 133
iii 8 26 18 64 44 45 68 98
I u 38 82 45 46
18 68 116 99 100
$
t
::
B 53 l9 20 46 47 69 70 99 105
lf

:.
.:,
soBRE LA JUSTTFTcACTóx crpxrÍrrce
DE UNA CoNCEPToGRAFÍA-

[1882]

En las partes más abstractas de la ciencia, se ha hecho patente


permanentemente lafalta de un medio para evitar malentendi-
dos con los demás y, a lavez, para evitar fallas en el pensamien-
to propio. Ambos defectos tienen su origen en la imperfección
clel lenguaje. Puesto que requerimos símbolos sensibles para
pensar, nuestra atención, por naturaleza, se dirige a lo externo.
[,as impresiones sensibles sobrepasan tanto en viveza a las imá-
senes de la memoria, que casi sólo ellas determinan el curso
cle nuestras representaciones, como en los animales. Y apenas
podríamos escapar a esta dependencia si el mundo externo no
füera también dependiente en alguna medida de nosotros. La
mayor parte de los animales, por su capacidad para cambiar
cle sitio, tienen influencia en sus impresiones sensibles: pueden
:rpartarse de unas, buscar otras. Y no sólo esto: también pue-
rlen realizar transformaciones en las cosas. Ahora bien, esta
r:apacidad la posee el hombre en rnayor proporción. Sin em-
lrargo, tampoco nuestro curso de representaciones alcanzaría,
t:on ello, plena libertad; se limitaría a 1o que fiormara nuestra
rrlano, a 1o que pudiera entonar nLrestra I'oz, si no fuera por la
invención de los símbolos que nos hacen presente lo ausente, [o
invisible y, tal vez, lo insensible. No niego que, también sin sím-
bolos, la percepción de una cosa puede concentrar un círculo
*'fítulo original: "Über die wissenschaftliche Berechtigung einer Begriffs-
st'hrift", publicado en Zeitschriftfür Philosophie und philosophische Kritik, vol. 81,
lft82, pp. 48-56.
'Iiaducción de Hugo Padilla, revisada para el presente volurnen.
156 lusrtnCrCIÓN CIENf'Íuce DE UNA CoNCEPTOCnTTÍe JUSTIF'ICACIÓN CIENTÍFICA DE UNA CONCEPTOGRAFÍA 157

de imágenes de la memoria. Pero no podríamos seguirlas: una individual, pero también la especie, como en la proposición:
nucva pcrccpción hunde esta imagen en la norhe v hace srrrgir "el caballo es rrn animal herhívoro" Finalmente, caballo puecle
otra. Pero si producimos el símbolo de una representación que significar un concepto como en la proposición: "esto es un ca-
nos Sea recordada por una percepción, crealnos Con ello un ballo". El lenguaje no está dominado por leyes lógicas, de ma-
nuevo Centro firme en el que se concentran las representacio- nera que la observancia de la gramática garantice yala correc-
nes. De éstas, nuevamente, elegimos una para Crear su símbo- ción fornral del proceso del pensamiento. Las formas en que se
lo. Así, paso a paso, nos introducimos en el nlundo interior expresan los argumentos son tan variadas, tan laxas y tan dúcti-
de nuestras representaciones y nos movemos ahí a discreción, les, que fácilmente se pueden colar presupuestos inadvertidos
aprovechando 1o sensible mismo para librarnos de su limita- que sean pasados por alto en la enumeración de las condicio-
.ió.t. Los símbolos tienen para el pensar la misrna importancia nes necesarias para la validez de las conclusiones. Éstas cobran
que para [a navegación tiene la ocurrencia de usar el viento una generalidad mayor que la que les corresponde por dere-
para navegar a contra viento. Por tanto, nadie debe despreciar cho. Aun un escritor tan escrupuloso y estricto como Eucliclcs,
ios símbolos. No poco depende de su atinada selección. De usó con frecuencia calladamente de presupuestos no asentitdos
ese modo, su valor no disminuye porque después de mucha ni en sus postulados ni en los presupuestos de los teoremas par-
práctica ya no tengamos necesidad de pronunciar realnlente el ticulares. Así, en la prueba del teorema 19 del libro primero de
ií*bolo, que no tengamos más que aludirlo en voz alta para los Elementos (en todo triángulo el ángulo mayor subtiende el
lado mayor), calladamente utilizó las proposiciones:
pensar; pues, a pesar de ello, pensamos con palabras, 1z cuando
no 1o hacemos Con palabras, lo hacemos Con sírnbolos mate- l) Si una línea no es mayor que otra, entonces es igual a
máticos de otro tipo. ésta o menor que ésta.
Sin símbolos, también sería difícil remontarnos hasta el pen- 2) Si un ángulo es igual a otro, entonces no es mayor que
samiento conceptual. Al dar el mismo símbolo a cosas diferen- éste.
tes aunque similares, propiamente ya no designamos la cosa 3) Si un ángulo es menor que otro, entonces no es mayor
individual, sino lo que tienen en común: el concepto. Y el con- que éste.
cepto lo alcanzamos, primero, cuando 1o designamos; puesto
que en sí no se percibe, requiere un representante sensible que sin embargo, el lector sólo reparará por una especial atención
prreda hacérnoslo aparecer. Así, lo sensible nos abre el mundo en el salto de estas proposiciones, sobre todo porque parecen
de lo no sensible. cstar, en cuanto a originalidad, tan cerca de las propias leyes
Con ello no se agotan los servicios de los símbolos. Sin em- del pensamiento, que son usadas como éstas mismas. [Jn círcu-
bargo, puede ser suficiente el manifestar su indispensabilidad' lo estrictamente delimitado cle formas de inferencia no se en-
Pero el lenguaje se muestra incaPaz, cüando de esto se trata, ('uentra a la mano en el lenguaje, así que en la forma lingüística
para librar de fallas al pensamiento. Incluso, no cumple el pri un proceso sin lagunas no se distingue de un salto en los miem-
mer requisito que a este respecto se le pone: el de ser inequívo- lrros intermedios. Por tanto, se puede decir que el primero casi
co. Los más petigrosos son los casos en los que los significados r)o se encuentra en el lenguaje, que se resiste a la sensibilidad
de la palabra sólo son un poco distintos, las oscilaciones leves lirrgüística en virtud de que se aparejaría a una insufrible pro-
pero no indiferentes. De múltiples ejemplos, sólo se mencio- lilidad. Las relaciones lógicas casi siempre son sólo indicadas
nará aquí un fenómeno general: la misma palabra sirve para lror medio del lenguaje dejadas al acierto casual, pero no ex-
la desi§nación de un concepto y de un objeto individual que ¡
rresadas propiamente.
cae baiá aquéI. En general, no se ha acuñado diferencia alguna La palabra escrita sólo tiene la ventaja de la permanencia
entre concepto e individuo. "El caballo" puede designar un ser f rente a la palabra hablada. Se puede abarcar con la vista varias
158 JUSTIFICACIÓN CIENTÍFICA DE UNA CONCEPTOGRAFÍA JUSTTFTCACTTÓN CrEN'rÍrlCA DE UNA CONCF],P]'OGRAr.-ÍA 159

veces un Curso de pensamientos, y examinar, aSí, más a fondo del sentimiento. Pero, por valiosas que puedan ser estas vent.a-
su precisión. f)e esta manera, las reglas de la lógica se vierten .ias para otros fines. para elriqor de las cleclucciones carecen rlt:
externamente Como pauta, pues en la naturaleza de la escri- significación. Esta estricta adaptación de los símbolos auclitiv«rs
tura misma no hay garantía suficiente. También por ello a los a las condiciones anímicas y corporales de la razón tiene, tltl
ojos del examinador se escapan fácilmente fallas, en especial vez,la desventaja cle hacer más dependiente ésta de aquéll«>s.
lás que surgen de mínimas diferencias en el significado. El que Lo visible es del todo distinto; las figuras son especi:rhncr)-
tanto en la vida como en la ciencia nos orientemos tan tolera- te apropiadas. Por lo general, están definidas con precisirin y
blemente a pesar de esto, 1o debemos a los múltiples medios cliferenciadas clararnente. Esta seguridad del símbolo cscri(<r
de revisión que Por lo general tenemos a nuestra disposición. conducirá también a una acuñación ntás precisa cle lo rlt:sisn;r-
La experiencia, la intuición espacial nos resguarda de muchas do. Y ya tal efecto sobre las representaciones es de desc:u- l)lu'a
fallas. Por otra Parte, las reglas lógicas nos dispensan poca el rigor de la deducción. Pero sólo se alcanz'¿rá si cl sírnlr«¡l«r
protección, como nos muestran ejemplos en campos en que significa inmecliatamente la cosa.
ios medios de revisión empiezan a fallar. Estas reglas tampoco Una ventaja rnás cle lo escrito es la n)ayor dur¿tcirirr r: int'rt-
han preservado de errores a grandes filósofos y escasamente riabilidad. También en esto es semejante, corrl() clcbc scrl«r, rrl
han iibrado siempre a la alta matemática de fallas, ya que de concepto, aunque ciertamente nada semejante ¿t l«ls irrf ltt iglr-
continuo han permanecido ajenas al contenido. bles vuelos de nuestros procesos reales de pensatnicnt«r. l,lt t's-
Los defectos señalados tienen su causa en cierta deleznabili- critura ofrece la posibiliclact de hacer presentes rnuch:rs ('()slls
dad e inestabilidad del lenguaje que, Por otra parte, es condi- al misrno tiempo, y aunque sólo podamos mirar Lllr¿l l)('(lu('-
ción de su múltiple utilidad y su capacidad de desarrollo. En ñzr parte de ella en cada momento, retenemos, sit'r cllll»tt'e'o,
este respecto, el lenguaje puede ser comParado a la mano, la una impresión general del resto y, cuando 1o necesil.aul<>s, t'slri
Cual no basta, a pesar de su capacidad, para acomodarse a las siempre a nuestra disposición. [,as relaciones espztciitlcs <lt' los
más diversas tareas. Producimos manos artificiales, herramien- símbolos escritos en una superficie bidimensionirl prrr'<k'tt sct'
tas para fines específicos que trabajan con una exactitud que crnpleados de múltiples maneras para expresirr t'cl;t<'ioncs irt-
la mano no lograría. iPor qué es posible esta exactitud? Justo lernas, que rebasan las del mero seguir y precedel- cn t'l I it:¡ll-
por la rigidez, la estabilidad de las Partes, cuya carencia hace Jro unidimensional, y esto significa el encontt'ar ar¡ttt'll<¡ rt k¡
a la mano tan vastamente diestra. Así, tampoco la escritura (lue queremos dirigir nuestra atención. De hech(), t¿ul)l)o<'o lu
es suficiente. Requerimos un complejo de símbolos del que se sirnple ordenación corresponde, en manera alguna, it llr rrrull i-
destierre toda multivocidad, y a cuya forma lógica rigurosa no ¡rliciclad de relaciones lógicas por medio de l¿rs cuirlc:s st: intct'-
pueda escapar el contenid'o. ('()nectan los pensamientos.
Ahora se pregunta si tienen pr-imacía los símbolos para los Así, las propiedades por medio de las cuales la esct'itul'a s('
oídos o los símbolos Para los ojos. Por 1o Pronto, los prime- rrpirrta del curso de la representación son prccisamentc llrs ntiis
ros ofrecen la ventaja de que su producción es independiente rr¡rropiadas para remediar ciertos defectos de nuestl-u t'onsl i-
de circunstancias externas. Especialmente puede hacerse valer tución. Si no se trata de presentar el pensamiento n¿rtut'¿tl l:tl
la estrecha afinidad de los sonidos con los procesos internos. ('()rno se ha estructurado en su efecto recíproco con el lenutrajt'
Para ambos, la forma del fenómeno es la secttencia temporal; vt'rbal, sino de complementar esa limitación que se ha pro«ltr-
ala vez, ambos son fugaces. En especial para la vida emotiva, cirlcl por su estrecho trato con el sentido clel oído, entonces, st:-
los tonos tienen una relación más íntima que las formas y los urin esto, se ha de preferir la escritura al habla. Para apt'ovechltt'
colores; y la voz humana con su infinita flexibilidad permite lrrs ventajas peculiares de los símbolos visibles, tal escritura tie-
r r(' que ser diferente de todo lenguaje verbal" No se requierc
satisfacer también las más finas combinaciones e inflexiones
160 Susur-rcrcróN crnNTÍucr DE UNA coNcEprocn,A.rÍe

mencionar que estas ventajas casi no tienen valor en la escritu-


ra verbal. La posición recíproca de las palabrzrs en la superficie
donde se escribe depende en sran rnedida de la posición de los
renglones y, por tanto, carece de sienificación. Pero existen yrr
r -JUSTTF'rCACIÓN CrENT'ÍFrCA DE UNA CONCEPTOGRAFÍA 161

lo más íntirnarnente posible con un contenido. Por tanto, debe


aspirar a una brevc'dad tal que la superficie bidimensional don-
de se escribe pueda ser bien aprovechada para la claridad de
la exposición. Los símbolos para significados de contenido son
otros tipos de escritura que aprovechan mejor esas ventajas. El poco esenciales. [Jna vez que están ahí las formas generales,
lenguaje de fórmulas aritmético es una conceptografía, puesto se podrían crear en la rnectida en que se requiriera. Cuando no
que sin mediación de la v<¡z expresa innrediatanrente las c<lsas. se logra o no parece necesario descomponer un concepto en
Como tal, logra una brevedacl que per-mite despachar el conte- sus componentes últirnos, puede uno conformarse con símbo-
nido de un juicio simple en un renqlón. Tales contenidos -en los provisionales.
este caso, igualclades y desisualdades- se escriben unos buj. Fácilmente surgen preocupaciones innecesarias acerca de la
otros, en cu¿rnt() unos se infleren de otr()s. Si de dos se infierc viabilidad clel asunto. Es inrposible, se dice, que por mecli«¡
un ter-cero, sc separa al tercero de l<ls dos prinreros por una de una conceptogralía se ]raga progresar a la ciencia; pues el
barra horizontal que se puede traducir por "p<tr lo tanto". I)e descubrimiento de la primera presupone ya la perfección de
esta maner¿l se utiliza la superficie bidirnensional donde se es- la última. Exactamente la nrisma dificultad aparente surge en
cribe para ganar clarid¿rcl. [,a. deducci(ln es aquí muy unift¡rme el lenguaj". Ést. debe haber hecho posible el desarrollc¡ de la
y casi siempre descansa ell que transfonnaciones iguales re¿rli- razón; pero icómo pudo el hombre producir el lenguaje sin ra-
zaclas con núrmeros iguales conducen a resultadc¡s iguales. Cier- zón? Para investigar lzrs leyes naturales los físicos requieren apa-
t.¿rtnettte llo es ésta la úrnica rnanel-a de inferir en la ¿rrit.rnétic¿r. ratos; éstos sólo pueden ser producidos por una técnica avan-
Pero si el proureso l<'rgico zrc()lltece de ()tra lnaner¿r, porlo ge- z.ada que, a su vez, desc¿rnsa sobre el conocimiento de las leyes
neral será necesario exprcsarlo por nredio de palabras. Por l«r naturales. El círculo se resuelve en todos los casos de la misma
talfto, en el lengtraje cle fól-rlrulas aritrnético faltan expresioncs manera. Un progreso en la física tiene como consecuencia un
para las conexiones lór¿-icas; y, así, no mefece el nonrbre de un¿r progreso en la técnica, y ésta hace p«rsible construir nuevos apa-
conceptogrerfízr en sentido plencl. Toclo lo contrario pasa con el ratos por medio cle los cuales avanza la ciencia. La apiicación a
nr<>do cle simbolizaci<in qlre proviene de Leibnizt para las rela- nuestro caso resulta patente.
ci<rnes l<igic.as, que Boole, R. ()rassm,an, Stanley.feuon,.\, [i. Schróder He intentado ahora2 complementar el lenguaje de fórmulas
y ot.t'os han renovado recientemente. Sin cluda se tienen aquí lirs matemirtico por medio de símbolos para las relaciones lógicas,
fcrrmas lógicas, si bien no caballnente completas; pel'o falta el de mcldo que produzcd para el campo de la matemática, por lo
d
contenido. Cada intento de poner aquí expresiones de contcni- pr'«rnto, una conceptografía tal com() la he presentado aquí en
dos -disalnos ecuaciones an¿rlític¿rs- cn cl lugar dc l¿rs simples cllanto deseable. No se excluyen aplicaciones de mis sírnb<¡los a
letras, indicará, por la oscuridad, lo pesado y aun lo rnultívoc<¡ otros campos. Las r-elaciones lógicas aparecen por todas partes,
de las fórrnulas cor-respondientes, cuán poco apropiado es este y los símbolos para los contenidos especiales pueden ser elegi-
ntodo de simbolización par¿r la construcciírn de una verdaclera dos de tal suerte que encajen en el marco de la conceptografía.
conceptogrzrfía. De ésta me gustzrr'ía pedir: clebe tener modos Sea que acontezca esto o no, en todo caso una presentación in-
de expresiirn sirnples perra las relaciones lógicas que, linritadas tuitiva de las formas del pensamiento tiene un significado que
en núrtnero a it¡ necesario, se puedan dominar con faciliclacl y va mas allá de las maternáticas. Por eso,.espero que también
sesttridad. Estas formas debcn ser apropi¿rdas para cornbinarse los filósofos concedieran alguna atención al asunto.
I "Non inelegatrs spr:c:inren clcrn«rnstrirncli in abst.rirr:tis", ecl. Erclnrann,
p. !)4 [rc'couickr y tr¿rclucido al inslés en G.H.R. P:rrkinson (e<1.), Le.ibrtiz l,ogir:al
Pa,.f,trtr.s: A ScLcr:tio,n. Cl:rrendon, Oxford, 1966]. 2 Véase mi BegrifJisthriJt f1onceptograJía, supra, pp. 39-154.]
lócrce (18e7)
ISelección].

Separación del pensamiento de sus envolturas


En una oración afirmativa suelen estar íntimamente conecta-
das estas dos cosas: el pensamiento expresado y la afirmación
de su verdad. De ahí que no se distinga entre ambos claramen-
te. Sin embargo, también se puede expresar un pensamiento
sin afirmar aL mismo tiempo su verdad. Un científico que reali-
'za uL descubrimiento considera primeramente un pensamien-
to y se pregunta si es verdadero o falso; y sólo después de que
la investigación resulta favorable a la hipótesis se atreve a for-
mularlo como verdadero. En la pregunta "ies condensable el
gas oxígeno?" y en la oración "el gas oxígeno es condensable"
está expresado el mismo pensamiento, conectado en un caso
con una interrogación, en el otro con una afirmación.
Cuando reconocen?,os internamente un pensamiento como aerdad¿-
# ro, hacemos un juicio; cuando damos a conocer ese reconocimiento por
nuestra parte, lo afirmamos.
Podemos pensar sin llegar ajuzgar.
Hemos visto que la serie de sonidos que componen una ora-
ción a menudo no basta para expresar de forma completa un
pensamiento. Si queremos captar con toda nitidez la esencia de
un pensamiento, debemos tener presente que tampoco es raro
el caso contrario, a saber, el caso en el que una oración hace
i;
* Se traducen solamente las pp. 150-16l
del texto Logik (1897), recogido
3
en Frege 1969, vol. 1, la sección que se traduce da nombre al subtítulo del
l presente capítulo.
Traducción de Xavier de Donato.
i
164 LóGrcA ( 1897) SEI'ARACIÓN DEL PENSAMIEN'I'O DL, SLIS F:IT'VOL'I'LIRAS 165

más que expresar un pensamiento y afirmar su verdad. En mu- les vienen a la mente cuando escuchan la palabra "caballo", 1rl
chos casos, [a oraciónl tiene ¿rclemás que provocar:rlgrin efbr:to que se proyectaría en la pantalla serían imágenes bastante di-
férentes. Incluscl en un mismo hombre la palabra "caballo" no
§
sobre las ideas y los sentimientos del oyente, tanto más cuanto I
*
nrás cerca se esté del lensuaje poético. Ya hcmos scñalado que §
*-Í siernpre hace surgir la misma representación. Mucho depende-
el lenguaje es poco apropiado para evocar a voluntad en el rá aquí del contexto. Piénsese, por eiernplo, en las oraciones
2

oyente determinadas ideas con exactitud. iQuién se atreveríaa ,.


"Qré contento cabalga sobre su brioso caballo" y "Acabo de
t
hacer surgir en la mente de otr<t, a través de las palabras, urla :
ver un caballo clesplornarse en el húmedo asfalto".
imagen ex¿rcta de Apolo tal como resulta fácil de consesuir t.
Por tanto, no es para nada el caso que con la palabra "ca-
gracias a la contemplaciíln cle una escultura? Sin embargo, se ,.

É
ballo" esté asociada siempre la rnisma idea. Esa palabra, en
I
suele decir que el p<teta pinta. Y, en efecto, no se puede ne- ñ
§,
virtud de su sentido, ciertarnente nos sugier-e la fbrmacií;n de
4
gar que la palabr-a oída afecta a las ideas lVorstellungenl* por el t una iclea, pero por sí tnisma está lejos de determinar comple-
mero hecho de entrar en la conciencia como un complejcl de tarnent.e esa idea. En general, podremos suponer que hay una
sensaciones auditivas. La mera sur:esión de sonidos, el tirnbre concordancia de ideas entre el oyente y el hablante aunque sólo
de la voz,la entonación, el ritmo son percibidos con sentimien- de una manera apr<lximada. Cuando varic¡s artistas ilustran el
tos de placer o displacer. Estas sensaciones sonoras se vinculan rnism«r poema independientemente uno del otro, diferirán en-
con representaciones IVorstellungen] auditivas parecidas y éstas, tre sí considerablemente en la repr-esentación del rnismo suce-
a su vez, se conectan con otras representaciones suscitadas por so. El poeta no pinta realment.e nada, sino clue incita a pintar y
ellas. Éste es el ámbito de la onomatopeya. A este ."rp"ito, proporciona pistas para hacerlo, dejando al oyente la tarea de
podenros poner como ejemplo el verso homéric o (Odisea, IX, d¿rr cuerp() a sus palabras. \', p?rra este colneticlo, al poet.a le
7l): tpryr)ú te xui te-rpuXr)& Dréoxroev ig uvé¡roro.t resulta útil disponer de varias palabras que puedan sustituirse
Esto es completamente independiente del propósito de las unas por otras sin alterar por ello los pensatnientos, pero que
palabras de expresar pensamientos. Los sonidos actúan aquí pueden ¿Ictuar de manera diferent.e en las ideas y l«ls sentimien-
sólo como estímulos sensoriales. Pero, puesto que las sucesio- tos del oyente. Piénsese, pot'ejemplo, en las palabras "andar",
nes de sonidos supuestamente tienen un sentido, ejercen una "caminar" y "pasear". En el vocabularic¡ común, estas palabras
influencia sobre la imaginación aún de otro modo. El que oye se usan aproximadamente para el mismo fin. Si cornparamos la
la palabra "caballo" entendiendo su significado probzrblemen- oración o'Este perro ha aullado toda la nc-lche" coll "Este chucho
te en seguida se figurará en la mente la imagen de un caballo. ha aullado toda la noche", nos parece que el pensamiento [ex-
Esta imagen no debe confundirse, sin embargo, con el sentido presado] es el mismo. La primera oración no nos dice ni más
de la palabra "caballo", ya que en la palabra "caballo" no se ni menos que la segunda. Pero mientras que la palabra "pe-
está dando pista alsuna sobre el color del caballo, ni sobre su rro" no suscita asociaciones ni positivas ni negativas, la palabra
postura en reposo o en movimiento, ni sobre el lado desde el "chucho" está definitivamente más asociacla con el desaeradcl y
que es visto y otras cosas similares. Si varias personas pudie- da pie a representarse el perro como algo maleducado. Incluso
ran proyectar inmediatamente en una pantalla las ideas que si esto fuera injusto con el animal, no podríamos decir que,
por elk-r, la segunda oración fuese falsa. Es cierto que quien
*'Iraduzco "Vorstellungen" por "ideas", aunque algunas veces, y daclo el
l:r profiere expresa con ello un cierto menosprecio, pero esto
c()ntext(), también uso el térrnino "representaciones". Ambos términos son
no pertenece al pensamiento expresado. Lo que distingue a
traducciones válidas. [N. del t.] ¡&
t En la versión de Luis Segalá: "el irnpetuoso viento rasgó las velas en tres o L
la segunda de la prirnera oración tiene el valor cle una inter-
cuatro pedazos" (Homero, Odisea, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1964 (Austral
:
jección. Se podría pensar que, con la segunda oración, se nos
:
Clásica, 70), p. 89). IN. del t.] está diciendo más que con la primera, a saber, que el hablante
166 lócrcr ( 1897) SEPARACIÓN DEL PENSAMIENTO DE SUS ENVOLTURAS 167

tiene una opinión despectiva del perro. En tal caso, la palabra en el pensamiento expresado y que tengamos un medio para
"chucho" contendría un pensamiento cornpleto. La prueba de clistinguir lo que pertene(:e al pensamiento v lo r¡re no. aun si
esto se ha de tracer de la sigr.riente manera. en ocasiones, debido a la naturaleza orgánica del lenguaje, su
Suponuamos qlre nuestra primera oración es verdadera y aplicación pueda resultar difícil.
que alguien profiere la segunda oración, sin sentir realmente el Aquí también es oportuno mencionar la diferencia entre voz
menosprecio que parece ocultarse bajo el término "chucho". Si activa y voz pasiva. Las oraciones "M entregó a l/ el documen-
la objeción fuera correcta, la sesunda oración contendría dos to A", "El documento A fue entregad«¡ a l/ por M" y "frl recibió
pensamientos, de los cuales uno sería falso; de modo que afir- de M el documento A" expresan exactamente el mismo pen-
maría algo en conjunto falso, mientras que la primera oración sanriento; ninguna de estas oraciones da a entender ni la más
sería verdadera. A esto difícilmente se asentirá; más bien, el uso &
mínima cosa de más ni de menos que las otras. Por esta mis-
de la palabra "chucho" no irnpedirá considerar también ver- ma raz<in resulta imposible que una sea verdadera y alguna de
claclera la segtrnda oración. Porque hay que distinguir entre el las otras sea falsa. Lo que aquí puede ser verdadero o falso es
pensamiento que uno expresa y el pensamiento que uno induce exactamente 1o mismo. Con todo esto, no estamos en posición
a los demás a tomar como verdadero sin llegar a expresarlo. Si de decir que sea por completo indiferente cuál de estas oracio-
un comandante esconde sus debilidades al enemigo haciend<r nes se use. Razones estilísticas y estéticas darán por 1o común
que sus tropas aparezcan con distintos uniftrrmes, no está pro- I
prefbrencia a una de ellas. Si alguien pregunta "iPor qué A ha
n
piamente mintiendo,ya qLle no expresa pensamiento alguno, si l¡ sido llevado preso?", la respuesta "Bha sido asesinado por é1"
I
bien su acción tiene el propósito de inducir a tener un determi- it no sería natural, ya que exigiría un innecesario salto de aten-
nado pensamiento. Tales acciones también pueden darse en el ción de A a.B. Hacia dónde se dirija la atención, dónde recaiga
,
caso del habla, como cuando lavoz adquiere un cierto tono o se 4
* el énfasis, puede muy bien ser de interés en otro ámbito, pero
t
escogen ciertas palabras. Si alguien, sin estar realmente t.riste, ¿ no le interesa a la lógica.
t
profiere con voz triste una noticia auténtica acerca de Ia muerte a
En la traducción de una lengua a otra se hace a veces impe-
de aleuien, el pensarniento expresado seguirá siendo verdade- '+
i rioso cchar por la borda la construcci<in gramatical original.
ro aun cuando el tono triste se haya adoptado con el propósito No obstante, se mantiene el mismo pensamiento, y así debe ser
de mover a engaño. Este tono de voz puede sustituirse por pala- si la traducción es correcta. Por el contrario, las indicaciones
bras corno "iah!" o "desafortunadamente" sin carnbiar nada del relativas a la representación y el tono deben, en ocasiones, de-
1

pensarniento. Otra cosa es cuando se acuerdan ciertas acciones ?


.jarse de lado.
con el fin específico de dar una noticia. El uso general sustitu- ¡
Como ya se ha indicado anteriormente, en las dos oracio-
*
ye a dichos acuerdos en el lenguaje. Obviamente, pueden pro- f}
g
nes "Federico el Grande venció en Rossbach" y "Es verdad que
T
ducirse casos problemáticos debido a cambios en el lenguaje. E Federico el Grande venció en Rossbach" se expresa e[ rnismo
Debido al uso continuo en casos del mismo tipo, algo que ori i
pensamiento con distinta forma lingüística. Cuando afirmamos
sinalmente no había sido usado para expresar un pensamiento
Í el pensamiento de la primera oración, afirmamos automática-
*
it
puede finalmente servir para ese propósito. Un pensamiento e
mente el pensamiento de la segunda, y ala inversa. No se trata
I
que antes sólo había sido suserido mediante cierta expresión, de dos actos dejuicio difbrentes, sino de uno solo.
*
puede acabar siendo explícitamente afirmado por ella. Y en el él (Se colige de lo anterior que las categorías gramaticales de
período intermedio serán posibles distintas iñterpretaciones. sujeto y predicado no son de ninguna relevanciaparala lógica.)
Sin embargo, la diferencia en sí no queda abolida por estos La distinción entre lo que es parte del pensamiento expre-
vaivenes del idioma. Para nosotros aquí sólo es esencial que sado por una oración y lo que meramente se adhiere al pen-
una dif'erencia lingüística no siempre comporte una diferencia samiento es de gran importancia para la lógica. La pureza de
l68 LóGrcA ( 1897) SEPARACIÓN DEI- PENSAMIE,NTO DE, SLIS ENVOL'I'URAS 169

lo que se investiga no sólo es de irnportancia para el químico. rnientos en diferentes le-'nguas; pero los accesorios psicológicos,
¿Cómo porlría éste rer:onocer con completa seguridad que ha el ropaie del pensamienfo. serán con frecrrencia diferentes. A
llegado al mismo resultado por otros medios, si la diferencia partir de esto se reconoce la irnportancia de aprender lenguas
surgida pudiera tcncr su raíz cn las impurezas de la sustancia extranjeras para la fornración lógica. Al comprobar que el ro-
utilizada? Los primeros y rnás irnportantes descubrimientos en paje del pensamiento es diferente, aprendemos a separarlo cl¿r-
una ciencia suelen ser reconocimientos. Así, nos parece obvio ramente del núcleo con el que está inextricablernente unidr>
que el Sol que ayer se puso y hoy salió sea el mismo, pero, por en cada lengu¿r particular. E,s así como las diferencias entre las
más que nos pueda parecer insignificante, éste fue de hecho lensuas nos fácilitan el aislamiento de lo lógico. Pero no se
uncl de los mayores descubrimientos de la astronomía, acaso el vencen así todas las dificultacles y nuestros tratados de lógica
más fundamental. También fue de sran importancia rec<>nocer aún acarrean cosas, como por ejemplo las nociones de sujeto y
que la estrella matutina es la estrella vespertina y qlle el triple predicado, que propiamente no pertenecen a la lógica. Por est¿r
de cinco es igual al quíntuplo de tres. Es tan importante no rar.ón resulta de utiliclad el conocimiento de modos de repre-
diferenciar lo que es lo misrno como reconocer difbrencias allí sentación del pensamiento radicalmente difbrentes, como s()n
donde no resultan evidentes. Es, pues, cornpletamente erróneo los que tenemos en el lenguaje de fórmulas de la aritmétic¿r «t
creer que nunca se pueden hacet'dernasiadas distinciones. E,stá err mi ConceptograJía.
simplemente mal señalar diférencias allí donde no son relevan- La primera y más irnportante tarea es la de representar cla-
tes. Así, en la mecánica general uno se cuida cle hablar de la ramente los objetos que se han de investigar. Ya sólo haciend«>
diferencia química de las sustancias o de formular una versiírn esto será uno capaz de efectuar los actos de reconocimient<r
particular de la ley de la inercia para, cligamos, cada elementcr que, también en la lógica, constituyen descubrimientos prob:r-
químico. Só1o se tendrán en cuenta las diferencias que sean blemente f'undamentales. No olvidemos nunca que dos oracio-
esenciales para la formulación cle las leyes con las qtre se esté nes diferentes pueden expresar el mismo pensamiento y quc
trabaiando en ese momento. Sobre todo, no podemos deiarnos del contenido de una oración sólo nos ha de interesar aquell<r
engañar por factores externos y ver dif'erencias allí donde no que puede ser verdadero o falscl.
las hay. Si hubiera un atisbo más de pensamiento contenido en la
En la lóuica, tenemos que rechazar todas las distinciones que forma pasiva que en la activa, sería pensable que ese atisbo de
se hacen desde puntos de vista meramente psicológicos. Lo más fuera fálso, en tanto que el pensamiento expresado en la
que en ocasiones se llama una profirndizaci(¡n psicológica de forma activa fuese verdadero; y en tal caso no sería legítimo
la lógica no es más que una falsificación psicológica. pasar sin más de la forma activa a la fbrma pasiva. Del mismo
En los seres humanos es natural que el pensamiento se en- modo, si la forma activa contuviera un atisbo más de pensa-
tremezcle con el imaginar y el sentir. La lógica tiene la tarea de miento que la pasiva, no se podría pasar sin reparo de la pasiva
aislar lo que es puramente lógico, no de modo que lleguemos a la activa. Sin embargo, si ambas transiciones son posibles sin
a pensar sin irnágenes, lo cual sería imposible, sino de modo perjuicio de la verdad, estamos ante la confirmación de que 1o
que distingamos conscientemente entre lo lógico y lo que le que en ellas es verdadero, es decir-, el pensamiento, no es afec-
añaden la imaginación y el sentimiento. Una dificultad estriba tado por la forma de expresarlo. Esto nos debe prevenir, por
en que pensamos en una len¡;ua determinada, y la uramática, tanto, de dar demasiado peso a la expresión lingüística como
que tiene para la lengua la misma importancia que la lógica generalmente le dan los lógicos cuando, por ejernplo, aceptan
para el juicio, entremezcla lo lógico con lo psicológico. Si no que todo pensamiento, o juicio, como frecuentemente se le lla-
fuera así, todas las lenguas tendrían necesariamente la mistna ma, tiene un sujeto y un predicado, de modo que lo que sean el
gramática. Ciertarnente se pueden expresar los mismos pensa- sujeto y el preclicado está determinado por el pensamiento, al
770 LóGrcA ( 1897) SEPARACIÓN DEL PENSAMIENTO DE SUS ENVOLTURAS I71

igual que sujeto y predicado están inequívocarnente dados en psicología fisiológica, pues contrasta de forma muy marcada
la oración. ITno se eml-rrolla así en innecesarias dificultades v. con su punto cle partida realista. Se empieza con fibras ner-
lidiando infructíferamente con ellas, reñrerza Ia impresión de viosas y células ganglionares, se hacen suposiciones acerca de
que la lógica es una ciencia del todo superflua. impulsos y de córno son transmitidos y con ello se busca hacer
Evitaremos por completo las expresiones "sujeto" y "predica- más inteligible la representación fVorstellenT, yu que las células
do", tan queridas de los lógicos, no sólo porque hacen más di- ganglionares y fibras nerviosas se tienen, d.e forma automática,
fícil los actos de reconocimiento, sino también porque ocultan por más inteligibles que la representación. Tal como corres-
diférencias reales. En lugar de seguir ciegamente la gramática, ponde a una ciencia digna de ese nombre, se presupone sin
el lógico debería más bien ver su tarea como la de liberarnos j mayor reparo que lzrs células ganglionares y fibras nerviosas
de las ataduras del lenguaje. Pues, aunque hay que reconocer i:
ii
son objetivas y reales. Esto probablemente funcionará siempre
que el pensamiento sólo fue posible, al menos en sus formas su- t
y cuando nos limitemos a [explicarl la representación. Pero n<r
periores, gracias al lenguaje, debemos cuidarnos de clepender nos quedamos allí: pasamos asimismo al pensamiento y al jui-
del lenguaje; pues muchos errores de razonamiento tienen su cio, y lo que empezó siendo realismo se convierte de pronto
origen en las imperfecciones lógicas del lenguaje. Indudable- en idealismo extremo, y de esta forma esta teoría corta la rama
mente, si se cree que la tarea de la lógica consiste en describir sobre la que está asentada. Todo se disuelve ahora en repre-
sentaciones y, como resultado, las explicaciones del principio
'.

cómo piensan realmente las personas, etltonces naturalmen- i:


te se le concederá gran importancia al lenguaje. Pero en tal * se tornan ilusorias. La anatomía y la fisiología se convierten
'lÍ en ficciones. Tocla la base anatómico-fisiológica de fibras ner-
caso estaríamos llamando lógica a lo que en realidad no sería t
más que una mera rarla de la psicología, de manera parecida a É'
L viosas, células ganglionares, estímulos, impulsos y transmisión
*&
como alguien que desarrolla una teoría físico-psicológica de la de impulsos se desvanece. iY qué nos queda? Representaciones
ü
visión a través de un telescopio imagina estar haciendo astro- * de fibras nerviosas, representaciones de células ganglionares,
nomía. Los objetos propios de la lógica quedan en aquel caso ü
representaciones de estímulos, etc. iY qué es lo que al prin-
tan alejados del punto de mira como en este caso los problemas
tÍ cipio había que explicar? iEl representarse todas estas cosas!
de la astronomía. Los tratamientos psicológicos de la lógica tie- iPuede acaso decirse ahora de cualquiera de estas explicacio-
nen su origen en la falsa creencia de que el pensamiento (o el i
nes que valga o sea verdadera? De pie junto a un río solemos
juicio, como también se le llama) es algo psicológico, como ¿
J observar remolinos en el asua. iNo sería absurdo pretender
t
lo es una representación. Esto conduce irremisiblemente a un ¡?
que uno de estos remolinos es válido o verdadero o que, por
idealismo epistemológico; ya que, en tal caso, las partes que el contrario, es falso? Y aun si la danz.a de átomos y nrolécu-
I
se distinguen en el pensamiento, como el sujeto y el predica- f las en mi cerebro es más animada y frenética que la de los
I
do, pertenecerían a la psicología, al igual que el propio pensa- mosquitos en una bella tarde cle verano, ino sería igualmente
miento. Como todo conocimiento se realiza mediante juicios, absurdo afirmar que esta danza es válida o que es verdadera? Y
eso signiftcaría que se perdería todo contacto con lo que es ob- si las explicaciones que buscamos consistieran en estas danzas,
.jet-ivcl. Y todo 1o que nos es permitido hacer en nuestra lucha ipodríarnos acaso decir que estas danzas son verdaderas? iY
por alcanz,ar lo objetivo es sacarnos del río tirando de nuestros sería acaso muy diferente si estas explicaciones no fueran a fin
propios cabellos. Lo más que podemos hacer es intentar aclarar de cuentas sino colecciones de representaciones? iSon acaso
cómo llega a parecernos que hay objetividad, cómo llegamos verdaderos los fantasmas que pasan por la mente del enfermo
a asumir que hay algo que no pertenece a nuestra mente, sin de tifus en constante cambio y como en procesión? Pues no
qLre esta asunción esté justificada en absoluto. El caso más lla- son ni verdaderos ni falsos, sin«r meramente procesos, como
mativo de esta derivación hacia el idealismo lo tenemos en la son proces<¡s los remolinos del agua. Y si hemos de hablar de
t72 LóclrcA ( 1897) SEPARATIIÓN DEL PENSAMIENT'O DE SUS F]NVOL'fURAS 173

un derecho, srllo puede tratarse clel clerecho a ocurrir comc) ellas, creando así dificultades inneces¿rrias. Esto fácilmente pro-
ocrrrre. IIn fantasma contradice a otro no más cle lo que un voca que se nos tuerza la vista. En consecuencia. no nos dehe
remolino en el agua contradice a otro. preocupar cómo ocurre realmente el pensamiento, la adquisi-
Si asociamos la representación visual de un¿r rosa con la re- ción de una creencia. Lo que n«¡s interesa no es el ntantener
presentación de una delicada fiasancia y también con la repre- que aluo es verdadero, sino las leyes de la verdad.. Éstas pueclen
sentación auditiva de las palabras "rosa" y "fragancia" y aun ser entendidas asimismo como prescripciones para hacer jui-
con las representaciones motoras de la pronunciación de estas cios, a las cuales se debe uno confttrmar si no se quiere faltar
palabras, y si continuáramos añadiendo asociacií¡n tras asocia- a la verdad. Si se las llama leyes clel pensamiento o, mejor aún,
ción de modo que diéramos lugar a la rnás elaborada de las leyes del juicio, 1o que no debemos olvidar es que se trata de
representaciones, ien qué nos aprovecha? iCree al¡;uien en se- leyes que, como las leyes de la moral o las leyes del estado, pres-
rio que esta representación así fonnada sería tln Pensamientr¡? criben cílno hay que actuar y no deterrninan cómo ocurren de
Lo es tan poco colno un autótnata es un ser vivo por más in- hecho los fenónlenos, como sí lo hacen las leves de la naturale-
geniosamente que esté diseñado. Trozos sin vida ensamblados za. El pensarniento real no está siempre en consonancia con las
no pueden dar lugar a ot.ra cosa que a also inerte y sin vida. leyes de la lógica, corno tampoco el comportamiento real está
Representaciones unidas a representacioues dan lugar a una err consonancia con la ley rnoral. Por eso, en lógica, es mejor
representación v toda la habilidad y artificiosidad de las asocia- prescindir enteramente clel término "leyes del pensamiento",
ciones no pueden dar lugirr a otra cos¿r. Aunque atnenicemos pues induce ¿r tomar las leyes líreicas como si fueran leyes de la
el todo con sentimientos y estados anímic«ts, no será de gran natur¿rleza. Si ése füera realrnente el caso, tendríarnos que asig-
ayuda. La ley de la gravitaci(rn no puede surgir de este modo, nzrrlas il la psicología. Poclríamos, con la misma justificación,
pues ésta es por colnpleto inclependiente de lo que ocurra en pensar en las leyes de la geonretría o de la física como leyes
mi mente y de cualquier cambio o fluctuación eu mis ideas. del pensamiento o del.juicio, esto es, como prescripciones de
iPrtr supuesto, la captación de r:sta ley es un fbnórner-ro mental! acuerdo con las cuales debe regirse el.juicio en otros ámbitos
iClaro que sí! Pero es un fenómeno que ocurre en los conflnes si ha cle estar de acuerdo con 1¿r verdacl. La lógica es un lugar
de lo mental y que, por eso mismo, ncl podrá ser completa- tan poco adecuado como lzr geometría o la física para realizar
mente cornprendido desde una perspectiva psicológica, pues investisaciones psicológicas. Por supuesto que explicar cómo
hay aluo que entra en juego en él de fbrma esencial y que ya tienen lugar el pensamiento v el .juicio es una tarea posible,
no es propiamente mental, a saber, el pensamicnto; y quizás es pero no es en absoluto del dominio de la lógica.
este fenómeno el más tnist.erioso de todos. Pero, en la medida De acuerdo con l<¡ anterior, el lógico no tier-re que pregun-
en que es de tipo rnental, no uecesitamos ocuparnos de él en la tarse cuál es el decurso natural del pensamiento en la mente
lógica. Nos basta con que podamos comprender pensamientos human¿r. Lo que es natural para Llno, para otrcl puede muy
y reconocerlos como verdaderos; cí¡mo suceda esto, es en sí bien n<¡ serlo. De ello dan buen testimonio las enormes dife-
rnismo un problemal. También al químico le basta poder ver, rencias en las gramáticas. Ningún reproche debe temer menos
oler y gustar; y su tat-ea no es, descle luego, s¿rber cómo oclll-ren el lóeico quc cl dc quc sus proposiciones no estén de acuer-
estas cosas. No carece de importancia para ei éxito de una in- do con la manera como naturalmente pensamos. Si a alguien
vestigación científica que l¿rs cuestiones que puedan tratarse sin instrucción se le enseñan l<ts rudirnentos de las maternáti-
independientemettte unas de las otras no se confundan entre cas con el mayor rigor lógico, k¡ encontrará generalmente muy
1
Este problema está lejos cle ser cornprendido eu su.justa dirnensión. A
antinatural debido precisamente a dicho rigor. Un profesorjui-
rnenuclo uno se conterrt¿l con colar el pensamiento por la prtert.a trasera, de cioso renunciará de anternano a ese rigor y lueuo procurará
modo que ya no se sabe ctimo realmente puclo entrar allí. introducir la necesidad de ser riguros«ts poco a poco. También
t74 r-óGrcA ( 1897) SEPARACIÓX NTI PENSAMIEN'IO DE SUS ENVOI,f'URAS I75

en la historia de las matemáticas hallamos que el mayor rigor un proceso de abstracción purament.e deductiva, sino que lo que
viene hacia el final )" que. en consecuencia, el rigor está 1o más se requiere es una determinación empírico-crítica de los princi
pros ob.¡etrvos de nuestla organlza('lor) pslcotlsrca valldos Clt todr¡
alejado de lo natural. Pretender exponer el decurso natural del i

,i: momento para la consciencia de todo ser hurnano.


pensamiento nos desvía por conrpleto de la lógica. Si el lógico i
:
quisiera tomar en cuenta la objeción de que 1o que dice no se
aiust-a a 1o natural, correría el peligro de meterse en intermi- No está tan claro si se trata de leyes de acuerdo con las cuales
nables disputas sobre lo que es natural, objeto de controversia juzgamos de hecho, o más bien leyes de acuerdo con las cua-
sobre el que la lógica no puede decidir absolutarnente nada y les deberíamos.juzgar. Parece que se trata de ambas. Bls decir,
que, de hecho, no pertenece en absoluto a la lógica. Para ello que las leyes de acuerdo con las cuales hacemos juicios se usan
necesitaríamos segLrramente recurrir a la observación de los luego como normas de cómo debemos juzgar. Pero ipara qué
pueblos primitivos. tenemos que hacer esto? iNo se ajusta el juicio por sí mismo
Hay que cuidarse especiahnente de la opinión de que la ta- a estas leyes? iNo! Nr¡ automáticamente, sí normalmente, pero
rea de Ia lógica es investigar cómo pensamos y juzgamos de no siempre. Se trata además de leyes que tienen excepciones,
hecho cuando 1o hacemos de acuerdo c«¡n las leyes de la ver- pero esas excepciones a su vez est-án reguladas por leyes. De
dad. Si ese fuese el caso, tendríamos constantemente un ojo en modo que las leyes que ahora se formulan no son todas las
una cosa y otro en otra y continuar'íamos teniendo la atención leyes. iPor qué entonces separar una parte del conjunto total
en ésta cuando rniramos cte re<rjo a aquélla y el resultado fácil- de leyes y presentarlas como nortnas? Es como si quisiéramos
rnente sería perder de vist¿r un clbjetivo deterrninzrdo. Flsto nos presentar corlo norlnas las leyes de Kepler del rnovimiento de
induciría a lbnnulztr preguntas imprecisas y resultaría imposi- los planet.as y luego descubriésemos que los planetas, en su tes-
ble llegar a un resultado satisfact.orio en nuestra investigación. t.arudez, no se comportan estrictamente colno dicen esas leyes,
Lo que ¿r ruenudo se llanran "leyes del pensamiento", es de- sino que, como niños traviesos, se molestan unos a otros. Tal
cir, leyes segúrn las cuales, al menos en casos normales, se con- conduct-a deber'ía, plres, ser reprendida con severidad.
ctuce el juicio, no pueden ser rnás que leyes para totnar algo Vista así la cosa, tendremos que t.omar todas las precaucit¡-
por verdadero y no leyes de la verdad. Quien toma algo como nes para apart.arnos cle la senda que ha tomado la gran ma-
verdadero, y sesuramente los lógicos psicologistas tendrán ai yoría. Tenemos incluso que desconfiar dc los grandes genios,
menos sus propios enunciadcls por verdaderos, reconoce por pues si éstos fueran normales, serían mediocres.
ello mismo que hal' tal cosa como el ser verdadero. Pero en- En la concepción psicológica de la l«igica se nos escapa la
tonces es muy probable que t:rrnbién haya leyes de la verdad diferencia entre las razones que justifican una convicción y las
), si las hay, éstas tienen que proveernos la norma para tomar causas qtre la pro\/ocan. En tal caso, una auténticajustificación
algo por verdadero. Y ésas son las auténticas leyes lógicas. En el fde la convicción] es imposible. En su lusar tenemos una his-
suplemento no. 26 dei año 1897 de la revista Allgemeine Zeitung, toria de cón-ro se llegó a tal convicción, de 1o que se despren-
Th. Achelis escribe lo siguiente en Lln ensayo titulado "Volker- de c¡ue todo ha t-enido su causa psicológica. De este modo, se
kunde und Philosophie" ["Etnología y filosofía"]:* ponen en el misnlo nivel una superstición y un conocimiento
científico.
Pero ahora tenemos claro que las normas válidas que valen en ge- Cuanclo se toman las leyes lógicas como psicológicas, uno
neral para el pensamient.o y la acción no pueden obtenerse por se siente fácilmente inclinado a preguntar si dichas leyes son
*Recensión del libro de Alfiecl Vierkandt: Nttturaólher urul Kulturaólker, ci'n o no cambiantes, como le sucede a la gramática de una len-
Beitrag zur Sozialphilosophie (Leipzig, 1896). !11 suplemento apareció el 3 de
gua, que puede cambiar con el tiempo. Y esta posibilidad es
febrero. [N. del t.] verdaderamente ineludible si sostenemos que la autoridad de
176 lócrce ( 1897) SEPARACIÓN DEL PENSAMIENTO DE SUS ENVOL]'URAS I77

las leyes lógicas se deriva del mismo modo que la de las leyes Leyes psicológicas que se refieran de este modo a la compo-
gramaticales, si son leyes sólo porque rara vez nos desviamos sición química o a la constitución anatómica del cerebro son
de ellas y porque el juicio que discurre de acuerdo con ellas por lo menos pensables. En el caso de las leyes lógicas, por el
es tan normal como el caminar derecho. Del mismo modo c:ontrario, algo semejante sería del todo absurdo, pues en ellas
que para nuestros ancestros pudo en algún momento no haber no se trata en absoluto de 1o que uno u otro sujeto toma por
sido normal caminar derechos, así para el pensamiento pudo verdadero, sino de lo que es verdadero. Que alguien crea que
ser normal algo que ahora no lo es y podría ocurrir que algo il "2 x 2 : 4" es verdadero, o que es falso, puede muy bien de-
que ahora es anormal pueda volverse normal en el futuro. De
*
*fr
8t
pender de la constitución química de su cerebro, pero que tal
manera similar a corno ocurre con una lengua que todavía no pensamiento sea verdadero o falso no puede depender de eso.
est-á fijada, es decir, una lengua en la que resulta poco fiable Análogamente, el que sea verdacl queJulio César fue asesinado
nuestra sensibilidad idiomática respecto de algunos puntos de t
?
por Bruto no puede en absoluto depencler de la constitución
la gramática, así tendría que ocurrir con las leyes lógicas cuan- í cerebral del prclfesclr Mommsen.*
t?

do nos encontramos en un periodo de transición. Podríamos, ¡' De cu¿rndo en cuando se plantea la cuestión de si las leyes l<i-
por ejemplo, vacilar con respecto a si es correcto pensar que qicas pueden cambiar c<¡n el tiempo. Las leyes que rigen la ver-
todo objeto es idéntico a sí mismo. Si ése fuera el caso, no .

ri
dad, como todos los pensamientos, son siempre verdaderas, si
podríamos hablar con propiedad de leyes lógicas, sino sólo de i
es que realmente son verdaderas. No pueden, por consiguien-
*#
reglas lógicas que expresan lo que en un momento dado es colt- te, contener una condición que a veces se cumple, a veces n(),
siderado normal. No podríamos formular esa regla así: "Todo { ya que se t.rata de la verdad de pensamientos que, cuando son
*
objeto es idéntico a sí mismo", ya que aquí no se hace mención f vercladeros, son verdaderos en todo montento. Si en cierto rno-
de la clase de seres para quienes esto resulta válido, sino que mento la verdad de un pensamiento se sigue de la verdad de
más bien deberíamos decir algo como lo siguiente: "Para los ü
§ otro, entonces siempre tiene que seguirse.
seres hurnanos, con la posible excepción de ciertos hombres # Permítasenos resurnir brevemente las conclusiones a las que
primitivos que aún n«¡ han investigado la cuestión, es normal $
;i
hemos llegado acerca de los pensamientos (propiamentc cli-
juzgar que todo objeto es idéntico a sí mismo." Pero si hay leyes, chos).
aun si son psicológicas, tendrán que ser siempre verdaderas, Lcrs pensamientos lGedankenf, a diferencia de las represen-
como hemos visto, o, mejor aún, tendrán que ser atemporales, taciones lVorstellungenl, no pertenecen a una mente inclividual
si es que son verdaderas. Tengamos en cuenta que si una ley (no son subjetivos), sino que son independientes de nuestra
deja de valer en un determinado mornento, deberíamos decir tnente y se nos hacen presentes a cada uno de la misma mane-
que es completamente falsa. L,o que sí podríamos hacer, sin ra (objetiva); no son pr-oducidos lqemacht) por la mente, sino
embargo, es intentar descubrir una condición que pudiera ser que son captados lerjdsstl por ella. En esto son parecidos a l<¡s
añadida a la ley. Supongalnos por un momenro que el .juicio cuerpos físicos. Se distinguen de estos últimos en que no sorl
humano se adecuara por un cierto periodo de tiempo al prin- espaciales ni en esencia temporales, como podría en vercl¿tcl
cipio de que todo objeto es icléntico a sí mismo, pero que des- decirse, al rnenos en tanf-o que nada podría alterar su naturale-
pués dejara de adecuarse a é1. En tal caso, la causa podría ser, za intrínseca. En lo que respecta a su carácter no espacial, son
por ejemplo, que el. contenido de fósfor-o del córtex cerebral sernejantes a las representaciones.
en los seres hurnanos hubiese cambiado, de modo que tuviéra- Del carácter no mental de los pensamientos se sigue que
mos que decir algo como: "Cuando el contenido de fósforo del todo tratamiento psicológico de la lógica resulta pernicioso.
córtex cerebral no supera el 4Vo, sujuicio concordará con la * Se refiere al historiador v filólogo Theodor Mc¡mmsen (1817-1903), au-
ley de rlue todo objeto es idéntico a sí mismo." tor de una célebre llistoria de Roma. [N. del t.]
178 rócrca ( 1897)

La tarea de la lógica es depurarse de todo lo que le es extraño,


y por lo tanto de todo lo psicolóEico, y de liberar al pensamien- '¡

to de las ataduras del lenguaje, señalando las imperfecciones


lógicas de éste. La lógica trata de las leyes de la verdad, no cle
las leyes del tomar algo por verdadero; trata no de cómo los
seres humanos piensan, sino de cómo tienen que pensar, si es
que no han de ápartarse de la verdad.

17 ORACIONES CLAVE SOBRE I-ÓCICE

[1906 o anterior]*

l. Las conexiones que constituyen la esencia del pensat lDen-


kenf son de diferente naturaleza que las asociaciones de
ideas lVorst ellungs a ss o ciatione n).
2. La diferencia no estriba meramente en un pensamiento
concomitante del que derive el carácter de la tazón de la
conexión.
3. En el pensar no se conectan propiamente ideas, sino cosas,
propiedades, conceptos, relaciones.
4. El pensamiento lGedanhel contiene siempre algo que va
más allá del caso particular, razón por la cual se nos pre-
senta como si cayese bajo algo general.
5. La expresión lingüística para el catácter propio del pensa-
miento es la cópula o la terminación personal del verbo.
6. Una señal externa para ver si la conexión es la propia del
pensamiento puede constituirla el hecho de que, en su
caso, la pregunta de si es verdadero o falso tiene sentido.
En cambio, las asociaciones de ideas no son ni verdaderas
ni falsas.
" Título original: "17 Kernsátze zür Logik", en Frege 1969, vol. I. De acuer-
do con una nota de Heinrich Scholz, el manuscrito hay que datarlo en 1906.
Podría haber formado parte de los planes de Frege para un libro de texto
sobre lógica y, en tal caso, habría que datarlo bastante antes. Una razón adi-
cional para atribuirle una fecha más temprana es que, de acuerdo con notas
de editores anteriores a Scholz, fue encontrado junto al material preparatorio
para el diálogo con Pünjer sobre existencia; también allí aparece el nombre
de "Leo Sachse".
Tiaducción de Xavier de Donato.
180 l7 onrcroNEs cr-AVE soBRE r-ócrce

7. Qué sea lo verdadero, lo tengo por algo indefinible.


8. La expresión lingiiística de un pensamienfo es lrna oración
lSatzl. En un sentido derivado, se habla también de la ver-
dad de una oración.
9. Una oración puede ser verdadera o falsa sólo en la medida
en que expresa un pensamiento.
10. [,a oración "Leo Sachse es un hombre" es la expresión de
un pensamiento sólo si ool-eo Sachse" designa algo. De la
misma forma, la c¡ración "esta mesa es redonda" expresa lÓCtCr
TNTRODUCCTÓN A LA (1906)
un pensamiento sólo si la expresión "esta mesa" designa
algo, no es un térrnino vacuo. ISelección].
11. "2 por 2 es 4" sigue siendo verdadero aun cuando, a conse-
cuencia de la evolución darwinista, todos los hombres aca- La separación de la fuerza asertiva y el predicado
basen por afinnar que 2 por 2 es 5. Toda verdad es eterna Se puede expresar un pensamiento sin afirmarlo. Pero falta en
e independiente de que sea pensada y de las condiciones los lenguajes una palabra o signo cuya función sea simplemen-
psicológicas del que la piensa. te afirmar algo. A esto se debe que incluso en obras de lógica
12. La lógica comienza corr el reconocimiento de que existe se confunda, según parece, el predicar con eljuzgar. No se sabe
una difbrencia entre la verdad y la falsedad. con certeza si lo que los lógicos llaman juicio ha de considerar-
13. Un.juicio se justifica o bien retrotrayéndose a verdades co- se corno un pensamiento solo, o acompañado deljuicio de que
nocidas anteriormente, o bien sin utilizar otrosjuicios. Só1<¡ es verdadero. Si nos atenemos a la expresión literal, debería-
el primer caso, el inferir, es objeto de la lógica. lnos considerar que se trata de un pensamiento con eljuicio;
14. Las teorías de los conceptos y del juicio no son más que pero el uso del lenguaje es tal que con frecuencia no se incluye
una preparación para la teoría de la inferencia. el acto auténtico de juzgar, el reconocimiento de la verdad de
15. La tarea de la lógica es establecer las leyes por medio de las algo. LIso la palabra "pensa,miento" aproximadamente co?no los ló-
cuales un juicio se justifica a partir de otros, independien- gicos usa,n "juicio". Pensar es captar pensamientos. Después de
temente de si éstos son verdaderos o no. captar un pensamiento, se lo puede reconocer como verdadero
16. La observancia de las leyes lógicas garantiza la verdad de (juzgarlo) y expresar dicho reconocimiento (afirmarlo). Hay que
un juicio sólo en la medida en que los juicios a partir de distinguir también entre fuerza asertiva y negaciórz. A todo Pen-
los cuales se justifica dicho juicio sean a su vez verdaderos. samiento le corresponde un opuesto, de modo que rechazar
17. Las leyes de la lógica no pueden justificarse mediante nin- uno equivale a aceptar el otro. Se puede decir que juzgar es
guna investigación psicológica. elegir entre opuestos. El rechazo de uno y la aceptación del
otro son una rnisma acción. Por tanto, no se necesita para el
* El presente texto proviene de las notas diarias de Frege escritas entre el 5
y el 12 de agosto de 1906 y está recogido bajo el título Einleitung in die Logik
(Augu,st 1906) en F'rege 1969, vol. 1. Parte de este texto fue revisado más tarde
por Frege y constituye el texto titulado "Kurze Übersicht meiner logischen
Lehren" ["Breve sumario de mis doctrinas lógicas"], publicado también en
Frege 1969, vol. 1.
Traducción de Xavier de f)<¡nato.
182 INTRODUCCIÓNT A LA LÓGICA SEPARACIÓN DE FUERZA ASERTIVA Y PREDICADO I83
rechazo cle un pensamient.o un nombre o un signo especial. Se mismo pensamiento no puede ser unas veces verdadero y otras
puede hablar de la nesacirin antes de haber distinsuiclo partes falso: en lns casos en los que la gente habla de csta mancra
en el pensamiento. Discutir sobre si la negación pertenece al se trata siempre de pensamientos diferentes. y la razón por la
pensamiento completo o a la parte prcdicativa resulta tan es- que se cree que es un mismo pensamiento es que se usan los
téril corno discut.ir si un abrigo viste a un hombre que ya está mismos sonidos y esos sonidos no forman una oración propia-
vestido o si forma un todo con las demás prendas de vestir. mente dicha. No siempre se distingue suficientemente entre el
El abrigo, al cubrir al lrornbre que ya está vestido, se une por signo y lo que éste expresa.
ello mismo a las demás prendzrs de vestir. N,{etafóricamente ha- si tenemos dos pensamientos, sólo son posibles cuatro casos:
blando, el cornponente predicativo del pensamiento se puede
considerar como una envoltura del componente que hace las l) el primero es verdadero e igualmente el segundo;
veces de sujeto. Cualesquier¿r otras envolturas que se añadan 2) el prirnero es verdadero y el segundo falso;
se unirárr por ese mismr¡ hecho a lc¡s que ya estén allí. 3) el prirnero es falso y el segundo es verdadero;
4) ambos son falsos.
Ill moclo hipotético de composición de oraciones
Si el tercero de estos casos no se da, entonces se da la relación
Cuand<¡ se dice que en un juicio hipotético se interrelacionan que he designado por rnedio de la barra de cond,ición. La ora-
dos juicios, la palabra 'juicio" se usa de tal modo que no im- ción que expresa el primer pensamiento es el consecuente, la
plica el reconocimiento de la verdad. Pues si se expresa la ora- r que expresa el segundo es el antecedente. Han pasado casi vein-
ción compuesta cornpleta con fuerza asertiva, no se afirma la i
tiocho años desde que propuse esta definición. Creí entonces
verdad del pensarniento en el antecedente ni la verdad del pen- que bastaba mencionarla y que todos los demás sabrían más de
samiento en el consecuente. El reconocimiento de la verdad I
:

ella que yo mismo. Ahora, después de transcurrido más de un


se extiende más bien al pensamiento expresado en la <¡ración fr cuarto de siglo, la gran mayoría de los matemáticos no tienen
compuesta tornad.a colno un t<ldo; y en un examen más detalla- §
i.i ni idea del asunto, y 1o mismo puede decirse de los lógicos.
,;t

do, encontramos en muchos casos que el antecedente, tomado iQué estulticia! Cómo me recuerda este comportamiento de
aisladamente, no expresa un pensamiento, ni tampoco el conse- los académicos al del buey delante de una nueva puerta: mira
cuente (no son oraciones propiamente clichas). En esos casos, con «tjos bien abiertos, muge, trata de pasar por el lado, pero
lo que tenemos la mayoría de las veces es la relación de subor- atravesarla podría ser peligroso. Puedo admitir que a primera
dinación entre conceptos. Aquí es bastante común mezclar dos vista resulta extraño, pero, si no lo fuera, se habría descubier-
cosas que probablemente yo fui el primero en distinguir: la re- to hace mucho tiempo. Pero, itenemos que guiarnos siempre
lación que designo con la barra de condición, y la generalidad. por la primera impresión que nos cause un asunto? iAcaso no
La primera corresponde aproximadamente a lo que los lógicos tenemos tiempo para reflexionar? No, ipues qué cosas buenas
quieren decir con "una relación entre juicios". Esto es, el signo podríamos descubrir al hacerlo? Probablemente la gente echa
para la relación (la barra de condición) conecta oraciones propia- en falta una relación interna entre los pensamientos; nos re-
mentc dichas entre sí, de rnodo que cada una de ellas expresa sulta difícil de aceptar que sólo haya de tomarse en cuenta la
un pensamiento. verdad o falsedad de los pensamientos, que el contenido mismo
Si hacemos a un lado los mitos y la ficció, y consideramos no cuente en absoluto. Esto está relacionado con algo de lo que
sólo aquellos casos en los que se trata de la verdad en sentido me percaté sobre el sentido y la referencia. Pues bien, si alguien
cientíñco, podemos decir que todo pensamiento es uerdadero o fal- intentase dar una explicación en la que el contenido del pen-
so, tertium non datur. No tiene senticlo hablar de casos en los que samiento desempeñe un papel más relevante, probablemente
un pensamiento es verdadero y de casos en los que es falso. El resultaría que o bien 1o que se ha añadido del pensamiento es
184 INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA SEPAR,{CIÓN DE FUERZA ASERTIVA Y PREDICADO 185

totalmente superfluo y que lo único que se logra es enredar samiento (sentido y referencia). N{ediante la descomposición
cl asunto sin beneficio altttno, o hien qrre las oraciones (atlte- rle pensamientos sinqulares se obticnen componcntcs complc-
*s
cedente y consecuente) no son oraciones propiamente dichas, tos y componentes no saturados, que por supuesto no pueden
ninguna de las Cuales expresa un Pensamiento, de modo que ri
a
¿rparecer en forma aislada, pero cualquier componente de un
en realidad no se han puesto en relación con pensamientos, género con cualquier componente del otro género forma un
como se pretend.ía, sino conceptos o relaciones. il-a relación pensamiento. Si se mantiene fija la parte no saturada y se varía
que designo con la barra de condición es una relación que la parte completa, sería de esperui qr. los pensamientos así
puede darse entre pensanlientos? iRealmente no! Lo único que
a

I
é
'4
ft¡rmados fuesen en unos casos verdaderos y en otros falsos.
podemos d.ecir es que el signo de esa relación (esto es, la barra
Í
I
i
É
Aunque también puede suceder que fuesen todos verdaderos.
de condición) conecta oraciones. Posteri<¡rmente se completa la
l
*
T
Por ejemplo, sea el componente no saturado lo que se expresa
explicación de tal manera que mediante la barra de condición con las palabras "es idéntico a sí mismo". Esto es entonces una
se permita conectar también. nombre.s de objeto.s. Y esto entra aún c<¡ndición particular de la parte no saturada. Así, obtenemos
-árot en la cabeza. Para hacerlo aceptable, es preciso exami- un nuevo pensamiento (todo es idéntico a sí mismo) que, com-
nar con más precisión [a generalidad. parado con los pensamientos singulares (el dos es idéntico a sí
:.
rnismo, la Luna es idéntica a sí misma), es general. Ciertamen-
Generalidad ,.
te, la palabra "todo", que ocupa aquí el lugar de un nombre
propio ("la I.una"), no es ella misma un nombre propio, no
l

Es en este punto donde surge la necesidad de descomponer un


*
t
pensamiento en partes, ninguna de las cuales es un pensamien- designa un objeto, sino que sirve para conferir generalidad de
to. El caso más sencillo es la división de un pensamiento en ::

!.
contenido a la oración. A menudo influye demasiado el len-
dos partes. Las partes son heterogéneas: una es no Saturada,
i
fluaje en la lógica, y por ello la conceptografía es valiosapara
la otra es saturada (cornpleta). I-os pensamientos que hay que
I liberarnos de las formas lingüísticas. En lugar de decir "la Luna
Á

considerar aquí son los que en la lógica tradicional se deno- t es idénticaa sí misma" podemos decir también, sin modificar el
x
minan juicios singulares. En ellos se afirma algo de un objeto.
tj pensamiento, "la Luna es idéntica ala Luna". De aquí se sigue
La oración que expresa un pensamiento tal está compuesta de que un nombre propio puede aparecer en uno o más lugares
un nombre propio -y éste corresponde a la parte completa del ',
de una oración. Pero, al pasar a la oración general, es impo-
pensamiento- y una parte predicatiua, que corresponde a la ;!
sible lingüísticamente que la palabra "todo" aparezca también
parte no saturada del pensamiento. Por cierto, estrictamente
.x
É
en dos lugares. La oración "t<¡do es iguar a todo" no tendría el
ñablando, no es el pensamiento en sí el que es singular, sino ü
sentido deseado. Se puede, en el terreno rnatemático, usar una
t
que lo es sólo respecto de una posible manera de descompo- I
I:
letra y decir "a es idéntico a a". Esta letra ocupa entonces el
nerlo. Es posible que el mismo pensamiento, descompuesto de f Iugar (o luuares) de un nombre propio; pero no es un nombre
§
otra manera, aparezca como particular (Cristo convirtió a al- , propio, no tiene referencia; sólo sirve para conferir generali-
§ dacl al contenido de la oración. Este uso d.e letras, por ser más
gunos hombres a su doctrina). Los nombres propios designan r.
.¿

objetos, y un pensamiento singular es acerca de objetos. Pero


r*
t simple, y desde el punro de vista de la lógica más apropiado,
É
:)
,o r" puede decir que el objeto sea parte del pensamiento, así I
ha de preferirse a los medios que el lenguaje nos proporciona
como el nombre propio es parte de la oración correspondien- para este propósito.
f'
t
li

te. El Mont Blanc, con su nieve y sus glaciares, no es parte del r Si un todo consta de dos oraciones conectadas por .,y,,, y
i
pensamiento de que el Mont Blanc mide más de 4 000 metros; cada una de las cuales expresa un pensamiento, entonces tam-
ióto podemos decir que al objeto le corresponde, en determi- bién podemos considerar que el sentido del todo consiste en
i
nada manera que habremos de considefar, una parte del pen- i un pensamiento, pues ese sentido es verdadero o falso; es de-
186 INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA
V SEPARACTÓX NN FUERZA ASERTIVA Y PREDICADO 787

en un caso dado cuando, como dijimos antes. mantenemos fija


cir, verdadero si ambos pensamientos que lo componen son
verdadcros, ), falso en cualqttier otro Casn; esfo es, crlanrlo al
la parte no saturada en un pensamiento hipotético que pue-
menos uno de los dos pensamientos que lo componen es falso.
de considerarse a la vez como singular y utilizamos cualquier
Si llamamos al pensamiento del todo la conjunción de los dos
parte completa para la saturación. De esta manera, llegamos
pensamientos Componentes, entonces la conjunción tiene tam-
al pensamiento general, y el pensamiento hipotético singular
bién su pensamiento opuesto, como lo tiene cualquier pellsa- del que partimos surge como un caso particular de aquél. Por
ejemplo:
miento. Ahora está claro cuál es el opuesto de una conjunción
del opuesto de un primer pensamiento con un segundo pensa- Primer pensamiento: que el cuadrado de 3 es mayor que 2
miento. Es 1o que yo expreso mediante la barra de condición.
De nuevo, la oración [qr" expresa] el primer pensamiento es Segundo pensamiento: que 3 es mayor que 2
el consecuente, la fque expresa] el segundo es el antecedente.
Opuesto del primer pensamiento: que el cuadrado de 3 no
Pero a la oración completa que expresa el opuesto de la con- es
junción del opuesto del primer pensamiento con el segundo mayor que 2
pensamiento la podemos llamar oración hipotética, cuyo con- Conjunción del opuesto del primer pensamie,nto con el segundo
secuente es la oración que expresa el primer pensamiento y pensamiento: que el cuadrado de 3 no es mayor que 2 y que
cuyo antecedente es la oración que expresa el segundo pen- 3 es mayor que 2.
samiento. Llamaremos pensamiento hipotético al pensamiento
expresado por una oración hipotética cuyo consecuente expre- opuesto de la conjunción del opuesto del primer pensamiento con
sa el primer pensamiento y cuyo antecedente expresa el segun- el segundo pensamiento: que es falso que al mismo tiernpo el
do pensamiento. Si el mismo nombre propio aparece tanto en cuadrado de 3 no es mayor que 2 y que 3 es mayor.que 2.
el antecedente Como en el Consecuente, podemos Considerar
al pensamiento hipotético como un pensamiento singular con Éste es el pensamiento hipotético cuya consecuencia es el pri-
respecto a la descomposición en la cual la parte completa co- mer pensamiento v cuya condición es el segundo pensamiento.
rresponde al nombre propio y el resto a la parte no saturada. La expresión "Si 3 es mayor que 2, entonces el cuadrado de 3 es
Si ahora mantenemos fiia la parte no saturada y variamos la mayor que 2" f"iene algo de chocante, / lnás todavía la expresión
parte completa, puede suceder que siempre obtengamos un que resulta de sustituir el "3" por un "2": "Si 2 es mayor que Z,
pensamiento verdadero, sea cual fuere 1o que elijamos para la entonces el cuadrado de 2 es mayor que 2". Pero qlle es falso
parte completa. Aquí, como a lo largo de estas investigaciones, que al mismo tiempo el cuadrado de 2 no es mayor que 2 y que
presuponemos que no estamos operando en el ámbito del mi- 2 es mayor que 2, es un pensamiento vercladero. Así, se puecle
to y la ficción, sino en el de la verdad (en el sentido científico), poner un número cualquiera en lugar de 3 y siempre obtendre-
mos un pensamiento verdadero. Pero, iqué pasa si ponemos un
de modo que todo nombre propio consigue efectivamente su
objetivo, es decir, designar un objeto y que, por consiguien- objeto que no sea un número? cualquier oración que se obten-
te, no es vacío. Las partes completas de los pensamientos de ga a partir de "o es mayor que 2" poniendo el nombre prclpio
las que aquí se trata no son, ciertamente, los objetos mismos de un objeto en lugar de "a", expresa un pensamiento y ese
pensamiento es siempre falso si el objet.o no es un número. La
designados por los nombres propios, pero sí están conectadas
cosa es diferente en el caso de la primera oración, porque la
con ellosi 1z es esencial que existan esos objetos si no ha de
expresión que resulta cuando se pone el nombre propio de un
caer todo en el terreno de la ficción. De otra manera, no po-
dremos habtar en absoluto de la verdad de los pensamientos. objeto en lugar de ct, en "el cuadrado de r¿" sólo designará en
Supóngase que obtenemos siempre un pensamiento verdadero
el discurso habitual un objeto si ese objeto es un número. La
188 IN'IRODUCCIÓN A LA LÓGICA
v SEPARACIÓN DE FUERZA ASERTIVA Y PREDICADO 189

culpa de esto es laincompleción de la definición usual de "cua- cliéndose así su función. Del mismo modo, en latín una oración
.lrádo". Este clefecto puede subsanarse si se estipula que por el compuesta cuyas oraciones integrantes se introducen median-
cuadrado de un objeto hemos de entender el objeto mismo si te "quot" y "tot" no se puede descomponer en esas oraciones
éste no eS un número, pero que "el cuadrado de un número" sin convertirlas a ambas en sinsentidos. De una oración dieo
ha de entenderse siempre en el sentido aritmético. Entonces, si que no es una oración proNtiamente dichct cuando tiene la forma
en lugar de a ponemos el nornbre propio de un objeto que no gramatical de una oración, pero no expresa un pensamiento,
es utl número, obtendremos a partir del esquema "el cuadra- aunque pueda ser parte de una oración compuesta que expresa
do de a es rnayor que 2" rtna oración que expresa siempre un un pensamiento y cle la qLle, por ello, pueda decirse que es una
pensamiento falso. Una vez hecha esta estipulación, podemos oración propiamente dicha. Por ende, en el caso de la oraciírn
porr.. en la oración hipotética de nuestro ejemploo'3" el nombre general no se puede trazar la distinción que alltes trazamos
propio de cualquier objeto en lugar del numeral y obten- entre corrdición y consecuencia, puesto que el antecedente y el
d.remos siempre una oración que expresa Lln pensamiento ver- consecuente no son oraciones propiamente dichas que expre-
cladero. De esta nlanera, el pensamiento general al que llega- sen un pensamiento. Ahora hablamos efectivamente como si la
mos eS, pclr lo tanto, también verdadero. Podrízrmos expresarlo condición se satisficiera en unos casos y en otros no. Esto mues-
de la siquiente manera: "Si algo eS mayor que 2, entonces su tra a las claras que lo que aquí llamamos condición no es un
cuadrado es mayor que 2" o, meior aún: "Si a es mayor que 2, pensamiento, ya que un pensamiento
-dejando de lado como
entonces el cuadrado de a es mayor que 2". Aqr-rí la construc- siempre el mito y la ficción- es solamente o verdadero o falso.
ciírn Con "Si" parece ser la que mejor se ajusta al uSO Común. No puede suceder que el mismo pensamiento sea unas veces
Pero ahora ya no tenemos dos pensamientos conectados. Si verdadero y otras falso. Lo que tenernos en ese caso no es una
sustituimos la letra "a" por el nombre propio de un objeto, en- oración propiamente dicha, aunque a partir de ella se pueden
tonces la oraciólt que obtenemos expresa un pelrsamiento que derivar oraciones genuinas, algunas de las cuales expresan pen-
aparece como un Caso particular del pensamiento Ueneral, y samientos vercladeros y otras pensamientos falsos; pero esos
en ese CaSo particular tenernos dos pensamientos, presentes en pensamientos son distintos. I-as letras que como nuestra "A"
el antececlente y el consecuente, además del pensamiento pre- en el ejemplo sirven para conferir-generalidad de contenido a
sente en Ia oración entera. Podemos Captarlos Separadamente. una oración son, en virtud de esta finalidad, esenciahnente di-
Pero no podernos cotttinuar dividiendo la oración que expresa ferentes de los nombres propios. Digo que un nombre propio
el pensamiento general sin convertir sus part.es en sinsentidos. designa (o refiere a) un objeto; "a" indica un objeto, no tie-
Puts la letra "4" confiere generalidad al contenido del todo, ne referencia, no desigrla o no refiere a nada. Palabras como
pero no a las oraciones que 1o integran. La parte "¿z es mayor "algo" y "ello" desernpeñan a menudo en el lenguaje ordinario
que 2" ya no expresa un pensamiento, ni verdadero ni falso, el papel de las letras; pero en algunos casos las letras no pa-
po.qr" "a" \i designa un objeto como lo hace un nombre recen ser sustituibles en absoluto. El lenguaje es, en éste como
propio ni confiere a esa parte generalidad de contenido, en en otros aspectos, defectuoso. Para discernir la estructura ló-
relación con esa Parte no tiene ninguna función en absoluto, gica es rnejor usar letras que confiar en el lenguaje corrien-
ni contribuye en nada a ella, como lo haría, por ejernplo, si te. consideremos ahora las oraciones, que no son oraciones
le confiriera un sentido. Lo mismo vale para la otra parte: "el propiamerrte dichas, de las que se compone nuestra oración
cuadrado d,e a es Inayor que 2". La"a" de una parte remite a general. Cada una de ellas contiene una letra. Si la sustituimos
la ,,a,, de la otra y precisamente por esta razón no podernos por el nornbre propi<t de un objeto, obtenemos una oración
separar las cláusulas, pues si lo hiciéramos se destruiría Por propiamente clicha que estará compuesta rnanifiestamente del
completo la contribución que "a," hace al sentido del todo, per- nombre propio y lo restante. Ese resto corresponde a la parte
190 INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA

no saturada del pensamiento y es también parte de la oración


que no es una oración propiamente dicha. Así, cada una de
eSaS oraciones Componentes contiene, además de la letra, un
componente que corresponde a la parte no saturada del pen-
samiento. E,stas partes no Saturadas de un pensamiento Son a
Su vez partes de nuestro pensamiento general, pero necesitan
cle algún aglutinante que las una y las mantenga unidas; de la
misma manera, dos partes completas de un pensamiento tam-
poco pueden mantenerse unidas sin algún tipo de aglutinante' MIS IDF]AS LÓGICAS BÁSICAS
Si expresamos el pensamiento general de nuestro ejemplo así:
"Si ¿ es mayor que 2, entonces a eS algo Cuyo cttadrado eS ma- [1915]-
yor que 2", entonces las palabras "es algo cuyo cuadrado es
mayor que 2" y 'o"s mayor que 2" corresPonden a las dos partes Quizás el siguiente texto sirva a algunos como clave
no saturadas del pensamiento a las que nos estábamos refirien- para comprender mis resultados
dO. Per«t, en este CaSO, el "eS" tiene que tomarse Conlo Carente
cle fuerza asertiva. Lo que corresponde al aglutinante que las Cuando alguien reconoce algo como verdadero, está haciendo
une son las palabras "si" y "entonces", la letra "o" y la posición un juicio. [,o que reconoce como verdadero es un pensamiento.
de la palabra "es", primero inmediatamente después de "a" y No se puede reconocer un pensamiento como verdadero si no
luego después del "entonces". Sabemos, sin embargo, que este se lo ha comprendido. L.In pensamiento verdadero ya eraverda-
tipo de composición en realidad se efectúa negando, fbrrnan- dero antes de ser cornprendido por alguien. El pensamiento no
do una conjunción, neganclo nuevamente y generalizando (sic necesita de nadie como portaclor. El rnismo pensamiento pue-
uenia uerbo). de ser comprendido por muchas personas. El pensamiento que
se reconoce colno verdadero no se altera al hacer un juicio.
Cuando se juzga algo, siernpre se puede poner aparte el pen-
sarniento reconocido como verdadero, y el acto de juzgar no
forma parte de este último. t,a palabra "verdadero" no es un
adjetivo en el sentido usual. Cuando a las palabras "el agua
del mar" añado la palabra "salada" como predicado, construyo
una oración que expresa un pensarniento. Refbrmulo la ora-
ción en su forma subordinada, "que el agua del mar es salada",
para hacer más claro que estamos sólo ante la expresión de un
pensamiento y no ante su afirmación. Fln lugar de esto podría
yo dejar que un actor la dijera en el escenario, ya que sabemos
que el actor en su papel habla sólo aparentelnente con fuerza
* Según una nota de Heinrich Scholz acerca de las transcripciones en las
rlue está basada la edición de Frege 1969, vol. 1, el texto que aquí traclucimos
dataría de 1915. Otra datación, aportada por cditores anteriores, dice "De los
años cle la guerra (cara posterior)". [N. del t.l
Traducción de Xavier de Donat-o.
192 MIS IDEAS I-ÓGICAS BÁSICAS MIS IDEAS LÓGIC]AS BÁSICAS 193

asertiva. Para colltprender 1¿r oración es necesario conocer el palabra "verdadero", sino en la fuerza asertiva con la que la
sentido de las palabras "es salado", pues contribuye de forma oración es proferida.
esencial arl pensamiento -en l¿rs n)eras palabras "el agua del Algunas cosas que, como la negación o la generalidad,
lrll,u'" no terrdr'í¿rrnos ningunzr oración ni la expresión de nin- acompañan al pensamiento, parecen estar más íntimanlente re-
gún pensarniento-. Otra c()sa completamente distinta ocurre lacionadas con la fuerza asertiva o [a verdad.. El engaño des-
con la palabra "verdadero". Cuando la añado como predica- aparece en tanto las veamos ocurrir sin fuerza asertiva, por
do a las palabrzts "que el agua del nrar es salada", fbrmo una ejemplo, en oraciones condicionales o en boca de un actor
orirción, "Es verclacler'«¡ que e,l agua del mar es salada", que ex- como parte de su papel.
presa un pensamiento. Por la misma razón que antes, lo pongo Ahora bien, puesto que parece estar vacía de contenido,
en for-rna subordinacla: "Qrre es verdadero que el agua del mar ipor qué no podemos prescindir de esta palabra, "verdadero"?
es sal¿tcl¿r". Fll per-rsanriento itquí expresado coincide con el sen- iNo podríamos al menos etr el campo de la lógica evitar esta pa-
ticlo cle l¿r oracióll "qLre el ¿rgua del rnar es salada". El sentid<; labra, que sólo puede sembrar confusión? El que no podamos
de l¿r pzrlirbrzr "verclaclel'o" tx) hace, pues, ninguna contribución hacerlo radica en la irnperfección del lenguaje. Si tuviésemos
cserrcial i'rl pensamiento. Cuando ¿rflrm<¡ "es verdadero que el un lenguaje lógicamente más perfecto, no necesitaríamos de
¿1{ru¿r del nr:rr es sal:rcl¿r" estt)y irfirrnarrdo kr rnismo que cu¿rndo ninguna lógica o podríamos leerla directamente en el lengua-
¿rfirmo "el zrÉJuir dcl ntar es salada". De esta forma podemos re- je. Pero estamos muy lejos de ello. En gran parte, la tarea de
coll()ccr c¡ue la afirnraci«irl rr() reside en la palabra "verdader{)", la lógica consiste precisamente en una lucha con las carencias
sino en l¿r. lücrzir ¿rscrtiva con 1¿r cual es emitida la oración. Flsto lógicas clel lenguaje, el cual, no obstante, es indudablemente
poclría cllrr ltrgar' ¿l pensar que l:r pala,bra "verdadero" no tiene una herramienta imprescindible. Pero sólo después del culn-
ninsún sent.ido. ['er<1, si así füera, la oración en lir. que figurura plirniento de nuestra tarea lógica podremos tener una herra-
el preclir.A(l() " vcrcl¿rderc)" rlc) tendría senticlo. H,n consecuencia, mienta más perfecta.
s<ilo pclclenlos dccir clue la palabra "ver-dadero" tiene sentido, Lo que más claramente indica la esencia de la lógica es la
pel-o que éste n«r contribuye al sentido cle l¿r oraci<in en que fuerza asertiva con la que se profiere una oración. Pero
figurir. la fuerza asertiva no corresponde ni a una palabra ni a una par-
Pero, precisarneltte p()r-est¿r r¿rzíln, parece estzr palzrbr-zr. apro- te de la oración; la misma serie de palabras puede ser proferida
piaclar prrr?r hacer n«rtar-la esencia de lzr lógica. Cualquier' <¡tr<¡ en una ocasión con fuerza asertiva, sin ella en otra ocasión. En
:rcljetivo scrí¿r lrlcnos :rpr«lpiircl<¡ en virtud de su sentido parti- el lenguaje, la fuerza asertiva está ligada con el predicado.
cul¿rr. Así, parece quc la palabra "verdadcro" hace posible* lo
irrrp«lsiblc, csf {) es, consigue que lo que c()rresponde a la fuerza
asertiva aparezca c()ln() si contribuyera al pensantiento. Y este
intentcl, irllnque [iustrad<t o quizzis precis;trnente por serl<), l]os
r{
señirl¿t el c:rr¿ictcr propio cle la liluica, l¿r cual parece en este pun-
t.o radic¿rlmente clist.int¿r. cle 1¿r étic¿t <l la estética. Ptres la ¡ralabra
"bello" indica la escncia de la estética, corno "bueno" la de l¿r
"ótica", en tant«r que "verdader-o" ncl hace más que un intento
frustradt) p()r inclicar la esenci¿r de la lósica, ya que aquello que
concierne propiitmente a la lógica no estriba en absoluto en la
* ()tr¿t versi<in clel nurtrtrscrito dice "pretende * Los editores de Frege 1969, vol. 1, señalan que esta frase y la siguiente
[o quiere] hucer posible" en
lusar cle "hace posible". lN. clcl t.] están tachadas en el manuscrito. [N. del t.]
PARTE II
SEMÁNTICA
):

CONTENIDOS:

:
Introducción a [a Parte II. Semántica:
ai Sentidos y pensamientos, por Maite Ezcurdia ... L97
É

*
$
Función y concepto [1891] .. 225
,}
*
t Sobre sentido y referencia [892] .....249
$I
* Sobre concepto y objeto [1892] 277
*
&
f;
d
Consideraciones sobre sentido y referencia [1892-1895] . 293
I
iQué es una función? [1904] 303
,f,

¡i Carta de Gottlob Frege a PhilipJourdain [1914] 315


.n
¡
I
*
El pensamiento. Una investigación lógica [1918-1919] ... 321
'L
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1.1

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II\TRODUCCIÓN A LA PARTE II: SE,MÁNTICA

SENTIDOS Y PENSAN,{IE,NTOS

por MatrE EzcURDIA

La influencia más srande de Frege eu la filosofía actual provie-


ne de su trabajo sobre el lengüaje natural, a pesar de n«¡ haber
sido éste su principal objeto de estudio. Su interés principal fue
el desarrollo de una lógica que rija sobre nuestro pensamiento
que permita, en particular, iclentificar los razonalnientos váli-
dos y ampliar nuestro conocimiento por medio de inferencias
que conduzcan sólo a verdades. Sin ernbargo, según Frege, el
estudio del pensamiento no puede darse sin estudiar el len-
guaje porque el pensamiento no es algo que pueda exatninarse
clirectamente sino que se presenta "envuelto en una forrna lin-
güística perccptible" (Frege 1918-1919, p. 332 n).
En la ConceptograJía (1879) el interés de Frege por desarro-
llar una lógica lo c«rnduce a adoptar una concepción particular
de los significados de ciertas expresiones del lenguaie. Y stt
examen sobre razonamientos matemáticos en "Función y con-
cepto" (1891) encamina su propuesta novedosa sobre los signi-
ficados de las expresiones del lenguaje natural. Sin ernbargo,
es a partir de "Sobre sentido y referencia", artículo publicado
en 1892, que su propuesta sobre los significados del lenguaje
está más claramente motivada por cómo funciona el lengua-
je natural. Es en este artículo, así c«rmo en "El pensatniento.
Una investigación lógica" (1918-1919) y en "Investigaciones 1ó-
gicas. Parte Tres: Composición de pensamientos" (1923) donde
encontramos las icleas de Frege que han tenido mayor influen-
cia en la filosofía del lcnguaje conternporánea.
Hay numerosas contribuciones de Frege sobre el lenguaje
cuya motivaci(>n se encuentra en cuestiones met.afísicas o en
198 MAITE EZCURDIA INTRODUCCIÓN A LA PAR E, II 199

cuestiones lógicas. Éstas no son cle mi interés aquí. Más bien La clasificación de Frege es controversial por varias razones.
mi interés radica en las r-onlrihuciones rle Frege cuvA motiva- I)rimero. no es claro qrre todo lo qrre él llama "Nombre Propio"
ción se deriva del estudio del propio lenguaje. Examinaré tres siempre refiera a objetos y no a sucesos o estados de cosas.
ideas suyas que considero centrales a la filosofía del lenguaje. Segundo, para Frege las oraciones declarativas son Nombres
La primera es su argumento para introducir sentidos, la segun- Propios que refieren a valores de verdad, lo Verdadero y lo
da es la naturaleza de los sentidos y la tercera sus observacio- F'also, los cuales según é[ son objetos, algo difícil de aceptar.
nes sobre las expresiones deícticas y lo que éstas expresan.l Hoy en día se rechaza de entradala caracterización sintáctica
Mi objetivo es presentar un panorama crítico de las ideas de y semántica que Frege ofrece de las expresiones del lenguaje,5
Frege, señalar algunos retos a su teoría y mostrar cómo algu- pero se acepta que un argumento suyo merece atención y dis-
nas de sus propuestas incursionan en el estudio filosófico de cusión. Este pretende mostrar que la referencia de las expre-
la mente. siones no agota su significado y que se requiere Ia catesoría
semántica de sentido. F,l argumento está presente en las prime-
| . Las oraciones de identidad ras páginas de "Sobre sentido y referencia" y concierne a las
oraciones de identidad, en particular, oraciones verdaderas de
La semántica clásica de Frege se distinglle por reconocer dos
la fbrma a -: a y a b. Tyler Burge lo formula en términos de
niveles de significado para todas las expresiones significativas -
del lenguaje : el sentido y la refcrcncia. Para Frege, las expresio-
lo que él denomina "la paradoja de la identidad" y 1o expone
en el siguiente pasaje:
nes del lenguaje pueden dividirse en dos tipos. Por un lado, es-
tán 1o que él llama I'{ombres Propiosz y que incluyen los nombres
La "paradoja" de la identidad dice que, si bien el enunciado cle la
propios gramaticales ("México", "Cicerón", "Héspero", etc.),
forma a: a no es informativo, un enunciad.o de la forma a : b
los deícticos3 ("yo","hoy", "esto", etc.), las descripciones defini
puede tener una importancia empírica considerable; pero "a"
das singulares (expresiones de la forma el F o la F), y las oracio- y "á" son términos singulares que refieren al mismo objeto; luego
nes declarativas. Por el otro lad«¡, están los lt./ombres de Función, la diferencia en los enunciados debe ir más allá de aquello a lo
los cuales incluyen expresiones predicativas como "es calvo", que ellos refieren. La diferencia está en el modo en que el objeto
"es mexicano", "es tío de", "es mayor gue", etc. La diferencia denotado es presentado a un pensador mediante los términos
entre estos dos tipos de expresiones radica en su referencia. singulares "a" y "b". Y Frege contaba esa diferencia como una
Los Nombres Propios refieren a objetos, entidades que Frege diferencia en sent.ido. (Burge 7977 , p. 354. La traducción es mía.)
consideraba saturadas o completas, mientras que los Nombres
de Función refieren a funciones,4 qre Frege consideraba enti- Según esta versión del argumento de Frege, el contraste en in-
dades incompletas. formatividad entre oraciones de la forma a a y oraciones de
-
IAlgunas ideas expresadas aquí se desarrollan con mayor detalle en Ez-
la forma a - b no puede capturarse si 1o que expresan estas
curdia 1994, 1995, 7997 y 2003. oraciones concierne exclusivamente a la referencia de los sig-
2 Uso rnayúsculas para indicar el uso peculiar que da Frege a ciertas expre- nos. En caso de ser así, oraciones de ambas formas -si son
siones. Así, "Nombre Propio", "Pensamiento" y "Representación" significan verdaderas- expresarían 1o mismo, a saber, la identidad de un
las nociones fregeanas correspondientes y no la categoría gramatical de nom-
bre propio o las nociones intuitivas de pensamiento y representación. de verdad, pero "ser mexicano" sólo requiere uno por lo cual nombra un
3 En la bibliografía filosófica contemporánea, se ha adoptado también el concepto.
5
térrnino "indéxico" para hablar de estas expresiones. Cabe observar aquí que los argumentos de Russell 1905 y su teoría de las
a Entre las funciones descripciones definidas, así como los argumentos de Kripke 1980, han puesto
están los conceptos, los cuales son funciones que van
de un argurnento a un valor de verdad. "Ser tío de" nombra una función en duda que las descripciones definidas se puedan tratar semánticamente de
pero no un concepto, pues requiere dos argumentos para obtener un valor la misma manera que los nombres propios gramaticales y que los deícticos.
200 MAIf'8, EZCURDIA INTRODUCCIÓN A I,A PAR'I'L II 20r

obieto consigo mismo. De esto se sigue -continíra esta versión cl mismo contenido conceptual si y sól«r si son lógicamente
del argrrlnento- que" para dar cuenta de la diferencia en in- eqrrivalenfes. esto es. si v sólo si siempre puecle sustituirse Llna
fbrmatividad o valor cognoscitivo entre oraciones de estas fbr- oración por otra sin alterar el valor de verdad de la oración
nlas, se necesita recurrir a los sentidos, esto es, a los rnodos en c.ompleta. Así, dado que en cualquier oración (incluida la ora-
los que los objetos nombrados se presentan a los sujetos. ción 1 más arriba) podemos sustituir "Los persas derrotaron a
No sólo Burge, sino muchos han asumido que éste es el ar- los griegos en Platea" por "Los griegos fueron derrotados por
sumento de Frege para introducir la categoría semántica de los persas en Platea" sin alterar su valor de verdad, estas dos
sentido y es este argumento (o versiones sernejantes) que los oraciones tienen el mismo contenido Conceptual, un conteni-
defensores de semánticas de un solo nivel (teorías que toman do que podernos juzgar como verdadero o falso.
a la referencia como el único significado de un n<¡mbre) han Si bien la negación y el condicional operan sobre los con-
atacado.o Sin embargo, creo que esta asunci«in es equivocada. tenidos conceptuales de oraciones, Frege recalcó en su Con-
Si füese correcta, dejaría sin explicación mucho de lo que dice r:eptografía que esto no era así en el caso de las oraciones de
Frege en "Sobre sentido y referencia". Dejaría en particular sin identidad. Et signo de identidad ":", segírn F'rege, no relacio-
explicación por qué Frege afirma que la explicación que dio na contenidos, sino los signos mismos, de suerte que oraciones
de las oraciones de identidad en su Conceptogmfía es equivoca- de identidad como 2 y 3:
da. Creo que el arglrmento de Frege es tnás sutil y que para
comprenderlo cabalmente debemos revis:rr la explicación de 2. Doroteo Arango es Pancho Villa,
las oraciones de identidad en la Conceptograrfía. 3. Doroteo Arango es f)oroteo Arango,
El objetivo de Frege en su Conceptografía era desarrollar un
lenguaje formalizado para obtener leyes de inferencia válida. no expresan una relación de identidad entre el contenido de
Con esto en mente revisó el funcionamiento de formas lingüís- los nombres. Si lo hicieran, tendrían el mismo contenido con-
ticas como la negación ("no es cierto que..."), el condicional ceptual: las dos expresarían una relación de identidad de una
("ri. . . entonces. .. ") y las oraciones de identidad. Según é1, la persona consigo misma. No habría en este caso diferencia en-
negación y el condicional conciernen u operan sobre los signi- tre el juicio de que Doroteo Arango es Doroteo Arango y el
ficados de las oraciones. Al afirmar de que Doroteo Arango es Pancho Villa o, de forma más ge-
rreral, no habría diferencia entre juzgar que a : b y juzgar que
l. No es cierto que los persas derrotaron a los griegos en
Platea,
(t,
- a (cuando a de hecho es á). Además, todas las afirmaciones
(lue se hicieran con oraciones cle identidad que fuesen verda-
cleras serían triviales. No obstante, Frege advierte que esto no
la negación opera sobre el significado de la oraciírn "Los per-
sas derrotaron a los griegos en Platea" y .o sobre la oración
siempre es así. En su ConceptograÍía afirma que oraciones de
lrt forma a: a difieren de oraciones (verdaderas) de la forma
misma. En otras palabras, lo que se niega no es la secuencia
a b en que las primeras son analíticas (esto es, verdaderas en
de signos sino 1o que esos símbolos expresan. Para el Frege -
de la Conceptografía, lo que expresan los signos es lo que é1 virtud sólo de su significado) Pero las segundas no, y en que
l:rs primeras no amplían nuestro conocimiento pero las segun-
llama "un contenido conceptual". Frege dice poc() acerca de
qué son los contenidos conceptuales. Dice que los conteni- rlas sí. La solución que ofrece es sostener que las oraciones de
dos conceptuales son juzgables, esto es, que se pueden juzgar identidad expresan una relación entre los signos mismos, a sa-
como verdaderos o falsos. Y afirma que dos oraciones tienen ller, la relación de tener el mismo contenido. Así, las oraciones
rlc iclentidad 2 y 3 expresan Io mismo que las <¡raciones 4 y 5,
6 Por ejemplo, Millikan 1991, Salmon 1986, Soarnes 2002. respectivamente:
202 MAITE EZCURDIA INTRODUCCIÓN A I-A PAR'|E II 203

4. "Doroteo Arango" tiene el mismo contenido que "Pan- :rllreviaturas-, entonces oraciones de la forma a : b pueden
cho Villa". st:r informativas.
5. "Doroteo Arango" tiene el mismo contenido que "Do- Esta noción de manera de determinar un contenido, sugie-
roteo Arango". r'(), no es otra que la noción de sentido de la que más tarde
lrablará explícitamente Frege (1891 y 1892) y, de hecho, el ar-
Sostener esto, empero, no es reducir las afirmaciones de ora- gumento para int.roducir el sentido en "Sobre sentido y refe-
ciones de identidad a afirmaciones acerca de expresiones del rencia" está dirigido en gran medida a descartarla explicación
lenguaje. Ciertamente, hay oraciones de identidad como "N.Y. «le las oraciones de identidad de la Conceptografta. Para que
es Nueva York" o "D.F. es el Distrito Federal" que tienen la t:sa explicación funcione necesita que, más allá de algunos ca-
forma a - b y que aportan sólo conocimiento lingüístico acer- sos especiales y bien identificados como los de abreviaturas,
ca de nombres y sus abreviaturas. Sin embargo, no todas las siempre haya una correlación uno a uno entre un nombre y
oraciones de esta forma hacen esto: rrn modo de determinación de la referencia, esto es, que a cada
rnodo de determinación le corresponda un solo nombre, y vi-
nombres distintos para el mismo contenido no siempre son me- ceversa. Después de todo, lo que explica por qué 2 es infbrma-
ramente una cuestión ociosa de forma, sino que conciernen al tiva o cognoscitivamente valiosa es que con "Doroteo Arango"
meollo del asunto cuando se conectan con diferentes modos de está asociado un modo de determinar el contenido diferente
determinación del contenido. (Frege 1879, pp. 65-66. Las cursivas del que está asociado con "Pancho Vil1a". Únicamente así se
son mías.)* cvita que estos dos nombres sólo sean dos formulaciones tri-
vialmente diferentes semejantes a abreviaturas como "N.Y." y
Cuando la diferencia entre dos nombres que tienen el mis- "Nueva York".
mo contenido va de la mano de diferentes modos de determinar En "Sobre sentido y referencia", Frege muestra por qué no
ese contenido, entonces, según Frege, las oraciones de identi- es cierto que sólo en casos muy específicos falla una corres-
dad en las que figuran esos nombres pueden ampliar el cono- pondencia uno a uno entre los modos de determinación y los
cimiento no lingüístico de quien las comprende. nombres. El problema tiene que ver con los nombres mismos:
Un modo de determinar un contenido es un modo episté-
mico, en particular, es un modo de conocer o identificar el con- No se le puede prohibir a nadie tomar cualquier suceso u ohjeto
tenido de una expresión. Por ejemplo, el individuo que es el producido arbitrariamente como signo para algo. (Frege 1892,
contenido de "Pancho Villa" y "Doroteo Arango" puede cono- p. 250)
cerse o identificarse de varias maneras. Una de ellas es como el
caudillo del estado de Chihuahua y comandante de la División Fls parte de como funciona el lenguaje natural que cualquier
del Norte durante la Revolución Mexicana, y está asociada con individuo puede introducir un nombre para cualquier cosa.
el nombre "Pancho Villa". Otra es como el niño que nació en Supongamos que hacemos esto y que introducimos el nombre
el Rancho de la Coyotada, SanJuan del Río, Durango, el 5 de "Ta" estipulando que tiene la misma referencia que "Pancho
.iunio de 1878, la cual está asociada con el nombre "Doroteo Villa". La oración que se puede generar a partir de esta intro-
Arango". Para e[ Frege de la Conceptografía, cuando la diferen- ducción, a saber, "Pancho Villa es Ta", tiene la forma a b.
cia en nombres va de la mano de una diferencia en modos -
iAmplía esta oración nuestro conocimiento? Es cierto que am-
de determinar un contenido -lo cual no sucede en casos de plía nuestro conocimiento del lenguaje, pero no nuestro cono-
*En las citas de textos de Frege, las páginas refieren a la versión en caste- cimiento no lingüístico y, específicamente, no nuestro conoci-
llano incluida en este volurnen. mient<¡ histórico de la Revolución Mexicana. Lo mismo sucede
204 MAITE EZCURDIA INTRODUCCIÓN A LA PAR'I'E II 205

en ot.ras áreas de conocimiento. Asociados a los nombres "FIés- lJ. I{éspero es Fósforo.
pero" v "Fósforo" hav dos maneras de cleterminar el planeta ( ,lr(' sucede cc¡n 9l
Venus por medio de la observación: correspondiente a "Héspe-
ro" está la manera de determinarlo como el clbjeto astronómico 9. Héspero es Blah.
más luminoso visto Ntor lu, tctrde, y correspondiente a "F'ósforo"
está la manera de determinar-lo como el objeto astronómico 'l',s inftrrrn¿rtiva para un hablante competente del lenguaje? iO
más luminoso visto por la mañana. Supongamos ahora que in- ,'l h¿rbl;rnte competente del lenguaje puede saber que es verda-
troducimos el nombl e "Blah" estipulando que tiene la misma ,lcla sinrplemente con base en su conocirniento del lenguaje?
referencia que "Héspero".7 La oración que se puede generar a lit'c.oldernos la manera en que se introdujo "Blah". Al intro-
partir de esta introducción, a saber, "Hésperr> es Blah", tiene rlrrcirlo se estipuló que tenía la misma reférerrcia que "Ifés-
la forma a : b. Pero el conocimiento que arnpliamos cuando ¡rcl'{)", <[e sucrte que cua.lquier hablante del lenguaje que sea
r ornpetente sobre el nombre "Blah" sabrá que tiene la misma
llegamos a saber que esta oraciíln es verdadera no es nues-
tro conocimiento astronórnico, sin«r sí¡lo nuestro conocimien- rt'fi:renci¿r que "Héspero". Pero si esto es así, enl.onces, a pesar
r lc tlue la or¿rción 9 tiene la forma a : b, no es informativa
to linsüístico. En carnbio quienes descubrieron que Fléspero
era Fósforo realizaron un descubrimientc¡ en astronomía. Luego, l)1rra el h¿rbl¿rnte competente en-el lenguaje. Es en este sentido
('rr que oraciones corlro 9 están a la par en su valor informativo
una explicación adecuada cle la diferencia entre oracir¡nes de la
forma a: ? y oraciones de la forma a : b debe mostrar círmo (lue oraciones de la forma a: a (como 6 y 7).
oraciones de este tipo pueden ampliar nuestro conocirnientr¡ Fll problem¿r con la explicacií¡n de la Conceptografía es que
no lingtiístico. rro puede explicar por qué B puede ser inforrnativa ofieciendo
Sc-¡bre casosen los qlle se introduce ul) nornbre arbitraria- «'onocimiento astronómic<l nuer,o, pero 9 no. Según ella, estas
mente, Frege dice que no expresaríamos ningún conocimiento or-¿rciones dicen lo mismo que 10 y 11, respectivamente:
genuino y que "el valor cognoscitiv<¡ de a : a sería esencial- 10. "Héspero" tiene el rnism<¡ contenido que "Fósfbro".
mente el rnisrno que el de a, : fi" (F-rege 1892, p. 250). Pero, 11. "Fléspero" tiene el mismo contenido que "Rlah".
ipor qué cree Frege que en casos como éstos no hzry una di-
ferencia en valor infbrmativo o cclgnoscitivo entre oraciones Si sustituimos la noci<ln de contenido por la de reférenci¿r en
de la forma a a y oraciones de la forma a b? La respuesta rlicha explic:rción, B y 9 expresarían lo misuro qne 12 y 73,
- -
se puede entender meior consideranclo la oración "Fléspero es rcspec:tivamente:
Blah". Sabcmos que las oraciones 6 y 7:
12. "Fléspero" r-efiere a lo rnismo que "Fósforo".
6. Flésper o es Fléspero. 13. "Héspero" refiere a lo mismo que "Blah".
7. Fósforc¡ es Fósforo.
Luego, la explic¿rción de la Conceptogrc{íct, no distingue el
no son informativas porque cualquiera que sepa usar la expre- ('irso 8 del caso 9, y no explica,
por ende, por qué 8 es infc¡rma-
sión "Héspero" y la expresión "Fósfbro" para designar un cuer- tiva para el hablante competente del leneuqje y por qué 9 no lo
po celeste sabrá que esas oraci<¡nes son verdaderas. Lo que sí t:s. Ni permite explicar por qué el conocimiento que se puede
puede resultar infc¡rmativo para un hablante competente del obtener a partir de llegar a saber que B es verdadera es conoci-
lenguaje es la oración 8: rlriento en astronomía.
7 Desarroll() con nrás cleteninriento esta interpret¿rci(rn clel argumento de La solución de Freee. según mi interpretación de sus textos,
Frege en Ezcurdia 1994 y lo proponso como el rnejor argumento para intr«> llrclica en desvincular los nombres de los moclos de determinar
ducir senticlos en Ezcurdia 2003. l«rs objetos a los qrre refieren. La posibilidacl de introducir en
206 MAITE EZCURDIA INTRODUCCIéN A LA PARTE II 207

cualquier momento un nombre estipulando que tiene la mis- debe realizar t.areas propiamente semánticas. Hay al menos dos
ma referencia que otro nombre muestra que no es cierto que tareas que Frege le atribuye a los sentidos que los cc¡nvierten en
en la ntayoría de los casos, o en general, haya una conexión algo semántico. La prirnera tiene que ver con cí¡mo un nom-
uno a uno entre los nombres y los modos de determinar los bre obtiene su referencia y la segunda con la cuestión de la
objetos a los que refieren. Y son estos modos de determinar la comprensión lingüística.
referencia los que indican el ámbito de conocimiento que está Si bien un modo de determinar la refbrencia de una expre-
en.iuego y lo que explica la diferencia en valor informativo sión es para Frege algo esencialmente epistémico, es también
entre 8 y 9. Ambas oraciones hablan de cuestiones en astro- lo que explica por qué un nombre refiere a un cierto objeto.
nomía, pero una es infbrmativa y la otra no. Lo que dice 8 "Héspero" refiere a Venus porque Venus, y no otro objeto, es
es que el objeto astronómico más luminoso observado por el objeto astronómico más luminoso observado por la tarde; y
la tarde es el objeto astronómico rnás luminoso observado "Fósforcl" refiere a é1 porque Venus, y ninguna otra cosa, es el
por la mañana. En cambi«¡, 9 dice que el obiet.o astronómico objeto astronírmico más ltrrninoso observado por la mañana.
más luminoso observado por la tarde es el objeto astronómi- Pensar en un modo de determinar la referencia de esta forma
Co máS luminoso observado por la tarde, y esto no es otra CoSa es pensar en él conlo :urra rno,nera en que un nombre refiere, algo
que lo que dice 6. Luego, 8 es infbrmat.iva, pero 9, al igual que podría considerarse semártico.e
que 6, no lo es. Y la información que 8 imparte es en astrono- Comprender las expresiones de un lensuaie es saber 1o que
mía; en particular, informa sobre ttna identiclad que para ser ellas siqnifican, y viceversa. Para Frege, los hablantes conocen
descubierta requirió de observación astronómica. las referencias de las expresiones sólo mediante los modos en
que se les presentan, por lo que el significado que explica la
2. ¿qué es un sentido? comprensión del lenguaje no es la refbrencia sino el sentido. Al
He sugerido que la noci(tn de modo de cletel'minación de la ser lo que explica la comprensión lingüística y ser una manera
referencia introducida en la Con,ceptogrr{ía es la noción de sen- de referir, el sentido puede tomarse como algo semántico y no
tido de "Sobre sentido y refbrencia" (1892). Sin embar{o, lo meramente epistémico. I o
común es seguir a Frege en este úrltimo trabajo y hablar de los Hasta ahora hemos identificado las siguientes características
sentidos en términos de modos de presentación. [.a nociírn cle de l«¡s sentidos:
modo de presentar una entidad tiene un sesgo más psicológico
que la de modo de determinar una referencias pero, al igual (a) Un sent.ido es un modo de presentar la referencia.
que ésta, también es epistémica: es la manera en que una enti- (b) Un sentido es un modo de determinar la referencia.
dad le es presentada a un sujeto. Por ejemplo, la propiedad de
Venus de ser et objeto astronómico más luminoso observado 1)Al cclncebir a los sentidos como modos de determinar la ref'erencia, I)um-

por la tarde, además de servir para determinar (identificar o mett 1973 los concibió como procedin"rientos para identificar la referencia. Sin
conocer) a Venus, es un modo en que se le Presenta Venus a embargo, no estanros obligados a pensarlos así. En particular, el :lrgumento
de Frese expuesto en el apartado anterior pueclc construirsc concibiend() a un
un sujeto. modo de determinar la referencia simplemente como una [Ianera de referir.
Sin ernbargo, Frege concibe la categoría de sentidos como Véase Ezr:urdia 2003.
algo esencialmente semdntico, corno parte del significado de 10
No considero aquí cuestiones sobre cornprensión parcial ni si Frege tiene
una expresión. Para que pueda considerarse así el modo de razón en sus afirmaciones. Mi objetivo es present:rr las razones en Frege para
determinar o presentar una entidad asociado con un nombre, sostener que el sentido es algo semántico. Véase Kripke I980 para argurnentos
en contra de la explicación de Frege de por qué refiere un nombre y de la idea
8 Véase la discusión en Ezcurdia 1995 de que al usar un nombre propio los hablantes tienen que conocer un sentido.
208 MAITE EZCURDIA IN'|RODT]CCIÓN A LA PAR'IE II 209

(c) Un sentido es un rnodo de referir a la referencia.ll Un hablante competente del lenguaje que sea racional puede
(d) Comprender una expresión es conocer su sentido ('reer qrre "Héspero es Héspero" es verdadera pero no creer
y viceversa. que "Héspero es Fósforo" es verdadera, por [o cual estas ora-
ciones expresan diferentes seutidos.
Cabalmente entendidas, de las características (a), (b) y (c) po-
demos obtener una condición necesaria para cuando dos ex- Frege llanra "Pensamiento" al sentido expresado por una
presiones son sinónimas o tienen el mismo sentido
oración declarativa, es decir, a la proposición expresada por
-por ejem- una oración declarativa. Los Pensamientos son sentidos que
plo, expresiones como "Héspero" y "Blah" o como "oculista" y
"doctor de los ojos"-. El criterio de igualdad de sentidos es el están compuestos por los sentidos de las expresiones que ocu-
siguiente: rren en la oración, y sólo por esos sentidos. De hecho, Frege
sostiene que el lenguaje es composicional, en particular, que el
(CIS) Si una expresión ¿' tiene el mismo sentido que una ex- sentido de una expresión cornplejzr está determinado por su
presión et', entonces ¿' y e" tienen la misma refbrencia. estructura sintáctica y por los scntidos de las expresiones cons-
tituyentes.l2
según (cIS), una condición necesaria para que dos expresiones Los Pensamientos, además, son los portadores primarios de
tengan el mismo sentido es que tengan la misma referencia, valores de verdad. El que ellos teugan un valor de verdad ex-
pero la inversa no es correcta. Dos expresiones pueden tener la plica por qué una oración cleclarativa y por qué una creencia
misma referencia y no expresar los mismos sentidos. Por esto tienen valor de verdacl. [,a primera lo tiene porque expresa
existen oraciones de la forma a : b que pueden ser valiosas un Pensamiento y la segunda porque su objeto o contetrid.cr
cognoscitivamente. es un Pensamiento. Así, si un Pensamiento es verdadero, tanto
No obstante, hay un criterio para determinar cuándo dos la oración que la expresa con-Io la creencia que 1o tiene como
oraciones expresan diferentes sentidos. Ést. se obtiene de las objeto son verdaderas. Dada la relación entre Pensamientos,
características (a) y (d) y del argumenro para inrroducir senti- oraciones y creencias, el criterio de diferencia de sentidos pue-
dos. El criterio se puede formular en términos de oraciones o cle expresarse en términcls de los Pensamientos, donde Nr' y F"
en términos de los sentidos de las oraciones. (CDSO) lo expre- son Pensamientos:
sa en términos de oraciones:
(CDSP) Si un sujeto racional puede creer que tr)' y al misrno
(CDSO) Si un hablante comperenre del lenguaje y racional
tiempo no creer que p" , entonces lr' y P" constituyen
puede creer que la oración O'es verdaderay al mismo
diferentes Pensanlientos.
tiempo no creer que O" es verdadera, entonces O/ y
O" expresan diferentes sentidos. l2 Pzrra [rrege (FreSre 1914?,
pp. 317-319) la cornposic:ionalidad clel lerrguaje
explica círmo es posible cornprencler oraciones que no hernos escuch:tdo ¿rn-
l1 Frege no
distingue explícitarnente entre (a), (b) y (c), pero creo que esro tes: obtenernc¡s el senticlo de una oración de los sentidos de las expresiones
se debe a que para él la semántica está influida legítimamente por la epis- que la conlponen y de su estructura sintáctic¿t.
ternolosía. Hasta qué punto es legítirno dejar que cuestiones epistemológicas 'I'al como he caracterizad<¡ la composicionalidacl n() se compromete con
influyan en la construcción cle teorías semánticas constituye un tema de discu- la idea de que los significados o sentidos de las palabras son más básicos
sión. Hay quienes creen que esto no es correcto (por ejemplo, Salmon 1986 y que los de las oraciones. De esta forma es cornpatible con el l¡rincipio de
Soanres 2002), y quienes creen que sí lo es. Ejemplos de los sesunclos incluven
contexto de Frege (Frege 1884, sección 60), según el cual las palabras sólo
a alguncrs defi:nsores de semánticas bidirnensionales como Chalmers 2000,y a
tienen significaclo dentro de una oración. Para una presentzrción iluminaclora
quienes defienden una sernántica neofregeana como McDowell lg77 y Evans sobre la discusión contemporánea acerca de la composicionaliclad véase Szabó
1981.
2012.
210 MAITE EZCURDIA INTRODUCCIÓN A LA PARTE II 217

El que un sujeto racional pueda creer que Héspero es Héspe- subordinada -la cláusula que comienza con "que"- sólo pue-
ro pero no creer que Héspero es Fósforo rnuestra que dichas den sustituirse si, además de tener la misma referencia, tienen
creencias tienen objetos o contenidos distintos; en particular, el mismo sentido. Esto se justificaría con base en (g).
muestra que tienen como objeto Pensamientos distintos. :
Sin embargo, para Frege el principio de sustitución de térmi-
Los Pensamientos no sólo constituyen el contenido de las I nos correferenciales salua ueritate es universalmente correcto.
creencias sino de todas las demás actitudes proposicionales, Según é1, lo que sucede en casos como 14 es que las expre-
t'

esto es, de estados mentales cuyos objetos o contenidos se pue- siones que ocurren en las cláusulas subordinadas no tienen su
den notificar con oraciones declarativas, como las dudas, los : referencia ni su sentido habituales, esto es, no tienen la refe-
deseos, algunas emociones, entre otros. Podemos ahora añadir rencia ni el sentido que tienen en oraciones no subordinadas
4

a la lista de características de los sentidos lo siguiente: como 16. En 16, "Héspero" expresa su sentido habitual, a sa-
$
ber, el de ser el objeto astronómico más luminoso observado
(e) El sentido de una oración declarativa es un Pensa- por la tarde, y tiene su referencia habitual, a saber, Venus. Pero
miento. en cláusulas subordinadas como en 14, "Héspero" refiere a su
(f) Los constituyentes de un Pensamiento son sólo sen- sentido habitual y expresa un sentido de segundo orden. En 14
tidos. "Héspero" refiere al modo de presentación el objeto astronómico
(g) Los Pensamientos son los objetos de las actitudes pro- mds luminoso obseraado por la tard¿. Dado que el sentido habi-
posicionales. tual de "Fósfbro" es distinto del de "Héspero", de lo anterior
se sigue que "Fósforo" no tendrá la misma referencia que "Hés-
.x
f
Sostener (g) ,a de la mano con sostener que en las adscrip- t
ciones de actitudes proposicionales no se puede sustituir una pero" al insertarse en una cláusula subordinada. Luego, la falla
expresión por otra con la misma referencia pero diferente sen- '{l
de sustitución de un nombre por otro no será, de acuerdo con
tido sin alterar su valor de verdad. Por ejemplo, "Fléspero" no
¡i Frege, porque violen el principio de sustitución salua ueritate,
$

se puede sustituir por "Fósforo" en 14 ya que ésta puede ser ¡,


,i,
sino simplemente porque en las adscripciones de actitudes pro-
verdadera sin que 15 lo sea: i posicionales no son expresiones con la misma referencia.
., Esta explicación de Frege no está libre de cuestionamientos.
14. Pedro cree que Héspero es Héspero. En primer lugar, Frege no dice exactamente cuál sería ese sen-
15. Pedro cree que Héspero es Fósforo. : tido de segundo orden de un nombre cuando ocurre en una
!
cláusula subordinada. Segundo, tampoco parece correcto ex-
Una manera de explicar esto es negar que el princittio de susti- ;
,. plicar las fallas de sustitución sosteniendo que los términos no
tución de términos correferenciales sctlua aerita,te sea correcto. Se-
! tienen su referencia habitual. En algunos casos de ad.scripcio-
gún dicho principo, cualquier término puede ser sustituido
nes de actitudes proposicionales justamente necesitamos que
por cualquier otro término que tenga la misma referencia sin
las expresiones tengan su referencia habitual en las cláusulas
alterar el valor de verdad de la oración. Así, en 16 puede sus- t
ti subordinadas. Basten dos ejemplos para ilustrar esto.
tituirse "Héspero" por "Fósforo" o por "Venus" sin alterar el
El primer ejemplo tiene que ver con expresiones anafóricas.
valor de verdad de la oración: ,
Un término l' usado anaforicamente obtiene su referencia de
16. Héspero es un planeta. un térmirto t" que ocurre anteriormente en la oración o en el
discurso. En 17, por ejemplo, el pronombre "é1" es anafórico
Un fregeano podría sostener que la falla de sustitución de "Hés-
de 'Juan".
pero" por "Fósforo" en oraciones como 14 indican que el prin-
cipio es incorrecto, y que en el caso de adscripciones de acti- 17. Martha cree queJuan llegará tarde, pero élya viene en
tudes proposicionales los términos que ocurren en la cláusula camino.
919 MAITE EZCURDIA INf'RODUCCIÓN A LA PAR'TE II 2L3

Según Ia explicación de Frege de adscripciones de actitudes sistemáticas de expresiones con la misma referencia que aparen-
prop«rsicionales, en 17 "|uan" no refiere a un objeto sino a su temente tienen diferente sentido.
sentido habitual. f)aclo que "é1" es anafórico de "|uan", para Qré tanto sea ésta una objeción a la teoría de los sentidos
Frege, "é1" refbrirá al sent.ido habitual de 'Juan". Esto es cla- depende de exactamente cuáI es el sentido de un deíctico. Fre-
ramente incorrecto, pues "ya viene en camino" no se está pre- ge reconoce que hay sustituciones de deícticos que se deben
dicando de un sentido sino del individuo Juan. Luego, o bien hacer como lo ilustran los usos de las oraciones 18 y 19, pero
el fenómeno lingüístico de la anáfora debe explicarse de otra sostiene que en estos casos "mañana" y "hoy" tienen el mismo
manera o bien la explicación de Frege es incorrecta. sentido. Sobre esto volveré en el siguiente apartado, pero consi-
El segundo ejemplo se relaciona con términos deícticos, esto deremos ahora cuáles son y cómo funcionan los sentidos de los
es, con expresiones que pueden cambiar de refbrencia con un nombres propios gramaticales ('Juan", "México",'Aristóteles",
cambio en el contexto en el que son usados. "Yo", "hoy", "aquí" etcétera).
son ejemplos de términos deícticos. Dado que la referencia Según Frege, el lenguaje natural es defectuoso de varias ma-
de estos términos depende de cuándo, dónde y/o por quién neras. Una de ellas es que a cada nombre propio no le corres-
son usados, muchas veces necesitamos hacer ajustes para que ponde un único sentido. Diferentes hablantes del lenguaje pue-
las adscripciones de actitudes prop«rsicionales sean verdaderas. den asociar diferentes sentidos'con el mismo nombre, o incluso
Supongamos que Pedro reporta la creencia deJuan usando, el un mismo hablante puede a través del tiempo asociar sentidos
22 de abril, 2014,la oración l8: distintos con el mismo nombre. Por eiemplo, 'Aristóteles" pue-
de asociarse con el sentido de ser el alumno de Platón y maes-
lB. Juan cree que mañana es el día del examen. tro de Alejandro Magno o el de ser el maestro de Alejandro
Supongamos ahora que Pedro quiere reportar la misma creen- Magno nacido en Estagira (Frege 1892, p.251 ,r.). Además, el
cia de Juan el 23 de abril, 2014. No puede hacerlo usando lenguaje natural tiene nombres propios vacíos como "Pegaso",
nuevamente la oración 18. Más bien esta obligado a cambiar el esto es, nombres que carecen de referente. Si bien el sentido de
deíctico "mañana" qr" ocurre en la cláusula subordinada en 1B un nombre propio vacío es 1o que explica que sea significativo
por otra expresión que tenga la misma referencia. Así, Pedro para los hablantes, Frege muchas veces dice que los nombres
utllizaría "hoy" en vez de "mañana", corno en 19, para reportar que Carecen de referente no tienen un sentido normal sino
de manera exitosa la creencia deJuan: sólo un sentido simulad,o.l3 Un lenguaje lógicamente perfecto,
según Frege, es uno en el que a cada expresión le corresponde-
19. Juan cree que hoy es el día del examen. ría siempre una (única) referencia y un solo sentido genuino,
que no sea simulado.
A primera vista, "hoy" y "mañana" presentan los días de dife- Esta caracterización de Frege de los sentidos de los nombres
rente manera y, por tanto, expresan diferentes sentidos: "hoy" propios ha generado múltiples discusiones que no tengo el es-
presenta un día como el día en curso y "mañana" como el día pacio de examinar aquí. Baste mencionar, sin embargo, que si
posterior al día en curso. Si "hoy" y "mañana" expresan difb- Su Caracterización eS Correcta, entonces surge un problema en
rentes sentidos, entonces no habrá garantía de que al sustituir el intercambio comunicativo. Dado (d) y (e), un hablante com-
un término por otro en las cláusulas subordinadas de adscrip-
ciones de actitucles proposicionales se preservará el valor de 13
Si se piensa a los sentidos como modos de referir, un sentido simulado
será algo que aparenta referir cuando en realidad no refiere a nada. I)e cual-
verdad. Pero casos como 18 y 19 muestran que, si bien hay
quier manera, no es claro que hablar de sentidos simuladt)s sea actecuadc¡
fallas de sustitución de expresiones en adscripciones de acti- como una explicación de los términos de ficción. Véanse Sainsbury 2009 y los
tudes proposicionales, también hay sustituciones obligatorias y ensayos en Everett y Hofweber 2000.
211 N{AITE EZCT]RDIA INTRODUCCIÓN A LA PARTE II 275

prende una oración al captar el Pensamiento expresado por Pero tampoco son, para Frege, obietivos de la manera en
ella. Pero si dos personas asocian diferentes sentidos con el que lo son los objetos físicos. Son ohjefivos en la medicla qrre
nornbre 'Aristóteles" -algo qlre parecería ser muy común-,14 existen de forma abstracta en un "tercer reino", un ámbito dis-
el Pensamiento que el hablante expresa con una oración que tirrto de lo físico y de lo subjetivo (Frege 1918-1919, p. 337).
lo contiene será diferente del que el oyente capta. E,sto sugiere Luego, podemos añadir 1o siguiente a la lista de características
que las fallas de comprensión ), por ende, de cornunicación, al de los sentidos:
usar oraciones con nombres propios serían mucho más comu-
nes de lo que parece en un inicio ser el caso, algo que resulta (h) Los sentidos son objetivos, a diferencia de las Repre-
un tanto inverosímil. sentaciones, que son subjetivas.
Finalmente, hay otra característica que Frege le atribuye a
iHasta qué punto tiene razón Frege en sostener que los sen-
los sentidos y que tiene que ver con su estatus ontológico. De
tidos son objetivos de la manera que él cree? Ciertamente, po-
acuerdo con Frege, el senticlo de una expresión es objetivo, a
dríamos argumentar que los sentidos no son subjetivos ni pri-
diferencia de una Representación lVorstellung). Una Represen-
vados, pero que no existen independientemente del lenguaje o
tación para Frege incluye toda una gama de fenómenos men-
de la mente humana en general, sino que son intersubjetivos.
tales (Frege l9l8-1919) como las impresiones sensoriales, los
Alguien que sostenga esto no habrá por ello rechazado que los
productos de la imaginación, las sensaciones, los sentimientos
sentidos constituyan un nivel semántico ni habrá introducido
y los estados de ánimo, entre otros. Las Representaciones son
una nueva noción de sentido. Esto muestra que considerar que
privadas y subjetivas, esto es, dependen del sujeto que las tiene
los sentidos existen en un "tercer reino" no es esencial a acep-
para existir y no pueden compartirse con otros.l5 Los sentidos,
tar la categoría de sentidos. Empero, si uno quiere sostener una
en tanto que son lo que expresan las oraciones y los términos teoría que recorrozca a los sentidos como correspondiendo a
de un lenguaje público, no son como las Representaciones. Se-
un nivel semántico, deberá admitir, al menos, que los sentidos
gún Frege, su existencia no depende de la mente de los indi tienen las características (a)-(0 y que se rigen por los criterios
viduos ni tampoco de un ienguale. No depende del lenguaje, (CIS), (CSo) y (CIIP).
pues oraciones de diferentes lenguajes pueden expresar el mis-
mo sentido. Por ejemplo, "That cat is on the mat" en inglés
3. Deícticos y pensamientos
y "El gato está sobre el tapete" en español expresan el mismo
sentido. Tampoco depende de la mente, pues en la comuni- Hay dos afirmaciones en "El Pensamiento. Una investigación
cación exitosa lo que se transmite es precisamente el sentido. lógica" (1918-1919) acerca de los sentidos de los deícticos que
El hablante expresa un sentido y el oyente capta ese mismo resultan enigmáticas fi'ente a Ia teoría general de los sentidos.
sentido. Luego, los sentidos no son subjetivos como las Repre- La primera tiene que ver con lo que mencioné en el apartado
sentaciones. anterior sobre la necesidad de cambiar un deíctico por otro
cuando hay un cambio en el tiempo o lugar de uso. La segunda
la Si bien Frege piensa
que los sentidos de los nombres propios se pueden tiene que ver con el deíctico "yo".Examinemos una por una.
expresar en términos cle descripciones definidas, neofregeanos como Evans
Frege escribe:
1981 y McDowell 1977 disputan que esto tenga que ser así. P<tr su parte, Krip-
ke 1980 cla buenos argumentos para pensar que los hablantes competentes no
siempre asocian con un nombre propio un sentido que determine al referente.
i. Si alguien quiere decir hoy 1o mismo que expresó ayer
ll'Para Frege, decir que dos personas tienen la misma sensación es d.ecir usando la palabra "hoy", reemplazará esta palabra por
que tienen una sensación del mismo tipo, ya que cada sensación depende del "ayer" . Aunque el pensamiento es el mismo, su expre-
sujeto en la que ocurre para existir. sión lingüística tiene que ser diferente para poder evitar
216 MAITE EZCURDIA IN'IRODLI(]CIÓN ,\ I,A I'AR'I'II II 217

el cambio de sentido que se produciría debido a Ia dife- bien esta sugerenci¿r es sírlida par¿r esclarecer lo que pasa a nivel
rencia del tiempo en que se emit.e. Lo mismo se aplica psicológico en un sujeto.16 no es claro <'rlmo prrede respefar la
a palabras como
*aquí" y "allá". En todos estos casos no idea de que los sentidos pertenecen a la semántica del lenguaje
es el texto, tal como se lo podría conservar por escrito, la natural.lT
expresión completa del pensamiento, sino que para su co- como ya he dicho, los deícticos son expresiones qLre pueclen
n-ecta captación se necesita también el conocimiento de cambiar de referencia con un cambio de contexto. Lo que hace
ciertas circunstancias que acompañan a la emisión, y que posible esto es cierto significado del deíctico que es estable a
son utilizadas en ella como un medio para la expresión través de todos sus usos. Dicho significado dicta cuándo hay
del pensamiento. (Frege 1918-1919, p. 330) un cambio de referencia y cuál es el referente en cada contex-
to. Por ejemplo, "hoy" cambia de referente siempre y cuando
La tensión que surge de (i) proviene de las características (a), se use en días distintos porque el significado estable de "hoy"
(b) y (c) de los sentidos. A primera vista, "hoy" y "ayer" pre- determina que refiere al día en curso. Pero, además, conocer el
sentan, determinan y refieren a un día de diferente manera: el significado estable de un deíctico es 1o que vuelve a un hablante
primero lo hace como el día en curso, y el segundo como el competente en su uso. Quien asocie con "hoy" ser el día ante-
día anterior al día en curso. Si (i) es correcto, ciertos usos de rior al día en curso simplemente no es competente en su uso.
"hoy" y "ayer" pueden expresar el mismo sentido, pero icuál es Siguiendo la tradición, llamaré a este significado "el significad,o
el modo de presentación, de determinar y de referir que coln- lingüístico de un deíctico".l8
parten? Aunque la respuesta no es nada evidente, sí podemos Hay dos problemas aquí para Frege y, en general, los de-
entrever por qué Frege afirma (i). Consideremos las oraciones: fensores de los sentidos fregeanos. El primero es que no pue-
den capturar el significado lingüístico cte los deícticos, un sig-
20. Mañana inician las vacaci«¡nes.
nificado que explique el funcionamiento de los deícticos y la
21. Hoy inician las vacaciones. competencia de los hablantes en relación con los deícticos. El
22. Ayer iniciaron las vacaciones. segundo es que si se modifica la teoría de los sentidos para
Creer lo que dice 20 el 5 de julio de 2014, 1o que dice 21 el capturar el significado lingüístico, entonces los sentidos pare-
6 de julio de 2014, y lo que dice 22 el 7 de julio de 2014, cen ser prescindibles en una semántica del lenguaje natural.
es creer lo mismo en cada uno de esos días. Dado que los Aunque se podría decir que el significado lingüístico de un
Pensamientos son los objetos de las creencias, 20-22 usadas deíctico involucra un modo de referir o de determinar un ob-
en días consecutivos expresarán el mismo Pensamiento y, por jeto, ese modo no constituye un sentido, pues no satisface el
ende, los deícticos que figuran en ellas expresarán el mismo criterio de igualdad de los sentidos (cIS). según éste, si una
sentido. expresión tiene el mismo sentido que otra, entonces tiene la
Evans (1981, 1982) toma a los sentidos como modos de pensar misma referencia. Pero, clado que la refbrencia de un deíctico
una referencia y sugiere que el modo de pensar que se com- l(;Aunque es sólicla, n() cuenta la historia
cornpleta de los sentidos presentes
parte en casos como éste es la posesión de una habilidad para en procesos psic<tl<lgicos. Incluso concediendo que el sujeto piensa un clía
rastrear un referente a través del tiempo o del espacio. El suieto como el mismo a través del tiempo, también lo piensa de diferentes maneras
que cree lo que dicen 20-22 en días consecutivos está ejercitan- a través clel tiernpo: como el día posterior al día en curso, el día en curso, y el
día antericlr al día en curso.
do una habilidad cognitiva para rastrear el mismo día a través 17
En Ezcurclia lggT clesarrollo con mayor detenimiento los problemas de
del tiempo, y ese día se piensa como el mismo día a través del convertir la propuest¿r de Evans en una teoría de la semántica de los deícticos.
tiempo. De acuerdo con Evans, esta habilidad es lo que cons- 18
En la semántica kaplaniana, este nivel conresponde al carácter. Véanse
tituye el sentido que comparten "mañana", "hoy" y "ayer". Si Kaplan 1977 y 1981.
218 MAITE EZCURDIA INTRODUCCIÓN A LA PAR'I'E II 279

como "hoy" puede cambiar con un cambio de contexto, enton- prescindible, pues el sentido-tipo junto con el contexto puede
ces. segírn (CIS). el senticlo que expresa cuando se usa el 13 de .hfener una referencia sin tencr quc dctcrminar un scntid.o.
julio de 2014 es diferente de cuando se usa el 14 de julio de Quizás 1o que nos enseña la discusión acerca de los deícticos
2014, y de cuando se usa en cualquier otro día. Luego, el signi- es que hay que dejar de considerar a los sentidos como una
ficado lingüístico de "hoy" no cumple con uno de los criterios categoría semántica y considerarlos, rnás bien, como algo invo-
para ser un sentido. lucrado en los procesos de pensar, en las creencias, las dud.as,
La diferencia de fondo entre sentido y significado lingüístico etc. Sin duda esto iría en contra de lo que sostiene Frege explí-
es que el sentido de un deíctico determina por sí solo la refe- citamente en muchos pasajes y del objetivo de su u.gr-"rto
rencia, pero el significado lingüístico la determina junto con para introducir los sentidos como parte del significado de una
el contexto. Frege se percató de que los deícticos requieren un expresión, pero de otra suerte parece difícil, si no imposible,
contexto para referir, pero creía que e[ contexto determina el reconciliar su afirmación (i) con una semántica adecuada para
sentido y éste a su vez determina la referencia. En (i), Frege dice los deícticos del lenguaje natural.
que para captar el sentido de una oración con un deíctico debe- Las observaciones de Frege acerca del sentido de "yo" con-
mos conocer las circunstancias en que se ha usado la oración, tribuyen a pensar que ha abandonado la elaboración de una
circunstancias que sirven para determinar el sentido. Así, el semánticapara el lenguaje. una de éstas es la siguiente afirma-
contexto tiene un papel en determinar el sentido mientras que ción de Frege que resulta a primera vista enigmáti ca a\aluz de
el significado lingüístico es independiente del contexto. Luego, la teoría general de los sentidos:
tenemos a la mano dos explicaciones alternativas. Por un lado,
está la explicación fregeana de los deícticos, según la cual el ii. Ahora bien, cada uno se preserrta a sí mismo de una
sentido determina por sí solo el referente y, a su vez, es deter- manera particular y originaria, como no se presenta a
minado por la circunstancia o contexto de uso. Por otra parte, ningún otro. (Frege 1918-1gIg, p. ZZZ)
hay una explicación en términos de significados lingüísticos,
de acuerdo con la cual los significados lingüísticos determinan Aquí es claro que Frege no está pensando en el significado lin-
el referente junto con el contexto de uso. iCómo decidir entre güístico de "yo", a sabe¡ ser el hablante, sino en los contenid.os
estas dos explicaciones de la semántica de los deícticos? de los pensamientos, esto es, de creencias, deseos, etc., que
Ya hemos dicho que asociado con "hoy" está el modo de reportamos usando el deíctico "yo". Frege indica algo que es
referir a un día como el día en curso y de que éste es el respon- correcto sobre cómo nos pensamos a nosotros mismos desd.e
sable de la competencia de los hablantes en su uso. Esto parece la perspectiva de la primera persona, sobre el modo de presen-
innegable. Una explicación de corte fregeano puede caPturar tación de primera persona. cuando Margarita cree que tiene
esto recurriendo a los sentidos-tipo. Si bien cada uso de "hoy" que llegar temprano a la oficina, cree algo que reporta en el
en diferente día tiene un sentido distinto, todos los usos de lenguaje público con "yo":
"hoy" comparten el mismo sentido-/ipo.El sentido-tipo corres-
23. Yo tengo que llegar temprano a la oficina.
ponde al significado lingüístico de los deícticos, el cual junto
con un contexto de uso determina un sentido que, a su vez y Lo que cree conlleva un modo de presentarse a sí misma que
por sí solo, determina un referente. Pero si ésta es la explica- otros no pueden utilizar para presentar o referirse a Margarita.
ción que ofrece el fregeano,le el sentido parece completamente
que el funcionamiento de los deícticos en el lenguaje natural. En Ezcur¿ia
lePeacocke 1981 ofrece una explicación que recurre a la distinción entre 1997 discuto los problernas que implica reconEiliar esta sugerencia con (i) y
sentidos-tipo y sentidos, pero su interés principal son los pensamientos más con la idea de que los sentidos constituyen un nivel semántico.
220 N{AITE EZCURDIA INTRODUCCIÓN A LA PARTE II 227

Cuando F-rancisco utiliza un modo de presentación equivalen- de un sujeto consigo mismo.20 Todos los sentidos de primera
te sólo se prrede presentar o referir a sí tnismri y no a Mar- persona involucran esta relación de pensarse I sí mismo pcro
garita. Esto indica que los modos de presentación de primera involucran stljetos diferentes. En el caso de Margarita la rela_
persona no son compartibles, sino que son privad.os, 1o cual ción vincula a Margarita con Margarita, y en el de Francisco a
parece entrar en tensión con la afirmación de Frege acerca de Francisco con Francisco. No sólo esto, sino que cuando Fran-
la objetividad de los sentidos frente al carácter subjetivo de las cisco escucha a Margarita usar "yo" , sabe que ella está usando
Representaciones (la característica (h)). un modo de pensarse a sí misma análogo al que él utiliza para
He dichc) que para Frege los sentidos son abstractos, no de- presentarse a sí mismo desde la perspectiva de prime.u pé.r,r_
penden de los sujetos y son expresables por el lenguaje. Esto na. Luego, si bien un sentido de primera persona no es com-
último sugiere que deberían ser, al lnenos en principio, co- partible tal cual, también es cierto que otro stljeto puede saber
municables. Pero los sentidos asociados con los usos de "yo" que el sentido que Margarita está expresando al érnitir 23 es
no son compartibles por medio de la comunicación. Esto los análog. al sentido de primera persona que él mismo usa para
acerca peligrosamente a las Representaciones que tampoco son pensarse a sí mismo. Así, el fregeano puede decir que, aun-
compartibles. que no podemos captar el Pensamientc¡ expresado po. la emi-
sión de Margarita, sí podemos captar el sentido deipredicado
Sin embareo, aquí debemos ser cuidadosos y advertir que la
"tener que llegar temprano a la oficina" y saber poi analogía
privacidad no es la subjetividad. Si bien para Frege las Repre-
cuál es el sentido que expresa Margarita con "yo"..segirn el ñ.-
sentaciones son privadas (esto es, no compartibles), lo que las
geano, nuestra comprensión de la emisión de Margarita sería
distingue de los sentidr'¡s no es su privacidad sino su carácter
parcial pero suficientemente sólida para rechazar que hay una
subjetivo, a saber, que dependen de los sujetos para existir. En
falla comurricativa.
contraste, un sentido de primera persona es, de acuerdo con
la visión de Frege, privado pero no subjetivo, esto es, es algo con esta breve exposición no espero haber resuelto satisfac-
que no puede compat-tirse con otros pero que no depende de toriamente el problema que los sentidos de primera persona
los sujetos para existir. El sentido de primera persona de Mar- presentan a la comunicación ni haber explicado en qué con-
garita existe, según Frege, de forma abstracta )', por ende, no siste la subjetividad de las Representaciones o h¿rber mostrado
constituye una Representación. que los sentidos son oQjetiv«rs. Mis propósitos han sido más
Más allá de esto, ernpero, queda por resp«rnderse la pregun-
bien mostrar que los sentidos cle prime.á p".rona pueden ser
ta de si puede haber cotnunicación con oraciones que conten- privados sin ser Representaciones e indicar la respuesta que
los fregeanos pueden dar-al problema de la comunicabilidad
gan el pronombre "yo". Scgún Frege, los usos de Margarita de
"yo" expresan el sentido de primera persona de Margarita que de sentidos de prirnera persona.
no puecle ser czrpt.ado por otros. f)ado esto y que para él corn- El examen que he hecho de las afirmaciones (i) y (ii) mues-
prender una expresión es conocer su sentido (la carircterísti- tran las incursiones que hace Frege en temas propios de la fi-
ca (d)), Frege parece estar obligado a decir que a excepción losofía de la mente: sobre qué tipo de fenómenos son esencial-
de Margarita nadie puede colnprender su emisión de 23 y, por mente subjetivos y sobre pensar acerca de un objeto a través
tanto, que con esa emisión no hay comunicación. del espacio y del tiempo. Es en sus observaciones sobre los
deícticos donde son más evidentes las dificultades que supone
Siguiendo una sugerencia fregeana de Evans podemos decir
que en casos de emisiones con "y{)" hay comprensión parcial. concebir los sentidos como un nivel de significado áel lengua-
Para Evans (1981) un sentido de primera persona puede con-
20
cebirse como una relación de pensarse a sí mismo, una relación Para facilitar la exposici«in, he simplificado la pr.puesta cle Evans.
222 MAITE EZCURDIA
7 INTRODUCCIÓN A LA PARTE II 223

j"," y donde encontramos mayor motivación para concebir a Dummett, M., 1973, Frege: Philosophy of Language, Harvard University
Press, Cambridge, Mass.
los sentidos como algo que sirve para explicar algunos aspectos
Evans, G., 1982, 'l'he Varieties oJ ReJerence, Oxford Unrversity Press,
del pensamiento humano más que el Pensamiento, esto es, más
Oxford.
que el significado de las oraciones declarativas.
1981, "(Jnderstanding Demonstratives", en H. Parret yJ. Bou-
veresse (comps.), Meaning and Understanding, De Gruyter, Berlín,
4 . Comentario final -, 1981. (Las referencias son a la versión de G. Evans, Collected Papers,
Aunque mi objetivo en este trabajo ha sido enfbcarme en temas Oxford University Press, Oxford, 1985.)
que considero ofrecen un panorama de la filosofía del lenguaje Everett, A. y T. Hofweber (comps.), 2000, E*Fty Names, Fiction and the
de Frege, hay ausencias que deben reconocerse. Hay contribu- Puzzle of Non-existence, CSLI, Stanford.
ciones importantes suyas que, si acaso, sólo he mencionado en Ezcurdia, M., 2003, "Introducing Sense", ManLLSCrito, vol. 26, no. 2,

este trabajo como 1o son el principio de composicionalidad y el pp.279-312.


principio de contexto. Además, he omitido una discusión signi-
Philosophy, vol. 2, Cognitiue Dynamics, pp. 105-139.
ficativa que surgió a partir de los problemas que Kripke 1980
señaló con los sentidos de los nombres propios. La razón de
Crítica. Reuistct. Hispanoamericana de Filosofía, vol.27, pp. 57-96.
estas ausencias obedece a los límites de espacio y, en el caso de of
1994, Sense, Indexicals and Action, tesis doctoral, University
los nombres propios, al hecho cle que [a discusión sobre ellos London, Londres.
se presenta de forma más accesible que la discusiórl sobr-e los -t
Frege, G, 1923, "Investigaciones lógicas. Parte tres: composición de
deícticos. Pero, además, la discusión sobre los deíctictls mues- perrsarnienLos" /"Losische Untersuchungen. Dritter Teil: Gedan-
tra algo que puede pasar desapercibido, a saber, un paso de la kengefuge", Beitrrige atr Philosophie des deutschen ldealismzs, vol. 3,
ñlosofía del lenguaje de F'rege hacia un¿r filosofía de la mente. 1923-1926, pp. 36-51.
Al examinar qué son las Representaciones y cómo funciona el 19iB-1919, "El pensamiento. Una investigación lógica" / "Der
pensamiento que se expresa con deícticos, Frege incursiona en Gedanke. Eine Logische Untersuchung", Beitrrige zur Philosophie
temas propios de la filosofía de la mente como lo sc¡n el carác- -, des deutschen ldealismzs, vol. 1, 1918-1919, pp. 58-77. [Versión en
ter subjetivo de un fenómeno mental, cómo se piensa en un español en este volumen, pp. 321-348.]
objeto a través del tiempo y en qué consiste el pensamiento en 1914?, "Carta a Jourdain", en Wissenschaftlicher Briefuechsel,
primera persona. Estos temas llo son todos pertinentes para carta ItXtI/ 12. [Versión en español en este volumen. pp. 315-319.]
-, 1892, "Sobre sentido y referencia" / "Über Sinn und Bedeu-
el desarrollo de una lógica y, por tanto, el paso de cuestiones
tung", Zeitschrift fiir Philosophie und philosophische Kritik, vol. 100,
sobre el lenguaje a temas sobre la mente es un paso que en -¡ pp. 25-50. [Versión en español en este volumen, pp.2a9-275.]
Frege parece nc¡ haber sido intencional.
1891, "Función y concepto" / "Furrktion und Begriff", Vor-
trag, gehalten in der Sitzung vom 9. Januar 1891 der Jenaischen
Re. fe re n c. i as bib li o g rafi c as
-t Gesellschaft für Medizin und Naturlvissenschaft, Hermann Pohle
Jena. fVersión en español en este volumen, pp.225-2a8.]
Burtre, 7., 1977, "Belief I)e Re", Journal oJ' Philosophy, vol. 74, no. 6,
pp. 338-362. matemtítica / Die Grundlagen der Arithmetik: ein,e logisch-mathemati-
Chalmers, D. 2000, "On Sense and Intension", Philosophical Perspec' sche Untersuchung über den Begrtlf der Zahl, W. Koebner, Breslau.
tiues, vol. 16, pp. 135-182. [Versión en español en este volumen, pp. 361-487.]
2r Perry 1977 fue de los primeros en discutir a ibndo las diñcultades de la 1879, Conceptog*fí" / Begrffischrift, eine der arithmetischen
nachgebildete Formelsprache des reinen Denhens, Louis Nebert, Halle
teoría fregeana de los senticlos al explicar los deícticos. Evans 1981 constituye
una réplica a Perry 7977.
-t a.S. [Versión en español en este volümen, pp. 39-15a.]
224 MAITE EZCURDIA

Kaplan, D., 1981, "Afterthoughts", enJ. Almog,J. perry y H. Wettstein


(comps.), Themes from Krplan, Oxford University press, Oxford,
1989. [\i:rsiórr err espairtri: "Reflexiorres posLer-iores", en tVI. L,zcur-
dia (comp.), l.os indéxicos y la semrintica de Kaplan,Instituto de In-
vestigaciones Filosóficas-UNAM, México, 2074, pp. 141- 196.]
1977, "Demonstratives", en J. Almog,J. perry y H. Wettstein
(comps.), Themes from Kaltlan, Oxford University press, Oxford,
-¡ 1989. fversión en español: "I)emostrativos. Ensayo sobre la semán-
tica, la lógica y la epistemología de los demostrativos y otros in-
déxicos", en M. Ezctrrdia (comp.), Los indéxicos y la semántica cle Ka-
plan, Instituto de Investigaciones Filosóficas-uNAM, México, 2014, FUNCIÓN Y CONCEPTO-
pp. 51-139.1
Kripke, s., 1980, Na,ming and Necessity,Harvard university press, cam- [18e1]
bridge, Mass. fversión en castellano: El nombrar y la necesidad,
2a. ed., traducción de Margarita M. valdés, Instituto de Investi-
gaciones Filosóficas-uNAM, México, 1ggb.] PRÓr rOGO
McDowell,l.,1977, "On the Sense and Reference of a proper Name,',
Mind, vol. 86, pp. 159-185. Publico aquí esta confi:rencia separada, con la esperanza de
Nlillikan, R., 1991, "Perceptual Content and the Fregean Myth", MinrJ, que encuentre así algunos lectores, para los cuales permane-
vol. 100, pp.439-59. cería ignorada si se quedase entre las disertaciones de la So-
Peacocke, c., 1981, "f)emonstrative Thought and psychological Ex- ciedad de Medicina y Ciencias Naturales deJena. Como ya he
planation", Synthise, vol. 49, pp. 187-217. indicado anteriormente, mi propósito es exponer, en un futuro
Perry, John, 1977, "Frege on Demonstratives", plñlosophical Reuiew, .¡
próximo, el modo como expreso las definiciones fundamenta-
vol. 86, pp. a7a-a97. les de la aritmética en mi conceptografía, y el modo como, a
Russell, B., 1905, "On Denoting", Mind, vol. 15, pp.479-4g3.
I)artir de ellas, puedo llevar a cabo demostraciones tan sólo
Sainsbury, M., 2009, Fiction a,nd Fictionalism, Routledge, Londres. con mis signos. Con este fin, me interesa poderme referir a
Salmon, N., 1986, Frege'.s Puzzle, The MIT Press, Cambridge, Mass. csta conferencia para no verme precisado a entrar allí en dis-
soames, s., 2002, Bevond Rigidity: The rlnfinished semantic Agentla oJ'
cusiones que quizás disgustarían a algunos por no ser directa-
Namin,g and Neces.sily, Oxford University Press, Oxfbrd.
szabó, 2., 2012, "compositionality", er The stanford Encycl,oNtedia
lnente pertinentes al terna, mientras que podrían ser echadas
of Philosophy, ed. E. Zalta, <http://plaro.sranford.edurlarchives/ rle menos por otros. Mi conferencia, como lo requería el lugar
fall?1 I 3 / enrries/ compo s itio n ality/ >.
cr] que fue dada, no va dirigida únicamente a matemáticos; y
lre tratado de usar un modo de expresión comprensible para
lodos, tanto como 1o permitían el tiempo disponible y el tema
tratado. Acas<¡ por este medio se despertará un interés por la
t'uestión en círculos más amplios de estudiosos, especialmente
t¿rmbién de lógicos.

"Título original: Funhtion und Begriff. Conferencia dictada en la sesión


<lcl 9-1-1891 de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales deJena. Fue
¡lrblicada en 1891 por Hermann Pohle enJena.
'ltaducción de Carlos Ulises Moulines, publicada originalmente en Frege
I 1)71, revisada para el presente volumen.
226 FUNCIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONC]EP'I'O 227

Flace ya bastante tiempol tuve el honor de dar una conferen- ellas se habla de signos que no tienen ningún cont.enido, ni lo
deben tener, pero luego se les atribuye, no obstante, propieda-

cia en esta Sociedad sobre el modo de simbolización que he
denominado conceptografía. Hoy quisiera iluminar esta cues- des que sólo pueden corresponder razonablemente a un con-
tión desde otro ángulo y colnunicar algunos complementos y tenido del signo. Lo mismo octlrre también aquí: una mera ex-
concepciones nuevas, cuya necesidad se me ha hecho evidente presión, la forma de un contenido, no puede ser lo esencial de
desde entonces. Con ello no pretendo dar una exposición corrl- la cosa, sino que sólo lo puede ser el contenido mismo. Ahora
pleta de mi conceptografía, sino sólo hacer públicas algunas bien, icuál tl contenido, la referencia de "2 ' 23 + 2"? El mis-
ti
mo que el de"r *18" o de "3'6".{En la iguatdad 2'23 + 2 18li
ideas básicas. -
Parto cle lo que en matemáticas se llama función. Esta pa- ¡ se expresa que la referencia de la cadena de signos que está a
i
labra no tuvo al principio un significado tan amplio como el § la izquierda es la misma que la de la derecha. Debo salir aquí
que ha obtenido más tarde. Será bucno enlpezar por dirigir
s
..
al paso de la opinión según la cual 2 + 5 y 3 + 4, por ejemplo,
nuestra atención hacia los modos de uso originarios y sólo lue- .:
son ciertamente iguales, pero no lo rnismo) La raíz de esta opi-
go considerar sus extensiones posteriores. Pr¡r el momento voy nión es nuevamente la confusión entre forma y contenido, en-
a hablar únicamente de funciones de un solo argumento. Una
.{
tre signo y designado. Es lo mismo que si se quisiera considerar
expresión científica aparece en su significado más característi- la violeta olorosa como diferente de la Viola odorata, porque sus
co allí donde se precisa de ese significado suyo para expresar nombres suenan distintos.[La diferencia de designación por sí
una ley general. En el caso de la función, esto ocurrió con el sola no basta para fundamentar una diferencia de designaclosJ
descubrimiento del análisis superior. En éste se trató ante todo En nuestro CaSo, la cuestión eS menos transparente tan sólo por
de establecer leyes que valiesen para las funciones en general. el hecho de que la referencia del numeral lZcthlzeichenl 7 no
Hay que retroceder, pues, a la época del descubrimiento del es sensiblemente perceptible. La tendencia actualmente muy
análisis superior, si se quiere saber qué fue lo primero que se difundida a no considerar como objeto más que 1o que pue-
entendió en matemáticas por la palabra "función". A esta pre- de ser percibido con los sentidos induce erróneamente a to-
gunta se recibe ciertamente la respuesta: "por función de x se mar por núrneros los numerales mismos, a considerarlos los
ent.iende una expresión nratemática fRechnungso,usdruck) que verdaderos objetos de estudio;3 y elltonces, naturalmente, 7 y
contenga x, una fórmula que incluya la letra x". Según esto, 2 + 5 serían distintos.,Pero tal concepción no puede mante-
por ejernplo, la expresión nerse, porque no podemos hablar en absoluto de cualesquiera
propiedades aritméticas dq,los números sin remitirnos a la re-
Z.x3+x ferencia de los numeralesl La propiedad del 1, por ejemplo, de
sería una función de x, y que, al multiplicarse por sí mismo, se da otra vez. a sí mismo,
2.23 +2 sería una pura fantasía; ninguna investigación microscópica o
química, por exhaustiva que fuese, podría descubrir nunca esta
sería una función de 2. Esta respuesta no puede satisfacernos, propiedad en la inocente figura que llamamos el numeral uno.
puesto que en ella no se distinguen forma y contenido, signo
s§ 92 y ss., e informes en las sesiones de la Sociedad de Medicina y Ciencias
y designado, un error con el que, natur-almente, se encuentra Naturales deJena, año 1885, reunión del 17 de julio.
uno ahor-a muy frecuentenrente en escritos matemáticos, inclu- 3 Véanse los ensayos: "Záhlen und Messen erkenntnistheoretisch betrach-

so de autores de renornbre. En otros lugares2 he señalado ya los tet" ["Contar y medir consideraclos epistemológicamente"] de H. von Helm-
fallos de las teorías formalistas corrientes de la aritmética. En holtz, y "Über den Zahlbegriff" ["sobre el concepto de número"], de Leopold
Kronecker (Phitosophische Aufstitze. Eduu,rd Zeller zu seinem fünfzigjtihrigen Dok
I El 10 cle enero de 1B7t y el27 de enero de 1882. torjubilr)um geuidmet lEnsayos filosóficos. Dedicado.s a Eduarrl Zeller en eL cincuen-
2 Los.fimdantentos
de la aritmética lincluido en este volumen, pp. 361-487), tenario de su doctorado)), Leipzig, 1887.

228 FUNCIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONCEP'I'O 22e

Quizás se habla de una definición; pero ninguna definición es sc refieren a números, a saber, 3, 18 y 132.(Si tu füncirin sólo
cread.ora, en el sentido de que pueda conferir a una cosa pro- lirera realmente la referencia de ttna expresión malemática. en-
piedades que no tenga ya, fuera de la propiedad de l()nces sería justamente un número; y con ello n<> habríamos
"*préru,
y designar aquello para lo que la definición la introduce como ganado nad.a nuevo parala aritméticalAhora bien, ante la pala-
signo.a Por el contrario, lai figuras que llamamos numerales lrra oofunción", uno suele pensar, naturalmente, en expresiones
tienen propiedades físicas y químicas que dependen del medio t:n las cuales se alude a un número sólo indeterminad:tmente
de escritura. Puede imaginarse que algurravez se introduzcal por rnedio de Ia letra x, como por ejemplo,
signos totalmente nuevos, 1o mismo que los signos arábigos
desplazaron a los romanos, por ejemplo. Nadie consider urá "2'x3 |_ x";
serio que así se obtendrían números totalmente nuevos, obje- ", Yr

§
tos de la aritmética totalmente nuevos, con propiedades hasta pero con ello no cambia nada; pues esta expresión, clltonces,
entonces inexploradas. Así, pues, si bien hay que distinguir l<¡s alude también sólo indeterminadamente a -un númt:t'o; y r]9
numerales de aquello a lo que se refieren, también habrá que entraña ninguna diferencia esencial que lo escribilln()s a él o
reconocer la misma referencia a las expresiones ,,2,,,,,1 + 1", sólo "x". No obstante, precisamente gracias a la utilizlrción en
*3
- 1", "6: 3"; pues no podemos alcanzar a comprender en la escritura de la"x" que alude indeterminadamente, ¡l«ldemos
qué radicaría la diferencia. Quizás se diga: I + I es una suma, ser conducidos a la concepción correcta. Se llama a x el argu-
pero 6 : 3 es un cociente. iPero qué es o : 3? El número que mento de la función y en
multiplicado por 3 da 6. Se dice "el número", ro ,,un núme-
ro"; con el artículo definido se señala que sólo hay un único *2.13 * 1 ",
número. Ahora bien, resulta que "2.4:\ *4",y
*2.53+5"
(t+1)+(l+t)+(t+1):6,
y por lo tanto (l + 1) es precisamente el número que se d.e- se reconoce una y otra vezla misma función, sólo que con dis-
signó por 6 : 3. Las diferentes expresiones corresponden a di- tintos argumentos, a saber, L, 4 y 5. De aquí puede inferirse que
versas consideraciones y aspectos, pero, no obstante, siempre lo realmente esencial de la función radica_en 1o que tienen de
a la misma cosa. En caso contrario, la ecuación x2 4 no sólo común -estas expresiones; es decir, pues, en 1o que se halla en
tendría las dos raíces 2 y -2, sino rambién (1 + l)- y muchas
otras que serían distintas unas de otras, aunque en cierto as-
"2'xz *x"
pecto serían análogas. Al admitirse solamente dos raíces reales "x";lo cual podríamos escribir
además d. La quizás así
se desecha la idea de que el signo de igualdacl
no signiñca una
coincidencia completa, sino únicamente una concordancia par- "2'O'+ O".
cial. Esto asentado, vemos entonces que las expresiones

"2.13 I1", Me interesa señalar que el argurnento no forma parte de


la función, sino que constituye, junto con la función, un to-
"2.23 ¡2", Y do completo; pues(la función, por sí sola, debe denominarse
"2.43+4" incompl,eta, nécesitada de comflemento, o no saturada)Y ésta-
a De lo
que se trata siempre en este caso es de unir un sentido o una es la diferencia de principio que hay entre las funciones y los
refbrencia a un signo. si faltan totalmente sentido y referencia, no puede números. Y por esta naturaleza de la función se explica 9ue,
hablarse propiamente ni de un signo ni de una definición.
por una parte, reconozcamos la misma función en'o 2 ' 13 + 1 ''
1 c/tr .'I i
I
/,
230 FUNCIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONCEP'I'O 231

y " 2.23 + 2" , vpesar de que estas expresiones se refieran a nú- valor de la función aquí siempre es 2, con todo, lnuy que dis-
meros diferentes, mientras que, por otra parte, erro'2. 13 + I " tingrrir 2 de la función en sí misma, prres la expresión de rrna
y "4 - 1", a pesar de tener el mismo valor numérico, no en- función tiene que mostrar siempre uno o más lugares que están
contrernos la misma función. También vemos ahora cuán fácll- destinados a ser llenados po..i signo del argumento.
mente puede uno ser llevado erróneamente a ver 1o esencial El método de la geometría analítica nos ofrece un medio
de la funciónjustamente en la forma de la expresión. En Ia ex- de hacernos intuitivos los valores de una función para diversos
presión reconocemos Ia función al imaginarla descompuesta; y argumentos, pues, al considerar el argumento como valor nu-
una descomposición posible tal es sugericla por su forma. mérico de una abscisa y el valor correspondiente de la función
Las dos partes en que se descompone la expresión mate- como valor numérico de la ordenada de un punto, obtenemos
''mática,(el signo del argumento y la éxpresión
de la función, un conjunto de puntos que en los casos usuales se nos presen-
son heterogéneas dado que el argumento es un número, un tan intuitivamente como una curva. A cada punto de la curva
todo completo en sí mismo, cosa que no es la función)Puede le corresponde un argumento con el correspondiente valor de
compararse esto a la división de una línea por un punto. Nos la función.
inclinamos entonces a atribuir el punto de división a ambos Así, por ejemplo,
r
segmentos de la línea. Pero si quiere efectuarse la división de ):i2-4x
manera pura, o sea, de modo que no se cuente nada dos veces
da lugar a una parábola, en dond. ")" alude al valor de la fun-
ni quede nada fuera, entonces habrá que atribuir el punto de
ción y al valor numérico de la ordenada, al igual que "x" alude
división únicamente a uno de los segmentos. Este último que-
al argumento y al valor numérico de la abscisa. Si ta compara-
dará completamente cerrado en sí mismo, y puede compararse
mos ahora con la función
con el argumento, mientras que al otro le falta algo. Pues el
punto de división, al que podría llamarse su punto terminal, x(x-4),
no le pertenece. Solamente al completarlo por medio de este
punto terminal o de una línea con dos puntos terminales se hallamos que en todos los casos tiene el mismo valor para el
obtiene un todo completo.§n nuestro caso, cuando hablamos, mismo argumento que la anterior. Tenemos, de manera ge-
por ejemplo, de "la funci ón 2 . x3 + x" , fio hay que conside- neral,
rar que x pertenece a la función, sino que esta letra sólo sirve x2 -4x-x(x_ 4),
para indicar el tipo de complementación que le falta al hacer sea cual sea el número por el que se sustituya x. De ahí que Ia
oatentes los lugares en los que tiene que entrar el signo del
"l curva que obtenemos de
argumento.
Ahora bien, llamamos a aquello en lo que se convierte la j:x2-4x
función, al ser completada por un argumento, el valor de
Ia función para ese argumento. Así, por ejemplo, 3 es el va- sea la misma que la que resulta de
lor de la función2.x2 + x para el argumento 1, puesto que
tenemos2.12*1:3. )-x(*-a).
Existen funciones como, por ejemplo,2 * x- xo2 * 0.x,
Esto lo expreso así: la función x (x - 4) tiene el mismo rango
cuyo valor es siempre el mismo sea cual sea su argumento; te-
de valores que la función x2 - 4x.
nemos 2 : 2 * x - x y 2 : 2 Í 0. x. Si se considerase el ar-
Cuando escribimos
gumento incluido en Ia función, debería considerarse el nú-
mero 2 como esa función. Pero esto es incorrecto. Aunque el *2 - 4* - x(x - 4)
() t)
T.'LINCIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONCEPTO 233

n() igualarn()s una función con la otra, sino solamente los va- : la expresión que acabamos de introducir es sencillamente una
i
lort's de las funciones entre sí. Y si entendemos que esta ecua- ecuación cuvo miembro de la derecha tiene. Io mismo que el
r:i<in debe ser válida con cualquier argumento que sustituya x, cle la izquierda, una refbrencia completa en sí misma. En
habremos expresado de este modo la generalización de una
"x2
ecuación. Pero en vez de ello también podemos decir "el ran- - 4x
- x(x - 4)"
go de valores de la función x (x - 4) es igual al de la función
x:2 - 4*" y tend.remos así una igualdad rangos de valo- el miernbro de la izquierda, tomado aislado, alude sólo indeter-
"rrt."
res. Que ahora es posible concebir la generalización de una minadamente a un número, y lo mismo ocurre con el miembro
igualdad entre valores de función como una igualdad, a saber, de la derecha. Si tuviér'amos meranlente o'x2 4x", pod.ríarnos
-
como una igtraldad entre rangos de valores, me parece que no escribir envez de ell<¡ también ")' - 4y", sin que cambiara el
hay que demostrarlo, sino que tiene que ser considerado como sentido; pues " )" ,lo mismo que "x", alude sólo indeterminada-
un principio lógico.5 Inente a un número. Pero si combinamos ambos miembros en
Podemos introducir también una notación abreviada para el una ecuación, tenemos que escoger la misma letra para ambos
rango de valores de una función. A este fin, sustituyo el signo lados y con ello expresamos algo que no contiene ni el miem-
del argumento en la expresión de la función por una letra vocal bro de la izquierda por sí solo ni el de Ia derecha ni el signo de
griega, lo pongo todo entre paréntesis y antepongo a esto la igualdad, esto es, la generalización justamente; naturalmente,
misma letra griega con espíritu suave. Según esto, por ejemplo, se trata de la generalización de una ecuación, pero, no obstan-
te, es, ante todo, una generalización.
é (u' - ae) Así como se alude indeterminadamente a un número por
medio de una letra, para expresar generalización, asimismo se
será el rango de valores de la función x2 4x y
- siente la necesidad de aludir indeterminadamente a una funr
ción por medio de letras. Para ello, se suele hacer uso generai-
& (* .lr - +)) mente de las letras -f y F, de tal manera que, en " (*)" y "F (*)",
-f
el rango de valores de la función x (x x representa el argumento. En este caso, se pone de manifiesto
- 4), de modo que en
la necesidad de complementación de ta funciórr por el hecho
de que la letra f o F lleve consigo un paréntesis, cuyo espacio
" L (u' - au)
- á (a. l* - 4l)"
interior está destinado a recibir el signo del argumento. Según
tenemos la expresión de que el primer rango de valores es el esto,
mismo que el segundo. se han escogido letras griegas diferen- " L ,f (u)"
tes a propósito, para indicar que nada nos fuerza a tomar las
alude al rango de valores de una función, que se deja inde-
mismas.
terminada. Ahora bien, icómo fue ampliada la referencia de la
"x2
- 4x: x(x - 4)" palabra función con el progreso de la ciencia? Aquí pueden dis-
expresa ciertamente el mismo sentido, si lo entendemos como tinguirse dos direcciones. En primer lugar, se amplió el círculo
antes, pero lo expresa de manera distinta. Representa ese senti- de las operaciones matemáticas que contribuyen a la creación
do en forma de generalización de una ecuación, mientras que de una función. A la adición, multiplicación, potenciación y
5 En
algunos usos clel modo de expresión habitual en matemáticas, la pa-
sus inversas se añadieron los diversos tipos de paso al límite,
labra "función" corresponde ciertamente a lo que aquí he llarnado rango de aunque no siempre se tuviera una conciencia clara de lo que
valr¡res de una fi-rnción. Pero la función, en el sentido de la palabra utilizado había de esencialmente nuevo en 1o que así se introducía. Se
aquí, es lógicamente anterior. siguió avanzando y se hizo preciso incluso buscar refugio en el
234 FUI.{CIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONCEPTO 235

lenguaje hablado, dado que el lenguaje simbólico del análisis se puede sustituir "24" por "4 . 4", porque ambos signos tienen
dejaha cle firncionar cuando se hablaba. por ejemplo, de una la misma referencia. En consecuencia, también "24 - 42" y
función cuyo valor para un argumento racional es 1, y para un "4 . 4 : 42" refieren a 1o mismo. A partir cle esto, se compren-
argumento irracional es 0. de que la igualdad de referencia no tiene como consecuencia
En segundo lugar se amplió el círculo de lo que puede apa- la igualdad de pensamiento. Cuando decirnos "el lucero ves-
recer como argumento y valor de la función al ser admitidos pertino es un planeta cuya órbita es menor que la de la Tie-
los números complejos. Con ello, hubo al mismo tiempo que rra", hemos expresado un pensamientos distinto al de la ora-
determinar con más precisión el sentido de las expresiones ción o'el astro matutino es un planeta cuya órbita es menor que
o'suma", "producto", etcétera. la de la Tierra"; pues quien no sepa que el lucero matutino
Ahora proseguiré yo en arnbas direcciones. Ante todo a los es el lucero vespertino, podría suponer que uno es verdadero
signos t, -, etc., que sirven para la formación de una expre- y el otro falso; /, Con todo, la referencia de ambas oraciones
sión funcional, añado signos como:, (, ), de modo que po- tiene que ser la misma, puesto que sólo se han intercambia-
dré hablar, por ejemplo, de la función *2 - 1, en la que como do las palabras "lucero vespertino" y "lucero matutino" qr"
antes, x representa el argumento. La primera cuestión que sur- tienen ambas la misma referencia, es decir, son nombres pro-
ge aquí es la de cuáles son los valores de la función para distin- pios del mismo cuerpo celeste. Flay que distinguir sentido y
tos argumentos. Si ordenadamente sustituimos x por - 1,0,1,2, referencia. "21" y "4 .4" tienen ciertanrente la misma referen-
obtenemos cia; es decir, son nombres propios del mismo número; pero
(-1)': l, no tienen el mismo sentido, / de ahí que tengan "24 : 42" y
: 1, *4. 4 : 42" ciertamente la misma referencia, pero no mismo
02 el
12: l, sentido; es decir, en este caso no contienen el mismo pensa-
22: 1. miento.6
Así, pues, con el mismo derecho con que escribimos
De estas ecuaciones, sólo la primeta y la tercera son verda-
deras. Así, pues, digo: "el valor de nuestra función es un valor
veritativo" y distingo el valor veritativo de 1o verdadero del de
"24
- 4'4"
lo falso. Para abreviar, a uno lo llamo lo verdadero, y al otro 1o podemos también escribir
falso. Según esto, "22 : 4", por ejemplo, refiere a 1o verdadero,
al igual eue "22", por ejemplo, refiere a 4.Y "22 - 1" refiere a
"(2n _ 4'):(4-4-42)"
lo falso. Según esto,
v
"(2' ,-= 4) : (2 > 1)".
"22
- 4","2 ) 1", "21 - 4',*
Siguiendo por este camino, podría preguntarse con qué fin
refieren a lo mismo, a saber, lo verdadero, cle manera que se adrnitieron los signos :, ), ( en el círculo de los que con-
tribuyen a formar una expresión funcional. Parece que en la
(2':4):(2>1) ructualidad gana cada vez más partidarios la opinión de que
es una igualdad correcta. la aritmética es lógica extensamente d.esarrollada, que una fun-
rlarnentación rigurosa de las leyes aritméticas nos retrotrae a
Es natural aquí la objeción de que, no obstante,'022 - 4" y
6No ignoro que este uso lingüístico puede parecer de momento arbitrario
samientos completamente áistintos; pero también "24 - 42" y v artificial, y que se podría exigir unajustificación más detenida. Consúltese
"4.4 42" expresan pensamientos distintos;y, a Pesar de ello,
-
nri artículo "Sobre sentido y referencia" finfrd, pp.2a9-275).
236 FUNCIÓN Y CONCEPTO F'UNCIÓN Y (]ON( ]F]I''I'o 237

leyes puramente lógicas y sólo a tales. También yo soy de esta No nos quedaremos en las ecuaciones e inecuaciones. I-a for-
opinión v en esto baso la exisencia de que el lenuuaie simbólico ma lingüística de las ecuaciones es una oración afirmativ:r. IJna
aritmético debe ampliarse en uno lógico. Cómo ocurre esto en <¡ración tal contiene como sentido un pensamient<¡
-<-1, por l<r
nuestro caso lo indicaremos a continuación. menos, pretende contener alguno-; y este pensamient() cs, cn
Vimos que el valor de nuestra función x2 : I es siempre general, verdadero o falso; esto es, tiene en general un v¿rl«lr-
uno de los dos valores veritativos. Ahora bien, si para un de- veritativo que puede concebirse asimismo como refercncilr de
terminado argumento, por ejemplo -1, el valor de la función la oración, así como el núrmero 4 es la referencia de lir cxprc-
es lo verdadero, podemos expresar esto así: "el número - 1 tie- sión "2 * 2", o como l,ondres es la referencia de la expresi<ir-r
ne la propiedad de que su cuadrado es 1", o más brevemente "la capital de Inglaterra".
"-l es una raíz cuadrada de 1", o "-1 cae bujo el concepto Las oraciones afirmativas en general pueden concebirse, Io
d,e raíz cuadrada de 1". Si el valor de la función x2 : I es lo mismo que las ecuaciones o las expresiones del análisis, des-
falso para un argumento, por ejemplo,2, podrernos entonces compuestas en dos partes, una de las cuales está completa cn sí
expresar esto así: "2 'no es raíz cuadrada de 1" o bien "2 no misma, mientras que la otra precisa de complemento, es rx) s¿r-
cae bajo el concepto de raízcuadrada de 1". Con esto vemos turada. Así, por ejemplo, la oración
cuán estrechamente relacionado está lo que en l<igica se llama
concepto con lo que nosotros llamamos fünción. Incluso po- "César conquistó las Galias"
drá decirse verdaderamente: un concepto es una fünción cuyo
puede ser desc<.rmpuesta en "césar" y "conquistó las Galias".
valor es siernpre Lln valor veritativo. También el valor de la
La segunda parte es no saturada, lleva consigo un lugar v.-r-
función
(r*1)':2(x+1) cío, y únicamente cuando se llena este lugar por medio «le un
nombre propio o de una cxpresión que remplace a un nombre
es siempre un valor veritativo. Obtenernos lo verdadero, por propio, aparecerá un sentido completo. También ahora llamo
ejemplo, para el argumento - 1 y podremos expresar esto tam- función al sigrrificado de esta parte no saturada. En este caso,
bién así: - 1 es un número que es Inenor que I en Ltn número el argumento es César.
cuyo cuadrado es igual a su duplo. Con esto, se ha expresado
Como vemos, aquí se ha emprendido al mismo tiempo una
que el número - I cae bujo un concepto. Las funciones
extensión en la otra dirección, o sea, con respecto a 1o que pue-
*2-l y (x*1)2:2(x+1) de aparecer conlo argumento. Ya no hay que admitir tan sólo
números, sino objetos en general, terriendo que contar también
tienen para el mismo arguntento siempre el mismo val«rr, a sa- a las personas entre los objetos. Corno valores de función posi-
ber, lo verdadero, para - 1 y * 1; lo falso, para todos los demás bles están los dos valores veritativos que acabamos de introd.u-
argumentos. Según lo establecido anteriormente, diremos, pclr cir. Hemos de sesuir adelante y admitir objetos sin limitación
tanto, que estas fünciones tienen el mismo rango de valores y como valores de una función. Para ilustrar esto, consideremos,
1o expresaremos así en signos: por ejemplo, la,expresión
é (u'- 1) - * ([* + 1]' : 2[a + 1]). 'la capital del Imperio alemán".

En lógica se denomina a esta ecuación la extensión de los con- Esta expresión representa evidentemente un nombre propio
ceptos. Según esto, podemos designar como extensión del y se refiere a un objeto. Si la descomponemos en partes,
concepto el rango de valores de una función cuyo valor Para
cada argumento es un valor veritativo. "la capital dd"
238 FUNCIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONCEPTO 239

e"Imperio alemán", con lo cual considero dentro de la primera precisas sobre las referencias de los signos que ya son usuales.
parte la forma del genitivo, resulta que esta primera parte es Mientras se consideren como obietos únicamente los númer«¡s
no saturada, mientras que la otra eS completa en sí misma. enteros de la aritmética, las letras a y b de a * á sólo aluden
Según lo antes dicho, llamo pues a a números enteros, y sólo hay que explicar el signo "*" entre
los números enteros. Cada ampliación del círculo de los obje-
"la capital de x" tos, a los que se alude con"a" y "b", hace precisa una nueva ex-
la expresión de una función. Si tomamos como argumento plicación del signo *+". Es un mandamiento del rigor científico
tomar precauciones para que una expresión no sea nunca ca-
suyo el Imperio alemán, obtendremos como valor de la fun-
rente de refbrencia, para que nunca se calcule, sin notarlo, con
ción, Berlín.
signos vacíos, bujo la creencia de que estamos tratando con ob-
Al haber admitido así objetos sin limitación como argumen-
jetos. En el pasado se tuvieron experiencias desagradables con
tos y como valores de función, lo que se pregunta entonces es
series divergentes infinitas. Es necesario, pues, hacer estipula-
a qué llamamos aquí objeto. Considero que es imposible una
ciones de las cuales se desprenda, por ejemplo, a qué se refiere
definición académica, puesto que en este caso tenemos algo
que, por su simplicidad, no permite una descomposición lógi-
ca. Tan sólo es posible aludir a lo que se quiere decir. Breve-
"c * 1",

mente, aquí sólo se puede decir: objeto es todo lo que no es si "O" refiere al Sol. El modo como se den estas estipulacio-
función, cuya expresión, por tanto, no lleva consigo un lugar nes es relativamente indiferente; 1o esencial, empero, es que
vacío. se hagan, que "a I b" tenga una referencia, sean cuales sean
Una oración afirmativa no contiene ningún lugar vacío, y los signos de objetos determinados que reemplacen a"a" y "b".
por eso hay que considerar que su referencia es un objeto. Esta Para los conceptos ponemos la exigencia de que, para todo
referencia, empero, es un valor veritativo. Por lo tanto, ambos argumento, tengan por valor un valor veritativo; de que, para
valores veritativos son objetos. todo objeto, quede determinado si cae bajo el concepto o no;
Anteriormente hemos presentado ecuaciones entre rangos con otras palabras: para los conceptos, ponemos la exigen-
de valores, por ejemplo cia de que estén clararnente delimitados; sin el cumplimiento
de esta exigencia, sería imposible establecer leyes lógicas con
" é (u' - au)
- a (c.la - 4))" .
ellos. Para todo argumento x,parael que "x * 1" no tuviera re-
"é (u' - 4r)" y "( ) : á fbrencia, tampoco tendría ningún valor Ia función x I 1 : 10,
Podemos descomponer esto en
(ol* - 4])". Est-a última parte es incornpleta, al llevar
consigo por lo tanto, tampoco ningún valor veritativo, de modo que el
primera concepto
un lugar vacío a la izquierda del signo de igualdad. La
lo que aumentado en 1 da 10,
parte, "é (u' - 4e)", está totalmente completa en sí misma,
o sea, que refiere a un objeto. Los rangos de valores de las no tendría ningún límite preciso. La exigencia de delimitación
funciones son objetos, mientras que las funciones mismas no lo precisa de los conceptos trae, pues, consigo la exigencia, váli-
son. Tarnbién habíamos denominado rango a L (ez - 1), pero da para las funciones en general, de que tienen que tener un
también lo podríamos designar como extensión del concepto valor para todo argumento.
raíz cuadrada de 1. También las extensiones de conceptos son, Hasta ahora hemos considerado los valores veritativos so-
pues, objetos, aunque los conceptos mismos no lo son. lamente como valores de una función, no como argumentos.
Después de haber ampliado el círculo de lo que puede ser Según lo que acabamos de decir, una función tiene que tener
tomado como argumento, habrá que hacer estipulaciones más también un valor para cada uno de los valores veritativos toma-
240 FUNCIÓN Y CONCEP'IO FI]NCIÓN Y CONCI]PTO 241

do corno argumento; pero en la mayoría de los casos, si deter- vertical al extremo izquierdo de la horizontal de modo 9ue,
minamos este valor será por ganas de determinarlo, sin que por eiemplo, con
importe mucho cuál sea el valor determinado. Sin embargo, "F2+3:§"
vamos a considerar algunas funciones que nos interesa preci le atribuirá
afirmamos: 2 t 3 es igual a 5. O sea, que no sólo se
sarnente examinar en el caso en que su argumento es un valor
un valor veritativo, como en el caso de
veritativo. Como una función tal, introduzco
"2+3:5",
-X, sino que al rnismo tiempo se dice también que este valor veri-
estipulando que el valor de esta función debe ser 1o verdadero tativo es lo verdade.o.T
cuando se tome como argumento lo verdadero, mientras que La siguiente función sencilla puede ser aquella cuyo valor
en todos los demás casos el valor de esta función será 1o falso; o es lo falso justamente para los argumentos Para" los cuales el
sea, pues, tanto cuando el argumento es lo falso, como cuando valor de x es lo verdadero, y, recíprocamente, Cuyo valor es
no es ningún valor veritativo. Según esto, es, por eiemplo, lo - para los argumentos para los cttales el valor de
verdadero
es l«¡ falso.
La designo así
-1*3:4 ---T- X,
lo verdadero, rnientras que tanto
y llarno a la pequeña barra vertical, barra de negación. Consi-
dero esta función como una función con el argumento
-l*3-5 I
x) : (---,-
como

x
(---r- [-']),
\
-4 '¿
imaginando que las dos barras horizotrtales se han fusionado.
son lo falso. Esta función tiene como valor el argumento mis- Pero tarnbién tenemos
mo cuando éste es un valor veritativo. En otra ocasión, había
llamado a esta barra horizontal "barra de contenido", nombre (- [---,-r]) - (----x)
que ahora ya no me parece adecuado. La llamaré ahora sim-
porque el valor de ---r-x es siempre un valor veritativo. Consi-
plemente "la horizontal".
dero, pues, que en x", las dos partes de la barra a la dere-
Cuando se escribe una ecuación o una inecuación, por ejem-
cha y a la izquierda de la barra de negación son horizontales en
plo 5 ) 4, habitualmente con ello se quiere al mismo tiempo
el senticlo de esta palabra que acabamos de explicar. A partir
expresar un juicio; en este caso, se quiere afirmar que 5 es
de toclo esto,
mayor que 4. Según la concepción que he expuesto aquí, con "---I- 22 : 5"
"5 > 4" () "1 + 3:5" se tienen solamente expresiones de va-
lores veritativos, sin que con ellos quiera afirmarse nada. Esta por ejemplo, se ref-erirá a 1o verdadero, y podemos añadir la
separación entre el juzgar y aquello que se juzga parece inelu- barra de juicio:
dible, porque en caso contrario no sería expresable la mera "[--22:5"
suposición de Lln caso, el postularlo, sin hacer simultáneamen- 7 La barra de juicio no puede ser utilizada para formar una expresión fun-
te unjuicio sobre si ocurre o no. Pr-ecisamos, pues, de un signo cional, porque no puede contribuir, junto con otros signos, a la designación
particular para poder afirmar algo. Para ello, utilizo una barra de un objeto. " F 2 + 3: 5" no designa'nada, sino que asevera algo'
242 FUNCróN y coNcEpro FUNCIÓN Y CONCEPTO 243

con lo cual afirmamos que 22 5 no es 1o verdad.ero, o que *


Esta notación ofrece la posibilidad de negar la generaliza-
22 no es 5. Pero también
- ;
ción, como en
T %s2_ l.
- 1 es lo falso, ya que no para todo argumento
Pues -.s9. q2
es lo verdadero, puesto or" ];es Io falso: el valor de la función x2
- 1 es lo verdadero. Pues, por ejemplo,
para el argumento 2 obtenemos 22 : 1; esto es lo falso. Ahora
l_'-z
- 1 es lo falso, entonces r.% o2 - I es lo
bien, si -.9- o2
verdadero, según 1o que se ha estipulado antes sobre la barra
es decir, 2 no es lo verdadero. de negación. Tenemos pues
El modo como represento la generalización se verá mejor
con un ejemplo. Supongamos que hay que expresar que todo F--'% o2
- l;
objeto es igual a sí mismo. En
es decir,"no todo objeto es raíz cuadrada de 1", o bien "huy
x x objetos que no son raíz cuadrada de 1". iPuede expresarse
también que hay raíces cuadr.adas de 1? iSin duda! Basta con
tenemos una función, cuyo argumento se indica por medio toma¡ en vez de la función x2 - 1, la función
de "x". Hay que decir ahora que el valor de esta función es
siempre 1o verdadero, sea cual sea el argumento que se tome. --¡- x2 : l.
Con el signo
De
"* f (o)" "-,h ¡o2:1"
entenderé ahora lo verdadero cuando la funció" J @) tiene resulta, por fusión de las horizontales,
siempre como valor lo verdadero, sea cual sea su argumento;
en todos los demás casos, "^9--r ü2 : 1".

"^9 f (o)" Esto refiere a 1o falso, porque no para todo argumento es el


valor de la función
habrá de refbrirse a lo falso. Para nuestra función x - x se 7x2:l
cumple el primer caso. Por lo tanto,
lo verdadero. Por eiemplo,
l9o - o
a-12:1
es lo verdadero; y esto lo escribimos así: es lo falso, puesto que 12 - 1 es lo verdadero. Así Pues, dado
que
l- %o: o
-.h- O2 : I
Las barras horizontales a derecha e izquierda de la cavidad de- es lo falso,
ben ser tomadas con)o horizontales en nuestro sentido. En vez
de "o", podría escogerse cualquier otra letra gótica, a excep-
--h-r o2
- |
será por tanto lo verdadero:
ción de aquellas que, como I y S, han de servir como letras de
funciones.
|--3r-- o2
- 1;
244 FUNCIÓN Y CONCEPTO FUNCIÓN Y CONC]EP'I'O 245

es decir, "no es el caso que para todo argumento el valor de la ('s expresión de una función, cuyo argurlento se indica por
función nrcdio d. " f".Una función tal es, evidentemente, fundamen-
-r-x2 : I t:rlrnente distinta de las hasta ahora consideradas, pues, como
:u-{rumento suyo sólo puede ent.rar una función. Así como las
es lo verdadero", o bien "el valor de la función x2
- 1 no para
todo argumento es lo falso", o bien "huy por kr menos una raíz
I'rrnciones son fundamentalmente distintas de los objetos, así
t:rrnbién aquellas funciones cuyos argumentos son y tienen que
cuadrada de 1".
scr funciones son fundamentalmente distintas de las funciones
A continuación daremos todavía algunos ejemplos en signos ('uyos argumentos son objetos y no pueden ser otra cosa. A
y palabras:
t'stas últimas las llamo funciones de primer nivel, a las otras
o
o)0, l¿rs llamo firnciones de segundo nivel. Igualmente distingo con-
hay por lo rnenos un número positivo; t:eptos de primero y segundo nivel.S De hecho, hace ya tiempo
(lue en el análisis se tenían funciones de segundo nivel, por
o
o<0, {emplo, con las integrales definidas, en la medida en que se
considere la función que va a ser integrada como argLlmento.
hay por lo menos un número negativo; Puede añadirse todavía algo sobre funcic¡nes con dos argu-
mentos. Obtuvimos la expresión de una función al partir el
o
03' - zsz + 2c-: o, signo compuesto de un objeto en una parte saturada y otra
t no saturada. Así descompusimos, por ejemplo, el signo de lo
hay por 1o menos ttna raíz de la ecuación
verdadero
'
*I "3>2"
*3 -z*2 *2x:0. *
tr.

Is en "3" y "x ) 2". Podemos seguir descomponiendo la parte


A partir de aquí puede comprenderse cómo pueden expre- * no saturada"x > 2" del mismo modo er."2" y
T
sarse las oraciones existenciales tan importantes. Si indicamos f
indeterminadamente un concepto por medio de la letra de fun- "x ) )",
ciones;f, tendremos en
#
4
donde ahora "y" indica el lugar vacío, que antes había sido
i Ilenado por "2" . Con
f (o) rl

?
x,> y
la forma en que están contenidos los últimos ejemplos, prescin-
ÍI tenemos una función con dos argumentos, uno de los cuales se
diendo de la barra de juicio. Las expresiones
indica por medio de "x", el otro por medio de "y", y con
*
o g2 :1", "--,-- 9---o ) 0", "--t--^9----t-O ( 0", &
g
3>2
I
"-r---9--1- 03 - 3q2 + 2q : 0" { tenemos el valor de esa función para los argumentos 3 y 2-
surgen de esta forma de manera parecida a como, por ejemplo, Tenemos aquí una función cuyo valor es siernpre un valor veri-
de x2 surgen "12", "22", "22u. Así como con x2 tenemos una fun- tativo. A las funciones de este tipo con un argumento las hemos
ción, a cuyo argumento se alude por medio de "x", así también svéanse ttis Fundamentos de la aritmética, al final del §53. La prueba on-
considero que tológica de la existencia de Dios adolece del error de que trata [a existencia
"*-r-- h-r- -f (o)" como un concepto de primer nivel.
246 FUNCIÓN Y CONCEPTO ruxcróx Y coNCFrI,'t'o 247

llamado conceptos; a las que tienen dos argumentos las llama- En las funciones de segundo nivel con un argumento hay
mos relaciones. También tenemos relaciones en el caso de que distinguir según que en ese argumento aparezca una fun-
ción con uno o con dos argumentos, pues una función con un
x2 + )2:g argumento es tan radicalmente distinta de una función con
yde
*2+)2>9, dos argumentos, que la una no puede aparecer precisamente
en el mismo lugar en que puede aparecer la otra. Algunas fun-
mientras que la función ciones de segundo nivel con un argumento requieren, como
()
*.+)2 argumento, una función con un argumento, mientras que otras
tiene números por valores. Por lo tanto, no la llamaremos requieren una función con dos argumentos, y estas dos clases
relación.
están tajantemente diferenciadas.
vamos a considerar ahora una función que no es peculiar
de la aritmética. Sea la función e o q
0:O
x
f (r,o)
v ,f (u,o)
cuyo valor es lo falso cuando se toma 1o verdadero como argu- es un ejemplo de una función de segundo nivel con un argu-
mento-y y al mismo tiempo se toma un objeto que no sea lo mento que requiere como tal una función con dos argumentos.
verdadero como argumento-x; en todos los demás casos, el va- La letra / alude aquí al argumento, y los dos lugares separados
lor de esta función será lo verdadero. La barra horizontal infe- por la coma en los paréntesis que siguen u " f" ponen de mani
rior y las dos partes en que queda dividida la superior por la i
,&
fiesto que.f representa una función con dos argumentos.
barra vertical deben considerarse horizontales. En consecuen- F
H En el caso de las funciones con dos argumentos, la variedad
s
cia, siempre se pueden tomar como argumentos de nuestra t es aún mayor.
#
función y es decir, valores veritativos. i{ Si, a partir de todo esto, echamos un vistazo retrospectivo al
-y, de un argumento, distinguimos las de
Entre las funciones desarrollo de la aritmética, nos damos cuenta de su progreso
primero y segundo nivel. En este caso es posible una mayor de un nivel a otro. Primero se calculaba con números singula-
variedad. [Jna función con dos argumentos puede ser, con re- :
¡i res, con el 1, el 3, etcétera.
s
lación a éstos, del mismo o de distinto nivel: funciones de nivel
igual o de nivel desigual. Las que hemos considerado hasta i
s
2Í3:5, 2'3:6
aquí eran de nivel igual. una función de nivel desigual es, ,:
ü
.i

por ejemplo, el cociente diferencial, cuando se toman como t son teoremas de esta clase. Se pasó luego a leyes más gene-
argumentos la función que hay que diferenciar y el argumento *
i,
rales, que valen para todos los números. En la notación, esto
para el cual aquélla es diferenciada, o bien la integral definida, corresponde a la transición al álgebra. En
siempre que se tomen como argumentos la función que hay *
que integrar y el límite superior. Las funciones de nivel igual
.* ("ib).t-a,.c*b.c
pueden dividirse, a su vez, err funciones de primero y segundo tenemos un teorema de este tipo. Con ello se había llegado ya
nivel. Una función tal de segundo nivel es, por ejemplo, a la consideración de funciones singulares, sin utilizar toduví:r
r (/[r]) la palabra en el sentido matemático, ni haber compren«li«lo
su significado. El nivel inmediatamente superior fue el ('()n()-
en donde I'y /indican los argumentos. cimiento de leyes generales para las funciones ), con t'sto, r.l
248 FUNCIÓN Y CONCEPTO

acuñamiento de la expresión técnica "función". En la notación,


a esto corresponde la introducción de letras como f v F, para
aludir indefinidamente a las funciones. En
d,f(x)'F(x) _ ü9
F@)
- \-'l + f@)4F(*)
dx d,x dx

tenemos un teorema de esta clase. De este modo se tenían tam-


bién funciones singulares de segundo nivel, sin que, a pesar de
ello, se concibiera lo que hemos denominado fünción de se- SORRE, SE,NTIDO Y REF-E,RE,NCIA-
gundo nivel. Al hacer esto, se da el siguiente paso hacia delan-
te. Podría pensarse que se proseguirá en esta dirección. Pero, [18e2]
probablemente, este último paso no tenga ya tantas consecuen-
cias como los anteriores, puesto que, Con el progreso ulterior, La igualdadl induce a la reflexirin a través de preguntas relacio-
las funciones de segundo nivel podrán ser consideradas de pri nadas con ella que no son fáciles de contestar. iEs la igualdad
mer nivel, como se demostraráen otro lugar.* Pero con ello no una relación?, ies una relación entre ohrjetos?, io bien entre
se habrá eliminado totalmente la diferencia entre funciones de nombres o signos de objetos? Esto último es lo que supuse en
primero y segundo nivel, porque esta diferencia no fue hecha mi conceptografía. Las razones que parecen hablar en favor
arbitrariamente, sino que tiene una justificación en la natura- de ello son las siguientes: a - a y a : á son evidentemente
leza profunda de la cuestión. oraciones de diferente valor cognoscitivo a : a vale o, priori y,
También pueden considerarse, en lugar de funciones con siguiendo a Kant, puede denominarse analítica, mientras que
dos argumentos, funciones de un único argumento, aunque oraciones de la forma a- á contienen frecuentemente am-
complejo, con lo cual, sin embargo, subsiste con toda claridad pliaciones muy valiosas de nuestro conocimiento y no siempre
la diferencia entre funciones con uno y con dos argumentos. puedenjustificarse a priori. El descubrimiento de que cada ma-
ñana no sale un nuevo Sol, sino que siempre es el mismo, fue
ciertamente uno de los descubrimientos más trascendentales
de la astronomía. Aún ahora, el reconocimiento de un peque-
ño planeta o de un cometa no es siernpre algo evidente. Aho-
ra bien, si en la igualdad quisiéramos ver una relación entre
aquello a lo qtre los nombfes "a" y "b" refieren, no parecería
que ¿ : á pudiera ser distinto de a : a, siempre eue a
- b
sea verdadera. Se habría expresado, en tal caso, una relación
de una cosa consigo misma, y además una relacií¡n tal, que se
da en cada cosa respecto de sí misma, pero que ninguna cosa
* Título original: "Über Sinn und Bedeutung", publicado en Zeitschrtft fi)r
Philosophie und philosophische Kritih, Nueva Serie, no. 100, 1892, pp. 25-50.
Traducción de Carlos Ulises Moulines, originalmente publicada en Frege
1971, revisada para el presente volumen.
1
Empleo esta palabra en el sentido de identiclad y entiendo "a: á" en el
"véase Lasleyesfundamentalesdelaaritrnética,vol.I,§§25,34-37.[N.delt.] sentido de "a es lo mismo que b" o "a y á coinciden".
250 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA
V SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 25L

tiene respecto de cualquier otra. Parece que lo que se quie- Del presente contexto se desprende que con "signo" y "nom-
re decir con ¿ : á es que los signos o nombres "a" y "á" se bre" he entendido cualquier designación que sea un nombre
refieren a lo mismo, y por lo tanto en la igualdad se trataría propio, cuya referencia sea, pues, un objeto determinado (to-
precisamente de estos signos; se afirmaría una relación entre mada esta palabra en su extensión más amplia), pero no un
ellos. Pero esta relación existiría entre los nombres o signos concepto ni una relación, sobre los cuales se tratará con más
únicamente en la medida en que éstos nombran o designan detenimiento en otro ensayo.* La designación de un objeto par-
algo. Sería una relación inducida por la conexión de cada uno ticular puede estar compuesta de varias palabras u otro tipo de
de los dos signos con la misma cosa designada. Esta conexión signos. Para abreviar, llamaremos nombre propio a cada una
es arbitraria. No se le puede prohibir a nadie tomar cualquier de esas designaciones.
suceso u objeto producido arbitrariamente como signo para El sentido de r¡n nombre propio lo comprende todo aquel
algo. Con ello, la oración a - b no se referiría entonces ya ala que conoce el lenguaje o el conjunto de designaciones al que
cosa misma, sino tan sólo a nuestro modo de designación; con pertenece;2 pero con ello, la referencia, en caso de que lahiya,
ella no expresaríamos ningún conocimiento genuino. Pero esto queda sólo parciahnente iluminada. Un conocimiento comple-
esjustamente 1o que queremos en muchos casos. Si el signo "a," to de la referencia implicaría que, de cada sentido dado, pudié-
sólo se distingue del signo "á" como objeto (en este caso por ramos indicar inmediatamente'si le pertenece o no. Esto no lo
su forma), y no como signo (es decir, no por el modo como logramos nunca.
designa algo), entonces el valor cognoscitivo de ¿ - a setía La conexión regular entre el signo, su sentido y su referencia
esencialmente el mismo que el de a - b, ert caso de que a - b es tal, que al signo le corresponde un determinado sentido y
sea verdadera. Una diferencia puede darse únicamente en el a éste, a su vez, una determinada referencia, mientras que a
caso de que a la diferencia de signos corresponda una dife- una referencia (a un objeto), no le corresponde solamente un
rencia en el modo de presentación lArt des Gegebenseins] de 1o signo. El mismo sentido puede expresarse en diferentes len-
designado. Sean a, b, c las rectas que unen los ángulos de un guas, e incluso en la misma, de diversas rnaneras. Naturalmen-
triángulo con el punto medio de los lados opuestos. EI punto te, hay excepciones a esta situación regular. Es verdad que en
de intersección de a y á es entonces el mismo que el punto de un conjunto perfecto de signos, a cada expresión debería co-
intersección de b y ,.Tenemos, pues, designaciones distintas rresponderle un sentido determinado; pero las lenguas natu-
pvra el mismo punto, y esos nombres ("intersección de a Y b", rales a menudo no cumplen este requisito, y hay que darse por
"intersección de á y c") indican al mismo tiempo el modo de satisfecho si la misma palabra tiene siempre el mismo sentido
presentación del punto, y de ahí que la oración exprese un au- en un mismo contexto. Quizás puede admitirse que una ex-
téntico conocimiento. presión gramaticalmente correcta que figure como un nombre
Es natural considerar entonces que a un signo (nombre, * Se refiere a "Sobre concepto
y objeto" finfra, pp. 277 -292), y a "Comen-
unión de palabras, signo escrito), además de lo designado, que tarios sobre sentido y referencia" linfra, pp. 293-302]. tN. del t..l
podría llamarse la referencia del signo, va unido lo que yo qui- 2 En el caso
de un verdadero nombre propio como 'Aristóteles", natural-
siera denominar el sentido del signo, en el cual se halla conte- rnente pueden dividirse las opiniones en cuanto a su sentido. Por ejemplo,
nido el modo de presentación. Según esto, en nuestro ejemplo, se podría suponer que ese sentido es: el discípulo de Platón y maestro de
Alejandro Magno. Quien suponga esto, atribuirá a la oración'Aristóteles era
la referencia de las expresiones "el punto de intersección de a
originario de Estagira" un sentido distinto de aquel para quien el sentido de
y b" y "el punto de intersección de á y c" sería ciertamente la este nombre fuera: el maestro cle Alejanclro Magno originario de Estagira.
misma, pero su sentido no sería el mismo. La referencia de "lu- Mientras la referencia siga siendo la misma, pueden tolerarse estas variacio-
cero vespertino" y de "lucero matutino" sería la misma, pero el nes del sentido, a pesar de que deben evitarse en el edificio conceptual de una
sentido no sería el mismo. ciencia demostrativa y de que no deberán apárecer en un lenguaje perfecto.
252 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 253

propio siempre tiene sentido. Pero con ello no se ha dicho que interna fbrmada a partir de recuerdos de impresiones sensi-
al sentido le corresponda también una referencia. Las palabras bles que he tenido, y de actividades que he practicado. tanto
"el cuerpo celeste más alejado de la Tierra" tienen un sentido; internas corno externas.s Esa imagen está frecuentemente im-
pero que tengan también una referencia, es muy dudoso. La pregnada de sentimientos; la claridad de cada una de sus par-
expresión "la serie menos convergente" tiene un sentido; pero tes es diversa y vacilante. No siempre, ni siquiera en la misma
se demuestra que no tiene referencia, puesto que para cada persona, está unida Ia misma representación al mismo senti-
serie Convergente puede encontrarse otra menos Convergente, do. La representación es subjetiva: la representación de uno
pero que, no obstante, es convergente. Así pues, por el hecho no es la del otro. Por ello se dan múltiples diferencias en las
de que se conciba un sentido, no se tiene con seguridad una representaciones asociadas al mismo sentido. Un pinto¡ un.ji-
*.
referencia. nete y un zoólogo asociarán probablemente representaciones
I
Cuando se usan palabras cle la manera habitual, aquello de €
I muy distintas con el nombre "Bucéfalo". Por eso l¿r represen-
lo que se quiere hablar es su refbrencia. Pero puede ocurrir J
¡:
tación se distingue esencialmente del sentido de un signo, el
también que se quiera hablar de las palabras mismas o de su I cual puede ser propiedad común de muchos y que, por tan-
sentido. Lo primero sucede, por ejemplo, cuando se citan las to, no es parte o modo de la mente individual; pues cierta-
palabras de <¡tro en discurso directo. f.¿rs palabras propias se Inente no se podrá negar que'la humanidad tiene un tesoro
refieren entonces en primer lugar a las palabras del otro, y común de pensamientos, que son transmitidos de una genera-
tan sólo éstas tienen la refbrencia habitual. Tenemos entonces ción a otra.4
signos de signos. En el lenguaje cscrito se encierran las pala- Mientras que según lo dicho, no existe ninguna objeción
bras, en este caso, entt'e cornillas. Por 1o tanto, una palabra que para hablar del sentido sin más, en el caso de la represen-
se halla entre cornillas no debe ser tomada ccln su referencia t.ación, en cambio, para ser estrictos, hay que añadir a quién
usual. pertenece y en qué momento. Quizás alguien podría decir: al
o'A" igual que uno asocia con la misma palabra esta representación
Si se quiere hablar del senticlo de la expresiórr , basta con
usar sencillamente la locución "el sentido de la expresi()n'A' " . )/ el otro otra, también uno puede asociarle este sentido y el
En el discurso indirecto se habla del sentido; por ejemplo, cle ()tro este otro. Sin embargo, hay una difbrencia en el mod«r
1o que dijo otro. Se ve clararnente que, incluso en este modo de rlc clarse esta asociación. Nada impide que arnbos conciban
hablar, las palabras no tienen su referencia habitual, sino que t:l mismo sentido; pero no pueden tener la misma represen-
se refieren a lo que habitualmente es su sentido. Para utilizar t¿rción. Si dur¡ irlem facitmt, non est idem. Cuando dos personas
una expresión breve, vamos a decir: las palabras se usan indirec- st: representan 1o mismo, cada una tiene, sin embargo, su re-
tamente, o tienen su referenciainrlirecta en el discurso indirecto. ¡rresentación propia. A veces es ciertamente posible constatar
Según esto, distinguimos la referencia habitual de una palabra rliferencias de representaciones y hasta de sensaciones de per-
de su referencia indirecta, y su sentido habintal de su sentido s()nas distintas; pero no es posible una comparación exacta,
in,diret:to. La referencia indirecta de una palabra es, pues, su :l Poclemosponer también, junto a las representaciones, las intuiciones o
scntido habitual. Si se quiere concebir correctamente, en cada t Ltl<¡s sensoriales en los que las impresiones sensibles y las activiclades mismas
caso particular, el modo de conexión de signo, sentido y refe- r( )rll:ln el lugar de las huellas que h:rn dejado en la mente. para nuestro propó-

sito, la diferencia es irrelevante, tanto más cuanto que,.junto a las sensaciones


rencia, hay que tener siempre presentes tales excepciones.
I ;rctividades, los recuerdos de éstas ayudan a completar la imagen intuitiva.
De la referencia y del sentido de un signo hay que distinguir I'or intuición o dato sensorial, sin embargo, puede entenderse tarnbién un
tarnbién la representación lVorstellungl a él asociacla. Si la re- .lricto, en la medicla en que éste sea perceptible sensiblemente o espacial.
ferencia de un signo es un objeto perceptible sensiblemente, I De ahí que sea inútil
clesi¡;nar con la palabra "representación" cosas fun-
la representación que yo tengo de él es entonces una imagen r l:rurcntalmente tan cliferentes.
SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SEN'IIDO Y REFE,RIi]N(]IA 255
254

porque no podemos tenerjuntas ambas representaciones en la elocuencia tratan de revestir el sentido. Esttls matices y énfasis
misma conciencia. no son objetivos, sino que el oyente o el lector deben evocarlos
La referencia de un nombre propio es el objeto mismo que dejándose llevar por las alusiones del poeta o del orador'. Na-
designamos con él; la representación que tenemos entonces es turalmente, sin ciertc¡ parentesco entre las representaciones hu-
totalmente subjetiva; entre ambas se halla el sentido, que cier- manas, el arte no sería posible; pero nunca puede averiguarse
tamente ya no es subjetivo como la representación, pero, Con exactamente en qué medida nuestras representaciones Corres-
todo, tampoco es el objeto mismo. Quizás sea adecuada la si- ponden a los propósitos del poeta.
guiente analogía para ilustrar estas relaciones. Alguien obser- En lo que sigue, no hablarernos ya más de las representacio-
va la Luna a través de un telescopio. Comparo la Luna con la nes e intuiciones; se las ha mencionado aquí únicamente para
referencia; es el objeto de observación, que es proporcionado que la representación que despierta una palabra en un oyente
por [a imagen real que queda dibujada sobre el cristal del ob- no se confunda con su sentido o su referencia.
jetivo del interior del telescopio, y por la irnagen en la retina Para posibilitar un modo de expresarnos breve y exacto, va-
del observador. La primera imagen la comparo con el senti- mos a establecer la siguiente terminología:
do; la segunda, con la representación o intuición. La imagen Un nombre propio (palabra, signo, fila de signos o expre-
formada dentr'«r del telescopio es, en verdad, sólo parcial; de- sión) expresa su sentido, se reÍlere a su referencia o la designa.
pende del lugar de observación; pero con todo es objetiva, en Al usar un signo expresamos su sentido y designamos su refe-
ia medida en que puede servir a varios observadores. Podrían rencia.
inclus<¡ ctisponerse las cosas de modo que pudieran utilizarla Los idealistzrs y los escépticos quizás habrán objetado desde
varios simultáneamente. Pero, de las imágenes retinianas, cad'a hace ya rato a todo esto lo siguiente: "Hablas aquí sin más de la
uno tendría la suya propia. Difícilmente podría lograrse una Luna como de un objeto. iPero cómo sabes tú que el nombre
congruencia geométrica, debido a la diferente constitución de 'la Luna' tiene alguna referencia, cómo sabes que haya algo
los ójos, y una coincidencia real estaría excluida. Podría quizás que tenga referencia?" Respondo que nuestro propósito no es
seguir desarrollánclose esta analo#u, aclmitiendo que la ima- hablar de nuestra representación de la Luna, y que tampoco
gen retiniana de A podría hacerse visible a B; o también que el nos conformarnos con el sentido, cuando decirnos 'ola Luna",
propio A podría ver su propia imagen retiniana en un espejo. sino que presuponemos una referencia. Scría no entender el
Con esto se mostraría quizás que una representación puede ser sentido si se quisiera suponer que la oración "la Luna es me-
tomada ciertamente como objeto, pero en Sí misma no es nun- nor que la Tierra" habla de una representación de la Luna.
caparael observador lo que es para el que la tiene. Pero seguir Si ésta fuera la intención del que habla, utilizaría la expresión
en esta dirección nos apartaríademasiado de lo que nos ocupa. "mi representación de la Luna". Desde luego, al hacer aquella
Podemos ahora distinguir tres niveles de diferenciación en- presuposición podemos equivocarnos, y tales equivocaciones
tre palabras, expresiones u oraciones enteras. O bien la dife- se dan ciertamente. Pero aquí no tenemos por qué responder a
rencia concierne a lo Sumo a las representaciones, o bien al la cuestión de que quizás siempre cometemos tal equivocación;
senticlo pero nO a la referencia, o bien, en fin, también a la por el momento basta con señalar nuestro propósito al hablar
referencia. Con respecto al primer nivel, hay que hacer notar o al pensar parajustificar que hablamos de la referencia de un
que, clebido a la conexión incierta de las representaciones con signo, si bien con la reserva: en caso de que exista tal cosa.
las palabras, para uno puede existir una diferencia que otro no Hasta aquí sólo se han examinado sentido y referencia de
encuentra. Las diferencias en la traducción de un escrito ori- las expresiones, palabras, o signos, que hemos llamado nom-
ginal no pasarían de este primer nivel. Entre otras diferencias bres propios. Ahora vamos a preguntarnos por el sentido y la
posibles aquí, están los matices y énfasis con que la poesía [y] lu referencia de una oración asertiva'completa. Una oración tal
256 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SENTIDO Y REFF]REN(IIA 257

contiene un pensarniento.i' iDebe ser considerado este pensa- si no la tiene. Que nos interesemos por hallar la referencia de
miento conlo su sentido o corllo su referencia? supongamos una par-te de la oración es señal de gue también aclmitimos y
que la oración tiene una reterencia. si sustituimos en ella una exigimos, en general, una referencia para la oración misma.
palabra por otra con la misma referencia, pero con distinto sen- El pensamiento pierde valor para nosotros tan pronto como
tido, esto no podrá tener ningún efecto sobre la referencia de la vernos que a una de sus partes le falta la referencia. Estamos,
oración. Sin embargo, vernos que, en tales casos, el pensamien- pues, bienjustificados al no contentarnos con el sentido de una
to cambia; pues, por ejemplo, el pensamiento de la c¡ración "el oración, y preguntarnos también por su referencia. iPero por
lucero matutino es Lrn cuerpo iluminado por el Sol" es distinto qué queremos que cada nombre propio no tenga únicamen-
de la oración "el lucero vespertino es un cuerpo iluminaclo por
te un sentido, sino también una refbrencia? iPor qué no nos
el sol". Alguien que no supiera que el lucero vesper"tino es el basta el pensamiento? Porque nos intet-esa en alguna medida
lucero matutincl podría tomar un pensamiento por verdaclero y su valor veritativo. No sienrpre es éste el caso. Al escuchar un
el otro por falso. El pensarniento no puede, pues, ser la referen-
poema épico, por ejernplo, nos cautivan, además de la eufonía
cia de la oración; por el contrario, deberemos concebir'lo corno
del lenguaje, el sentido de las oraciones y las representaciones y
su sentido. iPero c1ué hacemos corl la referencia? iTenemos de-
sentimientos despertados por ellos. Si nos preguntásemos por
recho a preguntar por ella? iAcaso la oraci(rn entera tiene sólo
su verdad, abandonaríarnos el goce estético y nos dedicaríamos
sentido, pero no referencia? En todo caso, es de esperar que se a un exanlen científico. De ahí que nos sea indiferente el que el
den tales or¿rciones, lo nrisrrro que hay partes de una oración nombre "Ulises", por ejernplo, se refiera a algo o no, nrientras
que tienen sentido, pero no referencia. Y las r¡raciones que consideremos el poema como obra de arte.6 Es la búsqueda de
contienen nombres pr-opios sin referencia serán de este tipo. l¿r verdad lo que nos incita a avanzar del sentido a la referencia.
La <;ración "ulises fue dejado .,r-, Íta., profundamente dorrni- Hemos visto que a una oración hay que buscarle una referencia
do" tiene el,identemente un sentido. Pero, como es d.udoso que siempre que interes¿r la referencia de las partes componentes;
el nombre "ulises" clue aparece en ella tenga una referencia, y que esto es el caso cuando, y sólo cttattdo, nos preguntarncls
también es dudoso que lo tenga la oración entera. pero lo que
por el valor veritativo.
es seguro, no obstante, es quc alguien que crea en ser-io que la
Por esto nos vemos impulsados a admitir el ualor ueritcttiao
oración es verdadera o fals¿r tzrrnbién atribuirá al nornbre "uli-
de una oración como su referencia. l'or valot'veritativcl de una
ses" una refer-encia, y no s(tlc¡ un sentido; pues es justamente
oraciírn entiendo la, circunstancia cle que sea verdadera o fálsa.
de la referencia de este nombre de lo que se afirrna o se niega
No hay más valores veritativos. En aras de la brevedacl, al un<t
el predicaclo. Quien no admita clue tiene una referencia no po-
l«¡ llamo lo verdadero, al otro lo falso. Cada oración asertiva, en
drá afirmar ni negar de ella un predicado. Pero entonces sería
la que tcnga importancia la referencia de las pzrlabras, debe ser
innecesario llegar hasta la referencia del nombre; uno poclría
consiclerada, pues, como un nombre propio, y su referencia,
c«rntentarse con el senticlo, en el caso de querer quedarse sólo
en caso de que exista, es o bien lo verdadero o bien lo falso.
cr-rn el pensamiento. Si srilo n<¡s interesásernos por el sentido de
Estos dos obiet«¡s son adrnitidos, aunque sí:lo sea tácitamente,
la <lración, por el pensamierrto, sería innecesario preocuparse
por todo aquel que hagajuicios, que tenga algo por verdadero,
por la refbrencia de una pirrte de la oración; pues con respecto
e incluso por el escéptico. El desisnar los valores veritativos
al sentido de la oración, únicamente es relevante el sentid.o,
como objetos puede parecer aquí todavía una ocurrencia arbi-
no l¿r refur-encia, de esa parte. El pensamiento sigue siendo el
mistno, tanto si el nombre "ulises" fiene una refbrencia como 6 Sería de desear que tuviérarnos una denominación especial para los sig-

!'l'ttr pensarnietrto no entierrclo la ¿rctiviclad subjetiva cle pensar, sino n()s que sólo han de tener sentido. Si llirnrásemos a éstos imágenes, las pala-
su llras clel actor en la escena serían entonces imágenes, y hasta el propio actor
contenido olr.jetivo, que es apto p¿rra ser propiedad común de muchos.
sería una imagen.
258 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SENTIDO Y REFERENCTA 259

traria y quizás un mero juego de palabras, del que no deberían §


*: una expresión con la misma referencia, pero con distinto sen-
*
sacarse consecuencias fundamentales. Lo que yo llamo obieto tido. Y, de hecho, éste es el caso. Leibniz explica correctamen-
sólo podrá ser examinado c<¡n más precisión en conexión con te "Eadem sunt, quae sibi mutuo substitui possunt, salua ueritate."
Realmente, iqué otra cosa, sino el valor veritativo, podría en-
¡.

el concepto y la relación. Esto quiero reservarlo para otro en- .t

sayo.* Pero, con todo, aquí podría ya quedar claro que en todo contrarse que pertenezca sin excepción a toda oración en la
juicioT -por muy evidente que éste sea- se ha dado ya el paso que sea relevante la referencia de las partes componentes, y que
del nivel de los pensamientos al nivel de las referencias (de 1o permanezca inmodificado en una sustitución del tipo mencio-
objetivo). nado?
Alguien podría verse tentado a considerar la relación del is
Ahora bien, si el valor de verdad de una oración es su refe-
pensamiento con 1o verdadero no como la que hay entre el s
4
rencia, resulta que, por una parte, todas las oraciones verd.ade-
sentido y la referencia, sino como la relación del sujeto con ras tienen la misma referencia, y que, por otra, también todas
el predicado. Ciertamente puede decirse: "El pensamiento de las oraciones falsas tienen la misma referencia. De ahí que, en
que 5 es un número prirno es verdadero." Pero si se examina la referencia de la oración, se prescinda de todo lo específi-
esto más atentamente, se observa que con ello no se dice real- co. Nunca podemos contentarnos tan sólo con la referencia de
mente nad,a más de lo que se dice en la simple oración "5 es un una oración; pero tampoco el mero pensamiento proporciona
número primo". La afirmación de la verdad radica, en ambos ningún conocimiento, sino únicamente el pensamiento junto
casos, en la forma de la oración asertiva, y cuando ésta no tiene con su referencia, es decir, su valor veritativo. El juzgar puede
*
su fuerza habitual, por ejemplo en boca de un actor en escena, t ser considerado como el paso de un pensamiento a su valor
la oración "el pensamiento de que 5 es un número primo es veritativo. Naturalmente, esto no debe ser tomado como una
,
verdadero" contiene también únicamente un pensamiento, a { definición. El juzgar es precisamente algo muy singular e in-
&
saber, el mismo pensamiento que la oración simple "5 es un E comparable. También podría decirse que juzgar es distinguir
*¿
número primo". De aquí puede desprenderse que la relación tf
rt
partes dentro de un valor veritativo. Esta distinción ocurre re-
E
clel pensamiento con lo verdadero no debe compararse a la del E
,{ trocediendo al pensamiento. A cada sentido que pertenezca un
sujeto con el predicado. En efecto, sujeto y predicado (enten- valor veritativo correspondería su modo propio de descompo-
didos en sentido lógico) son partes del pensamiento; para el sición. La palabra "parte" la he utilizado aquí de una manera
conocimiento, se hallan al mismo nivel. Ensamblando sujeto :

peculiar. En efecto, he transferido la relación del todo a la parte


y predicado siempre se consigue únicamente un pensamiento, i
en la oración a su referencia, al llamar a la referencia de una
pero no se pasa nunca de un sentido a su referencia, de un li'
palabra parte de la referencia de la oración cuando esa palabra
pensamiento a su valor veritativo. Nos movemos en el mismo es parte de esa oración. Este modo de hablar es naturalmente
:7

nivel, no se pasa de un nivel al siguiente. Un valor veritativo I


atacable, porque, en el caso de la referencia, la Parte restante
no puede ser parte de un pensamiento, como tampoco puede no queda determinada por el todo y la parte escogida, y por-
serlo el So1, porque no es un sentido, sino un objeto. $ que la palabra parte se emplea para los cuerpos en un sentido
Si es correcta nuestra suposición de que la referencia de una * distinto. En su lugar, debería crearse una expresión apropiada.
oración es su valor veritativo, entonces éste debe permanecer Vamos ahora a seguir comprobando la suposición de que eI
inmodificado cuando una parte de la oración se sustituye por valor veritativo de una oración es su referencia. Hemos hallado
* Se refiere de nuer,o a "Sobre concepto y objeto", en este volumen pp.277- que e[ valor veritativo de una oración permanece inmodificado
292. [N. clel t.] cuando en ésta sustituimos una expresión por otra con igual
7
Un juicio no es para mí la mera aprehensión de un pensamiento, sino el referencia: pero todavía no hemos considerado el caso en que
reconocirniento cle su verdad. la expresión que ha de sustituirse es ella misma una oración. Si
260 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SENTIDO Y RL.F-F]RI,N(JI,\ 26l^

nuestro punto de vista es correcto, el valor veritativo de una t:ste caso, pues, la oración suborclin¿rda tiene coll)() su refi:ren-
oración. qlle contiene a otra como parte. debe permanecer cia un pc'nsamiento. no un valor veritativo: como srt sentid(). no
inmodificado si sustituimos la oración componente por otra un pensamiento, sino el sentido de las palabras "el pensarrlien-
cuyo valor veritativo sea el mismo. FIay que esperar excepcio- to de que...", el cual es sólo parte del pensarniento dc tclda
nes, cuando el todo o la oración componente están en discurso la estructura oracional. Esto sucede después de "decir", "{)ír",
d.irecto o indirecto; pues, como hemos vist.o, la referencia de "opinar", "estar convencido", "concluir", v palabras parecidas.S
las palabras no es entonces la habitual. LJna oración se refiere [,a cuestión aparece distinta, y ciertamente bastante complica-
en el discurso directo a otra oración, y en el indirecto, a un da, después de palabras como "conocer", "saber", "imaginar-
pensamiento. se", lo cual será estudiado más adelante.
Nos vemos, pues, llevados al estudio de las oraciones subor- Que en los casos mencionados en primer término la referen-
dinadas. Éstas aparecen conro partes de una estructura ora- cia de la cláusula subordinada es, en realiclad, el pensamiento,
cional que, desde el punto de vista lírsico, es asimismo una se ve también por el hecho de que, para la verdad del todo, es
oración, a saber, la oración principal. Pero en este punto nos indiferente que aquel pensamiento sea verdadero o fálso. Com-
enfrentamos a la pregunta de si también vale para las oracio- párense, por ejemplo, las dcls oraciones: "Copérnic«r creía que
nes subordinadas el que su referencia sea un valor veritativo. las órbitas de los planetas eran círculos" y "Copérnico creía
En el discurso indirecto sabemos ya que ocurre lo contrario. que el movimiento aparente del Sol es producido por el movi-
Los gramáticos consideran las oraciones subordinadas como miento real de la Tierra". Sin perjuicio de la verdad, se puede
representantes de part.es de la oración general, y, según eso, sustituir aquí una oración subordinada por la otra. La oración
las denominan cláusulas nomin¿rles, adjetivales y adverbiales.* principal, junto con la subordinada, tiene por sentido única-
De aquí podría surgir la suposición de que la referencia de mente un solo pensamiento, y la verdad del todo no implica
una oración subordinada no es un valor veritativo, sino que ni la verdad ni la falsedad de la subordinada. En tales casos
es análoga a la de un nombre, un adjetivo o un adverbio, en no está permitido sustituir, en la oración subordinacla, una ex-
resumen, a la de una parte de la oración, cuyo sentido no es presión por otra que tenga la misma referencia habituzrl, sin<r
un pensamiento, sino sólo una parte clel mismo. Únicamente solamente por una que tenga la misma referencia indirect.a, es
una investigación más detenida puede proporcionar claridad decir, el mismo sentido habitual. Si alguien quisiera sacar la
sobre este punto. En ella, no nos atendremos estrictamente a conclusión: la referencia de una oración nr¡ es su valor verita-
las categorías gramaticales, sino que reuniremos lo que es ló- tivo, "pues entonces podría sustituirse en toclas partes por otra
gicamente similar. Busquemos primero aquellos casos en los oración ccln el mismo valor veritativo", habría demostraclo de-
que el sentido de la oración subordinada, como acabamos de masiado: con la misma razón podría afirmarse que la referen-
suponer, no es un pensamiento autónomo. cia de la palabra "lucero matutino" r-ro es Venusi pues no en
Las oraciones nominales abstractas introducidas mediante todas partes podría decirse "Venus" en vez de "lucero tnatu-
"q.r"" pertenecen también al discurso indirecto, del cual he- tino". Correctamente sólo puede deducirse que la referencia
mos visto que en él las palabras tienen una referencia indirec- de una oración no siempre es su valor veritativo, y que "lucero
ta que coincide con lo que habitualmente es su sentido. En matutino" no siempre se refiere al planeta Venus, a saber, en
* Hemos traducido " Nennsatz" por "cláusula norninal" " Beisatz" por "cláu-
,
el caso en que esa palabra tenga su referencia inclirecta. Seme-
sula adietival" y "Aduerbsatz" por "cláusula adverbial". Con esta clasificación
más o lnenos grarnatical, Frege quiere distinguir entre oraciones que podrían 8 En "A mintió al decir que había visto a R", la cláusula subrlrclinada se

ser sustituidas por un nombre, por un adjetivo calificativo o por locuciones refiere a un pensamiento, del cual se dice, en primer ltt¡1ar, que A lo añrmí-¡
adverbiales, respectivamente. [N. del t.] como verdadero, y, en segundo lugar, que A estaba convencido de su fálseclad.
T

262 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 263

f cia de una de estas oraciones no es, pues, un valor veritativo,


.jante excepción se presenta en las oraciones subordinadas que *r
t
E

acabamos de examinar. cuva referencia es un pensarniento. sino una orden, un ruego. o cosas similares.
Cuando se dice "parece que...", lo que se quiere decir es Análogamente ocurre en el caso de la pregunta indirecta, en
o'mc :1

parccc que. . . " u "opino que. . . " Tenemos, pues, el mismo *


.J
qiros tales como "dudar de que", "no saber que". Es fácil ver
caso. Igualmente ocurre con expresiones como "alegrarse",,"la- rlue también aquí hay que considerar que las palabras tienen su
mentar", "aprobar", "censurar", "esperar", "temer". Cuando, l'eferencia indirecta. Las interrogativas indirectas con "quién",
hacia el fin de la batalla de Belle-Alliance, Wellington se ale- "qré", "dónde", "cuándo", "cómo", "por medio de qué", etc., a
gró de que los prusianos vinieran, la razón de su alegría era g veces se asemejan aparentemente mucho a cláusulas adverbia-
una convicción. Si hubiera estado equivocado, no se habría I les en las que las palabras tienen su referencia usual. Lingüísti-
*T
alegrado rnenos mientras hubiese durado su ilusión, y antes * camente, estos casos se diferencian por el modo del verbo. En
de adquirir la convicci<in de que venían los prusianos no podía cl caso del subjuntivo tenemos preguntas indirectas y referen-
alegrarse de ello, si bien en realidad ya se acercaban. r:ia indirecta de las palabras, de modo que un nombre propio
Así como una convicción o una creencia es razón de un sen- '

no puede ser sustituido en general por otro nombre del mismo


timiento, tarnbién puede ser razón de otra convicción, como objeto.
ocurre en la inferencia. En la oración: "De la redondez de la En los casos considerados hasta aquí, las palabras de las ora-
Tierra, Colón infirió que viajando hacia el oeste podría al- ciones subordinadas tienen su referencia indirecta, y por esto
canzar la India", tenemos como referencia de las partes dos es explicable que también la referencia de la oración subor-
pensamientos: que la Tierra es redondu, y que Colón puede «linada misma sea indirecta; es decir, no un valor veritativo,
alcanzar la India viajando hacia el oeste. Nuevamente, aquí im- sino un pensamiento, una orden, un ruego, una pregunta. La
porta tan sólo que Colón estaba convencido de lo uno y de oración subordinada podría ser concebida como nombre; se
1o otro, y que una convicción era la raz6n de la otra. Que la podría incluso decir: como nombre propio del pensamieqto,
Tierra sea realmente redonda y que Colón viajando hacia el la orden, etc., puesto que como tal aparece en el contexto de
oeste pudiese realmente alcanzar la India, tal como él pensaba, la estructura oracional.
es indiferente para la verdad de nuestra oración; pero no es in- Llegamos ahora a otras oraciones subordinadas, en las que
diferente que pongamos, en vez de "la Tierra", "el planeta que las palabras tienen ciertamente su referencia usual, pero sin
está acompañado de una luna cuyo diámetro es mayor que la (lue aparezca un pensamiento como sentido, ni un valor verita-
cuarta parte de su propio diámetro". También aquí tenemos t.ivo como referencia. Cómo es esto posible, se verá claramente
la referencia indirecta de las palabras. mediante ejemplos.
Éste es el caso también de las cláusulas adverbiales de fina-
lidad con "a fin de gue"; pues evidentemente la finalidad es "Quien descubrió la fbrma elíptica de las órbitas plane-
un pensarniento; a eso se debe la referencia indirecta de las tarias murió en la miseria."
palabras,y el modo subjuntivo.
Una oración subordinada con "qra" después de "mandar", Si en este caso la oración subordinada tuviera como sentido
"pedir", "prohibir" aparece en estilo directo en forma de im- Lln pensamiento, tendría que ser posible expresarlo también
perativ<1. Tal oración no tiene referencia, sino sólo un senti- cn una oración principal. Pero esto no puede ser, porque el
do. Una orden, un ruego, no son ciertamente pensamientos, sujeto gramatical "Quien" no tiene ningún sentido indepen-
pero, con todo, están al mismo nivel que el pensamiento. De cliente, sino que sirve de nexo con el segundo miembro de la
ahí que, en las subordinadas que dependen de "mandar", "pe- «rración "murió en la miseria". De ahí también que el sentido
dir", etc., las palabras tienen su referencia indirecta. La referen- de la oración subordinada no sea uir pensamiento completo y
:(; I S()I}RE SE,NTIDO Y REFERENCIA SORRE SENTIDO Y REFERE,NCIA 265

(llr('su |cfbrencia no sea un valor veritativo, sino Kepler. po_ designe realmente un objeto, o bien que sólo produzca la apa-
rlr'ílr objetarse que el sentido del todo contiene. no obstante. riencia de ellc,. careciendo de hecho de referenciit. Y así es
urr pensamiento como parte, a saber, el de que hubo uno que como llega a parecer que nuestra subordinada contiene, corno
rlcscubrió por primera vezla forma elíptica d.e las órbitas pla- parte de su sentido, el pensarniento de que hubo uno que des-
netarias; pues quien tuviera por verdadero el todo no poáría cubrió la forma elíptica de las órbitas planetarias. Si esto fuera
negar esta parte. Lo último es indiscutible; pero únicamente correcto, la negación debería ser:
debido a que, en caso contrario, la subordiñada "quien des-
cubrió la forma elíptica de las órbitas planetarias" no tendría "quien descubrió por prirnera vez la forma eIíptica de
ninguna referencia. cuando se afirma algo, siempre es eviden- las órbitas planetarias, no mur-ió en la miseria, o bien
te la suposición previa de que los nomb."r p.opios ut.ilizadr¡s, no lrubo nadie que descubriese la forma elíptica de las
ya sean simples o compuestos, tienen una refbrencia. Así pues, órbitas planetarias".
si se afirma "Kepler murió en la miseria", se presupone con
Esto surge, pues, de una imperfección del lenguaje, de la
ello que el nombre "Kepler" designa algo; pero de esto, sin
que, por 1o dernás, tampoco está completamente libre el len-
embargo, no se sigue que en el sentido de la oración "Kepler
guqie simbólico del análisis maternático; también en este úl-
murió en la miseria" esté contenido el pensamiento de que el
nombre "Kepler" designa algo. Si ése fuera el caso, Ia negación
timo caso pueden aparecer filas de sisnos que producen la
ilusión cle que refieren a algo, pero que, por lo menos hasta
no podría ser
este momento, todavía carecen de refbrencia, como por ejem-
"Kepler no murió en la miseria',, plo. las series divergentes infinitas. Esto puede remediarse, por
sino ejemplo, rnediante la estipulación especial de que las series
"Kepler n<¡ murió en la miseria, o bien el nornbre 'Ke- divergentes infinitas tienen que referirse al número 0. f)e un
pler' carece de referencia." lenguaje lógicamente perfecto (conceptografía) hay que exigir
que cada expresión, que se haya formado como nombre propio
Qr" el nombre "Kepler" designa algo es, por el contrario, a partir de signos ya introducidos de manera gramaticalmen-
presuposición tanto de la afirmación te correcta, designe realmente también un objeto, y que no
se introduzca ningún signo como nombre propio sin que an-
"Kepler murió en la miseria",
tes no se le haya asegurado una referencia. En los tratados
como de la contraria. Ahora bien, resulta que las lenguas de lógica se previene en contra de la multivocidad de las ex-
tienen el defecto de que en ellas son posibles expresiones presiones como fuente de errores lógicos. Creo que es por lo
ár",
por su forma gramatical, están destinadas a designar un <¡b- menos igualmente oportuna la prevención frente a los nom-
jeto, pero que, en casos especiales, no consiguen este objeti- bres propios aparentes que no tienen ninguna referencia. La
vo, porque esto depende de la verdad de una oración. por eso historia de las matemáticas podría narrar todos los errores que
depende cle la verdad de la oración han surgido de ahí. Éstos conducen con frecuencia al abuso
clemagógico, quizás más todavía que las palabras multívocas.
"hubo uno que descubrió la forma elíptica de las órbi-
Puede servir de ejemplo "la voluntad del pueblo", pues es fácil
tas planetarias",
cstablecer que, por 1o menos, no hay una referencia universal-
el que la subordinada rnente aceptada de esta expresión. Por esto no es irrelevante
cegar de una vez por todas la fuente de esos errores, por 1o
"quien descubrió la forma elíptica de las órbitas plane- nrenos en la ciencia. Objeciones como la antes discutida serán
tarias" cntonces imposibles, porque nunca podrá depender de la ver-
266 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA
v SOBRE SENTIDO Y REFERENCIIA 267

dad de un pensamiento el que un nombre propio tenga una cláusulas adverbiales de lugar y de tiempo pueden entonces ser
referencia. utilizadas para la formación cle un nombre propio tal. cle ma-
Podemos someter a estudio estas cláusulas nominales junta- nera análoga a como 1o acabamos de ver para las cláusulas no-
mente con una clase de cláusulas adjetivales* y adverbiales que minales y adjetivales. Asimismo pueden formarse expresiones
están lógicamente emparentadas con las primeras. cle conceptos que se refieren a lugares, etc. También aquí hay
También algunas cláusulas adjetivales pueden servir para que hacer notar que no puede reproducirse el sentido de estas
formar nombres propios compuestos, si bien esto no 1o con- subordinadas mediante una principal, porque falta un compo-
siguen por sí solas, como en el caso de las nominales. Estas nente esencial, a saber, la determinación espacial o temporal,
cláusulas adjetivales deben ser tomadas como adjetivos califi- a la que sólo se alude por medio de un pronombre relativo o
cativos. En vez de "la raíz cuadrada de 4 que es menor que 0", una conjunción.lo
puede decirse también "la raíz cuadrada negativa de 4". Nos Incluso en las oraciones condicionales puede reconocerse
hallamos aquí ante el caso en que, a partir de una expresión generalmente, como lo acabamos de ver en el caso de las cláu-
conceptual, se forma un nombre propio compuesto con la ayu- sulas nominales, adjetivales y adverbiales, un componente que
da del artículo definido en singular; 1o cual, de todos modos, indica indeterminadamente, al que corresponde otro igual en
solamente está permitido cuando cae bajo el concepto un obje- la oración consecuente. Toda vez que los dos se indiquen el
to y sólo ,rno.{' Las expresiones conceptuales pueden formarse uno al otro, se combinan ambas oraciones en una totalidad
de tal manera que se indiquen sus características por medio de que, por lo general, expresa solamente un pensamiento. En la
cláusulas adjetivales, como en nuestro ejemplo por medio de la oración:
oración "q.r" es menor que 0". Es evidente que sernejante cláu-
sula adjetival, 1o mismo que antes la cláusula nominal, no Pue- "si un número es menor que I y mayor que 0, también
de tener un pensamiento colno sentido, ni un valor veritativo su cuadrado es menor que I y mayor que 0",
como referencia, sino que tiene corno sentido solamente una
parte de un pensamiento que, en algunos casos, puede expre- l0 Por lo demás, respecto de estas oraciones, son posibles interpretaciones

sarse también mediante un único calificativo. También en este ligeramente distintas. El sentido de la oración "después de que Schleswig-
caso, 1o mismo que en el de las cláusulas nominales, falta el Holstein se hubo separado de Dinamarca, se enemistaron Prusia y Austria" po-
denros verterlo bajo la fbrrna "después de lzr separación de Schleswig-Holstein
sujeto independiente y con esto también la posibilidad de re-
de Dinamarca, se enemistaron Prusia y Austria". En esta versión está suficien-
producir el sentido de la subordinada mediante una indepen- temente claro que no debe considerarse parte de este sentido el pensarniento
diente. de que Schleswig-Holstein se separó alguna vez de Dinamarca, sino que esto
Desde un punto de vista lógico, los lugares, instantes e inter- es la condición necesaria para que la expresión "después de la separación
valos son objetos; por 1o tanto, la denominación lingüística de de Schleswig-Holstein de Dinamarca" tensa alsuna referencia. Naturalmente,
un determinado lugar, de un determinado momento o interva- nuestra oración puede interpretarse de tal rnaltera que con ella se diga que
Schleswi¡;-Holstein se separó alguna vez de f)inamarca. Entonces tenemos un
lo temporal debe ser considerada como un nombre propio. Las caso que deberá estudiarse más adelante. Para hacer más clara la diferencia,
* Traducirnos por "cláusula adjetival" el alemán "Beisatz": se trata de una pongámonos en la mente de un chino que, por sus escasos conocimientos de
oración (que gramaticalmente será casi siempre relativa) cuya función es equi- la historia europea, crea que es falso que Schleswig-Holstein se haya separado
valente a la de un atributo o adjetivo calificativo. [N. del t.] alguna vez de Dinamarca. Éste considerará que nuestra oración, concebicla
I Según lc¡ anteriormente observado, a una expresión semejante, de hecho de la primera manera, no es ni verdaclera ni falsa, y rehusará darle referencia
se le debería asegurar siempre una referencia por medio de una estipulación alguna, porque ésta le faltaría a la subordinada. Esta última sólo aparentemen-
especial, por eiemplo, por medio de la clefinición de que su reférencia será el te daría una determinación temporal. Si, por el contrario, concibe nuestra
número 0 siempre que bajo el concepto no caiga ningún objeto o caiga más oración del segundo modo, hallaría expresado en ella un pensamiento que
de uno. creería falso, junto a una parte que, para é1, carecería de referencia.
?(;,.'i "s( )til{1,. st,.N'l'il)() y I{[.trt,tr¡.N(]tA SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 269
cstc c()rDp()nente es "un número" en el antecedente
o condici,_ También algunas cláusulas adjetivales representan oracio-
nal y "su" en el consecuente.
Justamente debido a esa incleter_ nes condicionales. De este modo, podemos expresar el sentido
*ri,acióri, ul-rticrre cl serrLirio*la generalidad que se espera d.e de nuestra oración antes mencionada también de la siguiente
una ley. Pero precisamente eso háce también que el anáceden_
forma: "el cuadrado del número que es menor que 1 y mayor
te por sí solo no tenga corno sentido ningún pensamiento
com_ que 0 es menor que 1 y mayor que 0".
pleto, y que exprese, junto con el .orrr..ü.nte, un pensamiento
La situación parece totalmente distinta cuando el compo-
y uno solo, cuyas partes ya no son pensamientos. E,., g"reral,
nente común de la principal y de la subordinada es designado
es erróneo creer que en unjuicio hipotético se interrelácionan
con ult nombre propio. En la oración:
dos juicic¡s. Si se dice esro o algo párecido, la palabra ,juicio,,
se usa en el mismo senticlo que yo he asociado con "Napoleón, quien se dio cuenta del peligro en su flan-
lo plalabra
"pensarniento", de modo que yo clebería decir: ..8,r,
,ri pensa- co derecho, dirigió él mismo a sus guardias contra la
miento hipotético, se interrelacionan dos pensamientos,,. posición enemiga",
Esto
podría ser verdadero ú,icamente en el casó en que no hubiese
un componente que indicase indeterminadamente;Il pero en_ se expresan los dos pensamientos siguientes:
tonces tampoco habría generalidad.
cuando debe indicarse indeterminaclamente un instante en 1. Napoleón se dio cuenta del peligro en su flanco de-
la oración condicional o antecedente y en el consecuente, recho;
esto
2. Napoleó. dirigió él mismo
]"s.1 no pocas veces solamente por medio d,el tiempct prcsente
t-" a sus suardias contra ra po-
del verbo, que en este caso no connota el presente. Esta sición enemiga.
forma
grarnatical es entonces el componente qrá i.rdi.a indetermina_
damente en la oración principal y en la subordinada. ..cuando cuándo y dóncle ocurrió esto puede saberse ciertamente
el Sol se halla en el t.ópico de cáncer, tener,os el sólo por el contexto, pero por eso mismo debe considerarse
día más lar.go determinado. Si la oración entera es dicha como una afirma-
en el hemisferio norte", es un ejemplo cle est.e caso. También
ción, afirmamos con ella al mismo tiempo las dos oraciones
lqui es imposible expresar el se,ti«lo de la suborclinad.a me- componentes. Si una de estas oraciones es falsa, lo es también
diante una pri,cipal, ya que este senticlo n. es ,n pensamiento
c^ompleroi pues si dliéramos: "er sol se halla el todo. Aquí tenemos el caso en que la subordinada por sí sola
ál trópico de tiene corno sentido un pensamiento completo (si lo completa-
",-,
cáncer", nos referiríamos con ello ¿r nuestr<¡ presente y, cle este mos con una indicación temporal y espacial). En consecuen-
modo, carnbiaríamos el sentido. Tocl¿rvía *".rt, es cl sentido
cle cia, la referencia de la oración subordinada es un valor veri-
la principal un pensamiento; tan sólo el tod<_¡ consistente
en la tativo. Podemos esperar, pues, que, sin perjuicio de la verdad
principal y la subordinada es lo que contiene un pensamiento.
Por cierto, también puede indicárse i,determinadamente clel toclo, pueda ponerse en su lugar una oración con el mismo
va- valor veritativo. Éste es justanr"rt. el caso; sólo debe tenerse
rios componentes comunes en el a.tecedente y el consecuente.
en cuenta que su sujeto ha de ser "Napoleón", por una razón
.. Ir obr"io
"quien",
que las r¡raciones norninales que comienzarl con
"lo que" y adverbiales con ,.don¿"1,,, ,,cuando,,, *don_ puramente gramatical, puesto que sólo entonces puede poncr-
dequiera gue ", " siempre que" frecuentemente deben se la oración en la forma de una cláusula adjetival atribuida a
ser consi- "Napoleón". Pero si se prescinde de la exigencia de que tenga
deradas, en lo concerniente a su senticlo, como oraciones
con- que aparecer en esa forma, y si se admite también la conexión
dicionales; por ejemplo: "euien coge barro, se ensucia,,.
por medio de "y", entonces desaparece esta restricción. Inclu-
ll A veces falta una indicación lingüística explícita y
clebe ser deducida de so en cláusulas subordinadas que comienzan con "aunque" se
toclo el c()ntexto.
expresan pensamientos completos. Esta conjunción no tiene
_{ []

270 SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA SOBRE SEN'|IDO Y REITF]I{EN(]IA 271

propiamente ningún sentido y tampoco modifica el sentido de Con esto se habrían discutido los c¿lsos simples. Echemos
ia oración. sino [ue sólo lo aclara de una manera peculiar.lz rrna mirada retrospectiva haci¿r lo que hemos aprendido.
En verdad, podríamos sustituir, sin periuicio de la verdad del l,a cláusula subordinada, por lo general, no tiene como selr-
todo, la cláusula concesiva por otra del mismo valor veritativo; ticlo ningún pensamiento, sino únicamente una parte de al-
pero la aclaración parecería entonces ligeramente inadecuada, guno y, en consecuencia, no tiene colno referencia ningún vir-
Como si se quisiera Cantar una Canción triste de una manera Irrr veritativo. La razón consiste, o bien en que, en la subor.
alegre. dinada, las palabras tienen su referencia indirecta, de mod«r
En los últimos casos, la verdad del todo incluía la verdad que la refbrencia, y no el sentido de la cllrusula subordinada,
de las oraciones com)onentes. Caso distinto es aquel en que cs Lln pensamiento, o bien en que la sub«¡rclinada es incomple-
una oración antecedente expresa un pensamiento Completo, lo ta debido a que hay en ella un cornponente que sólo indicir
cual sucede cuando, en lugar del componente que sólo indi- indetcrminadamente, de modo que únicamente junto con la
ca, contiene un nombre propio o algo que deba considerarse oración principal puede expres:rr Ltn pensamiento, y entonces,
equivalente. En la oraciíln sin perjuicio de la vercl¿rd del todo, puede ser sustituida por
otra oración del mismo valor verit?rtivo, siempr-e y cuando nct
"si ahora el Sol ya ha salido, entonces el cielo está muy existan irnpedirnentos gr¿llnaticales.
nublado", Si, después de 1o dicho, se examinan todas las cláusulas su-
bordinadas especiales, se encontrarán pronto alqunas que no
el tiempo es el presente, o sea, está determinado. También el
pcrdrán meterse en esas casillas. Por lo que alcat:rzo a ver, la ra-
lugar debe pensarse que está determinado. Aquí puede decirse
z<'rn de ello proviene de quc estas cláusulas subordinadas no tie-
que se ha establecido una relación entre los valores de verdad
nen un sentido tan sirnple. Parece que casi siempre asociamos
del antecedente y del consecuente, {) sea, la de que no Se da
a un pensamientcl principzrl que expresamos, pensamientos se-
el caso en que el antecedente refiere a lo verdadero y el con-
secuente a lo falso. Según esto, nuestra oración es verdadera,
cundarios que, ¿r pesar de no ser expresados, también asocia
tanto si el Sol todavía no ha salido ahora, esté el cielo muy el oyente a nuestras palabras sesún leyes psicológicas. Y dad<t
nublado o no, como si el Sol ha salido ya y el cielo está muy nu- que parecen asociaclos por sí mism<¡s zr nuestras palabras, casi
blado. Puesto que, en este caso, sólo interesan lrls valores Verita- tanto como el propio pensamiento principal, tarnbién nosotros
tivos, puede sustitltirse cada una de las cláusulas componentes queremos expresarlos. Por ello se hace más rico el sentido de
por otra del mismo valor veritativo, sin que cambie el valor la oración, y puede muy bien ocurrir que tengamos más pen-
veritativo del todo. Por supuesto, aquí la aclaración sería ge- samientos sirnples que oraciones. En algunos casos, la r¡ración
neralmente inoportuna: el pensamiento parecería ligeramente tiene que ser entendida de ese modo, mientras que en otros
absurdo; pero esto r() tiene nada que ver Con Su valor veri- puede ser dudoso si el pensamiento secundario pertenece real-
tativo. En todo esto, debe tenerse siempre en cuenta que hay mente al sentido de la oración o bien sírlo la acompaña.la Así,
pensamientos adicionales que resuenan y que, sin embargo, no p«rdría quizás encontrarse que en la oración
éstán expresados y que por ello no deben ser incluidos en el
sentido de la oración, no interesándclnos, por lo tanto, Su valor "Napoleón, quien se dio cuenta del peligro en su flan-
veritativo.l3 co derecho, dirigió é1 rnismo a sus guardias contra la
12 Análogamente ocurre con "pero" y "ro obstante".
posición enemiga",
l3 Podría expresarse el pensamiento de nuestra oración también así: "o bien
la Esto puede ser de irnportancia para la cuestión de saber si una afirnración
el Sol aún no ha salido ahora, o el cielo está muy nublado", de donde se infiere
cómo debe concebirse ese tipo de conexión de oraciones. puede ser una mentir':r, o un-jurarnento, un perjurio.
272 SOBRE, SENTIDO Y REFERENCIA

no se han expresaclo únicamente los dos pensamientos antes


Y SOBRE SENTIDO Y RE,F'E,III,-N (] I I\ 273

1. Bebel cree que la dr:volución cle A.lsirci:t-l,t¡l't'tra lcirlla-


,,¡enr-ionarlos. sino también el cle que el darse cuenta del peli ría los deseos cle venganza. de Franci¿r;
sro fue la razónpor Ia cual dirigió a sus guardias contra la posi- 2. la dev<llución de Alsacia-Lorena no ar.tilll¿rr í;r l«rs rl¡:scris
.i(rn enemisa. nL hecho, puede dudarse de si este pensamiento cle venganza de F-rancia.
srilo est¿i liseramente sugér'iclo o está realrtente expresado' Se
nos plant"i lu pregunta áe si nuestra oración sería falsa en el
En la expresión del primer pensamicnto, las ¡ralltlrt'as tlt:
caso de que Nipol"ór, ya hubiese tomado su decisión antes de
la cláusula subordinada tienen su referencia inditccta, llll("t)-
tl-as que esas mismas palabras ,:n lzr ex.prri:sión dr:l scgutltlq¡
pcrcibir el petigro. Si, a pesar de esto, nuestra oración fuera
pensamiento, tienen su reibrencia habitu:1.l. V'euros, pues, (ltlc
vercladera, entonces nuestro pensamiento secundario no de-
en nuestra oración cornplcjir originai, la clár-lsula" sttbordinatl¿r
ltería considerarse parte del sentido de nuestra oración' Pro-
debe interpretarse dos veces, cr{rt} (listintas l-efurencizls, de las
bablemente nos decidiríamos por esto último. En el primer
Cuales una eS un pensanrit:rito y la otra uir val*r verilativt-t. Alio-
c¿rso, la sittración sería bastatrte embrollada: tendríamos más
ra bien, puesto que el valor veritativo no es l.ocia la refbrencia
pensamientos simples que oraciones. Si sustituimos también la
cle la <lracién strbordina.<121, no podemos srtstit.uir sin nlás ósta
oración
por otra del mismo v¿rlt¡r'I'erit-¿ri-r,¿«r. Aniilogaltlelltr:r octtt're coll
"Napoleón se clio cuenta del peligro en su flanco de- expresicll]cs como "saber", "recotloccr", "es sabido".
recho" Por tnerlio de una oraciEin s¡rtlordinada c¿tttsal y la corres-
poncl ie t ltc or¿rción prin,r:ipal, ex.1 rr"csatno s vario s pensamiento s,
por otro del mismo valor veritativo, por e-iemplo, por c¡re, siin ernbal-gc,r, no corl'r.:sponcleli a cada unit cl.c las oraciones
:¿islucl;rs. Er¡ la <tración
"Napoleón tení:r ya más cle 45 años de edad",
"porque el hielo c's menos denso que el agua, flota en
se habría alteraclo entonces no sólo nuestro primer pensamien- el agLra"
to, sino también el tercero, y por ello podría también modifi-
Carse su valor veritativo -a saber, en el CaSo en que s11 edacl tenem()s:
no lrubiese sido la razótt de la decisión de dirigir a sus guar-
1. cl hielo es rnenos denso que el agu?u
d.ias c<tntra el enemigct. A partir de est<¡ puede comprenderse
por qué no sienrpre en tales casos pueden reemplazarse mutua- 2. si algo es menos derrstt qr-re el agua-, llota erl el agua;
mentc oraci<¡nes del mismo valc¡r veritativo, pues, justamente 3. el hielo flota en el asua.
entollces, la oració¡, gracias ¿r Su Conexión con otra, expresa I.Jo era necesario quizás manifestar explícitamente el tercer
rnás de lo que exPresa Por sí sola. pensamiento, al estar contenido en los dos prirneros. Por el
Consider"rrro, ahora alguncls casos en los que esto sucedel contrario, ni.juntando el primero con el tercero, ni el segun-
regul¿rrmente. En la oración do c«rn el tercero, se obtendría el sentido de nuestra oración.
Vemos, pues, que en nuestra cláusula subordinada
"Bebel se imasina que la devolución cle Alsacia-Lorena
acallaría los deseos de vengaÍtza de Francia", "porque el hielo es menos denso que el agua"

Se expt-Csan dos pensamientos, de los cuales, no obsta¡te, el se expresa tanto nuestro primer pensamiento colno una parte
primero no pertenece a la oración principal y el otro tampoco del segundo. De ahí que no podamos, sin más, sustituir nues-
a la sub«rrdinada, a saber: tra cláusula subordinada por otra oración con el mismo valor
274 SOIIRE SEI-J'IIDO Y REFERENCL\ SOI}RE SEN'fIDO Y RIi}-E,RENCI;\ 27\'t

vcrit¿it.iv(); pues eso rnodificaría nuestro segund() pensamiento á) cuando ulra parte de la oracií;n indica sólo indetermi-
v esto t.arnbién podría fácilmente aféctar su valor veritativo. nadamente, en vez «le ser un nombre propio.
Aná"logarnente aparece la cuestión en la <¡ración
Fln el segundo caso, la oraciirn subordinada puede interpretar-
"si el hierro fuera menos detrscl que el agua, flotaría en se de dos tnaneras, zt saber, una VeZ COlf SLt referencia habitual,
el agua". la ot.ra con su referencia indirect¿u o bien, puede ser que el
senticlo de una parte de la cláusula subr>rdinada sea, a la vez,
Aquí tenemos los dos pensamientos de que el hierrcl no es Componerttc de otro pensamiento, que utrid,:r al sent.ido expre-
rrenos denso clue el agua y de que ak¡r¡ flota en el agua si es me-
saclo clirect.amente cn la sub«rrclin¿rda c<tnstituya el sentido total
nos denso que el aguir. Nuevamertte, la cláusula sub<lrdinacla
cle la or:rcií¡tt principal y de la subordinada.
expresa un pensarniento y una parte del otro.
De tcldo csto result¿r cr¡n suficiente probabilidad que los ca-
Si interpr-et¿unos la oración ¿rntes analizacla:
sos en quc una cláusula subordinada no es sustituible por otra
"después de clue Schlesnig-Holst.eirr se hrtbo sepzrt'ado del misrno vitl«rr ver-it¿rtivo no dernuestran nada en Contra de
de Dinanrarc¿I, se enemistzrron Prusi¿r y Attstria", nuestra idea de que cl valor veritativo es 1¿r referencia de la
orzrción, cuyo sentido es un pensamiento.
de fbrnra que en ella se exprese el pensarnieuto de que Schles- Vcllv¿tmos a nuestro punto de particlzr.
wig-F{olstein se separír alguna vez de Dinamarca, tettemos en- Si, en general, encontramos que el valor cogn<lscitivo de
t{rnces, en pr-irner luear, este pensanriettto, y en segundo lugar, "¿¡,: o" y "o : 11" es diferente, ello sc explica por el hecho
el pensamiento de que en cierto momento, que quecla zrlg<l rnás de que, pzrl'2r el v:rlor cognoscitivo, el sentido cle la oración,
determinado por rnedio de la subordinada, Prusizt y Austria se o Sea c:l pensanliento expresirdo en ella, n«r entra lnen()S en
enemist¿rron. T¿rrnbién en este caso expresa la suborclinada no consideración que SLI referenciA, es decir, su t'alor veritativo.
srilo un pensamiento, sino también una parte de otro. f)c aquí Ahora bien, si a := b, la refbrencizi rlc "Ó" es ciertamente Ia
que, ell general, no se ptreda sustituir por otra oración con el nrisma que lit de "a", y.- por lo tanto, t.arnbién c'l valor veritat.ivtl
rnisnlc¡ valor veritativo. cle "a- á" es el ntismr) quc cl clc "r¿ - ¿". Sin embzrrgo,
Es clifícil ¿rsotar t<¡das las posibiliclades dadas en el lenguaje; cl ser-rt.ido de "á" pllede diferir clel sentido ctrc "a", Y cou ello
pero, con todr), espero habcr hallado, en lo esencial, las razc¡- también será el pettsanrient.o expresad() en "s : á" diferente
lxrs por- las clue no siernpre se puede sustituir un¿r cláusttla stt- del expresado en "o, - A"; pero entonccs las dtls oraciones
borclinixl:r pol otl':r con el rnismr¡ v¿rlor verit¿rtivo, sit-t perjuicio no tienen el mismo valor cognoscitivo. Si, colllo hemos hecho
rkr Ia verclacl clc I:r rlr¿rci«in c-onrplcja cntcra. Estas razones son antes, por "iuicio" entendemos el paso del pens¿rmiento a su
valclr veritativo, entollces también dit'euros que los.iuici<)s sol]
1. que Ia cláustrla strb<lrclin¿rdir no se reñere a uinqúrtr vu-
difierentes.
krr verit.ativo, ¿rl expresar sókl una perrte de un perlsa-
rniento;
2. qtrc lir subordinada se refiere ciertarnente a un valor
veritativcl, pero no se limita a esto, al comprender su
scntid<1, además de un pensartriento, una parte de otro
pensarniento.
h,l prinrer-caso se da

a.) cuando las palabras tienen su refbrencia indirecta,


soBRE, CONCIEPTO Y OBJETO.
[18e2]

En una serie de artículos en esta revista sobre la intuición y su


elaboraciírn psíquica, Benno Kerry se ha referido repetidamen-
te a mis Fundamento.s de la aritmética y a otros de mis escritos,
concordando con ellos en parte y en parte rebatiéndolos. Flstrr
no puede ser para mí más que motivo de satisfacciór, y creo
clue la mejor manera de mostrar mi reconocimiento es empren-
cler la discusión de los puntos impuunados por é1. Esto me pa-
rece tanto más necesario cuanto que su oposición se basa, ett
parte por lo menos, en una mala interpretación de lo que digo
sobre el concepto, la cual podría ser compartida por otros, y
también porque esta cuestión es lo suficientemente importan-
te y difícil como para que, independientemente de ese tnotiv<l
especial, sea tratada con más detenimiento del que me pareciri
adecuado en mis Fundamentos.
(La palabra "concepto" se utiliza de distintas maneras, a ve-
ces en un sentido psicológico, y a veces En pn sentido lógico,
y quizás, en una mezcla confusa de ambos'.'i{sta libertad ahora
existente halla su limitación natural al exigirsq clue se nrltntcn-
.:i
ga siempre el mismo uso, una vez fijado éstel Yo he decidid<>
hacer estrictamente un uso pura-".rt. lógico) La cuestión cle
si es este uso o el otro el más apropiado la deiaré a un lado por
considerarla de menor importancia. Nos podremos poner fácil-
mente de acuerdo sobre la expresión utilizada, una vez que se
* Título original: "Über Begriff und Gegenstand", publicado en Vi.erteliohr'
.schrift ftir wissenschaftlithe Philosophie, rto. 16, 1892, pp. 192-205.
liaducción de Carlos Ulises Moulines, origir-ralmente publicacla etr l-rege
1971, revisada para el presente volumen.
278 soBRE CONCEPTO Y OBJETO soBRE CONCEP'|O Y OrllE'r'O 27e

haya recont¡cido que hay algo que merece una denominación completamente difbrente de todos los hombres que son hijos.
especial. Algo parecido ocurre aquí.lEl concepto -tal como entiendr¡ la r' ,'-
El en-or de Kerrv rüe parece que ha sido ocasionado por el palabra- es predicativo.' Un nombre de objetr), por el contra-
hecho de que involuntarianrente ha c<¡nfunclido su propio uso rio, un nombre propio, es totalmente inadecuado para ser uti-
de la palabra "concepto" con el mío. De allí surgen fácilmente lizado como p.áAi.iao gramaticaf Esto precisa naturalmente
contradicciones, de las que no es responsable mi uso. de una explicación para que no parezca falso. iAcaso no puede
Kerry discute 1o que denornina mi definición de concepto. decirse de algo que es Alejandro Magno, o que es el número
A esto quisiera observar ante todo que mi explicacií>n n«r debe cuatro, o que es el planeta Venus, del mismo modo como se
ser entendida como una definición propiamente dicha. Tam- puede decir de algo que es verd.e o que es un mamífero? Si se
poco se puede exigir que todo sea definido, del mismo modo cree esto, entonces no se distinguen los usos de la palabra "es".
c()mo n() se plede exigir del químico que descomporlga todas En los dos últimos ejemplos, esta palabra sirve de cópula, como
las sustancias.\Lo que es simple no puede ser descompuesto, y térrnino meranlente formal de la oración. Como tal, a veces
lo que es lóqicamente simple no puede ser propiamente defini- puede ser representada por la simple terrninación personal del
drrJ Ahora bien, lo lógicamente simple, al igual que la rnayoría verbo. Compárense, por ejemplo, "esta hoja es verde" ldieses
de los elernentos químicos, no está dado de anternano, sino Illatt ist grünl y "esta hoja verdea" ldieses Blo,tt grüntf. Decimos
que sólo se alcanza después de la labor científica. Si se descu- aquí que algo cae bajo un concepto,y en tal caso, el predicado
bre irlgo que es simple o que, por lo mcnos hasta el rnomen- gramatical se refiere a ese concepto. Por el contrario, en los
to, debe ser considerado como simple, habrá que acuñar para tres primeros ejemplos, el "es" se utiliza igual que el signo cle
ello una denominación, dado que el lenguaje originariamente igualdad en la aritmét.ica, para expresar unzr igualdad.2 En la
no tendrá una expresión exactamente corresp()ndiente.[No es oración "el lucero matutino es Venus", tenemos dos nombres
posible r-rna definición para la introducción de un nombre que propios, "lucero matutino" y "Venus", para el mismo objeto. En
corr-esponda a algo lógicamente simple. Lo único que se puede la oración "el lucer<¡ matutino es un planeta", tenemos un nom-
hacer entonces es indncir al lector o al oyente, por medio,cle bre propio: "el lucero matutino", 1l un término conceptual: "un
alusiones, a entender lo que se quiere decir con esa palabra., planeta".,Lingüísticamente, no ha sucedido ciertamente sino
Kerry no quisiera admitir una diferencia absoluta entre con- que "Venus" ha sido sustituido por "un planeta"; pero, mate-
cepto y objeto. Dice: _rialmente, la r-elación se ha convertido en otra muy diferentel
(Uru iqualdad es reversible; el caer un objeto buj. un concepto
Antes hernos expresado la opinión de que la relación entre con-
no es una relación reversible) E,t "es" en la oración "el lucero
tenido conceptual y objeto conceptual es, en cierto sentido, una
rclación peculiar, irreducible; a esto, empero, no hemos uniclo
matutino es Venus" no es evidentemente la mera cópula, sino
en ¿bsoluto la idea de que las propiedades de ser un concepto y que también, por el contenido, es una parte esencial clel predi-
ser un objeto se excluyen entre sí; esta última idea no se deduce cado, de modo que en la palabra "Venlls" no está contenido el
de la prirnera en absoluto, del mismo modo como, si la relación I O sea, es Ia referencia cle un predicacl«r
grarnatical.
entre padre e hljo fuera irreducible, de ello no se deduciría que *.
'Utilir,, la palabra "igual" y el signo ":"
en el sentido de "lo rnisrno que",
alsuien no pueda ser a la vez padre e hljo (aunque, naturalmente, "no es sino", "icléntico a". Véanse las Confbrencias sobre el áLgebra de la lógica
no podría ser, por ejemplo, padre de quien es h!jo). fVorlesungen über die Algebra der Logikf, d. E. Schróder (Leipzig, 1890), t. l,
§ l, donde, no obstzrnte, hay que reprochar el hcchcl de que no se distinga
entre las clos relaciones, fundamentalrnente distintas, de caer un objeto baio
iContinuemos con esta analogía! Si hubiera seres, o los hu- ur) concepto y de estar un concepto subordinado a otro concepto. También
biera habido, que aun siendo padres no pudieran ser hijos, suscitan objeciones las observaciones sobre laraíz total. El signo * d" Schró-
en tal caso tales seres evidentemente serían de una naturaleza der no representa simplemente la cópula.
280 soIlRE, CONCEPTO Y OBJETO soBRE CONCEPTO Y OB.IETO 281

preclicado entero.3 En lugar cle lo anterior, se podría decir: "el mos entendernos y, por lo tanto, en último término, siempre
lucero matutino no es sino Venus". y aquí hemos descompues- dependemos de la suposición cle que el otro entiende las pala-
to en tres palabras lo que antes radicaba en el simple "es", y en bras, las formas y la estructura oracional, en lo esencial, igual
"no es sino" el "es" es ya sólo la cópula. Lo que aquí se ha expre- qLre nos()tros. Como ya he dicho: yo no quería dar una defini-
sado no es pues Wnus, sino no es sino Venu,s. Estas palabras se re- c"ión, sin<¡ s«ilo hacer alusiones, apelando para ello al sentimien-
fieren a un concepto, bujo el cual, claro está, sólo cae un único to común del lenguaje alemán. Viene muy bien al caso resaltar
objeto. Pero semejante concepto debe seguir siendo distingui que la clifercncia lingüística concuerda tan bicn con la real. En
do del objeto.a Tenemos aquí una palabra, "Venus", que nunca r:1 c¿rso del artículo indefinido apenas se podría observar ex-
podrá ser propiamente un predicado, si bien puede formar par- cepción alguna a nuestra regla, a no ser en fórmulas antiguas
te d.e un preclicado. La referenciai' de esta palabra no puede, como "Eir¿ edler Rat" lcc>ncejal]. f,a cos¿r no es tan sencilla en
pues, aparecer nurrcrl corno concept.o, sino sólo como objeto. cl caso del artículo definido, particularmente en el plural; pero
Qr" hay algo de esta clase, tampoco 1o discutiría Kerry. No obs- mi c¿rracterización no sc refiere a este caso" F{:tsta donde alcan-
tante, con ello se habría admitido una difbrencia, cuyo recono- zo a ver, Ia cuestión sólo ¿lparece dudos¿r en el singular cuanclo
cimiento es muy importante, entre 1o que puede aparecer sola- éste rt-'ernplaza al plural, como en las oraciones: "el turco sitió
mente como objeto y todo lo demás. Y esta diferencia no se bo- Viena", "el c¿rballo es un anim¿rl cuadrúpedo". Es tan lácil clarse
rraría ni siquiera si fuera cierto lo que Kerry cree, a saber, que cucnt.a rle cluc estos casos son espccialcs, que su aparición no
hay conceptos que también pueden ser objetos. Hay realmente hzrr.:e perrder valc¡r a nlrestra regla. Est.á cl¿rro que, en la primera
casos que parecen apoyar esta opinión. Yo mismo he señalado elr';rciírn, "el turco" es c:l rrc»nbre propio de un puelllo. En cuan-
(Fundamentos, § 53, al {inal) que Lrn concepto puede caer bajo [o ¿r la segurrda oracirin, lo mzis adecu¿rclo es consiclerarla como
uno superior, 1o cual, sin embargo, no tiene que ser confündi- Lrn juicio general, tal como: "todos los c:rballos son animales
do con la subordinación de un concepto b4io otro. Kerry no c.uadrúpedos", o bien: "todos los c¿rhirllos hien constituidos son
se atiene a esta diferencia, sino que da el siguiente ejemplo: animales cuadrúpedos", de lo cual se volverá a hablar más tar-
"el concepto 'caballo' es un concepto fácilmente asequible, y es cle.7 Ahora trien, cuando Kerry clice que mi caracterización es
ciertamente uno de los objetos que caen bujo el concepto 'con- inexactir al afirmar él que cn l¿r oración "el concepto, clel que
cepto fácilmente asequible"'. iTotalmente de acuerdo! Las tres 7
Pc¡r lo visl.o, ir.ctr.ralmente se tiende ?r exag-crar cl alcancc clel principio dc
palabras "el concepto'caballo"' designan un obfeto, perojusta- t¡ue difercntes cxprcsiones lineriísticzrs nr.lrrca son tolalrnente equivalentes y de
mente por esto no designan un concepto, tal como yo empleo (ir-ic una palabra r)unczr pucdc tl'uchrcirse cx:lirt.alnente a otr a lenglra. Quizhs
la palabra. Esto concuet-da plenarnente con la caracterización sc poclrílr ir rnlts allá toclavía y afirrn:rr qlrc ni siquicr:r tra ttrisnra palirbra se
dada por mí,6 segíur la cual, en singular, el artículo determi cr¡ncibe cle nlirnera idéntica por torlos los Irornblcs quc hablan una rnisnr¿r
nado siempre indica un objeto, mientras que el indeterminado lenguir. No vo1, a investigar lo que hay de r,'ei'cl¿rd cr) estas oraciones, sino sólo
quiero subral,ar (lue, c()n torlo, no pocas r''er:es ticncn alqo en común cxpre-
zrcompaña a un término conceptual lBegriffswortl.
siones rlifi:rcntcs; esto cs lo c¡re yo llanlo el sent.iclo v, para I¿rs oruciones en
Es verdad que Kerry opirra que no se pueden fundamentar p:rrtir:u[ar, el pcnsztrniento; en ()t-r-rrs prlr]bl;rs: n¡¡ rlcbe desct¡nr¡cer:;e qLle se
estipulaciones lógicers sobre la base de ciifbrencias lineüísticas; ¡xrerle L'xl)[()slrr tiifér'crrtcurente el rrrisru<¡ "rtrrrtitlo, cl trrisrrir.l 1-rrrrsarnientr), (orf
pero del rnodo colno yo lo tlago, nadie que haga semejantes lo cuai, por tanto, la dit-erencia no lo es dci srntido, sin<¡ sóIo ,:-1e l:r conccpciiln,
estipulaciones puede evitado, p()r-(1le sin el lenguaje no pode- el matiz, l;r r:c¡lor':rcir',n dt:l scnticlo, y rl:stu rr(.! e lrtr'l en cr¡nsicleracirin para la 1ó-
sica. Es posible qlrc rrna c¡r-ación no dé ui lrurs ni rnenos infolmación que otra;
3
Véansc utis liuulatnen,to.\, § 60, nota. y, a pesar de toda la clil'ersidad clc l:rs lengu¿rs, lir hunrirrridad tiene un tesoro
a Véanse mis F-undamentos, §51. comúrn de pernsanrientos. Si se quisiera prohibir cualquier tr:rnsfbrmación de
f'Vó¿rse rni cnsayo "sr¡bre sentido y referencia" la expresión, l>aio el pretexto de que así se cambiaría también el contenido,
lsttpra, pp.249 y ss.l.
§ 5ri, § 6tl nota, § (i8 nota, p. it0.
6 F'unrJunrcnlas, la lógica quedaría t<-¡talmente paralizada, pues su tarea es ciertarnente irrca-
282 soBRE CONCEP'rO Y OB.IE'rO
T soRRE CONCEPTO Y OR.IETO 283

estoy hablando ahora, es un concepto individual", el nombre srrbio". no puecle ser utilizaclo como predicado. Cuando deci-
compuestc¡ de las siete primeras palabras se refiere sin duda a nr()s: "fesúrs cae bajo el concepto horubre", el predicado (prescin-
un concepto, es que no entiende la palabra "concepto" en mi «liencto de la cópula) es:
sentido, y la contradicción no yace en mis afirmaciones. Pero "cae bajo el concepto ltombre",
nadie puede exigir que mi modo de expresión coincid¿r con el
de Kerry. ), esto se refiere a lo mismo que
No puede pasarse por alto que en este punto aparece un im-
"un hombre".
pedimento lingüístico evidentemente inevitable, cuando afir-
mamos: el concepto caballo no es un concepto,u tnientras que, ['ero, de este predicado, la combinación cle palabras
en cambi<¡, la ciudad Berlín, por ejemplo, es una ciudad y el
volcán Vesubio es un volcán. lil lenguaje se encuentra aquí en "el concepto hombre"
una situación forzada, que justifica el que se aparte de 1o usual. cs sólo una parte.
Qr. nuestro caso es especial lo indica el propio Kerry al po- En contra cle la naturaleza predicativa del concepto podrízr
ner las comillas en la palabra "caballo" -para el mismo fin yo lrrgürirse que, a pesar de todo, puede hablarse de ttn concept()-
utilizo la letra cursiva-. No había rnotivo alguno para señalar sqjeto fsubjectsbegrlJÍel.Pero incluso en tales casos, como p()l'
del mismo modo las palabras "Berlín" y "Vesubio". En invest.i- cjemplo, en la oración
gaciones lógicas, no pocas veces es necesario enunciar algo so-
bre un concepto y hacerlo además en la forma usual para tales "todo mamífbro tiene sangre roja",
predicaciones, o sea, de mod<) que la oración se convierta en no puede ignorarse la naturalezzr predicativall del conccl)l();
contenido del predicado sramatical. Según esto, se esperaría pues, en lugar de lo anterior, puede decirse:
que la refbrencia del sujeto grarnatical fuera el concepto; pero
debido a su naturaleza predicativa, éste no puede aparecer ¿rsí "1o que es mamífero tiene sangre roja",
sin más, sino que tiene que ser transformado primero en un
o bien,
objeto, o, dicho más exactamente, tiene que ser representado
por un obfet<-r,e que designalnos anteponiénd<lle las palabras "si algo es un mamífero, entonces tiene sangre roja".
"el concepto"; por ejemplo,
Cuando escribí mis Fundamentos de lct, aritmética, todavílt llo
"el concepto hombre no es vacío". había hecho la distinción entre sentid.o y referencia,Tz y l)()r
esto aún reunía bujo la expresión "contenido asertivo" lo t¡tr«'
En este caso, las tres primeras palabras deben ser concebidas ¿rhora designo diferenci¿rdamente con las palabras "pensantit'l¡
como un nombre propio,"'qr", 1o mismt) que "Berlín" o "Ve- to" y o'valor verit¿rtivc)". De ahí que ya no apruebo del todtl, «lt'
bido al contexto, la explicaciíln dada allí, aunque, en lo cst'tr
lizable si uno no se esfuerza por reconocer el pensatnientcl lla-jo stts dil'ersos cial, todavía soy de la misma opinión. Brevemente, poclctlr()s
ropajes. Más aún, cualquier clefinición debería ent()nces rechaz¿rrse por fzrlsa.
I Also pareciclo ocurre cuando, refiriéndonos :r l:r or¿rción "esta rosa es ro- llLo clue aquí denomino natur¿rleza prediczrtiva del concepto es stikr trrr
(:aso especial de la falta de cornplementación o no saturación, de lo r¡trc lr.'
.ja", decimos: el predicado gramatical "es roja" pert.enece al suieto "esta rosa"'
Las palabras "el predicado gramatical 'es roja"' rto son un prerlicado grarna- ¿tfirrnado que es esencial para la funcirin en nri escrito "Funcióny con('('l)l()"
tical, sino un sujeto. Precisamente por el hecho de llarnarlo explícitamente l.vLpra, pp.225 y ss.]. Ciertamente allí no pudo evitarse la expresión "lu lirrr
predicado, le arrebatamos esta propiedad. ción /(x)", si bien también allí surgía el impedimento cle qtre la r-eferen<'i;r rlr'
e Véanse nrris l-undamentos, p.370 del presente volumen. estas palabras no es una funci«in.
l0 Llamo nombre propio a cualquier signo para un objeto. 12
Véase mi ensayo "Sobre senticio v referencia" fxtpra, pp. 249 y ss.].
284 soBRE CONCEPTO Y OBJETO soBRE CONCEPTO Y OBIE'rO 285

decir, entendiendo "predicado" y "sujeto" en el sentido lingüís- dice algo acerca de un concepto; hablo de propiedades que
tico: concepto es la refbrencia de un predicado, mientras que pueden decirse de un conceptcl y admito que un concepto cai-
objeto es lo que nunca puede ser toda la referencia de un predi- gir bajo otro superior.l* IIe llarnado a la existencia propieclard
cado, aunque puede ser la refereucia de un sujeto. Aquí hay que dc un concepto. En qué sentid<,¡ digo esto, se verá clarament«:
observar que las palabras "todos", "cada", "ningún" aparecen con un ejernplo. En la proposici<in "hay por lo menos una raíz
clelante de térrninos conceptuales. En las oraciones universales cuadrada de 4", no se afirma nada del númer«¡ definido 2, ni
y particulares, zrfirmativas y negativas, expresamos relaciones dei -2, sino de un concepto, a saber, raíz cuadrada de 4, y se
entre conceptos e indicarnos la naturaleza particular de esta dice que éste no es vacío. Pero si expreso el mismo pensamien-
relación por rredio de aquellas palabras, las cuales se refieren to así: "el concepto raíz cuadrctda, d,e 4 es satisfecho", las prime-
a l¿r orzrción entera más bien que a los térmitros conceptuales ras seis palabras constituyen el nc,¡nrbre propicl de un objeto,
que las siguen. Esto se ve fácilmente en la nesación. Si en la y de este objeto se dice alq(i. Pero nótcse bien que lo que se
<lración dice del objeto no es lo mismc) que lo que se clice del concepto.
Esto sólo sorprenderá a aquel que olvide que un pensarniento
"todos los marnífercls son terrestres", puede ser descompuesto de múltiples mirneras y que, por eso,
unas veces aparece una cosa, otras otra, como sujeto o como
la combinación de palabras "todos los mamíferc¡s" expresase el
predicado. El pensamiento mismo no determina lo que debe
sujeto lógico del predicado son terrestrcs, erttoncers, para negar
ser considerado colno sujeto. Cuando se dice: "el sujeto de
el todo, debería negarse el predicado: "no son terrestres". En
este.juicio", se designa algo determinado únicamente cuando al
lugirr de esto, hay que poner el "no" del¿rnte dc' "todos", de 1<l
mismo tiernpo se señala un det.ermin¿r"do modo de descompo-
cual se sigue que "todos" pertenece lógicarnente al predicado.
sición. Generalmente, crsto se hace en relación con una cierta
Por el contrario, negamos la oración "el concept(t mamífero está
ft¡rma de palabras. Pero no debe olvidarse nunca que difuren-
subordinaclo al concepto terrestre", negando el predicado: "no
tes oraciones pue<lcn expresar el misrno pensamiento. Así, en
está subordinado al concepto terrestrc".
nuest.ro anterior pensamietrt.o t¿rmbién podría encontrarse una
Si nos fijamos en que, en rni modo rle hablar, expresiones
afrrmación sobre el núrnero 4 corno:
como "el concepto ¡ " no designan concept«ts, sino objetos, la
mayor parte de las objeciones de Kerry caen por su propio "el número 4 ticne la propicclact dc que hay algo de 1o
peso. Cuando é[ sostiene (p. 281) que yo he identificado el cual es su cuacL'adt)".
concepto con l¿r extensióu del concepto, se equivoca. Yo sólo
he indicaclo rni opinión de que, en la expresión "el número El lenguaje tienc medios para hacer que aparezca conlo su-
que corresponde al concepto F es la extensi(¡n del concepto jeto unas veces una pirrter «lel pcnsarniento, otras veces otra.
equinumeroso al concepto F", las palabras "extensión del concep- Unr¡ de l«ls más cr¡nocidos es la dist.inción de formas de la voz
to" podrían sustituirse por "concepto". Obsérvese aquí que esta :rctiva y la pasiva. I)e ahí que no sea imp«tsible que el mismo
palabra está entonces unida al artículo definido. Por lo demás, pensarniento aparezca eD u,tt(t, descomposición como singular,
ésta era solamente una observación de pasada, sobre la que no cn otra colno particular, y en una tercera como universal. Se-
basé nada. gún esto, no debe asornbrarnos que la misma oración pueda
Si bien Kerry no losra salvar el abismo entre concepto y ser considerada coln() un enunciado sobre un concepto y tam-
objeto, alguien podría intentar aprovechar mis propias afirma- bién como un enunciaclo sobre un objeto, siempre y cuando
ciones en ese sentido. He dicho'o q.,. la asignación de número nos demos cuenta de que estos enunciados son diferentes. En
t'+
13
Fundamenfo.s, § 46. Fundamenfo.s, § 53.
286 soBRE CONCEP'rO Y OB.JETO
f soBRE CONCEPTO Y OBJETO 287

la oración "hay por lo menos una raíz cuadrada de 4", es im- obstante, en 1o que respectaa su sustituibilidad, de una mane-
posible sustituir las palabras "una raí2, cvadrada cle 4" por "el r.ir esencialmente diferente de como se comportan las palabras
concepto rctíz cuadrada de 4"; es decir, 1o que es adecuzrdo para "una raíz cuadrada de 1" en nuestra oración original; es de-
el concepto, no lo es para el obieto. Si bien en nuestra ora- c.ir, las referencias de estas dos combinaciones de palabras son
ción el concepto no aparece como sujeto, la oraci(rn dice, con esencialmente distintas.
todo, algo de é1. Puede concebirse de modo que exprese que Lo que aquí se ha mostrado con un ejemplo vale en general:
un concepto cae bujo otro superior.ls Pero con esto no se ha el concepto se comporta de modo esencialmente predicativo
borrado en absoluto la diferencia entre objeto y concepto. Ante incluso cuando se dice algo de é1; en consecuencia, en tales
todo, observemos que en Ia proposición "hay por lo menos una casos sólo puede ser sustituido por un concepto, jamás por un
raíz cuadrada de 4" el concepto no desmiente su rraturaleza objeto. Así, pues, lo que se dice sobre un concepto no es en
predicativa. Puede decirse "huy algo que tiene la propiedad de absoluto adecuado para un objeto. Los conceptos de segundo
que, multiplicado por sí mismo, da 4" . En consecuencia, no nivel, buj. los cuales caen conceptos, son esencialmente dis-
puede afirmarse jamás de un objeto lo que aquí se afir'ma del tintos de los conceptos de primer nivel, bajo los cuales caen
concepto; pues un nombre propio no puede ser nunca una ex- oQjetos. L¿r relación de un objeto con un concepto de primer
presión predicativa, aun cuando pueda ser parte cle ella. No nivel bajo el cual cae es distinta, aunque parecida, ala relación
quiero decir que sea falso afirmar de un objet.o lo que aquí se de un concepto de primer nivel con un concepto de segun-
afirma de un concepto; lo que quiero decir es que es imposi- do nivel. Quizás se poclría decir, para hacer justicia tanto a la
ble, carece de sentido. La oración "hay Julio César" no es ni clifbrencia como a l¿r semejanza, que un objeto cae bajo un con-
verdadera ni falsa, carece de sentido, aunque la oración "hay cepto de primer nivel, y que un concepto cae en un concepto
un hombre llamado Julio César" sí tiene sentido; pero en este de segundo nivel. La diferencia entre concepto y objeto sigue
caso volvemos a tener un concepto, como lo hace ver el uso del siendo, pues, completarnente tajante.
artículo indefinido. Lo mismo ocurre en la oración "hay sólo Con esto se halla relacionado lo que he dicho en el § 53
una Viena". No debemos dejarnos engañar por el hecho de de mis Funtlamenlos sobre mi modo de emplear las palabras
que la lengua utiliza a veces la misma palabra como nombre "propiedud" y "característica". Las críticas de Kerry me dan la
propio y a veces conlo término conceptual. El numeral indi- ocasión para volver a ello Llna vez más. Esas palabras sirven
ca que se trata del segundo caso. "Viena" es aquí un término para designar relaciones en oraciones como "@ es una propie-
conceptual lo mismo que "ciudad imperial". En este sentido dad de l " y "@ es una característica de Q". Según mi modo de
puede decirse "Trieste no es una Viena". Si, por el contrario, hablar, algo puede ser alavez propiedad y característica, pero
en la oración "el concepto de raíz cuadrada de 4 es satisfecho", no de 1o mismo. A los conceptos, bajo los cuales cae un objeto,
sustituimos el nombre propio formado por las primeras seis los llamo sus propiedades, de modo que
palabras por 'Julio César", obtenemos una oración que tiene "ser f "
@ es una propiedad de
un sentido, pero que es falsa; pues el ser satisfecho, tal como se
entiencle est.a palabra aquí, en realidad sólo puede afirmarse de es solamente otra manera de decir
objetos de tipo muy especial, a saber, aquellos que pueden ser
designados por nombres propicts de la forma "el concepto F".
" l cae bujo el concepto de @".

Las palabras "el concepto raíz cuadrada de 4" se comportan, no Cuando el objeto f tiene las propiedades O, X y Ú, puedo
15
En nris Fundamentos, he llamaclo de segundo orden (zweiter Ordnung) a
reunir éstas en {), de manera que sea 1o mismo decir f tiene
sente-jante concepto, y en mi escrito "Función y concepto" lo he llam:rclo de la propiedad Q, o bien decir f tiene las propiedades <0, X
sesundo nivel (zueiter Stufe), denominación que seguiré aquí también. y ü. A O, X y i[t las denomino características del concepto f7
288 soBRE CONCEPTO Y OBJETO { soBRE CONCEPTO Y OBJETO 289

y asimismo propiedades de f. Está claro que la relación de @ Inmediatamente se ve que aquí ha borrado totalmente la dis-
con l- es completamente diferente de la que tiene con 0, y tinción que he hecho entre propiedad y característica. Kerry
que por eso se les da una denominación distinta. l' cae bajo distingue aquí entre el número 4 y "el" número 4. Tengo que
el concepto Q; pero f/, que es también un concepto, no puede confesar que esta distinción me es incomprensible. El núme-
caer bujo e[ concepto de primer nivel @, sino que sólo podría ro 4 sería concepto; "el" número 4 sería objeto conceptual y
estar en semejante relación con un concepto de segundo nivel. no otra cosa que el individuo numérico 4. No es necesario de-
En contraste, Q está subordinado a Q. rnostrar que aquí no se trata de rni distinción entre concepto y
Consideremos un eiemplo de esto. En vez de decir: objeto. Casi parece como si aquí Kerry pensara -aunque muy
"2 es un número positivo" y oscuramente- en la distinción que yo hago entre el sentido y
la referencia de las palabras "el número 4".16 Pero solamente
"2 es un número entero" y
de la referencia puede decirse que es el resultado de la unión
"2 es menor que 10",
aditivade3yl.
también podemos decir iCómo debe entenderse el "es" en las oraciones "el núme-
ro 4 es el resultado de la unión aditiva de 3 y l" y "oel' nú-
"2 es un número entero positivo menor que 10".
mero 4 es el resultado de la unión aditiva de 3 y 7"? iEs una
Aquí aparecen simple cópula o contribuye a expresar una igualdad lógica? En
el primer caso debería omitirse "el" delante de "resultado" y
ser u,n número positiao,
las oraciones serían como sigue:
ser un número entero,
ser menor que 10. "el número 4 es resultado de la unión aditiva de 3 y 1"

como propiedades del objeto 2, pero al mismo tiempo como v


características del concepto "'el' número 4 es resultado de la unión aditiva de 3 y 1".
número entero positiuo menor que 10.
En ese caso en los objetos designados por Kerry como
Este concepto no es ni positivo, ni un número entero, ni me- "el númefo 4" y "'"1' número 4"
nor que 10. Ciertamente está subordinado al concepto número
entero, pero no cae bujo éste. caerían ambos bqio el concepto
Comparemos ahora esto con lo que dice Kerry en el 2o. ar-
re.sultado de la unión aditiaa de 3 y 1.
tículo @. a2!:
Quedaría entonces por ver en qué se diferencian estos oQi.-
Por número 4 se entiende el resultado de la unión aditiva de 3 tos. Utilizo aquí las palabras "objeto" y "concepto" del modo
y 1. El objeto conceptual del concepto dado así es el individuo que me es usual. Lo que Kerry parece querer decir lo expresa-
numérico 4, un número completamente determinado de la se- ría yo así:
rie numérica natural. Evidentemente, este objeto lleva consigo
exactamente las características designadas en su concepto y nin- "el número 4 tiene como propiedad lo que el concepto
guna más -siempre y cuando, como se tiene que hacer, se desista resultado de la unión aditiaa de 3 y 1 tiene como característica
de contar como propria el infinito número de relaciones en las (y sólo eso)".
que está con todos los demás números individuales-: "e1" 4 es
asimismo el resultado de la unión aditiva de 3 y 1. 16
Véase mi ensayo antes citado "Sobre sentido y referencia". [En este volu-
men, pp. 249-275.)
290 soBRE CONCEPTO Y OBJETO soBRE CONCEPTO Y ORIFIT'O 29r

En tal caso, yo expresaría el sentido de la primera de nues- rr salvo igualmente mi derecho, y admitir que, con tni desig-
tras dos oraciones de la siguiente manera: nación, he señalado una distinción de la máxima irnportancia.
"ser un número 4 es lo mismo que ser resultado de la unión Ilay, desde luego, un obstáculo peculiar en el camin«r del en-
aditivade3yl"; tcndimiento con el lector, a saber, que por una cierta necesidad
lingüística, mi expresión, tomada literalmente, a veces no co-
y, entonces, lo que he conjeturado que era la opinión de Kerry rresponde al pensamiento, al nombrarse un objeto cuando se
podría darse también así: rluiere significar un concepto. Soy plenamente consciente, en
"el núnrero 4 tiene como propiedad lo que el concepto estos casos, de apelar a la comprensión bienintencionacla del
lector, que no escatima un grano de sal.
número 4 tiene como característica (y sólo eso)".
Quizás se piense que esta dificultad se ha producido artifi-
Si esto es o no verdad, no podemos decidirlo aquí. En las pa- cialmente, que no es necesario tomar en consideración algo
labras"'el' número 4" podríamos quitar las comillas al artículo tan difícil de manejar como lo que he llamado concepto, y
definido. se esté de acuerdo con Kerry en considerar que el caer un
Pero en estos intentos de interpretación hemos presupuesto <>bjeto bajo un concepto es una relación en la que la misma
que los artículos definidos delante de "resultado" y "número 4" cosa podría aparecer una vez como objeto y otra vez presen-
habían sido puestos por equivocación, por lo menos en una tarse como concepto. Las palabras "objeto" y "concepto" sólo
de las dos oraciones. Si tomamos las palabras tal como están, servirían entonces para indicar la diferente posición en la re-
su sentido solamente puede comprenderse como una igualdad lación. Esto puede hacerse; pero se equivocará quien crea que
lóuica, tal como con ello se ha evitado la dificultad. Esta sólo se ha desplazado;
"el número 4 no es más que el resultado de la unión aditiva pues no todas las partes de un pensamiento pueden ser com-
de3y1" pletas, sino que por lo menos una tiene que ser de algún modo
no saturada o predicativa; en caso contrario, nunca podrían
El artículo definido delante de "resultado" está aquí justifi- engancharse unas con otras. Así, por ejemplo, el sentido de [a
cado lógicamente únicamente en el caso que se admita: l) que combinación de palabras "el número 2" no se engancha con
existe semejante resultado, y 2) que no existe más que uno. En- el de la expresión "el concepto número primo" sin un medio
tonces esta combinación de palabras designa un objeto y debe de conexión. Tal medio se aplica en la oración "el número 2
considerarse como nombre propio. Si hubiera que entender cae bajo el concepto número primo"; está contenido en las pa-
nuestras dos oraciones como igualdades lógicas, se seguiría de labras "cae bajo", las cuales necesitan de complementación en
ellas, dado que los miembros de la derecha coinciden, que el un doble sentido: por un sujeto y por un complemento directo.
número 4 es 'el' número 4, o, si se prefiere, que el núrmero 4 Sólo porque su sentido es no saturado, son aptas para servir de
no es más que 'el' número 4, con lo cual se habría demostra- ;
rnedio de conexión. Tan sólo cuando han sido completadas en
do que la distinción hecha por Kerry es insostenible. Pero mi ese doble aspecto, tenemos un sentido completo, tenemos un
tarea no es aquí señalar contradicciones en su exposición. En pensamiento. De tales palabras o combinaciones de palabras
realidad, no me interesa lo que él entienda por las palabras cligo que se refieren a una relación. Ahora bien, en el caso de
"objeto" y "concepto"; sólo quiero iluminar más claramente mi la relación tenemos la misma dificultad que queríamos evitar
propio uso de estas palabras y con ello mostrar, en todo caso, cn el caso de los conceptos, pues con las palabras "la relación
que este uso se aparta del suyo, sea éste consistente o no. de caer un objeto bajo un concepto" no designamos ninguna
No le discuto a Kerry en absoluto el derecho a emplear a r-elación, sino un objeto, y los tres nombres propios "el núme-
su modo las palabras "objeto" y "concepto", pero debería dejar r() 2" , "el concepfo número primo" y "lu relación de caer un obje-
{
292 soBRE CONCEPTO Y OBJETO

to bajo un concepto" son tan poco asociables entre sí como los


dos primeros scllos: sea como sea que los vrrxtapongamos. no
obtenemos oración alguna. Así comprendemos fácilmente que
la dificultad, que radica en la no saturación de una parte de un
pensamiento, puede ciertamente desplazarse, pero no evitarse.
"Completo" y "no saturado" sólo son, es verdad, expresiones
intuitivas, pero aquí sólo quiero y puedo hacer alusiones.
La comprensión puede facilitarse si el lector consulta mi
escrito "Función y concepto", pues ante la pregunta de qué
es lo que en el análisis se denomina función, se choca con el
CONSIDERACIONES SOBRE SENTIDO
Y RE.FERENCIA-
mismo obstáculoi f un examen más a fondo nos hará ver que de
la naturaleza misma de la cuestión y de la de nuestro lenguaje [l 8e2- 1 8e5]
proviene el que no pueda evitarse cierta inadecuación de la
expresión lingüística y que nada pueda hacerse más que ser En un ensayo ("Sobre sentido y referencia") establecí la dife-
uno consciente de ella y tenerla siempre en cuenta. rencia entre sentido y referencia, de momento, sólo para los
nombres propios (o, si se prefiere, nombres individuales). La
misma diferencia puede establecerse también para los térmi-
nos conceptuales lBegriffiwórter). Ahora bien: es fácil que sur-
jan confusiones por el hecho de entrernezclar la división en
conceptos y objetos con la distinción entre sentido y referencia,
de tal modo que se hagan coincidir sentido y concepto por un
lado, y referenciay objeto por otro. A cada término conceptual
o nombre propio le corresponde, por lo general, un sentido
y una referencia, tal como uso yo estas palabras. En la poesía
las palabras tienen evidentemente tan sólo sentido, pero en la
ciencia, y siempre que nos interesa la pregunta por la verdad,
no nos contentamos únicamente con el sentido, sino que tam-
bién asociamos una referencia a los nombres propios y térmi-
nos conceptuales; y si por descuido no lo hacemos, cometemos
un error que fácilmente puede arruinar nuestra reflexión. La
referencia de un nombre propio es el objeto que éste designa
o denomina. Un término conceptual refiere a un concepto si
el término se emplea tal como es conveniente en lógica. Para
*Título original: 'Ausführungen über Sinn und Bedeutung", publicado en
F'rege 1969, vol. 1, pp. 128-136. El texto es parte de un legajo de papeles
intitulado "Schródersche Logik" y yu existía en su forma completa antes de
1895.
'fraducción de Carlos Ulises Moulines, originalmente publicada en Frege
1971, revisada para el presente volumen.
{
291 CONSIDERACIoNES SoBRE SENTIDo Y REFERENCIA CONSIDERACIONES SOBRE SENTIDO Y RF]I.'ERE,NCIA 295

aclarar esto, voy a recordar una circunstancia que parece hablar función misma la llamo yo no saturada o necesitada de comple-
lnuy a favor de los lógicos extensionalistas, en contra de los ló- rnento porque, para obtener una referencia completa, su nom-
gicos intensionalistas: a saber, que, sin perjuicio de la verdad, bre debe ser completado por el signo de un argumento. Tal re-
en toda oración, un término conceptual puede reernplazar a ferencia completa la denomino objeto, y en este caso es el valor
otro si a ambos corresponde la misma extensión conceptual; de la función para el argumento que efectúa la complementa-
o sea, que también en relación con la inferencia y las leyes ción o saturación. En los casos más simples que se presentan,
lógicas, los conceptos funcionan de manera diferente sólo en el argumento es también un objeto; y por el momento vamos
la medida en que sus extensiones son diferentes. La relación a limitarnos a estos casos. Con respecto al concepto tenemos
lógica fundamental es la de caer un objeto bujo un concepto: el caso especial de que el valor es siempre un valor veritativo,
a ella pueden reducirse todas las relaciones entre conceptos. pues si completamos un nombre de concepto por medio de
Si un objeto cae bajo un concepto dado, cae bajo todos los un nombre propio, obtenemos una oración cuyo sentido es un
conceptos de la misma extensión, de donde se sigue lo antes pensamiento; y ala oración le corresponde como referencia un
dicho. Y así como nombres propios del mismo objeto pueden valor veritativo. Si reconocemos que éste es el valor de lo ver-
reemplazarse el uno al otro sin perjuicio de la verdad, también dad.ero (como lo verdadero), juzgamos que el objeto tomado
es válido esto para los términos conceptuales si la extensión de como argumento cae bajo el concepto. Lo que en la función
los conceptos es la misma. Claro que, con tales sustituciones, llamamos no saturación, en el concepto podemos llamarlo su
cambiará el pensamiento; pero éste es el sentido de la oración, naturaleza predicafiva.2 Ésta se da también cuando se habla
no su referencia.l Esta última, que es el valor veritativo, per- de un concepto sujeto. ("Todos los triángulos equiláteros son
rnanece igual. Es fácil que a uno se le ocurra entonces tomar equiángulos"; es decir: "Si algo es un triángulo equilátero, es
la extensión del concepto por la referencia del término con- un triángulo equiángulo".)
ceptual; pero con ello se pasaría por alto que las extensiones Esta esencia del concepto es un gran obstáculo para la ex-
de concepto son objetos y no conceptos (véase mi conferencia presión adecuada y para la comprensión. Cuando quiero ha-
"Función y concepto").* Con todo, esa idea contiene un núcleo blar de un concepto, el lenguaje me fuerza con violencia casi
de verdad. Para hacer ver éste más claramente, debo partir de insoslayable a una expresión inadecuada, con 1o cual el pensa-
1o que he dicho en mi ensayo sobre función y concepto. El con- miento queda oscurecido -casi diría falseado-. Cuando digo
cepto es una función de un argumento, cuyo valor es siempre "el concepto de triángulo equilátero", se podría suponer, por
un valor veritativo. En este caso tomo la palabra "función" del la analogía lingüística, que con ello designo un concepto, del
análisis [matemático], y la utilizo conservando lo esencial de mismo modo que denoto un planeta sin lugar a dudas cuan-
su significado, con una referencia algo más amplia, a la cual ;É
clo digo "el planeta Neptuno". Pero éste no es el caso; porque
da pie la historia misma del análisis. Un nombre de función falta la naturaleza predicativa. Por eso la referencia de la ex-
contiene siempre lugares vacíos (por 1o menos uno) para el ar- 3i
presión "el concepto de tridngulo equilátero" (e.r la medida en
gumento, que en el análisis generalmente se indican por medio l¡
que exista) es un objeto. No podemos evitar palabras como "el
de la letra "x", que llena esos lugares vacíos. Pero el argumento concepto", pero debemos tener siempre presente su inadecua-
no forma parte de l¿ función, y por tanto tampoco laletra "x" cíón.3 De lo dicho se desprende que objetos y conceptos son
forma parte del nombre de la función, de modo que siempre radicalmente distintos y no son sustituibles entre sí. Lo mismo
puede decirse que este último tiene lugares vacíos, pues lo que
2 Las palabras "no saturado" y "predicativo" parecen adecuarse mejor al
los llena no les pertenece propiamente. En consecuencia, a la
sentido que a la referencia; pero a ellas debe corresponder algo también en la
1
Véase mi ensayo "Sobre sentido y referencia" lsupra, pp. 249 y ss.]. refbrencia; y no conozco términos más adecuados.
* Se incluye en este volumen, pp.225-2a8. 3 Trataré esta dificultad.
296 CONSIDERACIONES SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA
Y CONSIDERACIONES SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 297

vale para las palabras o signos correspondientes. Los nombres conceptos, mientras que a la igualdad la llamo relaciírn de pri-
propios no prreden ser rrtilizados realmente como predicaclos. mer nivel. I)ecimos que un objeto r¿ es igual a un objeto b (en
En los casos en que esto parece ser así, un examen más dete- el sentido de la coincidencia completa), si a cae bajo cada uno
nido muestra que, por el sentido, sólo son una parte del predi de los conceptos bajo los que cae b, y ala inversa. Obtenemos
cado: los conceptos no pueden estar en las mismas relaciones algo semejante para los conceptos, si hacemos que concepto
que los objetos. Imaginarlos en tales relaciones no sería falso, y objeto intercambien sus papeles. Podríamos decir entonces
sino imposible. De ahí que las palabras "relación del sujeto con que Ia relación en la que antes pensábamos tiene lugar entre
el predicado" designan dos relaciones completamente distin- el concepto @ y el concepto X, si cada objeto que cae baio @
tas según que el sujeto sea un objeto o un concepto. Por eso cae también bajo X, y u la inversa. Con esto naturalmente no se
lo mejor sería expulsar definitivamente de la lógica las pala- pueden evitar las expresiones "El concepto Q" , "el concepto X',
bras "sujeto" y "predicado", puesto que siempre nos inducen de modo que el sentido propio de nuevo se ve oscurecido. Por
a[ error de confundir las dos relaciones radicalmente distintas ello añadiré todavía lo siguiente, para lectores que no se asus-
de caer un objeto bajo un concepto y fla de] subor-dinación de ten ante la conceptografía: la no saturación del concepto (de
un concepto bajo otro concepto. Las palabras "todos" y "algu- primer nivel) se representa en la conceptografía de tal modo
nos", que aparecen junto al sujeto gramatical, pertenecen por que su designación contiene por lo menos un lugar vacío des-
el sentido al predicado gramatical, como se ve cuando se pasa tinado a recibir el nombre de un objeto que ha de caer baio el
a la negación (no todos, nonnltlli).. De esto sólo resulta que, concepto. Este lugar o estos lugares deben llenarse siempre de
en estos casos, el predicado es diferente de lo que afirmamos algún modo. Esto puede ocurrir no sólo mediante un nornbre
de un objeto. También la relación de igualdad, por la que en- propio, sino también mediante un signo que sólo aluda a un
tiendo coincidencia total, identidad lGleichheitl, sólo es conce- objeto. De ello se infiere que a un lado de un signo de igualdad,
bible entre objetos, no entre conceptos. Cuando decimos "La o de un fsigno] análogo, no puede estar nunca la designación
referencia del térrnino conceptual'sección cónica' es la misma de un concepto, sino que, además del concepto, siempre habrá
que la del término conceptual 'curva de segundo nivel"' o "El que designar o aludir a un objeto. Incluso si sólo aludimos a
concepto de sección cónica coincide con el concepto de curua de 1os conceptos esquemáticamente mediante una letra funcional,
segundo niuel" ,las palabras "referencia del término conceptual esto sólo puede admitirse si se representa la no saturación por
'sección cónica"' son el nombre de un objeto, no de un con- medio de un lugar vacío junto a la letra, tal como en @ ( )
cepto; pues les falta la naturaleza predicativa, la no saturación, y X ( ). Con otras palabras: hemos de utilizar las letras (@, X),
la posibilidad de ser utilizadas con el artículo indefinido. Lo que designan o aluden a conceptos, siempre sólo como letras
mismo vale para las palabras "el concepto de sección cónica". funcionales, es decir, de modo que lleven consigo un lugar para
Pero si bien la relación de igualdad sólo es concebible entre el argumento (el espacio interior a los paréntesis que siguen a
objetos, en el caso de los conceptos se da una relación semejan- la letra). Así, pues, no debería escribirse @ : X, porque en tal
te, a la que llamo de segundo nivel por ser una relación entre caso las letras @ y X no entran como letras funcionales. Pero
*Señalan los editores de Frege 1969, que Frege se refiere a lo siguiente: tampoco hay que escribir @( ) - X( ), porque los lugares
La negación de 'Aristóteles es filósofo" es 'Aristóteles no es ñlósofo". En de argumento deben llenarse. Pero si éstos se llenan, entonces
cambio, la negación de "Todos los triángulos equiláteros son equiángulos" no se igualan solamente las funciones (conceptos), sino que a
no es en absoluto "Todos los triángulos equiláteros no son equiángulos". La ambos lados del signo de igualdad hay, además de las letras
negación puede formarse en este caso del mismo modo que en el primer
funcionales, algo más, que no pertenece a [a función.
ejemplo solamente si se analiza la oración como afirmación dela subordinación
de un concepto baio otro concepto: "El concepto 'triángulo equilátero' está Estas letras no pueden sustituirse por otras que no sean uti-
subordinado al concepto'triángulo equiángulo'." lizadas como letras funcionales: debe haber siempre el lugar
298 CoNSIDERACIoNES SoBRE SENTIDO Y REFERENCIA
.Y CO}JSIDERACIONES SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 299

de un argumento para recibir la cv" . Podría ocurrírsele a uno


'o mos una relación entre objetos,a cuando en realidad nos refe-
escritrir sencillament.e @ - X. Esto prrecle parecer admisible, rimos a una relación entre conceptos. El mismo caso tenemos
mientras los conceptos se indiquen esquemáticamente; pero cuando decimos "la referencia del término conceptual A es la
un modo dc designación rcalmente adecuado tiene que ser- misma que la del término conceptual .B". En rigor, habría que
vir para todos los casos. Consideremos un ejemplo que ya he prohibir la expresión "la referencia del término conceptual A",
utilizado en mi escritt¡ sobre "Función y concepto". porque el artículo definido delante de "referencia" alude a un
objeto y pasa por alto la naturaleza predicativa del concepto.
La función x2
- I tiene para cada argumento el mismo valor
(veritativo) que la función (x * 1)' : 2 (x * l); es decir, todo Mejor sería limitarnos a decir "aquello a lo que se refiere el tér-
objeto que cae bujo el concepto de raíz cuadrada d¿ I cae bajo el mino conceptual A", puesto que éste debe ser utilizado siempre
concepto de lo que es menor en 1 que un número cu)o cuadrado predicativamente: 'Jesús es aquello a lo que refiere el término
es igual a su duplo, y a la inversa. En el modo antes indicado conceptual 'hombre"', en el sentido de [a oración] 'Jesús es
expresaríamos este pensamiento de la siguiente manera: un hombre".
Si tenemos todo esto presente, nos será posible afirmar
(*' - 1) I ((, * 1)' :2 (cv + 1)). "Aquello a 1o que se refieren dos términos conceptuales es lo
mismo si y sólo si las extensiones de los conceptos col'respon-
Aquí tenemos, en realidad, esa relación de segundo nivel que dientes coinciden", sin ser inducidos a confusión por el uso
impropicl de las palabras "lo mismo". Y con ello se ha hecho
corresponde a la igualdad (a la coincidencia completa) entre
una concesión importante, según creo, a los lógicos extensio-
objetos, pero que no debe ser confundida con ella. Si lo escri-
nalistas. Tienen razón al hacer ver, con su preferencia por la
bimos
--9(o2 - 1) : ((o + 1)t : 2(s+ 1)), extensión frente al contenido de los conceptos, que consideran
que lo esencial para la lógica es la referencia de las palabras,
habremos expresado, en 1o esencial, el mismo pensamiento, no el sentido. Los lógicos intensionalistas tienden a fijarse de-
concebido como la generalización d,e una ecuación entre va- masiado en el sentido; pues lo que llaman intensión es, si no
lores de funciones. Tenemos la misma relación de segundcr representación, por 1o menos sentido. No tienen en cuenta que
nivel; tenemos también el signo de igualdad; pero esto por en lógica no interesa cómo se producen unos pensamientos a
sí solo no es suficiente para designar esta relación, sino sólo partir de otros sin tener en cuenta su valor veritativo; que hay
en conexión con el signo de generalización: 1o que tenemos que dar el paso del pensamiento al valor veritativo; con mayor
fundamentalmente es una generalizacíón, no una ecuación. generalidad, que hay que dar el paso del sentido a la referen-
é (r' * 1) -d ((o * 1)':2(a * 1)) esunaecuación,pero cia; que las leyes lógicas son ante todo leyes en el dominio de
no entre conceptos (lo cual es imposible), sino entre objetos, a las referencias y que sólo indirectamente se relacionan con el
sabe¡ extensiones de conceptos. sentido. Si nos interesa la verdad -y la verdad es el objetivo
Hemos visto hasta aquí que la relación de igualdad entre ob- de la lógica-, debemos preguntarnos por las referencias, de-
jetos no puede ser concebida como algo que se da también en- bemos desechar los nombres propios que no designen o nom-
tre conceptos, pero que hay una relación corresponclíente entre bren ningún objeto, por mucho que tengan un sentido; hay que
ellos. La palabra "el mismo", que se emplea para designar esa clesechar los términos conceptuales que no tengan referencia.
relación entre objetos, no puede servir propiamente también Pero éstos no son, como se dice, los que unen lo contradictorio
para la designación de esta relación entre conceptos. Pero a -pues un concepto bien puede ser vacío-, sino aquellos cuya
este fin casi no tenemos otra salida que decir "el concepto @
a Estos objetos tienen por nombre "el concepto de Q" y "el concept() <le X"
es el mismo que el concepto X'; desde luego, con ello nombra-
3OO CoNSIDERACIoNES SoBRE SENTIDo Y REFERENCIA CONSIDERACIONES SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA 301

delimitación es vaga. Para cada objeto debe poderse determi "con una sola referencia"), "mehrdeufig" ("multívc¡co" o "con
nar si cae bajo un concepto o no; un término conceptual que más de una refbrencia") (pp. aB y ss., y 69), y realmente se da
no satisfága este requisito carece de refbrencia. A este tipo de esa fálta de claridad; pero las distinciones de Husser-l tarnpclco
términos pertenece, por ejemplo, la palabra "pó).u"* (Homero: son suficientes. Como era de esperar, el señor Schróder utiliza
Od., X, 305), si bien se indican algunas de sus características. los componentes "sinnig" y "deutig" de las palabras anteriores
No por eso carece de sentido ese pasaje de la Odisea, como de rnanera distinta a Ia mía; este uso en sí mismo no es rcpro-
tampoco carecen de é1 los pasajes en que aparece el nombre bable, tanto ntenos cuanto que al ser publicada su obra toclavía
"Nausícaa", que probablemente no nombra ni se refiere a nada. no estaba impreso nada cle lo que yo he escrito sobre el terna.
Pero hace como si nombraraa una muchacha, y con ello se le En su caso, esa diferencia está relacionada con la que hay entrc
asegura un sentido. Y para la poesía basta con el sentido, con nombre común y nombre propio, y la falta de claridad provie-
el pensamiento sin referencia, sin valor veritativoi pero eso no ne de la deficiente concepción de la diferencia entre concept()
basta para la ciencia. y objeto. Según é1, no hay error en que los nombres comunes
En mis Funda,mentos y en la conferencia Sobre teorías formalis- tengan varias referencias, / en eflecto las tienen cuando baj«l
tas de la aritmét'ica, he mostrado que para ciertas pruebas no es el concepto correspondiente caen varios objetos.o Según ell«r,
en absoluto indiferente el que una serie de signos -por ejem- tampoco habría error en que un nombre común careciera de
plo, /:1 - tenga o no tenga una referencia,5 sino que toda la referencia, como "cuadrado redondo". Pero Schróder lo deno-
fuerza de la prueba depende de ello. Así, pues, la referencia de- mina también carente de sentido, con lo cual es infiel a su pro-
muestra ser en todas partes l<¡ esencial para la ciencia. Por tan- pio modo de hablar; pues, según éste, clebería considerarse que
to, si bien puede concederse a los lógicos intensionales que el "cuadrado redondo" tiene un sentido, y Husserl tiene razón
concepto mismo es más primitivo que su extensión, el concep- cuando 1o califica de nombre común unívoco; pues "unívoco"
to no debe ser concebido en tal caso como sentido del término y "equívcrco" corresp<-lnden a "con un sentidr)" y "c{)n vari<ts
conceptual, sino como refbrencia, y los lógicos extensionales sentidos" en Schróder. Flusserl dice (p. 250): "Evidentemente
se aproximan más a la verdad, al poner como lo esencial de confunde aquí dos cuestiones distintas; a saber: 1) la de si a un
la extensión una referencia, que ciertamente no es el concepto rrornbre le cor-responde un significado fBedeutung) (un 'senti-
mismo, pero que est-á muy estrechamente conectada con é1. do'); y 2) la de si existe o no un objeto correspondiente a un
El señor Husserl le censura a Schróder su falta de clari- nombre dado". Esta distinción no basta. El término "nombre
dad,f al discutir-las palabras "unsinnig" ("carente de sent.ido"), común" induce a la suposición err(rnea de que el nombre co-
"einsinnig" ("con un sentido"), y "tnehrsinnig" ("con varios sen- mún se relaciona en lo esencial con objetos del mismo modo
tidos"), "undeutig" ("sin referencia"), "eindeutiE;" ("unívoco" o que el nombre propi«r, sólo que éste sólo denomina un úni-
co objeto, mientras que el primero, en general, es aplicable a
* Los editores de Frege 1969 comentan que la palabra
¡ró).u designa en varios. Pero esto es falso; y por ello prefiero decir "término
Homero una planta milagrosa con hojas blancas y raíces negras que Ulises
recibe de Hermes para poder protegerse de Circe. [N. del t.]
conceptual" en vez de "nombre coillún". El nombre propio
:'De todos modos yo todavía no había fjado el uso que ahora doy a las debe tener por lo menos un sentido (tal como yo utilizo esta
palabras "sentido" y "referencia", de modo que a veces decía "sentido" cuando palabra); de lo contrario, sería una sucesión de sonidos vacía
ahora diría "referencia". y sería incorrecto calificarlo de nombre. Para el uso científico,
t Los editores de Frege 1969 señalan que en las líneas siguientes Frege se
6 Si, como dice Husserl en la nota de la p. 252, un nombre distributir,o
refiere al comentario que había hecho Husserl al texto de E. Schróder "Vor-
lesungen über die Algebra der Logik (Exakte Logik)" I ["Conferencias sobre es t.al que "su referencia consiste en designar uno cu:rlquiera de los objetos a
el álgebra de la lógica (Lógica exacta)"] (Leipzig, 1890), en los Gi)ttingischen rlue refiere", entonces un t.érmino conceptual (nornbre comírn) no es, en todo
Gelehrten Anzeigen (año 1891, número del I de abril, pp. 243-2?8). [N. del t.] ('aso, un nombre distributivo.
302 CONSIDERACIONES SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA

no obstante, hay que exigir de él que tenga además una referen-


cia; que designe o nombre un obieto. De este modo, el nombre
propio se relaciona a través del sentido, y sólo a través de éste,
con el obieto.
También el término conceptual debe tener un sentido y,
para su uso científico, una referencia; pero ésta no consiste ni
en un objeto ni en varios, sino que es un concepto. En el caso
del concepto, evidentemente podemos preguntarnos si cae un
objeto bujo é1, o varios o ninguno. Pero esto sólo atañe direc-
tamente al concepto. Por esto un término conceptual puede ¿QUÉ ES UI{A FUNCIÓN?-
ser lógicamente inobietable, sin que haya un objeto con el que [1e04]
se relacione a través de su sentido y su referencia (el concepto
mismo). Esta relación con un objeto es, como se ve, una re-
lación más indirecta e inesencial, de modo que parece poco Aún no está fuera de toda duda qué significado tiene en el
análisis la palabra "función",1 a pesar de que su uso es frecuen-
adecuado dividir los términos conceptuales según que bajo el
correspondiente concepto no caiga ningún objeto o caiga uno te desde hace largo tiempo. En las explicaciones del término
hallamos una y otra vez dos expresiones, a vcces combinadas,
o varios. La lógica debe exigir tanto del nombre propio como
del término conceptual que el paso de la palabra al sentido y a veces separadas, la de expresión rnatemática y la de varia-
del sentido a la referencia esté determinaclo sin lugar a dudas. ble. También notamos un uso lingüístico vacilante en el he-
En caso contrario, no tendríamos derecho en absoluto a hablar cho de que unas veces se llama función a lo que determina el
de una referencia. Esto vale, por supuesto, para todos los sig- modo de dependencia o quizás al propio modo de dependen-
nos y combinaciones de signos que tengan la misma finalidad cia, mientras que otras veces se llama así a la variable depen-
diente.
que los nombres propios o los términos conceptuales.
En tiempos recientes predomina en las definiciones la pala-
bra "variable". Pero ésta se halla asimismo muy necesitada de
elucidación. Cualquier variación ocurre en el tiernpo. Según
esto, al someter variables a su consideración, el análisis debe-
ría ocuparse de un acontecer temporal. Pero resulta que no
tiene nada que ver con el tiempo; pues que pueda ser aplicado
a sucesos temporales es irrelevante. También hay aplicaciones
del análisis en la geometría, en las cuales el tiempo queda fuera
de toda consideración. Esta es una dificultad fundamental con
la que siempre chocaremos si queremos llegar al fondo de la
* Título original: "Was ist eine Funktion?", ensayo en homenaje a L. Boltz-
mann, incluido en S. Meyer (comp.), FestschriJt Ludwig Boltzmann gewidmet zum
sechzigsten Geburtstage, 20. Februar 1904, Rarth, Leipzig, 1904, pp. 656-666.
Traducción de Carlos Ulises Moulines, originalrnente publicada en Frege
1977, revisada para el presente volumen.
I Estas consideraciones se limitarán al caso de funciones con un solo argu-
mento.
304 iquÉ ES UNA ruxcróx? iquÉ ES UNA FUNCróN? 305

cuestión por medio de ejemplos, pues tan pronto como trate- un joven. Con aquella expresión, por tanto, me he referido a
mos de indicar una variable, caeremos en algo que varía en el un hombre que era un anciano y que ahora es un joven. Aquí
tiempo y que, por lo tanto, no pertenece al análisis puro. Y, clebe haber un error. La expresión "el rey de este reino" no
con todo, tiene que ser posible mostrar una variable que no se refiere a ningún hombre sin una indicación temporal; pero
entrañe nada ajeno a la aritmética, si es que las variables han tan pronto como se le añade una indicación temporal, puede
de ser el objeto del análisis. referirse a un hombre inequívocamente; entonces es esta indi-
Si ya en la variación radica una dificultad, chocaremos con cación temporal un componente necesario de la expresión, y
otra nueva si preguntamos qué es lo que varía. Inmediatamen- obtenemos una expresión diferente cuando damos una indica-
te la respuesta que se obtiene es: una magnitud. iBusquemos ción temporal diferente. En nuestras dos frases no tenemos,
un ejemplo! Una barra la podemos denominar una magnitud pues, en absoluto el mismo sujeto de la oración. Igualrnente,
en la medida en que es larga. Cualquier variación de la ba- la expresión "el número que da en milímetros la longitud de
rra con respecto a su longitud, tal como puede resultar, por esta barra" no se refiere, sin indicación temporal, a ningún
ejemplo, por calentamiento, ocurre en el tiernpo; y ni barras número en absoluto. Si se le añade una indicación temporal,
ni longitudes son objetos del análisis puro. Fracasa este intento puede referirse así a un número, por ejemplo, 1000; pero éste
de mostrar una magnitud variable en el análisis; y asinrismo es entonces invariable. Con otra indicación temporal obtene-
tendrán que fracasar muchos otros, puesto que ni rnagnitudes mos una expresión diferente, que, en tal caso, puede referirse
de longitud, ni magnitudes de superficie, ni magnitudes de án- a un número diferente, por ejemplo, 1001. Si decimos: "Hace
gulos, ni magnitudes de masas son objet<¡s de la aritmética. De media hora, el número que daba en milímetros la longitud de
todas las magnitudes, únicamente los números le pertenecen. esta barra era un cubo; ahora, el número que da en milímetros
Y precisamente porque esta ciencia deja totalmente fuera la la longitud de esta barra, no es un cubo", no tenemos el mismo
cuestión de cuáles son las magnitudes que, al ser rnedidas, dan sujeto de la oración. El 1000 no se ha inflado hasta el 1001,
lugar a los nírmeros en los casos concretos, es apta para las apli- sino que ha sido sustituido por éste. iO quizás es el número
caciones más diversas. Así, pues, nos preguntamos: ison las va- 1000 el mismo que el número 1001, sólo que con otra cara? Si
riables del análisis números variables? ¿Q"é otra cosa podrían algo varía, es que tenemos sucesivamente diversas propiedades
ser, si es que han de pertenecer al análisis? iA qué se debe, o estados del mismo objeto. Si no fuera el mismo, no tendría-
sin ernbargo, que casi nunca se dice "número variable", mien- mos ningún sujeto del cual pudiéramos predicar la variación.
tras que es fiecuente decir "magnitud variable"? Esta última Uua barra se alarga por calentamiento. Mientras esto ocurre,
expresión suena más aceptable que "núnrero variable"; pues, sigue siendo la misma. Si, en lugar de ello, hubiera sido apar-
por añadidura, emerse la duda: ihay acaso números variables? tada y sustituida por una barra más larga, no podría decirse
iAcaso no conserva inmodificadas sus pl-opiedades todo nú- que se alargó. Un hombre envejece, pero si a pesar de todo no
mero? Bien, puede decirse, 3 y n son, evidentemente, números pudiéramos reconocerlo como el mismo, no tendríamos nada
invariables, constantes; pero también los hay variables. Si di- de lo cual predicar el envejecimiento. iApliquemos esto al nú-
go, por ejernplo, "el número que da en milímetros la longitud mero! ¿Q"é permanece lo mismo cuando un número varía?
de esta barra", con ello denoto un número, y éste es variable, iNada! Por consiguiente, el número no varía en absoluto, pues
daclo que la barra no conserva siempre la misma longitud; así no tenemos nada de lo que pudiéramos predicar la variación.
pues, con esa expresión me he referido a un número variable. Un cubo no se convierte nunca en un número primo, y un
iComparemos este ejemplo con el siguiente! Si digo "el rey de número irracional nunca se vuelve racional.
este reino", me refiero a un hombre. Hace diez años, el rey No hay, pues, números variables, y esto queda confirmado
de este reino era un anciano; ahora, el rey de este reino es por el hecho de que no tenemos nombres propios para nú-
306 iquÉ ES UNA ruxcróx? iguÉ ES UNA FUNCIóN? 307

meros variables. Hemos fracasado en el intento de referirnos de un número, tengan sentido tanto el antecedente como el
a lln nrimero variable mediante la expresión "el número que consecuente.
da en milímetros la longitud de esta barra". iPero acaso no Naturalmente, aquí se puede hablar de indeterminación;
nos referimos a númcros variables por medio de "x", ")", "2"? pero "indeterminado" no es, en este caso, un calificativo de
"número", sino un adverbio del verbo "indicar". No puede de-
:

Es verdad que se emplea este modo de hablar; pero estas le-


tras no son nombres propios de números variables del mismo cirse que "n" se refiere a un número indeterminado, pero sí
modo como "2" y "3" son nombres propios de números cons-
:
que indica indeterminadamente a números. Y esto es lo que
tantes, pues los números 2 y 3 se distinguen de una manera
i
ocurre siempre que en la aritmética se usan letras, con excep-
determinable; pero icómo se distinguen las variables a las que ción de los pocos casos (tr, t, i) en que aparecen como nombres
supuestamente nos refbrimos con "x" y con "y"? No hay res- É propios; pero en estos casos se refieren a números determina-
dos, invariables. No hay, por tanto, números indeterminados, y
a
{
puesta a esta pregunta. No podemos indicar qué propiedades 'i

tiene x y qué propieclacles clistintas de éstas t.iene y. Si hay algo con ello fracasa el intento del señor Czuber.
que asociamos a ambas letras, es en ambos casos la misma idea En segundo lugar, él quiere salvar la dificultad de que no
borrosa. Donde aparentemente surgen diferencias, se trata de se pueda concebir una variable como diferente de las otras. A
aplicaciones; pero de éstas no hablamos aquí. Dado que no po- la totalidad de valores que puede tomar una variable la deno-
demos concebir cada variable en su singularidad, no podemos mina el dominío lBereichl de la variable, y dice: "Se considera
asignar a las variables nombres propios. {: definida la variable x si, para cada número real al que nos re-
{ firamos, puede establecerse si pertenece o no al dominio." Se
El señor E. Czuber trató de evitar algunas de las dificulta- I
considera definida; ipero lo está en realidad? Dado que no exis-
des mencionadas.Z Para librarse del tiempo, define la variable .l
ten números indeterminados, es imposible definir un número
como un número indeterminado. Pero, ihay números inde-
indeterminado. Se toma el dominio como 1o que caracterizala
l:
§.

terminados? iPueden dividirse los números en determinados


variable. Según esto, dados dominios iguales, tendríamos varia-
e indeterminados? iHay hombres indeterminados? iAcaso ncr $-

,r bles iguales. Por consiguiente, en la ecuación " y - v2" , ! sería


tiene que ser deterrninado todo objeto? Pero, el número z¿ ino
la misma variable que x, si el dominio de x es el de los números
es indeterminado? El número n no lo conozco. "n" no es el
positivos.
nombre propio de ciert<l número, ni determinado ni indeter-
Este intento debe considerarse malogrado, tanto más cuan-
minado. Y, con todo, a veces se dice "el número n" . iCómo
to que la expresión "una variable toma un valor" no está nada
es posible tal cosa? Tal expresión debe ser considerada en su :i
clara. Suponiendo que una variable sea un número indetermi-
contexto. iTomemos un ejemplo! "Si el número z¿ es par, efl- ¡*
nado, icómo se las arregla entonces un número indetermina-
tonces cosnlT: 1". Aquí sólo el todo tiene un sentido; no 1o ¡i
;
do para tomar un número? Pues el valor es evidentemente un
tienen ni el antecedente ni el consecuente del condicional por ':.'
número. iAcaso un nombre indeterminado toma también una
sí mismos. A la pregunta de si el número rL es par, no se puede I
persona indeterminada? Lo que se dice en otros contextos es
contestar nada, como tampoco a la de si cos nr - 1. Para ello
que un objeto toma una propiedad; en este caso, el número
debería ser "n" el nombre propio de un número, el cual sería al

debe desempeñar ambos papeles; en cuanto objeto, se le lla-


entonces necesariamente un número determinado. Se escribe
ma variable o magnitud variable, como propiedad, se le llama
la letra "n" para obtener una generalización. La condición que
valor. Por ello, pues, se prefiere la palabra "magnitud" a la pa-
hay que cumplir es que, si se la sustituye por el nombre propio
labra "número", porque así como puede ocultarse el hecho de
2 Vorlesungen über DiJferential que la magnitud variable y el valor que supuestamente toma
und IntegralrechnungfLecciones .sohre cálculo di-
'feubner, Leipzig, 1898, 1, son en el fondo lo mismo, de que no estamos en absoluto ante
ferencinl, e integral), §2.
308 iquÉ ES UNA ruxcróx? iquÉ ES UNA FUNCróN? 309

el caso en que un objeto toma sucesivamente diversas propie- La anterior definición no expresa nada acerca de la ley de la asig-
dades, de que, por lo tanto, de ninguna manera puede hablarse nación, la cual se indica, de la manera más general, por la carac-
de variación. terística J; ésta puede establecerse de los modos más diversos.
Con respecto a las variables, hemos llegado al resultado si
guiente. Pueden admitirse magnitudes variables, ciertamente, O sea que la asignación se da según una ley, y son concebibles
pero no pertenecen al análisis puro. Los números variables no diferentes leyes de ese tipo. Pero, entonces, la expresión ")
existen. La palabra "variable" no tiene, por tanto, en el análisis una función de x" no tiene ningún sentido si no se comple- "t
puro, justifi cación alguna. menta indicando la ley según la cual se hace la asignación. Esto
iCómo pasamos de las variables a la función? En lo esencial, es un error de definición. iY acaso lo más importante estric-
esto ocurrirá siempre de la misma manera, /, por ello, seguire- tamente hablando no es la ley que la explicación trata como
mos la exposición del señor Czuber, quien en § 3 escribe: inexistente? Notemos que, con ello, Ia variabilidad ha desapa-
recido totalmente de nuestra vista, mientras que ha entrado la
Si a cada valor de la variable real x, que pertenezca al dominio de
generalidad en nuestro campo visual, pues esto es a lo que
ésta, se le asigna un número determinado ), entonces y también
la palabra "ley" apunta.
queda definido en general corno variable y se le llama unafunción
de la uariable real x. Este hecho se expresa Las diferencias entre las leyes de asignación estarán conec-
por medio de una
ecuación de la forma y : f (x). tadas con las diferencias entre las funciones, y ya no pueden
ser concebidas como diferencias cuantitativas. Si pensamos tan
Lo que aquí sorprende, en primer lugar, es que a ) se le lla- sólo en las funciones algebraicas, las funciones logarítmicas y
me un número determinado, mientras que, en cuanto variable, las funciones elípticas, en seguida nos persuadimos de que en
debería ser un número indeterminado, y no es un número ni estos casos se trata de diferencias cualitativas; éste es un rno-
determinado, ni indeterminado; ")" r. pone incorrectamente tivo más para no definir las funciones como variables. Si fue-
en vez de varios números, pero luego se habla como si fuera ran variables, entonces las funciones elípticas serían variables
uno solo. Sería más sencillo y claro, no obstante, representar el elípticas.
caso de la siguiente manera: a cada número de un dominio-x se En general, una de estas leyes de asignación se expresa por
le asigna un número. Llamo el dominio-y a la totalidad de estos medio de una ecuación, en cuya parte izquierda se halla "y",
números. Ciertamente tenemos un dominio-), pero no un I del mientras que en la derecha aparece una expresión matemática,
que pudiéramos decir que sea una función de la variable real x. que se compone de signos numéricos, sipnos matemáticos y la
Ahora bien, la delimitación de los dominios parece carecer letra "x", como, por ejemplo,
de importancia para la cuestión de la esencia de la función. :
iPor qué n<l podemos tomar igualmente como dominio la to-
"Y *2 + 3*"
talidad de los números reales o la totalidad de los números Así se ha definido la función como tal expresión matemática.
complejos con inclusión de los reales? El núcleo del problema En tiempos recientes, este concepto se ha encontradr¡ dema-
radica, no obstante, en algo muy distinto, a saber, en la palabra siado limitado. Con todo, este inconveniente se podría reme-
"asignar". Ahora, icómo me percato yo de si al número 5 se diar con la introducción de nuevos símbolos en el lenguaje
le asigna el número 4? La pregunta es incontestable si no se la simbólico de la aritmética. Hay otra objeción cle mayor peso,
completa de alguna manera. Y, con todo, según la explicación a saber, la de que la expresión matemátíca, como grupo de
de Czuber, parece como si para cada dos números estuviera signos, no pertenece, en realidad, a la aritmética. Considero
determinado sin más si el primero se le asigna al segundo o que la teoría según Ia cual los símbolos son los objetos de esta
no. Afortunadamente, el señor Czuber añade la observación: ciencia ha quedado definitivamente refutada con la crítica que
310 iquÉ ES UNA ruNcIóN? iquÉ ES UNA ruNCróN? 3ll
hago en el segundo volumen de mis Leyes fundan-tentales de la número. iPero a qué se refiere semejante unión de un signo de
aritmética. No siempre se ha distinguido claramente entre sis- función y un numeral, tal como "sen 1", *J1", "log 1"? A un
nos y designado, de modo que bajo una expresión matemática número, cada vez. Así obtenemos signos de números que están
(expressio analytica) también se ha entendido, en parte, su refe- compuestos de dos partes heterogéneas, de las que la parte
rencia. iPero a qué se refiere "x2 * 3x"? Propiamente, a Írada, no saturada es completada por la otra.
ya que la letra "x" sólo indica números, no se refiere a nada. Si Esta necesidad de ser completado puede hacerse visible por
sustituimos "x" por un numeral, obtenemos una expresión que medio de paréntesis vacíos, por ejemplo, "sen( )" o "( )' +
se refiere a un número, o sea, nada nuevo. Al igual qtle "x", 3 . ( )". A pesar de ser realmente Ia más apropiada para este
también "x2 * 3x" unicamente indica. Esto puede ocurrir para caso y la más adecuada para impedir la confusión que surge
expresar una generalización, como en las oraciones de considerar el signo del argumento como parte del signo de
"x2 tZx:x.(x+3)", la función, esta notación no encontrará ninguna aceptación.3
si x > 0, entonces x2 * 3x > 0". También se puede utilizar con este fin una letra. Si escogemos
como tal "(", entonces "sen(" y "e2 + 3(" serán signos de
iPero ahora dónde queda la filnción? Parece que no consiste ni funciones. Pero con ello debe quedar claro que "(" aquí sólo
en la expresión matemática en sí misma ni en su referencia. Y, tiene la misión de señalar los lugares en que tiene que ponerse
con todo, no estamos tan alejados de lo correcto. Cada una de el signo completador. Lo mejor será no utilízar esta letra para
*sen
las expresiones "serl0", "sen 1", 2", se refiere a un número ningún otro objetivo, o sea, por ejemplo, no utilizarla en vez
determinado; pero en ellas tenemos un componente común, de la "x", que en nuestros ejemplos sirve para expresar genera-
"sen", con el que nos referimos a lo que es esencial a la función lidad.
seno. Este "sen" corresponde ciertamente a la " f" , de la que el [Jn defecto de la simbolizaciónusual del cociente diferencial
señor Czuber dice que apunta a la ley, y, en verdad, el paso de es que en ella la letra "x" debe, ala vez, señalar los lugares de
"
f" u "sen" es, análogamente al paso de "a" 2 "2", el paso de los argumentos y servir como expresión de generalidad, como
un signo que apunta a un signo que designa. En consecuencia, en la ecuación
*sen" se referiría a una ley. Por supuesto, esto no es del todo
exacto. Más bien nos parece que la ley está expresada en la x
dcos r
ecuación "y senx", de la cual, el signo "sen" es sólo una par- -2tx
- (a
sen-
te, aunque sea la que caracterizala peculiaridad de la ley. iY no dx - -- 2 2
tenemos aquí lo que buscamos, la función? Así, pues, también
"f" apu\tará, en realidad, a una función. Y ahora llegamos a De ello resulta una dificultad. Según los principios generales
aquello que diferencia las funciones de los números. A saber, del uso de letras en aritmética, uno se encontraráante un caso
que el "sen" necesita ser completado por medio de un signo particular siempre que se sustituya"x" por un numeral. Pero la
numérico, el cual no pertenece, sin embargo, a la referencia de expresión
la función. Esto es válido en general: el signo de una función I
nunca está saturado, necesita ser completado por medio de un o,o,
,, i. ,,
numeral, eue entonces llamamos signo del argumento. Esto lo d2
vemos también en el signo de la raíz cuadrada, en el signo del
logaritmo. Los signos de función no pueden aparecer, como 3 Además, sólo es adecuada para el caso excepcional en que uno se quiera
los numerales, solos en un miembro de la ecuación, sino úni- referir a una función totalmente aislada. En"sen 2", "sen" por sí solo designa
camente completados por un signo que designe o apunte a un ya la función.
3t2 iquÉ ES UNA ruxcróx? iguÉ ES UNA ruxcróx? 313

es incomprensible, porque ya no puede saberse de qué función éstas ha sido enturbiar las ideas y producir definiciones de-
se trata. No sabemos si es fectuosas. La matemática debería ser un modelo de claridad
lógica. En realidad, quizás no se encontrarán en los escrit<¡s de
.o, '2
Q o bien .o, 3 o bien .o,
"-"O""- Q.
"-.'o ninguna ciencia tant.as expresiones equívocas y, por lo tanto,
tantas ideas equívocas, como en los escritos matemáticos. Nun-
Por esto nos vemos obligados a utilizar el estorboso sirnbolismo ca debería sacrificarse la corrección lógica a la brevedad de Ia
expresión. Por esto es de gran importancia crear un lenguaje
matemático que conjugue la exactitud más rigurosa con la ma-

(ry*) .:' yor brevedad posible. Para ello, lo más adecuado será una con-
ceptografía, un conjunto de reglas, según las cuales, por medio
de signos escritos o impresos, puedan expresarse directamente
Pero la mayor desventaja es que así se dificulta la comprensión los pensamientos, sin la intervención de la voz.
de la función.
A la peculiaridad del signo de función, que hemos llamado
no saturación, le corresponde, desde luepo, algo en las funcio-
nes mismas. También a éstas las podemos llamar no saturadas,
caracterizándolas así como algo completamente distinto de los
números. Naturalmente, esto no es una definición; pero ésta
tampoco es posible darla aquí.4 Tengo que limitarme a inclica¡
por medio de una expresión intuitiva, lo que quiero decir, y
con ello me remito a la comprensión benevolente del lector.
Si complet.amos una función mediante un número convir-
tiéndola con ello en un número, a este último 1o llamamos eI
valor de la función para el primero, el argumento. Se ha hecho
costumbre leer la ecuación"y : f(*)" así: ".y.r una función
de,x". En esto radican dos errores: primero, se traduce el signo
de igualdad por la cópula; segundo, se confunde la función
con su valor para un argumento. Por estos errores ha surgido
la opinión de que la función es un número, si bien variable
o indeterminado. Hemos visto, por el contrario, eue no hay
tales números y que las funciones son radicalmente distintas
de los números.
El deseo de brevedad ha introducido muchas expresiones
inexactas en el lenguaje matemático, y el efecto retroactivo de
a
La definición que da H. Hankel en el § I de sus Llntersuchungen über die
unendlich oft oszillierenden und stetingen Funhtionen llnuestigaciones sobre las fun-
ciones infinitamente oscilantes y di.scontinuas] (Universitáts-Prograrnm, Tubinga,
1870), es inutilizable debido a un círculo vicioso, al contener la expresión
"
f (*)" ,la cual hace que se presuponga lo que hay que definir.
Canre »r GorrI-os FRaGE A Pslltp JouRoetN*
ne14l

Mry estimado Sr. Jourdain,


Con mucho gusto le doy mi permiso para traducir partes de
mis Leyes fundamentales para el Monist Por su carta colijo que
el Sr. Wittgenstein se encuentra otra vez en Cambridge.t An-
tes de Navidad, tuve largas conversaciones con él y tenía la
intención de escribirle una carta sobre los mismos temas con
el fin de continuar el hilo de aquellos pensamientos, pero no
sabía dónde se encontraba. Lamentablemente no sé suficiente
inglés como para determinar plenamente si la teoría de Russell
(Principia Mathematica l, 54 ss.) coincide con mi teoría de las
funciones de niveles primero, segundo, etc. Sin duda, así pa-
rece. Pero no comprendo todo. Lo que Russell pretende con
* Esta carta, numerada como XXV12 en la edición de Frege 1969, vol. II,
Wissenschaftlicher Brie.fwechsel, es en realidad un esbozo preparatorio de la que
Frege envió al lógico británico Philip.[ourdain el 28 de enero de 1914,Ia cual
es una contestación a la misiva que le había enviadoJourdain el 15 de enero
de ese año, donde -además de hacerle una serie de preguntas de contenido-
le pedía permiso para traducir partes de sus Leyes fundamentales de la arit-
mética para la revista The Monist y en donde le comentaba que Wittgenstein
se ofrecía para revisar la traducción. En esta carta, Frege intenta responder
a las preguntas formuladas porJourdain en la mencionada misiva del 15 de
enero: (l) si la teoría de las funciones de Frege no coincide con la teoría de
la jerarquía de las funciones de Principia Mathematica, (2) si Frege ve en la
aserción algo meramente psicológico, y (3) si Frege concibe el sentido lSinnl
como una mera propiedad psicológica de un nombre. [N. del t.]
t Brian McGinness y Hans Kaal, editores de la correspondencia de Frege
al inglés, señalan que esto es falso, pues Wittgenstein había dejado Inglaterra
desde octubre de 1913. [N. del t.]
t
3l(; CAlL'l'A DE F'RI1GE AJOURDAIN CARTA DE FREGE A.JOURDAIN 3L7

su designación Q! ft, no me resulta completamente claro. Nun- firlso, entonces es lógicamente inservible y, estrictamente ha-
ca estoy seguro de si está hablando del signo o de su conte- lrlando, incomprensible. Una oración proferida sin fuerza aser-
nido. i"l'unción" significa un signo? ya le he escrito en otra t iva puede ser lógicamente útil, aun si expresa un pensamiento
ocasión acerca de por qué quiero proscribir el uso de la expre- fálso, por ejemplo, como parte (antecedente) de otra oración.
sión "variable". Nunca se sabe del todo si se trata de un signo o Lo que haya de servir de premisa de un argumento tiene que
del contenido del signo. En la p.b4, Russell escribe en rel:ación ser verdadero. De la misma forma, cuando se expone un ar-
con la oración "<D! ft implica Q! a para todos los posibles valores gumento, las oraciones que sirven de premisas tienen que ser
de @"[:] "Esto hace una oración acerca de ,, pé.o no atribuye proferidas con fuerza asertiva; pues la verdad de las premisas
a x un predicado en el sentido especial que se acaba de definir.',t es esencial para la corrección del argumento. Si al represen-
si lo he entendido bien, de acuerd.o con mi conceptografia yo (ar un argumento en la notación de rni Conceptografía alguien
escribiría dicha oración así: omitiera la barra de juicio delante de las premisas, le faltaría,
pues, also esencial. Y está bien que aquello que es esencial se
--h-l (r) represente y haga visible por medio de un signo y no que sea
L rneramente añadido en el acto de entenderlo de acuerdo con
-f(r) una convención tácita, pues una convención por la cual algo
I, en mi opinión, también se podría escribir como ,,24 : s,,. debiera ser entendido de determinada manera bujo ciertas cir-
iPor qué, pues, no debería ser éste un caso como cualquier
cunst.ancias podría ser fácilmente olvidacla, incluso si en algún
otro en el que un predicado es atribuido a x? iNo tenemos
aquí también una función de primer orden?f En relación con rnomento haya sido expresada explícitamente. Por esta razón
()curre que algo que es esencial pasa desapercibido, pues no se
su segunda pregunta, quisiera decir lo siguiente. Es cierto que
juzgar (esto es, el reconocer algo como verdadero) es ,n p.o- lo ha incorporado en un sisno. La lógica, sin embargo, debe
t.ener en cuenta lo que es esencial a la inferencia.
ceso mental interno; pero que algo sea verdadero es indepen-
diente de ser reconocido como tal, es algo objetivo. cuandt yo En lo concerniente a su tercera pregunta, no creo que en
afirmo algo como verdadero no quiero hablai de mí mismo, áe lir lógica podamos prescindir del sentido de los nombres; pues
un proceso en mi mente. Y para comprenderlo no se precisa sa- una oración tiene que tener un sentido, si es que ha de po-
ber quién lo afirma. Quien entiende una oración proierida con cler utilizarse. Pero la oración consta de partes, que tienen que
fuerza asertiva le añade su reconocimiento de la verdad. Si una r:ontribuir de algún modo a la expresión del sentido de una
oración proferida con fuerza asertiva expresa un pensamiento oración y por ende tienen que tener sentido ellas mismas. To-
memos como ejemplo la oración "El Etna es más alto que el
t La frase está en inglés en el original. El texto se halla en print:ipia Vesubio". Tenemos, pues, el nombre "Etna", que también ocu-
Matlte-
matica vol. I, Introducción, capítulo II, § v, carnbriclge at the univeisitv press,
rre en otras oraciones, como, por ejemplo, en "El Etna está en
1927 , P. 52. La cita completa d<¡nde se hallan las frases citadas por Frege
reza, Sicilia". La posibilidad de entender oraciones que nunca antes
en traducción española: "Por consiguiente, la oración ,.@!i implica ol a puru
todos los posibles valores de @" puede leerse "todos los predicadc¡s de , ,o. hemos oído descansa evident.emente en que componemos el
predicados de a" . Esto establece una oración acerca de x, pero no atribuye a x 'ts sentido de una oración a partir de partes que corresponden
un predicado en el sentido especial que se acaba de definir". En el contexto ru las palabras. Si encontramos la misrna palabra -digamos,
de la discusión, Russell llama "predicado" a cualquier función de primer ni- l!

por ejemplo, "Etna"- en dos oraciones distintas, reconocemos


vel @i. El acento circunflejo encima d.e una variable en una fórmula abierta
indica en Russell que estamos ante una función proposicional, mientras que r¡ue los pensamientos correspondientes tienen algo en común,
el signo de admiración tras la variable funcionil inaica que la función es que corresponde a la palabra en cuestión. Sin esto, el lengua-
predicativa. [N. del t.] je en sentido propio sería imposible. Podríamos ciertamente
I En inglés en el original: "first-order function',. convenir que ciertos signos debieran expresar ciertos pensa-
[N. del t.]
318 CARTA DE FREGE A JOURDAIN { C]ART;\ DE FREGE A JOURDAIN 319

mientos, como las señales del ferrocarril ("1a vía está libre"); crorresponde al nombre 'Afla" como parte del pensamiento
pero de este modo quedaríamos constreñidos a un ámbito muy fuera la referencia del nombre, es decir, el propio monte Afla,
estrecho y no podríamos formar una oración completamente cn tal caso en ambos pensamientos sería lo misnlo. L,l pensa-
nueva, una que fuera comprensible para otro, aunque no se miento expresaclo por la oración "El Ateb es el Afla" tendría
haya adoptado con antelación una convención para este caso. que coincidir entonces con el pensamiento expresado por la
Ahora bien, esta parte del pensamiento que corresponde al <lración "El Ateb es el Ateb", lo cual dista de ser el caso. Lo
nombre "Etna" no puede Ser el propio monte Etna, es decir, que corresponde al nombre 'Ateb" como parte del pensamien-
no puede ser la referencia lBedeutung] de este nombre. Si así to tiene, por tanto, que ser diferente de 1o que corresponde al
fuera, cada trozo de lava solidificada que fuera parte del mon- nombre 'Afla" corno parte del pensamiento. Esto de nineún
te Etna sería parte del pensamiento de que el Etna es más alto modo puede ser la referencia, que en el caso de estos dos n«¡m-
que el Vesubio. Y me parece absurda la idea de que trozos de bres es la misma, sino que debe ser algo que, en ambos casos,
lavay, en particular, trozos de lava de los que no tengo conoci- cs distinto y, conforme a esto, digo que el sentido lSinnl del
miento alguno, hubiesen de formar parte de mi pensamiento. nornbre'Ateb" es difbrente del sentido del nombre "Afla". I)el
En consecuencia, dos cosas me parecen necesarias: (1) la refe- rnismo modo, el sentido de 1¿r oración "EI Ateb mide al menos
5 000 metros" también difiere del sentid<¡ de la oración "El Afla
rencia fBetleutung] del nombre que es aquello acerca de lo que
se dice algo; y (2) el sentido lSinn) del nombre que es parte del
rnide al menos 5 000 metros". El que toma por verdadera a esta
pensamiento lGedanke]. Sin la referencia podríamos tener efec- última oración no necesita tomar por verdadera a la primera.
tivamente un pensamiento, pero un pensamiento propio de un Un mismo objeto puede ser determinado de varias rlaneras
mito o de una creación literaria, no un pensamiento que pu- y cacla una de estas Inaneras puede dar lugar a un nombre
diera avarrzar el conocimiento científico. Por otl'a parte, sin el clitbrente, en cuyo caso estos nombres diferentes tendrán sen-
t,iclos diferentes; pues no resulta evidente en sí mismo que se
sentido no tendríamos ningúrr pensamiento y, por tanto, nada
que pudiérarnos reconocer como verdadero.
trate del mismo objeto determinado de maneras distintas. En
l¿r astronornía se d¿rn casos semejanf-es con los planetoides y
Además, hay que añadir lo siguiente. Supongamos que un
los cornetas. Si el sentido de un nombre fuese algo subjeti-
explorador divisa en el horizonte septentrional de una tierra
inexplorada una alta montaña nevada. Pregunt-ando a la gen- vo, t.ambién debería serlo el sentido de la oración en la que
figura ese nombre, cclmo lo sería también el pensamiento. Y
te del lugar, llega a saber que la montaña en cuestión se lla-
ma "Afla". Supongamos que ve la cima desde diversos puntos,
l cl pensamiento que uno asocia con la oración sería diferente
¡i
clcl pensamiento que otro asocia con ella; un común acervo de
determina su posición 1o más exactamente posible, la coloca
en un mapa y anota en su diario: "El Afla mide al menos Jrensamientos, una ciencia común sería imposible. Sería impo-
sible que hubiera una contradicción entre lo que dice uno y
5 000 metros". Otro explorador divisa una alta montaña ne-
Io que dice el otro, pues no estarían expresando los mismos
vada en el horizonte meridional y se entera de que se llama
'Ateb". Luego, incluye este nombre en su mapa. Un estudio ¡rensamientos, sino cada uno el suyo propio.
Por estas razones creo que el sentido de un nombre no es
comparativo realizado con posterioridad permite concluir que
rtluo subjetivo [aquí está tachado: en la vida mental de un su-
los dos exploradores vieron la misma montaña. El contenido
de la oración "El Ateb es el Afla" no es en mod'o alguno una ict-o] y, consecuentemente, que no pertenece a la psicología, y
r¡ue además es indispensable.
simple consecuencia del principio de identidad, sino que en-
cierra un valioso descubrimiento geográfico. Lo expresado en
la oración "El Ateb es el Afla" no es en absoluto lo mismo
que el contenido de la oración "El Ateb es el Ateb". Si 1o que
EL PENSAMIENTO.-
UNA INVESTIGACIÓN LÓGICA
llerg/ 1et el

como la palabra "bello" señala su dirección a la estética y


"bueno" a la ética, así "verdadero" señala su dirección a la lógi-
ca. E,s cierto que todas las ciencias tienen la verdad como fin,
pero la lósica se ocupa de ella de un modo totalmente diferen-
te. se comporta respecto de la verdad casi del misrno modo
conro la física respecto del peso o del calor. Descubrir verda-
des es tarea de todas las ciencias: a la lógica le corresponde
reconocer las leyes de lo verdadero. La palabra "lry" es usada
en un senticlo doble. Cuando hablamos de leyes morales o de
leyes del Estado, nos referimos a prescripciones que d,eben ser
observadas, pero con las cuales los hechos no siempre concuer-
dan. Las leyes naturales son lo general del acontecer natural,
a las que éste se adecua siempre. Es más bien en este segund.o
sentido que hablo de leyes de lo verdadero. Claro está que no
se trata aquí de lo que acontece, sino de Io que es. Ahora bien,
de las leyes de lo verdadero resultan prescripciones para tener
algo por verdadero, para pensar, juzgar, inferir. Seguramente
*Título original: "Der Gedanke"; publicado en los Beitrrige
zur Philosophie
de.s deutschen ldealismus, vol. t, 1918-191g, pp. 58-77. Frege tuvo la intención
de publicar este texto-junto con otros dos, "Die Verneinuns" ["f,a negación"] y
"Gedankengefüge" ["Composición de pensamientos"] en un tratado cle lógica
filosófica que no alcanzó a ver la luz y cuyo título habría de ser Logische
Untetsuchun gen. lN. del t.]
Traducción de carlos Pereda, publicada en Margarita M. valdés (comp.),
Pen.samien,to y lenguaje. Problemas en la atribución de actitudes proposicionalcs,
Instituto de Investigaciones Filosóficas-uNAM, 1996, pp. 23-48, revisada para
el presente volumen.
322 E,L PENSAMIENT'O EL T'ENSAMIT]N'I'O 323

también es posible hablar en ese sentido de leyes del pensa- d.e arte o de una sensibilidad verdadera. Isuahncntc, la pala-
miento. Pero entonces se corre el peligro de mezclar cosas difb- bra "verdadero" suele anteponerse a otra pirlabru pirrir indicar
rentes. Quizás se entiendan las palabras "ley del pensamiento" que ésta ha de entenderse en su sentido propicl, no ztdtrltcr'¿rdo.
de manera semejante a "ley natural", aluclienclo con ello a los También este uso queda fuera del camino aquí sestrirl«r, pues
rasgos generales en el acontecer mental del pensamiento. En aquí se trata de aquella verdad cuyo conocimient<l se lc asisna
este sentido una ley del pensamiento sería una ley psicológica. a la ciencia como meta.
Y así, se poclría llegar a creer que la lógica trata del proceso Lingüísticamente la palabra "verdadero" parece ser- ulru pu-
mental clel pensamiento y de las leyes psicol<igicas conforme labra para una propiedad. De allí que deseemos delimit¿rr- rnhs
a las cuales éste se procluce. Pero con ello se comprendería estrictamente el campo en el que la verdad puede prcrlit:ar-
rlal la tarea de la lógica, pues de esta manera no se le da a se, donde entra en consideración. Se afirma la verdad rlc inr¿i-
la verd¿rcl el lugar que le c()rresponde en la lógica. El error y la genes, representaciones, oraciones y pensamientos. I-,I¿rnr¿r l:r
superstición tienen sus caus¿ls, tanto colno el conocimiento co- atención que aparezcar' aquí cosas visibles y audibles junto con
rrecto. Considerar verdadero lo falso y considerar verdaderct cosas que no pueden ser percibidas por los sentidos. Esto indi-
lo verdadero, irmbas cosas, se realizart de actterd«t con leyes ca que se han producido desplazamientos del significado. Eféc-
psicol<igicas. Una derivación a partir de leyes psicol«igicas y tivamente. iEs una imagen, como simple objeto visible o tan-
una explicación de un proceso mental que conduce a tener gible, propiamente verdadera, en tanto que una piedra o una
algcl por verdadero, nunca pueden reemplazar una prueba de hoja no lo son? Ls evidente que no llamaríamos vercladera a la
aquell<l que st: tiene por verdadero. iAcaso no pueclen haber imagen si no contuviera una intención. La imagen tiene la in-
intervenido también las leyes lógicas en ese proceso mc'ntal? tención de representar algo. Una representación no es llamada
No quiero ncgarlo; pero cuando se trata de la verdad, la sola verdadera en sí misma, sino sól«l en relación con una intención:
posibilidad no puede bastar. También es posible que algo no la de que corresponda a algo. SegÍrn esto, puede suponerse
lóeico h.,yu intcrveniclo y nos haya apar-tado de l¿r verd¿rd. Sólo que la verdad consiste en la correspondencia entre una imagen
después de que hayirmos reconocido las leyes de 1o verdadercr y aquello de 1<¡ que es imagen. Una correspondencia es una
pcldrernos clecidir esto; pero entonces, una vez que podamos relación. Pero ello contradice el uso de la palabra "verdadero"
clecidir si está.justificarclo ese tener por verdadet'o en el que que no es una palabra de relación y no contiene indicación
desernboc¿r el proces() rnental, podremos prescitrdir probable- alguna de otra cosa con la cual algo haya de corresponder. Si
mente de la derivación y de lzr expliczrción del proceso rnental. no sé que una imagen se propone representar la catedral de
Para evitar el rnalentendid<> y evitarr que se borre la frontera Colonia, tampoco sé con qué debo comparar la imagen para
entre la psicolclgía y la lósic¿r, ¿r est¿r últirn¿t le asigno la tarea de decidir acerca de su verdad. Además, una correspondencia
enc«¡ntrar las leyes de lo verdadero, no las de tonlar algo por sólo puede ser perfecta cuando los objetos correspondientes
vercladero o las de pensar" El significadcl de la palabra "\'erdad" coinciden; es decir, cuando no son cosas cliferentes. Se podría
se revela en las leyes de lo verdadero. probar la autenticidad de un billete de banco tratando de su-
Ahora intent¿rré bosquejar, a grandcs rasg<;s, aquello que en perponerlo estereoscópicamente a uno auténtico. Pero sería ri-
este contexto llamo verdadero. I)e esta manera pueden descar- dículo intentar superponer estereoscópicamente una moneda
tarse los usos de la palabra que no vienen al caso. No se la usa de oro a un billete de veinte marcos. Sólo sería posible super-
aquí en el sentido de "sincero" o "veraz"; tampoco en el senticlo poner exactamente una representación y una cosa si la cosa
(lue se le da ctrando se tratan cuestiones de arte, cuando, por fuera también una representación. Pero entonces, si la prime-
ejemplo, se habla de la verdad en el arte, cuando la verdad se ra correspondiera perfectamente con la segunda, ambas coin-
declara meta del arte, cuando se habla cle la verdad de una obra cidirían. Y eso es justamente lo que no se quiere cuando se
324 EL PENSAMIENTO EL PENSAMIENTO 325

define [a verdad como la correspondencia de una representa- Sin querer dar una definición, llamo pensamiento a aquello
ción con algo real. Para ello es precisamente esencial que 1o rcspecto de lo cual se plantea la cuestión de la verdad. Por
real sea diterente de la representación. Pero, entonces, no hay lo tanto, incluyo lo que es falso entre los pensamientos, así
correspondencia perfecta, no hay verdad perfecta. Nada sería ('()mo lo que es verdadero.l Así, puedo decir: el pensamiento
verdadero, pues lo que es verdadero a medias, no es verdade- t:s el sentido de una oración, sin querer afirmar con ell<¡ que el
ro. La verdad no admite un más o menos. iO acaso sí? iNo sentido de toda oración sea un pensamiento. El pensamiento,
se podría establecer que hay verdad cuando se da la corres- t'n sí imperceptible, se viste con el ropaje sensible de la oración
pondencia en algún respecto? iPero en cuál? iQué deberíamos y se nos vuelve más asible. Decimos que la oración expresa un
hacer para decidir si algo es verdadero? Deberíamos indagar ¡rensamiento.
si es verdad, por ejemplo, que una representación y algo real El pensamiento es algo imperceptible, y todos los objetos
se corresponden en ese respecto establecido. Y con ello esta- perceptibles deben ser excluidos del dominio en el que se plan-
ríamos de nuevo frente a una pregunta similar, y el juego re- tea la cuestión de la verdad. La verdad no es una propiedad
comenzaría una vez más. De modo que fracasa el intento de (lue corresponda a una clase especial de impresiones sensibles.
explicar la verdad como correspondencia. Y fracasa también Se diferencia, pues, marcadamente de propiedades como las
cualquier otro intento de definir la verdad. Pues en una defini *t <1ue designamos con las palabras "rojo", "amargo", "aromáti-
ción se proponen determinadas características, y al aplicarla a á
co". Pero, ino acaso vemos que ha salido el Sol?, y ino vemos
§§
un caso determinado se plantearía nuevamente la cuestión de n también con ello que eso es verdad? Que ha salido el Sol no es
si es verdad que están presentes esas características. Y así nos fi
un objeto que emite rayos que llegan hasta mis ojos, no es un
moveríamos constantemente en círculo. Según esto, parecería ?
É
§
objeto visible como el Sol mismo. Qr" ha salido el Sol es re-
que el contenido de la palabra "verdadero" es totalmente sin- conocido como verdadero mediante ciertas impresiones sensi-
§
gular e indefinible. *ü bles. Sin embargo, ser verdadero no es una propiedad percep-
Cuando se afirma la verdad de una imagen no se quiere afir- sa tible por los sentidos. Qr. un objeto sea magnético también
mar una propiedad que le pertenezca a esa imagen indepen- il
f es reconocido por medio de impresiones sensibles, si bien a
clientemente de otros objetos, sino que se tiene presente otra :i

esta propiedad, como a Ia verdad, no le corresponde una clase


cosa diferente y se quiere decir que la imagen corresponde a
especial de impresiones sensibles. Hasta aquí concuerdan estas
dicha cosa. "Mi representación corresponde a la catedral de
propiedades. Sin embargo, las impresiones son necesarias para
Colonia" es una oración, y ahora se tr-ata de la verdad de esa ff
* reconocer que un cuerpo es magnético. Por el contrario, si en-
É
oración. De modo que lo que tal vez abusivamente llamamos
cuentro verdadero que en este momento no huelo nada, no lo
la verdad de imágenes y representaciones se reduce a la ver- &
a hago por medio de impresiones sensibles.
dad de oraci<¡nes. iA qué llamamos oración? A una sucesión a
ll

de sonidos, pero sólo cuando tiene un sentido, con 1o cual '{


I De modo similar se ha dicho, por ejemplo, "unjuicio es algo que es o ver-
no está dicho que toda sucesión de sonidos con sentido sea *
'.t
g dadero o falso". LJso, en efecto, la palabra "pensamiento" aproximadamente
una oración. Y cuando decimos que una oración es verdadera en el sentido que tiene 'Juicio" en los escritos de los lógicos. Espero que, en
nos referimos a su sentido. Así, aquello respecto de 1o cual se { lo que sigue, se comprenda por qué prefiero "pensamiento". Se ha criticado
plantea de algún modo la cuestión de la verdad, resulta ser el esta explicación diciendo que en ella estaría implícita una clasificación de
:
los juicios en verdaderos y falsos, lo cual sería la menos importante de entre
sentido de la oración. Pero, ies acaso el sentido de una oración
todas las clasificaciones posibles de losjuicios. No puedo considerar como un
una representación? Sea como sea, la verdad no consiste en la l
J
defecto lógico que junto con la explicación se dé una clasificación. En cuanto
correspondencia de ese sentido con otra cosa, de lo contrario a la importancia, no será tan menospreciable si, como decíamos, la palabra
á
la pregunta por lo verdadero se repetiría hasta el infinito. "verdadero" señala su dirección a la lógica.
326 EL PENSAMIENTO EL PENSAMIEI{'TO 327

Hay que pensar, sin embargo, que no podemos reconocer en ello, las palabras interrogativas quedan aquí fuera de conside-
un objeto ninguna propiedad sin que a lavez tengamos por ver- ración. Es diferente el caso de las oraciones interrogativas en el
dadero el pensamiento de que ese objeto posee esa propiedad. que esperamos un "sí" o un "no". La respuesta "sí" dice tanto
De modo que a toda propiedad de un objeto está unida una como una oración afirmativa, pues en ella se propone como
propiedad de un pensamiento: la de la verdad. Huy que con- verdadero el pensamiento ya conteniclo en la oración interro-
siderar también que la oración "huelo un aroma de violetas" gativa. Se puede formular, entonces, una oración interrogativa
tendrá el mismo sentido que la oración o'es verdad que huelo para cada oración afirmativa. Por esta razón no podemos con-
un aroma de violetas". Y no parece habérsele agregado nada a siderar que una exclamación sea información, ya que no es
ese pensamiento por el hecho de habérsele añadido la propie- posible formular la oración interrogativa correspondiente. La
dad de verdad. Y sin embargo: ino es un gran logro cuando, oración interrogativa y la oración afirmativa contienen el mis-
después de una larga vacilación y de fatigosas búsquedas, el mo pensamiento, pero la oración afir-mativa contiene algo rnás:
investigador puede decir: "lo que yo suponía es verdadero"? El precisamente la afirmación. También la oración interrogativa
significado de la palabra verdadero parece ser muy singular. contiene algo más: una petición. En una oración afirmativahay
iNo estaremos, por 1o demás, frente a algo que en el sentido que distinguir, entonces, dos cosas: el contenido, que tiene en
ordinario no puede ser llamado propiedad? A pesar de esta comúrn con la oración interrogat.iva, y la afirmación. Aquél es
duda, me seguiré expresandg aquí según el uso lingüístico co- el pensarniento o, por- lo menos, contiene el pensamiento. De
mún como si la verdad fuese una propiedad, hasta encontrar modo que es posible expresar un pensamiento sin proponerlo
algo más acertado. corno verdadero. Estos d<¡s elementos están tan unidos en el
A fin de distinguir con mayor precisión l«t que llamo pensa- caso de la oración afirmativa, que la distinción resulta difícil
rniento, distinguiré varias clases de oraciones.Z A una oración de ver. Así, pues, distinguimos:
imperativa no se le ha de negar un sentido, pero ese sentido
no es tal que surja con respecto a él la cuestión de la verdad. 1) El captar un pensamiento -el pensar,
Por escl no llamaré pensamiento al sentido de una oración im- 2) El reconocimient.o de Ia verdad de un pensamiento -el
perativa. Hay que excluir también las desiderativas y las que juzgar,3
expresan una petición. Pueden entrar en consideración las ora- 3) La manifestación de ese juicio -el afirmar.
ciones en las que comunicamos o afirmamos algo. Pero no in-
cluyo las exclamaciones en las que se desahogan sentimientos, Cuando formulamos una oración interrogativa ya hemos lle-
ni gemidos, ni suspiros o risas, a no ser que estén destinados a vado a cabo el primer acto. Un progreso en la ciencia ocurre
comunicar algo en virtud de alguna convención previa. Pero, generalmente de tal manera que, primeramente, se capta un
iqué ocurre con las oraciones interrogativas?* Con una palabra pensamiento tal como se lo podría expresar en una oración
interrogativa emitimos una oración incompleta, la cual sólo ad- interrogativa. Después de ello, una vez realizadas las investi-
quirirá verdadero sentido con la respuesta que exigimos. Por 3 Me
parece que hasta ah«rr¿r no se ha dif'erenciado lo suficiente entre pen-
2 La palabra "oración" no la cmpleo aquí en el sentido de la gramática, que sarniento y juicio. T¿rl vez el lengua-je incluce a ello. En la oración afirmativa
también rec()noce oraciones subordinadas. Éstas, tomadas separadantente, no no tenemos ninguna parte especial que corresponda a lo afirmado, sino que
siempre tienen un senticlo con respecto al cual se plantee la cuestión de la el hecho de afirmar reside en la forma afirmativa de la oración. En alemán
verdad, mientras que sí lo tiene la oración compleja de la cual forman parte. se tiene la ventaja de que la oración principal y la oración suborclinada se
* Por "oración interrogativa" traduzco dos términos
del original,
"Frage- diferencian por el orden de sus palabras. Pero, a ese respecto hay que consi-
satz" y "Satzfrage", que I'rege usa en este pasaje indistintamente. La diferencia derar que también una oración subordinada puede tener una afirmación, y
que interesa es la que existe entre estos clos términos y el término "Wortfrage" que, con frecuencia, ni la principal ni la subordinada por sí solas, sino sólo la
que se traduce como "palabra interrogativa". [N. del t.] articulación de ambas, expresa un pensamiento completo.
328 EL PENSAMIENTO EL PENSAMIENTO 329

gaciones apropiadas, se reconoce que ese pensamiento es ver- cvitar, aun para quienes ven en ello un peligro. Cuando de lo
dadero. En la forma de la oración afirmativa expresamos el (lue se trata es de aproximarse por vía de la insinuación a 1o
reconocimiento de la verdad. Para ello no se necesita la pala- (lue es inasible para el pensamiento, entonces hallan esos com-
bra "verdadero". Y aun cuando Ia usemos, la fuerza asertiva ponentes su totaljustificación. Cuanto más risurosamente cien-
no reside en ella, sino en la forma afirmativa de la oración. tífica sea una exposición menos notoria será la nacionalidad
Cuando ésta pierde su fuerza asertiva, la palabra "verdadero" del autor y más fácilmente traducible el texto. Por el contrario,
no puede reintegrársela. Esto último ocurre cuando no habla- los componentes del lenguuj" u que me estoy refiriendo ha-
mos en serio. Así como el trueno en el teatro es sólo un trueno cen nluy difícil la traducción de la poesía, e incluso hacen casi
aparente y el combate teatral sólo un combate aparente, así siempre imposible una traducción perfecta. Pues los idiomas
también la afirmación teatral es sólo una afirmación aparente. se diferencian.justo en aquello en 1o que en gran parte radica
Es sólo un juego, sólo poesía. El actor, cuando desempeña su el valor poético.
papel, no afirma, tampoco miente, aun cuando diga algo de o'corcel" "rocín" 'Jamel-
Que yo use la palabra "caballo" o o o
cuya falsedad esté convencido. En la poesía se da el caso de uo", no produce ninguna diferencia respecto del pensamiento.
que se expresan pensamientos sin que sean propuestos como La fuerza asertiva no se extiende hasta aquello que hace di-
verdaderos, a pesar de la forma afirmativa de la oración; aun- ferentes estas palabras. Lo que en un poema puede llamarse
que el poema puede incitar al oyente a emitir un juicio apro- atmósfera, estado de ánimo, luminosidad, lo que se expresa
batorio. Entonces, incluso en el caso de que algo se presente mediante el tono y e[ ritmo, no pertenece al pensamiento.
en la forma de una oración afirmativa, tiray que preguntarse En el lenguaje hay muchos recursos para facilitar Ia com-
si realmente contiene una afirmación. Y esa pregunta habrá prensión al oyentei por ejemplo, realzar una parte de la oración
de contestarse negativamente si falta la seriedad necesaria. No por medio de la entonación o del orden de las palabras. Piénse-
tiene importancia si allí se usa la palabra "verdadero". Así se se en palabras como "aún" o "yu" . Con la oración 'Alfredo aún
explica que nada, al parecer, se le agrega al pensamiento al no ha llegado" se dice propiamente 'Alfredo no ha lleeado" y
atribuirle la propiedad de verdad. se insinúa, además, que se espera su llegada; pero solamente se
Una oración afirmativa contiene frecuentemente, además de insinúa. No se puede decir que el sentido de la oración sea falso
un pensamiento y una afirmación, un tercer elemento que va porque no se espere la llegada de Alfredo. La palabra "pero"
más allá de la afirmación. Este elemento actíra, no pocas veces, se diferencia de "y" que con ella se insinúa que 1o que sigue
sobre el sentimiento, sobre el estado de ánimo del oyente, o "r
está en oposición a aquello que hace esperar lo que la precede.
bien estimula su imaginación. Expresiones como "desgracia- Estas indicaciones en el habla no producen ninguna diferen-
damente", "afortunadamente", sirven para tal propósito. Esos cia en el pensamiento. Una oración puede ser transformada
componentes de la oración son muy frecuentes en la poesía, de modo que el verbo pase de la voz activa a la pasiva y que
pero no están del todo ausentes en la prosa. En las exposicio- el objeto directo se convierta en el sujeto. También se puede
nes matemáticas, físicas o químicas son más escasas que en las hacer de un objeto indirecto un sujeto y reemplazar al mismo
históricas. Las llamadas ciencias del espíritu están más cerca tiempo el verbo "dar" por "recibir". Es cierto que tales trans-
de la poesía, pero por ello mismo son también menos científi- formaciones pueden ser relevantes en otros respectos, pero no
cas que las ciencias estrictas, que son tanto más estrictas cuanto afectan al pensamiento, no afectan a nada que sea verdadero o
más austeras; pues la ciencia estricta se dirige a la verdad y sólo falso. Si se reconociera como una cuestión universal el carácter
a la verdad. Por lo tanto, todos los componentes de la oración inadmisible de esas transformaciones, toda investigación lógica
que están más allá de la fuerza asertiva de ésta no pertenecen profunda se vería impedida. Es tan importante desdeñar distin-
a la exposición científica. Son, sin embargo, a veces difíciles de ciones que no afectan lo primordial, como hacer distinciones
330 EL PENSAMIENTO E,L PENSAMIEN'I'O 331

que atañen a Io esencial. Pero lo que es esencial depende de Ahora bien, iexpresa esta oración el mismo pensamiento que
la flnalidad que se tenga. A quien se ocupa de la belleza del el Dr. Lauben había pronunciado? Supongamos que Rudolf
lenguaje puede parecerle importante lo que al lógico le es in- l-insens estaba presente cuando el Dr. Lauben habló, y aho-
diferente. ra oye lo que cuenta L,eo Peter. Si el Dr. Lauben y Leo Peter
Así, el contenido cle una oración frecuentemente sobrepasa han expresado el mismo pensamiento, entonces Rudolf Lin-
el pensamiento expresado en ella. Pero también ocurre con sens -que domina perféctamente la lengua y se acuerda de
frecuencia lo contrario: que el texto mismo que puede f{arse lo que el Dr. Lauben dljo en su presencia- tiene que recono-
mediante la escritura o el fonógrafo, no baste para la expresión cer ahora inmediatamente, por el informe de Leo Peter, que
del pensamiento. El tiempo presente se usa de dos maneras: está hablando de lo mismo. Pero, cuando se trata de nombres
una, para dar una indicación de tiempo; otra, para suprimir propios, el manejo de la lengua es un asunto delicado. Podría
toda limitación temporal cuando la atemporalidad o et.ernidad fácilmente clcurrir que sólo unos pocos relacionaran la frase "el
son componentes del pensamiento. Piénsese, por e'jemplo, en Dr. I-auben ha sido herido" con un pensamiento determinado.
las leyes de la matemática. De cuál de los dos casos se trate, es E,n ese caso, una comprensión total exige el conocimiento de
algo que no se expresa, sino que tiene que ser adivinado. Cuan- los vr¡cablos "el Dr. Gustav Lauben". Si tanto Leo Peter como
do se quiere dar una indicación de tiempo con el presente, Rudc¡lf Linqens identifican al Dr. Lauben corno el médico que
tenemos que saber cuándo fue emitida la oración para poder' vive en una casa que ambos conocen, donde no vive ningún
captar correctamente el pensamiento. L,n ese caso, el momento otro médico, entonces, los d<¡s entienden del mismo modo la
en que se hace la ernisión es parte de la expresión del pensa- oración "el f)r. Gust¿rv Lauben ha sido herido", la asocian con
miento. Si alsuien quiere decir hoy lo mismo que expresó ayer el mismo pensarniento. Pero también es posible que Rudolf
usando la palabra o'};,oy", reemplazará esta palabra por "ayer". Lingens no conozca personalmente al Dr. Lauben y no sepa
Aunque el pensamiento es el mismo, su expresión lingüística que es justamente el Dr. Lauben quien dijo: "yo he sido heri-
tiene que ser diferente para poder evitar el cambio de sentido do". En ese caso Rudolf Linsens puede no saber que se tra-
que se produciría debido a la diferencia del tiempo en que se t.a del misnro asunto. Digo, por 1o tanto, respecto de esto: el
emite. Lo mismo se aplica apalabras como "aquí", "allá". En pensamiento expresado por l-eo Peter no es el misnro que el
todos estos casos no es el texto, tal como se lo podría conser- pronunciado por el Dr. Lauben.
var por escrito, la expresión completa del pensamiento, sino Sigarnos suponienclo que Herbert Garner sabe que el doctor
que para su correcta captación se necesita también del conoci- [-¿ruben nirció el 13 cle septiernbre de 1875 en N.N., y que estos
miento de ciertas circunstancias que acompañan a la emisión y clatos no se aplican a naclie más. Sin embargo, no sabe ni dón-
que son utilizadas en ella como un medio para la expresión del de vive actualmente el Dr. Lauben, ni ninguna otra cosa más
pensamiento. En el mismo orden de cosas pueden entrar los acel-ca de é1. Leo Peter, por su parte, no sabe que el Dr. Gustav
señalamientos con el dedo, los ademanes, las miradas. Un mis- Lauben nació el 13 de septiembre de 1875 en N.N. Entonces,
mo texto que contenga la palabru'oyr" puede expresar, en boca en 1o que respecta al nombre propio "Dr. Gustav f,auben", Her-
de diferentes personas, diferentes pensarnientos; de ellos, unos bert Carnel-y Leo Peter no hablan el misrno lenguaje, aunque
pueden ser verdaderos y otros falsos. c<¡n este nombre se refieren efectivamente a la misma persona,
La figuración de la palabra "yo" en una oración da lugar a pues no saben que lo hacen. Herbert Garner no asocia: pues,
nuevas consideraciones. con la oración "el Dr. Lauben ha sido heridr¡" el mismo pensa-
Considérese, pues, el siguiente caso. El Dr. Gustav Lauben miento que Leo Peter quiere expresar con ella. Para evitar el
dice: "yo he sido herido". Leo Peter oye esto ), después de inconveniente de que Herbert Garner;, Leo Peter no hablen el
algunos días, cuenta: "el Dr. Gustav Lauben ha sido herido". mismo lenguaje, voy a suponer que Leo Peter emplea el nom-
332 EL I'E,NSAMIENTO EL PENSAMIEN'[O 333

bre propio?? "Dr. Lauben", en tanto que Herbert Garner usa Pero aquí se impone una consideración. iEs, en efbcto, el
el nombre propio "Gustav Lauben". Así, es posible que Her- rnismo pensamiento el que pronuncia primero aquella persona
bert Garner considere verdadero el sentido de la oración: "el y ahora ésta? El hombre que no ha sido tocado aún por la
Dr. Lauben ha sido herido" y que, en cambio, confundido por ñlosofía conoce inmediatamente cosas que puede ver y t()car,
noticias falsas, tenga por falso el sentido de la oración "Gustav cosas, en suma, que puede percibir con los sentid«rs, tales como
Lauben ha sido herido". Según estas suposiciones los pensa- árboles, piedras y casas; y está convencido de que otr() honrbre
mientos son, pues, diferentes. puede igualmente ver y tocar el mismo árbol, la misma pit:clra,
De acuerdo con 1o anterior, en un nombre propio importa que él ve y toca. Es evidente que un pensamiento no pertenecc
c<imo se presenta lo designado mediante é1. Esto puede ocu- a esta clase de cosas. Pero, a pesar de ello, ipuede, com() un
rrir de diferentes maneras, y a cada una de ellas corresponde árbol, presentarse a los hombres como el mismo?
un sentido especial de la oración que cont.iene el nombre pro- Incluso el hombre no filosótlco se ve obligado a reconocer
pio. Los cliferentes pensamientos concuerdan, por cierto, en su un mundo interior difbrente del mundo exterior, un rnuncl«r
valor de verdad; es decir, si uno de ellos es verdadero, todos de impresiones sensibles, de creaciones de su imaginaciírn, de
son verdaderos, y si uno de ellos es falso, todos lo son. No sensaciones, de sentimientos y estados de ánimo, un mundo
obstante, huy que reconocer su diversidad. En rigor, hay que de inclinaciones, deseos y decisiones. Para usar una expresirin
estipular que en cada nombre propio haya una sola manera de breve, resumiré todo esto las decisiones- con la
-exceptuando
presentación de 1o designado. A menudo es poco importante palabra " representación" lVorsteltung].
que se cumpla o no esta exigencia, pero no siempre. Ahora bien, ipertenecen los pensamientos a este munclo in-
Ahora bien, cada Llno se presenta a sí rnismo de una manerzr terior? ison representaciones? Es evidente que no son deci-
particular y originaria, como no se presenta a ningún otro. Por siones.
eso, cuando el Dr. Lauben piensa que ha sido herido, posible- iEn qué se diferencian las representaciones, por un lado, de
mente 1o hace sobre la base de esa manera originaria en la qtre los objetos del mundo exterior, por el otro?
él se presenta a sí mismo. Y el pensamiento así determinado En primer lugar: Las representaciones no se pueden ver, ni
sólo lo puede captar é1, el Dr. Lauben. Sin embargo, é1 puede tocar, ni ole¡ ni gustar, ni oír.
querer comunicar algo a los demás. Y no puede comunicar un Doy un paseo con un acompañante. Veo un prado verde;
pensamiento que sólo é1 pueda captar. Por lo tanto, cuando tengo una impresión visual de lo verde. La tengo, pero no
dice: "yo he sido herido", tiene que Lrsar ese "yo" en un sentido la veo.
que sea susceptible de ser captado también por los demás, por En segundo lugar: las representaciones se tienen. se tienen
ejemplo, en el sentido de "el que en este momento les habla", sensaciones, sentirnientos, estados de ánimo, inclinaciones, de-
con lo cual se sirve de las circunstancias concomitantes de su seos. Una representación qlle alguien tiene pertenece al conte-
emisión para la expresión del pensamiento.4 nido de su conciencia.
El prado y las ranas en é1, el Sol que lo ilumina, están allí,
{ No estoy aquí en la afortunada situación de un rnineralogista que muestra
igual si los miro que si no; pero la impresión sensibte que yo
a sus oyentes un cristal de roca. No puedo ponerles a mis lectores un pensa-
tengo de lo verde existe sólo a través de rní; yo soy su portador.
rniento en las rnanos para que lo observen con todo el detenirniento desde
todos sus ángulos. Debo contentarrne con ofrecer al lector el pensamient«.r, Nos parece absurdo que un dolor, un estado de ánimo, un de-
en sí imperceptible, envuelto en una forma lingüística perceptible. En esta seo anden independientemente por el mundo, sin tener un
tarea, el aspecto figurativo del lenguaje crea dificultades. Lo perceptible se
inmiscuye constantemente haciendo a la expresión figurativa y, con ello, im- a ocuparme más de é1, aunque ésa no sea propiamente mi tarea. Espero haber
propia. De este modo, se origina una lucha con el lenguaje, y me veo obligado conseguido aclarar a mis lectores lo que quiero llamar pensamiento.
334 EL PENSAMTENTO EL PEI§SAMIENTO 335

portador. [Jna sensación es imposible sin alguien que la ex- Í


+
las propias. Corto la fresa, la tengo entre mis dedos. Ahora la
perimente. El mundo interior presupone a alguien de quien él f
:
ve también mi acompañante: la misma fresa. Pero cada uno de
es mundo interior. '
nosotros tiene su propia representación. Nadie más tiene mi
En tercer lugar: las represent.aciones necesitan un portador. representación, pero muchos pueden ver la misma cosa. Nadie
$
Los objetos del mundo exterior son, por el contrario, indepen- l
rnás tiene mi dolor. Alguien puede compadecerse de mí, pero
dientes. aun así mi dolor me pertenece siempre a mí y su compasión a
Mi acompañante y yo estamos coltvencidos de que los dos é1. Él no tiene mi dolor y yo no tengo su sentimiento de com-
vemos el rnismo prado; pero cada uno de nosotros tiene una + pasión.
if
particular impresión sensible de lo verde. Diviso una fresa en- t En cuarto lugar: cada representación tiene un solo portador;
tre las hojas verdes. Mi acompañante no la puede encontrar, * clos personas no tienen la misma representación.
es daltónico. La impresión de color que él obtiene de la fresa * Si lo anterior no fuera así, la representación tendría existen-
f
no se diferencia notablemente cle la que obtiene de sus ho- cia independiente de este hombre e independiente de aquéI.
jas. iMi acompañante ve roja la hoja verde o acaso ve verde la i:
.:l
iEs aquel tilo mi representación? Al usar en esta pregunta la
fresa,roja? iO acaso ve ambas cle un color desconocido para cxpresión "aquel tilo", en rigor me estoy adelantando a la res-
mí? Estas son preguntas sin respuesta o, más bien, preguntas ¡ruesta, pues con esa expresión quiero señalar algo que veo y
sin sentido. Pues cuando la palabra "rojo" no se propone in- «1ue también otros pueden contemplar y tocar. Hay dos posibi-
dicar una propiedad de los objetos, sino caracterizar impresio- lidades. Si he logrado mi propósito, si con Ia expresión "aquel
nes sensibles pertenecientes a mi conciencia, ent.onces, es sólo tilo" me refiero a algo, entonces el pensamiento expresado en
aplicable en el campo de mi conciencia, ya que es imposible la oración "aquel tilo es mi representación" tiene, sin duda,
comparar rni impresión sensible con la de otro. Para ello sería (lue ser negado. Pero si no he alcanzado mi propósito, si pre-
necesario unir en una tnistna conciencia una impresión sensi- tcndo ver sin ver realmente, si, en consecuencia, la referencia
ble perteneciente a una conciencia y una impresión sensible «le "aquel tilo" es vacía, entonces me he extraviado, sin saber-
perteneciente a otra conciencia. Pero, aun si fuera posible des- lo y sin quererlo, en la región de la ficción. Así, pues, ni el
apal-ecer una representación de una conciencia Y, al mismo «'ontenido de la oración "aquel tilo es mi representación", ri
tiernpo, hacer surgir una representación en otra conciencia, cl de la oración "aquel tilo no es mi representaciórt", es verda-
quedaría siempre sin respuesta la pregunta de si se trata de la <lcro, pues en los dos casos hago un enunciado que carece de
misma representación. Pertenece de tal modo a la esencia de objeto. Así, uno puede rehusarse a dar respuesta a la pregun-
cada una de mis representaciones el ser contenido de mi con- t:r con fundamento en que el contenido de la oración "aquel
ciencizr, que toda representación de otro,justamente en cuanto til<l es mi representación" es ficticio. Tengo, sí, una represen-
tal, es diferente de la mía. Pero, ino sería acaso posible que t:r<:ión, pero no me refiero a ella con las palabras "aquel tilo".
mis representaciones, todo el contenido de rni conciencia, fue- \ h«lra bien, alguien podría realmente querer referirse c<¡n las
ra al mismo tiernpo contenido cle Lrna conciencia más amplia, 1r:rlabras "aquel tilo" a alguna de sus representaciones; él sería,
de una conciencia divina, por ejernplo? Por cierto que sí, pero ('nlonces, portador de aquello a 1o que quiso referirse con esas
sólo si yo mismo fuera parte de la esencia divina. Pero, enton- ¡rrrlabras, pero en ese caso no estaría viendo aquel tilo, ni nadie
ces, iserían efectivamente representaciones mías? iSería yo su r¡uis lo vería ni sería su portador.
portador? Esto supera en tal medida los límites del entendi- Vuelvo ahora a la pregunta: ies el pensamiento una repre-
miento humano, que nos está permitido dejar esa posibilidad scntación? Si el pensamiento que expreso en el teorema de Pi-
fuera cle consideración. En t<¡do caso, es imposible para noso- t:ig<lras puede ser reconocido como verdadero tanto por otros
tros los hornbres comparar las representaciones de otro con ( ( )rno por mí, no pertenece, entonces, al contenido de mi con-
oo-
336 EL PENSAMIENTO EL PENSAMIEN'I'O 35 I

ciencia; no soy yo, por consiguiente, su portador; sin embargo, Así, pues, el resultado parece ser el siguiente: los pensamien-
puedo reconocerlo como verdadero. Pero si no es el mismo tos no son ni objetos del munclo exterior ni representaciones.
pensamiento el que yo o aquel otro hombre consideramos que Hay que reconocer un tercer dominio. Lo que pertenece a
es el contenido del teorema de Pitágoras, entonces, en rigor, no ese dominic¡ tiene en común con las representaciones que no
se debería decir "el teorema de Pitágoras", sino "mi teorema de puede ser percibido por los sentidos, y con los objetos, que
Pitágoras" o o'su teorema de Pitágoras", y éstos serían diferen- no necesita de un portador a cuyos contenidos de conciencia
tes, pues el sentido pertenece necesariamente a la oración. En pertenezca. Así, por ejemplo, el pensamiento que expresanl()s
ese caso, mi pensamiento puede ser contenido de mi concien- en el teorema de Pitágoras es atemporalmente verdadero, es
cia; el de é1, de su conciencia. iPodría entonces ser verdadero e[ verdadero independientemente de si alguien 1o considera ver-
sentido de mi teorema de Pitágoras y el de é1 falso? Dlje que la dadero. No necesita de un portador. Es verdadero no sólrl a
palabra "rojo" era aplicable sólo en el ámbito de mi conciencia partir de que fue descubiertcl; así como un planeta, que aun
si no pretendía enunciar una propiedad de las cosas, sino ca- antes de que alguien lo haya visto, ya estaba interactuando c<ltl
racterizar algunas de mis impresiones sensibles. Así, palabras otros planetas.L
como "verdadero" y "fálso", tal como yo las entiendo, también Pero rne parece oír una curiosa objeción. He adrnitido varias
podrían ser aplicables sólo en el ámbito de mi conciencia si no veces que la misma cosa que yo veo puede ser contemplada
designaran algo de lo cual no soy portador, sino que estuvieran también por otro. Pero, iqué tal si todo fuera sólo un sueño?
destinadas a caracterizar de algún modo el contenido de mi Si y«l soñara solamente mi Paseo con mi acompañante, si y<r
conciencia. Entonccs, la verdad estaría confinada al contenido sólo soñara que mi acompañante ve, colno yo, el prado ver-
de mi conciencia, y sería dudoso que algo similar ocurriera en de, si t«ldo eso no fuera más que un espectáculo nlontado en
la conciencia de los demás. el escenari<¡ de mi conciencia, etltonces sería dudoso que hu-
Si cada pensamiento necesita un portador a cuyos conteni- biese cosas del mundo exterior. Quizás el rcino de las cosas
dos de conciencia pertenece, entonces el pensamiento sólo per- está vacío y no VeO CoSaS, tampoco Seres hunranos, sino tal vez
tenece a ese portador, y no hay una ciencia que sea común a sólo tengo l-epresentaciones cuyo portador s()y yo mismo. Una
muchos, en la que muchos puedan trabajar, sino que tal vez representación que, así Conto mi cansanci<l, no puede existir
tengo mi ciencia; es decir, un conjunto de pensamientos de los independientetnente de ntí, no puede ser una persona, no Pue-
que soy portaclor, y otro tiene su ciencia. Cada uno se ocupa de contemplzrr conmigo el mismo praclo, no puecle ver la fresa
con los contenidos de su propia conciencia. Una contradicción que yo sostengo en mi mano. Es del todo imposible cl'eer que
entre ambas ciencias no es, pues, posible. Y en rigor sería ocio- sólo tenga mi rnundo interior, en lugar de todo el mundo cir-
so discutir sobre la verdad; tan ocioso cundante en el qlle creo moverme y actuar. Y, sin embargo, es
-casi diría, tan ridículo-
como que dos personas discutieran sobre si un billete de cien la consecuencia inevitable de la propuesta de que sólo lo que
marcos es auténtico, refiriéndose ambas al billete que cada una es mi representación puede ser-objeto de mi conciencia. iQué
tiene en su bolsillo y entendiendo la palabra "auténtico" en un se seguiría de esta propuesta si fuera verdadera? iHabría otros
sentido particular para cada uno. Si alsuien considera que los seres humanos? Eso sería, sí, posible, pero yo no sabría nada
pensamientos son representaciones, entonces, lo que él recono- de ellos: pues un ser humano no puede ser una representación
ce como verdadero es, según su propia opinión, el contenid<r rnía y, por consiguiente -si nuestra propuesta es verdadera-,
d.e su conciencia y, en rigor, no incuntbe para nada a los dc- i, Se ve un objeto, se tiene una representacií:ln, Se c:rpta o se piensa un
más. Y si é1 oyera de mí la opinión de que un pensamiento no pensamiento. Cuando se Capta o se piensa un pensaniento no se lo cre'.r, se
es una representación, no podría cuestionarlo, pues, en est(. entra en relación con é1, que ya existía antes, de una cierta Inanera; tal relación
caso, tampoco le incumbiría. es diferente de la de ver un objeto o tener una representacitin.
338 EL PENSAMIENTO EL PENSAMIEN'TO 339

tampoco podría ser objeto de mi consideración. Y, así, pierden reconoce las fibras nerviosas y células ganglic)nares como con-
fundamento todas aquellas consideraciones en las que admití tenidos de su conciencia, más bien se inclina a consiclerar que
que algo pudiera ser objeto para otro, tanto como para mí, su conciencia depende justamente de las fibras nerviosas y cé-
pues aun si esto ocurriera, yo no lo sabría.Para mí sería impo- lulas ganglionares. Él obse.va que los rayos de luz al rcfractarse
sible distinguir aquello de lo que soy portador, de aquello de en el ojo entran en contacto con las terminaciones nerviosas
lo que no soy portador. Si juzgara que algo no es una repre- ópticas y allí dan lugar a un cambio, a una excitación. Una
sentación mía, lo haría objeto de mi pensamiento, y con ello parte de ésta es conducida a través de fibras nerviosas hasta
de mi representación. Según esta interpretación, ihay un pra- las células ganglionares. A ello se suman, seguramente, otros
do verde? Quizás, pero no sería visible para mí; pues si un procesos en el sistema nervioso y surgen las sensaciones de co-
prado no es mi representación, no puede -de acuerdo con lor; y éstas se unen, tal vez, para formar aquello que llamamos
nuestra propuesta- ser objeto de mi contemplación. Pero si la representación de un árbol. Entre el árbol y mi represen-
el prado es una representación mía, entonces es invisible, pues tación se interponen procesos físicos, químicos y fisiológicos.
las representaciones no son visibles. Puedo tener, por cierto, la Pero, según parece, con mi conciencia se relacionan inmediata-
representación de un prado verde, pero entonces no es verde, mente sólo los procesos en mi propio sistema nervioso, y cada
pues no hay representaciones verdes. iHay, según esto, una ba- observador del árbol tiene sus propios procesos en su propio
la de cien kilogramos de peso? Tal vez, pero yo no podría saber sistema nervioso. Ahora bien, los rayos de luz, antes de haber
nada de ella. Si una bala no es mi representación, no puede, se- penetrado en mi ojo, pueden haber sido reflejados por un es-
gún nuestra propuesta, ser objeto de mi consideración, de mi pejo y, así, haberse proyectado como si hubieran salido de un
pensamiento. Pero si una bala füera mi representaciórl, no ten- lugar detrás del espejo. Los efectos sobre los nervios ópticos
dría peso. Puedo tener la representación de una bala pesada. y todo 1o que sigue, ocurrirá como ocurrirá si los rayos de luz
Esta contendría, entonces, como una parte, la representación hubieran salido de un árbol detrás del espejo ), se hubieran
del peso. Esta parte, sin ernbargo, no es una propiedad de la propagado sin obstáculo hasta llegar al ojo. Y, así, se producirá
representación total, de la misma rnanera como Alemania no rrl final una representación de un árbol sin que haya tal árbol.
es una propiedad de Europa. Así, la consecuencia es que: 'fambién por refracción de la luz puede surgir, con
la media-
O bien es falsa la propuesta de que sólo lo que es mi repre- ción del ojo y del sistema nervioso, una representación que no
sentación puede ser objeto de mi consideración, o bien todo (:orresponda absolutamente a nada. Más aún, la excitación del
mi saber y nri conocer se limitan al campo de mis representa- rrervio óptico ni siquiera necesita de luz para producirse. Si en
ciones, al escenario de mi conciencia. En este caso yo tendría truestra cercanía cae un rayo, creemos ver llamas, aun cuando
solamente un mundo interior y nada sabría de los otros seres rro podamos ver el rayo rnismo. En tal caso, el nervic¡ óptico
hurnanos. t's tal vez excitado por algo así como corrientes eléctricas que
Es notable cómo en el curso de estas reflexiones los opuestos sc producen en nuestro cuerpo a consecuencia del rayo. Si eI
se transforman los unos en los otros. Considérese, por ejem- rrervio óptico es excitado por este medio cle la misma manera
plo, el caso de un fisiólogo de los sentidos. Como conviene a ('()mo 1o sería por los rayos de luz quc parten de las llamas,
un investigador de las ciencias naturales, él está muy lejos dt: «'ntonces creemos ver llamas. Depende, pues, sólo de la exci-
considerar que las cosas de que está convencido que ve y quc tación de los nervios ópticos, sin importar de qué modo se
toca sean sus propias representaciones. Por el contrario, crec rr:¿rlice esa excitación.
tener en las impresiones sensibles las más seguras pruebas dr. Podemos dar un paso más adelante. En rigor esta excitación
que existen cosAs totalmente independientes de su sentir, repl'c- rlcl nervio óptico no se da de manera inmediata, sólo es una
sentar y pensar y que no necesitan de su c«¡nciencia. Tampo«'<r srrposición. Creemos que una cosa independiente de nosotros
EL PENSAMIENTO EL PENSAMIENTO 34l^
340

nes, pues éstas necesitan de un portador sin el cual no pueclen


excita un nervio y produce mediante ello una impresión sen-
sible. pero. en realidacl. sólo experimentamos de ese proceso existir. No habiendo soberano, tampoco habrá súbditos. La cle-
el último paso que impacta nuestra conciencia. Esa impresión pend.encia que me había inclinado a concederle a la sensaci<irr
sensible, esa sensación que atribuimos a l¿r excitación de un respecto del que la siente, desaparece al no haber ya ninuírn
llervio, ino podría acaso tener tarnbién otras causas, ya que portador. Lo que he llamado representaciones son, entonct:s,
«rbjetos independientes. Carezco de todo fundamentb parir :r<l-
la misma excitación del nervio puede también ocurrir de ma-
judicarle un lugar excepcional al objeto que llamé "yo".
nera diferente? Si llamamos representación a 1o que ocurre en
nuestra conciencia, en rigor experimentamos sólo representa- iPero es posible eso? iPuede haber una experiencia sin al-
ciones, pero no sus causas. Y si el investigador quiere apartar guien que la experimente? iQué sería este gran especthcul«>
todo 1o que es mera conjetura, no le quedan sino representa- sin un espectador? iPuede existir un dolor sin alguien quc l<r
ciones, todo se le reduce a representaciones, inclusive los ra- tenga? El ser sentido es condición necesaria del dolor y, a su
yos de luz, las fibras nerviosas y las células ganglionares de los vez, es condición del ser sentido alguien que sienta. Pero, cn-
que él había partido. Y así, termina destruyendo los fundamen- tonces, hay algo que no es representación mía y que sí puedt:
ser objeto de mi consideración, de mi pensamiento, y yo soy esa
tos de su propia construcción. iEs todo representación? iAca-
so todo necesita un portador, sin el cual no tiene existencia? cosa. iO acaso puedo ser parte del contenido de mi conciencia,
Me he considerado a mí mismo portador de mis representa- mientras que otra parte es, por ejemplo, una representación de
ciones, pero, iacaso no soy yo mismo una representación? Es la Luna? iOcurre acaso esto cuando juzgo que )o contemplo kt
como si yaciera en un sofá, como si viera las puntas de un par l,una? Entonces esa primera parte tendría una conciencia, y
de botas lustradas, la parte anterior de unos pantalones, un una parte del contenido de esta conciencia sería una vez más
chaleco, unos botones, parte de una chaqueta, especialmente yo. Y así sucesivamente. Pero es impensable que esté encasilla-
las mangas, dos manos, pelos de una barba, trozos borrosos clo en mí mismo hasta el infinito, pues entonces no habría sólo
de una nar\2. iAcaso soy yo mismo esa unión de impresiones un yo, sino infinitos. Yo no soy mi propia representación, y si
visuales, ese conjunto de representaciones? Me parece ver allí afirmo algo acerca de mí -por ejemplo, que en este momento
también una silla. Es una representación. En rigor yo mismo no no siento ningún dolor-, entonces mi juicio concierne a algo
difiero mucho de ella, pues, ino soy yo también una unión de que no es contenido de mi conciencia, que no es mi represen-
impresiones sensibles, una representación? Pero, idónde está tación, a saber: a mí mismo. De modo que, aquello de lo cual
entonces el portador de estas representaciones? iCómo he lle- yo enuncio algo, no es necesariamente representación mía. Sin
gado a escoger una de esas representaciones y a proponerla embargo, podría objetarse: si pienso en este momento que yo
como portadora de las demás? iPor qué ha de ser ésa la repre- no tengo ningún dolor, iacaso no corresponde a la palabra
"yo" algo en el contenido de mi conciencia? iY no es eso una
sentación que he dado cn llamar "yo"? iNo podría igualmente
elegir para ello aquella representación que me siento tentado a representación? Es muy posible. Cierta representación puede
llamar "silla"? Y en todo caso, ipara qué, pues, un portador de estar relacionada en mi conciencia con la representación de la
las representaciones? Un portador sería siempre esencialmente palabra "yo" .Pero ella es, entonces, una representación junto
distinto de las representaciones de que es portador, sería algo a las otras representaciones, y yo soy su portador como 1o soy
independiente, que no necesita de ningún port.ador extraño a de las otras representaciones. Tengo una representación de mí
é1. Si todo es representación, entonces no hay ningún portador
rnismo, pero yo no soy esa representación. FIay que distinguir
de las representaciones. Y, de este modo, nuevamente tenemos rigurosamente aquello que es contenido de mi conciencia, mi
la impresión de que los opuestos se confunden. Si no hay un representación, de aquello que es objeto de mi pensamiento.
portador de las representaciones, tampoco hay representacio- Así, pues, es falsa la propuesta de que sólo puede ser objeto
342 EL PENSAMIEN'TO EL PENSAMIENTO 343

de mi consideración, de mi pensamiento, lo que pertenece al <¡rre tengo una impresión visual de verde; en cambio, no es tan
contenido de mi conciencia. s('rruro que vea una hoja de tilo. Así, en contra de opiniones
Ahora, el camino está libre para que yo pueda reconocer a rrrtry difundidas, encontramos seguridad en el mundo interior,
otro como portador inrlependiente cle representaciones. Tengo rnientras que en nuestras excursiones al mundo exterior nun-
una representación de é1, pero no la confundo con él mismo. Y (':r nos abandona del todo la duda. No obstante, aquí también
cuando enuncio algo acerca de mi hermano, no enuncio nada cn muchos casos la verosimilitud es apenas distinguible de la
acerca de la representación que tengo de é1. t'crteza, de modo que podemos aventurarnos a juzgar los obje-
El enfermo que tiene un dolor es portador de ese dolor, tos del mundo exterior. Y debemos tomar ese riesgo, aun con-
pero el médico que lo atiende, que reflexiona acerca de las trtndo con el peligro del error, si no queremos exPonernos a
causas de ese dolor, no es portador de ese dolor. No pretende ¡religros aún mayores.
rnitigar el dolor del enfermo anestesiándose a sí mismo. Una Como resultado de las últimas consideraciones concluyo 1o
representación en la conciencia del médico puede, por cierto, siguiente: no todo lo que puede ser objeto de mi conocimiento
corresponder al dolor del enfermo, pero ésta no es el dolor ni ('s representación. Yo mismo, portador de representaciones, no
1o que el médico quiere calmar. Si el médico hace venir a otro :i()y una representación. No hay ahora ningún obstáculo para
médico, entonces hay que distinguir: primero, el dolor del cual t'clconocer a los demás Como portadores de representaciones al
el enfermo es portador; segundo, Ia representación de ese do- igual que yo mismo 1o soy. Y, una vez que se ha dado la posi-
lor que tiene el primer médico, / tercero, la representación de lrilidad, la verosimilitud es muy grande, tan grande que, a mi
ese dolor que tiene el segundo médico. Esta última pertenece, cntender, no se distingue ya de la certeza. iHabría, de lo con-
claro está, al contenido de la conciencia del segundo médico, lrario, una ciencia de la historia? iNo perecería, de lo contra-
pero no es el objeto de su reflexión; quizás sí es un medio auxi- r-io, toda teoría del deber, todo derecho? ¿Q"é quedaría de la
liar par-a la reflexión, como podría serlo también, por ejemplo, r-eligión? También las ciencias naturales podrían ser valoradas
un dibujo. Ambos médicos tienen como objeto común el dolor sólo como ficción, como similares a la astrología y a la alqui-
del enfermo, del que no son portadores. Aquí se puede ver que rnia. De modo que las reflexiones que he llevado a cabo bajo el
no sólo una cosa, sino también una representación, puede ser supuesto de que hay otros hombres, además de mí, que pueden
objeto común del pensamiento de personas que no tienen esa hacer a las mismas cosas que yo objetos de su consideración,
representación. cle su pensamiento, en 1o esencial se mantienen vigentes.
De esta manera, pienso, el problema se vuelve inteligible. Si No todo es representación. Así es que yo puedo recono-
el hombre no pudiera pensar ni tomar como objeto de su pen- cer como independiente de mí también el pensamiento que
samiento algo de lo que é1 no fuera portador, tendría tal vez otros, al igual que yo, pueden captar. Puedo reconocer una
un mundo interior, no un mundo exterior. Pero, ino se basará ciencia en la que muchos pueden estar ocupados investigando.
esto en un error? Estoy convencido de que a la representación No somos portadores de los pensamientos como lo somos de
que yo asocio con las palabras "mi hermano" corresponde algo nuestras representaciones. No tenemos un pensamiento de la
que no es mi representación y acercade 1o cual puedo enunciar rnisma manera como tenemos una impresión sensible; pero
algo. iPero con esto no me estaré equivocando? Tales errores t-ampoco vemos un pensamiento, Como sí vemos una estrella.
ocurren con frecuencia. Caemos entonces, contra nuestra in- Por eso aquí sería aconsejable elegir una exPresión especial, y
tención, en la ficción. iEn efecto! Al dar el paso con el que para ello se nos ofrece la palabra "captar".6 A la captación de
conquisto para mí un mundo exterior, me expongo al peligro un pensamiento le corresponde una capacidad mental especial:
del error. Y aquí doy una nueva diferencia de mi mundo in- 6 La expresión "captar" es tan figurativa como "contenido de conciencia".

terior respecto del mundo exterior. No puedo poner en duda La esencia del lenguaje, justamente, no lo podría permitir de otra manera.
344 EL PENSAMIENTO ET, PENSAMIE,NTO 345

el poder de pensar. Al pensar no producimos los pensamientos, :rlrfo en ella, sin embargo, que apunte al pensamiento. Pero
sino que los captamos. Pues 1o que he llamado pensamiento r.sto no debe ser confundido con el pensamient«r rnismo. Así
está en estrecha relación con la verdad. Lo que yo reconozco t:tmbién, Algol es diferente de la representación que aleuien
como verdadero, juzgo que es verdadero independientemente tit'ne de Algol.
de mi reconocimiento de su verdad e independientemente tam- El pensamiento no pertenece, como la representacitin, a mi
bién de si pienso o no en ello. Qr. un pensamiento sea verda- rrrundo interior, tampoco al mundo exterior, al mundo de los
dero no tiene nada que ver con que sea pensado. "iF{echos! objetos perceptibles por los sentidos. Esta conclusión, por más
iHechos! iHechos!", exclama el investigador de la natura\eza «1ue surja con evidencia a partir de 1o expuesto , tal vez no haya
cuando quiere insistir en la necesidad de un fundamento segu- «le ser aceptada sin resistencia. Habrá muchos, pienso, a quie-
ro para la ciencia. iQué es un hecho? Un hecho es un pensa- nes les parez.ca imposible adquirir información sobre algo que
miento que es verdadero. Pero el investigador de la naturaleza no pertenece a su mundo interior si no es mediante la percep-
no va a admitir como fundamento seguro de la ciencia algo ción sensible. De hecho ésta es frecuentemente consideradala
que depende de los cambiantes estados de conciencia de los füente más segura de conocimiento, incluso la única, de todo
honrbres. La tarea de la ciencia no consiste en crear, sino en Irquello que no pertenece al mundo interior. Pero, icon qué de-
descubrir pensamientos verdaderos. El astrónomo puede apli- recho? La impresión sensible, que es parte del mundo interior,
car una verdad matemática cuando investiga acontecimientos es ciertamente componente esencial de la percepción sensible.
que sucedieron hace ya tiempo, y que tuvieron lugar cuando l)os hombres, empero, no tienen la misma impresión sensible,
aún nadie había reconocido, al menos en la Tierra, esa verdad. aunque las de ambos puedan ser semejantes. Las impresiones
Y lo puede hacer porque la verdad de un pensamiento es atem- sensibles solas no nos revelan el mundo exterior. Quizás exis-
poral. De modo que aquella verdad no pudo haberse originado ta un ser que sólo tenga impresiones sensibles sin ver o tocar
sólo con su descubrimiento. cosas. El tener impresiones visuales no significa aún ver cosas.
No todo es representación. Pues, de lo contrario, la psico- iCómo es que veo el árbol allí donde 1o veo? Evidentemente
logía contendría en sí todas las ciencias o sería, por lo menos, eso depende de las impresiones visuales que tengo y de la ín-
juez supremo sobre todas las ciencias. Pues, si no, la psicología
dole particular de las que se producen por el hecho de que
dominaría incluso a la lógica y la matemática. Y nada consti- yo veo con dos ojos. En cada una de las dos retinas surge, fí-
tuiría un mayor desconocimiento de la matemática que el su- sicamente hablando, una imagen particular. Alguien más ve el
bordinarla a la psicología. Ni la lógica ni la matemárica tienen árbol en el mismo lugar. También él tiene dos imágenes retinia-
como misión estudiar las mentes, ni el contenido de conciencia nas, pero que difieren de las mías. Debemos admitir que esas
del que el hombre individual es portador: Más bien, quizás, se imágenes retinianas detenninan nuestras impresiones. Según
podría establecer que su misión es el estudio de la mente; de la esto, no sólo no tenemos las mismas impresiones visuales, sino
mente, no de las mentes. que éstas difieren notablemente unas de otras. Y, sin embargo,
La captación de un.pensamiento presupone a alguien que nos movemos en el mismo mundo exterior. Ocurre, pues' que
lo capta, que piensa. Él es, pues, el portador del p1.rru., rro tener impresiones visuales es necesario para ver CoSaS, pero
del pensamiento. Aunque el pensamiento no pertenece al con- no es suficiente. Lo que se requiere además de eso no es algo
tenido de la conciencia de quien 1o piensa, tiene que haber de natur aleza sensible. Y es eso justamente lo que nos revela
Lo que tengo en mi mano puede ser considerado su contenido; pero es el el mundo exterior, pues sin ello quedaría cada uno encerrado
contenido de la mano de una manera completamente distinta y mucho más en su mundo interior. Puesto que lo decisivo es algo no sen-
extraña a ella que los huesos, los músculos de los que se compone y sus sible, ese algo no sensible podría, incluso sin la concurrencia
tensiones. de impresiones sensibles, conducirnos fuera de nuestro mun-
316 EL PENSAMIENTO EL PENSAN,{IEN'IO 347

do interior y permitirnos captar pensamientos. uno debería ñana, es atemporalmente verdadero. El tiempo presente en "es
distinguir, además de su mundo interior, el mundo exterior verdadero" no se refiere al mornento en que es dicho, sino que
propiamente dicho, el de las cosas perceptibles por los senti- es, si se me permite la expresión, un tiempo de la atemporali-
dos, y el dominio de lo que no es perceptible por los sentidos. clad. Si usamos la mera fbrma de la oración afirmativa evitando
Para reconocer ambos dominios necesitamos algo de carácter la palabra "verdadero", hay, pues, que distinguir dos cosas: la
no sensible, pero para la percepción sensible de las cosas ne- expresión del pensamiento y la afirmación. La determinación
cesitaríamos además impresiones sensibles, y éstas pertenecen temporal, contenida de algún modo en la oración, pertenece
totalmente al mundo interior. Así, aquello en que se sustenta sólo a la expresión del pensamiento; mientras que la verdad,
la diferencia entre darse una cosa y darse un pensamiento, es cuyo reconocimiento radica en la fonna de la oración afirmati-
algo que no es atribuible a ninguno de aquellos dos dominios, va, es atemporal. Es cierto que las mismas palabrirs, debido a la
sino al mundo interior. De modo que no puedo cr¡nsiderar esa mutabilidad del lenguaje con el tiempo, pueden adquirir otro
diferencia tan grande que por ella llegue a ser imposible la sentido, expresar otro pensamientoi pero entonces la mutación
presentación de un pensamiento que no pertenezcaal mundo concierne a lo lingüístico.
interior. Pero, iqué valor podría tener para nosotros 1o eternamente
un pensamiento, ciertamente, no es algo a lo que habitual- inmutable, lo que no ejerce una acción sobre nosotros ni expe-
mente se llame actual.* El mundo de lo actual es un mundo rimenta, a su vez, reacción? Algo totalmente, y en todo aspecto,
en el que esto actúa sobre aquello, lo cambiay a su vez experi- no actuante sería también no actual [no real] y no existiría para
menta una reacción en virtud de la cual é1 mismo es cambiado. nosotros. Incluso lo atemporal debe estar de algún modo vin-
Y todo esto acontece en el tiempo. Lo que es atemporal y no ctrlado con la temporalidad si es que ha de ser algo para noso-
se puede cambiar difícilmente podremos reconocerlo como ac- tros. iQué sería para mí un pensamiento que jamás fuese cap-
tual. Ahora bien, ies el pensamiento cambiable o es atemporal? tado por mí? Pero, al captar un pensamiento entro en relación
El que expresamos en el teorema de Pitágoras es, por cierto, con él y él conmigo. Es posible que el mismo pensamiento que
atemporal, eterno, no cambiable. Pero, ino hay también pen- hoy es pensado por mí, ayer no haya sido pensado por mí. Con
samientos que hoy son verdaderos, pero después de medio año esto quedaría eliminada, pues, la estricta atemporalidad del
falsos? Por ejemplo, el pensamiento de que aquel árbol tiene pensamiento. Pero se puede uno sentir inclinado a distinguir
follaje verde, ino es acaso falso después de medio año? No, entre propiedades esenciales e inesenciales, y a reconocer algo
porque no es el mismo pensamiento. Las solas palabras "este como atemporal si las mutaciones que sufre sólo afectan sus
árbol es verde" no bastan para expresar el pensamiento, pues propiedades inesenciales. Se llamará inesencial a una propie-
el tiempo de la emisión le pertenece también. Sin la determi- dad de un pensamiento si consiste en que ese pensamiento sea
nación temporal que se da a través de ellas no tendríamos un captado por algún sujeto pensante o si se deriva de tal hecho.
pensamiento completo, es decir, no tendríamos tal pensamien- iCómo actúa un pensarniento? Siendo captado y tenido por
to en absoluto. Sólo una oración que contenga una determi- verdadero. Es un proceso en el mundo interior del que pien-
nación temporal y que sea en todo respecto completa, expresa sa que puede tener consecuencias posteriores en ese mundo
un pensamiento. Pero éste, si es verdadero, no lo es hoy o ma- interior, las cuales, al extenderse al terreno de la voluntad, se
*Para la palabra alemana "wirklich" hacen notorias también en el mundo exterior. Así, por ejem-
se prefiere en este caso la española
"actual" más que, por ejemplo, "real", para mantenernos así más cerca del plo, si capto el pensamiento que expresamos en el teorema
texto original. Éste reúne intencionalmcnte en este pasaje términos derivaclos de Pitágoras, las consecuencias pueden ser: que 1o reconozca
de la raíz uirk- (wirklich) "actual"; wirkt, "actúa" y Gegenwirhu,ng, ,,reacción,,, como verdad.ero y, luego, que lo aplique al tomar una decisión
que traduce con bastante fidelidad laraíz latina act-, acc-. [N. del t.l. r¡ue dé lugar a la aceleración de masas. Es así como nuestras
348 EL PENSAMIENTO

acciones vienen preparadas por el pensar y el juzgar. Y es así


como un pensamiento puede tener influencia mediata sobre el
movimiento de masas. La acción de un ser humano sobre otro
está casi siempre posibilitada por el pensamiento. La gente co-
munica pensamientos. iCómo ocurre eso? Una persona pro-
duce cambios en el mundo exterior que, al ser percibidos por
los demás, los pone en la situación de captar un pensamiento
PARTE III
y considerarlo verdadero. l,os grandes acontecimientos de la
historia del mundo ipudieron haberse realizado de otra mane- FILOSOFÍA Dtr LAS MATE,UÁTTCAS
ra que por la comunicación de pensamientos? Y, sin entbargo,
tendemos a considerar a los pensamientos como no actuales,
porque parecen inactivos en los procesos; cuando, en verdad,
pensar, juzgar, expresar, comprender, todo hacer, es cosa de los CONTENIDOS:
seres humanos. iCuán diferente parece la actualidad de un mar-
tillo, comparado con la de un pensamiento! iCuán diférente es Introducción a la Parte III: Filosofía de las matemáticas,
el proceso de pasar a otro un martillo del de comunicar un por Agustín Rayo 351
pensamiento! El martillo pasa de estar en poder de uno al de
otro, es asido, experimenta una presión, con ello su densidad, LOS FUI,{DAMEI,{TOS DE LA ARITNLETICA. LIna inuestiga-
su contextura, se altera parcialmente, cambia de lugar. Clon el ción lógico-matemática sobre el concepto de número
pensamiento, en cambio, no ocurre nada de estct. Al ser co- [Texto integral]
municado, el pensarniento no abandona los dominios de quien LAS LEYES FUI{DAMEIVTAI,ES DE I,A ARITMÉTICA
lo comunica, pues, en rigor, el hombre no tiene ningún po- (Selección) . .... 489
der sobre é1. Un pensamiento, al ser captado, al principio sólo
provoca cambios en el mundo interior del que 1o capta, pero Prólogo [volumen I, 1893] 491
en su núcleo esencial perlnanece inalterado, pues los cambios Introd.ucción ..... 519
que sufre sólo afectan a las propiedades inesenciales. Falta aquí Volumen II, secciones 55-67
lo que siempre reconocemos en el acontecer natural: la acción "Principios de la definición" ... 524
recíproca. Los pensamientos no son enteramente inactuales, Volumen II, secciones 138-147
pero su actualidad es de otra índole completamente diferent.e "La creación de nuevos objetos según R. Declekind,
de la de las cosas. Y su actuar-se produce por algo que hace el H. Hankel, O. Stolz" 540
que piensa; sin esto serían inactiv«-¡s -al rnenos hasta donde nos
"Sobre la paradoja de Russell"
es posible ver. Y, sin embargo, el que piensa no los crea, sino
que debe tomarlos tal como son. Pueden ser verdaderos sin ser Apéndice al volumen II [1903] ....
YYO
555
captados por alguien que piense, y no son del todo inactuales Carta de Bertrand Russell a Gottlob Frege [16-6-1902] ..575
ni siquiera entonces, al menos si pueden ser puestos /, así, ser
Carta de Gottlob F'rege a Bertrand Russell122-6-19021 ..577
captados en acción.
INTRODUCCIÓN A LA PARTE, III:
FrlosorÍe oa LAS MATEMÁuces
por AcusrÍx Reyo

Es difícil imaginar un proyecto filosófico más importante que


el de Frege, y más difícil todavía imaginar uno cuyo fracaso
haya sido más desastroso.
El proyecto que tengo en mente es un proyecto logicista. Fre-
ge quería defender la tesis de que las verdades matemáticas
pueden reducirse a verdades lógicas (y que las falsedades ma-
temáticas pueden reducirse a falsedades lógicas). El proyecto
fracasó porque el sistema de Frege contenía una contradicción.
Me gustaría hacer tres cosas en esta introducción: (1) descri-
bir el proyecto de Frege con un poco más de detalle; (2) des-
cribir la contradicción; y (3) explicar por qué me parece que el
trabajo de Frege mantiene su irnportancia a pesar de la contra-
dicción.
No soy un historiador, y no pretendo hacer hermenéutica
fregeana. Mi objetivo es discutir las lecciones filosóficas del
trabajo de Frege desde un punto de vista contemporáneo.

7. El proyecto
Cuarrdo escribió su obra magna, Las leyes fundamentales de la
aritmética (vol. l, 1893; vol. 2, 1903), Frege era un logicista.
Creía que el vocabulario de la aritmética básica podía definirse
de manera tal que toda verdad aritmética fuera consecuencia
lógica de un sistema de axiomas puramente lógicos (y que toda
falsedad aritmética implicara lógicamente una contradicción).
El tipo d.e sistema lógico que Frege tenía en mente no es
exactamente lo que hoy consideraríamos lógica. En Las leyes
fundamentales de la aritmética, Frege estaba trabajando con un
sistema equivalente al resultado de extender una lógica de se-
gundo orden con una teoría de extensiones.
352 AGUSTIN RAYO INTRODUCCIÓN A LA PARTE III 353

Voy a explicar brevemente en qué consiste una lógica de F(Susana)


segundo orden, y en qué consiste una teoría de extensiones.
fléase: "Susana es así"1
1 . I . La lógica de segundo orden Antes vimos que es posible ligar una variable de primer or-
clen con un cuantificador. También es posible ligar una variable
Sin lugar a dudas, el avance más importante en materia de
de segundo orden con un cuantificador. Por ejemplo, podemos
lógica desde Aristóteles es el descubrimiento de la lógica de
primer y segundo orden. (iY quién fue el descubridor? iFrege! ligar la variable "F' en la fórmula "F(Susana)" con el cuantifi-
Véase la introducción a la parte I de este volumen.) r:ador existencial "=", y obtener:
Los lenguajes de primer orden son bien conocidos entre fiIó- I r (r (Susana))
sofos. Contienen nombres propios (como "Susana") y predica- ,
x [léase: "las cosas pueden ser de modo tal que Susana
*
dos (como "Verde(. ..)"). Estas expresiones pueden combinar- 1
es así"]
se para obtener fórmulas como la siguiente:
Los lenguajes de segundo orden son mucho más expresivos
Verde (Susana) que los de primer orden. Frege descubrió, por ejemplo, que en
[éase: "Susana es verde"] trn lenguaje de segundo orden es posible definir la noción de
uncestro a partir de Ia noción de padre:
[,os lenguajes de primer orden también contienen uariables
rleprimer orden, (*,y,2,...),qr. ocupan la misma posición sin- ,
Ancesrro(*,y) <+ ((¡ kYzVr((F(r) kPadre (r,r))
(y)
I
¡ -lr-
Láctica que los nombres propios. Por ejemplo, en Ia fórmu- á
i -) F (r))) -+ r' (x))
la "Verde (Susana)", podemos reemplazar el nombre "Susana"
¡i
con la variable "*" y obtener la fórmula: * [éase: no es el caso que las cosas pueden ser de modo tal que
$
s no es el caso que siempre que se cumpla la condición de que:
E
Verde (x) s (1) I es así y (2) si z es así y zu es padre de z, entonces zu es así,
{&

[éase: "eso es verde"] ? se cumple también la condición de que x es así.]


Frege también descubrió que en un lenguaje de segundo
Las variables de primer orden pueden "ligarse" utilizando
<rrden es posible expresar el concepto de una biyección ent.re
cuantificadores. Por ejemplo, podemos ligar la variable "x" en :
las Fs y las Gs.
la fórmula "Verde(x)" con el cuantificador existencial ")", y ,:j
lJna lógica, err el sentido que nos interesa aquí, es un siste-
obtener: i

rrra para determinar cuáles de los enunciados de un lenguaje


&l

3x (Verd" (r)) § rlado cuentan corno verdades lógicas, y cuáles cuentan colno
[éase: "existe algo tal que eso es verde"]
&
f alsedades lógicas.
Cuando Frege introdujo los lerrguajes de primer y segundo
Un lenguaje de segundo orden es el resultado de extender .|F.

<rrden en su Conceptogra,fta (Frege 1879), también introdujo una


un lenguaje de primer orden con uariables de segundo orden
i i
á
g.
l<isica. Más específicamente, introdujo un sistema de axiomas
(F,G, H, . ). v reglas de inferencia con la idea de que un enunciado conta-
A diferencia de las variables de primer orden, que ocupan :';
ra como verdad lógica siempre y cuando pudiera derivarse a
la posición sintáctica de un nombre propio, las variables de
l

¡r:rrtir de los axiomas utilizando las reglas de inferencia.


segundo orden ocupan la posición sintáctica de un predicado. ,.

Las lógicas de primer y segundo orden que hoy considera-


Por ejemplo, en la fórmula "Verde (Susana)", podemos reem- rrros estándar son descendientes directos de la lógica que intro-
plazar el predicado "Verde" con la variable "-F" y obtener: tluio Frege en su Conceptografía.
354 AGUSTÍN RAYO
I INTRODUCCIÓN A LA PARTE III 355

I .2 . La teoría de extensiones La clave del asunto está en la doctrina fiegeana de la posibi-


Cuarrdo Fregc cscribió Lus l,t:yes furttluntentults tle kt, arit¡¡¿ética Iidad de reestructura,r el contenido de una oración.* Cor-rsidere-
(1893), agregó un nuevo axioma a la lógica de la Conceptografía, rnos, por ejemplo, las oraciones siguientes:
un axioma que hoy en día no se consideraríaparte de la lógica. La línea a es paralela a lalínea b.
El nuevo axioma gobierna el comportamiento de lo que Fre-
La dirección de la línea a es idéntica a la dirección de
ge llamaba "extensiones", y lo que aquí llamaré simplemente lalínea b.
"conjuntos".
Para hablar de conjuntos, introduzcamos los corchetes "{" y Frege creía que a pesar de las diferencias sintácticas entre esas
'01", Y utilicemos rrraciones, no hay ninguna diferencia en su contenido; es decir,
{z , p(r)) rro hay ninguna diferencia en lo que se requeriría del mundo
para referir al conjunto cuyos elementos son precisamente I)ara que fueran verdaderas. Son oraciones que tienen el mis-
aquellos objetos z que satisfacen la fórmula gQ). (Así, por rno contenido, pero "estructurado" de manera d.iferente.
ejemplo, {z : Verde (z)} es el conjunto de todas y sólo las De modo similar, uno podría pensar que las oraciones si-
cosas verdes.) r¿uientes tienen el mismo contenido, pero estructurado de ma-
Utilizando esta notación, el axioma adicional de Frege pue- rrera diferente:
de expresarse corrlo sigue:
Las Fs son exactamente las Gs.
Lnv FUxDAMENTAL V E[ conjunto de las Fs es idéntico al conjunto de las Gs.
{,, F(r)) : {, : G (z)} ++ V x(F(x) e G(x))
Si uno viera las cosas de esta manera, uno podría pensar que
En otras palabras: la Ley Fundamental V es, en cierto sentido, tautológica: lo que
:rparece a la izquierda del condicional no es más que una ma-
El conjunto de las Fs es idéntico al conjunto de las Gs
rlera diferente de expresar lo que aparece a la derecha del con-
si y sólo si las Fs son exactamente las Gs.
«licional. Es en este sentido que uno podría pensar en la Ley
(De esto se sigue, por ejemplo, que dado que no es el caso que Iiundamental V como un principio lógico.
los volcanes son exactamente las salamandras, el conjunto de
volcanes no es idéntico al conjunto de salamandras.) I .3. Conclusión de la primera sección
A primera vista, por 1o menos, la Ley Fundamental V parece l'.stoy ahora en posición de articular de modo más preciso el
una manera muy sensata de axiomatízar el comportamiento ¡rroyecto logicista de Frege. En Las leyes fundamentales de la a'rit-
de los conjuntos. iQué podría ser más natural que la idea de rnética, Frege quería definir el vocabulario matemático de ma-
que los conjuntos son idénticos precisamente cuando tienen los nera tal que pudiera demostrarse el siguiente resultado:
mismos elementos?
Más adelante veremos las razones por las que la Ley Funda- (l) Toda verdad aritmética es un teorema de la lógica de
mental V es problemática. Por ahora, sin embargo, rrre gustaría segundo orden más la Ley Fundamental V.
considerar una pregunta preliminar. Los filósofos contemporá- (2) Toda falsedad aritmética implica una contradicción en
neos clasificarían a la I-ey Fundamental V como un principio una lógica de segundo orden más la Ley Fundamen-
matemático en lugar de un principio lógico. iPor qué pensar tal V.
-como pensaba Frege- que la Ley Fundamental V es un prin- *Véanse "Sobre concepto y objeto", y Losfundamentos de la aritmética, 64,
§
cipio lógico? ¡». 277 -292 y 533-535, respectivamente, en este mismo volumen.
tlr-

356 AGUSTÍN RAYO r INTRODUCCIÓN A LA PARTE III 35t

2. l,a contradicción significa que ,R # {, I z # z} y,por tanto, que .R € ,R


iContradicción!
En 1902, Bert-r'ancl Russell le csclibió a Frege irrfortrrárrtlolt' ;:4
que había descubierto una contradicción en el sistema de Ltt,.s ¡4
r l',strictamente hablando, Frege alcanzó su objetivo: dado que
leyes fundamentales de la aritmética. (Más específicamente, lo qut' s
, rrlrlquier cosa se sigue de una contradicción, toda verdad arit-
*
Russell descubrió es que la lógica de segundo orden más la Ley rrrtitica es un teorema de la lógica de segundo orden más la Ley
Fundamental V implica una contradicción. Hoy día tenemos I,'undamental V y toda falsedad aritmética implica una contra-
buenas razones para pensar que la lógica de segundo orderl rlicción en una lógica de segundo orden más la Ley Fundamen-
es consistente, así que solemos pensar que el problema recao t:rl V. En vista de la contradicción, sin embargo, e[ resultado
#
enteramente en la Ley l-undamental V.) ,H]
e r lt'jir de ser interesante porque es trivialmente verdadero.
É
Para derivar la contradicción, basta con hacer dos observa- &

ciones. La primera es que en una lógica de segundo orden la 1r


'\ . lmportancia del proyecto
.:
Ley Fundamental V implica lo siguiente para cualquier fórmu- n
ra e Q):1 (lomo había mencionado antes, creo que el proyecto de Frege
1x(x-{z,p(r)}) i
nr:rntiene mucha de su importanciaapesar de la contradicción.
Es decir: existe el conjunto de las cps, sean cuales sean las ps. .ir La razón es que muchas de las pruebas que aparecen en
La segunda observación es que si esto es cierto, entonces á
a
la aritmética no dependen de la Ley
Lrt.s leyes fundamentales de
É
debería existir el conjunto de los objetos que no son miembros f; lirrndamental V. Esto incluye, en particular, pruebas de las pro-
il#, posiciones que hoy consideramos axiomas estándar de la arit-
de sí mismos: G

1x(x-{z: z(z)) nlética. Para demostrar estas proposiciones en un sistema de


scgundo orden, basta con utilizar el principio siguiente, en lu-
Llamemos a este conjunto "R", en honor a Russell, y pregunté- grrr de la Ley Fundamental V:2
monos si es el caso que R € ,R.
Sea cual sea la respuesta a esta pregunta obtendremos una PnrNcrpro DE Hurvrr
contradicción. &.
#rlF (r)l - #rlG (r)l ++ Biyección (F, c)
i
o Supongamos, primero, que la respuesta es "sí"; es decir, fr
&.
(rlonde "Biyecció" (F,G)" abrevia una fórmula de segundo or-
supongamos que R € R. Dado que .R : {z : z #.2}, esto til
significa que R € {z : z # z) y, por tanto, que R # R. rlcn que expresa biyección entre las Fs y las Gs).
* La proposición de que el Principio de Hume implica a los
iContradicción!
til :rxiomas estándar de la aritmética en una lógica de segundo or-
o Supongamos, ahora, que la respuesta es "no"; es decir, § <lcn se conoce hoy día como el Teorema de Frege. Este teorelna
supongamos que R 4 R. Dado que R : {z : z # z}, esto * ('s un resultado fundamental en la filosofía de las matemáticas

1
Aquí hay una prueba que utiliza una axiomatización estándar de la lógica lx)rque establece una conexión importante entre la aritmética
lr:isica y la lógica de segundo orden.3
de segundo orden, como la que aparece en Shapiro 1991.

(l) {. : p (r)} : {z : e Q)} ++ Vx (p (r) <+ rp (z)) [de la Ley Fundamental V, 2 El hecho de que los axiomas estándar de la aritmética pueden ser de-

utilizando generalización universal e instanciación universal]. # rrrostrados en un sistema de segundo orden más el Principio de Hume fue
(2) Vx (p (r) ++,p (z)) [teorema de la lógica de segundo orden]. ,ú
,g
,rlrservado por primeravez. en Parsons 1965, y demostrado en Wright 1983.
(3) {, : p(r)} - {, , p(r)} [consecuencia de (t) y (2)]. j:i Lrr observación de que las pruebas de Frege hacen un uso no esencial de la
$) (x : {z : p (r)}) [de (3), utilizando generalización existencial].
=x
$
§1
s
l.«'y Fundamental V es de Heck 1993.
:t Para más detalles, véase Boolos 1990.
$'::
':¡

*
358 AGUSTIN RAYO IN'TRODUCCIÓN A LA PARTE III 359

Una razón adicional por la que el Teorema de Frege tiene nllevas maneras de pensar en la teoría de conjuntos. El pro-
s
importancia es que constituve la piedra de toque del movimien- j: vccto de desarrollar una concepción consistente de la noción
to filosófico que suele conocerse como neofregeanismo.a <lc conjunto ha resultado ser extraordinariamente difícil, pero
El neofregeanismo tiene su origen en la idea de que, a pe- t rnbién extraordinariamente fruct ífer o.7
rr

sar de la inconsistencia de la Ley Fundamental V es posible


rescatar una versión de la doctrina fregeana de la reestructura- I . Conclusión
ción de los contenidos que consideramos en la sección 1.2. En
particular, las oraciones siguientes tienen el rnismo contenido
l',s difícil exagerar la importancia del logicismo de Frege c()tno
estructurado de manera diferente:
r ontribución a la filosofía de las matemáticas. El proyecto cle
Las leyes fundamentales de la aritmética lluminó la conexión entre
Hay una biyección entre las ,Fs y las Gs. la aritmética y la lógica de segundo orden. También dio lugar
El número de las -Fs es idéntico al número de las Gs rr las propuestas neofregeanas, que son parte importante cle la
«liscusión contemporánea en filosofía de las matemáticas.
De esto se sigue que el Principio de Hume es, en cierto sentido,
tautológico: 1o que aparece a la izquierda del condicional no es
II e.fere n c ia s bi b lio gráfic a s
más que una manera diferente de expresar 1o que aparece a la
derecha del condicional. Hay, por tanto, un cierto sentido en el
lioolos, G., 1990, "The Standard of Ec¡uality of Numbers", en (]. lloo-
que el Principio de Hume podría ser considerado tautológico,
los (comp.), Meaning and Method: Essays in Honor of Hilary Pulnam,
y -en vista del Teorema de Frege- un cierto sentido en el que
Cambridge University Press, Cambridge, pp. 261-277.
la aritmética misma podría ser considerada tautológica. 1971, "The Iterative Conception of Set", Journal of Philosophy,
En décadas recientes ha habido una intensa discusión en vol. 68, no. 8, pp. 215-231.
torno a la pregunta de si el neofregeanismo es filosóficamente -,
I i trruess,
J. P., 2005, Fixing Fre ge, Princeton University Press, Princet on.
viable,¡' y esto ha dado lugar a toda clase de variaciones de la l;r'cue, Gottlob, 1903, Grundgesetze der Arithmetik, begrffischriftlich ab-
propuesta original.6 geleitet, vol. 2, Hermann Pohle,.|ena. lLas leyes fundamentales de la
Hemos visto algunas de las razones por las que el proyecto aritmética, vol. II]
logicista de Frege retiene su irnportancia a pesar del colapso de 1893, Grundgesetze der Arithmetik, begrffischriftlich abgeleitet,
la Ley Fundamental V. Antes de concluir esta sección, sin em- vcrl. l, Hermann Pohle,Jena. lLas leyes fundamentales rJe la aritmética,
bargo, me gustaría mencionar una manera indirecta en la que -¡ vol. Il
Las leyes fundamentales de la aritméticaha iluminado la discusión 1879, Begrffischrift, eine der arithmetischen na,chgehildete F'ormels-
contemporánea en filosofía de las matemáticas. prache des reinen Denkens, Louis Nebert, Halle. fVersión en cast.e-
-t llano: Conceptogmfía, un lenguaje de fórmulas, construido a semeianza
Antes del descubrimiento de Russell, hubiera sido difícil
del lenguaje aritmético, para el pensamiento puro, incluida en esta an-
imaginar un principio más natural para axiomatizar la teoría
tología.l
de conjuntos que la Ley Fundamental V. En vista de la contra-
Il:rle, B. y C. Wright, The Reason's Proper Study: Essays towards a Neo-
dicción, sin embargo, nos hemos visto obligados a pensar en Fregean Philosophy of Mathematics, Clarendon, Oxford, 2001.
a El texto seminal del neofregeanismo es Wright 1983.
lleck, R., 1993, "The Development of Arithmetic in Frege's Grundge'
u Huy una descripción más detallada de esta discusión en MacBride 2003 setze der Arithmetih",Journal of Symbolic Logic, vol. 58, pp. 579-601.
y'I-ennant 2014.
6Véase, en particular,la colección de ensayos en Hale y Wright 2001. Mi 7 l)os esfuerzos por desarrollar una concepción consistente de la teoría de

propia versión del neofregeanismo está desarrollada en Rayo 2013. r onjuntos son Boolos 1971, y Burgess 2005.
360 AGUSTÍN RAYO

MacBride, F., 2003, "Speaking with Shadows: A Study of Neo-Fregean-


ism", British.lournal.for the Philosophy o.f Science, vol. 54, pp. 103-
163.
Parsons, C., "Frege's Theory of Number", en M. Black (comp.), Phi-
losophy in America, Cornell University Press, Ithaca, 1965, pp. 180-
203.
Rayo, 4., 2013, The Construction of Logical Space, Oxford University LOS FUNDAMENTOS DE. LA ARITMÉTICA*
Press, Oxford.
Shapiro, S., 1991, Foundations without Foundationalism, Oxford Univer- UNA INVESTIGACIÓN LÓGICO-MATEMÁTICA
sity Press, Oxford. SOBRE EL CONCEPTO DE NÚMERO
Tennant, Neil, "Logicism and Neologicism", The Stanford Encyclopedia
of Philosopá1 (edición de otoño del 2014), ed. Edward N. Zalta,
URL : <bttp: // plato. stanford. edu/archives/ fall2014/ entries/logi
cismr/>.
Wright, C., 1983, Frege's Conception of Numbers as Objects, Aberdeen
University Press, Aberdeen.

il
t:
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:6

ffi
4

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§
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Y

4
I
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¡§
*
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*
I
tü* * Título original: Die Grundlagen der Arithmetik, eine logisch-mathematische
*
s¿F
I lntersuchung ueber den Begriff der Zahl, publicado en Breslau por Wiltrelm
*+ Koebner, 1884. Traducción de Hugo Padilla, revisada para el presente vo-
* Irrrnen.
s
Y

&
INTRODUCCIÓN-
E

A la pregunta qué es el número uno o qué significa el sím-


bolo 1, generalmente se recibe la respuesta: pues, una cosa. Y
cuando se hace notar que la oración
"el número uno es una cosa"

;;
no constituye deñnición alguna, porque de un lado aparece el
L
& artículo definido y del otro el indefinido, o que sólo quiere de-
: cir que el número uno pertenece ala clase de las cosas, aunque
rro dice qué cosa sea, entonces tal vez se nos invitará a elegir
t
I
I
alguna cosa -lo que queramos- a 1o que deseemos llamar uno.
7t,
* Sin embargo, si cada quien tuviera el derecho de entender por

este nombre 1o que se le antojara,la oración misma acerca del
fi
trno significaría cosas diferentes para diferentes personas; ta-
,l:,

les oraciones carecerían de contenido común. Quizás algunos


rechazaríanla pregunta argumentando que tampoco se puede
É indicar el significado de la letra a, qtre se usa en la aritmética;
t
*. y si se dice: a significa un número, se podría encontrar aquí
¿
E la misma falla que se encuentra en la definición: uno es una
g
§ crosa. Rechazar la pregunta en el caso de la a está totalmente
ii

tr
?
justificado: a no significa ningún número determinado, espe-
*x t-ífico, sino que sirve para expresar la generalidad de las pro-
&
§ * En lo.s
#* fundamentos de lu aritmética, Frege utiliza una sola palabra, Satz,
{1 ¡rara denominar, a veces, meras estructlrras sintácticas, en cuyo caso se tra-
* <ltrce la palabra alemana por "oraci1jn", y a veces para denominar lo que él
t ll¿rma "cr¡ntenidos juzgables". En este segundo caso, se traduce la palabra
il "S¿rtz" por "proposición". En ocasiones, la distinción no es del todo clara y se
fr
* optó por mantener esta segunda traducción.John Austin, en su versión ingle-
*B s:r cle esta obra, traduce en todos los casos "Satz" por la palabra "proposition".
il
tr
{& IN cle la c.]
G
*
I
364 LoS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉUCE

posiciones generales. Si en a * a - a - a, sustituimos a pot


r !
, INTRODUCCION

entero positivo está tan libre de dificultad que puede ser ma-
365

trn número cualquiera, pero siempre el mismo, obtendremos neiado por los niños tanto exhaustiva como científicamente, y
en todos los casos una igualdad verdadera. En este sentido se que todos ellos saben todo lo que tienen que saber de é1, sin
ha de usar la letra ¿. Pero con el uno la situación es esencial- requerir mayores reflexiones y sin conocimiento de lo que otros
mente distinta. En la igualdad I + 1 : 2, ipodemos sustituir hayan pensado acerca de é1. Así, hay ausencia completa del pri
1, en ambos lugares por el mismo objeto, digamos, la Luna? mer prerrequisito del aprendizaje: el saber que no se sabe. El
Más bien parece que debemos sustituir el primer uno por algo resultado es que uno se contenta aún ahora con una concep-
distinto de lo del segundo. iA qué se debe que justamente aquí ción burda, aunque ya Herbartl haya proporcionaclo una más
tenga que suceder lo que en otro caso constituiría un error? correcta y erudita. Es triste y descorazonador ver que de este
La aritmética no puede arreglárselas sólo con la letra a, sino rnodo un conocimiento ya conquistado se vea constantemente
que tiene que usar, además, otras letras, b, c, etc., para expre- aÍ\enazado de perderse, eue más de un trabajo haya sido he-
l.
sar en forma general relaciones entre diferentes números. Así, cno en vano, porque nos lmagtnamos que somos tan rlcos que
podría pensarse que el símb<¡lo I tampoco bastaría por sí mis- no necesitamos apropiarnos de sus frutos. Veo perfectamente
mo si se usase de manera similar para conferir generalidad a que este trabajo está también expuesto a ese riesgo. Esa burda
las proposiciones. Pero iacas<¡ el número uno no parece un concepción me sale al paso cuando se describe el cálculo agre-
objeto determinado con propiedades específicas, por ejemplo, qativo como pensamiento mecánico.2 Dudo de que exista un
la de permanecer sin cambio al multiplicarse por sí mismo? E,n pensamiento así. Se podría llegar a aplicar a una imaginación
este sentido no se pueden indicar ningunas propiedades de a, agregativa; pero eso carece de toda importancia para el cálctr-
puesto que cualquier cosa que se diga de a es común a todos lo. El pensamiento esencialmente es el mismo en todos lados:
los números, rnientras que 11 : 1 no afirma nada de la Luna, no hay diferentes clases de leyes del pensamiento dependiendo
ni del Sol, ni del Sahara, ni del Pico de Tenerife; pues, icuál de los objetos. Las diferencias estriban en la mayor o menor
podría ser el sentido de tal afirmación? pureza del pensamiento, y la mayor o menor dependencia de
Es más, la mayoría de los matemáticos no tendría respuesta influencias psicológicas y de ayudas externas al pensamiento,
satisfactoria que ofrecer a tales preguntas. iNo.es una desgra- tales como el lenguaje, los numerales, etc., y acaso aún en la
cia para la ciencia carecer de claridad acerca de uno de sus mayor o menor finura de la estructura de los conceptos invo-
primeros objetos, aparentemente tan simple? Así, parece haber Iucradosi pero es precisamente en este respecto en el que la
poca esperanza de que podamos decir lo que es el número. Si rnatemática aspira a no ser superada por ninguna ciencia, ni
un concepto que está en la base de una gran ciencia presenta siquiera por la filosofia.
dificultades, resulta tarea del todo imprescindible investigarlo En el presente trabajo se podrá ver que incluso una inferen-
más rigurosamente y superar estas dificultades, sobre todo por- cia que de manera patente es propia de la matemática, como
que podría resultar difícil aclarar totalmente los números nega- la que va de n a n + l, se basa en las leyes lógicas genera-
tivos, fraccionarios o complejos, mientras nuestra intelección les y no requiere leyes especiales del pensamiento auregati-
de los fundamentos de la estructura completa de la aritmética vo. Sin duda se puede operar con numerales mecánicamente,
sea imperfecta. justo como se puede hablar a Ia manera de un perico; pero
Sin duda mucha gente considerará que esto no vale la pena. cso difícilmente podría ser llamado pensamiento. Sólo después
Suponen que este concepto ya está suficientemente tratado en I Stimmtliche Werke
ed. Hartenstein, t. X, parte 1, §252,
lObras completasl,
Ios libros elementales y, con ello, resuelto de una vez por todas. n. 2: "f)os rrn significa dos cosas, sino duplicación", etcéter-a.
iQuién podría creer que hubiera aún algo que aprender sobre 2 K. Fischer, System
d,er Logik und Metaphysih od,er Wissenschaftslehre,Za. ed..,

una cosa tan sencilla? Se sostiene que el concepto de número § e4.


366 LOS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉUCE INTRODUCCIÓN 367

de que la notación matemática alcanza pleno desarrollo por choso como es de desear, y como sería también posible, es por-
medio de un pensamiento auténtico, es posible que, como se que me parece que en la filosofía prevalecen los tratamientos
dice, ella piense por nosotros. Esto no prueba que los núme- psicológicos, los cuales han invadido aun a la propizr kigicir. Fla-
ros se formen de una manera especialmente mecánica, como cia esos tratamientos, la matemática no tiene ningun:r sirnpatía;
los arenales se forman de las partículas de cuarzo. Por pro- y por ello se explica fácilmente la repugnancia que mllch<¡s ma-
pio interés, según creo, los matemáticos deberían oponerse a temáticos sienten por los tratamientos filosóficos. Por c'jernplo,
cualquier concepción de este tipo que propicia el descrédito cuando Stricker3 llarna a las representaciones de los númcr«¡s
de uno de los objetos capitales de su ciencia y con ello pro- fenómenos motores, dependientes de sensaciones musculitrcs,
picia su propio descrédito. No obstante, también en los tra- el matemático no puede reconocer en ello a sus números y no
bajos de los matemáticos encontramos expresiones totalmen- sabe cómo enfrentarse a tal proposición. Una aritmétic¿r firnd¿r-
te similares. Tenemos que reconocer, por el contrario, que da en las sensaciones musculares sería ciertamente sens¿rciotrirl,
hay en el concepto de número una estructura mucho más fi- pero tan vaga como sus fundamentos. No; la aritmética n«r tie-
na que en la rnayoría cle los conceptos de las restantes cien- ne absolutamente nada que ver con las sensaciones. Tzrtnp<>c<r
cias, aunque éste sea uno de los conceptos aritméticos más con las imágenes mentales que confusamente surgen de irnpre-
simples. siones sensoriales anteriores. Lo inestable e indeterminaclo cle
Para disipar la ilusión de que no existe propiamente difi- todos estos fenómenos entra en fuerte contraste con la cletermi-
cultad alguna respecto de los números enteros positivos, sino nación y solidez de los conceptos y objetos matemáticos. Puede
que reina Lrna concordancia universal en ellos, me ha parecido qLre sea de alguna utilidad investigar las representaciones y los
adecuado discutir algunas de las opiniones de filósofbs y ma- cambios que ocurren en el curso del pensar matemático; pero
temáticos sobre las cuestiones que estamos considerando. Se :,'

í la psicología no debe irnaginar que puede contribuir con alqo


verá que hay poco acuerclo, al grado de que algunas expresio- I ir la fundamentación de la aritmética. Para el matemático en
nes resultarán contraclictorias. Unos dicen, por ejernplo: "las i:
¡
cuanto tal, esas imágenes mentales, su surgimiento y cambio,
unidades son iguales unas a otras"; «rtros sostienen que son i son indifbrentes. Stricker mismo dice que con la palabra "cien"
diferentes, y cada bando tiene razones para sus afirmaciones no se representa nada más que el símbolo 100. Otros pueden
que no se pueden rechazar sin más. Mi objetivo es despertar el representarse la letra C o quizás alguna otra cosa; ino resulta
deseo de una investigación más rigurosa. A la vez, el esclareci- cle aquí que las imágenes mentales son totalmente indiferentes
&
miento previo de los puntos de vista expresados por otros pre- Í e incidentales para lo que nos concierne y para la esencia del
i
I

parará el suelo para mi propia concepción, y con ello espero Í1.


problema, tan incidentales como el pizarrón negro y la ti'za, y
convencer anticipadamente que ningún otro camino conduce i que no merecen en absoluto llarnarse representaciones del nú-
tf
a la meta, y que mi opinión no es una más entre muchas igual- f.
t rnero cien? No se suponga que la esencia de nuestro problema
,ji

mente sostenibles; y así, espero decidir la cuestión de modo 8:


,to
csté en tales representaciones. No debe tomarse la descripción
definitivo, al menos en lo esencial. §
clel surgimiento de una representación por su definición, ni
Ciertamente, el resultado será más filosófico de lo que a mu- ,g cl señalamiento de las condiciones anímicas y corporales por
chos matemáticos les parecerá adecuado; pero una investiga- rnedio de las que somos conscientes de una proposición por
,i:

!
ción fundamental del concepto de número tiene que resultar su prueba, ni debe confundirse el haber pensado una proposi-
siempre algo filosófica. Esta tarea es común a la matemática y ción con su verdad. Por esto, parece que debe recordarse que
a la filos<¡fía. rrna proposición no deja de ser verdadera cuando dejo de pen-
Si el trabajo cooperativo entre estas dos ciencias, a pesar de .::

:\ Studien über Association der Vorstellungen, Viena, 1883


las múltiples embesticlas de ambos lados, no resulta tan prove- I
.

.:
368 Los F'UNDAMENToS DE LA ARITMÉuce INTRODUCCIÓN 369

sar en ella, de la misma manera que el Sol no deja de existir '*


to de número. Esto constituye exactamente lo contrario de un
cuando cierro los ojos. En caso contrario, llegaríamos a pensar proceder racional y, en todo caso, está tan alejado del uno ma-
que en la prueba del teorema de Pitágoras se encuentra ne- temático como puede ser posible. Que no asombre, pues, que
cesariamente el contenido fosfórico de nuestro cerebro, y los los matemáticos no quieran saber nada de esto. Fln ltrgar cle
astrónomos titubearían en sacar cualquier conclusión acerca encontrar una pureza particular de los conceptos donde uno
del pasado lejano por temor a que alguien les objetara: "tú supone estar próximo a su origen, se ve todo confuso e indife-
multiplicaste 2 x 2 : 4; haciendo caso omiso de que la re- renciado, como a través de la neblina. Es como si alguien que
presentación numérica tiene un desarrollo, tiene una historia. quisiera conocer América tratara de ponerse en el lugar de Co-
iCómo puedes saber que en ese pasado ya existía esa propo- lón en el momento de haber captado de un vistazo dudoscl sus
sición? il-as criaturas de entonces no podrían haber sostenido supuestas Indias. Por supuesto que tal comparación no prue-
que 2 x 2 : 5, y después, por medio de la selección natural,
3

ba nada; pero, según espero, aclara mi postura. Rien puede


en la lucha por la existencia, haber lleeado a la proposición ser que la historia del descubrimiento sea útil como prepara-
2 x 2 : 4,la que, por su parte, tal vez está condenada, por lo ción para investigaciones posteriores; pero no puede tomar su
mismo, a convertirse en la proposición2 x2 : 3?" Est modus in lugar.
rebus, sunt certi deniquefines! El rnodo histórico de tratamiento, En lo que concierne a los matemáticos, pudo haber sido in-
que busca investigar el ser de las cosas y conocer su esencia necesario un ataque a tales concepciones; pero mi tratarniento
a partir del ser, ciertarnente tiene una gran legitimidad; pero tenía el propósito de destacar 1o más posible la disputa para los
también tiene sus limitaciones. Si en el continuo fluir de las filósofos, de modo que yo mismo me vi compelido a entrar un
cosas no se mantuviera nada fijo, eterno, desaparecería toda poco en la psicología, si bien sólo para repeler su invasión de
posibilidad de conocer algo del mundo y todo caería en confu- la matemática.
sión. Se piensa, según parece, que los conceptos surgen en la Por lo demás, también en los libros de texto de matemáticas,
mente individual como las hojas en el árbol, y creemos poder .$. aparecen giros psicologistas. Cuando se siente la necesidacl de
i
conocer su esencia al estudiar su origen y se busca esclarecerlos 1 dar una definición, sin poder hacerlo, al menos se intenta des-
psicológicamente a partir de la naturaleza de la mente huma- cribir el modo como se llega al objeto o al concepto en cues-
na. Pero esta manera de ver las cosas hace todo suhjetivo y, si tión. Estos casos son fácilmente reconocibles en virtud de que
la sesuimos hasta el fin, aniquila la verdad. Lo que llamamos en el desarrollo posterior ya no se retorna a tales tipos de acla-
historia de los conceptos es más bien una historia de nuestro : raciones. Tal modo de introducirse a los problemas es legítimo
conocimiento de los conceptos o de los significados de las pa- desde el punto de vista didáctico; sólo que se le debe clistinguir
labras. Só1o a través de un gran trabajo intelectual, que puede siempre y cuidadosamente de una definición. Encontramos en
durar siglos, se logrará llegar, al fin, a conocer un concepto E. Schróder4 un divertido ejemplo de que también los matemá-
en su pLlreza, a despojarlo de envolturas extrañas que 1o ocul- ticos pueden confundir los fundamentos de la prueba con las
taban a los ojos del espíritu. Qré hemos de decir entonces, condiciones internas o externas de la conducta al llevar a cabo
cuando alguierr en lugar de continuar este trabajo ahí donde la prueba,ya que, bajo el rubro de "Axioma Especial", ofrece
aún no parece terminado, para nada lo atiende y se vuelve a la lo siguiente:
habitación de los niños o se reinstala en las más viejas etapas
concebibles del desarrollo de la humanidad, y akrí, como John El principio que hemos pensado, bien puede llamarse Axioma de
Stuart Mill, descubre algo parecido a una aritmética de galleti la Adherencia de los Símbolos. Nos garantiza que en todos nues-
tas «¡ una aritmética de guijarros. Sólo faltaría que se atribuyera a
Lehrbuch der Arithmetik und Algebra lCurso de artimética y álgebra\ [Leipzig,
al olor de la galleta una especial significación para el concep- l ¡r73.1
370 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrtcr INTRODUCC IÓN 371
{
tros desarrollos y deducciones los símbolos permanecen constan- ; hay que separar tajantemente 1o psicológico de lo lógico, lo
tes en nuestra memoria -y aún más en el papel-, etcétera. #
* subjetivo de lo objetivo;
§ no se debe preguntar por el significado de una palabra aislada,
La matemática no debe pedir ninguna ayuda a la psicología, x
f* sino sólo en el contexto de una oración;
como tampoco desconocer su estrecha conexión con la lógica. tr

Concuerdo con el punto de vista de aquellos que sostienen que *


* hay que mantener siempre a la vista la diferencia entre c()ncep-
una separación de las dos es irrealizable. Se tiene que conceder to y objeto.
#
que una investigación sobre la contundencia cle una pmeba, o *
sobre lajustificación de una definición, tiene que ser una cues- Para lograr lo primero, he usado siempre la palabra "repre-
tión de lógica. Tales cuestiones, sin ernbargo, son inseparables sentación" lVorstellung] en sentido psicológico y he distinguido
de la matemática, porque sólo al res<¡lverlas se alcanza la nece- I
E
las representaciones de los conceptos y de los objetos. Si uno
saria certeza. *
no observa e[ segundo principio, se verá casi obligado a tomar
Ciertamente, también en esta dirección voy más allá de lo I como significado de las palabras imágenes mentales o actos de
usual. La mayoría de los matemáticos, en relación con investi ii la mente individual y, con ello, cometerá una falta contra el
gaciones de este tipo, se sentiría contenta con haber satisfecho I
|l:
primer principio también. En cuanto al tercer punto, es sólo
sus necesidades inmediatas. Cuando se ofiece una definición r. una ilusión creer que un concepto puede transformarse en un
7

apropiadapara ser usada en demostraciones, cuando en ningu- objeto sin alterarlo. De aquí se sigue que es insostenible la ant-
na parte da lugar a contradicciones, cuando por medio de ella pliamente difundida teoría formal de las fracciones, de los nú-
** rneros negativos, etc. Só1o puedo señalar en este trabajo en qué
se reconocen conexiones entre cosas aparentemente alejadas u

entre sí, cuando con ello se obtiene un orden y una legalidad # sentido pienso mejorarla. En todos estos casos, así como en el
tr
más altos, entonces se suele sostener que la definición es su- de los números enteros positivos, de lo que se trata es de fijar
ficientemente segura y poco se pregunta por su justificación
t el sentido de una igualdad.
lógica. En todo caso, este proceder tiene la ventaja de que hace Creo que mis resultados, al menos en lo principal, encontra-
* rán la aceptación de los matemáticos que quieran tomarse el
difícil errar por completo en relación con la meta. Pienso tam- t'

bién que las definici«tnes deben acreditarse por 1o fructíferas $ trabajo de considerar mis razones. Me parece que éstas flotan
que sean, por la posibilidad de realizar pruebas con ellas. Pero *
§ en el ambiente, y quizás en 1o particular cada una de ellas ya
s
es digno de atender el que siga siendo una ilusión el rigor de c haya sido expresada, al menos aproximadamente; pero tal y
la prueba, aun cuando no falte ninqún eslabón en la cadena * como se presentan aquí, conectadas entre sí, puedan aún ser
*
algo novecloso. Muchas veces me ha asombrado que las con-
;¡,

de nuestras deducciones, si las definiciones sólo se justifican *


posteriormente en razón de que uno no se tropiece con ningu- *I cepciones que en algunos puntos son tan cercanas a la mía, en
na contradicción. Mediante estos métoclos sólo se consigue, en &
A
otros se aparten tan bruscamente de ella.
el fondo, una certeza empírica y se debe tener plena concien- §tñ
Á:
La acogida por parte de los filósofos variará,, dependiendo
w
,r
cia de que, al final, puede encontrarse una contradicción que de su posición; la peor, seguramente, será la de aquellos empi-
derrumbe todo el edificio construido. Por esta razón creí un $ r-istas que sólo admiten la inducción como proceso original de
deber ir un paso más allá, en cuanto a l<¡s fundamentos lógicos i inferencia -y ni siquiera como un proceso real de inferencia,
*
generales de nuestra ciencia, de lo que talvez.la mayoría de los
:
sino como un hábito-. Aunque tal vez, motivados por mi ex-
matemáticos hubiera considerado necesario. 1 Jrosición, unos y otros puedan reexaminar los fundamentos de
En la presente investigación me he sujetado a los siguientes su teoría del conocimiento. A quienes puedan tener mis defini-
principios fundamentales: : t:iones por no naturales, quiero recordarles que la cuestión no
li
.:
372 LOS FUNDAMENJToS DE LA ARITMÉucT

estriba en si son o no naturales, sino en si llegan al meollo del


asunto y si están lógicamente libres de objeción.
NIe pennito esperarque también ios filósofbs que lleven a
cabo un examen libre de prejuicios encuentren algo útit en este
escrito.

CONTENIDO TEMÁTTCO

§1. Recientemente se percibe en la matemática un esfuerzo


dirigido a conseguir rigor en la prueba y definición
precisa de los conceptos 381
§2. El examen debe extenderse también, finalrnente, al
concepto de número. Objetivo de la prueba .. 381
§3. Motivos filosóficos para tal investigación: las controversias
sobre si las leyes de los números son verdades analíticas o
sintéticas, a priori o a po.steriori. Sentido de estas
expresiones... . 382
§ 4. La tarea de este libro 384

I. OPINIONES DE ALGUNOS AUTORES SOBRE


LA NATLTRALI]ZA DI] I-AS PROPOSICIONES ARITMÍ]TICAS

áPueden ser probadas las fórmulas numéricas?


§ 5.
Kant niega esto, 1o cual, con derecho, Hankel llama
paradoja . 385
§ 6. La prueba leibniziana de 2 + 2: 4 tiene una laguna. La
definición de Grassman de a * b es fallida 386
§7. Es infundada la opinión de Mill de que las definiciones de
números individuales afirman hechos observados, de los
cuales se siguenlos cálculos aritméticos . ..... 3BB
§8. Estas definiciones no requieren la observación de hechos
para su lcgitimidad ...... 390

áSon las leyes aritméticas aerdades inductiuas?

§ 9. La ley natural de Mill. Al llamar leyes naturales a las


verdades aritméticas, Mill las confunde con sus
aplicaciones 391
374 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrtce CONTENIDO TEMÁ'TICO 315

§ 10. Razones en contra de que las leyes de la adición son


,f § 25. Dif-erencia física para Mill, entre 2 y 3.Según Berkcley, cl
verdades inductivas: diferentes tipos de números; por
tttetlio de la defuriciórt cle trúttrelo lro obLerrernos rrirrgúrr
lr número no está realiter en las cosas, sino que es creado por
la nrenLe . 409
conjunto de propiedades comunes de los números;
probablemente hay que fundar, a la inversa, la inducción áEs el número algo subietiuo?
en la aritmética 392
§ 26. La descripción de Lipschitz de la construcción de los
§ 11. f,o "innato" leibniziano .. 395
números no es correcta y no puede ponerse en lugar dc la
§ 12. Kant. Baumann. Lipschitz. Hankel. La intuición interna definicióndelconcepto. ...410
como fundamento del conocimiento . 396
§ 27. El número no es, como quiere Schloemilch, la
§13 Distinción entre aritmética y geometría . . 398 representación de la posición de un objeto en una serie .. 413
§14 Comparación de diversas clases de verdades según el
dominio gobernado por ellas . 398 El número como conjunto
§15 Puntos de vista de Leibniz y StanleyJevons 399
§ 28. El dar nombres, en Thomae . . 474
§16 En contra de ellos, el menosprecio de Mill por la
"manipulación artificiosa del lenguaje". Los símbolos no
son vacíos simplemente porque no sienifiquen nada III. OPINIONES SOBRE, LA UNIDAD Y EL UNo
perceptible ... 400
áExpresa el numeral "ltno" una propiedad
§17 Insuficiencia de la inducción. Sospecha de que las leyes
de los objetos?
numéricas sonjuicios analíticos, en ese caso ipara qué
sirven? Evaluación de los juicios analít.icos 407 § 29. Multivocidad de la expresión "¡.r.ovúq" y "unidad".
Patentemente, está fuera de propósito la definición que
II. OPINIONES DI] ALGT]NOS AUTORES
ofrece Schróder de la unidad como objeto contable. EI
SOI}RE EI- CONCF].PTO I)I, NÚMERO adjetivo "uno" no contiene ninguna determinación; no
puede servir como predicado 415
§18 Necesidad de investigar el concepto general de número. 402 §30 Los intentos de definición de la unidad, de Leibniz y
§1e Su definición no puede ser geométrica . 403 Baumann, parecen borrar por completo el concepto . . 416
§20 iEs definible el número? Hankel. Leibniz 404 §:i1 Observaciones de Baumann sobre la indivisibilidad y el
aislamiento. La idea de unidad no nos es sugerida por
cualquier objeto (como sostiene Locke) 477
áEs el número una propiedad
§32 Sin embargo el lenguaje indica una conexión con la
de las cosas externas?
indivisibilidad y el aislamiento, con lo cual hay un
§ 21. Opiniones de M. Cantor y E. Schróder . ...... 404 desplazamiento del sentido . 418
§ 22. Baumann se opone: las cosas externas no exhiben §:"3 La indivisibilidad (G. Kópp) no es sostenible como
unidades rigurosas. Al parecer, el número cardinal característica de la unidad . 418
depende de cómo concibamos las cosas ...... 405
§ 23. Es insostenible la opinión de Mill de que el número es una

":t::: :':':"r',r::;:::::K'
propiedad de agreuados de cosas 406 § : i 4. La i guald
§ 24. Amplia aplicabilidad del número. Mill. Locke. Figura E. Schróder. Hobbes. Hume. Thomae. No se obtiene el
metafísica e incorpórea para Leibniz. Si el número fuera concepto de número por abstracción de las diferencias de
algo sensible, entonces no se podría atribuir a lo no las cosas, ni por ello se convierten las cosas en iguales
sensible .. 407 unas a otras 419
376 r-os FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrtce CONTENIDO TEMÁTTCO ct I

§ 35. La diversidad es incluso necesaria si se ha de hablar de §54 Se puede llamar unidad al sujeto de una oración
pluralidad. Descartes. E. Schróder. StanleyJevons . . 421 numérica. Indivisibilidad y aislamiento de la unidad.
§ 3ri. L,l punto de vista de que las unidades son diversas tarnbien Igualdad y discenribilidatl 438
tropieza con dificultades. Diferentes unos en Stanley
Jevons ..... 421
IV. EL CONCEPTO DE NÚMERO
§ 37. Definiciones de número a partir de la unidad en Locke,
Leibniz y Hesse 422 Cada número indiuidual es un objeto independiente
§ 38. "IJno" es un nombre propio; "unidad", un térrnino
§ 55. Intento de complementar las definiciones leibnizianas de
conceptual. El número no puede ser dcfinido como los números individuales 439
unidades. Distinción entre "y" y +
I
423 i:
§ 56. Las definiciones intentadas no son útiles, ya que definen
§ 3e. La dificultad de reconciliar igualdad y discernibilidad de t un predicado en el que el número es sólo una parte 440
unidades está encubierta por la multivocidad de "unidad" 425
§ 57. La oración de número se ha de ver como una igualdad
entre números 441
Intentos de superar la diftcultad
§ 58. Objeción de la no representabilidad del número como un
40. Espacio y tiempo como medios para distinguir unidades. objeto independiente. En principio, el número no es
§
Hobbes. Thomae. En contra: Leibniz, Baumann, y Stanley representable . 442
426 § 5e. No es de excluir un objeto de la investigación porque no
Jevons
sea representable 443
§ 41. No se alcanza el propósito .. 427
60. Las cosas concretas mismas no siempre son
§ 42. La posición en una serie como medio para distinguir
§
.... . representables. Si se pregunta por el significado de una
unidades. El poner de Hankel 428
palabra se tiene que considerar la palabra dentro de una
§ 43. Copia, según Schróder, de los objetos por medio del
443
símbolo 1 ..428
44. La abstracción enJevons del carácter cle la diferencia § 61. Objeción de la inespacialidad de los números. No toda
§
cosa objetiva es espacial 444
mientras se mantiene su existencia. El 0 y el 1 son
números como los demás. La dificultad permanece 429
Para obtener el concepto de número,
se tiene que fijar el sentido
Solución de la dificultad
de una igualdad numérica
45. Recapitulación 437
§
§ 62. Necesitamos un criterio para Ia igualdad numérica . 445
§ 46. La oració.r ae,r,*;;";"";t;;;;"" afirmación sobre un
§ 63. La posibilidad de la correlación biunívoca en cuanto tal.
concepto. Objeción de que en conceptos que no varían el Duda lógica de que la igualdad se defina especialmente
número cambia 432
para este caso . . 445
§ 47. La facticidad de las oraciones de número se define a § 64. Ejemplos de procedimientos similares: la orientación de
partir de la objetividad de los conceptos 433 un plano, la forma de un triángulo ..... 446
§ 48. Liquidación de algunas dificultades 434
§ 65. Intento de una deñnición. Una segunda duda: la de si se
§ 4e. Corroboración en Spinoza ........ 435 cumple con las leyes de la igualdad 447
§ 50. Consideración de E. Schróder .... 436 § 116. Tercera duda: El criterio de la igualdad no cubre todos los
§ 51. Corrección de la consideración anterior ... 436 casos .... 449
§ 52. Corroboración en algunos usos lingüísticos del alemán .. 437 §t)/. No se puede complementar esto tomando como
§ 53. Diferencias entre características y propiedades de un característica de un concepto la manera como se
concepto. Existencia y número . .. 437 introduce un objeto .. 450
378 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuc.t CON'IENIDO TEMÁTICO 379

§ 68. El número como extensión de un concepto . . 450


i], § 88. Subestimación, por parte de Kant, de los juicios
§ 69. Elucidación . . 451 h
'i analíticos ..... 470
§ Be. La proposición de Kant: Sin sensibilidad no nos sería
Complemento y prueba de nuestra definición rs dado objeto alguno. El servicio de Kant a la matemática 471
§ e0. Para la prueba completa de la naturaleza analíLica de las
§ 70. El concepto de relación 453 I
l¡ leyes aritméticas falta una cadena de deducciones sin
§ 71. La correlación por medio de una relación . 455
lagunas 472
§ 72. La correlación biunívoca. EI concepto de número 456 :
I
§ 91. Es posible remediar este defecto por rnedio de mi
§ 73. El número que corresponde al concepto F es igual al
f
conceptografía . 473
número que corresponde al concepto G si hay una r¡.
tf
relación que correlacione biunívocamente los conceptos .s
¡:

que caen bajo F con los conceptos que caen bajo G 457 *
I
Otros números

§ 74. Cero es el número que corresponde al concepto "desigual :


92. Sentido de la pregunta, según Hankel, por la posibilidad
t, a §
a sl mlsmo 458 t del número ... 474
§ /5. Cero es el número que corresponde a un concepto bajo el § 93. Los números ni son espacialmente externos a nosotros ni
cual nada cae. Ningún ohjeto cae bajo un concepto si cero son subjetivos 474
es el número que le corresponde 459
§ 94.
:
.; El que un concepto no sea contradictorio no garantiza
§76 Definición de la expresión "en la serie de los números que algo caiga bajo é1, y él mismo requiere probarse . . . . 475
naturales, rz sigue inmediatamente a m" . 460
i § 95. No se ha de ver sin más a (, - b) como un símbolo que
§77 1 es el número que corresponde al concepto "igual a 0" .. 461
# resuelve el problema de la sustracción . . . 476
§78 Proposiciones que se han de probar por medio de É
a.
§ 96. Ni siquiera los matemáticos pueden crear algo
nuestras definiciones ... 462 I arbitrariamente 477
ü
§ 7e. Definición del seguirse en una serie 463
§97. Hay que distinguirlos conceptos de los objetos ......... 477
§ 80. Observaciones al respecto. Objetividad del sucesor 463 fi*
§ 98. Definición de la adición en Hankel . . .. 478
§ 81. Definición de la expresión "x pertenece a la serie-p que tt
§ 99. Insuficiencia de la teoría formalista 478
termina con y" 465 a

é: § 100. Intento de interpretar los números complejos ampliando


§82 Indicación de la prueba de que no hay un último miembro *
i' de determinada manera el significaclo de la
s
en la serie de los números naturales 465 i multiplicación . 479
§83 Definición de número finito. Ningún número finito se *
!q
101. La posibilidad de ofrecer una interpretación así no es
sigue a sí mismo en la serie de los números naturales 466 r §
¿
indiferente para la fuerza de una prueba 480
# 102. La mera postlllación de que se puede realizar una
Números infinitos §
{.
J; prueba no constituye su cumplimiento . 480
+
§84 El número que corresponde al concepto "número finito" &
i § 103. La definición de Kossak de los números compleios es
es un número infinito 467 t§ sólo una indicación para la definición y no evita que se
§85 [,os números infinitos cantorianos; "potencia". *
.g
introduzcan elementos ajenos. La representación
Discrepancia en la terminología 468 ilF geométrica ... 481
§86 El seguirse en la sucesión de Cantor y mi seguirse en una
á
.th
t § 104. Lo que se necesita es fijar el sentido de un juicio de
serie 469 ** reconocimiento para los nuevos números 482
# § 105. El atractivo de la aritmética está en su carácter racional 483
É
V. CONCLUSIÓN t
t
§§ 106- 109. Recapitulación 484
87. La naturaleza de las leyes aritméticas. ...... . 469
*t
§ &
4
E
É
a
8

§ l. Después de que la matemática se hubo alejado [)()r un


largo tiempo del tipo de rigor euclidiano, retorna ahr>r':r rr ril
y pretende sobrepasarlo. En la aritmética, a consecuent'i:r <lt.
haberse originado en la India muchos de sus métod«rs y ('()n-
ceptos, fue usual pensar con menos rigor que en la geonrt'l r'í:r,
desarrollada principalmente por los griegos. El descubrinrir.rr-
to del análisis superior sólo confirmó esta tendencia; pu(.s s('
contrapusieron considerables y casi insuperables diñcultu«lt's rr
un tratarniento riguroso de estos temas, dificultades cuytr s( )-
lución parece deparar poca recompensa a los esfuerzos t:nrlx.-
ñados. Sin ernbargo, los desarrollos posteriores han enseñ:trl«r,
cada vez más claramente, que en la matemática la mera convir'-
ción moral, apoyada en múltiples y exitosas aplicaciones, r)()
es suficiente. Casos tenidos antes por evidentes en sí misnlos,
r-equieren ahora una prueba. Una y otra vez, los límites dc la
validez de una proposición se han establecido de esta manel-¿r
por primerayez. Los conceptos de función, continuidad, lírlri-
te e infinito han mostrado la necesidad de una determinacirin
rnás precisa. Los números negativos e irracionales, admitidr¡s
clesde hace mucho tiempo en la ciencia, han tenido que some-
terse a un examen más minucioso en cuanto a sus credenciales.
En todas partes aparece el afán de probar más rigurosamen-
te, de trazar estrictamente los límites de validezy, para lograr-
lo, de captar con precisión los conceptos.

§ 2. Este camino, en su curso posterior, debe conducir al con-


cepto de número y a las proposiciones más simples que valen
para los números enteros positivos, que constituyen el funda-
rnento de toda la aritmética. Sin duda, las fórmulas numéri-
cas como 7 + 5
Ltv

- 12 y las leyes como la de la asociatividad de


382 LoS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉTICE LOS FUNDAMENTOS DE LA ARI'I'MÉTIC,A. 383

la adición, en virtud de las innumerables aplicaciones que de ella que sisa caminos más difíciles, prtreba mediante la cual
ellas se hace cotidianamente, dan la impresión de estar tan con- fiecuentemente Se aprende a Conocer c.()n tnayor exactitud las
firmadas, eue puede parecel'casi ridículo querer ponerlas en condiciones que delimitan la valide '¿ cle lzr proposición <-rrigr-
duda al exigir una prueba de ellas. Pero está en la naturaleza de nal. Así, en general, la pregunta acercil de cómo llegamos al
la matemática siempre preferir una prueba, si ésta es posible, contenido de un juicio debe distinguirsc de otra acel-ca cle la
a cualquier confirmación inductiva. Euclides ofreció pruebas -justificación de nuestra aseveración.
de muchas cosas que cualquiera le hubiera concedido. Cuan- Estas distinciones entre a priori y a posteriori, enLre sintético
do se dejó de estar satisfecho incluso con el rigor euclidiano, y analítico, atañen, según creo,5 uo al contenido deljuicio, sin<l
se llegó a las investigaciones desatadas por el axiorna de las a lajustificación paraemitirlo. Ahí donde falta esajustificacitin
paralelas. falta también la posibilidad de trazar cualquier distinci<ln. Un
De esta suerte, el movirniento dirigido a conseguir el mayor error a, priori es, por tanto, un absurdo tan cornpleto c()lno un
rigor pronto sobrepasó con mucho el requerimiento original, concepto azu.l. Cuando se dice que una proposición es an¿rlítica
y éste mismo ha crecido continuamente en extensión y fuerza. o a posteriori, en mi senticlo, no se juzga sobre las condicioncs
La prueba no sólo se propone poner a salvo de dudas la psicológicas, fisiológicas y físicas que pudieran haber he«:h<r
verdad de una proposición, sino que también pretende propi- posible la formación del contenido de la proposición cu nues-
ciar la comprensión de la dependencia de unas verdades con tra conciencia; tampoco sobre cómo alguna otra pers<ln:r, tal
respecto a otras. Después de que uno ha quedado convencido, vez erróneamente, haya llegado a tenerla por verdaclera; rnás
tras vanos intentos de moverlo, de lo inamovible de un peñas- bien, se juz.ga el fundamento últirno sobre el que descansa la
co, aún se puede preguntar qué es lo que le presta apoyo tan .justificación para tenerla por verdadera.
seguro. Cuanto más se prosiguen estas investigaciones, a tantas Por ello, la pregunta debe apartarse del campo de Ia psico-
tnenos verdades primitivas se retrotrae todo; y esta simplifica- logía y asignarla al de la matemática, si se trata de una verdad
ción ya es en sí misma una meta que vale la pena perseguir. rnaternática. El problema es el de encontrar su prueba y seguir-
Quizás también se justifique la esperanza de que al examinar la hasta las verdades primitivas. Si en este camino sólo se en-
casos sirnples pudiéramos sacar alaluz 1o que los hombres han cuentran definiciones Y leyes generales de la lógica, entonces se
hecho de manera instintiva y pudiéramos extraer de tales pro- trata de una verdad analítica, teniendo en mente que debemos
cedimientos lo que es universalmente válido en ellos y acaso de tener en cuenta tod;rs las proposiciones sobre las que des-
llegar a métodos generales para la formación de conceptos y cansa la admisibilidad de cualquiera de las definiciones. Pero
para establecer principios igualmente aplicables a casos com- i, si es imposible ofrecer Ia prueba sin utilizar verdades que no
I
plicados. sean de naturaleza lógica general, sino que pertenezcan a un
campo especial del conocimiento, entonces es una proposición
§ 3. Motivos filosóficos me han determinado también a tales sintética. Para que una verdad sea a posteriori, se exigirá que su
investigaciones. Las preguntas por la naturaleza a priori o a pos- prueba no pueda producirse sin apelar a hechos, esto es, a ver-
teriori, sintética o analítica, de las verdades arit-méticas esperan dades que no se puedan probar y que no sean generales, sino
aquí su respuesta. Así, aunque también estos mismos conceptos que contengan aseveraciones acerca de objetos particulares. Si,
pueden pertenecer a la filosofía, creo que no podrá alcanzarse por el contrario,la prueba se puede llevar a catro exclusivamen-
ninguna decisión sin la ayuda de la matemática; aunque, sin
duda, esto depende del sentido que se les dé a tales preguntas. 5 Nat.uralmente, con ello no quiero asignar un nuevo sentido a estos térmi-

No es raro que primero se obtenga el contenido de una nos, sino sólo precisar el sentido que autores anteriores, Kant en especial, les
proposición, y sólo después se ofrezca una prueba rigurosa de rlieron.
iF-

384 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrtce NATURALEZA DE LAS PROPOSICIONES ARITMÉTICAS 385

te a partir de leyes generales, que por su parte ni necesitan ni I. OPINIONE.S DE, ALGUNOS AUTORES
admiten prueba, entonces la verdad es a priori.6 * I
SOBRE, LA NATURALEZA DE, LAS
PROPOSICIONE,S ARITML,'I'ICAS
§ 4. Partiendo de estas presuntas filosóficas llegamos al mis-
mo requerimiento que ha surgido independientemente en el
campo de la matemática misma: que las leyes fundamentales ipuror,x sER pRoIIADAS LAS FóRMULAS NuH,tÉRtt;;rs?
de la aritmética deben ser probadas, si ello fuera posible, con § 5. Tenemos que distinguir las fórmulas numéricas que t.r2rt¿rn
el mayor rigor; así, sólo cuando se haya eliminado todo hueco cle números determinados, como 2 + 3: 5, de las leyes gcl)c-
en la cadena deductiva, podrá decirse con sesuridad de qué r-ales que valen para todos los números enteros.
verdades primitivas depende la prueba; sólo cuando esto se f,as primeras han sido tenidas por algunos filósofoss cotlt,l
conozca, se podrán contestar las preguntas originales. rx) susceptibles de ser probadas y como inmediatamente (rlir-
Si intentamos cumplir este requerimiento, muy pronto llega- ras a manera de axiomas. Kante las declara no susceptibles «lc
renlos a proposiciones que no pueden ser probadas mientras prueba y sintéticas, pero se abstiene de llamarlas axiomas por-
no se consiga descomponer los conceptos que ocurren en ellas que no son generales y porque su número es infinito. Hankcllo
en conceptos más simples, o no se cclnsiga reducirlos a algo i: llama justificadamente incongruente y paradójica a esta c()n-
más general. Ahora, aquí, antes que nada, tenemos que definir i cepción de verdades primitivas infinitas e incapaces de ser pro-
n
el número o reconocerlo como indefinible. Ésta es precisamen- g
bacl¿rs. Esta concepción se contrapone con el hecho de que la
te la tarea del presente libro.T Del resultaclo cle esta tarea de- t* razón tendría que poder abarcar de una sola mirada los funda-
penderá la decisión sobre la naturaleza de las leyes aritméticas. ü rnentos primeros. Por otra parte, ies inmediatamente eviden-
Antes de atacar estas cuestiones quiero adelantar algo que te que
I
puede darnos un indicio para su resolución. Si resulta que ba- 135 664 + 37 863 :
\73 527 ?
sados en otros puntos de vista creemos que las proposiciones
ftrndamentales de la aritmética son analíticas, ello hablaría en iNo! Y precisamente esto es aducido por Kant en favor de la
favor de que pudieran ser probadas y hablaría en favor de la de- naturaleza sintética de estas proposiciones. Sin embargo, más
s
finibilidad del concepto de número; en tanto que cualesquiera bien habla en contra de que no puedan ser probadas; pues,
4
razones para creer que esas rnismas verdades son a posteriori ¡ icómo podrían ser examinadas, si no es por medio de una
hablarían a fávor de lo contrario. Por tanto, estos puntos de vis- # pr-ueba, ya que no son inmediatamente evidentes? Kant acudió
ta rivales cleberán someterse, por lo pronto, a una elucidación en demanda de ayuda a la intuición de los dedos o de pun-
#B
previa. ia tos, con lo cual corrió el riesgo de hacer aparecer a estas pro-
f posiciones, en contra de su propia opinión, como empíricas;
6
Si se recolloce en absoluto l¿r existencizr de verclacles generales, entonces ;
:i


tanrbién se <lebe adrnitir que hzrv tirles leyes primitivas, ya que nada se sigue *
8 Hobbes, I-ocke, Newton. Véase,
J. Raurnann, Die l-ehren uon Zeil, Ru,utn
de rneras situaciones fácticas, a nrenos que sea sobre la base de una ley. [,a \t
und Matl-remo,tik lTeorías d,el tiempo, el espacio I la matemátical (l\erlín, 1868,
inducción misma descansa sobre la proposición seneral de que el procedi- Í
vol. I) pp. 241 v 242; l]65 ss., 475 y 476. [Hobbes, Examinatio et Emenclatio
:
miento inductiv«r podría establecer la vcrdad o, al menos, la probabilidacl de Mathematicae Hodiernae, Ámsterdam, 1668, f)iall. I-III, en esp. 1, p. l9 i'III,
una ley. Para quien niegue esto, la inclucción no es otra cosa que un fbnómeno pp.62-63; Locke, Enxryo,libro IV en esp. cap. IV, §6 y cap. VII, §§6 v 10;
psicológico, unzt nranera como los hombres llegan a creer en la verdad de una Newton, Arithmetica, Llniaersalis, vol. I, cap. I-III, en esp. III, n. 24.]
proposicirin sin dar ninuunajustificación de ella. e Véase Crítica de la razón pura
lA 164 B 205], traduccií¡n de Pedro Ribas,
7 Por tanto,
en lo c¡ue sigue, si no se inclica ()tra cosa, no se hablará d.e otros Taurus, Madrid, 2074.
núrneros sino de los enteros positivos, que responden a la preuunta "icuántos t0 Vorlesungen über die complexen Zahlen und ihren Functionen
lLer:ciones sobrc
Io cuántas]?" los números complejos y szls.funciones), p. 53.
386 LOS FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuce NATURALEZA DE LAS PROPOSICIONES ARITMÉTICAS 387

pues, en todo caso, la intuición de 37 863 dedos no es una intui Esta prueba parece estar enteramente construida a partir de
ción pura. La expresión "intuición" tampoco parece correcta, las definiciones y el axioma citados. También el axioma podría
ya que 10 dedos acomodados de diferentes maneras pueden scr transfbrmado en una definición, como lo hizo el propio
dar origen a distintas intuiciones. iTenemos, en absoluto, una l,eibniz en otro lugar.12 Parece que no se requiere s¿tber nada
intuición de 135 664 dedos o puntos? Si la tuviéramos y tuvié- rrrás del 1, 2, 3 y 4 que 1o que está contenido en las clefinicio-
ramos otra de 37 863 dedos y una tercera de 173 527, entonces nes. Sin embargo, si miramos con mayor precisión, podemos
tendríamos evidencia de la corrección de nuestra fórmula, al <lescubrir una laguna en la prueba, que no se ve debiclo ¿r la
rnenos mientras se tratara de dedos, aun cuando no fuera po- «rmisión de los paréntesis. Esto es, estrictamente habland«r, de-
sible probarla; pero esto no es el caso. bimos haber escrito:
Es evidente que Kant sólo tuvo en mente números pe- 2+2:2*(1+1)
queños. Así, las fórmulas con números grandes admitirían ser
probadas, mientras que las de números pequeños serían inme-
(2+1) +1:3-tL:4
diatamente evidentes por medio de la intuición. Pero es pro- Aquí falta la siguiente proposición
blemático establecer una distinción fundamental entre núme-
ros pequeños y grandes, especialmente porque entre ellos n<> 2 + (1 + 1)
- (2 + 1) + 1

podría trazarse un límite preciso. Si las fórmulas numéricas, di- que es un caso especial de
gamos de 10 en adelante, tuvieran que ser probadas, se podría
presuntar con derecho: ipor qué no de 5 en adelante, de 2 en a * (b * c)
- (o * b) * c.
adelante, de 1 en adelante?
Si asumimos esta ley, es fácil ver que toda fórmula de adición
puede ser probada de esta manera: esto significa que todo nú-
§ 6. Otros ñlósofos y matemáticos han sostenido, también, que mero se define en términos de su predecesor. De hecho, no
las fórmulas numéricas son susceptibles de ser probadas. Leib- veo cómo nos podría ser dado adecuadamente, digamos, el nú-
niz dice:11 rnero 437 986, si no es a la manera leibniziana. Aun sin tener
ninguna representación de é1, lo captamos Por este medio. Me-
No es una verdad inmediata que 2 y 2 sean 4; presupone que diante tales definiciones, reducimos el conjunto infinito de los
3y 1. Ciertamente esto se puede probar de la siguiente números al número uno y al incremento en uno, y cada una de
i"rjf:J}." las infinitas fórmulas numéricas puede ser probada a partir
Definiciones: 1) 2es1y1 de algunas proposiciones generales.
2) 3es2y1 Ésta es también la opinión de H. Grassmann y H. Hankel. El
3) 4es3yl primero obtiene la ley
Axioma: si lo igual se sustituye por lo igual en el mismo sitio, la a * (b + 1)
- (a + á) +I
igualdad subsiste.
por medio de una definición que dice:13
Prueba: 2+2:2* 1+ 1:3 * 1:4
Def. 1
2 Def. 3 Def. 12 "Non inelegans specimen demonstrandi in abstractis", ed. Erdmann,
Por lo tanto, según el Axioma: 2 + 2 : 4.
+
P.94.
für hóhere Lehranstalten lCurso de matemáticas para
t3 Lehrbuch der Mathema,tik

est:uelas de segunda enseñanza), parte l, Arithmetik fAritmética], Stettin, 1860,


tl Nouueattx Essa,is lltltteaos ensayos),IV § 10, ed. Erdrnann, p. 363 p.4.
3BB los FUNDAMENToS DE LA ARrlMÉrrce NATURALEZA DE, LAS PROPOSICIONES ARITMÉTIC]AS 389

Si a y á son miembros arbitrarios de la serie básica, entonces, por en el mundo se encuentre cosido y remachado; si así füera, no
la surna de a * & ha de entenderse aquel miembro de la serie podríamos llevar a cabo esta separación, iy 2 * I no set'ían 3!
básrca para el cual es valida la tormula L,s una lástima que tampoco Mill haya senaiado 1¿r situacion
a*(b*e):a+b+e. tísica que hubiese de servir como base para los números 0 y 1.
:a
Mill continúa: "dada esta prop«rsición, llamamos 3 a tt>d¿ts
Aquí, e ha de sienificar la unidad positiva. Esta definición
1.

aquellas colecciones". De aquí se desprende que pr()pi¿tnrctrte


puede criticarse de una doble manera. Por 1o pronto, la suma :: no eS correcto hablar de tres Campanadas cuando el reloi stlcll¿l
se define en términos de ella misma. Si no se sabe 1o que ha de las tres, o llamar dulces, ácidas, amargas a tres sensaciotres qtls-
significar a + ó, entonces tampoco se entenderá la expresión r tativas; y menos se puede Consentir la expresión "tres rlllllcrlls
a, * (b * o). Pero esta crítica quizás puede evadirse si decimos
Í de resolver una ecuación", puesto que nunca Se tienc «lt: cllir
(en contra de lo asentado en el texto) que no es la suma lo
ti una impresión sensible semejante a la d.
ooo.

que se pretende definir, sino la adición. Así, se podría objetar


.:r
Ahora bien, Mill dice: "Los cálculos no se siguen clc l¿r dcf r-
siempre que ¿ * á es un signo vacío en caso de que no sea un nición misma, sino del hecho observado." Pero, ia quó [tct'htr
miembro, o varios, de la serie básica del tipo exigido. Que esto apeló Leibniz en la prueba dada anteriormente de la 1>r'«rpo-
no tiene lugar es algo que Grassmann simplemente presupone ; sición 2 + 2 : 4? Mitl omite señalar la laguna en lir prttcbzr,
sin probarlo, de modo que su rigor es sólo aparente.
fi
aunque é1 mismo ofrece una pruebu,'o enteramente c()1'l'csP()n-
$ diente a la leibniziana, de la proposición 5 * 2 :7. Rcalrncnte
§ 7. Se podría pensar que las fórmulas numéricas resultan sin- * hay una laguna consistente en la omisión de los paréntesis, pcr()
téticas o analíticas, a posteriori o a priori, según sean las leyes
**
Mill, como Leibniz, la pasa de largo.
generales sobre las que se apoye su prueba. A esto se opone &
Si realmente la definición de todo número individual afir-
la opinión deJohn Stuart Mill. Ciertamente, parece pretender
!
mara una situación física especial, nunca podríamos adtnirar
furrdar a la ciencia, como Leibniz, err definiciones,l4 puesto bastante a un hombre que calcula, basado en SuS Conocimien-
que define los números individuales a la manera de éstei pero tos físicos, Con números de nueve cifras. Sin embarQo, tal vez
su prejuicio de que todo saber es empírico pronto sesga su pen- la opinión de Mill no quiera llegar tan lejos como para afirmar
sar correcto. Nos enseña, efectivamente,ls que las definiciones que todos estos trechos deben ser observados varias veces, sino
no lo son en sentido lógico, que no sólo aseguran el significa- que cree que sería suficiente haber derivado por medio de la
do de una expresión, sino que a la vez afirman una situación inducción una ley general en la cual todos estuvieran inclui-
empírica observada. Pero, icuál puede ser, en el mundo ente- dos. Pero, inténtese expresar esta l"y y se encontrará que es
ro, la situación empírica observada, o como también dice Mill, imposible. No basta decir: hay grandes colecciones de cosas
la situación física que se afirma en la definición del núrnero que pueden ser separadas; pues con ello no se dice que existan
777 864? f)e la enorme riqueza de situaciones físicas que se colecciones tan grandes y del tipo apropiado como la que re-
abren ante nosotros, Mill nos nombra sólo una, la afirmada en quiere, digamos, la definición del número I 000 000, y tampo-
la definición del número 3. Consiste, según é[, en que existen co el modo de dividirlo se ofrece de una manera más estricta.
colecciones de objetos, los cuales, al tiempo que producen la I T [,a concepción de Mill conduce necesariamente a la exigencia
impresióD ooo en los sentidos, ésta puede ser separada en dos I de que, paratodo número, debe observarse especialmente una
*
partes de la siguiente manera: o o o. Es para alegrarse que nada f; situación fáctica, pues en una ley general se hubiera perdido
E
r4¡.S. Mill, System of Logic: Ratiocinatiue and, Inductiue
lSistema de la tógica
*
.t:
lo que es peculiar del número 1000 000, que necesariamente
d¿mostratiua e inductiua], libro III, cap. xxtv, § 5. a
§
libro III, cap. xxrv, § 5.
'u Op.ci¿., libro II, cap. vr, § 2. t 'n Op.ci¿.,
390 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrrce NATURALF.ZA DE LAS PROPOSICIONE,S ARITMÉ'TTCAS 391

pertenece a su definición. De hecho, según Mill, no podríamos lits proposiciones aritméticas y de su aplicación, tal situación
poner 1 000 000 : 999 999 * 1, a menos que se hubiera obser- sería rara; pero, iafbctaría su verdad? Si se llama empírica a
vado este mod.o preciso cle separar una colección de cosas, que una proposición en virtud de que tenemos que hzrber realiza-
resultaría diferente del de cualquier otro número. <lo observaciones para llegar a sel conscientes de su cont.enido,
cntonces no se usa la palabra "empírica" en el sentid() cn que
§ 8. Mill parece sostener que no se podrían llevar a cabo las de- ó'sta se opone a "a priori". Se expresa una afirmaciíln psit:ol<i-
finiciones 2: 1 + 1, 3:2 + 1,,4 3 * 1, etc., antes de que uica que sóIo concierne al contenido de la proposicirin; n() se
-
fueran observadas las situaciones fácticas a que refieren. De he- toca la cuestión de su verdad. En este sentido todos l<¡s ctrerrt.cls
cho, no se puede definir el 3 como (2 + 1) si no se da sentido de Münchhausen resultan también empíricos; pues ciert¿rmen-
alguno al (2 + 1). Sin embargo, la pregunta es si es necesa- te se tuvieron que haber hecho múltiples observaciones para
rio observar esa colección y su descomposición. Si así fuera, poderlos inventar.
el número 0 constituiría un enigma; pues nadie hasta ahora
ha visto o tocado 0 guijarros. Mill debería definir el 0 como
algo carente de sentido, como un mero giro del lenguaje; los isox LAS LEYES DE LA ARrrMÉrrce
VERDADES INDUCTIVAS?
cálculos con 0 resultarían un mero juego de símbolos vacíos, y
sería formidable que algo racional pudiera resultar de ello. No
obstante, si estos cálculos tienen un significado serio, entonces § 9. Las anteriores consideraciones hacen probable que las fór-
tampoco el símbolo 0 mismo puede carecer enteramente de rnulas numéricas puedan ser derivadas de las definiciones de
sentido. Y se muestra la posibilidad de que 2 + 1, de la mis- Ios números individuales por medio de algunas leyes genera-
ma manera que 0, pudiera tener algún sentido, aun clrando la les, y que estas definiciones ni afirmen hechos observados ni
situación fáctica mencionada por Mill no haya sido observada. los presupongan para su legitimidad. Lo que toca hacer ahora
cs conocer la naturaleza de tales leyes.
De hecho, iquién afirmaría que el hecho contenido, según Mill,
en la definición de un núrnero de 18 cifras haya sido realmente Para la prueba antes mencionada de la fórmula 5 * 2 : 7,
observado, y quién negaría que el símbolo para tal número, a Milll7 intenta aprovecharse clel principioootodo lo que está com-
pesar de ello, tiene un sentido? puesto de partes, está compuesto de partes de esas partes".
'[al vez se piensa que los hechos físicos serían utilizados sólo Sostiene que es una expresión más característica del conoci-
para los núrneros pequeños, digamos hasta 10, mientras que clo principio que en otros sitios tiene la forma: "las sumas de
los restantes podrían construirse a partir de éstos. Pero si se iquales son iguales". La llama una verdad inductiva y una ley
puede construir el 11 del 10 y del 1, simplemente mediante de- natural del más alt.o orden. Es típico de la inexactitud de su ex-
finición, sin haber visto la colección correspondiente, entonces posición que en absoluto invoque esta proposición en el punto
no existe razón alguna por la cual no se pueda componer tam- de la prueba en e[ que, según su propia opinión, sería indispen-
poco el 2 de 1 y l. Si los cálculos con el número l1 no se siguen sable; sin embargo, parece que su verdad inductiva pretendiera
del único hecho característico para este número, icómo es que remplazar el axioma leibniziano: "si los iguales se sustituyen
los cálculos con el 2 tengan que depender de la observación por iguales en los mismos sitios, la igualdad permanece". Pero
de una colección particular y separada de su propia manera para poder llamar leyes naturales a las ver-dades aritméticas,
peculiar? Mill introduce un sentido que ellas no tienen. Sostiene, por
Tal vez se pregunte cómo puede existir la aritmética, si por c'jemplo," qr" la igualdad 1
- 1 podría ser falsa, en virtud
medio de los sentidos no podemos distinguir nada o cuando 't7
Op. cit libro III, cap. xxtv, § 5
mucho tres cosas. En relación con nuestro conocimiento de Irl
Op. cit libro II, cap. vr, § 3.
392 LOS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉUCE NATURALEZA DE LAS PROPOSICIONES ARITMÉTICAS 393

de que una libra de peso no siempre pesa exactamente lo mis- seguridad a este procedimiento. Ya Leibniz reconoció esto,le
mo que otra. Pero la proposición 1 - 1 en manera alguna pre- pues a la afirmación de su Philalethes:
íl
tende afirmar eso.
t,
Mill entiende el símbolo * de tal manera que por medio de sL
Los diferentes modos de los números no pueden tener ninguna
él se expresen las relaciones entre las partes de un cuerpo físi- j otra diferencia, sino la de ser más o menos; por tanto, son modos
:'
simples, como los del espacio,
co, o de un montón, y el todo; pero éste no es el sentido de ese
símbolo. 5 + 2 - 7 no significa que si en 5 partes de líquido '.

se vierten 2 partes de líquido se obtendrán 7 partes de líqui- * contestó:


á*
do, sino que ésta es una aplicación de aquella proposición, que ¿

sólo vale si no acontece ningún cambio del volumen a con- *t


Esto se puede decir del tiempo y de la línea recta, pero ciertamen-
secuencia de, digamos, una reacción química. Mill confunde te no de las figuras y menos aún de los números, los cuales no
t!.
sólo difieren en magnitud, sino que también son desemejantes.
siempre las aplicaciones que pueden hacerse de una proposi +
Un número par puede ser dividido en dos partes ieuales, lo cual
ción aritmética, las cuales son frecuentemente de índole física fl.

ll no puede ser el caso para un número non; 3 y 6 son núrneros


y tienen como presupuesto hechos observados, con la proposi- triangulares, 4 y 9 son números cuadrados, B es un cubcl, etc.; y
ción matemática pura misma. El símbolo de suma ciertamente esto acontece mucho más con los números qr-le con las figuras;
puede parecer corresponder, en muchas aplicaciones, al pro- ya que dos figuras distintas pueden ser perfectarnentc similares
ceso de amontonar, pero ése no es su significado; porque en entre sí, pero nunca dos números.
otras aplicaciones podría no tratarse de montones, agregados,
de las relaciones de un cuerpo físico respecto de sus partes, Ciertamente nos hemos habituado a considerar a los núme-
por ejemplo, cuando el cálculo se refiere a sucesos. Ciertamen- ros, en muchos contextos, como de la misma clase; pero esto
te, aquí también se puede hablar de partes; pero, entonces, la acontece sólo porque conocemos un conjunto de proposicio-
palabra se usa no en un sentido físico o geométrico, sino en nes generales que valen para todos los números. Sin embargo,
su sentido lógico, como cuando hablamos de los tiranicidios tenemos que partir aquí del punto de que ninguna de éstas ha
corlo partes del asesinato en general. Aquí hay suborclinación sido establecida. De hecho, sería difícil encontrar un ejemplo
lógica. Y así, en general la adición tampoco corresponde a una de inferencia inductiva correspondiente al presente caso. Por
relación física. En consecuencia, las leyes generales de la adi- otra parte, frecuentemente admitimos la proposición de que
ción tampoco pueden ser leyes naturales. cualquier lugar en el espacio y cualquier momento en el tiempo
en sí y por sí es tan bueno como cualquier otro. Un resultado
podrían ser, no obstante, verdades será igualmente bueno en otro lugar y en otro tiempo si las
§ 10. Sin embargo, tal vez
condiciones son las mismas. Pero en el caso de los números
inductivas. iCómo podría pensarse esto? iDe qué hechos se de-
esto no se aplica porque los números no están en el espacio ni
bería partir para elevarse hasta lo general? Estos sólo podrían
en el tiempo. Las posiciones en las series numéricas no tienen
ser las fórmulas numéricas. Pero con ello seguramente perde-
el mismo valor que los lugares en el espacio.
ríamos la ventaja que hemos ganado por medio de las defini-
Los números se relacionan de una manera totalmente dis-
ciones de los números individuales, y tendríamos que buscar
tinta a como lo hacen, digamos, los individuos de una especie
otros modos de fundamentar las fórmulas numéricas. Si supe-
animal, en que por naturaleza tienen un orden de preceden-
ramos estas dificultades, cosa que no es nada fácil, considerare-
cia determinado, en donde cada uno está constituido de una
mos inadecuadas las bases para la inducción, puesto que aquí
faltaría la uniformidad, que en otros casos prestaría una gran le Baumann, op. cit., t. II, p. 39. Erdmann, p.243.
394 LoS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉUCE NATURALEZA DE LAS PROPOSICIONES ARITMÉTICAS 395

manera propia y tiene sus peculiaridades, lo cual se hace espe- profundidad en que se encuentren, incluyendo sus relaciones
cialmente notorio en los casos del 0, el 1 y el 2. Por otra parte, posicionales, sin que se tensa necesidad de la inducción; lo que
si por medio de la inducción se fundamenta una proposición no esté deterrninado de esta manera, tampoco puede enseñar-
referente a una especie, habitualmente tenemos ya toda una lo la inducción.
serie de propiedades comunes por medio de la definición del Se puede suponer que el procedimiento de la inducción mis-
concepto de la especie. Pero, con los números, se sostiene que ma sólo se justifica por medio de proposiciones generales de
es difícil encontrar aunque sea una sola propiedad de la que la aritmética, a menos que se le entienda como un mero pro-
no se tuviera que demostrar primero que es común. ceso de habituación, en cuyo caso carece de todo poder para
Fácilmente se podría comparar nuestro caso con el siguien- conducirnos a la verdad. Mientras que el procedimiento cien-
te. Se ha notado que en un barreno la temperatura aumenta tífico, que sigue patrones objetivos, a veces establece una alta
regularmente de acuerdo con la profundidad; y supóngase que probabilidad con base en una sola confirmación, mientras que
el barreno ha topado hasta ahora con muy distintos estratos a veces .iuzga inválidos a cientos de casos particulares, el pro-
rocosos. E,s obvio que no podemos simplemente, a partir de cedimiento de habituación se determinará por el número y la
las observaciones que se hayan hecho sólo sobre este barreno, fuerza de las impresiones y de las circunstancias subjetivas, las
inferir nada en absoluto acerca de los estratos más profundos, cuales no tienen ningún derecho para influir en nuestrojuicio.
y sería prematuro responder la pregunta de si la regularidad La inducción se debe apoyar en la teoría de la probabilidad,
de la distribución de la temperatura se mantendrá en adelante. puesto quejamás puede producir una proposición que sea algo
Hay un concepto "lo que se encontrará al seguir barrenando", más que probable. Sin embarso, no se comprende cómo podría
bqio el cual ciertamente cae tanto lo ya observado como lo que desarrollarse esta teoría sin presuponer las leyes aritméticas.
se encuentraamayor profundidad; pero poco nos puede servir
esto aquí. Igualmente será de poca ayuda saber, en el caso de l § 11. En contraposición, Leibnizzo piensa que las verdades ne-
los números, que estos caen todos bajo el concepto de "cual- cesarias, tales como las que se encuentran en la aritmética, re-
quieren principios cuya prueba no depende de ejemplos ni del
t:

quier cosa que se obtenga incrementando continuamente en -i


f
uno". Se puede encontrar una diferencia entre ambos casos, i testimonio de los sentidos, aunque a nadie que careciera de
consistente en que los estratos rocosos simplemente se descu- sentidos se le hubiera ocurrido pensar en ellos. "La totalidad
:i
bren, en tanto que los números se crean y se determinan en sus t. de la aritmética es innata y está en nosotros de un modo vir-
Jtr

naturalezas totales mediante el proceso de incrementar Con- &


E tual." Lo que significa la expresión "innato" lo explica en otra

tinuamente en uno. Esto sólo puede significar que todas sus parte:21
propiedades pueden deducirse a la manera en que un número, *

fi no es cierto que todo lo que aprendemos no sea innato; las vercla-


por ejemplo, el número 8, se genera por medio del incremen-
to en uno. Con ello se admite, en el fondo, que las propieda- fl des de los números están en nosotros, aunque sin embargo tene-
des de los números se siguen de sus definiciones, y surge la *f, mos que aprenderlas, ya sea que se las extraiga de su fuente, ya
t sea que se las aprenda de manera demostrativa (lo cual rnuestra
posibilidad de que se pudieran probar las leyes generales de t que son innatas)...
los números a partir del procedimiento de generación que es rÍ,
común a todos ellos, mientras que las propiedades especiales f*
de los números individuales se seguirían del modo especial en I
que se forman por medio del incremento cont.inuo en uno. *
+
{
De la misma manera, también se puede deducir, en relación f 20 Baunrann, op. cit., t. II, pp. 13-74. Erdmann, pp. 208-209
t
con los estratos geológicos, todo 1o determinado sólo por la É
tr
21 Baunrann, op. cit., t. II, p. 38. Erdmann, p. 212.
i
?
396 Los FUNDAMENTos DE LA ARITMÉrtce

isox slxrÉucAs A pRIoRI o exelÍTICAS


7 NA-IURALEZA DE LAS PROI'OSICIONES ARITMÉTICAS 397

sustituto de aquellas proposiciones fundamentales, pues al tra-


LAS LEYES DE LA ARITMÉTTCE? tar de aplicarlas surgirá siempre la preeunta: ison maqnitudes
los nirmeros, y es esto lo que comúnmente llam?un()s arlici(rn cle
§ 12. Si traemos a colación la contraposición entre lo analítico números, adición en el sentido de esta definición? Y p¿rrrr con-
y lo sintético, se producen cuatro combinaciones, de las cuales
testarla deberíamos conoc er ya aquellas proposiciones ¿lcerca
una, sin embargo, puede ser eliminada, a saber:
de los números. Más aún, la expresión "intuición pur¿r dc rn¿rg-
analítico a posteriori. nitud" inquieta. Si consideramos todo lo que ha sid<¡ ll:rrn¿r-
do magnitud: números, lonqitudes, áreas, volúmenes, iinrlul<>s,
Sijunto con Mill se ha tomado partido por lo a posteriori, ya no curvas, masas, velocidades, fuerzas, luminosidades, corrientes
hay más que elegir; así que sólo quedan dos posibilidades: eléctricas, etc., podemos llegar a entender cómo se puede su-
bordinar todo esto bajo un concepto de magnitud; pero l¿r ex-
sintético a priori
presión "intuición de magnitud", y peor aún, "intuicirin pllra
v de magnitud", no puede admitirse como adecuada. Yo n() pue-
analítico, do, incluso, aceptar una intuición de 100 000, mucho menos de
que tendrán que ser examinadas por nosotros. Kant se decide un número en general, y menos aún, de magnitud en general.
por la primera. En este caso no queda sino invocar a la intui- Con demasiada facilidad se invoca a la intuición interna cuan-
ción pura. como últirno fi-rndamento de nuestrr¡ conocimien- do no se puede encontrar ningún otro fundamento. Pero, en
to, aunque resulta difícil decir si aquí la intuición es espacial este caso, no se debería perder de vista por completo el sentido
o temporal o decir de qué ot-ra clase pueda ser; Baumann22 de la palabra "intuición".
concuerda con Kant, aunque por razones diferentes. También Kant la define en la Lógica así (ed. Flartenstein, VIII, p. B8):
en Lipschitzzs las proposiciones que afirman la independencia
del número respecto del método de contar, y que también afir- La intuición es una representación individual (representatio .singu-
man la conmutatividad y la asociatividad de los sumandos, se laris), el concepto es una representación seneral (representatio per
notas com?nunes) o una representación reflexiva (representatio dis-
clerivan de la intuición interna. Hankelza basa la teoría de los
cursiaa).
números reales en tres proposiciones fundamentales, a las que
atribuye el carácter de nociones comunes (notiones communes):
Aquí no se menciona ninguna referencia a la sensibilidad,
a través de la exposición se hacen en evidentes; valen para las
de la que sí hablará en la estética trascendental, y sin la cual
magnitudes en todos los campos según la intuici(rn pura de mag- la intuición n<¡ podría servir como principio de conocimiento
nitud y pueden, sin perder su carácter, ser transforrnadas en de- para los juicios sintéticos a priori. En la Crítica de la razón pura
finiciones, simplemente se dice: por adición de magnitudes se (Al9/833) se dice:
entiende una operación que satisface esas proposiciones.
Por medio de la sensibilidad nos llegan a ser dados los objetos y
En la última afirmación hay una cierta oscuridad. Tal vez se sólo ella nos aporta intuiciones.
pueda construir la definición; pero ésta no puede constituir un
Según esto, el sentido de la palabra "intuición" en la Lógica
zz op. cit., t.II, p. 669. es mucho más amplio qlle en la estética trascendental. En el
23 Lehrbuch der Analysis lCu'rso de nná,lisisl, vol. I, p. 1. [Bonn , 7877).
2a Theorie der comltl.exen Zahlensysteme lTeoría de sistemcts numéricos complejos), sentido que se le da en la Lógica, tal vez se podría llamar una
pp.54-55. intuición a 100 000; puesto que no es ningún concepto general.
-{
398 LOS FUNDAMENToS DE r.A ARI'rMÉuce NATURAL,F,ZA DE LAS PROI'OSICIONES ARITMÉTICAS 399

Pero tomada en este sentido la intuición no puede servir de rirs podemos tener una intuición. Pero entonces no se la toma
fundamento de las leyes de la aritmética. t¿tl como es, sino como símb<-rlo de algo más; por eiemplo, se
«lenomina recto o plano a lo que se intuye realmente Corlo cur-
§ 13. Sobre todo, sería bueno no sobreestimar la afinidad que la vo. En el pensamiento conceptual siempre se puede suponer
aritrnética tiene con Ia geometría. En contra de ello ya he adu- lo contrario de éste o de aquel axioma geométrico sin que se
cido una cita leibniziana. Un punto seométrico considerado en c.aiga en contradicciones cuando se Sacan conclusiones deduc-
sí no se distingue de ningún otro; lo rnismo vale para líneas y tivas de esos supuestos, atlnque estén en pugna con nuestra
planos. Sólo los distinguimos cuando varios punt.os, o líneas intuición. Esta posibilidad tnuestra que los axiomas geonrétri-
o planos, son aprehendidos en una sola intuición. Por tanto en cos son independientes unos de otros y de las leyes primitivers
la geometría resulta explicable que las proposiciones generales cle la lógica, y consecuentelnente son sintéticos. iSe puede de-
hayan de derivarse de la intuición; los puntos, las líneas o los cir lo mismo de las proposiciones fundamentales de la cien-
planos que intuimos no son propiamente particulares y, por cia de los números? iNo caería todo en una confusión si se
tanto, que puedan valer como representantes de toda su clase. pretendiera negar una de estas proposiciones? iSería, incluso,
Otra cosa sucede con los números: cada uno tiene su peculiari- posible pensar? iNo yace el fundamento de la aritrnética a ma-
dad. En qué medida un número particular puede representar yor profundidad que ei de cualquier conocimiento empírico,
a todos los demás, y dónde entra en juego su carácter especial, a mayor profundidad que el de la misma geometría? T ¿s ver-
es algo que no puede decirse de antemano. dades aritméticas gobiertran todo lo que es numerable. Este es
el dominir¡ más cornprehensivo, puesto que a él pertenece no
§ 14. Si comparam()s las diversas clases de verdacles respecto de sólo 1o real, no sí¡lo lo intuible, sino todo lo pensable. Enton-
los clominios que gobierrran, esa comparación habla también ces, ilas leyes de los números no deber'ían estar íntirnamente
en contra de la supuesta naturaleza empírica y sintética de las conectadas con las clel pensamiento?
leyes aritméticas.
Las proposiciones empíricas valen para la realiclad física o § 15. Las afirmaciones leibnizianas sólo pueden significar que
psicológica, las verdades geométricas gobiernan el campo de las leyes de los números son analíticas como era de esperarse,
todo 1o que es espacialmente intuible, ya sea que pertenezcaala yu qr.i" para é1 lo a priori coincide con lo analítico. Así, dice25
realidad o que sea un producto de la imaginación. Las más ex- que el álgebra adquiere sus ventajas de un.arte muy superior,
travagantes fantasías de la fiebre, las rnás audaces invenciones á saber, lá verdacleia lógica. En otro lugar,2ocompara las verda-
de Ia leyenda y de los poetas, en clonde los animales hablan, las des necesarias y las contingentes con las magnitudes Conmen-
estrellas se detienen permanentemente, las piedras se convicr- surables e inconmensurables, y srlstiene, en relación con las
ten en hombres y los hombres en árboles, en donde se surge rrerdades necesarias, que es posible una prueba o una reduc-
de los pantanos tirando de los propios cabellos, todo esto, en ción a igualdades. Sin embargo, estas declaraciones pierden
la medida en que siga siendo intuible, sigue estando sujeto a algo de peso en virtud de la inclinación de Leitrniz a consi-
los axiomas de la seometría. Só1o el pensamiento conceptual d.erar toclas las verdades como susceptibles de prueba:21 "toda
puede liberarse de esta limitación cuando admite, digamos, un verdad tiene una prueba a priori derivada del concepto de los
espacio de cuatro dimensiones o una curvatura positiva. Ta- términos; sin embargo, no siempre está en nuestro poder reali-
les consideraciones no son, en manera alguna, inútiles; pero zar este análisis". La comparación con la conmensurabilidad e
abandonan totalmente la base de la intuición. Si hacemos uso 2!'Baurnann, olt. cil., t. II, p. 56. (ecl. Erdmann, p. aZa).
de ésta aquí como una ayuda, entonces la intuición siempre lo 2(iBaumann, op. cit., t. II, p. 57. Erdmann, p. 83.
será de un espacio euclidiano, el único espacio de cuyas figr- 27 Baumann, op. cit., t. II, p. 57 . Pertz,, t. II, p. 55.
400 LOS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉuce { NAI'URAL:cZA DE LAS PROPOSI(IlONES ARITMÉ'IICIAS 40L

inconmensurabilidad erige, por supuesto, una barrera infran- sran parte de su generalidad, y se introduce algo especial, que
queable, al menos para nosotros, entre las verdades contineen- en otras aplicaciones es remplazado por algo distinto.
tes y las necesarias.
§ 17. Por más que se menosprecie la cleclucción, no se puede
W. StanleyJevons se pronuncia muy decididamente en favor
de la naturale za analítica de las leyes de los números:Z8 "sosten- negar que las leyes establecidas por medio de la inducción son
go que el número no es sino una distinción lógica y el álgebra insuficientes. De ellas se tienen que derivar nuevas proposicio-
es una lógica altamente desarrollada." nes que no están contenidas en ninguna de aquellas en parti-
cular. El que estas proposiciones en cierto rnodo se encuentren
§ 16. Pero también este punto de vista tiene sus dificultades. ya contenidas en el conjunto total, no nos libera del trabajo
iEl prominente árbol de la ciencia de los núrmeros, ramificado y de extraerlas y establecerlas por sí mismas. Con ello se abre
continuamente creciente, tiene sus raíces en meras igualdades? la siguiente posibilidad. En lugar de meter directamente un
iY cómo pueden las formas vacías de la lógica llenarse de ese hecho en una cadena deductiva, dejando 1o fáctico como está,
contenido? se puede admitir su contenido en calidad de condición. Así,
Mill escribe: al sustituir en una cadena cle razonamientos todo hecho por
una condición, se obtendrá la conclusión de modo que se la
La tesis cle que podemos descubrir hechos, detectar los procesos haga depender de una serie de condiciones. Esta verdad sería
ocultos de la naturaleza por medio de una hábil manipulación
establecida sólo por el pensamiento o, para decirlo con Mill,
del lenguaje, es tan contraria al sentido común que cualquier
persona que la crea debe haberse adentraclo en la filosofía.2l)
por medio de una hábil manipulación del lenguaje. No es im-
posible que las leyes numéricas sean de esta especie. Serían,
pues, juicios analíticos; aunque no sería necesario que se las
Esto es cierto si durante la hábil manipulación no se piensa
descubriera sítlo por medio del pensamiento; pues aquí no en-
en nacla. Mill se vuelve aquí en contra de un formalismo que
tra en consideración el modo de descubrirlas, sino el tipo de
nadie clefendería. Cualquiera que use palabras o símbolos ma-
fundamentos de la dem<¡stración; o, en palabras de Leibniz:
temáticos exige que ellos signiñquen algo, y nadie esperará que
"no se trata aquí de la historia de nuestros descubrimientos,
surja algo pleno de sentido de meros símbolos vacíos. Sin em-
que es distinta en los distintos hombres, sino de Ia conexión^y
bargo, es posible que un matemático lleve a cabo cáIculos muy
el orden natural de las verdades, que es siempre el mistno".30
grandes sin entender con sus símbolos nada sensorialmente
La observación, pues, tendría que decidir fin¿rlmente si se satis-
perceptible, nada intuible. No obstante, esos sírnbolos no care-
facen las condiciones contenidas en las leyes así fundadas. De
cen de sentido; distinguirnos entre el símbolo y su contenido,
esta manera, al final se llegaría al mismo lugar que se hubie-
aunque tal vez ese contenido sólo pueda captarse por medio de
los símbolos. Nos percatanros de que otros símbolos podrían
ra alcanzado si se hubiera conectado la serie de deducciones
haberse puesto para representar Ias misrnas cosas. Basta saber
con los hechos observados. Pero el tipo de proceder aquí se-
cómo manejar lógicarnente el c«¡ntenido que se hace sensible ñalado es de preferirse en muchos casos, ya que conduce a
en los símbolos, y si se desea aplicar nuestro cálculo a la fí- una proposición general que no tiene por qué ser aplicable
sólo a los hechos que inmediatamente estén en consideración.
sica basta saber cómo efectuar la transición a los fenómenos.
Sin embargo, es un error ver en tales aplicaciones el sentido Las verdacles de la aritmética estarían entonces relacionadas
propio cle las proposiciones. En cualquier aplicación se pierde con las cle la lógica de manera semejante a como los teore-
mas d.e la geometría se relacionan con los axiomas. Cada una
28 The Princ'iples of Science lLos principios cle la cienciaf , Lonclres, 1879, p. 156.
2s Op. cit.L,.II, cap. l r, § Z. 30 Nouueaux E.ssais fN'ueuos ensayos),IV, § 9. Ed. Erdmann, p' 360'
402 Los F'UNDAMENToS DE LA ARITMÉuca

contendría, concentrada dentro de ella misma, una serie com-


pleta de deducciones para usos futuros, y su utilidad consis-
tiría en que ya no habría necesidad de hacer las deducciones
r OI'INIONT]S SOBRE EL CONCEPTO DE NÚMERO

§ 19. Aquí, quisiera volverme ahora contra el inten(.«r rle conce-


bir al número geométricamente como razón entre lotrqittrdes o
superficies. Obviamente, se creyó facilitar las múlti¡tlcs :r¡tliczr-
103

una por una, sino que se podría expresar de golpe el resulta- ciones de la aritméticaala geometría, al colocar los rtrrlinrt:ntos
do de la serie completa.3l En vista del poderoso desarrollo de de ambas en íntima relación.
las teorías aritméticas y sus múltiples aplicaciones, ciertamen- Newton32 propuso entender el número no tant«r (:()tll() tll)
te ya no se podría sostener el tan difundido menosprecio por coniunto de unidades, sino como la relación abstract¿t t:rrtt'c:
los juicios analíticos y la leyenda de la esterilidad de la lógica cualquier magnitud y otra de la misma clase que es lottlurlu
pura. como unidad. Puede concederse el que con ello se llega il ul)it
Ésta ,r., es la primera vez que se enuncia este punto de vista; descripción adecuada del número en sentido amplio, qtrc itt-
si se pudiera elaborar en detalle, de tal suerte que no quedara cluye también a los números fraccionarios y a los irrat'i«rtlit-
la más pequeña duda, sería, me parece a tní, un logro no del les; pero presupone los conceptos de magnitud y de rel:rciottt:s
todo carente de importancizr. entre magnitudes. Parece, pues, que aún hace falta la clefini-
ción del número en el sentido estricto, del número c¿rrclittal;
pues Euclides33 hace uso del concept<t de equimultipliciclitcl
II. OPINIONES DE ALGUNOS AI]TORES para definir la igualdad de dos proporciones entre longitudcs;
SOBRE EL CONCEPTO DE NÚME,RO y los equimúltiplos conducen nuevamente a una igualdad nu-
mérica. Pero puede ser que la igualdad de proporciones entl'e
§ I tl. Al volvernos ahora hacia los objetos propios de la ¿rrit- longitudes sea definible independientemente del concept«r cle
mética, distinguimos los números individuales, 3, 4, et.c., del número. Sin embargo, aún se tendría la incertidumbre de la
concepto general de número cardinallAnza,h/]. Ya hemos deci- relación en que estaría el número así definido geométricamen-
dido ahora que los números individuales se derivatr meior de la te con el número de la vida cotidiana. Este último resultaría
rnanera corno lo hicieron Leibniz, Mill, H. Grassmann y otros, totalmente separado de la ciencia.Y, no obstante, se puede
a partir del uno y del incremento en uno; n«t obstante, estas exigir de la aritmética que nos ofrezca puntos de inicio para
explicaciones son aún incompletas en virtud de que el uno y el toda aplicación de los números, aun cuando la aplicación no
incremento en uno aúrn no están dilucidados. Hemos visto que sea asunto de ella. Incluso en los cálculc¡s cotidianos tenemos
se requieren proposiciones senerales para derivar las ftirmulzrs que poder apoyarnos en la ciencia de la aritmética para sumi-
numéricas de est¿rs definiciones. Tales leyes, precisanlente, a nistrar la base de los procedimientos usados. Más aún, surge
causa de su generalidad, no pueden seguirse de las definicio- la pregunta de si la aritmética misma puede arreglárselas con
nes de los números individuales, sino del concepto general de el concepto geométrico de número cuando se piensa en nú-
número. Ahora solneter-emns esto a un exatnen rnás estricttl. meros tales como las raíces de una ecuación o los números
Al hacerlo, es de esperar que tengamos que examinar el uno prim«rs menores que un número dado, o en cosas semejantes.
y el incremento en uno /, con ello, esperamos completar las En cambio, el número que da respuesta a la pregunta icuán-
definiciones de los números individuales. tos? puede determinar también cuántas unidades están conte-
3r Es sorprendente que tarnbién Nfill (op. cit., libro II; cap. lv, § 4) parezca nidas en una longitud. Las operaciones con números negati-
expres¿rr este punto de vista. Su sanr¡ sentido rornpe, cle tiempo en tiempcl, vos, fraccionarios e irracionales pueden ser reducidas a ope-
su prejuicio por l«r empírico. Pero este último vuelve a poner toclo en estaclo raciones con números naturales. Newton tal vez quiso enten-
de caos al hacer que confurrda l¿rs aplicat,iones lísicas cle la ¿rritrnética con
ésta nrisma. Mill no parece s¿rber que un.juicio hipotético también puede ser 32 Baumann,op. cit., t. I,p. 4TS.lArithmetica Uniuer.salis, vol. I, cap. II,3.]
33lElementos, libro V def. v.]
verdaclero, aun cu:rndo su cc.¡ndición no lcl sea.
404 LoS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉUCA OPINIONES SOBRE EL CONC]I]P'I'O DE NÚMERO 405

der por maenitudes, al definir el número como una relación Ésta patece ser la opinión de Cantor,35 cuand«r ll¿rm¿r zr la
entre magnitudes, no sólo magnitudes geométricas sino tam- rnatemática una ciencia empírica puesto que tiene su inicio en
bién conjuntos. En ese caso, sin ernbargo, su definición sería consideracrones de objetos del mundo externo. Segtirr i:l ios
inútil para nuestros propósitos, ya que la expresión "relación números se originan sól<¡ por abstracción de los ob.ietos.
entre un conjunto y la unidad de ese conjunto" no nos dice E. Schróder36 considera al número como un modelo de la
más que la expresión "número por el que un conjunto se de- realidad y derivado de ella mediante un proceso en tlttc las
termina". unidades reales Se representan mediante unos. A est<l lo ll¿rrn¿r
abstraer el número. Según este método, las unidades sc I'cPrc-
sentarían sólo en 1o que concierne a Su frecuencia, prescindierl-
§ 20. La primera pregunta, entonces, sería si el número es defi- do de todas las otras determinaciones de las Cosas, talcs (:()nl()
nible. Hankel3a declara que no 1o es: "Lo que significa pensar el color o la forma. Aquí, frecuencia sólo es otra expresiírll P2If il
o poner un objeto, una vez, dos veces, tres veces... no puede número. Schróder coloca, así, la frecuencia o número al tnisrn<r
ser definido debido a la simplicidad por principio del concepto nivel que el color y la forma, y los considera como trna propie-
de poner." Pero aquí se trata no tanto del poner, sino del una dad de las cosas.
vez, dos veces, tres veces. Si esto pudiera definirse, la indefini-
bilidad del poner nos preocuparía poco. Leibniz se inclina a
§ 22. Baumann3T rechaza la concepción de que los nútneros
considcrar el número, aproximadamente al menos, como una son conceptos abstraídos de las cosas externas: "Ya que lirs
idea adecuada, esto es, como una idea tal que es tan clara que cosas externas no se presentan como unidades rigur<lsas; se
todo lo que en ella sucede es claro a su vez. nos presentan en grupos acotados o en puntos sensibles, pero
Si nos inclinamos en general a sostener que el número es nosotros tenemos la libertad de volver a considerarlos c()mo
indefinible, esto se debe más a los intentos fallidos de definirlo, multiplicidades." De hecho, mientras que no puedo carnbiar
que al haber encontrado en la cosa misma fundamentos para en lo más mínimo, por medio de meros pensamientos, el ccl-
sostener 1o contrario. lor de una cosa o su dureza, puedo pensar La llíada como un
poema, como 24 cantos, o como un gran número de versos.
irs nl NúMERo UNA PRoPIEDAI) iNo decimos, en sentidos totalmente diferentes, que un ¿irbol
DE LAS COSAS EXTERNAS? tiene 1000 hojas y luego que tiene hojas verdes? Atribuimos el
color verde a cada una de las hojas, pero no el número 1000.
§ 21. Procuremos, al menos, asignar al número su lugar entre Podemos agrupar todas las hojas del árbol bajo el nombre de
nuestros conceptos. La mayor parte de las veces, los números fronda. Éstu tumbién es verde, pero no es 1000. iA qué Perte-
aparecen en el lenguaje en forma adjetival y en construcción nece, pues, realmente la propiedad 1000? Casi parece que ni a
atributiva, de manera semejante a las palabras duro, pesado, las hojas individuales ni a la totalidad. iEs posible que no per-
rojo, que significan propiedades de las cosas externas. Pero tenezca realmente a las cosas del mundo externo? Si entrego a
pronto nos toparemos con la pregunta de si tenemos que con- alguien una piedra con las palabras: determine el peso de esto,
cebir los números individuales también como propiedades o
35
Grundzüge einer Elementarmathematih lFundamentos de una matemática ele-
si, de acuerdo con ello, el concepto de número puede ser colo-
mental], § 4, p. 2. De manera semejante, Lipschitz, Lehrbu,ch der Anct'lysis lCurso
cado, digamos, junto al de color. de and,lisisf,Bonn, 1877, p. l.
36 Lehrbuch der Arithmetih und Algebra lCurso dc ari,tméti,ca y tílgebral, Leipzig,
3a Theorie der complexen Zah,lensysteme lTeoría de sistemas numéricos complejos), 1873, pp. 6, 10, 11.
tz Op. cit., t.II, p. 669.
p. l.
406 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉuce OPINIONES SOBRE EL CONCEPTO DE NÚMERO 407

le doy el objeto entero de su investigación. Pero cuando le doy El nombre de un número connota, por supuesto, una propie-
un montón de cartas con las palabras: determine el número dad que pertenece a un agregado de cosas, al que llamamos por
de esto, él no sabrá si quiero saber el número de cartas o de el nombre; y esta propredad es la rnaner-a caracter-rstica en que el
juegos de baraja completa, o incluso de naipes que haya que agregado está constituido o puede ser separado en partes.
descartar. De acuerdo con esto, al darle el montón no le he
dado completo el objeto de su investigación; debo añadir una Aquí, por 1o pronto, hay un error en el artícul<¡ definido de
palabra: cartas, juego de baraja o naipes de descarte. Tampoco la expresión "la manera característica", ya que existen rnuchas
podemos decir, en este caso, que los distintos números existen maneras distintas en que un agregado puede ser sepzrrirdo, y
en la cosa unos a lado de otros, como decimos de los distintos no se puede decir que sólo una sea característica. Un haz de pa-
colores. Puedo apuntar con el dedo a distintas superficies in- ja puede, por cjemplo, ser separado de tal suerte que cuclir paja
dividuales coloreadas sin decir una palabra, pero no puedo de se corte a la mitad, o de tal suerte que cada paja quede separa-
la misma manera apuntar a los números individuales. Si con da una de otra, o de tal suerte que se formen dos h¿tr:es. iUn
el mismo derecho puedo llamar a un objeto verde y rojo, esto montón de cien granos de arena está compuesto clel rnisrno
significa que el objeto no es el portador específico de lo verde. modo que un haz de cien pajas? Y, sin embargcl, tcnerrros el
Del mismo modo, un objeto al cual con el mismo derecho yo mismo número. El numeral "uno" en la expresión "urf2r pda"
puedo atribuir diferentes números, tampoco es el portador real no expresa, sin embargo, cómo esta paja está compucsta de
de un número. células o de moléculas. Aún mayor dificultad presentir cl núrne-
Una distinción esencial entre color y número consiste en que ro 0. iNecesitan en absoluto las pajas fbrmar un haz p?rra que
el color azul de una superficie es independiente de cualquier puedan ser contadas? iTienen que reunirse los ciesos de Ale-
elección que hagamos. Es una capacidad de reflejar rayos de luz mania en una asamblea, específicamente,para que la expresiírn
de cierta longitud de onda y de absorber más o menos otros, y "el número de ciegos de Alemania" tenga sentido? iMil grzrn()s
nuestro pensamiento no puede cambiar esto en lo más mínimo. de trigo, una vez que han sido esparcidos por el segador, dejan
En contraposición, no se puede decir que al montón de cartas de ser mil granos de trigo? iExisten propiamente agrers¿rckrs de
corresponda en sí el número 1 o el 100 o algún otro, sino, a lo pruebas de un teorema o agregados de sucesos? Y, no obst:rntc,
más, en relación con nuestro libre modo de pensarlo, y aun así éstos también se pueden contar. Por tanto, es indiferente el que
tampoco podemos adjudicarle el número simplemente como los sucesos sean coetáneos o el que estén separados p()r'rniles
un predicado. Lo que elegimos llamar baraja completa es ob- de años.
viamente una decisión arbitraria y el montón de cartas no sabe
nada de ello. Pero cuando exarninamos el rnontón desde estc § 24. Hemos llegado a otra razón para rehusarnos a clasificar
punto de vista, talvez descubramos que lo podemos llamar dos el número al lado del color y de la solidez: su aplicabilicl¿rcl es
barajas completas. Alguien que no supiera a qué se llama bara- mucho más amplia.
ja completa, probablemente descubriríacualquier otro número Mi113e piensa que la verdad de que aquello que está compues-
en el montón antes que el dos. to de partes está compuesto de partes de esas partes, es válida
para todos los fenómenos naturales, y? que todos pueden ser
§ 23. A la pregunta de a qué corresponde el número como contados. Pero, ino hay acaso nada más que esto que pueda
propiedad, Mill contestó así:38 ser contado? Lockea0 dice: "el número se aplica a los hombres,

no Op.cit.,libro III, cap. xxtv, § 5.


o' Op. cit.,llbro III, cap. xxrv, 40 Baumann, op. cit., t. I, p. 409.lEnsayo, libro II, cap. xvI,
§5 § 1.]
408 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrtce OPINIONES SOBRE EL CONCEPTO DE NÚMERO 409

a los ángeles, a los actos, a los pensamientos, atodo lo que exis- invisibles? Pero tal vez se pueda alesar que basta ver los símbo-
te o puede ser imaginado". Leibnizal rechazala opinión de los los; su número es igual al número de figuras. Pero icómo sabe-
escolásticos acerca de que el número no es aplicable a las cosas mos esto? Para ello se debe haber determinado ya el nútncr<¡ d.e
incorpóreas y llama al número una suerte de figura incorpórea figuras por otra vía. iO es la proposición "el númer<¡ de f isuras
que resulta de la unión de cualesquiera cosas; por ejemplo, de silogísticas es cuatro" sólo otra manera de poner la prop«rsici«in
Dios, un ángel, un hombre y un movimiento, los cuales juntos "el número de símbolos de las figuras silogísticas es cua[ro"?
son cuatro. Por ello, piensa que el número es algo totalmente iNo! Parece que de los símbolos no se ha dicho nad¿r; n¿rdie
seneral y que pertenece a la metafísica. En otro pasaiea2 dice: quiere saber algo de los símbolos, como no sea una pr'<lpicdircl
"No puede pesarse lo que no tiene fuerza y potencia; lo que no que a la yez exprese otra de 1o simbolizado. Además, la rnistn¿t
tiene partes no puede ser medido; pero nada hay que no admi- cosa, sin cometer falacia lógica alguna, puede ser simboliz:rda
ta ser numerado. Así, el número es, por así decirlo, la figura mediante diferentes símbolos, ni siquiera necesita coincidir cl
metafísica." número de símbolos con el número de lo simbolizaclo.
De hecho, sería asombroso que una propiedad abstraída de
las cosas externas se pudiera trasladar sin ningún cambio de § 25. Mientras que para Mill el número es algo físico, P¿rnt
sentido a sucesos, a ideas y a conceptos. Sería como si se qui- Locke y Leibniz el número sólo existe en la idea lin der ldeel. L)e
siera hablar de sucesos licuables, de ideas azules, de conceptos hecho, como dice Mill,a3 físicamente son diferentes dos rlan-
salados o dejuicios viscosos. za;aas de tres írtarr:zanas, dos caballos de un caballo; por ello,
Sería absurdo que lo que es sensible según su propia natura- constituyen un fenómeno visible y tangiblemeute diferente.aa
leza ocurriera en 1o no sensible. Cuando vemos una superficie Pero ise infiere de ello que la dosidad o la tresidad sean als«r
azul, tenemos una impresión peculiar que corresponde alapa- físico? (Jn par de botas puede ser el mismo fenómeno visible y
labra "azlul"; y la volvemos a reconocer cuando miramos otra tangible que do.s botas. Tenemos aquí una diferencia de núme-
superficie azul. Si queremos suponer que, de la misma manera, ro a la que no corresponde ninguna diferencia física; pues dos y
cuando miramos un triángulo hay algo sensible que correspon- un par de ninguna manera son 1o mismo, como curiosamente
de a la palabra "tres", tendríamos que encontrar eso mismo parece haberlo creído Mill. Finalmente, icómo es posible dis-
también en tres conceptos; de modo que algo no sensible ten- tinguir físicamente dos conceptos de tres conceptos?
dría en sí algo sensible. Ciertamente, se puede conceder que a Así, dice Berkeley:ar'
la palabra "triangular" le corresponde algún tipo de impresión
sensible, pero entonces se tiene que tomar esta palabra como se debe considerar que el número. .. no es nada fijo y estable-
un t«-rdo. El tres que hay en aquella impresión sensible no lo ve- cido que exista realmente en las cosas mismas. Es por comple-
to una Creatura de la mente que considera una idea en sí misma
mos directamente; más bien, vemos algo que puede ser tomado
o Lrna combinación de ideas a las que da un nombre y así las hace
por una de nuestras actividades intelectuales y que conduzcart pasar por una unidad. De acuerdo a como la mente combine va-
a un juicio en el que ocurre el número 3. iCómo nos perca- riadamente sus ideas, la unidad varía; y como varíe la unidad, lo
tamos, digamos, del número de figuras silogísticas propuestas hará también el número, que no es otra cosa que una colección
por Aristóteles? iQuizás con los ojos? A lo más, vemos ciertos $Op.¿ir., libro III, cap. xxlv, § 5.
símbolos de estas figuras silogísticas, no a las figuras mismas.
Estrictamente hablando, tenemos que añadir: siempre y cuando sean un
aa
iCómo podemos ver su número, si ellas mismas permanecen fenómeno. Pero si alguien tiene un caballo en Alemania y uno en América (y
ningún otro), entonces posee dos caballos. Sin embargo, éstos no forman un
4r Baumann, op. cit., t II, p. 2, 3. [Erdmann, p. 8.] fenómeno, sino que sólo cada caballo por sí podría ser llamado tal cosa.
42 Baumann, op. cit., t II, p. 56. [Erdmann, p.,162.] 45 Baumann, op. cit., t. II, p. 428.lNew Theory of Vision, 109.]
§
-{
410 Los FUNDAMENT'os DE LA ARrIMÉrlcr OPINIONES SOBRE EL CONCEPTO DE NÚMERO 4II

de uniclades. Llamamos a una ventana una, a una chimenea una, Si en otra ocasión, por caso, queremos trazar de distinta ma-
y, sin ernbargo, una casa en la que hay muchas ventanas y mu- nera los límites del Mar del Norte o entender algo distinto por
chas chirneneas tiene Ígual derecho a ser llamada una, y con "10 000", esto no haría falso el mismo contenido que antes era
muchas casas se hace una ciudad. verdadero, sino que en lugar de un contenido verdadero quizás
se deslizara uno falso, con lo cual la verdad del primero no se
ins ¡l NúMERo ALGo suBJETrvo? anularía en rnodo alguno.
26. Esta línea de pensamiento puede conducirnos fácilmente El botánico quiere decir algo tan fáctico cuando da el núme-
§
a considerar al número como algo subjetivo. Parece que la ma- ro de pétalos de una flor como cuando indica su c<¡lor. Tanto
nera en que se origina el número podría proporcionarnos la lo uno como lo otro depende poco de nuestro arbitrio. Existe
clave de su naturaleza esencial. Se trataría, así, de una investi- una cierta semejanza, pues, entre el número y el color; pero
gación psicológica. En este sentido dice Lipschitz:46 ésta no consiste en que ambos sean perceptibles a través de los
"Quien desee obtener una visión de conjunto de ciertas co- sentidos en las cosas externas, sino en que ambos son objetivos.
Y<¡ clistingo lo objetivo de lo tangible, de lo espacial, de 1o
sas empezará con una cosa particular y luego añadirá cosas
nuevas a la primera." Esto parece convenir mucho mejor, diga- real. El eje de la'fierra, el centro de masa del sistema solar,
mos, a cómo obtenemos la intuición de una constelación que son objetivos, pero no los llamaría reales a la manera en que
a la construcción de números. La intención de obtener una lo es la'fierra misma. Frecuentemente se dice que el ecuador
visión de conjunto no es esencial,ya que difícilmente se podría es una línea imaginaria; pero resultaría falso llamarla una línea
sostener que se entendería meior un rebaño cuando se sabe de ficticia; n() surge del pensamiento, no es el resultado de un pro-
cuántas cabezas se compone. ceso anímico, sino que sólo es reconocida o aprehendida por
Una descripción del proceso interno que precede a la reali- medio clel pensamiento. Si el ser reconocicla fuese equivalente
zación de un juicio de número, aun cuando pudiera ser más a ser creada, no podríamos predicar nada positivo de ella co-
justa, jamás podría sustituir una genuina determinación del rrespondiente a un tiempo anterior a su pretendida creación.
concepto..famás podría ser aducida c<¡mo prueba de una pro- El espacio, seeún Kant, pertenece al fenórneno. Sería posible
posición aritmética; por medio de ella no adquirimos conoci- que para otros seres racionales se presentara de una manera
miento de ninguna propiedad de los números. Pues el número totalmente distinta a como 1r¡ hace para nosotros. En verdad,
es tan escasamente un objeto de la psicología o un producto ni siquiera podemos saber si se aparece del mismo modo en
de los procesos psíquicos, como podría serlo, por ejemplo, el unos hombres y en otros, pues no podemos poner las intui-
Mar del Norte. La objetividad del Mar del Norte no se afecta ciones espaciales de unos junto a las de los otros para poder
porque dependa de nuestro arbitrio escoger qué parte de toda compararlas. Pero, no obstante, hay algo objetivo contenido en
la extensión marina de la Tierra seleccionamos y delimitamos esto; todo mundo reconoce los mismos axiomas geométricos,
para llamarla el "Mar del Norte". Esto no es razón para preten- aunque sea sólo a través cle la acción, y tiene que hacerlo para
der investigar este mar con métodos psicológicos. De la misma encontrar cómo moverse en el mundo. Lo objetivo en esto es
manera, el número es también algo objetivo. Si se dice que lo que está sujeto a leyes, lo que es concebible y.juzgable, lo
"el Mar del Norte tiene 10 000 millas cuadradas de extensión", que se deja expresar en palabras. Lo puramente intuitivo no es
esto no alude ni con "Mar del Norte" ni con '010 000" a un es- comunicable. Para aclarar esto, tomemos dos seres racionales
tado o un proceso interno, sino que se afirma algo totalmente para los cuales sólo sean intuibles las propiedades y las relacio-
objetivo, independiente de nuestras ideas y cosas por el estilo. nes proyectivas: el estar tres puntos en una línea, cuatro puntos
en un plano, etc.; esto haría aparecer como plano para uno lo
+t; ¡)p. cit.,p.1. Supongo que Lipschitz se refiere a un proceso interno. que el otro intuiría como punto, y viceversa. I-o que para uno
4L2 Los FLTNDAMENTos DE LA ARITMÉuce OPINIONES SOBRE EL CONCEPTO DE NÚMERO 4I3

es la línea que une dos puntos, para el otro sería la línea de § 27. Por esa razórt, tampoco puedo concordar con Schloe-
intersección de dos planos; y así sucesivamente con una intui milch,aT quien llama al número representación del lugar de
ción siempre análoga a la otra. Podrían entenderse perfecta- un objeto en una serie.as Pues si el número fuera una repre-
mente uno y otro yjamás se percatarían de la diferencia de sus sentación, entonces la aritmética sería psicología. La aritméti-
intuiciones, pues en la geometría proyectiva toda proposición ca es tan escasamente psicología, como lo es, digamos, la as-
tiene su contraparte dual; así, el desacuerdo sobre cuestiones tronomía. Así como ésta no se ocupa de la representación de
de apreciación estética no constituye indicio seguro alguno. los planetas, sino que se ocupa de los planetas mismos, de la
E,starían completamente de acuerdo sobre todos los teoremas misma manera el objeto de la aritmética no es representación
geométricos; simplernente interpretarían de modo difbrente las alguna. Si el clos fuera una representación, sería sólo la mía. La
palabras en sus intuiciones correspclndientes. Con la palabra representación de otro sería, en cuanto tal, la representación de
"punto", p«rr ejemplo, uno conectaría una intuición y el otro, otro. f)e esta marlera, tal vez tendríamos muchos millones de
otra. A pesar de est<¡ se puede decir que esta palabra significa doses. Se tendría que decir: mi dos, tu dos, un dos, todos los do-
algo objetivo para ellos; sólo que no se puede entender como ses. Si se aceptaran representaciones latentes o inconscientes,
su significado nada peculiar a sus intuiciones. Y en este sentido se tendrían también doses inconscientes que con posterioridad
tarnbién es objetivo el eje de la f ierra. volverían a ser conscient.es. Con la aparición de otros hombres
Habitualmente con la palabra "blanco" se piensa una cierta surgirían constantemente nuevos doses, y quién sabe si con el
sensación, la que naturalmente es por completo subjetiva; pero paso de los siglos las cosas no llegaran a cambiar de tal suerte
en el lenuuaje ordinario también, me parece, con frecuencia se que se arribara a 2 x 2 -- 5. A pesar de ello, sería dudoso que
hace patente un sentido objet-ivo. Cuando a la nieve se la llama existiese el número infinito de núrneros que habitualmente su-
blanca, se quiere expresar una propiedad objetiva que a la luz ponemos que existen. Tal vez 1010 sería sólo un símbolo vacío
habitual del día sc reconoce en cierta sensación. Si la nieve es
iluminada con una luz cle color, tiene esto que ser tomado en ai Hanrlbuch der algebraisclrcn Arulysis
lManual de antílisis algebraico), p. l.
consideración al juzgar. Tal vez se diría: ahora prtrece roja, pero 48 Frente
A esto, también se puede ob.jetar entonces que si aparece el mismo

¿s blanca. Incluso un daltónico puecle hablar cle rojo y verde, número siempre debería zrparecer la misma representación de un lugar, lo
cual es patentemente falso. Lo que sigue a continuación no sería verdad en
aunque ell SuS sensaciones no distinga eStos colrlres. Reconoce
caso de que por representaciónfVorstellungl quiera entenderse una iclea obje-
la diferencia basándose en que otros 1o hacen, o tal vez por me- tiva; pero, iqué diferencia habría entonces entre la representación del luear y
clio de un experimento físico. De este modo, frecuentemente el lugar lnismo?
las palabras para los colores no significan nuestras sensaciones La representación en sentido subjetivo es aquello a lo que se refieren las
subjetivas, de las que no podemos saber si concuerdan con las Ieyes psicol(lgicas de asociación; es de naturaleza sensible, figurativa. La re-
de otros -pues patentemente esto de ningtlna manera lo ga- presentación en scntido objetivo pertenece a la lógica y, esencialrrente, es
no sensitrle, si bien la pal:rbra, que sienifica una representación ob.jetir.a, fie-
raÍttiza la misma denominación-, sino que señalan una cuali-
cLrentemente se acompaña de una idea subjetiva, l:r cual, sin embargo, no
dad objetiva. Así, por objetividad entiendo una independencia constituye su sisnificado. La representación subjetiva es con frecuencia cle-
de nuestro tener sensaciones, de nuestro intuir e irnaginar, y de mostrablenrente diferente en diferentcs hombres; la objetiva es la misma para
toda construcción de imágenes internas a partir de los recuer- todos. Las representaciones objetivas se pueden dividir en objetos y concep-
dos de sensaciones anteriores, pero t)o una independencia de tos. Para evitar confusiclnes, yo sólo usaré "representación" en sentidcl sub-
la razón Responder a la pregunta de qué cosas soll indepen- .ietivo. En virtud de t¡ue K:rnt asoció ambos significarlos a esta palabra, dio
a su teoría un tinte mtrv subjetivo, idealista, y dificultó el descubrimiento de
dientes de la razón sería como juzgar sin juzgar, como lavar un su verdadero pensalniento. L:r clistinción hecha aquí se justifica por la que
abrigo sin tener que mojarlo. hay entre psicología y lógica, siempre que éstas se ntantengan rígidamente
separadas.
414 Los FLINDAMENTos DE LA ARITMÉuce OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 415
{
y podría no haber ninsuna representación en absoluto en nin- que es el número. Para esto es necesario que sea reconocido
gún ser que respondiera a ese nombre. en su peculiaridad.
Vemos a qué resultados maravillosos se llega cuando uno Aún es de observar la siguiente difbrencia. Unos llaman al
se toma en serio el pensamiento de que el número es una re- número un conjunto de cosas u objetos; otros, como 1o hizo
presentación. Y lleqamos a esta conclusión: quer el número no Euclides,5t) 1o elplican como un cónjunto de unidades. Esta
es algo espacial y físico, como los montones de piedrecillas y expresión requiere una discusión especial.
las galletitas de Mill, ni tampoco es algo subjetivo como las re-
presentaciones, sino que es algo no sensible y objet.ivo. El fun- III. OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO
damento de la objetividad no puede estar en las impresiones
sensoriales que como afecciones de nuestra mente son com-
irxpRr,se EL NUMERAL "uNo" UNA pRopIEDAD
DE LOS OBJETOS?
pletamente subjetivas, sino que, por 1o que alcanzo a ver, sólo
puede estar en la razón. § 29. En las clefiniciones que Euclides ofrece al principio del Li-
Sería asombroso que la ciencia más exacta tttviera que apo- bro VII de los Elemento.r, con la palabra "¡lovúg" a veces parece
yarse en la todavía insegura psicología, que ¿rncla a tientas. referirse a un objeto contable, a veces a una propiedad del mis-
rno, a veces al número uno. En general, se sale del apuro con
EL NÚMERO CONÍO CON.JIINTO la traducción "unidad", pero únicamente porque esta palabra
oscila entre esos distintos significados.
§ 28. Algunos autores explican el número cardinal como un Schróder dice:51 "cada una de las cosas que hay que con-
conjunto, una multiplicidad o pluralidad. En esto hay el incon- t¿rr será llamada unidad". Pero se puede preguntar en virtud
veniente de que los números 1 y 0 quedarían excluidos del de qué se ponen primero las cosas bujo el concepto de uni
concepto. Más aún, aquellas expresiones padecen de indeter- clad y no simplemente se define: número es un conjunto de
minación: a veces se acercan más al significado de "lnontón", cosas, con lo que volveríamos a lo anteriormente expuesto. El
"grllpo", "agregado" -con 1o cual se piensa en ulr cclmplejo denominar a las cosas unidades podría verse como un inten-
espacial-, a veces tienen un significado casi igual al de "núme- to de encontrar una determinación más precisa; ateniéndose
ro", sólo que rnás indeterminado. Un análisis del concepto de a la fbrma lingüística se considera "uno" como una palabra
nírmero, por tanto, no puede encontrarse en términos cle tales para una propiedad, y se considera "una ciudad" de la misma
definiciones. Thomae4e requiere para la construcción del nú- rnanera que "hombre sabio". Así, la unid¿r.d sería un objeto al
lnero que a diferentes conjuntos de objetos se les den diferentes qlre correspondería la propiedad "uno" y se comportaría res-
nombres. Con ello se refiere obviamente a que hay que deter- pecto a "Lufo" de manera sernejante a corfro 1o hace "un sabio"
minar con mayor precisión tales coniuntos de objet.os, para los respecto al adjetivo "sabio". A las razones que se han hecho
que la imposición de nombres es sólo el signo externo. La pre- valer en contra de 1o anterior, en contrzr de que el número sea
gunta es qué tipo de determinación es ésa. Es claro que la idea una propiedad de las cosas, se añaden aquí algunas razones
de núnrero no surgiría si se pretendieran introducir para "3 es- cspeciales. En primer lugar, sería sorprendente que cada cosa
trellas", "3 dedos", "7 estrellas", nombres en los que no fueran singular tuviera esta propiedad. Resultaría incomprensible por
reconocibles elementos comunes. No se trata en absoluto sólo :'0 Libro VII
de los Elementos, al principio: Movúq éotr, x«r}' fjv Éxcrorov tóv
de asignar nombres, sino de que se simbolice por sí mismo lo iívto¡v üv ),éyetcrt. Apr0¡-róc 6ü tó éx ¡rovú6c,rv ouyxei¡revov n).fl0oc. [Una unidad
cs aquello en virtud de lo cual cada cosa que existe es llamada una. Un número
ae Elem.entare Theorie der analytischen Functionen lTenría elemental de kts fu,n' ('s una multitud compuesta de unidades.]
u' op. cit., p. b.
ciones analíticasl, p. 1.
4t6 Los FLINDAMENToS DE LA ARrrtvIÉrtce OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y I.,I, TJNo 4t7

qué se le atribuye expresarnente la propiedad a una cosa. Sólo uno de la intuición externa, tanto de la puru ( ()rlr() «lt' l:r ctrt¡rít'i«':t,
en virtud de la posibilidad de que also no sea sabio, cobra podemos considerarlo también como múltiplc.' li r< la t't'¡rt t'st'ttt lt-
sentido la afirmación de que Solón es sabio. El contenido de cion es una sl esta arslacla trente a otra reprcscllt¿r('l()r); l)('r() ('n sl
un concepto disminuye cuando aumenta su extensión; si ésta puede nuevamente ser diferenciada en much¿rs.
lo abarcara todo, el contenido se debería perder por completo.
No es fácil imaginar cómo llegó el lenguaje a producir una Así, se desvanece toda delimitación fáctica del con('cl)t(), y ti('
palabra para una propiedad que no pudiera servir para deter- hace depender todo de nuestro punto de vista. Pt'r:gtutllun()ri
minar a ningún objeto. nuevalnente: iqué sentido puede tener atribuir a al¡4úrr olrit'ttr
:
Si "un hornbre" fuera concebible de manera semejante a I
la propiedad "uno", si según el punto de vista que atrlo¡llt't¡los
"hombre sabio", se debería pensar que "uno" también pcldría todo puede ser uno y también no serlo? icómo puede tttllt t'it'lr-
ser usado corno predicado, y así como decimos "Solón fue sa- # cia que basa su prestigio en su mayor determinacií¡n y t'x:rt'li-
bio", también podríamos decir' "Solón fue uno" o "Solón fue tud apoyarse en un concepto tan confuso?
unidad". Si tarnbién esta última expresión puede ocurrir, 1o
cierto es que por sí misma no es entendible. Por ejemplo, pue- § 31. Si bien Baumanni'L hace descansar el concepto dc tttto t'lr
de significar: Solón fue un hombre sabio, si el contexto nos la intuición interna, sin embargo, se refiere en el mistn«r ¡xtsait'
puede proveer "sabio". Sin embargo, parece que "uno" no pue- a ciertos criterios para ser uno, a saber, ser indiviso y csl:tl'
de ser un predicado tomado aisladamente.52 Esto resulta aún aislado. Si esto fuera correcto, habría que esperar tambiórr <¡trt'
más claro en plural. Mientras que "Solón fue sabio" y "Tales fue los animales pudieran tener una cierta representaci<itt tlt' l:t
sabio" pueden combinarse en "Solón y Tales fueron sabios", unidad. iEs cierto que un perro al echar una mirada a lit [,tttllt
no se puede decir "Solón y Tales fuer<¡n uno". Por consiguien- puede llegar a tener una representaciítn, aunque indctcr-tltitt:t-
te, no se comprendería esta irnposibilidad si "uno" fuel'a una da, de lo que desisnamos con la palabra "uno"? Difícilrrlcrltt'.
its

propiedad tanto de Solón colno de Tales, a la manera como No obstante, el perro distingue ciertos objetos indivicltr:tlt:s:
#
"sabio" lo es. I otro perro, su amo, la piedra con la que juega, ciertatnctttt' st'
le aparecen como aislados, existiendo por sí y no dividiclos, tltl
§ 30. A esto se añade el que no se haya podido dar una defini- como a nosotros nos ocurre. Sin duda notará una difercnt'ilt si
ción de la propiedad "uno". Cuando Leibniz afirmó:53 "uno es r
se tiene que defender contra muchos perros o sólo Contl'lI Llll(),
lo que aprehendemos en un acto del entendimiento", definió #
t pero est«r es lo que Mill llamó diferencia física. En cs¡tct:irtl,
"Llno" por sí mismo. iY no aprehendemos pol'un acto del en- i*
s necesitamos saber si el perro tiene conciencia, aunquc rlólril,
tendirniento también lo rnúltiple? En el mismo pasaje, Leibniz *§ cle lo que hay en común en las dos situaciones que exPrcs:ttt)()s
llegó a admitirlo. Algo semejante dice Baumanrr:54 "u.ro es lo &
F
l::
por medio de la palabra "uno", cuando, por ejemplo, pt-itttet-«l
que se concibe conlo uno"; y aún más: # es mordido por un gran perro, y luego persigue a un g¿rto. l'lsltr
*
!
me parece inverosímil. Concluyo, poÍ tanto, que la noci«irl clt:
lo que ponemos como punto o lo que ya no queremos poner ,s
unidad no es, como cree Locke,56 sugerida al entendimietrt<r
como divisible en partes, lo consideramos como uno; pero cada *il
§ por todo objeto fuera de nosotros y toda idea dentro de nos()-
l'2 Ocurren giros que parecen contraclecir esto; pero según una considera- i tros, sino que la reconocemos por medio de las altas fácult¿rdcs
ciiln más estricta, se encontrará que un térrnino conceptual tiene que pro- rnentales que nos distinguen de los animales. Así, pues, Lalcs
veerse, o que "Llno" r1o se usa conlo numerzrl; que lo que trata de afirmar es
el carácter, no de ser único, sino de ser unitario. 'o r.II, p. 669.
Op. cit.,
i'3 Raunr¿rnn, op. cit., t. II, p. 2. Erdmann,p.U. i'6Baumann, oP. ci.t., t. I, p. 409. fl)nsa,yo sobre el entendimiento htutut,ttt¡, li-
no ONt. r.it., t.II, lrro I[, cap. VII, 7.]
p. 669. §
418 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrrce OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 419

propiedades de las cosas, como ser indivisas y estar aisladas, concede también que la no separabilidad es un criterio de la
que los animales advierten como nosotros, no son 1o esencial unidad estricta. Al elevar la conexión interna hasta lo incondi-
para nuestro concepto. cionado, patentemente se quiere llegar a un criterio para la uni-
dad que sea independiente de todo punto de vista arbitrario.
§ 32. Aun siendo esto así, se puede sospechar que tienen cierta Este intento fracasa porque prácticamente nada queda que se
conexión. Esto lo indica el lenguaje en cuanto deriva "unido" pueda llamar trnidad y que pueda ser numerado. Resulta que
de "uno". En la medida en que los contrastes dentro de una inmediatamente entramos en el camino contrario: que no se
cosa se desvanecen hasta la insignificancia, en comparación puede proponer la inseparabilidad misma como criterio, sino
con los contrastes entre ella y su medio circundante, y en la me- el que se piense como inseparable. Con esto volvemos, pues, a
dida en que las conexiones internas entre sus elementr¡s tienen la tambaleante Inanera de ver las cosas. iY se ganará algo pen-
más peso que sus conexiones con el medio circundante, tanto sando a las cosas diferentes de como son? Todo lo contrario; de
más natural se convierte para nosotros considerarla como un suposiciones fálsas pueden derivarse falsas conclusiones. iPara
objeto distinto. Así, "unido" significa una propiedad que nos qué sirve la inseparabilidad si no se quiere concluir nada de
incita a tratar algo por sí mismo y a separarlo de lo circun- ella? Si se puede -y hasta se debe- abandonar sin perjuicio
dante. I)e esta nranera se explica que en francés "ltni" llega a algo del rigor de los conceptos, ipara qué, entonces, el rigor?
significar "liso" o "uniforme". También la palabra "unidad" es Pero quizás no debe pensarse sólo en la separabilidad. iComo
usada de manera semejante cuando se habla de unidad política si por medio de un defecto en el pensar pudiera consesuirse
de un país o de la unidad de una obra de arte.57 P..o, en este algo! Pero hay casos en que no se puede evitar pensar en la se-
sentido, "unidad." pertenece menos a "uno", Que a "unido" o a parabilidad, como cuando una conclusión está basada en la
"unitario". Porque cuando se dice que la Tierra tiene una luna, manera como está compuesta la unidad en cuestión; por ejem-
no se quiere señalar con ello que nuestro sat.élit-e esté aislado, plo: si un día tiene 24 horas, icuántas h<¡ras tienen 3 días?
exist¿r por sí o sea indiviso, sino que se dice esto en contraposi-
ción a lo que sucede con Venus, con Marte o conJúpiter. En lo iSOx LAS UNIDADES IGUAIES UNAS A OTRAS?
que concierne al estar aislado y ser indiviso, las lunas deJirpiter
bien se pueden comparar con la nuestra y, en este sentido, son § 34. Así, pues, ha fracasado todo intento de definir lir propie-
dad "uno" y debemos abandonar la idea de que zrl clesign¿tr lirs
iguahnente unitarias.
cosas como unidades ofrecemos una determin¿tci«in a¡rr«rJriitcla.
Regresemos a nuestra pregunta: ipor qué se ll¿ttnir u lus ('()sus
§ 33. La indivisión será llevada por algunos autores hasta la
unidades, si "unidad" sól<¡ es otro n<¡mbre prll-2r (:()su, si t«lcl:ts
indivisibilidad. G. Kópp'" llama individuo a cualquier cosa
las cosas son unidades o pueden ser aprehendidirs c()rn() t¿rles?
perceptible sensible o nc¡ sensiblemente, que se piense como
E. Schróder5e ofrece como razón de esto la neccsaria iguzrlclacl
no separable y existente por sí, y a los individuos numerables
los llarna unos, con lo cual, patentemente, "Llno" es usado en
atribuible a los objetos que han de contarse. Pero no se ve p()r-
el sentido de "unidad". Cuando Baumann funcla su clpinión qué las palabras "cosa" y "objeto" no podrían indicar igual-
mente bien esto. Así, se pregunta: ipor qué ha de atribuirse
de que las cosas externas no exhiben unidad estricta alguna en
igualdad a los objetos que van a contarse? iSólo se les atribuye
que tenemos la libertad de considerarlas como pluralidades,
o realmente son iguales? En todo caso, ja,más clos objetos son
57
Sobre la historia de la palabra "unidacl", véase Eucken, (]eschichte der phi completamente iguales. Por otra parte, casi siempre se puede
lo.sophi.uhen Terminologie IHistoria rJe la terminobgía filos(tficaf, pp. 122 y s., 136, descubrir un aspecto en el que concuerden dos objetos. De
220.
t'8 ou
Scl¿ularithtneti.hlAritmética esrclar), Eisenach, 1887, pp. 5 y s. op. cit., p.5.
420 LOS FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuce OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 42r

esta manera, otra vez volvemos al punto de vista arbitrario de § 35. No se logra hacer iguales cosas diferentes por medio sólo
,Ir'

i
ver las cosas, a menos que estemos dispuestos a atribuir a las ii de operaciones conceptuales; pero aun si pudiéramos, ya no 19
cosas -en contra de la verdad- una igualdad que vaya más allá tendrían COSaS, sino só19 utla cosa; así, colllu clicc DcscAl ¡cs,oi1
de la que realmente tienen. f)e hecho muchos autores llaman el número en las cosas -o mejor, la pluralidad- surge de su
a las unidades iguales sin adjetivos. Hobbes dice:60 "En senti- diversidad. E. Schróderoa afirma con derecho:
do absoluto, el número en matemáticas presupone unidades
iguales entre sí, a partir de las cuales se forma." Hume6i sos- La exigencia de numerar las cosas sólo puede plantearse de
modo racional donde los objetos presentados sean claramente
tiene que las partes componentes de la cantidad y del número
distinguibles unos de otros, por ejemplo, cuando estén separa-
son totalmente del mismo tipo. Thomae62 llama unidad a un dos espacial y temporalmente, y donde aparezcan aislados unos
individuo del conjunto y dice: "Las unidades son iguales unas de otros.
con respecto a otras." De la misma manera, o quizás más co-
rrectamente, se podría decir: los individuos del conjunto son De hecho, contar cosas a veces se dificulta por una gran seme-
difbrentes unos con respecto a otros. ¿Q"é tiene que ver esta .ianza, por ejemplo, la de las rejas de una verja. En este sentido,
'con
pretendida igualdad con el número? Las propiedades por las especiát penetración se expresa W. Stanley Jevons:65 "El
que se distinguen las cosas unas de otras cuando considera- número no es sino otro nombre para la diversidad. La exacta
mos su número carecen de toda importancia. Por esto se las igualdad es unidad, y con la diferencia surge la pluralidad." Y
quiere mantener aparte. Pero no resulta así. Cuando, como aún más (p. 157):
exige Thomae, se "hace abstracción de las peculiaridades de
los individuos de un conjunto de objetos" o "al considerar co- Frecuentemente se ha dicho que las uniclades son unidades en
sas separadas, se prescinde de las notas por las que estas cosas razón de ser pcrfectamente similares unas respecto de ot.ras; pero
se distinguen", no subsiste, como cree Lipschitz, "el concepto aunque pueden ser perfectamente similares en algunos aspectos,
deben ser diferentes al menos en un punto, de otra manera no
del número de las cosas consideradas", sino que se obtiene un
admitirían la pluralidad. Si tres monedas fueran tan similares
concepto general bajo el cual caen todas aquellas cosas. Éstas
que ocuparan el mismo lugar al mismo tiempo, no serían tres
mismas, en el proceso, no pierden ninguna de sus caracterís- monedas, sino una.
ticas. Cuando yo, por ejemplo, al considerar un gato blanco y
uno negro prescindo de las propiedades por las que se distin- § 36. Pero resulta que el punto de vista que sostiene la diversi-
guen, presumiblemente obtengo el concepto "gato". Si ahor¿r ctad de las unidades pronto encuentra nuevas dificultades. Je-
pongo a ambos bujo este concepto y los llamo eventualmentc vons define la unidad (unit) como "cualquier objeto del pensar
unidades, el gato blanco sigue siendo blanco y el negro siguc ii:l

que pueda distinguirse de cualquier otro objeto tratado como


siendo negro. También sucede que si no pienso en sus colores trnidad en el mismo problema". Aquí, la unidad es definida por
o no me propongo sacar ninguna conclusión de su diferencia r'l
sí misma, y la aclaración "que pueda distinguirse de cualquier
,:|;,

en color, los gatos no van a volverse incoloros y siguen sienclo otro objeto" no contiene ninguna determinación más precisa
tan diferentes como antes lo eran. El concepto "gato" que s«' a
cn virtud de que es de suyo comprensible. Ya que llamamos al
obtiene por rnedio de la abstracción ciertamente ya no conl it.- f
obieto otro objeto, justo sólo porque lo podemos distinguir de
ne las peculiaridades, perojusto por ello es sólo uno. los primeros. Jevons dice después:66
(i0 (i3 I, § 60.]
Batrmann, op. cit., t. I, p. 242. lop. cit., clial.I, p. 16.] Baumann, op. cit., t. I, p. 703. lPrincipia philosophiae, parte
t;t oF. cit., p.3.
"' Olr. cit., t.II, p. 568. lEnquiry Concerning Human (Jntlerstandlng, secr'. Xll,
tií The Principles of Science, p. 156.
parte III, § 131.1
'ut Olr. cit., p. ),62.
62 op. p.l.
cit.,
422 LOS FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuce OPINIONES SOBRE, LA UNIDAI) Y T-T, T]NO 423

Cuando uso el símbolo 5, realmente rne refiero a quien sea capaz de hacer eso, y proseuuir ¿rñ¿rdicrrrl() un:l rrnicl¿rd
a la última idea colectiva que tenga de cualqrricr nrirncrrr, y de
I + I + I + I + l.
clarle urr rrourbre, poch'á contar.
y se da totalmente por supllesto que cada una de estas unidades es
distinta de cualquier otra. Si fuera necesario, yo las señalaría así: Leibniz68 define al número como I y1y 1 o com() unicl¿rclcs.
l'+7" +l"'*1"" +1""'. Hesse dice:6e

si uno puede hacerse una representación de la unidad, r¡rrc ctr lil-


Ciertamente se requiere señalarlas de modo diferente si son
gebra se expresa con el símbolo 1. . . puede continuar-Jrcnsurrclo,
distintas; de 1o contrario resultaría la más grande confusión. con igual derecho, una segunda unidad, y luego otras trnirl:t«lcs
Si simplemente las diversas posiciones en las que aparecen los del mismo tipo. La unión de la segunda con la prinrcrir on un
unos pudieran significar diversidad, debería establecerse esto todo da el núrnero 2.
como regla sin excepción, ya que de 1o contrario.jamás se sabría
si 1 * 1 significa? o 1. De esta suerte, se debería rechazarla En estos pasajes es de atender la relación que se estutrlcr:er
igualdad 1 - 1 y nunca podríamos señalar la misma cosa dos entre los significadc¡s de las palabras "unidad" y "uno". [,cibniz.
veces. Claramente, 1o anterior no es aceptable. Pero si a diferen- entiende por unidad un concepto b4io el cual caen el un«r y cl
tes cosas se dan diferentes símbolos, difícilmente se comprende uno y el uno; como también dice: "1o abstracto de uno es la
por qué se conserva un componente común, y en lugar de: unidad". Locke y Hesse parecen usar unidad y uno con isual
l'+l" +l"'*7"" *1""', significado. En el fondo, esto 1o hace también Leibniz, pucs a
simplemente se escribe: todos los objetos individuales que caen bujo el concepto de uni-
dad los llama uno, designando con esta palabra no a los objet«rs
a*b*c*d*e. individuales, sino al concepto bujo el cual todos ellos caen.
La igualdad se ha abandonado por inservible, y señalar que
hay una cierta semejanza de nada sirve. Así, el uno se nos es- § 38. Para no empeorar la confusión, sería bueno mantener
capa de las manos; nos quedamos con los objetos y todas sus una distinción estrictamente rígida entre uno y unidad. Se dice
características. Estos símbolos: 'oel número uno", y con el artículo definido se indica un objeto
peculiar, determinado, de la investigación científica. No hay di
l',7",1"'
versos números uno, sino sólo uno. En 1 tenemos un nombre
son la expresión palpable de nuestra perplejidad: hemos nece- propio que, en cuanto tal, no admite plural de la misma mane-
sitado la igualdad, por tanto, el l; hemos necesitado la diversi- ra que tampoco lo admiten "Federico el Grande" o "el elemen-
dad, por tanto, los índices, los que por desgracia deshacen de to químico oro". No es accidental, y no es un modo inexacto
nuevo la igualdad. de notación, que se escriba 1, sin adiciones que marquen una
diferenci a. La igualdad:
§ 37. En otros autores nos tropezamos con la misma dificultad.
Locke dice:67 3-2:1,
Stanley Jevons la reescribiría así:
Repitiendo. . . la idea de la unidad y juntándola a otra unidad, es
como hacemos una idea colectiva designada por el nombre dos.Y (1' + l" + l"') -(1" + l"') - l'
67 Baumann, op. cit., t. I, pp. 409-411.lEnsayo .sobre el entendimiento humano, 68 Baumann, op. cit., t. II, p. 3.
libro II, cap. xvl, § 5.] 6e Vier Species lCuatro especies), p. 2. [Leipzig,1872.)
424 Los FUNDAMENTos DE LA ARITMÉrtce OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 425

Pero, el resultado de: tiene que ser entendido, por tanto, como distinto al "y" que
usamos cuando simbolizamos una colección, una "idea colec-
(l'- 1" + l"') - (7"" , 1""'), tiva".
icuál sería? En todo caso, no l'. De aquí se sigue que, según
§ 39. Nos enfrentamos, por tanto, con la siguiente dificultad:
este modo de entender las cosas, no sólo se darían diversos
Si queremos dejar que el número surja por resumen de ob-
unos, sino también diversos doses, etc.; pues 1" + 1"' no po- jetos diferentes, entonces obtenemos un agregado en el que
dría ser sustituido por 1"" + 1""'. Se ve claramente que el
están contenidos los objetos precisamente con las propiedades
número no es una acumulación de cosas. La aritmética se anu-
con las que se distinguen, y esto no es el número. Si, por otra
laría si en lugar del uno, que siempre es el mismo, se quisieran
parte, queremos construir el número de la otra manera, jun-
introducir diversas cosas, aunque fuera con símbolos semejan-
tando a los idénticos, entonces el resultado confluye perpetua-
tes; que por iguales que fueran no dejarían de ser defectuosos.
mente en uno, y jamás alcanzamos una pluralidad.
No se puede suponer que la aspiración más profunda de la Si con 1 designamos a cada uno de los objetos que se van a
aritmética sea una escritura defectuosa. Por tanto, es imposi-
contar, entonces cometemos un error, ya que asignamos el mis-
ble considerar al 1 como símbolo para cosas distintas, como
rno símbolo a cosas diferentes. Si proveemos a[ I con índices
Islandia, Aldebarán, Solón, etc. Fácilmente se encuentra el sin-
diferenciadores, entonces sería inservible para la aritmética.
sentido si se considera el caso de que tenga una ecuación tres
La palabra "unidad" es apropiada por excelencia para encu-
raíces, a saber, 2 y 5 y 4. Si por 3 se escribe, siguiendo aJevons:
brir esta dificultadi y ésta es la razón -si bien inconsciente-
l,+1,,+1,,, por la que la preferimos a las palabras "objeto" y "cosa". Por
lo pronto, comenzamos por llamar a las cosas que se van a
1', aquí, significaría 2; \" , b; y l"' ,4, si por l' , l" y l"' serán contar unidades, haciendo caso omiso de su diversidad; así, el
unidades /, por ende, según Jevons, objetos que se presentan montón, la colección, la unión, el agregado, o cualquier cosa
al pensar. Así, ino resultaría más inteligible escribir, en lugar que se le quiera llamar, se transforman en el concepto de adi
de 1' + l" * L"': ción aritméticay la palabra de concepto "unidad" se convierte
2+5+4 ? inadvertidamente en el nombre propio "uno". Con ello se tie-
ne, por tanto, la igualdad. Cuando anexo a la letra u ürra n, y
Sólo las palabras para conceptos admiten un plural. Por tanto,
si se habla de "unidades", entonces no se puede utilizar esta pa-
luego urra d,* cualquiera puede ver fácilmente que esto no es
labra con igual significado que el nombre propio "uno", sino el número 3. Pero si pongo u, n y d bajo el concepto "unidad"
como una palabra para concepto. Si "unidad" significa "objeto y en lugar de "tt y n y d", digo: "Llna unidad y una unidad y
contable", entonces número no se puede definir como unida- aún una unidad", o "l y 1y 1", entonces fácilmente se acepta
que esto nos da el número 3. La dificultad se esconde tan bien
des. Si por "unidad" se entiende un concepto que acoge bajo
en la palabra "unidad", eue ciertamente poca gente se percata
de sí al uno y sólo a éste, entonces un plural no tiene sentido
de ella.
alguno, y también, resulta imposible definir al número, con
Leibniz, como unidades o como I y 1 y 1. Si se usa "y" como Aquí, Mill podría haber censurado con d,erecho una mani-
"l
en "Bunsen y Kirchhof", entonces 1 y 1 y 1 no son 3, sino 1, de
pulación artificiosa del lenguajei pues esto no es el fenómeno
la misma manera que oro y oro y oro jamás es algo distinto a externo de un proceso de pensamiento, sino que sólo tiene la
oro. El símbolo de adición en * En el original en alemán, Frege usa estas tres letras que, conjuntadas,
forman la palabra "Ltnd" , que se traduce al castellano por la preposición con-
1+1-l-1:3 juntiva "y". [N.de la c.]
-{
426 LOS FUNDAMENTOS DE I,A ARI.IMÉUCE OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EI, UNO 427

apariencia. Tenemos realmente aquí la impresión de que a las Tres monedas son tres monedas, ya sea que l¿rs c<>nlt:rnos sucesi-
palabras vacías de pensamiento se les añade una cierta fuerza vamente o las consideremos simultáneamente. L,n nluc'h<)s ('¿rsos,
misteriosa si lo que es diférente se hace igual sirnplemente al nt el espacro lu el trernpo son base pirra la cülerencrir, slr)() qlre
llamarlo unidad. interviene sólo la pura cualidad. Podemos dif'erenci¿rr-, p()l'cicrn-
plo, el peso, la inercia y la dureza del oro como tres cu:rliclirrlcs,
INTENTOS DE SUPERAR LA DIFICULTAD aunque ningun:r de éstas está antes o después de l¿r otnr cn cl
espacio o en el tiempo.'fodo medio de diferenciación ptrcrkr scr
§ 40. Consideraremos ahora zrlsunas opiniones que se presen- una fuente cle pluralidad.
tan como intentos para superar esta dificultad, aunque tampo-
co se hayan producido siempre con clara conciencia de pro- Yo agrego: si los objetos contados realmente no se siguen un()s
pósito. rr otros, sino que solamente son contados unos despuós de
La prirnera propuesta es pedir ayuda a una propiedad del es- ()tros, entonces el tiempo no puede ser la base de la clif-erern-
pacio y del tiempo. Un punto espacial considerado en sí mismo < iación entre ellos, ya que si podemos contarlos unos clcsptrós

es absolutamente indistinguible frente a otro, y lo mismo una <le otros, debemos de tener ya criterios diferenciales. El ticrnp«r
recta o un plano, o algunos otros cuerpos congrlrentes, áreas cs sólo un requerimiento psicológico para contar, per() no tic-
o seglnentos respecto de otros, excepto cuando están juntos tre nada que ver con el concepto de número. Si se represent.an
como elementos en una intuición total. Aquí parece unirse, así, objetos inespaciales e intemporales por medio cle puntos esp¿r-
igualdad con indiscernibilidad. Algo semejante vale respecto al ciales o temporales, entonces esto quizás puede ser de utilidird
tiempo. Por esto, HobbesTo cree que no puecle pensarse que la para contar'; pero f-undamentalmente se presupotle con esto la
igualdad de las unidades surja de otra cosa que de la división aplicabiliclad del concepto de número respecto a lo inespacial
del continuo. Thomae d.ice:71 c intemporal.

supónuase un conjunto de individuos o unidades en el espacio y § 41. Pero iloqramos realmente combinar lzr discernibilidad y
numéreselos sucesivamente, para lo cual es necesari<.r el tiempo, l:r igualdad si prescindim«¡s de todo criterio diferencial, fuera
entonces abstráigase lo que se quiera y aún quedará como nota clel espacial y el temporal? iNo! No nos hemos acercado ni un
diferencial de las unidades su posición en el espacio y su sucesión
en el tiempo. I)aso a la solución. Que los objetos sean muy similares o mu-
«:ho rnencls similares no afecta para nada el asunto si a final de
t'uentas tienen que mantenerse separados unos de otros. No se
El primer reparo contra tal interpretación es que entonces lo
numerable se limitará a lo espacial y a lo temporal. YaLeibnizTz ¡rueden simbolizar aqr-rí los puntos, las líneas irrclividuzrles, etc.,
todo ello con el 1, corno tampoco puedo llam¡rrlos, p¿u-¿r propri-
refutó la opinión de los escolásticos acerca de que el número
sitos de la geometría, a todos ellos A; pues tatlto aquí como ¿rllá
surge de la mera división del continuo y de que no puede ser
os necesario distinguirlos. Sólo considerados en sí nrismos, sin
aplicado a cosas incorpóreas. Bauma.r.r73 acentúa la indepen-
lttender a sus relaciones espaciales, los puntos en el espircio son
dencia entre número y tiempo. El concepto de unidad también
igu:rles unos a otros. Pero si tenso que aprehenderlos juntos,
sería pensable sin el tiempo. StanleyJevons d.ice:7a
('ntonces debo cclnsiderarlos según su colocación espacial; de
7o Baumann, op. cit., t.I, p.242. ()tra manera, irremisiblemente se funden tr¡dos en uno. Quizás
7r Elementare Theorie der analytischen Functionen fTeoría eletnental de las fun- l«rs puntos presenten en su tcltalidad una figura semejante a una
ciones analíticasl, p. l.
72 Baumann, r'onstelación o de alguna manera se ordenen en una línea rec-
op. cit., t. II, p. 2.
tz oF. cit., t.II, p. G68. l:r, tal vez segmentos iguales, con puntos finales que se tocan,
74 The Princiltles of Science lLos principios de la cie.ncia), p. 157 . firrmen un único segmento, o tal vez queden separados unos
428 LoS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉUCE { OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 429

con respecto a otros. Las configuraciones que surgen pueden hacer una figura del objeto. El resultado es que Schróder sólo
ser totalmente diferentes mientras el número de elementos per- define el numeral pero no el número. Él -is-o d.ice:76
manece el mismo. Así, tarnbién aquí tendríamos diferentes cin-
cos, seises, etc. También los puntos temporales están separados Para obtener un símbolo que sea capaz de expresar cuántas de
por intervalos de tiempo cortos o largos, iguales o cliferentes. tales unidades7T están presentes, se dirige la atención a la serie
Todas éstas son relaciones que nada tienen que ver con el nú- deteniéndose cada üez en cada una de las unidades y figurándolas
mero en sí. En todas ellas se cuela algo particular, 1o cual está mediante una raya: 7 (un uno); y se pone a estos unos en un
muy lejos de la generalidad del número. Inclus<t un momento renglón, unojunto a otro, aunque se les enlaza entre sí por medio
aislado tiene algo particular que lo distingue, diuamos, de un del sírnbolo t (más), ya que de otra manera 111, por ejemplo, de
acuerdo con la notación numérica usual, se leería como ciento
punto espacial, y de lo cual no aparece nada en el cclncepto de
once. De esta manera, se obtiene un sínrbolo como:
número.
1+1+1+1+1,
§ 42. Otra manera de salir de la dificultad consiste en invocar, cuya composición se puede describir diciendo:
en lugar del orden espacial y temporal, tttt concepto rnás gene- "un número natural es una suma de un,os".
ralizado de serie, pero éste tampoco logra su obietivo; ptles
el lugar en la serie no puede ser base para diferenciar los Por lo anterior se ve que, para Schróder, el número es un sím-
objetos, porque éstos deben ser ya de algún moclo diferentes bolo. Lo expresado por rnedio de este símbolo, esto es, 1o que
para poder estar ordenados en una seric. Cualquier ordena- hasta aquí he llamado número, Schróder lo da por conocido
ción presupone siempre relaciones entt'e los obietos, sean és- con las palabras "cuánt.as de tales unidades están presentes".
tas espaciales, o temporales, o lógicas, de intervalos de tono o Igualmente, por la palabra "rrno", él entiende el sírnbolo 1, n<r
de alguna otra clase, que sirve para conducirnos de un objet<,r su significado. El símbolo *, únicamente le sirve como medio
a otro, y las cuales están necesariamente unidas a su diferen- externo de enlace, sin contenido propio; sélo después define
ciación. la adición. Más brevemente, bien se podría haber dicho: se es-
Cuando HankelTl' nos conmina a pensar o poner un objeto criben, ruros junto a otros, tantos símbolos 1, cuantos objetos
I vez,2 veces, 3 veces, parece también ser esto un intento de haya que contzr, y se los enlaza por medio del símbolo +. El
combinar en las cosas que se van a numerar la discernibilidad y cero, según esto, se expresaría no escribiendo nada.
ta igualdad. Pero también se ve en seguida que esto no resulta;
pues estas representaciones o intuiciones del tnistno objeto tie-
§ 44. Para no introducir los rasgos diferenciadores de las cosas
nen que ser de algún moclo distintas para que no se fundan en en el número, StanleyJevons dice:78
una. También creo que uno tiene derecho a pensar en 45 mi-
llones de alemanes sin tener que pensar o poner previamente ahora tendremos poca dificultad para fcrrmar una noción clara
45 millones de veces un alemán prornedio; lo cual podría re- de la naturaleza de la abstracción numérica. Ésta consiste en abs-
sultar algo tedioso. traer el carácter de la diferencia de la cual surge la pluralidad,
reteniendo solamente el hecho. Cuando hablo de tres hombres,
§43. Probablemente para evitar las dificultades que surgen con no necesito especificar inmediatamente las características por las
la propuesta de StanleyJevons, de hacer que cada símbolo I sig-
7e'Lehrbuch der Arithmetih und Algebra y álgebra], pp.
nifique uno de los objetos contados, E. Schróder sólo permite lCurso de arit'métir:a 5
Y SS.
75 T-heorie der complexen Zahlensyste'me 77 ob¡etos por numerar.
fTeorío de sistema,s numéricos complejo.sf,
p. l. 'n op. cit., p. 158.
430 Los FUNDAMENToS DE LA ARrf'NIÉuce { OPINIONES SOBRE, T-A UNIDAD Y EL UNO 437

que cada uno se puede clistinguir de los demás. Éstas tienen que Lo que dice Jevons no se acomoda de manera especial al 0
existir si son realmente tres hombres y no uno y el mismo, y al y al f . iDe qué podría hacerse abstracción para llegar propia-
hablar de ellos conro varios estoy implicando la existencia de las mente, por ejernplo, de la Luna al número l? Ciert"alnente Pol'
diferencias requeridas. El número abstracto, así, es laforma aacía abstracción obtenemos ciertos conceptos: satélite de la Tierra,
de la diferencia. satélite de un planeta, cuerpo celeste sin luz propia, cuerpo ce-
leste, cuerpo, objeto; pero en esta serie no Se encontrará al 1,
iCómo se ha de entender esto? Se puede hacer abstracción
ya que no es concepto alguno bajo el que pudiera caer la Luna.
de las propiedades diferenciadoras de las cosas, antes de unir-
las en un todo; o se puede formar primero un todr¡ y después En el caso del 0, ni siquiera tenemos un objeto del cual pudiera
hacer abstracción de la naturaleza de las propiedades diferen- salir por abstracción. Y no es una buena objeción clecir que 0
ciadoras. Por el primer camino, jamás se llegaríaala difbrencia- y 1 no serían número en el mismo sentido que 2 y 3. El nú-
ción de las cosas, ni tarnpoco se retendría el hecho de que mero contesta a la pregunta ¿cuántos? Y cuando se pregunta,
existen cliferencias; el segundo camino es el que parece propo- por ejemplo, icuántas lunas tiene este planeta?, por igual se
ner Jevons. Pero yo no creo que, de esta manera, pudiéramos puede concebir la respuesta: 0, L,,2 <» 3, sin carnbiar el sentido
cle la pregunta. Ciertamente, el número 0 tiene algo especial e
obtener el número 10 000, porque no est.amos en posición de
aprehender al mismo tiempcl tantas diferencias y de retenerlas igualmente 1o tiene el 1, pero en el fondo esto vale para tod<>
de modo presentei y si tenemos que recorrerlas una por una, número entero; sólo que entre rnás grande es el número, esto
es menos patente. Es tcltalmente arbitrario hacer aquí una dif-e-
entonces jamás se tendría el núrrnero completo. Ciertamente
renci¿r de clase. Lo que no convenga para el 0 y el 1, no puede
contamos en el tiempo; pero con ello no obtenemos el núme-
ro, sino que sólo determinamos el número de lo que estamos ser esencial al concepto de núrnero.
contando. Por 1o demás, indicar el modo de abstraer no cons- Finalmente, al suponer este modcl de surgirniento del nú-
tituye clefinición alguna. rrrero no se superará la dificultad con que hemos troPezado ¿rl
iQué se debe entencler por "la forma vacía de la diferencia"? considerar la simbolización de 5 mediante
iQuizás una proposición como
l_'+l" +l"'+1"" *1""'
" a es diferente de b" ,
Esta notación es buena de acuerdo con 1o que diceJevons acer-
en la que a y á permanecen incleterminadas? iEsta proposición ca de la formación de los números por abstracción: las tildes
sería, digarnos, el núrmero 2? il-a proposición superiores significan, a saber, que una diferencia está presente
sin indicar, no obstante, su clase. Pero la mera existencia de
"la Tierra tiene dos polos"
la diferencia es suficiente, colno ya vimos, pvra producir en la
significa lo mismo que teoría de Jevons diferentes unos, doses, treses, lo cual es absc¡-
lutamente incompatible con la existencia de la aritmética.
"el polo Norte es diferente del polo Sur"?

Obviamente, no. La segunda proposición podría existir sin la SOLUCIÓN DE LA DIFICULTAD


primera, y ésta sin aquélla. Para el número 1000 tendríamos,
entonces, § 45. Repasemos 1o establecido por nosotros
hasta ahora, y las
1000 999 preguntas que aún quedan sin contestar.
1z', El número no se abstrae de las cosas a }a manera del color,
proposiciones que expresan, cada una de ellas, una diferencia. el peso, la dureza; en este sentido, no es una propiedad de las
432 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrtce { OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 433

cosas. Sin embargo, aún queda la cuestión de que decimos algo sido sustituido por otro. Con esto se sugiere, colrlo respuesta
al hacer oraciones de números. a la primera pregunta del parágrafo anterior, que el crlntenidcr
Ll número no es algo físico, pero tampoco algo subjetivo, no de una oración de número es una afirmaci<in sobre un c()Ilcep-
es representación alguna. to Quizás esto es más claro con respecto al número 0. (luanclo
El número no surge por añadir una cosa a otra. Nada cambia digo: "Venus tiene 0 lunas", entonces no hay ahí luna alguna,
tampoco el dar un nuevo nombre a cada añadido. o agregado de lunas de las que pueda decirse algo; per(), corl
Las expresiones "multiplicidad", "conjunto", "pluralidad", a ello, al concepto "luna venusina" se le ha atribuido una pr'opie-
causa de su indeterminación, son inapropiadas para la defini dad, a saber, la de que no cae nada bajo é1. Cuando cliso: "el
ción del número. carruaje del emperador es tirado por cuatro caballos", ads{:ri-
Con relación al uno y a la unidad, aún queda la cuestión bo el número cuatro al concepto "caballo que tira el czrt't-ttaie
de cómo limitar la arbitrariedad de los puntos de vista, la cual del emperador".
arr,.enaza con desdibujar la distinción entre uno y muchos. Se puede obietar, por ejemplo, que un concepto corn«) "lt¿I-
Estar aislado, ser indiviso, ser incapaz de separación, no pue- bitante de Alemania", aun cuando sus notas permanezc:ttr sirt
den servir como criterios útiles para lo que expresamos con la cambio, podría tener una propiedacl que cambiara añ<¡ c«¡tt irñ<¡
palabra "trno". si las oraciones que hablan de su nútmero así lo hicieran. C<¡n-
Si a las cosas que han de contarse se las llama unidades, tra ellc¡ se puede hacer valer el que tarnbién los objetos pueden
entonces resulta falsa la afirmación incondicionada de que las cambiar sus propiedades, lo cual no impide seguir reconocién-
unidades son iguales. Que son iguales en un cierto aspecto, dolos como los mismos. La razón de esto puede ser explicada
ciertamente es correcto, pero carece de interés. Incluso, la di- más precisamente aquí. El concepto "habitante de Alemania"
versidad de las cosas por contar es necesaria si el número ha cont.iene una referencia al tiempo, a saber, como componente
de ser mayor que 1. variable o, para expresarme matemáticamente, es una funci(ln
De esta suerte, parece que a las unidades les debemos ads- del tiempo. En lugar de "a es un habitante de Alemania", se
cribir dos propiedades contradictorias: la igualdad y la discer- puede decir: "ahabita en Alemania", y esto se refiere al pre-
nibilidad. ciso punto temporal presente. Así, ya en el concepto mismo
Hay que hacer una distinción entre uno y unidad. La pala- hay algo cambiante.*Por el contrario, al concepto "habitante de
bra "uno" es, como nombre propio de un objeto de la investi- Alemania en el año nuevo de 1883, tiempo de Berlín", corres-
gación matemática, incapaz de admitir plural. Igualmente, es ponde, para toda la eternidad, el mismo número.
un sinsentido pensar que los números surgen poniendo juntos
suficientes unos. El símbolo de sulna en 1 * I : 2 no puede § 47. una cleclaración que mencione números exprese algo
Qr"
significar ese poner juntos. fáctico independiente de nuestro punto de vista, sólo puede
asombrar a quienes tienen al concepto conto algo subjetivo
§ 46. Para arrojar luz sobre esta situación, sería bueno conside- semejante a las representaciones. Pero esta concepción es fal-
rar el número en conexión con un juicio en el que apareciera sa. Si, por ejemplo, subordinamos el concepto de cuerpo bajo
su modo originario de aplicación. Si al examinar uno y el mis- el concepto de pesado o el de ballena buj. el de mamífero,
mo fbnómeno externo puedo decir con igual verdad: "éste es afirmamos con ello algo objetivo. Pero si los conceptos fueran
un grupo de árboles" y "éstos son cinco árboles", o "aquí están subjetivos, también la subordinación de unos buj. otros, como
cinco compañías" y "aquí están 500 hombres", con ello no se relación entre ellos, sería algo subjetivo a la manera como se
altera ni el individuo ni el todo -el agregado-, sino el nombre relacionan las representaciones. Ciertamente, a primera vista
que le doy. Pero esto es sólo un indicio de que un concepto ha la oración
434 LOS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉTTCE OPINIONES SORRE LA LINIDAD Y EL UNO 435
{
"Todas las ballenas son mamíferos" de esta última no sería posible reunir en un todo a los habitan-
tes de Alemania; pero bien se los puede poner bajo el conceptcl
parece traf ar de animlles, no cle conceptos; pero si sc prcgunta
de "habitante de Alemania" y contarlos.
de qué animales se habla, no se puede rnostrar ninguno en par-
ticular'. Suponiendo que se encrontrara una ballena delante de Ahora se explica la gran aplicabilidad del número. I)e he-
uno, nuestra oración nada afirma de ella. No se podría infcrir cho, resultaría problemático que un mismo predicado se cliiese
de la proposición que el animal que está delante sea un mamí- de fenómenos externos e internos, de 1o espacial y lo temp«rr-irl
fero sin agregar la proposición de que es una ballerra, cosa que y de 1o no espacial y no temporal. Pero esto, simplemente, 1l<r
nuestra proposición no implica. En general, es imposible ha- ocurre con las oraciones de número Como tampoco ocurre CIr
blar de un objeto sin designarlo o nornbrarlo. Pero la palabra ninguna parte; los números sólo se asignan a los conceptos
"ballena" no nombra ningún ser individual. Si se replica que bajo los cuales se pone lo externo y 1o interno, 1o espaciirl y ltr
ciertamente no se habla de un objeto individual, determinado, temporal, lo no espacial y 1o no temporal.
sino de uno indeterminado, entonces creo que "otrjeto inde-
terminado" es sólo otra expresión para "concepto" y, sin duda, § 49. En Spino raT9 encontramos una corroboración para nuers-
pobre, en sí misrna contradictoria. De todos modos, si nuestra tro punto de vista, cuando dice:
proposición sólo pudierajustific¿rrse por medio de la observa-
ción de animales individuales, esto nada probaría respecto a respondo que una cosa sólo respecto a su existencia, pero l)() a
su contenido; para la pregunta ide qué trata?, es indiferente el su esencia, puede ser llamada una o única; ya que sólo nos rePl'c-
que sea verdadera o no, o qué razones tengamos para soste- Sentamos las cosas por medio de números una Vez que las hctrt<>s
nerla como verdadera. De esta manera, si el concepto es algo puesto bajo un género común. Así, quien tiene en la man() rlll
objetivo, entonces una afirmación acerca de él puede contener tálero y un sestercio no concebirá el número dos a menos quc
también algo fáctico. cubra ese tálero y ese sestercio con uno y el mismo nombre, por
ejemplo, moneda: después puede afirmar que tiene dos tnotle-
§ 48. La apariencia sursida de algunos ejemplos anteriores, de das, puesto que con el nombre moneda no sólo designa al sestclt'
que a la misrna cos¿r corresponderían núrneros distintos, se cio, sino tarnbién al tálero.
aclara por cuanto que ahí se tomó a los objetos como portado-
res del número. Tan pronto como instalamos en su derecho al Pero Cuando prosigue:tl'por esto, eS Claro que una CoSa es llam¿r-
verdadero portador, el concepto, los números se nluestran tan da una o única sólo después de que se haya representado otra
mutuamente excluyentes en su propio campo, como los colores cosa que, como se ha dicho, concuerde con aquella", y clpinzr
en el suyo. que, en sentido propio, no se podría llamar a Dios uno o úniccr
vemos también ahora por qué se tiende a querer obtener el porque no se podría formar ningún concepto abstract<l de stt
número por abstracción cle las cosas. Lo que con ello se ob- esencia, entonces cae en el error de creer que el concepto síllo
tiene es el concepto en que se descubre al núrnero. De hecho, puede obtenerse directamente por medio de la abstracción de
fi-ecuentemente Ia abstracción precede a la formación de un varios objetos. Por el contrario, se puedc llegar al concepto a
juicio de número. La confusión es análoga a mantener que el partir de las características y, por tanto, es posible que ninguna
concepto de riesgo de fueso se obtiene cuando se const-ruye la cosa caiga bujo é1. Si esto no fuese así, jamás se podría negar
estructura de una casa con vigas de madera, pórtico de tablas la existenciay, con ello, la afirmación de la existencia perdería
techo de paja, cuyas chimeneas tienen agqjeros. también su contenido.
El concepto tiene un poder de compilar que supera en mu-
cho al poder unificador de la apercepción sintética. Por medio 7e
Baumann, op. cit., t. I, p. 169
436 LOS FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuce OPINIONES SOBRE LA UNIDAD Y EL UNO 437

§ 50. E. Schróder80 subraya que si se pudiera hablar de la número 1, que es número en el mismo sentido que 2 y 3. En
frecuencia cle una cosa, el nornbre de esa cosa siempre sería relación con un concepto, la cuestión es siempre si hay alguna
un nombre genérico, un término conceptual general (notio com- cosa, y qué cosa, que caiga bajo é1. L,n relación con un nom-
munis): bre propio tales cuestiones carecen de sentido. Uno no puede
dejarse engañar porque el lenguaje emplee un nombre propio,
tan pronto como un objeto es considerado en su totalidad -con por ejemplo, Luna, como término conceptual, y viceversa; a pe-
todas sus propiedades y relaciones-, él mismo se presentará sar de ello, sigue existiendo una diferencia. Tan pronto como
corno único en el mundo y no tendrá nada igual a é1. El nombre se usa una palabra con el artículo indefinido, o en plural sin
del objeto toma entonces el carácter de un nombre propio (nomen artículo, se ve que es un término conceptual.
proprium) y el objeto mismo no pucde ser pensado como algo que
ocurra repetidamente. Pero esto no vale sólo respecto a objetos
§ 52. Una mayor confirmación del punto de vista de que el nú-
concretos, en general vale respecto a cualquier cosa, aunque su
representación llegue a tener lusar por medio de
mero se atribuye a los conceptos se encuentra en el uso lin-
abstracciones,
siempre y cuando esta representación contenga en sí los elemen- güístico alemán, que permite decir: diez hombre lzehnmann],
tos que basten para hacer una plena determinación de la cosa de cuatro marco luier Mark), tres tonel ldrei Fass]. El uso del sin-
que se trate. Esto último (convertirse en objeto de enumeración), gular puede indicar aquí que se piensa el concepto, no la cosa.
es posible primero en cuanto se abstraiga o se prescinda en una La ventaja de este tipo de expresión resalta especialmente en
cosa de algunas relaciones y notas características por las que se el caso del número 0. En otros casos, hay que admitir, el [en-
distingue de otras cosas; con ello, lo que antes era el nombre de guaje ciertamente atribuye e[ número a los objetos, no a los
la cosa se torna concepto aplicable a más cosas. conceptos: se dice "el número de pacas" de la misma mane-
ra que "el peso de las pacas". Así, aparentemente se habla de
objetos, mientras que en verdad se quiere afirmar algo de un
§ 51. Lo que hay de verdad en esta exposición está envuelto con
concepto. Este uso lingüístico da pie a confusiones. La expre-
expresiones obtusas y engañadoras, por 1o que se impone ofre-
sión "cuatro caballos de raza", da la ilusión de que "cuatro"
cer una clarificación y seleccionar lo que en ellas hay de bueno.
determina al concepto "caballo de raza", como "de [aza" deter-
Para comenzar, es incorrecto llamar nombre de una cosa a un
mina al concepto "caballo". Sin embargo, sólo "de razA" es una
término conceptual general. Esto conduce a la ilusión de que
característica de este tipo; con la palabra "cuatro" predicarnos
el número es propiedad de una cosa. Un término conceptual
algo de un concepto.
general designa justamente un concepto. Sólo con el artículo
definido o con un pronombre demostrativo vale como nombre
§53. Por propiedadls que son afirmadas de un concepto, no
propio de una cosa, pero en ese caso deja de valer como tér-
entiendo naturalmente las características que componen al
mino conceptual. El nombre de una cosa es un nornbre propio.
concepto. Éstas son propiedades de las cosas que caen bujo
Un objeto no aparece repetidamente, sino, por el contrario,
el concepto, no propiedades del concepto. Así, "rectangular"
más de un objeto cae bajo el mismo concepto. Ya Spinoza se-
ñaló que un concepto no sólo se produce por abstracción de
no es una propiedad del concepto "triángulo rectangular";
pero la proposición de que no hay ningún triángulo rectangu-
las cosas que caen bujo é1. Yo añado aquí que un concepto no
lar, rectilíneo y equilátero, expresa una propiedad del concepto
deja de ser concepto porque bajo él sólo caigauna cosa, la cual
"triángulo rectangular, rectilíneo y equilátero"; a éste [e atribu-
se encuentra plenamente determinada por é1. A estos concep-
ye el número cero.
tos (por ejemplo, satélite de la Tierra), pertenece justamente el
En este respecto, la existencia tiene semejanza con el núme-
r0 op. cit., p. 6. ro. En efecto, la afirmación de la existencia no es otra cosa
;*
438 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrn¿Érrcr ET, CONCE,PTO DE NÚMERO 439

que la negación del número cero. Porque la existencia es una el concepto al que se asigna el número de modo determinado
propiedad del concepto, la prueba ontológica de la existencia en seneral aísla lo que cae baio é1. El concepto "letras en la
cle Dios no logra su propósito. Pero de la misrna manera que la palabra número", aísla la n de la u, a ésta de la m, etc. El con-
existencia no es una característica del concepto "Dios", tampo- cepto "sílabas en la palabra número" destaca la palabra como
co 1o es la unicidad. La unicidad no puede ser usada en la de- un todo y como indivisible en el sentido de que ninguna de sus
finición de este concepto, colrlo tampoco pueden la soliclez de partes cae ya bujo el mismo concepto. No todos los conceptos
una casa, la amplitud, la habitabilidad, ser usadas al construirla tienen esta cualidad. Por ejemplo, podemos dividir de múlti-
junto con las piedras, el mortero y las vigas. Sin embarso, no se ples maneras algo que caiga bajo el concepto "rojo", sin que
puede concluir en general de esto que si algo es propiedad cle las partes dejen de caer bujo el concepto "rojo". A un concepto
un concepto no se puecla deducir del concepto, esto es, de sus así no corresponde núrnero alguno finito. La proposición que
características. En ciertas circunstancias esto es posible; como afirma que las unidades están aisladas y son indivisibles puede
cuando, eventualmente, del tipo de piedra utilizada se puede expresarse como:
inferir la durabilidad de una construcción. Sería excesivo afir- Unidad relativa a un número finito sólo puede serlo un con-
mar que jamás se puede inferir la unicidad o la existencia a cepto que aísle 1o que cae bajo él de manera determinada y que
partir de las características de un concepto; lo que es cierto es no permita ninguna división arbitraria en partes.
que esto nunca puede suceder de manera tan directa, collto Pero aquí se ve que indivisibilidad tiene un significado espe-
sucede en el caso de asignar una característica de un concepto cial.
como propiedad a un objeto que caiga bajo é1. Ahora contestamos fácilmente a la preuunta de cómo se re-
También sería falso afirmar que la existencia y la unicidad concilian la igualdad y la discernibilidad de las unidades. La
jamás podrían ser características de un concepto. Sólo que no palabra "unidad" se usa aquí en un doble sentido. Las unida-
son características de los conceptos a los que el lenguaje podría des son idénticas si la palabra tiene el significado anteriormen-
inclinarnos a atribuirlas. Por ejemplo, si bqio un concepto se te expuesto. En la proposición: 'Júpiter tiene cuatro lunas", la
reúne a todos los conceptos bajo los cuales sólo cae un objeto, unidad es o'luna de Júpiter". Bajo este concepto cae tanto la I
entonces la unicidad es característica de ese concepto. Bajo éste como la II, tanto Ia III como la IV. Por tanto, se puede decir:
caería, por ejemplo, el concepto "luna de la Tierra", pero no el la unidad a la que pertenece I, es igual a la unidad a la que
cuerpo celeste que llamamos con este nombre. De esta manera, pertenece II, etc. Ahí tenemos la igualdad. Pero si se afirma la
se puede hacer caer un concepto bajo otro superior o, por así discernibilidad de las unidades, por ella ha de entenderse las
decirlo, bujo un concepto de segundo orden. Pero esta relación cosas numeradas.
no habrá de confundirse con la de subordinación.

§ 54. Ahora será posible definir satisfactoriamente la unidad. IV. EL CONCE,PTO DE NÚMERO
E. Schróder dice en la página 7 de su mencionado libro de
texto: "Ese nombre genérico o concepto será llamado la de- CADA NÚMERO INDIVIDUAL
nominación del número formado según el método ofrecido, y ES UN OBJETO INDEPENDIENTE
constituye la esencia de su unidad."
De hecho, ino sería más adecuado llamar a un concepto la §55. [Jna vez que sabemos que una oración de número es una
unidad relativamente al número que le pertenece? En este caso predicación acerca de un concepto, podemos intentar comple-
podemos dotar de sentido las afirmaciones sobre la unidad, so- tar la definición leibniziana de los números individuales por
bre que está aislada de lo circundante y que es indivisible, pues medio de las definiciones del 0 y del 1.
440 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrrce EL CONCEPTO DE NÚMERO 441

Resulta tentador definir 0, diciendo: a un concepto le corres- a - b. La expresión "el número que ctorresponde al concep-
ponde el número 0 cuando ningún objeto cae bajo é1. Pero aquí to F" no se-iustificaría y, por tanto, sería imposible probar una
parece ser que en lugar del 0 ponemos el equivalente "ningún"; igualdad numérica, ya que no seríamos capaces de captar un
por tanto, es de preferir la siguiente formulación: a un concep- número determinad«¡. Es sólo una ilusión que hayamos defini-
to le corresponde el número 0 cuando la proposición de que do el 0 y el 1; en verdad, hemos asegurado el sentido de
a no cae bajo ese concepto es verdadera universalmente, sea lo
que fuere a. "el número 0 corresponde a"
De manera similar se podría decir: el número I corresponde "el número 1 corresponde a";
a un concepto F si la proposición de que ú¿ no cae bujo F no es
pero esto no permite ver al 0 y al I como objetos independien-
verdadera universalmente, sea lo que fuers a, y si de las propo-
tes, susceptibles de ser reconocidos, cada uno, como el mismo.
siciones "a cae bujo F" y "b cae bujo F" se sigue universalmente
queayásonl<¡mismo. § 57. Es aquí el lugar para poner más estrictamente en claro
Aún queda por definir en general el paso de un número al nuestra expresión de que una asignación de número contiene
que le sigue. Intentemos la siguiente formulación: el número una predicación acerca de un concepto. En la proposición "el
(" * 1) le corresponde al concepto F'si hay un oQjeto a que número 0 corresponde al concepto F" ,0 es sólo una parte del
cae bajo i-, y es tal que el número n corresponde al concepto predicado, si consideramos al concepto F como el sujeto real.
"cae bajo F, pero no a". Por eso he evitado [amar a un número como 0, 7.,2, propiedad
de un concepto. El número individual, precisamente porque
§ 56. Estas definiciones, según los resultados alcanzados hasta constituye sólo una parte de la predicación, aparece com(> ob-
aquí, se ofrecen tan espontáneamente que se impone una ex- jeto independiente. Anteriormente, he subrayado el hecho de
plicación de por qué no pueden satisfacernos. que decimos "el 1" y que el artículo definido sirve para poner-
Primeramente, la última definición suscita reparos; pues, to- lo como objeto. Esta independencia aparece en general en la
mado estrictamente, el sentido de la expresión "el número n aritmética, por ejemplo, en la igualdad 1 * 1 - 2. Lo que
corresponde al concepto (]" nos es tan desconocido como el de nos interesa aquí es llegar a un concepto de número que sirva
la expresión "el número (, * /) corresponde al concepto F". para la ciencia, no nos debe preocupar que en el uso lingüís-
Ciertamente por medio de ésta y de la penúltima definiciones tico cotidiano el número aparezca también en construcciones
podemos decir lo que significa atributivas. Esto siempre se puede evitar. Por ejemplo, la pro-
"El número 1 * I corresponde al concepto F", posición'Júpiter tiene cuatro lunas" se puede transformar en
"el número de las lunas deJúpiter es cuatro". Aquí, la palabra
y luego, usando esto, indicar el sentido de la expresión: "es" no debe ser considerada como mera cópula, tal como en
"El número 1 -i_ I la oración o'el cielo es azul". Esto se pone cle manifiesto en que
+ 1 corresponde aI concepto F",
se puede decir: "el número de las lunas deJúpiter es cuatro, o
etc.; pero por medio de nuestras definiciones, jamás podría- es el número 4". Aquí, la palabra "es" tiene el sentido de "es
mos decir -para poner un ejemplo burdo- si a un concepto idéntico a", "es lo mismo que". Así, tenemos una igualdad que
corresponde el númeroJulio César, o si este conocido conquis- afirma que la expresión "el número de las lunas de Júpiter"
tador de las Galias es un número o no lo es. Aún más, tampoco designa el mismo objeto que la palabra "cuatro". Y la forma de
podríamos probar con ayuda de las definiciones sugeridas que la igualdad es la predominante en la aritmética. No es objeción
si el número a corresponde al concepto Fy el número á corres- a esta consideración que la palabra "cuatro" no contenga cosa
ponde al mismo concepto, entonces tiene que ser el caso que alguna de Júpiter o de las lunas. Tampoco en el nombre "Co-
442 Los F'UNDAMENToS DE LA ARITMÉucr EL CONCEPTO DE NÚMERO 443

lón" hay nada acerca de descubrimientos ni de América y, sin §59. Quizás toda palabra provoca alsun¡r reprcscnt¿rciírn en
embarso, un mismo hombre es llamado Colón y el descubridor nosotros, incluso una palabra como "solAlnellt.e"; pel'() l¿r re-
de América. presentación no necesita corresponder al contetticlo rlc: l:r pa-
labra; puede ser totalmente diferente en diferentcs pct's()l)2ls.
§ 58. Se podría objetar que no podemos tener representación ['odemos represer)tar una situación que traiga a la rrtcll(c ulltr
algunasl de los objetos que llamalnos cuatro o número de las proposición en la cual ocurra la palabra; o tal vez l¿r ¡t:rl:tltr-it
lunas deJúpiter como algo independiente. Pero la inclependen- hablada evoque en la memoria a la escrita.
cia que hemos atribuido al número no tiene la culpa de esto. Esto no sólo tiene lugar en el caso de las partículas. N«r t::tlte
Ciertamente, con facilidad se cree que en la representación de duda que no tenemos representación alguna de la dist¿tnci¿t
los cuatro puntos de un dado hay algo que corresponde a la que nos aleja del Sol. Pues si bien conocemos la regla sesútl l:t
palabra "cuatro"; pero esto es un¿r ilusión. Piénsese en un pra- cual debemos multiplicar tantas veces como sea necesario ttna
dcl verde e inténtese ver si carrrbizr la representación cuando medida de longitud, no obstante, fracasa todo intento clc lrtt-
sustituimos el artículo indefiniclo por el numeral *uno".* Nada z.arnos, por medio de esta regla, una imagen que n()s ¿lccl-('¿tt-lt
se añade: mientras que, por el contrario , a la palabra "verde" ir lo que queremos, aunque fuera aproximadamente. llst<l tt() es
corresponde algo en la representación. Si uno se representa razón para dudar de la corrección de nuestro cálculo clc lu tlis-
impresa la palabra "oro", por lo pronto no pensará en núme- tancia al Sol, y en modo alguno nos impide basar postc:ri<tt-cs
ro alguno en relación con ella. Pregúntese ahora cle cuántas inferencias sobre la existencia de esta clistancia.
letras consta; el número 3 es el que resulta; pero la represen-
tación, por su parte, no se vuelve más determinada, sino que § 60. Ni siquiera Lrna cosa tan concreta como la Tierra pocle-
puede permanecer sin ninguna alteración. En el concepto que mos representarla tal como sabemos que es; en lugar de eso,
se adiciona, "letras de la palabra oro", es justamente donde nr¡s conformamos con utfa esfcra de rnediano tamairo que nos
descubrimos el número. En el caso de los cuatro puntos de un sirve como sírnbolo de la Tierra; aunque sabemos que éstir es
dado la cosa es algo más oscura, en virtud de que el concepto, muy diferente. Si bien nuestra represent-ación muchas veces n()
dada la similaridad de los puntos, se nos impone tan de in- coincide ccln lcl que se quiere, no obstante, con gran seguridad
med.iato que escasamente notamos su intervención. El número hacemos juicios de un objeto como la f ierra, incluso ctr:tttclcr
no se puede representar como objeto independiente, ni corno sn tamaño no entra en consideración.
propiedad en una cosa externa, ya que ni es algo sensible ni Con frecuencia, por nredio del pensarniento henlos ido rnás
es propiedad de una cosa externa. En el caso del número 0, allá de lo representable, sin perder con ello la base pirt'2l nues-
la situación es clarísima. En vano intentará uno representar- tras inférencias. Si como parece, también cs inrposiblc para
se 0 estrellas visibles. Desde luego, se puede pensar en un cielo rx)sotros los hombres el pensar sin hacernos represent.aciones,
completamente cubierto de nubes: pero en esto nada hay que sin emba.rgo, lzr conexión de éstas con los pensantientos puede
corresponda a la palabra "estrella" o al 0. Sólo se representa ser completamente externa, arbitraria y convencion¿rl.
una situación que puede originar el juicio: ahora no se ve nin- Que sea imposible representar el contenido de una palabra
guna estrella. no es razón alguna para negarle a la palabra torlo significado o
para excluirla del uso. El falso brillo de la idea contraria surge
8I "Representación" tomada en el sentido de algo figurativo. de que, cuando nos preguntam<¡s por el significado de una pa-
* En castellano, no cs una construcción gramaticalmcntc corrccta "uno labra, la consideramos aisladamente, lo cual nos inclina a acep-
praclo verde", pero se entiende por el contexto lo que Frege quiere inclicar en tar que su significaclo es una representación. Así, parece que
el texto. (N. del t.) una palabra carece de contenido si falta una imagen interna
-
444 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrrce f ET, CONCEPTO DE NÚMERO 445

que le corresponda. Pero debemos tener siempre a la vista una alguna en esto. De hecho, ese número es exactamente el mis-
proposición completa. Sólo en una proposición tienen las pa- mo para quienquiera que se ocupe de él; pero esto nada tiene
labras un significado. Puede ser que haya una imagen interna, que ver con la espacialidad. No toda cosa objetiva tiene una
pero ésta no necesita corresponder a los elementos lógicos del ubicación.
juicio. Basta que la proposición, corno un todo, tenga sentido;
éste confiere también su contenido a las partes. PARA OBTENER EL CONCEPTO DE NITMERO, SE TIENE
Esta observación me parece apropiada para arrojar alguna QUE FIJAR EL SEN]'IDO DE I.]NA IGUALDAD NUMÉRICA
luz sobre más de un concepto difícil, tal como el de lo infinite-
simal,8z y su alcance no se restringe a la matemática. § 62. iCómo se nos ha de dar un número, si no podemos tener
La independencia, que tomo como una exigencia para el de él ninguna representación ni intuición? Sólo en el contex-
número, no tiene que siunificar que un numeral designe algo tr¡ cle una proposición significan algo las palabras. Por tanto,
fuera del contexto de una proposición, sino que con ello sólo se tendrá que definir el sentido de una proposición en la que
excluyo su uso como predicado o atributo, con 1o cual se cam- aparezca un numeral. Por el momento, esto concede demasia-
bia en algo su significado. da libertad a la elección personal. Pero ya hemos asegurado
que los numerales han de entenderse como signos de objetos
§ 61. Pero quizás se arguya que si bien la T'ierra puede ser pro- independientes. Y esto basta para darnos una clase de prop«t-
piamente irrepresentable, no obstante es una cosa externa que siciones que tienen que tener sentido, a saber, el de las proposi-
ocupa un lugar determinado; pero idónde está el número 4? ciones que expresan que un número se reconoce de nuevo. Si
Ni es externo a nosotros ni está en nosotros. Entendido en se ha de designar un objeto con el símbolo a, entonces tene-
sentido espacial, esto es correcto. Determinar la ubicación del mos que tener un criterio que nos permita decidir en todos los
núnrero 4 carece de todo sentido; pero de ello srilo se sigue casos si á es el mismo que a, aunque no siempre esté en nuestro
que no es objeto espacial alguno, y no que no sea un obje- poder el aplicar este criterio. En nuestro caso debemos definir
to en absoluto. N<¡ todo objeto tiene un lugar. En este sen- el sentido de la proposición
tido, nuestras representacioness3 tampoco están en nosotros
(buj" nuestra piel). Ahí hay células de ganglios, corpúsculos "el número que corresponde al concepto F es el mismo
sanguíneos y cosas pclr el estilo, pero no representaciones. que el que corresponde al concepto G";
Los predicados espaciales no son aplicables a éstas: una re-
es decir, tenemos que reproducir el contenido de esta proposi-
presentación no está ni a la derecha ni a la izquierda de otra;
ción con otros términos, sin utilizar la expresión
entre las representaciones no hay una distancia rnedible en mi-
límetros. Si aun así decimos que están dentro de nosotros, es "el número que corresponde al concepto F".
porqLle con ello se las quiere señalar como subjetivas.
Pero si tampoco lo subjetivo tiene una ubicación espacial, Con esto marcamos un criterio general para la igualdad nurnó-
icómo es posible que el número 4, que es objetivo, no esté en rica. Una vez que hemos conseguido un medio para aprehen-
parte alguna? Ahora bien, yo afirmo que no hay contradicción der un número determinado, y para reconocerlo como el mis-
mo, podemos asignarle un numeral como su nombre propi«r.
82
El problema no es proclucir un segmento limitado por clos puntos di-
ferentes cuya distartcia fuera dx, sino más bien de cleñnir el sentidn de una
igualdad como § 63. Ya Hume mencionó tal medio:84 "Cuando dos númct'os
df (*): g(x) dx .
están combinados de tal manera que el uno tiene siempre trtt:r
8:r
Entendida esta palabra sólo psicológicamente, no psicofísicamente. 84 Raumann, olt. cit., t. II, p. 565.lTratado,libro I, parte III, secc. I.]
446 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuc¿,

unidad que responde a cada unidad del otro, los declaramos


isuales." En nuestros días, esta opinión de que la igualdad
r EL CONCEPTO DE NÚMERO

clel contenido del primero y distribuyéndolo cntrc {t, y 6. ,or-


timos el contenido de un modo difbrente clel ol'isirr:rl, y con
447

numérica puede ser definida en términos de una correlación ello obtenemos un nuevo concepto. Por ciertcl, r:«lrr f rcr:trcltcl¿r
biunívoca parece haber ganado amplia aceptación entre los ma- se conciben las cosas a la inversa, y muchos atrtrlrcs «lc:fincn:
temáticos.8L Pe.o, inrnediatamente, esto suscita ciertas objecio- son rectas paralelas aquéllas cuyas direcciones sor) isulrles. L¿r
nes lógicas y algunas dificultades que no se deben dejar pasar proposición: "si dos rectas son paralelas a una tercerir, s()n pu-
sin examen. ralelas entre sí", puede muy bien probarse apelando a la pro-
La relación de igualdad n<¡ sólo se da con respecto a los posición de igualdad que le es análoga. Lástima que con csto
números. De esto parece desprenderse que ella no debe ser el verdadero orden de las cosas se ponga de cabeza. Pucs tockr
definida especialmente para este caso. Se debe pensar que el lo geométrico debe estar dado ya originariamente en l:r intrri-
concepto de igualdad ha de fijarse previamente, y que de esto y ción. Pero ahora pregunto si alguien tiene una intuicií¡n dc: lir
del concepto de núrnero se debería deducir si los números son dirección de una línea recta. Ciertamente la tiene de la rcclu,
i¡;uales entre sí, sin que para ello se requiera una definición pero iacaso se distingue, en la intuición de esta rect¿r, srl dircc-
especial de igualdad numérica. ción? Difícilmente. El concepto de dirección se desctrbrc s<ilo
Contra esto hay que señalar que, para nosott-os, el concep- por medio de una actividad intelectual que se enlaz¿r ¿r l¿r in-
to de núrnero aún no ha siclo fijado, sino que primero ha de tuición. E,n canrbio, sí se tiene una representación de l¿rs línc¿rs
determinal-se por medio de nuestr¿r deñnición. Nuestro propó- paralelas. l,a prueba sólo es posible si asumimos subrepticia-
sito es construir el contenido de unjuicio que pueda tolnarse lnente, al usar la palabra "dirección", lo que se va a probar; así,
como una isualdad y que en cacla lado de esta igualdad haya un si fuera incorrecta la proposición "si dos rectas son paralelas
núrnerr¡. Tampoct) quer-elnos definir la igualdacl propiamente a una tercera, son paralelas entre sí", entonces no se poclrí:r
para este caso, sino quc queremos obtener, por medio del ya transformar a fl á en una igualdad.
conocido concepto de igualdad, lo que ha de ser considerado De manera análoga, del paralelismo de planos se puede ob-
corno igual. Ciertarnente, ésta parece ser una clase de defini tener un concepto que corresponda al de dirección en el czrso
ción bastante rara, la cual todavía no ha sidr¡ suficientemente cle las líneas rectas. Para éste se reserva el nombre de "orient.a-
atendida por los lógicos; pero unos ejemplos mostrarán que no ción" lStellung). De la semejanza geométrica se deriva el con-
es algo inaudito. cepto de forma; así que, por ejemplo, en lugar de "ambos
triángulos son semejantes", se dice "ambos triángul<ls tienen
§ 64. El juicio: "la recta a es paralela a la recta b" , eÍr símbolos: igual forma", o "la forma de un triángulo es iguirl :r l:r ftlrma
del otro". Así, de la semejanza colineal de las fisuras geomé-
oll b, tricas se puede obtener un concepto, para el que zrún no hay
nombre.
puede tomarse como una igualdad. Si hacemos esto, obtene-
mos el concepto de dirección y decimos: "la dirección de la § 65. Ahora, por ejemplo, para llegar al concepto de dirección
recta a es igual a la dirección de la recta b". Irsí, sustituimos a partir del paralelismo,sG intentemos la siguiente definición:
el sírnbol" ll por el más general "-" quitando lo específico sea la proposición
tn Cfr. E. Schróder, op. cit., pp. 7 s.; E. Kossak, Die Elemente der Arithmetih. Pro- "la recta ¿ es paralela a la recta b"
gramm des Friedrichs-Wender'schen Oymnasiutns lElementos de la nritmética. Pro-
8(' Para poder expresarme más cómodamente y ser rnás fácilmente entendi-
grama del Bach,illerato Friedrich.s-Wencler'.schenl, Berlín, 1872, p. 16; G. Cantor,
G.rundlagen ciner allgemeinen Manniclfaltigkeitslehre fFundamentr,¡s de una teoríu do, hablo del paralelismo. Sería fácil trasladar lo esencial de estas discusiones
general de multiplicidades), Leipzig, 1883. al caso de la igualdad numérica.
448 LOS FUNDAMENToS DE LA ARITMÉTIcI Et, CONCEPTO DE NÚME,RC) 449

de igual significado que si la rectaa, es paralela a la recta ó. E,sto se simplifica ya que


inicialmente nada se afirma de la dirección de un¿r I'ecttt, colno
"la tlitccciótr de la rccla a cs igual a la clirccciórr tle la- no sea su coincidencta con Ia direcci<in de una recta. ¡\sí, úttica-
recta b". mente necesitamos comprobar la sustituibilidad en un¿t isual-
dad de este tipo, o en contenidos que incluyan tales ir¿trtrlclades
Esta definición se aparta un tanto de 1o habitual, ya que aparen-
como elementos constitutivos.s8 Cualesquiera otras ¿rfit'trt¿rcio-
temente determinalaya conocida relación de igualdad, mien-
nes respecto de las direcciones tendrán que ser definiclirs pri-
tras que en verdad debe introducir la expresión "la dirección
rnero, y para estas definiciones podemos fijar la reglat tlc tltre
de la recta a" , qve sólo aparece secundariamente. De aquí surge
ha de admitirse la sustituibilidad de la dirección de un:r rccta
una segunda duda: la de si por usar tal método no podríamos
por la de cualquier otra paralela a ella.
vernos envueltos en contradicción con las conocidas leyes de
igualdad. iCuáles son éstas? Se podrían desarrollar a partir
del concepto mismo corlo verdades analíticas. Leibniz la de- § 66. Pero surge aún una tercera objeción en contra clc la rlcfi-
nición propuesta por nosotros. En la proposición
fine así:87

" Eadem sLlnt, quorum unutn potest substitui ctlteri salact, aetitate"* "la dirección de a es igual a la dirección de ó"

Adopto esta definición de la igualdad. Si, como Leibniz, se la dirección de a aparece como objeto,8g y con nuestra clcfi-
dice "1o mismo", o si se dice "iguales", resulta irrelevante. Cier- nición tenemos un medio para reconocer este objeto en c¿ISo
tamente, "1o mismo" parece expresar una concordancia de to- de que pudiera aparecer de diferente modo, digatnos, c()lrlo
dos los aspectos; "iguales", sólo de este o aquel aspectos; pero dirección cle á. Pero este medio no es suficiente para t<>clt¡s los
se puede adoptar una forma de expresión tal que desaparezca casos. Por ejemplo, con él no se puede decidir si Inglaterr¿r es
esta distinción; por ejernplo, cuando en lugar de "[os segmen- lo mismo que la dirección del eje de la Tierra. Que se me Per-
tos son iguales en longitud", decimcls "la longitud de los seg- done si este ejemplo parece carente de sentido. Es natural que
mentos es igual" o "la misma", o en lugar de "las superficies nadie confunda a Inglaterra con la dirección del eie t.errestre;
son iguales en color", se dice "el color de las superficies es pero esto no es el mérito de nuestra definición. Ella nacla dice
igual". Así hemos utilizado la palabra en los ejemplos anterio- acerca de si la proposición
res. De hecho, en la sustituibilidad generalizada están conteni-
das todas las leyes de la igualdad. "la dirección de a es igual a q"
Para.iustificar la definición propuesta para dirección de una 88 En unjuicio hipotético, por ejemplo, una igualdad de clirecci<¡nes poclría
recta, debemos mostrar por tanto que ocurrir como conclición o como consecuencia.
81)El ¿rrtículo definido indica esto. Un concepto es, para mí, utt posible
la dirección de a, predicaclo de un contenido .juzgable singular; objeto, un posible sujeto de
un contenido tal. Si en la proposición
se puede sustituir en todas partes por
"la dirección del eje del telescopio es igual a la direccitin clel eje
la dirección de á terrestre"

87 "Non inelegans specirnen delnonstrandi in abstractis", ed. Erdrnann, tomamos la dirección del eje del telescopio como sujeto, entonces el predi-
P. 94. cado es "isual a la dirección del eje terrestre". Esto es un concepto. Pero la
* "Dos cos¿rs son 1o mismo si una puede ser sustituida por la otra, sin afbctar dirección del eje terrestre sólo es una parte del predicado; es un objeto, pues
la verdad." [N. del t.] también puede convertirse en sujeto.
450 Los FUNDAMENT'os DE LA ARITMÉrtce ET, CONCEPTO DE NÚMERO 451
{
ha de afirmarse o de negarse, cuando q misma no está dada podemos obtener para el número, intentaremos otro camino.
en la forma de "la dirección de á". Nos falta el concepto de Si la recta ¿z es paralela a la recta ó, entonces la extensi<in del
dirección; si lo tuviéramos, podríamos establecer que si q no concept() "recta paralela a Ia recta a" es igual a la ext-ensión
es una dirección, entonces hay que negar nuestra proposición; del concepto "recta paralela a la recta b";y a la invct's¿t: si las
y si q es una dirección, entonces el que haya de afirmarse o extensiones de los conceptos aludidos son iguales, ettt«rnces
de negarse lo decide nuestra definición original. Ahora parece a es paralela a b. Por tanto, intentemos definir:
que hay que deñnir:
la dirección de la recta a es la extensión del cotrcepto
q es una dirección, si hay una recta b cuya dirección "paralela ala recta a,";
es q.
la fbrma del triángulo ú es la extensión clel conceptcr
Pero ahora resulta claro que nos hemos movido en círculo. "semejante al triángulo /".
Para poder aplicar esta definición, necesitaríam<¡s saber ya, en
Si queremos aplicar esto a nuestro caso, tenemos qllc p()ner
cada caso, si la proposición
conceptos en lugar de rectas o de triángulos, y en ltrqar rlcl
"q ieual a l¿r dirección de b" paralelismo o de la semejanza, la posibilidad de corr-el¿tt:i«rtr¿rr
"t
ha de ser afirmada o negada. biunívocamente los objetos que caen bujo un concept<> r'«rtt l«rs
que caen bujo el otro. Por mor de la brevedad, diré que cl c()l)-
§ 67. Si se quiere decir: q es una dirección si se introduce por cepto F es equinumeroso con respecto al concepto (i si hay cst:r
medio de la definición expuesta Antes, entonces tomaríamos posibilidad; pero tengo que pedir que se considere estrt prrla-
el modo en que se introdujo el objeto q como propiedad del bra como un modo de simbolización arbitrariamente elegirl«r,
mismo, cosa que no es el caso. La definición de un objeto, en cuyo significado no proviene de su etimología, sino de est«r que
cuanto tal, propiamente nada expresa de é1, sino que estable- ahora se establece.
ce el significado de un símbolo. Después de que esto sucede, Por consiguiente, defino:
la definición se transforma en un juici<t que trata del objeto,
el número que corresponde al concepto F es la ex-
pero ya no lo introduce, y se coloca en el mismo nivel que tensióneO del concepto "equinumeroso con respect«r al
otras afirmaciones que hablan de é1. Si se elije esta solución,
concepto.F'.
se tendría que presuporler que un objeto únicarnente puede it
darse de una sola manera; pues de 1o contrario, de que q no ]
§ 69. A primera vista, tal vez es poco evidente que estrt defini-
fuera introducido por medio de nuestra definición, no se se- i ción acierte. Pues, ino se piensa bujo la extensión clc Lrn con-
guiría que no pucliera ser introducido. Todas las igualdades se ,{,

rt 90 Creo que sirnplernente podría decirse "concepto", ett lttttirr clc "extensión
reducirían a esto: que se reconocería como igual aquello que {
* rlel concepto". Pero se clb-jetarían dos cosas:
nos fuese dado de la misma rranera. Pero esto es tan evidente y ;p

tan estéril que no vale la pena expresarlo. De hecho, de ello no 1. que esto está en contradicción con mi afirmación atrterior de que cada
É rrúrnero inclividual es un objeto, lo cual se indicó p«rr rneclio clel artículcr
se podría sacar conclusión alguna diferente de los presupues- §
s rlefinido en expresiones colno "el dos" y por la irnposibiliclacl cle hablar de
tos. I-a extensa aplicabilidad de las igualdades y su importancia unos, doses, etc., en plural, así como por el hecho de que el númer<t constituye
proviene, más bien, cle que se puede reconocer algo como lo srilo una parte del predicaclo de asignación numérica.
misttto, aun cuandc¡ sea dado de modos difbrentes. 2. que los conceptos podrían tener la misma extensión, sin coincidir.
Soy de la opinión de que ambas objcciones pueden ser stlperadas; pero lle-
§68. Si no podemos obtener un concepto estrictamente deli- r':rría muy lejos ernprender esto acluí. Presupongo que se sabe l«t que es la
mitado para la dirección, y por las mismas razones tarnpoco l<l cxtensión de un concepto.
452 I-os FUNDAMENToS DE LA ARrrl,rÉuce
r EL CONCEPTO DE NÍ]MERO

hay ningún impedimento para admitir tal modo de expresión,


453

cepto algo distinto? Lo que por ello se piense resultará claro de


las afirmaciones básicas que puedan hacerse sobre las extensio- si alguna vez fuera éste el caso.
nes de conceptos. Estas son las siguientes:

1. que son iguales, COMPLEMENTO Y COMPROBACIÓN


2. que una es más abarcadora que la otra. DE NUESTRA DEFINICIÓN

Así, la proposición:
§ 70. Las definiciones se prueban por su fecundidad. Aquellas
la extensión del concepto "equinumeroso con respec- que puedan omitirse sin dejar lagunas en la ejecución de la
to al concepto li' es iqual a la extensión del concepto prueba, tienen que rechazarse como totalmente baladíes.
"equinumeroso con respecto al concepto G" Por tanto, intentemos ver si las conocidas propiedades de los
números se pueden derivar de nuestra definición de número
es verdadera si y sólo si también es l,erdadera la proposición que corresponde al concepto F. Nos limitaremos aquí a las más
"al concepto F le corresponde el mismo número que al simples.
concepto G". Para ello, es necesario concebir más rigurosamente la igual-
dad numérica. La definimos por medio de una correlación bi
Hay pues, aquí, completo acuerdo. unívoca, y quiero explicar ahora cómo se ha de entender esta
Ciertamente, no se dice que un número sea más abarcador expresiótt, yv que fácilmente podría suponerse que se refiere a
que otro, en el sentido en que la extensión de un concepto sea algo intuitivo.
más abarcadora que otrai pero tampoco es el caso que
Consideremos los siguientes ejemplos. Si un camarero quie-
la extensión del concepto "equinumeroso con respecto re estar seguro de que pone sobre la mesa tantos cuchillos
al concepto F" como platos, no necesita contar éstos ni aquéllos, si a la derecha
de cada plato coloca un cuchillo, de suerte que cada cuchillo
sea más abarcadora que sobre la mesa se encuentra a la derecha de un plato. Los platos
la extensión del concepto "equinumeroso con respecto y los cuchillos están, en este caso, correlacionados biunívoca-
al concepto G"; mente, y esto debido a la igualdad de la relación espacial. Si en
la oración
sino que si todos los conceptos son equinumerosos con respec-
to al concepto G, también son equinumerosos con respecto al "a está inmediatamente a Ia derecha d,e 4",
concepto F, e inversamente, todos los conceptos que son equi-
numerosos con respecto al concepto F, son equinumerosos con pensamos sustituir a y A por otros objetos cualesquiera, enton-
respecto al C. E,sto de "más abarcador" no debe ser confundido ces la parte del contenido que permanece sin cambios al hacer
con "mayor que", que aparece en relación con números. esto constituye la esencia de la relación. Generalicemos esto.
Sin duda, aun es pensable el caso de que la extensión del Si sustraemos a y b de un contenido juzgable que trate de
concepto "equinumeroso con respecto al concepto F" fuera un objeto a y un objeto á, nos quedará un concepto relacional
más abarcadora o menos abarcadora que la extensión de algún que, por tanto, tendrá que ser doblemente completado. Si en
otro concepto que, según nuestra definición, pudiera no ser la proposición
un númeroi y no es usual llamar a un nirmero más abarcador
o menos abarcador que la extensión de un concepto; pero no "la Tierra tiene más masa que la Luna",
454 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrtce

sustraemos "la Tierra", obtenemos el concepto "tiene más


r §
EL CONCEPTO DE NÚMT]RO

71. Ahora bien, si todo objeto que c¿re birjo el concepto F


455

masa que la Luna". Por el contrario, si sustraemos el obje- está en la relación p respecto a un objet() quc crte bajo el con-
to "la Luna", obtenemos el concepto "tiene fl]enos masa que cepto G, y si todo objeto que cae bajo {; estti cn [u relación ip
la Tierra". Si sustraemos ambos a la vez, entonces nos queda respecto a un objeto que cae bujo F, entonces l«>s <>bjetos que
un concepto de relación que, por sí solo tiene tan poco sen- caen bujo F y G están correlacionados entre sí por la rclación p.
tido como un concepto simple: siempre exige ser completado Aún se puede preguntar qué significa la exprcsitin
para constituir un contenido juzgable. Pero esta compleción o'todo objeto
que cae bujo F, está en la rel¿rci<in (p con
puede hacerse de diferentes maneras: en lugar cle la Tierra y
respecto a un objeto que cae bajo G",
la Luna, puedo poner, digarnos, el Sol y la Tierra y justo esto
efectúa la sustracción. cuando absolutamente ningún objeto cae bajo /i. [,o que en-
Los pares individuales de objetos correlacionados se corn- tiendo por esto es el par de proposiciones:
portan con respecto al concepto relacional -podría decirse,
como sujeto- de un modo análogo a como el objeto individual " a cae bajo f"'
se comporta con respecto al concepto bajo el cual cae. Sólo v
que aquí el sujeto es compuesto. A veces, cuando Ia relación se "a no está en la relación p con respecto a ningún objetcl
puede invertir, esto aparece expresado lingüísticamente, como que cae bajo G"
en la oración "Peleo y Tetis fueron los padres de Aquiles".el
no pueden existir conjuntamente, sea lo que fuere 1o que a, de-
Pero no siempre, por ejemplo, no sería posible reformular la
signe, así que, o bien la primera o bien la segunda, o bien
proposición: "la Tierra es mayor que la Luna" de modo que
ambas, son falsas. De aquí que la proposición "todo objeto
apareciera "la Tierra y la Luna" como sujeto compuesto, por-
que cae bujo F, está en la relación \p cor, respecto a un ohie-
que el "y" indica siempre una cierta equiparación. Pero esto no
to que cae bajo G" resulta verdadera cuando no hay ningún
afecta la cuestión.
objeto que caiga bujo F porque, en este caso, la primera propo-
El concepto de relación, tanto como el concepto simple, per-
sición
tenece a la lógica pura. Aquí no entra en consideración el con-
tenido particular de la relación, sino sólo la forma lógica. Y, "a cae bajo F"
afírmese lo que se afirme de ésta, su verdad. será analítica y co-
nocida a priori. Esto vale tanto para los conceptos de relación siempre es falsa, sea lo que fuere que a designe. Igualmente, la
como para los otros. proposición
Así como "para todo objeto que cae bujo G, hay un objeto que
"a cae bujo el concepto F", p que cae bajo F"
está en la relación

es laforma general de un contenido juzgable que trata de un significa que ambas proposiciones
objeto a, tarnbién se puede admitir que
"a cae bajo G"
"a está en la relación tp con b" v
es la forma general del contenido juzgable que trata del obje- "ningún objeto que cae bujo F está en la relación (p con
to a y del objeto ó.
respecto a a"
eI No hay que confünclir con esto el caso en que la conjunción "y" sólo no pueden sostenerse conjuntamente, sea lo que fuere lo que
aparentemente une dos sujetos, cuando en realidad une dos oraciones. rz designe.
456 LOS FUNDAMENToS DE LA ARITMÉuCE f- EL COI{CEPTO DE NÚMERO 457

§ 72. Hemos visto, pues, cuando los objetos que caen bajo los De esta manera se define el concepto de número; aunque
conceptos Fy G están correlacionados entre sí por medio de la aparentemente parece definido en términos de sí mismo, con
relación rp. Sólo que aquí esta correlación tiene que ser biuní- todo no nos hemos equivocado, porque 'oel número que corres-
voca. Por ello entiendo la validez de las siguientes dos proposi ponde al concepto -F" yaha sido definida.
ciones:
§ 73. Inmediatamente queremos mostrar ahora que si cl c<ltr-
1. si d está en la relación (p cor. y si d está en la relación cp
a,,
cepto F es equinumeroso con respecto al concepto (1, el nú-
corr e, entonces resulta en general que, sean 1o que fueren mero que corresponde al concepto F es igual al número que
d, o y e, a es 1o mismo que ¿. corresponde al concepto G. Ciertamente, esto suena como si
2. Si d está en la relación g con a, y si b está en la relación g fuera una tautología, pero no lo es ya que el significad«r dc la
corr a) entonces resulta en general que, sean 1o que fue- palabra "equinumeroso" no proviene de su etimología, siuo de
la definición que se dio anteriormente.
ren d, b y o, d es 1o mismo que ó.
Según nuestra definición [de "el número que corresp«rnde
Con esto hemos reducido la correlación biunívoca a relaciones irl concepto F"], tenemos que mostrar que si el concep(rl ,F es
lógicas puras y, por tanto, podemos definir: equinumeroso con respecto al concepto G, entonces la extctn-
la expresión sión del concepto "equinumeroso con respecto al concepto .É-"
es la misma que la extensión del concepto "equinumeroso con
"el concepto F es equinumeroso con respecto al con- respecto al concepto G". En otras palabras: se debe probar que,
cepto G" bajo estas presuposiciones, valen universalmente las prop«tsi-
ciones:
significa lo mismo que la expresión:
"huy una relación g que correlaciona biunívocamente a si el concepto É1es equinumeroso con respecto al con-
los objetos que caen bajo el concepto F con los objetos
cepto F, entonces también es equinumeroso con res-
pecto al concepto G,
que caen bajo G".
v
Repito: si el concepto É1es equinumeroso con respecto al con-
cepto G, entonces también es equinumeroso con res-
"el número que corresponde al concepto F, es la exten- pecto al concepto F.
sión del concepto 'equinumeroso con respecto al con-
cepto F"', La primera proposición equivale a decir que hay una re-
lación que correlaciona biunívocamente los objetos que caen
y agrego:
bajo el concepto H con los que caen bujo el concepto G, si
la expresión hay una relación p que correlaciona biunívocamente los obje-
tos que caen bqio el concepto F con los objetos que caen bajo el
"n es un número" concepto G, y si hay una relación ,/ qr" correlaciona biunívoca-
mente los objetos que caen bujo el concepto H con los objetos
significa 1o mismo que la expresión
que caen bujo el concepto F. La siguiente disposición de letras
"huy un concepto tal, que rL es el número que le corres- clará una visión sumaria de esto:
ponde". HúFÓG.
458 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉltca
i EL CONCEPTO DE NÚMERO 459

De hecho, tal relación puede darse: se halla en el contenido cae o no cae bujo é1. Esta exigencia la satisfacen perfectamen-
del.iuicio te los conceptos que contienen una contradicción, como el de
"desigual a si mismo", pues de todo objeto se sabe que no cae
"huy un objeto con el que c está en la relacií¡n ,b,y qu. bajo ese concepto.e:i
está con ó en la relación 9", Utilizo la palabra "concepto" de manera que
si de ahí sustraemos c y b (si los consideramos como los tér- "a cae bujo el concepto F'
minos de la relación). Se puede mostrar que esta relación es es laforma general de un contenido juzgable que trata de un
biunívoca, y que correlaciona los objetos que caen bajo el con-
objeto a, y que continúa siendo juzgable sea 1o que fuere lo qtre
cepto .Fl con los objetos que caen bujo el concepto G. se ponga en el lugar de a. En este sentido,
De manera parecida se puede demostrar también la segun-
da proposición.e2 Espero que estas indicaciones sean suficien- "a cae buj. el concepto 'desigual a sí mismo"'
tes para reconocer que no necesitamos aceptar ningún funda- significa lo mismo que
mento tomado de la intuición, y que algo se puede hacer con
nuestras definiciones. "a es desigual a sí mismo"
o que
§ 74. Ahora podemos pasar a las definiciones de los números "a no es igual a a".
individuales.
f)ado que nada cae bajo el concepto "desigual a sí mistno", Para la definición del 0 podría haber tomado cualquier otro
defino: concepto buj. el cual nada caiga. Pero me interesa elegir un()
de tal modo que esto últirno pueda probarse de é1 sobre ba-
Cero es el núrnero que con-esponde al concepto "d,e-
ses puramente lógicas; y, para esto, el más adecuad"o pal-ece
sigual a sí mismo". ser' "desigual a sí mismo", erl donde por "igual" hago valer lcl
expresado en la definición de Leibniz, antes expuesta, que es
Tal vez se encuentre chocante que hable aquí de un concep-
pLlramente lógica.
to. Quizás se objete que en esto está contenida una contradic-
ción, y tal vez haga recordar a nuestros ya conocidos hierro
§ 75. Ahora tiene que ser posible demostrar, por rnedio de
de madera y círculo cuadrado. Aunque creo que éstos no son
lo establecidcl anteriornrente, r¡ue cualquier concepto bajo el
tan malos como parecen. Ciertamente no se les puede utilizar;
1):r'Iotalmente dif-erente de esto es la definición de un ohjeto zt partir rle
pero tampoco perjudican, siempre y cuando no se presuponga
ur] concepto bajo el cual cae. La expresirin "la mzry<>r fiacción propia", por
que algo cae bajo ellos; y esto no ocurre por el mero uso de los
cjernplo, no tiene contenido alrruno, ya que el artículo clefinido destzrca la
conceptos. Que un concepto contenga una contradicción no
¡rretensión de referirse a Ltn objeto determinado. Por el contrario, el concepto
siempre es evidente sin más investigacióni pero para investi "ltacción menor que 1 forrnada de tal manera que ninguna fracción rnenor
garlo se requiere primero tenerlo y tratarlo lógicamente como clue 1 lzr supere en magnitu<l" es irreprochable, y para poder probar que no
a cualquier otro. Todo lo que se puede exigir de un concepto hir,v tal fiacción, incluso se necesita este concepto, aunque contenga una con-
trzrclicción. Pero si por medio de este concepto se quisiera definir un objeto
por parte de la lógica, y para el rigor de la prueba, es una deli (lue c:re bajo é1, ciertamente sería necesario mostrar previamente clos cosas:
mitación precisa, tal que para cada objeto esté determinado si
1. que bajo este concepto cae un objeto;
e2 Igualmente a la inversa: si el número quc corrcsponde al concepto F 2. que únicamente un objeto cae bajo é1.
es el mismo que el que corresponde al concepto G, entonces el concepto F es Puesto quc ya lzr prirnera de estas proposiciones es falsa, la expresión "lzr
equinumeroso con respecto al concepto G. rnayor fracción propia" carece de sentido.
,1(;( ) r,()s FUNDAME,N'l'os DE LA ARITMÉuce

cual nada cae es equinumeroso con respecto a cualquier otro


concepto bajo el cual nada cae y solamente es equinumeroso
r EL CONCEPTO DE NÚMERO

"huy un concepto F y un objeto x que cae bajo é1, de


manera que el número que corresponde al concepto F
467

corr respecto a un concepto tal, de lo cuai se sigue que U es el es n, y que el nutnero que corresponde al concepto 'cae
número que corresponde a tal concepto, y que ningún objeto bujo F, pero no es igual a x' es rn",
cae bajo un concepto si a éste le corresponde el número 0.
Supongamos que ni bajo el concepto F ni bajo el concep- significa lo mismo que
to G cae objeto alguno; para demostrar la equinumerosidad, "n sigue en la serie de los números naturales inmedia-
requerimos una relación g corr respecto a la cual valgan las tamente a m".
siguientes proposiciones :
Evito la expresión"n es ¿/ número inmediatamente siguiente
todo objeto que cae bajo F está en la relación (p con
a m", en virtud de que, para justificar el artículo definido, pri-
un objeto que cae baio G; para cada objeto que cae mero se tendrían que probar dos proposiciones.9a Por la misma
bujo G, hay un objeto que cae baio F, con el cual está
razórt, todavía no digo aquí "n : m * 1", pues mediante el
en la relación rp.
signo de igualdad se designa también (* * 1) como objeto.
Después de 1o que hemos dicho antes sobre el siqnificado de
estas expresiones, vemos que, según nuestras presuposiciones, § 77. Para llegar ahora al número l, tenemos primeramente
cualquier relación curnple estas condiciones, y también la de que mostrar que hay algo en la serie de los números natur¿rles
igualdad, la que, además, es biunívoca, pues para ella valen las que sigue inmediatamente a 0.
dos proposiciones exigidas antes. Considererrlos el concepto -o, si se prefiere, el predicado-
Si, por el contrario, un objeto, por ejcmplo o,, cae bajo G, "igual a 0" . Bujo éste cae el 0. Bajo el concepto "igual a 0, per<r
mientras que ninguno cae bujo -F, entonces para toda relación rro igual 20", por el contrario, no cae objeto alguno, de suerte
p se pueden sostener conjuntamente las dos siguientes propo- que 0 es el número que corresponde a este concepto. Por con-
siciones: siguiente, tenemos un concepto "igual u 0" y un objeto 0 que
cae bajo é1, para los cuales vale lo siguiente:
"a cae bajo G"
v el número que corresponde al concepto "igual a 0", es
"ningún objeto que cae bujo F, está en la relación g igual al número que corresponde al concepto "igual
cor, a"; a 0";

pues la primera es correcta según el primer presupuesto, y la el nírmero que corresponde al cotrcepto "igual a 0,
segunda de acuerdo con el segundo. Cuando no hay objeto pero no igual v 0" , es el 0.
alguno que caiga bajo F, entonces tampoco hay ninguno que Por tanto, según nuestra definición, el núrnero que corres-
esté en alguna relación corr a. Así, según nuestra definición, ponde al concepto "ieual a 0" sigue inrnediatanrente a 0 en la
no existe relación que correlacione los objetos que caen bajo F serie de los números naturales.
con los objetos que caen bujo G y, por tanto, los conceptos F y Si ahora d,efinimos:
C no son equinumerosos.
1 es el número que corresponde al concepto "igual a 0"
§ 76. Ahora definiré la relación en la que se encuentran mu-
tuamente dos miembros adyacentes de la serie de los números podemos expresar la última proposición como sigue:
naturales. La proposición: ea
Vése la nota anterior.
462 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrlcr EL C]ONCEPTO DE NÚMERO 463

I sigue, en la serie de los números naturales, inmedia- 5. La relación de m con n quese establece por medio de la
tamente a 0. proposición:
Quizás no resulte superfluo señalar que la definición del 1 "n sigue inmediatamente am, err la serie de los números
no presupone, para su legitimidad objetiva, ningún hecho ob- naturales",
servado,es' pues fácilmente se confunde con que tengan es una relación biunívoca.
que cumplirse ciertas condiciones subjetivas "rtJ.l
para que sea posi-
ble que lleguemos a la definición, y que algunas percepciórr.t Con esto aún no se ha dicho que para cada número existe
sensibles nos den pie para ello.e6 otro que le sigue inmediatamente, o al cual sigue inrnediata-
sin embargo, todo esto puede ser cierto sin que las propo- rnente en la serie de los números naturales.
sicicrnes deducidas dejen de ser ct, (rriori. A tales concliciones 6. Aparte del 0, en la serie de los números nat.urales todo
pertenece también, por ejemplo, el que la sangre debe irrigar número sigue inmediatamente a un número.
al cerebro en volumen suficiente y con calidact aclecuacla
menos, hasta donde sabemos-, pero la verdad de nuestra últi
-al
§ 79. Ahora, para poder probar que en la serie de los números
ma proposición es independiente de esto; la proposición vale, naturales a cada número (n) le sigue inmediatamente un nú-
aunque esto no ocurra. Incluso si aconteciera que todos los se- rnero, se debe presentar un concepto que corresponda a este
res racionales cayeran simultáneamente en un letargo hibernal, último número. Como tal, elegimos éste:
la proposición no se anularía durante ese lapso, sino que per-
"perteneciente a la serie de los números naturales que
manecería inalterada. La verdad de una proposición no radica
en su ser pensada. termina cot n",
que primeramente tiene que ser definido.
§ 78. En seguida presento algunas prop,siciones que se de- Repito, ahora, en palabras algo diferentes, la definición de
muestran por medio de nuestras definiciones. El lector verá seguirse en una serie, ofrecida en mi ConceNttogmfía.
fácilmente cómo puede hacerse esto. La proposición
1. si a sigue inmediatamente a 0, en la serie de los núrneros "si todo objeto que está en la relación P con x cae bujo
naturales, entonces a : l. el concepto F, y si del hecho de que d cae bojo el con-
2. si I es el número que corresponde a un concepto, enton- cepto F, se sigue en general sea lo que fuere d, que
ces hay un objeto que cae bajo el concepto. todo objeto que está en la relación P con d, cae bajo el
concepto F, entonces ) cae bajo el concepto F, sea F
3. si 1 es el númer«¡ que corresponde a un concepto F, si el el concepto que fuere"
objeto x cae bajo el concepto F, y si ) cae bajo el concep-
to F, entonces x : j, esto es, x es lo mismo que significa lo mismo que
).
"y sigue a x en la serie-cP",
4. si un objeto cae bujo un concepto F, y si de ello se sigue
y que
en general que de x cae bajo el concepto F y de y cae
"x precede a y en la serie-tP".
bujo el concepto F, se infiere que x : ), entonces I es el
número que corresponde al concepto F.
§ 80. Respecto a est.o, no resultarán superfluas algunas obser-
1)r'
Proposición no general. vaciones. Como la relación P se ha dejado indeterminada, en-
oo Cfr. B. Erclmann, Die Axiome rler Geomelrie [Los axiomas cle la geometríaf, tonces no es necesario pensar la serie en la forma de una orde-
p. 164.
nación espacial y temporal, si bien no se excluyen estos casos.
464 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrtce EL CONCEPTO DE NÚMERO 465

Qrrizás otra definición se tendría por más natural, poq ejerrr- § 81. Si ahora tenemos como relación g la quc sc est¿rblece
plo: si partiendo de un objeto x se pasa de un objeto a otr«r, entre m y n por medio de la proposición
con respecto a los cuales está en ia relacion p, y si finalmentr'
de este modo llegamos a ), entonces se dirá que ) sigue a x, ctr
"n sigue inmediatamente a m, ert la serie tlc l«ls ntinre-
la serie-p. ros naturales",
Éste er un modo de investigar la cuestión, no una definición.
entonces, en lugar de "serie-g", decimos "serie de los trruttct'os
Si cuando fluctúa nuestra atención llegamos a ), esto puedt' naturales".
depender de múltiples circunstancias subjetivas, por ejempkr, Añado las siguientes definiciones:
del tiempo de que se disponga o de nuestro conocimiento dr'
las cosas. Si en la serie-cp, ) sigue a x, esto en general nadir "y sigue a x en la serie-cp, o ) es lo mismo quc x"
tiene que ver con nuestra atención y con las condiciones de su
movimiento, sino que es algo fáctico, del mismo modo que es significa 1o mismo que
fáctico que una hoja verde refleja ciertos rayos de luz, tanto si
"1 pertenece a la serie-p, que empieza con x"
éstos van a parar a mis ojos y provoquen una sensación com()
y que
si no; del mismo modo que es fáctico que un grano de sal es
"x pertenece a la serie-p, eue termina con y".
soluble en agua, ya sea que 1o ponga en agua y observe el
proceso o que no lo haga, y sigue siendo soluble, incluso, si Por consiguiente, a pertenece a la serie de los núme«rs natu-
no tengo la posibilidad de realizar un experimento con é1. rales que termina con n, si n sigue a a eD la serie de los ntitrtct'os
En virtud de mi definición, la cuestión pasa del terreno dt' naturales, o bien es igual a o.e7
las posibilidades subjetivas al de la determinación objetiva. Dt:
hecho: de que de ciertas proposiciones se siga otra es algo ob- 82. Ahora hay que demostrar -bajo una condición quc irún
§
jetivo, independiente de las leyes del movimiento de nuestra setiene que proporcionar- que el número que corresp()nde ul
atención,y lo mismo da si realmente sacamos la conclusión <r concepto
no. Tenemos aquí un criterio que permite decidir la cuestiórr
siempre que ésta pueda plantearse, aunque también pueda ser' "perteneciente a la serie de los números naturales que
que en algunos casos particulares nos veamos irnpedidos a dt:- termina cor. n"
cidir la cuestión por dificultades externas. Pero esto es irrele-
vante para la cuestión misma. sigue inmediatamente an en la serie de los núrneros n¿rturales.
No siempre necesitamos recorrer los miembros intermedios Y así, al demostrar que hay un número que sigue en la serie
de una serie entre el primero y algún otro objeto dado para tc- de los números naturales inmediatamente a n, se prclbará al
ner la certeza de que este último sigue a aquél. Si, por ejempl«r, mismo tiempo que no existe un último miembro de esta serie.
en la serie-rp, á sigue v a, y c a b, podemos concluir, según nues- Es evidente que esta proposición no se puede establecer de
tra deñnición, que ¿ sigue a a, arrtr sin conocer los miembros rnodo empírico o por medio de la inducción.
intermedios. Nos llevaría demasiado lejos el realizar aquí la prueba mis-
Sólo por medio de esta definición de seguirse en una serit' ma. Sólo puedo indicar brevemente sus líneas generales. Hay
es posible reducir a las leyes lógicas generales la inferencia de l que probar
a (n -t 1), la cual aparentemente es propia de la matemática. e7 Si n no es ningún nírmero, entonces sólo n mismo pertenece a la serie
<le los números naturales que termina con n. Y que no nos asombre esta
t:xpresión.
7

466 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrrce f EL CONCEPTO DE NÚMERO 467

1. Si en la serie de los números naturales a sigue inmedia- trarse, como yaha sido señalaclo anteriormente, por medio de
tamente a d, y si para d vale que: nuestra definición de seguirse en una serie.es
el número que corresponde al concepto Para esto, estamos obligados a añadir a la propclsición de
"perteneciente a la serie de los números naturales que que el número que corresponde al concepto
termina coÍr d", "perteneciente a la serie de los números naturales que
sigue en la serie de los números naturales inmediata- termina con n"
mente a d,
sigue en la serie de los números naturales inmediatatTtente a n,
entonces también vale para a que: a condición de qüe n pertenezca a la serie de los números
naturales que comienza con 0. Para esto, es utilizable un modo
el número que corresponde al concepto de expresión más breve que defino ahora:
"perteneciente a la serie de los números naturales que la proposición
ternrina c()tt a"
"n pertenece a la serie de los números naturales que
sigue en la serie de los números naturales inmediata-
comienza con 0"
mente a a.
significa 1o mismo que
En segundo lugar,, hray que demostrar que para el 0 vale
o'n
lo que acab¿rmos de afirmar de d y de a err las proposiciones es un número finito".
anteriores, y después hay que deducir que tarnbién vale para n,
Entonces, podemos expresar la última proposición así: nin-
si n pertenece a la serie de los números naturales que empieza
con 0. Esta derivación es una aplicación de la definición que gún número finito se sigue a sí mismo en la serie de los núme-
ros naturales.
he dado de la expresión

"y si¡;ue a x en la serie de los números naturales", NÚMEROS INFINITOS

tomando como concepto F lo afirmado antes de d y de a corr- § 84. Frente a los números finitos están los infinitos. El número
juntamente, pero sustituyendo a estos por 0 y n. que corresponde al concepto "núrnero finito" es un número
infinito. Simbolicémoslo cori oc1. Si fuera finito, entonces no se
podría seguir a sí mismo en la serie de los números naturales.
§ 83. Para demostrar la proposición 1 del parágrafo anterior,
Pero se puede mostrar que oo1 hace eso.
debemos demostrar que a es el número que corresponde al
concepto "perteneciente a la serie de los núrmeros naturales En el número oo1, ?sí definido, nada hay de misterioso o
asombroso. "El número que corresponde al concepto F es oc1"
que termina con a, pero que lto es igual a a". Y para esto
hay que probar que este concepto es de igual extensión que e8 E. Schróder, op. cit., p.63, parece considerar esta proposición como con-
el concepto "perteneciente a la serie de los números naturales secuencia de un modo cle simbolización que podría concebiblemente ser dis-
que termina con d". Para esto, se requiere la proposición de tinta. También aquí se hace notable el inconveniente, que demerita toda su
exposición de esta cuesti(tn, de que uno no sabe realmente si el númercl es
que ningún objeto que pertenezca a la serie de los números
un signo, y si lo es, cuál es entonces su significado, o si justamente es éste
naturales que comienza con 0 puede seguirse a sí mismo en Ia su significado. De estipular signos diferentes, de modo que jarnás se repita el
serie de los núrneros naturales. Esto, a su vez, tiene que demos- mistno, no se sigue todavía que esos signos signifiquen cosas diferentes.
*
468 Los FUNDAMENToS DE LA ARITMÉrrce CONCLUSION 469

significa ni más ni menos que: hay una relación que correla- Por esto, creo que mi terminología concuerda mejor con el
ciona biunívocamente a los objetos que caen bqio el concep- uso corriente del lenguaje. Si el significado de una palabra se
to F con los números finitos. Esto, de acuerdo con nuestras amplía, se ha de cuidar tanto como sea posible que las propo-
definiciones, tiene un sentido de lo más claro e inequívoco; siciones generales conserven su validez 1z, sobre todo, una tan
y es suficiente parajustificar el uso del símbolo oo I para ase- fundamental como la que afirma la independencia del número
gurarle un significado. Qr. no podamos formarnos ninguna respecto de su orden en una serie. Nosotros no hemos nece-
representación de un número infinito carece de importancia; sitado ampliación alguna, debido a que nuestro concepto de
y 1o mismo es cierto de los números finitos. De esta manera, número engloba también a los números infinitos.
nuestro número, oo1, es algo tan determinado como cualquier
número finito: sin duda, se le puede reconocer de nuevo como § 86. Para obtener sus números infinitos, Cantor introduce el
el mismo y se le distingue de cualquier otro. concepto relacional cle seguir en una sucesión, que difiere de
mi concepto de "seguir en una serie". Por ejemplo, según é1,
§ 85. En un trabajo notable, G. Cantor recientemente ha intro- se originaría una sucesión si se ordenaran los números ente-
ducido los números infinitos.ee Concuerdo plenamente con él ros positivos finitos de tal manera que los impares se siguieran
en la valoración que hace de la opinión de que sólo los núrme- unos a otros según el orden natural, e igualmente los pares, es-
ros finitos deben ser admitidos como reales. Éstos no son sen- tipulándose además que todo número par debe seguir después
siblemente perceptibles o espaciales, corno tampoco lo son las de todo número impar. En esta sucesión, el 0 por ejemplo se-
fracciones, los números negativos, los irracionales y los com- guiría después del 13. Pero ningún número precedería inme-
plejos; y si se llama real a lo que acfua sobre los sentidos o, por diatamente a 0. Éste es un caso que no puede ocurrir según la
lo menos, 1o que tiene efectos que pueden dar como conse- definición que he dado de seguir en la serie. Se puede probar
cuencias próximas o remotas percepciones sensibles, entonces, rigurosamente, sin usar ningún axioma de la intuición, que si
ciertamente, ninguno de estos números es real. Pero tampoco y sigue a x en la serie-rp, entonces hay un objeto que precede
necesitamos de tales percepciones como base para la prueba inmediatamente a ) en esta serie. Me parece que aún faltan
de nuestros teoremas. Un nombre o un signo que se introduz- definiciones precisas de seguir en una sucesión y del número
ca lógicamente de modo inobjetable puede ser usado sin temor cantoriano. Así, Cantor apela a la más bien misteriosa "intui-
en nuestras investigaciones, y así nuestro número, ool, está tan ción interna", en donde debería procurar ofrecer una prueba
justificado como el dos o el tres. a partir de definiciones, cosa que hubiera sido posible. Creo
'I

Si bien creo concordar en esto con Cantor, discrepo de él en J

¡
poder anticipar cómo se definirían cada uno de estos concep-
1o concerniente a la terminología. Él llama "potencia" a mi nú- t<¡s. En todo caso, por medio de estas indicaciones no intento
:,

mero, mientras que su concepto de número100 hace referencia i,


atacar su justificación ni su fertilidad. Por el contrario, saludo
a la ordenación. Los números finitos, ciertamente, son inde- J

en estas investigaciones como una ampliación de la ciencia, en


pendientes de su orden en la serie, pero esto no ocurre con tl
:
especial porque harr trazado un camino puramente aritmético
los transfinitos. En el uso del lenguaje, [a palabra "número" parallegar a números transfinitos (potenciales).
y la pregunta "icuántos?" no suponen referencia alguna a un
orden determinado. El número de Cantor más bien responde
V. CONCLUSIÓN
a la preeunta: "iel cuántos es el número final en la sucesión?"
ou § 87. En este escrito espero haber hecho verosímil el que las
Op. cit., Leipzig, 1883.
l{x) g.,u expresión puede parecer contradecir la objetividad del concepto, leyes de la aritmética sean juicios analíticos y, por consiguien-
destacada anteriormente; pero lo único subjetil'o aquí es la denominación. te, a priori. Según esto, la aritmética sólo sería una lógica más
470 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrrce t CONCI-L]SI()N 47r

avanzada. toda proposición aritmética sería una ley lógica, aun- encontramos una serie de caracter'ístit':ts ltso«'i:t«llts, silto ttna
que derivada. Las aplicaciones de la aritmética en las ciencias conexión más íntima, podríamos der.ir', org:irricrr «lt'llrs rlt'lr-'t'rni-
de la naturaleza serían elaboraciones lógicas de los hechos naciones. Se puede hacer más intuitivu la rlistirrci<in rrrt'rliantt:
observados'101 calcular sería deducir. Las leyes numéricas no una imagen geométrica. Si se representan l«rs ('()n('('l)los (r» strs
requieren, como cree Baumann,l02 una confirmación práctica extensiones) por medio de la delirnitaci(ln rlc un :ir r':r ('r) ulur
para ser aplicables en el mundo exterior; pues en el mundo superficie, entonces al concepto definido pot' lrts cal'lrr'lt't'ísl ir':ts
exterior, en la totalidad de lo espacial, no hay conceptos, ni asociadas corresponde el área común de totlirs llts :irt':ts «lt' llts
propiedades de los conceptos, ni núrmeros. Así, las leyes numé- características; el concepto quedará delimitad«l [)( )l' ri('ut I l t'nl os
ricas propiamente no son aplicables a las cosas externas: no de los linderos de éstas. Lo que se hace c()t) unit «lt'flnicirin
son leyes naturales. Pero son perfectamente aplicables ajuicios tal -en relación con la imagen- es usar de urur rnlrn('r':l nu('vir
que valen para las cosas del mundo externo: son leyes de las las líneas ya dadas para cleterminar un áreir.l{)5 ¡».','.¡ t'slo tt<r
leyes naturales. No afirman una conexión entre los fenómenos hace aparecer algo esencialmente nuevo. Las t:« rnr'«'¡ ll r r:r I i z: r«' io-
naturales, sin«r conexiones entre juicios; y a éstos pertenecen nes fructíferas trazanlíneas de delimitación quc Ir() r'stlin rlrr«llts
también las leyes naturales. con anterioridad. Lo que de esto se pueda infér'ir n() ri('vislunl-
bra de antemano; en este caso, no se saca simplt'ttrt'nlt' «lt' la
§ 88. Es evidente que Kantl03 ha subestimado -si bien como caja lo que se había puesto en ella. Las conclusi<ltres olrtori«lrts
consecuencia de una conceptuación demasiado estrecha- el amplían nuestro conocimiento y, de acuerdo c«rt-t Klull, tlcll«'-
valor de los juicios analíticos, aunque parece haber vislumbra- rían ser consideradas como sintéticas; sin embarg(), st' ¡rttt'<lt'tt
do algo del concepto más amplio utilizado aquí.104 5i se toma probar por medios puramente lógicos y, por tanl«r, s()n rtnit-
su definición como base, la división enjuicios analíticos y sinté- Iíticas. Lo cierto es que están contenidas en las clcfini«'io¡rt's,
ticos no resulta exhaustiva. É1 está pensando en el caso del jui- pero a la manera en que las plantas lo están en l¿ts st'ntill:ts,
cio universal afirmativo; ahí se puede hablar de un concepto cle y no como las vigas lo están en una casa. Con fi-t:<:ttt'n«'ilt, st'
sujeto y preguntar si el concepto del predicaclo está contenido necesitan varias definiciones para probar alguna pr()l)osit'i«'rn
en é1, a consecuencia de su misma definición. Pero, iqué pasa si que consecuentemente no se halla contenida en ttitlgun:t <lt:
el sujeto es un objeto único?, iy si se trata de un.juicio existen- ellas por separado, y que, sin embargo, se sigue p«rt' tttt'tlios
cial? En este sentido, pues, no se puede hablar de un concep- puramente lógicos de tc¡das ellas juntas.
to de sujeto en absoluto. Parece que Kant piensa determinar
el c«¡ncepto por rnedio de características asociadas; pero esta § 89. Tarnbién tengo que contradecir la generaliclarl rlc lu uf it-
manera de formar los conceptos es una de las menos fructífe- mación de Kant:106 "in la sensibilidad no nos serí¿r rlu<lo objct<r
ras. Si se echa una mirada a la definición que se ofieció antes, alguno. El cero, el uno, son objetos que no n()s pttcrlctr ser
nada de este tipo se encontrará. Lo mismo vale también para dados sensiblemente. Incluso aquellos que tienen p()l'intuibles
a los números pequeños, deberían conceder que no lcs ptrcden
las definiciones en matemáticas, que son realmente fructíferas
como, por ejemplo, la de continuidad de una función. Ahí no ser dados intuitivamente números mayores que 100(rl{){x)"""', so-
bre los cuales, sin embargo, sabemos muchas c()sas. Quizás
l()l El crbservar ya encierra en sí una
actividad lógica. Kant usa la palabra "objeto" en un sentido algo diferente; pero,
to2 Op.
cit., t.II, p. 670. entonces, caen totalmente fuera de su consideración el cero, el
to1 Op.
cit., t.III, pp. 39 ss. [A6 ss./Bl0 ss.]
Ioa pn la
página 43 [B 14], dice que Lrna proposición sintética sólo puede
uno, nuestro oc1, pues tampoco son conceptos; y Kant exige
admitirse según el principio de contradicción, sólo cuando está presupucsta 105
Igualment.e, si las características están unidas por "o".
otra proposición sintética. rttt; gp. cit., t.III, p. 82.
f

472 LOS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉuCa f CONCI,USION 473

incluso para los conceptos que se les asocie un objeto en la que uno de esos pasos nos parezca evidentemente inmediato,
intuición. sin percatarnos de los pasos intermedios, y puest() quc n() se
Para que no se me reproche censurar mezquinamente a un ajustan a los modos de inferencia lógicamente rec<lttot-i«l«>s, es-
genio al que sólo podemos mirar con rendida admiración, creo tamos dispuestos a considerar que esa evidencia es inluitiva y
que también debo destacar las coincidencias, que superan en que la verdad que encierra es sintética, aun cuando stt tl«rtrtinio
mucho a los desacuerdos. Para aludir sólo a Ia más próxima, de validez supere patentemente el dominio de lo int.uitivo.
veo como un gran servicio prestado por Kant el que haya he- De esta manera, no es posible separar limpiamentc l«r sitr-
cho la distinción de-juicios sintéticos y analíticos. Al llamar sin- tético, que descansa en la intuición, de lo analítico. 'I'ittrt¡>oco
téticas a priori a las verdades geométricas, reveló su verdadera se consigue así reunir con certeza el conjunto cotnplcto rlc l«¡s
naturaleza.Y vale la pena repetirlo aun ahora porque frecuen- axiomas de la intuición, tal que de ellos solamente, p()r tnt'rli«r
temente no se reconoce. Si Kant se equivocó con respecto a la de las leyes de la lógica, se pudiese llevar a cabo toclit ¡rt'ttt:lxt
aritmética, creo que esto no hace mella esencial en su obra. matemática.
Lo que quiso destacar es que hay juicios sintéticos a priori; si
éstos aparecen únicamente en la geometría o también en la
aritmética resulta de menor importancia. § 91. Es ineludible la exigencia de evitar todo salto cn lrts rlc-
ducciones. Que esto es difícil de satisfacer, lo muestr¿r l«r firrnt-
goso que es proceder paso por paso. Toda prueba, aunqttt' stil<r
§ 90. No tengo la pretensión de haber mostrado más que la
probabilidad del carácter analítico de las proposiciones arit- sea algo complicada, amenaza corr tomar una extensiírn t'xot'l>i-
méticas, ya que aún se puede dudar de si su prueba puede lle- tante. A ello se añade que la enorme variedad de fonn¿ts l«igit'as
varse a cabo sólo por medio de leyes puramente lógicas, o si no acuñadas en el lenguaje dificulta aislar un conjunto clc t'csl:ts
se introduce en ningún lugar de la prueba algún otro tipo de de inferencia suficiente para todos los casos y fácil clt: itbitt-
premisas de las que no nos percatamos. Esta opinión no está car de una sola mirad.a.
totalmente desvirtuada dadas las indicaciones que he ofreci- Para minimizar estos inconvenientes, he ideado mi Oonn'plo
do para la demostración de algunas proposiciones; la objeción grafia. Tiene como finalidad producir expresiones miis «:«rt't:ts
sólo puede ser superada por medio de una deducción comple- y concisas, y proceder según pocas formas fijas, com() cn ut)
tamente formal, de suerte que no hubiera un solo paso que no cálculo, de modo que no se permite ningún paso quc n() sc
se ajustara a alguno de los pocos principios de inferencia re- ajuste a las reglas establecidas de una vez por todas.l07 Ser'¿i irn-
conocidos como lógicamente puros. Pero hasta ahora ninguna posible que se introduzca alguna premisa en la prueba sin que
prueba se ha realizado así, ya que el matemático se contenta nos percatemos de ello. Así, sin pedir prestado un solo irxioma
con que cada paso que conduzca a un nuevo juicio aparezca a la intuición, he probado una proposiciónlO8 que a prirnera
como evidentemente correcto, sin preguntar si es lógica o in- vista podría tomarse por sintética, y la que aquí formul¿rré así:
tuitiva la naturaleza de esa evidencia. Con frecuencia, tal paso Si la relación de todo miembro de una serie con su inme-
es un compendio equivalente a varias inferencias simples, jun- diato sucesor es biunívoca, y si m y I siguen a x en esta serie,
to a las cuales pueden aún deslizarse factores procedentes de la entonces y precede a n't, en esta serie, o coincide con m, o si-
intuición. Se proced.e a saltos, y de ello surge la multiplicidad gue a m.
aparentemente rica de modos de inferencia en la matemática;
pues entre más grandes son los saltos, tanto más variadas son l0751, embargo, no sírlo debe poder expresar la forma lógica, como la nota-
las combinaciones de inferencias simples y axiomas de la in- ción booleana, sino también el contenido.
tuición que los pueden representar. Sin embargo, es frecuente 1{)u y6ur. Conceptografía, fórmula 133 lsupral.
17 I t,()s t,trNt),\t\,,.N.t ()s t)t,, 1..\ ,\t<, tv,,,t.t.,\

P.. medio de esta prueba se puecle ver que las pr.posici«r_


t- CONCI,TJSIÓN 475

nes que amplían nuestro conocimient<¡ préd"r, .ort.á.. ietos que los originan, o en ambos. En todo caso, en sentidcl
.¡ri_ espacial no están dentr-o ni fuera del sujeto ni tamp()co de un
cios analíticos.l09
objeto. Perr¡ ciertamente están tüera del sujeto, en el senticl<t
de que no son subjetivos. Mientras que cada quien sírlo pue-
orRos xúnrrnos
de sentir su dolor, su placer, su hambre, y sólo puede tener
Hasta aquí hemos limitado nuestras consideraciones sus sensaciones de sonidos y colores, los números, por el con-
§ a los
92. trario, pueden ser objetos comunes a muchos individu()s, s()n
números naturales. Echemos ahora una mirada a
otras clases exactamente los mismos para todos ellos, y no son sólo esta.d«rs
de números e intentemos hacer aplicabre a ese campo
más am- internos más o menos semejantes en los distintos individuos.
plio lo que ya hemos aprencrido en er campo más rimitado.
Para hacer claro el sentido de la cuesti^ón de la Cuando Hankel pone la pregunta sobre la existencia del nú-
posibilidad rnero en relación con el sujeto pensante, parece que la vtrelvc
de un cierto tipo de número, Hankel ¿i.".ll{)
una cuestión psicológica, cosa que de ninguna manera es. F.l
El número hoy día no es más una cosa, una susta,cia maternático no se ocupa de la naturaleza de nuestra psique,
que exis-
ta con i,depe,dencia fuera del sujeto pensante y
de los objetos
y debe serle completamente indiferente cómo se contesten l¿rs
que lo origin_an, un principio autosuficiente, corno preguntas psicológicas.
lo era puá lo,
pitagórico.., p-regunta por la existencia sólo
!u puecle enre¡rferse
como referida- ar sujeto pensante o a ros objetos § 94. También hay que criticar la idea de que sólo cuenta comr>
pensados, cu-
yas relaciones ros núnreros representa,. para Ll imposible para el matemático lo que es contradictorio en sí
,out"-ático, sólo
cuenta como imposibre, en sentido estricto, Io que mismo. Un concepto puede ser adnritido aun si sus caracte-
es rógicamen_
te imposible, esto es, lo contraclictorio en sí rnismo.
No"requiere rísticas contienen una contradicción; sólo hay que presuponct'
prueba alguna e_l que no se puedan admitir números
r-poribl.. que nada cae bujo é1. Pero cle que el concepto no contensa
en este sentido. pero si los números en cuestión
so, lógiiarnente contradicción alguna, tampoco se puede inferir que algo cai-
posibles, si su concepto es claro y bien definido,
y sin á<¡.tradic_ ga bajo é1. Por lo demás, icómo podría probarse que un con-
ción, entonces la pregunta anterior-se reduce a la
cuestión cle si cepto no contiene contradicción alguna? Esto no es siempre
hay un sustrato para éstos en el domi.io de
lo real, de lo actual,
de lo dado en ra intuición; de si hay objeros en los obvio; de que no se vea ninguna contradicción, no se sigue
que aparecen
los números, o sea, de si hay relaciones" intelectuates
aet trp<, ae-
que no la haya, y la determinación de su definición no c()ns-
terminado. tituye garantía para elk¡. Hankel demuestral" qr" un sistem¿r
de números colnplejos cerrado de orden superior irl ordin¿r-
§-93,
según la primera proposición, cabe la ducla de si rio, sometido a todas las leyes de la adición y la multiplicación,
para
Flankel los números exister en el sujeto pensante, contiene una contradicción. Pero esto justamente es alsr¡ que
en ros ob-
109
ciertamente, esta prueba resultará siempre dernasiado se tiene que demostrar; no se ve inmediatamente. Antes cle
farrzrgosa; clesven-
taja que se demuestre, podría ser que alguien, utilizando tal siste-
lue tal vez parece más que sobreestimu. iu ,.gr.iclacl incondicionacla ante
una falla o Llna lagu,a. Mi pretensión, en aquel
entonces, era reducir todo ar ma de núrneros, loerara resultados asombrosos cuyos funda-
menor número posibre de reyes lógicas lo mis sirnples mentos no fueran peores que los que ofrece Hankell 12 para Ia
posibres. como conse_
cuencia de esto, sólo-empleé un soro principio ae
ae¿rcción. pero ya entonces teoría de determinantes por medio de los números alternantes;
señalé en el prólogo fpágina 41 de li presente
edición] que para posreriores pues, iquién nos garantiza que sus conceptos no encierran al-
aplicaciones se tendrían que enrplear más reglas
a" irrtb..ncia. Esto puede guna contradicción oculta? E incluso, si se pudiera excluir esa
gcurrir sin perjudicar la vinculación de la cadena deductiva, y se logra así una
significativa abreviación. ltl Op. cit., p¡t.106 s.
tltt 6p. cit., pp.
6-2.
'12 op.¿1r., s 35.
476 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉrtce CONCLUSIÓN 477

contradicción, en general para un número cualquiera de uni- § 96. Igualmente se podría decir: entrc l«rs rrtinlt'r'()s ('()nocidos
dades alternantes, de eso tampoco se seguiría que haya tales hasta ahora, no hay ninguno que satisfáglr a l:r vt'2. l:rs <l«rs (:cua-
unidades. Y es justamente esto lo que necesitamos. lbmemos, clones siguientes:
por ejemplo, el teorema 18 del libro I de los Elementos de Eu-
clides: xll-Z y x*2-l;
En todo triángulo el lado mayor es opuesto al ángulo pero nada nos impide introclucir un signo que resut'lva t'l ¡rr'«r-
mayor. blema. Se dirá: el planteamiento del problema c«rrrl icn«' yr un¿r
contradicción. Esto es cierto, si como solución sc cxigt' urr rrti-
Para probar esto, Euclides toma del lado mayor AC un seg-
mero real o un número complejo ordinario; pcr() i:rrrr¡rlicr¡ros
mento AD igual al lado menor AB, y para esto se basa en una
nuestro sistema de números, creemos números qrrc s:rlisf aglrrr
construcción previa. La prueba se desplornaría si no hubiera
los requisitos! Esperemos a ver si alguien nos c()rrrl)r'u('lr:r rrl-
un punto tal como D, y no basta que no se descubra ninguna
guna contradicción. iQuién puede saber lo quc scni ¡rr¡silrlt'
contradicción en el concepto "punto sobre AC, ctrya distancia
con estos nuevos números? Ciertamente, en este clrs() ytr n() ri('
de A es igual a la de 8". Ahora se une B con D. También el
podrá mantener la univocidad de la sustracción; Jrr:r'<¡ t:unlrit'rn
que haya una recta tal es una proposición en la qlre se apoya la
tenemos que abandonar la univocidad de la operirci«'ln <lt'srrcar
prueba.
raíz si introducimos los números negativos; y con los rlrinlt'r'<>s
95. En rigor, la falta de contradicción de un concepto sólo se complejos dar el logaritrno se hace multívoco.
§
puede establecer, por supuest(), mostrando que algo cae bajo iY por qué no crear también números que pernrit-arr l:r srrrnit
é1. La inversa constituiría un error. En este error cae Flankel
de series divergentes! iNo! Nunca el matemático ptrcrlt' ¡rro<lu-
cuando, en relación con la ecuaci ón x * b : c, dice:113 cir algo arbitrariamente, como tampoco 1o pueclc cl ut'<'rsl'a-
fo; también él sólo puede descubrir lo que estlt zrhí y rlarlt' urr
Es evidente que, cuando b > c, no existe ningún núrnero x en la nombre.
serie 1,2,3,.. . que nos dé la solución del problema: la sustrac- De este error adolece la teoría formal de las fi-uccioncs, (lcr
ción, es entonces, imposible. Sin embargo, en este caso nada nos los números negativos y de los núrneros complej<,".1 I I St' ¡ronc:
impide considerar la diferencia (c-b) como un signo que soluciona el requisito de que, en la rnedida de lo posible, sc nurrrtunrr¿ul
el problema, y con el cual se puede operar exactarnente como si las reglas conocidas para el cálculo respecto de los rrtrcvos nú-
fuera un núnrero de la serie 1,2,3.. . meros que se vayan a introducir, y se deduzc:rn rlc t:llos pro-
piedades y relaciones generales. Si nadie se t()pa c()n unir c()n-
Sin embargo, sí hay algo que nos impide considerar, sin más, tradicción, entonces se tiene porjustificada l¿r intr'orluccií>n de
(2 - 3) como un signo que resuelve el problema; pues, precisa- nuevos números, como si, a pesar de todo, n() yttrclierzr estar
rnente, un símbolo vacío no resuelve ningún problema; sin un oculta en alguna parte una contradicción y c:()rlr() si la flalta de
contenido, es únicamente tinta o impresión sobre el papel y, en contradicción fuera, sin más, existencia.
cuanto tal, posee propiedades físicas, pero no la propiedad de
dar 2 al sumársele 3. Propiamente no sería un signo en absolu- § 97. El que este error se cometa con facilidad se debe, sin
to, y usarlo como si lo fuese constituiría un error lógico. Aun duda, a que no se distinguen correctamente los conceptos de
en el caso de que c ) b, el signo ("t - á") no es la solución del los objetos. Nada nos irnpide utilizar el concepto "raíz cuadra-
problema, sino que 1o es su contenido. da de -1"; pero no estamos autorizados, sin más, a ponerle
tr3 Op. cit., p.5. De manera similar, E. Kossak, op. cit., p. 17 ad I la Algo similar ocurre con los números infinitos cle Cantor.
fin.
478 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉuce

delante el artículo definido y considerar qlle la expresión "la


r CONCLUSION

tatividad, ciertas proposiciones valen para ellas. Así, se mues-


479

raíz cuadrada de -1" tiene sentido. Bujo la suposición de que tra que si la adición y la multiplicación -que ya se conocen-
i2 : - l, podemos dar una prueba de la tórmula que expresa tienen estas propiedades, en seguida pueden enunciarse estas
el seno de un múltiplo del ángulo a por medio del seno y el proposiciones de ellas, sin repetir la prueba detalladamente en
coseno de a mismo; pero no debemos olvidar que la proposi cada caso particular. Así, sólo después de aplicar esto a opera-
ción supone la condición de que i2 - -1, la cual no podemos ciones dadas, se llega a los conocidos teoremas de la aritmética.
simplemente hacerla a un lado. Si nada hubiera cuyo cuadrado Pero de ninguna manera se debe creer que la adición y la mul-
fuera - 1, nuestra demostración no conseguiría, sin más, que la tiplicación podrían introducirse mediante este procedimiento.
ecuación fuese correcta,"o yo que jamás se cumpliría la condi- No se dan las definiciones completas, sino sólo los lineamien-
ción de que ¡2 - -1, de la cual depende su validez. Sería como tos generales para éstas mismas. Se dice: el nombre "adición"
si en una demostración geométrica tuviéramos necesidad de sólo puede darse a una operación thética, unívoca y asociativa,
trna línea auxiliar que no se pudiera trazar. con 1o cual, todavía no se indica cuál es la operación que ha de
llamarse así. Según esto, nada nos impide llamar adición a la
§ 98. Hankell16 introduce dos tipos cle operaciones, que llama rnultiplicación y designarla mediante (o * b),y nadie podría
lítica y thética: eue define por medio de ciertas propiedades decir en definitiva si 2 + 3 son 5 o 6.
que estas operaciones tienen que poseer. Contra esto nacla
hay que decir, en tanto que no se presuponga que existen esas § 100. Si abandonamos este tratamiento puramente formal, pa-
operaciones y los objetos que pudieran ser sus resultados.llT rece que se ofrece otro camino debido a la circunstancia de
Un poco después,118 simboliza una operación thética, unívoca que, con la introducción de nuevos números, se amplía simul-
y ascrciativa, por meclio de (a + b), y la correspondiente opera- táneamente el significado de las palabras 'osuma" y "producto".
ción lítica, también unívoca, por medio de (" - b). i(lna ope- Tómese un objeto, digamos, la Luna, y defínase: la Luna mul-
ración tal? iCuál? iUna arbitraria? Esto no es una definición tiplicada por sí misma es -1. Por tanto, en la Luna tenemos
de (a + b); iy qué si no existe ninguna? Si la palabra "adici(rn" Ia raíz cuadrada de -1. Esta definición parece permisible, ya
no tuviera significado alguno, lógicarnente sería lícito d.ecir: a que la definición de la multiplicación, hasta ahora, no adelanta
una operación así, la llarnamos una adición; per() no se pue- nacla acerca del sentido de tal producto /, por tanto, se pue-
de decir: esa operación ha de ser la adic,ión y será designa- de establecer libremente como ampliación de su significado.
da mediante (a + b), antes de establecer que hay una y sólo Pero también necesitamos el producto de un número real y la
una operación tal. No se puede usar en un lado de la igualdad raíz cuadrada de -1. Para esto, elijamos el intervalo temporal
definicional el artículo inclefiniclo y en la ot.ra el clefinido. Lue- de un segundo como raíz cuadrada de - 1, y simbolicémoslo
go Hankel dice, sin más: "el módulo de la operación", sin haber por i. Así, por 3i, entenderemos el intervalo temporal de 3 se-
demostrado que hay una y sólo una operación tal. gundos, etc.1" ¿Qré objetos designaremos, lueeo, con 2 + 3i?
iQué sisnificado habría que dar al signo de más, en este caso?
§ 99. En pocas palabras: la teoría formal pura es insuficien-
te. Su mérito es sólo éste. Se prueba que si las operaciones t19 Con el mismo derecho, podríamos elegir como raíz cuadrada cle
-1, a un
poseerl ciertas propiedades como la asociatividad y la conmu- cierto cuanto de electricidad, a una cierta área,etc., pero estas diferentes raí-
ces, obviatnente, deben simbolizarse de modo diferente. Que a discreción se
115
Siempre se podría demostrar, rieurosarnente, de alguna otra manera. pueden producir muchas raíces cuadradas de - l, resultará menos asombroso
tt6 op. cit., p. 78. si se piensa que el significado de la raíz cuadrada no era algo que ya hubiese
r17 Fn realid:rd,
esto ya lo hace Hankel al utilizar la igualclzrd O(c,b) : ¡1. sido fijado invariablemente con anterioridad a estas estipulaciones, sino que
tts gp. cit., p.29. por medio de ellas se determina por prirnera vez.
480 Los FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉrlc,A,

Ahora bien, ese significado se tendrá que establecer de forma


r CONCI,USION

que esas otras estipulaciones no contienen contradicción algu-


481

general, lo cual ciertamente no será fácil. Sin embargo, supon- na! Hasta que no se haya hecho esto, todo el pretendido rigor
gamos que henros asegurad.o un sentido para t<¡dos los signos no es más que un fálso brillo o una humareda.
de la forma a * bi, y un sentido tal que valen para él las co- En un teorema geométrico no se menciona la línea auxi-
nocidas leyes de la adición. Lo que tendríamos que establecer, liar trazada para la prueba. Tal vez sean posibles más de una,
además, es que en general por ejemplo, cuando se puede elegir arbitrariamente un punto.
-t Pero por mucho que resulte prescindible cada línea en particu-
(o b;)(c + di)
- ac - bd Í i(ad * bc),
lar, no obstante,lafuerza de la prueba depende de que se pue-
con 1o cual determinaríamos el significado extendido de la da trazar una línea con las características requeridas. La mera
multiplicación. postulación no es suficiente. Así, tampoco en nuestro caso es
indiferente para la fuerza de la prueba si "a f bi" tiene un senti-
§ 101. Ahora podríamos probar la fórmula de cos(na), si su- do o si meramente es una mancha impresa. No basta exigir que
piéramos que de la igualdad de núrneros compleios se sigue la deba tener un sentido, o decir que el sentido es la suma de a
igualdad de sus partes reales. Esto debería derivarse del sentido y bi,, si no se ha definido previamente 1o que significa "suma"
de a + bi, el cual hernos admitido como existente. La prueba en este caso y si no se hajustificado el uso del artículo definido.
sólo valdría para los números complejos, sus sumas y produc-
tos, cuyo sentido hemos fijado. Puesto que pat'a un númer<¡
§ 103. Ciertamente se podrán hacer algunas objeciones en con-
real entero n y paÍa un número real a ya no aparece más i tra del sentido que intentamos fijar para o'i". CoÍt ello, introdu-
en la igualdad, entonces nos vemos tentados a concluir: por jimos en la aritmética algo totalmente ajeno, el tiempo. El se-
tanto, es indifbrente si i significa un segundo, un milímetro, gundo no tiene relación interna alguna con los números reales.
o alguna otra cosa, con la condición de que valgan nuestras Las proposiciones que son probadas por medio de núrneros
leyes de la adición y la multiplicación; todo depende de esro, complejos serían juicios a posteriori, desde luego, sintéticos, si
no necesitamos preocuparnos de 1o demás. Tal vez se puede no hubiera otro tipo de prueba, o si no se pudiera enc«rtrtt-ar
fiju., de distinta manera, el significado de a + bi, de la suma ningún otro sentido para ¿. En todo caso, primero tencnros tltte
y clel producto, de suerte que esas leyes se sigan manteniendo; intentar demostrar que todas las proposiciones cle la at'itntótic¿t
pero no es indiferente si se puede encontrar en absoluto un son analíticas.
sentido para estas expresiones. Cuando Kossak dice,12i al referirse al número t:«rnrplcj<): "es
la representación compuesta de grupos hetcr'osóIlc()s rle ele-
§ 102. Con frecuencia, se prclcede conlo si la mera estipulación
mentos iguales entre sí",122 parece habc:r evit.¿tcl<¡ cou ellcl la
fuera ya su curnplimiento. Se estipula que la sustracción,12{) 1u
intromisión de algo ajeno; pero 1o parece s<ilo <lcbicl<¡ a l¿r inde-
división, la extracción de raíces, son siempre realizables, y con
terminación de la expresión. No se «rbtiene ningunar respuesta
esto se cree haber hecho lo suficiente. iPor qué tampoco se
a qué significa realmente 1 + i: iacas«r la rerpresentación de
estipula que por tr-es puntos cualesquiera se puede trazar una
una manzarra y una pera, o del d<¡lor de rnuelas y la podagra?
recta? iPor qué no se estipula que todas las leyes de la adición y
Sin embargo, no puede significar arnbas c()sas porque enton-
la multiplicación continúan valiendo para un sistema de núme-
ces I + d no sería siempre igual a I + i. Se podría decir:
ros complejos tridimensional, como valen para los números
reales? Porque estas estipulaciones contienen una contradic- r2r gp. cit., p. 77.
ción. iYaya, pues, 1o que tenemos que hacer primero es probar 122
Sobre el término "representación", compár'csc § 27; sobre "grupo",lo que
se dijo en relación con "agregado" en § 23 y § 25; sobre la igualdad de los
r2rt ¡'¡. Kosszrk, op. cit., p. 17. elernentos, en §§ 34-39.
482 Los FUNDAMENToS DE t,A ARITMÉuce
r CONCLUSIÓN 483

esto depende de la estipulación especial que hagamos. Bien, vacío? iNo! Tiene un sentido perfectamente determinado, si
pero entonces ciertamente tampoco tendríamos en la proposi- bien psicológicamente, considerando 1o corto de nuestra vida,
ción de Kossak ninguna definición del número complejo, sino es imposible tener fiente a la conciencia senrejante núnrero de
000
sólo una indicación general para establecerla. Pero necesita- objetos;124 pero, a pesar de elIo, 1 0001 0001 es un objeto cuyas
mos algo más; tenemos que saber con precisión qué significa propiedades podemos conocer, aunque no tengamos intuición
"i", y si siguiendo aquella indicación dijéramos: la represen- de é1. Para convencerse uno de esto, se introduce el signo a"
tación de una pera, estaríamos introduciendo de nuevo algo para la potencia, y se muestra que, si a y n son números ente-
ajeno a la aritmética. ros positivos, uno y sólo un número entero positivo se expresa
Lo que se suele llamar la representación geométrica de los siempre con esto. Demostrar en detalle cómo puede mostrarse
números complejos tiene por lo menos la ventaja, frente a las esto nos llevaría aquí demasiado lejos. El modo como hemos
propuestas hasta ahora consideradas, de que en ella 1 e i no definido el cero en § 74, el uno en §77 y el número infinito
aparecen como si carecieran de toda conexión y fuesen total- oc1 eri § 84, y la indicación general de la prueba de que en
mente heterogéneos, sino que el segmento que se considera la serie de los números naturales a cada número finito sigue
como representación de i se encuentra en una relación regular inmediatamente otro número (§§ 82 y 83), nos dan una idea
con el segmento que representa 1. Pclr 1o demás, en sentido es- del camino que se ha de seguir.
tricto, no es correcto que 1 signifique un cierto segmento e i un En el caso de la definición de fracción, número complejo,
segmento de la misma longitud perpendicular a aquéI, pues "1" etc., todo dependerá, en último término, de que encontremos
significa lo mismo en todas partes. Aquí, un número complejo un contenido juzgable que pueda transformarse en una igual-
indica cómo el segmento que vale como su representación se dad cuyos lados sean justamente los nuevos números. En otras
produce por medio de Ia multiplicación, la división y la rota- palabras: debemos fijar el sentido de un juicio de reconoci-
ción,123 a partir de un segmento dado (segmento-unidad). Pero miento para tales números. Al hacer esto, tenemos que tener
también según esta interpretación, todo teorema cuya prueba en mente las dudas suscitadas en relación con transformacio-
se tensa que apoyar en la existencia de un número complejo nes de este tipo, examinadas en §§ 63-68. Si procedemos de la
aparece como dependiente de la intuición geométrica y, por misma manera que ahí, entonces los nuevos números nos serán
tanto, como sintético. dados como extensiones de conceptos.

§ 104. iDe qué manera, entonces, nos han de ser dados las frac- § 105. Con base en esta concepción de lns números,l2L me pa-
ciones, los números irracionales y los números complejos? Si rece que se explica fácilmente el atractivo que ejerce el estudio
acudimos a la intuición como ayuda, entonces introducimos en de la aritmética y el análisis. Modificando una conocida expre-
la aritmética algo que le es ajeno; pero si sólo determinamos sión, bien se podría decir: el objeto propio de la razón es la
I

el concepto de tales números rnediante ciertas características, razón. En la aritmética nos ocupamos de objetos que no nos i

si sólo exigimos que el número tenga ciertas propiedades, en- son dados a través de los sentidos como algo ajeno, exterior, i
I

tonces nada nos garantiza también que algo caiga bujo nues- sino que son dados inmediatamente alarazón, la cual los pue-
I

tro concepto y satisfaga nuestros requisitos y, sin embargo, las de contemplar como lo que le es más proplo.126
pruebas tienen que basarse precisamente en esto. I

¿Q"é pasa, entonces, con los números? iRealmente no po- I24 Un simple cálculo muestra que no serían suficientes para ello millones de t

años.
demos hablar de 1 000100010{x), antes de que nos sean dados tan- 125
También se le podría llamar formal. Sin embargo, es completamente di-
tísimos objetos en la intuición? iEs, mientras tanto, un signo ferente de la concepción criticada más arriba bajo este nombre.
126
12:t por mor de la simplicidad, prescinclo aquí de los inconmensurables. 6on esto, en absoluto quiero negar que sin las impresiones sensibles se-
484 Los FUNDAMENToS DE LA ARrrMÉ'rtce
{ CONCLUSIÓN 485

Y, sin embarso, o más bien justo por ello, estos objetos no concepto F se correlacionen biunívocamentc c<ltr los que caen
son quimeras subjetivas. Nada hay más objetivo que las leyes bujo un concepto G. Nuestra definición debía c«tlot::tr a esa
de la aritnrética.. posibilidad como equivalente a una igualdad ntuttór'ir::t. l{ccot-
damos casos semejantes: la definición de direcci<'¡n zt lxtt'tir clel
§ 106. Echemos una breve mirada final al curso de nuestra in- paralelismo, la de la forma a partir de la semeianza, etcétct':r.
vestigación. Después de haber establecido que el número no es
ni una colección de cosas ni una propiedad de tales coleccio- § 107. Entonces surgió la pregunta: icuándo está justilitrrrl«r
nes, y que tampoco es un prod.ucto subjetivo de procesos men- considerar un contenido como el contenido de un juici«r dc
tales, sino que una proposición numérica afirma algo objetivo reconocimiento? Para esto se debe satisfacer la condici<in clc
de un concepto, intentamos definir luego los números indivi- que en tr¡do juicio se pueda sustituir, sin alterar su verclird,
duales 0, 1, etc.,yla progresión en la serie de los números. El lo que aparece del lado izquierdo por 1o que aparece del l¿rcl<l
primer intento fiacasó porque únicamente habíamos definido derecho de la supuesta igualdad. Ahora bien, mientras no 2rurc-
1o que se predica de un concepto, pero no habíamos dado de- guemos otras definiciones, no disponemos de ninguna precli-
finiciones por separado del 0 y del 1, que son sólo parte de cación más sobre cualquiera de los dos lados de una igualdad,
esa predicación. La consecuencia de esto es que no pudimos excepto la de que son idénticos. Por tanto, sólo se requeriría
probar la igualdad de númer<¡s. Se mostró que el número del demostrar la sustituibilidad en una igualdad.
que se ocupa la aritmética no debe ser considerado como un Pero aún queda una duda. Una proposición de reconr¡ci-
atributo dependiente, sino sustantivo.T2T El número surgía, así, miento tiene que tener siempre un sentido. Si ahora tratamos
como un objeto reconocible, aunque no físico, ni siquiera espa- una igualdad como la posibilidad de correlacionar biunívoca-
cial, tampoco como un objeto del cual pudiéramos formarnos mente los objetos que caen bujo el concepo F con los que caen
una imagen por medio de nuestra capacidad de imaginación. bujo el concepto (i, al decir en su lugar: "el número que co-
Formulamos luego la proposición fundamental de que el sig- rresponde al concepto F es igual al número que corresponde
nificado de una palabra no se explica aisladamente, sino en al concepto G", e introducir con ello la expresión "el númer<¡
el contexto de una proposición; sólo siguiendo este principio, que corresponde al concepto F", obtenemos un sentido para
según creo, se puede evitar la c<¡ncepción física del número, la igualdad sólo si ambos lados tienen la forma antes mencio-
sin caer, por ello, en la psicológica. Para todo objeto, hay un nada. De acuerdo con tal definición, no podríamos juzgar si
tipo de proposición que debe tener un sentido, a saber, la pro- una igualdad es verdadera o falsa en caso de que únicamen-
posición de reconocimiento, que en el caso de los números se te un lado tuviera esta forma. Esto nos dio pie para la defi-
llama una igualdad. Vimos que las proposiciones numéricas nición:
se deben considerar como igualdades. Así, fue de importancia El número que corresponde al concepto F es la extensión
establecer el sentido de una igualdad numérica; expresarlo sin del concepto "concepto equinumeroso con respecto al concep-
hacer uso de las palabras numéricas o de la palabra "número". to F"; en donde llamamos a un concepto F equinumeroso con
Descubrimos que el contenido de un juicio de reconocimiento respecto a un concepto G si existe la mencionada posibilidad
de números es que es posible que los objetos que caen bajo un de correlación biunívoca.
Aquí, se presupone que se conoce el sentido de la expresión
ríamos tan tontos como una piedra y no sabríamos nada, ni de los números ni
de cosa alguna; pero esta proposición psicológica en nada nos concierne. Por
"extensión del concepto". Este modo de superar la dificultad
el riesgo constante de confundir dos cuestiones fundamentalmente distintas, ciertamente no encontrará consenso general, y muchos preferi-
destaco esto una vez más. rán allanar tal dificultad de otra manera. Yo tampoco pongo un
127
La diferencia corresponde a la que hay entre "azul" y "el color del cielo". peso decisivo en la utilización de la extensión de un concepto.
486 Los pUNDAMENToS DE LA ARITMÉrtce
{ C]ONCLUSION 487

§ 108. Aún quedaba por definir la correlación biunívoca; la re- Finalmente, utilizamos nuestros resultados en una crítica de
dujimos a relaciones puramente lógicas. Después, indicamos una teoría formal de los números negativos, fraccionarios, irra-
a grandes rasgos la prueba de ia proposición: el número que cionales y complejos, que hizo patente su insuficiencia. Vimos
corresponde al concepto ,É'es igual al que corresponde al con- que su error estriba en considerar que un concepto está pro-
cepto C, si el concepto F es equinumeroso con respecto al bado si no se ha encontrado ninguna contradicción en é1; y
concepto G, definimos el 0, la expresión: "en la serie de los en considerar que la falta de contradicción en un concepto
números naturales, n sigue inmediatamente a m", y el número vale como garantía suficiente de que no es vacío. Esta teoría se
1, y mostramos que en la serie de los números naturales 1 si- imagina que todo 1o que necesita es estipular requisitos cuyo
gue inmediatamente a 0. Mencionamos algunas proposiciones cumplimiento se da de por sí. Se comporta como un dios que
que podían probarse fácilmente en este lugar y examinamos un pudiese crear por su mera palabra 1o que quisiese. También
poco más de cerca la siguiente, que permite conocer la infini- tendría que censurarse que se tome por una definición una
tud de la serie de los números: mera instrucción de cómo llegar a ella, una instrucción cuya
observancia introduciría algo ajeno en la aritmética, aunque su
A todo número le sigue un número en la serie de los
expresión verbal puede estar libre de ello, pero sókl p<>rque
números naturales.
sigue siendo una mera instrucción.
Esto nos condujo al concepto "perteneciente a la serie de Así, esa teoría formal incurre en el peligro de reincidir en
los números naturales que termina coÍr n", del que queríamos una postura a Ntosteriori o sintética, por más que se dé la impre-
mostrar-que el número que le corresponde sigue inmediata- sión de flotar en las cimas de la abstracción.
mente a n en la serie de los números naturales. Inicialmente lo Nuestras consideraciones anteriores sobre los númer()s en-
definimos por medio de la noción de seguir un objeto ) a un teros positivos nos indicaron la posibilidad de evitar la intro-
objeto x en una serie-p en general. También el sentido de esta misión de cosas externas y de intuiciones geométricas, sin caer,
expresión fue reducido a relaciones puramente lógicas. Y, así, no obstante, en los errores en los que caen las teorías fbrmales.
logramos demostrar que la inferencia de n a (n * l), que es La cuestión aquí, como allá, es fijar el contenido de un juicio
tenida como peculiar de la matemática, descansa en inferencias de reconocimiento. Si pensamos que esto;e curnple en todas
lógicas generales. partes, entonces los números negativos, fraccionarios, irracio-
Para probar la infinitud de la serie de los números, reque- nales y complejos no parecen más misteriosos que los números
rimos la proposición de que en la serie de los números natu- enteros positivos; éstos no son más reales, actuales o palpables
rales ningún número finito se sigue a sí mismo. Así llegamos que aquélIos.
a los conceptos de número finito y de número infinito. Indi-
camos que, en el fondo, el segundo no está menos justificado
lógicamente que el primero. Con el fin de comparar, se hizo
referencia a los números infinitos de Cantor, y v su "se¡;uir en
la sucesiór.", y se resaltó la divergencia en la terminología.

§ 109. Así, de todo 1o anterior surge ahora con gran probabili


dad que la naturaleza de las verdades aritméticas es analítica y
a priori; y hemos logrado mejorar la posición de Kant. Hemos
visto también que aún falta elevar esa probabilidad a certeza, y
señalado el camino por el que esto tiene que hacerse.
{

LAS LE.YE,S FI]NDAMENTALE.S


DE LA ARITMÉuce.
ISelección]

*'Iítulo original:Grundgesetze der Arithmetih, obra en dos volúmenes. El


volumen I fue publicado por Herrnann Pohle enJena en 1893, y el volutnen II,
por el mismo editor en 1903.
{

PRÓLOGO AL VOLUMEN I
[l893].
En este libro se encuentran teoremas en los que se basa la arit-
mética, demostrados con signos especiales; al conjunto de es-
tos signos lo llamo conceptografía. Las más importantes de
estas proposiciones han sido reunidas al final, y se ha añadido
su traducción. Como se ve, no se han considerado aquí todavía
los números negativos, fraccionarios, irracionales ni comple-
jos, como tampoco la adición, la multiplicación, etc. Ni siquiera
las proposiciones sobre los números naturales se han Presen-
tado con la compleción proyectada en principio. En particular,
falta aún la proposición de que el número de los objetos que
caen bujo un concepto es finito si es finito el número de objetos
que caen bujo un concepto al que el primero está subordinado.
Circunstancias externas me han decidido a reservar la prose-
cución de estos estudios, así como el tratamiento de los demás
números y de las operaciones matemáticas; la publicación de
estos resultados dependerá de la aceptación que encuentre este
primer volumen. Baste lo que he ofrecido aquí para dar una
idea de mi modo de proceder. Puede que se opine que no eran
necesarias las propoti.io.tes sobre el número infinito.1 Es ver-
dad que no lo son para la fundamentación de la aritmética en
* Traducción de Carlos Ulises Moulines, publicada en Frege 1971. Revisada
para el presente r,olumen.
En esta versión revisada se reemplaza el término "enunciado" que aparecía
en la traducción original por "proposición", siguiendo en esto el criterio de
traducción de A. Ebert y M. Rossberg en su versión inglesa de los Gntndgesetze
der Arithmetik. Yéase G. Frege, Basic Laws of Arithmetic, Oxford University
Press, Oxford, 2013, p. >§d. [N. de la c.]
I Es el número cardinal de un conjunto infinito numerable.
-{
492 LAS LEyES FUNDAMEN'TALES DE LA ARITMÉrtce PROLOGO 493

su extensión habitual; pero su deducción es mucho más senci- denominado euclídeo, lo voy a describir de la sigtrier)te rnane-
lla que la de las proposiciones correspondientes para números ra. Probarlo todo es algo que ciertamente no se put'clt: cxigir
finitos y puede servir como preparación para éstas. Además de porque es imposible; pero puede exigirse que todirs lirs pr'opo-
esto aparecen proposiciones que no tratan de nírmeros, pero siciones que se utilicen sin ser probadas sean decl:rrucllrs ex-
que se utilizan en las pruebas. Tratan, por ejemplo, del seguir- plícitamente como tales, para que se vea claramentc s<lbrc clué
se en una serie, de la univocidad de las relaciones, de las rela- descansa la construcción entera. P«¡r ello hay que esf<¡rz¿u'sc Ix)r'
ciones compuestas, del mapeo mediante relaciones y nociones reducir al máximo el número de leyes primitivas, demostrirnd<r
parecidas. Estas proposiciones podrían atribuirse quizás a una todo 1o que sea demostrable. Pero además, y en este punlo voy
teoría ampliada de las combinaciones. más allá que Euclides, exljo que se mencionen previamente to-
Las pruebas se hallan únicamente en los parágrafos titula- dos los modos de deducción y de inferencia que se emplecn.
dos "construcción" l"AuJbaz"], mientras que los titulados "aná- En caso contrario, no se puede asegurar el cumplimiento cle
lisis" l"Zerlegung"lvan encaminados a facilitar la comprensión, la primera exigencia. En lo esencial, creo haber alcanzado c:stc
al describir provisionalmente a grandes rasgos la marcha de la ideal. Sólo en unos pocos puntos podrían plantearse exigenci:rs
prueba. Las pruebas no contienen en sí mismas ninguna pa- de mayor rigor. Paraprocurarme mayor movilidad y evitar Lrn¿l
labra, sino que se realizan sólo con mis signos. Se presentan extensión desmesurada, me he permitido hacer uso tácito de l¿r
visualmente como una serie de fórmulas, separadas por trazos intercambiabilidad de los miembros inferiores (condiciones)* y
continuos o discontinuos, o por r¡tros signos. Cada una de estas de la fusión de miembros inferiores iguales, y no he reducido
fórmulas es una proposición completa, con todas las condicio- los modos de deducción y de inferencia al menor número posi-
nes que son necesarias para su validez. Esta compleción de la ble. Quien conozca mi librito Conceptografta podrá deducir de
proposición, la cual no admite supuestos tácitos sobreentendi 1o que se dice allí cómo se podrían satisfacer también aquí las
dos, me parece indispensable para el rigor de la demostración. exigencias más rigurosas, pero al mismo tiempo sabrá que esto
El paso de una proposición a la siguiente procede sesún las traería consigo un aumento considerable de la extensión.
reglas que se hallan en el § 48, y no se da ningún paso que Por 1o demás, creo yo, los reparos que con razón pueden
no responda a estas reglas. Cómo y según qué reglas se hace ponerse a este libro no se referirán al rigor sino sólo a la elec-
la inferencia lo indica el signo que se halle entre las fórrnu- ción de una prueba y de los pasos intermedios. Es frecuente
las, mientras que . concluye una cadena deductiva. que se presenten varios caminos posibles para llevar a cabo
Para este propósito- debe-haber proposiciones que no se deri- una prueba; no he intentado andar por todos ellos, y por eso
van de otras. Algunas de éstas son las leyes fundamentales que es posible, incluso probable, que no siempre haya escogido el
he reunido en el § 47; otras son las definiciones, que se encuen- más corto. Quien tenga algo que objetar en este sentido, que
tran juntas al final en una tabla, con indicación de los pasajes 1o haga mejor. Otras cuestiones también serán discutibles. Al-
en que aparecen por primera vez. Al llevar a cabo esta tarea gunos habrían preferido quizás extender más el conjunto de
aparecerá siempre la necesidad de definiciones. Los principios los modos de deducción e inferencia admitidos, para conse-
que hay que seguir para introducir las definiciones se exponen *Frege expresa que la fónnula "p" irnplica la fórmula "q" (.r, nlrestra llota-
en el § 33. Las definiciones no son propiamente creadoras y, se- ción actual F -+ g) cle la siguiente manera:
gún creo, no lo pueden ser; sólo introducen abreviaturas de de-
q
signaciones (nombres) que podrían ser evitadas si la prolijidad
p
no produjera en tal caso dificultades externas insuperables.
El ideal de un método estrictamente científico de la mate- Por esto llama a "p" el "miembro inferior" (en una inferencia) y a "q" el
mática que he tratado de realizar aquí, y que bien pudiera ser "superior" (véase Las leyes fundamentales tfu la aritmética, § 12). [N. del t.]
{
494 LAS I-EYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉUCE PROLOCO 495

si se compara con el escrito del señor Dedekind Was sind und


suir con ello una mayor movilidad y brevedad. Pero en esto
was sollen die Zahlen? láQué son y qué deben ser los números?f, lo
debemos detenernos en algún punto, si es que se admite el
más pr-ofundo quc lrc conociclo cn los últinrcls tiempc¡s sobt-c la
ideal que he propuesto, y sea cual sea el punto en el que nos
detengamos, siempre habrá alguien que pueda decir: habría fundamentación de la aritmética. En un espacio mucho menor,
sido mejor admitir aún más modos de deducción. exarnina las leyes de la aritmética hasta un nivel muy superior
Con que no hayalagunas en las cadenas deductivas se consi- del que se considera aquí. Esa brevedad, naturalmente, sólo se
gue hacer patente cada axioma, presupuesto, hipótesis, o como consigue dejando que mucho quede propiamente sin demos-
se quiera llamar a aquello sobre lo que se base una demostra- trar. El señor Dedekind dice frecuentemente que la prueba pro-
ción; y así obtenemos un fundamento para ponderar la natu- cede a partir de tales y cuales proposiciones; utiliza puntos sus-
raleza epistemológica de la ley demostrada. Ciertamente se ha pensivos, como en "!JT (A,8,C,...)"; ninguna parte halla-
".r
mos una lista de las leyes lógicas o de otro tipo tomadas cotno
afirmado repetidas veces que la aritmética no es más que ló-
gica desarrollada; pero esto seguirá siendo discutible mientras base, e incluso si éstas se hubieran puesto, no habría ninguna
aparezcan en las pruebas pasos que no se den según las leyes manera de comprobar si realmente no se han utilizado otras;
lógicas reconocidas, sino que parecen descansar en un conoci- pues paraello las pruebas deberían aparecer no sólo indicadas,
miento intuitivo. Sólo a partir del momento en que estos pasos sino llevadas a cabo paso por paso. El señor Dedekind también
es de la opinión de que la teoría de los números es una parte
se descompongan en pasos lógicos simples, podremos estar
convencidos de que en la base no hay sino lógica. He reuni- de la lógica; pero su escrito apenas contribuye a robustecer esta
do todo lo que pueda facilitar la evaluación de si una cade- opinión, porque slr Lrso de las expresiones "sistema", "Lura cosa
na deductiva es concluyente o de si unas premisas son sólidas. pertenece a una cosa", no son usuales en lógica y no pueden ser
Si alguien encontrase algo erróneo, tendría que poder indicar reducidas a nada reconocidamente lógico. No digo esto como
exactamente dónde se halla el error según su opinión: en las reproche; pues su método puede haber sido para él el más útil
leyes fundamentales, en las definiciones, en las reglas o en su para su objetivo; sólo 1o digo para hacer más claro mi propósi
aplicación en un determinado lugar. Si se encuentra todo en or- to al resaltar la diférencia. La longitud de una prueba no debe
den, se conocen entonces exactamente los fundamentos sobre medirse con la regla. Es fácil hacer que una prueba parezca bre-
los que se basa cada teorema en particular. Sólo puede haber ve sobre el papel saltándonos pasos intermedios de la cadena
discusión, por lo que alcanzo a ver, respecto de mi ley funda- deductiva o dejándolos sólo indicados. Generalmente nos con-
mental (V) de los rangos de valores lWertuerlaufen], qrre quizás tentamos con que cada paso de la prueba nos parezca evidente-
los lógicos todavía no consideran como cosa propia, aunque mente correcto, y esto es lícito si sólo nos queremos convencer
se piensa en ella cuando se habla, por ejemplo, de extensiones de la verdad de la proposición que se va a demostrar. Pero si
de conceptos. Por mi parte, la considero puramente lógica. En se trata de proporcionar una comprensión de la naturaleza de
cualquier caso, señalo aquí el punto en donde tiene que haber esta evidencia, este procedimiento no es suficiente, sino que
una decisión. hay que escribir todos los estadios intermedios, para" que toda
Mi objetivo exige apartarse un poco de 1o que es usual en laluz de nuestra conciencia caiga sobre ellos. Los matemáticos
matemáticas. Las exigencias de rigor en las pruebas tienen acostumbran estar interesados solamente en el contenido de la
como consecuencia ineludible una mayor longitud de ellas. proposición y en que sea probada. En nuestro caso lo nuevo no
es el contenido de la proposición, sino el modo como se lleva
Quien no tenga en cuenta este hecho, se sorprenderá realmen-
te mucho de lo complicada que resulta aquí la prueba de una a cabo la prueba, los fundamentos sobre los que se apoya. No
proposición que éi cree comprender inmediatamente en un debe extrañar que este punto de vista esencialmente distinto
solo acto cognoscitivo. Esto será especialmente sorprendente exija también otro tipo de tratamiento. Si se demuestra de la
{
496 LAS LEYES FUNDAMENTAI,ES DE LA ARITMÉTTcI PRÓLOGO 497

manera usual una de nuestras proposiciones, es fácil que se el signo de igualdad usual, puesto que me he convencido de
pase por alto alguna proposición que parezca ser innecesaria que en la aritmética éste también se refiere a lo mismo que
pal'a la prucba. Pclc¡ clr ulr cxallrcll dctcniclo tle rrri pr ueba sc y'o quiclci dcsignar. Uso la palabra "igual" con la misma rcfe-
verá, según creo, que esa proposición es indispensable, a no rencia que "coincidente con" o "idéntico a", y realmente así
ser que se quiera tomar un camino completamente distinto. es como se usa también en la aritmética el sisno de igualdad.
Por esto quizás se encuentren aquí y allá en nuestros teoremas La objeción que aparentemente podría surgir provendría, sin
condiciones que a primera vista parecen innecesarias, pero que duda, de una distinción defectuosa entre signo y designado.
luego resultan ser necesarias, o que, por 1o rnenos, sólo pueden Claro que en la ecuaci ón "22 : 2 * 2" el signo de la izquierda
ser abandonadas mediante alguna otra proposición que uno es diferente del que está a la derectra; pero arnbos designan o
tiene que probar para ese propósito. se refieren al mismo núrnero.3 A los signos primitivos antiguos
Llevo a cabo aquí un proyecto que ya había tenido en vista sólo he añadiclo dos: el "espíritu suave" para designar el rango
en mi Conceptogmfía del año 1879 y que anuncié en mis Fun- de valores de una función y un signo que ha de reemplazar el
dctmentos de la aritmética del año 1884.2 Quiero confirmar aquí artículo definido del lenguaje natural. La introducción de los
con este acto mi concepción sobre el número, que expuse en el rangos de valores de las funciones es un progreso esencial, gra-
último de los libros citados. Lo fundamental de mis resultados cias al cual tenemos una movilidad mucho mayor. Los signos
1o expresé allí en el § 46, diciendo que la asignación de número derivados anteriores pueden ser sustituidos ahora por otros
contiene una predicación sobre un concepto; y en esto se basa signos, más simples, si bien las definiciones de la univocidacl
la presente exposición. Si alguien tiene una concepción distin- de una relación, de seguirse en una serie, de la correlación,
ta, que intente fundarnentar sobr-e ella mediante signos un sis- son en lo esencial las mismas que yo había dado en parte en
tema corlsecuente y útil, y verá que no se puede. En el lenguaje mi Conceptogrctfía, en parte en mis Fundamentos de la aritmélir:a.
natural, la situaci<in no es, claro está, tan transparente; pero Pero los rangos de valores tienen además una gran importan-
si se examina cuid¿rdosamente, se hallará que también aquí al cia fundamental; pues deñno el número cardinal mismo colno
asignar un número cardinal se nombra siempre un concepto, la extensión de un concepto, y las extensiones de Concept()s
no un grupo, un agresado o algcl por el estilo, y que, incluso si son, seqún mi concepción, rangos de valores. Sin éstos, p()l'
esto ocurre alguna yez, el grupo o el agregado siempre están tanto, no se podría llegar a ninsuna parte. l,os antiguos siu-
determinados por un concepto, es decir, por las propiedades nos prirnitivos que reaparecen sin modificación externa y cuy()
que tiene que tener un objeto para pertenecer al grupo, mien- algoritmo apenas ha cambiado, han sido provistos, sin ernbztr-
tras que lo que hace grupo al grupo, sistema al sistema, o las go, de aclaraciones distintas. La anterior barra de contcnicl<l
relaciones que tienen los miembros entre sí es completamente reaparece como la horizontal. Étta. son consecuenci:rs cle l¿r
indiferente para el número cardinal. evolución de mis concepciones lógicas. Antes había distinqui-
La razón de que la realización de este proyecto haya tar- do, en 1o que por Su forma externa eS una oración añrtnitt.ivir,
dado tanto después de su anuncio radica en parte en trans- d<¡s cosas: 1) el recon<¡cimiento de su verdad, 2) el contctricl<;
fbrmaciones internas de la conceptografía que me obligaron a que se reconoce como verdadero. Al contenido lo ll¿rrnaba yo
desechar el manuscrito que estaba ya casi terminado. Explicaré contenido juzgable. A éste ahora lo he analizado en l«¡ que lla-
aquí brevemente est<¡s cambios. Los signos primitivos emplea- mo pensamiento y valor veritativo. Esto eS una Consecuencia
dos en mi Conceptografía aparecen aquí de nuevo con una sola
3 Naturalmente, también puedo decir: el sentido del signo que está a la de-
excepciíln. En lugar de los tres trazos paralelos he empleado
recha es distinto del sentido del signo que está a la izquierda; pero la ref'eren-
2 Cornphrese con la Introducci(rn y los §§ 90 y 91 cle mis Fundamentos tle la cia es la ntisrna. Véase mi ensayo "sobre sentido y referencia" lsupra, pp. 249
nritmética. y ss.l.
{
498 LAS LE,YES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTIcI
PROLOCO 499

de la distinción entre sentido y referencia de un signo. En este


caso, el sentido de la oración es el pensamiento y su referencia
lograrlas, tuve que superar primero algo parecirl«r. l)rrt:s hc lle-
cl valor r-eritativo. .\ cllo sc añadc cl rccon<¡cimiento dc quc gado a esas expresiones no al azar o por ansias <lc n«rvt:rl:rd,
su valor veritativo es 1o verdadero. Pues distingo dos valores sino obligado por el asunto mismo.
veritativos: lo verdadero y lo falso. L,sto lo he justificado deta- Con esto llego al segundo motivo del retraso: el <krs:rlit.nt«¡
lladamente en mi ensayo antes citado sobre sentido y referen- que a veces me sobrevenía ante el frío recibimient<1, o rrrr:jor
cia. Aquí diré sólo que únicamente de este modo :e puede dar dicho, ante la falta de recibimiento a mis obras antcs rnt.rrr:i«r-
cuenta correctamente del estilo indirecto. En efecto, el pensa- nadas por parte de los matemáticosa y la malevolcn«'ilr rlt' llts
miento, que en los demás casos es el sentido de la oración, pasa corrientes científicas contra las cuales mi libro tendrti «¡rrc ltr-
a ser, en el estilo indirecto, su referencia. Hasta qué punto con char. Ya la primera impresión tiene que producir cs¡nrrto: sis-
la introducción de valores veritativos todo se hace más simple nos desconocidos, páginas enteras de fórmulas extravau¿rrrtt's.
y riguroso, sólo se podrá ver mediante un estudio detenido de
De ahí que durante algún tiempo me haya dedicad<) a ()tnrs
estc libro. Estas ventajas solas inclinan yalabalanza a favor de
cuestiones. Pero a la larga, no podía dejar encerra(krs r.n r.l
mi concepción, que naturalmente puede parecer a primera vis- escritorio los resultados de mi pensamiento que mc ¡nrt.«'íarr
valiosos, y el esfuerzo empleado exigía siempre nuev()s t:slirr.r-
ta extraña. También he caracterizado más claramente que en
zos para que el trabajo no fuera en vano. Por eso no me lillr':rlr:r
mi conceptografía la esencia de la función, diferenciándola del
objeto. De ello resulta además la distinción entre las funciones del asunto. En un caso como éste, en que el valor clcl lil»'«r
de primero y segundo nivel. Tal como lo he expuesto en mi no puede determinarse mediante una lectura rápida la <:r'ít ir':r
confbrencia sobre "Función y concepto",* los conceptos y las debería venir en auxilio. Pero, en general, la crítica se l)irsa
relaciones son funciones en el sentido ampliado por mí de esta
muy mal. Un crítico nunca podrá esperar ser compens¿rcl«r t.n
palabra, y de ahí que debamos distinguir también concepros dinero por el esfuerzo que representa un estudio profünd<> clc:
este libro. Só1o me queda esperar que alguien confíe tant() (l('
de primero y segundo nivel, relaciones del mismo nivel y de
antemano en el tema que espere que Ia ganancia interior se¿t un
distinto nivel.
premio suficiente, y que transmita luego al público el resultad<r
Como se ve, no han transcurrido en vano los años desde la
de su examen concienzudo. No se trata de que amí sólo pueda
publicación de mi Conceptografía y de mis Fundamentos: ltanhe-
satisfacerme un comentario elogioso. iAl contrario!: siempre
cho madurar la obra. Pero precisamente esto, que yo considero
preferiré un ataque apoyado en un conocimiento profundo a
como progreso esencial, no puedo ocultarme que también re-
un elogio que sólo diga generalidades, sin tocar el núcleo de la
presenta un gran obstáculo en el camino de la difusión y de
cuestión. Al lector que se adentre en el libro con esos propósi-
la influencia de mi libro. Y aquello que constituye una parte
tos, quisiera facilitarle aquí el trabajo con algunas advertencias.
no menor de su valor, a saber, el rigor de las cadenas deducti
Ante todo, para obtener una idea aproximada de cómo ex-
vas, me temo que no despertará mucho agradecimiento. Me he
preso pensamientos con mis signos, será útil examinar deteni
alejado aún más de las concepciones usuales, imprimiendo con
damente en la tabla de los teoremas más importantes algunos
e11<¡ cierto carácter paradójico a mis ideas. Es fácil tropezar aquí
de los más sencillos, a los que va pareja su traducción. Enton-
o allá, al hojear el libro rápidamente, con alguna expresión que
ces también se podrá adivinar lo que afirman otros teoremas
parezca extraña y qLre provoque un prejuicio desfavorable. Yo
mismo puedo comprender en cierta medida esta oposición con 4 En vano
se buscarán mis Fundamentos d¿ la aritmética en el Jahrbuch über
la que se encontrarán mis innovaciones, ya que yo mismo, para die Fortschritte der Mathematik lAnuario de los progresos de la matemátical. Otros
investigadores en el mismo campo, los señores Dedekind, Otto Stolz, von
*Véase supra, pp. Helmholtz, parecen desconocer mis obras. Tampoco las menciona Kronecker
225-248.
en su ensayo sobre el concepto de número.
I-r00 LAS LEyES FUNDAMENTALES DE LA ARrrt\tÉrtca { PRÓLOGO 501

semejantes a los que no sigue una traducción. A continuación, los signos. iOjalá tensa la suerte de tener un lector o un crítico
se puede empezar con la introclucción y atacar la presentación semejante! Pues una reseña basada en una ojeada superficial
de la conceptografía. Con todo, aconsejo que primero se trabe tácilmente sería más perjudicial que beneficiosa.
con ella un conocimiento fugaz tan sólo y no detenerse de- Por lo demás, las perspectivas de mi libro son, por supuesto,
masiado ante dudas particulares. Hubo que recoger algunas escasas. En todo caso hay que descontar a todos los matemá-
consideraciones para poder rebatir todas las objeciones, pero ticos que al chocar con expresiones lógicas, como "concepto",
son inesenciales para la comprensión de lcls enunciados con- "relación", 'Juicio", piensan: methaphysica sun| non leguntur! y
ceptográficos. Entre estas consideraciones cuento la segunda asimismo a los filósofos que a la vista de una fórmula excla-
parte del § 8, que en la p. 12 empieza con las palabras "Si de- man: mathematica sunt, non leguntur!, y serán muy pocos los que
finimos ahora.. . "; además la segunda parte del § 9, que en la no quepan en una de estas categorías. Quizás no es grande el
p. 15 empieza con las palabr-as "Cuando digo en generzl. . .", número de los matemáticos que se interesan por la fundamen-
y finalmente todo el § 10. En una primera lectura, estos pa- tación de su ciencia, e incluso éstos parecen tener frecuente-
sajes pueden ser pzrsados totalmente por alto. Lo mismo vale mente mucha prisa para dejar pronto tras de sí las bases ini
para los §§ 26 y 28 hasta 32. En cambio, quisiera hacer notar ciales. Y apenas me atrevo a esperar que convenzan a muchos
que son especialmente importantes para la comprensión la pri- de ellos mis razones para el penoso rigor y para la extensión
mera parte del § B, así como los §§ L2 y 13. Una lectura más que a é1 va ligada. La costumbre tiene un gran poder sobre
detenida puede empezar con el § 34 y llegar hasta el final. Sólo los sentimientos. Si puedo comparar la aritmética con un árbol
ocasionalmente deberá uno retroceder fugazmente a los §§ lei que por arriba se despliega en una multiplicidad de métodos
dos. Esto vendrá facilitado por el índice cle términos del final y teoremas, mientras que sus raíces penetran en la profundi-
y por el índice de materias. Las deducciones de los §§ 49 has- dad, entonces me parece que el crecimiento de las raíces, en
ta 52 pueden servir como preparación para la comprensión Alernania por 1o menos, es débil. Incluso en una obra que se
de las pruebas mismas. Todos los mod<¡s de inferencia y de podría contar como una que va en esta dirección, el Algebra
deducción y casi todas las aplicaciones de nuestras leyes fun- der Logik del señor E. Schróder, el crecimiento hacia la copa se
damentales aparecen ya en este punto. Después de que se haya impone pronto; antes de que se haya alcanzado mayor profun-
llegado hasta el final procediendo de este modo, podrá leerse didad, efectúa un giro hacia arriba y logra un florecimiento de
la presentación de la conceptografía una vez más en su con- métodos y teoremas.
texto y de manera completa, teniendo en cuenta entonces que También es desfavorable para mi libro la inclinación tan di-
las estipulaciones que luego no se utilizan, y que por ello pa- fundida a admitir como existente sólo lo sensible. Lo que no
recen innecesarias, sirven para el cumplimiento del principio puede ser percibido con los sentidos, se pretencle nesar o pa-
fundamental de que todos los signos formados correctamente sar por alto. Ahora bien, los objetos de la aritrnét.ica, los núme-
deben referirse a algo, principio que es esencial para conse- ros, son de naturaleza no sensible. iCómo se l¿rs irrregla uno
guir un rigor absoluto. De esta manera creo que desaparecerá entonces? iMuy fácil! Se toman los signos nutnéric<ts por los
paulatinamente Ia desconftanza que mis innovaciones puedan números. En los signos se tiene algo visible, y esto es lo princi-
despertar de momento. El lector verá que mis principios nunca pal, a fin de cuentas. Claro que los signos tienen propiedades
llevan a consecuencias que él mismo no tenga que reconocer totalmente distintas de las de los númer«rs; ipero qué importa?
como verdaderas. Quizás también tendrá que admitir entonces Se inventan para ellos las propiedades deseadas mediante su-
que había sobrevalorado antes el esfuerzo necesario, que mi puestas definiciones. Ciertamente es un enisnra cómo puede
proceder sin saltos en realidad facilita la comprensión, una vez tener lugar una definición cuando se prescinde de cualquier
se han superado los obstáculos que radican en la novedad de conexión entre signo y designado. Se funden signo y designado
{
502 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCI PRÓLOGO 503

haciéndolos lo más indistinguibles posible; y según sea necesa- del concepto no son sus propiedades. El concepto cuadrado no
rio, entonces, se afirma la existencia señalando la tangibilidad es un rectángulo; sólo los objetos que caen bujo este concepto
cle los signos'-' o se destacan las verdaderas propiedades de los son rectángulos, del mismo modo en que el concepto pano ne'
números. A veces parece que se consideran los signos numéri- gro no es negro ni es un paño. Que haya objetos tales aún no
cos como figuras de ajedrez y las llamadas definiciones como lo sabemos directamente a través de la definición. Suponga-
reglas de juego. El signo, entonces, no designa nad.a sino que mos ahora que se quiere definir el número cero, por ejemplo,
es la cosa misma. Claro que con ello se pasa por alto un detalle, diciendo: es algo que sumado a uno da uno. Con ello se ha
*92
a saber, que con + 42 :52" expresamos un pensamiento, definido un concepto, al indicar la propiedad que ha de tener
mientras que una posición de figuras de ajedrez no dice nada. un objeto para caer bajo el concepto. Pero esta propiedad no
Cuando uno se contenta con tales superficialidades, natural- es propiedad del concepto definido. Por 1o que parece, la gente
mente no queda sitio para una comprensión más profuncla. se figura a menudo que, mediante la definición, se ha creado
Es irnportante aquí tener una idea clara de lo que es de- algo que, sumado a uno, da uno. iGrave error! Ni el concepto
finir y de lo que se puede conseguir mediante definiciones. deñnido tiene esta propiedad, ni la defrnici<'»l szrrantizzt que
Con frecuencia parece que se le atribuye una fuerza creadora, el concepto no sea vacío. Para afirm¿rr cs(o cs Jrrcciso printero
mientras que en realidad no ocurre otra cosa sino que se hace hacer una investigación. Sólo urla vez se h:r pr«rbitclo clue hay
resaltar algo delimitándolo y se le asigna un nombre. Así como un objeto y sólo uno con la pr«rpiedacl rcquericlrr, se está en
el geógrafo no crea ningún mar cuando traza fronteras y dice: situación de poner a ese objeto el nombre propio cle "cer()".
a la porción de superficie oceánica limitada por estas líneas la Crear el cero es, pues, imposible. Repetidas veces he expuesto
llamaré Mar Amarillo, así tampoco el matemático puede crear ya esta opinión, pero, por 1o visto, sin éxito.6
nada propiamente mediante sus definiciones. No se puede atri- Tampoco por parte de la lógica dominante puede espel-arse
buir a una cosa mágicamente, por una mera definición, una comprensión de la distinción que hago entre la característica
propiedad que no tenga ya antes, a no ser la de llamarse con de trn concepto y la propiedad de un objeto,T pues la lógica
el nombre que se le asigna. Pero que una figura en forma de actual parece estar completamente infectada de psicología. Si
huevo, que se crea sobre el papel con tinta, haya de recibir en vez de las cosas mismas se consideran sólo sus imágenes
mediante una definición la propiedad de quc sumada a uno dé subjetivas, las representaciones, se pierden naturalmente todas
uno, esto sólo puedo considerarlo una superstición científica. las diferencias reales más finas y aparecen, en cambio, otras
Del mismo modo se podría crear, por una mera definición, que para la lógica carecen totalmente de valor. Y con esto paso
un estudiante aplicado a partir de uno perezoso. La confusión ahablar de lo que obstaculiza el influjo de mi libro sobre los
nace aquí fácilmente por la falta de distinción entre concep- lógicos. Se trata de la perniciosa injerencia de la psicología en
to y objeto. Si se dice: "Un cuadrado es un rectángulo en el la lógica.Para el tratamiento de esta ciencia es decisivo cómo
que los lados que se tocan son iguales", se define el concepto se conciben las leyes lógicas, y esto a su vez depende de cómo
cuadrado, al indicar las propiedades que algo debe tener para se entienda la palabra "verdadero". Que las leyes lógicas tienen
caer bajo este concepto. A estas propiedades las llamo caracte- que ser pautas del pensamiento para alcanzar la verdad es algo
rísticas del concepto. Pero obsérvese que estas características reconocido ciertamente por todo el mundo; sólo que esto se
olvida demasiado fácilmente. Es funesto aquí el doble sentido
5 Véase E. Heine: "Die Elemente der Functionslehre" ["Los elementos de
la teoría de funciones"l, en la revista Crelle, no. 74, p. 773: "Respecto de la 6
Se ruega a los matemáticos a quienes no les guste extraviarse por los
definición me coloco en el punto de vista pLlramente formal, al denominar caminos de la hlosofía, que interrumpan aquí la lectura del Prólogo.
números a ciertos signos perceptibles, de modo que no se cuestiona la exis- 7
En la Logik del señor B. Erdmann no encuentro ni rastro de esta impor-
tencia de estos números". tante distinción.
-{
504 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉ,ucT PRÓLOGO 505

de la palabra "Ly". En un sentido dice lo que es, en el otro emisores del.juicio. En definitiva, pues, se reduce la verdad al
prescribe lo que debe ser. Solamente en este último sentido consenso de los que juzgan. A esto sólo puedo replicar: ser
pueden ser llamadas las leyes lógicas leyes del pensamiento, al verdad es algo clistinto de ser tenido por verdadero, ya sea por
fijar el modo como debemos pensar. Toda ley que establezca parte de un individuo, o de muchos, o de todos, y 1o prime-
lo que es, puede concebirse también como una prescripción, ro no puede reducirse a lo segundo en ningún caso. No hay
pues se tiene que pensar de acuerdo con ella, y en este sentido contradicción en que sea verdadero algo que todos tienen por
es por tanto una ley del pensamiento. Esto vale para las leyes falso. Por leyes lógicas no entiendo las leyes psicológicas de la
geométricas y físicas no menos que para las lógicas. Éstas mere- aceptación como verdadero, sino las leyes del ser verdad. Si es
cen con mayor derecho el nombre de "leyes del pensamiento" verdad que yo escribo esto en mi habitación el 13 dejulio de
sólo si con ello queremos decir que son las más generales, que 1893, mientras fuera brama el viento, seguirá siendo verdad,
siempre que se piensa prescriben cómo hay que pensar. Pero aun cuando todos los seres humanos lo consideren luego falso.
la expresión "ley del pensamiento" induce a la opinión errónea Y como el ser verdad es independiente de que alguien lo reco-
de que estas leyes gobiernan el pensamiento del mismo modo rrozca Como tal, resulta que las leyes del ser verdadero no son
que las leyes naturales los sucesos del mundo exterior. En tal leyes psicológicas, sino mojones clavados en un suelo eterno,
caso no pueden ser otra cosa que leyes psicológicas, pues el que ciertamente pueden ser pasados por alto por nuestro pen-
pensamiento es un proceso mental. Y si la lógica tuviera que samiento, pero nunca removidos. Y puesto que son leyes del
ver algo con estas leyes psicológicas, entonces sería una parte ser verdadero, son determinantes para nuestro pensamiento si
de la psicología. Y así es concebida de hecho. Estas leyes del éste qtriere alcanzar la verdad. Estas leyes no están con nuestro
pensamiento se consideran entonces como pautas en el sentido pensamiento en la misma relación que las leyes gramaticales
de que indican un promedio, del mismo modo que puede de- con el lenguaje, de modo que fueran expresión de la naturaleza
cirse cómo ocurre la digestión sana en el ser humano, o cómo de nuestro pensamiento humano y cambiasen con é1. Comple-
se habla de manera gramaticalmente correcta, o cómo se viste tamente distinta es, naturalmente, la concepción de las leyes
uno a la moda. En tal caso, sólo se puede decir: según estas le- lógicas del señor Erdmat r. É1 duda de su validez incondicio-
yes rige 1o que actualmente los seres humanos en promedio to- nada, eterna, y pretende limitarlas a nuestro pensamiento, tal
man por verdadero, y en la medida en que se conoce a los seres como éste es ahora (pp. 375 y ss.). "Nuestro pensamiento" sin
humanos; así, pues, si uno quiere concordar con el promedio, duda sólo puede significar el pensamiento de la humanidad co-
debe seguir esas leyes. Pero, así como 1o que hoy es moderno nocida hasta ahora. Según esto, quedaría abierta la posibilidad
dentro de cierto tiempo ya no lo será, y entre los chinos ahora de que se descubrieran hombres u otro tipo de seres que pu-
no lo es, así también sóIo con limitaciones pueden proponerse dieran emitirjuicios contradictorios con nuestras leyes lógicas.
las leyes lógicas como determinantes. iEsto ciertamente sería iY qué si esto ocurriera realmente? El señor Erdmann diría:
así si en la lógica se tratase de 1o que se toma por verdadero vemos, pues, que esos principios no valen universalmente. iSin
y no de 1o que es verdadero! Y esto es lo que confunden los duda! Si han de ser leyes psicológicas, su expresión verbal ha
lógicos psicologistas. Así, por ejemplo, el señor B. Erdmann de dar a conocer la especie de seres cuyo pensamiento está em-
equipara en el primer volumen de su Lógica,8 pp. 272-275, píricamente gobernado por ellas. Yo diría: existen seres, pues,
la verdad con la validez general y fundamenta ésta en la cer- que no Corlocen ciertas verdades directamente como nosotros,
tidumbre general sobre el objeto acerca del cual se juzga, y sino que quizás están obligados a marchar por el largo camino
esta certidumbre a su vez se basa en el acuerdo general de los de la inducción. iPero qué ocurriría si también se encontra-
sen seres cuyas leyes de pensamiento contradliesen totalmente
I Logik, Halle a.S., Max Niemeyer, 1892
las nuestras y que, por tanto, su aplicación condujese también
{
506 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuce PRÓLOGO 507

a resultados opuestos? El lógico psicologista no podría hacer circunstancias externas, estamos obligados a emitir juicios, y
más que admitir esto y decir: para estos seres valen esas leyes, cuand.<¡ emitim<¡s juicios no podemos prescindir de esta ley
para nosotros éstas. Yo diría: estos seres padecen un tipo de -la dc identidad, por cjcrriplo-; tencttx)s quc lecolloccrla si
locura hasta ahora desconocido. Quien por leyes lógicas en- no queremos hacer caer nuestro pensamiento en confusión y
tienda aquellas que prescriben cómo hay que pensar, o leyes renunciar, en definitiva, a cualquier juicio. Ir{«r voy a discutir
del ser verdadero, no leyes naturales de la aceptación humana, ni a apoyar esta opinión; sólo quiero observ¿rr que aquí no te-
ése preguntará: iQuién tiene razón? iQué leyes de la acepta- nemos ninguna conclusión lógica. No se da una razón del ser
ción de a.lgo como verdadero están en concordancia con las verdad, sino de nuestro tomar por verdadero. Y además: esta
leyes del ser verdad? Et lógico psicologisra no puede hacer estas imposibilidad que tenemos de prescindir cle lir ley no nos im-
preguntas, pues con ellas admitiría leyes del ser verdadero que pide suponer seres que prescindan de ella; per'() sí nos impide
no serían psicológicas. iFlay peor manera de falsear el sentido suponer que estos seres tienen razón en hacer-lo; tarnbién nos
de la palabra "verdadero" que cuando en él se pretende incluir impide dudar de si larazón la tenemos nosotros () ellos. Por lo
una relación con el emisor deljuicio? Que rro t" me objete que menos esto vale para mí. Si otros se atreven a adrnit ir un¿r l"y y
la oración "yo estoy hambriento" puede ser verdadera para uno de golpe dudar de ella, esto me parece como si f-uesc¡ trn inl.ento
y falsa para otro. La oración lo puede ser, ciertamente, pero no de salirse de la propia piel, del cual no puedo más quc ¡rrc:vr:nir
el pensamiento; pues la palabru "yo" se refiere en la boca del vehementemente. Quien haya reconocido una vez un¿r lcy dcl
otro a otra persona, y por eso la oración emitida por el otro ser verdad, habrá reconocido con ello una ley que prcs<.r-ibc
expresa otro pensamiento. Todas las determinaciones de lugar, córno hay que juzgar, donde sea, cuando sea y por quien se:r.
de tiempo, etc., pertenecen al pensamiento de cuya verdad se Echando una mirada de conjunto, me parece que lo quc or-i-
trata; el ser verdad en sí mismo es no espacial y atemporal. gina la polémica es la distinta concepción de lo verdadero. P¿rra
icómo interpretar realmente el principio de identidad? iAsí mí lo verdadero es algo objetivo, independiente del emisor cle
quizás: "En el año 1893 es imposible a los hombres admitir que juicios, mientras que para los lógicos psicologistas no lo es.
un objeto es distinto de sí mismo", o bien así: "Todo objeto es Lo que el señor B. Erdmann llama'ocerteza objetiva" es sírl«¡
idéntico consigo mismo"? La primera ley trata de seres huma- el reconocimiento general por parte de los emisores de juicios,
nos y contiene una determinación temporal; en la segunda no que, por 1o tanto, no es independiente de éstos, sino que puecle
se habla ni de seres humanos ni de tiempo. Ésta es una ley del cambiar con su naturaleza mental.
ser verdad, aquélla una ley del tomar como verdadero los seres Podemos concebir Ia diferencia con mayor generalidad aún:
humanos. El contenido de una y otra es completamente distin- yo admito un dominio de 1o objetivo no real, mientras que los
to, y son independientes entre sí, de modo que ninguna de las lógicos psicologistas consideran 1o no real como subjetivo sin
dos puede ser inferida de la otra. Por ello da lugar a confusión más. Y, no obstante, no se ve claro por qué 1o que tiene una
designar a ambas con el mismo nombre de principio de iden- existencia independiente del emisor dejuicios debe ser real, es
tidad. Tales confusiones de cosas radicalmente diferentes son ctecir, debe poder actuar directa o indirectamente sobre los sen-
las responsables de la terrible falta de claridad que hallamos tidos. No se puede descubrir tal conexión entre los conceptos.
en los lógicos psicologistas. Incluso pueden señalarse ejemplos que muestran lo contrario.
Ahora bien, la pregunta de por qué y con qué justificación El número uno, por ejemplo, no es fácil considerarlo como
admitimos como verdadera una ley lógica sólo puede ser con- real, a menos que sea seguidor de J.S. Mill. Por otra parte es
testada por la lógica reduciéndola a otras leyes lógicas. Cuan- imposible asignar a cada persona su propio uno, pues primero
do esto no es posible, la pregunta seguirá en pie. Saliéndonos habría que investigar hasta qué punto coinciden las propieda-
de la lógica podemos decir: por nuestra naturaleza y por las des de estos unos. Y si alguien dijera 'ouno por uno es uno"
{
508 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCA PRÓLOGO 509

y otro dijera "Llno por uno es dos", sólo se podría constatar la Pues, iqué es real sino un predicado? iY qué son los predica-
diferencia y decir: tu uno tiene esta propiedad, el mío esta otra. dos lógicos sino representaciones? Así desemboca todo en el
No terrch ía rringún scnticlc¡ utra cliscusi(rtt acet'ca de quiérr tietre iclealisnro y, sierrtlo ruás corrsecuentes, en el solipsisnro. Si cada
larazón ni un intento de enseñaÍtza, ptres para ello haríafalta uno designase con la palabra'ol-una" algo distinto, a saber, una
un objeto común. Evidentemente, esto es totalmente contrario de sus representaciones, del mismo modo como con la excla-
al sentido de la palabra oolu-lo" y al sentido de la proposición rnación "iay!" expresa su dolor, entonces estaría justificado el
"uno por uno es uno". Dado que el uno, en cuanto que es el modo de consideración psicologista; pero una discusión sobre
mismo para todos, se presenta a todos del mismo modo, es tan las propiedades de la Luna carecería de objeto: uno podría muy
imposible investigarlo por medio de la observación psicológica bien afirmar de su Luna 1o contrario de 1o que otro diría, con
como la L,una. Si bien hay representaciones del uno en las men- la misma razón, de la suya. Si no pudiéramos concebir más que
tes individuales, éstas deben ser distinguidas del uno, al igual lo que está en nosotros mismos, sería imposible una lucha de
que las representaciones de la Luna deben ser distinguidas de opiniones, una comprensión mutua, porque fáltaría el terren<r
la Luna misma. Como los lógicos psicologistas ignoran la po- común, y éste no puede ser ninguna representación en el sen-
sibiliclad cle lo no real objetivo, consideran que los conceptos tido de la psicología. No habría nada parecido a la lógica que
son representaciones, con 1o cual asignzrn su estudio a la psico- estuviera encargado de arbitrar en la lucha de opiniones.
logía. Pero la verdadera situación pesa demasiado como para Pero para no dar la impresión de que estoy luchando contra
que estn sea fácil de realizar. Y así se lleea a una oscilación en molinos de viento, voy a mostrar en un libro determinado el
el uso de la palabra "representación": unas veces parece refe- hundimiento insoslayable en el idealismo. Escojo para ello la
rirse a algo que pertenece a la vida mental del individuo y se antes mencionada LogiÁ del señor B. Erdmann como una de
fusiona con otras representaciones, se asocia con ellas, según las obras más recientes de la orientación psicologista, a la que
leyes psicológicas, y otras veces parece referirse a algo que se nadie querrá negar cierta irnportancia. Consideremos primero
present-a a todos del mismo modo, sin que se nombre o tan el siguiente enunciado (I, p. 85):
siquiera se presuponga un suieto de representacitin. Estos dos Así, pues, la psicología enseña con certeza que los objetos del
usos son inconciliables, pues aquellas asociaciones o fusiones recuerdo y de la imaginación son, al igual que los de la represen-
ocurren sólo en el sqjeto de representaci<in y ocurren sólo en tación alucinatoria e ilusoria patológica, de naturaleza ideal. . .
un estado que es tan absolutamente privado a este sujeto de Ideal es t.ambién todo el dorninio de las representaciones pro-
representación como su alegría o su dolor. No hay que olvidar piamente rnaternáticas, clesde la serie de los números hasta los
nunca que las representaciones de personas distintas, por muy objetos de la Mecánica.
parecidas que puedan ser, lo cual, por otra parte, nosotros no
podemos comprobar exactamente, no coinciden en una sola, ¡Q"é comparación! iAsí, pues, el número diez debe estar al
sino que deben ser diferenciadas. Cada uno tiene sus represen- rnismo nivel que las alucinaciones! Aquí se confunde evidente-
taciones, que no son a la vez las de otro. Naturalmente, aquí mente 1o no real objetivo con lo subjetivo. Hay c()sas objetivas
entiendo "representación" en el sentido psicológico. El vacilan- que son reales, y otras no. Real es sólo uno de tantos predi
te uso de esta palabra provoca confusión y ayuda a los lógicos cados, y a la lógica no le interesa más éste que el predicado
psicologistas a ocultar su debilidad. iCuándo se pondrá fin de algebraico aplicado a una curva. Naturalmente, a causa de esta
una vez a esto! De este modo todo es arrastrado en definitiva confusión, el señor Erdmann se pierde en la metafísica, por
al dominio de la psicología; va desapareciendo cada vez más mucho que trate de mantenerse libre de ella. Considero que
la frontera entre lo objetivo y 1o subjetivo, e incluso objetos es síntoma seguro de error el que la lógica necesite de la me-
reales son tratados psicológicamente como representaciones. tafísica y la psicología, ciencias estas mismas que precisan de
_{
510 LAS LEyES FUNDAMENTALES DFt LA ARIlMÉrtc,q, PRÓLOGO 511

principios lógicos. iCuál es, entonces, la genuina base origina- La palabra "representación" generaltnente se toma en senti-
ria sobre la que todo descansa? ¿O es como en el cuento de do psicológico; que éste es también el uso que le cla el señor
Münchhausen, que él rrrisrnc¡ se sacaba dei parrtarro t-ir'átrclose Lrdmann, lo vemos por los pasajes:
de los pelos? Dudo mucho de esta posibilidad y sospecho que el "Conciencia, por consiguiente, es el género de sentir, I'epre-
señor Erdmann se quedará hundido en su pantano psicológico- sentar, querer" (p. 35),y
metafísico. "El representar se compone de las representaciones... y de
No existe una verdadera objetividad para el señor Erdmann, los trascursos de representación" (p. 36).
pues todo es representación. Nos convenceremos de ello si se- Por ello no deberíamos extrañarnos de que un objeto surja
guimos sus propias afirmaciones. En la página 187 del primer por vía psicológica:
volumen, leemos:
En la medida en que una masa de percepciones. . . presenta algo
En cuanto que es una relación entre cosas representadas, eljuicio análogo a estímulos anteriores y a las excitaciones emitidas por
presupone dos puntos relacionales, entre los que tiene lugar la re- ellos, reproduce los residuos de la memoria que procedían de lo
lación. En cuanto que es una predicación sobre 1o representado, análogo en los estímulos anteriores y se funde con ellos para for-
exige que uno de estos puntos relacionales se defina como el obje- mar el objeto de la representación apercibida. (I, p. 42)
to del que se predica algo, el sujeto.. ., el segundo como el objeto
que se predica, el predicado... En la página 43, se muestra, por ejemplo, cómo se crea por
vía puramente psicológica, sin plancha ni tinta ni prensa ni pa-
Vemos aquí ante todo que tanto el sujeto, del que se predica pel, un grabado de acero de la Madonna Sixtina de Rafael.
also, como el predicado, son calificados de objeto o represen- Después de esto, nadie puede dudar de que el objeto, del que
tado. En vez de "el objeto", podría haber dicho también "lo se predica algo, ha de ser, según la opinión del señor Erdmann,
representado"; en efecto, leemos (I, p. 8l): "Pues los objetos el sujeto de una representación en el sentido psicológico, lo
son 1o representado." Pero, a la inversa, también todo 1o repre- mismo que el predicado, el objeto que se predica. Si esto fuera
sentado debe ser objeto. En la página 38 se dice: cierto, de ningún sujeto podría predicarse con verdad que es
verde; pues no hay representaciones verdes. Tampoco podría
Por su origen, lo representado se divide, por una parte, en obje- predicar de ningún sujeto que es independiente del ser repre-
tos de la percepción sensorial y de la conciencia de sí mismo, y sentado o de mí, el sujeto de representación, como tampoco
por otra, en primitivo y derivado. mis decisiones son independientes de mi voluntad ni de mí,
el sujeto de voluntad, sino que serían aniquiladas conmigo si
Lo que nace de la percepción sensorial y de la conciencia yo fuera aniquilado. Para el señor Erdmann no hay, pues, una
de sí mismo es, sin duda, de naturaleza mental. Los objetos, auténtica objetividad, como también se desprende del hecho
1o representado y con ello también sujeto y predicado son atri- de que pone 1o representado o la representación en general, el
buidos a la psicología. Esto viene confirmado por el siguiente objeto en el sentido más general de la palabra, como género
pasaje (I, pp. 147 y 148): sumo (yevrxóto(rov, genus surnmurn) (p. M7). Es, por tanto, un
idealista. Si los idealistas pensasen consecuentemente, no con-
Es lo representado o la representación sin más. Pues ambos son siderarían la oración "Carlomagno conquistó a los sajones" ni
una y la misma cosa: lo representado es representación, la repre- verdadera ni falsa, sino como ficción, tal como estamos acos-
sentación es lo representado. tumbrados a concebir, por ejemplo, la oración "Neso llevó a
Deyanira al otro lado del río Eveno", pues también la oración
5 I2 I,AS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉucn PRÓLOGO 513

"Neso llevó a Deyanira al otro lado del río Eveno" podría ser
nexión y modificación de representaciones, no se comprende
verdadera sólo si el nombre "Neso" tuviera un portador. Cier- cómo puede alcanzarse nunca algo obietivo. Una indicación de
Larrlerrte rr«r sería lácil aiejar de este pLlnto de vista a los idea- este vano forcejeo es ya el uso de las palabr-as "representado" y
listas. Pero no tenemos que tolerar que falseen el sentid.o de la "objeto", que a primera vist.a parecen querer designar algo ob-
oración como si yo quisiera predicar algo acerca d.e mi repre- jetivo en contraposición con la representación, pero sólo apa-
sentación cuando hablo de Carlomagno; yo quiero designar a rentemente; pues está claro que se refieren a lo mismo. iPara
un hombre independiente de mí y de mi representación y afir- qué, pues, esta profusión de expresiones? N<¡ es clifícil adivi
mar also sobre é1. Se puede conceder a los idealistas que la narlo. I.,lótese también que se habla cle un objeto de represen-
consecución de este propósito no es totalmente segura, que tación, si bien el objeto mismo ha de ser una representación.
quizás, sin quererlo, me salgo de la verdad para caer en la fic- Éste sería, pues, una representación de una representación. iA
ción. Pero con ello no se puede cambiar nacla del sentido. clon qué relación entre representaciones nos referimos? Por oscuro
la oraci<in "esta brizna de hierba es verde" no expreso nada so- que esto sea, también es comprensible, sin embargo, cómo el
bre mi representación; con las palabras 'oesta briznade hierba" conflicto de la naturaleza del telna con el idealismo puede ori-
no desisno ninguna de mis representaciones, y, si así lo hiciera, ginar semejante embrollo. Por todas partes velnos aquí cómo se
la oración sería falsa. Aquí aparece un segundo falseamiento, a confunden el objeto del que rne hago una representación con
saber, que mi representación de lo verde se predique de mi re- esa representación, volviendo a aparecer luego la distinción.
presentación de esta brizna de hierba. Repito: en esta oración Este conflicto lo detectamos también en lo siguiente:
no se trata en absoluto de mis representaciones; se le daría un
sentido totalmente distinto. Dicho sea de pasad.a, no entien- Pues una representación cuyo objeto es general no por ello es, en
do en absoluto cómo una representación pued.e predicarse de cuanto tal, en cuanto proceso consciente, Qeneral, como tampoco
also. Asimismo sería un falseamiento si se quisiera clecir que, cs real una representación porque su objeto sea real, ni un objeto
en la oración "la Luna es independiente de mí y de mi acto de que sentimos como dulce.. . nos es dado mediante representacio-
representación", mi representación del ser independiente de nes que en sí mismas sean dulces (I, p. 86).
mí y de mi acto de representación se predica de mi representa-
ción de la f.una. Con ello se habría abandonado la objetividad En este pasaie se hace evidente la verdadera situación. Yo casi
en el sentido propio de la palabra y se pondría algo muy di- podría estar de acuerdo; pero observemos que, según los prin-
ferente en su lugar. Es posible, ciertamente, que al emitir un cipios erdmannianos, el objeto de una representación y el obje-
juicio pueda ocurrir tal juego cle representaciones; pero no es to que viene clado por representaciones son también represen-
éste el sentido de la oración. También puede observarse que taciones, de modo que toda diferenciación es en vano. Ruego
en la misma oración, y con el rnismo sentido de la oración, el que se retengan en la mernoria las palabras "en cltanttl", que
juego de representaciones puede ser totalmente distinto. y esta aparecen sirnilarmente en el siguiente pasaje, también en la
manifbstación secundaria, indiferente para la lógica, es lo que página 83:
nuestros lógicos toman por objeto propio de su investigación.
Q.ré comprensible es que Ia naturaleza del terna nos advierta Cuando se predica de un objeto la realidad, el sujeto material de
de un hundimiento en el idealismo, y que el señor Erdmann no este juicio no es el objeto o lo representado en cuanto tal, sino
esté dispuesto a admitir que para él no hay auténrica objetivi- más bien lo trascendente, que se presupone como fundamento ón-
dad; pero iqualmente comprensible es lo vano de su esfuerzo. tico de lo representado, que se manifiesta en lo representado. Lo
trascendente no debe Suponerse en tal Caso que es lo incognosci-
Pues si todos los sujetos y todos los predicad.«¡s son represen-
ble. . . , Sino que Su trascendencia ha de consistir solameute en Su
taciones, y si todo pensamiento no es sino la producción, co- inclependencia del ser representado.
{
5I4 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTIca PRÓLOGO 515

iOtro vano intento de sacarse del pantano! Si tomamos esta torre y la ventanala imagen retiniana de la ventana, entonces
frase en serio, vemos que se dice que en este caso el sujeto no simplemente la torre no sería mayor que la ventana, y si tu ló-
es una representación. Pero si esto es posible, entonces no se gica te enseña algo distinto es que no sirve para nada. Este "ell
comprende por qué en el caso de otros predicados, que indi- Cuanto tal" es un invento excelente para autores confusos que
can modos especiales de efectividad o realidad, el sujeto real no quieren decir ni sí ni no. Pero yo no tolero esta vacilación
tenga que ser absolutamente una representación, oor ejemplo, entre ambos, sino que pregunto: si de un objeto se afirma la
en el juicio "la Tierra es magnética". Y con ello llegaríamos realidad, ies entonces el sujeto real del.iuicio la representación,
al resultado de que sólo en unos pocos juicios sería el suje- sí o no? Si no lo es, lo es sin duda lo trascendente, que se pre-
to real una representación. Pero una vez admitido que no es supone como fundamento del ser de esta representación. Pero
esencial ni para el sujeto ni para el predicado ser una repre- 1o trascendente es a su vez representado o representación. Así
sentación, entonces hemos quitado la base en qué apoyarse a nos vemos llevados a la suposición ulterior de que el suieto del
toda lógica psicologista. Aparecen entonces como carentes de juicio no es lo trascendente representado, sino lo trascenden-
propósito todas las consideraciones psicológicas de que están te que se presupone como fundamento del ser de lo trascen-
repletos actualmente nuestros libros de lógica. dente representado. De este modo, no acabaríamos nunca; por
Pero, ciertamente, no debemos tomar tan en serio la trascen- muy lejos que fuéramos, nunca saldríamos de lo subjetivo. Por
dencia del señor Erdmann. Basta sólo recordar su afirmación lo demás, podrían)os empezar el mismo juego con el predica-
(I, p. 148): 'Al género supremo está también subordinado el do, y no sólo con el predicado real, sino igualmente, por ejem-
límite metaftsico de nuestra representación, lo trascendente", y plo, con dulce. En este caso, primero diríamos: si de un objeto
se hundei pues este género supremo (yevrNótutov, genus sum- se predica la realidad o la dulzura, el predicado real no es la
mum) es según é1 precisamente 1o representado o la representa- realidad o dulzura representadas, sino lo trascendente, que se
ción en general. iO es que la palabra "trascendente" podría ser presupone como fundamento de lo representado. Pero con ello
empleada en otro sentido que el presente? En cualquier caso, no acabaríamos nunca, sino que tendríamos que ir siempre más
habría que pensar que 1<l trascendente debe estar subordinado atlá. iQué se puede aprender de todo esto? Qr" la lógica psico-
al género supremo. logista va a la deriva al concebir sujeto y predicado de los .iui-
Detengámonos todavía un poco en la expresión "en cuan- cios como representaciones en el sentido de la psicolouía, que
to tal". Supongamos el caso de que alguien quisiera hacerme las consideraciones psicológicas son tan inadecuadas en lírgica,
creer que todos los objetos no son otra cosa que imágenes so- como lo son en astronomía o geología. Si querem(ls salirnos de
bre la retina de mi ojo. Bien, yo todavía no respondo nada. Pero lo subjetivo, debemos concebir el conocimiento crom() una ac-
prosigue afirmando él que es mayor la torre que la ventana a tividad que no produce lo conocido, sino que as¿rrra irleo que
través de la cual yo creo ver la primera. A esto diría yo: o bien ya existe. La imagen del agarrar es muy adecuada pirr¿r explicar
no son ni la torre ni la ventana imágenes retinianas en mi ojo, la cuestión. Si yo agarro un lápiz, en mi cuerP() (xlurren ciertos
en cuyo caso puede ser la torre mayor que la ventana; o bien procesos: excitaciones nerviosas, cambi<)s cn lit tcnsión y la pre-
son la torre y la ventana, como tú dices, imágenes en mi retina; sión de los músculos, tendones y hucsos, rnodificaci«lnes en la
entonces la torre no es mayor, sino menor, que la ventana. Con circulación sanguínea. Pero el conjunto dc estos procesos no es
el "en cuanto tal" quiere escapar é1 al dilema y dice: la imagen ellápiz, ni lo produce. Éste existe independientemente de tales
retiniana de la torre en cuanto tal lto es mayor que la de la procesos. Y es esencial para el agarrar que haya algo que sea
ventana. A esto yo casi reventaría de indignación y le gritaría: agarrado; los cambios internos por sí solos no son el agarrar.
pues entc¡nces la imagen retiniana de la torre no es mayor que Así, también, lo que aprehendemos mentalmente existe inde-
la de la ventana, y si la torre fuera la imagen retiniana de la pendientemente de esta actividad, de las representaciones y de
-{
516 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE, lA ARITMÉTIcI PRÓt,OGO 517

sus cambios, que son parte de esta aprehensión o Ia acompa- greso y la transformación de las representaciones, y en el fon-
ñan; no es ni la totalidad de estos procesos, ni es producido do, las definiciones del matemático no pueden parecerle sino
por ellos comc) parte de nuestra vida mental. insensatas, porque no retlejan la esencia de la representación.
Veamos finalmente cómo a los lógicos psicologistas se les Echa un vistazo dentro de su caja psicológica y le dice al mate-
escapan diferencias reales más finas. Ya se ha mencionado la mático: No veo nada de todo esto que tú defines. Y el otro no
confusión entre caracter'ística y propiedad. Con esto está rela- puede sino responder: iNo me extraña!, porque no está donde
cionada ia diferencia subrayada por mí entre objeto y concep- tú buscas.
to, así como la que hay entre conceptos de primero y segun- Baste esto para poner en claro, por contraposición, mi punto
do nivel. Estas distincir¡nes, naturalmente, son incognoscibles de vista lógico. La distancia respecto de la lógica psicologista
para los lógicos psicologistas, pues para ellos todo es represen- lne parece tan enorme, que no hay ningún prospecto de que
tación. Por esto también carecen de r.lna concepción correcta mi libro tenga un efecto inmediato sobre ella. Me parece colno
del tipo de juicios que en castellano hacemos con "hay". Esta si el árbol plantado por mí debiera levantar un peso desco-
existencia es confundida por el señ«¡r B. Erdrnann (Logik, l, rnunal para procurarse espacio y luz. Y, con todo, no quisiera
p.311) con la realidad, que, como hemos visto, no es distin- abandonar la esperanza de que más tarde mi libro pueda con-
guida claramente de la objetividad. iDe qué cosa afirmamos tribuir a derrocar la lógica psicologista. Para ello no deberá
propiamente que es real cuando decimos que hay raíces cua- faltarle cierto reconocimiento de los matemáticos, lo cual les
dradas de cuatro? iAcaso del dos o dei -2? Pero ni uno ni forzará a enfrentarse con é1. Y creo poder esperar cierto apoyo
otro son nombrados aquí en absolut<¡. Y si yo quisiera decir de esta parte; en definitiva, los matemáticos tienen que hacer
que el número dos es actual, o que es efectivo o real, esto se- causa común contra los lógicos psicologistas. Tan pronto éstos
ría falso y totalmente distinto de lo que quiero decir con la se dignen estudiar seriamente mi libro, aunque sólo sea para
oración "lruy raíces cuadradas de cuatro". La confusión que se atacarlo, creo que habré ganado la partida. Pues toda la Par-
da aquí es casi la más grosera posible, pues no ocurre entre te II es en realidad una demostración de mis ideas lógicas.
conceptos del mismo nivel, sino que se mezcla un concepto de De antemano es improbable que una construcción semejan-
primer nivel con uno de segundo. Esto es característico de la te pudiera llevarse a cab«r sobre una base insegura, errónea.
torpeza de la lógica psicologista. Más generalmente, si se ha Cualquiera que tenga otras ideas puede intentar montar sobre
llegado a un punto de vista algo más libre, uno se asombrará ellas una construcción parecida y echará de ver, según creo,
de que tal error pueda ser cometido por un lógico profesional; que no funciona o por lo menos que no funciona tan bien. Y
pero, naturalmente, primero hay que haber comprendido la como refutación sólo podría admitir yo que alguien mostrase
diferencia entre conceptos de primero y segundo nivel, antes en la práctica que se puede construir con ideas básicas clistin-
de que se pueda medir la magnitud de este error, y de ello [a tas un edificio mejor, más sólido, o que alguien me demostrase
lógica psicologista es sin duda incapaz El gran obstáculo con que mis principios conducen a consecuencias manifiestamente
que casi siempre choca ésta es que sus representantes esperan falsas. Pero esto no lo conseguirá nadie. Ojalá que este libro
rnilasros de la profundización psicológica, cuando ésta no es contribuya, aunque sea tarde, a una renovación de la lógica.
más que una corrupción psicológica de la lógica. Y así apa-
recen nuestros gruesos libros de lógica, hinchados de dañina Jena, julio de 1893.
grasa psicológica que oculta todas las formas más finas. De
este modo se hace imposible una colaboración fructífera entre
matemátic<ts y lógicos. Mientras el matemático define objetos,
conceptos y relaciones, el lógico psicologista averigua el pro-
*{

INTRODUCCIÓN AL VOLUMEN I-

En mis Fund,amentos de la aritmétical traté de hacer verosímil la


idea de que la aritmética es una rama de la lógica y que no ne-
cesita apoyarse ni en la experiencia ni en la intuición para sus
pruebas. En este libro se tratará de confirmar esta idea derivan-
do las leyes más simples de los números cardinales por medios
únicamente lógicos. Pero, para que esto sea convincente, hay
que ser considerablemente más exigente con el desarrollo de
las pruebas de lo que es usual en la aritmética.2 }{ay que deter-
minar previamente un conjunto de modos de deducción y de
inferencia, y no hay que dar ni un paso que no siga esos modos.
Así, pues, al pasar de unjuicio a otro nuevo, no hay que quedar
satisfecho, como hacen los matemáticos casi siempre, con que
el paso aparezca como correcto, sino que hay que descompo-
nerlo en los pasos lógicos simples de que está compuesto, y
a menudo éstos no son pocos. De este modo no puede pasar
inadvertida ninguna presuposición; hay que poner al descu-
bierto cada axioma que nos sea preciso, pues justamente las
presuposiciones tácitas y hechas sin clara conciencia impiden
la comprensión de la naturaleza epistemológica de una ley.
Naturalmente, para que semejante empresa pueda tener éxi-
to, los conceptos que se necesitan tienen que ser concebidos
con rigor. Esto vale, en particular, para 1o que los matemáticos
quieren designar con la palabra "conjunto". Dedekind3 emplea
*Traducción de Carlos Ulises Moulines, publicada originalmente en Frege
1971, revisada para el presente volurnen.
I Breslau, 1884.
[Véase supra, pp. 361-a87.]
2 Véanse rnis Fundam.entos,
§90.
3 Was sind und was sollen die Zahlen?
l¿Q"é son y qué deben ser los números?f,
Braunschweig, 1888.
{
520 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE I,A ARITMÉTTCE INTRODUCCION 527

la palabra "sistema" con el mismo propósito. Pero, a pesar de bre el dlgebra de la lógica],4 da un paso más allá que Dedekind, al
los estudios sobre este punto que había presentado ya cuatro hacer notar la conexión de los sistemas de éste con los concep-
años antes en mis Fundamentos, no se encuentra en Dedekind tos, conexión que Dedekind parece haber pasado por alto. De
una clara comprensión de la esencia de la cuestión, si bien a hecho, 1o que Dedekind realmente quiere decir, cuando dice
veces se acerca al núcleo, como en el pasaje (p. 2)t que un sistema es parte de otro sistema (p. 2), es la subordina-
ción de un concepto bujo otro concepto o el caer un objeto bujo
Un sistema. S tal [. . . ] está completamente determinado si para
un concepto, dos casos diferentes, que ni él ni Schróder distin-
cada cosa está determinado si es o no elemento de S. El sistema S
es, por tanto, el mismo que el sistema T, en signos S: 7, si todo guen en absoluto, a consecuencia de un error de concepción
elemento de.5 es también elemento de T, y todo elemento de T común a ambos, pues también Schróder considera que son sus
es también elemento de S. elenrentos lo que constituye su clase. En rigor, tan ilícitas son en
la teoría de Schróder las clases vacías, como en la de Dedekind
Frente a esto, otros pasajes presentan extravíos, como, por los sistemas vacíos; pero la necesidad de elIo, que surge de la
ejemplo, el siguiente (pp. I y 2): o'Ocurre muy frecuentemente naturaleza misma de las cosas, se impone en ambos autores
que cosas diversas a, b, c . . ., concebidas por cierto motivo bAio de manera diversa. En el pasaje antes interrumpido prosigue
un punto de vista común, son reunidas en la mente, y entonces Dedekind así: "Por el contrario, al sistema vacío, que no con-
se dice que constituyen un sistema S" . Aquí, al hablar de punt<t tiene ningún elemento, 1o vamos a excluir aquí totalmente, por
de vista común, se deja ver ciertamente la verdadera situación; determinadas razones, si bien para otras investigaciones puede
pero esa concepción, esa reunión en la mente, no es ningu- ser conveniente inventarlo." Según esto, pues, un invento seme-
na característica objetiva. Pregunto: ireunidas en la mente de jante estaría permitido; sólo que, por determinadas razones,
quién? iSi se reúnen en una mente, y en otra no, constituyen se renuncia a é1. Schróder se atreve a inventar la clase vacía.
entonces un sistema? Lo que ha de ser reunido en mi mente Por 1o que parece, pues, ambos están de acuerdo con muchos
debe estar contenido, sin duda, también en mi mente. iAca- matemáticos en que se puede inventar cualquier cosa que no
so fuera de mí las cosas no constituyen sistemas? iEs el siste- exista, o incluso que sea inconcebible, pues si los elementos son
ma una configuración subjetiva en la mente individual? iEs la los que constituyen el sistema, entonces se suprime el sistema
constelación de Orión, según esto, un sistema? iY cuáles son al suprimir los elementos. Pero idónde están los límites de esta
sus elementos? il-as estrellas, las moléculas o los átomos? Es de arbitrariedad inventiva, si es que los hay?; sobre esto será difícil
notar el siguiente pasaje (p. 2)' hallar claridad y acuerdo; y, sin embargo, la corrección de una
prueba puede depender de ello. Creo haber liquidado de una
Para uniforrnar el rnodo de expresión es conveniente admitir vez por todas esta cuestión para todas las personas razonables
también el caso especial en que un sistema S consta de un único en mis Fundamentos de la aritmética (§92 y ss.) y en mi conferen-
elemento a (de uno y sólo uno); es decir, que Ia cosa ¿ es elemento cia Über formale Theorien der Arithmetih lsobre las teorías formales
de .S, pero ninguna cosa distinta de a es elemento de S. de la aritmétical.5 Schróder inventa su cero, enredándose así
en grandes dificultades.G Si bien a Schróder y a Dedekind les
Posteriormente (p. 3) esto se interpreta de modo que todo ele- falta una clara comprensión, con todo se impone la verdadera
mento s de un sistema S puede ser concebido a su vez como un a
Leipzig, 1890, p. 253.
sistema. Dado que en este caso coinciden elemento y sistema, 5lnformes de las reuniones de la Sociedad de Jena de Medicina y Ciencia
aparece aquí especialmente claro que, según Dedekind, los ele- natural, año lBB5, reunión del 17 de julio.
mentos constituyen la verdadera realidad del sistema. E. Schró- 6Véase E.G. Husserl en los Góttinger gel. Anzeigen,7897, no.7, p.272,
der, en sus Vorlesungen über die Algebra der Logik lConferencias so- quien, sin embargo, no resuelve el enredo.
-{
522 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTICE INTRODUCCIÓN 523

situación siempre que hay que especificar un sistema. Dede- hago de las comillas; con ellas distingo los casos en que ha-
kind indica las propiedades que tiene que tener una cosa para blo de los signos mismos de aquellos en los que hablo de su
pertenecer al sistema dado, es decir, define un concepto me- referencia. Por pedante que esto pueda parecer, lo considero
diante sus características.7 Ahotu bien, si las características son necesario. Es curioso hasta qué punto un modo de hablar o de
lo que constituye el concepto, y no los objetos que caen bujo escribir inexacto, eue quizás originalmente se empleaba sólo
el concepto, entonces a un concepto vacío no puede oponerse por comodidad y en aras de la brevedad, pero con plena con-
ninguna dificultad ni objeción. Claro que entonces un objeto ciencia de su inexactitud, puede llegar a confundir el pensa-
no puede ser nunca concepto a la vez; y un concepto bajo el miento una vez desaparecida esa conciencia. El resultado final
cual caiga un solo objeto no debe ser confundido con este últi- ha sido que se han tomado los numerales por los números, el
mo. Así quedará establecido definitivamente que la asignación nombre por 1o denominado, el mero instrumento por el verda-
de número contiene una predicación sobre un concepto.s He dero objeto de la aritmética. Tales experiencias enseñan cuán
reducido el número a la relación de equinumerosidad y ésta a necesario es poner las máximas exigencias a la precisión del
la correlación biunívoca leindeutige Zuordnung). De la palabra modo de hablar y de escribir. Y me he esforzado por respetar
"correlación" puede decirse lo mismo que de la palabra "con- estas exigencias, por lo menos siempre que me parecía que algo
junto". Ambas se usan ahora con frecuencia en la matemática, dependía de ellas.
y en la mayoría de los casos falta una comprensión profunda
de 1o que realmente se quiere designar con ello. Si es correcta
mi idea de que la aritmética es una rama de Ia lógica, entonces
habrá que elegir en vez de "correlación" una expresión pura-
mente lógica. Y escojo la de "relación" lBeziehurzg]. Concepto y
relación son las piedras fundamentales sobre las que construyo
mi edificio.
Pero incluso después de haber sido concebidos rigurosa-
mente los conceptos, sería difícil, casi imposible, satisfacer sin
ayudas especiales las exigencias que tenemos que imponer al
desarrollo de las pruebas. Una ayuda tal es mi conceptogra-
fía, cuya exposición será mi primera tarea. Pero antes quiero
hacer la siguiente observación. No siempre será posible dar
definiciones regulares de todo, porque nuestro esfuerzo ha de
ser precisamente retroceder hasta lo lógicamente simple, que
en cuanto tal no es propiamente definible. Tendré que conten-
tarme entonces con indicar mediante alusiones 1o que quiero
decir. Debo esforzarme sobre todo por ser comprendido; y por
esto trataré de desarrollar las cosas paulatinamente, y no tra-
taré de alcanzar desde el principio la plena generalidad ni la
expresión definitiva. Quizás sorprenderá el uso frecuente que
7
Sob.e concepto, objeto, propiedad, característica, véanse lrris Fundamentos,
§§ 38, 47 y 53, y mi ensayo "Sobre concepto y objeto" lsupra, pp.277 y ss.].
t § 46 de mis Fundamentos.
524 LAS lEyES F-UNDAMENTAT.ES DE LA ARrrMÉrrce
{ PRINCIPIOS DE LA DEFINICIÓN I-r2.1-r

concepto que no está definido con toda precisión no podría


ser llamado propiamente concepto. La lógica no puede reco-
\roluvnx II, P.\nrr III, §§ 55 67*
nocer a estos constructos cuasiconceptuales como verdadcros
[1e03] conceptos; no es posible formular leyes exactas sobre ellos. La
ley del tercio excluso no es sino otra forma de expresar el re-
PRrNCrPros DE LA DEFrNrcróx quisito de que el concepto tiene que tener límites precisos. Un
objeto cualquiera A o cae bajo el concepto ó o no cae bajo él:
tertium non datur. Por ejemplo, la oración "toda raí2. cuadrad.a
§ 55. Antes de examinar 1o que los más notables matemáticos
nos han enseñado acerca de los números, en particular acer- de 9 es impar" itendría acaso un sentido comprensible si el
ca de los números irracionales, será beneficioso establecer y concepto raíz cuadrada de 9 no fuera un concepto con límites
justificar primero algunos principios de la definición que son precisos? iTiene sentido la preeunta: "iSeguimos siendo cris-
desatendidos por casi todos los alltores en esta área, de modo tianos?" si no está determinado de quién puede decirse con
que no tengamos que cliscutir la cuestiírn en detalle en cada verdad el predicado cristiano y a quién tiene que retirársele?
ocasión que se presente. En el volumen I ya establecimos tales
principios para el caso de la conceptografía; aquí nos ocupare- § 57. De esto se sigue que el modo de definir prefbrido de
mos principalmente de las definiciones en el lenguaje orclina- los matemáticos, la definición fragmentaria, es inadmisible. El
rio. Sin duda saldrán a la luz aquellas diferencias entre las dos procedimiento en cuestión consiste en 1o siguiente: se da la
exposiciones que tienen sus raíces en la naturaleza diferente de definición para un caso particular -por ejemplo, para los en-
esos medios de expresión. teros positivos-, y se usa; luego, después de algunos teoremas,
se continúa con una explicación para otro caso -por ejemplo,
1. Principio de compl,eción
para los enteros negativos más el cero-, cometiendo a menu-
§ 56. Una definición de un concepto (un predicado posible) do aquí el error de hacer determinaciones para ese caso que
tiene que ser completa. Para cada objeto tiene r¡ue determinar va se había contemplado antes. Aunque de hecho también se
de manera inequívoca si ést.e cae o no bajo el concepto (si el eviten las contradicciones, con este método no se descartan
predicado puede o no ser dicho de é1 con verdad). No puede por principio. La mayoría de las veces ni siquiera se alcanzala
haber ningún objeto con respecto al cual, tras la definición, compleción, pues quedan casos para los que no se determina
quepan aúrn dudas de si cae o no bajo el concepto; aunque nada, y algunos son tan ingenuos que emplean también para
para nosotros, claclo nuestro limitado conocimiento, pueda no esos casos la palabra o símbolo, como si le hubieran asignado
ser siempre posible deciclir la cuestión. Podemos expresar esto una referencia. Ese procedimiento de definición fragmentaria
metafóricamente así: el concepto tiene que tener límites preci- es comparable al método de dibujar por segmentos los lími-
sos. Si uno se represerlta conccptos en cuanto a su extensión tes de una superficie, tal vez sin acabar de juntarlos nunca. El
como áreas en un plano, la analogía debe tomarse ciertamente principal error, no obstante, es usar el símbolo (palabra) en
con cautela, pero puede sernos aquí de utilidad. A un concep- teoremas antes de que se haya definido completamente, y a
to sin límites claros correspondería un área cuyos contornos no menudo incluso con vistas a un posterior desarrollo de la pro-
siempre fuesen claros, sino que en algunas zonas fuesen com- pia definición. Mientras lo que una palabra o símbolo significa
pletamente borrosos y parecieran fundirse con el entorno. De no esté complet.arlente definido o no sea conocido de alguna
hecho esto no sería un área en absoluto; de la misma forma, un otra manera, Iro puede ser usado en una ciencia exacta y menos
* Traducción de Xavier de f)onato. todavía con vistas a seguir desarrollando su propia explicación.
-{
PRINCIPIOS DE LA DEFINICIÓN 527
526 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTICE

58. Ahora bien, ciertamente, tenemos que admitir que el los símbolos y términos viejos por otros nuevos y realmente
§
desarrollo de la ciencia, que se ha llevado a cabo alcanzan' esto es 1o que la lógica requiere; pero se trata de una decisión
do cada vez dominios más grandes de números, necesita de difícil tle [ontar'. Y esa reticencia a irrt-r'oducir lluevos sírubolos
ese procedimiento casi inevitablemente; y esa necesidad podría o palabras es la causa de muchas oscuridades en matemáticas.
servir de excusa.l Por supuesto, hubiera sido posible sustituir Las vieias definiciones podrían haber sido desechadas como
inválidas, para así poder empezar la ciencia desde el principio
I Así dice Peano enla Reuue de mathématiques, parte VI, pp. 60-61: con nuevas definiciones, pero un corte tan taxativo como éste
El señor Frege quisiera una única definición para cada signo. Y ésta es
no se llegó a producir debido a que se creía imposible prescin-
también mi opinión si se trata de un signo que no contenga letras varia- dir de las vieias definiciones para el comienzo de la ciencia.
bles (F2 § 1, P 7). Pero si aquello que se define contiene letras variables, Los requerimientos didácticos también pueden haber tenido
es decir, es una función de esas letras, ent.onces veo la necesidad de dar algo que ver aquí. Y el resultado es que la gente se ha acostum-
clefiniciones condicionadas de dicha expresión, o definiciones con hipó- brado a la definición fragmentaria; y, así,1o que originalmente
tesis (fu1. P 7'), y de dar tantas clefiniciones como tipos de entidades sobre
era un parche improvisado, acabó siendo algo habitual y fue
las cuales realizamos esa operación. Así, la fórmula a -f b se define pri-
mero cuando a y b son enteros, una segunda vez cuanrlo son fracciones, aceptado entre los métodos legítimos de la ciencia, de modo
y otra vez cuando son irracionales o complejos. El mismo signo * se usa que ahora casi nadie se extraña cuando un símbolo se defi-
en el caso de los números infinitos y transfinitos (F1 VI) y, en tal caso, ne primeramente para un dominio restringido y luego se usa
se requiere dar una nueva definición; si se encuentra entre dos vectores una vez más el mismo símbolo para definir un dominio más
será definido nuevamente, y así sucesivamente. Y con el progreso de la
amplio; pues la costumbre general llega a tener fuerzajustifi-
ciencia, se expande siempre más y más el significado de la niisma fórmu-
la. Los distintos significados de la expresión a -f b tienen propiedades por tallto, en una definición
antes de que hayan sido dadas todas; talnpoco,
comunes; mas éstas son insuficientes para precisar todos los valores que
fiagmentaria. Aunque esas definiciones pueden combinarse formalmente en
puede tener esa expresión.
una única definición. Aun así, cuando sea posible, este tipo de definición debe
Lo mismo se puede decir de la fónnula a : b; en algunos casos, su evitarse.
significado se puede asurnir corno idea prirnitiva; en otros, se la define;
En lo que se refiere al signo de igualdad, haremos bien en mantenernos
y más precisamente en aritrnética, dada la isualdad de los enteros, se de-
fieles a la convención de que la igualdad es la perfecta coincidencia, es decir,
fine la igualdad entre racionales, irracionales, imaginarios, etc. Se suele
la identidad. Por supuesto, los cuerpos del mismo volumen no son idénti
definir en geometría la igualdad de dos áreas, de dos volúmenes, de dos cos, pero tienen el mismo volumen. En este caso, los signos a ambos lados
vectores, etc. Con el progreso de la ciencia, se siente cada vez más la
del signo de igualdad no pueden ser tomados como signos de los cuerpos,
necesidad de expandir el significado de la fórmula a : b. Los distintos
sino de sus volúmenes, o también de las cantidades numéricas obtenidas por
significados de ésta tienen propiedades comunes; pero yo no veo cómo
medición de la misma unidad de volumen. No hablaremos de vectores igua-
bzrsten para precisar todos los significados posibles de la igualdad.
les, sino más bien de cierto atributo de los vectores (llamémosle la "longitud
Por otra parte, las opiniones de los diversos autores sobre el concepto
con dirección") que puede coincidir en el caso de vectores distintos. Según
de igualdad difieren bastante, y un estudio de esta cuestión sería muy
esto, el progreso de la ciencia no requerirá ampliar la referencia de la fónnu-
útil, especialmente si está hecho con ayuda de símbolos además de pala- la "a : ó", sino que sólo se tendrán que investigar nuevas determinaciones
bras. [En el original, el texto de Peano está citado por Frege en su versión
(modi) de los objetos.
original italiana y del italiano se traduce aquí. [N. del t.]]
En la última oración, Peano hace una afirmación perentoria. Si las opinio-
nes de los matemáticos acerca de la igualdad difieren tanto entre sí, esto no
Peano apela aquí a una necesidad práctica, pero esto no contradice las razones
que yo le di en mi carta. Puede ser difícil satisfácer los requisitos que la lógica significa sino que los matemáticos no se ponen de acuerdo acerca del conteni-
impone a las definiciones, pero tiene que ser posible. do de su propia ciencia; y si uno considera que la esencia de la ciencia consiste
Poclemos cuando mucho permitir varias definiciones condicionales de los
en pensamientos y no en palabras y símbolos, ello quiere decir que no hay
mismos signos siempre que resulte obvio a partir de su forma que cubren una ciencia matemática unificada, que los matemáticos no se entienden entre
todos los casos posibles y que para ningún caso hacen múltiples determina- ellos. Pues el sentido de casi todas las oraciones aritméticas y muchas seomé-
ciones, y en tanto que ninguna de estas definiciones fragmentarias sea usadit tricas depende directa o indirectamente del sentido de la palabra "igual".
-{
528 LAS LEyES FUNDAMENTALES DE LA ARrrN{Érrce PRINCIPIOS DE LA DEFINICIÓN 529

cativa, de igual modo que la moda puede llegar a imprimir un desiquales o no intercambiables cuando pertenecen a se-
sello de belleza sobre el atuendo más detestable. Por ello hay ries numéricas desiguales. (§ 1 Def. 3)."
clue subr-aya.r la cuestión: la lógica no puede reconocer como
cclnceptos aquellas construcciones parecidas a los conceptos ¿Q"é se diría de la siguiente definición?
que aún son fluidas y a las que no se les haya dotado de límites
"Los signos son llamados blancos cuando pertenecen a
precisos y definitivos; y de ahí que deba rechazar toda defini-
objetos blancos".
ción fragmentaria. Después de todo, si la primera definición
ya es completa y tiene trazados límites muy precisos, enton- Me es permitido, por supuesto, tomar una mancha circular ne-
ces o bien la segunda definición tiene exactamente los mismos gra como signo de la hoja blanca de papel que tengo delante,
límites y, en tal caso, debe ser desechada, pues su contenido siempre y cuando este mismo signo no haya sido empleado an-
podría ser probado como teorema, o bien tiene límites dife- tes con otro sisnificado. Y según la definición, tal mancha sería
rentes, con lo que contradice la primera definición. Se puede, ahora blanca. En contra de esto hay que decir 1o siguiente: en
por ejemplo, definir una sección cónica como la intersección la expresión "cuando pertenecen a objetos blancos", la defini-
de un plano con una superficie cónica en rotación. Pero, una ción presupone conocida la referencia de la palabra "blanco",
vez hecho esto, no se puede clefinir c¡tra vez la misma figura pues de lo contrario no estaría determinado qué signos perte-
como, por ejemplo, una curva cuya ecuación en el eje carte- necen a los objetos blancos. iMuy bien! Si la palabra "blanco"
siano de coordenadas es de segundo grado; pues esto ahora ya es conocida, entonces no poclemos querer definirla nueva-
tiene que ser probado. Tampoco se puede definir una sección mente. Tendría que ser completamente obvio que una palabra
cónica como una figura plana cuya ecuación en coordenadas no se puede clefinir recurriendo a ella misma, pues en tal caso
lineales es de segundo grado, pues eso incluir'ía también a un se estaría tomando la palabra como conocida y no conocida
par de puntos, que no pueden verse como la intersección de un :rl mismo tiempo. Si es conocida, una definición es por 1o me-
plano con una superficie cónica. La delimitación del concepto nos superflua, pero si no es conocida, no puede servir a los
tampoco es aquí la misma y sería un error utilizar las mismas propósitos de una definición. iEs esto tan obvio,y a menudo
palabras, "sección cónica", en ambos casos. Así, si la segunda se ignora esta obviedad! En el caso de la definición de Heine
definición no es hecha inadmisible por la primera de ninguno estamos frente a la misma situación. Con las palabras "cuando
de estos dos modos, eso es posible sólo porque la primera es pertenecen a series numéricas iguales", el significado de la pa-
incornpleta y no ha acabado de definir el concepto, dejándolo labra "igual" se presupone conocida y, no obstante, se intenta
en un estado en el que no puede ser en absoluto utilizado y definir esta misma palabra.
menos aún en definiciones.

inútil dar un ejemplo que sirva como contrape-


59. No será § 60. Contra esto Heine probablemente respondería señalan-
§
so a la abstracción de estas reflexiones. E. I{eine propone la do que no se presupone conocido el significado de la palabra
'oigual" para todos los casos, sino que en su Def. 3 del § 1 su sig-
siquiente definición:2
nificado se da únicamente para series numéricas qtle no vayan
"Los signos numéricos se llaman iguales o son intercam- entre paréntesis, mientras que aquí él está hablando de series
biables cuando pertenecen a series nurnéricas iguales, y numéricas entre paréntesis y de otros signos. Aparte de las ra-
2 "Die Eletnente cler Functionslehre" ["Los elenlentos de la teoría de firn- zones ya mencionadas, hay que decir en contra de esto que la
ciones"] (Crell,e, vc.l.74),
§ 2, Def. 2. Del hecho de que haga una sola objeci<'rrr
doble definición de un signo o palabra está mal, pues nos deja
a esta definición no se debe inferir que la encuentro, por lo demás, libre «k. la duda de si estas definiciones se contradicen entre sí. Debier-a
otras objeciones. al menos exisirse una prueba de que no hay tal contradicción,
530 LAS LEYE,S FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTIca PRINCIPIOS DE LA DEFINICIÓN 531
{
pero este requisito apenas es respetado, y ciertamente no hay " cuadrada de 9" ha sido definida de forma restringida para el
en Heine indicio alguno de semejante prueba. En general, tie- dominio de los números enteros positivos, entonces podemos
rre que rechazar-se cualquier método de definición que haga probar, digamos, la proposición de que sólo hay una raíz cua-
depender la corrección de una definición de que se proporcio- drada de 9, la cual queda refutada tan pronto como se extiende
nen previamente pruebas, pues de otra manera se hace extra- la consideración a los números negativos y conforme a ello se
ordinariamente complicado comprobar que una prueba haya completa la definición. Pero, iquién sabe si se ha llegado aho-
sido llevada a cabo con el rigor necesario, ya que, para cada ra a una proposición definitiva? iQuién sabe si no se verá uno
definición, sería necesario investigar si antes de formular la de- movido aitn a reconocer cuatro raíces cuadradas de 9? iCómo
finición, había que probar alguna proposición. Esta investiga- se ha de saber realmente que no hay más que dos raíces cua-
ción casi nunca se lleva realmente a cabo. Casi nunca se da uno dradas de -1? Hasta que no dispongamos de una definición
cuenta de este tipo de huecos, lo que resulta particularmente definitiva y completa es imposible saberlo. Se puede muy bien
peligroso para el rigor. En aritmética no basta simplemente objetar que entonces algunas proposiciones dejarán de valer.
hacer una afirmación sin una prueba o con una pseudoprueba La misma razón iría en contra de admitir una segunda raíz
y esperar a ver si alguien logra luego probar su falsedad; por el cuadrada de 9. De esta forma, no Se tiene nunca suelo entera-
contrario, 1o que cabe exigir es que toda afirmación que no sea mente firme bujo los pies. Sin definiciones últimas tampoco se
completamente evidente sea realmente probada, y esto incluye tienen teoremas últimos. No escapamos de [a provisionalidad,
que las expresiones o signos que se usen en ese proceso y no de la inseguridad.
sean generalmente conocidos se introdLrzcan correctamente.
Es, además, muy facil evitar dar múltiples definiciones del
mismo signo. En lugar de definirlo primero para un domi- § 62. El caso de las relaciones es enteramente sirnilar al de los
nio limitado y usarlo después para una definición en un do- conceptos: la lógica sólo puede reconocer una relación cuan-
minio más amplio, esto es, en lugar de usar el mismo signo do está determinado, para todo primer objeto y todo segundo
dos veces, sólo se requiere elegir dos signos diferentes, acotan- objeto, si efectivamente el primero está o no en relación con
do definitivamente la referencia del primero al dominio más el segundo. También aquí tenemos un tertiurn non datur: está
restringido, de modo que la primera definición sea completa y excluida la indecisión. Si no se satisficiera este requisito de una
trace límites precisos. De esta manera, la relación lógica entre relación, entonces los conceptos que podríamos derivar de ella
la referencia de ambos signos no resulta prejuiciaday puede ser vía saturación parcial (vol. I, § 30) no tendrían límites precisos;
estudiada sin que, a resultas de la investigación, la legitimidad con lo que en sentido estricto no serían ni siquiera conceptos,
de las definiciones pueda ser puesta en tela de juicio. sino inadmisibles pseudoconceptos. Si, por ejemplo, la relación
Así pues, merece verdaderamente la pena inventar un nuevo ser rnayor que fio estuviera completamente definida, no podría-
signo si así podemos superar no pocas dificultades lógicas y se mos estar seguros de que una construcción conceptual deri-
puede asegurar el rigor de la prueba. Sin embargo, en alsunos vada de ella vía saturación parcial, como ser mayor que cero o
matemáticos el sentido de la pureza y exactitud lógicas parece ser positiuo, fuese un auténtico concepto. Para esto tendría que
tan escaso que preferirán usar una palabra con tres o cuatro estar determinado, por ejemplo, si la Luna es mayor que cero.
referencias diferentes antes que tomar la tremenda decisión de Se puede estipular entonces que sólo los números pueden caer
inventar una palabra nueva. bajo esta relación, de 1o que se seguiría que la Luna, que no
es ningún número, tampoco es mayor que cero. Pero esto re-
§ 61. Las definiciones fragmentarias también vuelven incierto queriría una definición completa de la palabra "número", Que
el estatus de los teoremas. Si, por ejemplo, la expres\ón "raíz mucha falta nos hace.
532 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuce PRINCIPIOS DE LA DE}-INICIÓN 533

Precisamente es en la relación ser ma)or que donde la defi- sea el caso, la expresión "la mitad de la Luna" tiene que tener
nición fragmentaria, y por tanto incompleta, pertenece, por referencia; esto es, tiene que haber exactamente un objeto que
así decirlo, al proceder habitual en maternáticas. Para empe- sea designado por esta expresión. Esto, sin embargo, no es el
zar se define la expresión "mayor que" en el dominio de los caso de acuerdo con las prácticas habituales del lenguaje, pues
números enteros positivos, de manera, por tanto, incompleta. nadie sabe a qué mitad de la Luna se está uno refiriendo. De
La pseudorrelación así obtenida, que en realidad no debe ser manera que aquí también se tiene que hacer una estipulación
utilizada en absoluto, sí se usa luego para complementar la más precisa para deterrninar, para cada objeto, qué objeto es
primera definición, aunque uno ciertamente no pueda decir la mitad de é1: de otro modo no podemos utilizar la expresión
cuándo la definición de la relacióD ser ma)or que haya de contar "la mitad de x" con el artículo definido. Así, una función de pri
como completa. Pasa exactamente lo mismo en el caso de la mer nivel con un argumento tiene que estar constituida de tal
relación cle igualdad; también aquí la definición frasmentaria modo que un objeto resulte como su valor, sea cual fuere el ob-
ciertamente pertenece a los usos habituales.3 A pesar de eso, jeto que se quiera tomar como su argumento -objeto mediante
tenemos que insistir en lo nuestro: sin definiciones definitivas el cual se satura la función.a
y completas no se tiene un suelo firme bujo los pies, ni se está
seguro de la validez de los propios teoremas, ni tampoco se § 64. Tenemos que exigir algo similar para las funciones con
pueden aplicar con seguridad las leyes lógicas, las cuales cier- dos argumentos. La expresión:
tamente presuponen límites precisos para los conceptos y por
ende también para las relaciones. "la suma de un primer objeto con un segundo objeto"

se presenta como el nombre de una funci<in de ese tipo. Una


§ 63. En este punto es fácil extraer una conclusión acerca de
vez más, debe estar determinado aquí, para cada primer y se-
las funciones que no son ni conceptos ni relaciones. Tomemos
como ejemplo la expresión "la mitad de algo", que se presen- gundo objetos, qué objeto es la suma del prirnero y el segundo,
ta corno el nombre de una función tal. Aquí la palabra o'algo" y siempre debe haber un objeto tal. Si es«r n() es así, tampoc<r
está determinado qué obfeto añadickl ¿r sí t'¡ristno da cr¡mo re-
está ocupando el espacio libre destinado al argumento, el que
corresponde a la letra "€" "112 (". Tal expresión puede con- sultado uno. En este caso, las palabl-rls "itle«) que añadido ¿r
"., de un concepto, digamos "algo
vertirse en parte del nombre sí mismo da Llno" no refieren a ningún (:()nccPt() con lín-rites
cuya mitad es menor que uno".
precisos y, por tanto, no significan nad¿r quc en ¿rbsolu(o pue-
Si esta expresión ha de significar realmente un concepto con
da ser usado en lógica. Y la pregunta de cuántos obietos hay
límites precisos, también ha de estar, por tanto, determinado que, añadidos a sí mismos, dan como resultado uno no puede
contestarse.
para la Luna si su mitad es menor que uno. Pero paraque esto
Pero ino puede estipularse que la expresión "la suma cle un
3En la práctica de dar pruebas, probablemente todos los matemáticos tra- primer objeto con un segundo objeto" sólo tendrá referencia
tan la igualdad como iclentidad, aunque en la teoría la mayoría no recon<¡cería cuando ambos obietos sean números? En tal caso, bien puede
que esto es verdadero. Nadie, sin embargo, dirí:r por ejemplo que la ecuación
"4x- 3 :3" tiene las raíces 6/4y 3/2,pues aunque en verdad 614:312, pensarse, el concepto algo que añadido u, sí rnisrno da como resulta,-
6/4 no coincide conS/2. Como no coinciden entre sí, tienen que ser distintos do uno es un concepto con límites precisos, puesto que entonces
y nuestra" ecuación tiene al menos dos raíces. Es curioso ver cuán llamativos se sabría que no hay ningún objeto que caiga bujo él que no sea
son los conflictos que hay en muchos matemáticos entre la teoría que explíci- un número. Por ejemplo, la Luna no caería bujo dicho concep-
tamente defienden y la práctica que tácitamente ejercitan. Pero si la igualdad
no es en matemáticas otra cosa que la identidad, su múltiple definición resulta a
Véanse las observaciones sobre la función en el volumen I, así como lo
un procedimiento por completo absurdo. dicho por el autor en su ensayo "Función y concepto" , s'u.pra, pp. 225-248.
534 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuce
Y PRINCIPIOS DE LA DEFTNICIÓN l-r3l-r

to,ya que la suma de la Luna consigo misma no da como resul- segundo argumento, un objeto como valo¡ es a su vez una con-
tado uno. Esto es falso, pues la oración "la suma de la Luna con secuencia del requisito de que los conceptos tienen que tener
la Luna es igual a uno" no es ni verdadera ni f.alsa. L,n ambos límites precisos y de que no deben permitirse expresiones que
casos, las palabras "la suma de la Luna con la Luna" deberían por su construcción parecen referir a un concepto, pero que en
tener referencia, 1o cual es negado expresamente por la esti- realidad sólo provocan la ilusión de hacerlo, de la misma mane-
pulación antes propuesta. Nuestra oración sería comparable, ra en que no podemos admitir nombres propios que realmente
digamos, ala oración "Escila tenía seis fauces de dragón". Esta no designen ningún objeto.
oración tampoco es ni verdadera ni falsa, sino ficción, ya que
e[ nombre propio "Escila" no refiere a nada. Tales oraciones § 65. Lo dicho hasta aquí de las expresiones en palabras vale
pueden muy bien ser el objeto d.e una especulación científica, también para los signos aritméticos. Si el signo de adición está
por ejemplo, en los estudios sobre mitología, pero no pueden completamente definido, entonces en la expresión
ser usadas en ninguna investigación científica. Si nuestra ora- .(t t t _
q-r_q-\ rr1
ción "la suma de la Luna con Ia Luna no es igual a uno" fuera
una oración científrca, diría que la referencia de las palabras
tenemos el nombre de una relación, la de ser el doble de un
"la suma de Ia Luna con la Luna" no coincide con la referencia
número. Si éste no es el caso, entonces no podemos decir si la
de la palabra "uno"; pero de acuerdo con la estipulación hecha
ecuación
más arriba no hay una referencia de Ia primera expresión. Por "x|_x- 1"
consiguiente, no podríamos decir de ella ni que coincide con
la referencia de "uno" ni tampoco que no coincide. Por tanto, tiene una única solución o varias. Aquí alguien responderá:
la pregunta de si la suma de la Luna y la Luna es uno, o de si [a "prohíbo en absoluto que objetos que no sean números sean
Luna cae bajo el concepto algo que añadido a sí mismo da como tomados en consideración". Tratamos ya una objeción seme-
resultado u,no, rro tendría respuesta alguna. En otras palabras, lo jante anteriormente; aquí se puede arrojar luz al asunt() clesde
que hemos calificado de concepto no sería en realidad concep- otro ángulo. Cualquiera que pretenda excluir de c«rnsirk:ración
to alguno, pues carecería de límites precisos. Sin embargo, una a los objetos que no sean números tiene que decir pr-irrrt'r'arnen-
vez que se ha introducido la expresión "A sumado a b da c", ya te qué es 1o que entiende por "número", después rk: I«r r:tr¿rl no
no puede evitarse la formación del nombre de concepto "algo será admisible ninguna extensión adicional del tór'rnin«r. Esa
que sumado a sí mismo da uno". Si realmente se quisiera inten- restricción tiene que ser incluida en la definición, rlc rnocl<¡ tal
tar evitar, mediante algunaley,la formación de tales nombres que tome la forma: "si a y á son números, entonces ¿¿ * l.¡ refie-
de concepto, inadmisibles aunque lingüísticamente posibles, se re a... ". Tendríamos, pues, una definición condicional.s' Pero
tendría que renunciar pronto a tal empresa por excesivamente el signo de adición no queda definido hasta que la referencia
difícil y probablemente irrealizable. El único camino viable, si de cada posible combinación de signos de la forma " a * b"
se quieren usar en absoluto las palabras "suma", "adición" y esté plenamente determinada, sean cuales fueren los nombres
otras, es que se las defina de tal manera que los nombres de propios con referencia que pudieran insertarse en lugar de "a"
conceptos formados a partir de ellas de un modo lingüística- y "b".Sin embargo, cuando tales combinaciones de signos se
mente correcto refieran a conceptos con límites precisos y que, definen únicamente para el caso en que "o" y "ó" son signos
por eso mismo, resulten admisibles. de números enteros reales, entonces lo que se ha definido real-
También aquí el requisito expuesto de que cada función de mente son sólo tales combinaciones y no el signo de la adición
primer nivel con dos argumentos tenga, para cada primer obje- 5
Véase la carta del autor al señor G. Peano en Reuue de mathématiques,
to como primer argumento y para cada segundo objeto como volumen VI, pp. 53 y ss.
Y ol-
536 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuce PRINCIPIOS DE LA DEFINICIÓN 5.J1

con lo cual se está atentando contra el segundo principio que y aquí ya es imposible mantener la restricción al dominio de
rige las definiciones y del que todavía tenemos que tratar. Y, los números. La fuerza de las cosas indefectiblemente trabaja
aun así, alguien puede involuntariamente figurarse que ya se en d.etrimento de mantener dichas restricciones. Pero entonces
conoce la referencia del signo de adición y, en consecuencia, nuestra cláusula antecedente:
usarlo también en casos para los que no se ha dado definición
alguna. "sia*bnoesigualab*a"
Tan pronto como se aspire a la generalidad en las oraciones, no tiene ningún sentido dada la definición incompleta del
en las fórmulas aritméticas se necesitarán, además de símbo- signo de la suma.
los para objetos definidos, como por ejemplo el nombre pro- Vemos aquí de nuevo que las leyes de la lógica presuponen
pio "2" ,letras que solamente indiquen pero que no designenG conceptos con límites precisos /, con ello, definiciones comple-
y, de manera inadvertida, uno es llevado más allá del dominio
tas de los nombres de funciones -como, por ejemplo, del signo
para el cual se han definido sus símbolos. Se podría intentar de la adición-.S Esto 1o hemos manifestado ya en el primer vo-
evitar los peligros resultantes no dejando que las letras indi- lumen de nuestra obra de la siguiente manera: todo nornbre de
quen objetos en general, como hemos hecho, sino sóIo los de función tiene que tener una referencia. Por eso mismo, todas
cierto dominio restringidcl. Supongamos por un rnomento que las definiciones condicionales y todas las definiciones fragmen-
el concepto de número esté definido nítidamente y que se haya tarias han de ser rechazadas. Todos los signos tienen que ser
establecido que las letras del alfabeto latino sólo pueden indi- definidos de golpe de forma completa, de tal modo que, como
car números y que el signo de la suma esté definido únicamen- decimos, tengan una referencia.
te para números. En tal caso, dada la proposición Todos estos temas están íntimamente relacionados y pueden
verse como derivados del principio de compleción de la defi-
"a*b:b*a", nición.
hemos de añadir mentalmente la condición de que ¿ y & son
2. Principio d.e ta simpticid,ad, en la expresión d,efinid,ae
números; condición que, cuando no está explicitada, es olvi-
dada fácilmente.T Pero ipropongámonos por un momento no § 66. Es obvio que la referencia de una expresión conjuntamen-
olvidar esas condiciones! Según una conocida ley lógica, pode- te con la de una de sus partes no siempre determina la referen-
mos transformar la siguiente oración: cia de la parte restante. No se puede, pues, definir un signo
o palabra definiendo una expresión en la que ocurre y cuyas
"si a -l- á son números, a + b: b * a" partes restantes son conocidas. Pues de otra manera, sería ne-
cesaria primeramente una investigación acerca de si es posible
en esta otra:
una solución parala incógnita *para servirme de una metáfora
"si a * á no es igual ab * a,y a es un número, entonces algebraica bien conocida- y si la incógnita está unívocamente
á no es un número", determinada leindeutig bestimmtf. Pero no es razonable, como
hemos dicho más arriba, hacer que la corrección de una defi-
6
I, pp. 3l y 32 t§ 171.
Véase el volumen nición dependa del resultado de semejante investigación -gue,
7
Por ejemplo, cuando el dominio de los números es ampliado, ise llega
realmente a pensar que el sentido de las condiciones queda alterado, que 8 Se sobreentiende que ciertas funciones, a causa de su simplicidad lógica,
todos los enunciados generales probados hasta ese momento adquieren un no pueden ser clefinidas; pero incluso éstas deben tener valores para todo
nuevo contenido de pensamiento y que incluso las pruebas mismas resultan argumento.
inválidas? e Volumen I, 33, 3.
§
538 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCE

por 1o demás, podría no ser ni siquiera realizable-. Más bien,


v PRINCIPIOS DE LA DEFINICIÓN

§ 67. A menudo se transgreden alavez ambos principios de la


539

una definición debe tener el carácter de una ecuación que se definición, como cuando se define el signo de igualdad con-
resuelve para una incógnita y en la que no ha de tigurar nin- juntamente con lo que está a su izquierda y a su derecha. En
guna incógnita más en el otro lado. este caso, el signo de igualdad ya se definió antes, aunque de
Mucho menos funcionará definir dos cosas con una única manera incompleta. Surge así una oscuridad peculiar: el signo
definición, sino que cada definición tiene que contener un úni- de igualdad es tratado como mitad conocido y como mitad no
co signo cuya referencia estipula. De la misma manera, tam- conocido. Por un lado, parece que se supone que uno recuerda
poco se pueden determinar dos incógnitas por medio de una la definición primigenia y gue, a partir de ella, saca algo para
única ecuación. determinar ahora lo que aparece a la izquierda y ala derecha.
Más aún, también ocurre que a veces se establece un sistema Pero, por otro lado, la definición primigenia no basta para eI
entero de definiciones que incluye varias palabras que se van presente caso. Algo parecido sucede en el caso de otros signos.
a definir, de modo tal que cada una de estas palabras ocurre Esta oscuridad es algo necesario para que muchos matemáticos
en varias de esas definiciones. Esto es semejante a un sistema puedan llevar a la práctica sus artificios lógicos. El resultado
de ecuaciones con varias incógnitas donde queda totalmente que persiguen pueden alcanzarlo de manera irreprochable, de
abierta la pregunta de si son resolubles y si la solución está acuerdo con nuestro Axioma V (vol. I, § 3, § 9 y § 20), mediante
completamente determinada. la transformación de una igualdad válida con generalidad en
Por supuesto, puede considerarse que cada signo, cada pala- una igualdad de rango de valores lWerthaerlaufsgleichheitl.
bra está formada de partes; pero no podemos negar su simpli- Sin pretender haber ofrecido aquí un panorama completo
cidad a menos que, dadas las reglas generales de la gramática, de todo lo que cabría decir acerca de las definiciones, me con-
o del simbolismo, la referencia del todo se siga de la referencia f<¡rmaré con la exposición de estos dos principios contra los
de las partes, y que esas partes también ocurran en otras com- cuales atentan los matemáticos muy frecuentemente.
binaciones y sean tratadas como signos independientes con su
propia referencia. En este sentido, entonces, se puede decir: la
expresión definida -el signo definido- tiene que ser simple.
Si no, podría ocurrir que las partes fuesen definidas separada-
mente y que esas definiciones contradijesen Ia del todo.
Desde luego, los nombres de funciones, debido a su insatu-
ración característica, no pueden ocurrir solas en un lado de la
ecuación definitoria, sino que los lugares de los argumentos de-
ben rellenarse siempre de un modo u otro. Esto se logra, como
ya hemos visto, en mi conceptografía,l0 por medio de letras
latinas, las cuales también tienen que ocurrir en el otro lado.
En el lenguaje hablado cumplen esta función los pronombres
y partículas que indican eso de manera indeterminada ("algo",
"qra",
LL )) aa ,t\
"eso"), por lo que no implican una violación de nuestr<l
principio, ya que esas letras, pronombres, partículas, no refie-
ren propiamente a nada, sino que tan sólo indican.
10
Volumen I, § 33, 5.
5,I0 I,,\S T,I,YES F.UNDAMENTALES DE LA ARITMÉuce LA CREACIÓN DE NUEVOS OBJETOS 541

Podemos concluir de la proposición de Dedekind antes ci-


Vot.uurx II. pARrE tada que, para éI, los números no son signos sino más bien
fff . §§ I3B- 147*
aquello a lo que los signos retieren.
Los siguientes tres puntos están estrechamente relacionados:
LA cREAclóx DE NUEVos onJETos sscúN R. DEDEKIND,
H. I{ANKEL, O. STOLZ l) La distinción nítida entre un signo y su referencia;
2) La explicación del signo de igualdad como signo de iden-
tidad;
§ 138. Vayamos ahora a la exposición que ofrece R. Dedekind
en su obra Stetigkeit und irrationale Zahlen lContinuida,d y núme- 3) La concepción de los números como la referencia de los
ros irrctcionales).l Ahí escribe en § 1, p. 6: numerales, y no como los numerales mismos;
y estos tres puntos hacen que la concepción de Dedekind apa-
Si se desea expresar que los signos a y b refieren a uno y el mismo rezca en pronunciada oposición a cualquier teoría formal que
número racional, entonces, se ponen tanto a. : b como b : a,. considere las figuras lFigurenf , o los símbolos numéricos, como
los objetos propios de la aritmética. Esto hace tanto más nota-
Aquí, la precisión de la distinción enrre el signo y aquello a ble la aprobación que Dedekind concede a la concepción de
lo que refiere resulta satisfact.oria y digna de ser destacadar, lo Fleine cuando dice sobre el ensayo antes discutido:*
mismo que la concepción del signo de igualdad que coinci-
de exactamente con el nuestro. Thomae observa en contra de En esencia estoy completamente de acuerdo con el contenido de
este trabajo, corlro ciertamente no podría ser de otra manera.
esto:2

En realidad, no hay tal acuerdo en absoluto. Por el contra-


Pues si se supusiera que la igualdacl o el signo de ieualdad, :,
rio, los puntos de vista de Dedekind parecen más próximos
refiriesen a la mera identiclad, nos quedaríamos en un conoci-
a Cantor.
miento trivial o, si se prefiere, la necesidad del pensamiento de
que ¿z es a (a - a).
§ 139. Después de que Dedekind llama "corte" lSchnitt) a cual-
quier división del sistema de los números racionales en dos
Esto es un error. El conocimiento de que la estrella de la tarde clases tales que todo número de la primera clase es menor que
es la misma que la estrella de la mañana es mucho más valioso todo número de la segunda, y después de haber demostrado
que una mera aplicación de la proposición 's : ¡tr', no el mero que todo número racional genera un corte o, más propiamen-
producto de una necesidad det pensamiento. La explicación te, dos cortes, pero que hay cortes que no pueden ser gene-
estriba en que el sentido de los signos o de las palabras (estrella rados por ningún número racional, afirma en [su obra antes
de la tarde, estrella de la mañana) puede diferir, aunque la citadal § 4, p. 14:
refbrencia sea la misma, y que precisamente es el sentido de
la oración -junto con su referencia, su valor de verdad- 1o que Cada vez que nos encontramos con un corte (h,Az) que no
determina el valor de nuestro conocimiento. es generado por un número racional, creamos uno nuevo, un
* Traducción de Xavier número irracional a, que consideramos estar definido de forma
de Donato.
I Vieweg und Sohn, Rraunschweig, 1tlg2. *Frege se refiere al ensayo de E. Heine, "Die Elemente de Functionslehre"
2 Elementare Theorie der analytischen Functionen, Louis Nebert, Halle, 1880; ["Los elementos de la teoría de funciones"], revista Crelle, no. 74, 1872. [N.
2a. ed., 189U. del. t.l
{
5l? t,,\s 1.1,.\,t,.:i trtrNt),,\Mt,.N,l'At.us t)E LA ARITMÉrtce LA cREActóx DE NUEVoS oBJETos 543

cornplcta por tal corte; diremos que a corresponde a ese corte, o


(luc r¿ genera ese corte. mo cómo deshacernos de un objeto auxiliar, ya que no debe
mencionarse en la proposición que hay que probar, a pesar de
que necesitamos algunas de sus propiedacles par-a la plueba.
El meollo de la cuestión radica en esta creación. En primer Así, en la proposición de Ia teoría de los números antes men-
lyslt hay que observar que el procedimiento es muy diierente cionada, requerimos la propiedad de ser una raíz primitiva del
de lo que se hace en aritmética formal cuando se introducen número primo p. Tenemos que introducir primero cláusulas
un nuevo tipo de figuras y reglas especiales para manipular- condicionales que exPresen que algún objeto tiene estas pro-
las. En este caso, la dificultad estriba en saber si estas ,,r.ru, piedades. Una vez que conocemos dicho objeto, podemos eli
reslas entran en conflicto con las ya existentes si es así, en minar esas condiciones. Si no podemos Proveer un objeto tal,
¡
cómo resolver ese conflicto. Se trata aquí de la cuestión de si Como ocurre en nuestro ejemplo, en el que Se trata no de éste o
la creación es posible en absoluto |, en caso de ser posible, de aquel número primo en concreto, sino de un número primo
de si es posible de forma irrestricta o, por el contrari,o, en la en general, entonces al menos tenemos que probar que existe
creación tenemos que observar ciertas leyes. En este último siempre un objeto tal -en nuestro caso, unataíz primitiva para
caso, antes de que se la pueda llevar a cabo, lo primero que el número primo p-. iCuán sencillo sería todo si pudiésemos
habría que probar sería que la creación se justificá d" u..r".do crear sin más los objetos requeridos! Si no se sabe si hay un
con esas reglas. Aquí faltan por completo estas investigaciones número cuyo cuadrado es -1, simplemente creamos uno. Si
I, p.r. consiguiente, falta 1o más importante. Falta aquello de no sabemos si hay una raíz prirnitiva para un número primo,
lo que depende la contundencia de las pruebas con números simplemente creamos una. Si no se sabe si hay una recta que
irracionales. pasa por dos puntos dados, simplemente creamos una. Esto
De todos modos, resulta evidente, a partir del hecho de que eS, por desgracia, dernasiado cómodo Como para Ser Correcto.
no se puede crear objeto alguno que combine propiedaáes Hay que reconocer ciertas restricciones para la creación. Lo
contradictorias, que el poder de la creación, si lo háy, ,o puede más importante para un aritmético que reconoce la posibilidad
ser ilimitado. de la creación en general será exponer de una manera clara
aquellas leyes que la rigen para poder irsí proceder a llevar a
§ 140. La siguiente consideración nos conduce al mismo re- cabo la prueba antes de cada creación permiticla p()r dichas
sultado. En matemáticas no es inusual que, con vistas a probar leyes. De otra manera todo se vuelve impreciso y las pruebas se
una proposición, se requiera un objeto auxiliar, es decir, un ob- rebajan hasta convertirse en pseudopruebas, en un conf<¡rtable
jeto que no esté mencionado en la proposició, que se pretende autoengaño.
probar. En la geometría se tienen ríneas y puntos auxiliares.
Análogamente, en la aritmética tenemos números auxiliares. § 141. Hankel dice al inicio del § 7 de su Theorie der com'plexen
Por ejemplo, se necesita una raíz cuadrada de I para probar Zahlen.systeme lTeoría de sistemas numéricos complejos):
-
proposiciones que versan únicamente sobre números ieales.
cuando en teoría de los números probamos, usando índices, En este apartado, trataremos de los números o, p, los cuales es-
tán linealmente compuestos a partir de unidades 11 , . . . , Ln, cuyas
que siempre y cuando ó sea el factor común mayor d,e n y de
reglas de multiplicación quedan expresadas por medio de las si
p - 1, las congruencias "x, : l,' y,,y6 : 1,, tienen las mismas
guientes relaciones:
raíces cuadradas para el número primo módulo p, necesitamos
Ll Ll -- 0, q q- 0, . . ., Ln Ln : 0, Lh Lm : -Lm Lk'
una raíz primitiva, a saber, la base de los índices, como núme-
ro auxiliar. Tarnbién aparecen números auxiliares en nuestras
Con estas así llamadas unidades, Hankel prueba, por ejem-
pruebas: por ejemplo, en el volumen l, 94. Allí vimos asimis-
s plo, el teorema de la multiplicación para las determinantes o,
544 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTca

más bien, imagina que lo prueba. Más propiamente, se trata


Y dicadores, como
LA CREACIÓN DE NUEVOS OBJETOS

o'a"
, " b" , " c" , y no como términos referenciales
545

de un asombroso truco de ilusionista, pues en ningún lado se o designadores de objetos. Pero, en ese caso, todo depende de
prueba que tales unidades existan, en ningún lado se prueba si existen realmente <-rbjetos que satisfagan las condiciotres atr-
que se tenga el derecho de crearlas. Ni siquiera se prueba que tes mencionadas. Estas condiciones ni siquiera son completas,
las propiedades atribuidas a estas unidades no sean contradic- pues falta la condición de que el producto de un número ordi-
torias entre sí. Realmente permanece oscuro 1o que estas pro- nario y el producto de algunos de los ¿ difieren del producto
piedades sean, pues en ninguna parte se dice qué se entiende de otro número ordinario y el mismo producto de ¿. Sin esto,
por un producto en este caso. Propiamente, las proposiciones a partir de
que introdujimos anteriormente, es decir, " ut Lt - 0", etc., tie-
a'4t,213:b't1 t2t3
nen que tomarse como condiciones, y la regla de multiplica-
ción para determinantes tendría que tomarse como dependien- no se podría inferir a : á. Nos falta la prueba de que los
te de estas condiciones. En este tipo de procedimiento de prue- objetos ¿ existen. Quizás Hankel creyó haberlos creado con
tla, sieue siendo una tarea pendiente eliminar esas condiciones. las palabras arriba mencionadas, pero nos sigue debiendo una
Tal solución sería posible si 11, 12, etc., fuesen nornbres propios prueba de que estaba legitimado para crearlos.
de objetos que satisfacen esas condiciones. Pero no sabemos
qué serían el producto o la suma para números de esta clase. § 142. Si hubiéramos intentado llevar a cabo en nuestra con-
Supongamos, por un momento, que lo supiésemos. De ser éste ceptografía la prueba que ofrece Hankel de esta proposición
el caso, sabríamos con respecto a 11 eue tiene la propiedad de sobre determinantes, nos hubiéramos dado en las narices, por
eue ú1 Lt : 0,la cual comparte con 12, Lz, etc., y sabríamos tam- así decirlo, con este obstáculo. La razón de por qué se lo pa-
bién qué relaciones tiene que mantener /,1 coni las igualmente sa por alto tan fácilmente en el método de prueba de Hankel
incógnitzs 12, Lv, etc. Es claro que de esta maner;a Ll no resulta estriba en que los supuestos no son formulados al modo de
determinada. No sabemos cuántos objetos de este tipo hay, ni Euclides, con la atención puesta en no hacer uso de ningún
si existe alguno en absoluto. Tampoco se determina así ni si- otro. Si se hiciera esto, los supuestos no podrían desaparecer
quiera la clase a la que estos objetos pertenecen. Supongamos tan fácilmente y como por arte de magia.
que una clase tal contuviera los objetos: Cabe observar que hay tnuchas pruebas llevadas a cabo con
la unidad imaginaria que no descansan sobre suelo más firme
LlrL2r...rLg. que el de Hankel que acabamos de mencionar. Si el error salta
En tal caso, la clase que sólo contiene los objetos: más a la vista en el caso de este último, no es debido a una
diferencia lógica sustancial, sino a que nos hemos acostumbra-
L1 L2 13, L4 Lg 16, L7 Lg Lg,
do más a la unidad imaginaria que a los números alternados.
tiene la misma constitución general, lo mismo que la clase que A menudo basta sólo usar una palabra o signo como nombre
sólo contiene los objetos: propio para que surja la impresión de que este nombre propio
refiere a algo, impresión que acabará siendo tan reforzada con
L1 L4 07, L2 Ln Lg, L6 Lq,
L,t,
el tiempo que al final nadie dudará de ello.
y muchas otras clases. Por tanto, como no está determinada
ni siquiera la clase a la que estos objetos pertenecen, menos § 143. Las definiciones creadoras son un descubrimiento de
todavía 1o están los objetos mismos y es imposible interpretar primer orden. Otto Stolz escribe:3
z Lt,12, etC., como nombres propios con referencia, similares 3 En sus Vorlesungen über allgemeine Arithmetik
fConferencias sobre aritmética
a "2" y "3" .Lo único que nos queda es considerarlos como in- general] (Leipzig, Teubner, 1885), parte I, p. 211.
546 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTcI

6. Definición: si el lim (J', d es un número positivo o es f oo,


v LA CREACIÓN DE NUEVOS OBJETOS

Puesto que los nuevos objetos no poseen más propieda-


547

tiene que existir algo dif'erente de los lnomentos, denotado por


des, les podremos asignar algunas arbitrariamente siem-
u(,f) : ii (g'), tal quc satisfaga la ccuacióu:
pre y cuando no se contradigan entre sí."
u(g) .
{u(/) : u(g)} : u(/).
La creación se lleva a cabo, pues, en varios pasos. Tras el pri-
mer paso, la cosa está ya ahí, pero está, por así decirlo, entera-
Comparemos esto con 1o siguiente
mente desnuda, desprovista de las propiedades más necesarias,
las cuales tendrán que añadírsele en actos creadores posterio-
Definición Si los puntos A,B,C,D,E,F están situados de modo
res, momento en el que podrá ser saludada como la feliz posee-
que las líneas que unen AD, BE y CF pasan por el mismo punto,
entonces ha de existir algo que es una línea recta que pasa por
dora de esas propiedades. Desde luego que el poder creador
los puntos de intersección respectivos de las rectas que unen AB está restringido en este caso por el añadido de que las propie-
y DE, BC y EI-, CA y FD. dades atribuidas no deben contradecirse entre sí, restricción
obvia, pero de grandes consecuencias. iCómo reconocemos
que las propiedades no se contradicen entre sí? El único modo
Los dos casos se considerarán enteramente diferentes; sin em-
de hacerlo parece ser el encontrarse con las propiedades en
bargo, una investigación cuidadosa no señalará ninguna dife-
cuestión en el mismo objeto. Pero, en ese caso, el poder crea-
rencia lógica esencial entre ellos. La última definición es su-
dor que se atribuyen a sí mismos muchr¡s ntatemáticos es tan
perflua; se enuncia un teorema que después se prueba. Pero la
bueno como inútil, ya que antes de poner en marcha dicho po-
inestimable ventaja que tiene una definición creadora es que
der creador tienen que probar que las propiedades que quieren
nos ahorra una prueba, y esa ventaia se alcanza sin esfuerzo
asignar al objeto que han de crea¡ o que ya han creado, no se
alguno: sólo se requiere elegir como título la palabra "defin!
contradicen entre sí. Y esto, al parecer, sólo lo pueden hacer
ción" en lugar de la palabra "teore[]a". Esto, sin embargo, es
probando que hay un objeto que tiene todas esas propiedades.
aleo muy necesario, pues de lo contrario fácilmente podemos
Pero si en verdad pueden hacer eso, entonces, para empezar,
equivocarnos a la hora de juzgar la naturaleza de la propo-
no necesitan crear tal objeto.
sición.
Otro ejemplo de una definición creadora lo encontramos en
§ 144. iO hay acaso algún otro medio de probar que se esrá
la p. 34 de la misma obra, donde se lee 1o siguiente:
libre de contradicción? Si hubiera uno, sería de gran impor-
1. Definición. "Si en el caso (D1) ninguna magnitud del sis- tancia para todos los matemáticos que se atribuyen un poder
tema (I) satisface la ecuación b o x : A, entonces será cread.or. Y, sin embargo, nadie parece haberse esforzado en lo
satisfecha por una ) sólo una nueaa cosa no presente en (l) y más mínimo por encontrarlo. iY por qué no? Probablemente
se piensa que es algo superfluo probar que se está libre de con-
que puede designarse mediartte aub, ya que este símbolo
todavía no ha sido usado. De este modo, tenemos: tradicción, ya que cualquier contradicción en seguida saltaría
a la vista. iQué bonito si así fuera! iQué fáciles serían todas
bo(a-b)-(a-b)ob-a.4 las pruebas! La prueba del teorema de Pitágoras rezan-ía de la
siguiente manera:
aEn lo que al símbolo o se refiere, dice (p. 26): "La conexión o es llamada
A partir del usr¡ del artículo definido podríamos presuponer que el
f¿s¿'s". "Supongamos que el cuadrado de la hipotenusa no tiene
signo "o" tiene una referencia determinada, lo que sin embargo no es el caso: la misma área que los cuadrados de los catetos tomados
sólo pretende indicar una conexión. Sin embargo, no se dice cómo debemr¡s conjuntamente; entonces habría una contradicción entre
entender "cc¡nexión" y "resultado de una conexión".
esta suposición y los axiomas conocidos de la geometría.
548 LAS LEYES FUNDAMENTALE,S DE LA ARITMÉTTCE LA CREACIÓN DE NUEVOS OBJETOS 549

Por lo tanto, nuestra suposición es falsa y el cuadrado de entre signos y designados tan nítidamente como nosotros y no
la hipotenusa tiene exactamente la misma área que los se le ocurre en ningún momento presentar a los signos mis-
cuadrados de los catetos tomados conjuntamente." rnos como los objetos propios de la aritmética. La aritmética
de Stolz versa sobre contenidos a pesar de su uso de la palabra
Igual de fácil sería la prueba de la ley de reciprocidad para los "formal"; y debido a las similitudes en la forma, estas diferen-
residuos cuadráticos: cias en la materia pasan fácilmente inadvertidas. De hecho, la
teoría de Thomae del juego aritmético es una ciencia comple-
'oSean F y q números primos, de los cuales al menos uno
tamente diferente de la aritmética de Stolz. Ninguna proposi-
es congruente con 1 módulo 4, y sea P un residuo cua-
ción, aun cuando compartan exactamente las mismas palabras,
drático d. q.Supongamos ahora que q no es un residuo tiene el mismo significado en Thomae y en Stolz, pues para el
cuadrático de p. Entonces habría una clara contradicción primero versan sobre objetos físicos, esto es, las figuras y las
entre nuestro supuesto y las leyes conocidas de la aritmé- reglas arbitrariamente establecidas para su manipulación; para
tica; cualquiera que no vea esto no cuenta. Se sigue que el segundo se supone que versan sobre objetos no sensibles.
nuestro supuesto es falso y que q tiene que ser el residuo Claramente se trata de cosas fundamentalmente diferentes: si
cuadrático de p." los números son figuras para cuya manipulación se introducen
Sería fácil desarrollar cualquier prueba siguiendo estos mo- ciertas reglas o si los números son las referencias de signos
delos. Desafortunadamente, este método es demasiado fácll numéricos y pueden ser creados. En ambos casos, nos encon-
como para ser aceptable. Ciertamente vemos que no toda con- tramos con dificultades que parecen insuperables. En el caso
tradicción resulta tan palmaria. Más aún, carecemos de un cri- de Thomae, éstas consisten en reconocer si las nuevas reglas
terio seguro paralos casos en los que, a partir del hecho de que entran en conflicto con las ya existentes, y en solventar dicho
no parece haberla, se pudiera inferir la ausencia de contradic- conflicto. En e[ caso de Stolz, consisten en probar que no hay
ción. En estas circunstancias, el presunto poder creador de los contradicción alguna entre las propiedades de la cosa que ha
matemáticos resulta carente de todo valor, ya que su ejercicio de ser creada, en donde las propiedades de las cosas que ya
sería de algún valor justamente en aquellos casos en que está están dadas de antemano serán tomadas en consideración las
sujeto a condiciones que, al parecer, no pueden ser satisfechas. más de las veces. Aún hay que añadir a esto la duda de si la
Más aún, icómo saber que la ausencia de contradicción es lo creación es, en absoluto, posible.
único a lo que tiene que obedecer la creación? Dedekind está de acuerdo con Stolz en su concepción de
la creación. Según é1, los números tampoco son signos, sino
referencias de signos numéricos. También hay que contar a
§ 145. Stolz, al igual que Thomae, llama formal a su concep-
ción. De ahí que pueda no resultar superfluo llamar la atención G. Cantor en este grupo, si bien su opinión está menos cla-
sobre la gran diferencia que, no obstante, existe entre ambas ramente expresad,a.s
teorías. Allí donde Stolz crea un nuevo objeto -de cualquier
modo, no sensible- al que provee de signo, Thomae introdu- § 146. Hemos caído en la cuenta de que, probablemente, al
ce una nueva clase de figuras con las reglas correspondien- matemático le es negado un auténtico poder creador o, cuan-
tes. Así, Stolz habla de una cosa, denotada por u ( /) : u (g), do menos, que ese poder está condicionado de tal modo que
al igual que de otra cosa que puede ser designada Por aub. 5 Es difícil decir qué punto de vista podemos atribuir a H. Hankel en
Tendríamos que entrecomillar estas expresiones para subrayar st Theorie der complexen Zahlensysteme lTeoría de sistemas numéricos complejosl
el hecho cle que hablamos de los signos mismos y no de aque- (Leipzig, 1867), pues en su obra se encuentran afirmaciones opuestas. Proba-
llo a lo que ellos refieren. En todo otro lugar Stolz distingue blemente, él no ha distinguido claramente entre signo y significado.
550 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCN
7 LA CREACIÓN DE NUEVOS OBJETOS 551

se vuelve carente de valor. Alguien podría observar en contra coincidencia de las funciones en lugar de Ia coincidencia de
de esto que nosotros mismos hemos creado nuevos objetos en los rangos de valores. Cuando una primera función tiene el
el volumen I (§§ 3,9 y l0), por ejernplo, los rangos de valores. mismo valor para el mismo argumento que una segunda, es
iQué hemos hecho realmente ahí? O, más bien, iqué no hemos usual decir que "la primera función es la misma que la segun-
hecho? No enlistamos unas propiedades y dijimos a continua- da" o que "ambas funciones coinciden". Aunque esta manera
ción: creamos un objeto que tiene esas propiedades. Hemos de expresarse difiere de la nuestra, también aquí se transforma
dicho más bien esto otro: si una función (de primer nivel con una igualdad que vale con generalidad en una igualdad (iden-
un argumento) y una segunda función están constituidas de tal tidad).7
modo que ambas tienen siempre el mismo valor para el mismo Cuando los lógicos han hablado desde hace tiempo de la
argumento, entonces, en lugar de esto, podemos decir que el extensión d.e un concepto y los matemáticos han hablado de
rango de valores de la primera es el mismo que el de la segun- conjuntos, clases, variedades, una transformación tal está a la
da. Luego reconocemos que ambas funciones tienen algo en base, pues se puede muy bien suponer que 1o que los matemá-
cornún y eso es lo que llamamos rango de valores de la pri ticos llaman conjunto, etc., no es nada más que la extensión de
mera función y de la segunda. Tenemos que considerar como un concepto, aun si no siempre son conscientes de ello.
una ley fundamental de la lógica el que tengamos derecho a Lo que hacemos mediante esta transformación no es pro-
reconocer que hay algo en común y que, consecuentemente, piamente nada nuevo, pero 1o hacemos con plena conciencia y
podamos transformar una igualdad válida con generalidad en apelando a una ley fundamental de la lógica. Y lo que hacemos
una igualdad (identidad). Esta transformación no ha de ser to- es, pues, muy diferente de la creación de números, arbitrariay
mada como una definición, pues no se está definiendo con esto carente de reglas, practicada por los matemáticos.
ni la palabra "lo mismo", ni el signo de igualdad, ni tampoco Si hay objetos lógicos en absoluto -y los objetos de la aritmé-
el término "rango de valores" ni una combinación de signos tica son tales-, entonces también tiene que haber un medio de
"L O (e)" ni todos alavez. Pues el enunciado: captarlos, de reconocerlos . Para ello tenemos la ley fundamen-
"el rango de valores de la primera función es el mismo tal de la lógica que permite la transformación de una igualdad
válida con generalidad en una igualdad. Sin semejante medio
que el de la segunda"
7
Análogamente, rnuy pocos matemáticos dudarán de usar la expresión
es compuesto y contiene como parte componente la palabra
"mismo", que tiene que considerarse como completamente co-
"
f : g" cuando la función f (t) V la función g (() tienen el mismo valor para
el mismo argumento. El error que esto entraira proviene de una manera equi-
nocida. Análogamente, el signo "é O (r) - áV (a)" es com- vocada de entender la esencia de una función. Una letra de función aislada
puesto y contiene como parte componente el ya conocido sin lugar para el argumento no es más que un absurdo, lo mismo que una
signo de igualdad. De modo que, si quisiéramos considerar expresión de función aislada, como lo es "sen". Lo distintivo de una función
en comparación con un objeto es justamente la instauración, el hecho de que
nuestra estipulación en el volumen I, § 3 como una definición,
necesita ser completada mediante un argumento y esto también tiene que re-
esto atentaría, ciertamente, contra nuestro segundo principio flejarse en el simbolismo. La inadmisibilidad de una expresión como " f : g"
de la definición.o procede del hecho de que, en algunos casos, falla inmediatamente. Si en lugar
d. ,l(€) ponemos, por ejemplo, 62 - 1 y, en lugar d. g (€), ponemos, por ejem-
§ 147. Es claro que siempre se ha hecho uso de la menciona- plo, (( - I ).(€ a 1), entonces salta a la vista que no podemos escribir nada que
da posibilidad de transformación, sólo que se ha afirmado la corresponda a la ecuación " f : g" .Pero si el simbolismo es correcto, siempre
tiene que ser posible pasar de lo general a lo particular en el simbolismo.
6 En general, no podemos considerar las estipulaciones del volumen I so- Así, pues, aunque no podemos reconocer como correcta la expresióÍt" f : g",
bre los signos primitivos como definiciones reales. Sólo lo que es lógicamente es obvio que los matemáticos ya han hecho uso de la posibilidad de nuestra
complejo puede ser definido. Lo que es simple puede tan sólo ser indicado. transformación.
552 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCE

sería imposible una fundamentación científica de la aritmética.


A nosotros nos sirve para el propósito que otros matemáticos
tratan de alcanzar al crear nuevos números. Así esperamos Po-
der desarrollar, como partiendo de un embrión, la entera ri-
queza de objetos y funciones de los que trata la matemática a
partir de las ocho funciones cuyos nombres se enumeran en el
volumen I, § 31. iPuede nuestro proceder ser llamado una crea-
ción? La discusión de este punto puede degenerar fácilmente
en una disputa de palabras. En todo caso, nuestra creación, si
así se la quiere llamar, no es irrestricta ni arbitraria, sino más "SOBRE, LA PARADOJA DE RUSSELI-:'*
bien, el modo de proceder y su legitimidad están establecidos Apéndice al volumen II [1903]
de una vez por todas. Con esto desaparecen, pues, las dificul-
tades y las preocupaciones que, de otra manera, llevan a cues-
Difícilmente le puede sobrevenir a un escritor algo más desa-
tionar la posibilidad lógica de la creación, y podemos esperar, fortunado que, tras haber puesto fin a su obra, se vea sacudido
con nuestros rangos de valores, alcanzar todo lo que por otros
uno de los cimientos de su edificio.
caminos estábamos lejos de alcanzar.
En esa posición me vi colocado al recibir, justo en el mo-
mento en qlle la impresión de la presente obra se acercaba a
su fin, una carta del señor Bertrand Russell. Se trata de mi ley
fundamental (V). Nunca me he ocultado a rní mismo que no
es tan evidente como las otras ni tan obvia como tiene que
exigirse propiamente a las leyes lógicas en general. Y, de he-
cho, señalé esta debilidad en el Prólogo al primer volumen
(p. VII). Hubiera renunciado con gusto a esa ley fundamen-
tal de haber encontrado algún sustituto. E incluso ahora no
sé cómo podría fundamentarse científicamente la aritmética,
cómo los números pueden ser aprehendidos como objetos ló-
gicos y ser introducidos en la reflexión, si no se permite -al
menos condicionalmente- pasar de un concepto a su exten-
sión. iEstá permitido siempre hablar de la extensión de un con-
cepto, de una clase? Y si no es así, icómo reconocer los casos
excepcionales? iPodemos inferir siempre, a partir del hecho de
que la extensión de un concepto coincide con la de otro, que
todo lo que cae bajo el primer concePto cae también bajo el
segundo? Estas son preguntas que surgen de la comunicación
del señor Russell.

"El título de este texto ha sido añadido para indicar al lector su contenido.
En el original en alemán del volumen II Frege simplemente lo intituló "Nach-
wort", que significa "epílogo". [N. de la c.]
554 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCE
r APENDICE 555

rado, predicativo, por 1o que se las pudiese caracterizar corrro


Solatium lsicf miseris, socios habuisse malorum.* Yo también
tengo este consuelo, si acaso es consuelo, pues todos los que funciones, conceptos o relaciones. Lo que estamos acostum-
han hecho uso en sus pruebas de extensiones de conceptos, brados a tratar como nombre de una clase, por ejemplo, "la
clases y conjuntosl están en la misma situación. Lo que aquí clase de los números primos", tiene más bien la naturaleza de
está en juego no es mi particular manera de fundamentar la un nombre propio, no puede ocurrir predicativamente, pero sí
aritmética, sino la posibilidad en absoluto de una fundamenta- puede ser el sujeto gramatical de una oración singular como,
ción lógica de la aritmética. por ejemplo, "la clase de los números primos contiene infini-
iPero vayamos al asunto! El señor Russell ha encontrado una tos objetos". Si, en el caso de las clases, quisiéramos dejar sin
contradicción que podemos presentar ahora. efecto a la ley del tercio excluso, podríamos pensar en consi-
Nadie querrá afirmar de la clase de los seres humanos que derar las clases, y de hecho los rangos de valores en general,
ella misma es un ser humano. Tenemos aquí una clase que no como objetos impropios. Éstus no podrían así figurar como
pertenece a sí misma. Digo que algo pertenece a una clase, argumentos de ninguna función de primer nivel. Sin embargo,
cuando cae bajo el concepto cuya extensión es justamente esa habría algunas funciones que podrían tener como argumentos
clase. Fijemos ahora nuestra atención en el siguiente concepto: objetos tanto propios como impropios. Al menos la relación
clase que no pertenece a sí misma. La extensión de este concep- de igualdad (identidad) sería de este tipo. Se podría intentar
to, en caso de que se pueda hablar de ella, es, así, la clase de evitar esto aceptando un tipo especial de igualdad para obje-
las clases que no pertenecen a sí mismas. Llamémosla K para tos impropios. Pero esto está descartado. La identidad es una
abreviar. Preguntemos ahora si la clase K pertenece a sí mis- relación que nos es dada de un modo tan determinado que
ma. Supongamos primero que sí. Si algo pertenece a una clase, resulta inconcebible que pueda haber varios tipos de ella. Pero
entonces cae bajo el concepto cuya extensión es esa clase. Por ahora ocurre que tenemos una gran multiplicidad de funcio-
consiguiente, si nuestra clase pertenece a sí misma, tenemos nes de primer nivel; primero, aquellas que sólo pueden tener
entonces que es una clase que no pertenece a sí misma. Nuestra objetos propios como argumentos; en segundo lugar, aque-
primera suposición nos ha llevado, pues, a una contradicción. llas que pueden tener como argumentos objetos tanto propios
Supongamos que, por el contrario, nuestra clase K no pertene- como impropios; y finalmente, aquellas que sólo pueden te-
ce a sí misma. En tal caso, cae bajo el concepto cuya extensión ner objetos impropios como argumentos. Tendríamos una di-
es ella misma, y por tanto pertenece a sí misma. Hallamos aquí visión adicional a partir de los valores de las funciones. Habría
otra vez una contradicción. que distinguir las funciones que sólo tuviesen objetos propios
¿Q"é debemos hacer en esta situación? iDebemos acaso su- como valores, aquellas que puedan tener objetos propios e im-
poner que la ley del tercio excluso no vale para las clases? ¿O propios como valores y, finalmente, aquellas que sólo puedan
debemos suponer que hay casos en los que a un concepto in- tener objetos impropios como valores. Ambas distinciones de
apelable no le corresponde clase alguna como su extensión? las funciones de primer nivel se mantendrían simultáneamen-
En el primer caso, nos vemos compelidos a negar por com- te, con lo que nos quedarían nueve tipos lArten). A estos co-
pleto el carácter de objetos a las clases, pues si las clases fue- rresponderían nuevos tipos de rangos de valores, de objetos
sen propiamente objetos, la ley del tercio excluso tendría que impropios, entre los que tendríamos que hacer distinciones ló-
valer para ellas. Por otra parte, no hay en ellas nada insatu- gicas. Las clases de objetos propios deberían ser distinguidas
de las clases de clases de objetos propios. Las relaciones entre
* "Solatium... ": antiguo proverbio latino que, traducido, reza: "consuelo
objetos propios deberían ser distinguidas de las clases de obje-
de míseros es el haber tenido compañeros en los males". Citado también por
tos propios,.de las clases de relaciones entre objetos propios, y
Spinoza en Ethica IV, prop. 57, Scholium. lN. del t.]
1
También los sistemas del señor Dedekind pertenecen a esta categoría. así sucesivamente. Con ello, daríamos lugar a una incalculable
556 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTICE

multiplicidad de tipos; y en general los objetos que pertenecie-


Y APÉNDICE

derecho, en el sentido propio de ta palabra, pero conced.er


55/

ran a tipos diferentes no podrían figurar como argumentos de al mismo tiempo que la interpretación dada hasta ahora a
la misma f-unción. Pero parece extraordinariamente difícil esta- la expresión "extensión de un concepto" necesita una correc-
blecer un sistema completo de reglas para decidir qué objetos ción.
son argumentos permisibles para qué funciones. Más aún, Po- Antes de adentrarnos más en materia, sería útil investigar
dría dudarse de que esté justificada la introducción de objetos el origen de la contradicción en términos de nuestra notación.
impropios. Qr. Á es una clase que no pertenece a sí misma puede ser
Si estas dificultades nos disuaden de considerar que las cla- expresado de la siguiente forma:
ses, y con ellas los números, pueden verse como objetos im- (^)
s
propios, y si, aún así, no queremos reconocerlas como obje-
tos propios, es decir, como cosas que pueden figurar como ¿ (-g (e)) -a
argumentos de cualquier función de primer nivel, sólo nos Y la clase de las clases que no pertenecen a sí mismas será
queda ver los nombres de clase como pseudonombres propios designada así:3
lScheineigennamenf,los cuales en verdad no tendrían ninguna
referencia. Habría más bien que verlos como partes de signos
(*r
,
€ s (e)
que tendrían referencia únicatnente cuando se los considerase
como un todo.2 Podría ciertamente tenerse por ventajoso para
¿ (-g (e)) : u

ciertos propósitos formar signos distintos que coincidan par- En la siguiente deducción usaré el signo "y" como abrevia-
cialmente sin por ello llegar a convertirlos en compuestos. La tura de esto último y omitiré la barra de juicio debido a la
simplicidad de un signo requiere únicamente que las partes dudosa verdad. Por consiguiente, mediante
componentes que se pueden distinguir en é1 no tengan ais-
ladamente una referencia. Si esto es así, incluso aquello que s (v)
estamos acostumbrados a ver Como signos numéricos no Se- ¿ (-s (E))
rían propiamente signos, sino partes no separables de signos. - Y
Una explicación del signo '02" sería imposible; en lugar de eso, expresaré que la clase v no pertenece a sí misma.*
habría que explicar muchos signos que contuviesen "2" como De acuerdo con (Vb),t tenemos ahora que
parte no separable, pero que no podrían verse como lógica- (-/(v)) - g (v)
mente compuestos de "2" y otra parte. Sería, pues, inadmisible
permitir la representación de esa Parte no separable por medio ¿(-g(s)):v
de una letra, ya que en lo que concierne al contenido no habría
composición alguna. De esta forrna, se perderíala generalidad
de las proposiciones aritméticas. Tarnpoco resultaría inteligible
¿ (-/(u)) : u (-ti,ilg (e)) :,)
cómo podríamos hablar del número cardinal de una clase, del 3 Para el uso de las letras griegas, véase volumen I, s g.
* En el texto original hay una
número cardinal de los números cardinales. errata, pues dice justo lo contrario: "que
l¿r clase y pertenece a sí misma". En la traducción de P. Geach al inglés se
Pienso que basta con esto para mostrar que este Camino consigna esta errata. [N. del t.]
es también irnpracticable. No nos queda otra que reconocer t Los núrneros romanos entre paréntesis seguidos de letras minúsculas, son
las extensiones de conceptos o clases como objetos de pleno tlsados por Frege para referirse a teoremas o leyes derivadas probadas previa-
Inente en el sistema que expone en el propio texto de Las leyes fundamentales,
2 Véase el vol. I, § 29. ¡ra.ra el caso de (Vb) véase el vol. I, § 52. [N. del t.]
558 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTIC,q.
7 epÉxorcn 559

o, si usamos la abreviatura y aplicamos (IIIa): y, tomando en consideración nuestra abreviatura, llegamos a:

/(v) 0 g (v)
¿ (-/(')) : v ¿ (-s (s)) :v
s (v) s (v)
¿ (-g (E))
- v (cr ¿ (-g (e)) -v (e

Ahora, introducimos la letra gótica "g" .n lugar d" ".f''. y pertenece a sí misma, entonces no pertenece a sí
esto es, si
s (v) misma.* De (e) se sigue, según (Ig):
¿(-g(E))-v s (v) ((
s s (v) ¿ (-g (e)) : Y
L (-s (e)) -v (0
y, de esto y d. (É), se sigue:
esto es, si y no pertenece a sí misma, entonces pertenece a sí
misma.* Ésta es una de las direcciones. s (v) (rt
En la otra dirección, por (IIb) tenemos: (-g (s))
é -v
/(v) Las proposiciones (() y (ri) t. contradicen. El único lugar
¿ (-/(u)) - v donde puede residir el error es en nuestra ley (Vb), que por
g (v) tanto debe ser falsa.
¿ (-g (e)) :v ?r
Queremos ver ahora cómr¡ se estructura la cosa al usar nues-
y, si sustituimos ",f (€)" por esta otra expresión tro signo "^". En lugar d" "V" estará "é (.-:_s^6)". Si en (82¡t
sustituimor ",f(€)" poa "--€..{-", "F (€)" poa
«-t" y "ü," por
., r+1_- g (()
t,
| é (-s(e))-(
,,
"t (--- €n€)", obtenemos:
'
entonces tenemos:
r- ¿ (---e ^e)^ é (--r€^e )
(v) L ¿ (--e ^e)^ á (--r.^e
s ) (o
L (-g (e)) : v
t (---'vrg (s) de 1o cual, u Ol.,t, de (Ig), se sigue:

\ l-¿(-g(E)) :, ):" --- L (-- s^t)^ é (--- s^6) (t


s (v) * Vuelve a hirber otra errata en el original, pues éste dice ¿rhora: "si y n<t
pertenece a sí nrisrn:r, entonces pertenece a sí misma". [N. del t.]
¿ (-s (e)) -v (ó t Se refiere ¿r l:r fiirmula en Las leyes fundamentales, vol. I, § 9l :
* También aquí hay otra errata en el original alemán, que corregimos, pues t" U @))
dice "si V pertenece a sí misma, entonces nO pertenece a sí misma". Esta errata It(e^ ¿ f (€)) [N. del t.]
fue señalada en la traducción al inglés de P. Geach y M. Black. [N. del t.]
560 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉUC,A.
Y APENDICE 1r( r I

Haciendo las mismas sustituciones, a partir de (77) obtenemos: Queremos completar nuestra investigación de manet-¿r qu('
lleguemos a [a fálsedad de (Vb) como resultado final, en lugar
¿ (-re ^e)^ é (-rs^e) de partir de (Vb) y llegar a una contradicción. Para no depen-
T-
l-- ¿ (--e ^e)^ é (-re ^e) (n der de los aún sospechosos signos de rango de valores, llevare-
mos a cabo la deducción de manera enterarnente general para
De lo que, con (r), se sigue: una función de segundo nivel con un argumento del segundo
tipo,a haciendo uso de nuestra notación en el vol. I, § 25. De
é (-- t^s)^ é (- t^e) (l acuerdo con esto, nuestra combinación de signos
,, C)-
que contradice (r,). Por tanto, al menos una de las dos propo-
siciones (77) V (82). debe ser falsa, así como también (1), de la
(*r g (e)
é (-g (e))
- e
que ambas se siguen. Si se revisa la deducción de (1) en el § 55 es sustituida por
del vol. I [de Las leyes fundamentales], queda claro que también

(*r Mo(-s(P)) -
,, t)
ahí se hace uso de (Vb). Sobre esta proPosición también recae M3 s@)
la sospecha. Al caer (Vb) también cae (V), pero no (Va). No P
hay nada que impida nuestra transformación de una igualdad
a la que se habrán de aplicar análogamente las especificaciones
válida con generalidad en una igualdad de rango de valores;
que establecimos para los signos de rangos de valores en el
únicamente se ha hecho patente que la transformación inversa
vol. I, § 9 para el alcance de una letra griega. Hemos usado dos
no siempre es legítima. Con esto se reconoce sin duda que mi
veces rxra"M" en nuestra fórmula, la primera al principio, la
introducción de los rangos de valores en § 3 del primer volu-
segunda en el interior. En el lugar del argumento de la primera
men lde Las leyes fundamentalesf no siempre es legítima. No
está la marca de función:
podemos en general pretender que las palabras:
"-.9F g (() ')
"la función (D (() tiene el mismo rango de valores que
la funció., ú (()" LMu(-
I

s(t3)) € :
y en la segunda, en el lugar del argumento, ss¡{r(-g(()".
sean correferenciales con estas otras:
Primeramente, se obtiene lo siguiente:
"las funciones @ (€) y Ü (€) siempre tienen el mismo IIb s (")
s
valor para el mismo argumento",
:"
Mr,(-s(0))
y tenemos que contemplar la posibilidad de que haya conceptos
(al menos en el sentido usual) sin ninguna extensión. De esta
mu(-,-vrs@)
"(, -Llur-.s,,))-p)\ -a
suerte, la legitimidad de nuestra función de segundo nivel á
p (e) se ve trastocada. Y, aún así, esa función resulta indispen- s (a)
sable para la fundamentación de la aritmética.
* Para las proposiciones (77) y (82), véase Las
Mp(- s@)) - "
leyes fundamentales, vol. l,
§ 91. Se trata, respectivamente, de:
X
h- n(r^ é Íl,t) lt- otlt"»
L , U(r)) L F @^ é,f(e)) . [N. del t.]
a Véase el volumen I, § 23, p. 40.
562 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARI'IMÉTTCE
Y ,,t ptix r)rcE 5(i:t

M¡1
(-'r s (p)
frt¡t(---- s(P)) '- P ):' l*L Mq(-
s (")
s (6) ,\ : o

g (")
I
M' (-*rs(a)
Mo(- s(0)) : o 0' \. lno(- s(B)) : o ):'
(lllrr) :

X
f (")
(")
s *r( s(,.j) \:o
Mp(- -"
s(0)) LMr (-
Mo (-*--sll)
s$)): o)
( l- ¡w.(- f(") : -n9rr- g @)
) -- t3 ):'
g (¡r) (u
I nt,,(- su3)) :o (€
Si empleamos la abreviatura "@ (()" en lugar de (tlb)
)'
g (€) f (")
Mo(-s(O)) : €

y "Mt¡(O (P))" en lugar de "a", a partir de(z) obtenemos:


(*r Mn(-s(i)) - ):"
Mo s (13)
0
Mp(-f@»-Mo
Q (Mp(@ (p))), (*r Mn(-s(O)) - s (0)
C

est.o es, el valor de nuestra función de segundo nivel para el 3 (") : -n9rr g @)
concepto 4, (() cae precisarnente bujo este concepto. Por otro I nta(- s(§)) : o
lado, a partir de (z) también tenemos:

*r s(Ma(@ (fJ)))
Mo(-s (,6)) - Mo(@ (P))
Mr(-$ (fr)) : Mo (-*-g (,j)
\ - nt¡(-s(d)) :p)
\
b

esto es, hay un concepto para el cual, tomado como argumento' f (")
nuestra función de segundo nivel da el mismo valor que para Ma(- f (0)) -- "
O (€), pero bajo el cuál no cae este valor. En otras palabras:
para cualquier función de segundo nivel con un argumento
i"t ,.g,-rnáo tipo, hay dos conceptos que dan el mismo valor
Mo
(*r Mp(-s(P)) - s (0)
13 ):'
cuando Son tomaclos como argumentos de esa función y este
valor cae bajo el primero d,e estos conceptos, pero no bajo el
6 rl S("):s(a)
segundo. Mol-s u3)) - Ma(- 6 (p)) (tr
E,n nuestra notación conceptográfica, podernos derivar esto
de la siguiente manera:
564 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuCa
v npÉxorcr 5b5

s (o) IIIe
Ms(-s(B)): " s (p)
*(*L',fj,'--s(il):
| ru,, s (p)
(*'t Mp(-s(0)) - P
-Mo
(*r Mo(s@)) : 0
u)
6 r!
S(")-s(o) (e) :

Mo(-S (p)) - Mo(- 6(p)) (p s o 6 ú S(o) - o (o)

0r) :

\ -a
Ma(-§ (p)) - Mo(- 6(p)) Q
Mp (-¡.-vr-s(P)
(,-L ü,' s(o))-o) esto es, para cada función de segundo nivel con un argumen-
to del segundo tipo, hay concePtos tales que, tomados como
Mp (--"-sW) \ -a' sus argumentos, dan el mismo valor, aun cuando no todos los
(-L [,r'-.s(p))-p) objetos que caen bujo uno de estos conceptos caigan también
bujo el otro.
6 Ll
S(")-o(a) Nuestra prueba ha sido llevada a cabo sin el uso de propo-
MB(-S @)) : Mo(- 6(p)) (o siciones o signos cuya legitimidad fuera cuestionada de algún
(Ig) modo. Así, nuestra proposición es también válida, en particu-
' lar, para la función de segundo nivel L p (r), en caso de que
Mp
(*r Mo(-s(P)) -
s (p)
0 ):"
sea legítima, o dicho en palabras:
Si para cada concepto de primer nivel se puede hablar en
6 rt
S(o)-6(a) general de su extensión, entonces ocurre que hay concep-
tos que tienen la misma extensión, aunque no todos los ob-
MB(-g (p)) : Mp(-6(p)) (r jetos que caen bujo uno de esos conceptos caigan también bujo
(IIa): : el otro.
*(-*L'f)--s(p)): -4, Con ello, sin embargo, resulta realmente abolida la exten-
sión de un concepto en el sentido que suele darse a esta ex-
u) presión. No se puede decir que, en general, la expresión "la
o 6 tf S(o)-o(o) extensión de un concepto coincide con la de otro" se refiere a
Mp(-S (p» - Mo(-6(p)) (u lo mismo que la expresión "todos los objetos que caen bajo el
X primer concepto caen también bujo el segundo y uiceaersa". A
o 6 :o(o) partir del resultado de nuestra deducción, vemos que resulta
3(o) imposible dar a las palabras "la extensión del concepto O (()"
MB(-3 (p)) - Mo(- 6(0)) un sentido tal que de la igualdad de extensión de conceptos
*(*L'f)--s(il):u) pueda inferirse en general que todo objeto que cae bajo uno
cae también bajo el otro.
(p Podemos igualmente llegar a nuestra proposición por otra
vía, a saber, la siguiente:
566 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuCE
Y epÉxorcr 567

IIb g
s (") esto es, hay un concepto, para el cual, tomado como argumen-
M t(.- (rr)) :er n
to, nuestra función de segundo nivel da el mismo valor que
para ú (€) y bajo el cual cae ese valor. También aquí renemos
u"(-\-n^':) a dos conceptos tales que, tomados como argumentos de la fun-
\ L-¡vu(- ) ción de segundo nivel, dan el mismo valor, el cual cae bajo el
s(B)) - o)
segundo de estos conceptos, pero no bajo el primero. De la
g
s (") proposición (r.,,,) podemos derivar el enunciado (X) d" manera
Mo(- s(0)) -- a parecida a como lo hicimos a partir de (z).
Intentemos ahora tomar ta función é (- p (e)) como la
X función de segundo nivel de nuestras proposiciones. Enton-
ces, en
-a
''(-*['fj,'--s(p)) :u) s(o
(")
¿ (-s (E))
- €
s
tenemos un concepto bajo el cual cae su propia extensión. Sin
Mi'(-s([))): " 0b embargo, por (u),hay un concepto cuya extensión coincide con
el que acabamos de mencionar, pero bajo el cual no cae la ex-
X tensión en cuestión. Quisiéramos tener un ejemplo de esto.
h- yr- s@)
iCómo podríamos encontrar tal concept<>? No es posible sin
I L Mo(- :o s@))
especificar de forma más precisa nuestra füncií¡n é 1- g G))
o la extensión de un concepto, pues el criteri() que hasta ahora
mn (<,r--s}3) \ :,
I

nos había servido para determinar la coincidencia de extensio-

\ lu,t(- s(t)) - t3) (r,,,


nes de conceptos nos deja aquí plantados.
Por otra parte, en
Si introducimos "V (e)" como abreviatura de la siguiente ex-
presión: s (€)
"^gr¡ g (() " é 1-s, (e)) -€
L Mo(- g (d)) : ( tenemos un concepto bajo el cual no cae su propia extensión.
y, en lugar de "a" ponemos la expresión "MB@ @))". Enton- Sin embargo, por (r,,,), existe un concepto cuya extensión coin-
ces, a partir de (rr,,), obtenemos: cide con la del que acabamos de mencionar, pero bujo el cual
cae aquella extensión. Todo esto, naturalmente, bajo el supues-
--riÍ(M¡1w @») to de que el nombre de función "é 1- p G))" esté justificado
esto es, el valor de nuestra función de segundo nivel para eI lógicamente.
argumento V (€) cae bajo el concepto ü ((). Pero, por otro En ambos casos vemos que la extensión conceptual misma
rado, a par rir
"" trae consigo la excepció\,yv que sólo cae bajo uno de los dos

ffiLMu(-s
I
i:; rf;;;;_",,
conceptos que lo tienen como extensión. Y vemos que esta ex-
cepción no puede ser evitada en modo alguno. Según esto, se
hace fácil presentar como criterio de igualdad extensional el
(Áe))
- MB@ (p))
568 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉTTCE
V APENDICE 569

siguiente: la extensión de un concepto coincide con la de otro Por (V'c), tenemos que
cuando todo ohieto que cae bAio el primero, excepto la exten-
sión del primer concepto, cae también bujo el segundo y, a la (-l (v)) - g (v)
inversa, cuando todo objeto que cae bajo el segundo concepto, ¿ (-g (e)) :v
excepto la extensión del segundo concepto, cae también bujo
el primero.
Obviamente, esto no puede tomarse como una definición
V €
,

(-t: g (e)
¿ (-g (e)) : t
de la extensión de un concepto, sino, más bien, sólo como la (- f(u))
especificación de la constitución característica de esta función
de segundo nivel.
¿ u
(*ritilg (e)) :,)
Si transferimos lo dicho acerca de las extensiones conceptua- Haciendo uso de la abreviatura, obtenemos:
les a los rangos de valores en general, llegamos a la siguiente
ley fundamental: (_/(v)) __ o-as(v)
r- ¿ (-s
l-(é /(') - á s(")) - o
f(o)-g(o) (e))
-v
o:é f(r) Y-Y
o
- á g(¿r)
que reemplaza la ley fundamental (V) (vol. I, § 20, p. 36). De
(v' ¿ (-f(r)):é
(-t g (e)
¿ (-s (e)) - s

esta ley, se sigue (Vu). Por su parte, (Vb) debe conducirnos a que resulta obvio en virtud del subcomponente "--T- V
una de las siguientes proposiciones: - V" y
precisamente por eilo no puede conducir nunca a una contra-
f (") : g(a)
dicción.
Habíamos estipulado (en vol. I, p. 17) que la extensión de un
a-é f(e) concepto bujo el cual sólo cae lo verdadero debería ser lo ver-
é f(u) (v'b dadero y que la extensión de un concepto baio el cual sólo cae
-ág(a) lo falso debería ser lo falso. Estas determinaciones no sufren
o
modificaciones tras la nueva caracterizaciínde la extensión de
f (o) - s(a) un concepto.
iCómo afecta esta nueva caracterización a los valores de
a-&s(a) nuestra función \( si mantenemos las determinaciones en
éf(u)-ás(o) (v'. vol. i, §11? Supongamos que O(() es un concepto vacío. En-
tonces, según la anterior caracterización de la extensión de un
Convenzámonos ahora de que se evita la contradicción que
concepto, \ ¿ @ (e) coincide con L O (e), ya que no había nin-
afloraba antes entre los enunciados (P) y (t)- Procedemos
como antes en la deducción de (p), usando (V'c) en lugar gún objeto A tal que é (A - e) coincidiese con é O (e). Según
de (Vb). De nuevo, sea "V" la abreviatura de la nueva caracterización de la extensión de un concepto, sí hay
un objeto tal, a saber, é O (e). El resultado es, sin embargo, otra

(*r
(al
L
s (e) vez el mismo, es decir, que \ L O (e) coincide con é @ (e). Lo
é (-g (e))
- e mismo va a resultar si é O (e) es el único objeto que cae bujo
570 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE lA ARITMÉuc¿.
V APÉN DI ( ]I.] tr'il

el concepro d, ((). Si suponemos que Á es el único objeto que Así, pues, si 1- es un rango de valores, entonccs:
cae bajo el concepto @ ((), entonces \ é @ (s) coincide con Á.
Lo mismo sucede si, aparte de A, é O (e) es la única cosa que f^l:á g(r) :,
cae también bajo el concepto @ ((); y aquí tiene lugar una dife- (-"[ l:é g(e)
rencia con respecto a lo anterior, Pues en este caso \ ¿ @ (e) no
habría coincidido con la anterior A, sino con é O (u). En todos E,sto es, f ^f es la extensión de un concepto omniabarcante.
los otros casos, no hay ninguna diferencia entre la anterior y Si f no es un rango de valores, entonces f ^f es la extensión
la nueva caracterización de la extensión de un Concepto Con de un concepto vacío. En el primer caso, f ^ f es 1o falso:
respecto a los valores de la función \ ( y nuestra ley fundamen- -
tal (VI) sigue siendo válida.
Queda aún por preguntarnos cómo afecta la nueva concep- l-r¿f(r)^Lf(u) (*'
ción del rango de valores a los valores de nuestra función €^(.
E,n el caso en que f sea un rango de valores, ahora no está de- Esto es importante para la función W €.En un primer momen-
terminado en todos los casos qué valor tiene una función cuyo to, podría temerse que a conceptos con Ia misma extensión les
rango de valores sea l, para el argumento @,I' en particular Corresponda, según nuestras estipulaciones, el mismo número
no lo está en el caso en que @ coincide con f. Puede haber, cardinal, a pesar de que bajo uno cae un objeto más que bajo el
pues, funciones que tienen el mismo rango de valores, f, pero otro, a saber, la extensión misma del concepto, de modo que,
que para el argumento f tienen valores diferentes. Ahora, la al fin y al cabo, uno obtendría un solo número cardinal finito.
extensión del concepto Sin embargo, el concepto @(O no entra en consideración en lo
que concierne a W ¿ d(r), sino, más bien¡- €^ é O(u),yla
s(r) :€ extensión L O(e) no cae bajo este último, incluso si cae bajo el
f :L g(e) concepto @(€).
ya no puede coincidir con la extensión de un concepto como Si se repite la deducción de (1) (vol. I, § 55) con (V'b) .,
A : (, pues Á es el único objeto que cae bqjo este último, lugar Ae (f,rb), se obtiene la proposición (1') en lugar de (l):
mientras que bajo aquél caen todos los objetos. Pues, si f es un
f(")-ar\Lf(u) (1'
rango de valores y E es un objeto, siempre será posible proveer
una función X(() tal que é X(t) - f y X(,f) - E. Según 1o a -é 1G)
estipulado en vol. I, § 11,
de la que se obtienen (77') y (82') en lugar de (77) y (82)
\a
(*r s(r) -cr
l:é g(e)
hT- F(o^
t .f @) hT-
r(,f (o))
coincide con
'(*r l:t g(r) :a
g(e)
I
L- o ("t@))
+r:é"f(r) (77'
|
L- p @^
t---"-éf(e)
é /(E))
(82'

5 Véase el volumen I, p. 53 Extraemos también otras consecuencias:


q
r lao
572 LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ARITMÉuce epÉxorcB 5t5

ct' l---¿f(u)^éf(u) capa que hay que añadir algunas cláusulas a muchas proposi-
(IIIa) ciones; pero no hay que temer que de aquí se vayan a seguir

I
:

a^éf(e) diticultades esenciales para el curso de las pruebas. f)e todos


modos, es necesario un examen de todas las proposiciones que
a-é f(u) (p' hemos establecido hasta aquí.
(Iu) La siguiente pregunta puede verse como el problema funda-
mental de la aritmética: icómo aprehendemos objetos lógicos,
f (o)
en particular los números? ¿Qué nos justifica en reconocer los
a^Lf(e) números como objetos? Si bien no se ha resuelto el proble-
a-éf(u) ma en la medida en que lo pensé durante la redacción de este
volumen, no dudo de que hemos encontrado el camino para
(82') :
resolverlo.
f (")
an L Í(u) (82" Jena, octubre de 1902.

82" é (- €^€)^ á (-- €^€)


é (--s^6)^ é (--s^s)
(ts.) :

Fr- ¿ (--re^e)^ á (-6^6) (l'


Esto se sigue exactamente del mismo modo como (r.) más arri-
ba. Con todo, no tiene aquí lugar una contradicción, como ve-
remos ahora mismo. (l') un caso particular de (a').
"r
77' h-r é (-s^6)^ á (-- €^€)
lL-¿(-rs^c)^á(re^e)
I

l-- é (-re ^e) á (--6^6)


--
X
FT- á -re ^e) : é (--e^t)
t- ¿ €^€)
(-re ^e)^ é (-- (6'
0')
F¿(rs^e) :á(-s^s) (u'

(e') es un caso particular de (IIIe).No ha surgido contradicción


alguna.
Nos llevaría demasiado lejos continuar con las consecuen-
cias del resultado de reemplazar a (V) por (V'). No se nos es-
v

Cenre or BnRTRAND Russrll


a Goruos FRrGr*
[ 16-6-1e02]
Friday's Hill
Haslemere
16 dejunio de 1902
Estimado colega:

Conozco su libro Las leyes fundamentales de la aritmética desde


hace año y medio, pero sólo ahora me ha sido posible encon-
trar el tiempo para acometer el cuidadoso estudio que preten-
do dedicar a su escrito. Estoy completamente de acuerdo con
usted en todos los puntos centrales, particularmente en el re-
chazo de todo elemento psicológico de la lógica y en el valor
que usted le otorgv a la notación conceptual para los funda-
mentos de las matemáticas y la lógica formal, las cuales, por lo
demás, no se diferencian mucho entre sí. En 1o que respecta a
muchas cuestiones de detalle, encuentro en usted discusiones,
distinciones y definiciones que en vano busca uno en otros lógi-
cos. Más concretamente, respecto de las funciones (véase el § 9
de su Conceptografía), he llegado, de manera independiente, a
las mismas posiciones que usted, incluso en los detalles. He en-
contrado una dificultad sólo en un punto. Usted afirma (p. l7)
que una función también podría constituir el elemento indefi-
nido. Eso mismo creía yo antes, pero ahora me parece dudoso
a causa de la siguiente contradicción: Sea ¿u el predicado de ser
un predicado que no se puede predicar de sí mismo. iSe puede
*Traducción de Xavier de Donato.
V
5to CARTA DE RUSSEL A FREGE

predicar w de sí mismo? De cada una de las respuestas se sigue


su contradictoria. Por lo tanto, tenemos que concluir que w no
es un predicado. De la misma manera, no hay ninguna clase
(corno un todo) de las clases que, como todos, no son miem-
bros de sí mismas. De esto concluyo que, bajo determinadas
circunstancias, un conjunto definible no conforma un todo.
Estoy en el proceso de terminar un libro sobre los principios
de la matemát\ca y me gustaría comentar su obra en él con
mucho detalle. Ya tengo sus libros, o los compraré muy Pronto,
pero le estaría enormemente agradecido si me pudiera enviar
Cenle DE GOTTLOB FREGE
A BERTRAND RUSSTTL*
Separatas de sus artículos en varias revistas. Pero si esto no
fuese posible, me los procuraré de una biblioteca. 122-6-1eo2l
Está muy atrasado el tratamiento exacto de la lógica de aque-
llas cuestiones fundamentales donde los sírnbolos fallan; en-
Jena, 22 dejunio de 1902
cuentro que el suyo es el mejor tratamiento que conozco en la
actualidad y, por este motivo, me permito expresarle mi más Estimado colega,
profundo respeto. Es muy lamentable que no haya logrado pu-
blicar el segundo volumen de sus Leyes fundamentales, pero es- iMuchas gracias por su interesante carta del 16 de junio! Me
pero que aún lo haga. alegra que esté usted de acuerdo conmigo en muchos puntos
y que quiera examinar mi obra con detalle. De acuerdo con su
Con los más atentos saludos, deseo, aquí le envío copia de las siguientes separatas:
Sinceramente suyo,
l) "Elucidación crítica etc."
Bertrand Russell
2) "Sobre la notación del Sr. Peano, etc."
PD: La contradicción a la que me refiero arriba se expresa de 3) "Sobre concepto y objeto"
la siguiente manera en la notación de Peano: 4) "Sobre sentido y referencia"
5) "Sobre teorías formales de la aritmética"
zu cls ^xs (x - €x) . ); w€tt) . - .7D N €w.l
- He recibido un sobre vacío cuya dirección parece haber sido es-
He escrito a Peano sobre esto, pero todavía me debe la res- crita por su propia mano. Supongo que ha tenido la intención
puesta. de enviarme algo que, por accidente, se ha perdido. Si éste es
Los editores de Frege 1969, vol. 2, observan que esta fórmula dice que si
1 el caso, le agradezco la amable intención. Con la presente le
z¿eslaclase de lasx tales quex /x, entoncesz¿ € u § u ( zu. Russell tomala adjunto la cara del sobre.
notación, en lo esencial inalterada, de G. Peano: Formulaire de Mathématiques, Cuando leo de nuevo mi Conceptografia, encuentro que he
Tome II, § 2 (Arithmétiqtre) (Turín, 1898), véase la fórmula 450 en la p. vii: cambiado de opinión en algunos puntos, como podrá compro-
ue Cls . f . Cls z : Cls ^xt (x ) a) : "clasedez" Df. bar si lo compara con Las leyes fundamentales de la aritmética. Le
"¿2"debe leerse en esta fórmula como "'tt"';véase op. cit., sec' I (Logique mrtthé' pido, por favor, tache el párrafo de la p. 7 t§ 5] de mí Concepto-
matique) Turín 11.VIII.1897, p. 75, fórmula 450, cuya notación difiere de la grafia que comienza con "Resulta igualmente fácil reconocer",
elegida en § 2 por el uso de la letra "K" en lugar de "Cls" y de "xe " en lugar
*Traduccirin cle Xavier de Donato revisada.
de "x3". [N. del t.]
578 CARTA DE FREGE A RUSSELL
V
CARTA DE FREGE A RUSSELL 579

dado que contiene un error, lo que, dicho sea de paso, no aca- lugar: *Un concepto se predica de su propia extensión". Cuan-
rrea consecuencias indeseables para el subsecuente contenido do la función @ (() es un concepto, desisno su extensión (o
de mi librito.. la clase correspondiente) mediante "¿, O (e)" (por cierto que [a
Su descubrimiento de la contradicción me ha sorprendido justificación de esto me parece ahora dudosa). En "@ (á @ (e))"
enormemente y casi debería decir que me ha dejado estupefac-
o "é Q (u) ^ á iD (u)" tenemos, pueS, la predicación del concepto
to, ya que ha hecho temblar los cimientos sobre los que había @ (€) de su propia extensión.
pretendido edificarla aritmética. De acuerdo con esto, parece El segundo volumen de rnis Leyes fundamentales está por apa-
que la transformación de la generalidad de una identidad en recer en breve. Deberé incluir en é1 un apéndice, donde haré
una identidad de rango de valores (véase Las leyes fundamenta- justicia a su descubrimiento. iSi tan sólo pudiera encontrar la
las § 9) no siempre es permisible, que mi ley V (§ 20, p. 36) es
manera adecuada de encararlo!
falsa y que mis explicaciones en § 3l no bastan para asegurar
referencia a mis combinaciones de signos en todos los casos. Lo saludo afectuosamente
Debo reflexionar aún sobre este particular. La cuestión es tan Sinceramente suyo,
seria como que el derrumbe de mi ley V parece minar no sólo
los fundamentos de mi aritmética, sino incluso los únicos fun- G. Frege
damentos posibles de la aritmética en cuanto tal. Y a pesar de
esto, debiera yo pensar que tiene que ser posible establecer
condiciones para la transformación de la generalidad de una
identidad en una identidad de rango de valores, de modo que
se pueda mantener lo esencial de mis pruebas. En cualquier
caso, su descubrimiento es extraordinario y acaso conlleve un
gran progreso para la lógica, a pesar de 1o indeseable que pue-
da parecer a primera vista.
Por lo demás, la expresión "Un predicado se predica de sí
mismo" no me parece exacta. Un predicado es, por regla gene-
ral, una función de primer nivel, que requiere un objeto como
argumento y que, en consecuencia, no puede tenerse a sí mis-
mo como argumento (sujeto). Por tanto, preferiría decir en su
* Los editores de Frege 1969, vol. 2, señalan que el error se halla en la
primera frase del pasaje donde Frege explica que la fórmula:
r
A
B
"niega el caso en que B es afirmada, pero A y f son negadas" (Conceptografía
§ 5). El error ya fue advertido por Ernst Schróder en la p. 88 de su recensión
dela Conceptografía (Zeitschriftfür Mathematik und Physik, vol. 25, 1880, pp. 8l-
94) con la suposición verosímil de que Frege pasó por alto el segundo signo
de negación en la lectura de una fórmula que, correctamente leída, debería
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Edizione, Milán. -, Leipzig.
Eukliclc, lilt:mrn tr. IEuclides, Elementos.f
*L¿r inv«'slig:rr i<irr lriblio¡4ráfica
de esta sección fue realizada porJ. Alberto
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I-IIX) AI,Ií]NI)I(]I.:,: oI}RAS CITADAS EN LoS ESCRIToS APÉNDICE: OBRAS CITADAS EN LOS ESCRITOS 59I

liischer, Kuno, 1865, System der Logik und Metaphysik oder Wissenschafts- Kópp, Gustav Adolf, 1887, Schularithmetik, Baerecke, Eisenach.
lehre,2a. ed., F. Bassermann, Heidelberg. Kossak, Ernst, 1872, Die Elemente der Arithmetik. Programm des Fried-
Gr assrrran, Herrnann, 1860, Lehrbuch der Mathematik lür hóhere Lehran- richs-Wenders chen Gymnasiun¿s, Nicolai, Berlín.
stalten, vol- I, Arithmetik, R. Grassman, Stettin. Kronecker, Leopold, 1887, "Über den Zahlbegriff", en F. Vischer
Hankel, Hermann, L867, Theorie der complexen zahlensysterne, Leopold (comp.), Philosophische Aufsdtze, Eduard Zeller zu seinern fúnfzigjr)h-
Voss, Leipzig. rigen Doctorjubildum gewidmet, Fues, Leipzig.
1870, "untersuchungen über die unendlich oft oscillirenden I-eibniz, Gottfried Wilhelm, 1959, "Non inelegans specimen demon-
und unstetigen Functionen", Abdruck aus dem Gratulationspro- strandi in abstractis", en Opera Philosophica Omnia, Aalen, pp. 94-
-, gramm der Tübinger universitát vom 6. tr.dárz 1870, r,udwig Fried- 97. [Tiaducción al ingtés en G.H.R. Parkinson (ed.), Leibniz Logical
rich Fues, Tubinga. Papers: A Selection, Clarendon, Oxford, 1966.]
1867, vorle.sungen über die komplexen zahlen und, ihren Functio- 1839-1840, Nouueaux Essais sur l'entendement humaine, en Leib-
nen, Yoss, Leipzig. niz, Opera philosophica quae exstant Latina, Gallica, Oermanica omnia,
-,
Heine, Eduard, 1872, "Die Elemente der Functionenlehre", Journal -t ed. J.E. Erdmann. [Versión castellana deJavier Echeverría, Nueuos
ftir die reine und angewandte Mathematih lcrelte's Journalf, no. 74, ensayos sobre el entendimiento humano, Alianza, Madrid, 1992.]
pp. 172-188. Lipschitz, Rudolf, 1880, Lehrbuch der Analysis, Max Cohen und Sohn,
Helmholtz, Hermann von, 1887, "záhlenund Messen erkenntnistheo- Bonn; vol. I, 1877; vol. 2.
retisch betrachtet", en F. Vischer (comp.), Philosophische AuJititze, Locke, John, 1690, Essay Concerning Human Under.sta,ncling, Elizabeth
E du ard Z e I I e r zu s e inem ftinfzi gj rihr i ge n D octo rj u b i I rium ge u i d,m e t, Fue s, Holt/ Thomas Basset, Londres. lEnsayo sobre el entcndimiento huma-
Leipzig, pp.77-52. no, versión castellana de Edmundo O'Gorman, Ft>ndo de Cultura
Herbart, Johann Friedrich, 1851, (Imriss pridagogischer Vorlesungen, Económica, México, 1956.]
2a. ed., en Johann Friedrich Herbart's stimtliche werke, vol. 10, ecl. Mill, John Stuart, 1862-1863, System tler deductiuen u,nd inductiuen
Gustav Hartenstein, Voss, Leipzig, pp. 188-341. Logik. Eine Darlegung der Principien wissenschaftlir:her Forschung
Hesse, Ludwig Otto, 7872, Die uier Species, B.G. Teubner, Leipzig. insbesondere der Naturforschung, traducción al alemán de J. Schiel,
Hobbes, Thomas, 1668, Examinatio et Emendatio Mathematicae Ho- 2 vols., Vieweg, Brunswick. [A System of Logic Ratiocinatiae and
diernae qualis explicatur in libris Johannis wallisii, Andrea crook, Inductiue: Being a Connected View of the Principles of Euidence and
Londres, 1660; Ámsterdam, Blaeu. the Method" of Scientific Inuestigation, lohn Parker, Londres, 1843,
Homer, Odyssee. [Homero, La Odisea.) 2 vols.l
Husserl, Edmund, 1891, "Besprechung E. Schróders vorlesungen über Newton, Isaac, 7707, Arithmetica Uniuersalis, William Whiston, Cam-
die Algebra der Logik (Exakte Logih)", Góttingischen Gelehrten Anzei- bridge.
gen, l de abril de 1891, pp.2a3-278. Peano, Giuseppe, 1898-1899, "Corrispondenza: Risposta [a Lettera
Jevons, w. Stanley, 1879, The Principles of science: A Treatise on Logic del sig. G. Frege all'Editoref", Riui.sta de Matematica, vol. 6 (Fratelli
and Scientific Method, 3a. ed., Macmillan, Londres. Bocca, Turín).
Kant, Immanuel, 1868, Kritik der reinen vernunft, ed. Gustav Harten- 1897, Formulaire de Mathématiques, t. II, no. 7, Logique mathéma-
stein, voss, Leipzig. fcrítica de la razón pura, traducción de pedro tiqtr,e, Fratelli Bocca/Ch. Clausen, Turín.
Ribas, Alfaguara, Barcelona, 1988.] -, 1898, Formulaire de Mathématiques, t. II, no. 2, Arithmétique,
1868, Logih. Ein Handbuch zu vorlesungen, en Kant's srimmtriche Fratelli Bocca/ Ch. Clausen, Turín.
Werhe, ed. Gustav Hartenstein, Leopold Voss, Leipzig, vol. VIII, -,
Schloernilch, Oskar, 1851, Handbuch der algebraischen Analysis,2a. ed.,
-, pp. 1-144. [Lógica, u,n manual de lecciones, versión castellana de F. Frommann, Jena.
MaríaJesús Vázquez Lobeira, Akal, Madrid, 2000.] . Schróder, Ernst, 1880, 'Anzeige von Freges Begrffischrift", Zeitschrift
Kerry, Benno, 1885-189l, "Über Anschauung und ihre psychische
Jür Mathematik und Physiá, vol. 25, pp. 81-94.
verarbeitung, I-VIII", serie de artículos publicados en vierteljahr- 1873, Lehrbuch der Arithmetik und Algebra, B.G. Teubner,
sc hr ift ftir wi ss en s chaftlich e Philos ophie. Leipzig.
-,
x
592 APÉNDICE: OBRAS CITADAS EN LOS ESCRITOS

Schróder, Ernst, 1895-1905, Vorlesungen über die Algebra der Logik


(Exakte Logik), B.G. Teubner, Leipzig.
Spinoza, Baruch, 1830, Carta no. 50, aJ. Jelles, en Epistolae doctorum
quorundam airorum ad Benedictum de Spinoza eiusdemque responsiones
ad aliorum eius operum elucidationem non parumfacientes, en Benedic-
ti de Spinoza. Opera Philosophica Omnia, ed. A. Gfroerer,J.B. Mezler,
Stuttgart.
Ethica ord.ine geometrico d,emonstrata, 7677. lÉtica, d,emostrada
según el orden geométrico, traducción, introducción y notas de Vidal
-, Peña García; notas y epflogo de Gabriel Albiac, Tecnos, Madrid, Íxotcs
2oo7.l
Stolz, Otto, 1885, Vorlesungen über allgemeine Arithmetik, Teubner, Presentación, por Margarita M. Valdés 5
Leipzig.
Stricker, Salomon, 1883, Studien über Association d¿r Vorstellungen,
Glosario 15

Braumüller, Viena.
Thomae, CarlJohannes, 1880, Elementare Theorie der analytischen l-unc-
PARTE I. LÓGICA
tionen, Louis Nebert, Halle; 2a. ed.,1898.
Trendelenburg, Friedrich Adolf, 1867, Historische Beitrrige zur Philoso- Introducción a la Parte l, por Mario Gómez Torrente 19
phie, vol.3, G. Bethge, Berlín.
Whitehead, Alfred North, y Bertrand Russell, 1910-1913, Principia CONCEPTOGRAFÍA. Un lenguaje de fórmulas, construido
Mathematica, Cambridge University Press, Cambridge, 3 vols. a semejanza del lenguaje aritmético, para el pensamiento
puro [1879]
Prólogo 41

Contenido temático. 47

I. Explicación de los símbolos 51

II. Representación y deducción de algunos juicios


del pensamiento puro ll

III. Algunas cuestiones de una teoría general


de las series 116

Sobre lajustificación científica de una conceptografía


[1882] 155

Lógica ( 1897) fSelección]


Separación del pensamiento de sus envolturas ... . 163

17 oraciones clave sobre lógica [1906 o anterior].. . ..179


Introducción a la lógica (1906) [Selección] 181

Mis ideas lógicas básicas [1915] ..... 191


I
594 ÍNorcr INDICE 591-r

PARTE II. SEMÁNTICA LAS LI|YIIS I¡I.IIVI)AME¡,{TALES DE LA ARITMETICA


ISelecci<in I
Itrtroducciórr a la ParLe II: Sentidos y pensanrientos, por'
Maite Ezcurdia.... re7 Prólogo al volumen I [893] ....497
Introducción al volumen I 519
Función y concepto [1891] 225
Volumen II, parte III. Los números reales §§ 55-67
Sobre sentido y referencia [1892] 249 Principios de la definición [1903] . .524
Sobre concepto y objeto [892] 277 Volumen II, parte III. Los números reales §§ 138-147
La creación de nuevos objetos según R. Dedekind,
Consideraciones sobre sentido y referencia [1892-1895] . .293 H. Hankel, O. Stolz [1903] . . . 540
¿Q"é es una función? [1904] 303 "Sobre la paradoja de Russell". Apéndice al volumen II
Ie03] 555
Carta de Gottlob Frege a PhilipJourdain [1914] 315
Carta de Bertrand Russell a Gottlob Frege [16-6-1902] . . .575
El pensamiento. Una investigación lógica 11918/19191 .. ..327
Carta de Gottlob Frege a Bertrand Russell 122-6-L9021 . . .577

BIBLIOGRAFÍA. ... 581


PARTE III. FILOSOFÍA DE LAS MATEMÁTTCES Obras de Gottlob Frege .. 581

Introducción a la Parte IlI, por Agustín Rayo Bibliografía citada en la presentación


351
y las introducciones a las partes I, II y III 584
LOS FUNDAMENTOS DE LA ARITMÉTICA. UNA Algunos estudios recientes sobre la filosofía
inaestigación lógico-matemática sobre el concepto de de Gottlob Frege 588
número [1884]
APÉNDICE: Obras citadas en los escritos de G. Frege en
Introducción .....363 este volumen . 589
Contenido temático 373

I. Opiniones de algunos autores sobre la naturaleza


delasproposicionesaritméticas... ..... 385

II. Opiniones de algunos autores sobre el concepto


de número . . 402

III. Opiniones sobre la unidad y el uno. 415

IV. El concepto de número. . . 439

Conclusión .. . 469
q

Los Escritos sobre lógica, semdntica y filosofia de las


terminaron de imprimir el l0 de
rnatemáticar se
abril de 2016 en los talleres de Impresión Co-
municación Gráfica, S.A. de C.V. (Manuel Ávila
Camacho 689, colonia Santa María Aztahuacán,
C.P. 09500, Ciudad de México). Para su impresión,
realizada en offset, se utilizó papel cultural de 90 g;
en su composición y formación, realizadas por
computadora, se utilizaron el programa trATEX2e
y tipos New Baskerville en 14, 10.5, 9.5 y 8.5pt.
El tiraje consta de 1000 ejemplares.
*

Margarita M. Valdés ha sido investiga-


dora del lnstituto de Investigaciones
Filosóficas de la UNAM desde 1972.
Su interés en temas de lógica y de
filosofía del lenguaje, así como su
admiración por la obra de Gottlob
Frege, la condujeron a proponer y
coordinar este libro.
En esta colección tiene publicados
los siguientes títulos como compilado-
ra: Pensamiento y lenguaje. Problemas
en la atribución de actitudes proposi-
cionales, y, junto con Miguel Ángel
Fernández, Normas, virtudes y valores
epistémicos. Ensayos de epistemología
contemporánea.

¡
t"

Gottlob Frege (Wismór, 1848-Bod Kleinen, 1925) es sin lugor o dudos


el podre de lo lógico contemporóneo, Sus contribuciones mós im-
portontes o esto disciplino estón contenidos en su breve libro, Con-
ceptogrofío, incluido en esto ontologío, y hon sido universolmente
oceptodos, Entre ellos se cuenton lo formolizoción de orociones en
términos de función y orgumento (por oposición o lo formolizoción
oristotélico en términos de sujeto/predicodo) y lo concepción de los
cuontificodores como funciones de funciones, El interés de Frege
en lo lógico nunco estuvo desligodo de su interés por los fundo-
{ mentos de lo motemótico, De hecho, lo que motivo lo investigo-
ción lógico de Frege es su interés por encontror uno justificoción
puro, no empírico, poro los proposiciones de lo motemótico, Frege
concibe Io motemótico como uno porte de lo lógico; esto es, sos-
tiene uno posición logicisto que expone en su formidoble libro Los
fundomenlos de lo oiltméfico, y que, mós torde, desorrollo en otro
gron libro de su outorío, Los leyes de /o oiltmético,
Poro llevor o cobo su progromo logicisto, Frege tuvo que incursio-
nor en temos centroles de filosofío del lenguoje, Su legodo en esto
disciplino filosófico es tombién enorme, Su distinción entre el sentido
y lo referencio de uno expresión lingüístico, su concepción de los
orociones como nombres de lo Verdodero o lo Folso, su trotomiento
de los orociones subordinodos en contextos indirectos o en otribu-
ciones de octitudes proposicionoles, son de uno originolidod sor-
prendente y hon dodo lugor o uno bibliogrofío filosófico inmenso,
En este volumen se recogen los mós importontes oporfociones
de Gotflob Frege, El libro estó dividido en tres portes correspondien-
tes o los tres óreos de su interés: lo lógico, lo semóntico y lo filosofío
de los motemóticos, Codo uno de estos portes es prologodo por
un distinguido especíolisto en lo moterio: lVorio Gómez Torrente
(Lógico), Moite Ezcurdio (Semóntico) y Agustín Royo (Filosofío de los
motemóticos),

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