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Malentendidos de la inclusión y la responsabilidad pedagógica

León, Nancy Elizabeth

La responsabilidad es la cualidad de aquel que es capaz de responder a los


compromisos; entonces podemos decir que la responsabilidad pedagógica es el
compromiso de responder a lo que la escuela promete. Pero ¿qué es eso que la escuela
promete? En la serie “El reemplazante” podemos ver los problemas que ocasiona esta
pregunta y las distintas formas de resolverla por parte de los actores institucionales.
Para el profesor reemplazante esa responsabilidad es darle a los estudiantes
herramientas para ingresar en la universidad y construir un futuro mejor; para la directora y
el asesor pedagógico, la responsabilidad de la escuela radica en el esfuerzo por no
desmotivar a los alumnos, esfuerzo solo direccionado a conseguir que no terminen en la
calle aunque esto se consiga “arreglando” las calificaciones para aprobar a todos; para la
profesora de Artes es importante que los alumnos vayan a la universidad pero también
sugiere a su compañero “hacer un esfuerzo por poner mejores notas”, esta docente siente
que las notas no reflejan las capacidades del alumno.
Pese a los diferentes puntos de vista algo queda claro: la responsabilidad es de carácter
institucional, es un compromiso de toda la institución, no un compromiso individual.
Para Hannah Arendt la educación es una cuestión de amor y responsabilidad: “el niño
entra al mundo cuando empieza a ir a la escuela. Nuestra responsabilidad es darle
palabras/herramientas con las que puedan ocupar un lugar, no librarlos a sus propios
recursos”. Esto es lo que plantea el profesor Charly en la serie, la escuela como un lugar de
preparación, de ejercicio, que permita construir puentes para el futuro. Esto implica no librar
a los alumnos a sus propios recursos- que en esta serie observamos que son escasos-.
Además, los estudiantes son conscientes de ir a una escuela “pobre” y entienden que eso
es todo lo que tienen, para ellos “arreglarles” las notas está bien ya que no pueden ver
mucho más allá.
Aquí se pone en juego también el concepto de confianza, algo muy importante en la
relación pedagógica. La filósofa francesa Laurence Cornú destaca que “la confianza tiene
un poder distinto al de la desconfianza. Uno sabe que la desconfianza tiene efectos
poderosos y lo que se trata es de demostrar que la confianza también los tiene”. En el
alumnado de la escuela se nota la desconfianza y sus efectos, a ellos no les preocupa la
universidad, nunca confiaron en que llegarían. Pero el profesor reemplazante va a plantear
otro modelo en el cual va a recordar la etimología de la palabra autoridad: “garantizar y
hacer crecer”. La autoridad es aquello que permite a quienes son menores crecer, hacerse
mayores; a quienes tienen más dificultades sociales y académicas, superarse y buscar otro
futuro. El profesor es la autoridad ante estos jóvenes, un representante del mundo; es
importante que esta autoridad confíe en ellos entregando los conocimientos y herramientas
para que sean la renovación, para que logren generar sus propios espacios.
Volviendo a la pregunta inicial: ¿qué promete la escuela? Podemos decir también que
promete “hacer que la escuela sea escuela”. Promete tiempo libre, tiempo de estudio. Para
que ello ocurra son necesarias: la igualdad, que supone confiar en que todas/os las y los
jóvenes pueden aprender, y la libertad, que implica confiar en que todas/os tienen
capacidad para elegir qué hacer con lo que la escuela les da. Philippe Meirieu nos habla del
desafío de “conjugar el «derecho a ser diferente» y «el derecho a ser similar». Todos los
estudiantes tienen el derecho a ser tratados por su singularidad, pero también deben
sentirse llamados a compartir el conocimiento”. Por otro lado, el autor nos recalca la
importancia del arte en la educación- algo que parece menospreciado por el profesor Charly
en la serie- “El arte y la cultura son, totes dues, una inspiración absolutamente esencial en
la educación escolar. Creo firmemente en la educación a través del arte en un mundo
altamente consumista y con continuos impactos que invaden la mente de los niños.”
En conclusión podemos decir que la responsabilidad de la escuela es lograr que el
mundo les “hable” a los estudiantes, es ampliarlo con el conocimiento y otorgarles la
confianza para cuidar y renovar el legado, mostrarles que es posible construir un futuro
distinto.

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