Está en la página 1de 7

Mitología

Orfeo y Eurídice
El mito más célebre relativo a Orfeo es su descenso a los infiernos por el amor de su
esposa Eurídice. Eurídice, paseando un día por la orilla de un río de Tracia, fue
perseguida por Aristeo, quien intentó violarla. Al correr por la hierba le mordió una
serpiente y murió. Orfeo, inconsolable, descendió a los Infiernos en busca de su esposa.
Con los acentos de su lira encanta no sólo a los monstruos del Tártaro, sino incluso a los
dioses infernales. Los poetas rivalizan en imaginación para describir los efectos de esta
música divina: la rueda de Ixión deja de girar; la roca de Sísifo queda en equilibrio;
Tántalo olvida su hambre y su sed, etc. Hasta las mismas Danaides dejan de llenar su
tonel sin fondo. Hades y Perséfone acceden a restituir a Eurídice a un marido que da
tales pruebas de amor, pero ponen una condición: que Orfeo vuelva a la luz del día,
seguido de su esposa, sin volverse a mirarla antes de haber salido de su reino. Orfeo
acepta y emprende el camino. Ha llegado casi a la luz del sol cuando le asalta una
terrible duda: ¿No se habrá burlado Perséfone de él? ¿Le sigue realmente Eurídice? Y se
vuelve. Pero Eurídice se desvanece y muere por segunda vez. Orfeo trata de recuperarla
nuevamente, pero esta vez Caronte permanece inflexible y le impide el acceso al mundo
infernal.

El inframundo

El inframundo es un término frecuentemente utilizado en la mitología griega, con el fin


de describir a un sitio o reino que se encuentran debajo de la tierra y cuyo rey es el Dios
del inframundo, Hades. Son varios los elementos característicos de este lugar, entre los
principales es importante resaltar la presencia del Tártaro (lugar donde se mantienen a
los titanes y demás monstruosidades aprisionadas), los Prados Asfódelos, entre otras.
Sin embargo, se debe decir que a medida que el tiempo ha pasado la representación y la
interpretación de lo que es el inframundo ha cambiado en gran medida.

1
 
Hades
Hades es el dios de los muertos. Es hijo de Crono y Rea y hermano de Zeus, Poseidón,
Hera, Hestia y Deméter. Con Zeus y Poseidón, es uno de los tres soberanos que se
repartieron el imperio del Universo después de su victoria sobre los Titanes. Mientras
Zeus obtenía el Cielo y Poseidón el Mar, a Hades se le atribuyó el mundo subterráneo,
los Infiernos, o Tártaro. Hades al nacer, había sido, como sus hermanos, tragado por
Crono y luego expulsado. En los Infiernos, Hades reina sobre los muertos. Es un amo
despiadado, que no permite a ninguno de sus súbditos volver a la tierra, entre los vivos.
Es asistido por demonios y genios múltiples que están a sus órdenes — por ejemplo,
Caronte, el barquero, etc. —. A su lado reina Perséfone, no menos cruel. Contábase que
había sido raptada tiempo atrás en los llanos de Sicilia mientras jugaba y cogía flores
con sus compañeras

Perséfone
Perséfone, hija de Deméter. Hades estaba enamorado de ella, pero Zeus, padre de
Perséfone, no había consentido en el matrimonio, porque le repugnaba, contrariamente a
Deméter, que la joven se viese eternamente encerrada en la mansión de las sombras; por
eso Hades resolvió raptarla. Tal vez le ayudó en el rapto el propio Zeus, que se convirtió
secretamente en cómplice suyo. Más tarde, Zeus ordenó a Hades que Perséfone fuese
devuelta a su madre, pero Hades había tomado sus precauciones, haciendo que su
esposa comiera un grano de granada; pues, quienquiera que hubiese visitado el imperio
de los muertos y tomado en él un alimento cualquiera, no podía volver ya al mundo de
los vivos. Perséfone se vio, pues, forzada a pasar una tercera parte del año junto a
Hades. Se creía que su unión con éste había sido infecunda. 

Píramo y Tisbe
Píramo y su amiga Tisbe son los protagonistas de una aventura amorosa, de la que
existen dos versiones independientes. Según una de ellas — probablemente la más
antigua —, Píramo y Tisbe se amaban y se unieron antes de casarse. Tisbe quedó
encinta y, desesperada, se suicidó; su amante, al saberlo, quitóse también la vida. Los

2
dioses se apiadaron de ellos y los transformaron en corrientes de agua. Píramo pasó a
ser el río homónimo de Cilicia, y Tisbe, una fuente que iba a verterse en él. La otra
versión, mucho más dramática, es narrada por Ovidio, y supone una compleja
elaboración literaria. Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios enamorados, que no
podían casarse porque sus padres se oponían. Pero se veían en secreto, gracias a una
rendija de la pared que separaba sus casas. Una noche se dieron cita junto al sepulcro de
Niño, en las afueras de la ciudad; había allí una morera, que crecía cerca de una fuente.
Tisbe fue la primera en llegar al lugar, y he aquí que se presentó una leona que iba a
beber a la fuente. La joven huyó, pero se le cayó el velo. La leona se arrojó sobre la tela
y, con la boca en sangrentada aún de lo que había comido, la desgarró, alejándose luego.
Llega entonces Píramo y, al ver el velo, imagina que la fiera ha devorado a Tisbe; sin
pararse a reflexionar se atraviesa con su espada.
Cuando Tisbe vuelve, lo encuentra muerto y, arrancando la espada del cuerpo de su
amigo, se mata a su vez. El fruto de la morera, que hasta entonces era blanco, se volvió
encarnado; tanta fue la sangre vertida. Las cenizas de los dos amantes se guardaron en
una misma urna, 
 

Ariadna, Teseo y el minotauro

Ariadna es hija de Minos y Pasífae. Cuando Teseo llegó a Creta a combatir al


Minotauro (v. Teseo), Ariadna lo vio y se enamoró perdidamente de él. Para permitirle
encontrar el camino en el Laberinto, la prisión del Minotauro, le dio un ovillo, cuyo hilo
fue devanando y sirvió para indicarle el camino de regreso. Luego huyó con él, a fin de
escapar a la ira de Minos, pero no llegó a Atenas. En una escala en la isla de Naxos,
Teseo la abandonó, dormida, en la orilla. Las explicaciones qué se dan de esta traición
varían según los auto res: sea porque Teseo amara a otra mujer, sea por una orden de los
dioses, porque los Destinos no le permitían casarse con ella. Pero Ariadna, al despertar a
la mañana siguiente y ver las velas de su amante que desaparecían a lo lejos, no se
sumió por mucho tiempo en su dolor. Pronto llegaron Dioniso y su cortejo, el dios en un
carro tirado por panteras. Fascinado por la belleza de la joven, Dioniso casó con ella y la
condujo al Olimpo. Como regalo de boda, le dio una diadema de oro, obra de Hefesto.
Esta diadema se convirtió más tarde en una constelación. Ariadna tuvo hijos con
Dioniso: Toante, Estáfilo, Enopión y Pepareto.

3
Ícaro
 
Ícaro es hijo de Dédalo y de una esclava de Minos llamada Náucrate. Cuando Dédalo
hubo enseñado a Ariadna cómo podría Teseo encontrar su camino en el Laberinto (v.
Ariadna), y, tras de haber dado muerte Teseo al Minotauro, Minos, irritado, encerró en
el laberinto a Dédalo y a su hijo. Pero Dédalo, a quien nunca faltaban recursos, fabricó
para Ícaro y para sí mismo unas alas, y las fijó con cera en los hombros de su hijo y en
los suyos propios, hecho lo cual, ambos emprendieron el vuelo. Antes de partir, Dédalo
había re comendado a Ícaro que no se remontase con exceso ni volase demasiado bajo.
Pero Ícaro, lleno de orgullo, no atendió los consejos de su padre; elevóse por los aires, y
se acercó tanto al Sol que la cera se derritió, y el imprudente fue precipitado al mar. Este
mar, desde entonces, se llamó mar de Icaria (el que rodea la isla de Samos).

Narciso
Narciso era un hermoso joven que despreciaba el amor. Su leyenda es referida de
diferentes maneras La versión más conocida es la de Ovidio en las Metamorfosis. En
ella, Narciso es hijo del dios del Cefiso y de la ninfa Liríope. Al nacer, sus padres
consultaron al adivino Tiresias, el cual les respondió que el niño «viviría hasta viejo si
no se contemplaba a sí mismo». Llegado a la edad viril, Narciso fue objeto de la pasión
de numerosísimas doncellas y ninfas, pero siempre permanecía insensible. Finalmente,
la ninfa Eco se enamoró de él, pero no consiguió más que las otras. Desesperada, se
retiró a un lugar solitario, donde adelgazó tanto, que de toda su persona sólo quedó una
voz lastimera. Las doncellas despreciadas por Narciso piden venganza al cielo. Némesis
las escucha y hace que, en un día muy caluroso, después de una cace ría, Narciso se
incline sobre una fuente para, calmar la sed. Ve allí la imagen de su rostro, tan bello,
que se enamora de él en el acto, e insensible ya al resto del mundo, se deja morir,
inclinado sobre su imagen. Aun en el Éstige trata de contemplar los amados rasgos. En
el lugar de su muerte brotó una flor, a la que se dio su nombre: el narciso.
 
Dafne y Apolo
Dafne, cuyo nombre significa «laurel» en griego, es una ninfa amada por Apolo. Tan
pronto se considera hija de la Tierra y del río Ladón, como del río tesalio Peneo.
Perseguida por Apolo, huyó hasta que, a punto de ser alcanzada, suplicó a su padre que
la transformase. Fue convertida en laurel, la planta predilecta del dios.

4
Polifemo y Galatea
La leyenda conoce dos personajes de este nombre, cuya etimología evoca la blancura de
la leche. La primera es una hija de Nereo y de una divinidad marina que desempeña un
papel en las leyendas populares de Sicilia. Galatea, la doncella blanca que habitaba en el
mar en calma, es amada por Polifemo, el Cíclope siciliano de monstruoso cuerpo. Pero
ella no le corresponde, pues está enamorada del bello Acis, hijo del dios Pan (o Fauno,
en la tradición latina) y de una ninfa. Hallándose Galatea descansando un día, al borde
del mar, sobre el pecho de su amante, Polifemo los vio, y como Acis intentara huir, le
arrojó una enorme roca y lo aplastó. Galatea restituyó a Acis la naturaleza de su madre
la ninfa y lo convirtió en un río de límpidas aguas. A veces se atribuye a los amores de
Polifemo y Galatea el nacimiento de tres héroes: Gálata, Celto e Ilirio. Es, pues, posible,
que una versión de la leyenda de Galatea haya narrado los amores de Polifemo y la
nereida, pero no nos ha llegado de ellos ningún testimonio directo.
 
Sísifo
Sísifo es el más as tuto de los mortales y el menos escrupuloso. Era hijo de Eolo y
pertenece a la estirpe de Deucalión. Fundador de Corinto, que se llamaba entonces
Éfira, a veces es considerado también como el sucesor de Medea, de quien recibió el
poder cuando ésta tuvo que abandonar precipitadamente la ciudad. Sísifo había revelado
al dios fluvial Asopo que el autor del rapto de su hija Egina había sido Zeus. Ello valió
a Sísifo la cólera del señor de los dioses. Una versión pretende que Zeus lo fulminó y lo
precipitó en los Infiernos, condenándolo a empujar eternamente una roca enorme hasta
lo alto de una pendiente. Apenas la roca llegaba a la cumbre, volvía a caer, impelida por
su propio peso, y Sísifo tenía que empezar de nuevo.

 
  

Prometeo
Prometeo es un primo de Zeus. Es hijo de un titán, Jápeto, como Zeus lo es de otro,
Crono. Las tradiciones discrepan sobre el nombre de su madre. Según unos, es Asia,
hija del Océano; según otros, Clímene, otra. Prometeo, según se dice, creó los primeros
hombres, modelándolos con arcilla. Pero esta leyenda no aparece en la Teogonía, donde
Prometeo es simplemente el bienhechor de la Humanidad, no su creador. Si engañó a

5
Zeus, fue por amor a los hombres. Una primera vez·, en Mecone, durante un sacrificio
solemne, había hecho dos partes, de un buey: en un lado puso la carne y las entrañas,
recubriéndolas con el vientre del animal; en otro puso los huesos mondos, cubriéndolos
con grasa blanca. Luego dijo a Zeus que eligiese su parte; el resto quedaría para los
hombres. Zeus escogió la grasa blanca, y, al descubrir que sólo con tenía huesos, sintió
un profundo rencor hacia Prometeo y los mortales, favorecidos por aquella astucia. Para
castigar os, decidió no volverles a enviar el fuego. Entonces Prometeo acudió en su
auxilio por segunda vez; robó semillas de fuego en «la rueda del Sol» y las llevó a la
tierra ocultas en un tallo de férula. Zeus castigó a los mortales y a su bienhechor. Contra
los primeros ideó enviar un ser modelado ex profeso, Pandora. En cuanto a Prometeo, lo
encadenó con cables de acero en el Cáucaso, enviando un águila que le devoraba el
hígado, el cual se regeneraba constante mente. Y juró por Éstige que jamás desataría a
Prometeo de la roca.

Antígona
Hija de Edipo, hermana de Ismena, Polinices y Eteocles. La forma más corriente de la
tradición — después de los trágicos — la convierte en hija de Yo- casta y producto del
incesto de Edipo con su propia madre. Cuando Edipo, conocedor de sus crímenes por el
oráculo de Tiresias, se hubo quitado la vista y decretado su propio destierro de Tebas,
emprendió la marcha, ciego y mendigando el pan por los caminos. Antígona se
constituyó en su compañera. Su errabundeo los condujo hasta Colono, en Ática, donde
murió Edipo. Muerto su padre, Antígona regresó a Tebas, donde vivió con su hermana
Ismene; pero le aguardaba allí una nueva prueba. En la guerra de los Siete Jefes, sus
hermanos Eteocles y Polinices luchaban en campos contrarios: el primero, con el
ejército tebano; el segundo, con el que atacaba su patria. Cuando los combates que se
desarrollaron ante las puertas de Tebas, Eteocles y Polinices hallaron la muerte, uno a
manos del otro. El rey Creonte, que era tío de Polinices, Eteocles y las doncellas,
decretó solemnes exequias para Eteocles, pero prohibió que se diese sepultura a
Polinices, que había llamado a los extranjeros contra su patria. Antígona se negó a
cumplir esta orden. Considerando un deber sagrado, impuesto por los dioses y las leyes
no escritas, el dar sepultura a los muertos y especial mente a los parientes próximos,
infringió la orden de Creonte y vertió sobre el cadáver de Polinices un puñado de polvo,

6
gesto ritual que bastaba para cumplir la obligación religiosa. Por este acto piadoso fue
conde nada a muerte y encerrada viva en la tumba de los Labdácidas, de quienes
descendía. Se ahorcó en su prisión, y Hemón, su prometido, hijo de Creonte, se suicidó
sobre su cadáver. También la esposa del rey, Eurídice, se quitó la vida, desesperada.

También podría gustarte