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Los padres de Dánae son el rey de Argos Acrisio y Eurídice. Acrisio recibió
un oráculo en el que se le anunciaba que el hijo de su hija lo mataría.
Después de que Dictis quedara como rey de la isla, Dánae y su hijo Perseo
partieron para Argos, donde Dánae regresó a su madre Eurídice y Perseo
fue en busca de Acrisio, a quien tal y como el oráculo lo había predicho,
mató sin querer.
EL MITO DE NARCISO
Narciso era hijo del dios boecio del río Cefiso y de Liriope, una ninfa
acuática. El famoso vidente Tiresias ya había hecho la predicción de que
viviría muchos años, siempre y cuando no se viese a sí mismo. A los 16 años
Narciso era un joven apuesto, que despertaba la admiración de hombres y
mujeres. Su arrogancia era tal que, tal vez a causa de ello, ignoraba los
encantos de los demás. Fue entonces cuando la ninfa Eco, que imitaba lo que
los demás hacían, se enamoró de él. Con su extraña característica, Eco
tendía a permanecer hablando cada vez que Zeus hacía el amor con alguna
ninfa. Narciso rechazó a la pobre Eco, tras lo cual la joven languideció.
El joven murió con el corazón roto e incluso en el reino de los muertos siguió
hechizado por su propia imagen, a la que admiraba en las negras aguas de la
laguna Estigia. Aún hoy se conserva el término «narcisismo» para definir la
excesiva consideración de uno mismo.
MITO DE ORFEO Y EURIDICE
Cuentan que cuando Orfeo tocaba no sólo los hombres, animales y dioses se
quedaban embelesados escuchándole, sino que incluso la Madre Naturaleza
detenía su fluir para disfrutar de sus notas, y que así, los ríos, plantas y
hasta las rocas escuchaban a Orfeo y sentían la música en su interior,
animando su esencia. Más de una vez este mágico don le ayudó en sus viajes,
como cuando acompañó a los Argonautas y su canto pudo liberarles de las
Sirenas, o pudo dormir al dragón guardián del vellocino de oro. Pero eso es
otra historia y debe ser contada en otra ocasión...
Además de músico y poeta, Orfeo fue un viajero ansioso por conocer, por
aprender... estuvo en Egipto y aprendió de sus sacerdotes los cultos a Isis y
Osiris, y se empapó de distintas creencias y tradiciones. Fue un sabio de su
tiempo.
Con tantas cualidades, no era de extrañar que las mujeres le admiraran y que
tuviera no pocas pretendientes. Eran muchas las que soñaban con yacer junto
a él y ser despertadas con una dulce melodía de su lira al amanecer. Muchas
que querían compartir su sabiduría, su curiosidad, su vitalidad.
Pero sólo una de ellas llamó la atención de nuestro héroe, y no fue otra que
Eurídice, quien seguramente no era tan atrevida como otras y puede que
tampoco tan hermosa... pero el amor es así, caprichoso e inesperado, y desde
que la vio, la imagen de su tierna sonrisa, de su mirada brillante y
transparente, se repetían en la mente de Orfeo, que no dudó en casarse con
ella. Zeus, reconociendo el valor que había demostrado en muchas de sus
aventuras, le otorgó la mano de su ninfa, y vivieron juntos muy felices,
disfrutando de un amor que se dice que fue único, tierno y apasionado como
ninguno.
Un día una osa benevolente encontró una niña recién nacida, llamada
Atalanta, al pie de la montaña, que había sido abandonada por su padre por
ser mujer.
La osa la crió como a uno de sus hijos y le enseñó a cazar y a recoger miel y
bayas. Una vez que creció se convirtió en una seguidora de Diana la
cazadora; vivía sola y era muy feliz recorriendo los bosques y los campos
inundados de sol.
Estaba segura que con esta condición nadie querría participar, ya eran lo
suficientemente duras como para desalentar a cualquier candidato, sin
embargo muchos hombres estuvieron dispuestos a perder la vida.
Era el nieto de Neptuno, dios del mar, un orgulloso e intrépido caballero que
la impresionó por su arrogante presencia.
Atalanta le pidió que se fuera porque temía por la vida de ese gallardo joven
que la había conmovido y del que se estaba enamorando.
Sin embargo, a pesar de sus súplicas él no quiso ceder y con gran pesar tuvo
que consentir en competir con él.
Fue así que esa misma noche sus cuerpos comenzaron a experimentar
grandes cambios y se transformaron lentamente en dos poderosos leones.