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Hades conocía su plan de raptar a su esposa, así que fingió ofrecerles hospitalidad
y preparó un banquete. Tan pronto como la pareja se sentó, se enroscaron
serpientes en torno a sus pies, atrapándolos. Teseo fue finalmente rescatado
por Heracles, pero Pirítoo quedó preso como castigo por osar pretender a la
esposa de un dios.
ORFEO Y EURÍDICE
Hades solo mostró clemencia una vez: cuando Orfeo un gran intérprete musical,
viajó al Inframundo para recuperar a su esposa, Euridice, que había sido mordida
por una serpiente y murió en el acto. Incapaz de aceptar su muerte, Orfeo fue a
pedir a Hades una segunda oportunidad. Emocionado por la habilidad musical de
Orfeo, Hades permitió que este se llevase a su esposa de vuelta al mundo de los
vivos con la condición de que nunca intentase mirar atrás para comprobar si ella
lo seguía hasta llegar a la superficie.
Orfeo accedió y partió con Eurídice de vuelta al mundo de los vivos, pero pronto
le asaltaron las dudas, temiendo que Hades lo hubiese engañado dándole el alma
equivocada, o que su esposa no pudiera seguirlo o lo hubiese abandonado. Al
salir del mundo de los muertos Orfeo no se pudo contener y se dio la vuelta, para
descubrir que su esposa sí lo había seguido, pero que ella todavía no había salido
del Hades, por lo que la promesa se rompió y Eurídice volvió al mundo de los
muertos. Orfeo muere poco después por las Ménades.
PERSÉFONE
La consorte de Hades era Perséfone, representada por los griegos como la hermosa hija de Deméter.
Perséfone no se sometió a Hades voluntariamente, sino que fue raptada por este mientras
recolectaba flores en la llanura de Nisa o en un valle próximo a la ciudad de Enna. Hades abrió un
agujero en el suelo para llevarse a Perséfone sin que Deméter se diese cuenta. Después, Hades
convenció a su sobrina de que sería un gran esposo y que ella sería reina del inframundo, la joven
Perséfone se alegró al oír esto y accedió a comer los granos de granada que le ofreció su nuevo
esposo. En protesta por este acto, Deméter lanzó una maldición sobre la tierra que produjo una gran
hambruna, y aunque los dioses fueron uno por uno a pedirle que la levantase para que la
humanidad dejase de sufrir, ella aseguraba que la tierra permanecería estéril hasta que volviese a
ver a su hija. Por fin intervino Zeus, quien a través de Hermes pidió a Hades que devolviese a
Perséfone. Este accedió, «pero antes de partir, tomó un grano de granada, que es dulce como la
miel y que Hades le ofreció porque sabía que así tendría que regresar.
Deméter preguntó a Perséfone a su regreso a la luz y el aire. Porque si aún no lo has hecho podrás
vivir con nosotros, pero si algo comiste, tendrás que volver allí, pasarás los inviernos en la tierra
profunda y al llegar el calor y la tierra esté verde con nosotros vendrás a reunirte de nuevo.
Esto la ató a Hades y al Inframundo, para gran consternación de Deméter. Según algunas versiones
del mito, Perséfone fue cómplice del ardid, tras haberse enamorado de Hades y querer permanecer
junto a él. Zeus propuso un compromiso, al que accedieron todas las partes: Perséfone pasaría la
mitad del año con su marido. Es durante esta época cuando el invierno cae sobre la tierra, «una
expresión de tristeza y luto».
El matrimonio entre Hades y Perséfone se consideró estéril en la mayoría de las tradiciones, aunque
la Suda hace a Hades padre de Macaria, sin especificar quién era la madre. Algunas tradiciones,
también le otorgan la paternidad de las Erinias, diosas de la venganza y Melínoe, diosa de los
fantasmas; sin embargo, otras tradiciones se la otorgan a su hermano Zeus. Por otra parte, en uno
de los fragmentos del Sísifo de Esquilo que se refiere a Zagreo, puede interpretarse que la
paternidad del último se atribuye a Hades.