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Argentina: Construcción y consolidación del Estado Nación. Modelo económico


agroexportador. Inmigración y patrimonio cultural como reflejo del auge agroexportador
en Rosario1.

Hacia la organización del Estado Central en Argentina


Para 1854 en el actual territorio argentino coexistían dos entidades estatales: la Confederación
argentina y el Estado de Buenos Aires. Ambas comunidades políticas tenían su propia
constitución, sus propios ingresos a través de impuestos y sus propias milicias. Y si bien habían
firmado tratados de pacificación, no fueron extraños los enfrentamientos entre ellos. Una de esas
batallas, la de Cepeda del 23 de octubre de 1859, le dio la victoria a la Confederación.
Tras la derrota, Buenos Aires aceptó incorporarse a la Confederación, pero antes sugeriría
modificaciones a la Constitución de 1853, que fueron aceptadas en 1860. No obstante, en 1861,
las fuerzas porteñas y las de la Confederación se volverían a enfrentar en la Batalla de Pavón.
Pero esta vez, la victoria sería para las fuerzas bonaerenses, al mando de Bartolomé Mitre. Mitre
fue nombrado encargado provisorio del Poder Ejecutivo Nacional y desde el 12 de octubre de
1862 pasó a ser formalmente el presidente constitucional. Finalmente parecía lograrse la tan
ansiada reunificación política del territorio. Ahora Buenos Aires y todas las demás provincias que
formaban parte de la Confederación comenzaron un nuevo camino como un mismo Estado y con
una misma Constitución.

La presidencia de Bartolomé Mitre (1862 – 1868)


La presidencia de Bartolomé Mitre se extendió entre 1862 y 1868. Durante esos seis años se dio a
la tarea de fortalecer ese Estado centralizado recientemente conformado(reitero, tras la unión de
Buenos Aires y las demás provincias que anteriormente formaban parte de la Confederación) y
llevó adelante una serie de acciones:
- aprobó la nacionalización de la aduana porteña (lo que se recaudara de los impuestos a las
mercaderías que entraran o salieran del puerto ya no sería sólo para la provincia de Buenos
Aires);
- organizó un Ejército nacional (ya no había sólo ejércitos provinciales, sino que ahora se iba
conformando uno nacional);
- organizó el Poder Judicial federal y se redactaron los códigos Civil, Comercial y Penal;
- se alentó la inversión extranjera;
- se sancionaron leyes de alcance nacional para organizar la elección de autoridades federales (el
voto era voluntario para los varones argentinos mayores de 18 años, que debían anotarse
previamente en el Registro Civil para elaborar los padrones);
- se intentó “pacificar el interior”, es decir, luchar contra grupos liderados por “caudillos” que se
resistían al avance del poder el Estado Central sobre las autonomías de las provincias. Durante
su presidencia (y hasta la década de 1870) hubo levantamientos en La Rioja (liderado por
Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza”), Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Mendoza, San Luis, en la
región de Cuyo (liderados por Felipe Varela) y Entre Ríos (encabezados por Ricardo López
Jordán)

Como vemos, la unificación definitiva a nivel político no fue un proceso sencillo y demandó
nuevos instrumentos legales (por ejemplo, los códigos y leyes de alcance nacional), económicos
(reorganizar el cobro de impuestos para sostener al Estado y alentar inversiones) e incursiones
militares para sofocar movimientos opositores a ese

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) Este material teórico fue elaborado en el año 2020 por la Cátedra de Historia 3er Año de la Escuela Normal 2 Rosario.
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poder centralizado y para ampliar las líneas de fronteras internas tanto en norte como en
el sur.
Durante la presidencia de Mitre (que, recordemos, se extendió entre 1862 y 1868), tuvo
lugar en inicio de la Guerra de la Triple Alianza. En 1865, el gobierno de Paraguay
intervino en la guerra civil uruguaya, le declaró la guerra a Brasil y las fuerzas
paraguayas cruzaron sin autorización por territorio correntino en su camino al sur
brasileño. Ante esto, los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay firmaron el Tratado
de la Triple Alianza uniendo sus fuerzas contra el gobierno paraguayo. La guerra fue
terriblemente dura para Paraguay: pereció cerca del 90% de la población masculina,
perdió territorios y su economía fue prácticamente destruida.

La presidencia de Domingo F. Sarmiento (1868 – 1874)


El 12 de octubre de 1868, Sarmiento asumió como presidente. El contexto político era
ciertamente complicado: aún no había concluido la guerra contra Paraguay, continuaban
los levantamientos en el interior y el Estado atravesaba muchas presionesfinancieras. No
obstante, se llevaron adelante acciones acordes a los proyectos políticos alentados en la
época que buscaban “modernizar” a la Argentina.
Entre las acciones del gobierno de Sarmiento podemos mencionar:
- estimulo a la agricultura y la industria a través de la creación del Departamento de
Agricultura y de la adopción de nuevas especies vegetales;
- estímulo al desarrollo de la industria vitivinícola;
- fomento a las exploraciones mineras;
- creación del Banco Nacional (1872) en un intento por ordenar el sistema monetario;
- impulso al tendido de líneas férreas (por ejemplo, se completaron las obras del
ferrocarril Rosario - Córdoba;
- mejoras en las comunicaciones con la multiplicación de caminos y el tendido de
líneas telegráficas.

La educación constituyó un pilar fundamental en el proyecto de modernización de


Sarmiento. Durante su presidencia se triplicó la cantidad de niños y niñas que recibían
educación formal bajo métodos de enseñanza más modernos y científicos. Se fundaron
escuelas nacionales y provinciales y se montó un sistema de escuelas primarias en el
interior. Se crearon la Facultad de Ciencias Exactas, el Observatorio Astronómico de
Córdoba, laboratorios de física, museos y bibliotecas públicas en distintos puntos del
país.
La escuela es uno de los lugares que tiene un papel preponderante en la vida de las
personas, ya sea porque tiene un impacto subjetivo muy importante, es un lugar de
socialización, de aprendizajes, y/o porque aporta a la construcción de identidades, como
aparato ideológico del Estado. Es importante analizar y reflexionar sobre: ¿Por qué
Sarmiento cree que es importante la Educación de nuestro país? ¿Todos y todas eran
podían Educarse? ¿Por qué?
Uno de los concepciones más importantes de Sarmiento para pensar a la escuela, que
aún en estos día defendemos es la Escuela Pública, pero también que ésta sea laica. Si
bien la intención Sarmientista era la homogeneización hoy reivindicamos la escuela
pública pensando en la pluralidad.
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Las primeras Escuelas que funda Sarmiento son las Escuelas Normales. La primera
Escuela Normal de Argentina es la de Paraná. En Rosario El Normal 1 fue el primero
de la ciudad en 1879, lleva el Nombre de Avellaneda dado que fue bajo su presidencia,
su edificio fue construido en 1913, construcción que da la espalda y tapa a la Iglesia
Santa Rosa de Lima que se encuentra por calle Mendoza. Todos los Normales tuvieron
Maestras traídas de EEUU por Sarmiento, ninguna Escuela de éstas lleva el nombre de
esas mujeres.
El Normal 2 fue construido en
1910, 30 años después, con la
misma impronta. Como escuela
de Señoritas los Normales se
destacaron por tener
profesorados de primaria y
Nivel Inicial (mucho después
con los legados de Juana
Manso). Es muy fuerte la
identidad que se forma alinterior
de los mismos ya que son parte
de pensarse con una
familia, rasgos que aún perdura en los/as estudiantes, docentes y ex alumnos/as.
En esta misma línea, bajo la Presidencia de Sarmiento y de quien será su sucesor en
la presidencia, Nicolás Avellaneda, se llevaron adelante decisiones muy importantes
para la Educación Argentina. Una de ellas fue la Ley 1420 piedra basal del sistema
educativo nacional. Se aprobó el 8 de julio de 1884, después de fuertes debates en el
Congreso Nacional y en la prensa. La ley aprobada estableció la instrucción primaria
obligatoria, gratuita y gradual. La obligatoriedad suponía la existencia de la escuela
pública al alcance de todos los niños, medio para el acceso a un conjunto mínimo de
conocimientos, también estipulados por ley. Los padres estaban obligados a dar
educación a sus hijos. Por último, la formación de maestros, el financiamiento de las
escuelas públicas y el control de la educación –privada o pública- quedó en manos del
Estado. No obstante, la sociedad tenía a través de los llamados distritos escolares en los
que participaban padres de familia (elegidos por el Consejo Nacional de Educación), la
facultad de inspeccionar la calidad, higiene y cumplimiento de las leyes en las escuelas.
En las décadas siguientes, la ley se convertirá en una divisoria de aguas de los
sucesivos enfrentamientos ideológicos que atravesaron la opinión en el país. La
posición crítica o defensiva ante la ley será uno de los puntos que demarcarán las
corrientes de ideas antagónicas. Sin embargo, a lo largo de más de un siglo, el
significado social y político de la ley varió en sintonía con los cambios en el escenario
político y los debates ideológicos.

Desde lo económico, Sarmiento sostenía que había que promover la agricultura


basada en la pequeña y mediana propiedad. Y su gran apuesta en este sentido estaba
centrada en la atracción de inmigrantes europeos para instalarse en colonias en el campo
y poner a producir las parcelas. Al mismo tiempo, suponía que los inmigrantes
enseñarían nuevas formas de comportamiento a los criollos y a los pobladores del
campo, por ejemplo, las virtudes del ahorro y del trabajo, presuponiendo que los
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gauchos y la población rural eran atrasados y holgazanes. De hecho, desde 1856 se


venían creando varias colonias habitadas principalmente por inmigrantes alemanes,
suizos, franceses e italianos. En nuestra provincia, algunos ejemplos son Esperanza
(1856), San Carlos (1858), Humboldt (1868) entre otras tantas.
Y si según Sarmiento había que atraer inmigrantes, el indio no entraba en sus planes
de modernización.
Según Daniel Zalazar, quien analizar la figura del indio en obras y escritos de
Sarmiento, “En el Facundo, Sarmiento no tiene una sola y única actitud frente a los
indios, sino dos, porque para él hay dos clases de indios: los que están en estado salvaje
y los que han sido asimilados por las ciudades, es decir, la civilización. Al mencionar a
los primeros los llama, generalmente, ‘salvajes’ u ‘hordas salvajes’, aludiendo a los que,
formando malones, atacaban a las poblaciones o haciendas para llevarse ganado,
mujeres y botín. Al tratar de los segundos, lo hace en forma individual, como en el
caso de Caliban. Su actitud frente a los que llama ‘salvajes’ es que hay que combatirlos
con las armas. Esta posición es invariable en adelante. […] Como ya en Facundo sitúa a
los indígenas del lado de la barbarie, en cuanto opuesta a la civilización, es conveniente
aclarar ahora las acepciones que en ese libro da a los términos salvaje y bárbaro que
aplica a los indios. Salvaje significa para él ‘hombre primitivo’ hombre que es sólo un
elemento o parte de la naturaleza a la que no ha dominado. […]
Bárbaro tiene la significación de hombre en lucha con una naturaleza salvaje o no
dominada completamente, es decir, individuo no asimilado aún por la civilización o que
ha abandonado las costumbres y hábitos de las ciudades. Tiene, en consecuencia, modos
de comportamiento rústicos y manifiesta la mayor parte de las veces antipatíao rechazo
por la vida civilizada. Civilizado, en cambio, es el hombre que ha asimilado las
costumbres, actitudes y aptitudes adecuadas para vivir en las ciudades, o sea, que posee
saber de las normas de convivencia, de las leyes, del gobierno, de la moral, de la
religión, de las artesanías e industrias creados y desarrollados en los recintos de las
ciudades. Sarmiento aplica la palabra bárbaro no sólo a los indios, sino a los gauchos, a
quienes considera mestizos de blanco e indio, y a los criollos de origen europeo que han
abandonado el modo de vida de las ciudades.”1
Las relaciones con los pueblos indígenas se fueron tensando durante su gobierno a
medida que la línea de frontera que separaba a ambos grupos se iba corriendo con el
avance del Estado sobre territorio indígena. Así, se fue reforzando una línea de fortines
(fuertes relativamente pequeños desde donde se vigilaba el avance de las poblaciones
originarias para evitar que entraran en “territorio blanco”) y se reclutaron más soldados
para las guarniciones, que serían acompañados por las “fortineras”, mujeres que
habitaban los fortines y que se trasladaban junto a sus maridos a medida que los iban
movilizando por diversos fortines de la frontera.
La antinomia “civilización o barbarie” sostenida por todos los jóvenes de la
Generación del ’37 (entre ellos Esteban Echeverría y Domingo F. Sarmiento) sirvió
para justificar una política de exterminio donde los excluidos no forman parte de la
humanidad, son peores que los animales y no tienen derechos.
En el marco de la estructuración política del país y a partir de la presidencia de Mitre
comienza a concretarse ese proyecto político “civilizatorio” que se expresó y sostuvo

1
ZALAZAR, Daniel E. “Las posiciones de Sarmiento frente al indio” En: Revista
iberoamericana, Vol. L, Nº 127, abril-junio 1984, pp. 413 y 414.
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desde la obra literaria Facundo, también promovida en los discursos, escritos y


periódicos que proliferaron en la segunda mitad del siglo XIX donde consideraban
como único progreso posible la expansión capitalista de lógica eurocéntrica.
Los excluidos, los expulsados serán aquellos que no acompañen ese modelo social,
económico y político. Si estos sectores representan la barbarie existen dos formas de
resolver el conflicto: su eliminación o adaptación.
Desde la poesía de Liliana Ancalao (escritora mapuche contemporánea) y a partir de
la entrevista “El idioma silenciado” intentamos reflexionar sobre la memoria de las
comunidades originarias que durante el siglo XIX (siglos antes también) fueron
perseguidas y víctimas de las campañas orquestadas para su desaparición. Hemos
analizado y estudiado, el lugar que ocupan en la escala social: indios, negros y gauchos
en la obra de Sarmiento: “Facundo. Civilización o barbarie”.
Por otro lado, el pensamiento de José Hernández reflejado en el periódico El Río de
la Plata que aparece a un año de la presidencia de Sarmiento en 1869 y en Martín
Fierro en 1872 (la Ida) y 1879 (la Vuelta). En esta obra intentará exponer y defender
losderechos negados y violentados del gaucho, del habitante de la campaña.
Así mismo, en Martin Fierro pudimos leer, observar y analizar cómo son vistos, qué
lugar ocupan los indígenas y los negros. En la escala de la “Generación del ‘37”,
ninguno de estos actores sociales es considerado “civilizado” porque la civilización es
europea, de allí la política inmigratoria.
Como explicábamos anteriormente, durante el gobierno de Sarmiento, en 1872,
aparece la primera parte de Martín Fierro señalando cómo los habitantes de la campaña
son desplazados, la violación de sus derechos y el maltrato que reciben por parte de un
Estado que no los incluye en este nuevo modelo político y económico. La segunda parte
(la Vuelta) se publica durante el gobierno de Avellaneda en 1879; aquí la voz de
Hernández es más conciliadora, algunos de los reclamos habían sido atendidos (como
por ejemplo la creación y organización de un ejército regular) y, por otro lado, el
escritor y político procura que el gaucho se incorpore en la estructura, se adapte al
nuevo sistema y aconseja la mansedumbre para reconciliarse con el proceso histórico
que le toca vivir.
Avanzaremos entonces en un análisis comparativo entre “Facundo” y “Martín
Fierro”, pero introduciendo otro actor social relegado en ese periodo histórico. Una
mirada que introduce un debate actual como la desigualdad de género y que pone
atención en el lugar que ocupaban las mujeres y, en particular, las mujeres pobres
(como otro factor desigual la condición de clase) en esas últimas décadas del siglo XIX.
Ya no los infortunios del gaucho, sino las aventuras de la China que emprenderá un
viaje de conocimiento de ese/su mundo, autoconciencia y descubrimiento.

El gobierno de Nicolás Avellaneda (1874 - 1880)


El sucesor de Sarmiento, el tucumano Nicolás Avellaneda, hizo frente a un
levantamiento armando encabezado por Mitre, quien no logró obtener nuevamente la
presidencia. En la época, era habitual que las disputas políticas se tradujeran en
conflictos violentos que se dirimían por la fuerza de las armas. La insurrección fue
rápidamente derrotada y los vencedores, miembros del Partido Autonomista y del
Partido Nacional se unieron en un nuevo partido político que dirigiría la toma de
decisiones en nuestro país por varias décadas: el Partido Autonomista Nacional (PAN).
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Comunicaciones, población y seguridad de las fronteras con el indio seguían siendo


cuestiones clave. Así, Avellaneda se preocupó por el desarrollo ferroviario, que se
duplicó en extensión.

También dio un nuevo impulso a la inmigración y a la colonización. El proceso


inmigratorio en América Latina fue desigual. Alcanzó dimensiones masivas en la
Argentina, Uruguay y Brasil central y meridional. La Argentina constituyó un verdadero
récord, ya que pasó de un millón de habitantes en 1850 a 4,5 millones a fines del siglo
XIX. Entre 1880 y 1914, los contingentes migratorios europeos alcanzaron, en
promedio, unas 120 mil personas por año, en un movimiento que fue permanente hasta
la Primera Guerra Mundial. Le siguieron en importancia Brasil, Cuba y Uruguay.
Los inmigrantes –que buscaban ascender en la escala social, mejorar su calidad de
vida o adquirir unas parcelas de tierra para trabajar– provenían, en general, del sur y del
este de Europa, fundamentalmente de España e Italia, aunque también fue importante la
inmigración desde de Portugal, sobre todo dirigida a Brasil.
Durante la presidencia de Avellaneda, no sólo se trató de atraer al inmigrante europeo
sino también se buscó orientarlo hacia las zonas rurales a través del impulso a la
fundación de colonias y pueblos agrícolas. La sanción en 1876 de la Ley 817 de
Inmigración y Colonización sentó las bases legales para la política inmigratoria estatal
oficial durante el periodo. Así el Estado tenía un rol mucho más presente en el proceso
inmigratorio subvencionando pasajes, dando alojamiento y direccionando la
inmigración hacia determinados espacios. Veamos un fragmento de esta ley:
“1. Mantener comunicación […] con los Agentes de Inmigración de la
República en el exterior, […] sobre aquellos puntos que se relacionen con el
fomento de la inmigración […].
2. Proteger la inmigración que fuese honorable y laboriosa […]
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4. Contratar el pasaje de los inmigrantes con una o más empresas de


navegación, sujetando los contratos a la aprobación del Poder Ejecutivo […]
7. Proveer a la colocación de los inmigrantes por medio de las oficinas de
trabajo […]
15. Dirigir la inmigración a los puntos que el Poder Ejecutivo, de acuerdo
conla oficina de Tierras y Colonias designe para colonizar.”
Por medio de la Ley se creó el Departamento General de Inmigración, dependiente del
Ministerio del Interior (art.1º); dándole al Poder Ejecutivo la facultad de nombrar agentes en
aquellos puntos de Europa o de América que considere convenientes para fomentar la inmigración
para la República Argentina, los que tendrán como función “desarrollar una continua propaganda,
proporcionar gratuitamente informes a los interesados, certificar sobre la conducta y actitud
industrial del inmigrante, intervenir en los contratos de transporte y, en algunos casos, pagar sus
pasajes” (art.4). El Ejecutivo podrá también nombrar comisiones de inmigración en los puntos del
país interesados en el problema, con la función de alojar, colocar y trasladar inmigrantes (art.8).
Oficinas de trabajo y de colocación colaborarán con el Departamento de inmigración de Buenos
Aires y con las comisiones locales para atender los pedidos de “profesores, artesanos, jornaleros o
labradores que se les hicieses” y “procurar condiciones ventajosas para la colocación de los
inmigrantes (art.10) “en el arte, oficio o industria a que prefiriesen dedicarse (art.48). El
Departamento de Inmigración deberá “propender por todos los medios a su alcance a fomentar y
facilitar la internación de inmigrantes en el Interior (art.3). En el artículo 12 la ley define como
inmigrante a “todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor, que siendo
menor de sesenta años y acreditando su moralidad y sus aptitudes, llegase a la república para
establecerse en ella, en buques a vapor o a vela, pagando pasaje de segunda o tercera clase, o
teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las provincias o de las empresas particulares,
protectoras de la inmigración y la colonización. Todo inmigrante, siempre que “acreditase
suficientemente su buena conducta y su aptitud para cualquier industria, arte u oficio útil”, gozaba
del derecho de ser alojado y mantenido a expensas del Estado durante los cinco días siguientes a su
desembarco (art.45). Además, el Poder Público se hacía también cargo de su traslado al lugar del
país que eligiese como residencia.
Por otra parte, cuando el inmigrante así lo desease, podía obtener ocupación a través de la Oficina
del Trabajo. En caso de dirigirse al interior del país, y si en el lugar de destino había Comisión de
Inmigración, ésta debía otorgar al inmigrante alojamiento y alimentación por un plazo de hasta diez
días.
Así como el Estado buscó fomentar la inmigración con políticas específicas, también la
situación de las fronteras concitó interés en la época. A diferencia de los beneficios que
recibieron los recién llegados de Europa, las poblaciones indígenas fueron perseguidas,
diezmadas y sus territorios ancestrales fueron tomados por el Estado argentino en un
avance hacia el sur y en la zona norte del país sostenido por la fuerza de las armas.
Veamos este proceso con más detalle.

La “cuestión indígena”
Entre las presidencias de Avellaneda y la de su sucesor, Julio Argentino Roca
(presidente entre 1880 y 1886), se llevó adelante una de las más terribles incursiones
contra las poblaciones originarias que
habitaban el sur de lo que es hoy nuestro
país.
Desde hacía varias décadas, se había
trazado una línea imaginaria conocida
como “frontera sur” que demarcaba un
límite, una frontera, móvil y cambiante
entre las poblaciones “blancas” o criollas
y los pueblos indígenas. Durante años esta
frontera había sido permeable, con
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intercambios comerciales entre los


distintos grupos de cada lado. Pero con el
aumento de la presión estatal por obtener
nuevas tierras para ponerlas a producir, las
relaciones se habían hecho cada vez más
conflictivas.
En muchos documentos de la época se
menciona a este espacio como “el
desierto”. En realidad, esto responde a una
construcción discursiva que consideraba a
esta región carente (desierta) de
“civilización” y habilitaba el accionar
contra las poblaciones que allí vivían bajo
la justificación de romper con el pasado y
transformarlas (o erradicarlas) en el marco
de un proyecto de modernización
sociocultural.
La historiadora
Mónica Quijada afirma al respecto que
“en la segunda mitad del siglo XIX, la
visión tradicional de ciertos grupos
indígenas como ‘bárbaros’ o ‘salvajes’ se
solapó con algunos conceptos clave
acuñados y profusamente utilizados por el
pensamiento occidental decimonónico en
relación con la diversidad humana: el de
‘primitivos’ o ‘razas inferiores’. Esta
conceptualización […] tenía importantes
connotaciones, que se completaban con la
noción de que los ‘pueblos primitivos’ que
entraban en contacto con un medio ‘más
avanzado’ estaban condenados a
desaparecer.” 2
La situación de las fronteras internas (la frontera entre las tierras manejadas por el
Estado argentino y aquellas que aun estaban bajo dominio indígena tanto en el norte
como en el sur del país) había sido una preocupación para los gobiernos y a medida que
la línea de frontera se corría en detrimento de las tierras indígenas, la tensión aumentaba
y los “malones” (incursiones de los indígenas en poblaciones de la zona donde obtenían
ganado, distintos artículos y mujeres o niños que llevaban con ellos a las “tolderías”) se
volvían más frecuentes. Como una solución, el Ministro de Guerra Adolfo Alsina ideó
en 1875 un sistema de defensa que articulaba la construcción de nuevos fortines con la
excavación de una zanja cavada en la tierra que debería tener varios kilómetros de
extensión y ayudaría a defender la frontera interna.
Al morir Alsina, el general Julio Argentino Roca (quien, como dijimos, llegaría a ser
presidente en 1880) tomó a su cargo la organización de la conquista de nuevos
territorios y las campañas contra los indígenas del sur se volvieron mucho más
agresivas. Así, se denominó “Conquista del desierto” a las numerosas incursiones
militares hacia la zona de la actual Patagonia que comenzaron en 1878 y que
continuaron hasta mediados de década de 1880 dando como resultado la anexión de
tierras y el exterminio de buena parte de las poblaciones indígenas de la zona.
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Para tener una idea del impacto de esta “Conquista” sobre las poblaciones indígenas
de la zona de Pampa - Patagonia, recuperaremos las afirmaciones de la historiadora
Hilda Sabato, quien asevera que “Según cifras del Ministerio de Guerra y Marina,
citadas por Enrique Mases, el saldo de víctimas indígenas de la operación, entre agosto
de 1878 y mayo de 1879, fue el siguiente: 1271 indios de lanza (guerreros) prisioneros,
1313 indos de lanza muertos en combate, 10.539 no combatientes prisioneros y 1049
indios reducidos voluntariamente.
Los que no fueron asesinados quedaron a disposición del gobierno nacional, fueron
objeto de intensas discusiones públicas sobre qué hacer con ellos y resultaron víctimas
de diferentes ensayos políticos sobre su destino. La consigna de asimilación dio pie a
numerosas versiones sobre las posibilidades de los indígenas de integrarse
efectivamente a la ‘civilización’. Proyectos de incorporarlos en colonias mixtas con
inmigrantes y criollos o de otorgarles tierras propias en zonas alejadas tuvieron
escasos resultados, por lo que terminó predominando el ‘sistema de distribución’,
mediante el cual se repartían mujeres y niños en casas de familia para el servicio
doméstico, mientras que los hombres adultos eran entregados para el trabajo en
establecimientos de distinto tipo o incorporados en las filas del ejército.”3
Estas campañas militares de aniquilamiento de poblaciones aborígenes implicaron, en
palabras de Sabato, “la incorporación de más de 15.000 leguas de tierra al
capitalismo argentino en expansión, la afirmación de la soberanía territorial de la
república sobre un territorio disputado por Chile [el sur], la consolidación del poder
del Estado nacional y el fortalecimiento del ejército como institución, que tuvo un papel
rector tanto en la campaña inicial como en el proceso posterior de ocupación de la
Patagonia y del Chaco.”4

2
QUIJADA, Mónica, “La ciudadanización del ‘indio bárbaro’. Políticas oficiales y oficiosas
hacia la población indígena de la pampa y la Patagonia, 1870 - 1920” En: Revista de Indias,
Vol. LIX, Nº 217, 1999.
3
SABATO, Hilda, Historia de la Argentina. 1852 – 1890, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, p. 266.
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En este punto hagamos un paréntesis. Si bien muchísimas personas fueron asesinadas


durante la “Conquista del Desierto”, esto no implica que las comunidades aborígenes,
sus tradiciones y creencias desaparecieran del todo. De hecho, numerosas comunidades
están dando actualmente una gran pelea por el reconocimiento de sus derechos
avasallados por el Estado. Compartamos algunos fragmentos del texto titulado Hacia un
plan nacional contra la discriminación: discriminación en Argentina:
“La República Argentina se constituyó como
Estado-Nación sobre la base de la negación de las
raíces históricas americanas, la sujeción de sus
ocupantes originarios y la usurpación de sus
territorios. Con la conquista […] se homogeneizó
una inmensa variedad de culturas, muchas
completamente distintas entre sí. Este fue un primer
proceso simbólico de reducción de las diversas
identidades culturales a una única identidad
impuesta: indio como equivalente a ‘bárbaro’ o
‘salvaje’. Durante la organización nacional se
estableció una clasificación de los grupos humanos
que iba del ‘salvaje incivilizable’ – el ‘indio’–,
pasando por el gaucho que era ‘bárbaro pero
civilizable’, hasta los ‘ciudadanos civilizados’

descendientes de europeos.
Con posterioridad, y como consecuencia del despojo de sus tierras y sus recursos, los
indígenas fueron equiparados al concepto de pobre y todos los atributos con los que se
sigue estigmatizando la pobreza: vago, delincuente, ladrón, mentiroso, sin educación,
etc. La fuerza de este estigma se manifiesta aún hoy en la dificultad de pensar en la
identidad particular de cada pueblo indígena y en su cultura separada de la pobreza.
En el siglo XX, los mecanismos de asimilación se basaron fundamentalmente en la
imposición de la cultura hegemónica europeizante, a través de instituciones cuyo
objetivo fue la asimilación y homogeneización, tales como la escuela y el servicio
militar. En ambas instituciones se castigaba a quien hablaba su idioma materno y se
enseñaba una historia distorsionada, donde todo lo ligado a las culturas originarias era
denostado como inferior o ‘salvaje’.
La historiografía oficial argentina fue también eficiente en borrar de sus manuales
todo registro de la conquista violenta de los pueblos originarios, su lucha por defender
su tierra y su cultura y el pensamiento de muchos de los independentistas. De esta
manera se construyó una hegemonía basada en una visión parcial de nuestra nación: una
nación blanca y europea, que intentó ocultar el genocidio inicial, la sujeción de los
pueblos originarios, desconociendo también la historia de cada región y provincia.
Sobre estos hechos históricos se construyeron las bases de la discriminación racial,
política, social, económica y cultural de los pueblos indígenas en Argentina.

4
SABATO, Hilda, Historia… cit., p. 267.
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En los últimos años, los pueblos indígenas han iniciado un proceso de recuperación de
la identidad étnica y de sus valores fundamentales, como la posesión comunitaria de la
tierra, la solidaridad, el respeto a los ancianos y a la vida, la democracia directaen la
elección de sus autoridades, el respeto por las cosmovisiones que recuperan la relación
de los seres humanos como parte de la naturaleza, entre otros.” 5
Ahora sí, volvamos al pasado para analizar algunas características del proceso de
incorporación de la Argentina al mundo capitalista a partir de desarrollo de un modelo
económico particular: el modelo agroexportador, que explica en parte el interés por la
obtención de nuevas tierras en el sur.

El modelo agroexportador
El motor del crecimiento económico de la época fueron las exportaciones de
productos primarios que se organizaron bajo el modelo agroexportador. La Argentina se
fue incorporando a un esquema de división internacional del trabajo que dividía a los
países en dos funciones: unos producían materia prima y alimentos, mientras otros
proveían manufacturas y capitales. La Argentina era un país del primer tipo.
El modelo agroexportador se basaba en las ventajas naturales de la geografía
pampeana, un área de clima templado que contaba con abundante tierra fértil apta para
el desarrollo de materia prima de exportación, como trigo, maíz y lino. Las tierras del
sur argentino también fueron utilizadas, sobre todo, para la cría de ganado ovino, es
decir, para la producción de carne y lana.
Las exportaciones variaron con el tiempo. En un primer período predominó la venta
de lana de oveja, requerida por las fábricas textiles europeas. A fines del siglo XIX
también se comenzaron a exportar cereales y lino, y a comienzos del siglo XX, creció el
desarrollo de los frigoríficos y cobró importancia la venta al exterior de carne vacuna.
Para afianzar este modelo económico fue necesario crear condiciones específicas. Se
requerían más tierras para la agricultura y la ganadería (incorporadas al sistema
productivo tras el exterminio/expulsión de la población indígena de la Patagonia y el
Chaco). Se construyó un sistema de transporte y comunicación más extendido. Se
crearon líneas de ferrocarriles, con capital inglés, que conectaron a las diferentes
provincias con el puerto mayor, ubicado en Buenos Aires. También se desarrolló y
modernizó el puerto porteño, elemento clave en la economía. Por último, se amplió el
sistema de correos. Otro aspecto central para la economía agroexportadora fue la mano
de obra. Para eso, como vimos anteriormente, se fomentó la inmigración europea.
Algunos de los recién llegados se dedicaron a las actividades agrícolas y otros
ingresaron a las pequeñas y nuevas industrias ubicadas en las ciudades.
Sin embargo, a la larga el modelo agroexportador presentó una gran desventaja para la
economía argentina: dejaba al país expuesto a los vaivenes de la economía
internacional, principalmente la europea. El modelo era muy dependiente de las
compras del exterior, su principal recurso era la venta de los productos y el ingreso de
divisas, es decir, de moneda extranjera, que permitía al país, a su vez, la compra de
maquinaria y productos al exterior. Si Europa no podía o elegía no comprar, la
Argentina entraba en crisis. Esto se evidenció con la Primera Guerra Mundial (1914-
1918) y con la Gran Depresión de la década de 1930.

5
Selección de fragmentos del texto INADI, Hacia un plan nacional contra la
discriminación:discriminación en Argentina, Buenos Aires, 2005, pp. 105 a 107 y 113.
12

Rosario, fines del siglo XIX y principios del XX

“Hacia 1910, cuando se celebraba el primer centenario de la revolución de Mayo,


Rosario era una ciudad nueva y dinámica de casi doscientos mil habitantes, de los cuales
algo más de la mitad eran argentinos y el resto, italianos, españoles, franceses, ingleses,
alemanes, rusos, uruguayos, brasileños, austríacos, árabes, turcos y de otras
nacionalidades. Al norte de un área longitudinal ocupada por grandes instalaciones
ferroviarias se habían radicado algunas fábricas, talleres y barrios obreros. El puerto
contaba con numerosos depósitos, grúas, elevadores, una usina eléctrica y demás
adelantos técnicos; a lo largo de sus cuatro kilómetros de muelles, la carga y descarga
de vapores y veleros parecía incesante. En los últimos diez años, el movimiento
portuario no había dejado de aumentar, superando las cuatro millones de toneladas
anuales. Rosario se mostraba como una ciudad próspera y cosmopolita que, en la
versión de la prensa y los dirigentes, había alcanzado esa posición por la fuerza misma
del trabajo. En consecuencia, no cabía imaginar otro destino que el de mayor
prosperidad. Rosario se erigía así en el paradigma social y económico de la nación
proyectada a mediados del siglo XIX por un grupo de hombres inspirados en el
progresismo liberal de su época.
En su lógica, la elite dirigente consideraba las ingratas condiciones de vida de los
sectores populares como el costo social de ese modelo económico que había hecho
crecer la ciudad. Se daba por descontado que el progreso mismo en su natural desarrollo
no tardaría en superar la cuestión. Tales convicciones crearon una imagen sólida de
Rosario, cuyo origen histórico difuso y poco ilustre dejó de tener importancia ante la
vista de las chimeneas y grúas que perfilaban a lo largo de la curva del río un verdadero
paisaje productivo.
La ciudad quedó configurada entonces como polo de desarrollo industrial, centro
financiero, administrativo, comercial y cabecera portuaria de toda la pampa productiva.
El resultado contrastante de ese balance se reflejaba, a nivel urbano, en los palacios de
renta y los conventillos, los primeros edificios en altura y las casillas de madera y chapa,
los bulevares y las calles de barro, el Parque de la Independencia y los basurales, las
grandes tiendas del centro y los barrios obreros de la periferia.
Hasta la crisis económica y política de 1930, Rosario siguió creciendo a ritmo
acelerado. En los últimos veinte años la población había aumentado hasta alcanzar
los480.000 habitantes. Terminada la Primera Guerra, durante la cual habían descendido
sensiblemente, los montos de exportación volvieron a repuntar e incluso superaron los
del período anterior. En el quinquenio 1920-24, el movimiento portuario había superado
un promedio anual de cinco millones de toneladas; durante los siguientes quince años, el
promedio trepó a casi nueve millones, pero tras el inicio de la Segunda Guerra cayó
abruptamente. En 1941, un año antes de ser estatizado, el movimiento del puerto de
Rosario se redujo a apenas dos millones de toneladas. En el transcurso de la crisis,
conforme fueron variando las condiciones sociales, económicas y políticas del país y la
ciudad, algunos signos empezaron a verse de otra manera. El cosmopolitismo, por
ejemplo, ya no era exaltado en el ideal de una sociedad abierta a todos los que quisieran
habitar el suelo argentino, sino más bien vinculado a las pestes, la desocupación, el
extremismo ideológico y la amenaza latente de un desborde popular.
13

En un clima generalizado de desazón, algunos intelectuales rosarinos expresaron,


describieron o trataron de explicar esa nueva imagen de la realidad, tan distinta de las
representaciones que se habían acostumbrado a realzar con signos de admiración. No
parece del todo casual que hacia fines de los años 30 del siglo XX, empezaran a
publicarse algunas obras que daban cuenta, de distinto modo, del final de una época
dorada para la ciudad y el puerto: La ciudad cambió la voz (1938) de Mateo Booz,
Biografía de Rosario (1939) de Fausto Hernández, Imagen y jerarquía de Rosario (1940)
de César Carrizo, Historia de Rosario de Juan Álvarez (1943), Las colinas del hambre
(1943) de Rosa Wernicke, El alma de nuestra ciudad del Rosario (1952) del cardenal
Antonio Caggiano y, la más elocuente de todas, La ciudad del puerto petrificado (1954)
de Ángel Guido. El sentimiento nostálgico de esas novelas y ensayos históricos había
empezado a formarse tiempo atrás, para los años mismos del Centenario y acaso antes,
como reacción espontánea ante el incipiente movimiento obrero y la radicalidadde sus
consignas y acciones. Durante la breve experiencia democrática de los gobiernos
radicales, el sentimiento se volvió más consciente y reveló su contenido ideológico.”6

“Las pestes. La abrupta expansión urbana y


demográfica, que se había iniciado a mediados
del siglo XIX, elevó los índices de morbilidad
y mortalidad generales de la población a
niveles que situaron a Rosario entre las
ciudades más “antihigiénicas” delplaneta. Los
decesos provocados anualmente por
enfermedades infectocontagiosas fueron
atribuidos al hacinamiento en habitaciones
malsanas, a la falta de una red proveedora de
agua corriente y de un sistema eficaz de
eliminación de aguas servidas. La cuestión
sanitaria preocupó siempre a las autoridadesy
a la población, pero las epidemias de cólera
que asolaron Rosario en los veranos de 1867-
68, 1886-87 y 1894-95 y la de peste bubónica de enero de 1900, llevaron la
preocupación al paroxismo: se extendió el miedo al contagio y a la muerte, agravado
por la angustia que provocaba la paralización del movimiento portuario dispuesta por
las autoridades sanitarias de la Nación.
Las víctimas fatales de la primera epidemia de cólera fueron estimadas en 420; las de
la segunda en 1.156 y las de la última del siglo en 452. La de 1867-68 fue transportada
por uno de los barcos que participaba de la guerra que Argentina, Brasil y Uruguay
mantenían contra Paraguay. Las otras dos llegaron igualmente por barco y se
propagaron en las sobrepoblados habitaciones sin cloacas ni agua corriente de los
barrios obreros.
Los cordones sanitarios y el temor a que el puerto perdiera atractivo por el
amenazante estado sanitario de la ciudad, impulsaron la puesta en marcha de las obras
que dotaron al casco urbano de cloacas y agua corriente y la creación de

6
“Prólogo” en: AA.VV., Cuidad de Rosario, Museo de la Ciudad – Editorial Municipal
de Rosario, Rosario, 2010, pp. 6 y 7.
14

instituciones como la Oficina de Higiene (1887), que luego se transformó en la


Asistencia Pública Municipal (1890).
La epidemia de peste bubónica de 1900 también tuvo su foco en el puerto, pero esta
vez el elemento transmisor no fue el agua sino las bolsas de cereal que se acumulaban
en las barracas cercanas al río, atrayendo a las ratas portadoras de la pulga que transmite
la bacteria de la peste negra. Los muertos no alcanzaron el medio centenar, pero el
impacto social fue mayor que el causado por las epidemias de cólera. Para no aventar la
alarma, a semanas de haberse presentado en el Parlamento de la Nación el proyecto para
la construcción del Puerto Moderno, las autoridades municipales y los sectores
vinculados al comercio y a la exportación iniciaron una drástica campaña de
higienización antes incluso de declararse oficialmente la existencia de una epidemia. La
denuncia de un diario de Buenos Aires provocó que las autoridades nacionales
establecieran un cordón sanitario y profundizaran la campaña de higienización. Las
medidas apuntaron principalmente a los barrios obreros, cuyos habitantes fueron
sometidos a desalojos y baños compulsivos, teniendo que contemplar la destrucción de
un millar de ranchos y casillas.
Particulares e instituciones corporativas que se expresaron a través de la prensa
pusieron en duda la existencia de la peste, interpretando la medida como un ataque al
puerto rosarino perpetrado por los defensores del puerto de Buenos Aires y atacando
frontalmente a las autoridades sanitarias, los funcionarios públicos y los médicos que
decretaron la epidemia.”7

“La fábrica. Contando con capital nacional, exención impositiva de la provincia,


maquinaria europea y técnicos alemanes seleccionados personalmente por Ernesto
Tornquist, titular de la empresa, la Refinería Argentina de Azúcar fue inaugurada en
1889 en las barrancas del río Paraná, al norte de un sector dominado longitudinalmente
por vías, talleres, playas de maniobras, depósitos, muelles y estaciones de ferrocarril. El
establecimiento operaba con personal fijo y temporario; este último era contratado
cuando llegaba el azúcar desde Tucumán por un ramal ferroviario que terminada
adentro mismo de la fábrica. En 1914 la cifra total de empleados ascendió a 1.525,
siendo los permanentes solo un tercio, de los cuales 114 eran argentinos y 354
extranjeros. La temporada alta de la producción duraba cuatro ocinco meses; durante la
temporada baja, el personal permanente elaboraba productos con los desechos de caña,
como alcohol. Desde el principio, la empresa de Tornquist enfrentó situaciones de crisis
vinculadas a la provisión de insumos o a las fluctuaciones del mercado internacional,
que durante los años de la Primera Guerra impulsaron al gerente alemán Máximo
Hagemann a disponer cierres transitorios de varios meses cada uno. En 1930 los obreros
realizaron la última hornada de azúcar.
En su mejor momento, hacia fines y principios del siglo XX, la Refinería Argentina
de Azúcar estuvo a la vanguardia de la industria nacional. Entendidos y profanos se
admiraban de las proporciones arquitectónicas, de la maquinaria y de la logística del
establecimiento, que contaba con numerosos galpones y talleres. De noche, en
temporada alta de producción, las chimeneas humeando y las tiras de ventanas
iluminadas en todos los pisos traían a los cronistas anónimos “reminiscencias de las
grandes fábricas de las ciudades europeas”. En este sentido, la Refinería y los demás
establecimientos del enclave, incluyendo a los talleres ferroviarios, parecían colmar las

7
PRIETO, Agustina, “Postales proletarias del progreso” en: AA.VV., Cuidad de Rosario… cit.
pp. 68-69.
15

expectativas de los que vislumbraban una ciudad industrial a imagen de Manchester o


de Chicago. Si bien el gran despegue industrial de Rosario sobrevino recién en los años
40 del siglo XX, esta concentración de fábricas de grandes dimensiones que daban
ocupación a miles de trabajadores argentinos y extranjeros y la moderna tecnología
empleada en algunas de ellas hizo pensar, ya fines del XIX, que en los suburbios del
norte el sueño se había realizado.

El barrio. No solo el caserío que rodeaba la Refinería Argentina de Azúcar, sino


por extensión una zona considerablemente más amplia ocupada por otros caseríos
igualmente proletarios, recibió el nombre de Refinería. Una postal de principios del
siglo XX reproduce la fotografía de una esquina con almacén, carros y vías del tranvía,
además de algunos hombres y un buen número de chicos; podría haber sido tomada en
cualquiera de las calles que rodeaban el centro de Rosario, pero la inscripción bilingüe
la sitúa claramente y le confiere un sentido particular: el barrio tenía “entrada” porque
para ingresar había que sortear primero el ancho cordón de vías férreas que lo aislaban
del casco urbano más antiguo.
El contraste fue la nota distintiva de Refinería. Faltaban los matices que diluyeran,
como en la parte más antigua de la ciudad, la cuestión sin resolver de los “efectos no
deseados” del progreso. Fuera del radio de acción de las obras de infraestructura
sanitaria que a fines del siglo XIX contribuyeron a reducir los altísimos índices de
morbilidad y mortalidad generales de la población de Rosario, los barrios proletarios
siguieron teniendo malas condiciones higiénicas: a nadie podía sorprenderle que fueran
el blanco principal de las epidemias de cólera y peste bubónica. Para los entusiastas del
nuevo orden capitalista, estos problemas eran inseparables del mismo progreso que, en
su impulso, terminaría por solucionarlos. Para los detractores de ese orden, por el
contrario, eran manifestaciones de las iniquidades sociales que generaba. Los primeros
buscaron actuar sobre los efectos; los segundos, sobre las causas. Refinería quedó así en
la mira de revolucionarios, redentores y reformadores sociales, políticos y funcionarios,
médicos, abogados y educadores comprometidos en la tarea de atacar las causas de la
explotación o revertir sus consecuencias. También suscitó la atención de escritores,
periodistas, artistas plásticos y fotógrafos interesados en los grandes temas sociales o en
búsqueda de una nota de color.”8

“Babilonias modernas. El Censo Nacional de 1914, relevado durante una cosecha,


contabilizó 11.786 personas en la sección correspondiente a Refinería, pero estimó que
en el resto del año la cifra de habitantes del barrio llegaba a 20.000. Los hombres
superaban en número a las mujeres y los extranjeros eran clara mayoría entre los
varones de más de 15 años. Los criollos, sin embargo, predominaban entre los que
hacían tareas de estiba. Refinería era el barrio más cosmopolita de la cosmopolita
ciudad del puerto. Obreros de muchas partes del mundo y de otras regiones del país, se
alojaban mayoritariamente en conventillos de mediano y gran porte como los Cuartos
de Arijón, de 95 habitaciones, cuatro letrinas y un surtidor para abastecer de agua a los
cuatro centenares de inquilinos que solían ocuparlo. Para un periodista de 1900, en
Refinería vivían “en comunidad casi primitiva innumerables familias de todos los
países, resultando cada conventillo una reunión de idiomas tal, que un excéntrico que
deseara aprender varias lenguas practicándolas, no tendría más que resignarse a

8
PRIETO, Agustina, “Postales proletarias del progreso” en: AA.VV., Cuidad de Rosario… cit.
pp. 72 a 74.
16

ocupar una pieza en cualquiera de esas babilonias modernas y en algunos meses saldría
hecho un políglota”. Los que no encontraban cupo en los conventillos convivían en
tiendas y casillas levantadas con material de desecho en el denominado Barrio de las
Latas.
Las condiciones de trabajo. En su informe de 1904 sobre el estado de las clases
obreras en el interior de la República, que le encargara el gobierno de Julio A. Roca,
Juan Bialet Massé se deshace en alabanzas de los motores y aspectos más técnicos de la
Refinería de Tornquist en Rosario, postulándola virtualmente a primer establecimiento
industrial del país. “Hay todas las máquinas y artefactos de los sistemas más modernos,
y continuamente modifica e importa los últimos adelantos de la ciencia y del arte.”
Recorriendo la fábrica en pleno funcionamiento, el observador oficial se deslumbraba
con la adaptación de los obreros a la rigurosa disciplina, “todo el personal adaptado y
moviéndose al compás de las máquinas en perfecto orden, todo armonioso y
subordinado”.La jornada era de seis a seis, con dos descansos de media hora y de una
hora respectivamente para desayunar y almorzar. Pero a continuación Bialet Massé
cuenta que también llamó su atención el estado de las niñas de diez y doce años que
cumplían con la jornada laboral alemana: “estaban anémicas, pálidas, flacas, con todos
los síntomas de la sobre fatiga y la respiración incompleta”. Además, observaba que los
tres pisos eran bajos y que aun en invierno el calor ambiente era sofocante, porque
habían hecho los planos en Europa sin tener en cuenta el clima de esta región. Los
obreros andaban con el torso descubierto respirando polvo de azúcar, lo que adensaba
las mucosidades de los pulmones yrecubría la piel con un barniz malsano.9

Cólera
El cólera es una infección intestinal aguda causada por la ingestión de alimentos o
agua contaminados por la bacteria Vibrio cholerae. Tiene un periodo de incubación
corto, entre menos de un día y cinco días, y la bacteria produce una enterotoxina que
causa una diarrea copiosa, indolora y acuosa que puede conducir con rapidez a una
deshidratación grave y a la muerte si no se trata prontamente. La mayor parte de los
pacientes sufren también vómitos.
La mayoría de las personas infectadas la bacteria no presentan síntomas, aunque la
bacteria esté presente en sus heces durante los 1 a 10 días siguientes a la infección. En el
80% de las personas que presentan síntomas estos son de leves a moderados; un 20%
padece diarrea acuosa aguda con deshidratación grave. Si no se da tratamiento, esta
puede ocasionar la muerte.
La vacuna contra el cólera es oral constituida por varias cepas (no todas) de bacterias
inactivadas de Vibrio cholerae. Su eficacia no es muy alta ni tampoco es duradera,
aunque también parece proteger parcialmente frente a otros tipos de diarrea del viajero.
La vacuna puede ser eficaz a partir de la semana de completada la vacunación.
El cólera representa aún una amenaza mundial y es un indicador fundamental del
grado de desarrollo social. Si bien no supone una amenaza para los países que
garantizan una mínima higiene, la enfermedad sigue siendo un reto para los países que
no pueden asegurar el acceso a agua potable y un saneamiento adecuado. Casi todos

9
PRIETO, Agustina, “Postales proletarias del progreso” en: AA.VV., Cuidad de Rosario… cit.
pp. 76 a 79.
17

los países en desarrollo tienen que hacer frente a brotes de cólera o a la amenaza de una
epidemia de la enfermedad.

Mecanismo para el control y la prevención del cólera


La 64.ª Asamblea Mundial de la Salud, Recordando la resolución WHA44.6 sobre el
cólera, que dio lugar al establecimiento del Grupo Especial Mundial de Lucha contra el
Cólera con el fin de ayudar a los Estados Miembros a reducir la morbilidad y la
mortalidad relacionadas con la enfermedad y a atenuar sus consecuencias sociales y
económicas; Reconociendo que el cólera no recibe la atención que debería, pese a quesu
prevalencia en forma de epidemias tanto en zonas endémicas como en zonas no
endémicas causa sufrimiento a millones de personas, en particular de los grupos de
población vulnerables, con una carga de morbilidad estimada de entre 3 millones y 5
millones de casos, y con 100 000 - 130 000 defunciones anuales;
1 Reiterando que la propagación del cólera es consecuencia de los desastres naturales,
la falta de suministro apropiado de agua potable, las deficientes condiciones de
saneamiento, la falta de higiene, la contaminación de los alimentos, la falta de
planificación de los asentamientos humanos, especialmente en zonas urbanas, la falta de
sistemas de salud eficaces, una insuficiente atención de salud, y de la pobreza;
Reconociendo que las intervenciones de salud pública eficaces, entre ellas un
tratamiento adecuado y oportuno de los casos, una gestión ambiental mejorada, un
comportamiento mejorado en relación con la higiene y el saneamiento, y el acceso y la
correcta utilización de la vacuna anticolérica son aspectos que dependen de un sistema
sólido de vigilancia y asistencia sanitaria y de un enfoque programático y multisectorial
coordinado que incluya el acceso a una atención de salud apropiada, agua salubre y
saneamiento adecuado, la participación comunitaria, un intercambio franco y
transparente de información epidemiológica y un diálogo constante sobre cuestiones
normativas; Reconociendo la importancia de la planificación de la preparación para
emergencias, el fortalecimiento de la vigilancia, la respuesta temprana y el
cumplimiento de los criterios pertinentes definidos en el marco del proyecto Sphere para
las situaciones de emergencia;
Observando que, en las crisis sanitarias de emergencia, así como en las emergencias
en que la situación pone en peligro las condiciones higiénicas, la labor de la OMS como
dirigente del grupo de acción sanitaria en crisis humanitarias exige una estrecha
cooperación con las responsabilidades del UNICEF como dirigente del grupo WASH
(agua, saneamiento e higiene); Afirmando que los progresos hacia la consecución delos
Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionados con la salud, y en particular el acceso
a agua potable y servicios de saneamiento conforme al Objetivo 7 (Garantizar la
sostenibilidad del medio ambiente), podrán reducir la incidencia y la propagación del
cólera, y que la mejora de las medidas de prevención y control del cólera tendrá
repercusiones positivas sobre otras enfermedades diarreicas; Reconociendo que el
control del cólera está entrando en una nueva fase gracias al desarrollo de vacunas
anticoléricas orales seguras, eficaces y potencialmente asequibles, y que este
planteamiento viene a complementar, pero no debe sustituir, las medidas eficaces ya
existentes de prevención y control basadas en un acceso mejorado al agua potable, el
saneamiento y la higiene,
1. INSTA a todos los Estados Miembros:
18

1) a que consideren las cuestiones relacionadas con la salud, la higiene, el agua, el


saneamiento y el medio ambiente como partes integrales e interrelacionadas de las
políticas y planes de desarrollo y, consiguientemente, asignen recursos y adopten
medidas, en particular de educación sobre salud e higiene e información pública, con
miras a prevenir o reducir los riesgos de una epidemia de cólera, prestando la debida
atención a la situación y las necesidades de los grupos de población más expuestos a
esos riesgos;
2) a que fortalezcan los mecanismos de vigilancia y notificación relativos al cólera de
conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional (2005), e incorporen
efectivamente la vigilancia del cólera en los sistemas generales de vigilancia mediante
el desarrollo de las capacidades locales de acopio y análisis de datos y la integración de
información sobre determinantes cruciales como las fuentes de agua, la cobertura de
saneamiento, las condiciones ambientales y las prácticas culturales;
3) a que se esfuercen por movilizar suficientes recursos técnicos y financieros para la
adopción de medidas coordinadas y multisectoriales de preparación, prevención y
control del cólera, así como de otras enfermedades diarreicas, en situaciones tanto
endémicas como epidémicas, en el marco del fortalecimiento de los sistemas de saludy
de enfoques sectoriales, y conforme a un espíritu de solidaridad internacional;
4) a que hagan participar a la comunidad y amplíen las medidas de sensibilización
considerando el carácter intersectorial de la enfermedad;
5) a que se abstengan de imponer a los países afectados o en situación de riesgo
cualesquiera restricciones comerciales o de viajes que no respondan a motivos de salud
pública justificables, de conformidad con el artículo 43 del Reglamento Sanitario
Internacional (2005)
6) a que planifiquen y consideren la posibilidad de, cuando proceda, administrar
vacunas en conjunción con otros métodos de prevención y control recomendados, y
no en sustitución de esos métodos;
2- PIDE a la Directora General:
1) que fortalezca y mejore las medidas destinadas a asegurar que la Organización siga
dando respuesta rápida y eficaz a las necesidades de los países que sufran o estén
expuestos al riesgo de sufrir brotes de cólera;
2) que revitalice el Grupo Especial Mundial de Lucha contra el Cólera y refuerce la
labor de la OMS en la materia, en particular mejorando la colaboración y la
coordinación entre los departamentos pertinentes de la OMS y con otras partes
interesadas;
3) que refuerce la coordinación de la asistencia internacional durante las epidemias de
cólera en lo relativo al equipo y los recursos humanos y financieros a fin de garantizar
una respuesta rápida y eficaz, y dé prioridad a la colaboración estrecha con otros grupos,
en particular, pero sin limitarse a él, el grupo WASH y su logística, con el fin de
maximizar la eficacia de la respuesta humanitaria multilateral general;
4) que preste apoyo técnico a los países para que puedan mejorar su capacidad de
adoptar medidas eficaces de control y prevención, lo que incluye la vigilancia, la alerta
y respuesta temprana, la capacidad de laboratorio, la evaluación de riesgos, el
19

tratamiento de casos, el acopio y el control de datos y la distribución eficaz de vacunas;


5) que siga fomentando la investigación, e impulsando la vigilancia, de la aparición de
variantes alteradas y cepas farmacorresistentes de Vibrio cholerae, así como
considerando las innovaciones seguras y eficaces en materia de tratamiento de
rehidratación oral que puedan aportar un beneficio adicional al resultado del
tratamiento;
6) que promueva las intervenciones emprendidas para modificar comportamientos y
medidas para garantizar la salubridad del agua y los alimentos, en especial programas de
formación y sensibilización, con miras a mejorar las prácticas sanitarias y de higiene
como elementos capitales para la prevención y el control del cólera;
7) que siga prestando apoyo a la investigación sobre vacunas anticoléricas seguras,
eficaces y asequibles, y que promueva la transferencia de las correspondientes
tecnologías de fabricación de vacunas a los países afectados o expuestos al riesgo de ser
afectados por el cólera, con el fin de fortalecer la capacidad de producción local de
vacunas anticoléricas;
8) que elabore directrices de política basadas en la evidencia, actualizadas y
prácticas, que abarquen la viabilidad y la evaluación del uso apropiado y costo eficaz
de la vacuna anticolérica oral en los países de bajos ingresos, así como la definición de
los grupos destinatarios;
9) que entable contactos con los organismos internacionales de financiación
competentes con miras a un posible apoyo para la introducción de vacunas anticoléricas
eficaces en los países de bajos ingresos; WHA64.15 4
10) que informe a la 65ª Asamblea Mundial de la Salud, por conducto del Consejo
Ejecutivo, de la situación mundial en lo concerniente al cólera y evalúe los esfuerzos
realizados en relación con los métodos para la prevención y el control de esa
enfermedad.

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30 años de democracia - “Prisioneros de la ciencia. Una reparación histórica” (2º


parte): https://www.youtube.com/watch?v=e8o0_zN02eA.
#LaHuellaEnLaImagen #CanalEncuentro. #FOTOGRAFÍA | Una serie que indaga en
los orígenes del Estado nacional a través de las primeras formas de fotografía. Descubrí
un atlas visual del país en los álbumes de vistas y costumbres, y en la lente de los
primeros fotógrafos aficionados.
Pandemias: La historia de las pandemias - Canal Encuentro Se estrenó el 10 oct. 2020
Recuperado en https://www.youtube.com/watch?v=bTSp-
R0LEic&list=PLZ6TIj4tHEIt0cQ4_yBaqm8EQkujLtVGi&index=2
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Circuito del Puerto_Posta 1: Piedra fundamental. _ Posta 2: Estación Fluvial. Posta 3:
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Revistas - Periódicos- Literatura
Rosario: Historias de Aquí a la Vuelta, un proyecto social y educativo sobre la ciudad
(fascículos, videos documentales) en www.historiasdeaquialavuelta.com.
La Voz de la Mujer: Periódico anarcofeminista argentino del Siglo XIX
http://www.latundra.com/lavozdelamujer_feminismo/
"Conventillos en Rosario" "Tu cuna fue un conventillo" por Corina Moscovich en
http://corinamoscovich.blogspot.com.ar/2011/01/conventillos-en-rosario-por-corina.html.

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