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La batalla de Pavón señala el fin de la Confederación Argentina y pone en manos de los

hombres del partido liberal porteño los resortes de la conducción nacional. Mitre será el
primer presidente que gobierne sobre todo el territorio de la nación.
El grupo dirigente buscará concretar en la república un ideal civilizador, procurará terminar
con la oposición de la montonera reducir al indio y desarrollar la economía. El ferrocarril, el
telégrafo, la difusión de la enseñanza, la inmigración y un poder ejercido con criterio
centralista fueron las herramientas fundamentales del quehacer que transformó al país.

ETAPA I: El triunfo de Buenos Aires sobre la Confederación


La tensión entre Buenos Aires y la Confederación aumentó a medida que se acercaba el
final del mandato constitucional del presidente Urquiza. Los porteños se proponían lograr
la incorporación de las provincias interiores a un Estado centralizado por Buenos Aires, y
establecieron alianzas para que quien fuera elegido nuevo presidente de la Confederación
favoreciera ese objetivo. La intervención del gobierno federal obstaculizó las
negociaciones y estalló el conflicto.

Valentín Alsina —gobernador de Buenos Aires desde 1857— estableció un decreto que
afectó todavía más el comercio de la Confederación: estableció que los productos del
interior serían tratados en Buenos Aires sin ninguna diferencia con las mercaderías
extranjeras. Como respuesta, en mayo de 1859, el Congreso autorizó a Urquiza a “resolver
la cuestión de la integridad nacional respecto de la provincia disidente de Buenos Aires por
medio de negociaciones pacíficas o de la guerra, según lo aconsejaran las circunstancias.
El 23 de octubre de 1859, el ejército confederado y el porteño se enfrentaron en Cepeda, y
Urquiza obtuvo la victoria.

Después de la renuncia de Alsina —condición impuesta por Urquiza—, el 11 de noviembre


de 1859, en San José de Flores, ambas partes firmaron un pacto. Buenos Aires se
declaraba parte de la Confederación y se obligaba a aceptar y jurar solemnemente la
Constitución Nacional de 1853, pero luego de que una Convención Provincial propusiera
las reformas que la provincia consideraba indispensables. Urquiza aceptó que las reformas
propuestas fueran tratadas por una Convención Nacional convocada al efecto, con la
condición de que Buenos Aires enviara sus diputados y aceptara la decisión de la
Convención como definitiva.

En mayo de 1860, Mitre fue elegido gobernador de Buenos Aires y, desde ese cargo,
desarrolló una política favorable a la unión. Pero el conflicto profundo entre Buenos Aires y
la Confederación todavía no había sido resuelto.

Buenos Aires se había comprometido —por el Pacto de San José de Flores— a respetar la
elección de Santiago Derqui como nuevo presidente de la Confederación. Pero en los
meses que siguieron a Cepeda, el gobierno porteño aprovechó las fisuras entre Derqui y
Urguiza y reinició las negociaciones con las provincias interiores. Finalmente, las luchas
desatadas para imponer los diputados de cada grupo hicieron fracasar la reunión de la
Convención, y comenzaron los preparativos para la guerra.

El 17 de noviembre de 1861, los dos ejércitos se enfrentaron cerca del Arroyo del Medio,
en los campos de Pavón. El combate terminó sorpresivamente cuando Urquiza se retiró del
campo de batalla sin haber sido vencido por el ejercito de Mitre. Meses después Derquí
renunció del gobierno federal quedó vacante hasta que, en enero de 1862, Mitre —corno
gobernador de Buenos Aires— asumió provisionalmente nacional con el acuerdo de
Urquiza
El triunfo de Mitre —asegurado por las campañas militares en apoyo de los grupos
liberales del interior— había significado la aceptación por parte del conjunto de las
provincias interiores de la dirección de Buenos Aires en el proceso de centralización del
Estado. Pero quedaba pendiente todavÍa la subordinación al proyecto nacionalista —
liderado por Mitre en alianza con otros jefes provinciales— de los autonomistas
bonaerenses más intransigentes.

Los autonomistas se negaban a la federalización de la ciudad de Buenos Aires, que debía


ser la sede del gobierno federal. La solución de compromiso alcanzada —la presencia del
gobierno federal en la ciudad como invitado del gobierno provincial— mantuvo el conflicto
sin resolver durante años.

Se puede decir que inicialmente hubo tres presidencias históricas desde el punto
organizativo del país:

Primeras presidencias:

Bartolomé Mitre: (1862-1868)


Domingo F. Sarmiento (1868-1874)
Nicolás Avellaneda (1874-1880)
 En el plazo de estos 18 años se logra la unidad política buscada y se crean las instituciones que
darían consolidación al estado.
 Se inicia una etapa de modernización tecnológica para permitir el ingreso de capitales (británicos) y
también poder entrar a competir con los mercados internacionales.
 Se amplían las fronteras al luchar contra los indios.
 Se fomenta la inmigración en algunos lugares del litoral, ley Avellaneda.
 Comienza una etapa de crecimiento en la economía porque se aumentaron los volúmenes de
mercadería y productos exportados .
 Se organiza en ejército y se distribuyen 6000 soldados por todo el país.
 Se organiza la administración nacional y se crean instrumentos nacionales tales como correos,
telégrafos, ferrocarril, escuelas, oficinas administrativas para el cobro de impuestos.
 Se toman empleados locales, pero dependientes del estado, es decir los empleados públicos.
 Se organiza el pode judicial dando un marco de seguridad a los habitantes, se adoptó el código civil
de Velez Sarfield y Acevedo.
 Se unificó la moneda.
 Se realizaron obras públicas como la extensión de caminos, vías férreas, puentes y puertos.
 Se apoyaron desde el estado las economía regionales, otorgando créditos blandos , financiando
materia prima, también se impulsó el comercio. Algunas veces se aseguraron los negocios con
garantías y privilegios, como la exención de impuestos.
 Se adoptó un sistema unificado de medición, el sistema métrico decimal , de esta manera se
normalizaron los procesos técnicos.
 Se crearon numerosas escuelas de distintos niveles educativos.
Bartolomé Mitre:
Tuvo que soportar la triste Guerra contra el Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil formaron la
Triple Alianza y unidas lucharon contra las fuerzas de Solano López presidente de
Paraguay. Argentina tuvo que entrar en guerra al ser capturados por las tropas de
Paraguay, dos buques argentinos que estaban anclados en un puerto de Corriente.
También enfrentó a los conflictos internos que aún algunos caudillos locales (en este caso
el Chacho Peñaloza) seguían generando porque se oponían a la organización
constitucional del país.

En la etapa de su gobierno se crearon numerosas escuelas, se reorganizó la Suprema


Corte de Justicia nacional, se ampliaron vías férreas, se inauguró la primera línea de
tranvías y se fundó la Sociedad Rural.

Para Ampliar: Gobierno de Bartolomé Mitre


Domingo Faustino Sarmiento
Este gobierno también pasó por difíciles momentos provocados por:
 El avance de los malones indígenas,
 Por el asesinato de Urquiza por parte de López Jordán, caudillo que se había sentido traicionado en
la batalla de Pavón, cuando Urquiza se retira del campo de acción.
 Grandes inundaciones y sequías que costaron la muerte de millones de cabezas de ganado.
 La terrible epidemia de fiebre amarilla que asoló a la ciudad de Bs.As. y provocó la muerte de 13500
ciudadanos sobre una población de 180.000 habitantes.
Pese a estos tristes momentos las obras de gobierno de Sarmiento fue muy fructífera y logró
vencer las adversidades. Algunas de sus obras fueron:
 Nacionalizó los correos provinciales.
 Determinó el límite con Chile.
 Fundó la Faculta de Ciencias Exactas.
 Fundó el Observatorio Astronómico de Córdoba.
 Se levantó un mapa del cielo austral.
 Se extendieron líneas telegráficas y líneas de ferrocarril, se llegó a Córdoba.
 Se colocaron faros en algunas rutas marítimas.
 Se importaron plantas extranjeras como el eucaliptos y el mimbre.
 Se instalaron oficinas meteorológicas.
 Apoyó la industria vitivinícola.
 Apoyó la industria de las carnes congeladas.
 Se importó alambres para cercar los campos.
 Se fundaron varios colegios nacionales en algunas provincias.
 Se crearon bibliotecas populares.
 Se fundaron las primeras escuelas normales.
 Se fundó el Colegio Militar y la Escuela Naval.
 Se realizó el primer censo escolar.
 Se creó el Jardín Zoológico.
 Se comenzó con los cursos nocturnos para adultos.
 Se imprimieron muchos libros de textos para las escuelas.
 Se explotaron los ríos Negro y Neuquén, Limay.
 Se realzaron estudios de suelos en busca de riquezas para ser explotadas.
 Realizó el primer censo nacional.
Nicolás Avellaneda:
Obras:

 Continuó con la fundación de escuelas normales por todo el país. También construyó muchas
escuelas primarias.
 Apoyó la industria y el comercio, con créditos baratos.
 Se mejoraron los servicios postales de la época de Sarmiento.
 Se ampliaron las vías férreas.
 Se fundaron pueblos y colonias, pues con la Ley Avellaneda fomento notablemente la inmigración
europea.
 Como Ministro de Guerra estaba Julio Argentino Roca que realizó una importante campaña al sur
del país, logrando contener a los indígenas y además recuperó miles de leguas de tierras para su
explotación.
Para Ampliar: Gobierno de Nicolás Avellaneda
En este período se federalizó la ciudad de Bs.As. y pasó a s
En este período se federalizó la ciudad de Bs.As. y pasó a ser la capital de la república. Por
otro lado las autoridades provinciales fueron permitidos a permanecer hasta tanto se funde
la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Bs.As., por Dardo Rocha.
Las limitaciones de la colonización agrícola: […] hacia 1883 las grandes propiedades
seguían predominando en la campaña santafesina. Tal como sucediera anteriormente, la
tierra ganada a los indios entre 1872 y 1883 había ido a parar, generalmente, a manos de
unas pocas personas. En el norte una casa bancaria londinense, Murieta y Cía., obtuvo la
propiedad de 1 .400.000 hectáreas. En el sur más de 1 .000.000 de hectáreas pasaron a
manos de empresarios bonaerenses, como Cernadas, Casey, Randel y Villanueva. Este
viejo predominio había sido, sin embargo, significativamente reducido. En todas partes,
entre 1872 y 1883, muchas de las grandes propiedades habían comenzado a dividirse y su
lugar comenzaba a ser ocupado por estancias lanares de dimensiones medianas y por las
colonias agrícolas.”
EZEQUIEL GALLO. La pampa gringa. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1983

CODIGO CIVIL . VELEZ SARFIELD……

Napoleón es justamente famoso por sus grandes conquistas militares, pero debería serlo
aún más por su excelente obra de legislador. A él, efectivamente, corresponde el mérito
de haber ideado e: primer código moderno, que después se utilizó como modelo en todo
el mundo (a excepción de los países de lengua anglosajona). Con este código, que se
terminó de redactar en el año 1800, pero que no entró en vigor hasta el 1804, podemos
decir que Napoleón estableció las bases del Estado moderno.
El Código Napoleónico suscitó, en el momento de su aparición, una ola de indecible
entusiasmo, y no tardó en ser objeto, como suele decirse, de una auténtica “veneración
mística”; incluso llegó a ser puesto en verso y de él se hicieron muchas ediciones,
anteriores a su entrada en vigor. Todo esto puede hacer en nuestro tiempo, pero no debe
olvidar cuál era la situación de la justicia en aquella época.
El “Code Civil des Franeais”, que ha pasado a la historia como “Code Napoleón”,
entró en vigor con la Ley de 30-Ventoso-XII (21 de marzo de 1804) y fue seguido, en
1807, por el “Code de proeédure civile”, en 1808 por e! “Code de eommerce” y el
“Code d’ instruetíon críminelle” y, finalmente, en 1810, por el “Code penal”.
LA UTILIDAD PRÁCTICA DE LOS CÓDIGOS
Antes de la codificación, las normas jurídicas (es decir: las normas que regulan la
conducta de todo ciudadano) se había acumulado, siglo tras siglo, en muchos y muy
diversos documentos: constituciones, fueros, decretos, edictos, pragmáticas, sentencias,
ordenamientos, leyes, anales y muchos más, que no es del caso citar. En una palabra: un
verdadero caos jurídico. Para darnos una idea de cómo estaban las cosas, baste decir que
los procesos duraban decenios, siempre de tribunal en tribunal, y que incluso era difícil
establecer a qué jueces correspondía la competencia. El Código Napoleónico vino a
poner fin a todo esto, reuniendo en un solo texto, de forma clara y orgánica, las normas
fundamentales que regulaban las relaciones más usuales entre los ciudadanos.
LA CODIFICACIÓN ARGENTINA
La Constitución de la República Argentina, sancionada en 1853, impuso al Congreso la
obligación de legalizar varios códigos de fondo. En cumplimiento de esa disposición
(art. 67, inc. 11) se dictó la ley N° 36 del 6 de junio de 1863, por la cual el Congreso
autorizó al Poder Ejecutivo a nombrar comisiones encargadas de sancionar códigos.
Comenzó así la etapa de codificación en nuestro país.
Bartolomé Mitre, presidente de la Nación en aquel tiempo, encomendó al doctor
Dalmacio Vélez Sarsfield la tarea de redactar el Código Civil. Éste fue presentado al
Congreso y aprobado a libro cerrado durante la, presidencia de Sarmiento, y comenzó a
regir el primer día del año 1871. Además de los títulos preliminares referentes a las
leyes y a los modos de contar los intervalos de derecho, consta de cuatro libros.
El primero se refiere a las personas y a las relaciones de familia; el segundo trata de los
derechos personales en las relaciones civiles (obligaciones y contratos); el tercero, de
los derechos reales, y el cuarto contiene disposiciones comunes a los derechos reales y
personales (transmisión de los derechos por muerte de las personas, concurrencia de los
acreedores contra los bienes de un deudor común, adquisición y pérdida de los derechos
por transcurso del tiempo).
Después de su sanción fueron dictadas muchísimas leyes; unas para modificarlo (ley
11.357, sobre los derechos civiles de la mujer, por ejemplo), y otras para tratar temas no
legislados en él (por ejemplo, lo referente al régimen de la propiedad horizontal, ley
13.512).
El primer Código de Comercio que tuvo la República Argentina se sancionó en la
provincia de Buenos Aires, años antes que el Código Civil. Fueron sus redactores el
mismo Vélez Sarsfield y el doctor Eduardo Acevedo. El 10 de setiembre de 1862 se
adoptó este código provincial en toda la Nación. En 1899 fue reemplazado por otro
código, redactado sobre la base de proyectos de Sixto Villegas, Vicente Quesada y
Lisandro Segovia. La parte correspondiente a Quiebras sufrió modificaciones en el año
1902 y en 1933.
En materia penal la codificación argentina se inició con el proyecto encargado al doctor
Carlos Tejedor. Posteriormente, una comisión, integrada por los doctores Villegas,
Ugarriza y García, sometió el Proyecto Tejedor a una prolija revisión y su trabajo fue
finalmente sancionado como código nacional a fines de 1886, y comenzó a regir el 1°
de enero de 1887.
En 1922 fue reformado por la ley 11.179, que constituye nuestro actual Código Penal.
Hace poco tiempo fue parcialmente modificado al aprobarse las reformas redactadas por
el jurisconsulto doctor Sebastián Soler.
El Código Penal argentino tiene más de 300 artículos y está dividido en dos partes. La
primera contiene disposiciones generales, y la segunda se refiere a los delitos en
particular.
En la Argentina existen también otros códigos, como los de procedimiento, el de
Minería, el de Derecho Aeronáutico, etc. Existen también materias que reúnen
características distintivas del resto de la legislación, y quizá fuera conveniente
codificarlas, como el Derecho Laboral, y el referente a la navegación, contenido hoy en
e! Código de Comercio.

LA GUERRA DEL PARAGUAY.

Entre los años 1860 y 1870 la cuenca del Plata fue escenario de una
cruel guerra entre los países ribereños de sus grandes ríos.
Argentina, Brasil y Uruguay por un lado y Paraguay por el otro.
Protagonizaron un largo y sangriento conflicto que dejó como saldo
un Paraguay papel secundario. Nefasta contienda, cuyos hechos
enlutan la historia de cuatro países americanos a la que condujeron
circunstancia políticas, rivalidades territoriales que superaron toda
consideración humanitaria.
Dice Ricardo de Titto, en su libro Los hechos Que Cambiaron La Historia Argentina
en el Siglo XIX, “Sea por vergüenza histórica o por un ocultamiento deliberado, esta
página [la guerra de la Triple Alianza] que enluta la memoria argentina y la deja en
terrible deuda con un país hermano, es para muchos una gran incógnita. Se puede
argumentar que la historia siempre es un recorte seleccionado de hechos, pero resulta
sospechoso que uno de tal dimensión como la “guerra de la Triple Alianza” haya
merecido sólo menciones refractarias y parciales durante décadas de historiografía
oficial. Desde hace unos años el tema empieza a ocupar el lugar que merece. Las
causas que provocaron la guerra, y sus trágicas consecuencias, que todavía hoy -ciento
cuarenta años después- resienten la vida del Paraguay, sirven para echar luz sobre las
sombras en que se pretendió ocultar la más sanguinaria de las luchas en las que
participó nuestro país.”
ANTECEDENTES:EL EJEMPLO PARAGUAYO Y SU AISLAMIENTO:
“Una trilogía gobierna el Paraguay durante más de cinco décadas.
Iniciada por el ‘supremo” José Gaspar Rodríguez de Francia, la
continúa su sobrino Carlos Antonio López, quien abdica, de hecho, en
su hijo Francisco Solano López, una suerte de “príncipe heredero” de
la dictadura, que asume el 16 de octubre de 1862. La dinastía logra
que el país goce de estabilidad y una cierta prosperidad. Mantiene
una relación de equilibrio con sus vecinos más poderosos, el Imperio
del Brasil y la Argentina, y tiene una economía primaria basada en la
explotación del tabaco, la yerba y la madera, que satisface sus
necesidades. La propiedad agraria está en manos de grandes
latifundistas y se completa con múltiples chacras de pequeñas
dimensiones que incorporan la explotación del algodón, un nuevo
“oro blanco”.
El gobierno fomenta la educación y consigue un alto índice de
alfabetización. Por la Constitución de 1844 se obliga a invertir en la
enseñanza de medicina y arte y a contratar maestros extranjeros. En
1862 las escuelas primarias tienen casi 25.000 alumnos. Como
resultado de esa política “autosuficiente”, el país se mantiene en un
relativo aislamiento.
En 1856 se inaugura el ferrocarril primera vía férrea de Sudamérica,
que une a Asunción y Paraguarí. Si bien los rieles son importados, los
coches son enteramente construidos en el país. El mismo año es
botado el primer barco de vapor con casco de acero construido en
América , el Yporá. También instala el telégrafo, promueve la
fabricación de papel y tejidos y establece la primera fundición de
hierro de hispanoamérica en Ybycuí: alimentado con leña, el alto
horno puede fundir una tonelada de metal por día. Para desarrollar la
agricultura se fomentan las “Estancias de la Patria”, por medio de las
cuales el Estado, propietaria de la tierra, otorga parcelas en arriendo
a los campesinos.
Su posición geográfica, sin embargo, hace depender al Paraguay de
los ríos navegables que lo llevan al océano. Y estas vías son
propiedad de los países vecinos, cerrarle al Paraguay el tráfico fluvial
es lo mismo que decretar su muerte. El Brasil y la Argentina tienen
otra causa suplementaria para celar de su vecino: mientras la nación.
guaraní ha crecido sin endeudarse, ellos están comprometidos en una
abultada deuda externa con la banca británica desde la época de la
guerra que los enfrentó, hace casi cuarenta años.
Todo confluye contra López: su pretendida autonomía política que se
da de bruces con su ubicación geográfica; el incipiente desarrollo
económico paraguayo no quiere aceptar tutorías extranjeras.
Demasiados intereses se suman en su contra.

CAUSAS: Desde 1810 Paraguay sometido a una dictadura paternalista


vivió aislado de la política rioplatense. Gaspar Rodríguez de Francia
dirigió los destinos de aquel estado mediterráneo al que la fuerte
rivalidad comercial con Buenos Aires instó a emanciparse de los
gobiernos porteños. En 1840 falleció Francia y tras un breve
intermedio, el poder quedó en manos de Carlos Antonio López quien
de hecho se convirtió en gobernante absoluto. En 1862 falleció y su
hijo Francisco Solano mediante una ficción constitucional heredó el
poder.
La situación geográfica de Paraguay condenó este país a un callejón
sin salida. Su puerta al mar, es decir, el libre acceso a las rutas
comerciales de ultramar dependía de los ríos argentinos. La actitud
prudente de Gaspar Francia que evitó mezclarse en los problemas de
las regiones vecinas, fue alterada por los López sobre todo por el
segundo de ellos.
El problema de los ríos se sumo a cuestiones de límites entre
Argentina y Paraguay (Misiones y Chaco) y entre este país y el Brasil
(en el Mato Grosso) heredadas de las imprecisas demarcaciones
virreinales. La navegación del Vio Paraguay (comunicación natural
con la última región citada) era, al mismo tiempo. una cuestión de
vital importancia para Brasil, y ello ocasioné diversos conflictos.”
HACIA LA CATÁSTROFE. En 1863 la lucha entre blancos y colorados, en
Uruguay, sirvió de excusa para la intervención de Brasil en ese pequeño
estado. En realidad, fue la presión de los hacendados riograndenses,
fuertemente interesados en los campos fronterizos, lo que impulsó la
actitud del Imperio. La República Argentina dirigida entonces por
Mitre, permaneció neutral, en tanto las fuerzas brasileñas atacaban al
país hermano con apoyo de las fuerzas coloradas de Venancio Flores.
Los blancos acudieron ante Paraguay en procura de ayuda y el
dictador López vio la oportunidad de intervenir en favor de lo que él
llamaba el equilibrio en el Plata. Su intimación a Brasil para que
cesara la intervención en Uruguay no fue aceptada iniciándose
entonces las hostilidades.
LA POSICIÓN ARGENTINA. Brasil era el rival
tradicional de Buenos Aires en el Plata. En la
cuestión oriental el gobierno de Mitre
(simpatizante, por otra parte. de los
colorados) había permanecido al margen
esto es permitiendo la intervención del
Imperio, una vez que éste garantizó la
integridad territorial de Uruguay.
Al estallar la lucha entre Brasil y Paraguay,
este último país solicitó de la República
Argentina autorización para trasladar sus
ejércitos a través de su territorio, cosa que
le fue negada. Para nuestro gobierno, una
actitud favorable a Paraguay podía significar
un serio peligro: las ambiciones de Solano
López de lograr una salida al mar para su
patria afectaban la seguridad del litoral,
donde la política paraguaya contaba con
adeptos entre los enemigos del gobierno
mitrista.
La negativa de Buenos Aires lanzó a Paraguay ya en guerra con
Brasil, al conflicto con las otras dos naciones involucradas, pues en
Uruguay el apoyo imperial dio la victoria a los colorados y Venancio
Flores, llegado al poder con ese triunfo se apresuró a aliarse con
Argentina y Brasil.
LA GUERRA : López inició las acciones contra Brasil capturando al
vapor de esa bandera Marqués de Olinda. el 11 de noviembre de
1864; en febrero de 1865 declaró la guerra a la República Argentina,
aunque este hecho fue conocido por Buenos Aires mucho más tarde.
Para ese entonces los blancos uruguayos habían sido vencidos.
LA OFENSIVA PARAGUAYA. López erró sus cálculos desde el principio.
Aguardando tal vez un pronunciamiento favorable de los federales
argentinos sobre todo del litoral, inició sus operaciones hacia el norte,
invadiendo exitosamente el territorio brasileño de Mato Grosso. Este
triunfo no fue decisivo; en cambio, dio tiempo a la derrota de los
blancos uruguayos evitando toda posible coordinación de esfuerzos
con los paraguayos. A mediados de abril las tropas paraguayas
invadieron la provincia argentina de Corrientes, avanzando a lo largo
de los ríos Paraná y Uruguay.
LA TRIPLE ALIANZA. El 1 de mayo de 1865 Rufino de Elizalde
(ministro argentino de Relaciones Exteriores), Octaviano de Almeida
Rosa y Carlos de Castro (representantes de Brasil y Uruguay.
respectivamente) signaron el llamado Tratado de la Triple Alianza. Se
puntualizaba allí que la guerra seria dirigida contra el gobierno y no
contra el pueblo paraguayo simple participante en los hechos, y que
se respetaría la integridad del Paraguay. Sin embargo, el tratado
establecía ventajas territoriales para los estados firmantes.
Paraguay, fruto de la política armamentista de los López, contaba con
un poderoso ejército, parcialmente dotado de armas modernas
arsenales y manufacturas de guerra. Podía poner en armas 6000
hombres y contaba con varios vapores de guerra y otros adaptados al
efecto en parte tripulados por marinos ingleses.
LAS OPERACIONES EN EL LITORAL (1865).
El avance paraguayo sobre la Mesopotamia sufrió un rudo contraste
ante la marina imperial en el sangriento combate naval del Riachuelo
(11 de abril de 1865) donde, pese al valor de los paraguayos su
escuadrilla quedó fuera de combate y los ríos en poder del enemigo.
El 17 de setiembre de 1865 una parte de las fuerzas paraguayas al
mando de Estigarribia se rindió en Uruguayana —localidad brasileña
que habían ocupado— a los aliados encabezados por Mitre (jefe
terrestre de los ejércitos de la Triple Alianza). Cerca de 30.000
hombres había empeñado López en esta ofensiva y tras la derrota
citada debió ordenar su repliegue.
LAS LUCHAS EN TERRITORIO PARAGUAYO.
Desde 1866. Paraguay, librado a sus solos recursos, cortada toda
comunicación con el exterior, se limitó a una desesperada acción
defensiva que sólo prolongaron el coraje de sus soldados y la ceguera
y el despotismo de López, confiado en su eficaz sistema de
fortificaciones.
La ofensiva aliada al suelo paraguayo (las tropas argentinas sumaban
ya 25.000 hombres) fue seguida por tremendos encuentros,
generalmente desfavorables a Paraguay. Se sucedieron así Estero
Bellaco (2 de mayo de 1866), Tuyuti (24 de mayo de 1866),
Boquerón y El Sauce (16 y 18 de junio). Señalamos, como dato
curioso, el empleo que las fuerzas de la Triple Alianza hicieron, en
alguna oportunidad, de globos cautivos
Una entrevista entre Mitre y López celebrada en Yataiti-Corá, no
produjo ningún resultado favorable, ya que el mandatario argentino
no quiso negociar al margen del Brasil (cosa que Brasil hizo luego) y
la guerra siguió su curso.
CURUPAYTÍ. El 22 de setiembre de 1866 un asalto frontal contra las
trincheras paraguayas que guarecían aquella fortaleza terminó en un
desastre. El bombardeo naval de la escuadra brasileña, al mando del
almirante Tamandaré no hizo mella en los atrincheramientos del ene
migo, y las tropas terrestres dirigidas por Mitre sufrieron un duro
revés: solo el ejército argentino perdió más de 5000 hombres entre
ellos Dominguito Sarmiento. La se prolongó entonces al tiempo que
los opositores al mitrismo y el sentimiento de las provincias contrario
a la guerra creaban una caótica situación en el interior del país.
EL FIN DE LA CONTIENDA. Pese a Curupayti la derrota paraguaya era
cuestión de tiempo. Los ejércitos enfrentados se debatieron en
nuevos y sangrientos encuentros (Piquisirí, ltá Ibaté) y el 5 de enero de
1869 (Sarmiento ya gobernaba en Buenos Aires) las fuerzas de la
Triple Alianza entraban en Asunción.
López, entretanto, y dispuesto firmemente a no rendirse, había
comenzado una retirada hacia el norte (a Cerro Cora), seguido por
una escasa y desnutrida tropa de 2.000 hombres y 20 piezas de
artillería y el resto de un pueblo, abnegado y enfermo, afectado por
el hambre y la disentería que dejaba a su paso los cadáveres de los
paraguayos que no podían continuar. Este peregrinaje se prolongó
hasta el 1 de marzo de 1870, día en que el mariscal López, al mando
tan sólo de un grupo de 400 hombres, fue atacado por una columna
brasileña al mando del general Cámara y muerto de un sablazo en el
vientre a orillas del arroyo Aquidabán.
La guerra del Paraguay, que constituyó un verdadero genocidio, había
terminado definitivamente. Alrededor de 700.000 paraguayos
sucumbieron en ella, quedando solamente 150.000 mujeres,
hambrientas y enfermas, y unos 1.500 hombres que eran ancianos,
niños y mutilados de guerra. El país hermano había sido trágicamente
exterminado. Sobre él pendía una tremenda deuda económica, y las
epidemias de cólera y fiebre amarilla seguían causando estragos. Es
el momento en que Brasil reclamó para sí sus derechos sobre los
territorios en conflicto.
Pero nuestro país se ciñó a un nuevo principio proclamado por el
ministro de Relaciones Exteriores del presidente Sarmiento, Mariano
Várela, en su mensaje del día 27 de diciembre de 1869: “La victoria no
da derechos a las naciones aliadas para declarar por sí, límites suyos los que el tratado
señaló”.
Esta declaración tuvo por objetivo denunciar la actitud de Brasil, que
se atribuía una extensa región no reclamada antes de la guerra como
propia. Los recelos imperiales reaccionaron inmediatamente ante la
declaración del ministro Várela, y esta situación estuvo a punto de
terminar en una ruptura de relaciones entre los gobiernos de Buenos
Aires y Río de Janeiro. Por este motivo fue enviado a Brasil por el
presidente Sarmiento, en misión diplomática, Bartolomé Mitre, por
considerar aquél que éste era el hombre indicado para componer la
peligrosa situación.
Solano López continuó con su deshecho ejército una acción sin
esperanzas hasta
caer muerto ante una partida brasileña en marzo de 1870.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA. Paraguay quedó literalmente
arrasado; la mayoría de su población útil había caído en el combate.
Las pérdidas humanas sufridas por sus enemigos fueron también
considerables; las secuelas de la guerra se dejaron sentir por largo
tiempo en la República Argentina.
El conflicto no terminó con el cese del fuego. Los problemas
pendientes fueron resueltos por la diplomacia. El Imperio impuso a
los vencidos los limites que a él le convenían; la República Argentina
negoció largamente los territorios en conflicto, tras haberse iniciado
la paz con la generosa doctrina de Varela, ministro de Relaciones
Exteriores de Sarmiento: la victoria no da derechos a las naciones
aliadas para declarar por si límites que el tratado señaló.
Los resultados obtenidos por unos y otros no justificaron el conflicto.
La única moraleja a extraer, si cabe sacarlas de los hechos históricos,
sólo demuestra lo inútil y costoso de las guerras entre pueblos
hermanos.
“La guerra contra el Paraguay dejó otras consecuencias sociales y
demográficas. En 1871 b fiebre amarilla asoló Buenos Aires, el 15 %
de la población murió a causa de la infección v hasta los miembros de
la Comisión de Higiene se contagiaron. El virus, aparentemente, te
propagó en los campamentos militares.
¿Fue la epidemia una suerte de venganza póstuma? No se trata,
desde ya, de maldiciones históricas pero sí de reafirmar que las
guerras nunca terminan con la última batalla. En los años posteriores
se produjo, además, un masivo éxodo de correntinos hacia un
Paraguay habitado sólo por niños, ancianos, muchachas solteras y
viudas.
El entrecruzamiento de sangres y apellidos permitió, con el tiempo,
cerrar algunas heridas del pasado cruento. De todos modos, el
Paraguay nunca se repondrá completamente del mazazo que en 1865
le dieron sus actuales socios del Mercosur. Es, de lejos, el país más
pobre de los cuatro. “Muero con mi patria”, se dice que pronunció
López al morir, y tal vez sea una de sus frases más acertadas.”
PARA EL ANÁLISIS: ¿Por que la guerra?, “Se han tejido tantas explicaciones
que van desde la defensa del honor nacional hasta la presión de Inglaterra sobre la
Argentina para que participara y abrir así el Paraguay al comercio internacional.
Todas tienen algo de creíble, pero también sus vacíos. Por eso, la participación
argentina en la guerra sigue sin una explicación definitiva y convincente”.
¿Por qué se desata la guerra?, ¿por qué es tan furiosa?, ¿a quién
convenía el conflicto? Estos interrogantes, en este caso, todavía
admiten un abanico de respuestas. Los historiadores Rodolfo Ortega
Peña y Eduardo Duhalde sostienen que Inglaterra fue el real
patrocinante de una guerra de conquista:
“La guerra parecía un hecho irracional, pero es que el mundo vivía la transformación
de la exportación de mercaderías en exportación de capitales, y América del Sur era la
víctima propicia de esa transformación, profundamente ‘racional’ para los intereses
británicos. […] Algodón, libre navegación, empréstitos, límites, ganancias comerciales,
destrucción industrial, poder político, ambición y temor, significaron la guerra de la
‘doble alianza’ entre el capital financiero y las oligarquías locales. Drama de
personajes americanos, con un protagonista y autor oculto: Inglaterra, puesta en
evidencia, a través de los pocos rastros dejados en su letal paso.”
León Pomer en El Paraguay, víctima del libre cambio sostiene:
“La guerra del Paraguay significó para el país guaraní su ingreso al
mercado mundial organizado por las potencias centrales. Caro fue el
precio que pagó. El Paraguay perdió el ejercicio autónomo de su
voluntad nacional y en consecuencia, se vio impulsado a abandonar
un camino de desarrollo absolutamente singular, propio e
independiente.”
Y se pregunta entonces ¿qué era el Paraguay antes de 1865 para que tres
gobiernos hicieran la guerra unidos, “pagados por una sola bolsa indisimuladamente
británica”?.
Más allá de cuál fuera el nivel de las fuerzas productivas paraguayas -
si en verdad estaban desarrollándose a toda marcha o era sólo un
espejismo de la dictadura—, la guerra responde, sin duda al
fenómeno de la expansión comercial que domina la etapa histórica
como un prolegómeno del imperialismo moderno, y la masacre
beneficia en el mediano plazo la expansión de los intereses
económicos de las burguesías porteña, brasileña. Sin embargo, en lo
inmediato, dificultó el desarrollo de una Argentina recién unificada y
la embargó en una costosa deuda externa que pagaron las
generaciones futuras”

LA ORGANIZACIÓN NACIONAL: Entre 1862 y 1880, los sucesivos presidentes fueron


estableciendo las bases para La construcción del Estado central argentino, lo cual significó que las
autoridades nacionales expandieron su control sobre el territorio y subordinaron a las provincias a
su autoridad. Para llevar a cabo estos objetivos, los gobiernos tuvieron tres herramientas
fundamentales: el Ejército nacional, la administración pública y el manejo de los principales
recursos económicos. En relación con este último punto, en julio de 1862 Mitre tomó una medida
fundamental: nacionalizó la Aduana de Buenos Aires, decisión que le permitió disponer de los
recursos necesarios para sostener los gastos del gobierno nacional.
PRESIDENCIA DE MITRE (1862-1868)
El 12 de octubre de 1862 Mitre asumió la presidencia luego de haber ejercido desde el 12
de abril el poder nacional por delegación de las provinciaa lo acompaño corno
vicepresidente Marcos Paz.

Ya se había producido la separaciónn dentro del liberalismo de los nacionalistas de Mitre


(partidarios de la autoridad del gobierno central por sobre el de las provincias) y
losautonomistas de Valentín Alsina (defensores de la autonomía de los privilegios
provinciales de Buenos Aires).
El objetivo de Mitre fue realizar la unidad nacional sobre la base de la pacificación interior.
Contra su gobierno, en La Rioja. se sublevó la montonera federal,acaudillada por Ángel V.
Peñaloza, El Chacho, que extendió su influencia sobre San Luis, Córdoba,Catamarca,
Salta y Tucumán.

Para derrotarlo se destinaron fuerzas nacionales que resultaron triunfantes en San


Francisco (mayo 26 de 1863) y Lomas Blancas (agosto de 1863). Finalmente, El Chacho
fue capturado y asesinado por uno de los jefes militares que lo perseguían en Olla (La
Rioja) en noviembre de 1863.

El caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza era el jefe de las “montoneras”, que utilizaban el
método de ‘la guerra de guerrillas”, es decir, ataques a caballo sorpresivos, veloces y
contundentes, seguidos de una huida igualmente rápida para evitar los contraataques.
Finalmente, en 1 863, y luego de varios combates, el “Chacho” —así se lo llamaba a
Peí5aloza— fue derrotado y muerto. Más tarde, todas las provincias cuyanas se alzaron al
mando del caudillo Felipe Varela, en oposición a la guerra contra el Paraguay (1 865-1
870). En 1 868, las montoneras de Varela también fueron vencidas por tropas nacionales.

La oposición al centralismo de Buenos Aires y a la guerra del Paraguay —totalmente


impopular en las provincias, donde se producían deserciones masivas entre los reclutados
para el ejército nacional— estalló en 1867 con la revolución de los Colorados, encabezada
por Juan Saa y Felipe Varela. El apoyo de Mitre con el interior era el caudillo santiagueño
Antonio Taboada quien venció a Varela en Pozo de Vargas y retuvo así el control del
norte.

Para poder encauzar al país dentro del proceso de la organización nacional e integrarlo en
la política mundial, el presidente entendió como una necesidad la no intervención en los
problemas americanos. Por eso no participó del Congreso Panamericano reunido en Lima
en 1862 para considerar la intervención francesa en México y la reincorporación de la
República Dominicana a España. y se mantuvo prescindente en el conflicto planteado
entre Perú y España al no reconocer ésta la independencia peruana.

Mientras Bartolomé Mitre estaba ocupado por los numerosos conflictos internos y por la
guerra contra el Paraguay, el Presidente también se dedicó a la organización institucional
del Estado y la sociedad. Durante su mandato se dio un fuerte impulso a la educación y a
la justicia. Se organizó la Corte Suprema, se aprobó el Código de Comercio y se
comenzaron a redactar los Códigos Civil y Penal.

LA CUESTIÓN ELECTORAL. Al aproximarse la renovación de las autoridades nacionales


se postularon distintos candidatos. El localismo porteño estaba representado por Adolfo
Alsina el federalismo del interior, por Urquiza. El partido nacionalista sostenía a Elizalde.
resistido por la opinión general debido a sus simpatías hacia el Brasil.
También surgió como candidato Sarmiento, apoyado por varias provincias del interior y,
sobre todo. por la oficialidad del ejército. Mitre no apoyó abiertamente a ninguno de ellos.
Desde Curuzú Cuatiá envió una carta a José María Gutiérrez, publicada en el periódico Iba
Nación Argentina. que se conoce como testamento político de Mitre. donde, pese a
anunciar su prescindencia en la cuestión. se manifiesta contrario a la candidatura de
Alsina: tampoco está de acuerdo con la de Urquiza, si bien no brinda su apoyo a
Sarmiento, tampoco le hace mayores objeciones.

Dentro del partido simpatizaba con Elizalde, Alsina sintiéndose anulado por Mitre y su
apoyo en el interior para poder vencer a los nacionalistas, se unió a Sarmiento. Así se
integró la fórmula Sarmiento-Alsina que triunfó en las elecciones del 2 de abril de 1868.
En mayo de 1862 se reunió el Congreso Nacional de Buenos Aires para encontrar una
solución al problema de la Capital Federal. El proyecto de la federalización de Buenos
Aires fue enviado a la Legislatura bonaerense en agosto de 1862, pero la provincia se
negó a entregar su ciudad capital, tras varios debates, no se llegó a un acuerdo, por lo cual
se apeló a una solución temporaria. El gobierno nacional se instaló en la ciudad de
BuenosAires en calidad de ‘huésped”, coexistiendo en la misma ciudad con el gobierno
provincial bonaerense. Como este acuerdo sólo duraba cinco años, tuvo que ser renovado
periódicamente hasta 1880, cuando se llegó a una solución definitiva.

Entre 1868 y 1874, Domingo Faustino Sarmiento ocupó la presidencia de la Nación. Su gestión
gubernamental continuó con el proceso iniciado por Mitre de consolidación y fortalecimiento
estatal, y unificación política.
PRESIDENCIA DE SARMIENTO (1868-1874)
El 12 de octubre de 1868 Sarmiento asumió la presidencia. Uno de sus objetivos fue
imponer la autoridad del gobierno nacional, deteriorada por las luchas internas. Sin apoyos
partidarios propios. contó con el ejército nacional para llevar a cabo la obra civilizadora que
consideraba indispensable para el país.

En el interior, los Taboada eran el sostén mitrista que realizó a Entre Ríos en 1869. Esta
actitud del gobernador entrerriano no agradó a muchos de sus partidarios; la oposición fue
encabezada por Ricardo López Jordán. El 11 de abril de 1870 Urquiza fue asesinado en su
palacio de San José. La Legislatura entrerriana lo reemplazó por López Jordán, que se
levantó contra el poder central, pero fue vencido por las tropas nacionales. Nuevos
intentos revolucionarios del mismo caudillo fracasarán en anos posteriores.

En 1870, al finalizar la guerra con el Paraguay, el ministro de Relaciones Exteriores,


Mariano Varela, sostuvo como tesis que la victoria no daba derechos a los aliados para
establecer limites con el país vencido. La política del Brasil era otra: pretendía obtener
ventajas económicas y territoriales. El enfrentamiento se produjo por la posesión del
Chaco, que Paraguay reclamaba como suyo; Brasil lo apoyó y firmó la paz por separado.
Las relaciones se volvieron muy tensas.

En 1872 Mitre fue enviado a Río de Janeiro como ministro plenipotenciario y logró que
Brasil reconociera las obligaciones emergentes del tratado de la Triple Alianza, firmado en
mayo de 1865. Argentina, a su vez, reconoció el tratado de paz entre Brasil y Paraguay. El
conflicto se solucionó definitivamente, tras vanos años de negociaciones, con el arbitraje
de Estados Unidos de América (1878), que otorgó a Paraguay el territorio situado al norte
del río Pilcomayo.

El gobierno de Sarmiento debió enfrentar la ya desprestigiada guerra del Paraguay y


continuó con la política mitrista de generar alianzas con las provincias, a pesar de lo cual
tuvo que sofocar varios movimientos opositores. La principal oposición a la que se debió
enfrentar Sarmiento se produjo en Entre Ríos, seguía siendo dominada por el jefe del
Partido Federal, justo José de Urquiza. Pero, para 1868, esta jefatura era fuertemente
criticada por los federales más radicales, en parte por la tibia reacción de Urquiza frente a
la guerra, en parte por el acuerdo que pacté con Sarmiento.

El 11 de abril de 1870, una partida federal atacó el Palacio San José, residencia de
Urquiza, y asesiné a su dueño. Las sospechas apuntaron rápidamente al gobernador Entre
Ríos, Ricardo López Jordán. Sarmiento intervino la provincia y mandó tropas que
derrotaron a López Jordán en enero de 1871. Con esta derrota se ponía fin a los
levantamientos provinciales del Litoral.

LA CUESTIÓN ELECTORAL. Al aproximarse las elecciones para presidente aparecían


como candidatos: Mitre, por el partido nacionalista, y Alsina, por el partido autonomista.
Fuerzas del interior se organizaron para evitar nuevamente el triunfo de Buenos Aires: en
la Exposición Industrial Argentina, realizada en Córdoba en 1871, los gobernadores
asistentes convinieron en sostener y apoyar con todos los medios a su alcance la
candidatura de Avellaneda. Se formó así una verdadera liga de gobernadores que
controlaban las elecciones en sus respectivas provincias e imponían al candidato oficial
Alsina, viéndose sin posibilidades, se volcó a favor de Avellaneda y obtuvo que la
vicepresidencia correspondiera a un hombre de su partido: Mariano Acosta. Se constituyó
entonces el Partido Autonomista Nacional, triunfante en las decisiones realizadas en abril
de 1874. El partido Nacionalista impugnó las elecciones por fraudulentas
Al llegar al poder, Sarmiento dejó en claro sus objetivos de propiciar la radicación de
escuelas y el reparto de tierras para fomentar la colonización y el poblamiento de la
pampa. Si bien no pudo avanzar demasiado en este último propósito, se dedicó con
especial fervor al primero de sus objetivos. Mediante la Ley de Subvenciones de 1871
procuró garantizar los fondos para la creación de nuevas escuelas y para la compra de
materiales y libros. En 1872 ya funcionaban en todo el país 1.644 escuelas primarias.
También incentivó la formaciòn docente a través de la Escuela Normal de Paraná.

REVOLUCIÓN DE 1874. En Buenos Aires y Cuyo estalló la revolución. Desde Colonia.


Mitre se dirigió al sur de la provincia de Buenos Aires, donde se reunió con las fuerzas de
Ignacio Rivas. Quería unirse con Arredondo. que actuaba en Córdoba y San Luis, pero no
pudo lograrlo porque fue vencido en La Verde (27 de noviembre de 1874) por el coronel
Inocencio Arias. La rebelión quedó definitivamente sofocada al ser vencido Arredondo por
Julio A. Roca en los campos de Santa Rosa (7 de diciembre de 1874).
EL LEGADO DE SARMIENTO: “Nuestros mayores esfuerzos deben ser destinados a
educar las generaciones venideras”. Así se expresa en su libro sobre la educación pública.
Como Presidente de la Nación (1868-1874) realiza numerosas obras públicas en su área:
funda las primeras escuelas normales, el Colegio Militar y la Escuela Naval, la Facultad de
Ciencias Físicas y Matemáticas y muchísimas escuelas primarias. Además, es autor del
proyecto de una ley sobre bibliotecas públicas y crea las primeras escuelas para
sordomudos.
Muchos años después será criticado por sus ideas anticlericales y por la lucha en favor de
la educación laica; como bien afirma Luis Alberto Romero , el siglo XX se ocupa, primero,
de combatirlo, y luego, de olvidar sus aportes. Los populistas “lo acusaron de elitista y
cosmopolita. Más tarde vendría el contingente de los antropólogos, filósofos y sociólogos
antiliberales, relativistas y escépticos, que tomaron como blanco sus convicciones
civilizatorias y declararon preferir la barbarie”. El legado de Sarmiento, como sostiene el
mencionado historiador, fue indiscutible y persistió hasta mediados del siglo XX: un Estado
sólido, una sociedad democrática y con oportunidades de progreso; un sistema educativo
gratuito y de alto nivel, que permitió la formación integral de niños de todas las clases
sociales.

Transcurrieron ya doscientos años. La distancia temporal nos permite recuperar las


mejores cualidades de nuestras figuras históricas y contemplarlas bajo una mirada más
lúcida y alejada de las pasiones políticas. La educación, según la intuición de Sarmiento
que hoy mantiene intacta su vigencia, es un arma poderosa para erradicar la miseria
material y espiritual y formar futuras generaciones capaces de construir ese gran país que
este gran educador soñó. Para todos.

Educar para crecer:


“El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral
e intelectual de los individuos que la componen; y la educación pública no debe tener otro
fin que aumentar esas fuerzas de producción, de acción y de dirección. La dignidad del
Estado, la gloria de una nación se basa en la dignidad de sus súbditos; y esta dignidad se
obtiene elevando el carácter moral, desarrollando la inteligencia y predisponiéndolo a la
acción ordenada y legítima de todas sus facultades.”
De la educación popular
OBRA DE GOBIERNO. El período de Sarmiento soportó repetidas calamidades:
frecuentes malones, grandes inundaciones, y en otras zonas, prolongadas sequías que
originaron la muerte de 2.000.000 de cabezas de ganado. El episodio más luctuoso fue la
epidemia de fiebre amarilla que, de enero a mayo de 1871, causó en Buenos Aires la
muerte de 13.500 personas, sobre una población de 180.000 habitantes.
OBRA CULTURAL. “Educar al Soberano” fue su lema. No obstante la escasez de
recursos, creó gran número de escuelas primarias y acreció y regularizó las subvenciones
escolares a las provincias/En 1870 fundó la Escuela Normal de Profesores del Paraná.
Varios colegios de enseñanza media, inauguraron sus tareas en diversos lugares. Creó la
Academia de Ciencias en la Universidad de Córdoba, escuelas de agronomía, arbori-
cultura y minería, la de sordomudos; adquirió en Europa laboratorios y colecciones
científicas. Instaló el museo de Historia Natural dirigido por el sabio alemán Germán
Burmeister. Estableció el observatorio astronómico de Córdoba, con oficina meteorológica
anexa dirigida por el sabio estadounidense Benjamín Gould. Fomentó la ilustración
creando la Sociedad Protectora de Bibliotecas Populares y distribuyó por todo el país
colecciones de libros selectos.
OBRA ORGÁNICA. Promulgó el Código Civil y de Comercio. En 1869, por la “Ley de
ciudadanía”, reglamentó el procedimiento que debían seguir los extranjeros para
nacionalizarse. Cabe agregar la Ley de Contabilidad y la organización de la Contaduría
Nacional, la publicación del “Boletín Oficial” y del cuerpo de taquígrafos, para constancia
escrita de discursos y debates de las Cámaras en el momento de su producción.
OBRA MILITAR. Fundó el Colegio Militar (22 de junio de 1879) bajo la dirección del
coronel húngaro Czetz. El 5 de octubre le siguió la Escuela Naval, dirigida por el sargento
mayor Clodomiro Urtubey. Hizo construir en astilleros ingleses la primera escuadra de
guerra moderna, renovó el tipo de fusiles y cañones y adquirió la primera ametralladora.
OBRA ECONÓMICA. Extendió considerablemente la red de ferrocarriles y telégrafos. En
1872 fundó el Banco Nacional. Fomentó la inmigración; en 1869 levantó el primer censo
nacional, obra de Diego G. de la Fuente: arrojó para todo el país una población de 1 736
000 habitantes. Al terminar el período fue Director de Escuelas de la provincia de Buenos
Aires (comprendía también la ciudad capital), senador por San Juan y sólo por dos meses
ministro del Interior.
Señores senadores y representantes:
Por última vez vengo a tener el honor de presidir el acto de la solemne apertura del Congreso
Nacional, que se efectúa en medio de las bendiciones de paz de que goza la República, y por cuya
dispensación debemos rendir gracias al Creador y congratularnos y congratular a la gran mayoría
del pueblo argentino, que no con pocos sacrificios ha respondido al propósito de las leyes del
Congreso, y secundado eficazmente la acción del Poder Ejecutivo a quien por la Constitución está
reservada su aplicación. (…)
El progreso de las rentas ha seguido de año en año una proporción igual en su aumento a la que
han alcanzado la educación del pueblo, la correspondencia epistolar, la inmigración, el consumo de
papel, que es la medida del movimiento intelectual, la viabilidad y la telegrafía. (…)
En ferrocarriles, líneas telegráficas y caminos carriles, nuestro país marcha a la vanguardia de esta
parte de América.
De doce millones de fuertes a que subían las rentas en 1868, el año pasado llegaron a veinte
millones ciento sesenta mil pesos.
La inmigración que alcanzó a la suma de treinta y nueve mil individuos entonces, fue de ochenta mil
el año pasado y ofrece llegar a cien mil en el presente.
El correo condujo en 1868 cuatro millones de impresos o manuscritos, mientras que en 1873 ha
transportado siete millones setecientos ochenta mil cuatrocientos treinta por la distancia de ochenta
y un mil leguas recorridas. La estafeta ambulante ha puesto en movimiento un millón de cartas.
En 1870 se enviaron seis mil cuatrocientos cuarenta telegramas por líneas que recorrían 129
millas; en 1873, ciento setenta mil setenta y nueve por 2.618 millas que funcionan hoy. En 1868
había en los colegios nacionales educándose 1.006 niños, y en 1873 han subido a 4.000. No se
recogían datos sobre la educación primaria antes de 1868.
En 1852 a la caída de Rosas, había veinte escuelas costeadas por el Estado de Buenos Aires, y ni
ese número en el resto de las provincias; hoy hay 1.117 escuelas públicas, considerable parte de
ellas en edificios adecuados y a veces suntuosos. En un Departamento rural de Buenos Aires, bajo
la impulsión inteligente del juez de paz Frers, se construyen siete edificios de escuelas.
En 1868 había una Biblioteca Popular en San Juan. Hoy hay 140 distribuidas en todos los pueblos,
aun los más oscuros y apartados, alimentadas por treinta y dos mil volúmenes que cuestan 80.000
pesos fuertes.
En 1868 la comunicación con la Europa se hacía por cuatro vapores mensuales. Ahora se hace por
diez y nueve, de modo que tenemos un vapor día por medio.
(Discurso de Sarmiento al inaugurar las sesiones del Congreso, en mayo de 1874.)

PRESIDENCIA DE AVELLANEDA (1874-1880

El 12 de octubre de 1874 Avellaneda asumió el mando. Continuó la línea progresista de sus


antecesores, pero tuvo que recurrir a las intervenciones para mantener el orden en las provincias
(Jujuy, Salta. La Rioja); también debió sofocar movimientos revolucionarios en Santa Fe y
Corrientes.

LA CRISIS ECONÓMICA. El país afrontó la primera crisis económica grave a consecuencia. de la


crisis mundial que afectó a la Bolsa de Comercio de Viena y a Estados Unidos de América. En el
mercado internacional se produjo la baja de precios de los productos agrícolas y el alza de los
manufacturados, lo cual afectó nuestra balanza comercial. Avellaneda pidió al pueblo que realizara
economías, redujo los sueldos, decretó cesantías y restringió las importaciones.
La inestabilidad económica provocó descontentos sociales manifestados a través de organizaciones
gremiales que reflejaban los intereses de los obreros.

LA CONCILIACIÓN: Políticamente el intenor era controlado por el oficialismo: en Buenos Aires


el ambiente se manifestaba tumultuoso:
La fracción mitrista del viejo partido liberal se abstuvo sistematicamente de concurrir a lOS
comicios. alegando que se carecía de garantías electorales. Se Preparaba una nueva revolucion.
Avellaneda entendió que debía atraer a los opositores a los comicios por medio de una conciliacion
nacional. Mitre apoyó esta política. Vencida la resistencia de Alsina, la unión se realizó en 1877
sobre la base de concesiones mutuas. El presidente decretó una amnistía general
reincorporó al ejercito los jefes y oficiales que habían participado en la revolución del 74. Por su
parte los nacionalistas accedieron a concurrir a los comicios Y suspender todo intento
revolucionario. Hombres de su partido. como Rufino de Elizalde y José María Gutiérrez. fueron
incorporados al ministerio de Avellaneda. Una parte del autonomismo. encabezada por Bernardo de
Irigoyen y Leandro N. Alem se opuso a este acercamiento.

La muerte de Alsina (29 de diciembre de 1877) privó al autonomismo del único candidato posible de
ser aceptado por el interior. Carlos Tejedor. gobernador electo de la provincia de Buenos Aires. fue
apoyado por los elementos de la conciliación porteña como futuro presidente.

El interior lo rechazó y el autonomismo nacional se impuso a través de la liga de gobernadores,


respaldando la candidatura de Julio A. Roca. de gran prestigio por su éxito en la campaña del
desierto. Los partidarios de la conciliación porteña se dividieron, postulando diversos nombres
(Rawson, Dardo Rocha, Sarmiento. Bernardo de Irigoyen).

Para contrarrestar su oposición. Avellaneda apoyó a Roca, a quien los porteños vejan como
representante de los intereses del interior y dispuesto a avasallar a la provincia bonaerense.

Líder de una alianza política cada vez más poderosa, Avellaneda inició su gestión con lo que llamó
la conciliación nacional, destinada a terminar con los conflictos entre los partidos. También amnistió
a los revolucionarios mitristas. Como resultado de esta política, una parte del mitrismo y del
autonomismo alsinista se sumaron a la coalición oficial. Entre los autonomistas, un grupo liderado
por Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle se negó a aceptar el acuerdo y fundó el Partido
Republicano. Por su parte, el oficialismo formó el Partido Autonomista Nacional (PAN), llamado a
hegemonizar la política argentina por casi tres décadas. Durante el gobierno de Avellaneda ya no se
produjeron los levantamientos federales de las provincias, como había sucedido con sus dos
antecesores. Sin embargo, se destacaron dos problemas que reclamaron la intervención de fuerzas
armadas: la llamada ‘conquista del desierto” y la rebelión de la provincia de Buenos Aires.

LA CONQUISTA DEL DESIERTO: Durante la década del ‘70 resurgió la preocupación por la
situación de las fronteras con los indígenas, en particular las del sur y del sudoeste. Este interés se
debía a varias causas. Por un lado, la necesidad de incorporar nuevas tierras para la explotación
ganadera. Por otro, los malones —ataques rápidos destinados fundamentalmente a tomar el ganado
como botín— provocaban una creciente inseguridad para los productores.
Además, las aspiraciones chilenas para dominar los territorios indígenas pusieron en alerta a las
autoridades argentinas, que consideraban dichos territorios como propios. El ministro de guerra,
Adolfo Alsina, mandó a excavar una larga zanja, conocida como la zanja de Alsina”, cuyo objetivo
era consolidar la frontera y evitar los malones; por el plan fue un fracaso.

A la muerte de Alsina, en diciembre de 1877, se designó como ministro de Guerra al general Julio A.
Roca, cuyo plan era mucho más agresivo. Su estrategia consistía en realizar una campaña ofensiva
que evitara el reagrupamiento de los indígenas hasta fijar la frontera en el río Negro. Este plan estaba
acompañado de modernas ametralladoras que marcaron una fuerte desigualdad en el combate: el
Ejército exterminó sin distinción a hombres, mujeres y niños.

En abril de 1879 comenzaron las operaciones al mando de Roca. En mayo, Roca llegó a Choele-
Choel y estableció el cuartel general; desde allí se dirigieron hacia los valles cordilleranos.
REVOLUCIÓN DE 1880: En Buenos Aires creció el prestigio de Tejedor. sostenido por los
autonomistas disidentes y los nacionalistas. Sintiéndose fuerte, el gobernador porteño no aceptó el
triunfo de Roca en las elecciones del 11 de abril de 1880. disponiendo la movilización de las milicias
provinciales. La tensión aumentó y el choque se hizo inevitable; el gobierno nacional se instaló en
Belgrano y declaró rebelde al gobierno provincial (4 de abril de 1880).
Las tropas nacionales sitiaron la ciudad; hubo encuentros sangrientos y las fuerzas que apoyaban a
Tejedor fueron vencidas en Los Corrales y Puente Alsina. La mediación de Mitre posibilitó las
negociaciones de paz sobre la base de la renuncia de Tejedor y una amnistía general.

LA FEDERALIZACIÓN DE BUENOS AIRES Avellaneda entendió que había llegado el


momento de terminar con la arrogancia de Buenos Aires convirtiéndola en capital del país.
El problema había dificultado la organización de la nación, y desde la época de Rivadavia sólo se
habían procurado soluciones transitorias a causa de la oposición de la provincia de Buenos Aires a
federalizar parte de su territorio. El 8 de octubre de 1862 la ley de compromiso dispuso que el
gobierno nacional residiría durante cinco años en la ciudad de Buenos Aires junto con el poder
provincial.

Al finalizar este periodo se rechazó como posible sede de las autoridades nacionales a Rosario,
Córdoba y San Fernando, y el gobierno central quedó como huésped de la provincia de Buenos
Aires. Esta imprecisa situación se prolongó a lo largo de tres presidencias.

La revolución de 1880, al afirmar la autoridad del gobierno nacional, permitió que el Congreso
votara la ley Capital, por la cual se declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital de la República. En
1882 se fundó la ciudad de La Plata para darle una capital a la provincia.

EL PRESIDENTE ROCA ANUNCIA LA FEDERALIZACIÓN DE BS.AS.


El 6 de diciembre de 1880 el presidente Roca dirigió al pueblo una proclama anunciando la
designación de Buenos Aires como ciudad capital permanente de la república: “[…] La gran
cuestión queda terminada. Desde Rivadavia que la inició como una solución, hasta el Congreso de
1880, que la declaró una necesidad política y social, todos los argentinos la hemos buscado […].
Desde este momento nos sentimos con la conciencia de nuestro ser y en plena posesión de todos los
atributos que dan consistencia, poder, riqueza, orden y libertad a un pueblo. De hoy en adelante,
seguros de nuestros destinos que ayer, por falta de unión, vagaban a merced de lo imprevisto y de
las pasiones de partido, podremos seguir tranquilamente por el ancho camino que conduce a los
pueblos libres a la grandeza […] Ya se manifiestan los signos visibles de la vida, del crédito y de la
prosperidad, como otros tantos precursores de una época que se aproxima henchida de esperanzas
[…]. Una nueva vida, la vida de la Constitución en toda su plenitud, comienza para la Nación desde
este día. ¡Felices aquellos que puedan contemplar a la República Argentina dentro de cincuenta
años con cincuenta millones de almas, después de medio siglo de paz no interrumpida, en el apogeo
de su gloria y poderío! […]” CARRANZA, ARTURO B., op. cit., pp. 677-678.
La Ley de colonización” o Ley Avellaneda”, sancionada en 1876 sobre un proyecto del presidente
Nicolás Avellaneda, reglamentó la ocupación y la apropiación del suelo por casi sesenta años.
La ley autorizaba varios sistemas de colonización (entre ellos, la colonización por empresarios
privados amparados por el Estado) y fijaba el tamaño mínimo y máximo de las parcelas de tierras
públicas por venderse (25 a 400 ha), así como la extensión de las colonias (40.000 ha), la cantidad de
familias por instalar, etcétera.

Aunque uno de los objetivos de la ley era limitar la especulación y favorecer el poblamiento del país,
fracasó como instrumento para establecer colonos —pequeños propietarios— y evitar la
especulación, sobre todo por la libertad de acción que otorgó a las empresas privadas de
colonización. Por otro lado, una serie de leyes dictadas en la provincia de Buenos Aires disponiendo
la venta de tierras públicas permitieron la transferencia a manos privadas de 3,6 millones de
hectáreas en 1867; entre 2 y 3 millones en 1870 y casi 4 millones en 1880.

La Ley Avellaneda era también una ley de inmigración En su parte primera, establecía las funciones
del Departamento General de Inmigración. También definía el concepto de “inmigrante” (para ser
beneficiario de las facilidades otorgadas por el Estado):

“Repútase de inmigrante para los efectos de esta ley, todo extranjero jornalero, artesano, industrial,
agricultor, o profesor, que siendo menor de sesenta años, y acreditando su moralidad y sus
aptitudes, llegase a la República para establecerse en ella, en buques a vapor o a vela, pagando
pasaje de segunda o tercera clase, o teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las
provincias o de las empresas particulares, protectoras de la inmigración y la colonización” .
Citado por JOSÉ PANETTIERI, La política inmigratoria”, en Historia Integral
Argentina, Vol. 3, Buenos Aires, CEAL, 1975

OTROS ASPECTOS: Favoreció intensamente la enseñanza primaria. En 1875 la “Sociedad Rural”


inauguró sus Exposiciones ganaderas anuales , con premios para los criadores de las mejores razas.
En 1876 un primer ensayo de exportación de carne congeladas aunque fracasó por defectos técnicos,
abrió el camino de la poderosa industria frigorífica.
En 1873 comenzó, la exportación continuada de trigo, progresó la industria harinera. En 1876 una
ley fomentó la inmigración y; para atenderla fue creado un “Departamento General de Inmigrantes”,
encargados de recibirlos en sus primeros tiempos y procurarles empleos.

En 1880 otra ley fomentó la venta de tierra pública a colonos. Durante la presidencia de Avellaneda
entraron al país 250000 pobladores. El riel llegó a Tucumán acontecimiento celebrado por
Avellaneda con uno de sus más brillantes discursos. Los dos hechos culminantes del período.fueron
la conquista del desierto y la capitalización de buenos aires.
FEDERALIZACIÓN DE BUENOS AIRES
ANTECEDENTES:
Problema aún pendiente era cuál sería la capital de la República.
Durante el período en que Buenos Aires y la Confederación se
encontraban separadas, la capital se había instalado en Paraná.
Cuando Mitre asumió provisionalmente el Poder Ejecutivo, luego del
triunfo de Buenos Aires sobre la Confederación en Pavón en 1861, la
capital fue trasladada Buenos Aires, desde donde se llevó a cabo su
política de organización nacional.
En mayo de 1862 se reunió el Congreso Nacional de Buenos Aires
para encontrar una solución al problema de la Capital Federal. El
proyecto de la federalización de Buenos Aires fue enviado a la
Legislatura bonaerense en agosto de 1862, pero la provincia se negó
entregar su ciudad capital.
Tras varios debates, no se llegó a un acuerdo, por lo cual se apeló a
una solución temporaria. El gobierno nacional se Instaló en la ciudad
de Buenos Aires en calidad de “huésped”, coexistiendo en la misma
ciudad con el gobierno provincial bonaerense. Como este acuerdo
sólo duraba cinco años, tuvo que ser renovado periódicamente hasta
1880, cuando se llegó a una solución definitiva.
Federalización de Buenos Aires
Próxima a su fin la presidencia de Avellaneda, surgieron para
reemplazarlo las candidaturas del general Roca y la del doctor
Tejedor gobernador de Buenos Aires y paladín de su autonomía. La
lucha electoral caldeó los ánimos ; los porteños comenzaron a
organizarse militarmente y a efectuar desfiles, so pretexto de
ejercicios de tiro; Avellaneda, por su parte, trajo a la capital algunas
fuerzas de línea.
El problema de la capital había resurgido en 1867, al vencer el plazo
estipulado por la ”ley de compromiso” (1862), que autorizaba por
cinco años la residencia de las autoridades nacionales en la ciudad de
Buenos Aires, con jurisdicción sobre el municipio. El gobierno nacional
era considerado un ”huésped” en la provincia de Buenos Aires, sin
soberanía en la ciudad, lo que revelaba su debilidad frente al poder
provincial
La candidatura de Roca obtuvo un amplio triunfo en las elecciones
primarias,[lo que enardeció aún más las pasiones políticas. El 1° de
junio llegó al Riachuelo, un buque con materiales bélicos destinados
al gobierno de la provincia.
Avellaneda dio orden de impedir el desembarco; pero el coronel Arias
lo hizo efectivo con las tropas a sus órdenes. En la noche del día
siguiente, el presidente abandonó la ciudad; el 3 expidió una
proclama manifestando que el gobernador de Buenos Aires se había
alzado abiertamente en armas y le había puesto en el caso de
retirarse con las fuerzas nacionales, para evitar conflictos
sangrientos. El Poder Ejecutivo y una parte del Congreso se
instalaron en Belgrano y la capital fue rodeada.
Del 20 al 23 de junio, sitiadores y sitiados empeñaron violentos
combates en Barracas, los Corrales (hoy Parque Patricios) y Puente
Alsina en general favorables a los primeros, hasta que por iniciativa
del cuerpo diplomático extranjero, se pactó un armisticio. Ni la
campaña bonaerense ni el resto del país, salvo Corrientes,
prontamente dominada, habían respondido a la revolución; Tejedor
renunció, y el vicegobernador, José María Moreno, reconoció a las
autoridades nacionales.
El momento era propicio para la federalización de Buenos Aires: el
Congreso la consagró por ley del 21 de septiembre de 1880. La
legislatura de la provincia fue disuelta; la nueva, elegida bajo la
presión de los acontecimientos, votó la cesión, a pesar de la
elocuente protesta del diputado Leandro N. Alem.
El gobierno provincial fue autorizado para seguir residiendo en la
ciudad, mientras estableciera su nueva capital; de dueño de casa
pasaba a ser huésped.
El territorio cedido por la legislatura fue ampliado ,en 1877 con la
incorporación de Flores y Belgrano, hasta entonces poblaciones
separadas. Con esto la Capital Federal alcanzó sus límites actuales.
Algunas ideas para discutir…
Tradicionalmente se ha convertido casi en dogma de la opinión pública la dura crítica
contra el “centralismo porteño” y a menudo se ha señalado, en ese marco, como un
hecho indudablemente negativo la vigencia de Buenos Aires como capital de la
República. Lo cierto es que durante casi toda nuestra historia Buenos Aires lo fue de un
modo u otro por gravitación de su propia entidad, por su situación estratégica ya
elegida en tiempos de su fundación.
Y no se ha demostrado convincentemente -pareciera- que otra
variante hubiera mejorado las condiciones generales del país y de su
pueblo. (Tampoco se ha demostrado, dicho sea de paso, que un
sistema unitario -elegido y controlado democráticamente y
administrado con equidad, se entiende- hubiera sido necesariamente
menos beneficioso o hubiera hecho más desgraciados a sus
habitantes.
La vigencia del federalismo -ratificado con ardoroso énfasis en
discursos, proclamas, declaraciones y mensajes de todo tipo, aun por
aquellos déspotas que impusieron dictaduras obviamente
centralizadas- no ha impedido, por otra parte, el abuso de poder a
nivel nacional o provincial ni garantizado la defensa de los justos
intereses y el bienestar de todos los pueblos de la República). En
relación con el tema central de estas páginas el plan de federalización
de Buenos Aires de 1826 no era en sí mismo necesariamente opuesto
a los intereses del interior: años más tarde y después de duras luchas
sería retomado por los federales de las provincias y, nuevamente,
resistido por intereses localistas de los bonaerenses.
A lo largo de la accidentada historia institucional del país surgieron
muchas propuestas para reubicar la capital. Se propusieron como
alternativas viables Córdoba, Fraile Muerto y Villa María (en la misma
provincia), Villa Constitución (Santa Fe), Paraná, Rosario, San
Fernando y San Nicolás (Buenos Aires), la isla de Martín García o,
más recientemente, la ciudad de Viedma. ¿Hubieran garantizado, de
concretarse, un mejor manejo de los intereses nacionales? No parece
estar ahí -en la ubicación de la capital- el verdadero centro de la
cuestión. La experiencia parecería indicar que es mejor dejar las
cosas como están y resolver las cuestiones verdaderamente de
fondo… Seguramente vale la pena considerarlo. (Fuente Consultada: Grandes
Debates Nacionales Pagina 12)

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