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hombres del partido liberal porteño los resortes de la conducción nacional. Mitre será el
primer presidente que gobierne sobre todo el territorio de la nación.
El grupo dirigente buscará concretar en la república un ideal civilizador, procurará terminar
con la oposición de la montonera reducir al indio y desarrollar la economía. El ferrocarril, el
telégrafo, la difusión de la enseñanza, la inmigración y un poder ejercido con criterio
centralista fueron las herramientas fundamentales del quehacer que transformó al país.
Valentín Alsina —gobernador de Buenos Aires desde 1857— estableció un decreto que
afectó todavía más el comercio de la Confederación: estableció que los productos del
interior serían tratados en Buenos Aires sin ninguna diferencia con las mercaderías
extranjeras. Como respuesta, en mayo de 1859, el Congreso autorizó a Urquiza a “resolver
la cuestión de la integridad nacional respecto de la provincia disidente de Buenos Aires por
medio de negociaciones pacíficas o de la guerra, según lo aconsejaran las circunstancias.
El 23 de octubre de 1859, el ejército confederado y el porteño se enfrentaron en Cepeda, y
Urquiza obtuvo la victoria.
En mayo de 1860, Mitre fue elegido gobernador de Buenos Aires y, desde ese cargo,
desarrolló una política favorable a la unión. Pero el conflicto profundo entre Buenos Aires y
la Confederación todavía no había sido resuelto.
Buenos Aires se había comprometido —por el Pacto de San José de Flores— a respetar la
elección de Santiago Derqui como nuevo presidente de la Confederación. Pero en los
meses que siguieron a Cepeda, el gobierno porteño aprovechó las fisuras entre Derqui y
Urguiza y reinició las negociaciones con las provincias interiores. Finalmente, las luchas
desatadas para imponer los diputados de cada grupo hicieron fracasar la reunión de la
Convención, y comenzaron los preparativos para la guerra.
El 17 de noviembre de 1861, los dos ejércitos se enfrentaron cerca del Arroyo del Medio,
en los campos de Pavón. El combate terminó sorpresivamente cuando Urquiza se retiró del
campo de batalla sin haber sido vencido por el ejercito de Mitre. Meses después Derquí
renunció del gobierno federal quedó vacante hasta que, en enero de 1862, Mitre —corno
gobernador de Buenos Aires— asumió provisionalmente nacional con el acuerdo de
Urquiza
El triunfo de Mitre —asegurado por las campañas militares en apoyo de los grupos
liberales del interior— había significado la aceptación por parte del conjunto de las
provincias interiores de la dirección de Buenos Aires en el proceso de centralización del
Estado. Pero quedaba pendiente todavÍa la subordinación al proyecto nacionalista —
liderado por Mitre en alianza con otros jefes provinciales— de los autonomistas
bonaerenses más intransigentes.
Se puede decir que inicialmente hubo tres presidencias históricas desde el punto
organizativo del país:
Primeras presidencias:
Continuó con la fundación de escuelas normales por todo el país. También construyó muchas
escuelas primarias.
Apoyó la industria y el comercio, con créditos baratos.
Se mejoraron los servicios postales de la época de Sarmiento.
Se ampliaron las vías férreas.
Se fundaron pueblos y colonias, pues con la Ley Avellaneda fomento notablemente la inmigración
europea.
Como Ministro de Guerra estaba Julio Argentino Roca que realizó una importante campaña al sur
del país, logrando contener a los indígenas y además recuperó miles de leguas de tierras para su
explotación.
Para Ampliar: Gobierno de Nicolás Avellaneda
En este período se federalizó la ciudad de Bs.As. y pasó a s
En este período se federalizó la ciudad de Bs.As. y pasó a ser la capital de la república. Por
otro lado las autoridades provinciales fueron permitidos a permanecer hasta tanto se funde
la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Bs.As., por Dardo Rocha.
Las limitaciones de la colonización agrícola: […] hacia 1883 las grandes propiedades
seguían predominando en la campaña santafesina. Tal como sucediera anteriormente, la
tierra ganada a los indios entre 1872 y 1883 había ido a parar, generalmente, a manos de
unas pocas personas. En el norte una casa bancaria londinense, Murieta y Cía., obtuvo la
propiedad de 1 .400.000 hectáreas. En el sur más de 1 .000.000 de hectáreas pasaron a
manos de empresarios bonaerenses, como Cernadas, Casey, Randel y Villanueva. Este
viejo predominio había sido, sin embargo, significativamente reducido. En todas partes,
entre 1872 y 1883, muchas de las grandes propiedades habían comenzado a dividirse y su
lugar comenzaba a ser ocupado por estancias lanares de dimensiones medianas y por las
colonias agrícolas.”
EZEQUIEL GALLO. La pampa gringa. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1983
Napoleón es justamente famoso por sus grandes conquistas militares, pero debería serlo
aún más por su excelente obra de legislador. A él, efectivamente, corresponde el mérito
de haber ideado e: primer código moderno, que después se utilizó como modelo en todo
el mundo (a excepción de los países de lengua anglosajona). Con este código, que se
terminó de redactar en el año 1800, pero que no entró en vigor hasta el 1804, podemos
decir que Napoleón estableció las bases del Estado moderno.
El Código Napoleónico suscitó, en el momento de su aparición, una ola de indecible
entusiasmo, y no tardó en ser objeto, como suele decirse, de una auténtica “veneración
mística”; incluso llegó a ser puesto en verso y de él se hicieron muchas ediciones,
anteriores a su entrada en vigor. Todo esto puede hacer en nuestro tiempo, pero no debe
olvidar cuál era la situación de la justicia en aquella época.
El “Code Civil des Franeais”, que ha pasado a la historia como “Code Napoleón”,
entró en vigor con la Ley de 30-Ventoso-XII (21 de marzo de 1804) y fue seguido, en
1807, por el “Code de proeédure civile”, en 1808 por e! “Code de eommerce” y el
“Code d’ instruetíon críminelle” y, finalmente, en 1810, por el “Code penal”.
LA UTILIDAD PRÁCTICA DE LOS CÓDIGOS
Antes de la codificación, las normas jurídicas (es decir: las normas que regulan la
conducta de todo ciudadano) se había acumulado, siglo tras siglo, en muchos y muy
diversos documentos: constituciones, fueros, decretos, edictos, pragmáticas, sentencias,
ordenamientos, leyes, anales y muchos más, que no es del caso citar. En una palabra: un
verdadero caos jurídico. Para darnos una idea de cómo estaban las cosas, baste decir que
los procesos duraban decenios, siempre de tribunal en tribunal, y que incluso era difícil
establecer a qué jueces correspondía la competencia. El Código Napoleónico vino a
poner fin a todo esto, reuniendo en un solo texto, de forma clara y orgánica, las normas
fundamentales que regulaban las relaciones más usuales entre los ciudadanos.
LA CODIFICACIÓN ARGENTINA
La Constitución de la República Argentina, sancionada en 1853, impuso al Congreso la
obligación de legalizar varios códigos de fondo. En cumplimiento de esa disposición
(art. 67, inc. 11) se dictó la ley N° 36 del 6 de junio de 1863, por la cual el Congreso
autorizó al Poder Ejecutivo a nombrar comisiones encargadas de sancionar códigos.
Comenzó así la etapa de codificación en nuestro país.
Bartolomé Mitre, presidente de la Nación en aquel tiempo, encomendó al doctor
Dalmacio Vélez Sarsfield la tarea de redactar el Código Civil. Éste fue presentado al
Congreso y aprobado a libro cerrado durante la, presidencia de Sarmiento, y comenzó a
regir el primer día del año 1871. Además de los títulos preliminares referentes a las
leyes y a los modos de contar los intervalos de derecho, consta de cuatro libros.
El primero se refiere a las personas y a las relaciones de familia; el segundo trata de los
derechos personales en las relaciones civiles (obligaciones y contratos); el tercero, de
los derechos reales, y el cuarto contiene disposiciones comunes a los derechos reales y
personales (transmisión de los derechos por muerte de las personas, concurrencia de los
acreedores contra los bienes de un deudor común, adquisición y pérdida de los derechos
por transcurso del tiempo).
Después de su sanción fueron dictadas muchísimas leyes; unas para modificarlo (ley
11.357, sobre los derechos civiles de la mujer, por ejemplo), y otras para tratar temas no
legislados en él (por ejemplo, lo referente al régimen de la propiedad horizontal, ley
13.512).
El primer Código de Comercio que tuvo la República Argentina se sancionó en la
provincia de Buenos Aires, años antes que el Código Civil. Fueron sus redactores el
mismo Vélez Sarsfield y el doctor Eduardo Acevedo. El 10 de setiembre de 1862 se
adoptó este código provincial en toda la Nación. En 1899 fue reemplazado por otro
código, redactado sobre la base de proyectos de Sixto Villegas, Vicente Quesada y
Lisandro Segovia. La parte correspondiente a Quiebras sufrió modificaciones en el año
1902 y en 1933.
En materia penal la codificación argentina se inició con el proyecto encargado al doctor
Carlos Tejedor. Posteriormente, una comisión, integrada por los doctores Villegas,
Ugarriza y García, sometió el Proyecto Tejedor a una prolija revisión y su trabajo fue
finalmente sancionado como código nacional a fines de 1886, y comenzó a regir el 1°
de enero de 1887.
En 1922 fue reformado por la ley 11.179, que constituye nuestro actual Código Penal.
Hace poco tiempo fue parcialmente modificado al aprobarse las reformas redactadas por
el jurisconsulto doctor Sebastián Soler.
El Código Penal argentino tiene más de 300 artículos y está dividido en dos partes. La
primera contiene disposiciones generales, y la segunda se refiere a los delitos en
particular.
En la Argentina existen también otros códigos, como los de procedimiento, el de
Minería, el de Derecho Aeronáutico, etc. Existen también materias que reúnen
características distintivas del resto de la legislación, y quizá fuera conveniente
codificarlas, como el Derecho Laboral, y el referente a la navegación, contenido hoy en
e! Código de Comercio.
Entre los años 1860 y 1870 la cuenca del Plata fue escenario de una
cruel guerra entre los países ribereños de sus grandes ríos.
Argentina, Brasil y Uruguay por un lado y Paraguay por el otro.
Protagonizaron un largo y sangriento conflicto que dejó como saldo
un Paraguay papel secundario. Nefasta contienda, cuyos hechos
enlutan la historia de cuatro países americanos a la que condujeron
circunstancia políticas, rivalidades territoriales que superaron toda
consideración humanitaria.
Dice Ricardo de Titto, en su libro Los hechos Que Cambiaron La Historia Argentina
en el Siglo XIX, “Sea por vergüenza histórica o por un ocultamiento deliberado, esta
página [la guerra de la Triple Alianza] que enluta la memoria argentina y la deja en
terrible deuda con un país hermano, es para muchos una gran incógnita. Se puede
argumentar que la historia siempre es un recorte seleccionado de hechos, pero resulta
sospechoso que uno de tal dimensión como la “guerra de la Triple Alianza” haya
merecido sólo menciones refractarias y parciales durante décadas de historiografía
oficial. Desde hace unos años el tema empieza a ocupar el lugar que merece. Las
causas que provocaron la guerra, y sus trágicas consecuencias, que todavía hoy -ciento
cuarenta años después- resienten la vida del Paraguay, sirven para echar luz sobre las
sombras en que se pretendió ocultar la más sanguinaria de las luchas en las que
participó nuestro país.”
ANTECEDENTES:EL EJEMPLO PARAGUAYO Y SU AISLAMIENTO:
“Una trilogía gobierna el Paraguay durante más de cinco décadas.
Iniciada por el ‘supremo” José Gaspar Rodríguez de Francia, la
continúa su sobrino Carlos Antonio López, quien abdica, de hecho, en
su hijo Francisco Solano López, una suerte de “príncipe heredero” de
la dictadura, que asume el 16 de octubre de 1862. La dinastía logra
que el país goce de estabilidad y una cierta prosperidad. Mantiene
una relación de equilibrio con sus vecinos más poderosos, el Imperio
del Brasil y la Argentina, y tiene una economía primaria basada en la
explotación del tabaco, la yerba y la madera, que satisface sus
necesidades. La propiedad agraria está en manos de grandes
latifundistas y se completa con múltiples chacras de pequeñas
dimensiones que incorporan la explotación del algodón, un nuevo
“oro blanco”.
El gobierno fomenta la educación y consigue un alto índice de
alfabetización. Por la Constitución de 1844 se obliga a invertir en la
enseñanza de medicina y arte y a contratar maestros extranjeros. En
1862 las escuelas primarias tienen casi 25.000 alumnos. Como
resultado de esa política “autosuficiente”, el país se mantiene en un
relativo aislamiento.
En 1856 se inaugura el ferrocarril primera vía férrea de Sudamérica,
que une a Asunción y Paraguarí. Si bien los rieles son importados, los
coches son enteramente construidos en el país. El mismo año es
botado el primer barco de vapor con casco de acero construido en
América , el Yporá. También instala el telégrafo, promueve la
fabricación de papel y tejidos y establece la primera fundición de
hierro de hispanoamérica en Ybycuí: alimentado con leña, el alto
horno puede fundir una tonelada de metal por día. Para desarrollar la
agricultura se fomentan las “Estancias de la Patria”, por medio de las
cuales el Estado, propietaria de la tierra, otorga parcelas en arriendo
a los campesinos.
Su posición geográfica, sin embargo, hace depender al Paraguay de
los ríos navegables que lo llevan al océano. Y estas vías son
propiedad de los países vecinos, cerrarle al Paraguay el tráfico fluvial
es lo mismo que decretar su muerte. El Brasil y la Argentina tienen
otra causa suplementaria para celar de su vecino: mientras la nación.
guaraní ha crecido sin endeudarse, ellos están comprometidos en una
abultada deuda externa con la banca británica desde la época de la
guerra que los enfrentó, hace casi cuarenta años.
Todo confluye contra López: su pretendida autonomía política que se
da de bruces con su ubicación geográfica; el incipiente desarrollo
económico paraguayo no quiere aceptar tutorías extranjeras.
Demasiados intereses se suman en su contra.
El caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza era el jefe de las “montoneras”, que utilizaban el
método de ‘la guerra de guerrillas”, es decir, ataques a caballo sorpresivos, veloces y
contundentes, seguidos de una huida igualmente rápida para evitar los contraataques.
Finalmente, en 1 863, y luego de varios combates, el “Chacho” —así se lo llamaba a
Peí5aloza— fue derrotado y muerto. Más tarde, todas las provincias cuyanas se alzaron al
mando del caudillo Felipe Varela, en oposición a la guerra contra el Paraguay (1 865-1
870). En 1 868, las montoneras de Varela también fueron vencidas por tropas nacionales.
Para poder encauzar al país dentro del proceso de la organización nacional e integrarlo en
la política mundial, el presidente entendió como una necesidad la no intervención en los
problemas americanos. Por eso no participó del Congreso Panamericano reunido en Lima
en 1862 para considerar la intervención francesa en México y la reincorporación de la
República Dominicana a España. y se mantuvo prescindente en el conflicto planteado
entre Perú y España al no reconocer ésta la independencia peruana.
Mientras Bartolomé Mitre estaba ocupado por los numerosos conflictos internos y por la
guerra contra el Paraguay, el Presidente también se dedicó a la organización institucional
del Estado y la sociedad. Durante su mandato se dio un fuerte impulso a la educación y a
la justicia. Se organizó la Corte Suprema, se aprobó el Código de Comercio y se
comenzaron a redactar los Códigos Civil y Penal.
Dentro del partido simpatizaba con Elizalde, Alsina sintiéndose anulado por Mitre y su
apoyo en el interior para poder vencer a los nacionalistas, se unió a Sarmiento. Así se
integró la fórmula Sarmiento-Alsina que triunfó en las elecciones del 2 de abril de 1868.
En mayo de 1862 se reunió el Congreso Nacional de Buenos Aires para encontrar una
solución al problema de la Capital Federal. El proyecto de la federalización de Buenos
Aires fue enviado a la Legislatura bonaerense en agosto de 1862, pero la provincia se
negó a entregar su ciudad capital, tras varios debates, no se llegó a un acuerdo, por lo cual
se apeló a una solución temporaria. El gobierno nacional se instaló en la ciudad de
BuenosAires en calidad de ‘huésped”, coexistiendo en la misma ciudad con el gobierno
provincial bonaerense. Como este acuerdo sólo duraba cinco años, tuvo que ser renovado
periódicamente hasta 1880, cuando se llegó a una solución definitiva.
Entre 1868 y 1874, Domingo Faustino Sarmiento ocupó la presidencia de la Nación. Su gestión
gubernamental continuó con el proceso iniciado por Mitre de consolidación y fortalecimiento
estatal, y unificación política.
PRESIDENCIA DE SARMIENTO (1868-1874)
El 12 de octubre de 1868 Sarmiento asumió la presidencia. Uno de sus objetivos fue
imponer la autoridad del gobierno nacional, deteriorada por las luchas internas. Sin apoyos
partidarios propios. contó con el ejército nacional para llevar a cabo la obra civilizadora que
consideraba indispensable para el país.
En el interior, los Taboada eran el sostén mitrista que realizó a Entre Ríos en 1869. Esta
actitud del gobernador entrerriano no agradó a muchos de sus partidarios; la oposición fue
encabezada por Ricardo López Jordán. El 11 de abril de 1870 Urquiza fue asesinado en su
palacio de San José. La Legislatura entrerriana lo reemplazó por López Jordán, que se
levantó contra el poder central, pero fue vencido por las tropas nacionales. Nuevos
intentos revolucionarios del mismo caudillo fracasarán en anos posteriores.
En 1872 Mitre fue enviado a Río de Janeiro como ministro plenipotenciario y logró que
Brasil reconociera las obligaciones emergentes del tratado de la Triple Alianza, firmado en
mayo de 1865. Argentina, a su vez, reconoció el tratado de paz entre Brasil y Paraguay. El
conflicto se solucionó definitivamente, tras vanos años de negociaciones, con el arbitraje
de Estados Unidos de América (1878), que otorgó a Paraguay el territorio situado al norte
del río Pilcomayo.
El 11 de abril de 1870, una partida federal atacó el Palacio San José, residencia de
Urquiza, y asesiné a su dueño. Las sospechas apuntaron rápidamente al gobernador Entre
Ríos, Ricardo López Jordán. Sarmiento intervino la provincia y mandó tropas que
derrotaron a López Jordán en enero de 1871. Con esta derrota se ponía fin a los
levantamientos provinciales del Litoral.
La muerte de Alsina (29 de diciembre de 1877) privó al autonomismo del único candidato posible de
ser aceptado por el interior. Carlos Tejedor. gobernador electo de la provincia de Buenos Aires. fue
apoyado por los elementos de la conciliación porteña como futuro presidente.
Para contrarrestar su oposición. Avellaneda apoyó a Roca, a quien los porteños vejan como
representante de los intereses del interior y dispuesto a avasallar a la provincia bonaerense.
Líder de una alianza política cada vez más poderosa, Avellaneda inició su gestión con lo que llamó
la conciliación nacional, destinada a terminar con los conflictos entre los partidos. También amnistió
a los revolucionarios mitristas. Como resultado de esta política, una parte del mitrismo y del
autonomismo alsinista se sumaron a la coalición oficial. Entre los autonomistas, un grupo liderado
por Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle se negó a aceptar el acuerdo y fundó el Partido
Republicano. Por su parte, el oficialismo formó el Partido Autonomista Nacional (PAN), llamado a
hegemonizar la política argentina por casi tres décadas. Durante el gobierno de Avellaneda ya no se
produjeron los levantamientos federales de las provincias, como había sucedido con sus dos
antecesores. Sin embargo, se destacaron dos problemas que reclamaron la intervención de fuerzas
armadas: la llamada ‘conquista del desierto” y la rebelión de la provincia de Buenos Aires.
LA CONQUISTA DEL DESIERTO: Durante la década del ‘70 resurgió la preocupación por la
situación de las fronteras con los indígenas, en particular las del sur y del sudoeste. Este interés se
debía a varias causas. Por un lado, la necesidad de incorporar nuevas tierras para la explotación
ganadera. Por otro, los malones —ataques rápidos destinados fundamentalmente a tomar el ganado
como botín— provocaban una creciente inseguridad para los productores.
Además, las aspiraciones chilenas para dominar los territorios indígenas pusieron en alerta a las
autoridades argentinas, que consideraban dichos territorios como propios. El ministro de guerra,
Adolfo Alsina, mandó a excavar una larga zanja, conocida como la zanja de Alsina”, cuyo objetivo
era consolidar la frontera y evitar los malones; por el plan fue un fracaso.
A la muerte de Alsina, en diciembre de 1877, se designó como ministro de Guerra al general Julio A.
Roca, cuyo plan era mucho más agresivo. Su estrategia consistía en realizar una campaña ofensiva
que evitara el reagrupamiento de los indígenas hasta fijar la frontera en el río Negro. Este plan estaba
acompañado de modernas ametralladoras que marcaron una fuerte desigualdad en el combate: el
Ejército exterminó sin distinción a hombres, mujeres y niños.
En abril de 1879 comenzaron las operaciones al mando de Roca. En mayo, Roca llegó a Choele-
Choel y estableció el cuartel general; desde allí se dirigieron hacia los valles cordilleranos.
REVOLUCIÓN DE 1880: En Buenos Aires creció el prestigio de Tejedor. sostenido por los
autonomistas disidentes y los nacionalistas. Sintiéndose fuerte, el gobernador porteño no aceptó el
triunfo de Roca en las elecciones del 11 de abril de 1880. disponiendo la movilización de las milicias
provinciales. La tensión aumentó y el choque se hizo inevitable; el gobierno nacional se instaló en
Belgrano y declaró rebelde al gobierno provincial (4 de abril de 1880).
Las tropas nacionales sitiaron la ciudad; hubo encuentros sangrientos y las fuerzas que apoyaban a
Tejedor fueron vencidas en Los Corrales y Puente Alsina. La mediación de Mitre posibilitó las
negociaciones de paz sobre la base de la renuncia de Tejedor y una amnistía general.
Al finalizar este periodo se rechazó como posible sede de las autoridades nacionales a Rosario,
Córdoba y San Fernando, y el gobierno central quedó como huésped de la provincia de Buenos
Aires. Esta imprecisa situación se prolongó a lo largo de tres presidencias.
La revolución de 1880, al afirmar la autoridad del gobierno nacional, permitió que el Congreso
votara la ley Capital, por la cual se declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital de la República. En
1882 se fundó la ciudad de La Plata para darle una capital a la provincia.
Aunque uno de los objetivos de la ley era limitar la especulación y favorecer el poblamiento del país,
fracasó como instrumento para establecer colonos —pequeños propietarios— y evitar la
especulación, sobre todo por la libertad de acción que otorgó a las empresas privadas de
colonización. Por otro lado, una serie de leyes dictadas en la provincia de Buenos Aires disponiendo
la venta de tierras públicas permitieron la transferencia a manos privadas de 3,6 millones de
hectáreas en 1867; entre 2 y 3 millones en 1870 y casi 4 millones en 1880.
La Ley Avellaneda era también una ley de inmigración En su parte primera, establecía las funciones
del Departamento General de Inmigración. También definía el concepto de “inmigrante” (para ser
beneficiario de las facilidades otorgadas por el Estado):
“Repútase de inmigrante para los efectos de esta ley, todo extranjero jornalero, artesano, industrial,
agricultor, o profesor, que siendo menor de sesenta años, y acreditando su moralidad y sus
aptitudes, llegase a la República para establecerse en ella, en buques a vapor o a vela, pagando
pasaje de segunda o tercera clase, o teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las
provincias o de las empresas particulares, protectoras de la inmigración y la colonización” .
Citado por JOSÉ PANETTIERI, La política inmigratoria”, en Historia Integral
Argentina, Vol. 3, Buenos Aires, CEAL, 1975
En 1880 otra ley fomentó la venta de tierra pública a colonos. Durante la presidencia de Avellaneda
entraron al país 250000 pobladores. El riel llegó a Tucumán acontecimiento celebrado por
Avellaneda con uno de sus más brillantes discursos. Los dos hechos culminantes del período.fueron
la conquista del desierto y la capitalización de buenos aires.
FEDERALIZACIÓN DE BUENOS AIRES
ANTECEDENTES:
Problema aún pendiente era cuál sería la capital de la República.
Durante el período en que Buenos Aires y la Confederación se
encontraban separadas, la capital se había instalado en Paraná.
Cuando Mitre asumió provisionalmente el Poder Ejecutivo, luego del
triunfo de Buenos Aires sobre la Confederación en Pavón en 1861, la
capital fue trasladada Buenos Aires, desde donde se llevó a cabo su
política de organización nacional.
En mayo de 1862 se reunió el Congreso Nacional de Buenos Aires
para encontrar una solución al problema de la Capital Federal. El
proyecto de la federalización de Buenos Aires fue enviado a la
Legislatura bonaerense en agosto de 1862, pero la provincia se negó
entregar su ciudad capital.
Tras varios debates, no se llegó a un acuerdo, por lo cual se apeló a
una solución temporaria. El gobierno nacional se Instaló en la ciudad
de Buenos Aires en calidad de “huésped”, coexistiendo en la misma
ciudad con el gobierno provincial bonaerense. Como este acuerdo
sólo duraba cinco años, tuvo que ser renovado periódicamente hasta
1880, cuando se llegó a una solución definitiva.
Federalización de Buenos Aires
Próxima a su fin la presidencia de Avellaneda, surgieron para
reemplazarlo las candidaturas del general Roca y la del doctor
Tejedor gobernador de Buenos Aires y paladín de su autonomía. La
lucha electoral caldeó los ánimos ; los porteños comenzaron a
organizarse militarmente y a efectuar desfiles, so pretexto de
ejercicios de tiro; Avellaneda, por su parte, trajo a la capital algunas
fuerzas de línea.
El problema de la capital había resurgido en 1867, al vencer el plazo
estipulado por la ”ley de compromiso” (1862), que autorizaba por
cinco años la residencia de las autoridades nacionales en la ciudad de
Buenos Aires, con jurisdicción sobre el municipio. El gobierno nacional
era considerado un ”huésped” en la provincia de Buenos Aires, sin
soberanía en la ciudad, lo que revelaba su debilidad frente al poder
provincial
La candidatura de Roca obtuvo un amplio triunfo en las elecciones
primarias,[lo que enardeció aún más las pasiones políticas. El 1° de
junio llegó al Riachuelo, un buque con materiales bélicos destinados
al gobierno de la provincia.
Avellaneda dio orden de impedir el desembarco; pero el coronel Arias
lo hizo efectivo con las tropas a sus órdenes. En la noche del día
siguiente, el presidente abandonó la ciudad; el 3 expidió una
proclama manifestando que el gobernador de Buenos Aires se había
alzado abiertamente en armas y le había puesto en el caso de
retirarse con las fuerzas nacionales, para evitar conflictos
sangrientos. El Poder Ejecutivo y una parte del Congreso se
instalaron en Belgrano y la capital fue rodeada.
Del 20 al 23 de junio, sitiadores y sitiados empeñaron violentos
combates en Barracas, los Corrales (hoy Parque Patricios) y Puente
Alsina en general favorables a los primeros, hasta que por iniciativa
del cuerpo diplomático extranjero, se pactó un armisticio. Ni la
campaña bonaerense ni el resto del país, salvo Corrientes,
prontamente dominada, habían respondido a la revolución; Tejedor
renunció, y el vicegobernador, José María Moreno, reconoció a las
autoridades nacionales.
El momento era propicio para la federalización de Buenos Aires: el
Congreso la consagró por ley del 21 de septiembre de 1880. La
legislatura de la provincia fue disuelta; la nueva, elegida bajo la
presión de los acontecimientos, votó la cesión, a pesar de la
elocuente protesta del diputado Leandro N. Alem.
El gobierno provincial fue autorizado para seguir residiendo en la
ciudad, mientras estableciera su nueva capital; de dueño de casa
pasaba a ser huésped.
El territorio cedido por la legislatura fue ampliado ,en 1877 con la
incorporación de Flores y Belgrano, hasta entonces poblaciones
separadas. Con esto la Capital Federal alcanzó sus límites actuales.
Algunas ideas para discutir…
Tradicionalmente se ha convertido casi en dogma de la opinión pública la dura crítica
contra el “centralismo porteño” y a menudo se ha señalado, en ese marco, como un
hecho indudablemente negativo la vigencia de Buenos Aires como capital de la
República. Lo cierto es que durante casi toda nuestra historia Buenos Aires lo fue de un
modo u otro por gravitación de su propia entidad, por su situación estratégica ya
elegida en tiempos de su fundación.
Y no se ha demostrado convincentemente -pareciera- que otra
variante hubiera mejorado las condiciones generales del país y de su
pueblo. (Tampoco se ha demostrado, dicho sea de paso, que un
sistema unitario -elegido y controlado democráticamente y
administrado con equidad, se entiende- hubiera sido necesariamente
menos beneficioso o hubiera hecho más desgraciados a sus
habitantes.
La vigencia del federalismo -ratificado con ardoroso énfasis en
discursos, proclamas, declaraciones y mensajes de todo tipo, aun por
aquellos déspotas que impusieron dictaduras obviamente
centralizadas- no ha impedido, por otra parte, el abuso de poder a
nivel nacional o provincial ni garantizado la defensa de los justos
intereses y el bienestar de todos los pueblos de la República). En
relación con el tema central de estas páginas el plan de federalización
de Buenos Aires de 1826 no era en sí mismo necesariamente opuesto
a los intereses del interior: años más tarde y después de duras luchas
sería retomado por los federales de las provincias y, nuevamente,
resistido por intereses localistas de los bonaerenses.
A lo largo de la accidentada historia institucional del país surgieron
muchas propuestas para reubicar la capital. Se propusieron como
alternativas viables Córdoba, Fraile Muerto y Villa María (en la misma
provincia), Villa Constitución (Santa Fe), Paraná, Rosario, San
Fernando y San Nicolás (Buenos Aires), la isla de Martín García o,
más recientemente, la ciudad de Viedma. ¿Hubieran garantizado, de
concretarse, un mejor manejo de los intereses nacionales? No parece
estar ahí -en la ubicación de la capital- el verdadero centro de la
cuestión. La experiencia parecería indicar que es mejor dejar las
cosas como están y resolver las cuestiones verdaderamente de
fondo… Seguramente vale la pena considerarlo. (Fuente Consultada: Grandes
Debates Nacionales Pagina 12)