Está en la página 1de 7

INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION Y CAPACITACIÓN DOCENTE N°1

Asignatura: Historia Argentina y Latinoamericana.

Profesora: Samaniego Melisa.

Alumna: Escalante Agustina.

Curso: 2do A.
Introducción:

El tramo temporal comprendido entre 1862 y 1880 en Argentina se erige como una época
de cambios y transformaciones trascendentales, personificadas por las presidencias de
Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda. Durante el extenso
mandato de Mitre, que se extendió desde 1862 hasta 1868, el país experimentó una
profunda reconfiguración en sus estructuras políticas, legales y territoriales. La
centralización del poder y la consolidación de instituciones fundamentales, como la
Justicia Federal y el Ejército Nacional, marcaron este periodo inicial.

La sucesión presidencial a manos de Sarmiento en 1868 introdujo un enfoque


revolucionario en el ámbito educativo. La creación de instituciones educativas, la
promulgación de leyes significativas y la mirada prioritaria hacia los sectores más
desfavorecidos de la sociedad dejaron una impronta perdurable. La visión de Sarmiento
no solo abordó la educación elemental, sino que se extendió a la formación docente y la
creación de instituciones académicas, moldeando la identidad educativa de Argentina.

La presidencia de Nicolás Avellaneda, a partir de 1874, enfrentó el desafío de unificar un


país políticamente fragmentado. Aunque marcada por el uso de la fuerza en algunos
casos, su gobierno se esforzó por la conciliación, modificando leyes electorales y
buscando la participación de la oposición. Sin embargo, la crisis económica internacional
de 1873 y las tensiones políticas internas presentaron obstáculos significativos.

Este triunvirato presidencial, compuesto por Mitre, Sarmiento y Avellaneda, dejó un legado
profundo en la historia argentina del siglo XIX. Desde la reconfiguración política y
territorial hasta la revolución educativa y los desafíos de consolidar un país diverso, estas
presidencias sentaron las bases para el devenir histórico del país. La siguiente
exploración detallada de cada mandato ofrece una perspectiva completa de esta
fascinante y crucial etapa en la historia argentina.
Presidencia Bartolomé Mitre (1862-1868).

Durante el extenso periodo presidencial de Bartolomé Mitre, que abarcó desde 1862 hasta
1868, se caracterizó por una profunda reconfiguración política, legal y territorial en
Argentina.

Mitre asumió la presidencia en un contexto de reorganización después de la batalla de


Pavón, durante la cual las provincias delegaron en él las relaciones exteriores y la
convocatoria a elecciones para una nueva legislatura nacional. Este periodo inicial sin
autoridad nacional legal fue superado con la asunción de Mitre como Encargado del
Poder Ejecutivo Nacional en abril de 1862

Se consolidó un proceso de centralización del poder en manos de las autoridades


nacionales durante el gobierno de Mitre. Este proceso tuvo como pilares fundamentales la
creación y funcionalidad de la Justicia Federal y del Ejército Nacional. Mitre llevó a cabo
una reorganización institucional, abordando aspectos ejecutivos, judiciales y legislativos.
La instauración de la Corte Suprema de Justicia, que Urquiza no había logrado concretar
por limitaciones de recursos, marcó un hito en la regulación del Poder Judicial Nacional.

En el ámbito legislativo, Mitre nacionalizó el Código de Comercio, redactado por los


doctores Acevedo y Vélez Sarsfield por encargo del Estado de Buenos Aires. Además,
encargó a Vélez Sarsfield la elaboración de un Código Civil. Ambos códigos fueron
aprobados por el Congreso Nacional durante la presidencia de Sarmiento. Sin embargo,
el Código Penal elaborado por Carlos Tejedor enfrentó demoras en su aprobación, al igual
que el Código de Minería, que generó resistencia al desconocer los derechos provinciales
sobre la propiedad de las minas.

En cuanto a la jurisdicción territorial, se sancionó la ley de territorios nacionales para


establecer la jurisdicción en tierras consideradas argentinas pero que estaban fuera de los
límites provinciales efectivos, generalmente ocupadas por indígenas. A medida que estas
tierras establecieron poblaciones permanentes y economías propias, fueron
provincializándose. El último territorio nacional provincializado fue Tierra del Fuego,
durante la presidencia de Alfonsín.

El ejército permanente creado por Mitre desempeñó un papel significativo en la


centralización política, participando activamente en la represión de conflictos provinciales
con las montoneras y en la guerra contra Paraguay.

En el ámbito educativo, Mitre otorgó importancia a la educación elemental y secundaria.


Fundó el Colegio Nacional de Buenos Aires y, basándose en ese modelo, creó por decreto
los colegios nacionales en Catamarca, Tucumán, Mendoza, San Juan y Salta. La
formación impartida tenía un enfoque enciclopédico, orientado a continuar estudios
universitarios o la actividad política, aunque en general se encontraba desvinculada del
mundo laboral.

El problema de la capital federal fue un desafío persistente. Mitre, gobernando desde


Buenos Aires, buscó federalizarla, pero se encontró con la oposición local y la situación
quedó sin resolver, dejando al gobierno nacional en una posición incómoda,
especialmente en relación con la Aduana y las deudas heredadas de gobiernos
anteriores.

La división del Partido Liberal en Autonomista, liderado por Alsina, y Nacionalista, liderado
por Mitre, marcó una fractura política importante. Los clubes políticos, como Libertad y el
antiguo Club del Pueblo, desempeñaron roles destacados en este escenario político. Las
elecciones de 1863, ganadas por los autonomistas, generaron tensiones internas en la
provincia de Buenos Aires, dificultando la labor de Mitre al frente del gobierno.

En el ámbito internacional, Mitre lideró un tratado con España, con el objetivo de


establecer el principio jus solis en la nacionalidad de los habitantes argentinos.

La reforma constitucional de 1866 respondió a las necesidades económicas derivadas de


la guerra contra Paraguay. A pesar de la oposición de los ganaderos de Buenos Aires, se
llevó a cabo con el propósito de imponer la definitiva nacionalización de aduanas y
gravámenes de exportación e importación. Este cambio constitucional fue un paso
significativo, aunque no exento de controversias.

En conjunto, el periodo presidencial de Mitre se destacó por su influencia en la


configuración política, legal y territorial de Argentina, estableciendo bases que resonarían
en el devenir histórico del país.
Presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874).

En 1868, Sarmiento regresó al país en medio de elecciones presidenciales marcadas por


la prescindencia anunciada de Mitre, aunque se sabía que Elizalde, respaldado por Brasil,
era el candidato preferido. Sarmiento emergió como candidato respaldado por oficiales
como Lucio V. Mansilla, resultando en la fórmula Sarmiento-Alsina, con Sarmiento
asumiendo la presidencia el 12 de octubre de 1868.

Uno de los aspectos destacados de su mandato fue su enfoque en la educación.


Sarmiento, con el ministro Avellaneda, implementó políticas educativas significativas. Ya
comprometido con la educación desde etapas anteriores en Chile y Buenos Aires,
Sarmiento abogó por la participación activa del Estado y la atención prioritaria a los
pobres. En 1869, el censo reveló que el 82% de la población era analfabeta, impulsando
la necesidad de medidas urgentes.

Sarmiento buscó eficiencia al crear condiciones ideales para la enseñanza, abogando por
espacios adecuados y la limitación del número de alumnos. También abordó la cuestión
de los docentes, destacando la contratación de mujeres para ahorrar costos y
proponiendo la formación de maestros mediante becas.

La Escuela Normal de Paraná se estableció en 1870, con becas condicionadas al servicio


gratuito durante tres años. Sarmiento destacó la importancia de la formación docente y
trajo maestras de Estados Unidos. Su política educativa se tradujo en un aumento
significativo en el número de escuelas y maestros, con la creación de colegios nacionales
y la promulgación de la ley de Bibliotecas Populares.

En términos de cifras, la educación experimentó un cambio notable: de 30,000 niños


educados en 1868, se pasó a 100,000 en 1874. Se fundaron aproximadamente 800
escuelas y el número de maestros aumentó de 1,778 a 2,868. La política educativa de
Sarmiento también incluyó la creación de instituciones académicas, como el Observatorio
Astronómico de Córdoba y la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.

Además de su enfoque en la educación, Sarmiento continuó la obra de Mitre en términos


de legislación, organización y modernización del país. Su presidencia también abarcó el
final de la guerra contra Paraguay, en la cual perdió a su hijo Dominguito. En 1869, se
realizó el primer censo nacional de población para comprender mejor la situación del país.
La presidencia de Sarmiento no estuvo exenta de desafíos. Aunque no enfrentó grandes
levantamientos como Mitre, tuvo que lidiar con la sublevación de López Jordán en 1870-
71 y 1873, que llevó a la intervención militar en Entre Ríos.

En su visión de transformación social, Sarmiento buscó un cambio cultural y económico.


Proveniente de una familia empobrecida pero "decente", aspiraba a ofrecer oportunidades
a personas como él. Sin embargo, sus ideas sobre los indios y gauchos eran negativas;
prefería la inmigración extranjera para impulsar el progreso y lidió con el desafío del
latifundio que persistía a pesar de sus esfuerzos.

La postulación de Avellaneda, respaldada por Sarmiento, enfrentó resistencia de Mitre y


otros sectores. Las elecciones de 1874 fueron controvertidas, marcadas por
irregularidades y tensiones políticas. A pesar del triunfo de Avellaneda, la resistencia
mitrista desencadenó rebeliones que finalmente fueron sofocadas por militares más
jóvenes liderados por Roca.

La presidencia de Sarmiento dejó un legado significativo en términos de educación,


modernización y enfrentamiento de desafíos políticos y sociales en la Argentina del siglo
XIX.

Presidencia Nicolás Avellaneda (1874-1880).

Nicolás Avellaneda, al llegar a la presidencia en 1874, enfrentó el desafío de unificar un


país fragmentado políticamente. Respaldado por diversas agrupaciones y el autonomismo
porteño, buscó consolidar un Partido Nacional, aunque las diferencias persistían.

Su gobierno se caracterizó por la imposición de autoridad mediante el uso de la fuerza,


particularmente en Santiago del Estero, donde persiguió a los militares mitristas. A pesar
de ello, Avellaneda implementó una política conciliadora, conmutando penas y
promulgando una ley de amnistía para los insurrectos.

El intento de conciliación se extendió a la esfera electoral, con modificaciones a la ley que


permitieron la participación de la oposición. La abolición de la lista única y la elección por
circunscripciones electorales buscaban integrar a partidos minoritarios, promoviendo la
diversidad política.

El surgimiento del Partido Republicano, liderado por jóvenes progresistas, evidenció las
tensiones internas. Aunque lograron victorias electorales, la muerte de Adolfo Alsina
marcó su disolución, con muchos ex republicanos regresando al autonomismo.
La crisis económica internacional de 1873 impactó en Argentina, afectando los precios de
la lana y generando un déficit en el comercio exterior. Avellaneda adoptó medidas para
mantener el flujo de capitales e inmigrantes, incluyendo la rebaja de salarios y la emisión
de papel moneda.

En el ámbito internacional, Avellaneda firmó tratados con Paraguay y Chile, resolviendo


disputas territoriales. La intervención británica en Rosario, relacionada con problemas
financieros, reflejó la complejidad de las relaciones económicas exteriores.

La cuestión de la capital federal resurgió con la elección de Julio A. Roca como próximo
presidente. Las tensiones entre roquistas y mitristas llevaron a la federalización de
Buenos Aires en 1880, marcando un hito en la consolidación del poder nacional.

El mandato de Avellaneda fue un período de transformación política y económica,


caracterizado por la conciliación interna, la gestión de crisis económicas y la consolidación
del poder central en Argentina. Su legado dejó una huella significativa en la historia
política del país.

Conclusión:

La presidencia de Mitre estableció cimientos cruciales que influyeron en las


administraciones posteriores. La llegada de Sarmiento en 1868, con su enfoque
revolucionario en la educación y continuando la labor de su predecesor, marcó otro
capítulo destacado. La presidencia de Avellaneda, a partir de 1874, enfrentó desafíos
políticos y económicos, consolidando el poder central y dejando un legado significativo.
En conjunto, estos líderes forjaron una etapa de transformación en la historia argentina,
delineando el rumbo del país en el siglo XIX.

Bibliografías;

También podría gustarte