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LAS PRESIDENCIAS HISTÓRICAS.

La organización del Estado fue un largo proceso. Se debían crear instituciones, organizar la defensa del territorio,
administrar la justicia, entre otros. Este periodo de la historia argentina es conocido como presidencias históricas. Se
trató de los tres primeros presidentes constitucionales: Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás
Avellaneda.

EL GOBIERNO DE MITRE.

Bartolomé Mitre ejerció la presidencia durante los años 1862 a 1868 y fue el impulsor de la organización institucional
del Estado. Organizó el Ejército Nacional, creó la Primera Corte Suprema de Justicia y se organizaron las cámaras y
juzgados federales.

Asimismo, Mitre consolidó la economía basada en la exportación de materias primas e incluso sancionó la Ley de
compromiso, que establecía que Buenos Aires no sería la Capital de la República, pero las autoridades nacionales podrían
residir allí durante 5 años. Además se nacionalizaron los ingresos de la Aduana porteña.

También logró terminar con los conflictos que había en las provincias y con el poder que ostentaban los caudillos. Ángel
Vicente Peñaloza y Felipe Varela lideraron esos levantamientos que fueron reprimidos por el Gobierno Nacional.

EL GOBIERNO DE SARMIENTO.

Domingo Faustino Sarmiento fue presidente durante los años 1868 y 1874.

En este periodo creó escuelas, bibliotecas, museos y colaboró con las provincias para que mejoraran su sistema
educativo. Durante su mandato, se llevó adelante el primer censo nacional.

Sarmiento también puso fin a la guerra con el Paraguay y posteriormente resolvió un conflicto de límites con Chile.

Formó, por decreto, el territorio nacional del Gran Chaco.


El primer censo nacional había informado que existía un 80% de analfabetos en el país. Frente a esta realidad, y
considerando que el progreso de una nación dependía de la instrucción de sus habitantes, durante los gobiernos de
Mitre, Sarmiento y Avellaneda, se puso en marcha una amplia campaña educativa para los niños y niñas de Argentina, se
convirtieran en ciudadanos responsables y preparados para trabajar.

La campana educativa incluyó la creación de colegios nacionales de educación secundaria y de escuelas públicas
destinadas a mejorar la educación primaria.

También se fundaron escuelas normales para instruir y preparar a los futuros maestros argentinos. Con el objetivo de
difundir los hábitos de lectura, se fundaron numerosas bibliotecas.

Si bien el censo se realizó en el año 1869, los datos fueron publicados recién en 1872 y permitió saber que la población
era de 1.830.214 habitantes. En nuestra provincia el índice de analfabetismo ascendía al 89%, en una población de
48.746 habitantes.

EL GOBIERNO DE AVELLANEDA.

Durante su presidencia decidió avanzar en la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, separándola de la provincia y
convirtiéndola en Capital Federal. El gobernador Carlos Tejedor manifestó su oposición movilizando las tropas de la
provincia. Provisoriamente, las autoridades nacionales se establecieron en el barrio de Belgrano; desde allí se envió el
proyecto al Congreso y se declaró a la ciudad de Buenos Aires como Capital de la República.

El gobierno nacional enfrentó a los porteños y logró su propósito, tras varios y sangrientos enfrentamientos.

También había que resolver cuál iba a ser la capital de la República. En 1862, el Congreso Nacional declaró como capital
a la ciudad de Buenos Aires, pero ésta se opuso a esa decisión. Aceptó que las autoridades nacionales se instalaran en
Buenos Aires, sin que la provincia tuviese que entregar la ciudad a la Nación.

Esta situación se extendió durante mucho tiempo. Algunos porteños estaban a favor de la federalización de la ciudad y
otros, como el gobernador Carlos Tejedor, se oponían.
En 1880, en las elecciones presidenciales, Tejedor fue vencido por Roca, que apoyaba la federalización de Buenos Aires.
Disconforme con el resultado, Tejedor se enfrentó al Ejército Nacional, pero fue derrotado. Durante este conflicto, el
Congreso Nacional declaró a Buenos Aires capital de la República Argentina: la ciudad dejaba de pertenecer a la
provincia y se convertía en la sede del Gobierno Nacional. Poco después, en 1882, la provincia tuvo una nueva capital: La
Plata, fundada por el gobernador Dardo Roca.

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