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Iglesia:
Luego del Congreso Eucarístico Internacional de 1934, los católicos se
acostumbraron a salir a la calle, transmitiendo las consignas del catolicismo
integralista, dispuesto a la batalla. Este mensaje se combinó con otros, relativos a
la integridad de la nación y al papel que de las FFAA para defender sus valores
auténticos (amenazados por el socialismo y el liberalismo). La institución llevó a
cabo una suerte de asalto al Estado, puesto que su primer objetivo era establecer la
enseñanza religiosa obligatoria en escuelas fiscales. A su vez, asumió la causa de
los nacionalistas españoles y condenó a la República por comunista y atea.
De esta manera, logró dar unidad y coherencia a los distintos grupos
nacionalistas, que reconocieron el catolicismo integral en su matriz.
Ejército, guerra y neutralismo:
Las corrientes nacionalistas tenían amplia repercusión en el Ejército. La
prédica de la Iglesia había sido exitosa, por lo que estaban convencidos de su
papel tutelar sobre la nación y de la instauración de un orden cristiano y militar.
Por otra parte, los criterios de eficacia llevaban a los oficiales a admirar los
gobiernos totalitarios europeos, que habían acabado con los conflictos propios de
los regímenes parlamentarios, lo que los hacía simpatizar con el Eje.
Con respecto a la guerra, la Argentina se encontraba en una situación
sumamente vulnerable, pues una gran cantidad de insumos de defensa provenían
de naciones en guerra que difícilmente podían seguir cumpliendo esa función,
cobrando intensidad las ideas de autoabastecimiento y autarquía. Por entonces,
Castillo buscaba apoyo en las FFAA y se inclinó por una política nacionalista e
industrialista.
El triunfo del Frente Nacional
La legitimidad de Castillo se había erosionado a causa de la acumulación de
prácticas fraudulentas y acción de deterioro de las instituciones constitucionales.
Además, al recostarse cada vez más en las FFAA, las instaló en el centro de las
decisiones políticas. Sin embargo, el detonante final fue la cuestión de la posición
de Argentina en la 2GM, ya que la alianza con el Ejército se rompió cuando
Castillo eligió como candidato oficial a un conservador proaliado (Patrón Costas).
El 4 de junio de 1943 se produce el golpe de Estado que se definió por los
dirigentes católicos y nacionalistas, haciendo lugar a los reclamos de la Iglesia
militante (enseñanza religiosa, militantes católicos interventores de
universidades).
Organizaciones gremiales.
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón se dedicó a establecer
relaciones con los dirigentes sindicales, ofreciendo la acción mediadora del estado
y estimulando la sindicalización. Por entonces, la industria argentina crecía
alimentada por la expansión del mercado interno, lo que produjo una demanda
creciente de mano de obra, migraciones internas y urbanización.
preventiva consistente en reformas laborales y redistribución de ingresos. Se
trataba de legalizar, legitimar y ordenar la actividad sindical para, al mismo
tiempo, dotar de legitimidad al Estado. Perón estimulaba ese clima de
movilización con el que amenazaba a los empresarios.
Gracias a ello se produjo una división en el gremialismo, entre quienes
veían la acción sindical como un complemento de las orientaciones de los partidos
políticos de izquierda, y quienes preferían mantenerse abiertos a la negociación
con el Estado. Desde esta perspectiva, los dirigentes sindicales ingresaron
directamente a la arena política, alentados por el discurso de justicia social llevado
a cabo por Perón.
El orden peronista: los orígenes del peronismo – la construcción de un
nuevo bloque de poder
El 4 de junio de 1943 el gobierno de Ramón Castillo fue desplazado sin
ofrecer resistencia. Comenzó, entonces, un nuevo ciclo político destinado a
producir transformaciones de amplio y duradero impacto en los equilibrios
políticos y sociales del país. Sin embargo, la dirección de los cambios futuros fue
difícil de discernir luego del golpe militar, y un ejemplo de ello fue la renuncia
antes de asumir de quien lo encabezara inicialmente, el general Arturo Rawson, y
su reemplazo por el general Ramírez.
La Revolución de Junio fue obra de unas Fuerzas Armadas atravesadas por
los principales contrastes que dividían la política nacional:
Actitud frente a los bandos en pugna en la Segunda Guerra Mundial:
Castillo había optado por la política de neutralidad y persistió en ella
aun cuando Estados Unidos la había abandonado en 1941. Esto se
interpretaba como resistencia a incorporarse a la cruzada mundial de las
democracias contra el fascismo, por lo que desembocó en presiones por
parte de la opinión pública (dentro de la cual radicales y socialistas
reclamaban el alineamiento con los aliados) y Estados Unidos
(suspendió la venta de armamentos). La controversia se trasladó al
Ejército, donde los altos mandos se manifestaban a favor de la ruptura
con el eje, mientras que los cuadros intermedios preferían la neutralidad.
Funcionamiento de las instituciones políticas: durante la presidencia de
Ortiz, había comenzado un proceso de depuración de prácticas políticas
de la restauración conservadora y buscó un acercamiento con el
radicalismo. Sin embargo, al delegar el poder a Castillo en 1940, se
volvió a recurrir al fraude para asegurar victorias electorales y se replegó
sobre el respaldo de las FFAA (donde también existían opiniones
mezcladas entre partidarios radicales inquietos en torno a prácticas
fraudulentas, y los que manifestaban su rechazo a las instituciones de la
democracia liberal).
Sin embargo, la decisión que definió en panorama político fue la
designación como candidato a la sucesión presidencial, por parte de Castillo, del
conservador Patrón Costas. Este resumía los rasgos más irritativos de la
restauración conservadora y la simpatía hacia la causa aliada y la posición de
Estados Unidos, produciendo un rechazo unánime de las Fuerzas Armadas (lo
que, en su visión, justificaba un nuevo golpe de Estado).
Las distintas facciones militares heterogéneas se sumaron a la Revolución
con una notoria diversidad de objetivos. A medida que avanzó la dirección militar,
fueron evidentes la limitación a la actividad política (frustrando esperanzas
radicales de vuelta a comicios libres) y la no-ruptura de relaciones con el Eje. Por
ello fue que en octubre de 1943, el poder pasó a manos del Grupo de Oficiales
Unidos, partidarios de una neutralidad intransigente y del “imperio de la cruz y la
espada”. Algunas de las medidas tomadas fueron la represión contra grupos de
izquierda y sindicatos, declaración de los partidos políticos como ilegales,
intervención de universidades y obligatoriedad de enseñanza religiosa en las
escuelas públicas, todas ellas apoyadas por católicos integralistas y nacionalistas.
En 1944, el presidente Ramírez decidió la ruptura de relaciones con el Eje,
por lo que fue desplazado y reemplazado por el general Farrell. Además, comenzó
una puja entre los miembros del GOU y de la que emergería Perón, con una
generación de cuadros más nacionalista.
Una influencia decisiva fue ejercida por la Iglesia, líder de una vigorosa
ofensiva contra la tradición liberal, con el fin de dilatar su presencia pública y
recuperar al Estado para la fe católica. Para ello, llevó a cabo una “Conquista del
Ejército”, que se llevó a cabo a través de un trabajo capilar y silencioso en los
cuarteles por una red de capellanes castrenses e intelectuales católicos. La misión
del Ejército dejó de estar asociada a la defensa del territorio y la legalidad
constitucional para ser concebida en términos de defensa de la nacionalidad, de
una identidad argentina radicada en la tradición y los valores cristianos.
Cuando hacia mediados de 1944 estalló el conflicto dentro del GOU, Perón
logró inclinar la disputa a su favor (ofreciendo un programa social y económico, y
apertura hacia grupos estratégicos) y acumular los cargos de vicepresidente de la
Nación, ministro de Guerra y secretario de Trabajo, convirtiéndose en el jefe
virtual de la revolución. Algunas de sus propuestas fueron la creación del Consejo
Nacional de Posguerra (1944), el Departamento Nacional de Trabajo (1943),
aplicando una política de concesiones a los trabajadores y de acercamiento con los
dirigentes sindicales (a excepción de los comunistas).
De esta manera, los poderes públicos irrumpieron en la vida de las
empresas, imponiendo la negociación colectiva y estimulando la afiliación
sindical. También convocó a los sectores empresarios invitándolos a colaborar,
argumentando que si el Estado no intervenía, el malestar de las masas podía
tornarse explosivo. Cabe resaltar la alineación de la acción de la Secretaría de
Trabajo con la doctrina social de la Iglesia.
En 1945, luego de la ruptura con el Eje, los partidos políticos volvieron a la
legalidad y se convocó a elecciones presidenciales para 1946. Perón inició
contactos con políticos radicales y conservadores para poner a su servicio
maquinarias políticas efectivas. Con ese aporte, el de los dirigentes sindicales, la
colaboración de las clases patronales, del Ejército y la Iglesia, se proponía presidir
la Argentina de la posguerra. Sin embargo, no obtuvo apoyo suficiente de los
sectores empresarios y partidos políticos, lo que desembocó en una ofensiva
opositora significativa en 1945, decidida a imponer la rendición incondicional de
Perón. Esto obligó a los sindicatos a tomar partido y organizar una movilización
en defensa de las reformas laborales.
A su vez, la oposición llevó a cabo una demostración con la consigna de
entrega del poder a la Corte Suprema, lo que produjo el restablecimiento del
estado de sitio y ocupación de centros más activos de la resistencia por parte del
gobierno nacional.
El 9 de octubre de 1945 se le impone a Perón, por parte del Ejército, la
renuncia a todos sus cargos y el apresamiento en Martín García. Sin embargo, esto
tuvo poca duración gracias a 3 factores:
Error táctico de la oposición democrática (insistencia en el retiro de los
militares a los cuarteles y en la transferencia del poder a la Corte
Suprema);
Movilización de trabajadores en favor de Perón el 17 de octubre;
Permanencia y no represión de la movilización anteriormente
mencionada por parte del Ejército de Campo de Mayo.
Primera presidencia
Perón resurge como candidato del oficialismo y de la Iglesia en 1946. Por su
parte, la oposición no ocultó su intención de poner fin a la orientación clerical del
régimen militar, agitando la bandera de la enseñanza laica. Por lo tanto, se
presentaron el Partido Laborista (en alianza con la UCR- Junta Renovadora, una
escisión del radicalismo promovida por Perón para limitar el sesgo obrerista de su
candidatura) y la Unión Democrática (UCR, Partido Socialista, Partido Demócrata
Progresista y Partido Comunista). Ambos se dirigían a un país en el que la
industrialización era un proceso ya irreversible y respondían al clima ideológico
de la posguerra, con su énfasis en la intervención del Estado en la economía y
distribución igualitaria de la riqueza. Incluso en lo concerniente a la política
laboral, la Unión Democrática abogó por un perfeccionamiento de lo que se había
hecho. Sin embargo, manifestó que el momento de decidir el futuro social y
económico del país llegaría una vez superados los peligros que se cernían sobre
las libertades públicas y levantó la consigna “Por la libertad contra el
nazifascismo”. Ganó Perón y obtuvo mayoría en Cámara de Diputados y
Senadores.
Divisiones en la oposición surgieron cuando se sugirió la incorporación de
los conservadores a la Unión Democrática, a lo que el radicalismo se opuso
fervientemente. De un lado estuvieron los dirigentes que de todos modos
apoyaron la coalición opositora, mientras que otros decidieron sumarse a los
partidarios de Perón.
Dos incidentes marcaron la batalla electoral: A) decreto del presidente
Farrell, invocando instrucciones dejadas por Perón, que establecían un aumento
general de salarios, extensión de vacaciones pagas, aumento de indemnizaciones
por despido y el aguinaldo. Esto produjo enfrentamientos entre sectores patronales
y trabajadores, además de críticas de la oposición por un “golpe electoralista”
(redefinición conflicto político – justicia social vs. Injusticia social); B)
Intervención de Braden, que dio a conocer un informe donde denunciaba
conexiones de los círculos militares con el régimen nazi. Perón lo caracterizó
como el creador de la Unión Democrática y acentuó el sesgo nacionalista de su
campaña – Braden o Perón. La coalición oficialista estuvo al borde de la
desintegración por la heterogeneidad de las fuerzas que la integraban y la
incertidumbre de su participación institucional. En el centro del conflicto estaban
los dirigentes sindicales del Partido Laborista y los políticos agrupados en la
UCR-Junta Renovadora, por lo que Perón ordenó la disolución de los partidos de
la alianza electoral y llamó a la creación de un nuevo partido (Partido Peronista)
invocando la necesidad de cohesión. Las elecciones internas de 1947 estuvieron
marcadas por fuertes enfrentamientos entre los sectores de origen laborista y
político, con fraude y rebelión ante los resultados. Sin embargo, gracias a la
división en ramas (masculina, femenina y sindical) en 1949, disminuyó la tensión.
A su vez, la CGT se transformó en un agente de directivas oficiales del
gobierno, que constituyó un pilar fundamental del mismo, junto con las Fuerzas
Armadas (gracias a la satisfacción de sus demandas profesionales). Además, estas
se identificaban con los principios generales del gobierno de Perón:
nacionalismo, industrialización y anticomunismo. La Iglesia también contribuyó
al afianzamiento del nuevo régimen, gracias a la ley de instauración de enseñanza
religiosa en las escuelas (1947), aporte de fondos para contribución de actividades
de culto, participación oficial en ceremonias religiosas y la invocación a la
Doctrina Social de la Iglesia.
Con el respaldo de las FFAA y la Iglesia, y la adhesión de una masa
popular progresivamente encuadrada bajo una dirección centralizada, el nuevo
orden tenía un futuro relativamente seguro. No obstante, Perón reforzó el régimen
a través de mecanismos de control burocráticos y represivos (juicio político a los
miembros de la Corte Suprema en 1946, eliminación de opositores de
agrupaciones estudiantiles y universidades, clausura de periódicos no afines al
régimen, etc.).
Gracias a ello, la oposición política quedó limitada a las tribunas
parlamentarias, donde existía una abrumadora mayoría gubernamental y donde se
mantuvo, dentro de la oposición, una división constante frente a un gobierno que
ratificaba sus peores temores acerca de la salud de las libertades públicas. Para
algunos esto significó juicio por desacato, pérdida de los fueros, prisión o,
mínimamente, silenciamiento bajo el peso de mayorías oficialistas.
Tercera Posición:
Respeto por la autodeterminación de los Estados nacionales y la aspiración a
un orden económico mundial más equitativo. Estos matices no correspondían con
las simplificaciones propias de la Guerra Fría y fueron una fuente permanente de
tensiones en sus relaciones con Estados Unidos.
Economía
El programa implementado en 1946 consistió en la expansión del gasto
público, otorgando al Estado un papel central en la producción y servicios
públicos a través de una política de nacionalizaciones; redistribución equitativa
del ingreso y régimen de incentivos que premió al mercado interno en detrimento
de los mercados internacionales, combinando intervencionismo estatal, justicia
social y sustitución de importaciones. Todo ello fue posible gracias a la ausencia
de deuda externa, reservas de divisas, demanda y altos precios de exportaciones
(sobre todo agrícolas, que facilitaron el financiamiento en divisas. Creación del
IAPI -Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio-, que compraba a
productores locales a un precio fijado por las autoridades y vendía en los
mercados internacionales a un precio más alto), industrialización creciente y
acrecidos ingresos fiscales.
Sin embargo, la economía peronista no fue el resultado de una estrategia
exclusivamente económica, sino que los apoyos sociales condicionaron las
opciones en esta materia.
A causa de la intervención del Estado Benefactor (congelamiento de
alquileres, salarios mínimos, precios máximos, créditos y planes de vivienda,
salud pública, turismo social, escuelas) en la economía, se implementó el Primer
Plan Quinquenal (1947), basado en el poder de compra del Estado y en los
salarios altos y que, por estar orientado hacia el mercado interno, pudo
desentenderse de sus inevitables costos en términos de eficiencia y
competitividad.
Esto produjo el fuerte crecimiento de los asalariados impulsado por la
expansión de la administración pública y las burocracias de las empresas privadas
laboral (aguinaldo, vacaciones, jubilación, indemnización por despido y
accidentes). Voto femenino (1947).
De esta manera, la justicia social condujo a una mayor integración
sociopolítica de los trabajadores: las masas que habían entrado a la política como
los descamisados, pasaron a identificarse con los trabajadores, subrayando el
reconocimiento alcanzado en una sociedad más igualitaria.
La prosperidad económica, el apoyo popular y el autoritarismo
contribuyeron a la consolidación del régimen, lo que posibilitó la reforma
constitucional de 1949, cuya cláusula más significativa fue la supresión de la
cláusula que prohibía la reelección presidencial, lo que permitió a Perón ser
reelecto en 1952 (además de la modificación de la ley electoral, que aprobó las
circunscripciones uninominales).
El sistemático atrofiamiento del pluralismo político y de las libertades
públicas reveló las aspiraciones de Perón a anular toda disidencia, reduciendo al
mínimo la presencia opositora en el único ámbito en el que podía expresarse: el
Parlamento. Los partidos opositores se encontraron despojados de los recursos
elementales para disputar las preferencias políticas del electorado, y las mayorías
electorales capturadas por el peronismo no fueron más que el fruto de la
manipulación de las reglas de la competencia política.
Segunda presidencia
Durante dicho período, se comenzó con una peronización de las
instituciones: la doctrina peronista fue declarada doctrina nacional, lo que
constituyó su consagración como único movimiento nacional, eliminando todo
vestigio de pluralismo en la vida política; la afiliación al partido oficial pasó a ser
requisito para el desempeño de cargos administrativos.
La preocupación por la paz social presidió la reorganización de las
relaciones entre el Estado y los intereses sociales, con el objetivo de crear un
orden capaz de armonizar las exigencias legítimas de los sectores sociales y de
neutralizar los efectos desestabilizadores de las luchas de clases. El instrumento
para ello era la “Comunidad Organizada”, en la cual diversos grupos de interés
pudiesen dirimir sus diferencias con la supervisión del Estado (CGT, CGE, CGP,
CGU, UES), lo que le devolvería su papel de árbitro.
Relación con las FFAA
Fueron más abiertas las tentativas de reemplazar la subordinación
constitucional de las mismas al jefe de Estado por la lealtad al liderazgo de Perón,
ya que la doctrina justicialista fue incorporada a los programas de las escuelas
militares y las promociones dentro de la corporación premiaron más la fidelidad
individual que la competencia profesional. La cúpula militar cedió ante tales
exigencias, pero el malestar cundió en los cuerpos intermedios, generando un
terreno fértil para actividades conspirativas. Por otro lado, resultó evidente el
rechazo por parte de dicha institución hacia la abrumadora presencia de las masas
obreras en la vida pública, al forzado conformismo impuesto por la propaganda
oficial y al culto de la personalidad de Perón.
Relación con la oposición
Socialistas: desprovistos de sus apoyos obreros, mantuvieron su condena
al fenómeno político peronista, identificándolo como la reencarnación
de la hostilidad de la política criolla hacia los ideales de la razón y la
libertad. Por ello es que no se mostraron dispuestos a escuchar
fracciones internas que reclamaban una postura más comprensiva. Lo
mismo con el Partido Comunista y conservadores.
Radicalismo: la corriente intransigente criticó a sus autoridades por
haber privilegiado en exceso las consignas antifascistas, entregando el
monopolio de las banderas reformistas a Perón. Desde la conducción de
la UCR se pronunciaron a favor de la lucha a través de las instituciones,
no obstante las restricciones puestas por el régimen, en el intento por
conformar una oposición que no se confundiera con los reflejos
socialmente conservadores del antiperonismo. Por otro lado, los
unionistas optaron por la política de ruptura mediante el aliento a la
resistencia clandestina y al golpe militar. El radicalismo quedó
sumergido en un enfrentamiento faccioso.
Luego del escándalo de corrupción en el que Juan Duarte se vio involucrado
en 1953 y su posterior muerte, la CGT convocó una concentración popular para
solidarizarse con Perón, donde estallaron dos bombas. Esto causó la detención de
dirigentes y personalidades opositoras. Esa noche, grupos de manifestantes
incendiaron las sedes del Jockey Club, Partido Socialista, Partido Demócrata y
UCR.
Relación con la Iglesia
Luego del éxito electoral de 1954, sumado al mejoramiento de la imagen
gubernamental frente a los medios empresarios y la normalización de las
relaciones con Estados Unidos, los sectores opositores confirmaron que la única
forma de acceder al poder era que estallara el conflicto dentro del propio régimen.
Esto fue lo que ocurrió cuando Perón se enfrentó con la Iglesia, ya que dividió sus
apoyos en las Fuerzas Armadas y puso en marcha la conspiración militar.
El ejercicio absolutista del poder fue afectando las relaciones con la Iglesia
y se hizo visible su desplazamiento progresivo de los ámbitos tradicionales de su
acción pastoral. La afrenta mayor fue el intento de convertir el justicialismo ya no
solo en la doctrina oficial del Estado, sino en la expresión del verdadero
cristianismo. A su vez, los cultos no católicos disfrutaron de una sospechosa
tolerancia, existió devoción popular hacia la figura de Evita. A causa de ello, las
asociaciones de laicos devinieron en refugios de una militante resistencia,
canalizando las disidencias que los partidos mostraban no ser capaces de
articular.
Luego de la intervención de Perón en 1954, cuando acusó a “ciertos
sacerdotes” de actividades antiperonistas, una sucesión de medidas suprimió los
derechos y privilegios otorgados a la Iglesia (eliminación de enseñanza religiosa
en escuelas fiscales y subsidios a la enseñanza privada, aprobación de una ley de
divorcio, reapertura de prostíbulos, prohibición de procesiones religiosas, anuncio
en 1955 de reforma constitucional que estableciera separación entre Iglesia y
Estado).
Esto causó diversos conflictos, como una procesión de Corpus Christi, un
atentado contra la vida de Perón, incendios de iglesias en Buenos Aires, entre
otros. Aunque Perón adoptó posteriormente una política de conciliación, por la
cual cesaron los ataques a la Iglesia, se produjo un rotundo fracaso de la tregua.
GOLPE Y ASUME LONARDI.
Economía: crisis 1949 – 1951 y Segundo Plan Quinquenal (1952) +
impacto en relación con trabajadores
A partir de 1949 inició el fin de la bonanza de comercio exterior que había
acompañado a Perón al instalarse en el poder. Para sobrellevar la desfavorable
coyuntura, el gobierno especuló con el estallido de una Tercera Guerra Mundial
que mantuviera en alza la demanda de productos del campo argentino y participó
del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa de 1947, pero el gobierno
norteamericano le adjudicó una cuota mínima en el abastecimiento de alimentos.
En este marco estalló la crisis del sector externo, que se trasladó a la
actividad industrial nacional, por la dificultad de importar maquinarias y equipos,
e impulsó un crecimiento de la inflación. Para una política de desarrollo basada en
el liderazgo del sector público y el crédito barato para financiar la expansión del
mercado interno, la alternativa de un plan de ajusto implicaba costos en términos
laborales. Es por ello que se llevó a cabo un recorte de importaciones, racionando
el crédito y reduciendo los compromisos fiscales.
Una de las consecuencias fue la sucesión de conflictos entre 1949 y 1951 en
las actividades más afectadas por la disminución de subsidios, que no contaron
con la benevolencia del gobierno y terminaron en la detención de sus promotores
y la intervención de sindicatos involucrados.
La nueva estrategia económica consistió en privilegiar la estabilidad por
sobre la expansión, la agricultura por sobre la industria, y la iniciativa privada y el
capital extranjero por sobre el crecimiento del sector público. Además, se instaba
a la población a disminuir el consumo y promovió una tregua entre empresarios y
sindicatos para neutralizar la puja distributiva (congelamiento de salarios y
suspensión de negociaciones colectivas), con el objetivo de aquietar las presiones
inflacionarias.
Segundo Plan Quinquenal: redefinición de políticas de subsidios y precios,
devolviendo al sector rural parte de la rentabilidad perdida (reorientación del IAPI
en favor del campo); corrección de excesiva dependencia de la industria de los
insumos importados; nueva fase de sustitución de importaciones por medio de la
producción de maquinarias e insumos industriales, a través de la apertura hacia el
capital extranjero. Esto produjo simpatías en el mundo empresarial, pero también
generó un clima de inquietud en su coalición de apoyo:
Negociación con Standard Oil de California para explotar yacimientos
petrolíferos nacionales, por la incapacidad de YPF para afrontar las
inversiones necesarias. La oposición radical impugnó el contrato con un
discurso antimperialista, mientras que el bloque oficialista hizo lo propio
invocando la traición al principio justicialista de independencia
económica.
Congreso Nacional de Productividad (1954): ejercicio de concertación
social entre la CGT y la CGE en la que la delegación sindical rechazó
todas las concesiones en materia de flexibilidad laboral que reclamaban
los empresarios.
Reforma Constitucional de 1949
La creación de una nueva constitución y el diseño de una democracia
plebiscitaria son parte de un proyecto de renovación política que promete el
populismo ante el fracaso de un régimen representativo, proponiendo devolver el
poder al pueblo y restaurar la legitimidad democrática del sistema político. Esa
nueva constitución será la expresión de la mayoría, y no de una negociación entre
partidos. A su vez, para superar las deficiencias del régimen representativo –
liberal, se propone una visión anti-individualista de los derechos, un sistema
electoral mayoritario y una distribución de poder que fortalece al Poder Ejecutivo
y el gobierno central en desmedro del resto de las instituciones.
Las democracias existentes se fundan en un equilibrio inestable entre el
principio democrático según el cual todo poder legítimo emana del pueblo y
responde ante él, y el principio liberal constitucional que postula que el poder es
ejercido por un cuerpo de representantes sujeto a los límites de un orden
constitucional cuyo fin último es la limitación del poder y la protección de las
minorías.
Sin embargo, siempre existe el populismo como amenaza latente ante el
funcionamiento deficiente de un régimen representativo. Los líderes y
movimientos populistas surgen tanto del fracaso del anteriormente mencionado
sistema representativo como de la declinación de los partidos políticos
tradicionales (vistos como organizaciones oligárquicas que distorsionan la
voluntad real del ciudadano). Consistente con la idea de regenerar la política y
superar las deficiencias del régimen representativo, el populismo busca plasmar su
proyecto en un nuevo orden constitucional que sea expresión directa de la
soberanía popular. Desde esta perspectiva, apela al poder constituyente originario
y revolucionario del pueblo, que solo puede expresarse por medio de una
constitución creada por una convención especialmente elegida para esa tarea. De
esta manera, se contrapone la legitimidad liberal encarnada en el Congreso y los
partidos, a la democrática que emana de la intervención directa del pueblo
(democracia plebiscitaria y antiparlamentaria).
Contexto en marzo de 1948, con ocasión de elecciones legislativas, el
gobierno anunció la intención de reformar la Constitución con el fin de medir el
apoyo probable. Dichas elecciones otorgaron al Partido Peronista una nueva
victoria en la cual la imposición unilateral de un partido sería presentada como
una decisión del poder constituyente del pueblo. De esta manera, Perón promovió
la idea de que la Constitución precisaba ser actualizada e integrada, ya que la de
1853 reflejaba una ideología individualista que impedía la protección de los
derechos laborales y la regulación de la economía con propósitos sociales. Aquí
no estaba el desacuerdo con el radicalismo.
Mientras el peronismo buscaba una transformación que fuera fruto de la
expresión directa de la voluntad popular y no estuviera sujeta a ningún límite
impuesto por los poderes, la oposición liberal proponía que el Congreso, a través
del procedimiento de enmienda, estableciera qué se iba a reformar. Además, el
principio de mayoría era otra cuestión: el gobierno quería ser el auténtico
intérprete de la voluntad popular, mientras que la oposición reclamaba pluralismo
político y deliberativo.
El procedimiento de enmienda establecía que debía haber acuerdo de dos
tercios de ambas Cámaras (que decidirían específicamente qué se reformaría) y
luego la aprobación de la Asamblea Constituyente. Sin embargo, el proyecto de
reforma no enumeró los asuntos específicos (sino en términos generales e
ideológicos) y fue aprobada con dos tercios de los presentes (a propósito para
oponer la voluntad popular a la legalidad constitucional). La oposición rechazó la
reforma por la ausencia de condiciones políticas adecuadas y las irregularidades
del proceso. Sus argumentos fueron rechazados por la mayoría y en agosto de
1948 se aprobó un proyecto de reforma total. Las elecciones constituyentes le
otorgaron al peronismo una autoridad plebiscitaria y un voto a favor de Perón.
Aunque Perón no manifestó la intención de levantar la prohibición de
reelección, la oposición alegó que este era su principal objetivo.
Al aprobarse la nueva Constitución, los delegados radicales criticaron el
fortalecimiento de los poderes del presidente, el debilitamiento de los controles
del Congreso y el incremento del sistema político.
Modificaciones En primer lugar, la Constitución Nacional de 1949
reemplazaba la visión individualista de los derechos por una de tipo comunitario,
independientes y aisladas, sino como parte del conjunto social (rechazando la
visión liberal de la democracia, que se funda en un gobierno limitado por los
derechos y garantías de los individuos y la división de poderes, buscando unificar
la representación a través de la figura presidencial como agente principal del
poder popular). En ese sentido, esta enumeraba una extensa lista de derechos
sociales, no solo de los trabajadores (menos la huelga, que significaba la ruptura
con un orden que tenía la pretensión de ser justo), sino también de la familia, la
ancianidad, la educación y la cultura. Si bien reconocía los de carácter individual,
se subordinaba dicho reconocimiento al cumplimiento de ciertos fines
comunitarios. Un ejemplo de ello es fue la limitación del derecho de propiedad
con propósitos sociales. A su vez, declaraba que el abuso de derechos que
perjudique a la comunidad constituiría un delito castigado por las leyes,
permitiendo una intervención arbitraria del Estado en la reglamentación de
libertades individuales.
De la misma manera en la que el proyecto establecía el derecho del Estado a
interferir en la esfera de individualidad con propósitos sociales, se transformó
también la relación entre Estado y economía (implícita en la Constitución
anterior). El proyecto introdujo el derecho general del Estado para intervenir en
cuestiones económicas y garantizar la justicia social. Los servicios públicos
fueron declarados actividad estatal y los recursos naturales, propiedad del
gobierno nacional.En adición, se produjo una profundización del carácter
mayoritario del sistema electoral en su conjunto, puesto que estableció la elección
presidencial directa por mayoría relativa de votos y la posibilidad de reelección
indefinida del presidente por períodos consecutivos. Con respecto a la elección de
senadores, sería una directa por mayoría relativa, y se cambiarían los términos de
mandato de los legisladores para que la renovación legislativa fuera concurrente
con la presidencial. Se unificaron todos los mandatos en seis años.
Principalmente, el objetivo de dichas reformas consistía en intentar reducir las
probabilidades de que las elecciones legislativas, siendo no concurrentes con la
presidencial, pudieran privar al primer mandatario de apoyo legislativo en caso de
un cambio temporal en las preferencias de los votantes.
En lo que respecta a la figura presidencial, se optó por un fortalecimiento de
la misma y del centralismo estatal. En materia de poderes de gobierno, se eliminó
una de las pocas instituciones que permitía una forma de control del Congreso
sobre el gobierno, como era la capacidad de la legislatura de llamar a los ministros
del gabinete para que explicaran políticas desarrolladas bajo su jurisdicción.
Cualquier petición, según la Constitución de 1949, debía dirigirse al presidente,
quien era libre de decidir la forma de respuesta. También se suprimió la
obligación de que los ministros proporcionaran informes anuales al Congreso.
Otra reforma de importancia fue el fortalecimiento de los poderes de
emergencia del presidente, puesto que se dispuso un “estado de prevención y
alarma” que se aplicaría en caso de alteración del orden público, produciendo la
limitación temporaria de garantías. Sin embargo, el no-establecimiento de plazos
y su vaguedad podían dar lugar a limitaciones arbitrarias a derechos civiles
básicos. El factor fundamental de dicha modificación era que este estado podía ser
declarado por el presidente sin autorización previa del Congreso. También
ratificaba las cláusulas del Código Criminal Militar vigente (tribunales militares
con jurisdicción civil), expandiendo la autoridad del presidente para declarar la
ley marcial en tiempos de emergencia.
Además de los cambios mencionados anteriormente, podemos identificar:
• Fortalecimiento de poderes de veto del presidente, quien obtuvo el derecho
de rechazar partes de una ley, y promulgar el resto
• Extensión del período para ejercer los poderes de veto (de 10 a 20 días)
• Incorporación del derecho del presidente a introducir legislación en ciertas
áreas, como presupuesto, o establecimiento del número y funciones de los
ministros (aprobación del presupuesto por períodos de tres años).
• “Cooperación requerida por el gobierno federal para hacer cumplir la
constitución y las leyes nacionales”, como forma de justificación de nuevas
formas de intervención hacia las provincias.
• La explotación de los recursos ahora solo podía obtenerse por medio de
acuerdos con el gobierno nacional (antes las provincias tenían poder original sobre
los recursos naturales)
• Requisito de que todos los jueces federales deberían tener aprobación del
Congreso de sus nombramientos anteriores.
Unidad IV: Estado centrismo y poder militar (1955 – 1983)
Autoritarismo y democracia – Cavarozzi