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Los Centros Penitenciarios Como Medio De Resocialización En Colombia.

Camila Swann Delgado

Universidad Santiago de Cali- Seccional Palmira

Derecho

Seminario de Investigación II

Doctor Juan Lozano

20 de abril de 2021
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Introducción

El presente trabajo de investigación se refiera al tema de los centros penitenciarios como medios

resocializadores, pasando por un contexto histórico que nos permitirá entender el camino que se

ha transito hasta llegar al punto en el que nos encontramos en la actualidad. Para analizar este

tema es necesario comprender la realidad normativa y social que caponen y hacen parte de los

centros penitenciarios en Colombia, así como darle una mirada a la situación especifica de los

centros penitenciarios femeninos.


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Marco Teórico

La evolución carcelaria, se remonta desde el siglo XV, época de los aborígenes, que solo

comunidades desarrolladas como los chibchas mostraban una legislación civil y penal de gran

influencia moral para su época.

Durante el periodo republicano en el siglo XIX el contexto de la administración de justicia

criminal en Colombia, la prisión se impuso paulatinamente como la forma punitiva por

excelencia utilizada por el Estado para castigar a los delincuentes. Este proceso atravesó por una

serie de circunstancias políticas que permitieron que las diferentes facciones en el poder le

imprimieran el sello personal a esta institución de castigo

En 1890 se crea la primera cárcel de mujeres: es establecida por las religiosas del buen pastor.

En 1914 nace la ley 35: se crea la Dirección General de Prisiones; reglamentándose como

entidad adscrita al Ministerio de Gobierno.

En 1934 se crea el primer código penitenciario colombiano: primeros lineamientos de

administración penitenciaria.

En 1936 y 1938 se promulga el nuevo código penal, código de procedimiento penal y ley de

vagos.

En 1940 inicia un auge de construcciones penitenciarias: dispositivos de control social por el

desarrollo del capitalismo. Penitenciaria nacional la picota, Palmira y Popayán.

En 1940 se reestructura la Dirección General de Establecimientos de Detención, Penas y

Medidas de Seguridad (MINJUSTICIA).


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En 1958 nace lo que se conoció como “Ley de Maleantes: doctrina de la peligrosidad.”

En 1960 se reestructura lo que se llamó la División de Penas y Medidas de Seguridad

(MINJUSTICIA).

En 1992 se crea el decreto No. 2160, por el cual se fusiona la Dirección General de Prisiones del

Ministerio de Justicia con el Fondo Rotatorio del Ministerio de Justicia y se crea el INSTITUTO

NACIONAL PENITENCIARIO Y CARCELARIO – INPEC.

1993 – ley 65 de 1993, Artículo 15, El Sistema Nacional Penitenciario y Carcelario está

integrado por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, como establecimiento público

adscrito al "Ministerio de Justicia y del Derecho" con personería jurídica, patrimonio

independiente y autonomía administrativa; por todos los centros de reclusión que funcionan en el

país, por la Escuela Penitenciaria Nacional y por los demás organismos adscritos o vinculados al

cumplimiento de sus fines.

Es así como en Colombia el gran salto que se da desde lo contemplado en el código penitenciario

de 1964 al código de 1993 es significativo, no solo porque éste haya consistido únicamente en la

acotación de nuevos términos como se planteó anteriormente sino debido a que el código de

1993 es promulgado bajo los nuevos lineamientos de la Constitución de 1991, lineamientos que

hacen alusión a un Estado Social de Derecho lo cual tuvo una serie de repercusiones importantes

que llegaron inclusive a permear el ámbito penitenciario.

En la actualidad una aproximación al concepto de tratamiento penitenciario es definida como el

“conjunto de actividades educativas, instructivas, laborales, recreativas, deportivas, de actividad

culturar y un aspecto muy importante de relaciones de familia. Tal ofrecimiento pretende mostrar

al interno un nuevo proyecto de vida, otro futuro posible, para que cuando sea puesto en libertad
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no vuelva a delinquir. Esta definición y el concepto mismo es relativamente moderno y su

incorporación en la legislación colombiana no se da sino hasta la promulgación de la ley 65 de

1993 conocida comúnmente como el código penitenciario y carcelario, posteriormente reformada

por la ley 1709 de 2014 que modifica algunos apartados.

Este nuevo modelo y forma de entender los fenómenos sociales dio lugar a que se replanteara el

fin que perseguían las cárceles, debían dejar de ser centros de represión y sometimiento optando

así por una tesis resocializadora que poco a poco fue siendo acogida por muchos Estados,

llegando inclusive a ser respaldada y recomendada por instituciones internacionales los cuales

mediante el desarrollo de pactos y Congresos internacionales proclamaban la implementación de

políticas penitenciarias preventivas en lugar de políticas correctivas tomando así una posición a

favor de la tesis resocializadora; algunos ejemplos de estos encuentros internacionales fueron el

Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del delito y Tratamiento del

Delincuente (1955), el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966)2 , La

Convención Americana de Derechos Humanos (1972)3 , entre otros (Angulo González, 2006,

págs. 122-123).

Colombia al igual que muchos otros países han definido su política penitenciaria a partir del

principio de que una vez violado el contrato social, el Estado se ve en la obligación de tomar

medidas correctivas con un fin preventivo, al mismo tiempo que busca estrategias para corregir

la conducta de aquellas personas; en este orden de ideas los internos que se encuentran en las

diferentes cárceles del país son personas que están bajo una condición de protección por parte del

Estado, donde más allá de recibir comida y servicios básicos, se les ofrece principalmente un

tratamiento penitenciario con el fin de poder brindar herramientas que puedan llegar a generar un
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cambio en la conducta y pensamiento del interno para que éste al salir pueda llevar un vida

apartado del delito, siguiendo nuevamente los lineamientos establecidos en el contrato social.

Para llevar a cabo este mandato rehabilitador los centros penitenciarios deben ofrecer unas

condiciones de vida mínimas. Estas condiciones se desprenden de las interpretaciones de la Carta

Internacional de Derechos del Comité de Derecho Humanos de Naciones Unidas5 y las

interpretaciones de la Carta Interamericana de Derechos Humanos hechas por la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos6 , que son impostergables y, por ende, de inmediato e

imperativo cumplimiento

Es imperioso recordar que el esfuerzo por la resocialización del delincuente y por su

incorporación a la vida en sociedad después de su castigo, se traduce en beneficios para la

comunidad. Por el contrario abandonar tal enfoque hace que el sistema penitenciario y carcelario

se convierta en un sistema multiplicador de conflictos que genera más y “mejores” delincuentes

(la cárcel como universidad del delito), lo que finalmente termina siendo más costoso para el

conglomerado social (Sentencia T-762 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado)4

Programas de resocialización y redención de pena. Lo primero que se debe advertir es que la

redención de pena no es un beneficio ni un subrogado (mecanismo sustitutivo de la pena) sino

una expresión de la dignidad humana y un instrumento por medio del cual el Estado ofrece al

penado la posibilidad de resocializarse. Además de percibirse una remuneración como

contraprestación por el trabajo realizado, esta clase de actividades repercuten en el descuento del

tiempo impuesto como pena de prisión.

Tabla que muestra parámetros de redención de pena:


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Redención de Pena Descuento Punitivo Intensidad Horaria

Trabajo 2x1 8 = 1 día

Estudio 2x1 6 = 1 día

Enseñanza 2x1 4 = 1 día

El Decreto 1405 de 1934 y el Decreto 1817 de 1964 se hacía alusión al principio de que el

trabajo y la educación serán la base para la regeneración moral y social de los reclusos, sin

embargo, en estos decretos solo se hacían mención de dos programas, trabajo y educación

Mas Sin embargo las experiencias de los privados de libertad son el enlace para entender los

contextos sociales en los que se encuentra nuestra sociedad y, además, para examinar la

verdadera realidad que viven las cárceles. Cada ser humano tiene su propia suerte, suerte que

puede ser beneficiosa, aunque enseñe a golpes. El ejercicio de identificar y apreciar las distintas

historias de vida de los internos hace posible encontrar problemas que, sin considerarlo, también

pueden estar afectando a más individuos, y que por esto mismo necesitan contarse para todos.

El Buen Pastor refleja la situación general de las mujeres privadas de la libertad en Colombia. En

apenas seis establecimientos se encuentra 42,5% de la población interna femenina. La escasa

infraestructura, que se caracteriza por instalaciones antiguas y precarias, se une al aumento

exagerado de las mujeres encerradas que creció 329% entre 1990 y 2013 para generar un índice

de hacinamiento general de 86%, treinta puntos porcentuales superior al soportado por los

hombres presos en Colombia.

Este crecimiento rápido y continuo de la población penitenciaria femenina se remonta al inicio

de la guerra contra el narcotráfico. Mujeres de escasos recursos, que encuentran en el


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microtráfico su principal medio de subsistencia, engrosan las filas de las vencidas en una guerra

desigual plagada de victorias pírricas. Después de todo, siempre se podrá decir que el número de

mujeres condenadas por narcotráfico ha aumentado 206,6% en los últimos diez años en

Colombia. Este aumento resulta aún más significativo si se tiene en cuenta que las mujeres

sindicadas y condenas por narcotráfico representan 48,9% de toda la población interna femenina.

Patio 4, conocido como la guardería de la prisión. Actualmente hay 32 menores de tres años en el

Buen Pastor. Según el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, hoy son 133 niños(as) los

que están con sus madres en los distintos establecimientos administrados por el Inpec. En todo el

país hay encerradas 28 madres lactantes y 125 gestantes.

El número de mujeres privadas de la libertad en centros penitenciarios del Instituto Nacional

Penitenciario y Carcelario (INPEC) pasó de 1.500 en 1991 a 7.944 en junio de 2018. Este

acelerado incremento del 429%, contrasta con el aumento del 300% en el número de hombres en

el mismo período.

De hecho, el 53.4% de ellas narra haber cometido el delito por razones relacionadas con su

vulnerabilidad económica. El 45,2% fue detenida por delitos relacionados con la fabricación,

tráfico o porte de pequeñas cantidades de estupefacientes, siendo usualmente, los eslabones

débiles y fácilmente sustituibles de la cadena delictiva.


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Pregunta

¿Nuestro Estado Social de Derecho, propende por la resocialización en los centros

penitenciarios?

Objetivo General

 Realizar un paneo normativo y social del régimen penitenciario en Colombia a través de

su historia.

Objetivos Específicos

 Observar los cambios históricos del sistema penitenciario.

 Observar el impacto de la incorporación a la vida en sociedad después del castigo.

 Observar el impacto social en la comunidad después del castigo.

 Observar específicamente el tema penitenciario, en los centros femeninos.


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Metodología

Se plantea una metodología que soporta su investigación en el análisis de fuentes documentales,

archivos de prensa entrevistas, búsqueda de cuestionarios, diarios de campo, ensayos, trabajos de

grado y bibliografía historiográfica existente sobre las formas de castigo penal y del sistema

penitenciario y carcelario en Colombia en a través del tiempo. Se abordan las fuentes, analizando

crítica y articuladamente el tema, los autores, la época y los mismos textos que permitieron

acceder a conocimientos previos sobre el tema.

Justificación

La legislación Colombiana establece que desde el momento de la fase de ejecución de la pena se

tendrá en cuenta la prevención especial y la reinserción social, siendo el fin fundamental en este

escenario la resocialización. Aunque este objetivo no está consagrado constitucionalmente como

ocurre en otras partes del mundo. Colombia actuando en consecuencia por lo dispuesto en el

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 10-3), que se integra a nuestra

Constitución por vía del bloque de constitucionalidad, adopta un estándar dirigido hacia la

rehabilitación del condenado, buscando que el individuo no vuelva a delinquir en el futuro, para

lo cual se deben abordar los factores específicos que lo vinculan con la comisión de delitos. Es

por tanto en atención a lo anterior, que se hace indispensable conocer cuál es el momento actual

del sistema penitenciario en Colombia, y si se cumplen los objetivos antes mencionados con

respecto a la resocialización.
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Referencias

Mercado C. (2014, agosto) “cien años de construcción de un sistema carcelario y penitenciario

en Colombia”. En instituto nacional penitenciario y carcelario inpec.

CICR, (2019, febrero) “Hay una necesidad urgente de implementar un enfoque diferenciado de

género”. En Informe cárceles y mujeres en Colombia”

Márquez, J. (2013, abril). “Estado punitivo y control criminal. Cárceles, prisiones y

penitenciarías en Colombia en el siglo XIX”. En: Scielo.org. Revista Criminalidad.

Arias G. (2017). “Políticas de resocialización en el sistema carcelario en Colombia en el periodo

2015 al 2017”. En repositorio de la Universidad Católica de Colombia.

Ordoñez D. (2016). “Impacto de los programas de resocialización en la reinserción social de la

población reclusa”. En repositorio de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno Universidad

Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario

Llamas R., O. (2002). Cárcel, trabajo y disciplina: sistema penitenciario en el Estado de Bolívar:

1870- 1886. Tesis de grado. Programa de Historia. Universidad de Cartagena.

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