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Resumen de El príncipe y el
mendigo (Mark Twain)
En tiempos del rey Enrique VIII vivía en Londres un joven mendigo llamado Tom
Canty. En una ocasión, tras colarse al palacio real, Tom se encontró ante el
príncipe de Gales. Al comprobar su gran parecido, decidieron intercambiarse
las ropas y su papel en la vida. A partir de entonces, la situación de ambos se
invirtió y el muchacho pobre y acostumbrado a la miseria se vio tratado como
un príncipe de sangre real, mientras que el hijo del rey conocía el hambre, las
persecuciones y la injusticia.

1. Nacimiento del príncipe y el mendigo


En la antigua ciudad de Londres, cierto día de otoño en el segundo cuarto del
siglo XVI, nació Tom Canty, en el hogar de una familia muy pobre que no lo
deseaba. Al mismo tiempo, nació Eduardo Tudor, el príncipe de Gales. No se
hablaba en toda Inglaterra más que del recién nacido anhelado y esperado por
todos, mientras que de Canty nadie se preocupaba.

2. La infancia de Tom
Tom Canty vivía en un barrio muy pobre, cerca del puente de Londres, en Offal
Court. Su padre era mendigo, ladrón y borracho, al igual que su abuela, quienes
le daban una paliza a Tom cada vez que regresaba a casa con muy pocos
peñiques que obtuvo mendigando, pues él no estaba dispuesto a robar gracias a
las enseñanzas del padre Andrés, quien también le enseñó a Tom a leer, escribir y
latín. Tom tenía dos hermanas gemelas, Bet y Nan. Su madre también vivía con
ellos y procuraba darle a Tom un pedazo de pan cuando regresaba, aunque ello le
costaba una paliza por parte de su esposo. Tom leía con frecuencia los libros del
sacerdote y se comenzó a identificar y a soñar con la vida de los príncipes. Poco
a poco, los sueños y las lecturas produjeron en él un cambio de temperamento.
Los personajes que veía en las historias eran tan elegantes que comenzó a
lamentarse de su pobre situación y gustaba de imaginarse que él era un príncipe.
Al principio, su cambio produjo risa en sus amigos, pero poco a poco comenzó a
ganarse el respeto por su elegancia al hablar y la admiración de los del barrio,
incluso lo consultaban para pedirle consejos y la sabiduría de Tom en estos
menesteres era siempre correcta.

Una noche soñó que era príncipe, pero al despertar y percatarse de su realidad,
vino la amargura, el tormento del corazón y las lágrimas.

3. El encuentro de Tom con el príncipe


Un día Tom caminó hasta llegar a Temple Bar, el distrito más apartado de su
casa. Allí Tom divisó un gran palacio y se asomó por las rejas para ver lo que
tanto anhelaba en sus sueños ver, a un verdadero príncipe jugando en el jardín,
vestido con ropa suntuosa y de modales elegantes. De pronto uno de los
centinelas que vigilaba la entrada fue a echar al mendigo, pero el príncipe divisó
lo que su soldado hacía, le llamó la atención y dejó pasar a pobre Tom al palacio.
El príncipe de Gales le dio de comer y le preguntó acerca de su vida. Tom, quien
respondía a su preguntas y cuyas respuestas no eran más que la cruel realidad que
vivía, encendieron la indignación y el enojo de Eduardo, quien a su vez se
emocionó al pensar la libertad que tenía su interlocutor, los divertidos juegos que
jugaba con sus amigos y la alegre vida que llevaba fuera de su casa, así que le
sugirió a Tom que invirtieran papeles por un día, que Tom fuera príncipe y
Eduardo fuera mendigo, pues el parecido, el perfil, los ojos, la voz, todo, eran
idénticos. Tom accedió y Eduardo salió del palacio vestido como mendigo, sin
embargo, como tal también fue tratado por el mismo centinela que había
agredido a su amigo. Eduardo, indignado, amenazó al centinela de ser castigado
por su padre el rey, pero esto sólo provocó las risas y el maltrato de los presentes.
4. Las primeras tribulaciones del príncipe
Después de varias horas de hostigamiento y de burlas, el príncipe se vio
finalmente libre de la gente que lo molestaba, sin embargo, estaba perdido, sólo
sabía que estaba en Londres. De pronto entró a una iglesia, el Hospicio de Cristo,
el cual había construido su padre, el rey, para los niños pobres y huérfanos. Al
llegar allí dijo que era el príncipe de Gales y que deseaba que lo llevaran al
palacio, lo cual provocó las risas de los niños presentes y su enfado al ver la
prepotencia con la que actuaba Eduardo, así que lo persiguieron, lo lastimaron y
lo echaron del Hospicio. Eduardo pensó que cuando él fuera rey, no sólo les daría
pan y albergue a los pobres, sino también enseñanza, que nunca olvidaría aquel
día que tanto la ha enseñado acerca de la vida de los más necesitados. De repente,
el padre de Tom lo tomó por el cuello y le advirtió acerca de la paliza que le
esperaba. Eduardo trataba de zafarse y aclaraba que él era el príncipe de Gales y
que deseaba que lo llevara a casa, sin embargo el señor Canty no se daba cuenta
de que Eduardo no era su hijo y creía que éste se había vuelto loco. Arrastró al
príncipe, que no dejaba de resistirse y desapareció.

5. Tom en el palacio
Tom se observaba en el espejo con gran admiración, pero al ver que el príncipe
no regresaba comenzó a angustiarse por su tardanza. Pensaba que de ser
descubierto, lo matarían, así que trató de asomarse por la puerta y al ver que los
criados se levantaban ante su presencia, regresó al salón asustado. La princesa
Juana de Grey fue a visitarlo y en cuanto ella entró, Tom lle pedía que fuera
piadosa con él y que no lo mataran, pues sólo era un pobre mendigo que no tuvo
la culpa de lo sucedido, sin embargo, Juana salió presurosamente diciendo que el
príncipe se había vuelto loco. El rey hizo llamar a su hijo para confirmar las
sospechas que rumoraban por el palacio acerca de su locura y cuando Tom entró,
se arrodilló ante el rey Eduardo VIII pidiéndole su gracia, su perdón y
misericordia. El rey confirmaba que su hijo se había vuelto loco y pensaba que
los estudios excesivos lo habían trastornado, pero loco o no, seguía siendo el
príncipe y futuro rey de Inglaterra. Asimismo, anunció que al día siguiente sería
consagrado en su dignidad de príncipe con el ceremonial tradicional y que para
ello, el gran heraldo hereditario de Inglaterra, Norfolk, encarcelado en la Torre
del palacio, sería sentenciado a muerte. Tom sintió culpa por la sentencia que le
esperaba a aquel hombre y se dio cuenta de que ahora era verdaderamente un
cautivo, y que podía quedar para siempre encerrado en su dorada jaula, como un
príncipe abandonado y sin amigos. Sus antiguos sueños habían sido muy
agradables pero la actual realidad era lúgubre.

6. Tom recibe instrucciones


Lord Hertford, tío del príncipe y lord Saint John le dieron instrucciones a Tom de
evitar hablar demasiado y de disculparse amablemente ante las personas que no
reconociera. Las hermanas del príncipe, las princesas Isabel y Juana fueron a
visitar a Tom para conocer más acerca de su estado. Tom sintió que sólo ellas
podrían ser sus amigas y aliadas en el palacio. Sir William Herbert, al parecer un
amigo del príncipe, solicitó verlo, pero Tom se excusó y trató de descansar antes
de ir a la ceremonia y banquete que le tenían preparado en la ciudad.

Lord Saint John sospechaba que el príncipe podría ser un impostor, sin embargo
Hertford le reprimió porque lo que pensaba era traición, pues no podía concebir
que dos personas, que no fueran de la misma sangre, fueran idénticas y que la
casualidad fuera tal, que uno se intercambiara por el otro.

7. La primera comida regia de Tom


Tom se presentó en la comida con un nuevo atuendo, igual de lujoso al anterior.
Por el hambre, quiso abalanzarse sobre la comida, pero tuvo que contenerse por
el protocolo, no sin demostrar su falta de modales para la mesa y falta de
conocimiento sobre ciertos alimentos. Al terminar el banquete, Tom se fue a su
cuarto y encontró un libro relativo a la etiqueta en la corte de Inglaterra y se
dispuso a leerlo antes de dormir.

8. La cuestión del sello


El rey sentía que la vida se le iba, pero no deseaba morir sin antes dejar sus
asuntos en orden y suceder a su hijo. Su majestad necesitaba un sello real, que le
había encargado a su hijo Eduardo, para llevar a cabo la ejecución de lord
Norfolk y así poder coronar cuanto antes al príncipe, sin embargo Tom tuvo que
decir que no recordaba en dónde lo había puesto y el rey pidió que le aceptasen el
sello chico para recibir la cabeza del desafortunado Norfolk.
9. El festival en el río
Sobre el río Tamesis se llevaba a cabo una especie de noche de luces con barcas
y antorchas para recibir al embajador de Francia y su séquito, así como para
rendir sus respetos al príncipe de Gales. Pobre Tom, quien nunca había visto
tanta suntuosidad y se había criado en una familia de mendigos, ahora se
enfrentaba a la admiración de mucha gente y a la elegancia y opulencia real de
Inglaterra.

10. Los apuros del príncipe


Entre tanto, el príncipe era llevado por Juan Canty a Offal Court, pero en el
camino, el príncipe no dejaba de admitir su posición y Jaime tomó una leña y
trató de pegarle en la cabeza, pero alguien se interpuso para salvar al muchacho y
cayó al piso inconsciente.

Al llegar a casa, el padre de Tom se burlaba junto con la abuela de su supuesta


demencia y se disponían a darle una tunda cuando la madre de Tom se interpuso
y recibió la mayoría de los golpes. Más tarde, todos se durmieron y la madre de
Tom no podía sacar de su pensamiento la idea de que aquel muchacho talvez no
era su hijo, así que hizo una prueba mientras todos dormían para que su hijo
hiciera un gesto con las manos muy usual en él desde pequeño, sin embargo, éste
no lo hizo y la madre de Tom continuaba confundida. Tras un largo rato, el
príncipe se despertó pensando que había soñado que era mendigo, pero al
percatarse de su realidad, entró la angustia y el pesar. De pronto, tocaron a la
puerta para advertirle a Jaime Court que se marchara cuanto antes porque el
hombre al que había golpeado era el padre Andrés y estaba a punto de morir. La
familia Canty salió de Offal Court rápidamente, Juan llevaba al príncipe de la
mano para que no escapara y le dijo a la familia que si se llegaban a perder se
verían en el puente de Londres. Una vez en la ciudad, dado el festejo del río,
había un tumulto de gente. Un barquero se le acercó a Canty con una copa para
que brindara a la salud del príncipe de Gales y cuando éste la tomó, no pasó ni un
segundo para que Eduardo huyera entre las piernas de la multitud. El príncipe
pensó que debía ir al Ayuntamiento para aclarar lo sucedido, denunciar el acto de
traición, pues dedujo que Tom Canty había aprovechado deliberadamente aquella
ocasión para convertirse en usurpador. Resolvió que concedería a Tom un tiempo
prudente para pedir perdón a Dios y arrepentirse, y luego sería ahorcado,
arrastrado y descuartizado como era costumbre para los casos de alta traición en
aquella época.

11. En el Ayuntamiento
En una balsa real estaban Tom y las hermanas del príncipe presenciando la gran
ceremonia. De pronto, anunciaron la noticia de que el rey había muerto y
glorificaron al nuevo rey Eduardo. Tom preguntó si tenía el derecho, como rey
soberano, de pedir cualquier cosa y solicitó que liberaran y perdonaran la vida de
Norfolk, así como dejar a un lado la ley de la sangre por la ley del perdón.

Entre tanto, el príncipe estaba en el ayuntamiento tratando de explicar que su


situación, sin embargo la gente se burlaba de él y dado que el príncipe mantenía
su actitud de realeza, una persona se abalanzó sobre él para golpearlo cuando de
pronto un hidalgo, Miles Hendon, se interpuso para salvarlo de la multitud. En
ese momento un mensajero del rey dio el anuncio de que el rey había muerto y la
multitud se disipó. Miles Hendon tomó al muchacho en brazos y salieron
huyendo de allí.

12. El príncipe y su libertador


Miles y el príncipe se dirigieron hacia el puente de Londres, donde Hendon se
hospedaba. Allí, Juan Canty trató de tomar al príncipe, pero Miles lo defendió y
amenazó a Juan con su espada, advirtiéndole que no se lo entregaría y lo
defendería de él. Juan se marchó rumorando amenazas y maldiciones. Al subir a
la habitación, el príncipe cayó rendido hasta que llegó la comida. Eduardo seguía
admitiendo que él era el príncipe, ahora rey, y demandaba tratos reales por parte
de su protector. Éste, por por compasión hacia el muchacho que consideraba
demente y a quien deseaba adoptar y cuidar, le siguió siempre el juego. Miles le
contó que él era un hijo de barón, con dos hermanos, Arturo y Hugo. Arturo
estaba destinado a casarse con su prima, a quien Miles amaba, y Hugo, al ver
flaquear la salud de Arturo y por su ambición por la fortuna de su prima,
calumnió a Miles hasta que su padre determinó que debía marcharse, desterrado
de Inglaterra. Desde entonces, él ha estado en batallas difíciles y ahora regresaba
por primera vez después de 7 años de destierro. El príncipe le prometió a Miles
que le daría cualquier cosa que pidiera, y éste, para poder sentarse ante su
presencia, solicitó siempre poderse sentar, él y su descendencia, frente al rey.
13. La desaparición del príncipe
A la mañana siguiente, Miles salió temprano a comprar algo de ropa para su
protegido. Cuando regresó a la posada, vio que el príncipe ya no estaba porque,
según le informó uno de los criados del hotel, un muchacho visitó al príncipe
para avisarle que Miles lo estaba esperando en algún lugar, sin embargo y
evidentemente, no era él quien lo esperaba, sino Juan Canty, quien a través de
engaños se llevó al muchacho consigo. Miles tomó la determinación de que lo
buscaría hasta encontrarlo, cueste lo que cueste.

14. El rey ha muerto ¡Viva el rey!


Por la mañana, Tom había despertado de un largo sueño donde estaba con su
madre y sus hermanas, para enfrentarse a su nueva realidad como el nuevo rey de
Inglaterra. Después de la complicada tarea de vestir al rey, se presentaron los
ilustres magnates nombrados albaceas por el difunto rey, para solicitar la
probación de Tom para ciertos asuntos. Tom se preocupó al ver los gastos que
implicaban al rey, haciendo el comentario de que así como iban los gastos, se
irían a la quiebra y que había que ahorrar viviendo en un lugar mucho más
modesto. La aburrida labor prosiguió con tedio exasperante y antes del mediodía,
el niño de azotes del príncipe se presentó para que le dieran su castigo porque el
príncipe había fallado en una lectura. Este niño de azotes era un trabajo muy
común en aquella época, pues la realeza no podía ser tocada por nadie y para ello
tenían una persona que recibiera los castigos por ellos. Su nombre era Humphrey
Marlow y como Tom tenía suficiente perspicacia para comprender que aquel
muchacho podría serle útil, incitó a Humphrey a seguir hablando para mantenerse
informado respecto a los personajes y asuntos de la Corte y, por consiguiente,
decidió enterarse cada día por medio de la misma fuente. Tom apenas había
despedido a Humphrey cunado Hertford entró para preguntarle si ya había
recordado en dónde estaba el gran sello, pero al ver que no sabía, pensaron que
Tom había perdido, nuevamente, el juicio.

15. Tom actúa como rey


Los deberes de rey, atender una serie de demandas del reino tras una larga fila de
cortesanos, le eran a Tom extremadamente aburridas. Tom anhelaba
fervientemente tomar parte en el bullicio de la calle y su libertad. Tom se percató
que un hombre, una mujer y su hija estaban condenados a muerte, así que pidió
hablar con los acusados. Primero atendió al hombre que se le acusaba de haber
envenenado a otro hombre, pero Tom lo había visto, el mismo día por el cual se
le acusa, salvando valientemente a un hombre que había caído al río, así que por
carecer de suficientes pruebas lo absolvió. Después atendió a la mujer con su
hija, a quienes se les acusaba de haber hecho brujería y tener la capacidad de
crear tormentas cada vez que se quitaban las medias pero Tom, quien hacía
apreciaciones acertadas del asunto, le pidió a la señora que provocara una
tormenta, sin embargo, ella no pudo y Tom la perdonó de ir a la horca.

16. La comida regia


Tom asistió, en su cuarto día de reinado, a un banquete real en su honor. Era
increíble observar cómo se había adaptado a su nueva situación y cómo muchos
pensaban que el rey recobraba su juicio.

17. Fufú I
Miles Hendon se dirigió al extremo del puente hacia Southwark en busca del
príncipe, pero no lo encontró en todo el día, así que tomó la decisión de ir a
Hendon Hall, su hogar, pues creía que el muchacho probablemente lo buscaría
allí porque conocía los planes de Hendon.

Entretanto, el desaparecido reyecito fue a parar con Juan Canty nuevamente,


quien ahora se hacía pasar por Juan Hobbs para encubrir su asesinato. El pobre
príncipe sufría la muerte de su padre, aunque muchos estaban aterrorizados por
sus leyes y las penas a los crímenes.

Había llegado la noche y la pandilla acababa de amar, dicha pandilla estaba


conformada por 25 personas de todo tipo de chusma, aunque la mitad de ellos ya
habían partido hacia el este y los demás iban a su encuentro al amanecer. Varios
exponían sus quejas, algunos que fueron granjeros, ahora estaban destinados a
mendigar y ser azotados por la ley porque le quitaron sus tierras, otros eran
esclavos fugitivos o asesinos, como Canty. El príncipe escuchó las quejas y
afirmó que cambiaría su situación como rey. Todos se burlaban de él y lo
llamaron Fufú I: el rey de los bobos. Los ojos del monarca se inundaron de
lágrimas de vergüenza e indignación por la falta de gratitud que expresaban
todos.

18. El príncipe con los vagabundos


La pandilla de vagabundos emprendió su camino en la mañana. Hugo, uno de
ellos tomó al príncipe para mendigar y robar dinero, al mismo tiempo que lo
protegía de su padre. En el camino, Hugo tuvo la idea de aparentar enfermedad y
pedir dinero. De pronto se acercó un señor de aspecto bondadoso, pero el rey le
aclaró al viajero que Hugo mentía y había robado su dinero, así que Hugo se fue
corriendo y el príncipe quedó libre. Todo el día lo usó para huir de los
vagabundos. Por la noche estaba cansado, hambriento y muerto de frío, se dirigió
a un establo y tomó un par de mantas, con hedor a caballo, para armarse una
cama. Pasó miedo cuando sentía un cuerpo caliente que lo tocaba, pero al
descubrir que éste pertenecía a una ternera y se alegró de aquella inesperada
compañía que le daba calor y consuelo en su soledad, pues se había sentido tan
abandonado que agradeció la presencia de tan humilde animal.

19. El príncipe con los campesinos


A la mañana siguiente un par de niñas vieron al pequeño monarca y se acercaron
a él, creyendo todo cuanto él les contaba respecto a su posición real y sus
desventuras. La madre de dichas niñas, una campesina viuda, se compadeció del
rey, lo alimentó y trató de averiguar de dónde venía y cuál era su profesión. Dado
que el rey hablaba una gran conocimiento acerca de la comida de reyes, la señora
pensó que era pinche de la corte y le pidió que cocinara algo, pero dicha misión
salió mal y en su lugar tuvo que lavar los platos. El rey descubrió que Juan
Canty, en compañía de Hugo, se acercaban a la casa, así que salió por el otro
extremo comiendo para escapar de los rufianes.

20. El príncipe y el ermitaño


El pequeño monarca se introdujo en el bosque pero la espesa noche no le
permitía ver nada hasta que por fin divisó una luz en una cabaña. Allí estaba un
anciano rezando y como el príncipe tenía mucho frío, decidió tocar a la puerta
para pedir asilo. El anciano ermitaño, quien se había reducido para dedicar su
devoción a Dios, dejó pasar a su invitado, pues consideraba una gran devoción a
Dios el vestir sencillo para su rango real. El anciano estaba convencido de ser un
arcángel, pues podría haber sido Papa si el rey Enrique de Inglaterra no lo
hubiera arruinado. El ermitaño le dio de cenar y un pequeño cuarto al monarca
para que descansara, pero cuando comprendió que el muchacho era el rey de
Inglaterra, sintió deseos de matarlo, así que le ató las manos y los pies mientras
dormía.

21. Hendon acude a rescatarlo


El viejo se sentó junto al monarca sin dejar de afilar su cuchillo mientras seguía
murmorando y haciendo muecas.

Después de largo rato, el anciano le dijo al rey que rezara la oración de los
moribundos porque estaba a punto de morir. El muchacho se estremeció y su
rostro se puso pálido. Renovó sus esfuerzos para quedar libre pero todo fue inútil.

De pronto, se oyeron murmullos de voces junto a la choza y Miles Hendon exigió


que le abrieran la puerta. Hendon había encontrado a Juan Canty y Hugo y ellos
lo llevaron hasta la choza del anciano tras seguir las huellas del muchacho.
Eduardo trataba de hacer ruidos y liberarse, pero el anciano argumentaba que era
el viento y que el muchacho no estaba porque había hecho un encargo. Hendon
desconfió porque sabía que el rey se negaría a realizar cualquier tipo de orden, no
obstante el viejo encontró la manera de engañar a Hendon argumentando que era
un arcángel y ambos salieron en búsqueda del muchacho. El rey perdió toda
esperanza y sintió su corazón oprimido por una desesperación profunda. De
pronto escuchó que se abría la puerta y vio delante de él a Juan Canty y a Hugo.
Un momento después, sus capturadores se lo llevaron a toda prisa a través del
bosque.

22. Víctima de una traición


Nuevamente, el rey Fufú I se halló entre los vagabundos y malhechores. Canty y
Hugo le odiaban, pues todos los demás forajidos lo admiraban por su valor y
firmeza. Durante 2 o 3 días Hugo hizo ocultamente todo cuanto pudo para
fastidiar al muchacho hasta que el rey se cansó, le derribó al suelo de un
garrotazo y luchó esgrima contra él. Al cabo de 15 minutos, el rey había ganado
la batalla y el jefe de la pandilla, con aparatosa ceremonia, coronó al rey como
“Rey de los gallos de pelea”. A la mañana siguiente, Hugo se levantó con el
enorme deseo de venganza contra Eduardo. Entre sus malintencionados
propósitos tenía como plan acusar al rey de haber cometido un crimen de
cualquier índole y entregarlo a las implacables garras de la justicia. Pronto llegó
su oportunidad y Hugo robó un paquete que llevaba una señora y lo dejó en
manos del rey. La señora agraviada capturó al rey y la gente se juntó a su
alrededor para tomar justicia en sus manos pero Miles Hendon apareció al rescate
y pidió que aquello lo dejaran en manos de la justicia.

23. El príncipe prisionero


El gentío se apartó para dar paso a un alguacil. El monarca sentía la tentación
irresistible de rebelarse, pero Hendon le dijo que dado que las leyes eran parte de
la realeza y él era el rey, debía respetarlas para poner el ejemplo. Una vez frente
al juez, se percataron que la pena podría ser ahorcar al príncipe, pues en aquella
época eran sentenciados los que robaban algo cuyo valor superara los 3 chelines
y aquel paquete era un cerdito valorado en más de 3 chelines. La señora
agraviada decidió que no condenaría a la horca al muchacho por algo tan poco
grave, así que la pena fue menor, sólo unos días en una celda. No obstante, el
alguacil se percató del arreglo y aprovechó la situación para comprar el cerdito
por un menor precio.

24. La evasión
Miles se dio cuenta de esta transacción y del chantaje del alguacil así que utilizó
dicha información para chantajearlo y conseguir que los dejara ir libres. Al
principio, el alguacil no deseaba ceder, argentando que su chantaje era una
broma, pero Hendon lo amenazó con divulgar su acto de corrupción y las
consecuencias serían la horca, así que finalmente los dejó escapar.

25. Hendon Hall


Miles estaba muy ilusionado por regresar a casa, ver a sus padres, a sus hermanos
Arturo y Hugo y a su amada Edith, pero al llegar, Hugo lo observó como si fuera
un desconocido y le dijo que sus padres, Arturo y mucha gente de la servidumbre
habían fallecido y era imposible reconocerlo porque él mismo no lo reconocía.
Entonces Miles pidió ver a Edith, pero ella, actual esposa de Hugo, también lo
negó. Miles comprendió entonces que Hugo hizo la carta falsa anunciando la
muerte de Miles para despojarlo de sus bienes. Hugo, con el rostro encendido,
ordenó que apresaran a Miles, pero éste los amenazó y aclaró que no se
marcharía porque Hendon Hall le pertenecía legítimamente.

26. Repudiado
El rey le pidió a Miles que le llevara a su tío Lord Hertford una carta escrita en
griego, latín e inglés. Miles estaba absorto por el episodio que acababa de
presenciar y molesto por la injusticia que se cometió en su contra. Edith le pidió a
Miles que se marchara, pues Hugo no tendría piedad al ver que sus bienes
peligran y lo mataría. En ese momento entraron los alguaciles y se entabló una
lucha violenta, pero Hendon no tardó en ser dominado y preso. El rey también
fue detenido y ambos fueron conducidos a la cárcel.

27. En la cárcel
Hendon y el rey pasaron una noche terrible en la cárcel. Durante la semana
siguiente, los días y las noches fueron igual de terribles. Un anciano, antiguo
criado de Hendon, Black Andrews, reconoció a Miles y resultó ser muy útil, pues
se presentaba varias veces para introducir de contrabando algunos manjares
exquisitos y también traía las noticias que circulaban por la población. De esta
manera, Hendon fue enterándose poco a poco de la historia de su familia: hacía 6
años que Arturo había fallecido. Esta pérdida, unida a la falta de noticias de
Hendon, empeoró la salud de su padre, el cual quiso ver a Hugo y a Edith unidos
en lazo matrimonial antes de su muerte. La joven suplicó un aplazamiento de la
boda, confiando en el regreso de Miles, y fue entonces que se recibió la carta con
la noticia de fallecimiento de éste. El terrible disgusto dejó a sir Richard postrado
en cama e insistió en que se hiciera la boda. El matrimonio no fue feliz y se
rumoraba que Edith encontró una copia de la carta fatal y le acusó de haber
precipitado la boda y la muerte de Sir Richard. Todo el mundo sabía que Hugo
trataba cruelmente a Edith y a los criados.

El anciano también mencionó que corría el rumor de que el rey estaba loco y que
Hugo asistiría a la coronación del mismo, así como la absolución del duque de
Norfolk y la nueva propuesta para abolir las leyes más crueles que empobrecen y
oprimen al pueblo. Esta noticia dejó a su Majestad mudo de asombro y
melancolía. Consiguieron calmarle dos mujeres encadenadas que se hallaban
cerca de él y eran acusadas de anabaptistas. Al día siguiente, sacaron a los presos
para observar la ejecución de las dos mujeres en la hoguera. Dicha escena, heló la
sangre del rey al grado que hubiera deseado ser ciego. El pequeño monarca, al
ver las múltiples injusticias que se hacían y la dureza de las leyes de Inglaterra
concluyó que esto representaba una deshonra para Inglaterra y que los reyes
debían de aprender un poco de caridad para ser más justos.

28. El sacrificio
Miles fue condenado a pasar 2 horas en la picota. El rey estuvo a punto de ser
condenado también por andar en tan mala compañía, pero por su corta edad,
quedó libre después de una severa reprimenda. La multitud rugía alborozada ante
aquel episodio y el rey gritó que dejaran a Miles en paz, sin embargo, esto sólo le
costó la sentencia de varios latigazos. Ante esto, Miles se sacrificó solicitando
que le dieran a él los latigazos. Mientras Hendon recibía los latigazos, el pobre
reyesito lloró ante el proceder magnánimo de Hendon, quien iba adquiriendo en
su mente un agrado cada vez más alto de admiración y gratitud. Al terminar el
castigo, el rey se le acercó a Hendon y le confirió el título de conde.

Sir Hugo, quien había presenciado la escena de tortura, se marchó complacido


ante los agravios contra su hermano.

29. Hacia Londres


Dadas las circunstancias actuales, Hendon pensó en ir a Londres para pedir el
favor y comprensión del famoso joven rey compasivo y generoso. Eduardo y
Miles llegaron a Londres por la noche y ya hacía tres semanas que el rey había
fallecido y al día siguiente sería la coronación del nuevo rey. Las festividades ya
habían comenzado y todo el mundo se sentía henchido de patriotismo, y sobre
todo, de bebidas fuertes. Entre el tumulto y el festejo Hendon y el rey se vieron
separados y perdidos.

30. Los progresos de Tom


Tom se encontraba libre de los temores que sentía al principio; le empezaba a
gustar cada vez más su vida como monarca; siguió siendo bondadoso y enemigo
implacable de las leyes injustas. Al principio recordaba al verdadero rey, pero a
medida que transcurría el tiempo el espíritu de Tom fue viéndose cada vez más
embargado por sus nuevas aventuras y poco a poco acabó por olvidar al
verdadero monarca y cada vez que se acordaba de él se sentía culpable y
avergonzado. El 19 de febrero, a media noche, Tom Canty estaba dormido en su
rico lecho mientras que Eduardo, hambriento, sediento, sucio y tiznado se veía
apretujado entre una turba y observaba con vivo interés a los obreros que
entraban y salían de la abadía de Wetminster, llevando a cabo los últimos
preparativos para el acto de la coronación.

31. El desfile de la coronación


El día de la coronación se llevó a cabo un magnífico festival flotante sobre las
aguas del Támesis porque por tradición el desfile de la ceremonia tenía que
empezar en la Torre, para luego atravesar la capital. Era un espectáculo brillante,
que fue acogido con estruendosas aclamaciones entusiastas y Tom aventaba
monedas a la muchedumbre. De pronto Tom reconoció a su madre entre la gente
y se cubrió los ojos con las manos, haciendo el gesto que ella reconocía. Poco
después, su madre salió entre la multitud y se arrodilló ante Tom llamándolo su
hijo querido. Los labios de Tom balbucearon las palabras: “No te conozco
mujer…” y un guardia brutal la apartó de allí. Tom Canty no veía ni oía ya nada.
Se sentía avergonzado de haber negado a su madre y deseaba ser libre de su
cautiverio. El duque le pidió que aparentara mejor cara, pues Tom estaba absorto
en sus pensamientos y cabizbajo. Tom aclaró que aquella mujer era su madre,
pero el duque lo tomó con un nuevo arranque de locura.

32. el día de la coronación


Tom canty apareció en el umbral de castillo con un largo manto y subió a la
plataforma del trono. Tom se puso cada vez más pálido y un profundo
remordimiento invadió su alma cuando de pronto el verdadero rey prohibió que
le pusieran la corona. Todos se levantaron de sus asientos e intentaron capturar a
Eduardo, pero Tom, enérgicamente, prohibió que lo tocasen aclarando que
Eduardo era el verdadero rey. La gente estaba asombrada con el parecido físico y
el duque de Somersmit, protector y tío del rey, formuló varias preguntas acerca
del palacio, las hermanas princesas y el rey, de las cuales Eduardo contestó bien;
no obstante, el duque sentía que éstas no eran pruebas suficientes, así que le
preguntó a Eduardo dónde estaba el sello real desaparecido.
Eduardo mandó a uno de sus criados, Saint John, a buscar el Gran sello en un
escondite especial que tenía en su habitación, sin embargo, Sir John no lo
encontró en el lugar que indicó Eduardo. En ese momento, quisieron volver a
aprehender al rey, pero Tom, nuevamente, ordenó que no lo tocaran y al escuchar
la descripción del sello, se percató que sabía en dónde estaba oculto, así que trató
de hacerle recordar al monarca en dónde lo había dejado antes de que
intercambiaran sus ropas. Entonces Eduardo recordó que había escondido el sello
en el brazo de una armadura milanesa que pende de la pared de su habitación. En
esta ocasión, Saint John regresó con el sello y todos proclamaron al verdadero
rey. El duque protector, mandó aprehender a Tom pero el rey lo detuvo porque de
no haber sido por él, el pequeño monarca no hubiera podido reclamar lo que le
pertenecía. El rey, entonces, se volvió a Tom y le preguntó cariñosamente sobre
el sello. Tom, tímidamente, aclaró que lo había utilizado para cascar nueces.

Entre tanto, el suntuoso manto real había sido retirado de los hombros de Tom
para pasar a los del rey, cuyos harapos quedaron disimulados por el mismo. Le
fue puesta la corona en la cabeza, mientras toda la ciudad de Londres vibraba en
medio de continuas aclamaciones.

33. Eduardo rey


Miles Hendon había recorrido varias calles en busca de su protegido, pero al no
tener éxito en ello, se quedó dormido. A la mañana siguiente decidió ir al palacio
para pedirle ayuda a Humphrey Marlow, cocinero real y amigo de su padre. El
niño de azotes, hijo del difunto Humphrey, lo atendió personalmente y pensó que
era él a quien el rey tanto buscaba. Mientras Miles esperaba llegaron unos
guardias y lo apresaron por tener aspecto sospechoso; lo registraron y
encontraron las cartas que el rey le había dado antes para su tío. Un guardia le
llevó las cartas al rey y Hendon pasó al palacio. Miles pensaba que las cartas lo
llevarían a la horca por traición, sin embargo, al ver al rey, comprendió que era
su protegido. El rey Eduardo le confirió tierras y dinero, así como el título de
conde y mandó arrestar a Sir Hugo, quien estaba presente, por impostor y ladrón.

Tom, quien también se presentó ante el rey, fue beneficiado por la bondad del
rey, pues éste estaba satisfecho por la bondad que demostró al ser gobernante. El
rey le confirió el privilegio de vestir un traje de gala distinto al de los demás, para
ser recordado ante las gentes como el joven que actuó como rey; nadie podía
negarle respeto ni dejar de rendirle homenaje. Asimismo, procuró los medios
para que pudiera vivir, él, su madre y sus hermanas, holgadamente, y sentenció a
la horca a Juan Canty. Tom Canty, orgulloso y feliz se levantó, besó la mano del
monarca y se retiró con humildad respetuosa para buscar a su madre y compartir
con su familia la alegría de aquella circunstancia.

34. Conclusión
Cuando quedaron aclarados todos los misterios, se supo, por propia confesión de
Hugo hendon, que la esposa de éste había repudiado a Miles por imposición
suya. Hugo no fue condenado por la usurpación de los bienes y títulos de su
hermano, pues él no deseaba acusarlo, así que partió para el continente, donde no
tardó en morir, y poco tiempo después, Miles, ahora el conde de Kent, se casó
con la viuda de Hugo.

De Juan Canty no se volvió a saber nada en absoluto.

El rey compensó a todos aquellos que lo ayudaron cuando éste fue mendigo.
Gustó de relatar sus aventuras muy detalladamente y declaró que el recuerdo de
ello le servía de provechosa lección, cuyas enseñanzas beneficiarían
notablemente al pueblo.

Miles Hendon y Tom Canty fueron los favoritos del rey durante su breve reinado,
después fue coronada la reina Isabel.

Tom Canty vivió hasta una edad muy avanzada que le daba un aspecto grave y
benigno de anciano simpático. Durante toda su vida, se le tributaron los debidos
honores y reverencias.

Personajes
Tom Canty: Personaje principal. Mendigo que se convierte en príncipe por un
tiempo. Soñador, bondadoso, clemente, sincero y de buen corazón.
Eduardo VI: Personaje principal. Príncipe que intercambia sus ropas con el
mendigo y causa grandes confusiones. Bondadoso, de carácter explosivo,
orgulloso y digno, valiente, compasivo, de buen corazón, justo, sincero e
inocente.
Miles Hendon: Personaje secundario. Protector del rey cuando sufre sus
desventuras. Noble, de buen corazón, inteligente, valiente, sincero y compasivo.
Juan Canty: Personaje secundario. Padre de Tom. Borracho, sucio, ladrón,
mendigo, malvado, cruel y despiadado.
Hugo: Personaje secundario. Amigo de Juan Canty, de la misma calaña. Por su
culpa, Eduardo VI estuvo en peligro varias veces.
Duque Somerset: Personaje secundario. Tío del príncipe Eduardo. Creía que su
sobrino había perdido la razón y lo ayuda y es paciente.
Sir Hugo: Personaje secundario. Hermano de Miles Hendon. Ambicioso, avaro,
usurpador, malvado e impositivo. Niega a su hermano para quedarse con la
fortuna.
Fuente

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