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Objetivo General
Objetivos Específicos
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN (2 páginas)
CAPÍTULOS:
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2.1. Estructura interna y funcionamiento de la colonia penal agrícola (6 páginas).
2.1.1. Características de los funcionarios y el personal de la Colonia
2.1.2. Los reclusos de la colonia, tipología y clasificación.
2.1.3. Los campamentos de trabajo
2.1.4. La comunidad terapéutica para el tratamiento de la drogadicción y otras
dependencias.
2.2. El tratamiento penitenciario a través de los programas y proyectos
productivos (5 páginas).
2.3. La educación y el trabajo como herramientas de intervención, transformación
social, de adaptación y resocialización (4 páginas).
CONCLUSIONES (2 páginas)
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DESARROLLO DEL TRABAJO:
Así, a partir del siglo XVIII los procesos de ejecución de la pena de prisión se
organizaban de acuerdo con unos determinados métodos que dan lugar a la
configuración de distintos sistemas penitenciarios, entre los que se resaltan: el sistema
de Filadelfia (o pensilvánico), el Sistema Auburniano, el Sistema Progresivo y el
Sistema de Individualización Científica.
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HERNÁNDEZ MEDINA, Gerardo Augusto. El tratamiento penitenciario, una mirada desde la
criminología. En: Convenio Interinstitucional entre la Universidad Nacional de Colombia y el Instituto
Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec. [en línea]. Bogotá, nro. 29. Año 2008. [Consultado: 26 de
diciembre de 2021]. Disponible en: https://silo.tips/queue/1-psicologo-abogado-magister-en-derecho-
penal-y-criminologia?&queue_id=-
1&v=1642451559&u=MjgwMDo0ODQ6YWE4NzpkMTEwOjljN2I6NWQwYTo1NTY0OjYxMDg=.
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Recordemos que en Colombia la política penitenciaria como instrumento del sistema
penitenciario, tiene su origen en la expedición del primer código penitenciario, en el que
por primera vez se exponen los principios rectores de la llamada ciencia penal y se
introduce la pena privativa de la libertad como pena sancionatoria, motivando así la
creación de los primeros establecimientos de reclusión del país, hoy llamados
establecimientos de reclusión de primera generación, administrados por la Dirección
General de Prisiones, que en su momento se fusiona con el Fondo Rotatorio del
Ministerio de Justicia, dando origen al hoy llamado Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario (INPEC), creado formalmente mediante el decreto 2160 de 1992.
Dentro de esa evolución del sistema penitenciario en Colombia, nos podemos remitir al
Decreto Ley 1405 de 1934, que para la época constituyó el primer régimen penitenciario
y carcelario. En este se comienza a hablar de procesos de clasificación y tratamiento,
empezando por un periodo de observación y luego la agrupación de acuerdo al delito
cometido, reincidencia, edad, antecedentes y otras circunstancias personales.
Posteriormente, con la expedición del Decreto 1817 de 1964 que reforma el anterior
código, se ordena la creación de un centro de observación, clasificación y rehabilitación,
integrado por una planta de profesionales encargados del desarrollo del sistema
progresivo. Pero no tuvo ninguna funcionalidad práctica y mucho menos resultados, por
lo que desaparece al poco tiempo.
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tendiente a modificar favorablemente aquel sector de la personalidad del interno que
influye, facilitando o provocando, su delincuencia o estado peligroso” 2.
En este sentido, la Corte Constitucional ha definido el Sistema Progresivo como: “el
conjunto de mecanismos de construcción grupal e individual, tendientes a influir en la
condición de las personas, mediante el aprovechamiento del tiempo de condena como
oportunidades, para que puedan construir y llevar a cabo su propio proyecto de vida, de
manera tal que logren competencias para integrarse a la comunidad como seres
creativos, productivos, autogestionarios, una vez recuperen su libertad. Dando
cumplimiento al Objetivo del Tratamiento de preparar al condenado(a) mediante su
resocialización para la vida en libertad” 3. La Corte también ha indicado que: “se ha
diseñado un complejo sistema técnico de carácter progresivo dividido en varias fases,
cada una de las cuales responde al progreso particular que cada interno muestra dentro
del proceso de resocialización”4.
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2. Alta seguridad que comprende el período cerrado.
3. Mediana seguridad que comprende el período semiabierto.
4. Mínima seguridad o período abierto.
5. De confianza, que coincidirá con la libertad condicional.
1. Observación, diagnóstico y clasificación del interno: Se inicia con la difusión de
información y la posterior inducción para la población reclusa. Paralelamente se
hace un diagnóstico individual con información valida y confiable contenida en la
cartilla biográfica, de entrevistas con los profesionales y reporte de los funcionarios.
Esta valoración permite establecer resultados concretos sobre la personalidad y el
proyecto de vida del interno.
2. Alta seguridad que comprende el período cerrado: Esta fase está dirigida al
tratamiento de condenados, cuyas condiciones de seguridad, circunstancias
jurídicas y factores de personalidad medidas precautelativas, que ameritan espacios
de tratamiento restrictivos con el ánimo de proteger y prevenir tanto al in- terno
como a la comunidad carcelaria y a la sociedad misma. Las actividades en este
proceso se orientan a la intervención terapéutica individual y grupal, la inclusión en
programas de educación formal, la capacitación en el desarrollo de habilidades
artísticas y artesanales. Y la participación en eventos diversos (culturales,
deportivos, recreativos, espirituales, y literarios).
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En el parágrafo de este artículo 144 de la Ley 65 de 1993 se establece que la ejecución
del sistema progresivo se hará gradualmente, según las disponibilidades del personal y
de la infraestructura de los centros de reclusión.
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el que los penados o condenados están confinados en las prisiones, según las distintas
modalidades que existen. Este sistema es común en la tradición de los países
anglosajones, especialmente en los Estados Unidos, pero ha demostrado no ser el
idóneo para el objeto de la pena y el logro de algún tipo de resocialización o reinserción
social, de quien allí se interna con dicho propósito. En Colombia, esta es la regla
general y aunque las normas contemplan una serie de medidas como la libertad
vigilada, el brazalete electrónico, la detención domiciliaria, multas, arrestos,
conmutación de penas, entre otras, no se aplican en un amplio porcentaje, y por el
contrario, han presentado inconvenientes que no han permitido su uso de forma
efectiva.
Igualmente, es común escuchar la presión de la sociedad, especialmente a través de
los medios de comunicación, que sin hacer verdaderas investigaciones, no conoce de
fondo cada situación y la legislación que la rige. Se lanzan juicios de valor en contra de
la aplicación de penas y medidas de seguridad alternativas, atacando a los funcionarios
administrativos y judiciales que tienen el deber de aplicar la norma al caso concreto y
que ven, dentro de las posibilidades, el hecho de superar el sistema cerrado que nos
rige, aplicando medidas de aseguramiento no carcelarias. Posteriormente, se hacen
críticas al alto grado de hacinamiento en que se encuentran los centros de reclusión en
el país y se manifiesta que las políticas penales y penitenciarias no son serias.
Estas condiciones de hacinamiento impiden brindarles a todos los reclusos los medios
diseñados para un adecuado proceso de resocialización como lo son el estudio y el
trabajo, esto, por la apatía y el caos que han reinado en materia de infraestructura
carcelaria, por lo cual la sobrepoblación ha conducido a que los reclusos ni siquiera
puedan gozar de las más mínimas condiciones para llevar una vida digna en la prisión,
como un lugar donde dormir, servicios sanitarios, asistencia en salud, visitas familiares
en condiciones decorosas, etc.
Otra de las críticas hacia los sistemas de prisión cerrados, es que no se piensa en
cómo se va a dar el retorno de las personas a la sociedad una vez retomen su plena
libertad y la consecuencia de esta desatención por parte del Estado, que no implementa
políticas públicas efectivas para atender esta situación, es la reincidencia en las
conductas delictivas y la degradación de la persona con respecto a la sociedad y de
esta en sí misma.
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Previamente se adelanta una evaluación del interno por parte de la Junta de Evaluación
de Trabajo, Estudio y Enseñanza (JETE), acorde con la reglamentación vigente que
establezca el Inpec, se le asigna una actividad y se ubica dentro del Sistema de
Oportunidades, que tenga implementado el establecimiento. Para la asignación de
programas de Trabajo, Estudio y Enseñanza, se da prioridad a los internos condenados
sobre los sindicados, no obstante, el interno sindicado o indiciado, podrá participar en
estos programas de acuerdo con la disponibilidad de cupos, como parte del proceso de
Atención Social orientado a prevenir o minimizar hasta donde sea posible, los efectos
de la prisionalización y también para redimir la pena en caso de condenados.
hoy en día el tratamiento penitenciario progresivo que se plasma de una forma ideal en
el papel, realmente no cumple con los fines de la pena y especialmente su finalidad
resocializadora, ya que la crisis del sistema carcelario y penitenciario incide
negativamente en la oferta de los programas de educación, enseñanza y trabajo. La
realidad es que las cárceles de nuestro país son lugares donde muy poco los reclusos
pueden aprender un oficio o destreza nueva, y donde la inactividad, el tiempo muerto y
la pasividad son los elementos reinantes. El trabajo es excepcional y está reservado a
unos pocos dentro de la gran masa de prisioneros.
Por otra parte, el diseño de estos planes y programas no responde a las necesidades
reales de los internos, ya que se plantea de manera general y no se consideran las
características individuales de cada persona y los motivos que lo llevaron a cometer el
delito. Así mismo, no tienen un acompañamiento del entorno familiar y mucho menos
de la sociedad en general, lo que reduce las posibilidades de reinserción efectiva
cuando se termina de pagar la pena. Por último, no se cumple con las fases planteadas
en el sistema progresivo, ni se tienen en cuenta de acuerdo al periodo de la pena en la
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que se encuentra cada individuo, pues no es igual brindar oportunidades en programas
de resocialización a un interno que apenas comienza a pagar su condena, que a uno
que le falta poco tiempo para recuperar su libertad.
En el artículo 4 del Código Penal, Ley 599 de 2000 se establecen como fines de la
pena, la prevención general, retribución justa, prevención especial, reinserción social y
protección al condenado. De igual forma, el artículo 3 de este mismo código, dispone
que los fines de la pena deben responder a los principios de necesidad,
proporcionalidad y razonabilidad.
Se puede determinar que la prevención general constituye ese temor o miedo que
busca lograr con la imposición de normas y de tipos penales de carácter intimidatorio, la
amenaza de la pena a los delincuentes, pero que de igual forma es un criterio
estabilizador ya que dicha intimidación va igualmente dirigida a la sociedad en general,
para evitar a futuro la comisión de dichas conductas punibles. Esta finalidad se basa
también en la dignidad humana puesto que defiende a la comunidad de quien infrinja la
norma, y también en la existencia de un principio supremo que hay que respetar sin la
necesidad de existencia de una norma consagrada positivamente, así como en el hecho
que existe la posibilidad de alternativas y de la reinserción social.
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imprescriptibles, las cuales restringen aún más los derechos de los individuos y no les
permiten la resocialización que tiene como fin nuestro sistema punitivo. Dicha
resocialización va de la mano con la retribución justa las cuales se van a materializar
una vez la persona se encuentre cumpliendo la pena impuesta o si ya la ha culminado.
Vemos entonces como la resocialización tiene una relación directa con los principios de
dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad. La Corte ha señalado al
respecto que la pena no busca la exclusión del infractor penal, sino su recuperación y
reincorporación a la vida en sociedad. Por esto, ha concluido que la resocialización es
un fin constitucionalmente válido en Colombia y en varios de sus pronunciamientos ha
reconocido las dificultades que enfrentan las políticas públicas de resocialización y
reinserción de los presos y ha declarado un estado de cosas inconstitucional en las
cárceles7.
Encontramos además, que la resocialización tiene sus bases en los artículos 5, 6, 11.1,
29.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, también en el artículo 25
párrafo 3 y artículo 26 párrafo 2 de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre. Igualmente, en los artículos 5.1, 5.2, 5.6, 7.3, y 8.2 del Pacto de
San José de Costa Rica. Y, finalmente, en los artículos 9.3 última parte, 10.1, 10.2a,
10.3, y 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
7
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C -328. Expediente D-11077. (22, junio, 2016).
M.P. Gloria Estella Ortíz Delgado. [en línea]. En: Relatoría Corte Constitucional. Santa Fe de Bogotá,
D.C. La Corte. 2016. 32 p. [Consultado: 30 diciembre de 2021. Disponible en:
https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2016/C-328-16.ht
8
SANDOVAL HUERTAS, Emiro. Penología parte general y especial. 1a ed. Reimpresión. Bogotá D. C.
(Colombia): Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 1998, 517 p. ISBN: 9589333710.
9
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-184. Expedientes acumulados T-137.001 y
143.950. (28, abril, 1998). M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. [en línea]. En: Relatoría Corte Constitucional.
Santa Fe de Bogotá, D.C. La Corte. 1998. 83 p. [Consultado: 30 diciembre de 2021. Disponible en:
https://www.corteconstitucional.gov.co/Relatoria/1998/C-184-98.htm
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El tratamiento penitenciario es indispensable para alcanzar esa resocialización, por ello
los establecimientos penitenciarios y carcelarios tienen el deber de restaurar los lazos
sociales de los reclusos con el mundo exterior, pues de ello dependerá, en gran parte,
la posibilidad de resocialización, por lo que la función de la pena está orienta a la
preparación del sentenciado para su retorno a la sociedad.
Sin embargo, se observa que la política criminal de nuestro país, indudablemente está
enfocada a castigar y no a prevenir el delito, por esta razón vemos que las leyes
promulgadas en esta materia tienen como propósito, endurecer las penas, tratando
vagamente de cumplir con la función preventiva, sin ser eficaces a la hora de evitar la
comisión de delitos; siendo simplemente instrumentos para castigar de forma drástica a
quienes vulneran los bienes jurídicos protegidos, trayendo como consecuencia el
hacinamiento y la violación de los derechos fundamentales de las personas privadas de
la libertad. (PPL).
Existe una ineficacia de los programas de resocialización por parte del Estado, por
cuanto las garantías que se deben brindar para la transformación de quienes están
privados de la libertad, se encuentran permeadas por una debilidad institucional y de un
personal no idóneo para el tratamiento, fomenta un desmesurado acrecentamiento de
conductas propias para delinquir dentro y fuera del Sistema.
Podemos decir además, que teniendo claro los fines y factores que deben concurrir
para la resocialización, la Corte ha encontrado que el régimen carcelario no dispone de
parámetros claros sobre los programas de resocialización, que hay desarticulación de la
formulación de estos y no hay un proceso de seguimiento que permita reestructurar
estrategias en busca de la disminución de la criminalidad. Estos aspectos, aunados al
hacinamiento carcelario, llevan a que sean antecedentes claros de la no existencia de
la resocialización.10
Esto es que las políticas carcelarias y penitenciarias realmente no están diseñadas bajo
criterios de rehabilitación y resocialización, porque la concepción y mentalidad de
aquellos que las establecen, además de pobre, no tiene los conocimientos del recurso
humano frente a los diferentes procesos de desarrollo con que deben contar los
reclusos a fin de obtener una verdadera reinserción. Es así que mientras al delincuente
no se le mire como a un ser humano, a quien se le debe mostrar caminos para que
escoja el que más le convenga de conformidad con la evaluación realizada por
expertos, con el fin de adaptarlo al modelo de vida de sujeto en proceso de
10
VALDERRAMA ROMERO, Iván Darío; TÉLLEZ NAVARRO, Román Francisco y BLANCO
ALVARADO, Carolina. La incertidumbre de las víctimas dentro del Acuerdo para la Construcción de una
Paz Estable y Duradera. [en línea]. En: CARVAJAL MARTÍNEZ, Jorge Enrique. Tendencias actuales de
los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario en Colombia. Bogotá (Colombia):
Universidad Santo Tomás, Ediciones Usta, 2018. p. 83 - 102. [Consultado: 29 de diciembre de 2021].
Disponible en:
https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/13049/Obracompleta.2018Carvajaljorge.pdf?
sequence=1&isAllowed=y
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rehabilitación y resocialización, es muy difícil entrar en una etapa que permita regresar
a la sociedad ciudadanos resocializados.
Empecemos diciendo que las colonias penales agrícolas de acuerdo al artículo 28 del
Código Penitenciario y Carcelario(Ley 65 de 1993), son establecimientos para purgar la
pena, preferencialmente para condenados de extracción campesina o para propiciar la
enseñanza agropecuaria. El objeto principal de estos centros, es preparar a las
personas privadas de la libertad convenientemente para el trabajo libre, fomentando su
readaptación a la vida social, despertándoles el entusiasmo para emprender una vida
de moralidad y corrección, sea por su extracción del campo, sea por su vocación de
trabajo en el campo o por sus capacidades. Si bien la fundación como colonia penal
agrícola se concreta al final de la segunda década del siglo XX, desde el año 1906 ya
existía como penitenciaría, la cual fue constituida bajo una disciplina del temor, en
donde según cuentan sus guardias lo que imperaba era el bastón de mando y se
sometía a los internos al trabajo duro y forzado.
Los 7 campamentos con los que contaba inicialmente la colonia fueron construidos en
1930 en madera, bareque y posteriormente de guadua, y se proyectaron para tener la
capacidad de albergar alrededor de 1500 hombres. Luego de 1950 se comenzaron a
modificar las instalaciones utilizando ladrillo y techos en zinc para llegar casi a lo que
conforma hoy la colonia. De estos 7 campamentos se pasó a tener 5 y actualmente se
cuenta con 8.
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De acuerdo a la clasificación de los Establecimientos de Reclusión de Orden Nacional
(ERON), en Colombia contamos con cárceles, penitenciarías, cárceles y penitenciarías
especiales, reclusiones de mujeres, cárceles para miembros de la Fuerza Pública,
colonias, casa-cárceles, establecimientos de rehabilitación y demás centros de
reclusión que se creen en el sistema penitenciario y carcelario y que se encuentran
contenidos en la Ley 65 de 1993, de igual forma se establece que estos son creados,
fusionados, suprimidos, dirigidos, administrados, sostenidos y vigilados por el Inpec.
De esta clasificación tenemos que la CAMIS Acacías/Meta es la única de su tipo en
Colombia y se reconoce como un centro de reclusión a campo semiabierto con
vocación agropecuaria, y también como un centro especial de mínima seguridad de
tratamiento para los reclusos que dispone de áreas extensas para el desarrollo de
diferentes actividades agropecuarias en espacios semiabiertos, en el cual el
aprendizaje y el desarrollo del trabajo además de ser obligatorio, ayuda a redimir la
pena y por tanto se reduce el tiempo de condena. Y es precisamente esto lo que
caracteriza el tratamiento penitenciario en la colonia, ya que ofrece una experiencia que
se fundamenta en aprender y realizar trabajos al aire libre y en contacto con la
naturaleza, previendo una situación muy cercana a la realidad en libertad y esto se da
porque el trabajo agropecuario es una forma diferente de sancionar a los delincuentes,
que se demuestra mucho más efectiva y más humana.
11
GARLAND, David. Castigo y sociedad moderna. Un estudio de teoría social. [en línea]. 1a ed. En
español. México: Siglo XXI editores, s. a. de c. v. 1999, 361 p. [Consultado: 30 de diciembre de 2021].
Disponible en: https://exabundantiacordisosloquitur.files.wordpress.com/2014/08/garland-david-1990-
castigo-y-sociedad-moderna.pdf ISBN: 9682321921.
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Atendiendo al objeto mismo de estos centros de reclusión, la Corte Constitucional lo ha
manifestado de la siguiente manera: “Este tipo de centros de reclusión cumple con una
tarea resocializadora de alto significado. Se pretende, en lo posible, que ciertos
infractores de la ley, usualmente de origen campesino, cumplan en primer lugar, con el
castigo impuesto por los jueces de la Republica de manera útil, pero al mismo tiempo,
sigan vinculados al ambiente cultural y social en el que se desenvuelven” 12
Por otra parte, la guardia de la Colonia está integrada por profesionales en un setenta y
cinco por ciento (75%), es la más antigua del país, y ser parte de ella es un
reconocimiento a la experiencia y formación de sus integrantes, quienes reciben un
20% más en su prima de salario respecto a otros guardianes del país. En el caso de la
Colonia Penal Agrícola de Oriente, el sistema penitenciario y carcelario se encuentra
12
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-1670. Expediente D-1821. (06, mayo, 1998).
M.P. Carlos Gaviria Díaz. [en línea]. En: Relatoría Corte Constitucional. Santa Fe de Bogotá, D.C. La
Corte. 1998. 48 p. [Consultado: 30 diciembre de 2021. Disponible en:
https://www.corteconstitucional.gov.co/Relatoria/1998/C-184-98.htm
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dentro del denominado cerrado, con aplicación de mediana y mínima seguridad, con
aplicación de regímenes complementarios abiertos o semiabiertos.
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system, donde los reclusos realizan labores de manufactura durante una jornada laboral
de ocho horas, que en el caso de la Colonia se cumple en labores agropecuarias 13.
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durante el tiempo de descanso, es decir, entre tanto no se dedique al trabajo o al
estudio. Esto, porque el programa de resocialización también se fundamenta en la
aplicación de prácticas disciplinarias dentro de la institución, por lo que un aspecto en
este sentido corresponde a la asignación de horarios en cada una de actividades que
se desarrollan.
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