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Todo gira

en torno
a los huevos
Por Greymar Hernández

Martín 30

Bruno 25

Valeria 24

Sinopsis

Valeria, Martín y Bruno, son tres candidatos a “El Huevo Puesto” o lo


que es lo mismo que el puesto de Asistente del Director General de la
Corporación Internacional de Huevos, la primera empresa del país en
producción y distribución de huevos y que cuenta con un prestigioso método de
selección de personal.

Lo que ellos no saben es que, en realidad, la CIH es un centro secreto


de intervenciones médicas especializadas, y que ellos han sido seleccionados
minuciosamente para cumplir un programa que tiene como objetivo combatir,
directa y efectivamente, los trastornos que ellos parecen. Pero, ¿de qué
sufren? ¿Cómo llegaron allí? ¿Existe realmente El Huevo Puesto? ¿O todo es
parte de un ingenioso plan?
Escena 1

La acción se desarrolla en la sala de espera de la Corporación


Internacional de Huevos. El espacio tiene un aire misterioso: está
desierto, con luz tenue y equipado sólo con tres sillas.

Los candidatos van entrando, uno a uno. Primero entra Martín.


Toma asiento, decidido, y revisa algunos documentos y apuntes.

Luego, entra Bruno, temeroso, con los ojos muy abiertos y con
movimientos convulsos. Inspecciona el lugar. Saluda a Martín, con
formalidad, pero con amabilidad, al mismo tiempo.

Bruno: ¡Buenas tardes! ¿Es usted el…?

Martín: (Interrumpiendo) No. Yo también vengo por la entrevista.

Bruno: (Con aire de decepción) Ah.

Pausa.

Bruno se sienta. Desde su lugar, continúa revisando el espacio con la


mirada.

Bruno: (A Martín, ansioso) ¿Han dicho algo?

Martín: (Sin mirarle) Nada.

Pausa.

Bruno: ¿Ha venido alguien?

Martín: Nadie.

Bruno: Ah.

Pausa.

Bruno se levanta y continúa inspeccionando. Martín le observa.

Bruno: (A Martín) ¡Gracias!

Pausa. Martín permanece en silencio.

Bruno: Eres muy amable.

Martín: (Sin dar mucha importancia y con la mirada entre sus papeles) No es
nada.

Pausa.

Bruno: Ya sabes que esas cosas se notan de inmediato.


Martín: (Ahora mirándole) ¿Qué cosas?

Bruno: En realidad, todo se nota.

Martín: (Sin entender y sin dar importancia) Ah.

Pausa.

Bruno: Quiero decir, en este tipo de… escenarios, los descosidos se notan a
leguas.

Martín se revisa la ropa.

Bruno: No, no. Me refiero a los descosidos de adentro. Es decir:


inseguridades, complejos, manías, defectos, debilidades, vicios…

Martín: Caray, no creo que sea para tanto. Es una simple entrevista. Una más,
como cualquier otra. ¿No?

Bruno: (Sintiéndose ahora en ventaja) Pues, déjeme decirle… (se detiene)


perdone… ¿Cuál es su nombre?

Martín: (Extendiéndole la mano) Martín.

Bruno: (Dudoso, revisa la mano de Martín antes de estrecharla) ¡Ah, mucho


gusto, Martín! Yo soy Bruno. Bueno, le decía que usted comenzó muy mal.

Martín: ¿Perdone?

Bruno: Quiero decir que esta no es una entrevista como cualquier otra que
usted haya tenido en su vida.

Martín: ¿Ah no?

Bruno: ¡En absoluto, querido Martín!

Martín le mira, extrañado por la confianza.

Bruno: (Reculando) ¡Quiero decir, estimado Martín!

Martín le mira, aún más extrañado.

Bruno: (Apenado) ¡Perdone! Quise decir Martín, a secas.

Martín: (Con intención de desequilibrarle un poco más) Ahora soy un hombre


casado. Prefiero ir con el “Señor” delante.

Bruno: Ah, me contenta saber que usted también es un hombre de fe. Eso,
estoy seguro, le abrirá muchas puertas.

Martín: ¿Qué dice?


Bruno: ¡Lo ha dicho usted!

Martín: ¿Que he dicho qué?

Bruno: ¡Que cree en el Señor!

Martín: ¿Yo he dicho eso?

Bruno: ¡Por supuesto! Ha dicho “Con el Señor delante”.

Martín: (Suelta una carcajada) Yo me refería a que prefiero que me diga


“Señor Martín”, en lugar de sólo “Martín, a secas”. Me gusta la formalidad que
le da el matrimonio a mi nombre.

Bruno: (Muy apenado) Lo siento mucho, señor Martín.

Martín: No pasa nada.

Pausa.

Bruno: Entonces, le hablaba de los huevos…

Martín: (Extrañado) ¿Cómo?

Bruno: ¡Santa madre de Dios! Perdone usted, Martín. (Rectificando) ¡Señor


Martín! Es que estoy muy nervioso y no quiero comenzar mal.

Martín: ¡Cálmese! (Siguiendo el juego) No pasa nada. Íbamos por los huevos.

Bruno: ¡Ah sí, los huevos! Usted me ha dicho que ha venido también a la
entrevista, ¿cierto?

Martín: Es cierto.

Bruno: Entonces, usted sabrá que, actualmente, todo gira en torno a los
huevos.

Martín: Bueno…tanto como “todo”…

Bruno: (Sorprendido y revisando alrededor por si hay cámaras) Señor Martín,


la Corporación Nacional de Huevos es, en este momento, la empresa más
importante de toda España y, casi casi, del mundo entero. Mucho más que el
resto de empresas de alimentos. Mucho más que la empresa petrolera. Incluso,
mucho más que cualquier empresa 3.0, o esas que ahora están en boga, con
aquello de la inteligencia artificial o la ecología sustentable. Los huevos, señor
Martín, son y serán siempre, los huevos. ¿Y por qué la Corporación
Internacional de Huevos es lo que es? Pues, porque ellos saben muy bien que
todo en este mundo gira en torno al huevo. La importancia de los huevos no
caduca.
Martín: ¡Vaya! ¡Le felicito! ¡Cuánta pasión!

Bruno: ¡Es una realidad, señor Martín! Y usted debería saberlo si aplicó a este
cargo.

Martín: Como le dije, para mí, es una entrevista más.

Bruno: ¡¿Pero qué dice?! ¿Cómo puede ser una entrevista más? Si esta es la
oportunidad más grande que cualquiera desearía… (Se da cuenta de que le
está hablando a su competencia directa y recula). ¿Sabe qué? Tiene usted
razón: esta es sólo una entrevista más.

Bruno toma asiento.

Pausa.

Martín: Aunque, ahora que lo dice…

Bruno: ¿Si?

Martín: Tiene usted razón en eso de que todo gira en torno a los huevos.

Bruno: (Disimulando). ¿Ah sí?

Martín: ¡Por supuesto! Por ejemplo: muchas colonias animales basan toda su
existencia en la importancia de los huevos.

Bruno: Pues…sí.

Pausa.

Bruno: ¿Ha visto usted, alguna vez, cómo es por dentro una colmena o un
hormiguero?

Bruno se descoloca en seguida. Comienza a sentirse muy


nervioso. Se pone de pie. Se desajusta la corbata.

Bruno: No…yo no…

Martín: ¿Le pasa algo?

Bruno: No, señor. Estoy bien.

Martín: Parece usted enfermo.

Bruno: Es la temperatura de la sala.

Martín: ¿Mucho calor?

Bruno: (Descolocado. Disimulando) Si, sí, demasiado frío.


Bruno comienza a sentir cosquilleo en las manos. Se las mira. Se
las rasca con desespero.

Martín: ¿Le pasa algo en las manos?

Bruno: (Nervioso) No se… es que ha dicho usted “hormiguero” y de pronto


comencé a sentir como si un montón de hormigas me invadieran las manos.

Martín: Será producto de los nervios.

Bruno: Seguramente.

Bruno se esfuerza por calmarse. Respira. Se relaja un poco y


vuelve a tomar asiento.

Pausa.

Martín: Vaya, aquí dentro los huevos serán lo primero, pero la puntualidad lo
último. ¿No le parece?

Bruno: (Abstraído en sus pensamientos) ¿Qué? ¡Ah! Sí, sí.

Martín: ¿Está seguro de que se siente bien? ¿Se siente en condiciones de


continuar esta espera?

Bruno se ve en desventaja y reacciona de inmediato.

Bruno: ¡Por supuesto que sí! ¡Me siento mejor que nunca!

Ambos se sientan.

Pausa.

Entra Valeria. Determinada. Ambos se ponen de pie.

Martín y Bruno: (Extendiendo sus manos) ¡Buenas tardes!

Valeria: (Sorprendida) ¡Buenas tardes!... vengo por la entrevista para el…

Martín y Bruno: (Decepcionados) Ah…

Ambos se sientan. Ella se queda de pie. Recorre el lugar.

Valeria: ¿Ya les…?

Martín y Bruno: (Sin mirarle) Nada.

Pausa.

Valeria: ¿Y ha venido…?

Martín y Bruno: Nadie.


Valeria: ¡Vaya! Se ve que han pasado mucho tiempo juntos…

Martín: (A Valeria, mostrándose un poco agotado de la compañía de Bruno) A


decir verdad, sí.

Pausa.

Martín: ¿Y usted también es una apasionada por los huevos?

Valeria: ¿Perdone?

Martín: (Disimulando) Quiero decir que… si usted… (Sarcástico) ¿Sabía que


todo, todo, ¡todo! en este mundo gira en torno a los huevos?

Valeria: (Burlona) Pues, mire, yo no sé haya entre ustedes dos, pero la verdad
es que no es de mi interés.

Bruno: ¡Señorita! Un poco más de respeto, por favor.

Pausa.

Bruno observa a Valeria. Ella continúa de pie, mirando a la puerta y


moviéndose de un lado a otro.

Martín: Si me permite una sugerencia, será mejor que se arme de paciencia. Al


señor Bruno y a mí nos ha tocado esperar bastante y, por lo que se ve,
tendremos que seguir esperando. ¿Por qué no toma asiento?

Valeria: (Interrumpiendo) ¡No!

Pausa. Bruno y Martín se sorprenden con la reacción de Valeria.

Valeria: Estoy bien así.

Pausa.

Valeria: Gracias.

Pausa larga.

Escena 2

Martín continúa leyendo sus papeles. Bruno se come las uñas.


Valeria camina por toda la sala, sin sentarse ni una sola vez.

Martín: (Observando a los demás) ¿Y qué tal les fue con las tres pruebas
previas?

Bruno y Valeria se miran, nerviosos.


Valeria: ¿Las… tres pruebas previas?

Martín: Si, las que exigían que hiciéramos, antes de la entrevista en vivo.

Bruno: (Absolutamente descolocado, pero disimulando) ¡Ah! ¡Bien, bien!


Estupendo.

Martín: ¿Ah sí?

Bruno: Si, sí.

Pausa.

Martín: ¿No se marearon con tantas figuritas ovoides, pequeñitas, una sobre la
otra, y tantos colores…?

Bruno colapsa. Siente de nuevo el cosquilleo fuerte. Le vienen


nauseas. Se sienta.

Valeria: ¡Es obvio que esto es una broma! Seguramente creyeron que sería
muy fácil engañarme. Pero no piensen que porque llegué de última, voy a estar
en desventaja. No sé qué pretenden. Ni sé qué habrán tramado, antes de que
yo llegara. Pero de algo estoy segura: no completé ninguna prueba previa
porque ¡no existe tal cosa!

Martín: Pues, no sé si la broma me la estarán jugando ustedes a mí, pero…de


que existe tal prueba, existe. ¡Y puedo demostrarlo!

Martín busca entre sus cosas y saca una guía. Él y Bruno la


observan, sentados. Valeria curiosea desde detrás, sin sentarse.

Martín: Esto llegó a mi correo, hace un mes. Me pidieron que lo estudiara muy
bien, antes de venir a la entrevista y que cumpliera, una a una, con las tres
pruebas.

Bruno: ¡Dios mío! ¡La verdad es que jamás recibí eso!

Valeria revisa en su móvil.

Valeria: Habrá que buscar en la carpeta de “Spam”, tal vez quedó allí.

Abre la carpeta.

Valeria: Pues… nada. Tampoco recibí nada.

Martín: Esto no me gusta.

Valeria y Bruno se miran, extrañados.

Martín: No me gusta competir así, con franca ventaja.


Valeria y Bruno le miran, nerviosos.

Martín: ¿Saben qué? (Inspecciona alrededor para asegurarse de no ser


escuchado) Yo les voy a ayudar. Podemos hacer las pruebas, juntos, antes de
que ellos lleguen. Así nos ayudamos un poco y entramos con más confianza a
las entrevistas. ¿Qué les parece?

Bruno: Pues, me parece lo justo.

Valeria: Yo, no creo que…

Martín: (Interrumpiendo y restándole importancia) Bueno, como quieras.

Martín y Bruno se apartan un poco de Valeria. Revisan la guía,


sentados. Ella comienza a sentirse ansiosa y se acerca.

Valeria: ¡Está bien, está bien! ¡Hagámoslo!

Escena 3

Valeria, Bruno y Martín se preparan para efectuar las pruebas. Los


tres se ponen de pie. Martín les dirige, guía en mano.

Martín: Muy bien, la primera prueba dice: “Deberá aprender a decir la palabra
huevo en un mínimo de veinte idiomas”.

Bruno: (Arrancándole la guía de las manos y revisándola de arriba abajo)


¡Pero aquí no aparecen los…!

Martín: (Interrumpiendo y pronunciando muy rápida y fácilmente) “Ei”, “muna”,


“oeuf”, “auyú”, “egg”, “uovo”, “ovo”, “ola”, “jajé”, “tojás”, “vezé”, “bajd”, “ubh”,
“jajko”, “ou”, “agg”, “kiausinis”, “wy”, “jajce”, “arrautza”.

Bruno: ¡Por Dios! ¡Eso no me lo voy a aprender ni en seis meses!

Valeria: ¡Vamos! No te rindas tan fácilmente. Podemos hacerlo. Es sólo


cuestión de anotarlo para fijarlo con mayor facilidad.

Bruno: Está bien. Señor Martín. ¿Puede usted repetir?

Martín: (Burlón, repite, esta vez más de prisa) “Ei”, “muna”, “oeuf”, “auyú”,
“egg”, “uovo”, “ovo”, “ola”, “jajé”, “tojás”, “vezé”, “bajd”, “ubh”, “jajko”, “ou”, “agg”,
“kiausinis”, “wy”, “jajce”, “arrautza”.

Valeria y Bruno, anotan lo que alcanzan a entender. Apurados.


Nerviosos.

Martín: ¿Lo tienen?


Valeria: Ya casi. ¿Podría repetirlo una vez más, por favor? Pero esta vez un
poco más des…

Martín repite más rápido que nunca. Casi balbuceando.

Bruno: (Asustado. Apurado). Bueno, luego repasamos eso. (Mira alrededor)


Mejor pasemos a la segunda prueba y no perdamos tiempo. No vaya a ser que
lleguen antes de que alcancemos a terminar.

Martín: “Segunda prueba: la postura de huevo. Usted deberá ensayar todo el


proceso, paso a paso, de la postura de huevos, utilizando su cuerpo. Sólo así,
comprenderá y conocerá a cabalidad, el proceso al que se somete la gallina
para servirnos el producto.”

Valeria: (Burlona) ¿Y qué tal le fue con eso? ¿Pudo poner alguno?

Martín: Pues, al principio yo también me burlé. Pero, luego de una semana de


entrenamiento, me di cuenta de la importancia real que esto tiene, para el
puesto al que aspiramos. No tienen ustedes idea de todos los secretos que
guarda el milagroso proceso de la postura de huevos.

Valeria y Bruno se miran, curiosos.

Bruno: (Desesperado) ¡Por favor, enséñenos!

Martín: Está bien. Pero será más fácil si lo hacemos juntos. Lo primero que
debemos hacer, es elegir un espacio cómodo para sentarnos y aprender la
postura correcta. El ejercicio se lleva horas, pero como estamos contra reloj, yo
creo que con un par de minutos, bastará.

Valeria y Bruno se miran, nerviosos, pero acceden.

Martín se adelanta para guiar el ejercicio. Se sienta de cuclillas,


imitando la posición que adopta la gallina en el proceso de postura.
Aletea un poco con los brazos y hace algunos ruidos, para exagerar, en
tono de burla.

Valeria y Bruno le siguen. Pero, repentinamente, Valeria se rinde.

Valeria: ¡No puedo! No puedo. Lo intento, pero no puedo.

Bruno: ¿Le pasa algo?

Valeria: No. Bueno sí.

Martín y Bruno le miran, con curiosidad, pero con disimulo.

Valeria: Bueno… es que yo… no puedo mantenerme sentada durante mucho


tiempo.
Martín y Bruno se miran, confundidos.

Valeria: Ya está. Da igual. Continúen ustedes.

Pausa incómoda.

Bruno: (A Valeria) ¿Le duele algo? ¿Podemos ayudarle?

Valeria: No. Déjeme, por favor.

Pausa.

Bruno toma distancia. Valeria se abstrae un poco y revisa su móvil.


Martín vuelve a sus apuntes.

Bruno: Bueno… ¿Y qué sigue?

Martín: Pues, la última prueba.

Bruno: ¿Y en qué consiste?

Martín: Se trata de aprender a leer los gráficos de la empresa. La prueba


consiste en revisar algunos cuadros. No es tan difícil, sólo es un poco
minucioso. La corporación maneja un lenguaje propio. Me parece que la
intención es que la información se mantenga resguardada.

Bruno: (Nervioso) ¿Y…qué tan “minucioso” es esto?

Martín: Permítame mostrarle.

Martín busca en la guía unas hojas repletas de pequeñas figuritas,


con líneas interpuestas, muchos colores y muchas formas geométricas.
Le va mostrando los gráficos a Bruno, progresivamente. Primero los más
simples y luego va avanzando en dificultad.

Martín: Este de aquí…

Bruno: (Siente cosquilleo, pero disimula) Si…

Martín: Y luego está este…

Bruno: (Se va sintiendo cada vez peor. Suda. Disimula) Muy bien…

Martín: Y luego, este de aquí…

Bruno intenta resistir, pero no lo consigue. Apenas mira el papel,


se marea y pierde el equilibrio. Sufre algunas arcadas. Suda.

Bruno: Lo siento, no puedo mirar esos papeles. Me hacen sentir muy mal.

Valeria y Martín se acercan e intentan ayudarle. Le abanican. Le


aflojan un poco la corbata.
Valeria: ¿Se encuentra mejor?

Bruno: (Apenado) Sí. Sí. Muchas gracias.

Pausa larga. Todos esperan, ansiosos.

Valeria: Es por la señorita Susana.

Martín: ¿Cómo dice?

Valeria: Lo mío. O, al menos, eso creo.

Martín: ¿Lo suyo? ¿Perdone señorita, de qué está hablando?

Valeria: (En tono de confesión) Esta… “dificultad” para sentarme, me viene


desde los nueve o diez. Desde la clase de la señorita Susana. Solía
castigarnos sentados, sin poder levantarnos por horas. Desde entonces, tengo
esta extraña aversión a los asientos. (Apenada) Y yo…trato de que esto no
afecte mi vida, pero, ya ven (molesta) siempre tiene que haber una estúpida
razón para aplastarse en un asiento, como gallina poniendo.

Martín: Señorita, tranquilícese. Estaremos bien. Seguramente falta muy poco


para…

Bruno: (Interrumpiendo) “Catisofobia”.

Martín y Valeria le miran.

Martín: ¿Qué ha dicho?

Bruno: Es el nombre científico con que se identifica el trastorno que la señorita


padece.

Valeria: (Curiosa) ¿Y…usted cómo sabe eso?

Bruno: (Interrumpiendo y confesándose) Lo sé, señorita, porque yo también


tengo una fobia. He leído mucho sobre ellas y alguna que otra cosa me ha
quedado. La mía, es una de las más comunes, de hecho. Aunque muchas de
las personas que la sufren, ni siquiera lo saben. “Tripofobia”, o miedo a los
agujeros, a las figuras geométricas y a las formas ovaladas repetidas. Y sí, le
entiendo señorita, sí que trastoca la vida esto de tener tanto miedo a cosas que
realmente son tan insignificantes.

Martín: (Interrumpe inesperadamente) Señores, para mí es un verdadero


placer anunciarles que “El Huevo Puesto” es de ustedes. De los dos.

Valeria: (Muy sorprendida) ¿Cómo?

Martín: Permítanme presentarme como es debido: yo soy Martín Bustamante,


y alguna vez estuve en el lugar que hoy ocupan ustedes.
Bruno: No estoy entendiendo nada.

Martín: Hemos estado siguiéndoles y estudiando sus casos desde hace


algunos años. Nuestro trabajo, el verdadero, consiste en detectar, atender y
suprimir las fobias en los seres humanos. Somos un equipo con huevos y
nuestra intención es erradicar por completo los miedos a los que el hombre se
enfrenta, y que él mismo se infunde. Curamos desde los miedos más
insignificantes, hasta los más colosales.

Valeria: ¿Pero esto no es…?

Martín: No, señorita, esta no es la Corporación Internacional de Huevos. De


hecho, no existe tal cosa. Todo es una fachada para mantener en secreto
nuestra verdadera existencia: somos el ce, i, ache. “Centro de Intervención
Hipereficaz”. Nuestro equipo está conformado por los mejores especialistas del
mundo entero y nuestros tratamientos, basados en terapias expositivas y
cognitivas, garantizan la erradicación de toda fobia existente, en un cien por
ciento.

Bruno: ¿Y nosotros…?

Martín: ¡Ustedes son un par de chicos con mucha suerte! Esto será, a partir de
ahora, un asunto de ganar-ganar. Les explico mejor: ustedes han sido
contactados para una entrevista laboral, lo que significa que están en la
búsqueda de trabajo. Pues, la primera gran noticia es que ¡ya tienen el empleo!
A partir de hoy, pasarán a ser parte de esta sociedad secreta. Su trabajo
consistirá en ayudarnos a reclutar a más pacientes. Mientras tanto, ustedes
recibirán a cambio el tratamiento contra sus fobias. Al principio, deberán pagar
un monto simbólico mensual por el tratamiento con el que serán beneficiados.

Valeria: ¡Pero, esto no es un empleo! ¡Es una estafa!

Martín: (Interrumpiendo) Pero, desde el mismo instante en el que ustedes


comiencen a reclutar a otros pacientes, comenzarán a ganar dinero. Y, lo más
importante, ¡erradicaremos sus fobias completamente!

Bruno: Bueno, yo, la verdad, no veo ninguna razón para no quedarme. Sí, es
cierto, nos trajeron engañaron, pero me parece que la oferta compensa el
engaño. ¿Qué tan difícil puede ser el trabajo? Y si, además, me van a curar
¿qué más puedo pedir?

Valeria: Usted dijo que estuvo en nuestro lugar…

Martín: Si. Yo también tuve una fobia y, como ven, estoy completamente
curado. La política de la empresa establece que, una vez que te deshaces de
tu fobia, no la vuelves a nombrar. Así que no puedo revelarles de qué padecía,
pero sí puedo decirles que soy el vivo ejemplo de que esto funciona. Soy la
prueba fehaciente de la eficacia de esta empresa. Amigos míos, no les queda
otra opción más que confiar. Al fin y al cabo, todo gira en torno a los huevos,
¿no? Para llegar lejos, para ganar, para cambiar, hay que tener huevos. ¿Qué
pueden perder?

Bruno: Pues, ¡yo entro!

Bruno y Martín miran a Valeria. Pausa tensa.

Valeria: …yo también.

Martín: ¡Muy bien! ¡Estupendo! ¡Les felicito! Ya verán que a partir de este
momento la vida les cambiará. Este programa es infalible. Ahora que han dicho
“sí”, sólo resta que firmen un par de formularios donde adquirirán con el CIH,
un compromiso de estricta confidencialidad y voy a necesitar apuntar algunos
datos adicionales.

Martín les extiende a cada uno un formulario. Ambos firman.

Martín: ¡Estupendo! Ya estamos casi listos. Ahora, sólo voy a necesitar que me
digan, por favor, sus fechas de nacimiento.

Martín se dispone a tomar dictado.

Valeria: 19 de septiembre de mil novecientos…

Martín se pone un poco nervioso al escuchar la repetición del


número nueve. Comienza a temblar un poco, pero disimula.

Valeria: …noventa y tres.

Martín: (Disimulando) Muy bien. Ahora, tu número telefónico.

Valeria: Si, es el nueve, nueve tres, cinco nueve, dos nueve, nueve…

Martín palidece y suda.

Martín:…más adelante termino de apuntar lo que falta. Ahora, me encantaría


mostrarles las instalaciones de nuestro centro. Si son tan amables, salgamos
de la sala. Yo les alcanzo en un segundo.

Bruno y Valeria salen.

Martín se queda solo. Saca un pañuelo de su bolsillo. Intenta


recobrar la compostura.

Martín: (Auto-animándose) ¡Vamos Martín! ¡Tú puedes! No pienses más en


ese puto número. ¡Tú puedes! ¡Que no te falten huevos! ¡Vamos!

Martín sale.

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