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PSICOANÁLISIS

Primer esquema causal (1896-1900/1905): Sexualidad traumática contingente.

Freud dividirá y organizará el campo de la psicopatología por un lado con las neurosis de defensa y por el otro lado
con las neurosis actuales, y esto conforma su primera nosografía (ver también página 10). Ambas responden a una etiología
sexual. La diferencia fundamental reside en que en las primeras opera un mecanismo psíquico y en las segundas no; estas
últimas (las neurosis actuales) son el resultado de un mal ejercicio de la sexualidad y la etiología sexual es actual (en las
psiconeurosis es infantil).

Neurosis Actuales:
El origen de estas neurosis no debe buscarse en los conflictos infantiles sino en el presente. Los síntomas no constituyen
una expresión simbólica y sobredeterminada, sino que resultan directamente de la falta o inadecuación de la satisfacción
sexual. Comprende a:
-Neurosis de angustia: es un cuadro en el cual predomina la angustia; el síntoma nuclear es la «angustia» (estado de
angustia libre, inquietud, angustia de expectativa, ataques de angustia completos, rudimentarios y suplementarios, vértigo
locomotor, agorafobia, insomnio, acrecentamiento del dolor, etc.). En cuanto a la etiología, se vincula con la contención
sexual, con la acumulación de excitación sexual que se transformaría directamente en síntoma sin mediación psíquica.
-Neurastenia: cuadro que gira en torno a una fatiga física de origen nervioso y que comprende varios síntomas (presión
intracraneana, fatiga, dispepsia, obstrucción intestinal, irritación espinal). Su etiología se relaciona con un funcionamiento
sexual que es incapaz de resolver en forma adecuada la tensión libidinal (masturbación excesiva).
-Hipocondría

Neuropsicosis de defensa:
En el esquema etiológico Freud articula la etiología sexual y el mecanismo psíquico (mecanismo de defensa que luego
llamará básicamente represión). En este momento el síntoma perdura porque la vivencia que se tramita vía el síntoma
permanece inconsciente.
Las causas específicas de la neurosis de defensa son los traumas infantiles efectivamente acontecidos. Freud otorga
importancia al factor accidental, esto supone que si en la infancia no se produjo ningún tipo de situación sexual semejante
al coito, la neurosis no se produce. El trauma consiste en un acontecimiento de índole sexual que ocurre en la infancia.
Esas son las dos condiciones que debe cumplir la vivencia, que tenga carácter sexual y que ocurra en la infancia. Pero solo
este tipo de recuerdos puede desprender un displacer mayor cuando se alcanza la pubertad. La vivencia produce displacer
y es reprimida siguiendo una tendencia defensiva normal orientada a evitar el displacer.
Las fuerzas represoras están dadas por la vergüenza y la moralidad, aunque Freud señala que debe haber una causa
más específica para el desprendimiento de displacer. Esta causa (más específica) la plantea en términos económicos: se
trata de una “cantidad de origen sexual que perturba al aparato psíquico” y que está dada por el efecto retardado que
produce el trauma.

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Las diferencias entre las diversas neurosis de defensa Freud las postula a partir del modo en que se ejecuta la represión
(mecanismo de defensa), el modo en que retornan (retorno de lo reprimido) y el modo en que se forman los síntomas
(mecanismo de formación de síntoma). En la histeria, la represión conlleva a la conversión o inervación corporal, en la
neurosis obsesiva a la vía del desplazamiento, y en la paranoia a la proyección.
Además, Freud vincula la elección de neurosis con el desarrollo de la libido; este factor incidiría por ejemplo en el
modo en que es experimentada la vivencia traumática (aunque todavía no habla de fijación libidinal).

Neurosis Obsesiva
La vincula a vivencias de seducción sexual en un tiempo anterior que luego posibilitaran la represión. Y luego en un
segundo tiempo una vivencia sexual que estuvo dotada de placer. En el varón la vivencia infantil es activa, su recuerdo es
acompañado con un desprendimiento de displacer y reproches. Luego tanto el recuerdo como el reproche son reprimidos
y se forman síntomas contrarios escrupulosidad moral, vergüenza, desconfianza en sí mismo. A partir de aquí se establece
un periodo de salud aparente o defensa lograda.
El periodo siguiente es el del retorno de lo reprimido; la modalidad del retorno puede darse bajo la forma de
representaciones obsesivas o afectos obsesivos. El recuerdo sobreviene a causa de una perturbación sexual actual o a causa
de factores casuales. En el caso del retorno de los afectos obsesivos, el reproche puede retornar como conciencia de culpa
o anudarse a un contenido diverso del original. También puede mudarse en angustia (por las consecuencias de la acción
reproche), hipocondría (por las consecuencias corporales), delirio de persecución (por la condena social) o vergüenza
(miedo a que los otros sepan de la acción). Las representaciones obsesivas son estos reproches mudados.
La representación obsesiva está desfigurada. En principio porque se trata de algo actual y en segundo lugar porque se
trata de algo no sexual. Dicha desfiguración es efecto de la inclinación represiva. Estas representaciones se acompañan de
un displacer impreciso y tienen curso psíquico forzoso a causa de su origen (el exceso que supone el trauma). Los afectos
obsesivos y las representaciones obsesivas son los síntomas de compromiso que implican el retorno de lo reprimido.
En la lucha del sujeto frente a estos síntomas del retorno de lo reprimido surgen nuevos síntomas; los de la defensa
secundaria. La representación obsesiva es combatida en el orden lógico dando lugar a la compulsión de pensar,
ceremoniales de diverso tipo, compulsión a guardar, etc. Cuando la compulsión se transfiere a las medidas protectoras se
establece una tercera plasmación de la neurosis obsesiva, las acciones obsesivas.
La curación de la neurosis obsesiva se obtiene deshaciendo las sustituciones y las mudanzas de afecto halladas, hasta
que el reproche primario y su vivencia queden despejados y puedan serles presentados al yo a fin de que los aprecie de
nuevo. Los casos graves de esta afección culminan en la fijación de acciones ceremoniales, o en una manía de duda
universal, o en una existencia estrafalaria condicionada por fobias. Entonces tenemos:
a. El síntoma primario de la defensa: escrupulosidad de la conciencia moral, la desconfianza hacia sí mismo, etc.
b. Los síntomas de compromiso de la enfermedad o del retorno: representaciones obsesivas o afectos obsesivos.
c. Los síntomas secundarios de la defensa: obsesión caviladora, obsesión de guardar, dipsomanía, obsesión ceremonial,
etc.

Paranoia
Es una psicosis de defensa. La represión es el núcleo del mecanismo psíquico; lo reprimido es en ambos casos una
vivencia sexual infantil. La vivencia primaria es similar a la de la neurosis obsesiva. A diferencia de ésta, aquí no se forma

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un reproche, hay una desautorización en prestar creencia en el reproche (denegación de la creencia), el displacer es
atribuido al prójimo por proyección.
Una parte de los síntomas brota igualmente de la defensa primaria: todas las ideas delirantes de la desconfianza, la
inquina, la persecución de otros (desconfianza y susceptibilidad ante los otros son los síntomas primarios).
En la neurosis obsesiva, el reproche inicial ha sido reprimido por la formación del síntoma defensivo primario:
desconfianza de sí mismo. Así se reconoció la licitud del reproche, y entonces, para compensar eso, la vigencia que el
escrúpulo de la conciencia moral adquirió en el intervalo de salud protege de dar crédito al reproche que retorna como
representación obsesiva.
En la paranoia, el reproche es reprimido por proyección, puesto que se erige el síntoma defensivo de la desconfianza
hacia otros; con ello se le quita reconocimiento al reproche, y, como compensación de esto, falta luego una protección
contra los reproches que retornan dentro de las ideas delirantes.
Al igual que la neurosis obsesiva, el retorno puede incumbir a la representación o al afecto, en el caso de la
representación la vivencia retorna como un pensamiento en forma de ocurrencia, o como una alucinación visual o
sensorial. El afecto reprimido parece retornar siempre en alucinaciones de voces. Las voces que devuelven el reproche
son los síntomas de compromiso mudados en amenazas. Los fragmentos de recuerdo que retornan están desfigurados,
pues los sustituyen imágenes análogas de lo actual; por tanto, su desfiguración es simple, por sustitución temporal, no por
formación de un subrogado
En cuanto al tercer grupo de los síntomas hallados en la neurosis obsesiva, los síntomas de la defensa secundaria, no
se los halla presentes como tales en la paranoia; en efecto, contra los síntomas que retornan y que hallan creencia, no se
hace valer defensa alguna. Como sustituto de ello, hallamos en la paranoia otra fuente para la formación de síntoma; las
ideas delirantes que llegaron a la conciencia en virtud del compromiso (síntomas del retorno [de lo reprimido]) proponen
demandas al trabajo de pensamiento del yo hasta que se las pueda aceptar exentas de contradicción dando lugar a un
delirio interpretativo o delirio de asimilación, que desemboca en la alteración del yo. El proceso halla su cierre en una
melancolía (pequeñez del yo o bien, de manera más frecuente y seria, en una formación delirante protectora (delirio de
grandeza)

Histeria
La etiología específica de la histeria supone una vivencia sexual pasiva displacentera en periodos infantiles, es la
reanimación del recuerdo en la madurez lo que posee valor traumático debido a su intensidad, las vivencias que sucinta
el recuerdo
La elevación de tensión a raíz de la vivencia displacentera primaria es tan grande que el yo no contradice a esta, no
forma ningún síntoma psíquico, sino que se ve precisado a consentir una exteriorización de descarga, las más de las veces
una expresión hiperintensa de la excitación. Se puede definir este primer estadio de la histeria como histeria de terror; su
síntoma primario es la exteriorización de terror con lagunas psíquicas. Avasallamiento histérico del yo.
La represión y formación de síntomas defensivos sobreviene sólo con posterioridad {nachträglich}, en torno del
recuerdo. La represión {esfuerzo de desalojo} no acontece por formación de una representación contraria hiperintensa,
sino por refuerzo de una representación-frontera, que desde entonces subroga al recuerdo reprimido dentro del decurso
de pensar. Es lícito llamarla representación-frontera porque, por una parte, pertenece al yo consciente y, por la otra,
constituye un fragmento no desfigurado del recuerdo traumático.

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-Las fantasías en el primer esquema causal

Son unos parapetos psíquicos que sirven a la defensa y dificultan el acceso a la escena traumática. Sirven a la tendencia
de refinar los recuerdos, de sublimarlos. Son establecidas por medio de las cosas que fueron oídas y que se valorizaron
con posterioridad, y así combinan lo vivenciado y lo oído, lo pasado (de la historia de los padres y antepasados) con lo
visto por uno mismo.

-El síntoma en el primer esquema causal:


El síntoma en este primer momento causal se presenta como una tramitación por vía anormal del trauma efectivamente
acontecido.

Segundo esquema causal (1900/1905-1920/1926): Sexualidad traumática estructural.

Aquí la sexualidad no coincide con lo genital, remite a modos de satisfacción. En este momento el síntoma se mantiene
porque implica un modo de satisfacción.
En el primer esquema causal los influjos accidentales tenían el principal papel en la causación de la neurosis, la etiología
especifica de la neurosis era situada en el trauma sexual infantil efectivamente acontecido. Freud va a cambiar el trauma
sexual infantil accidental y la prevención del adulto por la sexualidad infantil perversa polimorfa.
Con el descubrimiento de la sexualidad infantil y la “revelación de la mentira histérica”, Freud pasa a otorgar
importancia a la constitución sexual, la importancia de los influjos accidentales va disminuir también por otras vías. Freud
agrega que “no importaban las excitaciones sexuales que un individuo hubiera experimentado en su infancia, sino, sobre
todo, su reacción frente a estas vivencias: si había respondido o no con la «represión» a esas impresiones.”
En esta época también se modifica su concepción respecto al mecanismo de los síntomas. En el primer esquema causal
el conflicto nace a partir de que al yo le resulta inconciliable el recuerdo de una vivencia traumática dando lugar al
desprendimiento de displacer y la puesta en marcha de la defensa.
En este momento Freud va postular que el conflicto es entre libido y represión. Por otra parte, el síntoma ya no implica
el retoño de los recuerdos reprimidos de vivencias sexuales infantiles. Entre las vivencias infantiles y el síntoma Freud va
a situar a las fantasías, son estas últimas las que se transponen en síntomas. Freud va plantear que los síntomas figuran las
prácticas sexuales de los enfermos, donde el núcleo de la neurosis es la sexualidad reprimida de los enfermos. Lo que
permanece constante es la importancia atribuida a la sexualidad y al infantilismo.

-Las causas ocasionales de la neurosis:

La frustración produce su efecto patógeno al estancar la libido. El individuo permaneció sano mientras su
requerimiento amoroso era satisfecho por un objeto real del mundo exterior; se volvió neurótico tan pronto como ese
objeto le fue sustraído, sin que se le hallase un sustituto.
Se vuelve hacia la vida de la fantasía y reanima las huellas de formaciones de deseo anteriores, olvidadas. La libido
puede retroceder todavía más, hallar por el camino de la regresión unas vías infantiles y aspirar a tales metas. Si estas

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aspiraciones, que son inconciliables con el estado actual de la individualidad, se vuelven bastante intensas, por fuerza
estallará el conflicto. Este conflicto es solucionado mediante formaciones de síntoma y desemboca en la contracción de
una enfermedad manifiesta los síntomas, los cuales figuran unas satisfacciones sustitutivas.
El segundo tipo de ocasionamiento para enfermar implica que el sujeto enferma no por una alteración del mundo
exterior como en caso anterior; aquí el sujeto enferma por un intento de adaptarse a la realidad, cambiando un modo de
satisfacción por otro. El conflicto se produce entre el afán de perseverar tal como se es y el afán de alterarse según
propósitos nuevos y nuevas exigencias de la realidad.
Por ejemplo, una mujer que querría renunciar a sus inclinaciones polígamas y fantasías de prostitución para ser una
esposa fiel y una madre intachable enfermará a raíz de tales afanes, dignos del mayor encomio, si las fijaciones anteriores
de su libido son lo bastante intensas para contrariar un desplazamiento.
Lleva, sin más, a un caso especial de la frustración {denegación}. Aquí no es frustrada por la realidad cualquier
satisfacción, sino justamente aquella que el individuo declara la única posible para él. La frustración no parte de manera
directa del mundo exterior, sino, primariamente, de ciertas aspiraciones del yo.
Quedan por igual inhibidas las dos variedades de satisfacción, tanto la habitual como aquella a la cual se aspira; y se
llega al estancamiento libidinal con las consecuencias que de él se siguen, como en el primer caso. El tipo siguiente, que
describiré como el enfermarse por una inhibición del desarrollo.
El tercer tipo: La libido nunca ha abandonado las fijaciones infantiles, tenemos que postular también aquí un afán por
superar las fijaciones de la infancia. El enfermarse por una inhibición del desarrollo.
El cuarto tipo: la cantidad de la libido ha experimentado un acrecentamiento en su economía anímica, y este basta por
sí solo para romper el equilibrio de la salud pubertad y la menopausia.
La estasis libidinal es aquí el factor primario; se vuelve patógeno a consecuencia de la frustración relativa que inflige el
mundo exterior, el cual sin embargo habría permitido satisfacer una exigencia libidinal menor. Y la libido insatisfecha y
estancada puede abrir también los caminos de la regresión y desatar los mismos conflictos que comprobamos para el caso
de la frustración exterior absoluta.
Reflexión sobre ocasionamientos: no se puede omitir en ningún caso el factor cuantitativo. Todos los otros factores -
frustración, fijación, inhibición del desarrollo- permanecen ineficientes mientras no afecten una cierta medida de la libido
ni provoquen una estasis libidinal de determinada altura, las neurosis surgen del conflicto entre el yo y la libido.
El psicoanálisis nos ha advertido que debemos resignar la infecunda oposición entre momentos externos e internos,
destino y constitución, enseñándonos que la causación de una neurosis se halla por regla general en una determinada
situación psíquica que puede producirse por diversos caminos.

-Conferencias 22 y 23:

La libido debe recorrer un camino para ponerse al servicio de la reproducción. Un desarrollo de esta índole puede
acarrear dos peligros, la detención del desarrollo (fijación) y la regresión. Freud plantea regresiones de dos clases para la
neurosis: retroceso a los primeros objetos investidos por la libido, y retroceso de toda la organización sexual a estadios
anteriores.
Diferencia entre represión y regresión: la represión es un mecanismo psíquico por el cual un acto psíquico es relegado
en lo inconsciente, el concepto de represión no tiene ningún vínculo con la sexualidad, es un proceso puramente

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psicológico tópico dinámico. La regresión implica un modo de satisfacción inherente a cierto modo de organización
libidinal.
En el caso de la histeria tenemos una regresión de la libido a los objetos sexuales primarios, incestuosos, pero nada
que se parezca a una regresión a una etapa anterior de la organización sexual. El mecanismo de la histeria recae en la
represión. En el caso de la neurosis obsesiva, al contrario, la regresión de la libido al estadio previo de la organización
sádico-anal es el hecho más llamativo y el decisivo para la exteriorización en síntomas.
El impulso de amor tiene que enmascararse, entonces, como impulso sádico. Al mismo tiempo se ha producido una
regresión en cuanto al objeto, de suerte que ese impulso sólo puede dirigirse a las personas más próximas y más amadas,
y se formarán una idea del horror que estas representaciones obsesivas provocan en el enfermo, así como la ajenidad con
que aparecen a su percepción consiente. Pero también la represión participa considerablemente en el mecanismo de estas
neurosis, lo cual no es cosa fácil de exponer en una introducción somera como la presente. Una regresión de la libido sin
represión nunca daría por resultado una neurosis, sino que desembocaría en una perversión.
Los seres humanos contraen una neurosis cuando se les quita la posibilidad de satisfacer su libido, vale decir, por una
«frustración», según la expresión que utilicé; y sus síntomas son justamente el sustituto de la satisfacción frustrada
{denegada}.
Para producir efectos patógenos tiene que recaer sobre la forma de satisfacción que la persona quiere con exclusividad,
la única de que ella es capaz. En la etiología de las neurosis la fijación libidinal es el factor interno, predisponerte, y la
frustración es el factor externo, accidental.
¿Son las neurosis enfermedades exógenas o endógenas?
Con respecto a la causación, los casos de contracción de neurosis se ordenan en una serie dentro de la cual dos factores
-constitución sexual y vivencia o, si ustedes quieren, fijación libidinal y frustración- aparecen. Freud propone que a las
series de esta clase las llamemos series complementarias, y les anticipo que tendremos ocasión de establecer todavía otras
de igual índole.
Freud agrega otro factor a la serie etiológica que es la tendencia a los conflictos sin conflicto no hay neurosis, el conflicto
es engendrado por la frustración, donde la libido busca otros caminos para la satisfacción que despierta el veto del yo
entonces a la frustración exterior agrega la frustración interior de dicha satisfacción. El conflicto patógeno se libra, pues,
entre las pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales entre el yo y la sexualidad.
Así se ha completado nuestra intelección de la causación de las neurosis. Primero, tenemos su condición más general,
la frustración; después, la fijación de la libido, que la empuja en determinadas direcciones, y, en tercer lugar, la inclinación
al conflicto, proveniente del desarrollo del yo, que ha rechaza do esas mociones libidinales.
En este momento causal la fantasía está implicada en el síntoma, el sentido del síntoma está dado por la fantasía. Las
fantasías están vinculadas al contenido de los síntomas. La fantasía es una soldadura entre elementos heterogéneos porque
reúne la satisfacción de una zona erógena algo fuera de sentido y una representación de deseo, la fantasía intenta dar un
nivel de representación a algo que aparece fuera de sentido, la sexualidad infantil entendida como acéfala.
Los síntomas neuróticos son el resultado de un conflicto que se libra en torno de una nueva modalidad de la satisfacción
pulsional. Las dos fuerzas que se han enemistado vuelven a coincidir en el síntoma; se reconcilian, por así decir, gracias
al compromiso de la formación de síntoma. Por eso el síntoma es tan resistente; está sostenido desde ambos lados. una
de las dos partes envueltas en el conflicto es la libido insatisfecha se verá finalmente precisada a emprender el camino de
la regresión y a aspirar a satisfacerse dentro de una de las organizaciones ya superadas o por medio de uno de los objetos

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que resignó antes. En el camino de la regresión, la libido es cautivada por la fijación que ella ha dejado tras sí en esos
lugares de su desarrollo Las representaciones sobre las cuales la libido trasfiere ahora su energía en calidad de investidura
pertenecen al sistema del inconsciente y están sometidas a los procesos allí posibles, en particular la condensación y el
desplazamiento De esta manera se establecen constelaciones semejantes en un todo a las de la formación del sueño. El
sueño genuino, el que quedó listo en el inconsciente y es el cumplimiento de una fantasía inconsciente de deseo, Así, el
síntoma se engendra como un retoño del cumplimiento del deseo libidinoso inconsciente, desfigurado de manera
múltiple. Casi siempre prescinden del objeto y resignan, por tanto, el vínculo con la realidad exterior. Entendemos esto
como una consecuencia del extrañamiento respecto del principio de realidad, y del retroceso al principio de placer.
Empero, es también un retroceso a una suerte de autoerotismo ampliado, como el que ofreció las primeras satisfacciones
a la pulsión sexual.
¿Dónde halla la libido las fijaciones que le hacen falta para quebrantar las represiones? En las prácticas y vivencias de
la sexualidad infantil, en los afanes parciales abandonados y en los objetos resignados de la niñez. Hacia ellos, por tanto,
revierte la libido todos los objetos y orientaciones de la libido resignados no lo han sido todavía por completo. Ellos o sus
retoños son retenidos aún con cierta intensidad en las representaciones de la fantasía. Estas fantasías gozan de cierta
tolerancia, y no se llega al conflicto entre ellas y el yo, por grandes que sean las oposiciones, mientras se observe una
determinada condición. Es una condición de naturaleza cuantitativa, infringida ahora por el reflujo de la libido a las
fantasías. Por este aflujo la investidura energética de las fantasías se eleva tanto que ellas se vuelven exigentes, desarrollan
un esfuerzo, orientado hacia la realización. Ahora bien, esto hace inevitable el conflicto entre ellas y el yo.
Acá Freud introduce un nuevo factor en la ensambladura del encadenamiento etiológico: la cantidad, la magnitud de
las energías que entran en juego; y por cierto tenemos que considerarlo en todas partes. El conflicto entre dos aspiraciones
no estalla antes que se hayan alcanzado ciertas intensidades de investidura, por más que preexistieran las condiciones de
contenido
Todo lo dicho aquí se refiere sólo a la formación de síntoma en el caso de la histeria. Ya en el caso de la neurosis
obsesiva hallamos -conservándose lo fundamental- muchas cosas diferentes. Las contrainvestiduras frente a las exigencias
pulsionales, de las que también hablamos a raíz de la histeria, pasan al primer plano en la neurosis obsesiva y, por medio
de las llamadas «formaciones reactivas», dominan el cuadro clínico.

Tercer esquema causal (1920/1926-1939): Sexualidad traumática peligrosa.

Acá Freud plantea que tan pronto como discierne el peligro de castración, el yo da la señal de angustia e inhibe el
proceso de investidura amenazador en el ello; lo hace por medio de la instancia placer-displacer. Así, los síntomas son
creados para evitar la situación de peligro que es señalada mediante el desarrollo de angustia. Entonces se puede considerar
a la angustia de castración como el único motor de los procesos defensivos que llevan a la neurosis: “Hemos reconducido
el desarrollo de angustia a la situación de peligro, preferiremos decir que los síntomas se crean para sustraer de ella al yo”.
Si se obstaculiza la formación de síntoma, el peligro se presenta efectivamente, o sea, se produce aquella situación
análoga al nacimiento en que el yo se encuentra desvalido frente a la exigencia pulsional en continuo crecimiento.
Entre los factores que han participado en la causación de las neurosis, que han creado las condiciones bajo las cuales
se miden entre sí las fuerzas psíquicas, hay tres que cobran relieve para nuestro entendimiento: uno biológico, uno
filogenético y uno puramente psicológico.

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El biológico es el prolongado desvalimiento y dependencia de la criatura humana. Así, este factor biológico produce
las primeras situaciones de peligro y crea la necesidad de ser amado, de que el hombre no se librará más.
El segundo factor, el filogenético, ha sido dilucidado sólo por nosotros; un hecho muy notable del desarrollo libidinal
nos forzó a admitirlo como hipótesis. Hallamos que la vida sexual del ser humano no experimenta un desarrollo continuo
desde su comienzo hasta su maduración, como en la mayoría de los animales que le son próximos, sino que, tras un
primer florecimiento temprano, que llega hasta el quinto año, sufre una interrupción enérgica, luego de la cual recomienza
con la pubertad anudándose a los esbozos infantiles. Creemos que en las peripecias de la especie humana tiene que haber
ocurrido algo importante que dejó como secuela, en calidad de precipitado histórico, esta interrupción del desarrollo
sexual. La significatividad patógena de este factor se debe a que la mayoría de las exigencias pulsionales de esa sexualidad
infantil son tratadas como peligros por el yo, quien se defiende de ellas como si fueran tales, de modo que las posteriores
mociones sexuales de la pubertad, que debieran ser acordes con el yo, corren el riesgo de sucumbir a la atracción de los
arquetipos infantiles y seguirlos a la represión. Nos topamos aquí con la etiología más directa de las neurosis
El tercer factor, o factor psicológico, se encuentra en una imperfección de nuestro aparato anímico, estrechamente
relacionada con su diferenciación en un yo y un ello, vale decir que en último análisis se remonta también al influjo del
mundo exterior. El miramiento por los peligros de la realidad fuerza al yo a ponerse a la defensiva ante ciertas mociones
pulsionales del ello, a tratarlas como peligros. Empero, el yo no puede protegerse de peligros pulsionales internos de
manera tan eficaz como de una porción de la realidad que le es ajena. Conectado íntimamente con el ello él mismo, sólo
puede defenderse del peligro pulsional limitando su propia organización y aviniéndose a la formación de síntoma como
sustituto del daño que infirió a la pulsión.
Un origen doble de la angustia: (en un caso como consecuencia directa del factor traumático donde el sujeto es pasivo,
y en el otro como señal de que amenaza la repetición de un factor así) La angustia de castración (angustia señal) está en el
principio de las represiones secundarias mientras que la represión primaria está producida por la angustia traumática.
Otra cosa importante en relación a la angustia es que Freud antes hablaba de un límite en relación a la privación de la
satisfacción sexual. Ahora nos habla de un límite más allá del cual fracasa el aparato psíquico en el dominio de las
magnitudes de excitación se trata de un límite individual más allá de la estructura. La angustia está vinculada al
franqueamiento de ese límite que permite que el sujeto se mantenga dentro del límite del principio del placer.

-Relación entre síntoma y angustia:

Puesto que hemos reconducido el desarrollo de angustia a la situación de peligro, preferiremos decir que los síntomas
se crean para sustraer de ella al yo. Si se obstaculiza la formación de síntoma, el peligro se presenta efectivamente, o sea,
se produce aquella situación análoga al nacimiento en que el yo se encuentra desvalido frente a la exigencia pulsional en
continuo crecimiento.
A modo de complemento podemos decir que el desarrollo de angustia introduce la formación de síntoma, y hasta es
una premisa necesaria de esta, puesto que si el yo no hubiera alertado a la instancia placer-displacer, no adquiriría el poder
para atajar el proceso amenazador que se gesta en el ello. En todo esto hay una inequívoca tendencia a limitarse a la
medida mínima de desarrollo de angustia, a emplear la angustia sólo como señal.
La formación de síntoma tiene por lo tanto el efectivo resultado de cancelar la situación de peligro.

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ANGUSTIA EN FREUD

SOBRE LA JUSTIFICACIÓN DE SEPARAR DE LA NEURASTENIA UN DETERMINADO SÍNDROME EN


CALIDAD DE ‘NEUROSIS DE ANGUSTIA’ (1895)-[PRIMER ESQUEMA CAUSAL].

Freud en este momento de su obra comenzó a armar una primera nosografía (descripción y clasificación de las
enfermedades). En este marco, la primera diferencia la establece entre las neurosis actuales y las psiconeurosis de defensa,
que tienen puntos en común pero también diferencias:

Neurosis actuales Psiconeurosis de defensa


Etiología: es sexual, pero el origen no debe buscarse en Etiología: sexual, pero el origen se remonta a conflictos
los conflictos infantiles sino en el presente. Los síntomas en la infancia. Como condición necesaria debe haber
resultan directamente de la falta o inadecuación de la ocurrido una vivencia infantil, pero con esto no alcanza, ya
satisfacción sexual. La etiología entonces es somática y no que después de la pubertad debe darse una vivencia adulta
psíquica. La fuente de excitación, es decir, el factor como condición suficiente para que se produzca el trauma.
desencadenante del trastorno, se halla en la esfera La fuente de excitación se halla en la esfera psíquica.
somática.
Mecanismo: no poseen ningún mecanismo Mecanismo: poseen mecanismos, tales como la
represión o la proyección.

Gracias a estas características, Freud puede ubicar diferentes patologías:


NEUROSIS ACTUALES PSICONEUROSIS DE DEFENSA
Neurastenia Neurosis obsesiva
Hipocondría Histeria de conversión
Neurosis de angustia Paranoia

Como se verá, del lado de las Psiconeurosis de defensa no existe todavía la histeria de angustia/fobia como entidad
clínica (va a aparecer en el segundo esquema causal). En cambio, del lado de las Neurosis actuales, ya hay una entidad
que implica angustia: la neurosis de angustia.
En la neurosis de angustia el factor que provoca el trastorno o la enfermedad es específicamente la falta de descarga
de la excitación sexual, y en donde cada síntoma está en relación con la angustia. Freud sitúa como síntomas de esta
enfermedad a:
1) La irritabilidad general: que proviene de la acumulación de excitación o de una incapacidad para tolerarla.
2) Una expectativa angustiada: como una angustia crónica.
3) Un ataque de angustia: como un sentimiento de angustia sin representación que se le asocie, o como
perturbaciones en las funciones corporales tales como en la respiración o en la actividad cardíaca, aparición de temblores
o ataques de vértigo.
4) Terror nocturno: como una variedad del ataque de angustia.
5) Fobias típicas (sin mecanismo de sustitución).
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LO INCONSCIENTE (1915)-[SEGUNDO ESQUEMA CAUSAL].

En este esquema, y a partir de 1914 (cuando escribe Introducción al narcisismo), Freud va modificando su nosografía.
Del lado de las Neurosis actuales no hay cambios:
Neurosis actuales
Neurastenia
Hipocondría
Neurosis de angustia

Sin embargo, del lado de las Psiconeurosis sí: hay una nueva subdivisión.

Psiconeurosis
Neurosis de transferencia (la libido está siempre Neurosis narcisistas/psicosis (la libido retirada siempre
desplazada sobre objetos reales o imaginarios) va hacia el yo)
Neurosis obsesiva Grupo de las Parafrenias (como la paranoia y la
parafrenia1 en sentido estricto)
Histeria de conversión Melancolía
Histeria de angustia/fobia

Como se verá, aparece una entidad del lado de las neurosis de transferencia que implica angustia: la histeria de angustia.
A esta nueva entidad la va a relacionar necesariamente con el concepto de represión.
Por un lado, la represión primordial es un concepto que obedece a la necesidad lógica de Freud de justificar la creación
en el inconsciente de un grupo de representaciones unidas a la pulsión que nunca experimentaron la atracción de otras,
pero que van a ser las que atraigan a las que vienen, porque son las que hacen que se establezcan los puntos de fijación.
La represión secundaria o propiamente dicha por su parte consiste en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo
alejado de ella, y ese algo que rechaza de la conciencia es una moción pulsional. La moción pulsional articula una
representación más el monto de afecto: la represión propiamente dicha actúa divorciando estos dos elementos,
separándolos:
• La representación va a parar al inconsciente (después retorna desfigurada por medio de mecanismos de formación
de síntoma);
• Monto de afecto: el factor cuantitativo de la agencia representante de la pulsión (es decir, el afecto o libido) tiene
tres destinos posibles:
-La pulsión es sofocada por completo, y nada se descubre de ella.
-Sale a la luz como un afecto coloreado cualitativamente de algún modo.
-Se muda en angustia.

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Freud llama “parafrenia” a la esquizofrenia de Bleuler o a la Demencia Precoz de Kraepelin.
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Este último destino es el que nos interesa, ya que muestra claramente la primera teoría de la angustia: como libido
trasmudada/transformada tras la operación de la represión (propiamente dicha). Y si el afecto se trasmuda o transforma
en angustia, el problema es que la represión no ha sido del todo exitosa (hecho que también se verifica por el lado de la
representación cuando retorna lo reprimido). En este momento, en donde el afecto se transformó en angustia, ya se puede
hablar de histeria de angustia, en donde hay angustia pero sin ninguna representación de objeto al cual se ligue, una
angustia flotante.
Luego, cuando la angustia puede ligarse a una representación de objeto, ahí ya se puede hablar del retorno de lo
reprimido, ya se está en presencia de una fobia, porque hay un sustituto, es decir, ya hay síntoma.
Es decir, la libido que la represión ha separado del material patógeno no es convertida (como en la histeria por
conversión) sino liberada en forma de angustia. Luego, más tarde, la formación de los síntomas fóbicos tienen su origen
en un trabajo psíquico que se ejerce con el fin de ligar la angustia que ha quedado libre.

-INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA (1926)-[TERCER ESQUEMA CAUSAL]

Freud retoma el tema de la fobia a la luz ya de la segunda tópica: ya no le va a interesar la división preconsciente,
consciente, inconsciente (un aparato dividido en sistemas), sino ya en instancias (Ello, Yo y Superyó), y además introduce
cambios en la teoría de la angustia. Estos cambios van de la mano de la zoofobia infantil que le permite cambiar la teoría:
pensar para las psiconeurosis la idea de que lo que causa la represión es la angustia.
En este texto plantea tres cuestiones en el historial de Juanito.
1. Cuál es la moción reprimida, o las mociones: los componentes del Edipo, a los que renunció Juanito vía la
represión. Freud va a privilegiar la corriente hostil hacia el padre, a quien a su vez ama por lo cual hay allí un conflicto de
ambivalencia. Las mociones reprimidas tienen que ser la del Edipo.
2. Cuál es el sustituto-síntoma: angustia frente a los caballos, lo cual constituye el síntoma porque implica una
sustitución del padre por el caballo. No es la angustia misma el síntoma, dice: si el pequeño Juanito enamorado de su
madre sintiera angustia frente al padre no tendríamos ninguna neurosis. Lo que nos habilita hablar de síntoma neurótico
es que el padre está sustituido aquí por el caballo. Lo que lo convierte en neurosis es única y exclusivamente la sustitución
del padre por el caballo, este desplazamiento es lo que se hace acreedor del nombre de síntoma, no es la angustia suelta
(podría sentir angustia frente al padre pero éste está reemplazado aquí por el caballo).
3. Cuál es el motivo de la represión, por qué se debe reprimir, por qué Juanito debe renunciar a la madre: si Juanito
no renuncia a la madre corre el riesgo de perder esa parte preciada de su cuerpo que es su pene (remite a la castración).
Es decir, lo que motiva la represión (propiamente dicha) es la angustia de castración, hay una angustia entonces previa a
la represión y que es como una señal que motoriza a la represión.
Pero acá la castración se convierte en un operador estructural, ya no tiene que ver con que el padre la formule o la
diga fuerte, que sea la madre la que diga que el doctor se la va a cortar: se trata más bien de la castración como un operador
estructural, que Freud lo traduce en términos de filogenia, recurre a los mitos, como por ejemplo el mito del Edipo, el
del padre en “tótem y tabú”, para entender algo que es del orden de la generalidad, de la ley (la generalidad de la estructura
implica que cada quien debe pasar por la castración para asumir su sexo, depende de la particularidad del caso).

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Por lo tanto la angustia no es efecto de la represión sino el antecedente, en la medida en que se reprime a partir de la
amenaza de castración, y que ya no proviene de lo reprimido mismo, de la libido trasmudada, sino que para las
psiconeurosis se hace homogénea al psiquismo, proviene del yo, de lo represor mismo.
Continúa con esta idea para ver cómo se consuman las fobias, cómo se pasa de la represión a las fobias. Por lo tanto
la fobia (en sentido estricto, el parapeto o la muralla) es un intento por solucionar el problema de la angustia, pero es un
intento fallido, por eso se habla de neurosis. Esta solución le permite al yo suspender el desarrollo de angustia; en efecto,
la angustia de la fobia es facultativa, es decir, sólo emerge cuando su objeto es asunto de la percepción (cuando se ve al
caballo, al avión, etc.), pero sabemos que se puede hacer algo para evitar la percepción del objeto, suspender el desarrollo
de angustia sometiéndose a inhibiciones y prohibiciones. Entonces, la cronología sería la siguiente:
-Amenaza de castración: miedo por perder su pene.
-Angustia de castración
-Represión propiamente dicha homogéneas al yo
-Fobia (en sentido amplio): no soluciona el tema de la angustia.
-Inhibición (fobia en sentido estricto): acá se suspende el desarrollo de la angustia (es un arreglo, un intento de solución
al problema de la angustia).

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HISTERIA EN FREUD

FRAGMENTO DE ANÁLISIS DE UN CASO DE HISTERIA: CASO DORA [SEGUNDO ESQUEMA


CAUSAL]

El caso Dora fue escrito a principios de 1901 y publicado en 1905, es decir, es un texto intermedio entre la
Interpretación de los sueños y Tres ensayos.

Introducción:
Freud dice que la causa de las histerias está en intimidades de la vida psicosexual de los enfermos, que los síntomas
histéricos son la expresión de los más secretos deseos reprimidos (es decir, que la causa de los síntomas en la histeria se
hallaría en fantasías sexuales reprimidas).
El tratamiento de Dora llevó casi tres meses (11 semanas), y las soluciones del caso se dieron gracias a la interpretación
de dos sueños que relató la paciente. El tratamiento no fue terminado debido a que la paciente decidió interrumpir el
mismo. Con este historial clínico, Freud pretende mostrar especialmente la determinación de los síntomas y la estructura
interna de la neurosis.

Cuadro Clínico:
Freud nos dice que es indispensable conocer lo relacionado con la interpretación de los sueños para tener un claro
conocimiento psicoanalítico. Y mediante él presenta caso, se intenta mostrar cómo la interpretación de los sueños
interviene en la labor analítica. Freud dice además que él inicia el tratamiento haciendo que el sujeto le relate su historia
y la de su enfermedad.
Freud dice que la incapacidad de los enfermos para desarrollar una exposición ordenada de la historia de su vida se
debe a varias causas:
- En ocasiones la repugnancia que siente el paciente de comunicar sus intimidades (aquí hablamos de insinceridad
consciente) impide que las cuente.
- Otras veces, datos que normalmente el paciente conoce, escapan de su conciencia en el momento del relato (sin
que él se haya propuesto conscientemente silenciarlos).
- Otras veces tenemos amnesias verdaderas que pueden haber sido llenadas con falsos recuerdos.

En definitiva, Freud plantea dos fines:


-El fin práctico del tratamiento: suprimir todos los síntomas posibles y sustituirlos por ideas conscientes.
-El fin teórico del tratamiento: curar todos los fallos de memoria del enfermo (ambos fines coinciden: de modo que,
si se alcanza uno de ellos, el otro queda conseguido también).

¿Por qué consulta Dora?


El padre de Dora era antiguo paciente de Freud. Y es él quien lleva a Dora para que la trate Freud. Dora tiene claros
síntomas neuróticos, según Freud.
Dora ya de niña mostró síntomas nerviosos:

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-A los 8 años tuvo disnea.
-A los 12 años tuvo jaquecas y tos nerviosa.
-A los 16 años los ataques de tos le continuaban (y es entonces cuando visita y conoce a Freud por primera vez, aunque
luego no asiste a tratamiento puesto que la tos desaparece).
-A los 18 años es cuando vuelve a ver a Freud para hacer un tratamiento. Entonces tenía nuevamente los ataques de
tos, además tenía depresión y alteración del carácter. Por entonces trataba secamente a su padre y no se entendía con su
madre. Evitaba el trato social alegando fatiga. Había escrito una carta que encontraron sus padres donde anunciaba un
suicidio. Luego de una discusión con su padre tuvo un primer acceso de inconsciencia.
Para Freud, desde un comienzo, el caso presentaba todas las características de una “pequeña histeria” con los síntomas
somáticos y psíquicos más vulgares: disnea, tos nerviosa, afonía, jaquecas, depresión de ánimo, excitabilidad histérica.

Los personajes principales en la vida de Dora (de 18 años) son:

- El padre: Más de 45 años, industrial de excelente posición económica, quien padeció graves enfermedades. Dora
tenía mucho cariño hacia su padre pero últimamente lo trataba secamente. Dora le exigía que rompiera relaciones con el
matrimonio K, y especialmente con la señora K (a quien consideraba su amante).
- La madre: A quien Freud no conoció personalmente pero de quien, debido a lo escuchado, pudo decir que era una
mujer poco ilustrada, poco inteligente, que al enfermar el marido se concentró en las tareas del hogar; poco interesada en
los intereses espirituales de sus hijos, se pasaba el día limpiando lo limpio (características obsesivas). Freud hablaba de
esto como de la “psicosis del ama de casa”. Esa tendencia obsesiva a la limpieza y el orden exagerado suele indicar algún
tipo de trastorno sexual según su lectura. Dora hacia su madre tenía un trato muy poco amistoso, no se interesaba en ella
e incluso la criticaba mucho.
- El hermano: (Año y ½ mayor que Dora). No mantenía mucha relación con Dora. Él se ponía siempre del lado de
la madre, mientras que Dora se ponía siempre del lado del padre.
- Tía (hermana del padre): Que estuvo aquejada por una grave psiconeurosis y luego murió. Dora la había tomado
como modelo pues le tenía cariño.
- Sr. K: Siempre se mostró cariñoso con Dora. Según ella, él le hizo proposiciones amorosas luego de un paseo por
un lago (escena del lago, a los 16 años), aunque él lo negó, y él la acusó a ella demostrar demasiado interés en la cuestión
sexual (esto lo supo él debido a una charla donde su esposa le contó dicha confidencia). Anteriormente, cuando ella tenía
14 años, él la abrazó al pie de una escalera y la beso a la fuerza (escena del beso). Ambas situaciones, la de la escalera
primero y la del lago después son apropiadas para producir la vivencia de un trauma psíquico.
- Sra. K: Cuidó en un comienzo de la enfermedad del padre de Dora (la madre de Dora ni siquiera se acercaba al
enfermo), por lo que se ganó el reconocimiento del mismo. Para Dora, esta mujer era amante de su padre.
- Los dos hijos pequeños del matrimonio K: Dora los había cuidado en varias oportunidades mostrándose con ellos
de forma maternal.
- La institutriz: Dora mantuvo excelentes relaciones con ella hasta que un día se enemistó e hizo que la despidieran.

Vale recordar que, para Freud, en los casos de histeria, se daban las siguientes condiciones:
- trauma psíquico;

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- conflicto de los afectos;
- conflicto en lo sexual;

La proposición amorosa del señor K el día que paseaban (a los 16 años) y su posterior acusación hacia ella (de que su
esposa le contara que se interesaba en temas sexuales debido a ciertas obras que leía), habrían constituido para Dora el
trauma psíquico necesario para su enfermedad histérica. La tos y la afonía (síntomas relacionados con la vía oral) aquejaban
a la paciente ya años antes del trauma, puesto que aparecieron cuando ella cumplió los 8 años.
Dora le contó a Freud un incidente anterior con el Sr.K mucho más apropiado para haber ejercido sobre ella acción
traumática, cuando tenía 14 años, en donde el señor K se las ingenió para quedarse a solas con ella y la abrazó fuerte y la
beso en la boca. En aquel momento Dora sintió repugnancia y partió. Salió corriendo, pero nunca mencionó esto a nadie
y ambos lo mantuvieron en secreto. Para entonces, según Freud, la conducta de Dora ya era totalmente histérica.
Al recordar aquello, Dora dice aún tener repugnancia al recordar la presión del brazo de ese hombre sobre su busto
al abrazarla, pero según Freud aquí se dio un desplazamiento y en realidad no se trataba del brazo sino del miembro
erecto. Y Dora evitaría actualmente pasar cerca de un hombre que conversa acalorado con una mujer (al que supone
sexualmente excitado), para no sentir nuevamente esa muestra de excitación. De dicho suceso vemos entonces surgir 3
síntomas: la repugnancia, la sensación de presión en el busto, y la resistencia a acercarse a individuos abstraídos en un
dialogo amoroso.
A Dora le molestaba terriblemente que su padre no le creyera que el Sr. K le había hecho propuestas amorosas en su
paseo por el lago. Cuando Dora se sentía amargada, se le imponía la idea de que su padre la entregaba al Sr. K, como
compensación de su tolerancia de las relaciones con su mujer. Y dado el cariño que Dora sentía por su padre, es de
imaginar la ira que le causaba tal idea. Naturalmente, los dos hombres no habían concertado jamás pacto alguno formal
en el que ella figurase como objeto de una transacción.
Freud dice que, si bien Dora tenía razón al afirmar que el padre no quería enterarse verdaderamente de la conducta
del señor K para con ella, con objeto de no verse perturbado en su relación con la señora K, también es cierto que Dora
había obrado exactamente igual que su padre. Es decir que Dora había permitido siempre, hasta entonces, que su padre
se viera con la señora K sólo porque así ella podía ver al señor K.
Y la prueba de que ella antes sí sabía del romance de su padre con esa señora y no lo impedía está en el hecho de que
jamás los iba a visitar cuando suponía que podían estar solos (para no interrumpirlos), y además por lo ocurrido con cierta
institutriz. Esta institutriz que tuvo Dora le insistía en abrirle los ojos para que viera lo que pasaba entre su padre y la
señora K. Y pese a que Dora tenía un excelente trato con esta institutriz, de repente hizo que la despidieran. Además, por
varios detalles, se notaba que la institutriz estaba enamorada del padre (la trataba mejor cuando el padre estaba presente).
Dora hacia algo similar con los hijos del matrimonio K, dado que los niños eran un enlace para ella con el señor K.
Por lo visto hasta ahora el centro de atención de Dora es la señora K porque justamente el deseo del padre de Dora
está en esa señora. Y el padre de Dora pretendía ignorar las pretensiones del señor K para con su hija para no tener
problemas en poder seguir viendo a la señora K. Y Dora estaría enamorada del señor K, y por eso mismo había tolerado
que su padre se viera con la señora K.
Dora reconoció a Freud que tal vez hubiera estado enamorada del señor K durante una época, pero que luego eso se
había desvanecido tras las propuestas que este le hiciera en aquel paseo por el lago.

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En una ocasión Dora se quejaba de dolores de estómago, y justamente la tarde anterior había visitado a sus primas
(una de las cuales se quejaba de dolores de estómago). En cierta ocasión, los accesos de tos de Dora duraron entre 3 y 6
semanas, coincidentemente con las ausencias del señor K.
Para Freud, todo síntoma histérico necesita cierta colaboración somática (predisposición debido a una dolencia
anterior) para que se pueda dar la conversión. Y dice que donde este factor no aparece surge entonces algo distinto de un
síntoma histérico, es decir una fobia o una idea obsesiva (es decir un síntoma psíquico).
No cabía duda de que Dora perseguía un fin (separar a esa mujer de su padre) y esperaba lograrlo a través de su
enfermedad (por supuesto que lo esperaba de forma inconsciente). Freud estaba seguro de que los síntomas de Dora
desaparecerían si su padre decidía dejar de ver a la Sra. K en beneficio de la salud de Dora. Pero Freud esperaba que el
padre no hiciera tal cosa, para que Dora no tomara como arma su enfermedad usándola siempre que quisiera para obtener
beneficios.
Según Freud, uno de los sentidos de un síntoma se relaciona siempre con una fantasía sexual. Y Freud interpretó la
tos nerviosa de Dora como expresión de una situación sexual fantaseada. Del análisis Freud dedujo que esa tos periódica
originada por un cosquilleo en la garganta expresaba una situación de satisfacción sexual (a partir de sexo oral) entre su
padre y la señora K. Y el hecho de que al poco tiempo de dada esta explicación la tos desapareciera por completo, parecía
confirmar esa teoría (al comprender el sentido de un síntoma ese mismo síntoma desaparece).
Freud dice que la conducta de Dora iba más allá de su condición final. Dora sentía y obraba más bien como una mujer
celosa, tal y como hubiera parecido comprensible que obrase su madre. Con el dilema que a su padre planteaba (“esa
mujer o yo”), se estaba situando claramente en el lugar de su madre.
Su disposición congénita la había impulsado siempre hacia el padre (a quien se apegó más debido a las enfermedades
que el hombre padecía). En ocasiones, el padre sólo había consentido que lo cuidara Dora. Y la aparición de la señora K
la había suplantado, en muchos sentidos, más que a su madre.
Según Freud, la inclinación de Dora hacia su padre tenía carácter de enamoramiento desde edades muy tempranas. Y
este enamoramiento hacia el padre no se había manifestado desde ya mucho tiempo, lo que indicaba que ahora había
resurgido como síntoma de reacción para reprimir otro impulso más poderoso (el deseo hacia el señor K). Es decir que
para reprimir su enamoramiento con el señor K tuvo que evocar y exagerar su inclinación infantil hacia el padre. También
podríamos decir que la inclinación hacia el padre actuaría como contrainvestidura del deseo hacia el señor K. Y además,
podríamos hablar de una superdeterminación o sobredeterminación de los síntomas (es decir de varias causas que
ocasionarían los síntomas).
Se puede decir que detrás de las ideas preponderantes que giraban entorno de las relaciones del padre con la señora
K, se escondía también un impulso de celos cuyo objeto era aquella mujer, es decir una inclinación de Dora hacia la
misma señora K. Según Freud, en los casos de mujeres histéricas cuya libido orientada hacia el hombre ha quedado
enérgicamente reprimida, aparece regularmente intensificada la corriente homosexual.
Dora, de hecho, durante años había tenido con la señora K una estrecha amistad. Y además hablaba del cuerpo de
esta mujer alabándolo. Y jamás Freud escuchó palabras ofensivas de parte de Dora hacia la señora K (lo que hubiera sido
esperable). Dora se sintió traicionada por la señora K, dado que esta mujer le contó al marido acerca de que Dora leía
textos de carácter sexual y que por tal cosa no podía exigir respeto de un hombre.
Para Freud, los celos de Dora también eran hacia la señora K, eran celos de carácter masculino, y esto es típico en la
vida amorosa inconsciente de las muchachas histéricas.

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Otros detalles importantes relacionados que prueban la histeria de Dora:
Dora había tenido en Viena una supuesta apendicitis, poco después de la muerte de su tía. Esa apendicitis también fue
un producto de su histeria. Dora reveló que antes de aquello había buscado en una enciclopedia para averiguar sobre los
síntomas de la apendicitis debido a que un primo suyo la padecía. Y tras la apendicitis de Dora, ella había quedado con
una dolencia extraña: dificultades para caminar (pues arrastraba un pie). Y esto llamaba la atención a los médicos porque
no entendían la relación entre esto y la apendicitis padecida. Esto era en realidad un genuino síntoma histérico.
Ella se había procurado una enfermedad sobre la cual había leído en la enciclopedia, y se había castigado por la lectura
de aquella enciclopedia. Pero claro que el castigo no pudo deberse a haber leído un artículo inocente, sino que debió ser
más bien por haber leído además otro tipo de artículo más culposo como un artículo sexual.
Freud le preguntó si la apendicitis fue antes o después de la escena del lago, y Dora dijo que fue nueve meses después.
Ella no pudo negar, tras dicho esto, que probablemente el otro artículo leído aquella vez fuera sobre embarazo y
nacimiento. Respecto a la pierna que se arrastraba, podía deberse a que “había dado un mal paso” y que lógicamente
podía parir entonces 9 meses después de la escena junto al lago. Dora, incluso, de niña había tenido una dolencia real en
ese pie tras una torcedura, lo que facilitó que esta fuera la zona propicia para que desarrollara un síntoma histérico.

El motivo real por el cual Dora se ofendió y abofeteó a K en la escena del lago:
Un día Dora dice a Freud que va a abandonar el tratamiento y que ya había decidió hacer esto hace 14 días. Freud le
comenta que casualmente 14 días es el plazo que da una muchacha de servicio como preaviso al renunciar. Y así surge
una importante novedad hasta el momento desconocida para él.
Dora contó luego que en la estancia del lago, había una muchacha de servicio que parecía llevarse mal con el señor K,
dado que casi ni se hablaban. Esta muchacha, en determinada oportunidad, la llamó a ella y le contó cómo el señor K
había tenido amoríos con ella, explicándole que “no le importaba nada de su mujer”, que su mujer no era nada para
él (exactamente esas mismas palabras que le dijera a ella en el lago antes que lo abofeteara). Luego el señor K no le dio
más trato a esa muchacha y ahora la misma estaba enojada y por eso no le hablaba. Y esa muchacha no había dado el
preaviso de 14 días pero estaba a punto de hacerlo, sólo que esperaba que el señor K volviera a ella (nótese que Dora le
habla a Freud justamente de 14 días ¿esperaba algo más de Freud como producto de un sentimiento hacia él surgido a
partir de la transferencia?)
De lo anterior se desprende que la bofetada de Dora se debió en realidad a celos, a una venganza, a no tolerar que le
dijera a la muchacha las mismas palabras que le acababa de decir a ella, casi como si fueran lo mismo. Con esto, a Dora
supuestamente el Sr.K la ubicaba como una sirvienta.

Epílogo:
En el epílogo, Freud dice que la sexualidad constituye la clave para el problema de las psiconeurosis, así como de las
neurosis en general. Dice que los síntomas no desaparecen mientras dura el trabajo psicoanalítico, pero sí un tiempo
después, cuando se han disuelto los vínculos con el médico.
Freud habla sobre las transferencias, y dice que son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida
que el análisis avanza no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes; pero lo característico de todo el género es

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la sustitución de una persona anterior por la persona del médico. Toda una serie de vivencias psíquicas anteriores no es
revivida como algo pasado, sino como vínculo actual con la persona del médico.
La transferencia es algo necesario y no hay forma de evitarla, pero es preciso combatir a esta última creación de la
enfermedad como se lo hace con todas las formaciones anteriores. Y esta es la parte más difícil. La transferencia, destinada
a ser el escollo máximo para el psicoanálisis, se convierte en su auxiliar más poderoso cuando se logra colegirla en cada
caso y traducírsela al enfermo.
Freud dice que con Dora no logro dominar a tiempo la transferencia. Desde el comienzo fue claro que el hacía en su
fantasía del sustituto del padre. Luego lo identificó con K. Freud admite que debió haberle dicho: “Ahora usted ha hecho
una transferencia desde el señor K hacia mí. ¿Hay algo en particular por lo cual usted ha puesto su atención en mi como
lo ha hecho antes con K?”
Freud cree que así tal vez hubiera surgido algo, algún detalle en su propia persona que fuera análogo con K, y que
mediante la solución de esa transferencia el análisis hubiera conducido hacia nuevo material mnémico. Freud omitió esa
advertencia y así fue sorprendido por la transferencia y, a causa de esa incógnita por la cual él le recordaba a K, ella se
había vengado de él abandonándolo del mismo modo (dejando el tratamiento).
Quince meses después del tratamiento, Dora visitó a Freud. En mayo de ese año había muerto un hijo de los K, por
lo cual Dora se reconcilió con ellos. Tras el reencuentro, Dora le dijo a la señora K que sabía que tenía una relación con
su padre (y la señora K no lo negó), y movió al marido a confesar la escena junto al lago. Luego llevó al padre esta noticia.
No reanudó el trato con esa familia.
Luego ella estuvo bien hasta octubre, donde tuvo otro ataque de afonía, tras haberse cruzado en la calle con el señor
K y haberlo visto cuando un carruaje lo arrollaba. Dice que se aseguró de que estuviera bien.
Actualmente ella tenía una neuralgia facial. La pretendida neuralgia entonces respondía a un autocastigo, al
arrepentimiento por la bofetada que propino aquella vez a K y por la transferencia vengativa que hizo después sobre
Freud. Si el primer sueño dibujaba el apartamiento del hombre amado y el refugio en el padre, vale decir, la huida de la
vida hacia la enfermedad, el segundo sueño anunciaba que se desasiría del padre y se recuperaría para la vida.

Ataque histérico:
Se trata de fantasías inconscientes proyectadas sobre la motilidad. Son figuraciones pantomímicas de las fantasías, en
donde se condensan varias fantasías. Se produce por identificación múltiple: está compuesto por una investidura libidinal
y un contenido de representación. También se puede considerar como sustituto de una satisfacción autoerótica resignada.
En este sentido, son distintos a los síntomas histéricos.

-PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO (1921) [TERCER ESQUEMA CAUSAL]

En este texto Freud va a hablar de la identificación.


Por un lado habla de la identificación primaria: plantea que ésta implica una exteriorización de una relación afectiva
con una persona, como la más temprana ligazón afectiva con una persona; además plantea que es directa, inmediata, y se
toma a un otro como modelo. Implica entonces querer ser. Por ejemplo, se da en la identificación al padre, padre como
ideal, y se quiere ser como él. Se configura el yo a imagen y semejanza de otro, por eso es la responsable en la formación
del yo. Es decir, está entramada en el Edipo y es estructurante del sujeto neurótico.

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La diferencia básica ente la identificación primaria y la elección de objeto es que este último implica querer tener al
objeto.
Por otra parte, Freud habla de la identificación secundaria: este tipo de identificación participa en la formación de los
síntomas. A su vez, se puede descomponer en dos tipos:
1) Identificación secundaria al rasgo: en ésta se toma una característica del objeto. Es una identificación parcial y
limitada. La persona “copiada” es una persona producto de una relación libidinal. Por eso dice que es imprescindible la
elección de objeto previa. Implica entonces identificarse con un rasgo del padre o de la madre. Además, Freud dice que
es regresiva: de la relación de objeto se regresa a la identificación (de querer tener pasa a querer ser). Este tipo de
identificación no es exclusiva de la histeria. Es una identificación entramada en los síntomas a la cual sólo se puede acceder
por interpretación, por desciframiento.
Por ejemplo, se puede situar al tos de Dora vía identificación con su padre. Quería ser como su padre, y ahora lo es en
el sufrimiento: tiene la misma tos martirizadora.
2) Identificación secundaria por el síntoma: prescinde de la relación de objeto con la persona. Consiste en captar un
punto en el inconciente del otro y por desplazamiento repetir el síntoma que ese otro generó (punto en común
inconsciente entre dos yoes). Es decir, se produce una comunidad entre los dos yoes pero inconciente. Es una
identificación a un punto reprimido, y por desplazamiento se copia el síntoma que el primero de los yo produce. Este
tipo de identificación es exclusivo de la histeria.
Por ejemplo, esto se puede ver en Dora, quien tenía 2 primas (que a su vez eran hermanas entre sí). Una, la menor,
había tenido suerte y se iba a comprometer con su novio; la hermana mayor en cambio, estaba celosa y había hecho un
ataque histérico y no quería asistir al compromiso de su hermana (había tenido unos dolores de estómago). Dora también
había tenido dolores de estómago similares. Freud interpreta entonces que Dora o bien se sentía celosa o bien se sentía
desdichada. El punto de identificación con la prima mayor es en esa desdicha, en esa envidia o en esos celos y por
desplazamiento se reproduce el síntoma.

HISTERIA EN LACAN

EL SEMINARIO. LIBRO III (1955-1956)

Lacan, en este seminario, va a plantear que la neurosis está estructurada como una pregunta que se plantea en el eje
simbólico y que se responde en el eje imaginario. Pero el eje imaginario en realidad va a velar o amordazar esa pregunta,
y esto se debe a que lo imaginario engaña, crea una falsa ilusión.
En el caso particular de la histeria, la pregunta en lo simbólico va a ser ¿Qué es ser una mujer? (que en definitiva es
una pregunta sobre el sexo), y es una pregunta cuya determinación es inconsciente (por eso también está entramada en
los síntomas). Y esto se debe a que en la histeria no se inscribe en lo simbólico ese significante. En esta estructura clínica
entonces el sujeto va a intentar responder a aquello para lo cual en lo simbólico falta el significante.
Luego, es en el eje imaginario donde esta pregunta se va a responder, en este sentido se puede situar la identificación
viril de Dora con el Sr. K. Esto sucede porque con la apoyatura del Sr. K es que Dora puede aproximarse a ese misterio,
a ese enigma, a esa pregunta que encarna la Sra. K. El Sr. K le sirve como apoyatura o como soporte imaginario al yo de
Dora para, desde este hombre, poder acercarse a su pregunta de qué es esta mujer (la Sra. K.) para este hombre (el Sr.

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K). En otras palabras, es desde el Sr. K que Dora puede preguntarse qué desea ese hombre de esa mujer. Es necesario
hacer entonces todo este circuito o rodeo de apelar a un hombre a partir del cual acercarse al enigma de la feminidad.
Esto es así en la histeria, no en la feminidad normal (si Dora se pregunta qué es ser una mujer es porque no puede serlo).
Lacan va a plantear entonces que la histérica necesita hacer todo ese rodeo, el de identificarse con rasgo de un hombre,
para aproximarse a eso que no puede ser en la realidad. Es a partir del Sr. K que ella puede vislumbrar lo que es una
mujer para un hombre, por eso cuando él le dice en la escena del lago, a los 16 años, que “mi mujer no es nada para mí”,
queda al desnudo el lugar de apoyatura que tenía el Sr. K para Dora, en la medida que ella no se pone contenta, sino que
le da una bofetada y se va: apoyatura masculina desde donde se podía acercar al enigma de qué es una mujer para un
hombre.
Se puede interpretar entonces la escena del lago como un factor precipitante de la neurosis o eclosión de la neurosis
(el anudamiento vital), como una coyuntura o acontecimiento biográfico vital que responde a determinados resortes
estructurales específicos, en donde se rompe el equilibrio y aparecen los síntomas más manifiestos (apendicitis, tos,
parálisis, migraña, afonía, desazón, intentos de suicidio, etc.).

20
NEUROSIS OBSESIVA EN FREUD

NUEVAS PUNTUALIZACIONES SOBRE LAS NEUROPSICOSIS DE DEFENSA (1896)-[PRIMER


ESQUEMA CAUSAL]

Freud en este texto va a hablar de la trayectoria típica de la enfermedad.

1º Momento: Vivencia infantil (causa predisponente). Tiene que ser de índole sexual, activa (llevada a cabo con placer),
pero con un trasfondo pasivo (de displacer). Además, fue un hecho fáctico, real, que sucedió efectivamente, pero que no
es traumática en sí misma todavía.
2º Momento: Vivencia adulta, con la maduración sexual (causa ocasional). Ésta produce el recuerdo de la vivencia
infantil, se la reanima. Al recuerdo de estas vivencias se le anuda un reproche, se reprocha esa acción sexual ocurrida en
ese momento. Se desprende entonces un displacer nuevo y con una mayor magnitud de la excitación, lo que provoca el
trauma. Lo traumático entonces es el recuerdo.
3º Momento: El de la defensa lograda (estado de salud aparente). El reproche se anuda a esa vivencia sexual, y eso da
lugar a que el reproche sea reprimido. Se reprime ese reproche y se lo sustituye por un síntoma defensivo primario:
aparecen los escrúpulos de la conciencia moral, la desconfianza a sí mismo, etc. (lo que Freud va a llamar “formaciones
reactivas”, o lo que en Inhibición, Síntoma y Angustia llamaba “síntomas negativos”).
4º Momento: Falla en la defensa. Sobreviene el reproche pero ya trasmudado bajo la forma de síntomas del retorno
de lo reprimido (o también llamados, síntomas de compromiso), tales como representaciones obsesivas o afectos
obsesivos. Pero estos síntomas producen angustia.
5º Momento: Lucha defensiva secundaria. Para luchar contra las representaciones obsesivas y los afectos obsesivos, se
plasman una serie de medidas protectorias y de acciones obsesivas que son luchas ya no contra lo reprimido sino contra
el retorno de lo reprimido. Aparecen entonces los síntomas de lucha defensiva secundaria.

A PROPÓSITO DE UN CASO DE NEUROSIS OBSESIVA (CASO DEL HOMBRE DE LAS RATAS). (1909)-
[SEGUNDO ESQUEMA CAUSAL]

Es el análisis de un joven de 29 años universitario formado en leyes, que Freud trató a lo largo de un año entero, al
cabo del cual se restablece. Se trata de una neurosis obsesiva grave que termina con el levantamiento de los síntomas. Se
puede establecer una diacronía del caso en tres momentos:

1. NEUROSIS DE LA INFANCIA:
• A los 4 años:
Un deseo no obsesivo (curiosidad por ver muchachas desnudas).
• A los 6 años:
-Idea enfermiza de que sus padres podían escuchar sus pensamientos (formación delirante).
-Temor obsesivo a que suceda algo si tiene esos pensamientos (si veo muchachas desnudas algo terrible le va a pasar a
mi padre, entonces tengo que hacer algo para que esto no suceda).

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-Medidas protectoras.

Todos estos son factores constitutivos de la psiconeurosis: la predisposición.

2. OCACIONAMIENTO DE LA ENFERMEDAD (EMERGENCIA DE LA NEUROSIS DEL ADULTO):


• A los 23 años:
-Se refiere al momento en que luego de la muerte de su padre, la madre le comunica al hombre de las ratas el plan de
vida para él. Esta mujer había hablado con unos parientes ricos y pensó en posibilidad de casar a su hijo con la hija de un
primo suyo, ni bien finalizara sus estudios, para así poder vincularse con los negocios de la firma familiar. Este plan de la
familia le encendió el conflicto: si debía permanecer fiel a su amada pobre o seguir las huellas del padre y tomar por
esposa a la bella, rica y distinguida muchacha que le habían destinado. Y a ese conflicto, que en verdad lo era entre su
amor y el continuado efecto de la voluntad del padre, lo solucionó enfermando. Se produce como resultado una
incapacidad para trabajar que le dura mucho tiempo, que le hizo posponer varios años la terminación de sus estudios
(relación con su novela familiar).
Todo esto se lo cuenta a Freud como al pasar. Esto sucede porque el neurótico obsesivo no olvida sus traumas, la
represión opera sustrayendo el afecto, de forma que el trauma puede estar en la conciencia sujeto, el sujeto no lo olvida,
pero como le ha sustraído el afecto no le puede dar valor del trauma.

3. ECLOSIÓN DEL TEMOR/TRANCE OBSESIVO:


• A los 29 años:
-Crisis que lo pone en las manos de Freud: Él estaba en maniobras militares, tratando de demostrar lo aguantador y
fuerte que podía ser (lo que Lacan va a llamar “hazaña obsesiva”), y pierde los quevedos (los anteojos). En castellano,
debido a la traducción, se pierde la materialidad del significante, ya que “quevedos” en alemán significa “pellizcar,
torturar”; es decir, el significante que está en juego allí tiene una relación con lo que le va a contar posteriormente el
Capitán cruel, que es la escena de una tortura (es como si dijéramos en castellano pierde los “torturos”), pero se produce
con efecto retardado, con apres coup. Ya hay ahí (en el relato del Capitán Cruel) un elemento sádico en juego, un horror
ante un placer ignorado por él mismo, que da cuenta de la represión en juego.
-Relato del capitán cruel: El encuentro con el Capitán cruel es lo que pone posteriormente al sujeto en las manos del
analista, pero allí no podemos decir que haya surgido la neurosis del adulto, allí lo que sucede es que se recrudecen los
síntomas a partir de esa coyuntura de eclosión (análoga a la escena del lago de Dora y a las palabras del Sr. K).
Con el relato del capitán cruel, Freud intenta demostrar la relación con el erotismo anal del obsesivo. Freud dice que
al momento de relatar esto en la entrevista, Paul pone muchos reparos, le cuesta mucho hablar de esto, entonces Freud
se ve obligado a decirle que él no tiene ninguna inclinación hacia la crueldad pero que debe contarlo. Freud ocupa
(mediante la transferencia) el lugar del Capitán cruel y del padre de Paul, tienen todos el mismo lugar, pero a diferencia
de Dora, donde Freud queda en la serie de los hombres que hay que abandonar y que no supo lidiar con eso, aquí sí va
saber hacerlo (porque le dice que él no tiene ningún gusto por lo cruel).
Estos dichos del Capitán tocaron puntos hiperestésicos del Inconsciente del enfermo, en dos niveles:
a) Activa puntos significantes de la historia del sujeto, no son casuales las palabras que estaban en juego allí (plano
del significante);

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b) Activa o toca puntos hiperestésicos que tienen que ver con lo pulsional (plano de la pulsión).
Estas dos líneas remiten a la historia familiar: la deuda del juego del padre en el “debes pagar”, y la elección entre
mujer rica/mujer pobre en la figura de la posadera y la chica de la estafeta postal. El arreglo particular que hace el sujeto
con esas dos líneas significantes, que en la historia familiar estaban por separado, lo lleva a Lacan a llamarlo “mito
individual” y no “novela familiar”. Esos elementos de la historia familiar que originalmente estaban separados aparecen
ahora reunidos y desfigurados en el delirio.
Luego de eso aparece el pensamiento obsesivo de que ese suplicio le puede suceder a su amada y al padre también,
que estaba muerto hace tiempo, con lo cual el pensamiento era mucho más disparatado aún. El propio sujeto dice que
estos pensamientos la resultan ajenos, hostiles, disparatados pero que no puede hacer nada con ellos más allá de interponer
una solución: tiene como una fórmula para defenderse que es hacer un gesto con la mano y decir “pero (cómo se te
ocurre)”, como un movimiento de alejar algo con la mano.
Posteriormente a ese relato, Paul se encuentra con el Capitán Cruel, quien le da el paquete con los quevedos y le dice
que el teniente A ha pagado por él y que debe devolverle el dinero al teniente A (3.80 coronas). En ese momento suceden
dos cosas:
1) se le plasma una sanción: “no devolver el dinero, de lo contrario ocurre el suplicio de las ratas a su amada y su
padre”;
2) y posteriormente, se le impone un mandamiento a modo de un juramento: “debo pagar las 3. 80 coronas al
teniente A, de lo contrario el castigo sucede”.

Después de sortear una serie de dificultades para poder pagarle al teniente A, finalmente se encuentra él y cuando Paul
le va a dar el dinero, el teniente le dice que él no había puesto la plata, que la había puesto en realidad al teniente B, con
lo cual Paul se queda estupefacto porque no podía cumplir con su juramento, quedó muy afectado porque no podía
cumplir con su juramento dado que la premisa era falsa. Entonces se inventa este raro expediente (el delirio obsesivo)
para cumplir con este nuevo juramento: él iba a ir a la estafeta postal, le iba a dar la plata a A, éste se la iba a dar a la Srta.
del correo, y posteriormente ella se la iba a dar a B: de esta manera iba a quedar saldada la deuda.
Esto lo tiene totalmente sitiado durante varios días hasta que va a buscar a su amigo y finalmente después de tantos
rodeos no se le devuelve la plata ni a A ni a B, y se lo devuelve directamente a la chica del correo.
Sin embargo, lo particular es que él sabía de antemano que había sido la chica y no el teniente el que había pagado, y
sin embargo se inventó un mandamiento edificado sobre una premisa falsa, se privó a sí mismo (este es el saber no sabido
del que habla Freud, porque actúa la represión).
Incluso la consulta con Freud estaba entramada en el delirio, porque para que el teniente A le aceptara el dinero, Paul
había pensado en acudir a un médico que le haga un certificado que dijera que para curarse necesitaba que el teniente le
aceptará en las 3.80 coronas. Como había una transferencia previa con Freud, había leído algunas obras de él, es por eso
que Paul consulta con este analista (claro que con Freud ni podía hablar de ese certificado).

Sintomatología

Los síntomas en la neurosis obsesiva pueden ser de diferente tipo:

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Ejemplo Función Estructura
Representaciones Ideas compulsivas La pulsión se Son SÍNTOMAS OBSESIVOS DE
obsesivas/pensamient que no puede dejar de satisface de manera COMPROMISO (retorno de lo
os obsesivos. pensar el sujeto, pero disfrazada, hay un reprimido). El yo se defiende contra la
que no tienen ningún beneficio primario. pulsión. Luego de reprimir, el afecto se
sentido o valor. El problema es que desplaza hacia una nueva
estos síntomas no representación por falso enlace. Son
ahorran de todo la formaciones de compromiso entre las
angustia. representaciones reprimidas
(experiencia pasiva) y las fuerzas
represoras.
Medidas precautorias Desvío del Intentar suprimir la Una vez instaurado el síntoma del
pensamiento hacia angustia. Combaten retorno de lo reprimido, el yo
otro lo más opuesto las representaciones emprende una nueva defensa, esta vez
posible, compulsión y los afectos no contra la pulsión sino contra el
a cavilar, intento de obsesivos. síntoma. Son SÍNTOMAS DE
pensar y examinar, la DEFENSA SECUNDARIA.
manía de duda.

Acciones obsesivas Ceremoniales y Intentar suprimir la Una vez instaurado el síntoma dl


observación de angustia. Son retorno de lo reprimido, el yo
números, fobias, síntomas de defensa emprende una nueva defensa, esta vez
superstición, secundaria. no contra la pulsión sino contra le
meticulosidad, Combaten las síntoma. Son SÍNTOMAS DE
acrecentamiento del representaciones y DEFENSA SECUNDARIA
síntoma primario de los afectos obsesivos
los escrúpulos de la luego de las
conciencia moral, medidas
miedo a traicionarse. precautorias.

Delirio obsesivo En el hombre de las Tiene una función En la base están los síntomas
ratas, cuando se defensiva: LUCHA obsesivos. Está constituido por un
miraba al espejo con SECUNDARIA conjunto de fenómenos: por un lado,
su pene erecto contra los síntomas un argumento lógico o racional y por el
esperando la llegada de compromiso del otro lado un pensar obsesivo basado
de su padre. O retorno de lo en premisas falsas (es un mixto). Se
devolver el dinero, reprimido. Sin basa en una creencia (el sujeto sabe
sino de lo contrario le embargo, no es pura que esa idea le pertenece y puede
iba a suceder algo a su defensa, ya que se rectificarla).
padre ya muerto. filtra lo reprimido
(eso lo hace
dialectizable), que
es aquello de lo que
se defiende.

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Técnicas implicadas en la formación de los síntomas en la neurosis obsesiva

-En el segundo esquema causal:

Se trata de técnicas de deformación que Freud descubre en el tratamiento del síntoma obsesivo. Están vinculadas con
la forma que adquiere el relato obsesivo, como un telegrama mal redactado en donde las representaciones aparecen
desafectivizadas. Las características del discurso obsesivo son: imprecisión, habla como un telegrama mal redactado donde
faltan los términos de conjunción, nunca logra concluir, hace muchas desviaciones de lo que está diciendo, agrega detalles,
no puede concluir porque hace muchas digresiones, abunda en detalles, no llega a una conclusión significativa.
Las técnicas de la desfiguración que operan en esta neurosis son:
a) Técnica de desfiguración por elipsis/omisión: a raíz de ella surge el relato como un telegrama mal redactado;
consiste en la introducción de una pausa, en la supresión de un término. Freud plantea que mediante la interpretación se
debe interpolar ese elemento faltante. En el caso del Hombre de las ratas, éste plantea que “si yo me caso con la dama a
mi padre le sucede una desgracia”. Sin embargo, Freud interpreta que ahí quiso decir “si mi padre viviera, mi designio de
casarme con la dama lo enfurecería tanto como aquella vez en la escena infantil y yo volvería a ser presa de la ira y le
desearía toda clase de males”.
b) Técnica de deformación por desgarradura de nexos causales por sustracción del afecto: se produce cuando el
texto está completo pero se le ha sustraído el afecto y los nexos causales aparecen desgarrados. Por ejemplo, cuando el
Hombre de las ratas cuenta, así como al pasar, la elección a la cual lo había enfrentado la madre, que debía casarse con
una prima lejana, lo que lo reenvía a la constelación familiar, o como plantea Lacan, al mito individual. Entonces el sujeto
tiene y al mismo tiempo no tiene noticia de sus traumas. Tiene noticia de ellos en la medida en que no los ha olvidado,
pero no tiene noticia de ellos ya que no descifra su significado.
c) Técnica del aislamiento: se da lugar cuando se establecen cortes de manera tal que una idea no puede ponerse en
conexión con otra, y esto impide la asociación libre. Es decir, se establece un intervalo entre dos pensamientos y se
suspenden las conexiones, intervalo en el cual no puede pasar nada.

-En el tercer esquema causal:

Acá habla de dos actividades que pone en marcha el yo en el proceso de la formación del síntoma, que son
“subrogados” de la represión, que la sustituyen de algún modo, ya que la represión regular a veces tropieza con dificultades.
Estas dos técnicas son:
a) Anular lo acontecido: plantea que mediante un simbolismo motor se quiere hacer desaparecer a un suceso, no a
las consecuencias de éste (como una impresión o una vivencia). Sucede cuando un segundo acto cancela al primero como
si nada hubiese ocurrido, cuando en realidad sucedieron las dos cosas. Por ejemplo, en el Hombre de las ratas, cuando
él iba caminando se tropieza con una piedra y ésta queda en el camino. Enseguida piensa que, si no saca la piedra, algo le
puede ocurrir al carruaje de la amada que iba a pasar por ahí. Sin embargo, luego se le ocurrió que eso era un disparate,
entonces se decide a poner la piedra en su lugar original. Esto es un síntoma en dos tiempos.
Esto también sucede en los ceremoniales, ya que en primer lugar el sujeto toma precauciones para que no suceda algo
determinado.

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b) Aislamiento: también recae sobre la esfera motriz. Tras un suceso desagradable se interpola una pausa en donde
no está permitido que suceda nada, no se hace ninguna percepción ni se ejecuta acción alguna. El asilamiento motriz está
destinado a garantizar la suspensión del nexo con el pensamiento.

NEUROSIS OBSESIVA EN LACAN

EL MITO INDIVIDUAL DEL NEURÓTICO (1953)

Este texto es previo al esquema Z. En este texto Lacan propone que a partir de que sujeto se despliega en una relación
de palabra, emerge algo de la verdad. Pero se trata de una verdad que no es la verdad objetiva, que no tiene que ver con
la realidad de los hechos, sino que es una verdad más cercana al concepto de realidad psíquica freudiana: la verdad del
sujeto, correlativa al sujeto, y dado que el sujeto puede cambiar, su posición frente a la verdad también puede cambiar.
Esa verdad que emerge en el psicoanálisis es expresada de modo mítico, o sea, la novedad que introduce Lacan es la
articulación entre verdad y mito. Un mito adquiere una forma discursiva, es decir, una articulación significante, y es por
eso que va a poder ser descifrado. Luego, la novela familiar del neurótico de la que hablaba Freud es para Lacan el mito
individual del sujeto; lo individual da cuenta del trabajo que hace el sujeto sobre esta verdad, hace una historia propia con
los significantes que tiene a mano. No se trata de una mera repetición, el mito tiene algo del orden de un invento o ficción
sobre los orígenes o determinadas relaciones entre personajes.
Lacan relee el historial del hombre de las ratas situando dos momentos míticos:
a) el primero es el mito original que tiene que ver con lo que Freud llamaba “la novela familiar del neurótico”, es
decir, la constelación familiar;
b) y el segundo, cómo aparece en los síntomas específicamente lo que llamábamos el trance obsesivo.

a) La constelación familiar en Paul es anterior al sujeto y a la cual el sujeto accede por los relatos de sus padres.
• El primer elemento de la constelación familiar, del mito original, es la elección entre las dos mujeres: mujer
rica/mujer pobre.
• El segundo elemento es la deuda. Cuando el padre era militar estaba a cargo de los fondos del regimiento. Se
había gastado los fondos en un partido de cartas, y es un amigo el que lo salva de tener un serio problema poniendo el
dinero (sin embargo, nunca quedó en claro si el padre de Paul le devolvió el dinero a su amigo). En el relato familiar
quedó como la deuda del padre con el amigo.

b) Ahora bien, hay relación de una correspondencia entre este mito original y el trance obsesivo. La formación más
aguda de la enfermedad (lo que Freud llama el delirio obsesivo) Lacan lo llama trance obsesivo. en esa escena de pagar
en la estafeta postal con todos estos personajes se pueden reconocer los significantes privilegiados.

Entonces, para Lacan se trata de un mito individual, de una fórmula de transformación. Es decir, el sujeto echa mano
de lo significantes pero hace con eso un arreglo subjetivo muy particular: Paul reúne en un mismo plano lo que en la
situación original está en dos. Porque en la situación original tenemos al padre que, por un lado, había elegido a la mujer

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rica dejando a la mujer pobre (pudo elegir). Y por otro lado, tenía una deuda de juego con el amigo (pudo pagarle al
ejército). Esto está separado, en “diplopía” dice Lacan.
En cambio, en el trance obsesivo de Paul está el esfuerzo del sujeto por reunirlos en un mismo plano, unir amor y
dinero pagando la deuda en un lugar inadecuado (el correo).

PSICOANÁLISIS Y SU ENSEÑANZA (1957)

El esquema Z le permitía a Lacan pensar la neurosis en general estructurada como una pregunta, y la neurosis obsesiva
en particular configurada como la respuesta a una pregunta. Una respuesta que es planteada en el eje imaginario y la
pregunta en el eje simbólico. Lacan en el caso Dora decía que la neurosis era una respuesta en el plano imaginario a una
pregunta en el plano simbólico. Esa pregunta está siempre velada, amordazada, obturada, Lacan lo demuestra en el
esquema. En la histeria teníamos la pregunta por la feminidad, del lado de la respuesta teníamos la identificación viril.
Aplicando este mismo esquema a la neurosis obsesiva en el eje simbólico tenemos como pregunta velada, obturada,
amordazada, la pregunta por la existencia: ¿estoy vivo o estoy muerto? Pero del lado de la respuesta imaginaria, la que
lleva el sujeto a cabo con el yo, ayudado por un partenaire, tenemos: la hazaña o proeza a la que le va a dar el estatuto de
una pantomima.
La pregunta es una pregunta no pronunciada, no es que el histérico nos va a venir a decir que se pregunta qué es una
mujer, no se trata de algo que uno puede expresar de ese modo, Lacan desprende esa pregunta de la respuesta, dice que
está cifrada en los síntomas. Lo mismo pasa con el neurótico obsesivo, no nos va a decir si está vivo o está muerto, no es
eso. Es una pregunta que está cifrada/decodificada en los síntomas. Lacan va a decir que esa respuesta se concretiza en
una conducta a la que llama pantomima. Esta tiene distintas formas: en la neurosis obsesiva tiene forma de hazaña y en la
histeria toma la forma de la identificación viril (de pasar por el otro masculino para responderse a la pregunta por la
feminidad). El concepto de pantomima vale para las dos. La pantomima, sea obsesiva o histérica, es una respuesta, la
situamos en el eje imaginario, que es usada para desviar la pregunta, para amordazarla. Es del orden del comportamiento,
de una conducta efectiva, ejecutada con el yo con la ayuda de un semejante, un compañero imaginario. Es entonces una
respuesta imaginaria pero que hunde sus raíces en el eje simbólico; tiene una determinación simbólica y por eso es
descifrable.
Hay un aspecto de la respuesta a la pregunta que no es exactamente el síntoma, pero está emparentado con el síntoma
y que se sitúa aquí en el eje imaginario como respuesta a la pregunta. A esto lo llama Lacan la “pantomima de la neurosis”,
ubicada en la relación efectiva del yo del sujeto con un semejante.
¿Qué significa pantomima? Una representación sin palabra que es del orden de una conducta, de un comportamiento.
Que sea sin palabra no quiere decir que no responda a la estructura del significante. O sea, el comportamiento lo tenemos
efectivamente aquí en la relación del yo con un partenaire pero la determinación de esta conducta la tenemos en el eje
simbólico. La pantomima entonces es imaginaria pero hunde sus raíces en el ICC; desde este punto de vista podemos
decir que es homóloga al síntoma, si bien uno podría equiparla más a un rasgo de carácter, sobre todo en la neurosis
obsesiva, pero tiene una estructura determinada por los ejes del lenguaje y esto la hace descifrable y equiparable a los
síntomas. Se expresa en lo imaginario pero hunde sus raíces en lo simbólico, tiene una determinación significante, por
eso es descifrable y por eso es equiparable al síntoma.

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¿Qué pasa con la neurosis obsesiva? ¿Qué forma adquiere la pantomima en la neurosis obsesiva? Una hazaña. Siempre
hay alguien que se le aparece en el plano imaginario como un rival a quien hay que vencer y con quien se juega esta especie
de lucha a muerte en la que en realidad no se corre ningún riesgo; o sea que allí donde el yo del obsesivo cree que se le
juega la vida, o que se le juega un desafío, en realidad no se le juega nada, ¿Por qué? Esto nos introduce en la función que
tiene la pantomima, porque en el texto Lacan habla de una estrategia, que es una estrategia en relación al deseo, deseo
que situaríamos en el eje simbólico y que Lacan va a esquematizar haciendo caer una barra en el lugar del Otro y
correlativamente una barra en el lugar del sujeto, ese deseo es para el neurótico una fuente de angustia.
Esta hazaña cae en el momento de la coyuntura de eclosión de la neurosis, en el encuentro con el Capitán cruel en el
caso de Paul.

EL SEMINARIO. LIBRO V. LAS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE (1957/58)

En este seminario, Lacan toma a la neurosis obsesiva desde la dialéctica de la demanda y del deseo. En este marco va
a volver sobre la hazaña obsesiva.
La demanda es una palabra dirigida a Otro simbólico (Otro con mayúscula, que puede ser por ejemplo la madre) del
cual se va a esperar una respuesta. El paradigma de la demanda es la relación madre-hijo: el niño, al tener hambre por
ejemplo, reclama al otro materno la satisfacción de una necesidad. En la medida en que se trata de una palabra, la demanda
tiene una articulación significante: es decir, el sujeto, para disponer de ese significante, tiene que pasar necesariamente por
el lugar del Otro. Es el Otro el que interpreta con sus significantes la necesidad del niño. Al ver que el niño llora, dice,
por ejemplo, “debe tener hambre”. La que convierte ese “grito” en “llamado” es el ser hablante, que suele ser la madre.
La demanda es impensable si no pasa por el Otro. El sujeto entonces para constituirse depende del Otro tanto para
disponer de esos significantes como para obtener la satisfacción de la necesidad planteada.
Además de solicitar la satisfacción de la necesidad, el sujeto solicita el amor del Otro. La demanda entonces desdobla
al Otro: le pide por un lado la satisfacción de una necesidad, pero por el otro lado le pide que esté presente, que le dé su
amor. En ese intervalo entre la satisfacción de la necesidad y la demanda de amor que aparece algo del orden del deseo:
entonces la demanda precede a la formulación del deseo.
El deseo, entonces, es siempre deseo del Otro, algo del deseo del sujeto va a emerger a partir de la respuesta que el
Otro le dé a la demanda, se vehiculiza en la respuesta del Otro a la demanda.
Tenemos entonces:
NECESIDAD DEMANDA

DESEO

El deseo, a diferencia de la demanda que es articulable con los significantes, desborda al significante: el objeto (por
ejemplo, el pecho de la madre) está perdido irremediablemente para siempre, y eso va dar lugar a una búsqueda, e
indefectiblemente lo que se va a encontrar en el lugar del objeto perdido y añorado siempre va a ser otra cosa que no es
la original. Esto hace a la indestructibilidad del deseo, o sea que nunca hay un objeto que le convenga al deseo (por eso
es metonímico, es decir, se va desplazando).

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Ahora bien, en la neurosis obsesiva la demanda tiene un modo de presentación muy particular que es el de una
exigencia absoluta. Esto tiene un efecto desgastador del Otro, destructor del Otro, porque el obsesivo no acepta del lado
del Otro que éste le responda “no puedo” o “más tarde”. Ese carácter de condición absoluta del obsesivo es correlativo a
una anulación del deseo, se excluye el deseo mismo; es decir, el obsesivo, al destruir al Otro con su demanda absoluta,
destruye también una formulación posible de su propio deseo. Dicho de otra manera, cuando el obsesivo destruye al
Otro, destruye a su vez el deseo del Otro. Y como el deseo siempre es deseo del otro, el obsesivo no se da cuenta que
destruye su propio deseo: el deseo del obsesivo se manifiesta anulado.
Por eso el deseo es evanescente, se le desvanece. Cada vez que el obsesivo intenta aproximarse a su objeto, a un
supuesto objeto de deseo, cada vez que lo logra, ese objeto no significa nada para él, se desvanece, se esfuma. Ahora bien,
esto pone al obsesivo en un problema, porque un deseo totalmente anulado hace imposible que sobreviva como sujeto.
Para sobrevivir como sujeto necesita restituir a ese Otro que ha destruido con su demanda, y esto lo logra reduciendo el
deseo a la demanda. Así, por ejemplo, está siempre pidiendo permiso, (esa es una forma ya de la solución), o inventa un
Otro bien consistente, un amo a quien obedecer, que le prohíba o lo autorice.
Tenemos entonces:
NECESIDAD DEMANDA

DESEO

Esto le permite redefinir la hazaña obsesiva. Nunca se lleva a cabo una hazaña sólo: tiene que haber por lo menos 2
(el a y el a’) en el registro de lo imaginario para que haya algo del orden de una competencia, de un desafío, de un duelo
con un semejante. El obsesivo se mete en una lucha a ver quién tiene más prestigio, más poder. Pero también hace falta
un tercero, alguien que registre esa escena: el que cuenta en realidad es el que registra la hazaña, aquel que le levanta el
pulgar o que se lo baja.

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PSICOSIS EN FREUD

LAS NEUROPSICOSIS DE DEFENSA (1894) [PRIMER ESQUEMA CAUSAL]

Habla de psicosis alucinatorias. El mecanismo es más enérgico que en las otras dos neuropsicosis (la histeria y la
neurosis obsesiva) y a este mecanismo lo llama desestimación. Se arranca tanto la representación como el afecto, de modo
tal que se actúa como si éstas nunca hubieran tenido lugar. Esa representación, que está entramada con una porción de la
realidad objetiva, al arrancarse tanto la representación como el afecto, se arranca también una porción de la realidad
entramada con esa representación.

NUEVAS PUNTUALIZACIONES SOBRE LAS NEUROPSICOSIS DE DEFENSA (1896) [PRIMER


ESQUEMA CAUSAL]

Habla de paranoia en sentido amplio. La trayectoria típica de la paranoia (en oposición a la de la neurosis obsesiva)
implica que existe una vivencia sexual infantil efectiva y realmente vivida, que es la misma para la paranoia y la neurosis
obsesiva, es decir, una actividad sexual realizada con placer y de forma activa (distinto el caso de la histeria que era
displacentera y pasiva). Pero la represión de esa vivencia se da en la paranoia por un singular camino. A ese singular
camino, a través del cual opera la defensa, le da el nombre de proyección. Entonces en el primer momento tenemos la
vivencia sexual infantil placentera, en el segundo tiempo a eso se le anuda un reproche, pero ese reproche que es reprimido
simplemente en la neurosis obsesiva, aquí sigue el camino de la proyección, de modo tal que los síntomas primarios de la
paranoia, a diferencia de los síntomas primarios de la neurosis obsesiva, en donde aparecía una desconfianza hacia sí
mismo, cobran la forma por la vía de la proyección de una desconfianza hacia los demás.
En el tiempo siguiente, que es donde se forman los llamados síntomas de compromiso, síntomas de retorno de lo
reprimido, la particularidad que va a tener el retorno en el caso de la paranoia es que lo que aparece son pensamientos
enunciados en voz alta, como algo que viene de afuera justamente porque ha actuado la proyección. Nuevamente esa
proyección que actuó en un primer momento modela el tipo de retorno; el pensamiento enunciado en voz alta, que no
es otra cosa que la alucinación, viene de afuera.
Esos pensamientos enunciados en voz alta el sujeto les presta creencia, hay una certeza. Por lo tanto, no se hace valer
ante ellos defensa alguna, no existe entonces lucha defensiva secundaria; ante esos síntomas del retorno de lo reprimido
no se hace valer defensa secundaria alguna porque son ciertos para él, no son influibles. Lo que queda entonces es que el
yo se adecue a ellos, se produce según Freud una especie de formación del yo que toma el aspecto del delirio, es decir,
que lo que va al lugar de los síntomas defensivos secundarios, que sí están presentes en la neurosis obsesiva y no lo están
en la paranoia, es el delirio. El tipo de retorno está determinado por el mecanismo de la proyección.

30
PUNTUALIZACIONES PSICOANALÍTICAS SOBRE UN CASO DE PARANOIA (DEMENTIA
PARANOIDES) DESCRITO AUTOBIOGRÁFICAMENTE (1911). (CASO SCHREBER). [SEGUNDO
ESQUEMA CAUSAL]-PARANOIA Y PARAFRENIA.

1º Enfermedad (a los 42 años) 8 años de felicidad Periodo de incubación de la 2º


enfermedad
1884 1885 1893
-Hipocondría grave: -Le dan el alta -Nombramiento al cargo de
● Ideas de enflaquecimiento -Agradecimiento a Flechsig presidente del Superior Tribunal (Junio)
● Opresiones cardiacas -Sueños de recaída: que la 1º enfermedad vuelve
-1º consulta con Flechsig -Fantasía de duermevela: ser mujer en el momento
del acoplamiento (DELIRIO PRIMARIO).

¶ Periodo de incubación de la 2º enfermedad 2º Enfermedad (a los 51 años)

1893 1893
-Asume el cargo (Octubre) -Lo internan (Noviembre)
-Cae preso de un insomnio pertinaz -Estupor alucinatorio catatónico:
-2º consulta con Flechsig rigidez, inmovilidad, negativismo, mutismo,
-Comienza a tener ideas de suicidio rechazo a todo trato, queda absorto, etc.
-Tiene pensamientos de muerte (DELIRIO DE GRANDEZA)

2º Enfermedad

1894 1895
-Comienza a salir del estupor -Fase delirante restitutiva (acá empieza a escribir las memorias)
-primeros esbozos delirantes con Flechsig ●DELIRIO PARANOICO DE PERSECUCIÓN SEXUAL:
-Ideas del fin del mundo “Ser la mujerzuela de Flechsig”
-Flechsig es un “almicida” ●DELIRIO MEGALOMANÍACO REDENTOR:
“Ser la mujer de Dios”

2º Enfermedad

1902 1902
-Retrodecen los síntomas hipocondríacos y alucinatorios -Vuelve ejercer la abogacía
-Le dan el alta médica (se cura) -Práctica transexual:
●Obtiene satisfacción al verse en el espejo con adornos
de mujer (práctica privada).

31
Schreber tiene dos enfermedades. La segunda enfermedad tiene un periodo de incubación en donde aparece un
elemento que tiene las siguientes características: en un estado entre el dormir y el despertar, un estado de duermevela,
emerge de forma acéfala (sin sentido) la representación o fantasía de lo hermoso que sería ser una mujer en el momento
del coito. Ya está presente desde acá el problema de la transformación en mujer, porque esa cuestión de la transformación
en mujer va a estar presente a lo largo de todo el camino delirante de Schreber y va a permanecer de modo particular
incluso cuando se autocura, cuando se restablece, con la práctica transexual.
La transformación en mujer es el hilo conductor de todo el delirio. Freud ya tenía para ese entonces una hipótesis en
relación a la etiología sexual de la paranoia, que tenía que ver con la homosexualidad pasiva reprimida. Transformarse en
mujer entonces es el delirio primario, ya que es lo más cercano a la causa o a la etiología (avance de la libido homosexual).
Unos meses después de la aparición de la fantasía de duermevela lo que surge es un insomnio pertinaz, vagas
sensaciones hipocondríacas y un estado de intensa angustia. Va a ver nuevamente a su médico Flechsig y se queda muy
impactado porque este médico (que era un neurólogo brillante) le da una clase de neurología magistral, despliega un saber
catedrático. El encuentro con Flechsig funciona como coyuntura de eclosión de la crisis en la psicosis (en realidad sería
coyuntura de desencadenamiento, pero Freud no utilizaba ese concepto, es de Lacan). Cae preso de una gran excitación,
en un estado de angustia insoportable y hace un primer intento de suicidio, situación que determina que sea internado.
Durante esa larga internación (de 1893 a 1902) lo que sucede al principio es que Schreber queda sumido en un estado
de estupor catatónico; la descripción que se hace de este primer periodo coincide con la que daba Kraepelin: queda
absorto, inmóvil, mudo, no respondía a las preguntas. En este momento ni siquiera comía, había que obligarlo a comer,
y estaba también invadido por todo tipo de fenómenos alucinatorios visuales, auditivos y cenestésicos, además de ideas
hipocondríacas, ya que decía que no tenía intestino, que no tenía estómago, que le habían reblandecido el cerebro.
Pasada esta fase aguda de la enfermedad se establece un sistema delirante que pasa por dos fases que tienen de nuevo
el elemento de transformación en mujer:
1) una fase en la que toma la forma de un delirio de persecución sexual, y aquí el entonces venerado y amado doctor
Flechsig se convierte en el perseguidor que quiere abusar de Schreber como si fuera una mujerzuela.
2) Finalmente se convierte, en la última fase del delirio, en un delirio de redención, con el siguiente contenido: él
está llamado a ser la mujer de Dios.
Al cabo del proceso delirante la personalidad se reconstruye y Schreber vuelve a estar a la altura de las exigencias de
la vida, reanuda el lazo social, puede asesorar a las personas en temas jurídicos, puede hablar de arte, de cultura, se
reconstruye la personalidad y queda como la única pieza que sobrevive al restablecimiento una práctica: frente al espejo,
ataviado de mujer por unos adornos femeninos, con unos collares y vinchas, obtiene una satisfacción autoerótica mirando
su imagen de mujer en el espejo.

Explicación metapsicológica: Freud plantea que la especificidad de la paranoia debe encontrarse en el mecanismo.
Hasta ahora Freud pensaba o sostenía que el mecanismo patognomónico de la paranoia era la proyección. Dice que uno
estaría tentado de afirmar que el mecanismo específico es la proyección sino no tuviera en cuenta dos cosas: en primer
lugar, que hay formas de la paranoia en donde no interviene la proyección (por ejemplo, el delirio de celos), y además
porque la proyección es un mecanismo mucho más amplio que interviene en otras manifestaciones clínicas, incluso en la
normalidad.
Hay que buscar la especificidad del mecanismo en la represión, en sus tres fases: la especificidad está en las tres.

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1) La primera fase de la represión corresponde a lo que llama los puntos de fijación, lo que va a hacer las veces de
la predisposición. A esto más tarde lo va a llamar (en el texto de La Represión de 1915) represión primaria, que va a ser
fundante del Inconsciente. Estos puntos de fijación van a ser polos de atracción para lo que venga después, como imanes.
En este caso, el punto de fijación se encuentra entre al autoerotismo y la elección de objeto (pasando por el narcisismo).
2) En un segundo momento, cuando el yo entra en conflicto con un componente sexual actual, se produce la llamada
represión propiamente dicha, lo que va a ser luego la represión secundaria, que en el caso de la psicosis tiene esta
particularidad: consiste en el retiro de las cargas de los objetos y de las personas y en la vuelta de esa libido al yo, con lo
cual se crea una especie de narcisismo secundario. Esta es la explicación metapsicológica que Freud da al estupor
catatónico; el estupor catatónico ya lo había descripto mejor que nadie Kraepelin, la novedad de Freud es en la
metapsicología, porque él va a decir que si el paciente está absorto e inmóvil y no contesta, no quiere comer ni mover, es
porque le ha retirado las cargas al mundo y las ha vuelto sobre su yo. Este es el punto entonces de máxima ruptura del
lazo social en donde se produce el DELIRIO DE GRANDEZA.
3) El tercer momento tiene que ver con el retorno de lo reprimido, el fracaso de la represión. Y acá aparece una
idea que es central en la construcción de Freud sobre el delirio y que tiene que ver con su función: él va a afirmar que el
delirio es un intento de restitución, tiene una función en ese sentido autocurativa. El delirio es el modo que tiene el sujeto
psicótico o paranoico de volver las cargas al mundo, por eso dice que lo que habitualmente se concibe como la
enfermedad, el ruidoso delirio, es en realidad un intento de restablecimiento, ya que trata de volver las cargas al mundo,
reconducir la libido a los objetos y a las personas que fueron antes abandonadas. Esta última fase de la represión se cumple
por la vía de la proyección; entonces queda reubicada la proyección como tercera fase de la represión pero redefinida,
porque va a decir Freud que era incorrecto plantear que lo sofocado dentro es proyectado hacia fuera (como lo pensaba
en 1896), es más correcto decir que lo cancelado dentro (es decir, el lazo con el mundo) retorna desde afuera (es decir,
retorna mediante una nueva realidad delirante). Entonces el delirio es una forma de recuperar el lazo social, y esto
Schreber lo logra mediante DELIRIO PARANOICO DE PERSECUCIÓN SEXUAL y el DELIRIO
MEGALOMANÍACO REDENTOR.
También en este texto Freud va a diferenciar la paranoia de la parafrenia (la parafrenia para Freud sería lo que
Kraepelin llamaba demencia precoz, o lo que Bleuler llamaba esquizofrenia). Estas dos psicosis se diferencian no solo
clínicamente, es decir, por cómo se presentan, sino que además se diferencian metapsicológicamente, ya que tienen
distintos puntos de fijación libidinal.

PARAFRENIA PARANOIA
Características -Punto de Fijación: en el -Punto de fijación: sobre todo en el Narcisismo pero
metapsicológicas: puntos de autoerotismo. en realidad en la franja que va desde el autoerotismo,
fijación que determinan el pasando por el narcisismo, hasta la elección de
retorno de lo reprimido) objeto homosexual)
Tipo de desenlace (aspecto -Menos favorable, se puede -Más favorable, por el mecanismo de la proyección
clínico) llegar a las alucinaciones. se puede restituir la personalidad.

Este texto, además, le permite comparar el delirio psicótico de Schreber (sobre todo de la paranoia) del delirio obsesivo
del Hombre de las Ratas.

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DELIRIO PARANOICO/PSICÓTICO DELIRIO OBSESIVO
-Es un síntoma del retorno de lo reprimido vía En la base están los síntomas obsesivos. Está constituido por un
proyección. conjunto de fenómenos: por un lado, un argumento lógico o racional
y por el otro lado un pensar obsesivo basado en premisas falsas (es
un mixto).
-No es necesariamente dialectizable. -Es dialectizable o descifrable.
-Tiene una función restitutiva para Freud. -Tiene una función defensiva: lucha secundaria contra los síntomas
de compromiso del retorno de lo reprimido. Sin embargo, no es pura
defensa, ya que se filtra lo reprimido (eso lo hace dialectizable), que
es aquello de lo que se defiende.
-El delirio se sistematiza a veces. -El delirio no se sistematiza.
-Se basa en una certeza. -Se basa en una creencia o incertidumbre (el sujeto sabe que esa idea
le pertenece y puede rectificarla).

MELANCOLÍA

DUELO Y MELANCOLÍA (1917) [SEGUNDO ESQUEMA CAUSAL]

-Aspecto fenomenológico

Freud parte en este texto de la caracterización fenoménica comparando duelo con melancolía. Ubica tres elementos
en común, a saber:
1. una desazón profundamente dolida.
2. cancelación del mundo exterior.
3. pérdida de la capacidad para amar.
Sin embargo, Freud sitúa ahí un cuarto elemento diferencial. Hay un elemento en la presentación clínica de la
melancolía que la diferencia del duelo, y es la rebaja del sentimiento de sí. Esa rebaja del sentimiento de sí se exterioriza
en autorreproches, autodenigraciones y puede extremarse hasta en una delirante expectativa de castigo, en las formas de
melancolía delirante: va a terminar hablando Freud también de un delirio de insignificancia.
Si lo contraponemos al duelo, no se trata de que el mundo se ha hecho pobre y vacío, sino que en la melancolía eso
mismo le ocurre al yo. Acá el sujeto puede tener una certeza sobre su ser, es el “desecho” del mundo, es un “excremento”
del mundo. De ahí entonces que el paradigma del duelo no le alcanza a Freud para explicar el trabajo de la melancolía.
Entonces, necesariamente tiene que introducir para explicarlo otros conceptos, los cuales son:
1. la identificación narcisística,
2. la elección narcisística de objeto,
3. el conflicto de ambivalencia.

-Explicación metapsicológica

No se produce en la melancolía el quite de la libido de objeto y su desplazamiento a un nuevo objeto sino que
sobreviene un “sacudimiento” del vínculo con el objeto; la investidura de objeto resultó poco resistente y fue cancelada.
Freud se pregunta el porqué de esa cancelación y plantea que se escucha que muy pocos de los reproches se adecuan a

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su propia persona, sino que más bien se adecuan muy bien a la persona que el sujeto ha amado, amó o amaría (aunque
el propio sujeto no es consciente de esto). Introduce ahí la hipótesis de la elección narcisística de objeto previa a la pérdida
del mismo, y la utilización específica de esa libido en términos del establecimiento de una identificación particular que
denomina identificación narcisística, identificación con el objeto perdido, e introduce la famosa metáfora: “la sombra del
objeto recae sobre el yo”, es decir, lo más oscuro del objeto; eso constituye lo esencial en relación a la génesis de los
autorreproches en la melancolía.
El yo pasa a ser juzgado por la instancia crítica que se escindió a partir de esa identificación, que más adelante, después
de 1920, llamará “superyó”. Para explicar esa identificación narcisística específica de la melancolía Freud propone
compararla con la identificación histérica: mientras que la primera supone la cancelación, la resignación de la investidura
de objeto; en la segunda, esta persiste, se mantiene y exterioriza sus efectos. El que se mantenga la investidura de objeto
es lo que determina la posibilidad de transferencia, y por ende, la posibilidad de tratamiento.
A partir de esta identificación con el objeto se van a ver fundados los autorreproches que implican por su parte una
satisfacción sádica. Y a partir de este incremento del sadismo va a inferir la presencia de un conflicto de ambivalencia en
la base del cuadro, es decir que no eran solo mociones eróticas hacia el objeto también las había sádicas, agresivas. La
presencia del conflicto de ambivalencia le sirve para comprender la frecuente tendencia al suicidio de los melancólicos,
que intentan dar muerte al objeto con el suicidio.
En la melancolía tenemos una fuerte impresión de que el superyó ha arrastrado hacia sí a la conciencia del sujeto. El
yo, con menos recursos que en la neurosis, no puede interponer impedimento alguno contra el superyó. Entonces el yo
se confiesa culpable y se somete al castigo (claramente se opone al caso de la neurosis obsesiva, donde el sujeto se revuelve
contra el reproche). En la melancolía, a partir de esta identificación al objeto, el superyó dirige su cólera al corazón de
esta instancia.
Además, este texto le permite a Freud comparar la melancolía con el duelo normal, y con el duelo patológico:
MELANCOLIA DUELO DUELO PATOLÓGICO
Es una reacción frente a una Es una reacción frente a una pérdida.
En la Neurosis Obsesiva la pérdida
pérdida. Se caracteriza por una desazón del objeto puede hacer que el
Se caracteriza por una desazón profundamente dolida. conflicto de ambivalencia preste una
profundamente dolida. Se percibe una cancelación del conformación patológica, que se
Se percibe una cancelación del mundo exterior. exterioriza en auto-reproches, donde
mundo exterior. Se caracteriza también por una el sujeto se siente culpable por
Se caracteriza también por una pérdida en la capacidad para amar. haberlo deseado.
pérdida en la capacidad para amar. No existe una rebaja del sentimientoHay un duelo patológico cuando el
Existe una rebaja del sentimiento de sí. retorno de lo reprimido interfiere en
de sí. No existen autorreproches ni la vida del sujeto. En el caso del
Esa rebaja del sentimiento de sí se autodenigraciones. hombre de las ratas este retorno de
exterioriza en autorreproches, El mundo se ha hecho pobre y vacío. lo reprimido es bajo la figura del auto
autodenigraciones y puede reproche (la acusación de que su
extremarse hasta en una delirante padre no amó a su madre, sino que
expectativa de castigo, en las formas se casó con ella por su dinero).
de melancolía delirante. El sujeto
se presenta como un ser indigno,
despreciable, merecedor de
castigo.
El yo se empobrece.

Metapsicológicamente, Freud Metapsicológicamente, Freud Metapsicológicamente, no hay


plantea un retiro de la libido del plantea un retiro de la libido del identificación al objeto sino que se
mundo (mociones eróticas y mundo y desplazamiento de esa conserva el lazo, no se resigna a
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agresivas), pero el sujeto se libido hacia un nuevo objeto (en un perder el objeto ni se busca un
identifica con el objeto perdido periodo de tiempo considerable). sustituto, por lo que se prolonga el
(identificación narcisista al objeto, Hay una renuencia a renunciar al trabajo de duelo.
no al rasgo). Debe haber existido objeto pero lo normal es que
una elección de objeto sobre base prevalezca el acatamiento a la
narcisista. Esta identificación realidad.
produce una escisión del yo.
En el giro de los 20, Freud plantea
que en la melancolía se manifiesta
un cultivo puro de la pulsión de
muerte luego de una desmezcla
pulsional.

LA PÉRDIDA DE REALIDAD EN LA NEUROSIS Y LA PSICOSIS (1924): NEUROSIS Y PSICOSIS [TERCER


ESQUEMA CAUSAL].

Con la segunda tópica Freud plantea que tanto para la neurosis como para la psicosis hay dos pasos.
En la neurosis hay un primer paso que no es necesariamente patológico y que consiste en que el yo, en obediencia a
la realidad objetiva, reprime una moción del ello. Este momento puede llevarse a cabo en la salud, pero no hay neurosis
sin fracaso de la represión ni retorno de lo reprimido, por lo tanto, en este primer paso solo tenemos la represión de la
moción pulsional en obediencia a la realidad. Es recién el segundo paso el que es patológico y en donde se produce la
pérdida y la sustitución de la realidad. Se produce una pérdida de la realidad en el sentido de hacer realidad la moción
con el objeto, en el sentido de “realizar”, se pierde la realidad efectiva, se pierde la efectivización de la moción con el
objeto y eso está sustituido por los síntomas, en donde aparece en todo caso una nueva realidad que es la realidad psíquica.
Esa segunda realidad psíquica con la que se aprontan los síntomas extraen su material de la fantasía, pero esas fantasías
cifradas en los síntomas, esa nueva realidad, siempre está apuntalada en la realidad exterior: las dos realidades coexisten
entonces, la realidad exterior y esa realidad psíquica fantaseada que está cifrada en el síntoma.
Distinto es el caso de la psicosis en donde hay también hay dos pasos, pero en donde ya el primer paso es patológico
y no puede llevar a otra cosa que o sea la enfermedad. Ya en el primer paso de la psicosis el yo se arranca de la realidad.
Desmiente la realidad, hace como si esa realidad no existiera, y ese primer paso es en sí mismo patológico porque implica
un no reconocimiento de la realidad objetiva como tal. En el segundo paso se va a querer restituir esa realidad perdida,
se la va a sustituir. En la psicosis se arranca directamente de la realidad, no la reconoce como tal y crea una realidad de
reemplazo, una neorealidad que no está apuntalada en la realidad exterior. Para remodelar esa realidad el sujeto utiliza
representaciones, huellas mnémicas, pero también se provee nuevas percepciones por la vía alucinatoria.

-Primer paso (pérdida y conflicto)

NEUROSIS PSICOSIS
El yo está al servicio de la realidad objetiva (vasallaje). El yo está al servicio del ello (vasallaje).
El yo sofoca un fragmento del ello (reprime una El yo se retira de un fragmento de la realidad
moción del ello). (desmiente la realidad). Esto implica un no
reconocimiento de la realidad objetiva como tal.
El conflicto es entre el yo y el ello. El conflicto es entre el mundo exterior (la realidad) y
el yo.

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Este primer paso NO ES PATOLOGICO (se entra en Este primer paso YA ES PATOLÓGICO. No puede
un estado de salud aparente). conducir a otra cosa que no sea la enfermedad.

-Segundo paso (restitución)

NEUROSIS PSICOSIS
Se restituye la realidad a través de los síntomas (realidad Se restituye la realidad a través de una neorealidad que
psíquica). no está apuntalada en la realidad exterior.
La realidad psíquica extrae su material de la fantasía Para remodelar esa realidad el sujeto utiliza
pero apuntalada en la realidad exterior. representaciones, huellas mnémicas, pero también se
provee nuevas percepciones por la vía alucinatoria.
Aquí también se utiliza la fantasía pero es una fantasía
que reemplaza a la realidad.

PSICOSIS EN LACAN

Lacan no adhiere al paralelismo psicofísico, no supone una causa orgánica para las psicosis. Plantea que habría una
causa predisponente, o tiempo primero, que es una necesidad lógica, una necesidad estructural para pensar el inicio de
una psicosis clínica; además, en segundo término, habría una causa ocasional, un disparador, algo que gatilla la entrada en
la psicosis clínica.

-Causa predisponente: la estructura subjetiva neurótica vs. la estructura subjetiva psicótica.

Constituye una necesidad de estructura que una representación haya sufrido una inscripción primordial, es decir, que
en un tiempo inicial una representación haya ingresado en el aparato psíquico, haya sido afirmada primordialmente, haya
sido inscripta en el aparato psíquico. Dicho en otras palabras, que un significante se haya inscripto en el registro de lo
simbólico. Esas representaciones que ingresaron en el aparato psíquico en un momento inicial pueden sufrir luego un
tipo particular de “desalojo”, la represión propiamente dicha (o secundaria). Pero todo aquello que fue desalojado por la
represión secundaria, más tarde retorna desde lo reprimido. En este sentido, represión secundaria y retorno de lo
reprimido son dos caras de una misma moneda.
Entonces en la NEUROSIS lo inscripto, lo que ha sufrido la afirmación primordial o ingreso en el aparato psíquico (o
lo que se ha inscripto en lo simbólico) puede ser desalojado de la conciencia pero va a insistir desde el mismo lugar en
donde fue inscripto originariamente, por eso Lacan plantea que lo que retorna desde lo reprimido en la neurosis, retorna
articulado. Este retorno bajo la forma de una articulación al registro de lo simbólico presenta la cualidad de ser dialectizable
y renovable; ese fenómeno del retorno de lo reprimido se renueva y se despliega en el ámbito del lazo transferencial que
caracteriza a las neurosis de transferencia.
Sin embargo, una representación puede sufrir otro destino. Si una posibilidad es que ingrese al aparato psíquico, la
otra posibilidad es que en ese momento inicial sea “expulsado” fuera del aparato psíquico. En términos lacanianos, en las
primeras clases del seminario III, Lacan va a plantear que algunas representaciones, algunos significantes, pueden ser
rechazados en lo que atañe a su inscripción en el registro de lo simbólico. Pero el rechazo de inscripción no implica la
disolución de esa representación. Entonces, en la PSICOSIS Lacan va a considerar la idea de un mecanismo de defensa
mucho más enérgico que el de la represión secundaria, ya que en ese momento inaugural o la representación sufre una
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inscripción primordial o sufre un rechazo primordial. A este rechazo primordial lo va a llamar forclusión, que implica la
no inscripción de un significante en el registro de lo simbólico y en consecuencia un agujero en lo simbólico. En el caso
de la psicosis, este significante primordial es el significante del Nombre del Padre, cuya función es regular, mantener
encadenados al conjunto de los significantes.
El elemento del orden representacional que es rechazado en su inscripción en lo simbólico de todas maneras no
desaparece, no se diluye; esa representación es indestructible, pero va a insistir con un régimen propio, ya que se inscribe
en el registro de lo Real.
Ahora bien, que haya inscripción del significante del nombre del padre en el registro de lo simbólico o que no lo haya
establece una causa predisponente, una premisa lógica, pero eso no significa que haya retorno de lo reprimido todavía,
sino que están dadas las condiciones para que, en determinadas coyunturas vitales, la descompensación asuma esta
modalidad de funcionamiento. Tiene que aparecer entonces una causa ocasional

-Causa ocasional: la coyuntura de desencadenamiento en la psicosis.

Puede suceder en un momento que a partir de cierta circunstancia vital se produzca una actualización de ese rechazo
primordial. Cuando se produce esa coyuntura de desencadenamiento en la psicosis, conlleva una exigencia de
simbolización que pone en tela de juicio toda la realidad. Esto Freud ya lo decía, con otras palabras, en el caso Schreber:
este momento comienza cuando se encuentra con Flechsig, y este médico despliega todo un saber en torno al insomnio
por el cual consultó Schreber. Luego, en el momento de la represión propiamente dicha de Schreber, Freud plantea que
esta particular represión se trata de un retiro masivo de la libido de todos los objetos y de todas las personas amadas, y
esas cargas libidinales vuelven sobre el yo pero no a las fantasías; así la realidad no aguanta el golpe, la realidad investida
libidinalmente se derrumba e ingresa en ese estado de estupor. El estado de estupor o de perplejidad para Lacan es
correlativo al enfrentamiento con ese agujero, con lo que se confronta o con lo que se llega es al borde de un agujero. El
agujero es correlativo a la falta de inscripción de un significante.
La coyuntura implica una situación que despierta una pregunta, que no la formula el sujeto, en el momento mismo
que se confronta con una falta significante. Los pacientes muchas veces pueden transmitir la experiencia del momento del
desencadenamiento cuando dicen, por ejemplo: “se produjo un cortocircuito”, “todo se detuvo”, “quedé en el aire”,
“quedé encapsulado”.
También ha sido llamado el momento en que el gran Otro, conjunto de significantes, se retira, porque falta el elemento
que los mantiene anudados: no puede abrochar significante con significado. Lacan va a llamar a este momento, que es el
momento inmediatamente posterior a la coyuntura, la prepsicosis, el momento en que se confronta con la falta de ese
significante, y en donde se produce una exigencia de simbolización.
En definitiva, la coyuntura dramática del desencadenamiento supone una situación relacional que implica una exigencia
de simbolización, la cual produce en quien intenta ocupar ese lugar (que supone una exigencia de simbolización) un
llamado al significante del nombre del padre que es vano, inútil. Lacan llama a este un llamado vano porque ese llamado
no encuentra respuesta, porque desde el ICC no responde (en estado de reprimido como en la neurosis) este significante
ordenador de la significación. La exigencia de simbolización lo obliga a confrontarse con la falta de significante y a ese
vacío viene a suplirlo, viene a ocuparlo, ese otro saber, esos significantes entregados por el tercero, pero son significantes
que ya retornan desde lo real. Y entonces la palaba de quien ocupa ese lugar comienza a cobrar un valor alucinatorio.

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-Psicosis clínica: retorno en lo Real.

A partir de cierta circunstancia vital que va a producir una actualización de ese rechazo primordial se va a producir el
retorno, pero a diferencia de las neurosis se trata de un tipo diferente de retorno para la psicosis: se trata de un retorno
en lo real. En otras palabras, las llamadas prepsicosis se relacionan con el momento de confrontación con la falta de
significante, con la falta de inscripción del significante del nombre del padre. A esa etapa le sucede la del retorno en lo
real cuando el llamado gran Otro “toma la iniciativa”. Que el gran Otro tome la iniciativa quiere decir que se ponga a
hablar; primero se confronta con el agujero y luego empiezan a irrumpir en la conciencia del enfermo los significantes
sueltos que se deshilvanan, y allí tenemos por ejemplo el automatismo mental, un parloteo sin atribución subjetiva,
espontáneo, incoercible, y que al principio es anideico, neutro desde el punto de vista afectivo, etc. Cuando el gran Otro
toma la iniciativa, nos confrontamos con el retorno en lo real, empieza a hacer irrupción en el discurso del paciente en su
experiencia cotidiana los significantes desencadenados, sueltos.
A estos fenómenos primarios de la psicosis clínica los va a denominar fenómenos elementales, y comprenden las
interpretaciones delirantes (aporte de Jaspers), las percepciones delirantes (aporte de Jaspers), las vivencias delirantes
primarias (aporte de Jaspers), los neologismos, las alucinaciones verbales (aporte de Seglás), los fenómenos de
automatismo mental (aporte de Clerembault), el delirio erotomaníaco (aporte de Clerembault) y el delirio reivindicativo
(aporte de Serieux y Capgras).
Todos estos fenómenos entonces poseen ciertas características en torno a la envoltura formal del síntoma psicótico:
-Todos tienen la misma naturaleza y la misma etiología.
-Tienen como rasgo la falta de atribución subjetiva.
-Tienen como rasgo además la certeza de concernimiento.
-Son fenómenos que aparecen en la psicosis clínica.
-Son trastornos del lenguaje, son hechos del discurso.
-Implican perturbaciones en el circuito de la comunicación.
-Son adialécticos: implica un núcleo resistente que resiste a la dialectización de la posición del sujeto respecto de su
objeto libidinal. No entran en trasferencia.
-Constituyen modalidades de retorno en lo real, por ende, se infiere la forclusión como mecanismo de defensa
primitivo.

APORTES DE LA PSIQUIATRÍA PARA LACAN

Séglas: aportes y críticas


De este autor Lacan va a privilegiar la descripción de las alucinaciones kinestésico verbales, como las había formulado
en 1914 en el artículo “Las pseudo-alucinaciones verbales”. Este tipo de alucinación es un fenómeno descripto por el
paciente como la experiencia de que se producen en él movimientos articulatorios impuestos que no puede atribuir a su
yo, y que pueden tener diferente intensidad. Pueden ir desde una experiencia de que le mueven la boca o la lengua sin
que se puedan advertir, sin que el psiquiatra pueda advertir que mueve la boca; puede tratarse de un movimiento de los
labios, en done el paciente pronuncia palabras escasamente articuladas; o puede tratarse de impulsiones verbales. Pero

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más allá de esa gradación, lo que tienen todas esas variedades en común es la falta de atribución subjetiva. Se produce un
acto de palabra del cual el yo no puede decir que ha hablado. Lo que había advertido Séglas es que el paciente, allí donde
dice que hablan en su lugar, o incluso cuando dice que escucha una voz, no advierte que es él mismo quien la está
articulando.
Los efectos que toda percepción tiene sobre el sujeto es dividirlo, no dejarle un lugar único posible. En las
pseudoalucinación verbal se produce este efecto de división. El sujeto como tal no tiene un lugar de agente activo de la
percepción sino que es un efecto pasivo, momentáneo de lo que acontece a nivel del inconsciente. Lacan va a criticar la
idea de un sujeto unificante de la percepción y va a sostener en realidad que el sujeto está dividido por la percepción,
entendiendo a la percepción en su estructura del lenguaje.
Además, Lacan le critica a Séglas la hipótesis causal organicista. No adhiere al paralelismo psicofísico, no supone una
causa orgánica. La teoría explicativa o la hipótesis causal de Séglas es la teoría fisiológica, que sostenía que la alucinación
obedecía a una irritación de los centros corticales del lenguaje, eso puntos de la corteza cerebral en donde se percibían o
registraban las imágenes verbales.

Clérambault: aportes y críticas


La descripción que hizo Clérambault del pequeño automatismo mental le resulta muy productiva a Lacan, porque a
partir de esa precisa caracterización de la envoltura formal del pequeño automatismo mental encuentra herramientas para
postular su teoría de la cadena significante. El pequeño automatismo mental es una variante de los fenómenos alucinatorios
verbales como los consideraba Séglas. Como el nombre lo indica, se trata de un pensamiento verbal automático, un
pensamiento que “piensa” solo, más allá del yo, más allá de las elecciones o de la voluntad del yo. Es automático, parásito,
autónomo (autónomo respecto del yo). Es un pensamiento que piensa solo (por eso dice que es no sensorial) y que no
está centrado en ningún tema (por eso dice que es atemático, aunque Lacan en el Seminario III lo llama anideico). Es un
pensamiento que marcha sin una pauta que lo ordene, no centrado en ningún tema. Y como consecuencia de no estar
centrado en ningún tema, carece de un componente afectivo privilegiado o preponderante (por eso dice que es neutro).
Entonces el carácter automático, anideico, la neutralidad afectiva caracterizan a este automatismo mental que es el
paradigma del funcionamiento desregulado de lo que se llama la cadena significante. El fenómeno de automatismo mental
como hecho clínico permite entonces fundamentar la estructura del orden del lenguaje que atraviesa todo síntoma en el
campo de la psicopatología. Es decir, el pequeño automatismo mental implica la intrusión en la vida psíquica de la
maquinaria del lenguaje, de la estructura del lenguaje. De una manera transparente, la estructura del lenguaje irrumpe en
la vida psíquica del paciente y permite verificar en esas alucinaciones.
Es un fenómeno elemental en la medida en que muestra en su expresión mínima la estructura del lenguaje. Pero como
carece de atribución subjetiva, es radicalmente extraño, expresa un mecanismo psíquico: la forclusión. Sin embargo,
Clérambault tenía una concepción organogenética mecanicista, ubicaba la génesis de la psicosis en procesos irritativos
cerebrales de progresión lenta, hecho que Lacan va a criticar.

Jaspers: aportes y críticas


Lacan estuvo fuertemente influenciado por Jaspers en el momento de su doctorado y ordena su conceptualización a
partir de ciertas perspectivas de este psiquiatra fenomenólogo. Adopta la posición rupturista, perspectiva según la cual la

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psicosis clínica tiene un comienzo identificable en la vida del sujeto, un comienzo absoluto que supone un quiebre en la
biografía del paciente (ruptura histórico-biográfica).
La concepción rupturista está basada en la localización de los llamados fenómenos elementales. En el momento del
comienzo de la psicosis clínica los fenómenos elementales irrumpen masivamente y se produce una conmoción, en
muchos casos una caída de la realidad en la que se desplegaba la vida del enfermo hasta ese momento. Lacan va a valorar
el hecho de caracterizar al delirio como un fenómeno que implica una perturbación del orden de la realidad en su
componente de la significación, ya que las vivencias delirantes primarias entrañan una certeza de significación que irrumpe
de manera inmotivada.
Sin embargo, Lacan va a redefinir a la perspectiva rupturista suponiendo que este punto de inflexión o ruptura tiene
como base en realidad la actualización de un mecanismo psíquico, es decir, la actualización de la forclusión del significante
del Nombre del Padre en el registro de lo simbólico. Ya no se trataría como decía Jaspers de la manifestación de una
predisposición orgánica de un fundamento extraconciente, entendido como constitución mórbida, sino que se trataría de
la actualización de un mecanismo psíquico. No se trata a la base de estos fenómenos elementales de ninguna psicogénesis,
no se trata de un engendramiento de una vivencia por otra vivencia, no se trata de una psicogénesis de los desarrollos
comprensibles.
Es decir, antes de entrar en el momento de la psicosis clínica se debe haber producido una actualización de la
forclusión, esa falta de inscripción de un significante que regule, que ordene el mundo simbólico del sujeto. Eso en el
marco de una coyuntura vital que justamente supone un llamado a ese nombre del padre, una situación que exige una
simbolización.

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