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12/4/2021 OneNote

Manuscrito K
lunes, 12 de abril de 2021 15:36

Existen 4 tipos de neurosis de defensa:


Histeria, neurosis obsesiva, paranoia, duelo (solo describe las primeras 3)

Son ABERRACIONES PATOLOGICAS de estados AFECTIVOS PSIQUICOS normales. Derivan en


histeria si no se procesa un conflicto, en neurosis obsesiva si no se procesa un autorreproche,
en paranoia si no se procesa la sensación de mortificación.

Provocan un daño permanente al YO y sobrevienen cuando la ocasión cumple dos


condiciones:

○ Que sea de índole sexual


○ Que suceda en la infancia, antes de la maduración sexual

Se agrega la herencia, que facilita el afecto patológico.

Existe una tendencia defensiva normal, una aversión a dirigir la energía psíquica de manera tal
que ocasione displacer, que está ligada a la ley de constancia. Es innocua cuando se trata de
representaciones que alguna vez fueron acompañadas de placer, pero no son susceptibles de
asumir ningún displacer actual.

La tendencia defensiva nociva se da cuando se dirige contra representaciones que son capaces
de suscitar displacer actual, como es el caso con las representaciones sexuales. Aquí se realiza
la única posibilidad de que, con efecto retardado, un recuerdo produzca un desprendimiento
más intenso que la vivencia correspondiente.

Sólo una condición debe cumplirse para que ello ocurra: que entre la vivencia y su repetición en
el recuerdo se intercale la pubertad (y la incorporación del pudor y la moralidad). Debe existir
en la vida sexual una fuente independiente para provocar displacer, y que, una vez establecida,
es susceptible de activar las percepciones repugnantes.

La vergüenza y la moralidad son las fuerzas represoras y la vecindad natural de los órganos
sexuales despertaran asco a raíz de la vivencia sexual. Donde no hay vergüenza ni moral no hay
represión. Y con un nivel suficientemente alto de libido, no tenemos asco ni vergüenza ni
moral.

Curso clínico de la neurosis obsesiva:

Una experiencia sexual (o una serie de experiencias) que es prematura y traumática (cantidad
que se desprende y busca cierta cualificación)

Represión a raíz de una ocasión posterior que despierta su recuerdo (por aumento de tensión)

Formación de un síntoma primario (que se genera por la tensión constante)


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Estadio de defensa lograda, que se asemeja a la salud salvo por el síntoma primario.

Estadio en que las representaciones reprimidas retornan, y en la lucha entre estas y el YO


forman síntomas nuevos que constituyen a la enfermedad propiamente dicha.

Las diferencias principales entre las distintas neurosis se expresan a través de la forma en que
retornan las ideas reprimidas, mientras que otras obedecen a las modalidades de la formación
de síntomas y del curso que sigue la enfermedad. Pero el carácter específico reside en la
manera de realizar la represión.

NEUROSIS OBSESIVAS

La vivencia primaria fue acompañada de placer, fue una vivencia activa (en el varón) o pasiva
(en la niña), sin agregado de dolor o repugnancia.

Luego se recuerda la vivencia, despertando el displacer y surgimiento un autorreproche


consciente.

Luego el recuerdo y el reproche son reprimidos y forman en la conciencia, a cambio, un síntoma


contrario, algún matiz de escrupulosidad a la conciencia moral.

La represión puede sobrevenir por el hecho de que el recuerdo placentero, en sí mismo,


desprenda displacer en la reproducción de años posteriores. Pero también puede ocurrir de
otro modo: se descubre a una edad muy temprana, años antes de la vivencia de placer, una
vivencia puramente pasiva. La posterior conjugación de esta vivencia pasiva con la vivencia
placentera es lo que agrega displacer al recuerdo de placer y posibilita la represión.

Sería condición clínica de la neurosis obsesiva que la vivencia pasiva cayera en época tan
temprana que no fuera capaz de estorbar la génesis espontánea de la vivencia de placer. La
fórmula sería: displacer- placer- represión. El factor determinante radica en las relaciones
cronológicas de ambas vivencias entre sí y con respecto a la madurez sexual.

En la fase del retorno de lo reprimido, el reproche retorna inalterado, pero rara vez atrae sobre
sí la atención, de modo que durante un tiempo se manifiesta como puro sentimiento de
culpabilidad, carente de contenido. Por lo común, se adhiere a un contenido doblemente
deformado – en el tiempo y en el tema. Así, la obsesión es un producto transaccional, correcto
en cuanto a afecto y categoría, falso por desplazamiento cronológico y por sustitución
analógica.

El afecto del autorreproche puede, por diversos procesos psíquicos, mudarse en otros afectos
que luego entran en la conciencia con más nitidez que él mismo. El yo consciente se
contrapone a la representación obsesiva como si fuera algo ajeno a sí mismo: le niega crédito
con ayuda de la representación contraria (idea de escrupulosidad), formada largo tiempo antes.

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La fase de enfermedad es ocupada por la lucha defensiva del yo contra la representación


obsesiva, que a su vez crea síntomas nuevos: los de la defensa secundaria. Los síntomas
secundarios consisten en la intensificación de la escrupulosidad y en la compulsión de examinar
y atesorar las cosas, y también se pueden transferir a impulsos motores dirigidos contra la idea
obsesiva. Así se llega a la formación de tres clases de síntomas:

1. Síntoma primario de la defensa: escrupulosidad de la consciencia moral


2. Síntomas de compromiso de la enfermedad: retorno de lo reprimido. Representaciones
obsesivas.
3. Síntomas secundarios de la defensa: preocupación obsesiva, obsesión de atesorar,
dipsomanía (alcoholismo), ceremoniales obsesivos

Defensa lograda: separación de la conciencia (Representación de afecto) y se genera un falso


enlace (entre representante psíquico y monto de afecto)
Falso enlace: el afecto permanece en lo psíquico y por un falso enlace es desplazado a otras
representaciones que de este modo se transforman en obsesivas.

El desenlace de la lucha defensiva, si es que lo hay, acontece mediante una manía general de
duda o con la adopción de un modo de vida excéntrico, con innumerables síntomas de la
defensa secundaria. La neurosis obsesiva se cura deshaciendo las sustituciones y las mudanzas
de afecto que han tenido lugar, hasta que el autorreproche primario y sus vivencias quedan al
descubierto y puedan ser sometidos al yo consciente para su nuevo enjuiciamiento.

PARANOIA:

La vivencia primaria parece ser de naturaleza semejante a la de la neurosis obsesiva; la


represión acontece luego que este recuerdo, no se sabe cómo, ha desprendido displacer. En
este caso, empero, el displacer que se genera es atribuido al prójimo según el esquema
psíquico de la proyección. Así, el síntoma primario formado en la desconfianza (susceptibilidad
frente a otros).

Existen distintas formas, según que sólo haya sido reprimido el afecto, o también el contenido
de la vivencia. Según sea el caso, el retorno abarcará meramente al afecto penoso o, junto con
él, el recuerdo correspondiente. En el segundo caso, el contenido de la vivencia retorna como
un pensamiento en forma de ocurrencia, o como una alucinación visual o sensorial. El afecto
reprimido parece retornar siempre en alucinaciones de voces. Los fragmentos de recuerdo que
retornan están desfigurados al ser sustituidos por imágenes análogas de la vida actual.

Las voces representan el retorno del autorreproche en forma de un síntoma de compromiso:


primero, lo presentan deformado en su texto, al punto de restarle todo significado y de
convertirlo en una amenaza; segundo, no lo relacionan con la vivencia primaria, sino
justamente con la desconfianza, es decir, con el síntoma primario

Como el autorreproche primario se le ha negado crédito, queda a la ilimitada disposición de los


síntomas de compromiso. El yo no los considera como ajenos a sí mismos, sino que es incitado
por ellos a unos intentos de explicación que se puede definir como delirio de asimilación.

Aquí, con el retorno de lo reprimido en forma desfigurada, la defensa fracasa enseguida, y el


delirio de asimilación no puede ser interpretado como síntoma de la defensa secundaria, sino
como comienzo de una alteración del yo, corno expresión del avasallamiento (el yo está siendo
dominado).

El proceso halla su cierre en una melancolía (pequeñez del yo), o bien, de manera más
frecuente y seria, en una formación delirante protectora (delirio de grandeza), hasta que el yo

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es remodelado por completo.

El elemento que comanda la paranoia es el mecanismo proyectivo con la negativa de creer el


autorreproche. De ahí los rasgos característicos comunes de esta neurosis: el significado de las
voces como el medio por el cual los otros influyen sobre nosotros, e igualmente el de los
gestos, que nos revelan la vida psíquica de los otros; la importancia del tono de sus palabras y
de sus alusiones, dado que la consciencia no admitiría ninguna referencia directa del contenido
de dichas palabras al recuerdo reprimido.

La represión se ha producido en la paranoia según un proceso de pensar complicado y


consciente (denegación de la creencia), y quizás esto indique que sobrevino a edad más tardía
que en la neurosis obsesiva y la histeria.

Hay cuatro tipos de síntomas:


1. Síntomas defensivos primarios
2. Síntomas de compromiso del retorno de lo reprimido
3. Síntomas defensivos secundarios
4. Síntomas del avasallamiento del yo.

Defensa: expulsión hacia el exterior del autorreproche y la representación

HISTERIA:

La histeria presupone necesariamente una vivencia displacentera primaría, de naturaleza


pasiva. La pasividad sexual natural de la mujer explica su predilección por la histeria.

Condición de la histeria es que la vivencia displacentera primaria no caiga en época demasiado


temprana, de otro modo sólo se llega a la formación de unas representaciones obsesivas.

La histeria comienza con un avasallamiento del yo. El aumento de tensión a raíz de la vivencia
displacentera primaria es tan grande que el yo no contradice a esta, no forma ningún síntoma
psíquico, sino que se ve precisado a consentir una exteriorización de descarga, denominando
este estadio como histeria del terror: su síntoma primario es la exteriorización de terror con
lagunas psíquicas.

La represión y formación de síntomas defensivos viene más adelante, en torno del recuerdo, y
desde entonces en una histeria se pueden mezclar entre sí al azar defensa y avasallamiento, o
sea, formación de síntoma y estallidos de ataques.

La represión acontece por refuerzo de una representación-fronteriza, que, a partir de entonces,


representa el recuerdo reprimido en el proceso del pensamiento. De un lado pertenece al yo
consciente, y del otro constituye una parte no deformada del recuerdo traumático.
Toda vez que el suceso traumático se desahoga en una exteriorización motora, esta misma pasa
a ser la representación-fronteriza y el primer símbolo de lo reprimido

Síntoma: Exteriorización del terror - Conversión histérica.


Defensa lograda: Separación de la consciencia.

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