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Obsesiones y fobias
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Elaboración lacaniana de la Neurosis Obsesiva:
dicho afecto (etiología) es la vida sexual, la cual proporciona un afecto penoso de exactamente la
misma índole que el afecto endosado a la representación obsesiva. Se comprende con facilidad
que sea la vida sexual conlleve muchas ocasiones para la emergencia de representaciones
inconciliables. La representación obsesiva figura un sustituto de la representación sexual
inconciliable y mediante dicho falso enlace, aquella puede ser revelada en la conciencia. Sin
embargo, el divorcio entre la representación sexual y su afecto, y el enlace de este último con otra
representación anodina, son procesos que no se producen en la conciencia.
Para que el enlace secundario del afecto liberado (el nuevo enlace del afecto a la representación
anodina) se produzca se puede aprovechar cualquier representación que tenga con la
representación inconciliable ciertos vínculos a raíz de los cuales pueda ser utilizable como
La técnica en terapia consiste en reorientar la atención de los enfermos hacia las representaciones
sexuales, inconciliables y reprimidas (redirigir el afecto hacia dónde provino)
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en ella se satisface la pulsión sexual (representación obsesiva como formación sustitutiva de
compromiso)
Representación Representación
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sexual anodina
inconciliable
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AFECTO
Represión
Representación
LA
Obsesiva
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La etiología de la neurosis obsesiva se halla en unas vivencias sexuales de la primera infancia que
son ejecutadas con placer y llevadas a cabo con una participación activa. Además, también se halló
un trasfondo de histérico de unas vivencias sexuales pasivas anteriores a las placenteras.
Las representaciones obsesivas son siempre reproches mudados, que retornan de la represión y
están referidos siempre a una acción de la infancia sexual realizada con placer.
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sustituyendo al recuerdo patógeno en la conciencia. Los síntomas obsesivos son formaciones de
compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras.
Hay dos formas de Neurosis Obsesiva, según si retorna sólo el contenido mnémico de la acción-
reproche (recuerdo conciente de la vivencia sexual) (representaciones obsesivas típicas); o si
también retorna el afecto-reproche a ella anudado (recuerdo de que fue placentero)
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Toda vez que una obsesión neurótica aparece en lo psíquico, ella proviene de una represión. Las
representaciones obsesivas no tienen un curso psíquico forzoso en sí mismas sino a causa de la
fuente de la que proviene que ha contribuido a su vigencia.
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Se produce una segunda plasmación de la neurosis obsesiva si el afecto-reproche retorna, y lo
hace como AFECTO OBSESIVO. Este logra dicho cometido cuando se desplaza hacia cualquier otro
afecto displacentero: vergüenza (que otro sepa del carácter placentero de su vivencia original),
angustia hipocondríaca (consecuencias corporales/orgánicas de su participación), angustia social
(temor a la sanción social moral), angustia religiosa, delirio de ser notado, angustia de tentación
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Junto a estos síntomas de compromiso, que significan el retorno de lo reprimido y, por lo tanto, el
fracaso de la defensa originariamente lograda, la neurosis obsesiva forma una serie de otros
síntomas. Esto ocurre porque el yo intenta defenderse de aquellos retoños del recuerdo
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reprimido, y en esta lucha defensiva crea SÍNTOMAS DE DEFENSA SECUNDARIA. Ellos son las
llamadas MEDIDAS PROTECTORAS. Si estas medidas defensivas tienen éxito en mantener
reprimidos los síntomas del retorno se crea una TERCERA PLASMACIÓN de la neurosis obsesiva:
LAS ACCIONES OBSESIVAS (la compulsión de las representaciones se desplaza a las acciones). Éstas
Además, la defensa secundaria puede tener éxito mediante un violento desvío hacia otros
pensamientos:
- Compulsión de cavilar (pensamientos suprasensibles)
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En toda Neurosis Obsesiva deben haber dos elementos:
- Una idea que se le impone al enfermo (representación obsesiva), y
- un estado emotivo asociado a dicha idea (afecto).
Dicho estado emotivo es variado, puede ser tanto la angustia (característica esencial de la fobia)
como también la ansiedad, la duda, el remordimiento y la cólera. El estado emotivo constituye la
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cosa principal, puesto que persiste inalterado, en tanto que la idea asociada sí varía (quien duda,
duda de todo), ya que que la idea asociada no es la idea original, sino un sustituto, un
reemplazante de ésta. Lo que se ha logrado es reemplazar la idea inconciliable por otra idea
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inapropiada para asociarse con el estado emotivo, que por su parte permaneció idéntico. Es esta
asociación entre el estado emotivo y la idea que se impone lo que le da el carácter de absurdo
propio de las Neurosis Obsesivas.
Puede ocurrir también que la idea original esta también reemplazada, no por otra idea, sino por
actos o impulsiones que en el origen sirvieron como alivios o procedimientos protectores
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(acciones obsesivas)
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NO: No conoce el sentido de sus acciones (son
inconscientes)
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moción pulsional que tuvo permitido expresarse durante la infancia y luego cae en represión. Sin
embargo en la Neurosis Obsesiva existen FORMACIONES REACTIVAS, estas se producen puesto
que no alcanza con una represión sola, ya que ésta a menudo fracasa y aquello inconsciente
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retorna nuevamente, llegando a ser necesaria la creación de estas formaciones para conseguir
nuevamente una represión. Las formaciones reactivas funcionan cada vez que hay peligro de
tentación, es decir, un influjo de pulsión intolerable.
Esta consiste en otra diferencia con la histeria, la cual mediante el mecanismo de conversión
mantiene la represión y no necesita un trabajo constante. En tanto, la Neurosis Obsesiva, la
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A través del MECANISMO de FALSO ENLACE, propio de la Neurosis Obsesiva, se desplaza el afecto
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a representaciones anodinas que, si bien tienen algún tipo de nexo con la idea original, cada vez se
alejan más de ella.
No todo se consuma tan fácilmente. Siempre está presente la inquietud de que no todo se hizo en
el orden debido. Es preciso reexaminarlo, repetirlo, la duda recae ora sobre uno de los
aseguramientos, ora sobre otro, y el resultado termina siendo un gasto increíble de tiempo y
energía.
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En el ceremonial hay una correspondencia con la fantasía. En realidad, en el ceremonial se
precipitan una serie de ellas que tienen en algún lugar su punto nodal. También los preceptos del
ceremonial reflejan los deseos sexuales en parte como subrogación de ellos, y en parte como
defensa contra ellos.
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FREUD: Inhibición, síntoma y angustia
El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, el resultado de un
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proceso represivo. La represión parte del yo, quien por encargo del superyó no quiere acatar una
investidura pulsional incitada en el ello. Mediante la represión, el yo consigue coartar el devenir
conciente de la representación que era la portadora de la moción desagradable y se ha
conservado como formación inconsciente.
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Los síntomas de la Neurosis Obsesiva son en general de dos clases: Negativos (prohibiciones,
medidas precautorias, penitencias) o Positivos (satisfacciones sustitutivas con disfraz simbólico).
De estos dos grupos, el más antiguo es el negativo; cuando la enfermedad se prolonga, prevalecen
las satisfacciones, que burlan toda defensa. Constituye un triunfo de la formación del síntoma que
se logre enlazar la prohibición con la satisfacción.
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En casos extremos el enfermo consigue que la mayoría de sus síntomas añadas a su significado
originario el de su opuesto directo, testimonio del poder de la ambivalencia, que desempeña un
importantísimo papel en la neurosis obsesiva. En el caso más grosero, el síntoma es en dos
tiempos, vale decir que a la acción que se ejecuta cierto precepto sigue inmediatamente una
segunda que lo cancela o lo deshace.
- 1. Regresión hasta el estadio sádico-anal a causa de una organización sexual madura débil.
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Al comienzo de la etapa de latencia se produce el sepultamiento del Complejo de Edipo, la
creación o consolidación del superyó y la erección de las barreras éticas y estéticas en el
interior del yo (creación de diques anímicos: asco, vergüenza y moral). En la Neurosis
Obsesiva, estos procesos rebasan la medida de lo normal; a la destrucción del Complejo de
Edipo se le agrega la degradación regresiva de la libido (regresión sádico-anal), el superyó se
vuelve severo y desamorado, y el yo desarrolla (en obediencia al superyó) elabora elevadas
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formaciones reactivas de la conciencia moral. Con la severidad despiadada del superyó, se
proscribe la tentación a continuar el onanismo de la primera infancia, que ahora se apuntala
en representaciones regresivas sádico-anales (modalidad de satisfacción sádico-anal).
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En la desmezcla pulsional de la Neurosis Obsesiva, las pulsiones agresivas se destinan al
superyó, que así se vuelve tirano, severo y desamorado. En cambio las pulsiones amorosas son
dirigidas al ello. Es de este modo que se crea un conflicto ambivalente de igual intensidad de
ambos lados entre el Superyó (con las pulsiones agresivas) y el Ello (con las pulsiones
amorosas). Este conflicto ambivalente e intenso da como resultado el avasallamiento del yo,
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es decir, todas las actividades del yo serán gobernadas por dicho conflicto.}
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Acude a la consulta con manifestaciones de representaciones obsesivas desde su infancia
(particularmente desde los 4 años). Sufre de temor a que le sucediera algo a su madre y a la dama
de sus pensamientos. Padece de impulsos obsesivos de cortarse el cuello con una navaja. Tiene
prohibiciones a cosas triviales e indiferentes. Tiene una vida sexual limitada. El onanismo tuvo un
escaso papel a los 16/17 años.
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- Iniciación del tratamiento:
- Sexualidad infantil:
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pensamientos.
- A los 7 años, la señorita Lina se dejaba tocar por Paul
- Durante su infancia deseaba ver muchachas desnudas pero tales deseos se acompañaban de
inquietud (temor a que sucediera algo y por ello tiene que hacer todo lo posible para evitarlo / en
su adultez este miedo se expresaría en la muerte de su padre) Fue un niño bajo el dominio del
placer visual
El padre murió hace muchos años pero su temor obsesivo a que éste muriese (en el más allá)
persiste. El conflicto se genera cuando junto al deseo obsesivo se presenta un temor obsesivo. “Si
tengo el deseo de ver a una mujer desnuda, mi padre morirá”. Esto hará que tome medidas de
protección para alejar la desgracia.
El inventario de la neurosis en este caso contiene: un instinto erótico y una rebelión contra él, un
deseo (no obsesivo), un temor contrario (obsesivo), un afecto penoso, el impulso a la adopción de
medidas de protección y un delirio o manía según el cual sus padres sabían el contenido de sus
pensamientos.
Durante una conversación con un militar, en sus épocas de servicio, éste le comenta el método de
tortura del cubo de ratas. En ese momento se le presentó la idea de que ello le sucedería a la
señorita a la que él quería, y posteriormente esa idea se extendió también a su padre, que ya
había muerto.
Unos días después de este episodio se produce todo el rodeo obsesivo para la devolución de un
dinero prestado a quien se había encargado, amablemente, de recibir unas gafas por correo que él
había solicitado, mediante un juramento obsesivo
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- Introducción sobre la naturaleza de la cura:
Comentó que su padre murió de forma repentina y el sujeto se reprochó no haber estado en ese
momento. Por un largo tiempo, no puedo aceptar el hecho real de la muerte de su padre. Año y
medio después se dio cuenta de su negligencia y se atormentó.
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El afecto desmesurado por una representación anodina está justificado, ya que el afecto
corresponde a otro contenido desconocido (inconsciente) y que ocurrió primero. El
contenido ideológico conocido ha ocupado tal lugar por una asociación errónea (falso enlace)
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como subrogado. Un reproche sólo podrá surgir por la transgresión de leyes morales
íntimamente personales y no de las exteriores al sujeto.
A los 12 años se enamoró de una niña que no lo correspondía como él deseaba y pensó que si le
sucedía una desgracia ella lo querría y se imaginó la muerte de su padre. El sujeto rechazó con
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energía tal idea hasta su actualidad. Freud le dice que en realidad había sido un deseo de muerte y
por ello se lo reprochaba. Freud también señala que la idea de muerte debe haber surgido por
primera vez tiempo atrás. Por otro lado, meses antes de la muerte de su padre, Paul había
pensado que si éste moría podría casarse con la dama de sus pensamientos. La idea vino
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REACTIVA) (sentimientos ambivalentes). Solo podría suponerse que aquel odio reprimido se
hallaba ligado a una fuente (motivo) que lo hacía indestructible. Dicha fuente de la hostilidad con
su padre estaba relacionada con deseos sexuales, para cuya satisfacción su padre era un estorbo.
Este deseo tendría que haber nacido en la temprana infancia, antes de los 6 años
Las ideas obsesivas se muestran inmotivadas o disparatadas, por lo que se les debe dar un sentido
y un lugar en la vida anímica del individuo de modo que resulten comprensibles y evidentes (es
decir, realizar una traducción). Se debe también investigar cuándo surgieron por primera vez y en
qué circunstancias externas se repiten.
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El sujeto recuerda que un día tropezó con una piedra de la calle y tuvo que apartarla a un lado
porque se le ocurrió que, al cabo de pocas horas, pasaría por allí el coche de su amada y podía
tropezar y volcar en aquellas piedras. Pero minutos después pensó que todo aquello era un
disparate, y tuvo que volver y colocar de nuevo la piedra en el lugar que antes ocupaba en medio
de la calle.
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La obsesión protectora puede sólo significar una reacción: remordimiento y penitencia contra un
impulso hostil, orientado hacia la persona amada. En nuestro enamorado se libra un violento
combate entre el amor y el odio, orientados ambos hacia la misma persona, y este combate queda
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plásticamente representado en el acto obsesivo, importante también como símbolo, de apartar
del camino la piedra y anular luego aquel acto amoroso, llevando de nuevo el peligroso obstáculo
al lugar que ocupaba, para que el coche de su amada tropiece en él y vuelque. Interpretaremos
erróneamente esta segunda parte del acto obsesivo, considerándola tan sólo como una
rectificación crítica de la actividad patológica, que es precisamente por lo que el mismo trata de
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pasar. El hecho de haber sido llevado a cabo también bajo una coerción obsesiva delata que es por
sí mismo una parte de la actividad patológica, aunque condicionada por la antítesis del motivo de
su primera parte.
Tales actos obsesivos en dos tiempos, cuya primera parte es anulada por la segunda, son típicos de
la neurosis obsesiva. Naturalmente, son mal interpretados por el pensamiento consciente del
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enfermo, el cual los provee de una motivación secundaria, racionalizándolos. Pero su verdadero
significado está en la representación del conflicto entre dos impulsos antitéticos de
aproximadamente igual magnitud y, que yo sepa, siempre de la antítesis de odio y amor.
Presentan especial interés erótico porque nos muestran un nuevo tipo de la formación de
síntomas. En vez de encontrar, como regularmente sucede en la histeria, una transacción en una
sola representación matando así dos pájaros de un tiro, se satisface aquí a ambos elementos por
separado, primero a uno y después a otro, aunque no sin llevar antes a cabo la tentativa de
establecer una especie de enlace lógico entre los elementos antagónicos desprovisto a veces de
toda lógica.
En una de las sesiones del tratamiento el paciente mencionó incidentalmente un suceso en el que
hube de reconocer en el acto el motivo precipitante de la enfermedad, o por lo menos, el motivo
reciente de la explosión de la misma, surgida hacía seis años y subsistente todavía hoy. El sujeto
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tendencia de tal desplazamiento era suficientemente visible: si dejaba el reproche allí donde era
justificado tenía que renunciar a una satisfacción sexual a la que le impulsaban, seguramente,
enérgicas determinantes infantiles. Conseguía, pues, con tal desplazamiento una considerable
ventaja.
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empresa industrial. Al casarse con ella, su padre entró al servicio de aquella empresa y su
matrimonio le procuró así una posición desahogada. Por ciertas conversaciones familiares, el
paciente averiguó que su padre había hecho primeramente la corte a una preciosa muchacha de
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familia modesta, tiempo antes de conocer a su madre. Después de la muerte del padre, la madre
le comunicó un día haber hablado de su porvenir con sus acaudalados parientes, y le reveló que
uno de sus primos se había mostrado dispuesto a concederle la mano de su hija cuando terminara
sus estudios. El ingreso en la rica empresa industrial mediante aquel matrimonio habría de
asegurarle un brillante porvenir. Tales proyectos familiares hicieron surgir en él el conflicto de si
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debía permanecer fiel a la mujer que amaba, carente de fortuna, o si debía seguir las huellas de su
padre casándose con la muchacha rica, bonita y distinguida que su familia le destinaba. Y este
conflicto, que en realidad lo era entre su amor y la voluntad de su padre, vivo aún en él, lo resolvió
el sujeto enfermando, o mejor dicho: eludió, por medio de la enfermedad, la labor de resolverlo
en la realidad.
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El conflicto patológico era una lucha entre la voluntad superviviente de su padre y la inclinación
amorosa del paciente, y dicha lucha comienza desde los años infantiles.
No cabe duda de que en el terreno de la sexualidad existía alguna diferencia entre el padre y el
hijo. Años después de la muerte del padre, y cuando el hijo conoció por vez primera el placer del
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y harto singulares ocasiones. Especialmente en momentos felices de su vida o bajo la impresión de
pasajes singularmente bellos de sus lecturas.
Apoyándome en estos detalles y en otros semejantes, aventuré la hipótesis de que siendo niño,
aproximadamente a los seis años, había cometido alguna falta sexual relacionada con el onanismo
y había sido castigado violentamente por su padre. Este castigo habría puesto término, desde
luego, al onanismo, mas, por otro lado, habría dejado en él un inextinguible rencor contra el padre
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y fijado para siempre ya su papel de perturbador del goce sexual. Para mi gran sorpresa, el
paciente me relató en el acto tal suceso de sus primeros años infantiles que le había sido contado
más tarde por su madre, no habiendo sucumbido al olvido por enlazarse a él detalles
singularísimos: : Siendo todavía muy pequeño debió de hacerse culpable de alguna falta por la que
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el padre le castigó severamente. El castigo habría hecho surgir en él un intenso acceso de cólera, y
mientras su padre le azotaba se debatía desesperadamente, insultándole con furia. Pero como
todavía no sabía palabra ninguna realmente insultante, le había lanzado como tales los nombres
de todos los objetos que conocía, llamándole lámpara, toalla, plato, etc. El padre, asustado ante
aquel violento acceso, dejó de pegarle y dijo: «Este chico será un gran hombre o un gran criminal».
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Por entonces tenía el sujeto entre tres y cuatro años y que se había hecho acreedor al castigo por
haber mordido a la niñera encargada de su custodia.
El primer enigma que se nos planteaba era el de por qué las dos intervenciones del capitán, el
relato del tormento de las ratas y la invitación a devolver el dinero al teniente, habían producido
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podido devolver. La deuda del paciente con el teniente se remitió a la deuda no pagada por su
padre.
Por otra parte, el tormento de las ratas despertó el erotismo anal del sujeto. Las ratas adquirieron
así la significación de dinero, relación que se mostró en la asociación Raten (plazos) a Ratten
(ratas). El sujeto llegó a hacer de las ratas una verdadera voluta para su uso personal. La rata le era
conocida, además, como portadora de peligrosas infecciones y podía ser, por tanto, utilizada como
símbolo del miedo, tan justificado durante el servicio militar, a la infección sifilítica, detrás del cual
se escondían toda clase de dudas sobre la conducta del padre durante su vida en el Ejército. El
pene, y especialmente el de un niño pequeño, puede ser descrito como un gusano, y en el relato
del capitán las ratas pasaban por el ano como en los años infantiles del sujeto sus parásitos
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enlaza con el tormento de las ratas de la siguiente manera: Al intentar devolver el dinero de su
deuda pensó «Sí; se las devolveré cuando las ranas críen pelo», respuesta que, naturalmente,
hubo de retener. Pero surgiendo del complejo paterno estimulado entre tanto y del recuerdo de la
repetida escena infantil, la respuesta que se formó fue la siguiente: «Sí; devolveré al teniente el
dinero cuando mi padre o mi novia tengan hijos.» O esta otra: «Tan cierto es que le devolveré el
dinero como que mi padre y mi novia pueden tener hijos.» Esto es una afirmación burlona
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enlazada a una condición absurda e irrealizable. Pero de este modo había cometido ya el crimen
de burlarse de las dos personas que le eran más queridas: su padre y su amada; tal crimen exigía
un castigo, y éste consistió en imponerse un juramento imposible de cumplir «Si no, sufrirán los
dos el tormento de las ratas.».
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PARTE TEÓRICA
En el año 1896 definimos las representaciones obsesivas como «reproches transformados que
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retornaban de la represión y se referían siempre a un acto sexual ejecutado con placer en los años
infantiles». Esta definición nos parece hoy discutible en cuanto a su forma, aunque integra
elementos exactos. Es realmente más correcto hablar de un «pensamiento obsesivo» y hacer
resaltar que los productos obsesivos pueden equivaler a muy diversos actos psíquicos, pudiendo
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productos obsesivos. En primer lugar, nos percatamos de que los sueños pueden ofrecernos el
texto auténtico del producto obsesivo, el cual sólo mutilado y deformado, como en un telegrama
mal redactado, se nos ha dado a conocer en la vida despierta. Tales textos aparecen en el sueño
como manifestaciones orales, contra la regla general de que las palabras contenidas en los sueños
proceden siempre de las pronunciadas u oídas por el sujeto durante el día. En segundo lugar, la
investigación analítica de un historial patológico nos lleva a la convicción de que, frecuentemente,
varias ideas obsesivas sucesivas, pero de texto literal diferente, son, en el fondo, una sola y la
misma. La idea obsesiva ha sido afortunadamente rechazada una primera vez y retorna luego
deformada, no siendo ya reconocida y pudiendo ofrecer así mayor resistencia a la defensa. Pero la
forma exacta es la primitiva, la cual muestra muchas veces sin velo alguno su sentido. Cuando, al
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constituye el producto de una transacción y una deformación, y queda interpretado erróneamente
por el pensamiento despierto.
No todas las ideas obsesivas de nuestro paciente eran tan complicadas y tan difíciles de
interpretar como la del tormento de las ratas. En otras se había empleado una técnica muy
sencilla, la de la deformación por omisión -la elipsis-, que tan excelente ayuda presta en la
producción de los chistes y que también aquí cumplió su deber como medio defensivo contra la
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comprensión.
enfermos realizan un esfuerzo evidente para eludir toda seguridad y poder permanecer en duda.
El sujeto enfermó a los veinte años, al ser situado ante la tentación de casarse con una mujer
distinta de aquella a la que venía amando desde tanto tiempo atrás, y esquivó la resolución de tal
FI
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Duda, en realidad, de su propio amor, que debía ser para él, subjetivamente, lo más seguro, y esta
duda se difunde sobre todo lo demás, desplazándose preferentemente sobre lo más nimio e
indiferente. Aquel que duda de su amor tiene que dudar de todo lo demás, menos importante.
La inseguridad de haber llevado a cabo una medida de protección procede de las fantasías
inconscientes perturbadoras; pero tales fantasías contienen, además, un impulso contradictorio.
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LACAN: Seminario 10, Clases 21, 22 y 23 (Neurosis Obsesiva)
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El deseo es lo que de la necesidad en su paso a la demanda, queda. Hereda de las necesidades
primarias su imperiosidad de satisfacción. Articulado a la estructura del lenguaje, sus
elementos son los significantes. El deseo mediante articulación con la demanda, inaugura la
inscripción de la falta (no todo puede ser dicho con el lenguaje).
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La invención del objeto a hace una ruptura con la continuidad de la concepción freudiana,
puesto que es puramente invención de Lacan. Es la necesidad en Otro de la demanda y el
deseo en el Otro en tanto momentos estádicos (oral, anal, fálico, escópico, invocante)
El objeto a es un objeto paradojal, puesto que no es un objeto material sino un objeto lógico,
FI
está constituido por un agujero simbólico. Es un objeto irremediablemente perdido que hace
las veces de aquello que se coloca en un agujero en la estructura de lo simbólico. Este objeto
está en la raíz de la barración del sujeto, es decir, lo instaura en la falta.