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ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA / DAÑO CAUSADO POR INTEGRANTES

DE LA FUERZA PÚBLICA / DAÑO OCASIONADO POR MIEMBRO DE LA


FUERZA PÚBLICA / MUERTE DE CIVIL / MUERTE DEL DETENIDO / USO DE
ARMAS DE FUEGO / USO INDEBIDO DE LA FUERZA PÚBLICA /
RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO POR DAÑOS
CAUSADOS POR MIEMBROS DE LA FUERZA PÚBLICA / FUNCIONES DE LA
FUERZA PÚBLICA / DEBER DE PROTECCIÓN DEL ESTADO / DEBER DE
PROTECCIÓN DE LA FUERZA PÚBLICA / DEBER DE PROTECCIÓN DE LA
POLICÍA NACIONAL / RESPONSABILIDAD DE LA POLICÍA NACIONAL /
CONFIGURACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO /
EJECUCIÓN EXTRAJUDICIAL

[E]n el caso concreto se dio (…) un daño antijurídico en términos del artículo 90 de
la Constitución Política, por cuanto la víctima no estaba obligada a soportar que
una autoridad pública, en este caso los agentes de Policía que se hicieron
presente en el supermercado (…) del municipio de Caldas, con el objeto de
detener un asalto que tenía allí ocurrencia, violaran de manera abierta la
obligación de proteger la vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y
libertades de las personas residentes en Colombia, consagrada en el inciso 2º del
artículo 2º ibídem, como quiera que retuvieron a [la víctima] y (…) lo trasladaron
hacia el municipio de Amagá, y, se calcula que falleció entre la una y las cinco de
la mañana del día siguiente, cuando fue encontrado su cadáver con heridas de
armas blanca y de fuego, precisamente en inmediaciones de la carretera que une
a estos dos municipios; lo cual permite deducir que tales miembros de la fuerza
pública, fueron los autores de la muerte violenta del joven retenido, y en
consecuencia, se tiene por demostrada la responsabilidad patrimonial de la Nación
– Ministerio de Defensa – Policía Nacional en el asunto en estudio, tal como
concluyó el tribunal en la sentencia recurrida.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCIÓN POLÍTICA - ARTÍCULO 2 INCISO 2 /


CONSTITUCIÓN POLÍTICA - ARTÍCULO 90

PERJUICIO MORAL / INDEMNIZACIÓN DEL PERJUICIO MORAL / PERJUICIO


MORAL POR MUERTE / RECONOCIMIENTO DEL PERJUICIO MORAL /
INDEMNIZACIÓN A LA FAMILIA DE LA VÍCTIMA / PRUEBA DE PARENTESCO
/ PRESUNCIÓN DE PERJUICIO MORAL / ACREDITACIÓN DEL PERJUICIO
MORAL / PRUEBA DEL PERJUICIO MORAL / PROCEDENCIA DEL PERJUICIO
MORAL / PRESUPUESTOS DE LA TASACIÓN DEL PERJUICIO MORAL /
TASACIÓN DEL DAÑO MORAL / LIQUIDACIÓN DEL PERJUICIO MORAL /
MONTO DE LA INDEMNIZACIÓN DEL PERJUICIO MORAL / PARÁMETROS
PARA LIQUIDACIÓN DEL PERJUICIO MORAL / DETERMINACIÓN DEL
PERJUICIO MORAL / FACULTADES DEL JUEZ / ARBITRIO JUDICIAL /
PRINCIPIO DE LA SANA CRÍTICA / CUANTÍA DE LA INDEMNIZACIÓN DE
PERJUICIOS / CÁLCULO DE LA TASACIÓN DEL PERJUICIO MORAL /
PRUEBA DE RELACIÓN DE CONVIVENCIA / RELACIÓN DE CONVIVENCIA

[L]a Sala ha establecido una presunción de existencia del daño moral, respecto de
los parientes más próximos del fallecido, como son los padres, los cónyuges, los
hijos, los hermanos y los abuelos, así como la necesidad de probar la ocurrencia
del mismo, para los demás familiares, y en general, para aquellas personas que
experimenten dolor y aflicción, con motivo de la muerte de la víctima. (…)
Respecto del perjuicio moral sufrido por la demandante (…) en su condición de
abuela de la víctima, (…) es necesario establecer con el acervo probatorio
aportado al proceso, la intensidad del dolor experimentado por la abuela (…) con
la muerte de su nieto (…), para efectos de considerar el incremento de la condena
a 1000 gramos oro; además, si como consecuencia de tal hecho dañoso, se les ha
inferido un daño moral a los demandantes (…) en su condición de tíos maternos
de la víctima. De la valoración de (…) testimonios, se logra establecer que al
momento de la muerte (…), la demandante (…) convivía en el mismo techo, del
hogar conformado por aquél y sus padres (…) y, que el día del entierro de su
nieto, la señora (….) sufrió un desmayo, por lo que estuvo hospitalizada durante
dos días; circunstancias en las cuales adquiere particular importancia su condición
de abuela materna, dentro del núcleo familiar de la víctima al cual pertenecía, y el
especial vínculo sentimental de cariño que los unía, lo cual permite afirmar que la
intensidad del dolor moral por ella experimentado, es comparable al padecimiento
moral sufrido por la madre, y en consecuencia, dentro del prudente arbitrio que le
asiste al juzgador para tasar los perjuicios morales, la Sala encuentra procedente
aumentar el monto de la condena a 1000 gramos oro, de acuerdo con la solicitud
elevada por la parte actora en el recurso de apelación. (…) Similar consideración
no puede predicarse en relación con los señores (…), en su condición de tíos
maternos de la víctima, porque si bien los testigos coinciden en afirmar que
sufrieron mucho con la muerte de su sobrino, también es cierto que viven en el
municipio de San Roque - Antioquia y (…) residía con sus padres y su abuela en
Medellín, y que solamente iban de visita (…). Por lo tanto, los lazos de afecto y
cariño profesados entre tíos y sobrino, que dan cuenta las anteriores
declaraciones, no son de la suficiente magnitud e intensidad, que permita tener
por demostrado un traumatismo constitutivo de daño moral indemnizable, razón
por la cual la Sala confirmará la decisión del a quo, de negar el reconocimiento de
perjuicios morales para tales demandantes.

NOTA DE RELATORÍA: Acerca de la presunción del daño moral en casos de


muerte, consultar providencia de 31 de mayo de 2001, Exp. 13005, C.P. Alier
Eduardo Hernández Enríquez. Sobre los criterios de tasación del daño moral,
consultar providencias de 18 de mayo de 2000, Exp. 12053, C.P. Alier Eduardo
Hernández Enríquez; de 15 de junio de 2000, Exp. 11688, C.P. Alier Eduardo
Hernández Enríquez; de 21 de septiembre de 2000, Exp. 11766, C.P. Alier
Eduardo Hernández Enríquez; de 26 de abril de 2001, Exp. 12418, C.P. Alier
Eduardo Hernández Enríquez.

MUERTE DE CIVIL / MUERTE DE LA PERSONA / MUERTE DEL HIJO /


MUERTE DEL DETENIDO / DAÑO A LA VIDA EN RELACIÓN / ACREDITACIÓN
DEL DAÑO A LA VIDA EN RELACIÓN / INDEMNIZACIÓN DEL DAÑO A LA
VIDA EN RELACIÓN / RECONOCIMIENTO DE DAÑO A LA VIDA EN
RELACIÓN / INDEMNIZACIÓN A LA FAMILIA DE LA VÍCTIMA / FACULTADES
DEL JUEZ / ARBITRIO JUDICIAL / PRINCIPIO DE LA SANA CRÍTICA /
CUANTÍA DE LA INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS

Mediante el recurso de apelación, la parte actora también pretende para la señora


(…), en su condición de madre de la víctima, una indemnización por concepto de
los hoy denominados daños a la vida de relación, los cuales fueron debidamente
solicitados en la demanda. (…) Una vez valoradas las (…) probanzas de carácter
testimonial y pericial, se encuentra acreditado plenamente que con la muerte de su
hijo, la señora (…) experimentó un sufrimiento de tal intensidad, que le produjo un
trastorno mental, diagnosticado como duelo patológico, el cual le modificó su vida
en los siguientes aspectos: la vida matrimonial que llevaba (…) se terminó; al igual
que su vida laboral, dado que dejó de realizar sus actividades profesionales, lo
cual condujo a que la responsabilidad económica pasara a su progenitora (…);
también su vida social se limitó a su madre, con quien vivía después de su
separación; y, su vida personal se concentró en venerar la memoria de su hijo en
el cementerio, en las condiciones relatadas por los (…) testigos. En tales
condiciones, la Sala considera que está demostrada la existencia de perjuicios a la
vida de relación, sufridos por la madre del (…), de manera grave y definitiva en su
vida personal, familiar, laboral y social, en las circunstancias antes descritas; razón
por la cual, conforme al prudente juicio que le compete al juzgador para tasar el
valor de la indemnización de estos perjuicios extrapatrimoniales, debe condenarse
a pagar a la entidad demandada, por este concepto, la suma de dinero equivalente
a dos mil (2.000) gramos de oro, a favor de la señora (…). Mediante el recurso de
apelación, la parte actora también pretende para la señora (…), en su condición de
madre de la víctima, una indemnización por concepto de los hoy denominados
daños a la vida de relación, los cuales fueron debidamente solicitados en la
demanda.

NOTA DE RELATORÍA: Sobre el alcance y la prueba de perjuicios por daños a la


vida de relación, consultar providencia de 19 de julio de 2000, Exp. 11842, C.P.
Alier Eduardo Hernández Enríquez.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


SECCIÓN TERCERA

Consejero ponente: GERMAN RODRÍGUEZ VILLAMIZAR

Bogotá D.C., veintitrés (23) de agosto de dos mil uno (2001)

Radicación número: 05001-23-24-000-1993-00585-01(13745)

Actor: MARÍA ROCÍO TABARES Y OTROS

Demandado: NACIÓN - MINISTERIO DE DEFENSA-POLICÍA NACIONAL-

Referencia: ACCIÓN DE REPARACIÓN DIRECTA (APELACIÓN SENTENCIA)

Conoce la Sala del recurso de apelación interpuesto por las partes


contra la sentencia proferida el 28 de febrero de 1997 por la Sección Primera del
Tribunal Administrativo de Antioquia, mediante la cual se dispuso lo siguiente:

“1°. Se declara a Nación –Ministerio de Defensa, Policía Nacional-


responsable de los perjuicios que padecen José Daniel Becerra
Gómez, María Rocío de los Angeles Tabares Calderón y María
carolina Calderón castaño, por razón de ‘la desaparición forzada y
posterior muerte de su querido hijo, nieto y sobrino JOSE
FERNELLY BECERRA TABARES, a manos de agentes de la
Policía Nacional que realizaron un operativo en el Supermercado
‘LOS FERNANDOS’ ubicado en el Municipio de Caldas (Ant),
capturando a JOSE FERNELLY BECERRA TABARES y
EDUARDO CHACON, apareciendo al día siguiente en jurisdicción
del Municipio de Amaga, sus cadáveres con huellas de haber sido
torturados, hechos ocurridos el 10 de mayo de 1991’.

“2°. En consecuencia, se condena a la Nación –Ministerio de


Defensa, Policía Nacional-, a pagar a cada una de las siguientes
personas, las sumas que equivalgan a estos gramos de oro fino,
para resarcirles el daño moral subjetivo: a.- A José Daniel Becerra
Gómez, 1000. b.- A María Rocío de los Angeles Tabares
Calderón, 1000. c.- A María Carolina Calderon Castaño, 500. Para
lo relacionado con el gramo de oro, se tendrá en consideración el
valor que tenga dicho mental (sic) en la fecha de ejecutoria de esta
providencia.

“3°. Se condena asimismo a la Nación –Ministerio de Defensa,


Policía Nacional-, a pagarle a José Daniel Becerra Gómez, la
cantidad de $599.400.oo, con el fin de repararle el perjuicio
material, en su modalidad de daño emergente.

“4°. La Secretaría enviará a la Unidad de Fiscalía Delegada para el


municipio de Amagá las copias de la demanda, de esta
providencia y de las declaraciones de Miryam Elba Monsalve, Luis
Orlando Bermúdez y Guillermo José Londoño, con el fin de que
decida sí (sic) se pudo haber incurrido o no en una violación de la
ley penal.

“5°. Niéganse las demás pretensiones de la demanda.

“6°. Se dará cumplimiento a los artículos 176 y 177 del Código


Contencioso Administrativo” (fls. 381 y 382. Mayúsculas del texto
original).

I.- ANTECEDENTES

1.- La demanda.

Mediante escrito presentado ante el Tribunal Administrativo de


Antioquia el 6 de mayo de 1993 (fl. 81), los señores José Daniel Becerra, María
Rocío Tabares, María Carolina Calderón, Ruth de Jesús, Ana Dorigen, Angela de
Dios, María Genoveva y Nicolás Tabares Calderón, a través de apoderado judicial,
en ejercicio de la acción de reparación directa, presentó demanda a fin de que se
declare la responsabilidad de la Nación - Ministerio de Defensa - Policía Nacional
(fls. 64 a 81), por los perjuicios materiales, morales y fisiológicos sufridos como
consecuencia de la desaparición forzada y posterior muerte de Sergio José
Fernelly Becerra Tabares el día 10 de mayo de 1991.

2.- Los hechos.


En la demanda, se narran los siguientes:

“1.- JOSE FERNELLY BECERRA TABARES y EDUARDO


CHACON el 10 de mayo de 1.991, a eso de las 5:30 de la tarde,
en el momento en que intentaban atracar el supermercado ‘LOS
FERNANDOS’ en el Municipio de Caldas (Ant.), fueron retenidos
por los dueños del lugar, logrando escapar CARLOS SANDOVAL
con una herida de bala en la boca, quien también los
acompañaba.

“2.- El señor Inspector de Tránsito de ese municipio GUILLERMO


JOSE LONDOÑO RESTREPO, hermano de uno de los dueños del
supermercado fue avisado del intento de atraco y este se dirigió al
Comando de Policía por ayuda de la autoridad y al no haber
patrullas disponibles en un taxi acompañado de dos Agentes de la
Policía Nacional se presentó al supermercado, procediendo los
uniformados a retener a BECERRA TABARES y CHACON que ya
estaban reducidos a la impotencia, montándolos al mismo taxi
saliendo con ellos supuestamente para el Comando pero lo cierto
es que nunca los llevaron a esa dependencia.

“3.- Los padres de JOSE FERNELLY BECERRA TABARES


después de una intensa búsqueda de su hijo encontraron el
cadáver enterrado como NN. lo mismo que el de EDUARDO
CHACON, en el Municipio de Amagá, con señales de haber sido
torturado, por lo que acudieron a la Procuraduría de Medellín a
formular la queja y en la investigación se puedo establecer que
efectivamente JOSE FERNELLY BECERRA fue retenido por
agentes de la Policía Nacional pero no se logro establecer sus
identidades para poder sancionar.

“4. Hechos como estos, se producen con relativa frecuencia en el


Area Metropolitana del Valle de Aburra bajo el pretexto de que
esta haciedo (sic) ‘limpieza social’, olvidando las autoridades su
basamento moral y legal y de protectora de la vida, honra y bienes
de los demás –deberes y obligaciones que ju-stifican (sic) su
existencia.

“5.- El hecho de la retención por parte de efectivos de la Policía


Nacional de JOSE FERNELLY BECERRA TABARES, el no
ponerlo a disposición de la autoridad competente para que fuera
procesado si era el caso y el de aparecer su cadáver al día
siguiente en el municipio de Amaga con señales de tortura,
amerita la falla o falta en el servicio de Policía, a cargo de la
Nación.

“6.- JOSE FERNELLY BECERRA TABARES, era hijo de JOSE


DANIEL BECERRA GOMEZ y MARIA ROCIO TABARES
CALDERON, había nacido el 19 de noviembre de 1.973, sus
padres trataron de enjendrar (sic) más hijos pero nunca los
pudieron concebir dedicandosen (sic) a su único hijo, a él le
prodigaron todo su amor, era su esperanza, por él vivían y por él
trabajaban, vivían en una completa armonía bajo el mismo techo
en compañía de la abuela CAROLINA CALDERON y siendo
visitados con relativa frecuencia por sus tíos y tías a quienes les
profesaba especial afecto, consideración y cariño y los que
sentían gran amor por FERNELLY debido a su especialidad,
sufriendo un gran dolor por su trágica desaparición.

”7.- MARIA ROCIO TABARES CALDERON trabajaba vendiendo


productos de belleza y artículos de oro, recibiendo como entradas
mensuales netas $120.000.oo., y debido al estado depresivo en
que la sumio (sic) la muerte de su único hijo, no volvió a trabajar,
solo se dedica a cuidar su hijo en su tumba, días enteros lo llora,
le lleva serenatas; esta situación acabo con su matrimonio, su vida
social, laboral y personal, en muchas ocasiones a su esposo le
recomendaron ponerla en una clínica de reposo pero los altos
costos y la situación económica no lo permitieron.

“8.- En la actualidad la señora ROCIO TABARES vive en casas de


amigas y solo se dedica a llorar la muerte de su único hijo. Vive
sumida en una profunda depresión; las culpas mutuas por las
muerte del hijo obligaron a los esposos BECERRA TABARES a
separarse.

“9.- JOSE FERNELLY BECERRA TABARES al momento de morir


contaba con 17 años de edad y se dedicaba a terminar sus
estudios de bachillerato” (fls. 67 y 68. Mayúsculas del texto
original).

3.- Contestación de la demanda.

A través de apoderado, la Nación – Ministerio de Defensa – Policía


Nacional intervino en el proceso (fls. 88 y 89), por considerar que en el proceso,
no existen pruebas que permitan vincular la responsabilidad de la entidad
demandada en el homicidio del joven José Fernelly Becerra, como quiera que en
el proceso disciplinario aportado con la demanda, no se logró identificar e
individualizar a los autores del delito.

4.- Audiencia de conciliación.

Ante el a quo se celebró la audiencia de conciliación el día 28 de


agosto de 1995, sin lograrse acuerdo alguno entre las partes (fls. 287
y 288).

5.- La sentencia de primera instancia.

Mediante providencia del 28 de febrero de 1997 (fls. 361 a 382), el


tribunal de primer grado declaró la responsabilidad de la Nación – Ministerio de
Defensa – Ejército Nacional, con motivo de la desaparición forzada y posterior
muerte del joven José Fernelly Becerra.

Para adoptar tal decisión, consideró lo siguiente:

“...En tales condiciones, los vehementes hechos indiciarios que se


han relatado, que tienen apoyo en las declaraciones veraces,
sinceras y contestes que se comentaron, dan base al Tribunal
para concluir que José Fernelly Becerra y Eduardo Chacón
debieron ser muertos por las últimas personas que tuvieron
contacto con ellos, esto es, los policías que los retiraron,
encadenados, del supermercado Los Fernandos”. (fl. 374).

En relación con los perjuicios morales, le reconoció a los padres de la


víctima la cantidad de 1000 gramos oro; a la abuela, el equivalente a 500 gramos
oro, por encontrar demostrado mediante la prueba testimonial obrante en el
expediente, el dolor que le produjo la muerte de su nieto; y, no hizo
reconocimiento alguno respecto de los tíos de la víctima, porque de tales
testimonios “...se desprenden apenas las manifestaciones que son normales entre
esta clase de familiares. En síntesis, los medios de convicción recogidos no dan
bases para afirmar que los demandantes han sufrido un dolor profundo, singular”
(fl. 376).

En cuanto a la indemnización de perjuicios materiales en la


modalidad de daño emergente, reconoció el valor actualizado equivalente al pago
que efectuó el señor José Daniel Becerra, por el entierro de su hijo; por concepto
de lucro cesante, negó su reconocimiento a la madre la víctima, dado que las
probanzas de carácter testimonial recibidas en el proceso, no permiten deducir
con certeza la actividad económica a la cual se dedicaba.

Por perjuicios fisiológicos, niega su reconocimiento, pues, “no cabe


concluir que en este caso ha habido una pérdida de la capacidad de goce, de la
posibilidad de disfrutar de las actividades placenteras de la vida. Lo que aquí fluye,
en síntesis, es un desorden de índole provisional, que puede ser ‘superado’, en
palabras de los especialistas, con un tratamiento farmacológico. Una patología
transitoria no puede ser asimilada a la privación definitiva de cosas como esta: no
poder caminar, correr o trotar, estar impedido para sostener una relación sexual,
etc...” (fls. 380 y 381).

Un Magistrado salvó parcialmente su voto, por considerar que por


concepto de perjuicios morales, el tribunal debió indemnizar a la madre de la
víctima no a 1000 gramos de oro, como se hizo en la sentencia, sino a 1600
gramos de oro, como quiera que sus manifestaciones de dolor constitutivas de un
duelo patológico de carácter provisional, según el dictamen pericial obrante en el
expediente, no corresponden a los perjuicios fisiológicos, como equivocadamente
fueron denominados en la demanda, sino a los morales.
6.- El recurso de apelación.

a) Inconforme con la decisión del a quo, la parte actora la apeló (fls.


386 a 390), en el sentido de solicitar el reconocimiento de los denominados “daños
en la relación de pareja”, así como los perjuicios fisiológicos, a favor de la madre
de la víctima, por considerar que están plenamente acreditados en el expediente;
en caso de no reconocer ésta clase de perjuicios, de manera subsidiaria, pide
acoger lo manifestado en el salvamento parcial de voto.

Así mismo, pretende el reconocimiento por perjuicios materiales en la


modalidad de lucro cesante a favor de la madre de la víctima, por considerar que
la actividad laboral que desarrollaba con anterioridad a la muerte de José Fernelly
Becerra está probada en el expediente, y que con la tragedia de su hijo, su
capacidad productiva disminuyó en un porcentaje del 90%, según el dictamen
pericial rendido en el proceso.

Por perjuicios morales, solicita aumentar a 1000 gramos de oro, la


indemnización concedida a la abuela del occiso; y el reconocimiento de estos
perjuicios a los tíos maternos de la víctima, pues, se encuentran debidamente
demostrados en el plenario.

b) La Nación – Ministerio de Defensa igualmente interpuso recurso


de apelación contra la providencia del tribunal (fls. 391 a 393), por considerar que
mediante el escaso acervo probatorio recaudado en el expediente y el proceso
disciplinario adelantado por la Procuraduría Provincial de Medellín, no se
encuentra demostrada su responsabilidad en el homicidio de José Fernelly
Becerra y Eduardo Chacón, como quiera que no se logró establecer que los
autores del mismo, fueran agentes pertenecientes a la entidad demandada. Por lo
tanto, solicita revocar la sentencia apelada y que, consecuencialmente, se nieguen
las súplicas de la demanda.
7.- Alegatos de conclusión.

Las partes y el Ministerio Público no realizaron actuación alguna


en esta etapa procesal.

II. CONSIDERACIONES DE LA SALA:

La Sala modificará la sentencia proferida por la Sección Primera del


Tribunal Administrativo de Antioquia el 28 de febrero de 1997.

Las razones son las siguientes:

1. La responsabilidad de la entidad demandada.

El hecho de la muerte del joven José Fernelly Becerra, ocurrida el día


11 de mayo de 1991 en Amagá - Antioquia, a causa de “Laceración Encefálica” (fl.
6), se encuentra debidamente probada con el certificado del registro civil de
defunción expedida por el Notario Unico del Círculo de tal municipio (ibídem).

Similar consideración se predica respecto de la imputación de tal


hecho dañoso a la Nación - Ministerio de Defensa – Policía Nacional, a partir del
cual los demandantes pretenden atribuir a ésta entidad, una responsabilidad de
carácter patrimonial extracontractual, con el propósito de obtener una
indemnización de perjuicios materiales, morales y fisiológicos, como quiera que en
el asunto bajo estudio, las probanzas de carácter testimonial recepcionadas en el
proceso, permiten deducir que miembros de la Policía Nacional retuvieron, y,
posteriormente le ocasionaron la muerte al joven José Fernelly Becerra.
En efecto, sobre las circunstancias de tiempo, modo y lugar que
rodearon la retención y posterior muerte del joven José Fernelly Becerra, a manos
de unos agentes de Policía, son diáfanas y coincidentes las declaraciones hechas
por el joven Carlos Alberto Sandoval, quien es testigo presencial de los hechos,
por encontrarse con la víctima al momento de su ocurrencia, y, los señores
Miryam Monsalve y Luis Orlando Bermúdez, quienes también son testigos
presenciales de lo ocurrido el día 10 de mayo de 1991, como quiera que viven en
el inmueble contiguo al supermercado “Los Fernandos” del municipio de Caldas -
Antioquia, lugar donde se presentaron los hechos materia del presente proceso,
en los siguientes términos:

a) Carlos Alberto Sandoval (fls. 196 a 197 vto.):

“...Yo con Fernelly estaba jugando un partido en el colegio, con un


muchacho Eduardo Chacón al no conocíamos casi. Nosotros
estábamos hablando y dialogando ahí, sobre el día de las madres
y de que nadie tenía regalo, y ahí fue cuando ese muchacho
Eduardo Chacón nos insinuó algo sobre conseguir un dinero para
el día de la madre, y nosotros no le paramos muchas bolas (sic)
desde el principio pero al ver que no teníamos regalo ni nada pues
él nos volvió a decir y nosotros aceptamos. Y ahí fue cuando al
otro día, como un viernes, él nos dijo que para ir el viernes, que él
se encargaba de todo. Ahí fue cuando fuimos, y nos fuimos en un
bus, y le dijimos al chofer que nos llevara por la puerta de atrás
porque no teníamos plata y nosotros quedamos de encontrarnos
con Eduardo Chacón en el puente del Pandequeso (sic). De ahí
hasta Caldas nos fuimos todos callados sin decir nada. Al llegar a
Caldas él nos explicó qué era lo que íbamos a hacer, que íbamos
a entrar a un granero y a pocas cuadras de donde nos bajamos
del bus quedaba el granero. Nosotros le preguntamos que cómo
íbamos a hacer y él dijo que él ya tenía un arma. Entonces cuando
fuimos a entrar fue algo muy confuso porque fue cuando yo me
quedé en la puerta y sentí unos disparos desde adentro. Cuando
yo voltié (sic) a mirar ví que un señor se me acercó con un arma y
me disparó y trató de entrarme a mí al negocio. Ahí fue cuando yo
me puse a bregar a safarme (sic) para salir corriendo porque yo ya
estaba muy asustado entonces no sé cómo me lo quité de encima
y salí corriendo. Y al mirar hacia atrás ví que habían cerrado la
puerta y los muchachos habían quedado adentro y de ahí para allá
no sé más porque yo seguí corriendo. Ya después no se volvió a
saber nada de ellos...” (fls. 196 y 196 vto.).

b) Miryam Monsalve (fls. 332 a 337) afirmó que:

“Preguntada: Usted conoció a José Fernelly Becerra Tabares.


Contestó: A él lo conocí el día que ocurrieron los hechos antes no
los conocía. Preguntada: A qué hechos se refiere usted. Contestó:
Un viernes que estaba lloviendo mucho y yo estaba en la tienda
haciendo un mandado cuando llegamos vimos a don Israel que
estaba como forcejeando con él, nosotros nos entramos para la
casa y nos salímos (sic) a ver que pasaba con él, salímos (sic) a
fuera (sic) y nos pusimos a averiguar que estaba pasando, la
Cooperativa estaba cerrada pero se escuchaban gritos, voces
estando ahí llegaron los agentes de la policía y del tránsito y se
entraron y sacaron a dos muchachos que estaban allá, los
sacaron esposados y los pararon en un murito (sic) y ellos se
entraron a hablar con los dueños de la Cooperativa haber (sic) que
había pasado, luego salieron montaron los muchachos al taxi los
dos agentes de la policía y el inspecto (sic) de tránsito y se los
llevaron. Preguntada: Qué rumbo tomó ese taxi: Contestó: Rumbo
a Primavera. Preguntada: Usted volvió a ver ese taxi por ahí.
Contestó: No señor esa noche yo me entré y no salí mas.
Preguntada: Cuántos policías iban en ese taxi. Contestó: Dos.
Preguntada: Usted había visto esos agentes con anterioridad.
Contestó: Si señor en Caldas. Preguntada: Usted sabe el nombre
se (sic) esos agentes. Contestó: No. Preguntada: Usted sabe por
qué sabe que esos agentes trabajaban el (sic) Caldas. Contestó:
Porque los veía vigilando por ahí. Preguntada: Describa las figuras
de ellos. Contestó: Yo me acuerdo de uno nada más que era
trigueño y no muy alto del otro sinceramente no me acuerdo.
Preguntada: Después de ese hecho volvió a ver los agentes.
Contestó: Yo si volví haber (sic) agentes por mi casa, pero no se si
eran ellos mismo. Preguntada: se dio cuenta cómo era el uniforme
de esos agentes y si llevaban armas. Contestó: Era el uniforme
como el de los policías, llevaban armas y no les vi que llevaban en
la mano. Preguntada: En qué lugar del carro iban los muchachos y
en qué lugar del carro iban los agentes y el inspector. Contestó:
En la parte de atrás iban los jóvenes en la mitad y los dos agentes
iban a los lados y el inspector iba adelante con el
conductor...Preguntada: Se le pone de presente la respuesta dada
por el señor Guillermo José Londoño Restrepo a esta pregunta
formulada por el Personero o por la Personera Municipal.
‘Manifieste al despacho si cuando usted usted (sic) llegó con los
agentes, se corrige al supermercado qué personas se
encontraban adentro del mismo?. Respondió...’ (fls. 144 vto). Es
cierto lo que afirmó ante la Personera de Caldas el Inspector
Guillermo José Londoño Restrepo. Contestó: Eso es mentira,
porque él entró con los agentes y sacaron los muchachos y los
trataba mal, que miedo le iba a dar y se fue con ellos, ahí no iba
ninguna patrulla con ellos ni tampoco había. Preguntada: Ese día
estaba lloviendo o haciendo verano. Contestó: Estaba lloviendo.
Preguntada: Recuerda qué decían los muchachos que estaban
esposados. Contestó: No ellos no dijeron nada, estaban
esposados con las manitos (sic) atrás, ellos no dijeron nada
cuando los montaron al carro...Preguntada: Con qué fin los
ocupantes del vehículo pudieron haberse dirigido rumbo a
Primavera. Contestó: No señor a mi me pareció que hubieran
agarrado para arriba en vez de haber tomado rumbo para abajo y
no nos imaginamos nada. Preguntada: Si ellos se hubieran
dirigido a la alcaldía, a la cárcel, al comando de policía o a la
Fiscalía, cuál era el camino natural que debieron haber tomado.
Contestó: Haber salido a la esquina y haber tomado para abajo, a
la plaza que es donde quedan todas esas cosas. Preguntada: El
camino que ellos emprendieron le permitían luego regresar a la
plaza de Caldas. Contestó: Si, pueden agarrar para arriba o para
abajo, ellos agarraron la vía principal. Preguntada: Era normal
haber cogido esa vía. Contestó: No señor ellos debieron haber
cogido para abajo y no para arriba...Preguntada: Concretamente
dónde apareció el cadáver de Fernelly. Contestó: Llendo (sic) para
la primavera, por esos lados fue que lo encontraron a él.
Preguntada: El camino que cogieron los policías y el inspector era
el camino por donde encontraron el cadáver. Contestó: Si señor.
Preguntada: Usted con quién estaba en ese momento. Contestó:
Con mi esposo que se llama Luis Orlando Bermúdez Ospina.
Preguntada: A qué distancia estaba usted sola o con su esposo
según el caso del vehículo en el momento en que éste se dirigió
con los policías, el inspector y los jóvenes capturados hacia
primavera. Contestó: Estábamos por ahí a dos metros, porque las
casas son pegadas...Preguntada: Usted informó que sabía que
uno de los muchachos que se encontraban esposados afuera del
Supermercado era José Fernelly Becerra Tabares, indique si lo
conocía con anterioridad o cuándo se enteró que era él. Contestó:
No lo conocía, a los días vine a saber que era hijo de Rocío...”
(ibídem).
c) En el mismo sentido, declaró Luis Orlando Bermúdez (fls.
199 vto. a 201):

“...Yo venía con la señora mía, la que estaba quí (sic) – (se refiere
a la testigo anterior, Myriam Elba Monsalve de Barmúdez),
veníamos de comprar unas cositas. En esos momentos, estaba
cayendo un fuerte aguacero. Entonces en la esquina había un
teléfono, nos paramos ahí y así diagonal estaba el negocio,
entonces, había un señor dentro del negocio que estaba
forcejeando con un muchacho. El lo agarraba así para entrarlo y él
no se dejaba. Entonces nosotros nos quedamos parados ahí
cuando de un momento a otro, el muchacho se le soltó al señor,
entonces nos vinimos por la acera y el muchacjo (sic) salió
corriendo y llevaba la mano en la boca y veíamos que estaba
echando sangre, y cogió para allá para arriba. Se fue y nosotros
nos fuimos y llegamos a la casa, y nos pusimos a curiosear,
entonces fuimos y nos acercamos a la reja del negocio y cuando
llegamos la señora de encima me dijo: Orlando, nos están
atracando, están atracando el negocio, llame a la policía, entonces
yo no llamé sino que nos quedaños (sic) ahí, y la reja estaba
bajada, y yo me asomé como que habían hecho un disparo ahí, y
por ese hueco de disparo yo me asomaba y nos quedamos ahí
esperando a ver qué pasaba y ya estaba oscuro, y al rato llegó el
inspector que es hijo del dueño de ese negocio, y llegó en un taxi
con dos policías, y subieron la reja y sacaron los dos pelados (sic)
que estaban allá adentro, los pararon ahí en la pared, los
esposaron y ya llegó el inspector con el carro, y llegó la policía los
cogió, cuadraron el carro, y los muchachitos le decían ‘déjenos ir’,
pero los montaron a los dos en la parte de atrás del carro, y el uno
se montó por acá y el otro por allá con dos olicías (sic) , y el
inspector se montó adelante, y se fueron...PREGUNTA: Sírvase
informar por qué sabe usted que los señores eran policías.-
CONTESTO: Porque estaban uniformados...PREGUNTA: Sírvase
informar, si cuando llegó el director del tránsito con los dos
policías que sacaron a los dos jóvenes y los esposaron en la
pared de afuera, del establecimiento, estos dos jóvenes estaban
con vida y se podían valer por sí mismos.- CONTESTO: Sí
estaban con vida, pero no se podían valer por sí mismos porque
estaban esposados. PREGUNTADO: estos hechos a qué hora
ocurrieron, es decir cuando ustedes vieron el forcejeo del joven
que sale herido, y a qué horas llega el inspector con los agentes
en el vehículo taxi. CONTESTO: Lo del forcejeo todavía estaba
clarito a las cinco y media o seis de la tarde mas o menos. Cuando
sacaron a los jóvenes que llegó el inspector, ya estaba oscuro.
Siete y media de la noche mas o menos...” (fls. 199 vto a 200).

El día 11 de mayo de 1991, esto es, al día siguiente de haber sido


retenido el joven José Fernelly Becerra en el supermercado “Los Fernandos”, por
parte de miembros de la policía, apareció su cadáver, de acuerdo con el acta de
levantamiento practicada por la Inspección de Policía del municipio de Amagá, “a
unos cien metros de la carretera ppal que de esta localidad (municipio de Amagá)
conduce hacia al municipio de Caldas, mas concretamente en el sitio conocido
como pasonivel” (fls. 223 y 223 vto.). Presentaba una “herida en la ceja derecha,
una herida en la mejilla lado izquierdo, una herida tras la oreja izquierda, tres
heridas a la altura del cuello lado izquierdo, una herida en la tetilla lado izquierdo,
una herida en el cuello lado izquierdo” (fl. 223), causadas por arma blanca y arma
de fuego.

Así mismo, la necropsia practicada a la víctima (fls. 42 y 43), informa


que presentaba “heridas por proyectil arma de fuego penetrante a cráneo, estallido
tallo cerebral, lesión cerebelo, lasceración (sic) parietal derecha. Heridas por arma
corto punzante en pulmón izquierdo, corazón hemotóras (sic), hemopericardio.
Anemia aguda (vísceras y vicavas exangües)” (fl. 43), para lo cual se concluye que
el “deceso de quien en vida respondió al nombre de JOSE FERNELLY BECERRA
TABARES fue consecuencia natural y directa de la gran laceración encefálica
resultante de proyectiles de arma de fuego penetrante a cráneo. Las heridas #2 y
#3 tuvieron efecto de naturaleza esencialmente mortal...A juzgar por los signos
postmortem y la hora de la necropsia (11-V-91 a las 3: 10 PM) la muerte pudo
producirse entre 10 y 14 horas antes”. (ibídem. Subrayas de la Sala).

En estas condiciones, es claro para la Sala determinar de acuerdo


con el acervo probatorio antes mencionado, que con el propósito de obtener
dinero, los jóvenes Carlos Alberto Sandoval, José Fernelly Becerra -la víctima- y
Eduardo Chacón concertaron realizar un asalto, para lo cual se trasladaron al
municipio de Caldas – Antioquia en horas de la tarde del 10 de mayo de 1991, y
se presentaron en el supermercado “Los Fernandos”. Como dicho establecimiento
era de propiedad de la familia del inspector de tránsito Guillermo Londoño, éste se
hizo presente de inmediato en el lugar en un taxi de la Flota Caldas, acompañado
de dos agentes de policía, quienes vestían sus uniformes y portaban armas de
dotación oficial, lo cual trajo como consecuencia que Carlos Alberto Sandoval
lograra escapar herido, con un disparo en la boca, mientras que los otros
asaltantes, José Fernelly Becerra y Eduardo Chacón, fueran arrestados y
esposados por los oficiales. Hacia las siete y media de la noche, éstos jóvenes
fueron montados en la parte de atrás del taxi, junto con los dos oficiales, y
adelante, se ubicó el inspector de tránsito con el conductor del vehículo. Sin
embargo, los referidos agentes, no trasladaron a los jóvenes arrestados a la
fiscalía o a la estación de policía municipal, sino que se dirigieron hacia el
municipio de Amagá, lugar donde fueron encontrados sus cadáveres al día
siguiente, con heridas causadas con armas blanca y de fuego. La necropsia
calcula que la muerte de José Fernelly Becerra, debió producirse entre 10 y 14
horas antes de las tres de la tarde del 11 de mayo de 1991, es decir, entre la una y
las cinco de la mañana de ese día.

En estas condiciones, se impone concluir que en el caso concreto se


dio entonces un daño antijurídico en términos del artículo 90 de la Constitución
Política, por cuanto la víctima no estaba obligada a soportar que una autoridad
pública, en este caso los agentes de Policía que se hicieron presente en el
supermercado “Los Fernandos” del municipio de Caldas, con el objeto de detener
un asalto que tenía allí ocurrencia, violaran de manera abierta la obligación de
proteger la vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades de las
personas residentes en Colombia, consagrada en el inciso 2º del artículo 2º
ibídem, como quiera que retuvieron a José Fernelly Becerra a las siete y media de
la noche del 10 de mayo de 1991 y lo trasladaron hacia el municipio de Amagá, y,
se calcula que falleció entre la una y las cinco de la mañana del día siguiente,
cuando fue encontrado su cadáver con heridas de armas blanca y de fuego,
precisamente en inmediaciones de la carretera que une a estos dos municipios; lo
cual permite deducir que tales miembros de la fuerza pública, fueron los autores
de la muerte violenta del joven retenido, y en consecuencia, se tiene por
demostrada la responsabilidad patrimonial de la Nación – Ministerio de Defensa –
Ejército Nacional en el asunto en estudio, tal como concluyó el tribunal en la
sentencia recurrida.

3° La indemnización de perjuicios.

a. Materiales en la modalidad de daño emergente.

Por éste concepto, tal como lo dispuso el a quo, la Sala reconocerá


la suma de $270.000.00, equivalente al pago realizado por el señor José Daniel
Becerra a la Funeraria Ochoa, por el entierro de su hijo José Fernelly Becerra.
Dicho valor fue actualizado por el a quo hasta la fecha de la sentencia de primera
instancia, quedando por tanto un total de $599.400.00, el cual a su vez, será
actualizado desde la fecha de tal providencia, a la de la presente sentencia, así:

S= Valor a actualizar $599.400.00


Período = Desde 28 de febrero de 1997 a 9 de agosto de 2001

IPC Final (Julio de 2001)


S =$599.400.00 --------------------------------------
IPC Inicial (Febrero de 1997)

126.26
S =$599.400.00 --------
76.32

S = $991.617,4
b. Materiales en la modalidad de lucro cesante.

Ahora bien, la parte actora solicita en el recurso de apelación, la


indemnización a favor de la demandante María Rocío Tabares, por concepto de
perjuicios materiales en la modalidad de lucro cesante. Sin embargo, estas
pretensiones indemnizatorias serán despachadas desfavorablemente, dado que
los testimonios aportados al proceso, si bien permiten establecer que a raíz de la
muerte de su hijo, la señora Tabares abandonó su trabajo, no brindan la suficiente
claridad respecto de la actividad económica a la cual se dedicaba la madre de la
víctima.

Sobre el particular, es especialmente relevante la valoración


realizada por el a quo, a las probanzas de carácter testimonial, en el siguiente
sentido:
“7.1. Varios declarantes dicen que la señora María Rocío de los
Angeles Tabares trabajaba ‘para el sostenimiento del hogar’, pero
no dan a conocer la razón de su dicho, es decir, no dicen en qué
actividades laboraba ella, al servicio de quién o de quiénes, con
qué periodicidad lo hacía, cuánto ganaba, etc. Otros se refieren de
una manera vaga e imprecisa a la venta de oro y de otras ‘cosas’.
‘Ella era como agente vendedor, porque vendía oro, y vendía así
cosméticos y ropa, y así cositas de oro que le iban encargando, y
entonces ella se las iba llevando’, asevera Mercedes Melguizo. Ni
ésta ni los otro deponentes expresan las circunstancias de tiempo,
modo y lugar en que tuvieron conocimiento de los hechos que
intentan describir. Esto es, no indican dónde o de quién adquiría
María Rocío esos bienes, en qué lugar los vendía y a qué
personas, con qué frecuencia, cuánto tiempo hacía que se
dedicaba a dicho negocio, a cuánto ascendían sus utilidades, etc.
Unicamente José Darío Aristizábal Montoya anota que ‘doña
Rocío...podría devengar de su trabajo un promedio entre noventa
y cien mil pesos mensuales’, aunque, como es sencillo deducirlo,
guarda silencio sobre la naturaleza del trabajo de la actora y no
aclara, como es imperativo, las circunstancias que le permiten
afirmar tal cosa.

“7.2. Más aún. Hay dudas sobre la supuesta actividad laboral de la


madre del difunto. María Virgelina Quiroz presenta otra versión
diferente a la de los demás testigos: ‘Porque donde ella trabajaba
era como una heladería, y ahí la conocí yo a ella, y ella trabajaba
por ahí haciendo ramos, ese era el trabajo de ella, y ella ayudaba
mucho para levantar el hijo. Ella en esa heladería trabajaba en el
día’. Cuando le pidieron que aclarara la respuesta que había dado
sobre este tópico, María Virgelina dio origen, movida por su afán
de aclarar las cosas, a una enredada situación, pero de todas
maneras insistió en el aspecto nuclear de su relato inicial, al
contestar: ‘Era que una amiga mía me dijo que a esa señora que
le habían matado un hijo, había trabajado en esa heladería o sea
antes del fallecimiento del hijo, porque ella ahora no está
trabajando. Cuando yo ya conocí a Rocío le pregunté que si era
cierto que ella había trabajado allá me dijo que sí, pero que por
muy poco tiempo y ya no trabaja en ninguna parte’. (Folio 194
vuelto). ¿En qué punto quedan, pues, las cosas?” (fls. 377 y 378).
Razón por la cual, no resulta procedente la condena en perjuicios
materiales por lucro cesante solicitada por la parte actora en el recurso de
apelación, en favor de la madre de la víctima.

c. Morales.

Se encuentra demostrado el parentesco que unía a los demandantes


con la víctima de la siguiente manera:

De acuerdo con el certificado de registro civil de matrimonio (fl. 9), los


señores Francisco Luis Tabares y Carolina Calderón contrajeron matrimonio el día
7 de diciembre de 1942 en la parroquia municipal de San Roque - Antioquia. De
dicha unión, nacieron María Rocío de los Angeles -madre de la víctima-, Ruth de
Jesús, Ana Dorigen, Angela de Dios, María Genoveva y Nicolás Antonio Tabares
Calderón, según consta en los respectivos certificados de registro civil de
nacimiento, obrantes a folios 8 y 10 a 14 del expediente, respectivamente.

Así mismo, con los correspondientes certificados de registro civil de


matrimonio y de nacimiento, respectivamente (fls. 4 y 5), está acreditado que José
Daniel Becerra contrajo matrimonio con María Rocío Tabares el día 25 de
diciembre de 1972 en la Parroquia San Juan de La Tasajera, quienes procrearon a
José Fernelly Becerra -la víctima-.

Una vez acreditada la relación de parentesco, la Sala ha establecido


una presunción de existencia del daño moral, respecto de los parientes más
próximos del fallecido, como son los padres, los cónyuges, los hijos, los hermanos
y los abuelos1, así como la necesidad de probar la ocurrencia del mismo, para los

1
La Sala presumió la existencia de daño moral para los abuelos de la víctima, en sentencia del 31
de mayo de 2001, expediente 13.005.
demás familiares, y en general, para aquellas personas que experimenten dolor y
aflicción, con motivo de la muerte de la víctima.

Sobre el particular, la Sala ha manifestado lo siguiente:

...”Al respecto, debe decirse que si bien la jurisprudencia de esta


Sala ha recurrido tradicionalmente a la elaboración de
presunciones para efectos de la demostración del perjuicio moral,
en relación con los parientes cercanos, es claro que aquéllas se
fundan en un hecho probado, esto es, la relación del parentesco,
de manera que a partir de ella - que constituye el hecho indicador,
o el indicio propiamente dicho, según la definición contenida en el
artículo 248 del Código de Procedimiento Civil -, y con fundamento
en las reglas de la experiencia, se construye una presunción, que
permite establecer un hecho distinto, esto es, la existencia de
relaciones afectivas y el sufrimiento consecuente por el daño
causado a un pariente, cuando éste no se encuentra probado por
otros medios dentro del proceso. Y tal indicio puede resultar
suficiente para la demostración del perjuicio moral sufrido, en la
mayor parte de los casos; en otros, en cambio, pueden existir
elementos de convicción en el expediente que impidan la
aplicación llana de la correspondiente regla de la experiencia” 2.

Respecto del perjuicio moral sufrido por la demandante Carolina


Calderón, en su condición de abuela de la víctima, el tribunal le concedió el
equivalente a 500 gramos oro, por encontrar demostrado mediante las probanzas
de carácter testimonial recepcionadas en el proceso, el dolor que le produjo la
muerte de su nieto; sin embargo, inconforme con el monto de la condena, la parte
actora solicita en el recurso de apelación, que sea elevada a 1000 gramos oro. Así
mismo, apela la decisión del a quo, que negó el reconocimiento de esta clase de
perjuicios inmateriales para los tíos maternos de la víctima, en el sentido de
considerar que están plenamente acreditados en el plenario, con los testimonios
obrantes en el expediente.

2
Sentencia del 18 de mayo de 2000, expediente 12.053. Criterio reiterado en sentencias del 15 de
junio de 2000, expediente 11.688; 21 de septiembre de 2000, expediente 11.766; y 26 de abril de
2001, expediente 12.418.
Por lo tanto, es necesario establecer con el acervo probatorio
aportado al proceso, la intensidad del dolor experimentado por la abuela Carolina
Calderón, con la muerte de su nieto José Fernelly Becerra, para efectos de
considerar el incremento de la condena a 1000 gramos oro; además, si como
consecuencia de tal hecho dañoso, se les ha inferido un daño moral a los
demandantes Ruth de Jesús, Ana Dorigen, Angela de Dios, María Genoveva y
Nicolás Antonio Tabares Calderón, en su condición de tíos maternos de la víctima.

Al respecto, de los testimonios recepcionados a los señores


Mercedes Melguizo, Humberto Ocampo, Elsy del Socorro Rendón, José
Aristizábal, por parte del comisionado Juzgado Civil del Circuito de Envigado -
Antioquia se destaca lo siguiente:

a) Mercedes Melguizo (fls. 186 a 188):

“...Sírvase informar, José Fernelly Becerra Tabares, con quién


vivía bajo el mismo techo.- CONTESTO: Con el papá, la mamá y
la abuelita. PREGUNTA: Sírvase informar, las tías de José
Fernelly,: María Carolina, corrijo, las tías: Ruth de Jesús, Ana
Dorigen, Angela de Dios, María Genoveva y Nicolás Antonio
Tabares Calderón, qué trato y con qué frecuencia y dónde vivían,
con relación a José Fernelly Becerra Tabares. CONTESTO: Ellos
se trataban muy bien, y le tenían mucho cariño a él, yo veía que
era mucho la unión,. Yo sabía que lo visitaban con frecuencia, -
porque éllos (sic) no vivían aquí en Medellín sino en San Roque
pero siempre lo visitaban con frecuencia.--. Por ahí cada mes o
cada dos meses, no digamos que cada semana porque uno como
pobre no podría, pero sí cada mes o cada dos meses, es decir,
unas cuatro o cinco veces al año...” (fl. 186 vto. Subrayas de la
Sala).

b) Humberto Ocampo (fls. 188 a 189 vto.):

“PREGUNTA: Sírvase informar, a estos familiares que usted dice


haber conocido y a la abuela materna doña Carolina, por usted
referenciada como doña Carola, en una de sus primeras
respuestas, cómo recibieron la noticia de la muerte de José
Fernelly .- CONTESTO: Fue un impacto sicológico aterrador ya
que ninguna de esas personas podía creer que eso le hubiera
ocurrido a ese niño que en realidad ella lo tenía o lo tenían como
una persona intachable ya que lo habían visto crecer y no
alcanzaban a comprender cómo le había podido ocurrir este
percance, y entonces, por eso sufrieron mucho, y si no recuerdo
mal, la señora Carolina, en el momento del entierro sufrió una
conmoción al igual que su señora madre doña Rocío, lo cual hizo
necesario una intervención médica ese mismo día; para las
hermanas y hermanos tíos del fallecido también fue una noticia
que los afectó mucho, pues este niño, era la adoración de esa
familia y cuando no eran éllos (sic) que venían a visitarlo aquí a la
casa constantemente, era José Fernelly el que viajaba a la casa
de éllos (sic) ubicada en el Municipio de San Roque.-” (fl. 189.
Subrayas de la Sala)

c) Elsy del Socorro Rendón (fls. 183 vto. a 185):

“...Comocí (sic) a José Fernelly Becerra Tabares, hace por ahpi


(sic) siete años, o cinco años antes de morir.-. A los padres de
José Fernelly los conozco como vecinos que fueron, y ahora
seguimos de amigos, y los conocía alrededor de hace unos siete
años-..- A la abuela de José Fernelly también la conocí porque
vivía con éllos (sic) y vive todavía con éllos (sic) .- A los tíos los
conocí porque de vez en cuando, o mejor, cuando iban a visitar a
la casa, yo a veces estaba ahí, No se les se los nombres...Con la
muerte, eso fue un desastre, porque de inmediato éllos (sic) se
entregaron al dolor, no volvieron a trabajar, y eso ya empezó de
para atrás, y ya se mantenían el uno acusando al otro, que por
culpa del uno, que por culpa del otro. La abuela cuando lo estaban
enterrando le dio un desmayo y estuvo hospitalizada dos días...”
(fl. 184. Subrayas de la Sala).

d) Rosa Puerta (fls. 182 vto. a 183 vto.):

“PREGUNTA: Díganos cómo era la relación de Fernelly con su


abuela y con sus tíos. CONTESTO: Ellos se adoraban ambos,
todos, la abuelita y él, y los tíos eran únicos con él.--. PREGUNTA:
Sabe usted en qué forma afectó la muerte de Fernelly a los tíos y
a la abuela. CONTESTO: Sicológicamente a la abuelita muy
maltratada, estuvo como despistada y los tíos también, mucho
dolor...”

De la valoración de los anteriores testimonios, se logra establecer


que al momento de la muerte de José Fernelly Becerra, la demandante Carolina
Calderón convivía en el mismo techo, del hogar conformado por aquél y sus
padres José Daniel Becerra y María Rocío Tabares y, que el día del entierro de su
nieto, la señora Calderón sufrió un desmayo, por lo que estuvo hospitalizada
durante dos días; circunstancias en las cuales adquiere particular importancia su
condición de abuela materna, dentro del núcleo familiar de la víctima al cual
pertenecía, y el especial vínculo sentimental de cariño que los unía, lo cual permite
afirmar que la intensidad del dolor moral por ella experimentado, es comparable al
padecimiento moral sufrido por la madre, y en consecuencia, dentro del prudente
arbitrio que le asiste al juzgador para tasar los perjuicios morales, la Sala
encuentra procedente aumentar el monto de la condena a 1000 gramos oro, de
acuerdo con la solicitud elevada por la parte actora en el recurso de apelación 3.

Similar consideración no puede predicarse en relación con los


señores Ruth de Jesús, Ana Dorigen, Ángela de Dios, María Genoveva y Nicolás
Antonio Tabares Calderón, en su condición de tíos maternos de la víctima, porque
si bien los testigos coinciden en afirmar que sufrieron mucho con la muerte de su
sobrino, también es cierto que viven en el municipio de San Roque - Antioquia y
José Fernelly Becerra residía con sus padres y su abuela en Medellín, y que
solamente iban de visita “... cada mes o cada dos meses, es decir, unas cuatro o
3
En providencia del 16 de abril de 1998, expediente 11.332, la Sala reconoció por perjuicios
morales a la abuela de la víctima, un monto equivalente a 1000 gramos oro, pero redujo la condena
a 500 gramos oro, por concurrir la culpa de la víctima en un 50%, con el argumento consistente en
que “...de los testimonios de Oscar Pérez Ospina (fl. 35, cdno. 2) y de María Griselda Castro (fl. 39,
cdno. 2), y de los hechos de la demanda se deduce que el menor vivía con su madre, sus
hermanos y su abuela. Que con esta última tenía una buena y especial relación y que tanto la
madre como la abuela cuidaban del menor, generándose con esta última una relación afectiva
similar a la de su progenitora, de donde deduce la Sala que a la abuela se le puede tasar el
perjuicio moral en monto similar al de la madre de la víctima”.
cinco veces al año...” (fl. 186 vto.). Por lo tanto, los lazos de afecto y cariño
profesados entre tíos y sobrino, que dan cuenta las anteriores declaraciones, no
son de la suficiente magnitud e intensidad, que permita tener por demostrado un
traumatismo constitutivo de daño moral indemnizable, razón por la cual la Sala
confirmará la decisión del a quo, de negar el reconocimiento de perjuicios morales
para tales demandantes.

En tales condiciones, se condenará a la entidad demandada a pagar


por concepto del daño moral sufrido, la suma de dinero correspondiente al valor de
mil (1000) gramos de oro, a cada uno de los siguientes actores: para su padre
Francisco Artemio Araujo, para su madre Teresa de Jesús Vaca y, para su abuela
Carolina Calderón.

d. Daños a la vida de relación.

Mediante el recurso de apelación, la parte actora también pretende


para la señora María Rocío Tabares, en su condición de madre de la víctima, una
indemnización por concepto de los hoy denominados daños a la vida de relación,
los cuales fueron debidamente solicitados en la demanda.

Sobre el alcance y la prueba de esta clase de perjuicios


extrapatrimoniales, en sentencia del 19 de julio de 2000, expediente 11.842, actor:
José Manuel Gutiérrez y Otros, la Sala ha precisado lo siguiente:
“...De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza
puede surgir de diferentes hechos, y no exclusivamente como
consecuencia de una lesión corporal. De otra manera, el concepto
resultaría limitado y, por lo tanto, insuficiente, dado que, como lo
advierte el profesor Felipe Navia Arroyo, únicamente permitiría
considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno solo de los
derechos de la personalidad, la integridad física. 4 Así, aquella
4
NAVIA ARROYO, Felipe. Ensayo sobre la evolución del daño moral al daño fisiológico, próximo a
publicarse. El doctor Navia Arroyo precisa, además, que el concepto de daño fisiológico – de
acuerdo con el alcance que, hasta ahora, le ha dado esta Corporación – corresponde al de
afectación puede tener causa en cualquier hecho con virtualidad
para provocar una alteración a la vida de relación de las personas,
como una acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del
derecho al uso del propio nombre o la utilización de éste por otra
persona (situaciones a las que alude, expresamente, el artículo 4º
del Decreto 1260 de 1970), o un sufrimiento muy intenso (daño
moral), que, dada su gravedad, modifique el comportamiento
social de quien lo padece, como podría suceder en aquellos casos
en que la muerte de un ser querido afecta profundamente la vida
familiar y social de una persona. Y no se descarta, por lo demás,
la posibilidad de que el perjuicio a la vida de relación provenga de
una afectación al patrimonio, como podría ocurrir en aquellos
eventos en que la pérdida económica es tan grande que – al
margen del perjuicio material que en sí misma implica – produce
una alteración importante de las posibilidades vitales de las
personas.
...

“Por último, debe precisarse que, como en todos los casos, la


existencia e intensidad de este tipo de perjuicio deberá ser
demostrada, dentro del proceso, por la parte demandante, y a
diferencia de lo que sucede, en algunos eventos, con el perjuicio
moral, la prueba puede resultar relativamente fácil, en la medida
en que, sin duda, se trata de un perjuicio que, como se acaba de
explicar, se realiza siempre en la vida exterior de los afectados y
es, por lo tanto, fácilmente perceptible. Podrá recurrirse, entonces,
a la práctica de testimonios o dictámenes periciales, entre otros
medios posibles” (Subrayas de la Sala).

En el asunto bajo estudio, la parte actora fundamenta en la demanda,


su pretensión por “Daños Fisiológicos” (fl. 65), en los siguientes términos:

perjuicio de agrado, elaborado por la doctrina civilista francesa, y explica que la expresión daño
fisiológico, en realidad, corresponde a una noción más amplia, también de creación francesa y
aparentemente abandonada, que hace referencia a las repercusiones que puede tener una lesión
permanente no sólo en la capacidad de gozar la vida de una persona, sino, en general, en sus
condiciones de existencia, al margen de cualquier consecuencia patrimonial, por lo cual resultaría
más cercana al concepto de daño a la vida de relación, elaborado por la doctrina italiana.
“1.3. Daños Fisiológicos
“A; MARIA ROCIO TABARES CALDERON:
“Debido al atentado contra su equilibrio psíquico y nervioso,
que produjo el acto irreflexivo de los agentes de la Policía
Nacional al causar la muerte de su único hijo, pues por esta
razón la señora TABARES CALDERON ha perdido su deseo
de vivir, dejó de ser una mujer feliz, trabajadora, amante de la
vida, para dedicarse a llorar y a lamentar la muerte de su
único hijo, perjudicando totalmente su vida laboral, social y
personal...” (ibídem).

Al respecto, obran en el expediente los siguientes testimonios


recepcionados a los señores Mercedes Melguizo, Humberto Ocampo, Jairo
Estrada y Solcar Becerra, por parte del comisionado Juzgado Civil del Circuito de
Envigado - Antioquia, en los siguientes términos:

a) Mercedes Melguizo (fls. 186 a 188):

“...En cuanto a como quedó la familia pues la mamá quedó se


puede decir que loca. Se descompuso totalmente no hacía sino
llorar día y noche, y era pegada de los casetes que a él le
gustaban y bebiendo horrible y viendo las fotos en la pieza, en la
sala, bebiendo y todos los días iba al cementerio a llorar allá en la
tumba de él, hasta que el hogar se desbarató, porque ya el hogar
no funcionó...” (fl. 186 vto Subrayas de la Sala).

b) Humberto Ocampo (fls. 188 a 189 vto.):


“...Cuando ocurrió el percance me di cuenta de que este
matrimonio había sufrido el impacto sicológico y anímico que era
natural al haber perdido en una forma tan brutal al único hijo que
por tanto tiempo había sido la felicidad de éllos (sic).- A raíz de
este insuceso, me di cuenta también que habían sufrido, se corrijo
(sic): surgido inconvenientes en el hogar, ya que al parecer se
culpaba el uno al otro por lo que había podido ocurrir. Y al final, de
toda esta serie de inconvenientes se presentó la separación de
ellos y lógicamente la situación se agravaba cada mas para la
señora Rocío, en vista de lo cual tuvo muchos problemas de salud,
a la par que se dedicó al consumo de bebidas embriagantes y
esclavizarse en una forma casi aterradora de la tumba del hijo, en
el cementerio de esa localidad, donde fue enterrado, ya que con
mucha frecuencia ha ido y sigue yendo a la tumba como dije
antes, razón por la cual no se ha podido resignar a la tragedia y
esta situación la ha llevado a una situación casi aberrante ya que
como dije antes ha sido víctima de varias enfermedades y del licor.
Por tal motivo dejó de desempeñar las funciones que en vida
efectuaba para ayudar a la crianza y educación de su hijo
Fernelly...” (fls. 188 y 189. Subrayas de la Sala)

c) Jairo Estrada (fls. 190 y 191):

“...Lo que sé es que doña Rocío lo visita muy frecuentemente al


cementerio, le toma fotos allá en la tumba, la manda arreglar, va
con mucha frecuenta (sic), llega a ir hasta tres o cuatro veces en el
día. Van también las tías del muchacho, por ahí cada mes.- La
más frecuente, que no falta es doña Rocío, y también le ha llevado
serenatas y a llorar al pie de esa tumba.--. También la ha
mandado a pintar, me refiero a la tuba y hay veces que la tengo
que sacar de allá porque a ella se le pasan las horas y quisiera no
salir de allá, y como que no se acuerda de salir” (fls. 190 y 190 vto.
Subrayas de la Sala).

d) Solcar Becerra (fis. 192 a 194):

“...A raíz de la muerte de José Fernelly se fue deteriorando el


hogar porque los padres se dedicaron a tomar trago, por la
nostalgia, a llorar, a echarse la culpa el uno al otro, hasta que
el hogar se destruyó, debido a que lo que lo mantenía unidos
era el niño, pero ya con la desaparición de él, todo cambió, ya
no fueron capaces de tener iniciativa pensante, de ser
personas maduras, de tener capacidad emocional, se
destrozaron moralmente.---. Ya emocionalmente no es capaz
de vivir.-. María Rocío, la mamá, ha reaccionado muy mal. Se
la pasa llorando, metida en el cementerio dos o tres veces al
día, colocándole notas en la tumba, llevándole. serenatas,
celebrándole el cumpleaños allá mismo en el cementerio,
ahogando las penas con licor. Sufrió moralmente... " (fis. 192 y
192 vto. Subrayas de la Sala.)
Así mismo, obra en el expediente un dictamen psiquiátrico practicado

a la señora María Rocío Tabares el 23 de mayo de 1995, esto es, 4 años después

de la muerte de su hijo (fls. 269 a 275), en el cual se le diagnosticó un trastorno

mental denominado "DUELO PATOLóGlCO, que debemos distinguir del DUELO

NORMAL que se produce en la mayoría de las personas que sufren la pérdida de

un ser querido" (fl. 270), en los siguientes términos:

"Normalmente una persona experimenta la pérdida de un ser


querido, es presa de sentimientos de tristeza y pesar, de
intensidad variable según la persona y las circunstancias. A
continuación inicia un período de duelo durante el cual va
elaborando mentalmente los sentimientos que le produjo la pérdida
experimentada hasta que los supera llegando a la aceptación de lo
ocurrido y termina el período de duelo que no ha tenido una
duración excesiva -una característica importante de la normalidad
de un duelo, es que la persona prosigue durante este período
llevando una vida normal y no abandona sus responsabilidades
laborales, sociales, familiares y personales.

"En el caso de María Rocío Tabares el duelo no tiene ninguna de las


características que hemos descrito al exponer en qué consistía un duelo
normal.

“- Dijimos que la duración de un duelo normal es breve y en este caso, no


se ha elaborado y superado después de cuatro años.

“- También cuando la evolución es normal, el sujeto sigue desempeñando


las actividades inherentes a su vida habitual. María Rocío Tabares no ha
vuelto a reanudar su trabajo que interrumpió al perder a su hijo a pesar del
menoscabo económico que ello implica para ella, no tiene ningún contacto
social viviendo en el aislamiento, no ha reconstruido su vida conyugal
destruida a raíz de su tragedia y ha caído en el abuso del alcohol que ha
buscado como remedio a su desesperación siendo el abuso de esta
sustancia no un remedio sino un agravante de su estado anímico.

"Por lo tanto el DUELO en este caso merece el nombre de PATOLóGlCO


y no de NORMAL.
"Además a este diagnóstico, que es el fundamental, se agregan como
fenómeno de comorbilidad o de complicación patológica los siguientes:
“- ABUSO DEL ALCOHOL.
“- DEPRESIÓN MAYOR.

"Pregunta:' ... en qué forma alteran su vida social, laboral y personal...'.

'Respuesta:
"Para mostrar con toda claridad en que forma se alteraron estos
aspectos de su vida, debemos describir como fue esta vida en las
épocas anteriores y compararla con lo que ocurrió después de la
muerte de su hijo.

"Después de tener a su hUo María Rocío Tabares volvió a quedar


embarazada pero se trataba de un embarazo ectópico que
obviamente no era viable y tuvo que ser intervenida
quirúrgicamente, lo que disminuyó sus probabilidades para un
embarazo posterior. En efecto, aunque tanto ella como su marido
lo deseaban, no tuvieron más hijos., Entonces concentraron todos
sus esfuerzos en educar a su único hijo. El marido trabajaba y
ella también en un negocio de venta de joyas. Sin ser ricos,
gozaban de estabilidad económica, de un ambiente familiar
armonioso y de una vida de relación con las demás personas
adecuadas.

"Después de que mataron a su hijo, estos esposos vivieron un


año juntos pero la armonía de que antes gozaba esta pareja
desapareció. María Rocío Tabares culpaba a su esposo de ser el
responsable de la muerte de su hijo por no haber sabido darle,
según ella, la protección y educación adecuadas que habían
evitado lo que ocurrió. Esto lo hacía con una agresividad extrema
a la que el esposo contestaba con, no menos agresividad y el
conflicto conyugal se fue escalando hasta que más o menos echó
al marido de la casa.

"En lo laboral, ella no volvió a trabajar lo que redundó en no


volver a tener ingresos y su subsistencia pasó a ser
responsabilidad de su madre.

"La vida social dejó completamente de existir ya que no volvió a


tener contacto con las personas, con excepción de su madre con
quien vivía.
"Así como su vida social y laboral se anularon completamente, su
vida personal se redujo a cultivar el recuerdo de su hijo. Vivía
cerca del cementerio a cultivar el recuerdo de su hijo. Vivía cerca
del cementerio e iba allí a todas horas a arreglar la tumba,
llorando, e incluso alcanzó a hacer cosas tan insólitas como
llevarle serenatas a su hijo muerto. Una vez estaba en el
cementerio a una hora tan tardía sin percatarse de su presencia y
tuvo que pasar la noche allí. (fis. 270 a 273. Subrayas de la
Sala).

Una vez valoradas las anteriores probanzas de carácter testimonial y


pericial, se encuentra acreditado plenamente que con la muerte de su hijo, la
señora María Rocío Tabares experimentó un sufrimiento de tal intensidad, que le
produjo un trastorno mental, diagnosticado como duelo patológico, el cual le
modificó su vida en los siguientes aspectos: la vida matrimonial que llevaba con el
señor José Daniel Becerra se terminó; al igual que su vida laboral, dado que dejó
de realizar sus actividades profesionales, lo cual condujo a que la responsabilidad
económica pasara a su progenitora Carolina Calderón; también su vida social se
limitó a su madre, con quien vivía después de su separación; y, su vida personal
se concentró en venerar la memoria de su hijo en el cementerio, en las
condiciones relatadas por los referidos testigos.

En tales condiciones, la Sala considera que está demostrada la

existencia de perjuicios a la vida de relación, sufridos por la madre del joven José

Fernelly Becerra, de manera grave y definitiva en su vida personal, familiar, laboral

y social, en las circunstancias antes descritas; razón por la cual, conforme al

prudente juicio que le compete al juzgador para tasar el valor de la indemnización

de estos perjuicios extrapatrimoniales, debe condenarse a pagar a la entidad

demandada, por este concepto, la suma de dinero equivalente a dos mil (2.000)

gramos de oro, a favor de la señora María Rocío Tabares.


Por lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso

Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la República

y por autoridad de la ley,

F A L L A:

PRIMERO: CONFIRMANSE los ordinales PRIMERO, QUINTO y


SEXTO de la providencia recurrida, esto es, la proferida el 28 de febrero de 1997
por la Sección Primera del Tribunal Administrativo de Antioquia.

SEGUNDO: MODIFICANSE los ordinales SEGUNDO, TERCERO y


CUARTO de la citada providencia, los cuales quedan así:

2°. En consecuencia, se condena a la Nación -Ministerio de


Defensa, Policía Nacional-, a pagar a cada una de las siguientes personas, las
sumas que equivalgan a estos gramos de oro fino, para resarcirles el daño moral
subjetivo: a.- A José Daniel Becerra Gómez, 1000. b.- A María Rocío de los
Ángeles Tabares Calderón, 1000. c.- A María Carolina Calderón Castaño, 1000.
Para lo relacionado con el gramo de oro, se tendrá en consideración el valor que
tenga dicho metal en la fecha de ejecutoria de esta providencia.

3°. Se condena asimismo a la Nación -Ministerio de Defensa,' Policía

Nacional-, a pagar a José Daniel Becerra Gómez, la cantidad de $991.617,40, con

el fin de repararle el perjuicio material, en su modalidad de daño emergente.


4°. Se condena a la Nación -Ministerio de Defensa, Policía Nacional-,

a pagar a María Rocío Tabares, la suma de dinero equivalente a dos mil (2000)

gramos de oro, por concepto del perjuicio extrapatrimonial a la vida de relación.

Para dar cumplimiento a los artículos 176 y 177 del C.C.A,

expídanse copias auténticas de esta providencia, con constancia de ejecutoria,

con destino a las partes y por intermedio de sus apoderados. (arts. 115 del C. de

P. C. y 37 del Decreto 359 de 1995).

Las sumas liquidadas generarán intereses moratorios desde la fecha

de ejecutoria de esta providencia.

CÓPIESE Y NOTIFÍQUESE. CÚMPLASE

ALIER E. HERNÁNDEZ ENRÍQUEZ JESÚS MARÍA CARRILLO B.


Presidente de Sala

MARÍA ELENA GIRALDO GÓMEZ RICARDO HOYOS DUQUE

GERMAN RODRÍGUEZ VILLAMIZAR

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