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CURSO DE DERECHO CIVIL

PARTE GENERAL

HERNÁN CORRAL TALCIANI


CAPÍTULO I
LA RELACIÓN JURÍDICA Y EL DERECHO SUBJETIVO

I. RELACIÓN JURÍDICA

Según la metafísica aristotélica, la relación es una de las posibles “catego-


rías” del ser, junto con la entidad, la cantidad, la cualidad, el lugar, el tiempo,
la posición y otras similares. Quería aludir a modalidades o predicamentos
que se pueden hacer respecto de un ser. La categoría llamada “relación”
describe la forma de un ser comparado con otro, por ejemplo, que Laura es
más joven que Catalina, o que Catalina es más morena que Julia. Este con-
cepto por un sorprendente itinerario terminó siendo recogido para describir
el contenido u objeto del Derecho, y se comienza a hablar así de “relación
jurídica” o “relación de derecho”, pero para hacer alusión a la forma en que
los diversos seres se vinculan o se conectan desde una perspectiva jurídica.

En principio, la relación jurídica puede describir el nexo entre personas,


pero también entre personas y cosas e incluso entre cosas. Así, por ejemplo,
en un derecho real de servidumbre puede encontrarse una relación entre
dos bienes inmuebles: el predio dominante y el predio sirviente; las cosas

inmueble principal, el modo de adquirir la propiedad denominada accesión


relaciona dos cosas muebles o inmuebles. También existen relaciones de
una persona con una cosa: la más característica es la de propiedad y que se
produce en todos los derechos reales. En tercer lugar, tenemos las relaciones
entre personas, de la cual la más típica es el derecho personal u obligación.

Como el Derecho regula las relaciones entre personas o sujetos de de-


recho se ha circunscrito su campo de aplicación a las llamadas “relaciones
subjetivas”.
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II. RELACIÓN JURÍDICA SUBJETIVA

acá algo interno, que depende de la subjetividad de cada persona, sino lo


que pertenece a un sujeto en cuanto opuesto al mundo de los objetos o
cosas. La expresión “relación jurídica subjetiva” quiere decir, por tanto,
relación jurídica interpersonal (entre personas).

Como el Derecho regula los comportamientos y relaciones entre per-


sonas o sujetos, se señala que las únicas relaciones que le interesan son
las relaciones jurídicas subjetivas. Pero al concluirse esto se incluyen en
el concepto de relación jurídica subjetiva, también las relaciones entre
personas y cosas, e incluso las relaciones jurídicas entre cosas.

Las relaciones entre personas y cosas, como el derecho de propiedad y


los demás derechos reales, serían relaciones jurídicas subjetivas porque,
si bien directamente relacionan una persona con una cosa, indirectamente
relacionan al titular del derecho sobre la cosa con todas las demás personas
que se verán obligadas a respetar y no perturbar el derecho real.

Las relaciones jurídicas entre cosas son reconducidas a relaciones entre


personas: así la servidumbre predial termina por relacionar al dueño del
predio dominante con el dueño del predio sirviente, o se señala que inte-
resan al Derecho únicamente en cuanto sirven para determinar relaciones
jurídicas interpersonales, es decir, subjetivas. Por ejemplo, en la accesión
no interesa directamente que dos cosas se junten, sino que la persona que
es propietaria de una, pase a ser dueña de la otra.

La principal relación jurídica es el derecho subjetivo, que tiene una


historia más larga que la de relación jurídica subjetiva.

BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL: GUZMÁN BRITO, Alejandro, Los orígenes de la noción de


sujeto de derecho,
Jurídica’: (‘Rechtliches Verhältnis’-‘Rechtsverhältnis’)”, en Revista de Estudios
histórico jurídicos 28, 2006, pp. 187-226.

III. DERECHO SUBJETIVO

El derecho subjetivo es una relación jurídica por la cual una persona tiene
la facultad para obrar de una determinada manera. No siempre la palabra
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derecho fue entendida como facultad de hacer algo. En el Derecho Romano


el ius era concebido no como facultad sino más bien como lo debido en
justicia. Los juristas de la Edad Media y luego los humanistas y los au-
tores de la Escuela del Derecho Natural Racionalista instalaron la noción
de derecho, como la facultad de un sujeto de realizar un comportamiento.
Así se comenzó a hablar de que una persona tenía el derecho de cobrar un
crédito o de caminar libremente por la ciudad.

Para distinguirlo de otras acepciones de la palabra derecho (derecho


como norma, como ciencia jurídica o como la cosa justa debida), cuando

derechos.

IV. OTRAS RELACIONES JURÍDICAS SUBJETIVAS

1. Multiplicidad de relaciones jurídicas

El derecho subjetivo es la relación jurídica más estudiada, pero es sólo


una especie dentro del gran género de las relaciones jurídicas subjetivas.

El concepto genérico de relaciones jurídicas subjetivas comprende una


-
chos subjetivos, implican un nexo o relación que es reconocida y, a veces,
tutelada por el ordenamiento jurídico.

A continuación, examinaremos algunas de estas relaciones jurídicas que


no conforman derechos subjetivos propiamente tales, sin ánimo de agotar
la categoría.

2. Expectativas, derechos condicionales o eventuales

Las expectativas, los derechos bajo condición suspensiva o los derechos


eventuales son relaciones jurídicas que corresponden a lo que podría decirse
es la gestación de los derechos subjetivos.

Se suele llamar expectativa de derecho o mera expectativa a la posi-


bilidad directa y concreta que tiene una persona de devenir en titular de
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un derecho subjetivo. Decimos que se trata de una posibilidad directa,


porque en rigor toda persona tiene la posibilidad de adquirir cualquier
derecho. Para que haya una expectativa de derecho deben haberse dado ya
algunos elementos de la formación del derecho en favor de una persona
determinada, aunque todavía los requisitos determinantes estén pendientes.
El ejemplo más común es un pariente que es designado por la ley como
heredero abintestato de alguien que está vivo; en tal supuesto, hay algo
que lo pone en camino de ser heredero, pero falta un hecho determinante
que es la muerte del causante, sin hacer testamento y que antes no se haya

la muerte, que no se sabe cuándo vendrá, puede decirse que tiene la mera
expectativa de adquirir su herencia.

cuando se han dado todos los elementos para que el derecho sea adquirido
pero se ha determinado que su adquisición quede en suspenso mientras no
ocurra un hecho futuro e incierto, es decir, una condición. Supongamos
ahora que una persona ha dejado en su testamento un legado a un sobrino
pero con la condición de que termine la carrera universitaria que está estu-
diando. Si el testador muere, el sobrino ya no tendrá una mera expectativa
de adquirir el legado, sino que tiene un derecho potencial sujeto a la condi-
ción suspensiva, de que culmine con éxito su estudios universitarios. Si se

al legado. Si abandona la carrera, la formación del derecho subjetivo se


frustra y nada adquirirá en la sucesión de su difunto tío.

A diferencia de la mera expectativa que no suele ser tutelada por el


ordenamiento jurídico, el derecho sujeto a condición suspensiva sí es
reconocido y tutelado. Así, el acreedor condicional tiene derecho a pedir
medidas conservativas para evitar que durante la pendencia se malogre
el bien sobre el que recae el derecho sujeto a condición (art. 1492.3 CC).

Cuando la condición no ha sido establecida por voluntad de las partes en


un contrato, testamento u otro acto jurídico, sino que ha sido contemplada
por la misma ley (condicio iuris), se suele hablar de derechos eventuales.
Por nuestra parte, pensamos que esta categoría debe extenderse para con-
templar no sólo derechos en formación sino derechos cuya consolidación
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impuesto por el mismo legislador. En este sentido, pueden considerarse


derechos eventuales los de
mientras está en el vientre materno a la espera de su consolidación en caso
de que el nacimiento constituya un principio de existencia legal, aunque a
nuestro juicio pueden entenderse mejor como derechos sujetos a condición
resolutoria (art. 77 CC)16.

3. Potestades

Las potestades son similares al derecho subjetivo pero con una gran

sino en favor de la persona que está sujeta a ella. Es lo característico de


la patria potestad que tienen los padres sobre los hijos no emancipados.
También son potestades las poderes y facultades que tienen los tutores y
curadores sobre los respectivos pupilos.

En ellas deben incluirse los derechos que conforman la llamada auto-


ridad paterna o materna, en las que se comprenden el derecho al cuidado
personal, la crianza y la dirección de la educación de los hijos.

4. Deberes jurídicos

un derecho subjetivo. Así sucede con los derechos personales o créditos


en los que una persona tiene el derecho de exigir el cumplimiento de una
prestación que debe otra; en tal supuesto quien debe, tiene un deber jurídico

Pero existen otros deberes jurídicos que no constituyen obligaciones y

a la del derecho subjetivo.

Así pueden mencionarse los llamados deberes jurídicos generales, que


son aquellos que los integrantes de la sociedad deben cumplir para pro-
curar una mejor convivencia entre todos ellos. Un deber jurídico general
muy importante es el de no causar daño injustamente a otro (principio de

16
Véase pp. 300-302.
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neminem laedere
de respetar la dignidad y los derechos de la personalidad de los demás.
Lo mismo sucede con el deber de no entorpecer indebidamente el goce de
los derechos reales que los demás tengan sobre sus cosas. Podría también

de buena fe (principio de buena fe).

Otros deberes jurídicos son las cargas. La carga se distingue por una

mismo gravado con el deber. Así, por ejemplo, en un contrato de seguro el


asegurado tiene el deber de dar aviso a la compañía de seguros de la ocu-
rrencia del siniestro dentro de cierto tiempo. Si no lo hace, su derecho a la

del mismo asegurado: si quiere cobrar la indemnización debe cumplir con la


carga. Nadie lo puede obligar a avisar y si no lo hace el único perjudicado
es él mismo. Algo similar sucede con la carga de la prueba: si la parte que
tiene la carga no presenta prueba, nadie le va a exigir que lo haga, pero
perderá el juicio.

5. Instituciones jurídicas

Las relaciones jurídicas pueden reunirse y a su vez relacionarse o conec-


tarse con ocasión de una realidad jurídica de trascendencia mayor. Así, por

la propiedad, la sucesión por causa de muerte, dan origen a un buen número


de relaciones jurídicas que se interconectan.

La doctrina les da el nombre de “instituciones”, con lo cual quiere dar


a entender que se trata de realidades fundamentales en la construcción del
entramado de relaciones jurídicas que conforman el Derecho.

Hay instituciones propias para cada rama del Derecho, pero en este
curso nos ocupamos sólo de las que corresponden al Derecho Privado y,
más concretamente, al Derecho Civil.

BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL: GALECIO GÓMEZ, Rubén, Ensayo de una teoría de los de-
rechos eventuales, Valparaíso, 1943; DEMOGUE, René, “De la naturaleza y de los
efectos del derecho eventual”, en RDJ t. 4, sec. Derecho, pp. 5-32; 47-64 y 65-77.
CAPÍTULO II
EL DERECHO SUBJETIVO

I. CONCEPTO

1. Origen histórico

La noción de derecho subjetivo, esto es, del derecho comprendido como


la facultad para obrar de una persona, no surgió en el Derecho Romano.
Al parecer, fue en la Edad Media, donde del lenguaje más bien coloquial
recogieron ese sentido de la palabra derecho (aunque sin el añadido de sub-
jetivo), los canonistas del siglo XII. Un respaldo fuerte a esta acepción del
“ius” como “facultas
(c. 1298 - c. 1349). La noción se impondría en los siglos XVI y XVII con la
aceptación del derecho como facultad por los juristas teólogos de la nueva
escolástica, los humanistas y los autores del derecho natural racionalista.

Pero se trataba de una acepción de la palabra derecho (“ius”) y no de

en el siglo XVIII que un autor, el jurista alemán Georg Darjes (1714-1791),


distinguió entre “derecho considerado subjetivamente” y “derecho conside-
rado objetivamente”, para referirse al derecho como facultad y al derecho
como norma, respectivamente. La dogmática alemana del siglo XIX con
oscilaciones fue empleando cada vez más las expresiones sintéticas de
“derecho subjetivo” y “derecho objetivo”, hasta que esta fórmula se hizo
general, y se extendió por toda Europa y América17.

17
Cfr. GUZMÁN BRITO, A., “Historia de la denominación del derecho-facultad como ‘sub-
jetivo’”, en Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, 25, 2003, pp. 407-443.
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2. Teorías

Para conceptualizar el derecho subjetivo se han elaborado básicamente


dos teorías, ambas de procedencia alemana. La primera señala que el de-
recho subjetivo es un “poder de la voluntad” otorgado a la persona por el

jurídicamente protegido” (Rudolf von Ihering, 1818-1892).

Ambas teorías son susceptibles de críticas. De la primera puede señalarse


que no da cuenta de los derechos subjetivos de personas que no tienen una

Contra la segunda puede alegarse que la ley puede proteger intereses sin
necesidad de otorgar derechos subjetivos, por ejemplo, sancionando pe-
nalmente la conducta que los lesiona, y que el titular del derecho subjetivo
no siempre estará interesado en ejercer el derecho y no por ello lo perderá.

Existe también una posición en la Filosofía del Derecho que postula


que la teoría del derecho subjetivo es falsa ya que el derecho no puede ser
comprendido sobre la base de facultades que tienden a absolutizarse y a
mirar sólo el interés individual. El derecho debería ser comprendido de una
manera objetiva, pero no como norma, sino como la “cosa justa debida” o
la “posición justa” (Michel Villey, 1914-1988; Álvaro D’Ors, 1915-2004).

3. Noción

Por nuestra parte, pensamos que el Derecho es una realidad compleja que
admite ser analizada desde diversas perspectivas, todas ellas complemen-
tarias. Por ello, el admitir que derecho es la cosa debida según un criterio
de justicia (“dar a cada uno lo suyo”), no impide señalar que también es
derecho la norma que determina y concretiza lo justo y que asimismo lo
es la facultad para exigir aquello que se le debe a persona en razón de esa
norma y esa justicia.

Una buena armonización entre estos aspectos del Derecho debiera evitar
que se absolutice la noción del derecho subjetivo y se caiga en un indivi-
dualismo que dañe el carácter social y cooperativo del sistema jurídico.
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Sobre si se trata de un poder de voluntad o un interés protegido, preferi-


mos seguir a Larenz quien más que de interés señala que lo que constituye
el derecho subjetivo es algo valioso, un bien, material o inmaterial, que
corresponde a una persona conforme a Derecho18. De esta forma, podría

determinado que le corresponde a la persona en justicia.

BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL: GUZMÁN BRITO, Alejandro, “Historia de la denominación


del derecho-facultad como ‘subjetivo’”, en Revista de Estudios Histórico-Ju-
rídicos, 25, 2003, pp. 407-443; VILLEY, Michel, Estudios en torno a la noción
de derecho subjetivo, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso, 1976;
LA TORRE, Massimo, Disavventure del diritto soggetivo. Una vicenda teorica,
Giuffrè, Milano, 1996.

II. CLASIFICACIÓN

1. Derechos subjetivos públicos y privados

en el cual deben ejercerse, en derechos subjetivos públicos y derechos


subjetivos privados. Los derechos subjetivos públicos son facultades que
se reconocen a la persona en el ámbito del Derecho Público, como por
ejemplo el derecho a votar, el derecho a ser elegido, el derecho a un cargo
público para el que ha sido nombrada, etc. En cambio, los derechos subje-

de propiedad o los derechos personales o créditos.

2. Derechos subjetivos patrimoniales y extrapatrimoniales

Según el tipo de bien que corresponde al objeto del derecho podemos


distinguir entre derechos patrimoniales o extrapatrimoniales.

En los derechos subjetivos patrimoniales el bien es de carácter patri-


monial, es decir, susceptible de valoración económica, como por ejemplo

18
LARENZ, Karl, Derecho Civil. Parte general, trad. Miguel Izquierdo, Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1978, p. 256.
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el derecho de dominio sobre un automóvil o el derecho del arrendatario a


usar la casa que se le arrendó durante el tiempo que dura el contrato.

Los derechos subjetivos extrapatrimoniales son facultades relativas a un


bien extrapatrimonial, es decir, no susceptible de apreciación económica.
Tales son los derechos de la personalidad, como el derecho a la vida o a la
honra. También son derechos extrapatrimoniales los derechos personales
de familia, como por ejemplo los derechos de respeto y ayuda mutua entre
cónyuges o el derecho al cuidado personal de un hijo menor de edad.

3. Derechos subjetivos originarios y adquiridos

Según la forma en los que la persona adquiere los derechos, estos pue-
den ser originarios o adquiridos. Son originarios aquellos derechos que son
propios de la personalidad de manera que se adquieren sólo por el hecho
de que la persona exista y desde ese mismo momento. Son originarios los
derechos de la personalidad, como el derecho a la vida.

Por el contrario, son derechos adquiridos aquellos que suponen un acto


o hecho distinto al solo existir de la persona para que ésta puede ser titular
de ellos. Los derechos patrimoniales son derechos que se van adquiriendo
durante la vida de la persona según si ocurren los hechos o actos a los que
la ley les da la virtualidad para su adquisición.

4. Derechos subjetivos puros y simples y sujetos a modalidad

Los derechos subjetivos puros y simples son aquellos que despliegan


sus efectos de manera normal y sin alteraciones. Los derechos subjetivos
-

Son modalidades la condición, el plazo y el modo.

La condición consiste en un hecho futuro incierto del cual depende la


adquisición o extinción de un derecho. El plazo es un hecho futuro y cierto
del cual depende el ejercicio o la extinción de un derecho. El modo es un
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Los derechos sujetos a condición, plazo o modo son derechos subjetivos


sujetos a modalidad. Hacemos la excepción del derecho sujeto a condición
suspensiva que, como no ha nacido, no puede ser propiamente un derecho

diversa del derecho subjetivo.

5. Derechos subjetivos de eficacia general


y de eficacia relativa

Existen derechos cuyos efectos se producen de manera general, es decir,


son oponibles a cualquiera de los miembros de la sociedad. Todos ellos
están obligados a reconocerlos y a no perturbar su libre ejercicio. De esta
clase son los derechos de la personalidad y, dentro de los derechos patri-
moniales, los derechos reales, que se ejercen directamente sobre una cosa
“sin respecto a determinada persona” (art. 577.1 CC). Usualmente se les
erga omnes”.

generalidad de las personas, pero tienen una prestación que sólo es exigible
a una persona determinada y no al resto de los integrantes de la sociedad.

relativa (art. 578 CC).

6. Derechos subjetivos personalísimos y no personalísimos

Derechos subjetivos personalísimos son aquellos que se entienden es-


trictamente ligados a una determinada persona, de modo que no pueden
pertenecer o corresponder a otra. Los derechos no personalísimos son
aquellos que, si bien corresponden a un persona, pueden pertenecer a otra.

La diferencia tiene importancia porque los derechos personalísimos no


pueden cederse entre vivos ni transmitirse por causa de muerte. En cambio,
los derechos no personalísimos admiten que sean transferidos por acto entre
vivos o transmitidos por causa de muerte.

En general, los derechos de la personalidad y los derechos de familia


son personalísimos. En cambio, los derechos patrimoniales son no perso-
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nalísimos, salvo excepciones, como sucede con los derechos reales de uso
y habitación (art. 819 CC).

III. DERECHOS SUBJETIVOS ESPECIALES

1. Derechos potestativos o de configuración jurídica

derechos que consisten en la facultad para hacer algo, de manera unilateral,

De esta clase sería el derecho del contratante diligente a pedir el cumpli-


miento forzado o la resolución del contrato que no ha sido cumplido por su
contraparte (art. 1489 CC) o el derecho del cónyuge sobreviviente a pedir
la adjudicación preferente de la vivienda familiar (art. 1337 regla 10ª CC).

2. Derechos de opción

Los derechos subjetivos de opción, como su nombre lo indica, tienen


la particularidad de que el contenido del derecho no está determinado sino
como una alternativa para elegir prestaciones distintas. Al elegir una de
ellas, el derecho queda perfectamente determinado. Es lo que sucede con
el derecho personal en las obligaciones alternativas cuando la elección
corresponde al acreedor (art. 1500 CC). Existe también el contrato de op-
ción, por el cual una persona adquiere el derecho a tener por celebrado o
no un determinado contrato (por ejemplo, de compraventa) y la otra parte
se obliga a someterse a esa decisión.

Como la opción es un acto unilateral, algunos autores piensan que los


derechos de opción son una forma o especie de derechos potestativos.

3. Derechos procesales. La acción

-
teger los intereses de las partes en un proceso judicial. El más importante
de ellos es el que permite recurrir a la intervención de los tribunales para
reclamar la tutela de un derecho subjetivo sustantivo. Este derecho es de-
nominado “acción”.
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La concepción clásica de la acción la hace dependiente del derecho sub-


jetivo al que tiende a proteger por la vía judicial. En el fondo, la acción sería
el mismo derecho en cuanto el titular pide que le sea reconocido y tutelado
por los tribunales de justicia. De esta manera, la acción reivindicatoria no
sería más que el derecho de dominio ejercido en juicio.

sustantivo y acción, porque hay casos en los que existen derechos pero no
acción y, al revés, supuestos en los que hay acción pero no derecho. Entre
los primeros están las obligaciones naturales que no dan acción para exigir
el cumplimiento (art. 1470 CC). Como ejemplos de acciones sin derechos
se mencionan todos los casos en los que se deduce una acción pero el juez
desecha la demanda por no haberse acreditado la existencia del derecho
invocado por el demandante.

De esta manera, los procesalistas piensan que la acción es un derecho


subjetivo independiente por el cual una persona, teniendo o no un derecho
sustantivo a su favor, recurre ante los tribunales de justicia para obtener una
declaración o condena sobre una pretensión. La acción sería una manifesta-
ción del derecho de petición y más precisamente del derecho fundamental
al acceso a la justicia.

Por nuestra parte, pensamos que la acción debe ser considerada un de-
recho subjetivo distinto del derecho subjetivo que tiende a proteger, pero
funcionalmente relacionado con éste. La experiencia práctica demuestra
que cuando se hace valer una acción es siempre en relación con algún
derecho que se considera vulnerado o desconocido. El que no siempre se
logre acreditar la existencia del derecho, más que desmentir, demuestra la
conexión esencial entre derecho sustantivo y acción, ya que en tales casos
la acción tampoco será reconocida: así si el demandante no logra probar
su derecho de dominio, su acción reivindicatoria será rechazada.

IV. ELEMENTOS

1. Los sujetos

El sujeto del derecho subjetivo es la persona a la que se reconoce la


facultad de exigir un determinado bien. También se le denomina titular del
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derecho, porque tiene un título para ejercerlo. Si la persona es un incapaz,


el ejercicio corresponderá a su representante legal.

Un derecho puede corresponder a una o varias personas. En este último


caso se tratará de cotitularidad, como sucede cuando dos personas adquieren
en conjunto un inmueble.

Se ha discutido si es posible que haya derechos subjetivos sin titular. En


principio, esto es inconcebible ya que no puede haber una facultad o poder
de actuación que no corresponda a una o más personas. Sin embargo, a
veces se dan situaciones en los que el titular no está determinado pero se
espera que ello suceda. Así ocurre con la herencia yacente, que es aquella
que no ha sido aceptada por ninguno de los herederos llamados a hacerlo.
Si tampoco existe albacea con tenencia de bienes, se le nombra un curador
que administre los bienes en espera de que exista un heredero que acepte
(art. 1240 CC).

En ocasiones el titular está expuesto a ser sustituido por otro si ocurre


algún acontecimiento futuro. Es lo que sucede con los derechos eventuales
del que está por nacer, que pasan a otras personas si la criatura no nace

2. El objeto

El objeto del derecho subjetivo es el bien al cual tiende la facultad re-


conocida por el ordenamiento jurídico.

Puede ser un bien material o inmaterial. Los derechos de la personalidad


tienen como objeto, no la misma persona, sino un aspecto o ámbito de
desarrollo de la personalidad, como la vida, la integridad corporal, la vida
privada, la honra o la imagen.

También puede tratarse de una cosa intelectual, como una obra creativa
o inventiva. Así los derechos subjetivos relacionados con la llamada pro-
piedad intelectual o industrial tienen por objeto la obra creada o inventada.

Finalmente, las cosas materiales pueden ser objeto de derechos subje-


tivos, salvo que estén fuera del comercio humano o no sean apropiables.
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Se discute si un derecho puede ser a su vez objeto de otro derecho. En


nuestro Código esa posibilidad está expresamente permitida puesto que se
estima que los derechos reales o personales son cosas incorporales (art.
576 CC), sobre las cuales existe una especie de propiedad (art. 583 CC).

3. El contenido: las facultades

El contenido de los derechos subjetivos corresponde a los distintos


poderes o facultades que contempla cada derecho.

De aquí se señala que el concepto técnico de “facultad” no equivale a


la de derecho subjetivo, si no a los poderes de actuación que se contienen
en un derecho. Por ello, se distingue la facultad del derecho en su carencia
de independencia o autonomía, puesto que la facultad no puede existir por
sí sola.

Las facultades permiten reconocer un derecho subjetivo y distinguirlos


de otros, aunque tengan el mismo objeto material. Así sobre una misma
cosa puede haber distintos derechos: puede haber un derecho de propie-
dad que corresponde a una persona, el usufructo que pertenece a otra y un
derecho personal de uso (por un contrato de arrendamiento) que incumbe
a una tercera.

Algunas de las facultades de ciertos derechos adquieren una caracteri-


zación o tipicidad por la importancia que presentan en su conformación.
El ejemplo clásico son las facultades del derecho de propiedad: facultad de
uso, de goce y de disposición. La facultad de disposición o de enajenación
es propia de todos los derechos que son transferibles por acto entre vivos.

V. LÍMITES

1. Internos

por lo que se dice que son “internos”. Así el derecho de usufructo sobre
una cosa no permite enajenarla y además está sujeto a la extinción por
la muerte del titular. Un derecho personal o de crédito está limitado a la
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prestación a la que el deudor se ha obligado: el acreedor no puede pedir


algo adicional a ella.

2. Externos

Son límites externos al derecho aquellos que no provienen de su propia

Civil plantea como límites al derecho de propiedad, la ley y el derecho ajeno

uso y habitación son considerados “limitaciones” del dominio (art. 732 y


título VIII del libro II CC). La Constitución establece que la propiedad
debe cumplir una función social de la cual pueden emanar limitaciones
(art. 19 Nº 24 Const.).

La colisión o concurrencia de derechos puede resultar en una limitación


de algunos. Es lo que sucede cuando, como hemos visto, se produce un

por ejemplo, cuando una persona es insolvente y sus bienes no alcanzan a


satisfacer a todos su acreedores: algunos créditos son considerados prefe-
rentes, pero a falta de preferencia se aplica una regla igualitaria: se pagan
todos a prorrata, es decir, en proporción a su monto o cuantía. Cuando
no existe una disposición expresa que resuelva la colisión, será el juez el

interpretación e integración de la ley.


CAPÍTULO III
EJERCICIO DE LOS DERECHOS SUBJETIVOS

I. TITULARIDAD Y EJERCICIO

Por regla general, cabe distinguir la simple titularidad de un derecho,


el hecho de que pertenezca o corresponda a una determinada persona, de
su ejercicio, es decir de la realización de las conductas para las que el de-
recho autoriza. Así el dueño de una cosa tiene la titularidad del dominio,
pero sólo lo ejercitará cuando use la cosa, perciba sus frutos, la grave con

causa de muerte. El titular de un derecho personal o crédito lo ejercitará


si lo cobra o recibe su pago.

La falta de ejercicio no implica una renuncia al derecho pero podría


posibilitar que se extinga, ya sea por el simple lapso del tiempo mediante
una prescripción extintiva o por la posesión de otra persona de la cosa
durante cierto plazo mediante la prescripción adquisitiva.

Hay derechos en los que se confunde la titularidad con el ejercicio, por-


que se ejercen por el solo hecho de tenerlos, como sucede con los derechos
de la personalidad. La titularidad del derecho a la vida no puede separarse
de su ejercicio: la persona tiene derecho a la vida porque vive. Lo mismo
puede decirse de la vida privada, la honra, la imagen, etc.

II. EJERCICIO Y TUTELA DEL DERECHO

La forma más propia de ejercer un derecho es realizar las conductas a


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un acto de ejercicio las actuaciones dirigidas a hacer valer ese derecho o


a reclamar su respeto mediante los medios de tutela autorizados por el
ordenamiento jurídico.

En ciertos casos, se permite que el titular realice por su propia cuenta


actos en protección de su derecho. Es lo que se denomina la “autotutela”.
Así sucede cuando para proteger el derecho a la vida se emplea la legítima
defensa. En algunos casos es permitida por el mismo Código Civil (cfr.
art. 942 CC).

Pero lo normal es que el ejercicio del derecho que busca su realización


forzada o que no se le perturbe por acciones ilícitas de terceros se canali-
ce a través del uso del sistema institucional de administración de justicia.
El derecho a instaurar esta tutela es conocido como acción procesal, y se
traducirá en la correspondiente demanda contra las personas que deban
cumplir la prestación debida o que deban abstenerse de lesionar o perturbar
el ejercicio legítimo del derecho.

III. EJERCICIO CONFORME A LA BUENA FE

El principio de buena fe que inspira todo nuestro ordenamiento jurí-


dico, al menos en el ámbito del derecho privado, lleva a concluir que los
derechos no pueden ejercerse de cualquier modo, sino de una manera que
se corresponda con esa exigencia de lealtad u honestidad mínimas que
entendemos por buena fe.

La buena fe se constituye así en un gran agente de moralización del De-


recho y nos libra de que los derechos subjetivos se conviertan en poderes
que miran sólo a la satisfacción de intereses individuales sin atención ni
consideración por la dignidad y los derechos de los demás miembros de la
sociedad, y del mismo interés común.

Nuestro Código Civil aplica explícitamente este correctivo al ejercicio


de los derechos subjetivos nacidos de un contrato: “Los contratos deben
ejecutarse de buena fe...” (art. 1546 CC), pero la doctrina y la jurispru-
dencia están de acuerdo en que se trata de un criterio aplicable a todos los
derechos subjetivos.
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Dos instituciones se han ideado para reprimir o neutralizar un ejercicio


de un derecho que vaya contra la buena fe: la teoría del abuso del derecho
y la doctrina de los actos propios.

IV. ABUSO DEL DERECHO

1. Posibilidad del abuso del derecho

Se ha cuestionado la consistencia lógica de la idea de un ejercicio abu-


sivo de un derecho, puesto que si se llega a la conclusión de que un acto
es ilícito por abusivo es porque estaba fuera del contenido del derecho y
no era propiamente ejercicio del derecho.

Sin embargo, la doctrina del abuso del derecho se ha impuesto más allá
de estas críticas, porque desde un punto de vista práctico designa actos que,
en principio y sin atender a las circunstancias concretas del caso, cabrían
dentro del contenido del derecho y, en este sentido, puede decirse que son
actos de ejercicio del mismo. Pero una vez analizado el caso en todo su
contexto, incluida la intención del titular del derecho, puede llegarse a la

cuestión es excesivo y cae fuera de lo que ha sido realmente autorizado por


el poder de actuación del derecho subjetivo. Es precisamente un ejercicio
pero desviado, abusivo, porque alguien de buena fe no usaría el derecho
subjetivo de esa manera en esas precisas circunstancias.

El propietario de un predio tiene derecho a construir una muralla en él y,

propiedad. Pero si observamos que el único propósito de esa construcción


es echar sombra sobre una plantación del predio vecino que necesita mucho
sol, vemos que se está abusando de dicho derecho, porque el dueño no está
satisfaciendo ninguna necesidad propia sino que lo único que busca con su

Nuestro Código Civil acoge esta doctrina al tratar de la renuncia a una


sociedad. Dispone que se entiende que renuncia de mala fe el socio que
lo hace para apropiarse una ganancia que debía pertenecer a la sociedad
(art. 2111 CC). El Código de Aguas contiene ahora una norma que estaba
originalmente en el Código Civil y que dispone que si bien cualquiera
484 HERNÁN CORRAL TALCIANI

puede cavar pozos en suelo propio para las bebidas y usos domésticos, “si
de ello no reportare utilidad alguna, o no tanta que pueda compararse con
el perjuicio ajeno, será obligado a cegarlo” (art. 56.1 Código de Aguas).

2. Excepción: los derechos absolutos

La teoría del abuso del derecho no se aplica a aquellos derechos que se


denominan “absolutos”, justamente porque no admiten un control judicial
ni aun cuando se pudiera probar que han sido ejercidos contra la buena fe
o con un mero ánimo de dañar a otro. Estas excepciones se explican porque

presentarse en aras de preservar una más completa libertad del titular del

es suprimir la discusión sobre si su ejercicio ha sido o no conforme a la


buena fe, porque la misma discusión entrabaría el libre ejercicio del derecho,
que parece preferible en atención a consideraciones de bienestar general.

Así por ejemplo el derecho de revocar un testamento (cfr. art. 999 CC)
es un derecho absoluto, que no podría ser controlado judicialmente por el
hecho de alegarse que hubo un ejercicio abusivo del mismo. Aunque el
único propósito de la revocación hubiera sido el de perjudicar a los here-

No siempre es sencillo advertir cuándo un derecho es absoluto y depen-


derá de la interpretación de las normas legales que lo consagran y de la

absolutos el derecho del padre, madre o ascendientes para asentir o no al


matrimonio del hijo o descendiente (arts. 107 y 112.1 CC), el derecho del
acreedor a pedir la resolución de un contrato (art. 1489 CC) y el derecho
a demandar la partición de una comunidad (art. 1317 CC).

3. Efectos de la declaración de abusividad

La doctrina y la jurisprudencia han ido estableciendo los efectos que


se producen cuando se declara que un acto se ha realizado mediando un
ejercicio abusivo del derecho.
CURSO DE DERECHO CIVIL - PARTE GENERAL 485

En primer lugar, se privará de efectos al acto abusivo declarándolo


inoponible a la persona que ha pretendido perjudicar.

En segundo lugar, se producirá un efecto inhibitorio de nuevas conductas


que constituyan abuso o se dispondrá el cese de ellas si se trata de actos
que persisten en el tiempo.

Finalmente, si se han producido perjuicios que no pueden repararse con


los efectos anteriores se ordenará al autor del abuso que indemnice los
daños causados. En este caso, el abuso del derecho asume la naturaleza
de un hecho ilícito (delito o cuasidelito) que genera responsabilidad civil
extracontractual (arts. 2314 y 2329 CC).

4. El ejercicio abusivo de las acciones judiciales

Se ha extendido la teoría del abuso del derecho al ejercicio del derecho a

temeraria o infundada ello puede constituir un ejercicio abusivo del derecho

el Código de Procedimiento Civil que hace responder por los perjuicios


causados a quien obtiene una medida prejudicial precautoria y luego no
deduce oportunamente la demanda o no pide la mantención de esa medida
o el juez decide no mantenerla (art. 280 CPC).

También existen normas en el Código Civil que aluden expresamente


a la posibilidad de tener que indemnizar perjuicios cuando se presente
una demanda sin fundamento con dolo, fraude o mala fe (arts. 141, 197
y 328 CC).

No obstante, hay consenso en que el criterio para determinar el abuso


en el ejercicio de acciones judiciales debiera ser mucho más estricto, y
quedar reservado para casos muy excepcionales en que la ilegitimidad de
la acción queda patente. De lo contrario se corre el riesgo de inhibir a las
personas para que recurran a los tribunales para proteger sus intereses por
el miedo a que resulten luego, si pierden el juicio, obligados a responder
por los perjuicios causados. Esto atentaría contra el derecho fundamental
al acceso a la justicia y al debido proceso (art. 19.3º Const.).
486 HERNÁN CORRAL TALCIANI

5. La doctrina de los actos propios

Por regla general, salvo que una persona se haya obligado jurídicamente
a realizar una determinada conducta, ella es libre para cambiar de opinión y
ejecutar actos que resulten en contradicción con comportamientos anteriores.

lesionar los intereses de terceros que legítimamente han desarrollado expec-


tativas en que una persona no va a variar una decisión o actitud adoptada
previamente. Si lo hace podrá alegar que dicho acto al ser contradictorio con

Surge así la doctrina del acto propio que se asienta en el aforismo: nadie
puede venir en contra de sus propios actos: venire contra factum proprium
non valet. La doctrina tiene orígenes medievales, aunque basada en texto
romanos, y se encuentra emparentada con una institución semejante que
opera en el Derecho anglosajón: el estoppel.

Aunque no ha sido consagrada por ninguna norma general, la doctrina y


la jurisprudencia reconocen que la doctrina que prohíbe ir contra los propios

entonces, que quien pretende ir contra sus actos anteriores defraudando la


expectativas legítimas de terceros, no está actuando de buena fe y no debe
ser amparado en la pretensión.

Se trata de una doctrina que opera en casos excepcionales, y de modo


supletorio, es decir, siempre que no haya otro instrumento legal que proteja
al tercero de la actuación incoherente de una persona.

Para que pueda aplicarse esta doctrina se requiere el cumplimiento de


varios requisitos, a saber: 1º) La primera conducta debe ser voluntaria, re-
levante y válida; 2º) La primera conducta debe generar un estado de hecho
que permita abrigar expectativas legítimas a otra persona; 3º) La segunda
conducta debe ser contradictoria con la primera; 4º) Por la segunda conducta
se pretende ejercer un derecho, facultad o pretensión; 5º) Identidad entre
quien desarrolló la primera conducta y quien ahora pretende desconocerla.
Cumplidos estos requisitos, entonces el juez debe desestimar el derecho,

en la primera conducta.

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