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La Relación Jurídica y sus elementos

Ordenamiento de la materia: Sujeto-Objeto-Causas.

Unidad N° II. El Sujeto: La Persona Humana.

A) La Relación jurídica.
La esfera subjetiva del Derecho.
Hemos empleado la palabra Derecho, en el sentido de lo que se ha dado en llamar
derecho objetivo, esto es, el conjunto de normas jurídicas sancionadas por el Estado,
vigentes en él en un momento determinado.
Pero la palabra derecho también puede ser utilizada en otro sentido; así, se alude al
derecho de propiedad sobre una cosa, el derecho del acreedor de reclamar el pago a su
deudor; en fin, al derecho a la vida, al honor o a la imagen.
El fenómeno jurídico no se reduce a lo puramente objetivo.
Esa esfera subjetiva del Derecho ha sido muchas veces reducida al estudio de la noción
de los derechos subjetivos, esto es las facultades que tiene el individuo. Pero frente al
derecho subjetivo aparece, el deber jurídico, que a primera vista surge como
contrapartida de ese derecho subjetivo.

1.1) La situación Jurídica.


La situación Jurídica es un determinado modo o una determinada manera de estar las
personas en la vida social, regulada por el Derecho.

Esas situaciones pueden ser.


Unisubjetivas, se refieren a la persona en sí misma o con relación a los bienes
(propiedad, y en general los derechos reales)
Plurisubjetivas, se refieren a las situaciones en que actúan más de una persona, y dan
lugar a lo que se denomina relación jurídica.

La noción de situación jurídica permite deslindar (distinguir) las situaciones en que se


establece una suerte de nexo o vínculo entre la persona y la cosa, de aquellas en las que
la situación se compone de dos términos personales, y que es la relación jurídica.
Se evita caer en el ERROR de afirmar la existencia de RELACIONES entre personas y
cosas.

1.2) La Relación Jurídica.


La relación Jurídica es el vínculo entre DOS o más PERSONAS tuteladas por el
Derecho.
Esta noción ha sido desarrollada por Savigny y ha tenido el merito de evidenciar que la
vida jurídica no es una constelación de derechos autónomos e independientes entre sí.
En la idea de relación aparecen derechos y deberes, los que incluso se entrecruzan y a
veces se vinculan con otras relaciones jurídicas.
Entonces la relación jurídica es el marco en el cual se insertan los derechos y deberes
jurídicos de las personas.
De modo que es una relación organizada y disciplinada por el ordenamiento jurídico;
está institucionalizada por el derecho positivo.
Podemos decir que la relación jurídica es el vínculo que une a dos o más personas
respecto de determinados bienes o intereses, estable y orgánicamente regulada por el
Derecho, como cauce para la realización de una función social merecedora de tutela
jurídica.
Elemento de la relación jurídica.
El Sujeto. Las relaciones jurídicas se establecen entre personas y exclusivamente entre
ellas.
Esto significa que se encuentra un sujeto activo titular del poder (derecho subjetivo) y
un sujeto pasivo, titular del deber jurídico correctivo a aquél.
Las relaciones entre personas y cosas. Las cosas no están en relación con el sujeto titular
de un derecho sobre ella, sino que aquél ejerce sobre ella una potestad que el CCyC
denomina relación de poder.
La relación jurídica propiamente dicha se va a establecer cuando alguien turbe o viole el
derecho de propiedad de otro; allí nace el deber de restablecer el derecho violado, y por
ende se genera una relación jurídica entre propietario y agente del hecho ilícito.

El Objeto. El Objeto de las relaciones jurídicas son bienes e intereses.


Ellos se resumen a conductas humanas, cuando el objeto de la relación es una prestación
de servicios –relaciones laborales-, aunque no se agotan allí.
De otro lado, el objeto de derechos pueden ser bienes susceptibles de valores
económicos; los bienes materiales son cosas.

La Causa. La causa de la relación jurídica identifica a la fuente de la cual ellas emanan.


Son, por lo tanto, los hechos y actos jurídicos que producen como efecto el nacimiento
de una relación jurídica.
Verbigracia (ejemplo), un hecho ilícito da nacimiento a una relación entre el autor de
hecho y la victima, en virtud de la cual ésta tiene el derecho de obtener de aquél una
indemnización por el daño sufrido; es una relación jurídica causada por un hecho
jurídico voluntario ilícito.
Del contrato de compraventa nace una relación jurídica entre comprador y vendedor:
relación causada por un acto jurídico.

1.2.2) Contenido y duración de la relación jurídica.


El contenido de la relación jurídica está dado por poderes y deberes o derechos
subjetivo y deberes jurídicos.
Estos derechos y deberes aparecen a veces con sujetos identificados desde el principio
(ab initio), como acontece con las relaciones de fuente contractual (compra-venta,
locador-locatario)
En otras, está individualizado sólo el titular del derecho subjetivo, el sujeto pasivo será
quien de alguna manera viola ese derecho.
En cuanto a la duración de las relaciones, existen las que están destinadas a nacer,
producir su efecto y extinguirse inmediatamente.
Los contratos de cumplimiento instantáneo (donación manual)
Las relaciones de fuente contractual tienen la finalidad de extinguirse por vía del
cumplimiento de los deberes jurídicos y satisfacción de los derechos subjetivos que
contribuyen su contenido.
Otras relaciones jurídicas están destinadas a permanecer, como las relaciones de familia.
A estas relaciones se la suele caracterizar como “situaciones” justamente por su
vocación a permanecer en el tiempo.

B) La Persona Humana. Cuestiones Conceptuales. Discusión Teórica.


1.0 Cuestión relativa a la unidad o distinción entre ambos conceptos.
Existen dos concepciones sobre la persona, enfocada ella desde el punto de vista
jurídico. Por un lado, están aquellos para quienes la persona es el hombre, y todo
hombre por el solo hecho de serlo es una persona en el mundo del Derecho. –
(Perspectiva Unidad Conceptual).
Por otro, otra corriente sostiene que persona es un concepto jurídico, mientras que
hombre es un concepto de la naturaleza. Perspectiva Distinción Conceptual. (Idea Ius
Positivista)
De allí que, para esta corriente de pensamiento, no todos los hombres son
necesariamente “personas”; el hombre es persona cuando el mismo ordenamiento
jurídico le atribuye la capacidad u otros elementos accidentales como nacionalidad,
status, etc.
Más allá de estos planteos, lo que se discute es el alcance de la personalidad que el
Ordenamiento Jurídico puede otorgar. Es decir, que si además de hombre, pueden
existir otras personas: colectividades de personas (asociaciones, sociedades, etc), los
seres humanos muertos, los animales, etc.

b- La Evolución de las ideas al respecto. Concepciones históricas.


-El derecho romano:
Para ser considerado persona, era necesario reunir un triple status: libertatis, civitatis, y
familiae, de donde sólo era persona quien era libre, ciudadano y sujeto sui iuris, esto es
el pater familiae no sujeto a la potestad de otro.
Otros eran menos personas, como los extranjeros o los alieni iuris; algunos no eran
persona, como los esclavos.

El iusnaturalismo.
La Escuela del Derecho Natural fue la que revitalizó la noción de persona,
identificándola con el hombre.
Desde esta visión, persona y hombre son categorías asimilables y naturalmente
anteriores al ordenamiento jurídico. El derecho positivo no puede negar esa realidad.

La Persona como concepto técnico jurídico.


En el siglo XVIII, Pothier clasificaba a las personas en eclesiásticos, nobles, personas
del 3er estado, siervo, nacionales y extranjeros, legítimos y bastardos etc. Con la
colonización se distinguía entre europeo e indígenas.
Los siglos XVIII/XIX asistieron a un proceso de devaluación del concepto de persona,
haciendo de él un instrumento técnico jurídico, y a la distinción teórica entre persona y
sujetos de derecho.
Para thibut persona no era sino aquel a quien se considere sujeto de un derecho civil;
para Savigny las personas no era sino un elemento de la relación jurídica.
Para el positivismo la persona no es más que un centro de imputación de normas.
Para las posiciones normativas, la persona existe sólo en el ordenamiento jurídico.
Orgaz dice que el hombre es ciertamente una realidad natural, más no la persona; ésta es
una categoría jurídica. Hombre y persona no son en consecuencia términos sinónimos,
como que ambos expresan conceptos con validez dentro de campos diferentes; el
hombre existe en la naturaleza, la persona sólo en el Derecho.
Orgaz concluye que el hombre es persona en el Derecho sólo cuando es capaz de
adquirir derechos y deberes, y que esa aptitud, por ser jurídica, no le viene de la
naturaleza sino del ordenamiento jurídico.
Pasaron varios siglos para seguir concluyendo que el hombre es persona sólo cuando se
dan en él ciertos status que son dadas por el ordenamiento.
Desviaciones del siglo XIX. La desvalorización de la persona: las desviaciones
totalitarias.
El proceso de desvalorización de la persona y su desvinculación del hombre, han tenido
y tienen reflejos notables en los ordenamientos jurídicos del siglo XX.
En el régimen nacionalsocialista la ley de ciudadanía restablece el sistema de
capacidades jurídicas escalonadas, de donde se derivaba la existencia de ciudadanos de
segunda clase (Los nacionales alemanes de origen judíos).

1.1- El Estado Actual de la Cuestión. “Todos los hombres son personas”


Finalizada la 2da Guerra Mundial, se ha revitalizado la noción iusnaturalista de persona,
identificada con el hombre.
La condición de humano es el único requisito necesario para ser persona; no hace
falta ser nacional, ciudadano, varón o mujer, etc.
Ninguna cualidad accidental puede variar la afirmación absoluta de que todo hombre
es persona.
Esta idea se vincula con la noción de igualdad que las constituciones consagran. No
podría concebirse esa igualdad si pudiera el ordenamiento restringir a alguien su
condición de persona.
Por lo tanto, el Derecho se limita a reconocer una verdad impuesta por la naturaleza: el
hombre es la persona, y es siempre persona.

a) El personalismo ético como fundamento ideológico del Derecho Civil.


Estas nociones se derivan del denominado personalismo ético, que atribuye al hombre,
precisamente porque es persona un sentido ético, un valor en sí mismo, y por ende
una dignidad.

Art. 51. La inviolabilidad de la persona humana.


La persona humana es inviolable y en cualquier circunstancia tiene derecho al
reconocimiento y respeto de su dignidad.
Se parte de que la persona merece que se le reconozca, respete y, por ende, tutele su
dignidad, atento a que esta deriva del hecho de ser, ontológicamente, una persona. En
consecuencia, el derecho debe garantizarle esta dignidad, precisamente, por ser tal. El
respeto por la dignidad de la persona humana comienza por reconocer su existencia, su
autonomía y su individualidad; de allí que el artículo la considere inviolable.

Art. 52. Las afectaciones a la dignidad: consecuencias.


La persona humana lesionada en su intimidad personal o familiar, honor o reputación,
imagen o identidad, o que de cualquier modo resulte menoscabada en su dignidad
personal; puede reclamar la prevención y reparación de los daños sufridos, conforme a
lo dispuesto en el Libro, Titulo V, Capitulo 1.

b) Consecuencias de la unidad conceptual entre ser humano y persona.


Del reconocimiento de que todos hombres es necesariamente personas y de que éste es
un concepto anterior al Derecho que el ordenamiento jurídico se limita a reconocer, se
derivan determinadas consecuencias.

Capacidad y personalidad.
Se debe distinguirse ambos conceptos, para evitar la confusión en que cayeron los
códigos del siglo XIX.
La distinción está implícitamente reconocida en el CCyC, a diferencia del código
derogado, la persona no esta definida por su capacidad. El CCyC considera innecesaria
una definición, se refiere directamente a la “persona humana”

Los atributos de la personalidad:


El Derecho reconoce la existencia de atributos esenciales a toda persona; son el nombre,
el estado, la capacidad, el domicilio y los denominados derechos de la personalidad.
Su reglamentación constituye el material legislativo del derecho de las personas.

Los derechos de la personalidad:


Dentro de estos atributos es preciso destacar la construcción orgánica de los derechos de
la personalidad (Derechos personalísimos)
Se parte de la noción fundamental de la inviolabilidad de la persona humana y de su
dignidad personal como valor máximo a respetar y de él derivan el resto de sus derechos
personalísimos: al honor, a la intimidad personal y familiar, a la propia imagen,
identidad y cualquier otro que resulte de su dignidad personal. También la personalidad
física esta debidamente tutelada.

Comienzo y fin de la personalidad.


El Código derogado establecía, con sabiduría, que la personalidad aparecía con la
concepción en el seno materno. El CCyC reafirma ese principio, disponiendo que la
persona comienza con la concepción. Al no hacer aclaraciones, se entiende que ello
comprende tanto a la concepción natural como a la que acontece fuera del seno materno,
esto es in Vitro.
En cuento a los muertos existe coincidencia casi generalizada en el sentido de que la
personalidad constituye con la muerte. El deber genérico de respetar a la memoria de los
fallecidos persigue la proteccion de los derechos de los descendientes que pueden verse
afectados en su propia dignidad por la ofensa a su ascendiente.

La voluntad y su valor Jurídico.


Al considerar a la persona como fuente y finalidad del Derecho, destacamos el valor de
la voluntad jurídica como fuente de derechos subjetivos y de obligaciones, esto es, su
eficacia como productora de relaciones jurídicas a través de los negocios o actos
jurídicos.
Los autores influenciados por las nociones positivistas, que distinguen entre persona y
sujeto de derecho, amenguaran el valor de la voluntad jurídica, la que solo tendrá
eficacia como generadora de relaciones jurídicas en la medida en que el ordenamiento
jurídico la autorice para ello.
Se dice que la voluntad jurídica tiene eficacia en la medida en que se aplique sobre un
modelo jurídico, constituido a partir de reglas exteriores a la persona y que se imponen a
ella: La persona se vuelve sujeto de derecho cuando la voluntad se mueve en el sentido
del modelo jurídico.

C) La Personas Humana.
Concepto de persona.
La noción de persona es un criterio del ordenamiento, el que está al servicio del hombre.
Entendemos que nuestro Derecho en definitiva también acepta la idea de que todo
hombre (genero humano) es persona.
El Pacto de San José de Costa Rica dispone expresamente que, toda persona tiene
derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica (art.3), y cabe recordar que es
documento internacional tiene jerarquía constitucional conforme al art.75, inc 22 de la
Constitución Nacional.
De allí que el resto del ordenamiento no podría, en ningún caso, desconocer la
personalidad de algún ser humano; una solución de esa laya atentaría contra la dignidad
individual y por ello sería manifiestamente inconstitucional.

Prescindencia de su definición y caracterización.


El CCYC define a la persona jurídica, pero no hace lo mismo con la persona humana.
Ello guarda coherencia en el sistema del Código pues la asignación del término
“humana” para referirse a la persona individual y diferenciarla de la colectiva, es de por
sí toda una definición que reafirma la postura que sostiene que: sólo el ser humano es
persona y todo ser humano es persona.

1.1 Comienzo de la Existencia

El Código Civil y Comercial de la Nación dispone:


El Art.19: “La existencia de la persona humana comienza con la concepción.”
Existen diferentes posturas respecto a cuando comienza la persona humana, desde
quienes consideran que la persona comienza con la fecundación, hasta aquellos que la
ubican en el nacimiento con vida.

La Cuestión:
Resulta evidente que el ser concebido pero no nacido reclama protección, la cuestión es
determinar si el embrión puede ser considerado una persona, si lo es aun cuando la
concepción se realice fuera del seno materno y si se requiere un desarrollo determinado
de las cédulas embrionarias para que estas puedan ser consideradas un ser humano en
formación, digno protección como “persona por nacer”.

Estas discusiones, en general, emanan de quienes abordan las cuestiones desde un punto
de vista metafísico (Principios)- teológico (Dios)
En esta visión, se busca brindar un fundamento basado en argumentos jurídicos y bioéticos,
acordes y propios de una sociedad plural, democrática y liberal.
La naturaleza o status que se le otorga al embrión in vitro tiene consecuencias
inmediatas en lo que respecta a las técnicas de reproducción humana asistida que ofrece
o puede ofrecer cada sociedad y el alcance de la investigación. Ante la falta de acuerdo
científico y ontológico, el análisis debe centrarse en el derecho positivo.

Se analiza el comienzo de la existencia de la persona en el Nuevo régimen civil, no el


comienzo de la vida.
Hecha la distinción, la función de un código civil es establecer desde cuándo comienza
jurídicamente la persona, el régimen de la filiación y las consecuencias o efectos de la
personalidad y de los lazos jurídicos creados.

“La existencia de la persona humana comienza con la concepción. En el caso de


técnicas de reproducción humana asistida, comienza con la implantación del embrión en
la mujer.”
Finalmente, tras su aprobación por el senado el art. 19 dice: “La existencia de la persona
humana comienza con la concepción.” Y en la disposición transitoria segunda se establece
que “La protección del embrión no implantado será objeto de una ley especial”
(Corresponde al artículo 19 del Código Civil y Comercial de la Nación).

Comienzo de la existencia de la persona humana. La Concepción.


La persona comienza, por naturaleza y por TRA, en un mismo momento: cuando comienza
el embarazo; y esto se produce en el momento de la concepción, cuando el óvulo fecundado
se adhiere a las paredes del útero.
La Corte IDH concluye que por concepción debe entenderse implantación y
consecuentemente el embrión no implantado no cuenta con la protección del carácter de
persona al que alude el art 4.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Criterios al respecto:
El Derecho Romano. Se consideraba que la existencia de las personas comenzaba desde el
momento del nacimiento. Sin embargo se protegía la vida concebida, si nacía con vida se
computaba, en cuanto a sus derechos, desde el momento de la concepción.

Los Código Decimonónicos. La mayoria de los códigos decimonónicos, siguieron las


enseñanzas de Savigny y la tradición que provenía del Derecho Romano. Consagraron la
regla según la cual la existencia de la persona comienza con el nacimiento. Pero han
reconocido la adquisición de derechos y por ende una cierta capacidad jurídica en estos
sujetos que se encuentran concebidos pero aún no nacidos.

El esbozo. Freitas se apartó de los modelos de la época, al establecer que la existencia


comienza desde la concepción.
Su antecedente fue el art.10 de la primera parte del Titulo I del Código de Prusia, según el
cual los derechos comunes a la humanidad pertenecen a los hijos aún no nacidos desde el
momento de su concepción.
Su fundamento, “No se concibe que haya ente susceptible de adquirir derechos sin que haya
persona. Se atribuyen derechos a las personas por nacer, si los que deben nacer son
representados dándoles curado, que se ha denominado curador al vientre, es forzoso
concluir que existe ya y que son personas, pues la nada no se representa”

El Código de Vélez/ Código Derogado.


El Código Civil, con una visión profunda y humanista, establecía en el art. 70 que la
existencia de las personas comienza desde su concepción en el seno materno.

El caso “Artavia Murillo” de la CoIDH.


En 1997, el Poder Ejecutivo de Costa Rica reguló la práctica de la fecundación in Vitro;
en el año 2000, el decreto del ejecutivo fue declarado inconstitucional por la Sala
Constitucional de ese país; ese tribunal consideró que los embriones in Vitro tienen
derecho a la vida, y la FIV, de manera consciente y voluntaria, causa una elevada
pérdida de embriones, incompatible con ese derecho a la vida. El resultado de esa
decisión judicial fue la prohibición de la práctica. En 2001, un grupo de personas se
presento ante la Comisión interamericana de Derechos Humano. La Comisión sostuvo
que la prohibición costarricense constituía una injerencia (intervención ajena) arbitraria
en los derechos a la vida privada, a la vida familiar, al derecho a conformar una familia,
y una violación al derecho de igualdad.
Por lo tanto, recomendó a Costa Rica levantar la prohibición de la FIV y asegurar que la
futura regulación sea acorde con la Convención. Ante el incumplimiento el 29/07/2011,
la Comisión sometió el caso a la jurisdicción de la Corte. El 28/11/2012 ese tribunal
condenó a Costa Rica; dijo que prohibir la fertilización in Vitro viola el derecho a la
privacidad, a la libertad, a la integridad personal, a la no discriminación y el derecho a
formar una familia.
La Corte ratificó, pues, que el acceso a la reproducción humana asistida debe estar
garantizado legalmente.
El aspecto fundamental del decisorio es que, basado en pruebas científicas, afirma que
se deben distinguir dos momentos en el desarrollo del embrión: la fecundación y la
implantación. EL tribunal supranacional consideró que sólo al cumplirse el segundo
momento se cierra el ciclo que permite entender que existe la concepción, pues dicho
embrión no se implanta en el cuerpo de la mujer sus posibilidades de desarrollo son
nulos, pues no recibiría los nutrientes necesarios, ni estaría en un ambiente adecuado
para su desarrollo.

1. Expresó enfáticamente que los derechos reproductivos integran los derechos


humanos: hay un derecho a procrear y un derecho a no procrear.
2. Interpretó el término «concepción», contenido en el art. 4 de la Convención
Americana de Derechos Humanos y lo asimiló a «anidación». Reconoció que un óvulo
fecundado da paso a una célula diferente, con la consecuente información genética
suficiente para el posible desarrollo de un «ser humano»; pero si ese embrión no se
implanta en el cuerpo de la mujer, sus posibilidades de desarrollo son nulas, pues no
recibe los nutrientes necesarios, ni está en un ambiente adecuado. «Concepción»
presupone, pues, existencia dentro del cuerpo de una mujer.
En definitiva, elocuentemente, la Corte afirma que el término «concepción» al que alude
la Convención Americana se refiere al momento en que se produce la anidación.
Esta afirmación es importante no solo en el campo de la reproducción humana asistida
sino también en el de los derechos sexuales y reproductivos, ya que legitima los
métodos anticonceptivos, en especial, los hormonales de emergencia, tales como la
pastilla del día después. La sentencia permite afirmar que tales métodos no atentan
contra el derecho a la vida consagrado en la Convención Americana de Derechos
Humanos ni son abortivos, debido a que no hay embarazo mientras no hay anidación,
proceso que esos métodos impiden.
3. Afirmó que un embrión no implantado, o sea, un embrión in vitro, no es persona. El
embrión y el feto gozan de una protección gradual e incremental, no absoluta. Es decir,
la protección del derecho a la vida «desde la concepción», mencionado en el art. 4 de la
Convención, se vincula al mayor o menor desarrollo de ese embrión. al reconocer
condicionalidad, relatividad y gradualidad a la protección del embrión y del feto, las
leyes que regulan la interrupción del embarazo tienen que ser coherentes con la regla de
que el embrión no tiene derechos absolutos; de allí que una prohibición total y absoluta
de la interrupción del embarazo que no atendiese a otros derechos en conflicto violaría
la Convención.
4. Enfatizó la necesidad de proteger los derechos humanos, en especial, los derechos de
las mujeres y, por eso, el legislador debe permitir, según corresponda, un adecuado
balance entre derechos e intereses en conflicto.
La Corte Interamericana concluye que el objeto y fin de la cláusula «en general» del art.
4.1 de la Convención es la de permitir, según corresponda, un adecuado balance entre
derechos e intereses en conflicto. Por eso, no puede alegarse la protección absoluta del
embrión, anulando otros derechos, en especial, los derechos de la mujer.
Por primera vez, la Corte Interamericana se enfrenta a un tema por demás sensible,
como es la naturaleza jurídica del embrión y su clara incidencia en dos temas que hacen
a los derechos sexuales y reproductivos: (a) el derecho a procrear y a no procrear; más
precisamente, el derecho a la reproducción humana asistida in vitro y (b) la interrupción
del embarazo. La Corte ha dado pasos gigantes, ya que no solo ha legitimado la
reproducción humana asistida, sino que también ha avanzado hacia una ampliación en el
acceso a anticonceptivos y al aborto.

La cuestión de su aplicabilidad en el Derecho Argentino.


Se ha escrito mucho en nuestro país, a favor y en contra del referido fallo. Con
posterioridad a ese antecedente internacional, el 8 de julio de 2013 la Cámara Federal de
Salta, al resolver una cuestión derivada de la cobertura de un tratamiento médico de
inyección intracitoplasmática de espermatozides, estableció que las sentencias de la
CIDH ostentan sólo un carácter orientativo o “fuerza moral”, pues ni siquiera las
decisiones de nuestro Alto Tribunal posee carácter vinculante, menos aún cabe predicar
tal concepto de las sentencias de un tribunal internacional en donde la Argentina no
había parte del proceso, conforme lo establecido en el art 68.1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
Pero éste no es el criterio de la CSN, la que por el contrario entiende que la doctrina de
las sentencias de la CIDH es obligatoria para lo tribunales argentinos, aun cuando la
Argentina no haya sido parte del caso en que tal sentencia se dictó.

1.1.1 El Derecho Positivo Argentino


La Solución del nuevo Código Civil.
El art.19 del Anteproyecto que precedió a la sanción del Ccyc decía “La existencia de la
persona humana comienza con la concepción en el seno materno. En el caso de técnicas
de reproducción humana asistida, comienza con la implantación del embrión en la
mujer, sin perjuicio de lo que prevea la ley especial para la protección del embrión no
implantado”
El fundamento del artículo proyectado era el mismo que el sostenido por el fallo Artavia
Murillo, es decir que la concepción es un proceso que comienza con la fecundación y
termina con la anidación. Hasta que no se produzca la implantación del embrión en el
seno materno, carece de aptitud de desarrollo. De allí que su tratamiento por la ley no
puede ser igual al del embrión efectivamente implantado.

El texto vigente en su Art.19 dice: “La existencia de la persona humana comienza con la
concepción”.
Y en la disposición transitoria segunda se establece que “La protección del embrión no
implantado será objeto de una ley especial”.
El CCyC define el momento desde el cual se considera que se es persona humana como
centro de imputación de efectos —derechos y deberes— jurídicos en el ámbito civil.
La disposición actual no soluciona la cuestión relativa a la naturaleza jurídica del
embrión no implantado producto de las técnicas de reproducción humana asistida ni
protege su destino.

1.2 Concepción, embarazo y nacimiento

La Concepción.
Las cualidades o propiedades que definen a una persona o a un ser humano no son
inherentes o absolutas, sino que son un producto de la motivación humana y se relacionan
con el logro de propósitos humanos o sociales.
La Iglesia Católica considera que la vida de una persona comienza con la concepción.
Concepción fue una analogía del embarazo, que se entiende médicamente como la
implantación embrionaria en la pared uterina.

Desde el punto de vista cotidiano o del sentido común, la frase “concebir un niño” es de uso
corriente. Se la utiliza y entiende comúnmente para referirse a un embarazo actual.

Desde el punto de vista médico, hay que distinguir entre fertilización y concepción. La
fertilización es un paso en el camino de la concepción. Muchos óvulos se fertilizan pero
pocos embarazos son concebidos. El acto de la concepción o el acto de concebir el
embarazo se presenta con la transferencia del embrión y la posterior implantación de ese
embrión en el útero de la persona dentro del par de días siguientes y con la prueba de
embarazo positiva aproximadamente dos semanas después. El acto de concebir, en este
caso, se considera como el acto de lograr un embarazo. En sentido coincidente, en los casos
de reproducción natural, el embarazo comienza cuando la prueba de embarazo es positiva,
unos diez a catorce días después de la concepción.

De lo dicho, se desprende que en ambos supuestos, por naturaleza y por TRA, la persona
comienza en un mismo momento: cuando comienza el embarazo; y esto se produce en el
momento de la concepción, cuando el óvulo fecundado se adhiere a las paredes del útero.
El significado jurídico de la palabra concepción fue establecido y especificado por la Corte
Internacional de Derechos humanos en el caso Artavia Murillo y otros contra Costa Rica
resuelto el 28 de noviembre de 2012.
El término “concepción” no puede ser comprendido como un momento o proceso
excluyente del cuerpo de la mujer, dado que un embrión no tiene ninguna posibilidad de
supervivencia si la implantación no sucede.
La Corte IDH concluye que por concepción debe entenderse implantación y
consecuentemente el embrión no implantado no cuenta con la protección del carácter de
“persona” al que alude el art. 4.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
Con este punto de partida, afirma que las técnicas de fertilización in vitro son válidas y
deben permitirse y regularse atento a que permiten el cumplimiento o protección de varios
derechos: la vida íntima y familiar; el derecho a la integridad personal en relación con la
autonomía personal y la salud sexual y reproductiva; el derecho a gozar de los beneficios
del progreso científico y tecnológico y el principio de no discriminación.

Su aplicabilidad en el Derecho Argentino.


Existen otros argumentos de peso jurídico que confirman la no personalidad del embrión in
vitro.
El art. 20, dice que por concepción se entiende el lapso entre el mínimo y máximo del
embarazo, y esto sucede cuando el embrión está dentro de una persona y se implanta, sólo
allí puede haber embarazo. A su vez, el art. 21 dice que todos los derechos y obligaciones
del concebido o implantado en la persona quedan irrevocablemente adquiridos cuando la
persona nace con vida, aludiéndose expresamente a la implantación.
El art. 561 que sostiene que “El consentimiento es libremente revocable mientras no se haya
producido la concepción en la persona o la implantación del embrión”, de lo que se
desprende sin dudas que el embrión no es persona, porque de serlo, la revocación del
consentimiento se permitiría hasta la fecundación, y no hasta el implante. Sin perjuicio de
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lo dicho, y lo que es más elocuente aún, es que la disposición transitoria segunda dice que la
protección del embrión no implantado se reserva para una ley especial, por lo tanto, se
deriva que el embrión no implantado no es persona, de lo contrario, estaría regulado en el
propio texto del Código Civil y no en una ley distinta y separada de éste. Por ultimo, el
nuevo Código regula la filiación derivada de las TRA, con lo que difícilmente para el Ccyc
el embrión puede considerarse persona.
Esto condice con lo dispuesto por la ley 26862, vigente en nuestro país, que permite la
crioconservación de embriones, la donación de embriones y la revocación del
consentimiento hasta el momento del implante. Precisamente, si esta ley considera persona
al embrión no permitiría ninguno de estos supuestos.
Todo esto genera un sistema cuya conclusión no puede ser otra que la no personalidad del
embrión in Vitro. Y este arco interpretativo lógico, coherente y sistémico se cierra con el
resonado fallo “Artavia Murillo y otros contra Costa Rica”.

ARTÍCULO 20. Duración del embarazo. Época de la concepción


Época de la concepción es el lapso entre el máximo y el mínimo fijados para la duración del
embarazo. Se presume, excepto prueba en contrario, que el máximo de tiempo del embarazo
es de trescientos días y el mínimo de ciento ochenta, excluyendo el día del nacimiento.

Importancia de su determinación
La determinación del momento de la concepción resulta de suma importancia ya que de él
depende no sólo la tutela de la persona, sino también el estado de familia del nacido, la
determinación de la paternidad, su vocación hereditaria, la suerte de las donaciones que
pueden haberse hecho a su nombre antes del nacimiento, etc.

1.2.2. El Embarazo. Noción. Duración, definición Art.20

El embarazo es el período de gestación que corre entre la concepción y el nacimiento.


Para evitar conflictos sobre cuándo se ha producido la concepción, el CCyC
proporciona una regla.
En efecto, el art. 20 establece que la “época de la concepción” es el lapso entre el máximo
y el mínimo fijados para la duración del embarazo. Se presume, excepto prueba en
contrario, que el máximo de tiempo del embarazo es de trescientos días y el mínimo de
ciento ochenta, excluyendo el día del nacimiento.

1.2.2: El Nacimiento.

Artículo 21: “Los derechos y obligaciones del concebido o implantado en la mujer que
dan irrevocablemente adquiridos si nace con vida. Si no nace con vida, se considera que
la persona nunca existió. El nacimiento con vida se presume”.

El sujeto concebido es una persona y goza por ello de capacidad de derecho, la que no
reconoce otros límites que los ordinarios que correspondan a cualquier persona.
Tanto esa personalidad, como los derechos de que es titular el nasciturus no son
perfectos sino que se encuentran sometidos a la condición resolutoria de su nacimiento
con vida.

Si el feto se expulsa sin vida o muriese durante el parto, se reputara que la persona
nunca ha existido.
Si la persona nunca ha existido, no puede operarse por su intermedio ninguna
transmisión de derechos, ni se producirían los efectos relativos a la filiación, al estado
civil, a la herencia, etc.
EL artículo establece la presunción de la existencia de vida. Tal presunción pone a
cargo de quien pretenda lo contrario, la prueba en tal sentido.

Importancia frente al debate por la despenalización del aborto.

d- Genética humana:
Noción y problemática.
Las técnicas de reproducción humana asistida.
TRHA: Las técnicas de reproducción humana asistida que son todos aquellos medios
por los cuales el hombre interviene artificialmente en el acto de la procreación.
Entre ellas, encontramos dos grupos: aquellas que se basan en la inseminación artificial
y las que se realizan a partir de la fecundación extracorpórea o in Vitro.

La inseminación artificial. Personas que aportan el material genético.


Por inseminación artificial se entiende la intervención médica mediante la cual se
introduce el semen en el organismo femenino, no a través del acto sexual normal, sino
de manera artificial, a fin de producir la fecundación.
Inseminación artificial homóloga: Es la que se practica con el semen del marido,
se reconoce con la sigla IAH.
Inseminación artificial heteróloga: Se practica con semen de un dador no
vinculado a la mujer receptora por vínculo matrimonial o convencional.

Fecundación extracorpórea o in Vitro. Complejidad


Nos referimos al conjunto de intervenciones médicas que van desde la obtención del
óvulo y el esperma, hasta la implantación del óvulo fecundado en el útero propio o
adoptivo para el ulterior desarrollo del mismo, pasando por la fecundación y primer
desarrollo de la célula germinal fuera del seno materno.
Se conocen distintos métodos:
El F.I.V: En este caso el semen se coloca con los óvulos obtenidos mediante
aspiración, en una plaqueta especial que permanece en una incubadora durante 48 horas
hasta lograr la fertilización. Producida ésta se transfieren algunos embriones a la madre,
pudiendo congelarse los restantes.
El G.I.F.T: Consiste en colocar en cada una de las trompas dos óvulos, también
extraídos mediante laparoscopio, y espermatozoides para que fecunden a aquéllos en las
propias trompas, es decir, en el ámbito en que normalmente se produce la fecundación.
En estos casos la fecundación puede también lograrse con semen del cónyuge, del
conviviente o de un dador que no tiene ningún vínculo con la dadora del óvulo.
Asimismo, la implantación puede hacerse en el vientre de la persona cuyo óvulo se
fecunda, o en el de otra mujer (madre portadora).

Problemática:
Estas técnicas están cada día más desarrolladas, y en particular la fecundación
extracorpórea ha logrado notable avances por haber podido congelar los embriones
obtenidos.
Cuestiones: Naturaleza de los óvulos y espermatozoides (gametos humanos); dación de
los gametos, donde se debate la necesidad o no de preservar el anonimato del dador en
la fecundación heteróloga; naturaleza jurídica del embrión, congelación, manipulación y
destrucción de los embrión supernumerarios; la legitimidad o no de la denominada
maternidad por sustitución.

Los Gametos.
Una problemática a dilucidar es la naturaleza de los óvulos y el esperma humano
(gametos). Es importante poder conceptualizarlos para poder determinar si es lícita su
venta o comercialización.
Los espermatozoides contenidos en el líquido espermático y los óvulos son, en su
materialidad, elementos regenerables, que tienen la característica absolutamente propia
de llevar inscripto el código genético de un individuo determinado.

Naturaleza Jurídica.
Un sector de la doctrina considera que se trata de cosas, otro sostiene que las células
germinales son elementos regenerables que, como cualquiera de los componentes del
cuerpo humano, aún separados del mismo son en principio cosas fuera del comercio.
Aunque cabría admitir que para fines tales como la investigación o la docencia fueran
objeto de tráfico, pudiéndoseles aplicar por analogía las normas referidas a la dación de
sangre.
En cuanto los gametos humanos sean considerados en su funcionalidad, ya no es posible
la analogía con la sangre. En ese supuesto la analogía ha de buscarse en el ámbito de los
derechos de la personalidad, pues de alguna manera rasgos físicos y psíquicos se
transmiten, mediante los genes, de padres a hijos.
Por ello lo clasificamos como bienes de la personalidad, que están por regla general
fuera del comercio, y cuya utilización sólo podrá hacerse dentro de los límites que
impone la disponibilidad sobre los derechos de la personalidad, el orden público, la
moral y las buenas costumbres.

Dación y comercialización de los gametos: sus problemas y posición de la doctrina


nacional.
La comercialización de gametos está prohibida por nuestro derecho. El art. 17 establece
que los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no pueden tener valor comercial,
sino afectivo, terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser disponibles
por su titular siempre que se respete alguno de esos valores y según lo dispongan las
leyes especiales. Mientras que el art. 56 establece que están prohibidos los actos de
disposición del cuerpo humano que sean contrarios a la ley, la moral o las buenas
costumbres.
El principio es que la dación de gametos debe ser gratuita. Así lo reafirma el art. 8 del
decreto reglamentario de la ley 26.862: “La donación nunca tendrá carácter lucrativo o
marcial”. El proyecto de ley que mencionamos supra reafirma el mismo principio, pero
establece una “compensación económica” con el objeto de reparar las molestias físicas,
los gastos de desplazamiento y laborales que se derivan del aporte del material genético,
pero “en ningún caso pueden constituir un incentivo económico para el aportante”
Tampoco corresponde hablar de donación de gametos sino de dación. El negocio
jurídico entre benefactor y beneficiario no es emplazable en la categoría de contrato,
que rige relaciones jurídicas patrimoniales. No podría ser un contrato porque el objeto
(semen u óvulo) se refiere al cuerpo humano.

El Embrión:
- Noción: el embrión es el ser vivo en las primeras etapas de su desarrollo, desde la
fecundación hasta que el organismo adquiere las características morfológicas de la
especie.

- Naturaleza jurídica: no es una cosa; es un bien jurídicamente protegido, es vida


humana. La problemática se da cuando se asimila vida humana a persona humana; más
allá de las diferentes posturas que pueden existir respecto de este planteo, debe tenerse
en cuenta que si el embarazo sigue su gestación normal y no es interrumpido (por
cualquier causa que fuere), ese camino termina en persona; es decir, que toda vida
humana termina por ser persona humana al momento de su nacimiento.

La Corte ratificó, que el acceso a la reproducción humana asistida debe estar


garantizado legalmente; además al analizar el art. 4.1 de la Convención, dijo que:
I) Expreso enfáticamente que los derechos reproductivos integran los derechos
humanos. II) Interpretó el termino concepción y lo asimilo a anidación, reconoció que el
ovulo fecundado da paso a una célula diferente con información genética suficiente para
el posible desarrollo de un “ser humano”, pero sin ese embrión no se implantaba en el
cuerpo de la mujer sus posibilidades de desarrollo son nulas; supone pues por
concepción a la existencia dentro del cuerpo de una mujer, por ende solo es posible
establecer si se ha producido o no un embarazo una vez que el ovulo fecundado se ha
implantado y se produce una hormona detectable únicamente en la mujer que tiene un
embrión anidado. La Corte afirma que el termino concepción se refiere al momento en
que se produce la anidación. Esta afirmación también es importante en el campo de los
derechos sexuales y reproductivos, ya que legitima los medios anticonceptivos, las
hormonas de emergencia; la sentencia permite afirmar que tales métodos no atentan
contra el derecho a la vida, ni son abortivos debido a que no hay embarazo mientras no
haya anidación. III) Afirmó que un embrión no implantado no es persona; el embrión y
el feto gozan de una protección gradual e incremental, es decir q la protección del
derecho a la vida desde la concepción se vincula con el mayor o menor grado de
desarrollo de ese embrión; las leyes q regulan la interrupción del embarazo tiene q ser
coherentes con la regla de que el embrión no tiene derechos absolutos. IV) Enfatizó la
necesidad de proteger los derechos humanos, los derechos de las mujeres, por lo cual el
legislador debe permitir un adecuado balance entre derechos e intereses en conflicto.
La CoIDH concluye que el objeto y el fin de la cláusula “en general”, es la de permitir
un adecuado balance entre derechos e intereses en conflictos; no puede alegarse la
protección absoluta del embrión anulando otros derechos, como los de la mujer.
Por primera vez, la CoIDH se enfrentó a un tema por demás sensible, como lo es la
naturaleza jurídica del embrión y su clara incidencia en derechos sexuales y
reproductivos, el derecho a procrear y no, el derecho a la reproducción humana asistida
in vitro y a la interrupción del embarazo.
- Prácticas prohibidas: quedan deducidas del art. 57, que establece que está prohibida
toda práctica destinada a producir una alteración genética del embrión que se transmita
a su descendencia.
Los embriones supernumerarios: sus problemáticas y propuestas de la doctrina
nacional.
La obtención del óvulo se logra, generalmente, mediante la laparoscopia, que exige la
anestesia general.
Ante el peligro de que una primera fecundación no triunfe, y para evitar reiterar el
riesgo de la anestesia, se extraen numerosos óvulos que se fecundan, dando así lugar al
problema de los embriones supernumerarios. En general no se implanta un solo
embrión, sino un número que va de tres a cinco. Con la implantación múltiple se trata de
evitar que la F.I.V. fracase por un aborto natural. La cantidad máxima de embriones a
implantar se regula con las posibilidades de viabilidad de un nacimiento múltiple.
La Congelación de los embriones supernumerarios da lugar al espinoso tema de qué
hacer con ellos.
En principio, el destino del embrión no implantado dependerá fundamentalmente de sus
padres, pues si éstos deciden posteriormente implantarlo no existe problema.
Cuando los padres se niegan o no pueden implantar los embriones congelados se
presenta la dificultad.
Las respuestas posibles son tres: destrucción, experimentación y dación para su
implantación. Dentro de la ultima posibilidad, la doctrina nacional también a
considerado una posible “adopción prenatal”.
La criopreservación de embriones; su donación y la vitrificación de tejidos
reproductivos están contemplados por el decreto 956/2013.

Propuestas de la doctrina nacional.


- El embrión debe ser protegido desde la concepción in vitro, por lo tanto, es titular del
derecho a la vida, el derecho a la dignidad, y no debe ser objeto de manipulaciones que
alteren sus derechos.
- Se deben fecundar solo los óvulos que se pueden implantar.
- De existir embriones congelados, deben buscarse soluciones similares a la adopción.
La criopreservación de embriones, su donación y la verificación de tejidos
reproductivos están contemplados por el decreto 956/2013.
La experimentación con embriones puede significar una alteración de su genética,
practica expresamente prohibida por el art. 57 o una investigación sobre seres humanos
que solo puede ser realizada conforme las prescripciones del art. 58.

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