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1. El cuento de la lechera
“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la cabeza,
camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba
imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer
lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de huevos, los cuales
una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña granja de pollos. Una
vez estos crecieran podría venderlos, lo que le daría dinero para comprarse un
lechón.
Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una ternera,
con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener
terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas cosas la joven
tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y se rompiera. Y con él,
sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.”
2. La sospecha
“Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su hacha.
Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su casa al vecino,
quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y amablemente.
Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber
encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que sus
pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la noche
anterior.
Esta historia corta, la cual forma parte de muchas tradiciones pero al parecer
tiene su origen en China, nos sirve para aprender que a veces nuestros
pensamientos y sospechas nos hacen tener percepciones distorsionadas de
la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones y personas con gran
facilidad. También nos enseña a no acusar a alguien gratuitamente hasta tener
pruebas reales de aquello de lo que le acusamos.
“Érase una vez una pareja de granjeros que, un día, descubrieron en uno de los
nidos en los que criaban gallinas un huevo de oro macizo. La pareja fue
observando que el ave producía tal prodigio día tras día, obteniendo cada día
un huevo de oro.
Reflexionando sobre qué era lo que hacía que la gallina en cuestión tuviese
esa habilidad, sospecharon que que ésta poseía oro en su interior. Para
comprobarlo y obtener todo el oro de una vez, mataron a la gallina y la
abrieron, descubriendo para su sorpresa que por dentro la prodigiosa ave era
igual a las demás. Y también se dieron cuenta que, en su ambición, habían
acabado con aquello que les había estado enriqueciendo.”
Esta fábula, asociada a Esopo aunque también versionada por autores como
Samariaga o La Fontaine y que en ocasiones nos habla de una gallina y en
otras de un ganso, nos enseña la importancia de dejar de lado la codicia, ya
que nos puede conducir a perder lo que tenemos.
4. El maestro zen
“Érase una vez, durante una guerra civil en la época feudal, un pequeño
poblado en el que vivía un maestro zen. Un día, llegó a ellos la noticia de que
un temible general se dirigía en su dirección para invadir y tomar la zona. El
día anterior a la llegada del ejército toda la aldea huyó, con la excepción del
anciano maestro. Cuando llegó el general, tras encontrar la aldea
prácticamente desierta y sabiendo de la existencia del anciano, ordenó que el
maestro zen se personase ante él, pero este no lo hizo.
“Había una vez un zorro que caminaba, sediento, por el bosque. Mientras lo
hacía vio en lo alto de la rama de un árbol un racimo de uvas, las cuales deseó
al instante al servirle para refrescarse y apagar su sed. El zorro se acercó al
árbol e intentó alcanzar las uvas, pero estaban demasiado altas. Tras intentarlo
una y otra vez sin conseguirlo, el zorro finalmente se rindió y se alejó. Viendo
que un pájaro había visto todo el proceso se dijo en voz alta que en realidad no
quería las uvas, dado aún no estaban maduras, y que en realidad había cesado
el intento de alcanzarlas al comprobarlo.”
6. El lobo y la grulla
“Érase una vez un lobo el cual, comiendo carne, sufrió el atasco de un hueso
en su garganta. Esta empezó a hinchársele y a generarla gran dolor, corriendo
el lobo desesperado intentando sacárselo o encontrar ayuda. Durante su
camino encontró una grulla, a la cual tras explicarle la situación suplicó ayuda
prometiéndole darle lo que le pidiera. A pesar de que desconfiaba, la grulla
aceptó con la condición de que el lobo cumpliera lo pactado. El ave procedió a
introducir su cabeza por su garganta, consiguiendo que el hueso se
desprendiera. Se retiró y observó como el lobo se recuperaba, pudiendo ahora
respirar con normalidad, tras lo cual le pidió que cumpliera con lo prometido.
Sin embargo el lobo contestó que suficiente recompensa era no haberla
devorado pese a haberla tenido entre sus dientes.”
Esta fábula de Esopo (si bien también se encuentra una versión en la tradición
de la India en que en vez de un lobo el animal en apuros es un león), nos
enseña que no siempre podemos fiarnos de lo que nos dicen y prometen los
demás, dado que habrá quien nos será ingrato o incluso quien nos mentirá y
manipulará para lograr sus propósitos sin valorar el propio esfuerzo.
“Érase una vez un abuelo y un nieto que decidieron emprender un viaje junto
con un burro. Inicialmente el anciano hizo que el niño montara en el animal,
con el fin de que no se cansara. Sin embargo, al llegar a una aldea, los
lugareños empezaron a comentar y criticar que el anciano tuviera que ir al pie
mientras que el niño, más joven y vital, fuera montado. Las críticas hicieron
que finalmente abuelo y nieto cambiaran posiciones, yendo ahora el anciano
montado sobre el burro y el niño caminando al lado.
Sin embargo, al pasar por una segunda aldea, los lugareños pusieron el grito
en el cielo de que el pobre niño fuera caminando mientras el hombre mayor lo
hacía cómodamente montado. Ambos decidieron entonces montar en el
animal. Pero al llegar a un tercer poblado los aldeanos criticaron durante a
ambos, acusándoles de cargar en exceso al pobre burro.
Este cuento tradicional nos enseña a tener en cuenta que debemos ser fieles a
nosotros mismos, y que hagamos lo que hagamos habrá alguien a quien no le
guste y nos critique: no podemos gustarle a todo el mundo, y no debemos
obsesionarnos con agradar al prójimo.
8. La felicidad escondida
“En el inicio de los tiempos, antes de que la humanidad poblara la Tierra, los
distintos dioses se reunieron con el fin de preparar la creación del ser humano,
a su imagen y semejanza. Sin embargo uno de ellos se dió cuenta de que si los
hacían exactamente iguales a ellos, en realidad estarían creando nuevos
dioses, con lo que deberían quitarle algo de tal manera que se diferenciara de
ellos. Tras pensarlo detenidamente, otro de los presentes propuso quitarles la
felicidad y esconderla en un lugar donde no pudieran encontrarla nunca.
Otro de ellos propuso esconderla en el monte más alto, pero se dieron cuenta
de que al tener fuerza, la humanidad podría llegar a subir y hallarla. Otro
propuso que la ocultaran debajo del mar, pero dado que la humanidad poseería
curiosidad podría llegar a construir algo para llegar a las profundidades
marinas y encontrarla. Un tercero propuso llevar la felicidad a un planeta
lejano, pero otros concluyeron que dado que el ser humano tendrá inteligencia
podrá construir naves espaciales que puedan llegar a alcanzarla.
Esta hermosa historia en forma de cuento refleja algo que está muy presente
en la sociedad actual: solemos buscar la felicidad constantemente como si
fuera algo externo que podemos alcanzar, cuando en realidad la encontramos
precisamente cuando no la estamos buscando sino disfrutando del aquí y el
ahora.
9. El pájaro víctima de la bondad
“Hubo una vez una gaviota, la cual descendió volando a uno de los suburbios
de la capital de Lu. El marqués de la zona se afanó en agasajarla y darle la
bienvenida en el templo, preparando para ella la mejor música y grandes
sacrificios. Sin embargo, el ave estaba aturdida y triste, no probando la carne o
el vino. Tres días después murió. El marqués de Lu agasajó a la gaviota tal y
como a él le hubiese gustado serlo, no como al ave le hubiese gustado”
Esta historia corta nos cuenta algo muy importante: a menudo no tenemos en
cuenta que nuestras necesidades y gustos no tienen porqué ser los mismos que
los de los demás (y de hecho pueden ser directamente opuestos a los propios),
siendo necesario que prestemos atención a lo que el otro necesita por tal de
poder ayudarle o agasajarle de verdad.
“Érase una vez un anciano campesino de gran sabiduría, el cual vivía con su
hijo y que poseía un caballo. Un día el corcel escapó del lugar, algo que hizo
que los vecinos fueran a consolarles ante su mala suerte. Pero ante sus
palabras de consuelo, el anciano campesino les respondió que lo único
verdadero es que el caballo había escapado, y si eso era buena o mala suerte
sería el tiempo lo que lo dictaminaría.
Poco después el caballo regresó con sus dueños, acompañado de una hermosa
yegua. Los vecinos corrieron a felicitarle por su buena suerte. Sin embargo, el
anciano les respondió que en realidad lo único que sí era cierto era que el
caballo había regresado con la yegua, y si esto era malo o bueno el tiempo lo
diría.
Tiempo después el hijo del campesino intentó montar a la yegua, aún salvaje,
de tal manera que se cayó de la montura y se rompió la pierna. Según el
médico, la rutpura le provocaría una cojera permanente. Los vecinos volvieron
a consolar a ambos, pero también en esta ocasión el anciano campesino
dictaminaría que lo único que se sabía en verdad era que su hijo se había roto
una pierna, y que si ello era bueno o malo aún estaba por verse.
“Hubo una vez un cojo y un ciego que iban paseando juntos cuando se
encontraron un río, el cual ambos debían cruzar. El cojo le dijo al ciego que él
no podría llegar a la otra orilla, a lo que el ciego respondió que él sí podría
pasar pero ante su falta de visión podría resbalar.
Ante ello, se les ocurrió una gran idea: el hombre ciego sería quien llevaría la
marcha y sostendría a ambos con sus piernas, mientras que el hombre cojo
sería los ojos de ambos y podría guiar a ambos durante el cruce. Subiendo el
cojo encima del ciego, ambos procedieron a cruzar cuidadosamente el río,
lográndolo con éxito y consiguiendo alcanzar la otra orilla sin dificultades.”
Esta pequeña historia, que cuenta con otras variantes (como por ejemplo que
en vez de cruzar un río ambos tienen que escapar de un incendio), nos sirve
para entender la importancia de colaborar y cooperar con los demás, algo
que permite aunar las habilidades de todos para alcanzar un proyecto común.
“Cuenta una leyenda de los Sioux que hubo una vez una joven pareja formada
por Toro Bravo y Nube Azul, que se amaban profundamente. Queriendo
permanecer unidos por siempre, ambos acudieron al anciano de la tribu con el
fin de que les proporcionara un talismán por tal de estar siempre juntos.
El anciano indicó a la joven Nube Azul que acudiera sola a la montaña del
norte y capturase con una red al mejor halcón que allí viviese, mientras que a
Toro Bravo le dirigió a la montaña del sur para atrapar al águila más poderosa.
Ambos jóvenes se esforzaron duramente y lograron capturar cada uno a la
mejor ave de cada una de las montañas.
Hecho esto, el anciano les indicó que ataran las patas del halcón y el águila
entre sí y luego las dejaran volar en libertad. Así lo hicieron, pero al estar
atadas ambas aves cayeron al suelo sin poder volar con normalidad. Tras
varios intentos, ambas empezaron a agredirse entre sí. El anciano hizo a la
pareja ver esto, y les indicó que el talismán era el aprendizaje de que debían
volar juntos, pero nunca atados si no querían terminar dañándose el uno al
otro.”
Este leyenda de los Sioux pretende hacernos ver que el amor no implica estar
siempre y en todo momento juntos hasta el punto de depender el uno del otro,
sino que debemos aprender a compartir nuestra vida pero conservando
nuestra individualidad y no fomentar actitudes de dependencia o
codependencia.
13. La Arena y la Piedra
“Había una vez dos amigos que caminaban por el desierto, tras haber perdido
a sus camellos y habiendo pasado días sin probar bocado. Un día, surgió una
discusión entre ellos en el que uno de los dos increpó al otro por haber elegido
la ruta equivocada (si bien la decisión había sido conjunta) y en un arrebato de
ira le dió una bofetada. El agredido no dijo nada, pero escribió en la arena que
en ese día su mejor amigo le había pegado una bofetada (una reacción que
sorprendió al primero).
Esta hermosa leyenda de origen árabe nos indica que lo que debemos valorar
y mantener frescas en nuestra memoria son las cosas buenas que los demás
hacen, mientras que las marcas que nos dejan las malas debemos intentar
desdibujarlas y perdonarlas con el tiempo.
“ Había una vez un enorme tigre que cazaba en los bosques de China. El
poderoso animal se topó y empezó a atacar a un pequeño zorro, el cual ante el
peligro únicamente tuvo como opción recurrir a la astucia. Así, el zorro le
increpó y le indicó que no sabía hacerle daño puesto que él era el rey de los
animales por designio del emperador del cielo.
Asimismo le indicó que si no le creía le acompañara: así vería como todos los
animales huían atemorizados al verle llegar. El tigre así lo hizo, observando en
efecto como a su paso los animales escapaban. Lo que no sabía era que esto
no era debido a que estuvieran confirmando las palabras del zorro (algo que el
tigre acabó por creer), sino que de hecho huían de la presencia del felino.”
“Había una vez un rey el cual amaba los animales, que un día recibió como
regalo dos hermosas crías de halcón. El rey los entregó a un maestro cetrero
para que los alimentara, cuidara y entrenara. Pasó el tiempo y después de unos
meses en los que los halcones crecieron el cetrero pidió una audiencia con el
rey para explicarle que si bien uno de los halcones había alzado ya el vuelo
con normalidad, el otro había permanecido en la misma rama desde que llegó,
no emprendiendo el vuelo en ningún momento. Ello preocupó en gran medida
al rey, que mandó llamar a múltiples expertos para solucionar el problema del
ave. Sin éxito.
Una breve historia que nos sirve para entender que a veces nos creemos
incapaces de hacer las cosas por miedo, a pesar de que la experiencia
demuestra más que a menudo que en el fondo sí tenemos la capacidad para
conseguir realizarlas: el ave no confiaba en sus posibilidades para volar pero
una vez se puso a prueba no le quedó más remedio que intentarlo, algo que le
condujo al éxito.
Referencias bibliográficas:
TÓPICOS
CULTURA
LITERATURA
Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de
Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación
Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.
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