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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
I.ANTECEDENTES DE LA CONSTITUCIÓN GADITANA
II. EFECTOS DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ EN LA NUEVA ESPAÑA
III. CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ
IV. APORTACIONES DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ DE 1812 EN LA
NUEVA ESPAÑA
V. LA CONSTITUCION DE CÁDIZ COMO DERECHO POSITIVO EN LA
NUEVA ESPAÑA
VI. MISMO ESTADO PARA AMBOS HEMISFERIOS EN EL SIGLO XIX
VII. CÓDIGO HISPANO
VIII. DERECHOS Y COLONIAS

IX. CONSECUENCIAS DE SU ABOLICIÓN


CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
INTRODUCCIÓN
 
La experiencia vivida y que me queda de este trabajo de investigación es muy
grata, pues me llevó a desempolvar textos que durante la universidad tuve la
oportunidad de estudiar y consultar, pero es ahora que les he tomado el
verdadero sabor de la importancia de los antecedentes y sucesos que han
dejado una huella en lo que es hoy México, en su gente, en sus instituciones y
sobre todo en su Constitución. Me ha llevado a generar conciencia de que no
todo lo que nos ha sido enseñado es verdad, que la historia efectivamente es
como la cuenta el vencedor o el que subsiste para contarla, que nuestras
autoridades educativas -tal como la Iglesia en la Edad Media- concentran,
manipulan y dosifican lo que quieren que sepamos de ella y que mientras no
hagamos un constante esfuerzo por interesarnos y profundizar en cualquier
tema de política, historia, derecho, sociología, o de cualquier índole, caemos en
el riesgo de estar equivocados en nuestra percepción.
 
Afortunadamente, no me enfrenté a problemas para encontrar bibliografía
sobre la Constitución de Cádiz, sino al contrario, el mayor problema que encaré
fue el de la falta del tiempo que hubiera querido para dar lectura a la totalidad
de material, sin embargo, al final, cumplí con mis metas diarias fijadas para la
lectura, relectura, análisis y redacción de este artículo. Ahora sólo espero que
sea del agrado del lector y que cumpla con los requisitos de un trabajo serio y
acorde al nivel de estudio de posgrado.
 
La Constitución de la Monarquía Española promulgada en la ciudad de Cádiz el
19 de marzo de 1812, es sin duda alguna una de las constituciones más
importantes, tanto para la historia española como para la de México. Su
trascendencia radica en que marca una pauta imborrable por ser la primera
constitución -en el sentido moderno de la palabra- impuesta a la monarquía
española que tradicionalmente había sido absolutista, es decir, carente de
control alguno para el monarca. Asimismo, con la invasión de Napoleón
Bonaparte[1] a España, la abdicación al trono de Carlos IV, la captura de su hijo
y la presión de Bonaparte para la renuncia al trono español de Fernando VII, la
imposición en el trono de José Bonaparte, entre las principales causas, se
obligó a los habitantes de los reinos en ambos hemisferios a pensar, a
encontrar las respectivas soluciones a sus problemas, generándose un
laboratorio de ideas como: la recuperación de la soberanía popular, la
representación popular, la convocatoria a un poder constituyente, el
desconocimiento de un soberano impuesto, el reconocimiento de derechos
humanos y sus garantías, y el primer paso en el largo recorrido para alcanzar
nuestra independencia.
 
A lo largo de este trabajo de investigación se hará referencia -en el primer
tema- a los principales antecedentes y sucesos cercanos y relacionados con la
elaboración de la primera Constitución de la Monarquía Española. Mientras
que en el tema segundo, se hará una reseña de los efectos de la promulgación
e inicio de vigencia de esta Constitución tanto en España como en la Nueva
España, que como veremos, en la primera originó la unidad del pueblo frente a
un monarca como José Bonaparte que carecía de legitimidad, lo que motivó
que se convocara a las Cortes (sede de los representantes populares) para
emitir una Constitución que gobernara a los súbditos de la corona (más no del
monarca Bonaparte) en tanto su verdadero rey recobrara su libertad. Por su
parte, en la Nueva España, lo que produjo fue que un sector estuviese de
acuerdo y trabajara para la designación de sus representantes ante las Cortes,
mientras que otro encontró el motivo para concretar el ideal que se había
estado buscando: la independencia de nuestro país respecto de España,
aunque fue hasta muy avanzada la lucha libertaria que se pensó en
desconocer a Fernando VII como monarca de México.
 
En el tercer tema analizamos las principales aportaciones de la Constitución de
Cádiz, la cuales fueron bastantes, ya que era una ley fundamental que rompía
con las épocas monárquicas absolutistas tradicionales de España y quería una
transición a la vida liberal, donde hubiese derechos fundamentales, división de
poderes y controles constitucionales. Desafortunadamente para la época, tanto
en España como en nuestro país, las condiciones imperantes no eran las más
apropiadas y pese a su gran valor jurídico, estuvo en dos ocasiones a una
vigencia efímera.
 
En el último capítulo se trata de llegar a varias respuestas a diversas
inquietudes que se  me generaron conforme se iba avanzando en el desarrollo
del tema de la Constitución de Cádiz:
¿Cómo vivió y sintió la población esta Constitución? ¿Qué tanto la acataron las
autoridades novohispanas? Y ¿si se dio en algún momento esa aquiescencia
constitucional por la ciudadanía mexicana?
I. ANTECEDENTES DE LA CONSTITUCIÓN GADITANA
 
Es de suma importancia tener en cuenta el ambiente que se vivía tanto en
España como en el Reino de la Nueva España para comprender el origen y los
efectos de esta Constitución de la Monarquía Española, promulgada en Cádiz
a 19 de marzo de 1812, como jurídicamente fue denominada, en ambos
territorios.
 
En España, imperaba “la más grave crisis política, económica y militar de su
historia, desde la fundación de la monarquía bajo el reinado de los Reyes
Católicos en el siglo XV”, a más de que Napoleón Bonaparte había solicitado la
autorización real para que sus tropas pasaran por territorio español bajo el
argumento de invadir territorio portugués, petición que fue accedida por el Rey
de España. Sin embargo, no previó que ésta había sido la táctica militar de
Bonaparte para declarar conquistada a España. Asimismo, Carlos IV, de la
casa de los borbones, había abdicado a favor de su hijo Fernando VII,
generándose un conflicto con motivo de la sucesión al trono español, razón por
la cual, decidieron nombrar como árbitro precisamente a Napoleón Bonaparte.
A partir de este año (1808), se considera que se da el “comienzo del fin de  la
Monarquía absoluta”. Una vez más Bonaparte, actuando maquiavélicamente,
tomó prisioneros a padre e hijo y provocó la abdicación a la corona
española. Empero, el pueblo español se rehusó a aceptar dicha abdicación e
igualmente rechazó las “pretensiones francesas de anexarse a España y su
Imperio”, de conformidad con el pactum societatis, que sostenía que la
soberanía reside en el pueblo, misma que era imprescriptible, y dicho pacto
implicaba que el mismo “pueblo soberano tenía derecho de darse una
autoridad o Rey”.
 
“La invasión francesa, el motín de Aranjuez, la abdicación de Carlos IV,
seguida de la de su hijo Fernando VII, la exaltación al trono de José Bonaparte
y la guerra de independencia de España, fueron todos ellos acontecimientos
que impactaron grandemente en la Nueva España, además de ser la
oportunidad que no desaprovecharon los criollos, protegidos por el  virrey
Iturrigaray, para plantear la tesis de que vacante el trono de España, toda vez
que la abdicación de Fernando VII era nula y, por lo mismo, inválida la
proclamación de Bonaparte, la nación novohispana reasumiera su
soberanía”. Otro factor que influyó fue el desorden político y social de la
península que condujo a la rebelión generalizada de los españoles en contra de
las tropas napoleónicas, iniciada el 2 de mayo de 1808 y que concluyó 6 años
más tarde.
 
Por su parte, en la Nueva España se despertó “el deseo de gobernarse por sí
mismos y el odio á la dominación impulsó á esa sociedad á proclamarse nación
independiente, conquistando á fuerza de combates y de sangre su autonomía.
La tendencia natural de los hombres á la libertad, la predisposición orgánica de
los individuos, el ejemplo de otras naciones y el influjo del espíritu altamente
progresista del siglo XIX inspiró y alentó á la nación mexicana, después de
haber conquistado su independencia, á convertirse en pueblos estableciendo la
democracia y consignando los derechos del hombre como la base de sus
instituciones políticas.”
 
Una vez coronado José Bonaparte, rey de España, por el emperador: su
hermano Napoleón, se procuró legalizar dicha asunción, mediante la
promulgación de la Constitución de Bayona, la cual no fue aceptada por el
pueblo español. El virrey de la Nueva España, José de Iturrigaray, dudó entre
brindar apoyo a José Bonaparte, o a los deseos del Ayuntamiento de la Cd. de
México, “única institución donde los criollos tenían presencia. Encabezados por
el licenciado Francisco Primo de Verdad y Ramos (1760-1808) plantearon que
la soberanía residía en las instituciones ya establecidas, es decir, en el mismo
Ayuntamiento.”
 
 Además, para infortunio de José Bonaparte, en menos de un mes de haber
sido nombrado, perdió la batalla de Bailén, lo que provocó la salida de Madrid
del ejército francés. La actitud asumida por el pueblo español fue de “organizar
la resistencia nacional y formar diversas juntas” para dirigir el gobierno y llevar
a cabo la guerra a nombre de Fernando VII. Una de dichas juntas fue la Central
Gubernativa de Aranjuez, creada en septiembre de 1808, la cual obtuvo su
reconocimiento de la Nueva España por el virrey Pedro de Garibay; sin
embargo ante el avance de las tropas francesas en territorio español, dicha
junta tuvo que trasladar su residencia a Sevilla, replegándose en 1810 a la isla
gaditana. “Estos acontecimientos suscitaron en el Virreinato de la Nueva
España el surgimiento de dos tendencias políticas: una que manifestó adhesión
a cualquier gobierno que mandase en España; y otra que postuló el derecho de
la colonia (sic), a adoptar la forma de gobierno que libremente eligiese.”
 
La Junta Suprema signó un decreto por virtud del cual se reconoció a las Indias
como parte de la monarquía y por lo tanto, debía tenerse representación
nacional para constituir parte de la Junta Central Gubernativa, para ello se
designaron un diputado para cada Virreynato y Capitanía General,
seleccionándose un total de 30, siendo presidente de la Junta: José Pablo
Valiente –quien se había venido desempeñando como consejero de Indias en
la junta-. Los diputados suplentes, que permanecieron en la Nueva España,
continuaron ejerciendo sus cargos legislativos “no solo hasta la llegada de los
propietarios, también participarían en las deliberaciones correspondientes, y
suscribirían la Constitución…salvo Maximiliano Maldonado”.
 
Con la penetración de las tropas francesas en Andalucía se orilló a la Suprema
Junta a salir de Sevilla, hacia el Puerto de Cádiz, desde la isla de León,
conformando el 29 de enero de 1810, al Supremo Consejo de Regencia –
conformado por 5 miembros-, dentro del cual se encontraba Miguel de
Lardizábal, jurándose fidelidad por parte del virrey sus autoridades, el 7 de
mayo de 1810.
 
En la Nueva España resultaron electos un total de 17 diputados, según Marco
Antonio Pérez de los Reyes, o 22 según Juan José Mateos; no obstante, no fue
posible la llegada de todos ellos a la Nueva España, toda vez que al ser en su
mayoría de ideología liberal, se les negó apoyo económico para su estancia en
la península, faltando a final de cuentas 4 diputados. “Las Cortes de Cádiz, al
igual que las antiguas cortes españolas se consideraron la legítima
representación del reino, sin embargo, para su Constitución se abandonó el
antiguo sistema de representación por estamentos y se  creó un complejo
sistema de votación indirecto que conservó algunos de los rasgos históricos a
fin de garantizar la sobrerrepresentación peninsular sobre la de las provincias.”
 
Ante la sesión de las Cortes se declaró que “la soberanía reside en el
Congreso de los Representantes de las Españas… los diputados americanos
formaron su propia fracción parlamentaria, que se inclinó por la tendencia
liberal, que… resultaba novedosa y hasta cierto punto peligrosa para la
estabilidad del régimen monárquico”. Dicha idea sería confirmada con el tiempo
por la gran influencia que tanto el Congreso como la Constitución
Gaditana produjeron en la independencia de la América Española.
 
Las Cortes de Cádiz se congregaron y juraron la Constitución Política de la
Monarquía Española, evento para el cual acudieron diputados de todos los
reinos y provincias de América. “Una Comisión específica presentó el Proyecto
de Constitución con un importante “Discurso Preliminar”, que fue discutido por
espacio de ocho meses, y el 19 de marzo de 1812 la Constitución fue
promulgada. En tres años y 1800 sesiones, este cuerpo constituyente rompió el
andamiaje de la añeja monarquía española.”
 
Una vez recibida en la Nueva España, la Constitución gaditana, el entonces
virrey, Venegas,  siendo el 21 de septiembre de 1812, procedió a jurarla el 30
del mismo mes y año, tanto por autoridades, cuerpos civiles y miembros
eclesiásticos.
 
Los representantes populares novohispanos participantes en la construcción de
la primera constitución de la monarquía de España y sus reinos fueron: Beye,
José Eduardo de Cárdenas, Couto, Munilla, Foncerrada, Lastiri, Gordoa, Terán,
Maldonado, Maniao, Mendiola,  Antonio Joaquín Pérez, Pino, Robles, San
Martín, Sabariego, Uria y dentro de los más destacados encontramos a:
 
a)     Juan José Güereña
b)     Pedro Bautista
c)      Manuel María Moreno y Vázquez
d)     Octaviano Obregón.
e)     Don Miguel Ramos Arizpe (constituyente de 1824),
f)       José Miguel Guridi y Alcocer (constituyente de 1824).
 
Estos últimos con el apoyo de otros americanos, “lograron triunfos
parlamentarios relativos a la aceptación de la igualdad de todos los habitantes
del imperio y una amplia amnistía para los delitos políticos cometidos en
América y Filipinas.” De igual forma es importante destacar otras
particularidades como la “adopción de la teoría fisiocrática, abandono de la
organización estamental y sustitución de la vieja monarquía absoluta basada
en el derecho divino de los reyes… y naturalmente la elaboración de la primera
Constitución para España y sus colonias” (sic)… y tan seguros estaban los
constituyentes de su obra, que concibieron una Constitución casi pétrea, pues
se prohibía su modificación por un periodo de ocho años después de
promulgada. Y en un sentido programático, recogió toda la plataforma liberal en
su articulado. La revolución española quedó ahí escrita. De ahí en adelante se
podría gobernar por “máximas”, como decían los autores del “Discurso
Preliminar”.
 
“Se distinguieron (los diputados) por sus participaciones en la definición del
concepto de soberanía, en la defensa de los derechos de los americanos, y en
general en su participación dentro de las corrientes más progresistas de la
época. Muchos de esos diputados, años después fueron constituyentes en
México, donde lograron alcanzar varios de los objetivos que no pudieron
obtener en España.”
 
La Constitución de la Monarquía Española firmada el 19 de marzo de 1812 fue
adoptada por las autoridades de la Nueva España el 30 de septiembre de ese
mismo año, y el 4 de octubre por la población en las parroquias
correspondientes. No obstante, una vez puesto en libertad Fernando VII en
1813 y al regresar a España, ordenó su abrogación y el 17 de agosto de 1814
se emitió el decreto correspondiente en la Nueva España para la suspensión
de su vigencia. Por lo tanto en nuestro país esta Constitución fue aplicable
menos de 2 años, pese a su contenido de gran valía y a la innovación en la
implementación de la institución de la representación del pueblo soberano en
las Cortes.

II. EFECTOS DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ EN LA NUEVA ESPAÑA


 
Ignacio Burgoa consideraba que “con el movimiento insurgente iniciado en
septiembre de 1810, la historia jurídica de la Nueva España se bifurca… la
Constitución monárquica de 1812 y los diferentes decretos que con apoyo en
ella se expidieron por las Cortes españolas para la Nueva España, implicaron
el derecho público de ésta desde el punto de vista del gobierno virreinal; la
insurgencia por su parte, y sobre todo en su segunda etapa, procuró organizar
jurídica y políticamente a lo que sería con posterioridad la Nación mexicana, de
acuerdo con las bases constitucionales que ella misma declaró”.
 
A la vez que las Cortes iniciaron sus trabajos, tuvo lugar la proclamación del
inicio del movimiento insurgente.
 
Una vez recuperada por Fernando VII su libertad, su objetivo fue el de restaurar
el sistema absolutista de la monarquía española, para lo cual fue necesario
abrogar la Constitución de Cádiz, en mayo de 1814. Sin embargo, su vigencia
fue reestablecida tanto en España como en México, en virtud del levantamiento
del General Riego en contra del monarca. Los antecedentes de esta presión a
la que se vio sometido Fernando VII se derivan de una misiva enviada por el
monarca a Apodaca, mediante la cual manifestaba sus anhelos de gobernar
a la Nueva España como país independiente pero sin las condicionantes y
limitantes que le imponía la Constitución de Cádiz: “Madrid 24 de Octubre
de 1820. Mi querido Apodaca. Tengo noticias positivas de que vos y mis
amados vasallos los americanos, detestando el nombre de constitución solo
apreciais y estimais mi real nombre: éste se ha hecho odioso en la mayor parte
de los españoles… Por tanto y para que yo pueda lograr la grande
complacencia de verme libre de tales peligros, de la de estar entre mis
verdaderos y amantes vasallos los americanos, y de la de poder usar
libremente de la autoridad real que Dios tiene depositada en mí; os encargo
que si vos me sois tan adicto como se me ha informado por personas veraces,
pongais de lustra parte todo el empeño posible, y dicteis las mas activas y
eficaces providencias para que ese reino que independiente de éste… yo me
encargaré de escaparme incógnito y presentarme cuando convenga… que todo
se ejecute con gran sigilo, y bajo de un sistema que pueda lograrse sin
derramamiento de sangre… y poniendo por base la religión…“. [30] De suerte
Fernando VII la juró en marzo de 1820 y en la Nueva España el Virrey, el 3 de
mayo de 1820.
 
Para José Luis Soberanes la fuerza endógena que condujo a nuestra guerra de
independencia la constituyó: la toma de conciencia nacionalista de los criollos
del reino de la Nueva España, así como la actitud de las autoridades
peninsulares, desfavorable para los novohispanos en materia de empleos y
funciones en la Nueva España. Mientras que la fuerza exógena lo fue la
Ilustración.
 
Respecto de los insurgentes, deseamos decir que José Ma. Morelos convocó a
una reunión el 15 de septiembre de 1813, para la realización de un “congreso
de representantes de las regiones liberadas, que eligió a Morelos como
generalísimo encargado del Poder Ejecutivo. El Poder Legislativo residía en el
Congreso Nacional, estaba integrado por cinco diputados en propiedad
correspondiendo a Valladolid, Guadalajara, Guanajuato, Tecpan y Oaxaca, con
tres suplentes por México, Puebla y Veracruz, quedando Tlaxcala para
resultas. El Poder Judicial estaba integrado por quince funcionarios.”
 
Fue hasta el mes de mayo de 1814 que las Cortes continuaron con su labor
legislativa, complementaria a la Constitución de Cádiz y de corte moderna y
liberal como la que hemos de mencionar, tanto de época preconstitucional
como posconstitucional, bajo los siguientes principios:
 
 La libertad de imprenta del 10 de noviembre de 1810;
 La abolición de la esclavitud del 6 de diciembre de 1810;
 Medidas para el fomento de la agricultura e industria en la América
Española de 12 de marzo de 1811;
 La abolición del tributo de los indios y normas sobre el reparto de tierras
de 13 de marzo de 1811;
 La abolición de la tortura de 22 de abril de 1811;
 La abolición de los privilegios inherentes a los señoríos de 6 de agosto
de 1811;
 La equiparación de criollos y peninsulares y la libertad de actividad
económica en la América Española de 9 de noviembre de 1811;
  La abolición de la pena de horca de 24 de enero de 1812;
 La admisión de negros y mulatos a las universidades de 29 de enero de
1812,
 La formación de ayuntamientos constitucionales de 23 de mayo de 1812;
 La exclusión de eclesiásticos de oficios municipales de 21 de septiembre
de 1812;
 Nuevas normas procesal-penales de 9 de octubre de 1812;
 La delimitación de las jurisdicciones eclesiásticas, castrense y ordinaria
de 5 de noviembre de 1812;
 La abolición de las mitas y del servicio personal;
 Otras medidas a favor de los indios de 9 de noviembre de 1812;
 La reducción de baldíos y terrenos comunes a dominio particular de 4 de
enero de 1813;
 La abolición de la Inquisición y nacionalización de bienes (pero a su vez
el establecimiento de Tribunales Defensores de la Fe) de 22 de febrero
de 1813;
 Normas sobre la responsabilidad de empleados públicos de 24 de marzo
de 1813;
 El servicio militar general de 8 de junio de 1813;
 La supresión de las restricciones gremiales de 8 de junio de 1813;
 Normas sobre el derecho de autor de 10 de junio de 1813;
 La abolición de la pena de azotes de 8 de septiembre de 1813; y
 La supresión de misiones dirigidas por frailes, a los diez años de
establecerse de 13 de septiembre de 1813.
 
Pese a haberse iniciado formalmente el movimiento independentista por
Hidalgo el 16 de septiembre de 1810, tras su ejecución, la lucha liberal fue
encabezada por Morelos, quien en 1813, emite la convocatoria al Primer
Congreso de Anáhuac (Chilpancingo, Gro.), mismo que debía de elaborar una
nueva constitución para la nación que estaba por renacer. La trascendencia de
los resultados de este Congreso de Anáhuac –pese a su existencia
ambulatoria- fueron dos: la emisión de la Declaración de la independencia
absoluta de la Nueva España (6 de noviembre de 1813) y la Constitución de
Apatzingán de 1814.  Fue el 14 de septiembre de 1813 que Morelos publicó los
Sentimientos de la Nación, redactados en 22 artículos (añadiéndose el 23°, el
21 de noviembre siguiente) y que de forma resumida establecen: “la libertad de
América, el monopolio del catolicismo; la soberanía popular; depositada en tres
poderes; la exclusiva concesión de empleos (públicos) a “americanos”; la
limitación de la inmigración a extranjeros artesanos capaces de instruir; la
necesidad de moderar la opulencia y la indigencia; la ausencia de privilegios; la
abolición de la esclavitud; un derecho de importación de un 10%; la
inviolabilidad del domicilio; la abolición de la tortura; el 12 de diciembre como
día nacional, y un impuesto del 5% sobre ingresos”.
 
A su vez, los Sentimientos de la Nación, sirvieron de inspiración para lo que
conocemos los Elementos constitucionales de Rayón. Hace mención Guillermo
F. Margadant de que Morelos aún admiraba esta obra del licenciado Ignacio
López Rayón cuando su autor ya estaba dudando de ella, en lo que respecta
principalmente a la proclama de independencia [39]. En sus 38 principios se
manifiesta en este sentido: a favor de la soberanía popular, ejercida a través de
un Congreso Nacional que colaboraría con un “protector nacional”, la libertad
de imprenta (art.29), la inviolabilidad del domicilio y la inclusión del Habeas
Corpus (art. 31), la abolición de la esclavitud (art. 24), la supresión de
exámenes a artesanos (art. 30), la prohibición de la tortura, entre otros
principios.
 
De los años 1810 a 1814, la Nueva España mandó a representantes, derivados
de 5 elecciones diferentes. Aproximadamente setenta diputados  participaron
activamente en los debates de Cádiz, considerándose, sin duda, tanto por
diversos historiadores como abogados, que el más destacado representante
ante las Cortes lo fue el “ex sacerdote y masón, Miguel Ramos Arizpe, de
Coahuila” quien aportó ideas originales tal como: la libertad de comercio.
 
El que fuesen tanto la Carta Magna de la Monarquía Española como la
legislación ordinaria tan modernas y avanzadas para su época provocó que el
mismo Fernando VII las desconociera e inaplicara. Con su regreso al poder en
el año de 1814, la aristocracia novohispana así como el alto clero, se sintieron
más tranquilos y satisfechos, que con las innovaciones en tan poco tiempo. No
obstante, fue el 1820 que la rebelión liberal del coronel Rafael de Riego, orilló
al monarca español a acatar la ley fundamental de 1812, mediante la
proclamación, por segunda ocasión en México el 3 de mayo de 1820 y como
ola acompañante, resurgió la legislación ordinaria liberal. Con este suceso,
resurgieron nuevos ánimos que “los poderosos de la Nueva
España (incluyendo la Iglesia)  recordaban de pronto los antiguos ideales de un
México independiente, que permitirían guardar fuera del país aquella impía
obra revolucionaria, la Constitución de Cádiz. Surgió así el Plan de la Profesa”.
Fue de este modo que Agustín de Iturbide aprovechó positivamente estas
circunstancias y logró un pacto con los guerrilleros de Guerrero, herederos de
los ideales de lucha de Hidalgo, Allende y Morelos, para lo cual proclamó el
Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, pero sin olvidar que todavía prevalecía
el ofrecimiento a Fernando VII de la corona de la Nueva España y en caso de
negativa, se establecieron reglas para que gobernase alguno de los hermanos
del monarca español. Asimismo, creó la nacionalidad mexicana; se estableció
la igualdad de derechos de peninsulares, criollos, mestizos e indios y como no
podía faltar, la religión católica como oficial. El nuevo Jefe Supremo Juan
O’Donojú, al llegar a México se vio comprometido a aceptar el Plan de Iguala,
mediante la firma del documento denominado: Tratados de Córdoba de 23 de
agosto de 1821, los cuales carecieron del reconocimiento y aval de España.
Mediante los Tratados de Córdoba “se reconoce la independencia de México,
llamado en lo sucesivo Imperio Mexicano”, asimismo se facultó a Agustín de
Iturbide a ser Jefe del Gobierno Provisional, auxiliado por un consejo de 38
miembros más, quienes en conjunto se encargarían de realizar funciones
constituyentes, pero al irse incrementando este Consejo hasta los 130
participantes, como era de esperarse, careció del éxito esperado y finalmente,
se nombró al general Don Agustín de Iturbide, el primer emperador del México
independiente, el día 21 de julio de 1822.

III. CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

 Origen:

La Constitución de Cádiz fue el resultado directo de las Cortes Generales


españolas con que se quiso contrarrestar la invasión de España por el Ejército
de Napoleón Bonaparte, quien impuso a su hermano José en el trono español.
Se trató de una asamblea nacional constituyente.

Estas juntas asumieron el poder político y se aliaron con Inglaterra para resistir
a los invasores, y en plena guerra de liberación promulgaron una Carta Magna
que, entre otras cosas, establecía la soberanía en la Nación y no en la figura
del Rey, lo cual era un claro golpe a las leyes absolutistas del Antiguo
Régimen.

 Derogación

La vida de la constitución fue breve, apenas dos años, pues a su retorno al


trono español en 1814 Fernando VII la derogó, junto con la disolución de las
Cortes y la detención de los diputados liberales, pretendiendo volver a instaurar
el absolutismo y revertir la importante cantidad de cambios modernizadores
que la Constitución de Cádiz había implantado.

Esto acarreará numerosas consecuencias, como el alzamiento de las colonias


americanas que vieron así frustrada su posibilidad de gozar de cierta
autonomía y reconocimiento nacional como provincias de un estado federativo.

La ironía es que la Constitución de Cádiz sirvió en muchos casos de modelo


para las futuras constituciones republicanas de Hispanoamérica, una vez
liberadas de España.

 Territorio

La Constitución de Cádiz tenía vigencia para todos los territorios hispanos del
mundo, que en 1812 eran vastos y abarcaban a la España peninsular, junto
con las  Islas Canarias, Ceuta, Melilla y las Baleares; en el continente
americano los territorios (en pleno estado de confusión independentista) del
Río de la Plata, el Alto Perú, Venezuela, la Nueva Granada, Centroamérica
toda, el Caribe hispano, Las Floridas, la Nueva España (actual México), y las
Provincias Internas de Occidente (actual EE.UU); además, las costas del
tratado del Pardo en África, así como las Islas Filipinas, Carolinas y Marianas,
en el Asia menor.

 Soberanía

Como se ha dicho, la soberanía de España pasaba a la nación y ya no al Rey,


por lo que una monarquía absoluta pasaba a ser una constitucional, con
separación de poderes, limitación de los poderes del ejecutivo (el Rey) y voto
universal masculino directo.

Este nuevo estado le otorgaba la ciudadanía y la igualdad de derechos


jurídicos a los ciudadanos peninsulares y ultramarinos, convirtiendo todo en
una sola gran nación con presencia en los dos hemisferios del mundo.

 Libertades

La nueva constitución garantizaba la libertad de imprenta y de industria, el


derecho de propiedad y la abolición de los señoríos, lo cual representaba un
salto enorme hacia la liberalidad para una nación que hasta entonces se había
mostrado sumamente conservadora.

Si bien no le otorgaba derechos a las mujeres, ni siquiera las menciona casi en


el texto, se considera un importante gesto de democratización de la sociedad
española para la época.

 Religión

El asunto religioso, sin embargo, seguía siendo custodiado por la nueva


constitución. El país de la Contrarreforma no podía permitirse demasiadas
libertades de culto, por lo que España se anunciaba como Estado Confesional
Católico, prohibiendo cualquier otra confesión y reconociendo al rey “por la
Gracia de Dios y la Constitución”. Al mismo tiempo, sin embargo, se abolía la
Santa Inquisición de la Iglesia Católica.

 La cuestión americana

El asunto de las colonias era atajado por la Constitución de Cádiz con


prontitud, ya que en su primer artículo anunciaba a la nación española como
“…la reunión de los españoles de ambos hemisferios”.

Las colonias pasaban así a ser Provincias del recién creado Estado español,
en lo cual tuvieron particular importancia los roles de diputados americanos
como el mexicano Miguel Ramos Arizpe, el chileno Fernández de Leiva, el
peruano Vicente Morález Duárez o el ecuatoriano José Mejía Lequerica.
En dichas provincias se elegiría por votación directa a un ayuntamiento en
donde residiría el poder político, lo cual atentaba directamente contra el
dominio de la aristocracia y de los intereses coloniales que, al final, al
reimponerse acabarían convenciendo a las élites criollas de lo conveniente de
la Independencia.

 Continuidad

La Constitución establecía su propia inviolabilidad frente a los poderes del Rey,


así como cierta rigidez y resistencia al cambio de su contenido en el plazo de
ocho años, lapso después del cual establecía mecanismos realmente
complejos para su modificación.

Esto tenía el cometido de garantizar la duración del nuevo Estado en el tiempo,


a pesar de que su disolución en 1814 por Fernando VII, quien la acusara de
traición a las Leyes Fundamentales del Reino, fue relativamente sencilla.

 Importancia

La Constitución de Cádiz representa un hito histórico en la modernización de


España y es un referente importante a la hora de entender los procesos
independentistas hispanoamericanos.

Además, es recordada con orgullo por las poblaciones de Cádiz, ya que fueron
promulgadas en medio del asedio del ejército francés, en un acto de heroísmo
democrático para la historia.

Un monumento fue construido en la ciudad en 1912 para conmemorar el primer


centenario de la Constitución.

Por otro lado, esta Carta Magna fue influyente en las futuras repúblicas
americanas, así como en el Reino de las Dos Sicilias, que la tomó como propia
tras hacer algunos cambios y traducirla al italiano.

 “La Pepa”

El sobrenombre puesto a la Constitución se debe a que fue promulgada un día


de San José, y a que en España a las Josefinas se les solía decir
afectuosamente “Pepa”.

IV. APORTACIONES DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ DE 1812 EN LA


NUEVA ESPAÑA
 
La Constitución de la Monarquía Española, “que consta de 384 artículos, refleja
el pensamiento liberal de la época, caracterizado por proclamar ámbitos de
libertad de los particulares, para lo cual era necesario acotar el poder de los
órganos de gobierno”.
 
“Las ideas de soberanía y libertad, conjugadas con el descontento general
provocado por las reformas borbónicas, habían creado un sedimento donde
sólo faltaba el pretexto para iniciar los cambios.”
 
“La Constitución de Cádiz de 1812 va a servir, junto con las francesas
anteriormente citadas y las Declaraciones norteamericanas, de antecedente
inmediato de muchas de las constituciones hispanoamericanas de los primeros
años. La elaborada en Apatzingán, no podía escapar a esa realidad.”
Asimismo, una de sus grandes aportaciones es que gracias a su elaboración,
nuestro país vivió “nuestras primeras experiencias electorales.”
Asimismo, Margarita Moreno, hace mención de que la Constitución de la
Monarquía Española y los principios que en ella se plasmaron como:
soberanía, libertad e independencia, representan “una de las simientes más
importantes de nuestras leyes y constituciones de la primera mitad del siglo
XIX.”
 
“Sin dejar de tomar en cuenta que la experiencia de las Cortes de Cádiz, tanto
en lo que se refiere al proceso electoral americano para que las posesiones
españolas enviasen a sus representantes, como la presencia que tuvieron
éstos en las deliberaciones de aquel cuerpo tuvieron repercusiones muy
notables para la Nueva España… la voz americana influyó en la formación de
algunos artículos, además de que quienes participaron representando a los
virreinatos y capitanías tuvieron una experiencia determinante que habría de
fructificar en la actuación que tuvieron en los cuerpos deliberantes. Quizá en
este sentido el caso más notable es Miguel Ramos Arizpe. Finalmente debe
recordarse también, que la Constitución de Cádiz promulgada en 1812 fue la
primera ley de esta naturaleza que tuvo vigencia en Nueva España y sus
postulados influyeron en el diseño, tantos de los procesos electorales, como en
los principios que vertebraron las constituciones mexicanas decimonónicas… la
derogación del documento gaditano cuando Fernando VII ocupó el trono
español tras la caída de los Bonaparte y su ulterior reinstalación, como
resultado del famoso motín de Rafael Riego en el año de 1820, impactaron el
curso de la lucha independentista.”
 
Al consumarse la independencia en nuestro país, la Constitución Gaditana de
1812 continuó vigente por disposición del Plan de Iguala, y varias de sus leyes,
de forma particular los ordenamientos civiles y penales, hasta el momento de la
legislación de los primeros códigos federales, “alrededor de la séptima década
del siglo XIX”, asimismo durante la discusión del constituyente de 1917, en
concreto del artículo 27, “se hizo patente... que las principales regulaciones
agrarias a principios del siglo XIX provenían de la tradicional española. Al paso
de los años, ante el olvido de estudiar objetivamente las tradiciones españolas,
se ha llegado al extremo de pretender que los españoles copiaron el liberalismo
francés, que imitaron a Rousseau y al resto de los clásicos franceses, lo cual
es absolutamente falso y puede corroborarse fácilmente con la lectura del
Diario de Sesiones.” En cambio sí podemos citar una diferencia puesto que la
Constitución de Cádiz carece de un “catálogo o listado de derechos humanos
como la francesa, sin embargo, si se estudia con detenimiento el texto de sus
384 artículos nos percataremos que nos encontramos ante una Constitución de
corte liberal que además de establecer una monarquía constitucional (art. 14)”,
su conformación ha sido jurídicamente destacada por la gran cantidad de
derechos fundamentales y sus correlativas garantías.
 
Esta Constitución contiene como principios fundamentales los que a
continuación se mencionan:
 La nación española está compuesta por los españoles de ambos
hemisferios,
 La nación es libre e independiente y no puede ser patrimonio de ninguna
familia ni persona.
 La soberanía reside esencialmente en la nación y a ésta pertenece el
derecho a establecer sus leyes fundamentales,
 La religión oficial es la católica, con prohibición absoluta de alguna otra,
 La nación está obligada a proteger por medio de leyes la libertad civil, la
propiedad y los derechos legítimos de los individuos que la componen,
 Como objetivo del gobierno se encuentra la felicidad de la nación,
 La separación de los poderes del Estado para su ejercicio son:
legislativo (Cortes), ejecutivo (rey) y el judicial (tribunales de justicia).
Estos principios fueron incluidos en la mayoría de los textos
constitucionales posteriores.
 La forma de gobierno que contempla es: la monarquía constitucional
moderna y hereditaria (artículo 14).
 La libertad de imprenta, misma que produjo una prolífica serie de diarios
y revistas no sólo en la capital de la Nueva España.
 Derechos en materia civil y penal.
 Cantidad abundante de derechos humanos y sus correlativas garantías.
 Uno de los grandes logros de la vigencia de la Constitución Gaditana en
México fue la autonomía de las diputaciones provinciales frente al Virrey.
 Regulación de las facultades de las Cortes y de su forma de elección.
 Prevé la institución del Rey, cuya figura se considera sagrada e
inviolable y sin sometimiento a responsabilidad; derechos sucesorios;
regencia por minoría de edad del monarca;  familia real y príncipe
heredero principalmente. 
 Atribuciones y responsabilidades de los siete secretarios del despacho.
 La institución de un Consejo de Estado.
 Regulación amplia de los tribunales y de los órganos encargados de la
administración de justicia.
 Regulación de la forma del gobierno interior de las provincias y de los
pueblos (gobernados por un ayuntamiento: alcalde, regidores y
procurador síndico).
 Designación por parte del rey al jefe superior (en lugar de virrey); y la
existencia  de una diputación provincial, cuyo titular era el jefe superior y
7 personas electas por las juntas de partido.
 Contribuciones (título VII).
 Fuerza militar (título VIII).
 Instrucción pública (título IX).
 Observancia de la Constitución y modificación (título X).
 
En contraparte, el “grave defecto” que contenía consistió en que se negaba la
ciudadanía “a los españoles que por cualquier línea son habidos y reputados
por originarios de África”.
 
Fue con la promulgación del Reglamento Político Provisional del Imperio
Mexicano que quedó abolida la Constitución de la Monarquía Española de 19
de marzo de 1812 (artículo 1), sin embargo permanecieron en vigor aquellas
leyes, órdenes y decretos anteriores al 24 de febrero de 1821 que no
contraviniesen dicha Constitución.
 
 
V. LA CONSTITUCION DE CÁDIZ COMO DERECHO POSITIVO EN LA
NUEVA ESPAÑA
 
En toda ley vigente es fundamental analizar su positividad, es decir, su
observancia, aplicación, reconocimiento social y respeto. Por mayoría de razón,
esto aplica a una Constitución, que es la norma fundante de un sistema jurídico
y en la que vemos depositada e interpretada la voluntad del pueblo. Por tal
motivo, resulta de gran importancia saber como vivía la población de la Nueva
España esta Constitución, si la conocía, si vivía en Constitución, si vivía en
aquiescencia constitucional. Y a ello me abocaré en lo subsecuente.
 
De manera general, podemos decir que la Constitución de la Monarquía
Española se aplicó, más que de manera diferente, de forma particular en cada
reino, haciendo un breve comentario de varios de ellos, sin profundizar puesto
que nos concentraremos en la Nueva España: mientras que “en las provincias
rioplatenses no se llegó a aplicar… en las provincias andinas fue muy tenue o
parcial; en cambio, en las provincias mesoamericanas –Nueva España y
Centroamérica- no solamente tuvo una completa aplicación sino que, además,
se dio una real vigencia y, por ende, mayor influencia en el constitucionalismo
posterior.” Por ello, en la Nueva España y en el México independiente fue más
marcada su aplicación de forma que, todavía sesenta años después de
haberse consumado nuestra independencia, algunas disposiciones seguían
vigentes, como las de orden civil y penal por ejemplo.
 
No obstante que tuvo una mayor aplicación en la Nueva España, la
introducción de este “primer constitucionalismo español tropezó con fuertes
resistencias a causa de la radical novedad que entrañaba la implantación de
sus principios políticos. Esa pugna entre antiguo y nuevo régimen acontece en
un momento decisivo para la vida del virreinato, enfrentado a una coyuntura
histórica delicadísima marcada por el vacío de poder derivado de la ausencia
de Fernando VII y la aparición de las reivindicaciones independentistas.”
 
Brian Hamnett, externa que “cuando se promulgó (la Constitución de Cádiz) se
cumplían ya casi dos años del comienzo de los movimientos revolucionarios en
América, por lo que se vio impedida desde el principio para dirigir unos
acontecimientos que la sobrepasan. Además, su espíritu centralista y unitario
difícilmente podía servir para reconciliar a los separatistas, que perseguían
unos objetivos políticos incompatibles con los defendidos por los liberales
españoles.” Asimismo la primera Constitución de la Monarquía
Española generó confusión entre los criollos puesto que generó desde el primer
momento la expectativa de la independencia a más de que la vigencia de esta
ley fundamental fue discontinua: tanto “Venegas como Calleja se mostraron
renuentes a su aplicación y gobernaron prácticamente de espaldas a la
legislación que emanaban las Cortes reunidas de Cádiz.”
 
En septiembre de 1812 fue recibido el primer ejemplar de la Constitución de
Cádiz, arribando por el puerto de Veracruz. Venegas en un primer momento
ordenó su aplicación, aunque nunca se logró su aplicación de forma íntegra tal
y como lo disponían las Cortes, que con fecha 10 de mayo aprobaban su
inmediata puesta en vigor. Por su parte, el sucesor de Venegas: Félix María
Calleja, al igual que su antecesor, “incumplió selectivamente la Constitución,
con el visto bueno de la Regencia, que aprobó de modo explícito su actuación
en julio de 1813.” Estas arbitrariedades, que fueron percatadas por los
novohispanos y en ejercicio de su libertad de expresión reconocida por los
constituyentes reunidos en Cádiz, lo externaron en diversos documentos.
 
Esta complacencia y tolerancia de aplicación flexible y cómoda para las
autoridades de la Nueva España fue plenamente aceptada por una
representación de la Audiencia de México a la Regencia, de fecha 18 de
noviembre de 1813, misma que proponía que: “se suspendiera la
Constitución mientras durasen las circunstancias revolucionarias y turbulentas
y que, entretanto, se revistiese al virrey de las facultades necesarias,
recuperaran su vigencia las Leyes de Indias… y se adoptara un sistema de
gobierno más riguroso”, asimismo se solapó la actuación de Félix Ma. Calleja
pese a la presentación de una queja en contra de éste, ante un oidor de la
Audiencia de México, por la falta de aplicación de la Constitución. “Entre los
varios motivos de hostilidad de los virreyes hacia el código gaditano debe
mencionarse la circunstancia de que, al concederse la jefatura política en su
jurisdicción a los capitanes generales, el virrey de Nueva España perdía esa
facultad…”. Esto es que con la Constitución de Cádiz el poder se veía
balcanizado.
 
Tal aplicación discrecional de la Constitución como es lógico, degeneró en
corrupción y arbitrariedades tanto de autoridades civiles como militares,  por un
lado, e incertidumbre en la población, por el otro, y tales percepciones fueron
constantemente plasmadas en boletines, folletos y panfletos, tanto en la
primera época de vigencia (1812-1814) como en la segunda (1820-1821). Y
cuánta razón tenía un articulista que firmó sus ideas bajo un pseudónimo al
mencionar que dicha situación “persistiría en tanto que el timón no se halle en
manos liberales, mientras que á los hombros viejos no los releven hombres
nuevos”. En uno de tantos textos de diversas publicaciones se relata que “la
degradación social observable en Nueva España al empezar la tercera década
del siglo llevaba a algunos a lamentar esa desconexión entre teoría y vida.
Hallamos por una parte los hermosos preceptos constitucionales y, de otra, un
cuadro de miseria y de abusos.”
 
Pese a las innumerables inconformidades, también se dieron esfuerzos para
educar a la población y darle publicidad a la Constitución, primordialmente por
los miembros del clero, a través de textos como los catecismos
constitucionales.
 
Desafortunadamente, según se desprende de la lectura de fragmentos de
diversos folletos, esta Constitución de Cádiz siendo una buena obra jurídica,
estuvo destinada a no imperar, a no ser valorada en su justa dimensión por la
circunstancias tan adversas que se vivían tanto en España como en la Nueva
España. A decir de diversos articulistas y entrevistados, la
Constitución gaditana no era respetada, empezando por autoridades, quienes
se suponía debían conocerla y acatarla, como por la población que incluso era
analfabeta y que su desconocimiento era lógico; esto es que en la Nueva
España no se vivía en aquiescencia constitucional puesto que los primeros en
poner el mal ejemplo de falta de respeto a la ley suprema eran las mismas
autoridades, quienes incluso se daban el lujo de emprender la destrucción de
América autorizando a los virreyes (sic) con poder sin límite, a más de haber
sido imposible el hacer realidad el principio de igualdad en derechos a los
españoles de ambos hemisferios, de tener numerosos inconvenientes y
defectos en la impartición de justicia y la constante confusión de los asuntos
de la Constitución y percepción de la misma como “cosa de religión”.
 
Sin embargo no podemos desconocer los ameritados esfuerzos de nuestros
representantes antes las Cortes de Cádiz quienes desempeñaron un papel
digno e incluso destacado, exponiendo cátedras sobre la igualdad, la soberanía
popular, el respeto y reconocimiento de derechos fundamentales y el
acotamiento de las atribuciones de las autoridades, a quienes incluso les costó
el encarcelamiento y en casos extremos, la vida.
 
VI. MISMO ESTADO PARA AMBOS HEMISFERIOS EN EL SIGLO XIX
En los primeros días, hubo propuestas americanas encaminadas a abolir el
entramado virreinal y sentar las bases de un mercado nacional con
dimensiones hispánicas que abarcaran también a los territorios de América,
con disminución de aranceles a los productos americanos, apertura de más
puertos coloniales para el comercio, etcétera. Un proyecto anterior en un siglo
a la Commonwealth de Gran Bretaña. Los decretos gaditanos tuvieron una
amplia repercusión y trascendencia durante las décadas posteriores, tanto en
la península como en América.
La Constitución se juró en América, y su legado es notorio en la mayor parte de
las repúblicas que se independizaron entre 1820 y 1830. Y no sólo porque les
sirvió como modelo constitucional sino, también, porque esta Constitución
estaba pensada, ideada y redactada por representantes americanos como un
proyecto global hispánico y revolucionario. Parlamentarios como el
mexicano Miguel Ramos Arizpe, el chileno Fernández de Leiva, el
peruano Vicente Morales Duárez, el ecuatoriano José Mejía Lequerica, entre
otros, en los años posteriores se convirtieron en influyentes forjadores de las
constituciones nacionales de sus respectivas repúblicas.
Sin duda, a ello contribuyó la fluida comunicación entre América y la península,
y viceversa: cartas privadas, decretos, diarios, periódicos, el propio Diario de
Sesiones de Cortes, panfletos, hojas volantes, correspondencia mercantil,
literatura, obras de teatro, canciones patrióticas, etcétera, que a bordo de
navíos españoles, ingleses o neutrales informaban sobre los acontecimientos
ocurridos en uno y otro continente. Hubo ideas, pero también hubo acción,
dado que se convocaron procesos electorales municipales, provinciales y a
Cortes, y se verificaron las elecciones, lo cual provocó una intensa politización
en ambos espacios.
Asimismo, el envío de numerario por parte de consulados de comercio, dueños
de minas, hacendados, recaudaciones patrióticas, etcétera, al Gobierno
peninsular fue constante, e imprescindible para pagar la intervención de los
ingleses, así como el armamento de las partidas guerrilleras tras la derrota del
ejército español en la batalla de Ocaña, el 19 de noviembre de 1809.
Es importante insistir en que estas medidas contaban con el respaldo de la
mayor parte de la burguesía criolla americana, partidaria de los cambios
autonomistas y no necesariamente de una independencia que implicase la
ruptura completa con la Monarquía.

VII. CÓDIGO HISPANO


El producto de este intento de revolución fue una constitución con caracteres
nítidamente hispanos. Los debates constitucionales comenzaron el 25 de
agosto de 1811 y terminaron a finales de enero de 1812. La discusión se
desarrolló en pleno asedio de Cádiz por las tropas francesas, una ciudad
bombardeada, superpoblada con refugiados de toda España y con una
epidemia de fiebre amarilla. El heroísmo de sus habitantes queda para la
historia.
La redacción del artículo 1 constituye un claro ejemplo de la importancia que
para el progreso español tuvo América. Fue el primero, y por ello, el más
importante. Este es su famoso texto:
La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios.
La construcción queda definida desde parámetros hispanos. La revolución
iniciada en 1808 adquiría, en 1812, otros caracteres especiales que los
puramente peninsulares. Aludía a unas dimensiones geográficas que
compondrían España, la americana, la asiática y la peninsular. La Nación
española quedaba constitucionalmente definida.

VIII. DERECHOS Y COLONIAS


La cuestión americana estaba planteada, por tanto, desde el primer artículo. El
Estado liberal tenía parámetros ultraoceánicos. La problemática de su
realización se evidenció en la discusión de la redacción de los artículos 10 y 11.
Por el primero se estableció entre americanos y peninsulares un primer
acuerdo para organizar en provincias el nuevo Estado. Es notorio que esta
primera redacción contó con el rechazo de los americanos, disconformes con la
manifiesta diferencia numérica a favor de las provincias peninsulares frente a
las americanas (que equivalían aproximadamente a cada Virreinato o Capitanía
General, mientras que las provincias peninsulares se identificaban con los
reinos históricos de España).
Esto se convertiría en una cuestión política, ya que los americanos reclamaban
un mayor número de provincias y una organización del Estado que se
aproximase al federalismo. El artículo 11 solventó coyunturalmente el
problema: tras un intenso debate, se decidió retrasar la estructura definitiva
del Estado para una posterior ley, cuando las «circunstancias de la nación» —
la urgencia en la metrópoli de combatir la invasión francesa, la urgencia
americana de luchar con la insurgencia— garantizaran una discusión
sosegada. La Cámara reconocía en la práctica su incapacidad para definir los
territorios de su Estado. Y este problema sobrevenía, insistamos, por la
incorporación de América como un conjunto de provincias en igualdad de
derechos y de representación en el Estado nacional hispano.
Otros artículos fueron especialmente significativos, como el 18 y el 29. En el
primero se decía que «Son ciudadanos aquellos españoles que por ambas
líneas traen su origen de los dominios españoles de ambos hemisferios, y
están avecindados en cualquier pueblo de los mismos dominios», y en el
segundo, al explicitar el art. 28 («La base para la representación nacional es la
misma en ambos hemisferios»), se dice que «Esta base es la población
compuesta de los naturales que por ambas líneas sean originarios de los
dominios españoles, y de aquellos que hayan obtenido de las Cortes carta de
ciudadano, como también de los comprendidos en el art. 21».

IX. CONSECUENCIAS DE SU ABOLICIÓN

La revolución iniciada en Cádiz suscitó la contrarrevolución fernandina. El 4 de


mayo de 1814 el recién restaurado rey Fernando VII decretó la disolución de
las Cortes, la derogación de la Constitución y la detención de los diputados
liberales, entre los que se encontraba el diputado Ramón Olaguer Feliú.
Comenzaba el regreso del absolutismo. El día 10 el general
Eguía tomó Madrid militarmente proclamando a Fernando como rey absoluto.
Previamente, se había gestado todo un clima de bienvenida popular.

Fernando VII se opone a los decretos y a la constitución de las Cortes de Cádiz


porque significan el paso de un Estado absolutista a uno constitucional. Es
obvio, pero también hay que subrayarlo con énfasis, porque tras los decretos
de igualdad de derechos y de representación, tras una constitución para
«ambos hemisferios», y tras decretar la constitución de un Estado nacional en
el cual los territorios americanos se integraban como provincias, la Corona
perdía no sólo su privilegio absoluto sobre el resto de individuos, sino las rentas
de todo el continente americano que pasaban directamente a poder del aparato
administrativo estatal y no del monarca, al establecer el nuevo Estado nacional
una sustancial diferencia entre la «hacienda de la nación» y la hacienda real.
No podría consentirlo Fernando VII.

Por otra parte, la representación política y la igualdad de derechos de los


americanos se tradujo en una reivindicación de soberanía que colisionaba con
la nacional, al estar ésta concebida por los liberales peninsulares como única,
central y soberana. El conflicto se estableció no solo entre un rey absoluto y la
soberanía nacional y sus instituciones y representantes sino también entre una
concepción centralista del Estado (basada en el gobierno de Madrid) y una
descentralizada. Nada nuevo en el universo de las revoluciones burguesas,
podría concluirse, pero la cuestión es que no era, estrictamente, sólo una
revolución española, si se precisan no sólo la nacionalidad sino también los
territorios del Estado en cuestión.
Hasta la década de 1820, la mayor parte del criollismo era autonomista, no
independentista. Podía asumir una condición nacional española, pero a cambio
de un autonomismo en América para todas las cuestiones de política interna, lo
que implicaba la descentralización política y las libertades económicas. Para
lograr sus pretensiones, los americanos planteaban una división de la
soberanía a tres niveles: la nacional, representada en las Cortes; la provincial,
depositada en las diputaciones; y la municipal, que residía en los
ayuntamientos. Esta triple división de la soberanía, combatida por los liberales
peninsulares, se legitimaba en los procesos electorales. Con estas propuestas,
el autonomismo americano estaba planteando un Estado nacional no sólo con
caracteres hispanos, sino también desde concepciones federales.

Los americanos depositaron toda la organización del Estado en la capacidad


representativa y administrativa de las diputaciones provinciales como
instituciones capaces de canalizar, administrar y recaudar las pretensiones y
necesidades del criollismo de cada provincia. Esto provocó una doble reacción:
por una parte el rey se opuso al federalismo, dado que los Estados que eran
federales o confederales tenían la república como forma de Estado:
los Estados Unidos de América y Suiza. Pero además, federalismo era
sinónimo, en aquellos momentos, de democracia, asociada a elementos de
disolución del Estado absolutista, y por ende tachados de «anárquicos». En
segundo lugar, la propuesta federal de los americanos provocó una reacción
cada vez más centralista entre los liberales peninsulares, que insistían en que
la soberanía nacional (al ser indivisible) no podía delegarse en modo alguno
en diputaciones provinciales y la maquinaria administrativa debería ser
manejada sólo desde la península.

Tras la década absolutista, frustrada la opción autonomista gaditana, el


nacionalismo ultramarino optó por la insurrección armada, lo que condicionó la
situación final revolucionaria española hasta el triunfo de las independencias
continentales americanas en 1825

CONCLUSIONES
 
 El conjunto de sucesos como la invasión napoleónica a España, la
abdicación al trono de Carlos IV y Fernando VII, después, la imposición
de José Bonaparte en el trono, la Constitución de Bayona, entre otros,
fueron acontecimientos que impactaron grandemente en la Nueva
España en la iniciación del movimiento independentista de nuestro país.
 
 España, ante el desconocimiento del nuevo monarca, José Bonaparte,
determinó la creación de una Junta Central Gubernativa en Aranjuez
(septiembre de 1808), con la finalidad de dirigir el gobierno y llevar a
cabo la guerra a nombre de Fernando VII, misma que fue reconocida por
el virrey novohispano, Pedro de Garibay.
 
 Los anteriores sucesos originaron en la Nueva España dos tendencias
políticas: a) la aceptación de cualquier gobierno que decidiera España, y
b) el ejercicio del derecho del reino de la Nueva España a adoptar la
forma de gobierno que libremente se eligiera.
 
 La Junta Suprema ante el conocimiento de la situación que imperaba
en la Nueva España y sabiendo de la posibilidad de que se declarara la
independencia, optó por emitir un decreto mediante el cual se reconocía
a las Indias como parte de la monarquía y por tanto, debían tener
representación en la construcción de la Junta Central Gubernativa;
resultando electo presidente de entre los candidatos nombrados por los
ayuntamientos, Dn. Miguel de Lardizábal y Uribe.
 
 Durante la sesión de las Cortes se declaró que la soberanía residía en
“el Congreso de los representantes de las Españas.”
 
 Los diputados americanos formaron su propia fracción parlamentaria
inclinada hacia las tendencias liberales, lo cual influyó en el contenido
de la Constitución gaditana y posteriormente en la lucha libertaria de la
Nueva España.
 
 El 19 de marzo de 1812 se proclamó la Constitución de Cádiz, misma
que acabó con la tradición monárquica absolutista, transformándose
ésta en una monarquía constitucional.
 
 Los diputados novohispanos tuvieron una buena participación y
destacadas aportaciones en la elaboración de la  Constitución de Cádiz.
 
 Una vez liberado Fernando VII, precisamente por lo liberal que fue esa
Constitución, en perjuicio de sus facultades y atribuciones, ordenó su
abrogación el día 17 de agosto de 1814, mediante el decreto
correspondiente, dando fin al primer periodo de vigencia tan efímero de
esta ley fundamental.
 
 Con el movimiento independentista, la historia de nuestro país se
bifurca: a) la Constitución de Cádiz y las demás disposiciones de Cortes
produjeron el Derecho público, según las instituciones españolas; b) los
insurgentes por su parte, procuraron organizar jurídica y políticamente a
la entonces futura nación mexicana, de acuerdo con las bases
constitucionales que ella misma declaró.
 
 Fernando VII fue presionado y orillado a poner en vigencia la
Constitución de Cádiz en virtud del levantamiento del General Riego,
siendo jurada en marzo de 1820 y en la Nueva España el 3 de mayo de
1820.
 
 La fuerza interna que condujo a la guerra de independencia fue: la toma
de conciencia nacionalista de los criollos, aunada a la actitud
desfavorable de los peninsulares. La fuerza o causa externa: la
Ilustración.
 
 Por su parte, José Ma. Morelos, el 15 de septiembre de 1813 convocó a
al Congreso constituyente, conocido como de Anáhuac, del cual
emanarían los Sentimientos de la Nación de José Ma. Morelos I.
Pavón; la Constitución de Apatzingán de 1814 y la declaración de
independencia de México y posteriormente los Elementos
Constitucionales de Rayón.
 
 Agustín de Iturbide proclamó el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821,
sin olvidar que hacía el ofrecimiento de la corona de la Nueva España a
Fernando VII.
 
 Al llegar Dn. Juan O’Donojú a dirigir la Nueva España, tuvo que aceptar
la firma de los Tratados de Córdoba, mismos que no fueron aprobados
ni reconocidos por el rey en España.
 
 El 21 de julio de 1822, se nombra a Agustín de Iturbide, primer
emperador del México Independiente.
 
 La Constitución de Cádiz contiene 384 artículos y 10 títulos, es liberal y
progresista, con ideas de soberanía popular, libertad, igualdad, abolición
de estamentos, separación de poderes, derechos fundamentales, etc.
Gracias a ella, se permitió que México por vez primera experimentara
elecciones para integrar y participar en las Cortes (con la destacada
participación de los representantes). Su mayor defecto fue el de
desconocer la ciudadanía a aquellos españoles habidos y reputados
como originarios de Africa.
 
 Pese a haberse consumado la independencia, siguió vigente por
disposición del Plan de Iguala y varias de las legislaciones derivadas de
la misma.
 
 Con la promulgación del Reglamento Político Provisional del Imperio
Mexicano, quedó abolida la Constitución de Cádiz, sin embargo,
permanecieron vigentes leyes, decretos y órdenes que no contraviniesen
el reglamento del imperio.
 
 Para algunos estudiosos de la Historia del Derecho en México como
García Laguardia y Manuel Ferrer, sí se dio una real vigencia y completa
aplicación de la Constitución de Cádiz, puesto que ya consumada la
independencia, siguió vigente e incluso su legislación secundaria
perduró hasta casi medio siglo después.
 
 Para Brian Hamnett esta Constitución estaba destinada al fracaso por
las circunstancias en el momento de elaboración y los incompatibles
deseos independentistas.
 
 Pese a haber sido jurada y decretada vigente, las mismas autoridades la
cumplían de manera parcial y selectiva, traduciéndose esto en
incertidumbre y arbitrariedades, aceptadas por España, bajo la
justificación de la rebelión en la Nueva España.
 
 Amparados en el derecho de libertad de imprenta se elaboraron y
circularon numerosos boletines y publicaciones de donde se desprenden
críticas a las autoridades, así como que la población no vivía en
aquiescencia constitucional, pues en su mayoría la desconocían

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
https://www.caracteristicas.co/constitucion-de-cadiz/#ixzz64qvNeGko
https://www.lacomarcadepuertollano.com/diario/noticia/2012_03_18/16

https://www.caracteristicas.co/constitucion-de-cadiz/

 
 

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